SUPLEMENTO LITERARIO Barranquilla, Colombia / 28 de Julio de 2013 / Diario La Libertad / Esper Impresores / 8 paginas / 33º Edición
Capacidad intelectual
LOS FILÓSOFOS SE HAN LIMITADO A INTERPRETAR EL MUNDO DE DISTINTOS MODOS; DE LO QUE SE TRATA ES DE TRANSFORMARLO. KARL MARX
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LA LIBERTAD Barranquilla, Domingo 28 de Julio de 2013
Capital intelectual... Generador de éxito en las empresas
No cabe duda que en los últimos años, el pertenecer a la Era o Sociedad del Conocimiento, se han producido profundos e importantes cambios en todos los ámbitos sociales. Uno de los ámbitos que se ha visto más afectado o marcado por esta tendencia cognitiva ha sido el económico. Hoy día el mundo de los negocios ha estado signado por el conocimiento o, lo que es lo mismo, por aquellos elementos de naturaleza inmaterial que tienen profunda incidencia en las ventajas competitivas que pueda poseer determinada empresa. Por consiguiente, las empresas del siglo XXI que deseen obtener éxito y ventajas competitivas, deben gestionar y desarrollar el Control Intelectual dentro de las mismas para lograr conseguir sus objetivos. En este contexto, en las últimas décadas se detecta cómo se presenta un fenómeno de revalorización casi general de todas las grandes (y las que no lo son tanto) empresas, el cual puede medirse, entre otros factores, por su valor de mercado, valor que, la más de las veces, triplica el monto total de los activos netos de la compañía. La pregunta que habría de hacerse es a qué se debe la enorme diferencia existente entre el valor de mercado de una empresa con respecto al monto de sus activos netos. La respuesta probablemente se hallará si se revisa el ambiente bajo el cual se desarrolla la empresa, en el que seguramente coincidirán,
sino todas, algunas de las siguientes características: excelentes relaciones con clientes, proveedores, inversionistas y entidades financieras, trabajo orientado hacia la innovación, óptima capacidad organizacional, así como conocimiento y pericia puesta en práctica por los miembros de la empresa, todas éstas, propiedades inherentes a activos intangibles, hoy día denominado Capital Intelectual (CI). Ciertamente que el Capital Intelectual cambiará la manera de hacer negocios, puesto que contribuirá no sólo a determinar el valor real de las empresas, sino, lo más importante, a agregarles valor a éstas, lo que traerá como resultado una transformación importante en la economía moderna, puesto que el mercado se hará más competitivo, lo que redundará a su vez en mejor calidad de productos y servicios y, por ende, mayor satisfacción en el consumidor o cliente. Frente a estos nuevos paradigmas generados en la sociedad del conocimiento, el mundo actual de los negocios exige, gente calificada, motivada, comprometida con la empresa, que apoye los planes de crecimiento. En medio de estas exigencias, los investigadores del área financiera deben estimular el logro de los objetivos para dar respuesta satisfactoria en cuanto a medir el Capital Intelectual, es decir, de donde se origina el valor producto del conocimiento, el cual posee o debe poseer
toda empresa como recurso esencial para crear valor y, por ende, generar beneficios económicos. De allí, la importancia de buscar medios eficaces para medir y registrar el CI, pues existe una conciencia de que constituye un activo inmaterial, es decir, un intangible y, por su misma naturaleza implícita en las empresas en el día a día de su desarrollo, sólo se conoce de manera subjetiva, pero se sabe que existe y le agrega gran valor sostenible a muchos negocios en la actualidad, debido a que están acorde con el ritmo de la economía global. Un ejemplo del valor del conocimiento es la empresa Microsoft, una de las compañías más valiosas del mundo, pues posee ventajas competitivas que se originan de su capacidad para diseñar y crear software informático de un nivel de calidad constante, comercializado a través de su marca. Su creador, Bill Gates, es la fuerza impulsora con visión de futuro que produce conocimiento y agrega valor a su empresa. Por tanto, el monto de una acción de esta compañía en el mercado de valores no puede ser igual a su valor en libros o los libros deben reflejar el valor agregado, esa diferencia surge de una economía basada en la técnica y los conocimientos. Por consiguiente, el conocimiento es el bien más valorizable, y, por lo tanto, se debe buscar donde reside: en el individuo.
