Poemas bestiales - Milko Cepeda Guerra

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Milko Cepeda Guerra

POEMAS BESTIALES

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Poemas Bestiales

Milko Cepeda Guerra Montecristo Cartonero 2017 Diagramación a cargo de Juan Cifuentes Diseño por Gonzalo Cáceres Ilustración: “Gonzalo Cáceres Fotografía contraportada: Alejandra Ponce Impreso en los talleres de Montecristo Cartonero Corregidor Fernando de Alvarado 8, Hacienda Los Fundadores, Chillán Viejo, Chile Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Se permite la reproducción parcial o total de la obra sin fines de lucro y con autorización previa del autor.

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POEMAS BESTIALES

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“A lo sonoro llega la muerte como un zapato sin pie, como un traje sin hombre, llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo, llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta�. Pablo Neruda (Solo la muerte)

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PRÓLOGO A POEMAS BESTIALES DE MILKO CEPEDA GUERRA

Milko Cepeda nació en Antofagasta y su profesión original es el periodismo, sin embargo, la voluntad y el azar determinaron que se dedicara desde hace años a la docencia universitaria en el área lingüística y la investigación. Al momento de escribir estas palabras, el autor del poemario que intento prologar se desempeña como profesor de lingüística e investigador en la Universidad Católica del Maule, en su sede de Talca. Sus áreas de interés investigativo son muy variadas: semiótica, historia de la lengua española, fonética, léxico, entre otros. Estos campos le han permitido alcanzar el respeto de sus alumnos y notoriedad en la comunidad científica. No obstante, la inquietud que lo caracteriza le ha hecho tomar gran interés, desde su juventud, por temáticas artísticas: literatura, cine, música; por nombrar sus intereses más marcados. Su gusto por el cine lo ha llevado organizar numerosos ciclos para la comunidad universitaria en particular y talquina en general. Su curioso instinto musical lo muestra como un melómano de muy variado gusto. Sin embargo, su oficio, a medias, secreto ha sido por años desarrollar escritos de diversa naturaleza genérica: ensayos, cuentos, borradores de novela y poemas. Dentro de su producción poética, los 54 poemas que constituyen la siguiente antología están marcados por temáticas y estilo comunes, dentro de su gran variedad de recursos. La muerte es quizá el elemento aglutinador de todos los demás temas, pero tienen una gran importancia otros significados como el desengaño, la soledad, el desamor, la violencia, la rebeldía, entre muchos otros. Fueron escritos en el período que media entre 1992 y 1998, por lo tanto, cuentan con una década de reposo en el silencio y el anonimato. El título de la antología resulta curioso e inquietante al lector. El enunciador lírico declara de forma anticipada que sus poemas no son humanos o rondan las zonas liminares de la humanidad. El sujeto lírico abre la secuencia de poemas en forma espectacular. En el primer poema, primer verso, declara “Entonces se abrió una gran brecha entre todo el mundo tangible y esta alma mía”. El sujeto está dividido y alienado del mundo que lo rodea y su desconfianza de lo

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que el mundo le informa se sostiene, insistentemente, a través de todo el poemario. Son desacralizados el amor, la relación con la divinidad, las convenciones sociales, las supuestas leyes de la moral. Son poemas de la renuncia y la desolación. La soledad y la muerte cruzan los poemas como de paseo por escenarios conocidos, y situaciones específicas y entrañables. El enunciador teje una biografía no cronológica a base de guiños de experiencia vital a los tangos, el amor de pareja, el cine, a la ausencia de Dios y la tentación del mal. El sujeto lírico parece trasladarse entre pequeñas escenas vívidas de amargura, rabia y desafío. Ha asumido el habla una vez que ha controlado el dolor y sus recursos son el relato de su desengaño y la vociferación de su reivindicación, su desafío universal, su enemistad con la realidad constreñida y estereotipada que lo ha expulsado. El sujeto lírico parece confirmar su propia muerte y abandono, sin embargo, la voz le sobrevive: “Aprendí a cantar1 tangos cuando la sonrisa huyó furtivamente de mi rostro…”, “el diablo vestido de negro se cruzó en mi camino y me/invitó a tomar tequila,/caminamos la noche, quebramos botellas,/contamos los muertos tirados,/ intimamos con los perros,/ y al final de una calle, al pie de una iglesia, escribimos/ ‘vade retro Jesus Christus’”, “Escribiré poemas con sangre en tu ventana”, “Cuando vuelvas;/ estará mi voz en la almohada;/ abandonada de pronto/ En mi partida a la carrera”. La muerte y la soledad señorean los versos del libro y es la voz el sujeto rebelde que resiste la muerte, a pesar de todo. El sujeto ha muerto y vuelve una y otra vez sobre el evento, porque ha muerto muchas veces, cada vez más, inclusive, ha estado a punto de quedarse en silencio: “Ya no hay luces que iluminen tu vereda./ Me he quedado dormido,/ me he quedado sin ser,/ Sin argumentos.”, “Necesito un alma que me saque de este silencio rotundo”. Se trata de poemas que fluctúan entre la segunda y la tercera persona. El tono apelativo es frecuente y el interlocutor puede interpretarse, a veces, como la amada ausente, Dios, el Diablo, el lector… Los poemas son preparados en una fragua de voces e instancias genéricas diferentes. Por ejemplo, el primer poema se abre en un tono algo olímpico: “Entonces se abrió una gran brecha entre todo el mundo 1

Los énfasis son míos.

