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TRABAJOS TOPOGRÁFICOS 1931

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“Aun hoy vemos en nuestras ciudades que la topominia de tantas calles refleja este hecho conservando incluso algunas funciones consideradas como propias y que les fueron asignadas en épocas pasadas.” 10

Desde la memoria de mi madre, mi abuelo explica el origen del nombre del río Ésera través de una fábula:

- Cada vez que pasábamos papá siempre lo decía: antiguamente había una sequía muy grande y todos los ríos se habían secado menos este. Este río siempre lleva agua, es y será caudaloso siempre. > de Castro parten varios caminos históricos: Camino de la Ermita de Castro, Camino de la Reguera, Camio de Graus, Camino Cariellas, el Camino al Molino y finalmente el Camino Canalillo, el que nos conduce hasta el lavadero y las huertas. Si estudiamos atentamente cada uno de los caminos y a dónde nos llevan, encontraremos que la mayoría nos conducen a lugares de un alto valor histórico y con una fuerte relación con la geografía del entorno, vinculada al agua.

Camino de la Reguera: baja hasta el río Ésera por el barranco de Reguera. A un par de kilómetros fuera de La Puebla de castro encontramos un yacimiento iberoromano: Labitolosa, sobre el cual podemos pasear por algunas de sus excavaciones: edificios, casas, el foro, curia, domus, albacar, necrópolis y dos complejos de termas.

Camino de la Ermita de Castro: lleva la Ermita de Castro, situada en lo alto de un sinclinal situado a 77m por encima de La Puebla de Castro. Desde esta se puede bajar hasta un puente también medieval que cruza el Congosto de Olvena. La ermita cuenta con un techo interior de carpintería mudéjar fechada a finales del s.XIII o inicios del sXIV11 . Inmediatamente al lado nos encontramos unos restos materiales de un conjunto amurallado árabe, del cual encontramos un extenso estudio cuya hipótesis a fundamentar es el lugar de la ermita y muralla como emplazamiento defensivo del Castillo de castro Muñones y Qars Muns de al-Udri:

A juzgar por los hallazgos materiales, todo el conjunto fortificado se asentó sobre restos más antiguos, en concreto los de un área de habitación perteneciente a una fase temprana de la ciudad iberorromana de Labitolosa y los de un asentamiento castral altomedieval previo a la construcción de la fortaleza, los cuales han dejado su impronta sobre el terreno en forma de numerosas entalladuras practicadas en la roca.

Su regularidad en las plantas de las fortalezas de tradición omeya, que adoptan formas geométricas tendentes al cuadrado o al rectángulo, se inscribe sin duda en una concepción del espacio más gener al que hay que relacionar con el urbanismo de tipo ortogonal desarrollado en proyectos andalusíes de nueva planta de entre los siglos IX al XI. Toda la fortaleza fue casi completamente desmontada hasta los cimientos con objeto, suponemos, de reaprovechar sus materiales constructivos.

11 La Puebla de Castro. (2009). Turismo Ribagorza. https://www.turismoribagorza.org/es/planifica-tu-visita/nuestros-municipios/la-puebla-de-castro

En latín, gradus significa literalmente paso >

Muy posiblemente este expolio tendría lugar fundamentalmente en el siglo XVIII, momento en que las ruinas de toda la ciudad iberoromana fueron transformadas en parcelas de cultivo asentadas en bancales o terrazas cuyos muros se construyeron con materiales extraídos del entorno 12

Camio de Graus: Los romanos nombraron a esta zona Valle Magna, denominando a las poblaciones preexistentes ubicadas en pasos estrechos Gradus. Graus se encuentra entre la Peña del Morral y Las Forcas. Otros pueblos de la comarca de La Ribagorza mantienen nombres similares y se encuentran en lugares de similares características, como por ejemplo, El Grado, a 10km hacia el suroeste. Graus se convertirá en uno de los asentamientos límites del dominio de Al-Ándalus, en la Marca Superior, a lo largo de la cual podemos encontrar múltiples atalayas o fuertes defensivos 13,14 .