Director: Roberto Esper Rebaje Director de Redaccion: Javier De la Hoz/ Luis Roncallo Directores Literarios: Ricardo Avila/ Federico Santodomingo Colaboradores: Amaury Díaz// Santander Rojas
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Un paisaje
POR DAVID LANCHEROS
Pese a las múltiples manifestaciones negativas que se escuchan y se leen en los medios de comunicación, Colombia es un país de sabios. Y una muestra de ello son los miles de hombres y mujeres que en las diferentes disciplinas de la ciencia y la cultura han escrito sus nombres a nivel mundial, recibiendo reconocimientos que no sólo los enaltecen, sino que permiten que Colombia tenga otra imagen dentro del mundo científico. Años antes de que Colombia lograra su Independencia y creación como República, ya el nombre de un colombiano, Francisco José de Caldas y Tenorio, era reconocido a nivel mundial por sus investigaciones como geógrafo y naturalista, que sorprendieron a hombres tan ilustres como José Celestino Mutis y Humboldt, quienes eran considerados como los más grandes científicos de aquellos años. Nació en Popayán, el 4 de octubre de 1768, y mostró desde niño gran interés por las matemáticas, las ciencias físicas y la astronomía. Tras cursar estudios en su tierra natal, se trasladó a Santafé y se graduó como jurista sólo para dar gusto a su familia, pues pronto regresó a Popayán y decidió dedicarse a lo que más
le interesaba: la astronomía, las matemáticas y las ciencias físicas. Aprovechó sus continuos viajes para determinar la posición geográfica de los lugares que conocía y para realizar observaciones de la naturaleza, usos y costumbres de los distintos pueblos. Su equipo de trabajo básico se componía de un barómetro, una brújula y un termómetro. Cuando no conseguía los instrumentos que necesitaba los construía él mismo: fabricó un gnomon, un cuadrante solar y otros instrumentos de medición. Después de diversos experimentos observó que “la temperatura del agua destilada, en ebullición, es proporcional a la presión atmosférica”, nueva ley física que le permitió medir las alturas mediante nuevos procedimientos y que sería utilizada después por Humboldt, quien sorprendentemente se olvidó en este caso del inventor. El denominado hipsómetro, instrumento por él inventado, sirve para medir la altitud de un lugar, observando la temperatura que alcanza en ese sitio el agua cuando empieza a hervir. Fue Científico, militar, geógrafo, botánico, astrónomo, naturalista, periodista, prócer y mártir colombiano. Por su erudición y
vastos conocimientos sobre tantas disciplinas fue conocido entre sus contemporáneos como El Sabio Caldas, epíteto con el cual pasó a la historia de Colombia. Un proyecto de rescate de la grandeza de la patria colombiana, iniciado por la Corporación Universitaria del Meta, bajo la dirección de su fundador y rector, Rafael Mojica García, ha permitido una investigación que dio frutos sorprendentes: La edición del Primer Tomo del Libro “Colombia País de Sabios”, donde están registrados 500 colombianos que en diferentes disciplinas de la ciencia, han aportado al mundo soluciones para bien de la humanidad. El libro muestra no sólo los datos biográficos de cada uno de los científicos colombianos, sino también los pasos que dieron para que el mundo se sorprendiera de su inteligencia y sus conclusiones. El Sabio Caldas, en 1801 publicó “La verdadera altura del Cerro de Guadalupe” en el Correo Curioso y Mercantil, que circulaba en Bogotá, periódicos que se habían interesado en lo relacionado a la botánica, y sus conocimientos le permitieron relacionarse con el sabio José Celestino Mutis, director de la Expedición Botánica y,
