SUPLEMENTO LITERARIO Barranquilla, Colombia / 24 de Febrero de 2013/ Diario La Libertad / Esper Impresores / 8 paginas / 12º Edición
Un hecho que quiso destruir la tierra,
La Bomba atómica
pero no destruyó la cultura…
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LA LIBERTAD Barranquilla, Domingo 24 de Febrero de 2013
Nuevos Autores
SUPLEMENTO LITERARIO
Quien lo sufre es quien lo goza
Por: Manuel Hernández Frías
Federico Santodomingo
SUPERACION FATAL, LA NUEVA NOVELA DE JOHN MOLINARES ARROYO Después del éxito que obtuvo con la publicación de su primer libro “Mano Roja”, el escritor y licenciado en lenguas Modernas John Molinares Arroyo,* hará el lanzamiento oficial en el próximo semestre de su segunda novela “Superación Fatal”, la cual nos ubica en un contexto de nuestra historia reciente: El narcotráfico y todas las secuelas que dejó y aún sigue dejando en todas las esferas de la sociedad colombiana. Similar a Mano Roja en su técnica narrativa, el escritor Molinares Arroyo nos atrapa con el mismo ritmo vertiginoso y veloz con que desarrolló el primer libro, pero diferenciándose en el contexto histórico y en la fortaleza de sus personajes que poco a poco van dibujando su perfil, para luego tomar vida propia en el transcurso de la trama narrativa. “Superación fatal”, además de su valor literario y de ficción, tiene otros aditivos que logran transcender lo anecdótico para que su personaje central, sirva como modelo de superación, ética y compromiso con la construcción de un mundo mejor. Invitamos a nuestros lectores a que se internen en el fascinante mundo de la nueva novela de John Molinares Arroyo. De cómo los personajes involucrados en el negocio del narcotráfico se permean sutilmente con las altas esferas militares y policivas de los gobiernos de turno para se planear asesinatos en masa y crímenes selectivos, además de los crímenes de Estado. Molinares nuevamente, con su peculiar estilo narrativo nos vuelve a sorprender y atrapar desde la primera hasta la última página en su nueva novela. *John Molinares Arroyo, además del ejercicio de la docencia y de dedicarse hace muchos años a escribir varios libros aún inéditos, entre ellos, una colección de cuentos, una obra de teatro, una novela, también desarrolla unos Talleres de Literatura Universal con énfasis en técnica narrativas en la cual demuestra su talante a través sus libros.
Después de haber participado de un exquisito ágape brindado por un selecto grupo de amigos, el día 12, Martes de Carnaval, en la ciudad de Barranquilla,me dirigí a la plaza de la Paz, cuestionada en su horrorosa construcción. Iba como espectador a disfrutar de las danzas de tradición y el festival de letanías , obras poéticas rudas ,las cuales representan un tipo de verso arcaico pero que se preservan en los carnavales con cierto humor mordaz y critico no solo de la ciudad sino de los acontecimientos globales. La plaza estaba vacía, eso si, con las barandas que ahora en la soledad, parecían alambres de púas en los antiguos potreros, como efectivamente, durante los eventos del norte no permiten que la gente se revuelva, esencia de estas fiestas. No así en los actos del carnaval del suroccidente , donde la ausencia de la policía era notoria, y sin embargo se nota, se saborea el disfrute. Efectivamente, al frente de la Catedral, al fondo una gentecita martillando, al frente una sala Vip, sola sin funcionarios importantes. Claro, si ya ellos, dos día antes habían celebrado pomposamente en la casa del carnaval. Mientras aquí participa LA PLEBE la que suda el carnaval. Sin embargo, las exigencias como siempre, descaradas, los operadores como ahora llaman a los contratistas, con cara de puños, interioranos agresivos, una policía que no contribuye para nada con el espíritu civilista que debe tener, al contrario siempre con la mano en el arma desafiantes con quienes quieren gozar estas festividades. Mientras los participantes del Encuentro de Letanías hacían gala de todo tipo de críticas, los operadores del 911, jefes de los policías no permitían que a la sala desocu-
pada entraran a sentarse niños ni ancianos con los más inverosímiles argumentos. Al intentar ingresar, me exigen mi tarjeta de periodista, les explico que me la robaron en la guacherna del country. Uno de los funcionarios de la Secretaría de Cultura,William Guerrero, les explica que soy Miembro del Consejo Distrital de Literatura, Toño Perez director de Son de Negro intenta decir de que soy poeta, verseador; Carmen Alvarado, jurada les dice que soy profesor universitario .No me dejaron entrar porque tenía una botella de ron en mi mochila Tayrona. Que vainas tiene la vida, mientraås los jurados a quienes unos jovencillos que fungen de periodistas intentaban hacerles cambiar las reglas del concurso y lucían los frascos de la imperial cocacola yo no podía degustar mi vodka brasileño. No solo el dios momo, fue excluído por la reina sino que el mismísimo Baco a quien se dedican las fiestas se le impedía el disfrute colectivo. Ahora comprendía el porque los pastores de muchas iglesias en sus muelles refugios huyéndole al carnaval sino es que no estaban disfrazados se adelantaron a las letanías con sus monsergas sobre la dedicación de estas fiestas a las deidades africanas. Como si los afros no fueran el corazón alegre de este jolgorio colectivo. Para los organizadores del carnaval lo importante son las fotos de la prensa, por eso permanecen sordos a los cantos de los Turpiales que gritaban en su cantaleta versos de confraternidad como estos: Que todos los actores/ de la guerra fratricida/ se decidan sin rencores/ por el respeto a la vida. Yo si los oí con delectación y me disfrutaba mi vodka,bailando,jodiendo sabroso con el lema del pueblo acostumbrado de quien lo sufre es quien lo goza.
