AntologĂa Bisiesta Luis Alberto Arango Puerta
Ediciones Marzulipatán Antología Bisiesta ISBN: Reserva legal. en trámite Autor: Luis Alberto Arango Puerta Ilustraciones: Juliana Arango Álvarez Diseño y diagramación: Alfredo Luis Vásquez Elorza Impresión: Todográficas Ltda Impreso en Colombia
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Edición de autor 150 ejemplares Medellín 2015
Antología Bisiesta Luis Alberto Arango Puerta
Luis Alberto Arango Puerta, Medellín 1947
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Librero desde hace doce años. Ahora, ha recogido sus bártulos bisiestos para ponerlos a curtir murmullos.
Antología Bisiesta
Publicó su primer libro, Desorden alfabético, en 2012.
Para mis hijos, testigos de mi terquedad. Para Adriana, por su invaluable ayuda. Para Luz, por todo.
AntologĂa Bisiesta
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“Te asusta el vacío, ¡y abres más los ojos!” “El recuerdo es un poco de eternidad” “La humanidad no sabe ya adónde ir, porque ya nadie la espera: ni Dios” Antonio Porchia -Voces-
Antología Bisiesta
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ÍNDICE 19
GRAMOS DE CENIZA
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CANTILENA DE LAS MIGAJAS
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UN DÍA
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SALVAVIDAS
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LAZARILLO
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HUIR
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ECLIPSE
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SER
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OLVIDO
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IGNOTA
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RECETA DE MUJER (Añadida)
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LIBRARIUS
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RUTINA
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EVENTUS EN PARTUQUEÑA
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CUENTO DE HADAS
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Antología Bisiesta
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PRÓLOGO
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PORFÍA
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HOJA AL VIENTO
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SOLEROTIJA
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NARCIZOS
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UN DESTELLO
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ASUNCIÓN
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DEVENIR
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RECETA
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MONO VESTIDO DE SEDA
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¡EUREKA!
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“CAYENDO POR LA CONEJERA”
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ADVERTENCIA
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PERSISTENCIA
69
SENTENCIA
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UN ABURRIDO
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VACÍO
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CORONACIÓN MORA
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EPIFANÍA
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NORIA
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JAZZ
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DECIR
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SUMISIÓN
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SINFONÍA CONCERTANTE
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HABER COMPRENDIDO
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EMBRUJO
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SOSPECHA
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USTORIO
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PRÍMULAS
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BALANZA
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PAÍS BOBO
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Antología Bisiesta
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DAGUERROTIPO
PRÓLOGO Todo está escrito. La literatura es un mar La música es un mar El arte es un mar La vida es apenas un río.
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GRAMOS DE CENIZA
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Antología Bisiesta
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Todo lo que veas apréndelo, míralo, memorízalo, porque se extinguirá. Cada segundo que vives es el ritmo del mundo: Báilalo con la pareja adecuada. Primero sucumbirá el paisaje. Avizorarás incandescencia u oscuridad. Fuego, agua y aire, que fueron tu cobijo, tu sustento permanente, y que despreciaste, serán suprimidos por Ella: Natura. Suplicarás, arrastrarás tu cuerpo, tu espíritu con el aliento postrero. En esos segundos conocerás la eternidad, que es el dolor sin tregua. Recordarás, todos a una, los tatuajes de la felicidad y la desgracia, y llorarás. Pero no te apures, solo eres unos gramos de ceniza y unas onzas de agua.