Casiella de madera para hacer la colada

Camino Cariellas: llevan a una zona llamada Casiellas por lo que es posible que el nombre haya cambiado en la transmisión oral. Casiellas significa, en algunas regiones del Pirineo y de la lengua asturiana, “objeto de corteza de abedul que se colocaba en el encorrador y se usaba para hacer la colada o tina de colar ropa hecha de la corteza de un árbol” 15. El camino transcurre casi paralelamente al camino Canalillo, el cual lleva al lavadero. Aunque no se han recogido testimonios sobre esto, es interesante la posible relación que haya podido tener un lugar con el otro.

Camino al Molino: Existen hasta tres caminos hoy en día desaparecidos por las nuevas urbanizaciones que llevaban al molino, también hoy en dia inexistente, pues el Embalse de Barasona lo han inundado al completo.

Camino Canalillo: Lleva hasta el Lavadero de la Huerta, a partir del cual continua en paralelo a un canal que riega todas las huertas y cuyo agua parte del lavadero. El agua de este canal va a parar al Barranco de Peralta, que desemboca en el rio Ésera, actualmente embalse de Barasona.

12 Asensio Esteban, J. (2010, 4 mayo). La fortaleza andalusí de Cerro Calvario (La Puebla de Castro, Huesca). José Ángel Asensio Esteban, Ángeles Magallón Botaya, Fernando López Gracia, Enrique N. Vallespín Nomínguez et Roberto Viruete Erdozáin. https://journals.openedition.org/pallas/12576

13 Historia. (2009). Turismo de Graus. https://www.turismograus.com/historia/

14 Musa Ibn Musaid, popularmente conocido como el Moro Muza (fallecido en 913 o 914), fue un muladí gobernador musulmán de la Marca Superior de Al Ándalus a finales del sIX y principios del X. Sus fechas de gobernanza coinciden con la construcción de la fortaleza andalusí de Cerro Calvario. Wikipedia. (2022, 22 enero). Muhammad al-Tawil de Huesca. Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Muhammad_al-Tawil_de_Huesca.

15 casiella, la - Diccionario General de la Lengua Asturiana (DGLA). (2022). DICCIONARIO GENERAL DE LA LENGUA ASTURIANA. https://mas.lne.es/diccionario/palabra/8104

CONFLUENCIA DE CULTURAS hUELLAS

El agua decanta las Condiciones de Campo.

ACTO I. La Fuente del Corán Contaminación, confluencia de culturas y huellas del agua

El Corán ha sido, y es, la fuente de La Puebla de Castro. Está a 2 kilómetros del pueblo, según se baja en dirección a Secastilla por accidentado camino que conduce al término de La Huerta, denominación pretenciosa que comprende, como mucho, una docena de pequeños huertos regados por las aguas sobrantes del Corán y de un lavadero público, un poco más allá, que hoy apenas se utiliza.

Posiblemente la romana Labitolosa ya se abastecía de estas sabrosas y refrescantes aguas, que irían por su propio peso en larga canalización hasta la propia ciudad que está, según cálculos del arqueólogo Pierre Sillieres, en una cota más baja que la fuente. Esta no era la situación de La Puebla, que por su altitud, obligaba a sus habitantes al esfuerzo diario de bajar a buscarla con caballerías y argados en el mejor de los casos, o, incluso, al hombro o sobre la cabeza de las abnegadas mujeres16 .

Si bien las referencias encontradas sobre la fuente explican su relevancia en épocas anteriores, como la romana y la árabe, en ningún documento se especifica su ubicación. Este es el único extracto donde se describe el camino, pero lo cierto es que el camino que lleva a La Huerta no parece llevar a ninguna fuente, pues esta no aparece en los mapas. Antes de realizar la visita al lugar, planteo la hipótesis de una posible ubicación entendiendo que la presencia del agua deja huella en la ordenación territorial. Parcelas de dimensión más pequeña parecen organizarse en torno a una lógica más específica que las parcelas de gran tamaño. Probablemente algo de valor se encuentre en la zona. Analizando el catastro encuentro una acumulación de parcelas en un punto concreto del mapa, y planteo la posibilidad de que este punto sea en efecto la ubicación de la Fuente del Corán.

Contaminaci N

El planteamiento se confirma tras la visita, en una de las pequeñas parcelas se encuentra la histórica fuente.

