Los 144.000, la cifra que les representa, y la gran multitud
J. Gabriel Piedra Quir贸s 1
INDICE - Preludio------------------------------------------------------------------------------------------------------ Las doce tribus de los hijos de Israel: ¿literales o simbólicas?--------------------------------------- 144,000--- como el número de los sellados------------------------------------------------------------- Elena G. de White y el número de los sellados--------------------------------------------------------- La identidad de la gran multitud-------------------------------------------------------------------------- El testimonio de Elena de White------------------------------------------------------------------------- Conclusión al estudio--------------------------------------------------------------------------------------
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Preludio Tiempos recientes, han atestiguado un creciente “desvelo” por identificar a la gran multitud con los 144,000; y su cifra representativa como literal. Décadas de estudios, han posicionado a teólogos y otros estudiosos de las profecías apocalípticas en tres posiciones, particularmente: 1. Que ambos grupos son uno y el mismo, representando a la última generación de santos que pasará por la crisis final, desembocando en el 2do advenimiento de Cristo. 2. Que son grupos distintos, sin relación entre uno y otro: los 144,000 representando a la última generación, ya descrita en el punto1; y la gran multitud configurándose en cada justo que participa de la 1era resurrección. 3. Y que la gran multitud se compone tanto de los 144,000 vivientes durante esa crisis final, más los resucitados justos de cada edad, y cada generación. Como un punto aparte, aunque relacionado: algunos creen que la cifra 144,000, es simbólica, de un número indeterminado de santos en la última generación; mientras que unos pocos se inclinan porque el número es literal. La posición de un servidor, es la 3ra; y que el número es simbólico. Nuestro análisis de la Escritura se centra en los principios exegéticos que el texto apocalíptico nos demanda, para llegar a la conclusión que el revelador nos quiere comunicar. Pero más allá de identificar a ambos grupos y si el número es simbólico, cabe subrayar que lo más importante atañe a la experiencia que los creyentes representados en esa sección del Apocalipsis, nos invita a repensar nuestra posición como iglesia, individuos y ciudadanos en el mundo, que debe dar un mensaje concreto en la hora más oscura de la tierra, con sus pormenores relacionales antes del retorno de Jesucristo con las nubes (Apoc. 1:7; Mt. 24: 30, 31; 25:31). Las doce tribus de los hijos de Israel: ¿literales o simbólicas? Apocalipsis 7:4-8, nos hablan del número de los sellados y quienes lo componen: “Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados. De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados. De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados. De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados”. (Apoc. 7:4-8).
La afirmación más conocida de los sellados, sostiene que provienen de las 12 tribus literales de Israel, cuyo número integral pueda ser ya sea literal o simbólico. De la sugerencia inicial, es imposible que los sellados provengan de las doce tribus literales de Israel, porque desde tiempo antiguo, Judá fue la única tribu restante. Muchas teorías han surgido respecto a su identificación con algunas naciones, pero son solo especulaciones sin una rigurosa base histórica. Por ello, la mención de las doce tribus es simbólica, y representa al pueblo de Dios, que es judío en lo interior, israelita por adopción, y heredero por tanto de las mismas promesas hechas al Israel según la carne (Rom. 4:16; 9:6; Gál. 3:28, 29; 4:28; 6:16). La mención específica del Israel según la carne (1 Cor. 10:18), sugiere de una vez la existencia de un Israel espiritual. Los cristianos serían por tanto, denominados “las doce tribus” (St. 1:1). Veamos este detalle más de cerca, a saber, que es preciso reconocer al Israel del Nuevo Testamento. ¿Por qué? Debido a que el Israel según la carne no cumplió con los requisitos del pacto (Dn. 9:24-27; cf. Jer. 12:14-17; etc.), ¿quién es, pues, el pueblo elegido? Jesús mismo dijo a los judíos que, “el reino de los cielos será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él”. (Mt. 21:43). Esos “otros” serán analizados en éste estudio. Al referirse a Israel en el Nuevo Testamento, Pablo lo identifica con un adjetivo particular que nos hace pensar: “Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?”. (1 Cor. 10:18).
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El apóstol invita a mirar a “Israel según la carne” identificándolo con las siguientes características: “los que comen de los sacrificios…” En otras palabras, dicho Israel es el de sangre, porque son los que comen de los sacrificios (al no haber aceptado a Cristo), y el adjetivo “según la carne” indudablemente se refiere a su origen o consanguinidad, a saber, el padre Israel. Si el pueblo de Israel fuese solamente uno en el Nuevo Testamento, ¿por qué vería el apóstol la necesidad de señalar que es “según la carne”? Esto nos hace considerar, que si en 1 Corintios 10:18 el apóstol señala a “Israel según la carne”, que entonces debe haber otro Israel, pero que no sea según la carne, sino que sea algo así como un pueblo adoptivo, al que se le adjudica también el nombre de Israel. Podría señalarse que la forma señalada para referirse a Israel en 1 Corintios 10:18 como siendo “según la carne”, pueda ser una forma de expresión entre los hebreos y aun griegos, que no puede explicarse como señalando que hay dos pueblos de Israel; sin embargo, no hayamos nada de eso en el trasfondo hebreo ni griego para una expresión como ésta; y además, la aclaración de Pablo al establecer en el versículo: “los que comen de los sacrificios”, indica con claridad que el apóstol quiso explicar quién es Israel “según la carne”. Ese Israel, al no haber aceptado a Jesucristo (Jn. 1:11), indica manifiestamente que la mención de la existencia de ésta nación en el Nuevo Testamento, no señala su continuidad como pueblo, sino que es colocada como ejemplo para explicar asuntos pertinentes en las epístolas de Pablo. Esas epístolas de Pablo serán capitales en el resto de éste apartado: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”. (Gál. 3:28, 29).
Las distinciones raciales o étnicas (judíos y griegos), de otra condición (esclavo y libre), de género (varón y mujer), son ahora inexistentes, porque en Cristo Jesús todos son uno, y si todos son uno, verdaderamente son linaje de Abraham, y por ende, herederos según la promesa dada. Así, la dicotomía o división Israel-Iglesia, es descrita aún en el Nuevo Testamento como desaparecida y cumplida por supuesto por las clases descritas que quisiesen acercarse al Señor Jesucristo, y que al convertirse en linaje de Abraham, proviniendo así de Israel, su padre carnal desde donde salieron las doce tribus que llevaron su último nombre, llegan a ser el nuevo pueblo de Israel. Éste Israel es adoptivo, de ahí lo dicho por Pablo en la misma epístola: “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios”. (Gál. 6:15, 16).
No es extraño que capítulos atrás a lo leído en el pasaje tras-anterior (Gál. 3:28 y 29) se lea: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”. (Gál. 3:13, 14).
El Israel de Dios no está obligado a aquellas ordenanzas que ya no son válidas en la nueva dispensación, la dispensación cristiana, las cuales hicieron separación entre los judíos y los gentiles. “Por tanto [dice Pablo en Efesios], acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”. (Ef. 2:11-13). Este pasaje es impresionante: se describe a los efesios que fueron gentiles en “cuanto a la carne”, dándonos a entender que hay otro tipo de gentiles: los que no son en cuanto a la carne. ¿Cuáles son? Pablo nos dice que ellos eran “llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne”. Esto obviamente se debe a que no eran judíos, sino gentiles, y por 4
ello eran incircuncisos en cuanto a la carne, porque no practicaban el rito realizado por los judíos. En esa época de incircuncisión, tales gentiles estaban sin Cristo, no porque estuviesen incircuncisos en cuanto a la carne, sino porque la circuncisión era para ellos una demostración de que estaban “consecuentemente alejados de Dios”. Pablo continúa diciendo que en aquella época, tales gentiles estaban “sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel, y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”; lo que quiere decir que, si ESTABAN en esa triste condición, dichas circunstancias al estar en el pasado, no son YA en el momento en que el apóstol escribe; ya no son PRESENTES, lo que automáticamente nos dice que esos gentiles ahora están con Cristo, y que son ciudadanos de Israel, es decir, SON ISRAELITAS, TIENEN LOS PACTOS DE LA PROMESA, tiene esperanza, y tienen a Dios. Éste es el Israel que no es según la carne, porque no debe observar el rito de la circuncisión y las demás demandas de la ley, por lo tanto, este es un Israel que podemos llamar espiritual. En otros textos, la epístola a los romanos, una de las favoritas para favorecer a Israel según la carne como siendo aún el pueblo elegido, se lee: “Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley. Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”. (Rm. 2:25-29).
¿En qué sentido aprovecha la circuncisión de acuerdo al texto? Si se guarda la ley judía (véanse los versículos 17-24), cuyos versículos si bien señalan el robo, el adulterio, y los ídolos (vs. 21, 22, referencias claras a los diez mandamientos), ésta ley no va incluida en las ordenanzas de la ley mencionadas en el pasaje de Romanos que analizamos, en las que la circuncisión aprovecha, porque hay entre tales creyentes que han de guardar la ley de amor o los diez mandamientos (Jn. 14:15; cf. 15:14; St.1:25; 1 Jn. 2:3-6), quienes no tienen la obligación de circuncidarse si en ese estado conocieron a Cristo, como ya hemos visto en otros pasajes, por lo que las ordenanzas de la ley que en las que la circuncisión aprovecha, deben ser las ceremoniales, o la llamada también ley judía, etc. Desde el versículo 17-24. Pablo amonesta a aquellos que se llaman judíos y que se apoyan en dicha ley, por ser hipócritas. Y puesto que no hay obligación de guardar dicha ley, lo que Pablo hace en Romanos 2:25 y 26, entonces, es establecer que aquellos que se llaman judíos pero no obedecen la ley que demanda la circuncisión para lo que ellos creen vigente, de nada les vale circuncidarse, pero que ésta les aprovecharía si la respetasen, porque de otra manera son incircuncisos por su hipocresía. Continúa el texto diciendo que, si el incircunciso guarda las ordenanzas de la ley, su incircuncisión es como si fuera circuncisión. El físicamente incircunciso, si guarda la ley perfectamente, condenará a aquellos judíos que con la letra de la ley y con la circuncisión, son transgresores de ella (v. 27). Pablo resume su explicación afirmando que, “no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (vs. 28, 29). Así, se nos permite concluir que la circuncisión hecha en la carne, la cual demandan los judíos para el creyente, no es la que importa para Dios, sino la circuncisión del corazón, en espíritu, y no en letra cuya alabanza de ésta viene de Dios. Romanos 11 casi en su totalidad, nos habla acerca del remanente de Israel profetizado en la Biblia y su desenlace. Varios libros se han dedicado al capítulo, entre los cuales se alega la restauración total del Israel de sangre, pero no se toman en cuenta los puntos vistos en éste libro, o no se hace en una forma mucho más profunda. En resumen, en los versículos 1-6 se nos dice que
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Dios no ha desechado a su pueblo, y Pablo se pone como ejemplo, apelando a su linaje israelita, siendo de la tribu de Benjamín: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”. (Rm. 11:1-6).
Con lo anterior, el apóstol Pablo no pretende afirmar (en contrariedad a lo demás establecido en las Escrituras sobre éste tema), como ya estudiamos, que sea todo el pueblo de Israel al que Dios no haya desechado, ya que Pablo hace enfático que es un remanente, un resto, y los demás (israelitas, de acuerdo al contexto) fueron endurecidos: “No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy. Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, En tropezadero y en retribución; Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y agóbiales la espalda para siempre”. (Rm. 11:2-10).
Según los versículos anteriores, los israelitas según la carne no desechados tienen la oportunidad de retornar a Dios, pero entre ellos solo quedará un remanente que será salvo por gracia. Se cita la Escritura cuando dice: “Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy”. Estas palabras las encontramos en Isaías, como se lee a continuación: “Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de sueño, y cerró los ojos de vuestros profetas, y puso velo sobre las cabezas de vuestros videntes”. (Is. 29:10). El contexto habla de Ariel como representando a Jerusalén, o el monte de Sion, el cual sería invadido por una multitud de todas las naciones (v. 1; cf. 8). Ya hemos visto esto en las profecías condicionales. Los versículos posteriores a Isaías 29:10 (11-16), nos hablan acerca de la descripción de Dios sobre la ignorancia de su pueblo y falta de entendimiento de Su Palabra, donde además se profetiza que la sabiduría de los sabios y la inteligencia de los entendidos serán desvanecidas, porque están en tinieblas de maldad, por lo cual Dios les afirma que Él es Su Creador, lo cual no pueden negar. El versículo 14 nos dice: “por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de los sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos”. Pablo cita nuevamente estas palabras en 1 Corintios 1:19 en alusión a aquellos para quienes el mensaje de la muerte de Cristo (para salvación del ser humano que lo desee) es una locura, es decir, a los perdidos; pero para los salvos, es poder de Dios (v. 18). Pablo creyó que ese pasaje se estaba cumpliendo en su tiempo, dadas las circunstancias iguales a lo descrito allí. De hecho, los versículos 17-24 de Isaías 29, nos subrayan las bendiciones venideras sobre Israel, las cuales al no haberse dado en su totalidad, tienen un cumplimiento tan solo parcial, empleándose las promesas que pueden aplicarse a la era evangélica. De esta forma, al Pablo citar a Isaías, cuya profecía señalada era condicional, el apóstol la aplica en su tiempo en un mismo capítulo de la epístola a los Romanos y en otras partes de la misma, donde claramente se
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expresa que Israel rechazó a Cristo Jesús, y como tal, es un remanente el que se salvará de entre ellos, y no todos. Se cita además a David en el pasaje que examinamos de Romanos 11 (vs. 9, 10), específicamente el Salmo 69:22, 23. Luego, el versículo 11 agrega algo que no debe ser malentendido como aplicándose a la total restauración de Israel: “Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?” (Rm. 11:11, 12).