“Vanitas vanitatum, et omnia vanitas” (Eclesiastés l,2)
¿En el comienzo Fue el obscurecimiento El caos? Luego tu vanidad sin duda Ingenuo bípedo Que peregrina entre congéneres A quienes no ves: Es fama tu ceguera Tu ufanía Motor de desgracia
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Todo son migajas Motas de polvo Partículas ingrávidas Sutiles trastos Que dan sentido al vivir
Migajas son Las cosas en su estado primitivo Tu primera imagen fundación de tu alfabeto El filo de navaja de la libertad El dolor que nos hizo conocer la diferencia Es la luna llena Entre una galaxia de nubes Y ese segundo del poniente que no verás más Vencer el tedio diario La soledad libre buscada Un abrazo una dulce mirada Y una pasadita de mano Eufemismo de caricia Calidoscopio de migajas son La prudencia no la hipocresía La pasión contenida Una respuesta inteligente El don de la intuición Un favor sin ataduras La porción de memoria que nos corresponde Una estrella fugaz Seguir soñando simplemente
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Antología Bisiesta
CANTILENA DE LAS MIGAJAS
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Albas harinas La intimidad de la honradez que es eterna El silencio que somete el ruido Un buen haiku La ambivalencia de la rosa La fortuna de la amistad Las cenizas de la biblioteca de Alejandría Que mantuvieron la duda Haber escapado a la muerte no deseada Y a su alquimia de túneles resplandecientes.
UN DÍA No parece gran cosa. Es el principio del fin o el fin del principio. Es una pluma o un pesado fardo. Leve u hostil, es motor. Arrastra, detiene, sonríe y llora. Puede ser solo silencio o bullaranga sin límite. Y es lo obvio: diástole y sístole, resignación o avivamiento. Aparece con la creación, desaparece con la rutina, y al sumar, resta.
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Antología Bisiesta
Caja de Pandora las migajas Recogidas de un buen texto La indiferencia ante el dinero y el poder El primer lance de una partida de ajedrez El olor de algunos libros Un “resto de nube” prestado a Vinicius de Moraes El roce de la mujer deseada Un solo de piano La impavidez del roble La mirada indescifrable de un fósil La sonrisa que no sea urbanidad Un trino una pluma
SALVAVIDAS ¿A cuántas tablas de náufrago
debo atarme día a día para sentir que vivo? ¿A la tristeza que te punza y te hace un mar? ¿Al tibio sol? A tu mirada y pícara sonrisa? Quizá al eterno eco de un jazz A la floresta de tu sexo Al fluir de un buen poema A la mullida sensación del ocio Al pálpito de ser amado Y a la milenaria secuoya que todavía no ha sido talada por la infame mano del hombre.
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Cuando los vi por primera vez supe todo. Bastaba mirarlos: el paso firme, decidido, con que Ella caminaba. Una evidente seguridad, con la que ambos se entregaban a su dirección. Fabio Páramo, el músico invidente, el intérprete genial que discurría por aquel teclado como gacela. Y nosotros, testigos de un mundo apenas intuido: Ella es sus ojos, su todo. Quien nombra las cosas, la luz, la suspicacia, es Ella, para él. Los bizarros menesteres de la cotidianidad son ejecutados por Ella. Sólo una porción es de él: el latifundio de sus manos
y de sus oídos de músico. El pianoforte, que Fabio interpreta con sapiencia, es su universo. Vive para eso. Y para Ella, por supuesto.
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LAZARILLO
ECLIPSE
¿De qué? De todo. Del prójimo, de su aliento, hasta de su sonrisa. Huir del día con sus soles, del añil de su horizonte, del gris de su mueca. Buscar una sombra, un árbol quizá, la noche, sombra de los días. ¿El sueño es la huida? ¿La tiniebla?
Allí van todas las tardes, al pie de la vidriera, para buscar calor y compañía. Provectos, entrecanos y observadores, beben su anís con paladeo, fuman sin descanso y, de tanto en tanto, hablan. Ignoro lo que dicen, pero la pétrea expresión de sus rostros describe cansancio, resignación. No puedo rehuir mirarlos: son espejo ante el cual me espanto. Allí están, todas las tardes, anunciando con su hábito un eclipse de sol y luna.