Director: Roberto Esper Rebaje Director de Redaccion: Javier De la Hoz/ Luis Roncallo Directores Literarios: Ricardo Avila/ Federico Santodomingo Colaboradores: Amaury Díaz /Walter Pimienta/ Santander Rojas E-mail: riavica@yahoo.com; Jdeorosierra@Gmail.com
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Bombardeo atómico El 2 de agosto de 1945, en la isla de Tinian, en las Islas Marianas, la fuerza aérea de ataque atómico estaba dispuesta para actuar. Durante las últimas semanas sus tripulaciones habían estado entrenándose con vuelos a la altura a la que se iba a realizar el definitivo, a 9.600 m, en misiones a Japón donde dejaban caer una única bomba sobre objetivos muy concretos. Al B29 que transportaría la bomba se le retiró el armamento, dejando sólo la ametralladora de cola. Su comandante, Paul Tibbets lo bautizó con el nombre de su madre: “Enola Gay”, y a la bomba se la bautizó con el nombre de “Little boy” (Pequeño muchacho). El 5 de agosto el Enola Gay, con Little boy en sus entrañas despegó de Tinian con destino a Japón escoltado por cinco B29. Uno destacado con misión de comprobar las condiciones meteorológicas, dos para medir las consecuencias del impacto, fotografiar y filmar, y otros dos como escolta. El objetivo era Hiroshima en primer lugar, y si su cielo no estuviese libre de nubes, lo que impediría registrar los efectos de la bomba, Nagasaki, Kokura o Niigata, la que mejores condiciones meteorológicas ofreciera. El 6 de agosto, sobre Hiroshima el cielo estaba radiante y a las 8,15 el Enola Gay dejó caer la bomba atómica sobre el puente Aioi, centro geográfico de la ciudad. Sus habitantes, acostumbrados a ver pasar los B29 sin descargar sus bombas sobre ellos, se vieron sorprendidos por aquella gran explosión que en escasos segundos arrasó la ciudad en un radio de tres kilómetros. Mientras el ejército japonés
trataba de ocultar el bombardeo a sus ciudadanos, el presidente Truman se dirigió a su población a través de la televisión: “Hace poco tiempo un avión norteamericano ha lanzado una bomba sobre Hiroshima inutilizándola para el enemigo. Los japoneses comenzaron la guerra por el aire en Pearl Harbor, han sido correspondidos sobradamente. Pero este no es el final, con esta bomba hemos añadido una dimensión nueva y revolucionaria a la destrucción […] Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de fuego que sembrará más ruinas que todas las hasta ahora vistas sobre la tierra.” Tres días después, el 9 de agosto, el bombardero B-29 apodado “Bock’s Car” dejaba caer sobre el centro de Nagasaki la segunda bomba atómica “Fat Man” (hombre gordo), alcanzando a la fábrica Mitsubishi, pero quedando los astilleros de su puerto a más de 2 km del centro de la explosión. La ciudad quedó igualmente destruida. El presidente Truman pacta en secreto con Japón la rendición a través de su embajada en Suiza. La figura del emperador Hirohito sería preservada. El 10 de agosto Japón se rinde incondicionalmente. No obstante, una parte del ejército conspira sin éxito para interceptar la grabación del emperador Hirohito dirigida al pueblo de Japón. El 15 de agosto el pueblo de Japón oyó por primera vez la voz de su emperador y fue para anunciar la capitulación. El 2 de septiembre, en la bahía de Tokio, en la cubierta del acorazado Missouri, se formaliza la rendición. Blanco atómico Durante la Segunda Guerra Mundial,
Hiroshima era una ciudad de importancia militar considerable. En las afueras de la ciudad (a varios kilómetros del centro) se encontraban los cuarteles del Segundo Ejército, los cuales defendían el sur de Japón. Allí funcionaba un centro de comunicación, punto de almacenamiento militar y área de concentración de tropas. En las afueras también había algunas plantas industriales y el puerto. Nada de eso fue tocado por la explosión, que sólo destruyó el centro de la ciudad (donde había una inmensa mayoría de civiles). Hiroshima para el tiempo de la guerra era un puerto militar y no había sido tocado por los bombardeos convencionales, se decía que Harry Truman había perdonado a la ciudad, la población civil colaboraba con el esfuerzo de guerra en fábricas de armamentos, Hiroshima era tácticamente un lugar logístico para la Rengo Kentay. Además en ese lugar se organizaba la defensa de las islas Kyushu. Según un informe japonés: «Desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, más de mil veces los ciudadanos de Hiroshima habían saludado con gritos de “¡Banzai!” a las tropas saliendo desde el puerto». El centro de la ciudad contenía un número de edificios de hormigón reforzado y estructuras más livianas. En el área de los alrededores se encontraba un conglomerado de pequeños talleres de madera entre casas japonesas. Las casas eran de madera con techos de tejas. Muchos de los edificios industriales eran también de madera. La ciudad en general era extremadamente susceptible al fuego.