Israel no tropezó para caer. Semejante razón es absurda, ya que está desprovista de propósito; sin embargo, “por su transgresión vino la salvación a los gentiles”, es decir, ya que los judíos no aceptaron el evangelio de Jesús, se le predicó a los gentiles, y por eso el reino de los cielos fue dado a otros que produjeran los frutos (Mt. 21:43; Hch. 13:44-48). A la vez, esto tiene el propósito de provocar a celos al Israel caído, sirviendo por supuesto como una forma de hacerlos volver a los caminos del Señor. La transgresión de los Israelitas es la riqueza del mundo, en otras palabras, tal acción da como resultado la riqueza para el mundo. La defección de Israel es “la riqueza de los gentiles”, ya que antes de la caída de Israel, el mundo no tuvo riqueza, y puesto que ésta es colocada en un contexto positivo, la pregunta es a cuál riqueza se refiere el texto. La respuesta está en la misma carta a los Romanos, donde se utiliza el mismo término griego para riquezas en 11:12, a saber, “ploutos” (πλοῦτος), resaltando las riquezas de la benignidad, paciencia y longanimidad de Dios (2:3b, 4). Las riquezas de su gloria (9:22, 23), así como las riquezas de su sabiduría y de su ciencia (11:33). Toda esta experiencia y conocimiento de Dios no lo tuvieron los gentiles porque Israel no produjo los frutos (Mt. 21:43), por lo que a su caída, el evangelio pudo por fin predicársele a ellos (Hch. 13:44-48). La oración final del texto considerado dice en totalidad que, “Y si su transgresión [de Israel] es la riqueza del mundo, y su defección [de Israel] la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?” Dicho de otro modo, si la caída de Israel dio como consecuencia que las riquezas del conocimiento de Dios fuesen dadas a conocer a los gentiles, ¿cuánta más la plena restauración de dichas riquezas? Que el porqué la plena restauración aludida no se refiere a Israel, es clara a partir del contexto que nos habla de un remanente nada más, cuyo resto endurecido no habría de ser restaurado porque la totalidad del pueblo es rechazada al no cumplir éste con las condiciones del pacto. Es así como no nos queda más remedio que aceptar que la plena restauración se refiere a las riquezas del conocimiento de Dios y de Su evangelio. De esta manera no hay contradicción con el resto de la Biblia sobre el tema sobre Israel. Siguiendo con Romanos 11, los versículos siguientes hablan de la posibilidad de que Pablo pueda provocar a celos a los de su sangre (israelitas), y que algunos de ellos puedan entonces salvarse: “Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?” (vs. 13-15).
Pablo hace una analogía donde nos habla acerca de las primicias (Israel) como que si fuesen santas, también lo es la masa restante (los descendientes de Israel). Y si la raíz es santa (Israel), también lo son las ramas (los descendientes de Israel). Dicha interpretación es la única que encaja, porque se dice que algunas de las ramas fueron desgajadas por su incredulidad, y en su lugar, “olivos silvestres fueron injertados en la raíz (los gentiles, según el texto), participando de la rica savia del olivo”. Los gentiles no habían de jactarse contra las ramas, porque la raíz los sustenta a ellos. El resultado de la jactancia puede resultar igualmente en su desgajamiento (aquellos que así lo hiciesen):
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“Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado”. (Rm. 11:16-22).
Leemos en los versículos 23 y 24: “Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?” (vs. 23, 24).
La frase, “Y aun ellos”, se refiere de acuerdo al contexto de versículos anteriores a las “ramas desgajadas” de Israel, y no a todo Israel. Y aún si estas no permanecieren en incredulidad, serán injertados nuevamente por el Señor. Si los gentiles fueron cortados del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fueron injertados en el buen olivo, ¿no pueden las ramas naturales que pertenecieron al buen olivo, regresar? Sí, es posible. En los versículos 25-27 leemos: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados”. (vs. 25-27).
A los gentiles que leen su epístola, Pablo les exhorta a que no ignoren el misterio que les dirá, para que no sean arrogantes; y éste es, que Israel está endurecido en parte, pero solo hasta que cierto acontecimiento importante tenga cumplimiento, y ese es, que entre la plenitud de los gentiles (que quieran amar y seguir al Señor), que por el contexto, han de ser injertados a la raíz, como hemos visto. Cuando la plenitud de los gentiles que deseen seguir al Señor entre en la raíz, el endurecimiento de aquellos judíos que constituirán el remanente de entre ellos se acabará, “y luego todo Israel será salvo”. Dicho de otra forma, cuando la totalidad de los gentiles que busque al Señor de corazón sea plena y que entonces los judíos que deseen seguir a Cristo le acepten también, ambos grupos unidos constituirán todo Israel. Ya vimos que israelita es aquel que acepta Jesús y Su evangelio, sea judío o gentil. El versículo 28 dice: “Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres”.
El Israel según la carne es enemigo por el evangelio, ya que los gentiles sí lo aceptaron; pero en cuanto a la elección, son amados por su origen: los padres de ellos fueron siervos del Señor. Que no todo el Israel de sangre será salvo, sino solo un remanente, como en el caso de los gentiles, es claro igualmente por otro capítulo del libro de Romanos, donde leemos lo siguiente: “Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. No
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que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”. (Rm. 9:1-8).
¿Por qué Pablo habría de desear ser maldito y separado del Señor Jesucristo a causa de sus hermanos según la carne, es decir, los israelitas? El apóstol nos dice que la Palabra de Dios no falló (v. 6). ¿En qué no falló? Inmediatamente después, se nos dice en el mismo versículo y el siguiente, que, “porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos” (vs. 6, 7). La Palabra de Dios no falló en cuanto a Su pueblo, ya que no todo el Israel de sangre, el descendiente de Abraham, sería salvo, sino -continúa el pasaje-: “En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes” (vs. 7b, 8). Pablo cita aquí Génesis 21:12, cuando se le prometió a Abraham lo expresado por el apóstol. Esto también nos revela que desde la promesa hecha a Abraham, aquellos que deseasen ser fieles a Dios, eran sus auténticos hijos. Esto es impresionante, tomando en cuenta la presunta dicotomía Israel/Iglesia, porque la hace inexistente. Sobre lo anterior destacamos dos cosas: Primeramente, que Pablo deseaba ser maldito, separado de Cristo por amor a sus hermanos parientes según la carne, los israelitas, quienes habían fallado, dejando de ser hijos. El que Pablo desease una afinidad mayor con los israelitas, su pueblo según la carne (acorde a su trasfondo), sería ser maldito y separado del Señor, porque estaría en consecuencia con un pueblo que lo rechazó. De ahí que la mención de los versículos 4 y 5 al decir: “de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo...” tienen el propósito de señalar lo que representa históricamente, pero no porque sigan siendo el pueblo elegido de Dios con todas las promesas del pacto. De lo contrario, estaría en flagrante contradicción con el resto de lo que nos dicen las Escrituras en éste respecto. “Aunque la promesa divina es para todo el mundo, inclusive para todos los judíos, el deseo de Pablo es salvar si fuera posible “a algunos de ellos” (Rom 11:14). Algunos de ellos se unirán al remanente del Señor formado por gentiles y judíos convertidos al Señor (Rom 9:27). “No todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abrahán son todos hijos” (Rom 9:6-8). El reino del Señor está en las manos del Cordero y de los que obedecen su Palabra, no en manos del judaísmo que lo rechazó”.1 Efectivamente, Romanos 9 recalca que solo un remanente de entre los de Israel será salvo, y que los gentiles, quienes no estaban en el Camino, ahora andan por éste: la justicia que es por la fe; pero Israel, que presumía seguir por el Camino, no siguió en él: “También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo… “¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó”. (Rm. 9:27, 30, 31).
El apóstol Pablo, en su deseo de ver a los de su sangre salvados, dijo al respecto: “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación”. (Rm. 10:1).
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Dr. Alberto R. Treiyer, El Monte del Eterno y su Templo, Historia y proyección profética del Monte Moriah (Adventist Distinctive Messages, 2007), p. 26.
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Unos versículos más adelante, hallamos que Dios provocaría a celos a Israel con un pueblo que no es pueblo, y que estos últimos le buscarían a él, mas Israel no entendió Su misericordia y amor: “Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras. También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a 20 celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a ira. E Isaías dice 21 resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí. Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor”. (Rm. 10:1821).
Nuestro texto cita palabras específicas de un salmo (Salm. 19:4), y un mensaje de Dios a Moisés (Dt. 32:21). Los versículos 20 y 21 son un informe directo de Isaías 65:1, 2, capítulo ya puesto en contexto varias páginas atrás, como una profecía condicional para Israel, pero que en el caso de los versículos citados, tiene su cumplimiento innegable en la época del apóstol; de ahí que, según vimos en Romanos 11:25 y 26, los que queden de entre los judíos y gentiles que sean salvos, compondrán el remanente final de Dios. Todo esto nos dice que con claridad meridiana, que dichas tribus en Apocalipsis 7:4-8 son simbólicas, y hacen referencia al Israel espiritual. Es interesante que la tribu de Dan no esté en la lista, y aparezca en su lugar la tribu de Manasés (v. 6b). La razón por la cual Dan fue omitida, se debe muy probablemente a su excesiva idolatría (véase Jc. 18). Manases fue hijo de José, quien también tuvo un hermano, Efraín (Gén. 41:50-52). Y aunque Manasés era el primogénito, Israel, el padre de José, bendijo a Efraín con la primogenitura en lugar de a Manasés (Gén. 48:13-20). Cabe preguntarse, en vista de este hecho, por qué no aparece Efraín en lugar de Manasés suplantando a Dan en la lista de las tribus de Apocalipsis 7. Y la razón radica en que Efraín llegó a tener una alianza impía con Siria, lo cual lo llevaría a apartarse de Dios al punto que dejaría de ser pueblo (Is. 7:2, 8). Esto nos comunica que la representatividad como pueblo por el solo hecho de llevar un nombre, no nos hace aceptos ante Dios, sino nuestra entrega completa a Él. R. Stefanovic nos dice sobre este Israel en el Apocalipsis: “Una manera de entenderlo es que señala al Israel literal. Otros sostienen que Israel aquí se refiere simbólicamente a la iglesia como el Israel espiritual. El problema con la primera idea es que las doce tribus ya no existen. El reino del Norte, Israel, que estaba compuesto por diez tribus, desaparecieron de la historia con la conquista asiria en el siglo octavo a. C. (2 Rey. 17:5-23). La mayor parte de las personas que pertenecían a esas diez tribus fueron deportadas de Palestina y fueron esparcidas entre las naciones del Cercano Oriente. En el transcurso de la historia, llegaron a asimilarse con esas naciones (cf. 2 Rey. 17:24-41) o amalgamarse entre sí. Así, como en el tiempo de Juan existían solo dos tribus todavía, las doce tribus ya no representan "una entidad histórica sino solo teológica". Además, la lista de las doce tribus en Apocalipsis 7 difiere de cualquier lista en el Antiguo Testamento”.2 Hace alusión a las listas diferenciadas por algunos de sus nombres (Apoc. 7; Gén. 49; Núm. 1:515; Ezq. 48).3 Con todo lo estudiado, y a pesar de las evidencias bíblicas que puntualizan tan claramente la citada posición, otros autores creen que el pasaje de los 144,000 sellados en la frente, son una excepción, y que por ello no debe aplicarse a conversos gentiles. Para ellos no tendría sentido que Juan nombrase y contase cada tribu de Israel si se refería a la iglesia cristiana. “Pero esta objeción cae sola”, - nos explica Treiyer, al considerarse que el apóstol sigue la orientación de los demás escritores del Nuevo Testamento al proyectar por ejemplo la institución de los ancianos, el santuario, sus muebles, el libro de la ley, e incluso la historia de Israel, a la gran realidad celestial de 2 3
Ranko Steanovic, La Revelación de Jesucristo (Andrews University Press, 2013), p. 263. Ibíd.
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la nueva dispensación.4 Súmese a lo anterior -como bien expresa el autor- que no tiene sentido argüir que la separación o sellos de los 144.000 israelitas no especifica una distinción entre judíos conversos y paganos que aceptan a Jesús, “sino una separación profética de los judíos que habrán de convertirse al Señor de entre sus hermanos incrédulos (Rom. 11:25-27), puesto que los judíos, así “como las diez tribus del antiguo Israel, descendieron al estado de los paganos por rechazar al hijo de la promesa (Hch 4:25-27; Mt 21:40-45)”.5 Carballosa por su parte, refiriéndose a la opinión de Robert H. Mounce al desvalorar su afirmación de que la Iglesia del Nuevo Testamento representa al nuevo Israel, comenta: “El mismo apela a pasajes tales como Mateo 19:28; Lucas 22:30; Romanos 2:29; Gálatas 6:16; Santiago 1:1 y 1 Pedro 2:9 para intentar demostrar que la Iglesia es el nuevo Israel. Según este autor, en Romanos 2:29, Pablo dice que <<el creyente en Cristo es el verdadero judío>>. Dicho autor, sin embargo, manipula el texto según su persuasión teológica. Lo que Pablo dice en el citado pasaje es que un judío sin Cristo, es decir, un hijo de Abraham que no reconoce a Cristo como su Mesías, está incompleto y por lo tanto, no es un verdadero judío. Pablo en ningún modo dice que un gentil se transforma en un verdadero judío cuando cree en Cristo”.6 Los pasajes en cuestión citados por Robert H. Mounce y “considerados” por el Dr. Carballosa, no son analizados por él desde la perspectiva que conciba, a excepción de Romanos 2:29 pero de forma brevísima, y que ya hemos estudiado además de muchos otros pasajes en este apartado. Por último, el Apocalipsis nos muestra a la mujer vestida del sol y con la luna debajo de sus pies, con una corona de doce estrellas, que vienen siendo una representatividad de las doce tribus de Israel del A.T., y los doce apóstoles del Cordero, así como el Israel espiritual representado en la iglesia en el N.T. En efecto, como iglesia, somos “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. (Ef. 2:20). Citando nuevamente el texto de Santiago, en referencia a la iglesia cristiana dispersa por diversas naciones, “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud”. (St. 1:1), aunado a todo lo anterior, es imposible literalizar a las doce tribus de Israel de Apocalipsis 7:4-8; y de ahí el número por cada tribu inexistente (12,000), y su total (144,000), de lo que ahondaremos en apartado a seguir; pero veamos primeramente un cita de Elena de White. Fue en referencia a algunas ideas teológicas del hermano Robinson, de quien el hermano Chapman se refirió a Elena de White al citarlo textualmente, en parte: “[…] mi creencia de que los 144,000 serán judíos que reconocerán a Jesús como el Mesías”.7 Elena de White se refirió a lo anterior, entre otras cosas como: “Hemos de orar por iluminación divina, pero al mismo tiempo debemos ser cuidadosos de como recibimos todo lo denominado nueva luz. Debemos tener cuidado, ya que, bajo el amparo de la búsqueda de una nueva verdad, Satanás desviará nuestras mentes de Cristo y de las verdades especiales para este tiempo. Se me ha mostrado que es la estratagema del enemigo para dirigir las mentes en algún punto oscuro o sin importancia, algo que no es plenamente revelado o no es esencial para nuestra salvación. Esto es hecho el tema absorbent, la “verdad presente”, cuando todas sus investigaciones y suposiciones soo sirven para hacer las cosas más oscuras que antes, y
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Dr. Alberto R. Treiyer, El Día de la Expiación y la Purificación del Santuario. (Asociación Casa Editora Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, 1988), p. 529. 5 Ibíd., pp. 529, 530. 6 Evis L. Carballosa, Apocalipsis. La consumación del plan eterno de Dios (Editorial Portavoz, Gran Rapids, Michigan, 1997), p. 161, nota 18 (sobre Robert H. Mounce, op. cit., p. 168). 7 Elena G. de White, Manuscript Releases (Ellen G. White Estate, Inc. 1990), Vol. 14, p. 175.