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tangible y esta alma mía”. El tono sentencioso del poema II repite la estructura entre paréntesis “(Sólo canta tangos…)”, en forma de estribillo. Micropoemas como los textos IV, XII, XV, XIX, XXII, XXIV, XXXIX y XLIV. Ironía frecuente, como en el poema narrativo número V, cuando ha entablado amistad con el diablo y termina escribiendo con él en un iglesia “vade retro Jesucristi”; o el poema XVI, irónico en su conjunto. Lo mismo se puede decir del poema XIX: “El día en que suenen las trompetas celestes,/ en ese mismo momento, renunciaré a esta cabrona,/ Actitud de sentirme autosuficiente”. Junto a la poética pesimista, irónica e iconoclasta de los poemas, se entrecruzan, un poco en sintonía con esos mismos significados, escenas límite de tentación y ruptura con la moral convencional y los principios organizadores de la salud social. El tema más íntimamente vinculado a los significados nombrados a comienzo de párrafo es el del suicidio (poemas III, XVI, XXIII y XLIII), la desgracia y desilusión (poema II), el desencuentro y el desamor (poemas IV, IX, X, XI, XXII, XXIII, XXVIII, XXIX, XXX y XXXII), la pederastía (poema VII), el asesinato (poemas VIII y XX), el homoerotismo lésbico (poema VI), el intertexto fílmico a “El tambor de Hojalata”, la película de Volker Schlöndorff, basada en la novela homónima de Günther Grass (poema III), poemas del resentimiento y la venganza (poemas X y XI), los intertextos religiosos y bíblicos en prácticamente todos los poemas. El número de temas vinculados y entretejidos, como podrá verse, es alto y he querido mencionar aparte dos temas que me han llamado la atención, también integrados en el constructo poético global con coherencia y maestría. El tema de la amistad, que pudiera parecer ajeno al imaginario general del libro, se trata de forma poética y sutil en el poema XXV. El sujeto lírico instaura un interlocutor que deviene su amigo: “La botella verde se escanciará lentamente esta noche;/ esta noche te invitaré un trago,/ uno tras otro,/ pues ese dolor intenso se aleja salud, tras salud/¿Hagamos una salud para alegrar esta noche triste?/ ¿Hagamos una salud, mi querido compañero?/ (…) ¿Hoy no tienes ánimo mi querido compañero?/ ¿Tienes frío esta noche?/ (…) Nos prenderán cirios perfumados todas las noches./ ¿Hagamos un salud compañero?/ ¿Hagamos salud por esta noche triste?/ Quizás mañana seremos santos”. La amistad reúne al sujeto lírico y a su interlocutor

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en una causa común. La esperanza parece cernirse y ofrecer un respiro, un halo de luz entre las sombras. Otro tema interesante e inquietante es la envidia de la maternidad, retratada en el poema XXVI, en combinación con el insistente tema de la soledad: “Me llevas ventaja mujer,/ Ese hijo que llevas será tu dulce compañía;/ (…) Ese hijo será más tuyo que mío./ hubiese querido ser mujer;/ (…) Cuando llegas y me miras, siento envidia de esa facultad que se me ha negado.” El resentimiento y la envidia del sujeto lírico tienen como fundamento la “injusticia” natural de la maternidad, negada junto con su consecuencia, la compañía del hijo, al sujeto enunciativo. Poemas Bestiales es el producto de una sensibilidad especial y compleja, rica en elementos pintorescos y, a veces, bizarros, entremezclados por un polivalente sentimiento de soledad y finitud, rebeldía y desafío, ironía y humor negro, en que la muerte parece ser una especie de certeza atrayente y voraz, pero a la vez iluminadora del valor secreto y trágico de la vida humana. Para cerrar esta torpe presentación, quiero dejar resonar las palabras del escritor sobre su identidad de oficio: “Escribo porque siempre ha sido una catarsis, una herramienta para sacarme el dolor de encima, para burlar la muerte y la locura. Escribo porque nací para contar historias, para hablar mediante poemas. Escribo porque lo quiera o no, soy testigo de mi tiempo, de mi década y aunque la mayoría de las veces no tengo un lector real, lo importante es escribir, hacerlo con el corazón, hacerlo porque es mi vida, porque es mi esencia, porque está en mis genes y porque si renunciara a hacerlo ya no sería yo y eso sería una pena”. Horacio Simunovic Díaz

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I

Entonces se abrió una gran brecha entre todo el mundo tangible y esta alma mía. Ya no soy el mismo de ayer, he quedado escindido de todo cuanto hay. Ya no puedo comprender nada de lo que tú dices; doy pasos de ciego. Tus discursos Efraín Frías no son aprehendidos, ella 1 quiere que trabaje, ella 2 quiere que estudie para ser no sé qué cosa, Alfred Santolaya dice que el amor llegará en su justa medida; mientras Matilde dice que dormir eternamente puede resultar una soberana huevada. Entonces todos me preguntan, ¿quién tiene fuerzas para sonreír? acaso no sabes que aquel hombre llora por las noches, y esa mujer llora todo el día, y ese joven no desea ya conversar. Doy pasos de ciego. Ella llega de pronto y dice: ¡tú no quieres a nadie! Hay un gran abismo entre tú y yo; Efraín lo sabe, Matilde...