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HUIR
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Somos, por el resto de nuestra vida, esa primera impregnación. La que no precisamos, que solo debe estar en la corteza cerebral. El primer sonido, el primer olor, la primera visión, la prístina palpación; el primer sabor. Ese segundo en el tiempo y en el espacio. El monstruo y el ángel. Y luego el pensamiento y la imaginación. Y, finalmente, la memoria, viva o muerta. Todo ojos y todo oídos. Sal y azúcar. El aroma de la asepsia o del jugo de guayaba. El fluir del primer llanto, El correr de la primera micción. La cachetada iniciática
o la sensación de la caricia. La temperatura. El primer susurro, el canto, la gota de alimento lácteo que choca con mis papilas. La redondez y la cuadratura. Lo suave y lo áspero. Y también la primera mirada, la del otro. Y la diferencia, la distancia, la cercanía. Y la carta de colores: La alegría y la tristeza. La interrogación. Y el fardo que arrastro con mi locomoción de turno, de modo.
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SER
“Cuando nadie recuerda, qué es lo que hay?” Mark Strand
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No harás falta, fulano. Antes de nacer ya eres herrumbre. Una vez dejas tu espacio en el mundo, todos voltean la página de tu libro: Tu vida. Memoria muerta. No hay salvación. Y pensar que luchamos por dejar esa huella. Pero no habrá migas de pan para volver. Solo penumbra; si acaso el destello de una frase, de una caricia. Nada. Muerte después de la muerte.
IGNOTA No tiene rostro Ni pliegues Ni centro Se muestra Se esconde Musita calla Danza posa salpica La mimo la rozo La observo me esquiva me siente Se escapa Regresa No está.
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OLVIDO
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¿Le faltaría a Vinicius (De Moraes)-que me perdoneel pezón erecto, la tanga circunfleja, la punta de la lengua que apenas asoma, y el lóbulo donde penden los besos? Es preciso un ombligo de la hondura de un dedal donde pueda tomarse la cicuta. Que un monte de Venus nos recuerde el peligro del deshielo. Y que el triángulo púbico permita el pastoreo de los unicornios. Las corvas (¡oh región poplítea!) que llamen la atención de ciegos y sordomudos. Que las rodillas provoquen –al caminar- pliegues como meandros deleitosos. Ah!... que los labios –todos- sugieran el Everest. ¿Por qué no un lunar como un dátil en el Sahara? 1 Basado en el poema Receta de mujer, de Vinicius de Moraes. Brasilero.
Los brazos, como ramas multicordes, que digan melodías de Plutón. Que los tobillos sean pequeñas astas orgullosas, y que nuestra mirada se pose en la planta del pie con la intención de descansar en su cuenco de gloria.
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RECETA DE MUJER (Añadida)
LIBRARIUS
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En cada estante duerme el mundo disecado. Un hombre curtido de páginas, como un taxidermista, hará que ellas vivan infinitamente. Cada minuto de su vida no pensará en otra cosa. Acariciará los lomos y las guardas, mirará las fechas, las dedicatorias, los exlibris. Acercará sus ojos y nariz para desentrañar aromas de otros tiempos, y gemirá en silencio cuando el atento explorador haga la cacería y lleve su presa.
EVENTUS EN PARTUQUEÑA
En el lago de Lerna te encontré, rutina. Horda silenciosa Taimada sombra Sinuosa guillotina Inevitable. Eres dama y caballero venenosa hidra, policéfalo tumor que creas y destruyes. Imploro el contundente golpe de Hércules, el tajo salvador que me permita ver la luz y respirar la infinitud del mundo.
Se ha dormido. Una criatura la llama desde el túnel, un ovillo resplandeciente. (Una crisálida, una ninfa se sueña mariposa). Ha ingresado: Primero su sonrisa, luego sus manos, luego su tristeza. Es una extraña mariposa. Un hombre vestido de negro impecable toca el oboe. “Eventus en Partuqueña” es la melodía que ella reconoce al instante. Lentamente, entre acordes cobrizos, lágrimas y mutaciones, unas alas multicolores baten el polvo minucioso de la vida.