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confundir las mentes de algunos que deberían estar buscando la unidad por medio de la santificación de la verdad. Sus ideas de los dos temas que usted mencionó, no armonizan con la luz que Dios me ha dado”.8 Nuestra conclusión es, que es imposible sostener que las 12 tribus de Israel son literales; sino que alude al Israel espiritual: la iglesia. 144,000--- como el número de los sellados Apocalipsis 12:1, nos presenta un traspaso de lo literal (el número 12), refiriéndose a las tribus literales de Israel y los doce apóstoles, a un Israel espiritual al presente, y por lo tanto conformando un número 12 simbólico; lo que es preponderante para nuestra comprensión del número de cada tribu de Israel, y por lo tanto de su total: 144,000. El que haya quedado solamente una tribu del antiguo Israel (la de Judá), comunica que los 12.000 exactos de cada una de dichas tribus, representa un número simbólico, como se dijo; y por lo tanto, no se puede literalizar un número por cada tribu si las tribus no son literales; y por consiguiente, el total de los 12.000 por cada 12 tribus; a saber, 144, 000 que resultaría en un número figurativo, que representa sencillamente al “pueblo de Dios”. Del mismo modo, resulta irracional que hubiese 12.000 exactos por cada una de esas 12 tribus de Israel. Hacer una atribución tal, señalaría una literalidad aunque fuese parcial, hacia las tribus de Israel, algo imposible como insistimos, según el registro bíblico. Por otra parte, 12.000 y 12, comunica con claridad meridiana una asociación de una cifra expresada en milésimos con el 12, cruzado con el 12 de las tribus “israelitas”. En el antiguo Israel, era común la representación de escuadrones de guerra por legiones (1000) por las tribus de Israel, y por ello la simbología es clave. De este modo, el número 144.000 resulta ser figurativo; aunque varias opiniones contrarían dicha posición. Una de estas la encontramos en el trabajo de Evis L. Carballosa, quien se expresa: “[…] Apocalipsis 7:1-8 presenta la escena del acto de sellar a los 144.000 israelitas, 12.000 de cada una de las tribus de los hijos de Israel. Hay quienes entienden que tanto el número (144.000) como la nacionalidad de los sellados (israelitas) deben ser espiritualizados. Eso haría que la cifra (144.000) fuese un número indeterminado de personas y que los llamados israelitas fuesen el Israel espiritual, es decir, la Iglesia”.9 Respecto a lo anterior, el autor nos añade: “No existe razón exegética de fuerza para espiritualizar ambas cosas. Por el contrario, una interpretación normal del texto es preferible, puesto que otorga al pasaje un significado armonioso con el argumento del Apocalipsis y con el tenor general de las Escrituras. Ningún pasaje de la Biblia propiamente interpretado permite que el sustantivo Israel se use para designar a otra cosa que no sea los descendientes de Abraham a través de Isaac y Jacob”.10 Sin embargo, con todo lo anterior, ya vimos in extenso que hay muchos pasajes de la Escritura que, propiamente interpretados, indican sin lugar a dudas que el Israel de Dios en el Nuevo Testamento espiritual (compuesto por judíos y gentiles que son fieles a Dios); y que ese siempre fue el plan de Dios desde el tiempo del Antiguo Testamento, pero que el favor de los descendientes carnales de Abraham como pueblo elegido, vio su fin a partir de la pascua del año 31 d.C., cuando nuestro Señor falleció en la cruz del Calvario. 8
Ibíd., pp. 178, 179. Evis L. Carballosa, Apocalipsis. La consumación del plan eterno de Dios (Editorial Portavoz, Gran Rapids, Michigan, 1997), p. 152. 10 Ibíd., p. 152. 9
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Por otra parte, y contrario a lo que nos dice el autor de la cita que discutimos, existen suficientes razones exegéticas para ver en el número 144,000, no una literalidad de significado nominal del texto, sino una expresión cuantitativa simbólica lo suficientemente amplia. Pero antes de pasar a estos contenidos por parte de dos autores específicos, por ejemplo, debemos señalar con suma atención y cuidado, que el argumento del libro del Apocalipsis puede supeditarse a una interpretación que se considere oportuna para sus profecías, y por ende, si ésta es equivocada en todo o mucho de su contenido, el tenor de Apocalipsis 7:4-8 respecto a los 144,000 tendrá un argumento equivocado cuando se lo interprete. Lo mismo sucedería con la comprensión del plan de Dios para su pueblo, sean judíos y/o gentiles conversos, cuando leemos el resto de las Escrituras. El citado autor -Carballosa- no responde, al menos en las páginas de su obra, el cómo argumentar con el hecho de que las tribus literales de Israel hoy son irreconocibles, a excepción de Judá, aparte de no responder apropiadamente a la exactitud de los 12.000 por cada una de las tribus, siendo exactamente 12, no mirándose así con seriedad, las demás posiciones que responden al número y con mayor ahínco a la identidad de Israel para Dios especialmente en el Nuevo Testamento luego de la crucifixión de nuestro Señor. Veamos algunos comentarios acerca del número 144.000, y el 12 en consecuencia. La primera cita, proviene de Jacques B. Doukhan: “Su número, 144.000, compuesto de 12 x 12, es simbólico. El número 12 representa el número del pacto entre Dios y su pueblo (4, número de la tierra, por 3, número de Dios). Además, es el número de las 12 tribus de Israel, explícitamente mencionadas (Apoc. 7:4-8). Cada tribu consta de 12.000 personas. En cuanto al número 1.000, que multiplica al 12, simboliza no solo la multitud sino también la tribu. En hebreo, la palabra elef (mil) implica la tribu, la multitud, el clan o hasta el regimiento. El número 12.000, por lo tanto, describe la tribu en su totalidad”.11 El Dr. Alberto R. Treiyer nos dice, por su parte: “El número 12 y sus múltiplos, indica la totalidad de un pueblo o nación, o del grupo de líderes que lo representan y dirigen. Con ello se muestra que el número designado está completo (cf. Gn 22:20-24= 12 hijos; 25:12-16; Jos 8:25-26). David puso 12 oficiales de guerra a su servicio, sobre unidades de 24.000 hombres cada uno (1 Cr 27; comparar con lista de nombre en 1 Cr 11:10-47). No contó los menores de veinte años para ello, como tampoco lo hizo Moisés en el desierto, por considerarlos aún ineptos para la guerra (1 Cr 27:23; Nm 1:3, 18, 20, 22, 24, 26, 28, 30, 32, 34, 36, 40, 42, 45). Los menores de veinte años que no fueron contados por Moisés, así como sus descendientes, formarían parte de la gran muchedumbre que no se podría contar, y que entraría en el reposo prometido, en la nueva tierra que Dios les había asignado (cf. 1 Cr. 27:23úp; Gn 15:5)”.12 “Juan ve unidades de 12.000 guerreros, y no de 24.000 como se estableció en el censo de David. Su visión evita asociar este censo final del remanente, con un censo que acarreó el disgusto de Dios, y el castigo consiguiente contra su pueblo (1 Cr 17:24; 21:7; 2 Sm 24:4-15)”.13 Agrega también el autor, sobre el significado de este número: “El número que se establece por cada tribu de Israel, tiene el propósito de destacar su equivalencia con el censo que Dios ordenó a su pueblo para conquistar la tierra prometida (Ap 7:48; Nm 1-4; 26). Así como Dios ordenó un censo de su pueblo para organizarlo, disciplinarlo y ponerlo en condiciones de conquistar la tierra prometida, así también hay ahora otro censo del 11
Jacques B. Doukhan, Secretos del Apocalipsis, Un vistazo judío al Apocalipsis (Asociación Publicadora Interamericana, Miami, Florida. Y GEMA Editores, México, D.F., 2008), p. 71. 12 Dr. Alberto R. Treiyer, El Día de la Expiación y la Purificación del Santuario. (Asociación Casa Editora Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, 1988), pp. 532, 533. 13 Ibíd., p. 533.
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último remanente de Israel que antecede su entrada en la Canaan celestial (cf. Ap 14:2-3). La herencia prometida en el libro del pacto no será otorgada sin lucha (Ap 17:14), así como tampoco el antiguo Israel entró en posesión de su herencia, sin librar las batallas del Señor”.14 Esto es capital, ya que el hecho de que Juan mencione una cifra concreta de sellados (144,000), y una cantidad específica por cada tribu (12,000),15 no indica necesariamente un énfasis de orden literal, puesto que puede estarse señalando una reafirmación a un significado simbólico de los números, extraído en el caso anterior, del Antiguo Testamento. Por consiguiente, tampoco tiene sentido el hecho de que en Apocalipsis 7:9, al referirse a la gran multitud, cuando Juan enfatiza que dicho grupo sea innumerable, que se pretenda señalar que si los 144,000 fueran un grupo indefinido, que se hubiese utilizado la misma terminología del 7:9,16 ya que si lo primero pretende señalar una simbología especial para un grupo especial, aparte del otro colectivo de salvos en 7:9 y ss., puede invocarse la posibilidad de tener una revelación de carácter figurativa en el primero, tal y como demuestra la Escritura, acorde a lo que hemos extraído de ella. Que los 144.000 son “un grupo comisionado para una tarea especial…”,17 no impide que sean a la misma vez un grupo simbólico “del número total de redimidos”.18 Las irregularidades presentes en la lista de las tribus de Apocalipsis 7:5-8, aun cuando no deban considerarse en principio como un argumento inequívoco de simbología, especialmente con las irregularidades presentes en unas 19 listas en el Antiguo Testamento de la una a la otra,19 Algo que ya observamos en otro lugar de este estudio, no por ello es descartable de forma concluyente, hasta considerar profundamente cada una de las características de los sellados, y de allí ver si hay o no simbología tanto en las tribus, así como en las cifras numéricas indicadas en el tema. Carballosa nos expresa que los 144.000 no son el número completo de creyentes en Cristo durante los últimos tiempos, ni el total de judíos que serán salvos en el período de la tribulación.20 Dicho grupo constituiría, en opinión del citado autor, tan solo un conjunto de creyentes apartados en forma especial con el fin de dar testimonio a un mundo que está pereciendo.Ibíd. El autor expresa además, su certeza de que los 144.000 participarán de la proclamación del evangelio del reino en ocasión de la tribulación, pero lo reconoce (erradamente) como un grupo de judíos de sangre convertidos a Jesucristo.21 Por su parte, el Alberto Treiyer subraya aún más y más el paralelo entre ambas proyecciones bíblicas (entre el Israel carnal y el espiritual), agregando que una vez concluido el censo en el antiguo Israel, Dios ordenó que se expulsase del campamento a todos los impuros (Núm. 5:1-4), y que esto es precisamente lo que Dios hará cuando concluya el conteo de su último grupo victorioso. “No permitirá que en su ciudad santa entre “ninguna cosa inmunda, o que haga abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Apoc. 21:27)”.22 Si bien en la antigüedad “los impuros quedaban excluidos de la comunidad de los santos”, y de los beneficios directos que ofrecía el templo, hasta que dicho estado terminase, no significaba que 14
Dr. Alberto R. Treiyer, El enigma de los sellos y las trompetas a la luz de la visión del trono y de la recompensa final (Proyecciones bíblicas, Mayagüez, Puerto Rico, 1990), p. 238. 15 Evis L. Carballosa, Apocalipsis. La consumación del plan eterno de Dios (Editorial Portavoz, Gran Rapids, Michigan, 1997), p. 150. 16 Ibíd. 17 Ibíd., p. 161, nota 20. 18 Ibíd. 19 Ibíd., p. 152. 20 Ibíd., p. 150. 21 Ibíd., pp. 150, 151. 22 Dr. Alberto R. Treiyer, El enigma de los sellos y las trompetas a la luz de la visión del trono y de la recompensa final (Proyecciones bíblicas, Mayagüez, Puerto Rico, 1990), pp. 238, 239.
