ABSURDO —Revelarse para rebelarse— NÚMERO 2 A Ñ O 2 015 P R I M AV E R A
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CONTENIDO Editorial: Absurdo 3 • A diez dedos: Conmoción 7 • La avispa de mi ombligo: Não sou nada
11 • Huella Mnémica: Freud, Italia, los sueños y la Gravida 14 • Gabinete de asombros: La maquina de la soledad 17 • Entrevista: La poética de los objetos 20 • El Bunker: José Emilio Pacheco 23 • Alas para elefante: Sobrar 24 • Mierda y muerte: “The Blues and The Abstract Truth” 26 • La vida es otra: El lenguaje de la soledad 31 • Los elixires del diablo: Huan Dan 34 • Vaivén de Scriptorium: Laura, la historia de un libro 38 • La reseña de libro: Caminar 42 • La reseña de película: Only Lovers Left Alive 47 • Escribe cómo: Jack Kerouac 52 • Un jardín propio: Una noche estrellada 54 • Iudicium: La torre de Babel 57 • Cata de letras: El horno de Sylvia 60 • Párpado: Entre héroes de ficción y sueños republicanos 63 • Porno eléctrico: Mis hojas secas 66 • Andamio: La columna introvertida 68 • Minificciones 70 • La lírica: Qué pasará mañana 72 • Cuentos 74 • Poemas 92 • El pajarito 123 • La puerta: ‘Los raros’, de Charles Bukowski 124
Dirección • Javier Tinajero, Julio Medellín y Eduardo Medina • Consejo Editorial • Simus Fraud y Carl Junk • Arte y Diseño • Arturo Medellín • Corrección • Karen Martínez • Colaboradores • María J. Borja, José Rodríguez, Fernanda Magallanes, Mariana Romero, Shaday Larios, María Martínez, Hilda Cecilia Pedraza Cameros, Chawakarn Khongprastrt, Patricio J. Gómez Garcés, Christopher Marlow, Deniss Villalobos, Emilio Toledo, Eunice Anaya, Laura Ceballos, Karen Martínez, Rodolfo Orozco, Miguel Córdova, Amélie Olaiz, Iván Landazui, Elsa Covián, Diego Magaña, Donají Olmedo, Mauricio González, Octavio Quintanilla, Valeria Guzmán, Alfredo Ávalos, Carlos Bortoni, Emy Osorio, Andrea Barreto, Antosh Wojcik, Madelline Sevilla, Abigail Trujillo, Ana Claudia Zamudio, Carlos Toledo, Juan Carlos Maya, Inés Con Acento, Ginn Arias, Wulfrano Arturo Luna, Rojo Solis, Paloma Zubieta.
Esta revista es una publicación sin fines de lucro y de distribución electrónica gratuita. Se puede copiar, reproducir, compartir cualquier contenido de la misma, siempre y cuando se cite la fuente y al autor.
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ABSURDO
E D I TO R I A L
I Por Javier Tinajero
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“Nothing behind me, everything ahead of me, as is ever so on the road ”.
ada delante de mí, todo frente de mí, como es siempre en el camino, son las palabras que Jack Kerouac escribió casi a la mitad de un rollo de papel de 36 metros de largo pegado especialmente a su máquina de escribir para terminar de un sólo aliento ‘On the Road’. El referido rollo original de esta novela fue mecanografiado de corrido y con muy pocos errores en tan sólo tres semanas, como un Charlie Parker poseído por el demonio del mismísimo Charlie Parker, o como el ronroneo del motor de un Cadillac yendo a toda velocidad por las carreteras del pensamiento. El viaje poético que narra Kerouac fue de sólo 3 años y 28.000 kilómetros, más de mil noches brillantes, desde Nueva York hasta México D.F. y de regreso, por la famosa ruta 66 donde conoció a los
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La vida esta noche es una oscuridad profunda a la que nos adentramos a toda velocidad sosteniendo el volante con la mirada fija en un pequeño pero certero cono de luz: el de la amistad, el del amor, el de la entrega al arte, las letras, la música, la poesía sin esperar nada a cambio, sin mayor meta que el sostenerse en el camino.
amigos de toda su vida: Neal Cassady, Allen Ginsberg y William Burroughs. Y si apenas el recorrido en coche duraría actualmente unas 272 horas con 15 minutos sin parar, según Google Maps, Kerouac afirmó que pasó 7 años en travesía, entre caminatas y periodos largos de contemplación. De esta manera, en nuestra propia carretera, viajando con paciencia sobre nuestra peculiar carcacha de cuatro llantas, distendiendo el tiempo, disfrutando la amistad y su música de paisaje, y quizá quemando el asfalto con nuestras propias palabras, queremos compartir con ustedes —nuestros lectores, y por ende, compañeros de viaje— este segundo número de Absurdo, nuestra edición de primavera 2015, que abre un camino libre para nosotros, un camino donde nadie aún ha posado sus pies.
II Por Eduardo Medina “The road is life”. — Jack Kerouac
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a vida esta noche es una oscuridad profunda a la que nos adentramos a toda velocidad sosteniendo el volante con la mirada fija en un pequeño pero certero cono de luz: el de la amistad, el del amor, el de la entrega al arte, las letras, la música, la poesía sin esperar nada a cambio y sin mayor meta que el sostenerse en el camino. Una tonada que sale de un vinilo de los años cincuenta o de un radio de los años cuarenta flota sobre el río junto a la carretera alumbrada por los faros de este vehículo: escribir sin tiempo para este tiempo, crear sentido en el sin sentido, labor absurda del “Sísifo creador”, escuchando todos los tiempos en YouTube. Escuchar Malgré Tout de Ponce como escritor zurdo —y los zurdos aquí no somos quienes escribimos con la mano izquierda, sino esos raros de Bukowski que no duermen, y estamos aquí, a pesar de todo—, y nos embarramos la mano de tinta en un mundo que está hecho para escribir limpiamente y con la mano derecha para así no frotar sin remedio la mano con el papel, borrando lo ya escrito, apostando más por asesinar lo escrito que por preservarlo bajo el entendido de que la realidad es, en cierta medida, lenguajes, y si esa realidad nos molesta habrá que reinventarla, o al menos atravesarla, manejando como Neal Cassady en Avenida Insurgentes, sin licencia y ebrios de vida —y de Charlie Parker—. “The road is life”, y que en este segundo número, quienes estamos reunidos aquí, no seamos doctos en letras o doctos lectores, sino detectives salvajes que celebran esta noche, en donde no tenemos nada más que compartir que este cono de luz, este camino.
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Ni la luz ni la alegría deben ser demasiado brillantes, ni toda la oscuridad es pesar y trabajo…
III Por Julio Medellín “I was suddenly left with nothing in my hands but a handful of crazy stars”. — Jack Kerouac
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o tenemos nada más que ser agradecidos por el camino sin camino, por el tiempo pasado que se se cierne sobre nosotros y que todavía nos da cuerda para andar en un mundo donde a todos nos es conminado y obligado el uso de antojeras, para ir como caballo de carreras a velocidades tremendas y honrar al dueño, o dueños, que sacan provecho de nuestra bestialidad. Dentro de esa noche espesa y dentro de ese día atosigante, tener oportunidad de poder transportar estas palabras de todos los cómplices es de agradecer, pues. Esperamos que sea para el lector una montaña rusa, así como lo ha sido para nosotros en este segundo número de la revista, donde hemos encontrado no sólo disposición y talento, sino rebeldía y actitud, que muchas veces es más importante que la experiencia y el mismo talento. Así que, en vez de talento: talante. Ni la luz ni la alegría deben ser demasiado brillantes, ni toda la oscuridad es pesar y trabajo… porque también es necesario desmayarse, irse a dormir e intentar la muerte. A veces, cuando decidimos asomarnos a la vida por las noches, salirnos de la oficina, mirar por el balcón, o dar caminata por el parque o un viaje al bosque o a la montaña, podemos ver quiénes somos por la miríada de estrellas que vibran y sacuden sus cuerpos para alcanzarnos. Así es cada uno de estos textos: un recuerdo, una conexión renovada con nuestra naturaleza y deseos. Son estrellas brillando intensamente en el fulgor de nuestro infinito camino, de nuestro infinito tiempo.
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ALBERT CAMUS L A C I TA “Durante todos los días de una vida sin brillo, el tiempo nos lleva. Pero siempre llega un momento en que hay que llevarlo. Vivimos del porvenir: mañana, más tarde, cuando tengas una posición, con los años comprenderás. Estas inconsecuencias son admirables, pues, al fin y al cabo, se trata de morir. Llega, no obstante, un día en que el hombre comprueba o dice que tiene treinta años. Así afirma su juventud. Pero al mismo tiempo se sitúa con relación al tiempo. Ocupa en él su lugar. Reconoce que se halla en cierto momento de una curva que confiesa tener que recorrer. Pertenece al tiempo, y a través del horror que se apodera de él reconoce en aquél a su peor enemigo. El mañana, anhelaba el mañana, cuando todo él debía rechazarlo. Esta rebelión de la carne es lo absurdo”.