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RUTINA
DAGUERROTIPO
Aparecimos en el descampado furtivo del amor, como tenues siluetas, como hambrientas aves migratorias. Me atrapó tu olor de ninfa, tu escondida miel. Te atrapé de soslayo, despacito. Bebí en tu cisterna, bebo aún y beberé, si lo permites, en mi reencarnación. Voy a tu vera siempre expósito intentando, sin querer, conocerte. ¿Sabes? No te olvidaré. No me olvidarás. Cada eslabón del cuento será como pepita de un rosario perpetuo. … y volveremos a amarnos, allende el tiempo, y envejeceremos muy quedo, como las hadas.
Memoria, piélago antártico, voluble iceberg. Un niño posa tocando el tambor y su tan tan le señala el rumbo: Música, un yunque y un tímpano heridos para siempre. Un texto, un papiro, un papel de arroz, salpicados de azul tinta. Una caja de acuarela sin desflorar, salvo el color negro. Melancolía, como en un día polar, gris témpano, arcana ninfa.
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CUENTO DE HADAS
NARCISOS
Somos un andrajo del azar. Batiente melodía: átona o celestial. Puerta que abre y cancela, río que fluye y germina o difusor de pestilencia. Hoja al viento, huérfana de brújula, depositaria de verdades, amarguras y sonrisas. Pregoneros de duda y necedad. Harapos galácticos, engreídos, arbitrarios, inoportunos. Y somos la luciérnaga de un ejército de amebas que cree haber descubierto la eternidad.
Amo a las feas. (¿Quién ha dicho no a las bonitas?) Pero Las feas son preciosas: Te miran a ti, no al espejo.
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HOJA AL VIENTO
RECETA
Asumiré que existes, que habitas en algún confín. Así que te esperaré cada día, a cada instante, en lo recóndito, en lo obvio, en un descampado, en la ciudad. Me vestiré para ti, prepararé la mesa, pulsaré una melodía, llamaré una penumbra y me sentaré. Sí, allí estaré hasta sentir la punción de tu mirada, la tibieza de tu aliento, la yema de tus dedos, el olor de tus pechos, todo lo que sé de ti.
Arroz. Ternura en grano, suelto, blanco, con o sin librea, ajo, cebolla y mantequilla. Baño turco y una pizca de sal.
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ASUNCIÓN
¡EUREKA! Te deseo, mintió ella. Ni sus ojos ni sus brazos lo abarcaron. Él complació, sin embargo. Pero en el espasmo último comprendió el indefenso animalito que era.
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SENTENCIA
Cuidado con lo que dices, mi loca esquiva. Mira dónde pones tu atisbo, tus ojos color miel: Un segundo es un puñal. Mide tus palabras, pues una sola puede tatuar el corazón de mi memoria.
En un hongo copa de diablo bebo tu hiel, veneno amazónico. Solo el río me muestra el rumbo: larga ausencia y profundo olvido. La sentencia de Heráclito es patética: no me bañaré dos veces en tu arroyo.
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ADVERTENCIA
Desnuda. Solo tu piel. Tú, desnuda, tu piel y yo. Te dejo caminar, haraganear. Te observo: felina, grácil, natural. Pienso: soy láudano solitario, y éter tú.
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EPIFANÍA Despunta un río: Sus ojos son ávidos Su cauce volcánico Sus orillas blandas Pero en el limo de sus vegas Los abrojos acechan.
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VACÍO
SUMISIÓN
El director tomó su paleta de colores y pintó el primer compás. Ese clarinete es una mujer que sedujo al piano que sedujo al bajo que conquistó a la batería. Y juntos, a su manera, provocaron una insólita ebullición mezclándose, contrayéndose, liberándose. Un juego surrealista que nos envolvió en la sensualidad como elíxir intravenoso del cual no queríamos salir.