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II

Aprendí a cantar tangos cuando la sonrisa huyó furtivamente de mi rostro. (Sólo canta tangos aquel que tiene el alma desgarrada) Aprendí a cantar tangos cuando me hallé con el corazón hecho pedazos. Malena... Malena canta el tango igual que yo. (Sólo se cantan tangos en boliches de mala muerte, allí donde un vino mal habido te devuelve las entrañas al infierno y la bruma de los cigarrillos baratos te recuerdan que Buenos Aires no está tan lejos). Para cantar tangos no hay que ser porteño, yo no lo soy. Para cantar tangos no hay que ser feliz, yo no lo soy. Para cantar tangos hay que tener la vida atragantada y los ojos llenos de lágrimas. (Sólo canta tango aquel que ama sus botellas; aquel que liga con putas). Aprendí a cantar tangos y a parafrasear “tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero...” (Sólo cantan tangos los muertos; los muertos como Malena, como Piazzola, los muertos como yo).

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III

Un salto al vacío, hacia un hoyo irremediablemente oscuro, ¡Eso es vivir! Yo no le pedí a Sofanor que me trajera, ni a “mi lady” que abriera sus piernas para tenerme. Oscar me pudo enseñar que si quería, podía resignarme a crecer, mientras el tambor siga sonando. (A Oscar le enseñó Günter Grass). Un salto al vacío, del alto cielo hasta tocar la tierra con los pies. Un pasar inadvertido; eso es vivir. Yo no le pedí a Sofanor que me enseñara “a” cuando yo deseaba decir “e”, ni a “mi lady” que me dijese que Dios es santo, si yo no creo en él. Un salto al vacío, hacia lo más oscuro de la noche. Günter y Oscar me mirarán pasar. Sofanor llevará flores, un salto al vacío, ¡Eso es vivir!

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IV

He dejado de ser. Te pido que no me arrojes el amor a la cara mi compromiso con la vida lo he perdido.

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V

Los niños dormían en la calle y los alcohólicos dormían en los bancos de la plaza. En mi recorrer por la ciudad me los encontré a todos ellos; en mi recorrer por la vida me invitaron las putas a disfrutar del amor gastado y los maricones a formar parte de la casta de los inverosímiles. En mi recorrer, observé redadas violentas y salvajes, atroces homicidios. En este transitar, el diablo vestido de negro se cruzó en mi camino y me invitó a tomar tequila, caminamos la noche, quebramos botellas, contamos los muertos tirados, intimamos con los perros, y al final de una calle, al pie de una iglesia, escribimos “vade retro Jesus Christus”

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VI

Amalia Batista observa a Irene moverse al compás del viento. Irene tuerce su cuerpo, da vueltas y vueltas. Corre de un lado para otro. De este éxtasis, Amalia no es parte. Amalia Batista es dueña de otro juego, De otra danza, en otro lugar bajo el cielo. En aquel lugar, no es Irene la que baila. En este juego, no hay baile, sólo murmullos. En este juego, Amalia canta y mueve sus manos, introduce los dedos, besa los labios verticales. En un mar de cabellos Irene sonríe complacida, el éxtasis llega sudoroso. En vibraciones que entran y salen, el cielo se agota, las manos resbalan, los besos se muerden, Los cuerpos se azotan. Amalia Batista se siente en el aire. Irene acompaña su vuelo, una y otra vez hasta que la noche se evade, Amalia Batista escribe en su diario: La noche fue linda, Irene me quiere, mañana cuando vuelva la ataré a mi cama, Le morderé su vientre. Mañana cuando vuelva escribiré una oda a sus senos, Ella bailará para mí, después haremos el amor... Lentamente.

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VII

Y la pequeña llegaba todos los días con su pelo enmarañado, sus ojos tristes; sus andrajos a cuestas; subía a mi auto; me pedía muñecas; me pedía plata para volver a casa. Entonces, acariciaba yo sus piernas; sus delgadas piernas; su sexo desnudo, al que sin embargo no le quedaba inocencia; mi dedo índice la masturbaba; su pequeña mano me masturbaba. Entonces cerraba sus pequeños ojos; levitaba su pequeño vestido; agonizaba al traspasar mi cuerpo su pequeño cuerpo, y todo se volvía sombras; todo se volvía lágrimas, pequeños gemidos; pequeñas palabras. En el día de los ríos de sangre, mi auto decidió no volver.

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VIII

Alfonso golpea a Margarita, su esposa. Margarita golpea a Sofía, su hija. Alfonso viola a Sofía, hija de Margarita. Alfonso putea a Sofía. Margarita anda con Whisky en el cuerpo. Sofía se inyecta. Alfonso jala, yo no. Alfonso brilla por su ausencia y cuando vuelve nos escupe. Margarita aplana calles; Sofía se inyecta; le hace al jale; putea con Alfonso, eso es incesto. Alfonso llora por las noches, yo no. Margarita llora por las noches, yo no. Sofía derrama sangre en el piso. Su cabeza está separada de su cuerpo. Si alguien pregunta... fui yo.