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“Dios los abandonaba sin esperanza de redención eterna”, sino que cada oración y súplica elevada a Dios a favor de su restauración sería escuchada (1 Rey. 8:37-39).23 En el evangelio de Mateo, se nos expresa que Jesucristo se sentará en su trono de gloria cuando regrese con todos sus ángeles (Mt. 25:31). El juicio sobre las doce tribus de Israel debe reflexionarse a la luz del plan de Dios para su pueblo, rastreándolo desde el Antiguo Testamento al considerarse quién es un auténtico israelita. Ahora, y retomando, un aspecto adicional entre muchos para esclarecer exegéticamente si la cifra del total representado en Apocalipsis 7 (144,000), es simbólico o no, es mirando cómo la apocalíptica trata casos similares. Por ejemplo, ¿qué en cuanto al ejército de doscientos millones indicado en la sexta trompeta (Apoc. 9:16)? La historia guarda absoluto silencio acerca de un ejército tan colosal, por lo que algunos colocan dicha profecía en el futuro, pero de acuerdo a lo estudiado, semejante conclusión es un error. ¿Cómo explicarlo entonces? La clave está en que nos hallamos con un lenguaje simbólico. El número del ejército predicho indicaría una hueste incontable.24 La figura numérica en el libro del Apocalipsis es evidente, como por ejemplo la presencia de los 24 ancianos es una alusión indirecta al número representado en todo sanedrín judío, incluyendo el más grande de Jerusalén, que estaba compuesto por tres cortes menores de 24 ancianos, totalizando 70 “(con algunas leyendas que agregaban para explicar la ausencia de los dos que faltan para obtener 72)”.25 El número representado para señalar a la última generación del pueblo de Dios, es el 144,000. La presencia de tres tribus inexistentes es un indicativo de que el número es simbólico (como ya se indicó);26 así como el hecho de que los 144,000 están representados en 12 tribus de 12.000 sellados cada una (Apocalipsis 7, 14). 12.000 x 12 = 144.000.27 Adicionalmente, el número cuatro hace su aparición en el Apocalipsis en referencia a los cuatro ángulos o puntos cardinales de la tierra (Apoc. 7:1, 2; cf. Dan. 8:8). El cuatro señala lo universal.28 Pero en la sexta trompeta el cuatro señala a los turcos musulmanes contra la Babilonia simbólica de la era medieval, que es un poder universal (Apoc. 13:7; 17:15).29 Otro número ligado al cuatro aparece en Apocalipsis 14:20, donde la sangre derramada por la ira de Dios en ocasión del segundo advenimiento de Cristo, se expande “hasta los frenos de los caballos por 1.600 estadios”.30 Con respecto a la asociación entre el 12 y el 4 a números mayores asociados en el Apocalipsis, leemos que, “Así como el 12 de las tribus de Israel se da en un contexto mayor referido a todo el pueblo en 12.000 por tribu; así también el 4 referido a los cuatro puntos cardinales aparece aquí conectado a 400. En el caso de los sellados de la última generación pasan a ser 12.000 x 12. En el caso de los puntos cardinales pasan a ser 400 x 4 = 1600 estadios. De esa manera se enfatiza el carácter universal, sí, esta vez completamente universal y final del castigo divino sobre este mundo”.31 De la misma forma, cuatro ángeles aparecen empleados para la hora de juicio especificado en la sexta trompeta (9:14; cf. vs. 13-21). Los historicistas interpretaron a dichos ángeles con los cuatro sultanatos del Impero otomano, es decir, el de Alepo, Iconio, Damasco y Bagdad. 32 Pero al identificárseles con ángeles, la presencia de ellos en el Apocalipsis representa razonablemente
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Ibíd., p. 239. Dr. Alberto R. Treiyer (Adventist Distinctive Messages, 2002), Los Musulmanes en la Profecía, p. 15. 25 Ibíd. 26 Ibíd. 27 Ibíd. 28 Ibíd. 29 Ibíd. 30 Ibíd. 31 Ibíd. 32 Ibíd., p. 16. 24
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multitudes, y en el caso que nos corresponde, pueden “representar a las cuatro unidades de ejércitos representadas por esos sultanatos”.33 Así, el pasaje original de Apocalipsis 9:16 sobre el número de los ejércitos del sexto sello nos dice: “Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número”. (Apoc. 9:16).
A partir de una fuente expresa, se nos dice acertadamente: “La manera en que el Apocalipsis enumera a los 200 millones no es como se traduce en castellano. Ese ejército, según el Apocalipsis, está compuesto por “dos veces 10.000 veces 10.000. El total se compone, así, de 10.000 x 10.000 y 10.000 x 10.000. Cada uno de los cuatro múltiples es así una unidad o legión de 10.000 tropas, y se los multiplica en pares para dar el total. Siendo que hay cuatro ángeles y esos cuatro ángeles están estrechamente conectados con estas tropas, pueden referirse a un símbolo de esas tropas como un grupo corporizado”, como en las iglesias y en los tres mensajes angélicos. Son un símbolo de una cantidad impresionante de soldados y ejércitos, sí, pero expresados de tal manera que refuerzan su vínculo con los cuatro ángeles destructores y atormentadores”.34 Así como los cuatro ángeles atados junto al río Eufrates contienen 10,000 jinetes cada uno, algo virtualmente imposible por su exactitud, asimismo las doce tribus de Israel no pueden tener a 12,000 sellados cada una. Más aún, Juan nos dice al respecto de ese número “doscientos millones” que, “Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número”. (Apoc. 9:16) ¿Debemos pretender que porque Juan nos dice “Yo oí su número”, que éste representa una cifra literal…? Aunque los detalles no deben detenernos, veamos el asunto algo más de cerca sobre su interpretación: cuando el apóstol Juan oye “una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios” (Apoc. 9:13), debe señalarse en primer lugar que esa frase indica la procedencia de dicha voz: las palabras “de entre” vienen del vocablo griego “ek” (ἐκ), que denota origen, procedencia… y por lo tanto, no puede interpretársele como proviniendo del lugar santísimo y pasando por entre los cuatro cuernos del altar de oro. Así, debido a que la voz procede del altar del incienso y este se halla en el lugar santo, Apocalipsis 9:13 se ubica verdaderamente en ese departamento.35 Elena de White misma ubica la sexta trompeta en un punto anterior a al 22 de octubre de 1844: “En 1840 otro notable cumplimiento de la profecía despertó interés general. Dos años antes, Josías Litch, uno de los principales ministros que predicaban el segundo advenimiento, publicó una explicación del capítulo noveno del Apocalipsis, que predecía la caída del imperio otomano. Según sus cálculos esa potencia sería derribada “en el año 1840 d. C., durante el mes de agosto”; y pocos días antes de su cumplimiento escribió: “Admitiendo que el primer período de 150 años se haya cumplido exactamente antes de que Deacozes subiera al trono con permiso de los turcos, y que los 391 años y quince días comenzaran al terminar el primer período, terminarán el 11 de agosto de 33
Ibíd. Ibíd. 35 Hay otros pasajes similares que pueden confundir. Así por ejemplo, la referencia de Apocalipsis 11:1 sobre medir el templo de Dios y el altar (del incienso), se hace en base al tiempo de los 42 meses o 1260 días/años de predominio y persecución papales (vs. 2, 3). En otras palabras, desde el 538 d.C.-1798 d.C., y por lo tanto su referencia es al lugar santo. La referencia del ángel que sale del altar en ocasión del segundo advenimiento de Cristo para vendimiar la tierra (14:18), se debe a que por las oraciones de los santos, los ángeles responden a los clamores de venganza que se extienden hasta el fin del tiempo, pero no porque se halla una alusión al lugar santo en este caso. Lo mismo sucede en 16:7, en el contexto de las siete postreras plagas (cf. cap. 16). 34
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1840, día en que puede anticiparse que el poder otomano en Constantinopla será quebrantado. Y esto es lo que creo que va a confirmarse” (J. Litch, en Signs of the Times, and Expositor of Prophecy, 1 de agosto de 1840). En la fecha misma que había sido especificada, Turquía aceptó, por medio de sus embajadores, la protección de las potencias aliadas de Europa, y se puso así bajo la tutela de las naciones cristianas. El acontecimiento cumplió exactamente la predicción”.36 Quienes creen que Elena White en esta declaración no estaba validando la interpretación como correcta, sino sólo indicando la posición de Josías Litch como fue creída por los milleritas, reforzándose en ellos la fecha del 22 de octubre de 1844, deben mirar más de cerca en la cita misma cuando ella misma dice, “En 1840 otro notable cumplimiento de la profecía despertó gran interés […] El acontecimiento cumplió exactamente la predicción”. Esa fue la posición de Elena White. Más aún, en otra declaración que permite señalar que la sexta trompeta se ubica en el lugar santo, ella misma afirmó que la séptima revela la apertura al lugar santísimo el 22 de octubre de 1844 con claridad meridiana: “Fue abierto el templo de Dios en el cielo, y fue vista en su templo el arca de su pacto”. Apocalipsis 11:19 (VM). El arca del pacto de Dios está en el lugar santísimo, en el segundo departamento del santuario. En el servicio del tabernáculo terrenal, que servía “de mera representación y sombra de las cosas celestiales”, este departamento solo se abría en el gran día de las expiaciones para la purificación del santuario. Por consiguiente, la proclamación de que el templo de Dios fue abierto en el cielo y fue vista el arca de su pacto, indica que el lugar santísimo del santuario celestial fue abierto en 1844, cuando Cristo entró en él para consumar la obra final de la expiación. Los que por fe siguieron a su gran Sumo Sacerdote cuando dio principio a su ministerio en el lugar santísimo, contemplaron el arca de su pacto.37
Con todo esto en mente, ya que también Elena White apoyó que los turcos otomanos forman parte de la profecía de la sexta trompeta, ¿creyó ella que el ejército en 9:16 estaba compuesto por un número literal doscientos millones de jinetes? La historia no contiene ningún registro que apoye una cantidad tan colosal, en ninguna época para ese ejército (ni ningún otro). Además como se dijo, la forma en que el griego lo explica, presenta una clara simbología, aun cuando Juan declarase, “yo oí su número”. Por último, aunque no pretendemos agotar un tema tan vasto, las siete iglesias de Asia en el libro de Apocalipsis (2; 3), es un indicador de simbología numérica. Las siete representan de acuerdo a nuestra interpretación profética, a la iglesia de Dios en todas las edades, hasta el fin del tiempo. ¿Es por lo tanto, la cifra númerica 144,000 literal, o simbólica?: la exégesis y hermenéutica del texto exigen que sea simbólica/figurativa. Elena G. de White y el número de los sellados Actualmente se ha acrecentado el número de creyentes entre los adventistas del séptimo día que creen, a partir de una cita específica de Elena de White, que los 144.000 son un número literal; no obstante, no se hace un análisis del contexto ni de otras declaraciones de la autora sobre ese detalle en particular. Una declaración específica nos indica en un contexto amplio: “Mientras estaba orando ante el altar de la familia, el Espíritu Santo descendió sobre mí, y me pareció que me elevaba más y más, muy por encima del tenebroso mundo. Miré hacia la tierra para buscar al pueblo adventista, pero no lo hallé en parte alguna, y entonces una voz me dijo: “Vuelve a 36 37
Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos (Ellen G. White Estare, Inc. 2012-versión de 1911), p. 327. Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos (Ellen G. White Estare, Inc. 2012-versión de 1911), p. 417.
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mirar un poco más arriba.” Alcé los ojos y vi un sendero recto y angosto trazado muy por encima del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero, en dirección a la ciudad que se veía en su último extremo. En el comienzo del sendero, detrás de los que ya andaban, había una brillante luz, que, según me dijo, un ángel, era el “clamor de media noche.” Esta luz brillaba a todo lo largo del sendero, y alumbraba los pies de los caminantes para que no tropezaran. Delante de ellos iba Jesús guiándolos hacia la ciudad, y si no apartaban los ojos de él, iban seguros. Pero no tardaron algunos en cansarse, diciendo que la ciudad estaba todavía muy lejos, y que contaban con haber llegado más pronto a ella. Entonces Jesús los alentaba levantando su glorioso brazo derecho, del cual dimanaba una luz que ondeaba sobre la hueste adventista, y exclamaban: “¡Aleluya!” Otros negaron temerariamente la luz que brillaba tras ellos, diciendo que no era Dios quien los había guiado hasta allí. Pero entonces se extinguió para ellos la luz que estaba detrás y dejó sus pies en tinieblas, de modo que tropezaron y, perdiendo de vista el blanco y a Jesús, cayeron fuera del sendero abajo, en el mundo sombrío y perverso. Pronto oímos la voz de Dios, semejante al ruido de muchas aguas, que nos anunció el día y la hora de la venida de Jesús. Los santos vivientes, los 144,000 en número, reconocieron y entendieron la voz; pero los malvados se figuraron que era fragor de truenos y de terremoto. Cuando Dios señaló el tiempo, derramó sobre nosotros el Espíritu Santo, y nuestros semblantes se iluminaron refulgentemente con la gloria de Dios, como le sucedió a Moisés al bajar del Sinaí”.38 En ninguna parte del contexto se puede determinar con claridad a qué se refirió la autora con la frase específica, “los 144.000 en número”. Sin embargo, ella dejó bien alrededor de tres años después, que el número definido de salvos que vivirá durante la crisis final, cuando se termine el tiempo de gracia, no puede conocerse: “Otro asunto sobre el cual conversamos un poco fue el de los elegidos de Dios, de que Dios tendría un número definido, y cuando ese número estuviera completo terminaría el tiempo de gracia. Ni Ud. ni yo tenemos derecho a hablar sobre estas cuestiones. El Señor Jesús recibirá a todos los que vienen a él. Él murió por los impíos, y toda persona que quiera, puede ir a él. El hombre debe cumplir con ciertas condiciones, y si rehúsa cumplirlas, no podrá formar parte de los elegidos de Dios. Si cumple, es un hijo de Dios, y Cristo dice que si continúa siendo fiel, firme e inconmovible en su obediencia, no borrará su nombre del libro de la vida, sino que confesará su nombre delante de su Padre y de sus ángeles. Dios quiere que pensemos y hablemos y presentemos a los demás estas verdades que son ampliamente reveladas, pero nadie tiene nada que hacer con estos otros asuntos o especulaciones, porque no tienen ninguna relación con la salvación de nuestras almas”.39 Ambas declaraciones deben colocarse en correspondencia entre sí mismas. Es indiscutible que habrá un número determinado de elegidos y que es conocido por Dios. Dicha cifra, como sabemos, estará completada cuando se cierre la puerta de la gracia, y éste grupo será conocido como los 144.000 sellados, cuyo significado numeral ya hemos visto en éste capítulo. Ya que hay un número definido, no es extraño que en la primera cita de Elena G. de White declare, “los 144.000 en número”, puesto que existirá un número definido, pero la mención “los 144.000”, no indica que ese haya de ser el número definido, porque 144.000 sería sencillamente el “nombre” que identifica a la última generación, algo apoya por cierto, por la gramática del texto griego. Algunos se adhieren a la explicación de que la frase “144.000 en número”, podría entenderse simbólicamente por el hecho de que durante la alimentación de los cinco mil (cf. Mr. 6:30-44), 38
Christian Experience and Teachings of Ellen G. White (1922), p. 58; Ellen G. White, Early Writings (1882, The Trustees of the Ellen G. White Publications, Washington D.C., 1963), pp. 14, 15 (el énfasis es nuestro). 39 Elena G. de White, Mensajes Selectos (Ellen G. White Estate, Inc. 2012), p. 306; Manuscrito 26, 1885 (el énfasis es nuestro).