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A DIEZ DEDOS
CONMOCIÓN Por María J. Borja Pido disculpas de antemano al desorden que mis emociones les puedan ocasionar.
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I ANTROPOLOGÍA COMIENZA EN LAS FLORES
y he muerto más de veinte veces ya. Mis ojos han reencarnado en líneas invisibles de un tiempo constante a través de ti. Muero tal vez diario, mamá. Contigo, hacia ti, diario. Voy naciendo y muriendo en ciclo interno y singular como el 21 de marzo del 46, el 3 de junio del 93 y tú. Y yo como resultado de ti. Tú me enseñaste a ver otra vez y a sentir nuevamente (todos los días) desde tu ausencia aquí y tu presencia en mí, donde yo igual no estoy contigo. Pero somos Fuerza. Ese es el camino (en mente y espíritu) que recorro cuando te extraño, cuando necesito saberte y ser ese yo de formas distintas; ese que mi boca nunca dice ser. Sonidos, imágenes y sensaciones que invariablemente resucitan en mí tus recuerdos. Fotos que se mueven tratando de no editar las ideas que quieren llenar lo que sin remedio se me olvida. Crecer, soñar diferente. Crear miradas infinitas que vean lo invisible, lo que no estamos viviendo. Bloquear, bloquear para crear desde lo que es y puede llegar a ser: desde las entrañas, desde lo funesto. Pensar a través de la genialidad de lo oculto en nosotros mismos. Permitir al abismo volar.
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Morir es dejar de pensar en términos de caer. Transformar lo que persiste en La Estrella que se reconoce. Ser coherente evocando todas las modificaciones posibles, rendirse ante lo supremo para revelar lo perdurable; paralelismo transversal. Morir es rechazar, desde el entendimiento, la cordura de las ideas ajenas que aniquilan la autenticidad propia. Pasar, ser maleable ante las calamidades de la rutina. Morir es contemplar, mover lo quieto, girar, subir, sin ver y conciliar. Morir también es amar. Ese es el camino emocional que recorro cuando soltándote, llego a la obscuridad que da a luz el paisaje predilecto de los que sueñan, de los que imaginan y de los que crean un mundo al interior a partir de la muerte diaria y puntual del Sol. La obscuridad te concede mirarte, te desorienta de ti para que así puedas
da cotidianidad. Frágil y vulnerable, la primavera nos regala el estado de gracia de ese éxtasis que quema después de haber muerto. Nos aclara la senda de volvernos dueños absolutos de nuestros recursos a través de la experiencia. Es el fenómeno de vivir en el delirio de la luz. Habitar para adentro. La casi imperturbable lucidez que se requiere para crear la fascinación de entendernos, la inequívoca responsabilidad de nombrarte mamá desde mi esencia y sustancia. Me asaltó el acto soberbio e infantil de creer que perduraríamos. Vamos creando una existencia ficticia y —según— eterna que se saluda y se despide sin prisa de pausa. Habría que apurarse a sentir, a respirar, a escuchar, a entender y también a observar; porque morimos. Estamos sentados en vida.
“Vivir es pasar de un espacio a otro sin golpearse”. ~ George Perec situarte en lo natural e imitarlo. Ser naturaleza por decisión propia. Permitirle ser a través de ti, de mí; aunque con ello muramos. Caminar a la deriva de lo que las experiencias más desgarradoras nos puedan ofrendar. Eres ave, mamá. Ave con vuelo lento, interesante, pleno, largo y admirable. Ave de voz grave pero cálida; alas de abundancia y temple. De toda tu colección de pájaros, tú eres mi favorito. Ese es el camino que me hace sonreír contigo. Acostumbramos rituales halagando la separación y así nos despedimos. De todo, de lo que nos duele, de lo que nos hace bien, de lo que nos vacía y también de lo que nos inunda. Qué burla tan efímera y repetitiva la de vivir apartándonos de morir. No vivimos, morimos y no lo prevenimos viviendo. Nos engañamos muriendo con la vida misma. Es visible, absurdo y real; la muerte corrompió el portal de mi infancia. La atravesó con una desmesura-
La memoria del universo que creamos juntas, aún me duele, mamá. Clamor de ti. Dudo del origen de la palabra madre y reconozco su insignificancia —al momento de convertirla en sonido— cuando quiere hablarme de ti. Eres más, muchísimo más que eso, más que tu nombre, más que maestra, música, lluvia, polen, hija, hermana, ave, templanza, vuelo, color negro, enfermedad y muerte. Sentir nunca es ajeno, pero habría que sentirlo a través de la relación directa entre la red que nos une a todos para sentirlo verdaderamente. Creemos que escuchando sentimos y que viendo comprendemos. Nos falta creatividad diseñando limitantes menos engañosos. La transición entre la pérdida y la invitación a nacer. La despedida del invierno; la inspiración que tu vida y muerte le dio a mi ser. El privilegio de conocer las profundidades imposibles del dolor. Siempre te digo, aunque nunca es nombrado; que te amo de ma-
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El miedo debería de ser un verbo para que así pudiéramos moverlo, transformarlo y sacarlo de nosotros de una manera más efectiva. Cantar, soñar, vivir y miedo.
neras que el ser humano no ha explorado aún. La resiliencia de sumar a base de restas y de ahí trascender a la multiplicación agresiva para el que se queda a esperar. Decidir. Uno no quiere esperar vacío, pero restando de la ausencia es de donde nace el poder de la fuerza. Morir en fragmentos, ser más valiente para ya no sostener el argumento caído. Yo siempre prefiero morir; volver la experiencia el mismo espejo. Acaricio la palabra con la duda para que sume. Amar es más o menos un crimen; sentir la veracidad de la muerte con la soltura de andar por el corazón como quien anda corriendo libre, rápido y afable en las pendientes verdes de la pradera; porque los pensamientos nos dejan sordos a gritos y te vuelven cobarde. Necesitamos correr, yo no quiero ser cobarde. Estamos poco hechos para tener miedo. El miedo debería de ser un verbo para que así pudiéramos moverlo, transformarlo y sacarlo de nosotros de una manera más efectiva. Cantar, soñar, vivir y miedo. Debemos tener una visión global y una intención personal para abrazar el hecho de que nosotros mismos hemos exigido la muerte para creer; y aun así nos da miedo el dolor, el fracaso y la desolación. Prepararnos para dejar de vivir en un mundo que ya existe para crear ese otro. Con placer auténtico de la cabeza y sin asfixia del corazón, arriesgar la pérdida. Ser esa primavera que se transforma de yin a yang; resaltar el crecimiento valorando nuestras cicatrices y arrugas. Aceptar todas las manifestaciones de vida y de aprendizaje con la cubierta que se nos presente. Evolucionar, dejándonos morir cada vez. Crecer permitiendo a su paso la muerte, perder. Darnos permiso de la equivocación y el desgaste para domar así el atrevimiento de nuestra existencia traspasando la existencia de lo infinito e incalculable; ganar. Más, ahí hacía donde vas, mamá.
María J. Borja. Un día volé que pensaba y escribí que quería. @MarieSklodowska
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L A C I TA
JACK KEROUAC “Independientemente de cómo se viaje, de los atajos que se tomen, del cumplimiento o no de las expectativas, uno siempre acaba aprendiendo algo que termina por editar el pensamiento”.
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L A AV I S PA D E M I O M B L I G O
NÃO SOU NADA Por José Rodríguez
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ENÍA SIETE AÑOS CUANDO ME VI POR PRIMERA VEZ EN UN ESPEJO.
Lo recuerdo bien. Fue en el reflejo del parabrisas trasero del automóvil de mi padre, un hermoso cochecito negro de marca Renault’ 12 que tosía como un perro viejo cada que intentaba arrancar. A mi padre le fascinaba salir a cenar pizza después de una larga jornada de trabajo, casi siempre los viernes era cuando nos llevaba a una travesía nocturna a mi madre y a mi hermano, desde nuestra casa en Ciudad Nezahualcóyotl hasta a las Pizzas Don, un changarro que aún existe en la colonia Doctores, muy cerca del Viaducto Tlalpan. La refracción en el vidrio era extraña, sabía que era yo, pero no era yo. Había una deformidad que se amplificaba cada que pasábamos cerca de un poste de luz o cuando otro coche se acercaba y con sus luces nos alumbraba. Yo, casi pegado al vidrio, intentaba tocarme, asirme a lo que me miraba. Esa luminosa noche de 1989 llovía. Recuerdo que a mi madre le gustaban los Creedence y sonaban en el estéreo con sus voces de otra época: “Have you ever seen the rain?” En ese entonces no entendía nada del contenido de su letra, ni siquiera estoy seguro que esa era la canción que escuchaba en mi recuerdo, pero al parecer esa memoria se alojó profundamente en mi mente, porque cuando la busqué en youtube la encontré con tan sólo escuchar el principio de la tonada. Cuando mi padre estacionó el coche y el reflejo se desvaneció, me abordó profundamente una misteriosa tristeza, una desazón que me acompañaría el resto de mi vida. ¿Qué había perdido en los ojos de esa extraña ilusión que me parecía tan mío? Es como si esos ojos estuvieran adentro, como si al mirarme se
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“Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante, porque todo lo que existe ahora mismo, nunca volverá a ser igual”.