Debido a los peligros de terremoto presentes en Japón, algunos de los edificios de hormigón reforzado eran construcciones mucho más fuertes que las requeridas por los estándares de Estados Unidos. Hiroshima tiene seis brazos del río Ota y está cruzada por muchos puentes. El puente Aioi, con forma de T, fue elegido como blanco de bombardeo por el tripulante (bombardero) del avión que lanzaría Thomas Ferebee. Cerca del puente (a 600 m) estaba la clínica del doctor Shima. Hacía el sector centro de la ciudad, a 900 m se erigía el castillo de Hiroshima, donde estaba el cuartel general del Segundo Ejército. El monte Futaba se encuentra a 2 km, las industrias Mitsubishi a 5 km, en dirección al puerto. La población de Hiroshima había alcanzado en su mejor momento a más de 380.000 habitantes al comienzo de la guerra, pero previamente al ataque atómico la población fue reducida a aproximadamente a 255.000 habitantes debido a evacuaciones. Este número se basa en la población registrada —que los japoneses usaban para medir la cantidad de raciones de comida necesarias—, pero no son muy exactas las cantidades estimativas de trabajadores y tropas adicionales que se encontraban en la ciudad. Para la designación de los blancos, se tomaron los siguientes criterios: nunca bombardeados convencionalmente antes, de relevancia para el esfuerzo bélico japonés, gran densidad poblacional. Por todos los criterios anteriormente dichos, Hiroshima estaba en la lista de blancos atómicos, estos eran: Kyoto, Niigata, Kokura, Nagasaki e Hiroshima.
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Alicia en el pais de las maravillas
Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del río, sin tener nada que hacer: había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía dibujos ni diálogos. «¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?», se preguntaba Alicia.Así pues, estaba pensando (y pensar le costaba cierto esfuerzo, porque el calor del día la había dejado soñolienta y atontada) si el placer de tejer una guirnalda de margaritas la compensaría del trabajo de levantarse y coger las margaritas, cuando de pronto saltó cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados. No había nada muy extraordinario en esto, ni tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!» (Cuando pensó en ello después, decidió que, desde luego, hubiera debido sorprenderla mucho, pero en aquel momento le pareció lo más natural del mundo). Pero cuando el conejo se sacó un reloj de bolsillo del chaleco, lo miró y echó a correr, Alicia se levantó de un salto, porque comprendió de golpe que ella nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de él, y, ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo por la pradera, y llegó justo a tiempo para ver cómo se precipitaba en una madriguera que se abría al pie del seto. Un momento más tarde, Alicia se metía también en la madriguera, sin pararse a considerar cómo se las arreglaría después para salir. Al principio, la madriguera del conejo se extendía en línea recta como un túnel, y después torció bruscamente hacia abajo, tan bruscamente que Alicia no tuvo siquiera tiempo de pensar en
detenerse y se encontró cayendo por lo que parecía un pozo muy profundo. O el pozo era en verdad profundo, o ella caía muy despacio, porque Alicia, mientras descendía, tuvo tiempo sobrado para mirar a su alrededor y para preguntarse qué iba a suceder después. Primero, intentó mirar hacia abajo y ver a dónde iría a parar, pero estaba todo demasiado oscuro para distinguir nada. Después miró hacia las paredes del pozo y observó que estaban cubiertas de armarios y estantes para libros: aquí y allá vio mapas y cuadros, colgados de clavos. Cogió, a su paso, un jarro de los estantes. Llevaba una etiqueta que decía: MERMELADA DE NARANJA, pero vio, con desencanto, que estaba vacío. No le pareció bien tirarlo al fondo, por miedo a matar a alguien que anduviera por abajo, y se las arregló para dejarlo en otro de los estantes mientras seguía descendiendo. «¡Vaya! », pensó Alicia. «¡Después de una caída como ésta, rodar por las escaleras me parecerá algo sin importancia! ¡Qué valiente me encontrarán todos! ¡Ni siquiera lloraría, aunque me cayera del tejado!» (Y era verdad.)Abajo, abajo, abajo. ¿No acabaría nunca de caer? --Me gustaría saber cuántas millas he descendido ya --dijo en voz alta--. Tengo que estar bastante cerca del centro de la tierra. Veamos: creo que está a cuatro mil millas de profundidad... Como veis, Alicia había aprendido algunas cosas de éstas en las clases de la escuela, y aunque no era un momento muy oportuno para presumir de sus conocimientos, ya que no había nadie allí que pudiera escucharla, le pareció que
repetirlo le servía de repaso. --Sí, está debe de ser la distancia... pero me pregunto a qué latitud o longitud habré llegado. Alicia no tenía la menor idea de lo que era la latitud, ni tampoco la longitud, pero le pareció bien decir unas palabras tan bonitas e impresionantes. Enseguida volvió a empezar. --¡A lo mejor caigo a través de toda la tierra! ¡Qué divertido sería salir donde vive esta gente que anda cabeza abajo! Los antipáticos, creo... (Ahora Alicia se alegró de que no hubiera nadie escuchando, porque esta palabra no le sonaba del todo bien.) Pero entonces tendré que preguntarles el nombre del país. Por favor, señora, ¿estamos en Nueva Zelanda o en Australia?Y mientras decía estas palabras, ensayó una reverencia. ¡Reverencias mientras caía por el aire! ¿Creéis que esto es posible? --¡Y qué criaja tan ignorante voy a parecerle! No, mejor será no preguntar nada. Ya lo veré escrito en alguna parte. Abajo, abajo, abajo. No había otra cosa que hacer y Alicia empezó enseguida a hablar otra vez. ¡Temo que Dina me echará mucho de menos esta noche !