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IX

Me es preciso comprar un cassette de cromo para grabar tus últimos gritos, antes de tu anunciada partida, pues, los bip de la UCI ya han comenzado a anquilosarse, los electrodos y las mangueras han comenzado a ser retirados. ¿Dónde estarás cuando te vayas? ¿Dónde estarás cuando tus ojos se cierren? ¿Dónde compraré tu ataúd? Después que te hallas ido, regresaré a casa; santificaré tus últimos estertores; me sentaré a escucharte. Laura hoy ya no viene, ella está más preocupada de maquillarte para tu sesión fotográfica. Luego de aquello marcharemos hacia tu definitiva morada, bajo el sol, como dicta la costumbre. Laura llorará, -según ella-queda vacía; según ella, vacía queda la casa. vacíos quedan los patios, las voces y las almas que nos rodean. Laura vestirá de luto por la eternidad imperecedera, recordará tu nombre porque, según ella, tu voz estará por los siglos de los siglos amen.

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X

No hay llanto que valga la pena, has sido designada por mí para ir al cadalso. Apagaré las luces, correré las cortinas, prenderé velas para verte morir. Podría darte mil justificaciones, pero hoy no deseo hacerlo. Es cierto, te conozco. Pero, si el azar se ha ensañado contigo dime, ¿qué puedo hacer? Si la danza de los prescindibles debe continuar, de manera violenta algunas veces; de manera gloriosa en otras. No te preocupes, escribiré poemas con sangre en tu ventana.

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XI

Celebraré el día de las adulteras en tu nombre y estaré gozoso. Celebraré el día de los miserables y llamaré para que me acompañes. Celebraré el día de los malditos cobardes y prenderé millones de estrellas. Celebraré el día de las putas porque quién sabe que tú no lo fuiste. Celebraré el día de los esquizofrénicos en honor a las cicatrices de mi cuerpo. Celebraré el día del juicio final por si, en una de esas, te mandan al mismísimo infierno.

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XII

QuiĂŠn tenga algo que decir que lo diga. Si luego decido pegarle un tiro en la cabeza, debe colegir que no me gustĂł la idea.

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XIII

Verdaderamente me sorprende la manera mecánica en que te desvistes. No pestañeas, sólo te desvistes. Cae tu pantalón rápidamente sobre el helado flexis. Cae tu blusa, tu sostén, tu calzón, caen aceleradamente. ¿Puedo pensar que la vida se nos va? ¿Cuánto me puede costar un instante de tu vida? Te dejas caer sobre la cama. tu mustia cama de adornos metálicos; tu cama hace ruido; tú me miras en silencio; sueles decir, love me please. yo te observo desde mi atalaya; hasta que se me confunden los sentidos; hasta que me hallo eternamente solitario. ¿Cuánto hace que te conozco? ¿Cuánto hace que no recuerdo tu nombre? ¿Cuánto hace que te encuentro en la misma esquina? ¿Cuánto hace que nos molestan los homosexuales? La hora suele terminar en silencio; tú vistes de manera mecánica; tu calzón, tu sostén, tu negro pantalón, tus zapatos sonoros, entonces vuelas hasta mi atalaya, me besas en la frente te cancelo parte de esta vida podrida, me besas nuevamente, y me dejas ser.

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XIV

¿A qué has venido Passusu? Acaso no te contentas con desplegar tus alas para regalarme una noche sin estrellas. ¿A qué has venido Passusu? que yo sepa, aún no he sido excomulgado para que te aventures de mi conciencia, así sin aviso previo; al menos antes se nublaban los días y aparecían cuerdas colgadas en el living. ¿A qué has venido Passusu? debo colegir acaso que no esperas la muerte de mis tardes veraniegas, para buscarme reposo en tierras lóbregas. Debo pensar acaso, que vienes a contagiarme de olvido entre las almas; de sordera de palabra; de imposible levedad. ¿A qué has venido Passusu? que yo sepa, aún no reparten los boletos para el purgatorio... ¿A qué has venido? Si todavía no sé si te venderé mi alma.

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XV

Intenta suicidarte y la muerte te seguirรก majaderamente por los siglos de los siglos.

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XVI

Niña, si para volar sólo necesitas pararte en un décimo piso, de un céntrico edificio y saltar cuando no camine gente. Luego de un violento aterrizar, según algunos, volaras eternamente.

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XVII

De noche pierdo la vida y cuando sale el sol, fantasmalmente, recorro la casa vestido de hojas, con ojos de muerte, con voz gastada; con ideas disímiles. De noche pierdo la vida y al amanecer soy azul quizás ahí soy un ángel me late que los ángeles son azules son legos de vida. De noche pierdo la vida y al amanecer tiendo a recuperarme; si no hay sol, no me alcanza para el resto del día.

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XVIII

Aquella tarde Joseph no me permitió entrar a la piscina. Yo no tengo los ojos azules. Entonces pregunté... ¿Qué ocurre esta tarde Joseph? Aquella tarde Joseph me llamó puerco entonces volví a preguntar... ¿Qué ocurre mi querido Joseph? Joseph acostumbraba a firmar sus cartas con sangre mucho tiempo hacía de aquello incluso mucho antes que el ferrocarril fuese y volviese una y otra vez repleto de fantasmas. Aquella tarde Joseph se vistió de negro y no quiso que ingresara a la piscina. Me llamó puerco; me mostró sus puños. Entonces volví a preguntar... ¿Qué ocurre hoy Joseph? Joseph solía jugar a ser científico Joseph solía jugar a ser escritor. Había ocasiones en que decía... Y am the angel of death firmaba con sangre firmaba Menguele.