viera también él, y en esa reciprocidad ambos, en cada lado de nuestro reflejo, nos viéramos lejanos y a la vez próximos. Esa noche caí por primera vez en el abismo del yo. Sabía, quizá sin siquiera haberlo pensado demasiado y con la inteligencia de un niño, que ese pequeño de cabello largo y de ojos brillantes estaba destinado a buscarme todos los días. Claro, ya me había visto con anterioridad al espejo, pero no como aquella vez. Esa ocasión significó algo. Me hizo preguntarme: ¿quién soy yo? La pregunta aún me llueve en noches parecidas a esa, ¿será que la infancia nos marca demasiado? No lo sé, no podría asegurar nada. Sin embargo sé que la empresa más difícil al ir creciendo con los años es la de conocerse a sí mismo y, por ende, encontrarse en el proceso. En su propia búsqueda, el niño poeta de Arthur Rimbaud escribió “Je est un autre” (yo es un otro). Es el fragmento de una carta escrita a Paul Demeny, fechada en el 15 mayo 1871, que dice: “[…] Cela m’est évident: j’assiste à l’éclosion de ma pensée: je la regarde, je l’écoute: je lance un coup d’archet: la symphonie fait son remuement dans les profondeurs […]” (Para mí es algo evidente: asisto a la eclosión, a la expansión de mi propio pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo un golpe de arco: la sinfonía se remueve en las profundidades). Para Rimbaud, el yo siempre fue algo inexplorado, sólo la poesía podía abrirlo a nuevas dimensiones, hacerlo aparecer ante sí mismo en el espejo del asombro y ver el mundo con los ojos de la “primera vez”, como un niño. Porque ¿qué sería de la poesía sin la imaginación de un niño? La imaginación es emergencia, resistencia al tiempo y a la identidad. Quizá por eso Fernando Pessoa, “el desconocido de sí mismo” (así lo llamaba Octavio Paz), fue muchas personas a la vez, pero solamente una vez niño: el que se haría escritor en Lisboa. Después, siendo Campos, Caeiro, Reis o Soares, diría que “el arte del niño es irrealizar”, tomar el mundo con la mirada del juego y transfigurarlo: soñarlo. Pessoa, el “Eterno niño”, le escribió a su “infancia sin fin” rememorada siempre con alegría: “Recuerdo otro oírte. / No sé si te oí / en la infancia que / me recuerda a ti”. Luego, en su poema, Tabaquería, comenzaría con los versos más bellos de Alvaro Campos: “Não sou nada. / Nunca serei nada / Não posso querer ser nada. / À parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo” (No soy nada. / Nunca seré nada. / No puedo querer ser nada. / Aparte eso, tengo en mí todos los sueños del mundo). Carlitos, un niño de 8 años, personaje escrito por José Emilio Pacheco en ‘Las batallas del desierto’, ya es adulto cuando mira el recuerdo de la calle que fue clave para su niñez, la avenida Alvaro Obregón del México de 1948, y se recuerda decirse así mismo: “Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante, porque todo lo que existe ahora mismo, nunca volverá a ser igual”. El mismo José Emilio Pacheco nos advertiría después en un poema: “No tomes muy en serio / lo que te dice la memoria. / A lo mejor no hubo esa tarde. /Quizá todo fue autoengaño. ⁄ La gran pasión ⁄ sólo existió en tu deseo. ⁄ Quién te dice que no te está
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Es imperioso vivir despierto, no perderse en encontrar el tiempo y, sobre todo, estar presente en el presente. De esa forma, lo vivido será siempre lúcido y memorable.
contando ficciones ⁄ para alargar la prórroga del fin / y sugerir que todo esto / tuvo al menos algún sentido.” La inquietud que José Emilio sentía por la cuestión del tiempo era ineludible, para él la memoria es una ficción y la vida un extraño suceso que nos sume en la batalla contra el olvido. “No me preguntes cómo pasa el tiempo” porque “tarde o temprano a todos nos espera el naufragio”. Basta entonces por preguntarse ¿por qué olvidamos? Y Pacheco atiza: “Aunque renazca el sol/ los días no vuelven”. Nuestra memoria es frágil y dura lo que duran los días, sólo un cálido recuerdo del sol, nunca su luz completa. Olvidamos porque el tiempo pasa y muchas veces inadvertidamente. Cuando uno voltea ya trae a cuestas los años. Sólo cuando llega o nos toca la muerte es cuando nos hacemos conscientes de que somos seres tan fugaces como las nubes. Por ello es imperioso vivir despierto, no perderse en encontrar el tiempo y, sobre todo, estar presente en el presente. De esa forma, lo vivido será siempre lúcido y memorable. Entonces, ante la calamidad del tiempo y el desgaste de la memoria, ¿quiénes somos y hacia dónde vamos? Tal vez la respuesta esté en el imaginario de la niñez, en la invitación que hace la memoria hacia el viaje del sueño, en la mirada poética de la novedad y su propia inocencia. Porque la única manera de evitar que el absurdo se apodere de una vez por todas de un mundo donde ha desaparecido el asom-bro, es regresar a la infancia. Un día me acordé de cuando me vi por primera vez en un espejo: era una noche lluviosa, un coche negro, un reflejo, una vida, un niño, una pregunta: ¿alguna vez has visto la lluvia de un día soleado?
José Rodríguez nació dos días antes de que llegara la primavera. Tiene 33 años. Le gusta caminar con sombrero y anteojos en honor a Pessoa.
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HUELL A MNÉMICA
FREUD, ITALIA, LOS SUEÑOS Y LA GRADIVA Por Fernanda Magallanes A Fausto Mattiussi
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del que ninguna fotografía ni ningún relato podrían dar cuenta, decía Freud. Todo aquello de sí mismo que habría volcado en ese lugar le llevaría a visitarlo siete veces. Se sentía aplastado por la voluptuosidad constante que ahí encontraba. Italia sería para él aquel lugar que saca de la neurosis, la confusión de sueños y las inhibiciones de la gente de su época. Aquello mágico y de armonía grandiosa de sí mismo que ponía en Roma le llevaba a pensar que le gustaría morir ahí. Poco después de la anexión de Austria a la Alemania nazi el 12 de marzo de 1938 como una provincia del III Reich, el sueño de Freud de morir en Italia queda imposibilitado. Marie Bonaparte, Ernest Jones y otros personajes más, ayudan a Freud a salir exiliado a Londres con su hija Anna y su esposa Martha. Aunque Freud no muere en Roma, su último texto es ‘El Moisés y la Religión Monoteísta’, que guarda relación con su texto ‘El Moisés de Miguel Ángel: liga a Italia’. Freud había visto este monumento funerario a Julio II con la escultura de Moisés en Roma mientras caminaba del Corso Cavour a la Plaza Solitaria y, asombrado y casi iluminado por una profunda experiencia, dijo haber obtenido con esa visión la ilusión
de un ídolo de nuevo. Refrendó entonces su amor a Italia a través de Miguel Ángel, que lo acompañó representado en su último texto, guardando a su ideal para hacerse de un lugar antes de morir. Así son, quizás, las cómodas tumbas que nos hacemos en nuestro ser hacia la muerte, los amores que guardamos para nosotros como identificaciones cuando alguna frustración los imposibilita y que se acomodan en el camino hacia el final. Esta vez he decidido no detenerme más en el Moisés porque Freud hizo algo para tener a Italia cerca antes de morir: escribir ‘El Moisés y la religión monoteísta’. De quien ahora hemos de ocuparnos es de una figura paradigmática que guarda relación con su amor a Pompeya: ‘La Gradiva’. Diferente que con lo que hizo al final de su vida con la imagen del Moisés, Freud se refirió algo peyo-
TALIA ES UN CUENTO DE HADAS