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a través de éste, con el alemán Alexander Von Humboldt, quien preparaba un viaje a Quito. El alemán quedó sorprendido de la precisión de los instrumentos de Caldas. En el Ecuador, permaneció tres años y medio de estudio e investigación; y en 1804 publicó Viaje de Quito a las costas del océano Pacífico por Malbucho y Viaje al corazón de Barnuevo. Al año siguiente se vinculó como astrónomo a la Real Expedición Botánica y fue nombrado director del Observatorio Astronómico de Santafé. El año 1808 fue el más importante de su vida: comenzó la publicación del Semanario del Nuevo Reino de Granada, que posteriormente completaría con las Memorias, donde apareció el grueso de su obra científica. En 1810 se casó con María Manuela Barona. Con el advenimiento de la Independencia, se dedicó al estudio de la ciencia militar, ya que el presidente Nariño lo nombró capitán del Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos y después se le encargó la publicación del Almanaque de las Provincias Unidas del Nuevo Reino de Granada y otras misiones, pero la guerra contra los españoles lo contó entre sus víctimas. Cuando la capital cayó en manos de los realistas, huyó al sur y se refugió en la hacienda familiar de Paispamba, donde fue apresado y remitido, junto con otros patriotas, a Santafé. El primer científico colombiano fue condenado a ser fusilado por la espalda, ejecución que se aplicó el 29 de octubre de 1816. El presidente del tribunal que lo juzgó dijo por su cuenta aquello de que “España no necesita de sabios”. Pero, en 1925, en el vestíbulo del Palacio de Bibliotecas y Museos de Madrid, el rey español, Alfonso XIII, con gran solemnidad, descubrió una lápida conmemorativa que ostenta esta significativa inscripción: “Perpetuo desagravio de la madre España a la memoria del inmortal neogranadino Francisco José de Caldas”. Estos son ejemplos dignos de presentar a las nuevas generaciones, que cada día están perdiendo no sólo la identidad de la nacionalidad, sino también los deseos de estudiar y de hacer parte de una transformación científica. El problema de Colombia, es que ha dejado atrás la mirada y no ha valorado los aportes que estos hombres y mujeres han entregado con su sapiencia y dedicación a la investigación, de ahí la importancia de esta reseña biográfica que hoy iniciamos en donde varios samarios figuran como Sabios por sus inventos e investigaciones, los cuales vendrán en entregas futuras.
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La Maríamulata y yo POR FERMÍN MOLINA VARGAS
El sol parecía matar el tiempo observando el insoportable tránsito vehicular de la gallarda, pujante y carnavalera Puerta de Oro de Colombia; corría una moderada brisa, que no era cualquier brisa, era la despreocupada y jacarandosa brisa del Caribe. Aquella mañana iba en mi pequeño automóvil transitando por la calle setenta, pensando en la libertad porque me sentía esclavo de mis obligaciones y, cuan-
do llegué a la carrera cuarenta y cuatro, tuve que detenerme porque el semáforo estaba en rojo y, mientras esperaba a que cambiara, sentí el chiflido de una mariamulata que, surcando el aire, se voló el semáforo y se posó orgullosamente en la otra acera de la Avenida. Y sentí envidia de la libertad de las mariamulatas; ellas no respetan ni obedecen normas porque no las tienen; tampoco policías ni directores de tránsito; su territorio es el salitroso espa-
cio de las costas del soberano Mar Caribe y son las mismas de Barranquilla, Cartagena o Santa Marta y, como no hacen aduana ni necesitan pasaporte alguno, las vemos en Panamá y en Venezuela. Ellas no conocen sistemas laborales ni el valor de la moneda; por lo cual, no trabajan ni timbran en relojes que marcan la exacta puntualidad e ignoran las medidas del tiempo; no aran ni riegan; no siembran ni cosechan; no protestan ni se lamentan;