En una conversación con Mercedes, la del Triguero, una local del municipio, me explica las razones por las que ya no se recoge agua de esta fuente. Primero, existen otras en el pueblo, de acceso más cómodo, aunque dice que el agua es de una calidad distinta. Segundo, porque éstas se contaminaron por los residuos de las explotaciones agrarias: se tuvieron que hacer dos perforaciones una en el s.xx y otra en el s.xxi, para acceder a un estrato de acuífero de agua no contaminada. Tercero, porque el agua llegó al pueblo en 1918 con el depósito principal de la plaza, y por último, por la llegada del agua corriente a las casas en 1962.

Deslindes Sociales

ACTO II. El abrevadero

Deslindes sociales y usos emergentes

De la fuente parten el resto de dispositivos hidráulicos. En ocasiones, están todos, en otras, se prescinde de algunos. En todos los casos el orden es siempre igual. A excepción del molino y de la fuente, que suelen ser últimos eslabones de la secuencia. También puede suceder que un mismo pueblo tenga diversas fuentes, por tanto, distintos circuitos, y este es el caso de La Puebla de Castro. Si bien no podemos comprobar que en efecto los dispositivos asociados forman parte de un mismo engranaje, este hecho no impide seguir analizando cada uno de los elementos.

Usos Emergentes

En varias plazas del pueblo se encuentran diversas fuentes, e inmediatamente al lado yacen los abrevaderos. Se tratan de dispositivos de forma muy sencilla, una pila de piedra alargada y rectangular de poca altura por la que discurre agua embalsada y limpia. Aquí abrevaban las mulas, caballos y otros animales domésticos a la vez que sus dueños rellenan los cántaros de agua en la fuente, conversaban y socializaban. En ocasiones podemos ver que eran los hombres los principales responsables de los animales. En una visita a La Puebla de Castro dos habitantes, Mariano Serena Samitier y Pedro Bardají Suárez, señalaron la huella de otros usos paralelos e inesperados que tenía el abrevadero. Se trata de una de sus losas de piedra dispuesta para contener el agua, que está completamente desgastada por su empleo como afilador de cuchillos.

Los usos imprevistos, emergentes 17, tienen especial interés cuando estudiamos el diseño de los espacios y dotaciones públicas. Hoy en día podemos comprobar incluso de forma más acentuada que las plazas de las ciudades reúnen múltiples usos emergentes, donde el diseño tiene un uso completamente distinto al previsto.

05.

de

El trabajo reproductivo, estudiado principalmente por el feminismo es todo aquel necesario para mantener la vida de los humanos. Es la base necesaria para poder desarrollar otros aspectos: alimentacion, limpieza, cuidados, embarazo, crianza... tradicionalmente es un rol no remunerado de las mujeres, y entre estas, las mujeres con menos adquisición económica o racializadas >

ACTO III. El lavadero

Deslindes sociales, arquitectura vernácula y usos emergentes

Muchas de estas infraestructuras hidráulicas son catalizadoras de la forma urbana: El papa Sixto V, conocido por sus grandes reformas integrales de la ciudad de Roma, insertó en la trama nuevas instalaciones de agua que abastecían a la ciudad, en consecuencia de la creciente demanda del preciado recurso. Cerca de la fuente de Moisés18, ordenó construir un lavadero “para todo el que quisiese lavar la ropa sucia”, así como otros lavaderos cubiertos y distribuidos por la ciudad “para el mal tiempo y donde las mujeres pudiesen estar sin peligro de ser molestadas por nadie19.”

Y es que, aunque la arquitectura del agua estructurase a una sociedad, sus usos han estado divididos por cuestiones de género. Las fuentes abastecen a toda una población, pero eran las mujeres las que, de manera general, con los cántaros, llevaban agua a las casas, siendo una suerte de plaza pública para las mujeres donde sentarse, conversar, y esperar al acceso a la vez que se socializaba. A menudo la forma de las fuentes encerraba esta geometría que resultaba ser un recinto funcional en sí mismo, delimitando de alguna manera el espacio para las mujeres. Lo mismo sucede con los lavaderos que, al estar en su mayoría techados, su extensión funcional quedaba definida al perímetro de la cubierta20

Pero este deslinde de uso no limita físicamente el acceso a las fuentes y lavaderos al hombre. Lo que limitó el acceso a esta clase de recintos públicos era una cuestión de género.