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rativamente a Gradiva de Jensen; como “una breve que en su sueño el padre de Gradiva era buscador de novela, no muy valiosa en sí misma”. Sin embargo, lagartijas. Freud había comprado en un viaje a Roma una placa Al día siguiente, Hanold está muy confundido y va de la Gradiva que mantuvo adornando su consultorio con unas flores buscando a la Gradiva. Se encuentra a hasta su muerte. Esta ambivalencia que guardaría por Zoe y en su confusión delirante le comparte un pedazo la Gradiva es importante para pensarse en la obra de de pan y le dice: “Me parece como si ya una vez, hace Freud, pues es la Gradiva, esencialmente, un texto de dos mil años, hubiéramos comido así juntos nuestro Jensen que habla del amor. pan. ¿No puedes acordarte?”. En ese momento, algo Jung le había platicado a Freud del Gradiva, novele hace discordancia y recuerda a su amiga de juegos la de Jensen publicada en 1902. Maravillado por la en la infancia: Zoe Bertgang. Bertgang es también el obra al leerla, Freud publica en 1907 un análisis de equivalente en traducción a Gradiva, significa algo como “la del andar resplandeciente o precioso”. Hanold, ésta que tituló ‘El delirio y los sueños en la Gradiva’. a través de sus sueños y del amor, sale de su delirio Gradiva —que significa “la que avanza”— es la histopara dar cuenta que Zoe es la Gradiva a quien busca, y ria de Hanold, un arqueólogo obsesionado con un barecuerda que en la vida real el padre de Zoe era zoólojorrelieve que ve en un museo en Roma (La Gradiva). go y, en equivalencia, en su sueño, la GraCuando regresa Hanold de Italia, a Alemadiva, la hija de un cazador de lagartijas. nia, cuelga una copia de la Gradiva y la Zoe es el amor que había perdido y hamira diariamente (así Freud hace lo misbría de recuperar representado por el mo en su consultorio identificado con el bajorrelieve de mármol. Es así, a través personaje). A su mente viene la imagen del recuerdo, que Hanold se ve posibilide la Gradiva, caminando por las calles tado a dejar su delirio para amar. de Pompeya. Hanold sueña que viaja en La deliciosa historia captura a Freud el tiempo al año 79 a.C. mientras el Vesupara concluir, entre muchas cosas más, bio hace erupción para conocer a esta chique las fantasías del joven arqueólogo ca que por su andar le captura. Este suesobre su Gradiva son un eco de esos reño hace que Hanold de inmediato viaje a cuerdos infantiles olvidados. Ese es el Pompeya a buscarla, y ve a La Gradiva de origen de las fantasías que han de remisu bajorrelieve caminar calma entre dos tir a una vivencia infantil. Freud analiza pilares y desaparecer. Cuando Hanold se los mecanismos de la vida amorosa. En topa en carne y hueso con la mujer que el caso de Hanold, absorbido por la arpiensa que es la Gradiva, le dice en un queología, el mármol y el bronce eran lo estado delirante “Gradiva”. Ella le sigue único realmente vivo. Su amistad infanel juego, pero la joven después se da cuentil con Zoe quedó sepultada en vez de ta que a la pieza de mármol también le La Gravida reforzarse en pasión. Sus recuerdos fuedice Gradiva. Entonces aclara que su ron reprimidos pero no extinguidos y dieron sus retonombre es Zoe. ños en el delirio, que fungió como ayuda una vez desaHanold, en un intento, sin saberlo, de dejar ese estado para poder amar. Zoe Bertgang, por su nombre, tado delirante agudo en su mismo delirio, ve una rejifue sustituida por Gradiva bajo un mismo rango: el lla muy delgada e imagina que por ahí cupo la Gradiandar. Así funciona la vida amorosa para Freud, guiava. Se pregunta entonces qué constitución tendría esa da por un rasgo que se desplaza de un amado a otro. muchacha que acababa de ver: la Gradiva (Zoe). Un Este texto topa a Freud con la fatalidad del reenseñor le había dicho que fue hasta Pompeya a buscar cuentro, pues es a veces de lo que uno huye, aquello lagartijas y que seguramente se metieron por la rejilla. que fue necesario sepultar, retorna. Hanold habría reA Hanold, el señor de su delirio le parece un loco, sienprimido un recuerdo, pero retorna a manera de delido que ese señor que busca a las lagartijas es la imario. Su sueño lo transporta a ese lugar de antaño hace gen que representa a él mismo buscando a la Gradiva. miles de años para mediar el conflicto que ahora exisEsa noche sueña que muy cerca estaba Gradiva, que te y después poder recordar a su amada de la infancia. Gradiva encuentra una lagartija y la jala de un hilo y
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Detalle del Moisés. Esta escultura fue realizada en 1515 porMiguel Ángel Buonarotti, escultor florentino. Está hecha en mármol blanco de Carrara, la obra sólo puede ser contemplada frontalmente. El Moisés es la figura central de la tumba del Papa Julio II, que se encuentra en la iglesia de San Pedro in Víncoli, en Roma
El amor es, entonces, entre otras cosas, una manera de revivir una vivencia inimitable.
Derrida retomará este texto de Freud en ‘Mal de archivo’, para decir “Hanold ha venido a buscar esas huellas en sentido literal (im wörtlichen Sinne). Sueña con hacer revivir. Sueña más bien con revivir él mismo. Mas revivir al otro. Revivir la presión o la impresión singular que el paso de Gradiva, el paso mismo, el paso de la propia Gradiva, ese día, esa vez, en esa fecha, en lo que tuvo de inimitable.” El amor es, entonces, entre otras cosas, una manera de revivir una vivencia inimitable. Habrá que guardar la nueva vivencia como inimitable para que la diferencia en la nueva huella de la memoria devenga en performatividad con aquello nuevo que hay en uno en el tiempo hacia la muerte.
Fernanda Magallanes es psicóloga por la Universidad Iberoamericana, Maestra en Psicoterapia General por la Asociación Psicoanalítica Mexicana con Mención Honorífica y Doctoranda en Filosofía, Medios y Comunicación en European Graduate School. Ejerce psicoanálisis en consulta privada en el Distrito Federal. Ha participado en diferentes investigaciones acerca de teoría psicoanalítica, género e inmigrantes, transtornos de personalidad y transtornos alimenticios, y sus trabajos han sido presentados en congresos nacionales e internacionales.
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GA B I N E T E D E A S O M B R O S
LA MÁQUINA DE LA SOLEDAD Por Mariana Romero
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GIRONA, EN CATALUÑA, solamente para asistir a una función de “La máquina de la soledad”, una coproducción de las compañías de teatro Oligor de España y Microscopía de México. Fui hasta allí porque recibí una recomendación de una amiga que comenzó con una sugerencia: “te encantaría, tiene mucho que ver con lo que haces” y terminó con un imperativo “¡tienes que ir!”. Así que sin pensarlo más, me puse en marcha. No es relevante, en realidad, si el viaje fue largo o fue corto y tampoco todo lo que sucedió en el camino, lo importante es que fue para mí un descubrimiento fundamental dentro de la búsqueda que he emprendido para comprender más profundamente la poética que encierran los objetos. Sería difícil encasillar a esta pieza escénica dentro de algún genero conocido. Ellos mismos lo llaman “teatro documental de objetos” y se definen a sí mismos como “un grupo de investigación de la pequeña escala, los juguetes, la sombras… de lo que el objeto o la pequeña escala nos
puede contar acerca de la memoria de las cosas, siendo capaz de abrir territorios de subjetividad, más aún cuando son objetos viejos”. De la asociación de Oligor, y Microscopía nace “La máquina de la soledad”. Ambos grupos desde distintas latitudes investigaban por su cuenta en torno a las atmósferas de lo íntimo, la memoria de los objetos, las poéticas del mueble, los autómatas, los juguetes, etc. En esta pieza hacen un homenaje al “objeto-carta” que se construye alrededor de un conjunto de cartas de amor del siglo XIX encontradas en el mercado de la Lagunilla en la Ciudad de México. A partir de esos mnemobjetos (término acuñado por los artistas que hace referencia a los objetos cargados de memoria) de esas historias ajenas y anónimas, que por un azar casi inexplicable fueron rescatadas del olvido, se desprenden una variedad de micro-historias que los creadores fueron revitalizando después de realizar una serie de entrevistas y una minuciosa arqueología de los objetos y los oficios vinculados al correo postal.
IAJÉ HASTA
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Shaday Larios y Jomi Oligor charlando con el público después de una función de “La máquina de la soledad”.