no esperan a nadie y a nadie buscan; sus únicas actividades son volar y volar; volar y tragar el alimento que a su paso encuentran; y, como no saben de racismo ni de discriminación, la parda hembra vive engreída de su negro compañero. Y pensando y pensando, pensé, además, que son inmortales ya que nunca se ha visto el cadáver de una mariamulata; ellas no mueren de viejas, ni de hambre, ni de sed; ni por pestes impredecibles, ni en las garras del artero gavilán, ni por estertores de mortíferos venenos, ni por lamentables accidentes del tránsito vehicular, ni por centellas de implacables tormentas, ni por golpes certeros de caucheras endemoniadas, ni por heridas mortales del implacable proyectil… Y pensé despectivamente en voz alta: “Quien las ve confundiéndose con los peatones” Al cambiar el semáforo, puse en marcha mi pequeño cinco puertas, atravesé la avenida y me detuve al lado de la mariamulata que parecía indiferente ante el azaroso mundo de los humanos; bajé el vidrio y le grité con la voz desesperante del condenado: “¡Oye tú, te sientes engreída y privilegiada porque nuestro Padre Celestial te eternizó en el
hábitat de mi Caribe alegre y tropical… Sí tú… contigo hablo… Te crees la reina del Caribe; orgullosa y altanera; sigue así con tu chiflido, mofándote de la falsa libertad de los hombres!” Ella, me clavó una fría mirada de compasión y, soltándome su agudo chiflido burlesco, levantó el vuelo hacia el espacioso cielo de
la libertad sin límites; y yo, con mi carga de responsabilidades me perdí en el duro concreto de las ineludibles obligaciones, añorando la libertad de la perpetua y soberana mariamulata; y pensando que si me ponen a escoger entre las mariposas amarillas y el olor de la guayaba… ¡Carajo, que me quedo con la inquieta y divertida mariamulata!
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El palabrero fabuloso de Talaigua POR FEDERICO SANTODOMINGO ZARATE
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hora con motivo del homenaje de Santa Bárbara Editores, a través del Colectivo poético Marí aMulata, al maestro Joce Daniels me lamento más que nunca la pérdida de un poema que escribí en honor a la brillante familia en que nació este escritor. Tal parecería una de sus fantásticas historias para ganarme su corazón de hombre generoso, en las letras latinoamericanas. Cuando nos conocimos, la gente se aterraba de nuestros parecidos, llegué a disfrutar un hermoso guisado de cotorro, plato de la gastronomía indígena que en ese congreso de escritores en Mompox me sirvieron pensando que era él. Todavía en una foto de celebración en una revista del Parlamento de Escritores, ni yo mismo sé si soy yo o es él. Ahora que leí la nota sobre el Marqués de la Taruya me he dado cuenta que somos almas gemelas y que nuestro parecido físico va hasta el mismo recorrido vital al que hemos sobrevivido en un país tan violento como Colombia. Y que otros amigos que hicieron el mismo tránsito de lucha por los ideales de un mejor país para nuestros compatriotas desaparecieron de la faz de la tierra. Mientras tanto, por fortuna, Daniels sigue provocando las esperanzas de sus paisanos con la alegría que emana de su fantástica pluma. En alguna oportunidad, le pedí unas palabras para un libro que iba a publicar y generosamente publicó en el diario El tiempo una nota que todavía se sigue leyendo como si el libro se hubiese publicado hoy. Por experiencia propia, sé que los prólogos son muy criticados en nuestro medio. Es costumbre aporrear al prologuista. Usualmente, los académicos que son tan acartonados nos condenan. Álvaro Díaz, excelente profesor de lingüística en la Universidad del Atlántico, me increpó diciéndome que yo le hacía prólogos a cualquier escritor. Yo le respondí que entre más árido mejor para mí porque así ponía en juego la imaginación y