(Dina era la gata.) Espero que se acuerden de su platito de leche a la hora del té. ¡Dina, guapa, me gustaría tenerte conmigo aquí abajo! En el aire no hay ratones, claro, pero podrías cazar algún murciélago, y se parecen mucho a los ratones, sabes. Pero me pregunto: ¿comerán murciélagos los gatos? Al llegar a este punto, Alicia empezó a sentirse medio dormida y siguió diciéndose como en sueños: «¿Comen murciélagos los gatos? ¿Comen murciélagos los gatos?» Y a veces: «¿Comen gatos los murciélagos?» Porque, como no sabía contestar a ninguna de las dos preguntas, no importaba mucho cual de las dos se formulara. Se estaba durmiendo de veras y empezaba a soñar que paseaba con Dina de la mano y que le preguntaba con mucha ansiedad: «Ahora Dina, dime la verdad, ¿te has comido alguna vez un murciélago?», cuando de pronto, ¡cataplum!, fue a dar sobre un montón de ramas y hojas secas. La caída había terminado. Alicia no sufrió el menor daño, y se levantó de un salto. Miró hacia arriba, pero todo estaba oscuro. Ante ella se abría otro largo pasadizo, y alcanzó a ver en él al Conejo Blanco, que se alejaba a toda prisa. No había
momento que perder, y Alicia, sin vacilar, echó a correr como el viento, y llego justo a tiempo para oírle decir, mientras doblaba un recodo: ¡Válganme mis orejas y bigotes, qué tarde se me está haciendo! Iba casi pisándole los talones, pero, cuando dobló a su vez el recodo, no vio al Conejo por ninguna parte. Se encontró en un vestíbulo amplio y bajo, iluminado por una hilera de lámparas que colgaban del techo. Había puertas alrededor de todo el vestíbulo, pero todas estaban cerradas con llave, y cuando Alicia hubo dado la vuelta, bajando por un lado y subiendo por el otro, probando puerta a puerta, se dirigió tristemente al centro de la habitación, y se preguntó cómo se las arreglaría para salir de allí. De repente se encontró ante una mesita de tres patas, toda de cristal macizo. No había nada sobre ella, salvo una diminuta llave de oro, y lo primero que se le ocurrió a Alicia fue que debía corresponder a una de las puertas del vestíbulo. Pero, ¡ay!, o las cerraduras eran demasiado grandes, o la llave era demasiado pequeña, lo cierto es que no pudo abrir ninguna puerta. Sin embargo, al dar la vuelta por segunda vez, descubrió una cortinilla que no había visto antes, y detrás había una puertecita de unos dos palmos de altura. Probó la llave de oro en la cerradura, y vio con alegría que ajustaba bien. Alicia abrió la puerta y se encontró con que daba a un estrecho pasadizo, no más ancho que una ratonera. Se arrodilló y al otro lado del pasadizo vio el jardín más maravilloso que podáis imaginar. ¡Qué ganas tenía de salir de aquella oscura sala y de pasear entre aquellos macizos de flores multicolores
y aquellas frescas fuentes! Pero ni siquiera podía pasar la cabeza por la abertura. «Y aunque pudiera pasar la cabeza», pensó la pobre Alicia, «de poco iba a servirme sin los hombros. ¡Cómo me gustaría poderme encoger como un telescopio! Creo que podría hacerlo, sólo con saber por dónde empezar.» Y es que, como ves, a Alicia le habían pasado tantas cosas extraordinarias aquel día, que había empezado a pensar que casi nada era en realidad imposible.De nada servía quedarse esperando junto a la puertecita, así que volvió a la mesa, casi con la esperanza de encontrar sobre ella otra llave, o, en todo caso, un libro de instrucciones para encoger a la gente como si fueran telescopios. Esta vez encontró en la mesa una botellita («que desde luego no estaba aquí antes», dijo Alicia), y alrededor del cuello de la botella había una etiqueta de papel con la palabra «BEBEME» hermosamente impresa en grandes caracteres. Está muy bien eso de decir «BEBEME», pero la pequeña Alicia era muy prudente y no iba a beber aquello por las buenas. «No, primero voy a mirar», se dijo, «para ver si lleva o no la indicación de veneno.» Porque Alicia había leído preciosos cuentos de niños que se habían quemado, o habían sido devorados por bestias feroces, u otras cosas desagradables, sólo por no haber querido recordar las sencillas normas que las personas que buscaban su bien les habían inculcado: como que un hierro al rojo te quema si no lo sueltas en seguida, o que si te cortas muy hondo en un dedo con un cuchillo suele salir sangre. Y Alicia no olvidaba nunca que, si bebes mucho de una botella que lleva la indicación «veneno», terminará, a la corta o a la larga, por hacerte daño.