Estando frente al escenario vamos siendo testigos de una serie de relatos escogidos entre todos los testimonios y documentos recuperados, que conforme fue creciendo el proyecto se han vuelto parte del archivo de “La máquina de la soledad”. Desde la ciudad de San Luis Potosí hace más de cien años, donde Manuel y Elisa se escribían cartas que se entregaban a escondidas por medio de algún mensajero “porque la mamá de Elisa no los dejaba platicar”; hasta la relación íntima que establece la señora Lourdes con su máquina de escribir, escribana que aún labora en los arcos de la plaza de Santo Domingo, en la Ciudad de México; pasando por las calles de la Colonia Postal donde aún pueden encontrarse vestigios de lo que en otro tiempo significó el oficio de los carteros; entre muchas otras historias, más todas las que se sigan sumando en cada lugar donde la máquina hace alguna parada. “Pensamos en esta pieza como un trabajo en investigación constante. Se va a ir nutriendo de las historias que recoja por donde pase, como una bola de nieve que se agranda y cambia de forma en su viaje”, menciona Shaday Larios, directora de microscopía, en una entrevista que le hace Lulú Barrera. Los artistas llevaron a cabo una labor detectivesca para lograr develar el misterio que envuelve a esos sugerentes objetos del pasado. No se trata simplemente de reutilizar cosas viejas para darles una segunda vida, más bien buscan que sean los objetos mismos los que se pronuncien al dejarlos manifestarse con toda la fuerza de su materialidad y su presencia. “Hay una carga simbólica que la materia va adoptando, y que para
nosotros es fuente de inspiración, de creación, de aprendizaje y que requiere una percepción” —expresa Shaday—. Sin embargo, a diferencia de lo que haría un científico, no se busca de ninguna manera borrar toda la subjetividad y la emotividad del observador. Durante la función, simplemente nos vuelven cómplices del encuentro fecundo que tuvieron al dialogar con dichos objetos encontrados y testimonios recogidos. Pero al narrarnos cada historia, cada memoria resucitada que fue para ellos un encuentro con sus propias subjetividades, nos van mostrando una serie de micro-paisajes minuciosamente elaborados que emergen poco a poco desde de los cajones, compuertas y otros recovecos ocultos dentro de los escritorios y muebles que forman parte el escenario en el que ellos se encuentran. Todo el espacio escénico es concebido y conformado de tal forma que exista la proximidad suficiente para generar una atmósfera íntima y al mismo tiempo los espectadores seamos capaces de apreciar las cosas mínimas, pero además de esto se valen de una serie de estrategias que tienen que ver con la magnificación del detalle. “Se trata de coreografiar la mirada dentro de ese plano de experiencia diminuto”, explica Shaday Larios. Momento a momento nos sorprenden con cada uno de esos micro-universos que no advertíamos en un principio. Los distintos personajes que ellos rescatan sólo son advertidos mediante su ausencia-presencia en los objetos que quedaron como testigos de sus historias y en los escenarios que fueron elaborados inspirados por todos estos relatos.
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“Y todos los espacios de nuestras soledades pasadas, los espacios donde hemos sufrido de la soledad o gozado de ella, donde la hemos deseado o la hemos comprometido, son en nosotros imborrables. Y, además, el ser no quiere borrarlos. Sabe por instinto que esos espacios de su soledad son constitutivos.” —Bachelard
Mariana Romero. Recolectora nata, pepena destellos de asombro para configurar un gabinete íntimo, buscando sin buscar camina en trayectorias espirales recogiendo hallazgos mínimos, pequeños objetos detonantes del sentido poético de la vida, oculto tras el velo de lo cotidiano.
Shaday Larios y Jomi Oligor en plena función de “La maquina de la soledad”.
Mientras tanto, los artistas nos comparten las reflexiones, las sensaciones y las experiencias que durante el proceso de investigación y creación se despertaron en su interior. La delicadeza con que son tratadas las cartas cuando Jomi Oligor las va sacando de la maleta dentro de la que fueron encontradas, provoca que queramos también tocarlas, olerlas, desdoblarlas y abrirlas muy lentamente sin que se diluya por completo el misterio que las envuelve. Entre las cartas que se van abriendo, Jomi y Shaday nos comparten las notas al pie, las reflexiones escritas en sus bitácoras, todo lo que se despierta al escarbar dentro de esas memorias dormidas. “El objeto se abre y es como si abrieras todo un estado mental, un estado afectivo”. No hay nada más que eso, no nos seducen con un onirismo fantasioso y simplemente rescatan la ficción y la magia que se encuentra ya de por sí en el encuentro íntimo de una subjetividad con otra, a través de un objeto que es a la vez tan simple y tan complejo como una carta. “La máquina de la soledad eres tú frente a un papel cuando escribes, es esa tecnología precaria de la subjetividad, porque aunque le estés escribiendo a alguien más estás ahí solamente contigo mismo”, explica Shaday. Las historias no se cierran, afortunadamente, y me dejan cargada de preguntas y de asombro. Sigo habitando esos micro-paisajes, vuelvo a ellos recurrentemente. De regreso en un tren saco mi libreta y escribo una carta, abro esa ventana hacia otro tiempo dentro del tiempo, discurro en mi soledad, voy narrando mis pensamientos hacia ese interlocutor imaginario, las ideas se materializan de otra forma al ser escritas a mano sobre un papel, en el aparente desorden de mis líneas me voy encontrando, se multiplican los espejos, me dejo mecer en ese silencio repentino mientras las semillas poéticas que fueron plantadas continúan germinando en mi interior. Así continúo escribiendo la carta después de varias pausas y días hasta que finalmente decido terminarla y la envío a México. Después de varios meses la carta aún no ha llegado a su destino, me sorprende que en pleno S.XXI se haya perdido y nadie en la oficina de correos pueda responder por ella. Enviar una carta en estos tiempos de mensajes instantáneos es como lanzar una botella al mar, imagino dónde podrá estar ¿qué habrá sido de ella? Y si esta carta extraviada podría ser el pretexto para crear algo nuevo.
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LA POÉTICA DE LOS OBJETOS E N T R E V I S TA
A Shaday Larios
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haday Larios, ensayista e investigadora escénica, directora del grupo de teatro de objetos, sombras, muebles y juguetes Microscopíateatro en México, nos concedió la siguiente entrevista:
toria de deseo y desamor simultánea. Si es un objeto encontrado con una historia detrás, reacciono arqueológicamente. Lo importante, pienso, no es hacerlos hablar, sino dejar que sus propias historias te hagan hablar a ti de ellos. Partir siempre del objeto y no de ti.
¿Cómo describirías tu relación con los objetos? ¿qué dice de ti?
¿Qué artistas has tomado como referencia o reconoces que te han inspirado o influenciado en este camino?
Como una relación afectiva y de mucha curiosidad y respeto. Depende siempre qué tipo de objetos sean. Los objetos hablan más de las personalidades de lo que nos podemos imaginar. Lo que sucede es que yo trabajo con los objetos de otras personas…. Creo que aún no podría responder a eso, estoy demasiado adentro de estás mecánicas de relación como para poder dar una afirmación sobre mí.
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La animación checa y polaca. ¿Qué implicaciones crees que tiene trabajar con desperdicios, poner la mirada sobre las cosas más desvaloradas o rescatar memorias enterradas?
¿Qué valor tienen para ti los objetos encontrados inesperadamente y las cosas que son rescatadas del olvido?
La creación de una mirada des-jerarquizante, periférica, inquisitiva, multidimensional que al final se convierte en una actitud hacia la vida y hacia las formas generar relaciones con las personas.
Un valor desconocido. Un valor que aún no tiene nombre. Quizás un valor parecido a la fraternidad.
¿Qué es el “teatro documental de objetos”? ¿Cómo y cuándo surge?
¿En qué momento se revela la poética de los objetos en tu vida y en tu quehacer artístico?
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Eso surge a partir del nacimiento de La Máquina de la Soledad. Es un término que me inventé para llamar a este trabajo que estamos haciendo con el objeto-carta y para nombrar a otros trabajos que están por venir. Aunque sea una reflexión que tengo en mi cabeza desde hace tiempo. Si hay un teatro documental, por qué no va a existir un teatro de objetos documental. Algo más específico.
Digamos que de forma profesional a partir del 2003 en Barcelona, cuando comencé a estudiar el mundo de las marionetas en la Casa-Taller de Pepe Otal, pero de forma inconsciente en mi infancia, cuando me quedaba sola jugando con el cofre de miniaturas que habían sido de mi abuela.
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¿Cómo haces hablar a los objetos? ¿Cómo dialogas con ellos?
¿Cómo se articula una obra de microscopía, a partir de qué elementos se va tejiendo?
Ellos me hablan a mí. No tengo un sistema. Siempre depende del tipo de objeto. Si es un objeto obsequiado por alguien que lo estima mucho pero quería deshacerse de él hay ahí una his-
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Nunca es igual, depende mucho del tema y del punto de partida, pues a veces el punto de
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partida es un material como en el caso de Sololoy. A veces a partir de un objeto específico como en el caso de las cartas. En general, pocas veces tenemos un tema o una dramaturgia previa, partimos de un solo objeto o de una apreciación minúscula. Las historias aparecen después y la forma de estructurarlas también.
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¿Qué es para ti la poesía, lo poético? ¿Qué papel juega en tu trabajo?
Es una forma de pensamiento, una práctica cotidiana, es inseparable de la vida doméstica y social. Yo estudié Literatura Española y lo que quería hacer en la vida era escribir poemas. Lo sigo intentando pero con el formato de la microscopía. Es pues un pensamiento primigenio que está en la corteza cerebral y sensitiva de cualquier ser humano.
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¿De qué forma almacenas y clasificas las cosas que encuentras? ¿Qué es para ti una colección? ¿Cómo se establece un juego entre orden-desorden? Por maletas, cajas, etiquetas, formas y tamaños. Pero tampoco soy tan organizada en ese sentido. Tampoco están las cosas ordenadas por montajes. Van y vienes de una maleta a la otra. Soy más ordenada por ejemplo con mis pensamientos que con mis acciones y los objetos que tengo. Clasifico más mis ideas en mis cuadernos. Colecciono ideas más que nada. Hay objetos que casi nunca toco porque les tengo mucho respeto y están arrinconados en la estantería, casi siempre son los que han pertenecido a alguien que ya falleció y que conocí… Una colección es para mí un recipiente de emociones y deseos. Pienso que se nace coleccionista. Yo no me considero una. Tengo pasión de coleccionista pero no soy una.