ante todo defendía, un principio que no hemos comprendido, consiste en el derecho de la escritura como un gran principio democrático valedero en sociedades donde hay analfabetas, como las nuestras. Mi libro: Federico monta la caballa fue distinguido con las siguientes palabras, publicado el texto completo,en el diario El Tiempo, en la columna que tuviese el Marqués de la Taruya:” Con el poeta Federico Santodomingo mantengo una estrecha e incondicional amistad desde los remotos años en que los escritores andábamos errantes, organizando parlatorios en las ciudades y pueblos del Caribe y en una de aquellas inolvidables reuniones fuimos clonados en medio de las risas y chanzas de los asistentes, hasta que nos confundieron tanto y nos hicieron creer que el uno era el otro, que para identificarnos hubimos de recurrir a los extraños sortilegios de una pitonisa e identificara
nuestros espíritus para saber quién era quien, pero el poeta se delató cuando con una risotada fragorosa volvió añicos el vidrio de un reloj de tres péndulos que colgaba de la pared en una vieja casa colonial de la ilustre villa de Mompox. Para esta época estaba madurando su libro Literatura Caribe-prólogos y dedicatorias, allí suelta uno de esos hondazos en uno de sus ensayos al enseñarnos que cuando el prólogo busca defender la obra de un autor se denomina galeato. Este texto con fruición nos lleva a una hermosa nota sobre el poemario de Dina Luz Pardo –Concierto sobre el fuego- y el ensayo A la hora de las golondrinas o la vida andariega de Guillermo Sobrino, cuyo personaje vuela por las calles de Montería, los pensamientos de los que se reúnen en células para discutir la realidad nacional a la hora de la golondrinas circularán para liberar no solo a la ciudad sino a un país que pareciese
sumido en la modorra calenturienta del Sinú como lo describe Antonio Mora Vélez, en su novela política de mucha actualidad. A mí me parece que junto al ilustre abogado Álvaro Pardo Palencia, Joaquín Baena, rector de una prestigiosa institución, somos admiradores de Rousseau; pues tiene una imaginación libertaria en cada una de sus propuestas literarias. Al leer su novela El millero encantado brota la crónica sobre la depresión momposina con su cosmología y su visión primigenia que ejerce sus encantos sobre los habitantes actuales quienes no se han podido sobreponer a los arrebatos que imponen las aguas tutelares. El matrimonio que como todo amor nace de arrebatos contradictorios en Pueblo Bonito, escenario literario, en este texto novelado, entre el millero, con su infaltable sobrenombre, Mojarra loca y Tersilia, desencadena una serie de tribulaciones, gozos y engaños en la población. El mismo autor describe a su personaje de la siguiente manera: “El Millero encantado, ahora anda con su cayado, sembrando en las ubérrimas tierras de Cañohondo y tañendo el millo que permaneció varios siglos sumergido en las aguas del cenagal embrujado y con el que logró animar a los espíritus timoratos y apocados de las especies vivientes y despertaron de su letargo y modorra y volvieron a cantar, correr, volar y solazarse en el silencio perturbador de los peces o en los tupidos bosques del contorno. La narración es fabulosa y mundana, logra elevar la categoría de un humilde instrumento de unos de los cereales traídos de Africa. Hoy el instrumento goza de prestigio internacional, recientemente Gilbert Martínez uno de los músicos de Carlos Vives dictó un curso en la ciudad de Bogotá en que chilenos, argentinos y panameños con asombro aprendían a tocar el instrumento humilde que con maestría chimila ejecutaba mojarra loca.