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Las Morrocoyas Por: Samuel Muñoz Muñoz
Honorato fue propietario por muchos años, de un surtido y próspero almacén de telas en el centro de la ciudad, ubicado sobre la carrera Progreso con calle San Blas. Todo andaba bien, pero la incontrolable y repentina invasión de productos chinos, fue poco a poco mermando sus ventas y el incesante movimiento de clientes se convirtió en un silencio aterrador que le hacía derramar lágrimas de impotencia y frustración todas las tardes cuando sin un peso en la caja, cerraba su negocio. Pensó muchas veces en no abrirlo más, pero solo sabía vender telas, oficio que había aprendido de sus antepasados que llegaron al país por Puerto Colombia en los inicios del siglo XX. Pensó también en una acción no muy santa que había escuchado de algunos colegas y que podía dejarle un buen capital para vivir sin estrecheces en sus finanzas el resto de sus días, pero también recordaba que a muchos, le había salido el tiro por la culata y el remedio había resultado peor que la enfermedad. Quemar intencionalmente el almacén para que la Aseguradora se lo pagara, era la opción que comenzó a rondarlo insistentemente. A un paisano que lo había hecho aduciendo un cortocircuito, el Seguro se negó a pagarle porque al revisar las instalaciones encontraron en buen estado las redes eléctricas y a otro que había enviado a un vago que le rociara gasolina y prendiera el almacén,
una patrulla lo capturó en flagrancia en las horas de la madrugada, cuando adelantaba su trabajo y no tuvo más alternativa que confesar que el dueño le había pagado por su acción. Por eso debía ser muy cuidadoso y astuto si decidía llevar adelante el plan que ya no lo abandonaba ni dormido. Una calurosa tarde de verano, cuando aún no había llegado el primer cliente del día, y mientras vislumbraba un futuro nada halagador, vio como de costumbre a Joaco, vendiendo frutas en una carretilla ubicada a cuatro metros de la entrada de su negocio. Lo llamó y le contó las dificultades económicas que estaba pasando; éste, un campesino sabio y con semblante de asesor especializado, le dijo: Compadre Honorato yo le tengo la solución, deje de preocuparse que mañana traigo las armas que lo van a salvar de la quiebra. Efectivamente el día siguiente Joaco ya lo estaba esperando con dos velas y dos morrocoyas bien camufladas en una bolsa negra de basura. Le explicó detalladamente el plan
para ponerlo en prác-
tica esa misma noche. Honorato debía cerrar a las seis dejando una de las morrocoyas en la entrada y la otra en el fondodel almacén, debía prender las velas y colocarles una a cada animal en la concha, para que se consumieran lentamente hasta acercarse la llama a los animales y estos comenzarían a moverse apresuradamente, incendiando la ropa que colgaba de los exhibidores y todo lo que encontraran a su paso. Esta técnica campesina para quemar terrenos de difícil acceso nunca le había fallado a Joaco y así sucedió inexorablemente, el incendio fue tan impresionante que ni las heroicas morrocoyas se sal-
varon de la conflagración, lo que dejaba sin piso cualquier indicio o sospecha sobre las causas del siniestro. A Honorato le pagaron su seguro sin ningún problema y los peritos de la casa aseguradora, muchos años después, aún se preguntaban incesantemente cómo y quién había incendiado, El bacano, el famoso almacén del laborioso extranjero. Ricardo un abogado cartagenero con buen sentido del humor exclamó al escuchar el relato de Joaco: Si estuvieran vivas, a esas morrocoyas habría que judicializarlas por pirómanas y por concierto para delinquir. Sin embargo Honorato tenía su sino trágico marcado y tiempo después, por insistir en el negocio d e
las telas, volvió a fracasar y comenzó a sentir el deseo de suicidarse. El hombre quería morir y había pensado durante muchas noches la forma perfecta de acabar con su vida llena de fracasos económicos en los últimos años. No quería fallar y por eso le preocupaban las noticias sobre suicidios frustrados por familiares o amigos, de cuyas historias se ocupaban frecuentemente los periódicos y los noticieros. No quería repetir la escena de la quinceañera que por decepción amorosa se tomó un veneno, pero fue salvada por los médicos del Hospital General. Tampoco quería imitar al borracho que se cortó las venas y la oportuna intervención de los amigos con quienes parrandeaba, le evitaron su encuentro con la Parca. Mucho menos se tiraría de un quinto piso, como su ídolo musical Héctor Lavoe, porque no quería quedar vivo y cojo, sólo quería morir y por eso tenía que llevar a cero, las posibilidades de quedar vivo, el día que cumpliera el deseo obsesivo de acabar con su vida. Resolvió después de sesudas elucubraciones, morir con un tiro en la cabeza, una soga al