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XIX

El dĂ­a en que suenen las trompetas celestes, en ese mismo momento, renunciarĂŠ a esta cabrona actitud de sentirme autosuficiente.

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XX

El cielo es rojo tu pecho también. Es cierto, te maté anoche hoy sé que tendrás un extraño despertar. La violencia provino de la circunstancia en la cual no pude elegir el arma; cuando llegó el momento lo hice. Te dejé en mi cama para dibujarte mientras dormías con el ocaso nacido a borbotones de tu pecho. Luego vino la noche de las estrellas, se asomaron a ver si aún respirabas. La verdad es que el último suspiro no fue para mí, no deseo es este momento sublime, preguntar para quién era; ¿Cuánto de paz hay en la muerte? ¿Cuánto de violencia hay en la vida? Q.E.P.D. Mañana estaré a tu lado.

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XXI

Y sin embargo, sonaron los relojes; lloraron los perros; hoy tendré que correr las cortinas; izar la bandera a media hasta; llenar la casa de flores blanca; de coronas; de silencio. Hoy no se puede cantar, el piano enmudeció con tu partida. Mañana navegaremos sobre un mar de pétalos, a un puerto donde sólo pueden ir seres como tú. Mañana diré a-Dios; ¿A donde te has ido? sé que no responderás tu vuelo no permite vuelta.

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XXII

La verdad es que no he podido arengar a mis huesos para que tomen aquel cuchillo y te hagan pedazos. Ayer te fuiste; y yo que te amaba tanto.

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XXIII

Volarán mis ideas después del primer disparo luego llegarás tú y me rematas; entonces te colgarás en medio de la sala, quedarás sobre mí serás mi ángel de la guarda. Las páginas centrales te sindicarán como Jehová, quizás para mí seas el icono buscado con franqueza; sé que de noche las transparencias televisivas nos dedicarán un comentario.

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XXIV

Son breves los instantes en que el dĂ­a se me vuelve noche, muy breves. Sin embargo, los disfruto plenamente.

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XXV

La botella verde se escanciará lentamente esta noche; esta noche te invitaré un trago, uno tras otro, pues ese dolor intenso se aleja salud, tras salud. ¿Hagamos una salud para alegrar esta noche triste? ¿Hagamos una salud, mi querido compañero? las estrellas se fueron, están lejos de aquí, la vida también se nos ha ido. ¿Te has dado cuenta tú? Te has dado cuenta que se nos fue como las horas. ¿Hoy no tienes ánimo mi querido compañero? ¿Tienes frío esta noche? puedo comprender que la sonrisa del presidente no nos abriga, ya que el exiguo periódico ha dejado de ser leal en este amanecer de invierno. No te preocupes mi querido amigo, si vomitas sangre, tal vez ese dolor amaine; luego seguiremos bebiendo. Si tu deseas podemos alejarnos de este rincón del mundo a otro, dos cuadras más allá; a quién le va importar si nos ven en una esquina con el alma partida. No te preocupes, Alvear dice: cuando nos dé por dormir más de una noche aprenderemos a ser inmortales, la gente se acordará de nosotros y nos prenderán cirios perfumados todas las noches. ¿Hagamos una salud compañero? ¿Hagamos salud por esta noche triste? Quizás mañana seremos santos.

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XXVI

Ayer me llevaron a los tribunales porque consideraron que te miraba lascivamente. Dijeron que era un indecente; porque acaricie tu parte púdica. Ahora van a encarcelarme, porque te hice el amor cuando tú no lo querías. Ayer me escribieron con sangre, la palabra condena sobre la frente. Dijeron que me llevarán al paredón, yo pregunté ¿quién tirará la primera piedra? Ayer es cierto, te saque la ropa a tirones, sé que tú puedes comprender que yo estaba enfermo de amor, como Michael Douglas.

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XXVII

Todos queríamos amarte, Catalina, todos queríamos hacerlo. Eugenio quería escribirte poemas de amor. Alberto quería pintarte desnuda, Yo no. Gustavo deseaba escribir novelas eróticas y contar historias donde te violaban. Todos queríamos amarte Catalina, todos queríamos hacerlo. Yo por mi parte quería esposarte a mi cama, amordazarte fuertemente; luego quería besar lentamente tu cuerpo, muy lentamente, luego deseaba quemar tu cara con cigarrillos; aara después abandonarte. Todos queríamos amarte Catalina, todos queríamos hacerlo; todos hemos soñado contigo, Catalina de nuestra alma.

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XXVIII

Ya no hay luces que iluminen tu vereda, me he quedado dormido bajo las olas de tu intento. Hoy no quiero despertar; mañana sabrás que ya no deseo salir a volar contigo, ya que la noche no puede sorprenderme despierto. Al final la soledad abúlica entrará como el viento en mi conciencia... No vengas mañana, te lo pido. Ya no hay luces que iluminen tu vereda. me he quedado dormido, me he quedado sin ser, Sin argumentos.