De ahora en adelante te querré con un amor distinto. Seré como oveja mansa esperando que tú la esquiles. No opinaré, caminaré tan sólo al matadero que tú le destines y que podría ser mi propia mano.
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JAZZ
SOSPECHA
¡Tonto mequetrefe! Todo es un lugar común. Lo bello y lo feo. Alegre y triste. Lugar común. Monotonía. Fuerza el asombro hasta reventar para que puedas ver algo que merezca.
Creo que si yo fuera perfecto te aburrirías. Lo sé. En el fondo amas mi imperfección, la sombra que doy a tu orden.
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HABER COMPRENDIDO
Mejor es la vida que pasa sin medirse. F. Pessoa
Bastará recordar Tu voz Tus ojos lapislázuli Y las mariposas Que llamabas parimosas Para que dé gracias a la vida
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Cada prímula Que has cumplido Tu mirada triste y sabia Tus silencios ensordecedores Y tu inocencia cierta Son tesoros de sultán Tus cabellos Oro y sol Enceguecen al instante
Y una noción suficiente De nariz Recuerda El triángulo equilátero Ayer Cuando tu risa Insinuaba los marfilitos Separados de tu boca Deseé Que el mundo fuera estático Adoré el daguerrotipo Hoy Tres lustros luego Unas manos Raras veces en reposo Tejen pintan componen Decoran fabrican Reúnen estrellas semillas Y estalactitas Para que no cese la belleza.
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PRÍMULAS
PAÍS BOBO “El no es un peligro vivo” Leila Guerriero
¿Cuál es el punto medio? La aguja entre el sí y el no: ¿La deserción, la duda, la entrega? ¿A qué llaman balanza? ¿Quieres que se incline? Sí y no. ¿Cuánto y cuánto? Posología: un solo no, basta.
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De mal gusto De timadores Ladrones de faca y metralla Y cuello blanquísimo Y toga y birrete.
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BALANZA
PORFÍA Lo que intenta todos los días: Disciplina. Pero no la tiene. Nunca la ha tenido. Y se miente. De buena fe, cada día. Y sufre. Que es el colmo. En los entretelones hace cosas: Trabajos alimenticios, casi siempre, y sus pecados secretos, que no son otra cosa que literarios. Pero todo está aplazado. Se debería llamar “Pendiente”. Donde mira, todo está por hacer.
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UN DESTELLO
El reposo es la señal. Retén un segundo tu respiración ¡Qué difícil definirte! Desprevenida oveja negra, tú. ¡Acecha el lobo! El primer zarpazo No te alcanza. Pero no te confíes: Improvisará.
Hoy he visto amanecer Me asila un cómplice balcón Un lucero y un resto de luna Me saludan La ciudad duerme, me digo Pero su silencio crepita Hago un par de fotos y pienso: He capturado el Tiempo Tonto, Es solo un destello.
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SOLEROTIJA
MONO VESTIDO DE SEDA
No te percatas cuando haces inventario del día. Pero en tu memoria está el daguerrotipo que atrapó las briznas de tu discurrir: En ese abrevadero de horas están el sendero y el follaje, las astillas que sostienen tu vida.
Máscara más que rostro. La luz es lo elemental, el progreso es la sombra. Sebo y cebo. Primero te seduce y luego te engorda, te empalaga. Te satura. El progreso desconoce el sosiego : no tiene tiempo.
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DEVENIR
PERSISTENCIA
A veces hago que me miro en el espejo de la nada, en el vacío infinito, y caigo vertiginoso como aerolito.
La constancia de los días: No darse cuenta del flujo lento y vertiginoso de las cosas, del tiempo, los rostros, el tibio sol, la monotonía.
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“CAYENDO POR LA CONEJERA”
CORONACIÓN MORA
Soy la billonésima parte del género humano, esa lacra. Un hombre con las manos en sus bolsillos. Un atisbador, un voyerista. Un perezoso que finge actividad. Alguien con depresión endógena, un aburrido.
