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Escrito Rosa María Calderón Espinosa
Queridos hermanos en la Blanca Paloma: Nos encontramos a las puertas de un nuevo Pentecostés, tan atípico como el pasado, pero en nuestra hermandad ya todos son preparativos para nuestros cultos que al igual que el año pasado intentaremos llevar a todos los Rocieros de Benacazón. Será un Rocío diferente porque no podremos culminarlo como a nosotros nos gusta, que es postrándonos ante nuestra titular, la Santísima Virgen del Rocío y su bendito Hijo el Pastor Divino Pero sí lo haremos desde nuestra Fe en nuestra imaginación, desde estas líneas animo a todos los rocieros de Benacazón a que nos acompañéis en estos días grandes que se nos avecinan, en los que viviremos un camino desde nuestras casas pero con la misma devoción. Como dice una canción que me gusta y escucho mucho, un Rocío diferente, un Rocío con los míos, un Rocío de recuerdos y de vivencias del camino. Inundemos los hogares de nuestras casas de momentos de Rocío y, sobre todo, con la esperanza de que este sea la última Romería en que nos quedemos en nuestro pueblo y que no estemos junto a Ella Lo que empezó sin pensar hace ocho años, llega a su fin, a pesar de estar muy vinculada desde siempre a la Hermandad, en estos años he vivido desde dentro tantos momentos que me han hecho crecer como persona y darme cuenta lo que verdaderamente significa el día a día dentro de ella. He vivido un Centenario cargado de sentimientos y emociones, hemos llorado visitando enfermos, acompañando a personas en soledad, disfrutando viendo a los niños especiales partir nuestro tradicional bizcocho y sentirse por un día Hermanos mayores de nuestra hermandad, viviendo dos peregrinaciones importantes, la de septiembre andando y la de mayores en noviembre, donde el camino se vive de distinta manera que durante la Romería. Así podría llevarme horas contando cómo en estos años he llenado de ROCIO casi los 365 días del año.
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¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO! ¡VIVA EL PASTORCITO DIVINO! ¡VIVA LA HERMANDAD DE BENACAZÓN! ¡Y QUE VIVA LA MADRE DE DIOS!
Rosa María Calderón Espinosa