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XXIX

Cuando vuelvas; hallarรกs la puerta abierta, la cama sin hacer; las horas sin pasar; un silencio olvidado. Cuando vuelvas; te sentarรกs a oscuras, siglos enteros, a preguntarte mi partida mi huida furtiva de ti. Cuando vuelvas; estarรก mi voz en la almohada; abandonada de pronto en mi partida a la carrera.

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XXX

Había vasos sobre la mesa; y alrededor de ellos enormes lagos agrios. Tú, después de aquel relajo, dormías intoxicada. Tú, después de aquella vorágine, habías dejado de lado tus líquidos sensuales. En la noche anterior, habías devuelto tus entrañas; mi mesa fue parte de tu sortilegio. En la noche anterior, sostenía la idea que aquella cascada de hedor penetrante era parte de tu búsqueda hacía horizontes oníricos. En la noche anterior, te hable del libre albedrío; atinaste a mirarme, mientras el sueño de la vida se te venía encima. En la noche anterior, te observé tan distante que ni siquiera llegué a ti, aún cuando te acostaba sobre mi cama y te dejaba entre mis sábanas yermas.

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XXXI

Esta soledad que tengo, esta soledad que llevo pegada a los huesos, no ha querido dejarme ni a sol y sombra. llega muy despacio; acaricia mi conciencia; se sienta luego a conversar conmigo; enciende un cigarrillo; toma cerveza; luego agita sus alas; me azota con recuerdos, entonces, me resquebraja; me aligera; luego me atrae en pos de sí; entonces me caigo; resbalo por los abismos; deseo el camino corto y nada complicado. Hay ocasiones en las cuales me da chance de caminar acompañado; luego, por lo efímero de las circunstancias, vuelve a besar mis labios; cierro los ojos, los mismos que un día me quisieron, traen flores en señal de congratulaciones; entonces pregunto: ¿Para qué las flores, si no es mi licenciatura? ¿Para qué las rosas, si hoy es agosto y no febrero? ¿Para qué las velas, si hoy no es mi cumpleaños? Esta soledad que tengo, esta soledad tan mía; esta soledad que llevo prendida a los huesos, me ha enseñado a cantar tangos; a rumiar pena tras pena; a dormir deseando un cielo estrellado, me ha enseñado a dormir deseando un cuerpo ajeno en mi cama; un par de ojos distintos en mi espejo. esta soledad que tengo;

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esta soledad que llevo prendida hasta el tuĂŠtano; no ha querido dejarme ni a sol ni a sombra; me ha poblado de silencio.

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XXXII

Necesito un alma que me saque de este silencio rotundo. Ayer pude sonreír, es cierto. Sin embargo, no fue así; pues me acometió una gigantesca tristeza que me dejó erguido entre las sombras, en despoblado. Ayer pude llenarte de alegría, sin embargo, no pude hacerlo. Al final de la conversación; cuando tú ya no escuchabas; cuando habías decidido no hablar buscamos las estrellas... Y ya no estaban.

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XXXIII

Entonces... me vestí de tinieblas en busca de mi conciencia perdida. No desperté hasta que te miré cara a cara; soplaste un remolino de dudas sobre mis ojos; un mar de llantos pasados; un confundir de recuerdos; había armas, hoy también las hay. Entonces... no cejas de perseguirme, no disculpas mi abandono, mi escapar rotundo; sigues tras de mí... Persigues volverme a la noche eterna; cerrarme los ojos; clavarme los párpados a la cara; bañarme de tierra. Entonces... La batalla terminada no fue la guerra; sigo pensando que en una de esas nos volveremos a encontrar.

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XXXIV

Sonarán las campanas, el hombre barbudo se ha dignado aparecer en los cielos, junto a una pléyade de seres inconsecuentes. Y qué si me apunta con su dedo. ¿Sabías tú que entre él y yo no ha habido consenso en este largo monólogo? si de mí dependiera, hace siglos que lo hubiese clavado en aquel madero boca abajo. Hace tiempo que le hubiese colgado un gran letrero en el cual pudiera leerse; ¡Fui yo!, El señor de los ojos tristes. Sonaran las campanas y el barbudo cantará su himno de gloria, abrirá los mares y el espejo se rajará de pared a pared. Los pusilánimes llorarán de espanto y doblarán su rodilla; algunos incluso, se postrarán de cúbito abdominal y lamerán el suelo al igual que los hipócritas. Yo por mi parte, desafinaré aquel canto de seres celestiales. alzaré el puño; abriré mi pecho para que observe el muy bellaco cómo me han cenado los gusanos de la desdicha. Él sabe que he llorado por siglos; él sabe que me ha rondado el silencio; todo eso él lo sabe. Entonces preguntaré al barbudo; ¿Bienaventurados los que creen en ti? ¿Bienaventurados los limpios de espíritu? ¿Bienaventurados los bienaventurados? ¿Los que aman al prójimo? En la farsa del juicio final me reiré a carcajadas del barbudo senil y de su gente. Arrojaré tomates a toda la concurrencia, en la farsa del juicio final cantaré rock and roll con Borges y sus secuaces; tomaremos cerveza y nos reiremos de tanta tontera.