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mientras Marcos afirma que “los que comieron eran cinco mil hombres” (v. 44), los otros evangelios indican que fueron “como cinco mil hombres” (Lc. 9:14; Mt. 14:21; Jn. 6:10), indicando que no hay exactitud numérica de la multitud. Juan indica que eran “como en número de cinco mil varones”, y ya que la frase “en número” va acompañada del adverbio “como”, nos comunica que dicha frase no es necesariamente una referencia a exactitud numérica, sino a u número redondo. No obstante, eso no puede aplicarse a la cita de Elena White en examen, ya que diríamos que ella estaría afirmando que son aproximadamente 144,000, algo imposible de acuerdo al texto bíblico. El número 5 es interpretado como simbólico (como en el caso de los 5000), y que por lo tanto, 144,000 es un número simbólico. Ya hemos visto que lo último es una realidad, pero hay muchos números que no pueden ser simbólicos, aún cuando su presencia en muchos pasajes bíblicos pareciese subrayar un significado figurativo especial. Hay varios autores que han escrito al respecto, pero la obra de Edwin de Kock ha hecho un trabajo excepcional y monumental en ese aspecto y muchos otros de la apocalíptica.40 En conclusión, cuando en la declaración anterior ella subraya que no “tenemos derecho a hablar sobre estas cuestiones”; es decir, relativas a “un número definido” de “los elegidos de Dios” antes de la terminación del “tiempo de gracia”, es claro que ella no tenía idea sobre ese número, y que en la declaración publicada unos tres años antes de esta, ella no pretendía comunicar que los 144,000 son un número literal, mediante la frase “144,000 en número”. La identidad de la gran multitud Existen al menos tres posiciones al respecto en círculos adventistas: una defiende que son un grupo totalmente distinto de los 144,000 sellados de los versículos 1-8. Otra afirma que son los justos resucitados de todas las edades; y la última subraya que es éste último grupo, pero que entre estos se hallan los 144,000. Profundizar en el texto en detalle, nos ayudará a despojarnos de cualquier interpretación que no se adecúe a lo que la revelación quiere comunicarnos sobre éste aspecto; y de ahí a ver cuál es la correcta aplicación. Oscar Mendoza, quien se inclina porque tanto los 144,000 como la gran multitud, representan a uno y el mismo grupo, destaca 6 puntos en particular, como trascribimos de su haber a continuación: “(1) Tanto los 144 000 como la gran multitud aparecen en el mismo contexto escatológico: (a) paréntesis entre el 6to y 7mo sello (cap. 7, segunda venida), (b) proclamación del mensaje de los tres ángeles (14:6-12), (c) anuncio de las siete plagas postreras (6:17),23 (d) la persecución y rescate (el final –7:14; 14:4), (e) la segunda venida (7:14-17; 14:14), (f) Cristo con los redimidos rescatados (por un lado, presentado a través de la gran multitud [7:15-17] y, por otro lado, a través de los 144 000 [14:1]). (2) En este contexto, especialmente estando de pie con el Cordero (7:14-16; 14:1) después de haber sido rescatados de la gran tribulación, los 144 000 y/o la gran multitud pueden ser un grupo de personas que en la segunda venida no habrán probado la muerte. Según Apocalipsis, ellos pasarán la gran tribulación (7:14) y permanecerán vivos cuando Cristo venga (15:2-4). (3) Es posible que los 144 000 y la gran multitud sean el mismo grupo. Si ambos grupos han pasado o sobrevivido a la gran persecución y no han probado la muerte hasta la segunda venida, pueden darse dos posibilidades, o hay dos grupos distintos de redimidos esperando al Señor o es el mismo grupo. Al parecer, desde la perspectiva bíblica, se trataría del mismo grupo. (a) Así pues, los 144 000, siendo parte de un contexto simbólico, difícilmente pueden ser un número literal”.41
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Edwin de Kock, The Truth About 666 and the Story of the Great Apostasy (12916 Los Terrazos Blvd., Edinburg, TX 78541, U.S.A., 2011). 41 Oscar Mendoza, Los 144 000 y la Gran Multitud en el Contexto de Apocalipsis 7 y 14, Theologika, pp. 57-59.
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Debemos indicar con respeto al autor, que los puntos específicos que trae a colación para insinuar que ambos grupos son el mismo, se basan en especulación. Vamos por partes en cada punto: (1) (a) que los 144,000 y la gran multitud aparezcan entre el 6to y el 7mo sello, no es concluyente por una sencilla razón: mientras que los 144,000 sellados aparecen en un contexto terrenal para estar listos para los vientos de destrucción que soplarán sobre la tierra, podríamos especular que la gran multitud podría corresponder a un grupo distinto (los resucitados), o que asimismo involucre a los sellados cuando sean trasladados al cielo en ocasión de la 2da venida de Jesucristo (vs. 15-17); y ambas especificaciones son válidas entre el 6to y el 7mo sello. (b) Nada en el texto comprende una relación entre la gran multitud, con los 144,000 sellados en referencia a los mensajes de los 3 ángeles. Más bien los versículos 1-5, que se refieren a estos últimos, es el único ligamen al texto inmediato sobre los tres mensajes angélicos (6-12); sin que necesariamente halla una identificación con la gran multitud (c); No existe ligamen alguno entre la gran multitud y las siete postreras plagas de Apoc. 16. (d) Que los 144,000 hallan de pasar por la crisis final y su dramático rescate de ella (14:4); no implica que la gran tribulación de la cual haya sido librada la gran multitud (7:14-17), sea la misma, porque la Escritura nos refieren dos gran tribulaciones protagónicas. (e) Que ambos grupos se beneficien del segundo advenimiento de Cristo (7:14-17; 14:14), no implica tampoco que sean el mismo grupo, porque podríamos especular que los 144,000 que representan a los santos vivientes, le verán venir, así como una gran multitud de resucitados en ocasión de dicha venida; y que por tanto son dos grupos distintos. (2) El que ambos grupos aparezcan de pie ante el Cordero (7:14-16; 14:1), tampoco dice nada, ya que todos los redimidos estarán de píe ante Él en la redención final: sean los que queden vivos para la traslación, como los resucitados de todas las épocas. Concisamente: ninguna de las relaciones expuestas por el autor son concluyentes, debido a que no existe ningún plano exegético que permita a partir de esos puntos, afirmar que ambos grupos son uno y el mismo. Asimismo, Oscar Mendoza alude al modelo “oír-ver” presente en el libro de Apocalipsis (aunque no exclusivo de éste). Dicho modelo, como bien se expresa, “consiste en ver una realidad en dos perspectivas distintas”.42 En este caso, el vidente oye primero una realidad escatológica, para luego ver aquello que oyó. Veamos algunos ejemplos, invocados también por el autor citado: 10
“ Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de 11 trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, 12 Filadelfia y Laodicea. Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete 13 candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro”. (Apoc. 1:10-13). 5
“ Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de 6 David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios 7 enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado 8 en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son 9 las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. (5:5-9). 9
“ Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del
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Ibíd., p. 67. Véase también Apocalipsis 9:16, 17.
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Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios” (21:9, 10).
Nótese con atención que en el primer pasaje, Juan escribe que “oí detrás de mí una gran voz como de trompeta…” (Apoc. 1:10), y posteriormente, nos dice: “Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo… y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre” (v. 13). No cabe duda, de que la “gran voz” que hablaba con Juan, fue la del “Hijo del Honbre”, porque se vuelve para buscarla, y es a Él a quien ve.43 En el segundo pasaje, se nos habla de “el León de la tribu de Judá”, quien representa al mismo “Cordero como inmolado”; debido a que de acuerdo al texto, Juan oye que el León de la tribu de Judá es quien ha vencido para abrir el libro y desatar sus sellos (Apoc. 5:5); y luego cuando Juan ve, aparece “un Cordero como inmolado” (v. 6), que posteriormente “vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono” (v. 7). Asimismo, el versículo 9 nos indica que ese Cordero, es digno “de tomar el libro y de abrir sus sellos”. No cabe la menor duda en este pasaje, que lo que Juan oyó, y lo que vio después, son el mismo personaje (León de la tribu de Judá=Cordero como inmolado), ya que la acción que había de realizar el León, es la misma que realiza el Cordero. Fuera del texto, las Escrituras nos revelan que Cristo había de ser el León de la tribu de Judá; en una relación contextual con las características de Judá (de quien saldría), y Siloh, quien surgiría de él (Gén. 49:9, 10). Así como Cristo es el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo mediante su sacrificio para todos aquellos que le aceptasen (Jn. 1:29; cf. Is. 53:7; 1 Cor. 5:7b; Apoc. 13:8). En cuanto al tercer pasaje como ejemplo para el modelo oír-ver, obsérvese que Juan oye de uno “de los siete ángeles que tenían las siete copas”, que le mostrará “la desposada, la esposa del Cordero” (Apoc. 21:1). Inmediatamente, cuando es llevado “en el Espíritu a un monte grande y alto”, el ángel le muestra “la gran ciudad santa de Jerusalén…” (v. 10). Nótese que lo que Juan oye que el ángel le mostrará (la desposada, la esposa del Cordero), luego de hacerlo, él ve la “la gran ciudad santa de Jerusalén”. No hay duda al respecto. Éste mismo modelo oír-ver, es el mismo que se intenta emplear para los 144,000 (Apoc. 7:1-8) y la gran multitud (vs. 9-17) en el libro de Apocalipsis, para concluir que son el mismo grupo. Juan oye el número de los sellados: “Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel”. (Apoc. 7:4).
Y luego, aparentemente ve el grupo: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos”. (v. 9).
Este modelo oír-ver, permitiría concluir en ambos pasajes, que tanto los 144,000 como la gran multitud, son el mismo grupo. No obstante, hay varias dificultades con esta interpretación: en primer lugar, a diferencia de los ejemplos ya explicados (Apoc. 1:10-13; 5:5-9; 21:9, 10), en el caso que se nos presenta de Apocalipsis 7:4 y 9 (cf. vs. 1-17), no tenemos evidencia textual que sea convincente de que entre los versículos 5-8, que lo que oyó el apóstol, es lo mismo que vio después. Los pasajes de ejemplo nos ofrecen las evidencias empíricas textuales que en un jurado nos 43
Tenemos a otros autores que se inclinan porque ambos grupos son representativos del mismo, como por ejemplo: Ranko Stefanovic, La Revelación de Jesucristo (Andrews University Press, 2013), p. 271; Roy E. Graf Maiorov, Los 144.000 y su identidad en Apocalipsis 7, Facultad de Teología – UpeU; Edwin Reynolds (2000), Ten Keys for Interpreting the Book of Revelationp, Journal of the Adventist Theological Society, 11/1-2, p. 273; Ekkehardt Mueller (2002), The 144,000 and the great multitude, Biblical Research Institute, pp. 2, 3; Edgard A. Horna Santillán, El sello de Dios, el sellamiento y los 144 000, UpeU, pp. 34, 35.
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permitirían concluir que A es igual a B porque entre A y B hay evidencias exegéticas irrefutables; pero entre los puntos A y B de Apocalipsis 7 (v. 4 “144,000” / v. 9 “la gran multitud”), no existe ninguna evidencia en absoluto de que A y B representan lo mismo. Para sostener esa interpretación, deberíamos especular que en medio de A y B hay algo que no existe. De la misma manera, antes de A (v. 4), a saber, los versículos 1-3; y posterior a B (v. 9); es decir los versículos 10-17, tampoco tenemos evidencia convincente. Dicho problema es notado por otros autores.44 Por ejemplo, Mathews afirma que, “Nada exegéticamente en este pasaje exige que lo que sea que Juan “oye” y luego “ve” sea el MISMO grupo”.45 Y en último lugar, el versículo 9 que nos dice, “Después de esto miré”, la preposición acusativa “meta” (μετὰ), traducida por “después”, aparece 16 veces en el libro de Apocalipsis, 15 de las cuales aparece para separar una visión que prosigue a una anterior. Cinco veces aparece en referencia a visiones que aluden a eventos históricos a sucederse en forma cronológica (1:19; 11:11; 12:7; 19:1 (cf. vs. 2-21; 20; 18); 20:3). Si bien los detalles no deben detenernos, las ocho veces restantes en que el vocablo aparece en su forma preposicional acusativa (4:1 *2; 9:12; 7:1, 9; 14:1; 15:5; 18:1), aparece de forma recapitulativa. Por ejemplo, en 15:5-8 se lee: 5
“ Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del 6 testimonio; y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino 7 limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro. Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los 8 siglos de los siglos. Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles”. (Apoc. 15:5-8).
Nótese que mediante la apertura del santuario celestial, los ángeles que tienen las copas de la ira de Dios, las derramarán sobre la tierra; llevando al cierre del tiempo de gracia; lo que ocurrirá en la crisis final. Sin embargo, antes de la frase “Después de estas cosas miré” (v. 5), vemos a los que alcanzaron “la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios” (v. 2, cf. 3-4). El mar de vidrio aparece representado en el cielo, frente al trono de Dios (4:6); y por lo tanto, si la generación final (144,000 simbólicos), ya vencieron, nos indica que se ha consumado la segunda venida de Jesucristo, máxime que al estar sobre el mar de vidrio, se nos indica que aparecen ubicados en el cielo, frente al trono de Dios; ya que éste aparece alrededor y frente al trono (4:6). Dicha hueste de redimidos canta el cantico de Moisés y del Cordero; el cántico que nadie podía cantar sino solamente ellos (cf. 14:1-3). Resultaría irracional asegurar que después de dicha descripción y la adoración ante el trono de Dios y del Cordero en el cielo, que a partir del versículo 5 mediante la frase “Después de estas cosas miré…”, que alude al derramamiento de las siete postreras plagas, que eso signifique que las tales se derramarán después de que los 144,000 están ya en el cielo, ya que las plagas preceden a la ascensión al cielo de este grupo, junto con los redimidos resucitados de cada edad, y no al revés. La estructura recapitulativa nos permite ver la inserción de los redimidos durante el período de las plagas: por un lado se nos muestra a quienes pasaron por el período de la hegemonía de la bestia, su imagen y su marca (vs. 2-4), y por el otro, indicarnos que en la visión, estos pasaron por el período de las plagas sin sufrir daño alguno por estas (v. 5-cap. 16). Con esto en mente, se nos explica asimismo en 7:1-3:
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Kenneth Mathews Jr., Revelation Reveals Jesus (Second Coming Publishing, LLC, Greeneville, Tennessee, 2012), ob. cit; Antolín Diestre Gil, (Zaragoza, 2012), p. 477; etc. 45 Kenneth Mathews Jr., Revelation Reveals Jesus (Second Coming Publishing, LLC, Greeneville, Tennessee, 2012), ob. cit.
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“ Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni 2 sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer 3 daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios”. (Apoc. 7:1-3).