cuello y un poderoso veneno destrozándole las entrañas. Las tres cosas al mismo tiempo. Por eso aquella fresca noche de lunes de Carnaval, mientras el pueblo se divertía frenéticamente, colgó la cabuya en un listón del techo, rodeó su cuello con un nudo corredizo, y apuró rápidamente un frasco de veneno conocido como “El Campeón”, el más poderoso raticida de los últimos tiempos. Al sentirse en el aire, dirigió la pistola a su cabeza y accionó el gatillo, dispuesto a sacar de su hermético y cálido alojamiento su masa encefálica. Pero volvió a fracasar, porque las tres formas como intentó suicidarse se desvanecieron en un segundo. Con los latidos del corazón como mil caballos al galope y con los ojos inmóviles del asombro, Honorato contempló la pistola humeante en su mano derecha, el pedazo de cabuya colgándole del cuello y el veneno revuelto con sus jugos gástricos, deslizarse caprichosamente hacia la puerta de la habitación. Estaba vivo, comprobando una vez más que todo le salía mal, hasta su encuentro con la muerte. Para su desventura, la bala hizo impacto en la cabuya, partiéndola en dos pedazos y el golpe que recibió en la caída le hizo vomitar el veneno. El silencio que reinaba en su lúgubre habitación le enseñó en aquella noche de carnaval, que ese frenético día no le tocaba morir.
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Las Nalgonas Por: Arturo López Viñas
Mi estadía, aquí en la “Curramba” dizque la bella” y en verdad, ya la ciudad, la otrora “arenosa” sí, tiene muestras de progreso, arquitectónico con explotación de la naturaleza y la escenografía que se disfruta por todos los ángulos, con esplendor de tierras de rio y mar pero, a pesar que Barranquilla le ha dado la espalda con el crecimiento, a las bondades de una geografía ubicada en colinas y valles donde además, se respira y se convive en la época de turbulentas e inquietas “sopla brisas”, estas que atemorizaban a las agraciadas voluptuosas bellas damitas que se veían expuestas en sus partes íntimas a los embates remolinos esquineros, donde el bacán ¨ ascabucheador” deleitaba sus pretensiones sexuales, sueños de mirandas de día y ardiente sol. ¡Que va…. Ya hoy en día… nuestras bellas exponentes del estrato femenino no tienen que preocuparse por las inclemencias de insoportables revolcones de vientos. Ajustados Jeans son predominantes y del mejor aprecio por el personal femenino que eso sí, compiten en grandeza y voluptuosidad con la más reconocida en el mundo del espectáculo,
la newyorquina Jennifer López (no de mi parentesco). Erda… viejo man…, nuestras agraciadas damas, caminan con el bamboleo propiode las palmeras y un ritmo provocativo con clave de apetito carnal; no joda…. Le dicen derrier, glúteos, buts, nalgas, pero nada más explícito y diciente que, ceñirnos a la verborrea caribeña y con boca llena resumimos la mejor forma de categorizar la parte más llamativa de nuestras mujeres, el “culo” y que culos ?... y vienen en todos los tamaños, de redondas formas y hasta cuadradas exponencial sin exagerar la protuberancia popularizada por el amigo y maestro de
las pinturas “culonas” Leo Aguaslimpias, el Rey de las formateadas culonas superdotadas de carnes glúteas. Pero alguien me podría decir cómo se construyen y se edifican, estas apetitosas “papayas” gloria de la creciente nueva generación expuestas a los diferentes medios de acrecentar y reconstruir, inclusive la forma vaginal de trajinadas anatomías. Y que será lo que comen ?.... erda… erda… como dice el personaje recreado por Joselo el comediante, parodiando al periodista cartagenero Baena, erda… erda…compa; eso lo de los culotes, es producto de comer alimentos con ingredientes preservati-
vos (no de condones) y químicos que junto con los afrodisiacos elementos del genero abundante de la piscicultura, la avicultura y de toda clase de aditivos, que generan la deliciosa protuberancia entre la comunidad del sexo bello. Caminar por cualquier calle, visitar los súpercentros comerciales, sin distingos o espacios los pertenecientes al género masculino y algunos entredichos en sus preferencias, no escatiman en dirigir sus atrevidas y fulminantes miradas con apetito carnal a todas las exponentes de la belleza voluptuosa caminante en cualquier sitio o rincón de la ciudad. Y sigo preguntándome como dice la canción salsera…. ! Y como se hacen ¡de todas maneras, disfrutemos y apreciemos las bondades oculares del medio ambiente transeúnte de concurridos lugares y cada calle de la ciudad sin discriminación de raza, credo o abolengo . ! Que vivan nuestras bellezas… que viva el “culooo”¡ Hablando de centros comerciales, señores que lujo que portento de facilidades de nuestros Malls, émulos de los súper centros del mundo y podría decir que mejores en su logística, ingeniería y arquitectura con una
oferta de productos nacionales e internacionales que compiten con el comercio mundial. Barranquilla, sufre de un desordenado e indisciplinado tráfico vehicular pero, el naciente medio de “Transmetro” ofrece un servicio inigualable, con el diligente cuidado para mayores y sufridos discapacitados y yo, soy uno de esos que “guapeo” en silla de ruedas además con experiencia en trabajar en la ingeniería y diseño de medios comunales de transporte masivos. Transmetro tendrá fallas para corregir pero, todos, tenemos que apoyar y vigilar por la conducta ciudadana exigiendo y preservando lo que
sería el mejor medio de comunicaci nes que en el futuro sería expandible, siempre y cuando la comunidad aprenda a valerse de este eficiente medio de transporte masivo. No quiero inmiscuirme en los graves problemas de la conducta ciudadana que todos estamos sufriendo por la desidia desinteresada de aurigas politiqueros quienes sin apego al bienestar de la comunidad, han creado el caos entre la población humilde y bien necesitada de : servicios, protección social, educación y oportunidades de trabajo para solventar el día a día rutinario de la obligada tarea de sobrevivencia.