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XXXV

Diles Joachim que a veces el silencio es signo de muerte. Diles Joachim..., Diles que ayer me sepultaron en las conciencias; se olvidaron de mí. Diles que me borraron de todos los registros; que me dejaron sobreseído; que me llevaron flores; que me cantaron coplas de muerte. Diles Joachim; diles que a veces te inventan historias; que pasas a formar parte de leyendas; de los mitos existenciales. Vamos Joachim, diles que te archivan en las memorias secundarias que después de aquello sales a vagar como los espíritus entre las noches verbales.

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XXVI

Me llevas ventaja mujer, ese hijo que esperas será tu dulce compañía. Me llevas ventaja, yo no puedo siquiera esperar a tener uno como tú; porque aunque él esté conmigo, ese hijo será más tuyo que mío. Hubiese querido ser mujer; porque ese niño hubiese llenado la tremenda soledad que llevo dentro. Si hubiese sido mujer como tú y ese cuerpo estuviese dentro de mi cuerpo, no me importaría que te fueras, que te marcharas lejos, que nunca más volvieras, porque si bien algunas palabras pueden resultar tan crueles como la vida, nada se compara al invierno que trae consigo este abandono. Esperar ser mujer implicaría que me arrogo la posibilidad de desafiar las conciencias colectivas, implicaría que me apuntasen con el dedo al igual que tantos otros. Dulce compañía, ese hijo que llevas será tu dulce compañía, yo no puedo esperar siquiera a tener uno como tú. Cuando llegas y me miras, siento envidia de esa facultad que se me ha negado. ¿Por qué no puedo ser como tú? ¿Por qué no puedo abrigar la esperanza de salvarme de este penar con el cuerpo que tú llevas dentro? Si yo fuera capaz de guardar un silencio para luego aventarlo entre llantos y sonrisas; créeme que no me importaría tanto que te fueras, Porque esta soledad que tengo no llegaría tan absoluta como la noche, y no colmaría ya mi existencia.

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XXXVII

He tenido que plantearme la muerte después del fracaso del vivir; sentado escuchando música. He tenido que plantearme la muerte a solas y no a medias como en otras ocasiones. He escrito cartas a todos los que se juran inmortales; a enemigos y familiares; a ti también. Me he planteado con calma la muerte; Sentado en una oscuridad plena, con aquella música que destroza mi alma. No te creas, no escuchaba aquellos discos mortuorios, escuchaba a Malher. He tenido que decidirme a realizar un vuelo lejos del mundanal ruido; eterno y sin regreso; a oscuras; Diferente.

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XXXVIII

Dile a Dios que lo invito a sentarse en el palco cuando salte de esta torre quizás al final del espectáculo quiera recoger mis dientes después de estrellarme contra el piso. Dile que puede traer a Jesús, avísale que no daré autógrafos, firmar con sangre puede resultar macabro y quizás hasta indignante; pues, pensarán que no son los únicos Highlanders. Dile a Dios que después del show nos podemos ir de juerga. A Jesús no lo invites, pues tiene tendencia a ser pacato. No es que le tenga mala, sino que me identifico con el ojo por ojo diente por diente.

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XXXIX

La venganza es un sentimiento digno del hombre; lástima que después de tu muerte viene la mía.

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XL

Renuncio a mi cuota de sacrificio, a mi espacio intelectual. Ayer soñé que colgaba de la sala y me gustó la idea. Me bajaron en andas; me recostaron en el suelo; lloraron por mí. Renuncio a vivir por vivir a mi palabra diaria. ayer el viento me hizo girar colgado de la sala y me gustó la idea. Me la jugué por el silencio, es cierto. no pude hacerte compañía; sin embargo, lloraron mi partida. Ayer soñé que renunciaba; que atado del cielo me colgaba en la sala, tú no estabas allí... Hoy no tienes derecho a crítica.

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XLI

La lluvia caía, las nubes en el cielo, ¿Antes de morir debo fumar? ojalá la lluvia sea eterna, me dará la impresión que el cielo llora por mi partida, que los ventanales hacen lo mismo por mí, me imagino que los otros también lo harán, sé que son tradicionales. La lluvia caía, me despedirán los árboles en el cielo. La lluvia caía, en mi partida sólo faltaron las estrellas.

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XLII

Te siento tan cerca, que casi puedo sentir el murmullo de tu voz y ese constante jadear de ansiedad al verme tan desprotegido. Un día dije: “la batalla terminada no fue la guerra. Sé que en una de esas me volverás a encontrar”. Sinceramente pensé que me volvería eterno como el vuelo de los pájaros. Sin embargo, no fue así. Sinceramente pensé que me alejaría de tus pasos cansados y no fue así. Tú me preguntas si he sido feliz en este tiempo; me preguntas qué fue de ese antiguo amor. Tú me preguntas cuántas veces dormí acompañado. Te siento tan cerca que ya las olas dejaron de cantarle a la luna; dejaron de acariciarme las flores; dejaron de lagrimar mis ojos; dejaron de sonreír mis labios. Sinceramente pensé que me volvería eterno, incluso preparé mi discurso final donde agradecía a todos por igual; los enumeré; podría tal vez estar años nombrándolos de a uno por uno. Hoy te me acercas; y me haces señas con tu óseo guante blanco. Eres bella, nunca pensé que lo fueras. Eres triste también. Eres silenciosa, ¡sí! silenciosa como el viento marino que me llevó a caminar por las playas eternas. ¡Adiós amigas gaviotas! que el cielo sea su aliado. ¡Adiós mi ancho mar! recordaré tu ir y venir. ¡Adiós silencio! ¡Adiós casa mía! hoy te dejaré descansar, hoy no lloraré más junto a tus puertas. Te siento tan cerca, que casi puedo sentir tu voz.