Los árabes me regalaron las palabras que necesito para entronizar tu mayoría de edad: Me dieron aljibe para ver brotar tu sed de conocimiento. Una tinaja, para que mantengas fresca tu juventud; una aljaba, para guardar las flechas de tu proyección, incluyendo la de Cupido. El álgebra, para que des gracias a la vida, como Borges. Sacrificaremos un jabalí para llevarlo a manteles el día de tu santo; adornaremos la mesa con dátiles del Sahara y pequeños faros de Alejandría, y nos divertiremos atendidos por odaliscas de Bagdad. Como ya dizque eres grande haré como Scherezada: cada noche te contaré un cuento
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UN ABURRIDO
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NORIA Me habitaste una noche anodina, dispuesto a la aventura. Mi melancolía incesante fue el palio perfecto bajo el cual navegamos siameses. Tú a mí, y yo a ti, norias encontradas. Fuimos repetición, simetría, encono. Simple paralelismo.
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para hacerte sentir un oasis de aventuras. Tu mayoría de edad ha hecho que nombremos a Aladino como registrador para que firme tu cédula de ciudadanía que cortésmente te entregará Simbad, el marino. Así que ya eres el jeque de tu propio destino. Detrás de ti, en una infinita caravana de camellos, vienen tus obligaciones y tus gustos; haz solo estos últimos y vuélvelos esas obligaciones, pero que sean tan agradables como el olor de los jazmines en la Alhambra de Granada. Te corono mi Reina Mora.
¡Ay! Si yo en verdad tuviera algo que decir, qué no diría. Diría duda, no certeza. No diría creo. Anunciaría: veo. Simple, escueto, también señalaría. Despacio, quedo. Preguntaría para poder hablar de la inocencia del que dice sin decir.
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SINFONÍA CONCERTANTE Para mi hijo Esteban
Hay un joven que guarda un niño un niño eterno. Hubo un niño, habrá un joven, eterno, eterno niño. Dos cosas recuerdo de ti: Una alegría suelta, cantarina, y una recóndita melancolía. Guardas aferradamente ternura y rebeldía. Con la segunda te defiendes del mundo; con la primera, cuando agregas tu mirada profunda, derrotas el Sistema Solar. Eres cósmico: Serías capaz de regalarte voluntario para ir a Plutón, e incapaz de acabar
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DECIR
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EMBRUJO No te vi hasta que hablaste. Abriste el grifo de tu hechizo atalayado en tus ojos, en tu voz. Abracadabra susurraste a mis sentidos elementales como la jungla que, incendiada sin remedio, apagará mi sed perniciosa.
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con la vida de una libélula. Ah! Pero qué envidia: Tienes un tímpano de oro. A tu oído de músico natural golpean con sus nudillos un teclado o un laúd, una conga o la trompeta: todos son bienvenidos. Y habrá un hombre, joven y niño, ecuánime, que luchará por controlar planetas y zodíaco para que perviva la alegría.
USTORIO
79 Este libro es el resultado de años de exorcismos bisiestos. Medellín 2015
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He ensayado múltiples oficios: También he sido niño. Fui llanto, temblor, juego, Músico primitivo, pirotécnico, Ciclista, acólito, pensador. Huérfano, saltimbanqui, Perseguido, acogido, insubordinado, Místico. Soy farsante, vendedor, oficinista. Era viajero, observador, aventurero. Enamorado, fantoche, revolucionario, Fisicoculturista, putañero, Alcohólico, actor y consorte. Vanamente he buscado un puerto, Una utopía. Y luego de explorar por décadas, Bucear, luchar, como salmón y anguila, He encontrado mi estanque, mi nicho: La cifra, el gozo de la escritura. Por fin puedo nadar, sonreír, respirar. Me he quedado allí con Ella, Mi dulce compañía, Leal como soldado raso. Último oficio.
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