Los versículos 4-8 (posterior a los anteriores) nos refieren que los 144,000 serán los sellados antes de la última tempestad que caerá sobre el mundo; y la frase “Después de esto vi…” (v. 1), alude en su contexto más inmediato al segundo advenimiento de Jesús (cf. 6:14-17). Con todo, el sellamiento ocurrirá antes de ese magno evento, por lo que dicho orden que nos muestra primeramente a Jesús en su segunda venida, y el sellamiento después; nos comunica que el vocablo“meta” (μετὰ), cuando aparece como preposición acusativa, traduciéndose “después”, no siempre aparece en el Apocalipsis para indicar que el evento descrito después de dicha preposición, tiene o tendrá lugar después del descrito anteriormente. La revelación escogió indicarnos en 6:17 mediante la frase, “…el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”, con el 7-8, que quienes podrán estar firmes en ese día, serán los 144,000 sellados. La recapitulación no es un fenómeno único en el Apocalipsis, y no se determina exclusivamente por la susodicha preposición griega. Otros libros de la Biblia la contienen, y forma parte de un hebraísmo muy común en el canon de las Escrituras. Eso puede verse por ejemplo en Génesis 1:26-29 con la creación del hombre el sexto día; recapitulada después en detalle en 2:7, 18, 21-23. De este modo, debemos ser cuidadosos con la aplicación de la preposición acusativa “meta” (μετὰ) en Apocalipsis 7:9, donde Juan ve a la gran multitud innumerable; porque podría tratarse de dos visiones distintas. Y en efecto, alude a dos tiempos distintos: los sellados aparecen en un contexto terrenal (vs. 3-8); mientras que la gran multitud aparece en una escena celestial (vs. 9, 1517). Podría argumentarse que esto se debe a que Juan oye primero que los sellados se preparan para la tempestad final, y que después aparecen redimidos; ya en el cielo, pasada dicha tempestad. Pero sin hacer una exégesis estricta al texto en cuestión, no podemos aseverar nada al respecto, como también lo indica Kenneth Mathews.46 Similitudes entre uno y otro elemento no significa que sean lo mismo, algo que ya discutimos; como en el caso de las trompetas y las plagas.47 ¿Qué nos ofrece el texto para su interpretación? Dicha gran multitud, nos dice el revelador en el versículo 14, “son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Algunos ligan “la gran tribulación” de este pasaje con la que enfrentarán los 144,000, antes y posteriormente a la liberación de los vientos de destrucción (vs. 1-3), lo que implica que vivirán cuando ocurra la persecución de “la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre” (15:3). No obstante, debido a que existe la posibilidad de que lo que Juan oye no es lo mismo que ve después, deben considerarse todas las posibilidades que el texto nos ofrezca. La frase “la gran tribulación”, aparece trascrita en griego como “tos thlipseos tes megales” (τῆς θλίψεως τῆς μεγάλης), que se traduce literalmente como “la tribulación, la grande”, donde los artículos definidos aparecen en genitivo, así como el nombre (“tribulación”), y el adjetivo (“grande”) también. Para entenderlo mejor, el genitivo nos indica que esa tribulación habría de ser ‘única’, y la presencia del artículo denota una especificación del término “tribulación”, indicándosenos que no es cualquier tribulación, sino que es “la grande”: una tribulación definida. ¿Dónde aparece, por tanto, descrita dicha tribulación? Fuera del texto de Apocalipsis, el texto griego hace mención de una gran tribulación, que se extendería desde la destrucción de Jerusalén hasta la persecución de los césares romanos y de la Roma papal, en Mateo el capítulo 24: 46
Kenneth Mathews Jr., Revelation Reveals Jesus (Second Coming Publishing, LLC, Greeneville, Tennessee, 2012), ob. cit. 47 Ibíd.
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“ Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta 16 17 Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que 18 esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no 19 vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en 20 aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo”. (Mt. 24:1520).
Lucas, en lugar de señalar las palabras de Mateo, “la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel” (24:15), señala a “Jerusalén rodeada de ejércitos”, para saber “que su destrucción ha llegado” (Lc. 21:20). Se indicaría así, la señal de la opresión de la Roma Imperial cercando la ciudad de Jerusalén para su conquista. No obstante, la abominación desoladora extendería su opresión en la persona de los césares contra los seguidores de Cristo en los siglos subsiguientes, ya que a continuación de los versículos 15 al 20 mencionados arriba, Cristo pasa a decir: “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. (Mt. 24:21).
La frase, “estai gar tóte thlipsis megále” (e;stai ga.r to,te qli/yij mega,lh), se traduce literalmente como, “habrá por entonces tribulación grande”, indicándosenos que en un tiempo determinado ya señalado, habrá gran tribulación, y hemos visto que el contexto se relaciona con los eventos que demuestran la señal de la destrucción de Jerusalén. Nerón comenzó a perseguir a los cristianos cerca del año 63 d.C., y la destrucción de Jerusalén ocurrió en el año 70, es decir, siete años después de la persecución iniciada por dicho Emperador romano. Esa tribulación sería como ninguna otra. ¿En qué sentido? El versículo subsiguiente (el 22), subraya la duración de dicha gran tribulación al certificar que tales días sería acortados por la misericordia de Dios: a causa de los escogidos, sino nadie sería salvo. Posteriormente, Cristo pasa a declarar: “Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas”. (Mt. 24:23-28).
La palabra “tóte” (to,te), que se traduce correctamente por “entonces”, al comienzo del pasaje anterior, comunica el hecho de que en el tiempo de la gran tribulación habrían de levantarse falsos Cristos y falsos profetas, con señales y prodigios falsos para engañar a los escogidos de ser posible, advirtiéndose la diferencia entre las apariciones de los falsos Cristos con la del verdadero Mesías. La oración: “Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas”, posiblemente se refiera a un proverbio de ese tiempo, que comunicaba que así como para las águilas la presencia de animales muertos es señal de comida, para los cristianos las señales del segundo advenimiento de Jesús habrían de ser una señal de que estaba cerca. ¿Hasta cuándo habría de extenderse la gran tribulación, iniciada al tiempo de la naciente persecución contra los cristianos y el evento de la destrucción de Jerusalén? El versículo 29 nos responde a esa pregunta: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”.
El griego dice “Euthéōs de meta ton thlipsin ton hēmeron ekeinon” (Euvqe,wj de. meta. th.n qli/yin tw/n h`merw/n evkei,nwn), es decir, “Inmediatamente después de la tribulación de días aquellos”. 24
¿Luego de concluidos todos los días de la gran tribulación? No, debido a que hasta el versículo 29 no hay indicación de que los días de la gran tribulación terminaran. Asimismo, la frase, “de días aquellos”, indica de manera expresa que ya se hizo mención de unos días específicos de la gran tribulación; y en efecto, el versículo 22 indica que, “aquellos días serán acortados”, bajo el contexto de la gran tribulación. Marcos 13:24 vierte ésta frase (en el período en que ocurrirán las señales celestiales) como “Alla en ekeinais tais hēmérais meta ton thlipsin ekeínon” (VAlla. evn evkei,naij tai/j h`me,raij meta. th.n qli/yin evkei,nhn), que se traduce literalmente como, “Pero en aquellos los días después de la tribulación aquella”; sugiriendo que los días aquellos mencionados, son ulteriores a la gran tribulación, indicando aparentemente que el versículo señala al fin de ésta, y que todas las señales celestiales ocurren después de terminada; sin embargo dicha conclusión debe sujetarse al contexto del versículo 19, que en griego aparece de esta forma: “esontai gar ai hēmérai ekeinai” (e;sontai ga.r ai` h`me,rai evkei/na), es decir, “porque habrá los días aquellos tribulación”. ¿Cuáles días? El contexto señala la época de la destrucción de Jerusalén (vs. 14-18). Al avanzar hasta las señales del sol, la luna y las estrellas (vs. 24, 25), es obvio que la gran tribulación se extiende hasta dicho período. Ya en el versículo 20, se hace mención del acortamiento de los días de la gran tribulación. Con todo esto en mente, ¿cómo es posible que Marcos 14:34 señale los días posteriores a la gran tribulación si la frase, “en aquellos los días”, hace alusión a días ya aludidos, representando los de la gran tribulación, y en forma específica en el versículo 20 con el acortamiento de estos? Tal es solo una aparente contradicción, debido a que no es posible especificar en Marcos 14:34 días específicos posteriores a la gran tribulación si en todo el capítulo no se hace mención de estos, lo cual es un hecho. ¿Cómo se resuelve lo anterior? Tomando en cuenta las conclusiones de Mateo 24:29, donde se indica que las señales celestiales ocurren cuando el período de gran tribulación se está acortando, la frase de Marcos 13:24 ha de entenderse por ende: “Pero en aquellos los días [acortados (v. 20)], después de la tribulación aquella [de los días acortados (v. 20)], el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor […]”. Así, se resuelve sensatamente la aparente contradicción. Lucas describe la gran tribulación desde la destrucción de Jerusalén hasta el cumplimiento de las señales naturales, de la siguiente forma: “Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan. Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”. (Lc. 21:24-28).
“Kai” (Kai) es el término griego traducido por “Entonces”, que también puede traducirse por, “Y”. “Entonces”, se refiere a que en algún momento del período de la gran tribulación, las señales celestiales tomarían lugar, sumado a otros eventos en el mar, todo lo cual anuncia el pronto regreso de Jesús. Y esas señales estelares comenzaron el 19 de mayo de 1780 en la costa oeste de los Estados Unidos, con el oscurecimiento del sol y de la luna, y a la vez ésta vertiéndose en sangre. Sabemos que la abominación desoladora entonces, y que siguió a la de los césares romanos, que la roma papal. El Dr. Alberto R. Treiyer se explica: “Tengamos en cuenta que fue el Hijo de Dios mismo quien dejó desierto el templo de Jerusalén (él era la gloria velada de Dios: Jn 1:11,14), al retirarse por última vez de sus recintos sagrados (Mat 23:38). Fue el Padre mismo quien profanó ese templo al rasgar las cortinas del lugar santísimo de arriba abajo (Mat 27:51; Mar 15:38). Eso ocurrió en el año 31 de nuestra era. Por consiguiente, la
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declaración de Jesús de que la abominación desoladora iba a “estar donde no debe” estar, parece indicar que estaba pensando en otra desolación futura del pueblo de Dios. De hecho, la destrucción de la vieja Jerusalén iba a venir como castigo por la apostasía del judaísmo literal, algo que esa nación habría merecido por rechazar al Señor de la gloria (Luc 21:2223). De manera que la aplicación de Jesús a esa abominación romana que cayó sobre la antigua Jerusalén como confirmación final del abandono que él mismo había hecho del templo, seguido de la profanación del templo por Dios mismo al rasgar las cortinas, se dio donde debía darse. Pero al dejar entrever que ese evento iba a servir como parábola para un evento futuro, y agregar que se iba a poner donde no debía estar, permitió ver que la real abominación de la que habló, era la que “el inicuo” u “hombre de pecado” pondría en la iglesia al establecerse a sí mismo en lugar de Dios (2 Tes 2:3-4; cf. Dan 11:31,36)”.48 La frase, “estai gar tóte thlipsis megále” (e;stai ga.r to,te qli/yij mega,lh), que se traduce literalmente como “habrá por entonces tribulación grande”, no está en genitivo como en Apocalipsis 7:14, ni lleva artículos definidos, lo que indica que se está mencionando por primera vez dicha “gran tribulación”, y debido a que en el texto de Apocalipsis en relación a la gran multitud de salvos, sí es definido, es obvio que alude a una tribulación grande conocida, citada en el texto bíblico, específicamente en Mateo 24. Más aún, el clamor de los mártires del quinto sello y la respuesta que reciben (Apoc. 6:9-11), nos da un alud de datos bíblicos que nos permiten confirmar éste sentido: 9
“ Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la 10 palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, 11 santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”. (Apoc. 6:9-11).
Se ha reconocido asimismo, que los mártires del quinto sello abarcan la Edad Oscura, o la era de predominio papal sobre la Europa del medioevo y en persecución contra los cristianos seguidores de la Biblia. Por lo tanto, ya que la “gran tribulación” de Mateo 24:21 abarca asimismo el período de predominio papal, y que el quinto sello se ubica en esa misma línea, obsérvese que a los mártires de este sello se les otorgan “vestiduras blancas”, y que debían descansar (“durmientes”) “todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos que también habían de ser muertos como ellos” (v. 11). De este modo, la gran multitud sale de “la tribulación, la grande”; y resulta claro que habrán “lavado sus ropas” y “emblanquecido en la sangre del Cordero” (7:14a); una ropa que les es dada (confirmada) también a los mártires del quinto sello (6:11). Más aun, Apocalipsis 19:1-9 nos dice con un énfasis especial: 1
“ Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y 2 gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la 3 4 mano de ella. Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado 5 en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus 6 siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes. Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro 7 Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del 8 Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y 9 resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios”. (Apoc. 19:1-9). 48
Dr. Alberto R. Treiyer, Tres palabras clave contra el futurismo en Dan. 12 (Adventist Distinctive Messages, Goldsboro, agosto 2009), p. 30.