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Te siento tan cerca, que hasta pienso que he sido compañero tuyo toda la vida; que me parece conocerte de otro mundo; que me separé de ti para ver si podía conocer a Cristo; ¿Tú lo conoces? ¿Lo conoce de veras? ¡Adiós cama mía! ¡Adiós sueños eternos! Mi alma quedará en ese estante por si quieres contar mi leyenda. Sí, quedará allí donde está aquel epitafio; aquel donde no hay flores; porque las flores lloran; aquél donde no moran los ángeles, porque me volé la cabeza; aquel donde sólo llegan algunos; esos que conocieron mi historia... aquellos que me recordarán cuando me vaya.

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XLIII El día domingo no sonarán por mí las campanas, pues el mundo cristiano no acepta la libertad de ideas, la elección positiva de aburrirse; de querer irse de aquí. El día domingo no podrán llevarme al campo santo, mi lugar será cerca de una carretera.

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XLIV

He dejado de sonreĂ­r, la tristeza por fin me ha logrado derrotar

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ร NDICE Prรณlogo de Poemas Bestiales de Milko Cepeda Poemas Bestiales

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Poemas Bestiales Milko Cepeda

Se terminĂł de imprimir en el mes de Abril del 2017 En los talleres de Editorial Montecristo Cartonero

Tiraje segĂşn demanda

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EDITORIAL MONTECRISTO CARTONERO ESTÁ COMPROMETIDA CON EL DESARROLLO LIBRE DEL ESPÍRITU, LA CULTURA Y EL CONOCIMIENTO DEL SER HUMANO COMO VALUARTES DE NUESTRA SOCIEDAD. CADA LIBRO PUBLICADO POR NUESTRA EDITORIAL ES EN SÍ UNA OBRA DE ARTE CUYO TRABAJO ES MANTENER VIVA LA LLAMA DE LA SABIDURÍA.

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COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017

1- EL ATAÚD

Juan Pablo Cifuentes

2- EL ÚLTIMO QU MUERA QUE APAGUE LA LUZ Juan Pablo Cifuentes

3- TERESA

Rosario Orrego

4- LOS PÁJAROS HUYERON DEL NIDO Los Señores Anónimos

5- DIARIO DEL PRIMER VIAJE Y OTRAS CARTAS Cristóbal Colón

6- TITIVILUS

Héctor Navarro Cabello

7- EL MAESTRO Y LAS MAGAS Alejandro Jodorowski

8- REVOLUCIÓN EN CHILE Sillie Utternut

9- TRISTÁN E ISOLDA Richard Wagner

10- WABI-SABI

Miriam Leiva Garrido

11- KARUKINKA

Relato de los selk´nam

12- CANTAR DE LOS CANTARES Salomón

13- CANTO A MI MISMO Walt Whitman

14- BICHO RARO

José Luis Escobar

15- EL EVANGELIO AMERICANO Francisco Bilbao

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COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017

16- BESTIA DAÑINA Marta Brunet

17- CANTO DEL MACHO CABRÍO Pablo de Rokha

18- EL CARTÓGRAFO: EL BARRIO DE LA GENTE MEDIANA Christian Gutiérrez

19- CLORODIAXEPÓXIDO Jorge Etcheverry

20- RELATOS DE INSANIA Daniela Páez Rueda

21- UNA NOCHE PINTADA EN LA ROCA Lila Calderón

22- SURCOS DE VENDAVAL Catalina Potocnjak

23- LA REINA DE RAPA NUI Pedro Prado

24- EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON F. Scott Fitzgerald

25- FUERA DE TIEMPO Lilian Elphick

26- DEL CUERPO DE TODAS Amanda Varín

27- MALDIGO EL PARAÍSO DE TU ABANDONO Margarita Bustos Castillo

28- EL FLAUTISTA DE HAMELIN Robert Browning

29- LOS LADRONES DE CADÁVERES Robert Louis Stevenson

30- BOLA DE SEBO

Guy de Maupassant

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COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017

31- CIUDAD PROHIBIDA Claudia Vila Molina

32- LA FAMILIA VURDALAK

Aleksei Konstantínovich Tolstoi

33- EL EMISARIO SECRETO Jorge Calvo

34- MAL AGESTÁ MALA GESTA MAL GESTÁ Ingrid Escobar

35- HISTORIA DE UN MUERTO CONTADA POR EL MISMO Alejandro Dumas

36-MOSCA PULGA EN EL OÍDO Claudia Readi Silva

37- LA MUJER LOBA Frederick Marryat

38- POEMAS DE MEMORIA Juan Cameron

39- LOS CRÍMENES DE LA RUE MORGUE Edgar Allan Poe

40- TODAS ÍBAMOS A SER REINAS Gabriela Mistral

41- MONUMENTO AL MAR Vicente Huidobro

42- QUEDESHÍM QUEDESHÓT Gonzalo Rojas

43- PINTOR DE VIDRIOS ROTOS Carlos Leiton

44- El rey rana Hermanos Grimm



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