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Reflexiones en torno a la cultura del caribe colombiano (Parte 1) Por: Carlos Angulo Menco
Buscando documentarme acerca de la cultura del Caribe colombiano, visité a una importante librería de la ciudad y pregunté por las obras de algunos escritores costeños. Me llevé la gran sorpresa de que la mayoría de ellos no figuran en el listado de existencias bibliográficas. Claro está, no me refiero a autores como nuestro premio Nobel Gabriel García Márquez que sus libros son exhibidos con bombos y platillos en todas las librerías de Colombia y del mundo. Pero, si nuestro insigne novelista no hubiese obtenido ese merecido galardón, la literatura del Caribe Colombiano no se conociera en el mundo, seguiríamos en “la selva del olvido” viviendo más de “cien años de soledad” cultural y literaria. Tal parece que las obras de los escritores costeños no son exhibidas en algunas librerías porque se considera una literatura “baja” y “vulgar”. Quienes así piensan, no saben de literatura ó les produce roncha el realismo literario de Luis Carlos López (el tuerto López) y el estilo caribeño de autores como Álvaro Cepeda Samudio, David Sánchez Juliao, Héctor Rojas Herazo, Ernesto Mc causland, ó la literatura negra de Zapata Olivella y del poeta Ariel Artel . El valor de lo nuestro, de la propia identidad cultural, tradicionalmente ha sido ridicu-
lizado por quienes viven “fuera de contexto” y ven el mundo desde la reducida perspectiva de sus propios complejos. La carencia de valoración cultural de la Costa del Caribe colombiano se puede observar en la sobreestimación de todo lo que viene de “afuera” y la subestimación de nuestros valores. Desde luego, estos prejuicios tienen hondas raíces históricas hasta llegar al extremo de calificar de “vulgar” todo lo original y autóctono. Contrariando esa perversa idea, varios amigos, intelectualmente estructurados, se autodenominan “corronchos” como una forma de sentirse orgullosos del original modo de ser caribeño frente a los complejos provenientes de otras culturas nacionales y foráneas. Lo que se percibe no solo es indiferencia ó desconocimiento, sino también rechazo hacia
la cultura Caribe y hacia las negritudes, así se trate de una extraordinaria producción intelectual y artística. Sin embargo, debemos reconocer que, desde hace unas décadas hacia acá, la cultura ha ido cambiando con respecto a esto y se empieza a observar un interés nacional y mundial por la originalidad y singularidad de las culturas con siglos de segregación y marginalidad. En mi opinión, el principal mérito de la literatura de Gabriel García Márquez es haberse atrevido a llevar al mundo los cuentos y las historietas que, desde niños, hemos escuchado a nuestros abuelos, a la comadre
y al vecino de pueblo, contadas con igual ó superior gracia. En este sentido, Gabriel García Márquez recogió y universalizó en sus escritos lo que alguna vez sucedió en un apartado y olvidado pueblo de la Costa del Caribe colombiano. Además de sus cualidades de escritor, lo que más admiro en Gabriel García Márquez es habérselas ingeniado para dar a conocer al mundo los cuestos de la abuela; esto exigió grandes esfuerzos y sacrificios compartidos con su inseparable y abnegada esposa Mercedes Barcha. Porque no basta el talento literario, sino también el emprendimiento y la in-
teligencia para lograr el apoyo de la industria editorial a nivel mundial y de los medios masivos de comunicación. Para mí, este es el principal mérito de Gabriel García Márquez. Conozco escritores costeños, incluso, estudiantes que tienen un estilo literario tan meritorio como el de Gabriel García Márquez, no porque pretendan imitarlo, sino porque esa es la forma de expresión de la cultura del Caribe, pero esos escritores están en el anonimato y, si alguna vez han publicado, la edición no supera los mil ejemplares que sólo alcanza para ser distribuidos entre sus familiares y amigos, sencillamente porque no han buscado, ni obtenido el apoyo de la gran industria editorial que, entre otras cosas, no existe a nivel local, ni Regional. Es obvio que dentro de este contexto, la literatura que nace de las