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Notemos en primer lugar, que la gran multitud está en el cielo y alaban al Creador por su salvación y poder y su castigo contra “la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella” (v. 2). Dicha ramera apocalíptica, el sistema papal que persiguió asimismo al pueblo de los santos durante su era de predominio papal (538-1798 d.C.), que forma parte de “la gran tribulación” de Mateo 24:21 y misma del quinto sello; en el cual los mártires aparecen simbólicamente clamando después de muertos, por venganza contra ese sistema de maldad que les persiguió y martirizó durante esa época, es a la que alude esa “gran multitud” en Apocalipsis 19, como si de esa experiencia hubieran sido víctimas. Con esto en mente, sí es tiempo de aseverar entonces, que el conteo del primer grupo de Apocalipsis 7 en un número específico (vs. 4-8), pretende hacer la diferencia con el grupo señalado posteriormente, que es innumerable (vs. 9-17). Con todo, debe agregarse que los mártires del quinto sello son apenas una parte de esa gran multitud, ya que ésta viene “de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas”, algo que no ocurrió durante la época de predominio papal. ¿Cómo habría de representar la gran multitud a los justos de todas las épocas si no pasaron por la gran tribulación romana? Porque los justos de todas las épocas aparecen en el rollo con los siete sellos (Apoc. 5; cf. 6), debido a que cuando Cristo toma el libro del lado derecho del trono para abrirlo (5:14: lo que ocurrirá después del fin del tiempo de gracia), y que el trono aparece en frente al altar del incienso (8:3); es decir, en el lugar santísimo con el arca del pacto (11:19), dicho libro representa el libro del Pacto o la Palabra de Dios, que se colocaba a la derecha del trono de la misericordia en el lugar santísimo del templo (Dt. 31:26). Elena de White explica: “Allí, en su mano abierta está el libro, el rollo de la historia de las providencias de Dios, la historia profética de las naciones y de la iglesia. Allí estaban contenidos los pronunciamientos divinos, Su autoridad, Sus mandamientos, Sus leyes, el consejo simbólico entero del Eterno, y la historia de todos los poderes gobernantes de la tierra”.49 Pero cuando Cristo abre los sellos, vemos que su contenido nos revela solamente a las luchas de la iglesia cristiana desde el tiempo de los apóstoles, hasta el fin del mundo (Apoc. 6). Por tanto y de forma inequívoca, la mención de la gran tribulación medieval en 7:14, sencillamente responde a la angustia infligida a los mártires del quinto sello, descrita en un rollo que presenta la historia del pueblo de Dios de todas las épocas, en el marco de un gran conflicto cósmico. De este modo, la gran multitud de redimidos va más allá del grupo mencionado, y representa a los justos de todas las épocas. Más aún, el hecho de que los 144,000 aparezcan frente al trono (Apoc. 14:1, 3), como la gran multitud (7:9, 15), es indicativo que entre esta gran multitud se encuentran los 144,000 sellados. En suma, tanto los 144,000 como la gran multitud, son dos grupos distintos. Por último, aunque no menos importante, Apocalipsis 7:15-17 termina indicándonos algo que puede confundir: 15
“ Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre 16 el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre 17 ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”. (Apoc. 7:15-17).
Para efectos de nuestro estudio, vemos que dicha escena celestial nos informa que “la gran multitud”… “ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; por que el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de agua de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (vs. 16, 17). Algunos ven en esas palabras, la falta de alimento y de agua constantes hacia los justos vivos durante la persecución, cuando huirán a los lugares más recónditos de los peñascos y montañas de la tierra; y el calor proveniente del sol, 49
Carta 65, 1898, pp. 6-9, 12.
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debido a su exposición al calor del día debido a la cuarta plaga del sol, que quemará a los hombres que tengan la marca de la bestia, y adoren su imagen (16:8, 9; cf. v. 2); pero que ese extremo calor no quemará a los justos, aunque sí les afectará. Como el peso de la evidencia demanda por lo pronto que tanto los 144,000 como la gran multitud son dos grupos distintos, no podemos afirmar necesariamente que el pasaje se refiera a ese evento sin hacer un análisis más riguroso del texto. El libro del Apocalipsis, como indicamos en otro lugar, está lleno de imágenes del Antiguo Testamento, y aún algunas del Nuevo respecto a los apóstoles y algunas de las iglesias del Asia Menor. Un texto de Isaías nos memoria a la mente al leer Apocalipsis 7:16, 17: 7
“ Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las naciones, al siervo de los tiranos: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel 8 es el Santo de Israel, el cual te escogió. Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas 9 heredades; para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos 10 serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos. No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas”. (Is. 49:7-10).
Ahora compárense las secciones enfatizadas al citar de nuevo el pasaje de Apocalipsis: 15
“ Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre 16 el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre 17 ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”. (Apoc. 7:15-17).
Debemos preguntar: ¿existe alguna conexión exegético-tipológica entre ambos pasajes? Pues un contexto más amplio del texto de Isaías, nos lleva al capítulo 47, donde Dios levanta una condena contra Babilonia por haberse enseñoreado contra Israel y haberle llevado en cautiverio. El capítulo 48 relata la esperanza de Dios hacia un Israel cautivo por el reino de los caldeos, y lo que hubiera pasado de haber obedecido a su ley. Y por último, el capítulo 49 es la promesa del Mesías prometido, el cual restauraría a Israel a su estado de decaimiento a un estatus espiritual encomiable, de haber obedecido a su voz (es una profecía condicional, cf. Dan. 9:24-27; Jer. 12:14-17; Jn. 1:11; Mt. 21:33-43; etc.), y la predicación a los gentiles. En este contexto, obsérvese que Isaías 49 en el contexto de una restauración condicional de haber aceptado a Cristo en su primera venida, aparece como un pueblo que “En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos” (v. 9b), cuya figura insinúa a los judíos como un “rebaño de ovejas”, y a Cristo como el “Pastor” (cf. Jn. 10:11, 14). Por ello, la referencia a no tener “hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará y los conducirá a manantiales de aguas” (v. 10), alude al alimento dado a los rebaños, así como al agua que suelen beber de los abrevaderos; convirtiendo a estas expresiones en simbólicas; y por lo tanto, al calor mismo del sol. Cuando el salmista expresó “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará” (Salm. 23:1, 2), no se refirió tampoco a que consumiría pasto como una oveja, y que bebería agua de un abrevadero como las ovejas.Si bien el anhelo que habría de tener el pueblo de Judá luego de su restauración, si hubiese aceptado al Mesías, era de la Palabra de Dios; con el accionar del Espíritu Santo; lo cual es representado en la Escritura como un todo mediante “comida” y “bebida” (Is. 55:1-5, 10, 11; 58:11; cf. Jn. 3:5; 7:3739; cf. Ef. 5:25, 26, St. 1:17; cf. Mt. 4:4; Dt. 8:3; Ezq. 3:1-3; Apoc. 10:9, 10), podríamos aludir a un simbolismo en dichas expresiones. De este modo, la “comida” y el “agua” en el texto de Isaías 49:9, 10, podrían ser una figura de la Escritura mediante el accionar del Espíritu Santo. Y respecto a la frase, “ni el calor ni el sol los afligirá” (Is. 49:10a), podría entenderse asimismo en términos figurativos, y no literales del calor del día del cual los pastores protegen a sus ovejas, llevándolos bajo la sombra (Is. 4:2-4). Sin embargo, los símbolos no pueden ser aplicados en el texto anterior al pasaje de Apocalipsis en referencia a “la gran multitud”, puesto que ésta no habrá sufrido hambre 28
ni sed de la Palabra de Dios, ni falta de la unción del Espíritu de Dios, precisamente porque son justos, y por ende la imagen del sol como una simbología del mal espiritual, no cuadra con el contexto. Otro pasaje bíblico (nuevamente de Isaías) señala: 2
“ En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para 3 grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel. Y acontecerá que el que quedare en Sion, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados 4 entre los vivientes, cuando el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sion, y limpie la sangre 5 de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de devastación. Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá 6 un dosel, y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero”. (Is. 4:2-6).
En este pasaje tratamos de nuevo con un futuro glorioso (condicional) para Israel bajo el Mesías; bajo el nombre común masculino del hebreo “ceºmaH” (צ ַמח-ֶ 11:1; 53:1, 2; Jer. 23:5, 6; 33:15, 16; Zac. 3:8; 6:12, 13), traducido por “renuevo” (v. 2). El Mesías vendría “para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honrar a los sobrevivientes de Israel” (v. 2b); algo que se mira contrario en 5:7, en referencia a Israel en un cuadro figurativo donde como viña y planta deliciosa de Él, no haría juicio ni justicia, sino vileza y clamor. Solo “los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes” sería “llamado santo” (v. 3). Dios purificaría la ciudad mediante el castigo del juicio que se tornase en devastación (v. 4): “El rollo 1QIsa de los Manuscritos del Mar Muerto (ver t. I, p. 35; t. IV, pp. 128-130) añade, “y de Judá”. Isaías hace notar con claridad que los que han permanecido leales al Señor, por causa de los cuales él bendice la tierra, escaparán de la devastación causada por la guerra descrita en el cap. 3: 25-26 (cf. cap. 10: 20 22; 37: 31-32). Durante las invasiones de Senaquerib, todo Judá, excepto la ciudad de Jerusalén, cayó transitoriamente en manos de los invasores asirios. En Jerusalén sólo quedó un pequeño remanente. Si no hubiera sido por estos pocos, la destrucción de Judá habría sido tan completa como la de Sodoma y Gomorra (cap. 1: 9). A este pequeño remanente Isaías dio la misericordioso promesa: “Y lo que hubiere quedado de la casa de Judá y lo que hubiere escapado, volverá a echar raíz abajo, y dará fruto arriba. Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (cap. 37: 31-32). Así como en esos días habría un remanente que no caería en manos del enemigo, así también en estos postreros días quedará un remanente que el Señor preservará, que no caerá en manos del maligno (ver com. Deut. 18: 15; t. IV, pp. 37-38; CS 41; PR 435; PP 288-292) […]”50 Posteriormente, en un futuro no delineado específicamente, el Señor crearía “sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel…” (v. 5); elementos familiares que nos recuerdan a Jehová guiando a los israelitas por el desierto: “Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche”. (Éx. 13:21).
De ahí que dicha protección facilitaría a Israel, “un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero” (Is. 4:6) Con todo esto en mente, el contexto real de dichas expresiones en conjunción, y por separado, nos informan algo distinto. Así por ejemplo, siempre en Isaías:
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Comentario Bíblico Adventista (Publicaciones Interamericanas), Tomo 4, p. 161.
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4
“ Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra 5 contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro. Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños; y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los robustos”. (Is. 25:4, 5).
Jehová fue (cf. v. 1) “fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro” (v. 4). Nótese que Dios se presenta como una “fortaleza”; símbolo que aparece en distintas formas en el Antiguo Testamento (Salm. 91:1, 2; 90:1; 18:2; 27:5; 31:3; 32:7; 46:1; 61:3; 71:3; 119:14; 142:5; Jer. 16:19; 17:17; Nah. 1:7etc.) Y “el ímpetu de los violentos” es comparado a “el calor” contra el cual Dios hace sombra para el “menesteroso” (v. 4b); violentos que son “como turbión contra el muro” (v. 5) El Comentario Bíblico Adventista se expresa sobre el particular: “La verdad aquí expresada se aplica a todas las ocasiones en las cuales Dios libra de sus opresores a los pobres y menesterosos. En tiempos de Isaías este pasaje se aplicó a la destrucción de los ejércitos de Senaquerib, que habían avanzado contra Jerusalén. En los días de Daniel se aplicó a la caída de Babilonia (ver com. cap. 14: 4-6), y cuando Cristo venga por segunda vez se aplicará a la destrucción de todas las potestades del maligno. […] “La fuerza de las potencias del mal se compara con una violenta tempestad que golpea contra un muro. “[…]Continúa el pensamiento de Isa. 25: 4, pero se modifican las figuras empleadas. Aquí se compara a la opresión de los extranjeros con el calor sofocante de una prolongada sequía que quema los pastos y abrasa la tierra”.51 El tenor del contexto es claro: el calor del sol en contextos negativos, es un símbolo de la invasión y opresión de los reinos contra el pueblo de Dios. Otros pasajes se hacen eco de una simbología afin (Is. 32:1, 2). Por su parte, y siempre en el contexto del cautiverio, otro pasaje del profeta Isaías nos indica: 13
“ Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de 14 hambre, y su multitud se secó de sed. Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se 15 regocijaba. Y el hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos”. (Is. 5:13-15; cf. vs. 1-12).
Nos dice el Comentario Bíblico Adventista al respecto: “Si bien el pueblo de Israel no fue llevado cautivo por los asirios hasta el año 723/722 a. C., el profeta habla como si el cautiverio ya fuera un hecho consumado. [...] “El pecado es necedad. Los que pecan habitualmente demuestran que no son sabios, sino necios. El pecado paga dividendos, pero no de prosperidad, paz y honra, sino de ignominia, angustia y muerte. El que escoge el pecado, escoge la muerte. Con claridad, y repetidas veces, Dios había indicado cuál sería el resultado de la transgresión. Además, la experiencia pasada con frecuencia había demostrado cuál era el terrible fruto de la desobediencia. En este momento, al persistir en su impiedad, el pueblo de Israel y de Judá revelaban su total falta de “conocimiento”, con lo que se acarrearon su propia destrucción. Fueron destruidos porque les “faltó conocimiento”, porque desecharon el conocimiento (Ose. 4: 6)”.52
51 52
Ibíd., p. 240. Ibíd., pp. 165, 166.
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La frase “ûkübôdô mütê rä`äb wahámônô ciHË cämä´” ()ּוכבֹודֹו ְמ ֵתי ָר ָעב וַ ֲהמֹונֹו ִצ ֵחה ָצ ָמא, ְ traducida como, “y su gloria pereció de hambre, y su multitude se secó de sed” (v. 13b), es vertida correctamente del hebreo, tanto textual como gramaticalmente como nos lo presenta la Reina Valera 60. Israel se jactaba de su prosperidad material (10:3), y por lo tanto Dios la habría de castigar (cf. 17:4); algo que es simbolizado en 13:5 como gloria que “pereció de hambre, y su multitud se secó de sed”. De esta forma, Isaías 47:9, 10; 25:4, 5; y 5:13-15, que se encuentran en el contexto de las invasiones enemigas, aluden al sol de dichas invasiones, y a la destrucción de la gloria del pueblo de Dios respectivamente. Un último pasaje lo hallamos en Salmos 121:5, 6, que dice: 5
“ Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. Ni la luna de noche”.
6
El sol no te fatigará de día,
La forma en que Jehová es tu guardador”, es expresado por un paralelismo hebreo que nos dice, “Jehová es tu sombra a tu mano derecha…” (v. 5). Es evidente, que el que Dios sea “sombra” a nuestra “mano derecha”, es una frase figurativa, puesto que Él no hace acto de presencia a nuestra mano derecha para hacernos una sombra literal. Pero el versículo 6 se explica cuando se expresa que “El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche…” (v. 6) El paralelismo sinónimo se extiendo a los versículos 7 y 8, que nos expresan que Él nos protegerá de todo mal; en nuestras salidas y nuestras entradas: 7
8
“ Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre”. (vs. 7, 8).
Tanto el sol como la luna, aparecen como símbolo de angustia, de opresión, y por ello “Jehová es tu sombra a tu mano derecha” para protegernos del “calor” con sus efectos negativos (Ef. 4:26), y del ofuscamiento de la noche (Jn. 9:4; 11:9; 12:35; cf. Ef. 5:16). Todos estos detalles permiten realizar una mejor exégesis al texto apocalíptico en observación. Si retomamos el texto de Apocalipsis sobre este caso, veremos la consistencia con el Antiguo Testamento: 15
“ Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre 16 el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre 17 ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”. (Apoc. 7:15-17).
