VIVIR ENTRE ICEBERGS. Como en muchos otros pueblos groenlandeses, los habitantes de Uummannaq temen que los bloques de hielo dejen de formar parte de su vida.
Groenlandia
La isla de hielo Viajar hasta allí es una experiencia que ahora roza lo espiritual. la segunda isla más grande del mundo, tal y como la conocemos, tiene los días contados por el cambio climático TEXTO Alicia Arranz fotos Juan serrano Corbella
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lulissat. Así es como se dice iceberg en la lengua inuit, un idioma muy rítmico cuya sonoridad evoca el sonido de los tambores y que, increíblemente, puede contener varias frases en una sola palabra. Esos bloques de hielo caprichosos en su forma y tamaño que se desprenden de glaciares milenarios con un ruido sobrecogedor vagan como fantasmas por la inmensidad del mar hasta derretirse. En su periplo pueden ser la causa de funestos accidentes, por lo que han inspirado centenares de leyendas desde los remotos tiempos en que los ancestros de los actuales moradores de Groenlandia se asentaron en su vasto territorio procedentes de Asia, hace más de 4.500 años. Ahora esas y otras historias se siguen contando en la oscuridad de 30
las interminables noches de invierno y así los padres transmiten a sus hijos esa mezcla de respeto y temor que sienten por ellos y que hace que cuando salen a pescar se encomienden a Arnakuagsak, la diosa madre del océano, para que los proteja y les permita volver a casa sanos y salvos. Para quien sólo los ha contemplado en los documentales, la primera visión de un iceberg es un momento mágico que causa una gran excitación interior. Más todavía cuando se es consciente de que tienen los días contados, ya que el cambio climático se está cebando con las regiones polares. Los inuit son, por tanto, testigos de excepción del calentamiento global y sus consecuencias ya afectan a su vida cotidiana. Por ejemplo, en determinadas regiones la capa de hielo
NOAH GRAÑÓ
COLORES DE VERANO. A la izquierda, una imagen de la escasa vegetación de Groenlandia. Tan sólo hay dos variedades de flores y se dejan ver únicamente en los meses de verano. Arriba, en el aeropuerto de Kangerlussuaq un poste señala las distancias en horas a las principales ciudades del mundo. Dos huesos de mandíbula de ballena forman un arco de bienvenida a la entrada de Qeqertarsuaq. Por último, dos pasajeros del crucero de Hurtigruten contemplan la magnificencia de los icebergs desde la cubierta de popa del MS Fram.
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> que cubre el mar es cada vez menos consistente,
lo que entraña un peligro extra cuando salen a cazar o a pescar con sus trineos de perros.
Oro negro
Por el momento, el hielo cubre todavía el 80% de la superficie de la que es la segunda isla más grande del mundo (o la primera, dependiendo de si se considera a Australia como tal o como continente). Esto supone una extensión de algo más de dos millones de kilómetros cuadrados, una cifra que puede parecer tranquilizadora pero que no lo es en absoluto. Hasta hace poco se creía que, como mucho, en el verano de 2100 el Ártico estaría completamente deshelado. Sin embargo, otros estudios más recientes arrojan conclusiones mucho más desalentadoras y anuncian que este desastre podría hacerse realidad entre 2013 y 2030, razón de más para viajar cuanto antes a Groenlandia, antes de que todo cambie y el único reducto para ver un iceberg sea la televisión. Paradójicamente, también hay quienes se están alegrando de que el hielo se derrita cada vez más rápido, ya que eso facilita las prospecciones petrolíferas. > BELLEZA HELADA. El Ilulissat Isjford es uno de los territorios más impresionantes de Groenlandia. Al final del fiordo, los icebergs desprendidos del glaciar Jakoshavn forman un paisaje memorable protegido por la UNESCO. A su derecha, retrato de una de las jóvenes habitantes de Qeqertarsuaq, perteneciente a la etnia inuit. 32
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> Por ahora se sabe que hay reservas para obtener, como poco, 31.000 millones de barriles. Y ésta es sólo una primera aproximación. En el plano político, con el hallazgo del oro negro, Groenlandia ha encontrado el camino directo para su independencia definitiva de Dinamarca, a cuya soberanía se debe desde 1953, y ya han saltado a los periódicos las noticias de las negociaciones que culminarán con un referéndum programado para noviembre. El resultado es tan previsible que incluso ya se ha fijado la fecha para la entrada en vigor de la autodeterminación: el 21 de junio del año que viene. Recorriendo la costa oriental