¿Qué clase de conflictos o satisfacciones implica para ti hacer una labor como la que llevas a cabo? ¿Qué clase de responsabilidades implica?
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Mi conflicto principal es conciliar la teoría y la docencia con la práctica, desde siempre. Escribo, hago y enseño. Soy académica y laboratorista. Los límites siguen siendo muy duros aunque poco a poco y con la experiencia comienzan a hacerse flexibles. Pasar del escritorio al espacio escénico del espacio al aula y así sucesivamente. Se requiere de una voluntad muy abierta y de un cerebro muy ágil para pasar de un sitio al otro, creo que aún no lo consigo del todo. Llevo siempre el escritorio a cuestas. La satisfacción es una responsabilidad. Me siento responsable por sentir placer al ejercer este tipo de comunicación sutil. ¿En qué momento te encuentras ahora, qué más te gustaría explorar?
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De momento ‘La máquina de la soledad es’ una intensidad inmensa. La sigo explorando porque ahora la gente de Correos está muy implicada con nosotros, siguen nuestra ruta y se reúnen con nosotros para hablar de sus memorias. Creo, al final, que el objeto-carta es sólo un pre-texto para generar otros tipo de encuentros. Seguiremos por esta vía del teatro de objetos documental.
Para saber más sobre el trabajo de Shaday Larios consulta: www.lamaquinadelasoledad.org www.microscopiateatro.blogspot.com
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EL BUNKER
JOSÉ EMILIO PACHECO “Escribir es vivir en cierto modo. Y sin embargo todo en su pena infinita nos conduce a intuir que la vida jamás estará escrita”.
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A L A S D E E L E FA N T E
SOBRAR Por María Martínez Marentes “Estar sola es perder el sitio, andar a la intemperie”. ~ Ulalume González de León
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AY U N S E N T IMIENTo
que siempre ha estado conmigo: el de sobrar. Nace de repente, cual tallo de frijol en algodón y se deja sentir exclusivamente durante los días más normales de todos, días tan parecidos al resto de los días que es inevitable sentir algo distinto; el aire más pesado, la mirada más gris, las ganas de correr y el hoyo que invariablemente se coloca en mi estomago. Entonces lo sé: sobro. Nunca me causa extrañeza sentir que estoy de más; para mí es normal empezar a sobrar un día en el trabajo, sobrar en una relación que solía ser de dos y ahora es de una, sobrar en una casa que me dice a gritos que ya no es mía, sobrar en un bar
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“Nadie quiere llegar a un sitio para jamás volver a perderse y descubrir otro camino”.
a las dos de la mañana cansada de beber mis ganas de no sentir que sobro e –incluso– en las páginas de un libro que después de dos años sigo sin poder terminar (igual y esa historia siente algo similar hacía los ojos que muy forzadamente no dejan de mirar). Entonces lo sé, sobrar es lo que mejor hago. Lo hago todo el tiempo, a veces en chiquito y a veces en grande pero siempre termino por sobrar, por perder el sitio en donde echar raíces era posible. Sobro hasta en la silla en la que me siento a escribir que sobro, por eso me levanto tanto a preparar café y recordar que es frente al mar en donde esa sensación desaparece –sólo por un segundo– para dejarme respirar el respiro más bonito del mundo. Luego vuelvo a estar de más. Sobrar es un ir y venir que no termina, como las olas. Nadie quiere llegar a un sitio para jamás volver a perderse y descubrir otro camino, nadie quiere reír para nunca más volver a llorar. Si las olas dejaran de romperse, el mar dejaría de ser mar y yo me rompería con más fuerza. Entonces lo sé, sobrar es lo que me hace seguir buscando ése sitio que no sé si realmente exista, la excusa perfecta para imaginar alas y v o l a r.
María Martínez Marentes, 26 años. Le encanta que su nombre esconda tres veces al mar, dice ser una alcachofa y escribe flores moradas. Vive en la Ciudad de México y siempre está por darle la vuelta al mundo.
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M I E R DA Y M U E R T E
“THE BLUES AND THE ABSTRACT TRUTH” Por Eduardo Medina
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y ahí —a decir de John Lee Hooker— su verdad; en el Jazz por su parte pesa más un asunto de complejidad y abstracción, tanto rítmica, armónica como cultural; eso no lo vuelve mejor que el blues, sólo otra cosa. En febrero de 1961, Oliver Nelson entra al estudio junto a Eric Dolphy, Bill Evans, Freddie Hubbard, Paul Chambers, George Barrow y Roy Haynes, para grabar algo que se llamó: “The Blues and The Abstract Truth”, en donde la profunda y libre meditación de altos vuelos del Jazz busca reencontrarse con la limitada pero cruda verdad del blues: uno está jodido y tenemos 12 barras para hacer algo de ello.
ma: yo, deformación en devenir mientras nuestro sistema solar —hasta donde hemos podido inferir— avanza sin rumbo hacia su irremediable fin; y uno sentado frente a un monitor, tolerando, ganándose el pan y el vino en trabajos en donde estas cuestiones no tienen importancia —y nunca las han tenido para un cazador—, golpeando un teclado en el tiempo que uno se hace para jugar al escritorcito, entre el “apenas me alcanza” y la falta de recursos intelectuales y creativos. Sí, soy muy estúpido, me lo hacen saber de distintos modos diversas especies de lo inhumano — algo contrario a la estupidez sería que me dijeran algo no tan autoevidente—. Horas muertas. Resulta un acto sedicioso ir en sentido contrario al sentido y mejor cabezear —y sin mayor sustento por que esto no resuelve las problemáticas anteriores— sin afirmar o negar algo, ensoñar a mediodía laboral escuchando “The Blues and The Abstract True”, y entonces todo está bien, la música otorgando otra luz a la memoria, despojando a la historia del galgodromo del progreso, y —como si la vida no hubiese sido suficiente cosa— cargando de la relevancia necesaria a nuestros actos como seres de ritmo, melodía, armonía, espíritus libres, aplastando lo moral: ese límite de lo infinito interpretativo. Ethos es multiplicidad y moral asunto de restricción a la misma, ambos asuntos, ética y moral no se llevan, aunque a menudo se les equipare.
L BLUES SUPONE CIERTA SIMPLICIDAD
“STOLEN MOMENTS”. Sí, uno está jodido; y si el asunto del significado de la existencia es sólo o más que nada un asunto de la interpretación de la propia experiencia, y si nuestra experiencia de lo real depende del entretejido de una serie de interpretaciones que han ido dando forma a lo vital otorgándole cuerpo a la historia, pasa al plano de la irrelevancia cuando uno es confrontado por la tangibilidad de la frustración ante todos nuestros esfuerzos por trascender la estupidez humana, comenzando desde luego por la propia: identidad e historia de vida, memoria y for-
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“YEARNIN”. Situado en la era del Post Bop, la explosión del Free Jazz anunciando su llegada, Nelson y Dolphy reimaginan sus raíces afroamericanas en el blues, búsqueda de nuevos ethos mirando hacia atrás. Todo comienza por la necesidad del cuerpo: por el dolor y el menester, el placer y la satisfacción; la pregunta por el significado de la existencia viene después, va escribiéndose, entre cada acto encaminado a salvarnos primero de la sed, esto es, primero se trata de sobrevivir; las posibles respuestas, tanto a nuestro menester como aquellas más filosóficas —blues y verdad abstracta— como el latido mismo de lo que está vivo: se abren como campos de batalla en nosotros, nos hieren en su fatalidad y contingencia; el quehacer de la escritura de un lenguaje musical es circunscrito aquí como la transcripción de un latido tras otro del corazón, pulso, ritmo herido, golpeado, entre el blues y el jazz: Beat, Beat, Beat, Beatness, Beatific! y el largo soplido de algún metal, improvisación como una larga meditación en torno a un breve tema: “Spiritus = Breathing = Inspiration = Unobstructed Breath” señalaba Ginsberg entorno a la poesía Beat. Yearnin; añoranza, es así como la música persigue también algún tipo de conocimiento.