Ya identificada de todos modos la gran multitud como los mártires del período de supremacía del anticristo, la aplicación del texto del Apocalipsis en cuestión nos diría que ese calor de las invasiones enemigas del poder romano-papal, por medio del Estado; suprimiendo la gloria de su pueblo al punto de dejarlos “hambrientos” y “sedientos”, es lo que se nos presenta hasta aquí; de allí que decíamos que en Apoc. 19:1-9; la gran multitud adora al Señor por el castigo contra la gran ramera que les hirió y les martirizó. Cuyo castigo pedían bajo (en la tierra) el altar del incienso del santuario celestial, en el tiempo del quinto sello, cuando fueron vestidos de ropas blancas (6:9-11); y que aparecen vestidos luego de la resurrección de entre los muertos durante el segundo advenimiento en el capítulo número 7 (vs. 9c, 13, 14). Por eso “la gran multitud” no estará “delante del trono de Dios” sirviéndole “día y noche en su templo” literalmente en un espacio de tiempo interminable; ya que fuera de la ciudad donde hay sol, el pueblo de Dios tendrá sus moradas y hará sus distintas actividades (Jn. 14:1-3Is. 65:21, 25; cf. Gál. 3:28, 29; 4:28; Rm. 9:6-8; 15:8-12; Heb. 6:11, 12; etc.) Debido a que será “de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová” (Is. 66:23, cf. v. 22). La implicación por lo tanto, es figurativa, y únicamente indica que su gratitud se dirigirá por siempre hacia el trono de Dios, algo que aparece simbolizado en el contexto de dirigir la mente siempre hacia Dios y su reino (cf. Apoc. 11:1; cf. 8:3; Heb. 12:2; Col. 3:1, 2; etc.) La frase “y el que 31
está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”, indica que el trono de Dios no estará más confinado a ambos departamentos del tabernáculo (Apoc. 4; 5; 8:3; etc: el lugar santo, y el lugar santísimo), sino que abarcará a la santa ciudad, donde los redimidos entrarán para adorarle a Él (Apoc. 21:1-3). De allí que cuando Juan escribe “no vi en ella templo” (v. 22), respecto al interior de la ciudad, es porque dicho tabernáculo ya no existirá por haberse extendido para dar espacio a los redimidos a fin de mirar al Creador sobre su trono; y porque Él mismo será su templo representativo (v. 22b). El testimonio de Elena de White ¿Qué podemos decir del testimonio de Elena de White? Veamos una primera cita: “Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por “primicias para Dios y para el Cordero”. Apocalipsis 15:2, 3; 14:1-5. “Estos son los que han venido de grande tribulación”; han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derramamiento final de los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues “han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero”. “En sus bocas no ha sido hallado engaño; están sin mácula” delante de Dios. “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono tenderá su pabellón sobre ellos”. Apocalipsis 7:14, 15. Han visto la tierra asolada con hambre y pestilencia, al sol que tenía el poder de quemar a los hombres con un intenso calor, y ellos mismos han soportado padecimientos, hambre y sed. Pero “no tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos”. Apocalipsis 7:14-17”.53 Aquí, Elena de White conecta sin duda alguna a “la gran multitud” con los que no verán la muerte (los 144,000): que serán trasladados vivos al cielo. ¿Cómo puede entenderse esto? Lo que ella hace es una aplicación homilética: cuando dos pasajes no conectados entre sí en tiempo y/o cumplimiento, pueden entrelazarse debido a que su aplicación es similar: Elena White nos indica en esta declaración, que la última generación de vivientes también pasarán por una gran tribulación, la cual describe posteriormente; y que los versículos aludidos a la gran multitud, aplican debido a la similitud de la experiencia. Eso se hace cuando aplicamos por ejemplo Jer. 33:3; Is. 41:10, como promesas para nosotros hoy en día, aunque se refirieron originalmente al antiguo Israel, pero aplican a nosotros porque ese ideal también es mostrado en la Biblia para todas las generaciones. Pero, ¿cómo asegurar que Elena White hace una aplicación homilética en la declaración en estudio? Debido a que en otras dos citas de su haber, ella identificó a “la gran multitud” como a los redimidos de muchas generaciones, y a los millones que descansaron en la tumba: “¿Qué sostuvo al Hijo de Dios en su vida de pruebas y sacrificios? Vió los resultados del trabajo de su alma y fué saciado. Mirando hacia la eternidad, contempló la felicidad de los que por su humillación obtuvieron el perdón y la vida eterna. Su oído captó la aclamación de los redimidos. Oyó a los rescatados cantar el himno de Moisés y del Cordero. Podemos tener una visión del futuro, de la bienaventuranza en el cielo. En la Biblia se revelan visiones de la gloria futura, escenas bosquejadas por la mano de Dios, las cuales son muy estimadas por su iglesia. Por la fe podemos estar en el umbral de la ciudad eterna, y oír la bondadosa bienvenida dada a los que en esta vida cooperaron con Cristo, considerándose honrados al sufrir por su causa. Cuando se expresen las palabras: “Venid, benditos de mi Padre,” pondrán sus coronas a los pies del Redentor, exclamando: “El Cordero que fué inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza.... Al que está sentado en el trono, y al 53
Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos (Ellen G. White Estate, Inc. 2012), p. 610 (El ´énfasis es mío).
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Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás.” Mateo 25:34; Apocalipsis 5:12, 13. Allí los redimidos darán la bienvenida a los que los condujeron al Salvador, y todos se unirán para alabar al que murió para que los seres humanos pudiesen tener la vida que se mide con la de Dios. El conflicto terminó. La tribulación y la lucha están en el pasado. Himnos de victoria llenan todo el cielo al elevar los redimidos el gozoso cántico: Digno, digno es el Cordero que fué muerto, y que vive nuevamente como conquistador triunfante. “Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; y clamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero.” Apocalipsis 7:9, 10. “Estos son los que han venido de grande tribulación, y han lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.” “Y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son pasadas.” Apocalipsis 7:14-17; 21:4”.54 Miremos que en esta declaración, citándose textualmente pasajes del Apocalipsis referentes a “la gran multitud”, que ésta es descrita contextualmente como a quienes Jesús, “Mirando hacia la eternidad, contempló la felicidad de los que por su humillación obtuvieron el perdón y la vida eterna […] Allí los redimidos darán la bienvenida a los que los condujeron al Salvador, y todos se unirán para alabar al que murió para que los seres humanos pudiesen tener la vida que se mide con la de Dios […]”, etc.. No cabe duda que en el contexto, Elena de White identifica a “la gran multitud” como los muertos de todas las edades que le aceptarían, y no solamente a la última generación que no experimentará la muerte. Otra declaración clara sobre su identidad: “Los herederos de Dios han venido de buhardillas, chozas, cárceles, cadalsos, montañas, desiertos, cuevas de la tierra, y de las cavernas del mar. En la tierra fueron “pobres, angustiados, maltratados”. Millones bajaron a la tumba cargados de infamia, porque se negaron terminantemente a ceder a las pretensiones engañosas de Satanás. Los tribunales humanos los sentenciaron como a los más viles criminales. Pero ahora “Dios es el juez”. Salmos 50:6. Ahora los fallos de la tierra son invertidos. “Quitará la afrenta de su pueblo”. Isaías 25:8. “Y los llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová”. Él ha dispuesto “darles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar del luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado”. Isaías 62:12 (RV95); 61:3. Ya no seguirán siendo débiles, afligidos, dispersos y oprimidos. De aquí en adelante estarán siempre con el Señor. Están ante el trono, más ricamente vestidos que jamás lo fueron los personajes más honrados de la tierra. Están coronados con diademas más gloriosas que las que jamás ciñeron los monarcas de la tierra. Pasaron para siempre los días de sufrimiento y llanto. El Rey de gloria ha secado las lágrimas de todos los semblantes; toda causa de pesar ha sido alejada. Mientras agitan las palmas, dejan oír un canto de alabanza, claro, dulce y armonioso; cada voz se une a la melodía, hasta que entre las bóvedas del cielo repercute el clamor: “Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero”. “Amén: La bendición y la gloria y la sabiduría, y la acción de gracias y
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Elena G. de White, Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White Estate, Inc. 2012), pp. 417, 418 (El énfasis es mío).
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la honra y la potencia y la fortaleza, sean a nuestro Dios para siempre jamás”. Apocalipsis 7:10, 12”.55 Toda la cita es clarificadora. Elena G. de White nos dice que “Millones bajaron a la tumba”, para después identificarlos con aquella gran multitud que cita textualmente al referirse a Apocalipsis 7:10, 12. Ahora, una cita que parece confundirnos: “Inmediatos al trono se encuentran los que fueron alguna vez celosos en la causa de Satanás, pero que, cual tizones arrancados del fuego, siguieron luego a su Salvador con profunda e intensa devoción. Vienen después los que perfeccionaron su carácter cristiano en medio de la mentira y de la incredulidad, los que honraron la ley de Dios cuando el mundo cristiano la declaró abolida, y los millones de todas las edades que fueron martirizados por su fe. Y más allá está la “grande muchedumbre, que nadie podía contar, de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas [...] de pie ante el trono y delante del Cordero, revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus manos”. Apocalipsis 7:9 (VM). Su lucha terminó; ganaron la victoria. Disputaron el premio de la carrera y lo alcanzaron. La palma que llevan en la mano es símbolo de su triunfo, la vestidura blanca, emblema de la justicia perfecta de Cristo que es ahora de ellos”.56 Vamos por partes: una cosa es que Dios decida poner en orden alrededor del trono a los diferentes grupos de redimidos que se identifican, y otra es que esto niegue de plano que los otros tres grupos no formen parte de esa gran multitud, debido a que son mencionados por separado. ¿Cómo entendemos la declaración? Veamos el énfasis que colocamos en solo algunas frases de la cita: Los mártires son identificados como “los millones de todas las edades que fueron martirizados por su fe”, aludiendo inequívocamente a todos los que murieron por la fe en su Señor desde Abel (Gén. 4:1-11), hasta el último mártir antes del cierre de la gracia. Mientras que “la “grande muchedumbre, que nadie podía contar, de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas”, se refiere por lo tanto, a todos los muertos de todas las épocas, que fallecieron por otras causas excepto el martirio. Pero esto no quiere decir que los mártires no formen parte de “la gran multitud”, debido a que en la primera declaración de éste apartado, leíamos que Elena de White identificaba “los que han venido de grande tribulación”,57 como los que “han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación”,58 como significando el mismo grupo; algo que según vimos, significa que comparten destinos similares, y por ende que los 144,000 están contenidos en el grupo de “la gran multitud”. Más aún, la cita que nos ocupa señala que la última generación (los 144,000), son “los que perfeccionaron su carácter cristiano en medio de la mentira y de la incredulidad, los que honraron la ley de Dios cuando el mundo cristiano la declaró abolida”, como si fuese un grupo aparte de la gran multitud, algo que según vimos no es el caso, ya que -insistimos- los 144,000 están contenidos en la gran multitud innumerable de todas las naciones. Por lo tanto, debemos entender la cita en el marco de una gran multitud dividida en cuatro grupos: 3 específicos, y el resto de dicha gran multitud. Por su parte… de los múltiples ejemplos hallados en los testimonios, donde Elena de White usa una forma similar para explicar dos elementos distintos pero que forman parte de un todo, mencionamos al caso de la “resurrección especial” de Daniel 12:2, así como la de todos los justos. Ella describe que, “Los sepulcros se abren y “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” (Daniel 12: 2.) […]”, para que poco después de la resurrección, “Fieros relámpagos rasgan el cielo con fragor, envolviendo a la tierra en claridad de llamaradas”.59 Sin embargo, la resurrección general 55
Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos (Ellen G. White Estate, Inc. 2012), p. 611. Ibíd., pp. 624, 625. 57 Ibíd., p. 610. 58 Ibíd., p. 610. 59 Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos (Ellen G. White Estate, Inc. 2012), p. 600. 56
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de todos los justos ocurrirá “Entre las oscilaciones de la tierra, las llamaradas de los relámpagos y el fragor de los truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos. Dirige una mirada a las tumbas de los justos, y levantando luego las manos al cielo, exclama: “¡Despertaos, despertaos, despertaos, los que dormís en el polvo, y levantaos!”60 Mírese con cuidado, que la resurrección de Daniel 12:2, ocurre poco antes del fragor de los relámpagos, pero la resurrección general ocurrirá en medio de ese relampaguear. Quiere decir que ocurren por separado. Sin embargo, Elena White se dirigió a los lectores adventistas (que tienen la fe en el mensaje del tercer ángel) de la revista The Bible Echo, e incluyéndose a sí misma, en las siguientes palabras: “Si no estamos durmiendo, y somos hallados hijos obedientes a los mandamientos de Dios, tendremos parte en la primera resurrección, con aquellos sobre quienes la segunda muerte no tendrá potestad”.61 ¿Quiere esto decir que Elena de White se contradijo cuando coloca a los adventistas del séptimo día (los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel), por un lado resucitando unos momentos antes que los de la primera resucción, porque en la cita anterior coloca a los adventistas en la resurrección general...? La respuesta es: no. Las Escrituras nos hablan de una resurrección para todos los justos, catalogada como “la primera resurrección” (Apoc. 20:6a; cf. Jn. 5:29a), lo cual nos comunica que la resurrección de aquellos que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, y la de todos los justos de todas las edades, son una y la misma, pero que sencillamente se dará por etapas: en conclusion, los dos grupos forman parte de la misma resurrección general de los santos. Conclusión al estudio Los 144,000 no son un grupo de 12.000 sellados de las 12 tribus de Israel, ya que estas son prácticamente inexistentes hoy en día; y además, el Israel literal no tiene un papel preponderante en el futuro como un pueblo elegido. Así, el número es símbolico, significando “pueblo de elegido” o “pueblo de Dios”. El nombre responde al último remanente del Israel espiritual: los que pasarán vivos durante la crisis final, hasta el retorno de Jesús. Asimismo, tanto éste grupo como la gran multitud, no son el mismo grupo, aunque los 144,000 están contenidos en éste. Esa gran multitud, corresponde a los justos resucitados de todas las edades, que están divididos en cuatro categorías, entre las cuales se encuentran los 144,000 israelitas espirituales. Correo electrónico: jgstcy@hotmail.com
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Ibíd. Elena G. de White (10 de junio, 1895), Christ and the Law, The Bible Echo.
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