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La visita del sábado (I) Por YIMALDI MARRERO
En ese instante, la habitación le pareció estar más oscura y vacía que de costumbre. De un momento a otro, no pudo seguir, se detuvo para hacer una recapitulación de su vida y se sintió asqueado, como si no hubiera hecho nada que valiera la pena. Joaquín Ignacio recordó aquella época dorada en la que tenía fuerza para hacer lo que quería, siempre con una actitud altiva, una presencia que irradiaba seguridad, un carisma que parecía casi otorgado por los dioses del Olimpo. Siempre fue muy popular. Contaba con muchos conocidos pero pocos amigos. Hasta ahora se había dado cuenta de que su vida completa había sido una paradoja, algunas veces fue noble, otras cruel, tímido, liberal, avaro o simplemente despilfarrador. Pero incluso, nada lo había hecho cambiar de opinión, su terquedad y su orgullo eran siempre los mismos, sin importar la edad y las condiciones en las que se encontraba. De repente, la mente de Joaquín Ignacio se detuvo en un pasaje de su vida en específico. Aquel sábado por la tarde en que se daría el comienzo de sus sinsabores. Recordó estar sentado en la terraza de su casa, viendo uno de esos típicos folletos de gente casi que europea. De un momento a otro, sus preguntas internas sobre el folleto se vieron interrumpidas por una visita inesperada, y más que todo, por la presencia de una mujer extraña, pero que inexplicablemente le parecía muy familiar. De inmediato, Joaquín Ignacio realizó un recorrido por los pasillos de su memoria, buscando descubrir el nombre de aquella mujer, pero sus esfuerzos fueron en vano. Una vez más su memoria le había fallado. Ni siquiera recordó aquel momento en que siendo un joven tímido decidió romper el hielo, trató de aproximarse a la causante del regocijo de sus ojos, y con pasos temerosos, casi que con el mismo sigilo de un cazador acercándose a su presa, llegó donde la muchacha y con voz tímida le pregunto: — ¿Cómo te llamas? E inmediatamente la voz de una mujer llena de vida respondió: —Ella es Isabel a lo que la muchacha asintió con la cabeza, casi que quitándole importancia a Joaquín Ignacio. La mujer que reconoció a la muchacha fue Esther, la abuela de Joaquín Ignacio, la anciana a pesar de su avanzada edad, continuaba teniendo la misma memoria de la juventud, y con la misma amabilidad y alegría que la habían caracterizado desde siempre, se acercó a saludar a los improvisados invitados. Isabel
era una vecina que se había mudado desde hacía varios años del humilde barrio. Joaquín Ignacio solo recordó que ella era su compañera de juegos favorita. La última vez que la había visto, tenía tan solo ocho años, pero ahora se había transformado en una mujer y de las más hermosas que vio, tanto así que llamó poderosamente su atención. Joaquín Ignacio simplemente no pudo resistirse y dejó atrás su estampa de muchacho fuerte y frío, y decidió acercarse a la esbelta mujer para sentarse a hablar, para saber qué era de su vida, a qué se dedicaba, con el fin de recuperar un poco el tiempo perdido. Isabel respondió a todas sus preguntas con una actitud casi que de embeleso. A pesar de que estaban a unos cuantos centímetros parecía que entre los dos jóvenes había un mundo de distancia. Alrededor de una hora la conversación fue siempre la misma. El joven trataba de agradarle a la apática chica. De de un modo u otro, la charla se transformó en un tedioso monólogo. Al momento en que se marchó la visita, Joaquín Ignacio se desanimó un poco, pero enseguida recobró el ánimo, con el pretexto de que hacía tanto tiempo que no se veían. Por eso encontró a la muchacha
tan esquiva. De nuevo la terquedad lo impulsaba a complicarse la vida. Esa noche no pudo conciliar el sueño. Sin duda, ese encuentro no fue una casualidad, para Joaquín Ignacio, ese era el destino, algo irremediable que lo empujaba a un abismo tan dulce como lo era para él Isabel. Todo se la recordaba, las novelas que leía, la lluvia que caía, el verde pasto. No podía soportarlo más. El joven, enamorado, no estaba dispuesto a dejar al azar un nuevo encuentro con ella. Por eso se dio a la tarea de averiguar más sobre ella, y su abuela le dijo que en su última visita, la madre de Isabel le había contado que cursaba segundo año de Derecho, en la Universidad Miguel De Cervantes, que casualmente se encontraba muy cerca donde estudiaba Joaquín Ignacio y la ruta del autobús pasaba por ahí. El joven sintió como un bálsamo aquella información de su abuela, estaba seguro de que pronto la volvería a ver, él forzaría el encuentro. Pese a su timidez, dentro de su naturaleza no se encontraba el sentarse a esperar, siempre iba al encuentro de las cosas, para obtener lo que quería a como diera lugar. Esa personalidad le había traído muchos percances.