entrañas del mundo Caribe es diferente, muy diferente al romanticismo español y, en general, a la literatura clásica de corte europeo, apegada a estrictas reglas y normas de expresión literaria de difícil cumplimiento para el hombre del Caribe Colombiano. Gracias a Dios, somos diferentes. No somos ampulosos, ni andamos con rodeos para expresarnos, por consiguiente, así también es nuestra literatura. Por todas estas razones hemos sido incomprendidos y descalificados por otras culturas no más valiosas que la nuestra. Es indudable que el costeño tiene el “don de la gracia narrativa” y una natural inclinación hacia la literatura, especialmente hacia la poesía y las artes en general, desde luego, sin negar su inteligencia y elevada capacidad intelectual para la filosofía y la ciencia. Nuestros escritores, filósofos, científicos y artistas son tantos que q no los menciono aquí por razones de espacio y porque no quiero que nadie se sienta excluido. Lo importante es que estos insignes hombres y mujeres trazaron las pautas de un estilo propio. Muy a pesar de la falta de reconocimientos y estímulos, entendieron su misión como intelectuales dejando un valioso legado literario, filosófico y científico que coloca muy en alto a nuestra cultura Caribe, tanto a nivel nacional como mundial.
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SUPLEMENTO LITERARIO
LA LIBERTAD Barranquilla, Domingo 24 de Febrero de 2013
La ventana de los Poetas VIDA Y BAGAJE
Todos queremos una vida armoniosa, en una sociedad que ha perdido valores, dueña de actitudes engañosas, hundida entre negros sin sabores Parece que la humanidad no quiere cambios, dormida entre falsedades, corren y pasan los años, al recibo de exclusiones y terquedades. Pensemos en un mundo nuevo, con modificadas costumbres, veamos el mar y el cielo y busquemos luces que nos alumbren. Lunas, luceros y estrellas, hacen de la fría noche, una sábana larga y bella, galante como la majestad en su coche.
LA ESPERA
DAME MIS BESOS
Yo quiero viajar en mis pensamientos Para ver si puedo retratar a la novia mía Por qué ya desde hace bastante tiempo Que no puedo ver a mi muñequita linda
Devuélveme mis besos si es que ya no los quieres dámelos urgentemente si es que no los necesitas.
Y lo que yo ahora puedo darle Será una simple canción o una poesía Unos versos escritos en letras mías Donde describa que no me olvido de sus amores Acompañados de un ramo de flores Para que sepa que mi amor no se marchita a pesar de la extensa lejanía
Porque yo los atesoro, y los guardo en mis enceres hasta que se deshoje una nueva margarita.
por qué dicen que el amor del estudiante se marchita apenas llega el verano pero en cambio este amor sigue adelante y entre más días siento que más te amo
Por suerte aun se conservan húmedos y sabrosos porque unidos a tu aliento retornaron a la vida. Devuélveme aquellos besos y me sentiré dichoso al retomar de tu boca todas las mieles perdidas.
Rutinas, vicios y vaguedades, es el diario andar de algunos, conviviendo entre ansiedades, al desperdicio de semanas, horas y minutos. SANTANDER ROJAS
ME GUSTAS
Me gustas cuando callas, y no me dices nada me gustas cuando callas, y en una mirada me dices mas de mil palabras; me gustas cuando tu cuerpo tiembla junto al mío cuando sientes que me amas pero. No es así me gustas cuando callas y me miras a los ojos como acusándome de algo me gustas cuando en tus ojos veo ese brillo tan especial que tienen, que hiciera que te amara, me gustas con tus defectos y tus cualidades simplemente me gustas por tener esa forma que tienes de ser diferentes a los demás, simplemente me gustas.
SARA TORRES
HANER SOLANO ANAYA
CUANDO
Cuando tengas un día gris… Te daré un pincel amarillo Cuando sientas el corazón roto Siempre tendré vendas Cuando necesites callar yo me sentaré contigo en silencio cuando tu cielo se nuble lo rociare con rayos de sol Si la montaña está empinada Te empujaré hacia arriba Cuando no puedas dejar de llorar te llevaré pañuelos extra Cuando me necesites Siempre estaré a tu lado.
NATALIA CARMONA
RAMÓN OVIEDO
SOÑADOR
Sueño verte despertar con mi sonrisa preferida, con una libertad de convivencia inolvidable, como dos conejos tiernos y adorables sensibilidad única y mí preferida, encantadora y sociable, esos ojos bellos color caramelo, el cabello negro con rasgos de colores llamativos, el polo azul, mi favorito, que vibrante y ganadora te acercas sigilosamente para darme una sensación indescifrable…
FLAVIO ROSALES