Los lugares asociados al agua tradicionalmente masculinos eran fundamentalmente los abrevaderos. Las fuentes, cuando estaban situadas en una plaza21, eran lugar de encuentro de ambos géneros.

Dentro de las tareas reproductivas, el ejemplo de los lavaderos públicos explica cómo estas labores no tienen por qué ser exclusivas de la esfera doméstica, aunque si nos detenemos a observar la ocupación por usos del espacio público veremos que éste estaba segregado, y que los espacios para las mujeres eran, en definitiva, espacios de labores reproductivas:

18 Es interesante ver como a lo largo de la historia estas infraestructuras hidráulicas han ido evolucionando no solo en ingeniería, sino en representación, siendo las fuentes de Roma un ejemplo notable de la idea de fuente como monumento o hito. 19Sigfried Giedion, Espacio, tiempo y arquitectura: origen y desarrollo de una nueva tradición, Barcelona, Editorial Reverte, 2009, págs. 131-132.

20 Cantero, P. A. (1997). Arquitectura del Agua: el Espacio del Agua. revista PH. https://doi.org/10.33349/1997.18.463

21 “Es también frecuente que la fuente organizase el espacio urbano y estuviese al origen de una plaza o de un planteamiento urbanístico” Cantero, P. A. (1997). Arquitectura del Agua: el Espacio del Agua. revista PH. https://doi.org/10.33349/1997.18.463

Resultado de la actividad diaria, las mujeres de la casa se desplazan y ocupan los espacios más centrales y dinámicos de la ciudad para cumplir con el abastecimiento y con los trabajos domésticos. Es por ello que no se puede generalizar y afirmar que los roles genéricos otorgan a la mujer exclusivamente papel protagónico en el ámbito del hogar cerrado, privado e invisible, mientras que el medio público exterior está únicamente ocupado por hombres. Aunque no es menos cierto que esta conquista del espacio público es puntual y deriva precisamente de la necesidad de realizar ciertas labores propias del espacio doméstico, como si la casa se proyectara sobre la fuente, el abrevadero o el lavadero, convirtiéndose en una extensión más de la misma22

El sXIX trajo las ingenierías y las teorías higienistas a las grandes transformaciones de la ciudad. A lo largo del siglo, y especialmente en la segunda mitad, se acondicionan los lavaderos públicos con mejores instalaciones23. En su discurso en la Facultad de Medicina y Cirugía de Madrid en 1864, Leopoldo Martínez y Reguera pronuncia:

Esta segunda parte de la tesis que hemos intentado resolver, ofrece dos aspectos: uno higiénico y otro moral. Bajo el punto de vista higiénico es imposible dudar de la utilidad de los lavaderos públicos.

La limpieza de la ropa es más necesaria que la del cuerpo. Es innegable.

Imaginemos, si no, un individuo que diariamente se bañe, pero que nunca se mude de ropa interior. Toda el agua de los mares será inútil para mantener limpia su piel, y todos los aromas del universo se esforzarán en vano por aliviarlo de la fetidez que exhala.

Por el contrario, un sujeto que jamás se lave el cuerpo, si tiene buen cuidado de mudarse de ropa con frecuencia, jamás se verá en tan lamentable estado.

El desaseo es asqueroso, inspira horror. La limpieza, agrada, satisface, presta agilidad y vigor físico, y espande, alegra el ánimo, desarrolla las fuerzas de una manera notable, robustece el organismo y contribuye a la longevidad 24

Este capítulo es un desarrollo mas amplio y diverso de un trabajo previo realizado en la asignatura Intensificación en Composición >

La ropa limpia dignifica, y la lavan las mujeres. En cada población ha existido siempre al menos dos espacios públicos para las mujeres, uno es el mercado y otro el lugar del lavado de ropa. Este lugar bien podía ser un lavadero, bien un manantial o río. Es una arquitectura que ha sido esculpida por el tiempo 25 y es precisamente su constancia en la forma (en relación a la arquitectura moderna y posmoderna) lo que los convierte en hechos arquitectónicos particulares: una construcción sin Arquitecto ni Arquitecta consolidada a través de la cotidianeidad en una forma permanente, legible por toda la sociedad 26

Según Jose Manuel García Roig, en su libro Elementos de Análisis Arquitectónico, el ahistoricismo del movimiento moderno “ha propiciado la progresiva pérdida de significados estables, y lo contemporáneo ha ido renunciando definitivamente a lo inteliglible.” 27 La cotidianeidad, entendida como cuerpo creador y documentador del espacio arquitectónico tradicional, es un elemento en progresivo abandono.