mo una irremediable generalización y vulgarización de la razón común, ahí donde el ser consciente se torna flaco diría Nietzsche, marca de rebaño, corrupto, falsificado, el Jazz de masas tan criticado por Adorno, el territorio de Glenn Miller. 2) El momento de los "nacidos tarde", el momento de la sobreabundancia de este mundo simbólico que viene a ser derrochado por el heredero: el artista, el poeta, el músico; territorio de Charlie Parker, apodado por sus contemporáneos como el pájaro o el Buddha. La verdad —se me ocurre decir—, es una suma de relaciones humanas, relaciones humanas cuyas intersecciones son matriz de metáforas, de tropos literarios que constituyen la ficción de lo real: su interpretación; mi verdad por su parte, es esa elaboración tan única y mía que me orilla a la soledad, allá donde nadie nos entiende, víctimas de la incomprensión de los otros, donde la incapacidad de comunicarse se manifiesta, la verdad, en tanto conciencia de los límites comunicativos, une o bien separa. Habría que hablar de una razón común, y una razón múltiple. Es desde la razón común que gregariamente edificamos nuestras verdades hacia posibles soluciones al menester; es desde la razón múltiple —que no es otra cosa que la multiplicidad de individualidades—, que problematizamos la solución y nos separamos, que problematizamos la historia de lo gregario manifiesta en nosotros. El retorno de la mirada de los músicos de Jazz al Blues no sólo en tanto forma musical sino como expresión de una situación social, pronto llevó al Jazz del salón del baile a la reflexión social, “We Insist! Freedom Now Suite” de Max Roach,
“CASCADES”. Corrientes perpendiculares, junto al llamado conocimiento del mundo natural, está el pensamiento de orden social: si hemos de existir en sociedad, se precisa de un tratado de paz, se teje aquí la telaraña que ubica nuestro existir de nuevo dentro de un deber ser, dentro de un orden moral de verdad. Como consecuencia de este orden moral de verdad se supone un presunto bienestar social. Nietzsche —el Dionisiaco—, observó dos aspectos de la verdad: 1) el mundo de las apariencias y de los signos co-
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La separación de lo individual frente a lo gregario siempre es una forma de guerra, una forma de violencia, una que señala un errado concepto de paz: el equívoco ideal de paz como ese estatismo nocivo que huele más que a otra cosa, a una muerte intelectual.
Charlie Parker en Nueva York, 1948.
“Freedom” pieza de Charles Mingus y las exploraciones en la música Africana de John Coltrane no tardarían en llegar después de sus propias observaciones al Blues. El Jazz no podía contentarse en seguir siendo una mera forma de entretenimiento al volver la mirada a sus raíces. La separación de lo individual frente a lo gregario siempre es una forma de guerra, una forma de violencia, una que señala un errado concepto de paz: el equívoco ideal de paz como ese estatismo nocivo que huele más que a otra cosa, a una muerte intelectual. Tolerar es abnegación: renuncia de una persona a pasiones, deseos o intereses, a la propia expresión; distinta es la apertura: aceptación de las múltiples pasiones. Apertura como una capacidad lúdica, opuesta a la solemnidad y la pesadez de las formas ya obsoletas, de sus defensores y perpetuadores. Risa y amor dice Zaratustra. Frente a las necrópolis hegemónicas y burocráticas, ahí donde la vida se vuelve de piedra, el arte desgarra, libera el intelecto. El entramado de los conceptos se vuelve un juguete. “TEENIES BLUES”. El equívoco ideal de la paz como el fin de los opuestos, nos otorga la necesidad de una pregunta irónica: ¿existe vida después del fin de la historia?, es decir ¿existe vida en la paz? Hablar de paz sin dialéctica, forzosamente empareja la noción de paz con una verdad moral, la cual de nueva vez, no puede ser mas que la imposición de la solución de la razón común por sobre la problematización de la razón múltiple, de la razón de unos cuantos y su narrativa con un final ya escrito para todos, por sobre la verdad múltiple de lo individual, que es siempre creación abierta. No podemos rechazar la paradoja de la existencia: el horizonte
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abierto de posibilidad infinita interpretativa como flujo de opuestos, juego de agregación y disgregación de conciencia frente a lo limitado y lo ilimitado, la Esto va de ir inventándose causalidad rigorosa y la libertad imaginativa. ballenas voladoras para Lo que sí puede ser la paz: salud al juego de las paradojas, la paz como la perseguir e intentar cazar virtud de la violencia, la violencia del Intelligere opuesta a la de la común esde frente al horizonte... tupidez gregaria —de balas y descabezados—, una violencia jovial, como la idea misma del arte poético, de una gaya ciencia en donde todas las voces pueden afirmarse en la existencia, sin anularse, sino siendo su mutua condición existencial: el hacerse sensible al otro como dolorosa pregunta que me interpela. Así es la música, así es el Jazz, encuentro de intensidades donde nadie es omitido, juego de contrapuntos, tejido de múltiples sensibilidades interactuando. La música no busca unificar, sino multiplicar, y con esto mantenernos abiertos y a la deriva. Desde el entresueño de la poiesis, inaugura un movimiento de la conciencia que la transforma, y en una suerte de daño intencional a la memoria se desprende de las formas como cáscaras huecas y se queda ciega de distinciones entre ficción y realidad, apariencia y verdad, hecho e ilusión literaria; manipula libremente el punto de encaje donde se entreteje y genera el vórtice de lo real, que es también el vórtice desde donde vamos tejiendo, palabra por palabra, frase por frase, la trama de lo vital: como la sonrisa de Charlie Parker cuando al final devela que no hay sendero, no hay meta, no hay nirvana, el nirvana es el samsara, no hay Jazz ni distinción entre la verdad del Jazz y la verdad del Blues, pero había que inventar, y jovialmente estos juegos. Y es así como en la transcripción de estos cabezeos, enfermo de tiempo y de sueños, gastado de soledades, se inventa uno la mínima cantidad de sentido para apenas y sobrevivir, diariamente, a tanta mierda y muerte y ¿filosofía? Esto va de ir inventándose ballenas voladoras para perseguir e intentar cazar, de frente al horizonte de la verdad; mañana uno dice adiós, y comienza la poesía, “yo partiré esta noche sin ropa y sin tristeza”, dice Massís, hacia el lugar donde el discurso se diluye en su sonido. “Music is your own experience, your own thoughts, your wisdom. If you don't live it, it won't come out of your horn. They teach you there's a boundary line to music. But, man, there's no boundary line to art.” Charlie Parker.
Eduardo Medina Frías. Huele raro. @Como_si_la_vida. www.sonidofulgor.bandcamp.com
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L A C I TA
CLARICE LISPECTOR “Escribir es una maldición, pero una maldición que salva”.
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L A V I DA E S OT R A
EL LENGUAJE DE LA SOLEDAD Por Hilda Cecilia Pedraza Cameros
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I UNO BUSCA EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA SOLEDAD,
se dará cuenta de que tiene seis acepciones diferentes. Tres de ellas hacen referencia a una composición musical en copla, de carácter melancólico, que puede bailarse. En tanto que las otras hablan de la voluntad, de un lugar y de un sentimiento pesaroso originado por la ausencia. La soledad es una manifestación individual que surge aun al estar rodeada de alguna compañía. Quizá por eso tiene un lenguaje propio que es comprensible para aquellos que la han vivido.
I La noticia se publicó en el año 2004. Una primera señal acústica fue percibida en el año de 1989, sin embargo, a partir de 1992 los científicos comenzaron a rastrear ese llamado solitario. Así fue como tal descubrimiento entró en el imaginario de los biólogos marinos, quienes decidieron nombrarla “la ballena de 52 Hertz” debido a la frecuencia de onda con la que emite su canto. El rango de sonido de los cetáceos comunes se encuentra entre los 15 y 25 Hertz. Única en su especie, tampoco sigue la ruta de navegación y apareamiento de las otras. Lo errático de su existencia fecunda una voz en tránsito. En las profundidades del océano se escucha una canción de amor que nadie entiende. La soledad, en ella, es un texto geográfico que dialoga en azul frecuencia, en azul vastedad. Su lenguaje es desconocido para el resto, no obstante, su búsqueda continuará hasta que enmudezca completamente.
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“La soledad no es sola: tiene casa y santuario, imperio y horizonte; puede ser el esquema de un sueño imprincipiado ¡o una muchacha cósmica comiéndose una estrella!”. —Sonata de la soledad, de Artemio González García
II «Los dioses condenaron a Sísifo a empujar eternamente una roca hasta lo alto de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con cierta razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza». Estas palabras son el principio del ensayo escrito en 1942 por Albert Camus (1913-1960). El autor enfoca su reflexión en el destino al que ha sido obligado este personaje. Sísifo es dueño de su destino, aunque no por ello es menos trágico. A Camus le interesa el momento en que este hombre va bajando la montaña, una vez que la roca se ha deslizado nuevamente. Ese período de tiempo que recorre en soledad. Sí, ese instante en que se desprende de la roca, su única compañía. Cuando no está con ella, él se convierte en otro. Sísifo escucha el latir de su pensamiento y comprende el lenguaje de los condenados a la desesperanza.
III En el poema ‘Hija del viento’, perteneciente a ‘Las aventuras perdidas’, de 1958, de la escritora argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972), se lee: «Pero hace tanta soledad /que las palabras se suicidan». La soledad se expresa a través de un lenguaje propio, uno muy distinto al usual. Lo mismo sucede con los enamorados. Se definen a sí mismos como condenados, incomprendidos por quienes no han experimentado su sentir, su pesar. Es por eso que en un poema posterior llamado ‘Cenizas’, la escritora desarrolla esta idea de un idioma “inventado” por ella y su amado para “despertar muertos”, “para hacer fuego”; han «creado el sermón/ del pájaro y del mar, /el sermón del agua, /el sermón del amor». Sin embargo, cuando ella se queda sola, ya no logra comunicarse con nadie más, se queda “arrojando palabras al viento”. El gerundio del verbo arrojar hace que la acción se viva en un presente continuo parecido a una condena eterna. Si intentara reunir, en una sola definición, las distintas posibilidades de la soledad, resultaría lo siguiente: “Carencia voluntaria o involuntaria de un lugar desierto por donde se pasea el pesar de la ausencia mientras se entona una copla melancólica”. No se habla del origen, de las causas, aunque puede suceder que el destino sea quien propicia su aparición. En el amor, la soledad es necesaria para la captación del otro, para su aprehensión en un lenguaje exclusivo para dos. La soledad es un canto, una condena o la invención de otro idioma.