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Titanes del pacifico Por JUAN CARLOS CONDE GARCIA Juancarloscondegarcia@gmail.com Toronto, Canadá.
Guillermo Del Toro es uno de esos directores del cine latinoamericano que entiende una de las verdades más grandes de este mundo: El cine latino no tiene por qué ser una tragedia lenta y dolorosa donde ponemos nuestras penas en completa exposición. No solo es este cine pretencioso, también es falto de mérito y arrogante. El trabajo de Del Toro, desde el Laberinto del Fauno hasta Hellboy, siempre se ha caracterizado por tratar de encontrar sabiduría y poesía en los objetos de afección de su niñez. Desde la fantasía oscura que puebla el Madrid de la guerra civil española en Laberinto hasta Hellboy, una historia sobre un demonio que decide que la maldad no es necesariamente el camino que debe tomar; en la cinematografía de Del Toro hay un amor sincero por la vida y el arte que muy pocos directores latinos, que están demasiado ocupados
rumiando en la crueldad de la realidad latina para encontrar la humanidad en los personajes que han creado para reflejarla, parecen encontrar. Y por eso mismo, Titanes del Pacífico es una película excelente sobre lo genial que podemos ser. Y la gran belleza de esta película es que no se preocupa con mostrarnos lo que ya todos sabemos: Que este mundo da pena y asco. Lo que se preocupa por demostrar es que este mundo no tiene por qué ser así. Esta es la historia de cómo la humanidad, después de ser golpeada constantemente por monstruos gigantes, decide unirse y dejar discriminaciones y miedos atrás con el gran propósito de sobrevivir. Y la razón por la que ganamos como colectivo es el hecho de que aprendemos “a creer en nosotros mismos y en
los nuestros”, como dice el Mariscal Pentecost en su discurso final. Pero hablemos de la trama: En el mundo de esta películas, bestias enormes llamadas “Kaiju” (Nombradas por el género japonés de cine en el que bestias enormes como Godzilla destruían varias ciudades) atacan a la humanidad constantemente. La humanidad crea un arma para combatir a estas bestias: El programa Jaeger (Cazador en alemán) es básicamente la creación de tanques en forma de humanos gigantes operados por dos pilotos conectados neurológicamente usando su conexión mental para operar al robot. Un solo piloto no puede manejar un Jaeger. En el prólogo de la película, vemos a Raleigh Beckett y a su hermano pelear contra un kaiju y al hermano de Raleigh morir. Para el crédito de Pacific Rim, aprendemos todo esto en los primeros diez minutos de la película gracias a la inteligente compresión de los hechos sin el sacrificio de detalles que le dan tinte al mundo que observamos. Cinco años después de esto, el Mariscal Stacker Pentecost recluta a Raleigh y varios pilotos a través del mundo para una ultima
misión: Tirar una bomba nuclear al punto de origen de los Kaiju con la intención de cerrar el puente para siempre. ¿El problema? Las naciones del mundo planean retirar los fondos del programa Jaeger después de ocho meses, lo que pone todo en perspectiva. Raleigh necesita un co-piloto y lo encuentra en Mako Mori, una joven Japonesa representada por Rinko Kikuchi en la que es probablemente la segunda mejor actuación de la película después de Idris Elba como el Mariscal. Uno de los puntos más fuertes de Titanes del Pacífico es que de verdad hay un ideal detrás de esta película: La representación de un mundo donde los ejércitos no son los que resuelven el problema. Son la gente común, unida, la que salva al mundo. Es cierto que el Mariscal Pentecost es parte de un programa militar, pero todo lo que hace es por fuera del ejército. A diferencia de las películas de Transformers o El Hombre de Acero, Titanes del Pacífico no funciona como un comercial de reclutamiento pero sí funciona como un recordatorio: De que podemos ser mejores, siempre y cuando estemos dispuestos a estar verdaderamente conectados.