Entre las infraestructuras tradicionales más destacables del pueblo destaca, por encima de todas, el Lavadero de La Huerta. Situado en el Camino Canalillo a menos de 2km del centro histórico del pueblo, se trata de una de las construcciones más peculiares no solo por su forma circular, sino por el valor añadido que aporta su techado: una cubierta anular con la caída hacia el interior, de tal forma que las aguas recogidas de la lluvia se depositan en el propio lavadero.

22 Revista del CEHGR, núm. 30 (2018): Lavaderos públicos en la Granada de los siglos xix y xx: Agua, sociedad y género. Recuperación de un patrimonio. Daniel J. Quesada Morales. Págs. 137-173

23María L. Ruiz Bedia et al. «Formas y tipos constructivos de lavaderos públicos (1880-1950)», Actas del Séptimo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Santiago de Compostela. 26-29 octubre de 2011, 2 (2011), pág. 1259.

24 Martínez 1864. Discurso pronunciado en el acto de recibir la investidura de Doctor en la Facultad de Medicina y Cirugía. 26 Martínez 1864, p.22

25 KUBLER, G. (1988) . La configuración del tiempo. Nerea. Publicado originalmente: (1962). The shape of time. Yale University Press

26 L. Benevolo (1981): “la arquitectura tiene un repertorio de formas artificiales mas estable, puesto que están codificadas por la tradición y por la historia”. Historia de la Arquitectura del Renacimiento. tr. esp. Barcelona p.774

27 Roig, J. M. G. (1988). Elementos de Análisis Arquitectónico (1988.a ed.). Universidad de Valladolid. Pg 42 el agua que abastece al lavadero no es solo de lluvias: la fuente más importante del pueblo se sitúa a las afueras: la fuente del Corán. Este manantial natural abasteció al yacimiento romano de Labitolosa a través de una canalización, hoy inexistente, que conduciría su agua a una cota mas baja. La Puebla de Castro se sitúa por encima de la cota de la fuente del Corán y también por encima del lavadero de La Huerta, por lo que las mujeres debían bajar los cántaros y ropajes para luego subir con la ropa seca. Al lado del lavadero, a unos 7 metros se encuentra La Cova, un refugio construido para los labriegos que protege del sol y de la lluvia. El lavadero se encuentra parcialmente hundido en el terreno, protegido así del viento.

El lavadero ha sido reformado recientemente, pues su abandono ha peligrado el mantenimiento de su arquitectura.

Sobre seis troncos de madera de un diámetro aproximado de 50cm hincados en el suelo se levanta la estructura del lavadero. Los pilares están dispuestos en los vértices de un hexágono, y sobre ellos se apoyan dos vigas (de nuevo, dos troncos enteros) de 40cm de diámetro y 9m de largo aproximadamente sobre los pilares 1, 3, 4 y 6, de tal forma que las vigas quedan en paralelo. Unas vigas secundarias se apoyan sobre las de primer orden, éstas de una longitud de 4,5m aproximadamente y 30cm de diámetro y separadas entre si 6,5 m aproximadamente. Cuatro viguetas de 2,5m y 20cm de diámetro (III orden) van enmarcando el espacio central y sirven de soporte a la cubierta. La estructura queda rematada por seis vigas soleras de 20cm de diámetro y 4,5m, que atan todos los pilares.

El levantamiento de la envolvente consta de tres partes: del pilar 1 al 4 hay un muro cerrado que absorbe las vigas soleras y tiene un vano adintelado en cada tramo. Del 4 el 6, el espacio se encuentra abierto, pero hay un banco corrido perimetral que salva un pequeño desnivel del terreno de aproximadamente 40cm (pequeño muro de contención) que permite allanar el suelo del interior. El tramo 6-1 se trata del acceso al lavadero. Dicha envolvente se trata de una mampostería careada con un mortero de cal, que envuelve los pilares y sube hasta servir como apoyo de la cubierta.