El nombre de Groenlandia, que significa Tierra Verde, es engañoso a sabiendas. La bautizó así Erik El Rojo, un vikingo noruego que fue desterrado de Islandia por varios asesinatos y al que se le atribuye su descubrimiento en torno al año 985. Sencillamente, se le ocurrió que llamarla así sería un buen reclamo para atraer nuevos pobladores. En verdad el fiasco tuvo que ser enorme para todos los que se aventuraron a mudarse a este territorio inhóspito, porque Groenlandia tiene de verde apenas unas pocas casas de madera que han sido pintadas de ese color. En total, el número de habitantes no supera los 57.000, de los que una cuarta parte viven en Nuuk, la capital, ya que casi todo el interior está cubierto por el inmenso glaciar de Sermersuaq. El resto se reparte por la costa oriental en poblaciones tan pequeñas en las que a veces no hay ni un coche, aunque tampoco lo echan de menos: el medio de transporte más utilizado es el trineo, seguido de la moto-nieve y, para grandes distancias, el helicóptero. Justo encima del Círculo Polar Ártico está el aeropuerto de Kangerlussuaq, el más importante, aunque de reducidísimas dimensiones. Fue construido por > VIDA COTIDIANA. Arriba, de izquierda a derecha, el cementerio de Qeqertarsuaq con sus lápidas repletas, a falta de naturales, de flores artificiales. Las casas prefabricadas pintadas de vivos colores son las construcciones más habituales en la isla. Un padre y su hijo pasean en bici por la playa de Qeqertarsuaq. Barcos en el puerto de Ilulissat. Junto a estas líneas, un iceberg que demuestra que el hielo en su estado natural no tiene por qué ser blanco. 34
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CONSEJOS para visitar
Groenlandia KAYAKS Y HUSKYS. Arriba, el kayak, un invento inuit de plena vigencia que se sigue utilizando hoy en día para salir a pescar. Abajo, los huskys, animales imprescindibles para la supervivencia de los inuits en Groenlandia. Al lado, la foto de un grupo de turistas acercándose en una zodiac a uno de los glaciares que jalonan el Evighedsfjorden, el fiordo de la Eternidad.
Cómo llegar La compañía SAS (Scandinavian Airlines), en colaboración con Spanair, tiene tres vuelos diarios a Copenhague desde Madrid y otros tres desde Barcelona. Para enlazar con vuelos a Groenlandia hay que hacer noche en la capital danesa. Las tarifas van desde 147 €, ida, para el trayecto Barcelona-Copenhague, y desde 227€, ida, para el de Copenhague-Kangerlussuaq (www.flysas.es. Teléfono: 807 117 112).
Crucero de expedición La empresa noruega Hurtigruten ofrece dos recorridos por Groenlandia a bordo de sus modernos y confortables barcos durante los meses de junio, julio y agosto: Disko Bay (10 días, desde 3.335 €) y Disko Bay y Thule (17 días, desde 6.375 €). Los precios son por persona y compartiendo cabina en régimen de pensión completa. Incluye una noche de hotel en Copenhague. (www.hurtigrutenspain.com. Teléfono 93 415 27 19).
Mas información Turismo de Groenlandia. www.greenland.com 36
> los estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial para instalar allí su base militar, al final de un impresionante fiordo de 170 kilómetros de largo. Este es por tanto el punto de partida de casi todos los visitantes. Como en Groenlandia no hay carreteras que conecten una población con otra, la manera más cómoda y efectiva de viajar es a bordo de un crucero. Los de la empresa noruega Hurtigruten se dirigen directamente a la isla de Disko. Tras una noche de navegación se llega a primera hora de la mañana a Qeqertarsuaq, uno de los dos únicos municipios que no están en la isla principal y cuya historia está ligada a la caza de ballenas. Con suerte se puede ver alguna
en los alrededores. En los días sucesivos, se visitan otros pueblos como Uummannaq, al abrigo de una majestuosa montaña de 1.170 metros, o Ilulissat, al borde del fiordo del mismo nombre. Por mucho que se viaje, será difícil encontrar un paisaje tan abrumador como este, que está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Después, en Sisimiut resulta muy agradable comprobar cómo la vida gira en torno a la intensa actividad de su puerto pesquero. Por último, rumbo ya de nuevo a Kagerlussuaq, quedan largas horas de navegación por el Evighedsfjord, el fiordo de la Eternidad. Es el momento de despedirse, quizá para siempre, de los icebergs. d 37