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La ventana de los Poetas VIDA FESTIVA
DEDICADO: A mi gran amigo y poeta Alfredo Giraldo Bolaños, poeta de nacimiento y de sentimiento. Quiero limpiar mi vida de tristezas Albergar en mi alma la dulce visita De los sueños tranquilos La inocencia de la tristeza se expande Y por doquier, vuelve a ser lo que era La vida amable y alegre pasa con dulzura Errada o no se juzga sin vacilaciones Derrite desprevenidos y nobles corazones Porque en su fondo respira su natura. La vida festiva llévala sin querella En medio de los quebrantos de las tormentas del día No la dejes que se opaque por tristezas Esta, puede ser amarga como las pobrezas Inhabitada como el claro oscuro de la soledad Tan sorprendente como la bondad Tan primaveral como del mar y su humedad Limpia y exorciza tu vida triste - Gánate el arrullo de mis brazos No importa que a mi vida… la hagas pedazo Lo interesante es que pueda mirarte, Como un inmaculo cristal Olerte como aromáticas azucenas Acariciar tus labios en calma; No morirme desobedeciendo; Las misiones del alma. RICARDO AVILA C.
EL VISITANTE
No dejo de recordar aquellos felices momentos cuando todo era contento el lugar donde logré llegar Juan de Acosta es lugar que todos los días se embellece y ahí un amigo bondadoso bajo el sol que resplandece Trabajan de noche y día es una tarea perseverante llevan consigo una meta miran sus horizontes hacia delante El costero es muy alegre que se preocupa por el bienestar son personas laboriosas que siempre tratan de superar
RAFAEL A. CORONELL
EL OTOÑO
PAJARO MARINO
En el otoño se caen las hojas de los árboles, secas, amarillas ruedan por el suelo y las barre el viento para reverdecer sus ramas con vestidos nuevos. En el otoño nuestro cada hoja que va cayendo está llena de recuerdos, suspiros, sueños,añoranzas de luchas por la vida pero, no reverdecemos vamos decayendo con los años.
Sobre tu cuerpo ¡ un Mar ! el poeta te surca con su vuelo eréctico. Y penetra en tu humedad como desnudo albatros, caluroso, solitario y pregona a los cuatro versos
DORIS MARRIAGA CAMPO
tus lúbricas profundidades.
LUIS FERNANDO SUÁREZ
EL COLECTIVO POÉTICO MARÍAMULATA, es un reconocido grupo cultural liderado por el escritor Alfonso Ávila Pérez, quien en este tercer tomo selecciona poemas de Antonio Botero, Dalit Escorcia, Rafael Gallego, Fermin Molina, Alejandra Moreno Astwood, Patricia Pacheco, Alma Rosa Terán y Getulio Vargas. El libro está bajo la dirección del poeta Federico Santodomingo. En esta oportunidad se le rendirá un merecido homenaje al escritor bolivarense Jocé Daniels García, escritor y fundador de la Asociación de Escritores de la Costa y del Parlamento de Escritores e Intelectuales del Caribe Colombiano. El evento es patrocinado por: Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo de Barranquilla, Universidad Simón Bolívar, Alcaldía Municipal del Guamo-Bolívar, Universidad del Atlántico; Fundación Barranquilla es Poesía; La entrada es libre, y será una grata excusa para compartir con los nuevos exponentes de la poesía colombiana.