Si atendemos a la sección la altura del espacio interior no llega a superar los 2m en el punto más alto, siendo 1,5m la altura menor, que se encuentra entre la piedra del lavadero y la cornisa interior. Esto no resulta incomodo para lavar la roma pues había que ponerse de rodillas para usar la pila.

La cubierta esta formada por sectores circulares de tres capas: 48 vigas radiales, sobre las que descansa un tejido de cañizo entrelazado cubierto de teja árabe. Forma un impluvium. La losa del lavadero o compluvium está cubierta hoy en día por cemento, pero de este hay zonas descubiertas que permiten ver que la pieza está construida por sectores de piedra mas pequeños. La bañera de agua circular de 5,5m de diámetro descarga su agua a través de un desagüe canalizado que lleva a las huertas que hay en el lado norte del lavadero.

Usos Emergentes

Sin suda su forma circular invita a la reunión. Todo el diseño en su conjunto está estructurado en un contexto cultural arraigado a su territorio: la tradición árabe de las acequias, el compluvium y el impluvum romano, la arquitectura vernácula del lugar… la importancia del acto cotidiano que acontecía en él impregna la arquitectura del lugar. Su impacto va más haya de este hecho cotidiano, pues ha generado caminos y trazas, y ha definido límites catastrales: las parcelas consecutivas a la acequia son más pequeñas que las del entorno, y no se destinaban al cereal, sino a las hortalizas. Y son precisamente en las huertas, frente a los campos de cereal, donde las mujeres que trabajan el campo están más representadas 28, 29

El lavadero se construyó a finales del sXIX, aunque pronto quedó en desuso:

El agua llegó a La Puebla en el año 1918, construyéndose el actual depósito que está junto a la Iglesia, bajo la sombra de la centenaria acacia que plantó el abuelo de Casa Yardo, desde donde se distribuía el agua a la fuente del Portal y a la del Chinchano .El año 1962 marca un hito en el progreso de La Puebla de Castro. El agua llega a las casas 30 .

Con ello, el lavadero fue progresivamente abandonado, si bien se seguía usando para lavar las piezas mas grandes, como sábanas, mantas o cortinas. Pero con la llegada de las lavadoras a los hogares, su uso quedó completamente olvidado.

Una entrevista con una mujer residente en La Puebla de Castro, Mercedes la del Triguero, arroja luz sobre la historia de este dispositivo. Cuando estaba en uso, las mujeres se organizaban para bajar el mismo dia. De esta manera, y por su distancia con el pueblo (unos 2 kilómetros), se acercaban por la mañana para lavar, tendían los ropajes extendidos sobre los matorrales y pasaban el dia juntas esperando a que la ropa se secase, para después por la tarde regresar con el ropaje limpio y seco. Más tarde, a La Puebla llegaron nuevas instalaciones, entre las que destaca otro lavadero que se situó en una de las plazas del pueblo. Según la entrevista mantenida con Mercedes, este paso llega casi a la vez que el agua corriente a las casas, por lo que aparece la posibilidad de fregar en pilas dentro de los hogares. El lavadero nuevo queda relegado a ropajes de mayor tamaño, como sábanas o cortinas. El lavadero de La Huerta queda abandonado definitivamente, y con él, la justificación de las mujeres para pasar un día entero fuera de sus casas.

28 Una idea que acontece a todo el libro pero mas específicamente en el Capítulo 3. Abuela: huerto (pags. 147-162). Sánchez, M. (2019). Tierra de mujeres: Una mirada íntima y familiar al mundo rural (Los Tres Mundos). Seix Barral.

29 En su libro, dedica un capítulo entero al importante rol que han tenido las mujeres en el cultivo de alimentos. Shiva, V., & de Villar, P. A. (2020). ¿Quién alimenta realmente al mundo?: El fracaso de la agricultura industrial y la promesa de la agroecología (ENSAYOS) (1.a ed.). Capitán Swing Libros.

30 Suárez, P. B., & Perfil, V. T. M. (2002). LA LLEGADA DEL AGUA Y LA LUZ A LA PUEBLA DE CASTRO. Antonio Torres Rausa. https://puebladecastro.blogspot.com/2012/01/la-llegada-del-agua-y-la-luz-la-puebla.html ropa tendida sobre matorrales

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