Hilda Cecilia Pedraza Cameros no tiene ojos tapatíos pero ha vivido en Jalisco desde siempre. Egresada de la carrera Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Estudió la maestría en Letras de Jalisco de la Secretaría de Cultura, generación 2012-2014. En febrero de 2014 ingresó al taller de poesía “Manuel Maples Arce”, coordinado por Luz Olivares y Mauricio Ramírez.
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Ilustraci贸n de Chawakarn Khongprasert, Luke first sight.
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LO S E L I X I R E S D E L D I A B LO
HUAN DAN Por Julio Medellín
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DAN ES UN TÉRMINO de la cultura china —en específico a la tradición Taoista— que se da en manera general a los elixires de la inmortalidad, tanto a los obtenidos por medio de la alquimia interna como a los obtenidos con ayuda de la alquimia externa. Refiriéndose a la alquimia interna como la serie de movimientos, alimentación y entrenamiento mental a modo de artes marciales y otro tipo de disciplinas; así como a la alquimia externa refiriéndose a un conjunto de conjuros y encantamientos combinados con algo que pareciera ciencia, en pociones y similares, por medio del conocimiento de los elementos de la naturaleza, sus trasmutaciones y efectos. Para mí, en muchos sentidos, los elixires son cosas que se encuentran en todas partes o, como bien decía un personaje indio yaqui de los libros de Carlos Castaneda: Cada quién tiene su versión del Vitaminol. O sea, el elixir de la vida eterna, la cura o la saciedad, aquello que va a solucionar nuestro problema, dilema; aquello que nos permitirá seguir existiendo para poder permanecer vivos –siendo lo que sentimos ser o más– se halla en todo ello a lo que nuestra mente se acomoda: imaginación, conceptos o educación. Una idea, una sensación física, un aparato, sentimiento, recuerdo, etc.
La cosquilla de escribir respecto a ello ha sido porque la observación después de leer novelas, ver películas y vivir la vida en general siempre remonta al nunca rendirse, a tener la determinación, la stamina; necesidad o la necedad necesarias para alcanzar el objetivo que regularmente no es fácil. Como el viaje de Odiseo de regreso a Ítaca, como el monje Tripitaka y sus acompañantes tras las escrituras de Buda en el Oeste en ‘Las Aventuras del Rey Mono’, o Mixtli, el azteca del libro de Gary Jennings que hacia su camino y en sus viajes siempre tuvo contacto con los dioses de manera indirecta y guiaban su vida para que llegase a ser alguien importante en la historia de su raza. Pero por otro lado es igual para aquel que cumple una condena y sólo espera volver a ser libre, para el ladrón que asalta o el secuestrador que desde un retorcido y tergiversado punto de vista vive su vida tomando otras para perpetuidad de sí. O simplemente como las mismas guerras que ciertas religiones y gobiernos tienen sin parar —independientemente de su contexto e intenciones dobles—; quienes buscan o piensan que el elixir de su perpetuidad es la dominación de los infieles, de los salvajes o de la economía; al fin, el chiste es alcanzar el objetivo, pero ¿por qué? Se vale detenerse en una burbuja ausente de tiempo y preguntarse en definitiva por qué se hace lo que se hace, de raíz.
UAN
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Cada vez que se nos va algo, nos roban algo o se nos acaba algo, sentimos que somos menos, aunque no sea así. Ese nuevo trabajo, ese hijo esperado, ese cambio de país o carro nuevo, siempre será el elixir que nos permitirá permanecer un ratito más. Y si no obtuviésemos aquello que deseamos, seríamos menos que los demás, seríamos sufrimiento. Así, no hay escapatoria de tal situación pues nadie en su sano juicio pretende dejarse morir sin perseguir lo que busca o lo que necesita, su Vitaminol: el elixir de una cierta inmortalidad que se acaba sin que lo notemos, porque aun en nuestra ignorancia sabemos algo básico, en el fondo, que negamos todo el tiempo: nada es para siempre. Lo que me lleva a pensar que nos podemos perder en intrincados detalles de la realidad y estar bien confundidos pensando que vamos al lugar del
tecesores por lograr mantener su permanencia hasta llegar a lo divino. Somos en cierto sentido: leyenda. Cientos de vestigios existen en nosotros para remanencia y prueba de que así ha sido. En nuestro ADN conservamos la postergación, la procrastinación, el entierro y la procreación que nacen del mismo filo que nos ha alimentado, que nos ha nutrido. La desaparición del mismo ser —que por ser existe— es lo que se evita e irónicamente es ineludible, en cualquiera de los sentidos, ya sea la muerte cruda como la conocemos o la identidad que crece y decrece con las cosas que obtenemos o no. ¿Sería justo decir que parecemos fantasmas tratando de mover un vaso en la cocina de alguien más? El poder que se alberga dentro de nosotros y el que buscamos obtener (de humanos a dioses, de per-
¿Hay un elixir, algo real que nos haga permanecer?
bienestar, de lo que perdura, lo que es la real solución, lo que queremos y punto, mientras llegamos o no al destino: momento o situación que es lo que importa. Las librerías rebozan de libros de autoayuda, de conocimiento, de las fórmulas para ser felices y nos damos cuenta que “felicidad” significa diferentes locuras para cada quién. Así bien, cada quién con sus patologías escogemos nuestros elixires. Pero lo que es más importante ¿hay un elixir, algo real que nos haga permanecer? Bueno, la religión y los sistemas espirituales tienen sus comentarios al respecto, así como sus prácticas. Es probable que la respuesta sea individual y exista algo que solamente alargue nuestra vida o felicidad o sentimiento de bienestar. Aunque, al menos en la era moderna, nadie tiene una solución a una vida eterna y radicalmente permanente, tanto física como mental. Pero vale la pena intentarlo todo, ¿cierto? Si retrocedemos en el tiempo, podemos darnos cuenta que han sido miles las batallas de nuestros an-
sonas comunes a seres superiores, entes sociales en escalafones a seres inmaculados y perfectos), para eso sirve, para alargar, encumbrar hacia algo que no sea el olvido y la cesación de esto que está sintiendo el universo y llamamos vida. Muerte y carne, carne y hueso, son siempre la separación de la semilla motriz, semilla que da acción al ente en el momento de entenderse encerrado disfrutando de algo que apenas si puede controlar, desde el llanto de nuestro nacimiento hasta la incontinencia fecal cerca de nuestro lecho de muerte, si es que llega en un momento ausente de tragedia. Nuestra alma, espíritu, lo impalpable, esto que enciende este cuerpo —como cuando el mismo ente se mete en el carro y el carro mismo cobra vida en el instante que este ser gira la llave— siente que merece más, por alguna razón. Y ahí comienza su función, su travesía e historia, todo su espectáculo y tragedia. Porque merece, quiere; porque puede, toma. Porque necesita: busca. Y si no merece ni necesita, de todos modos lo to-
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ma. Y si no puede, pues halla la forma, no se quedará mucho tiempo con los brazos cruzados, porque incluso el suicido es otra forma de tomar lo que, siente, le podría pertenecer. Todos aquellos mitos de nuestros ancestros tenían como fin alcanzar la inmortalidad. Todas las culturas tienen el tinte mágico lleno de historias y aventuras que aseguran existen o existieron seres cuya vida se extendía como la de los dioses, vida que siempre hemos querido probar y por ello se nos ha castigado a lo largo de los cuentos, historia y religión. Los titanes, dioses y semidioses, todos ellos gozan de los elixires que prolongan la vida, sin contar las habilidades extraordinarias que le separan de los humanos quienes seguramente dan ternura por buscar desesperadamente no ser presa de la vejez ni el cansancio,
que cuando se puede tener parece hacernos sentir como dioses. Y cuando no se tiene es considerado sólo un chiste macabro para quienes han intentado todo por obtener, pero jamás han logrado resultados. Así bien, parece que los dioses han sido consecuentes, benevolentes y compasivos, pues ven a los seres agitarse por algo, sin importar la autodestrucción, y los dejan existir sin otro diluvio, porque vivir es, al fin, encontrar aquello aunque tengas que hacer eternamente la misma tarea viviendo el engaño de que seremos algún día el vaso y no la gota que se ha derramado de él. O en otras palabras: ser el mar y no el agua contenida en un vaso. Lo importante, ser dioses y no lacayos, jefes y no empleados, usuarios y no sirvientes, inmortales y no mortales, humanos y no insectos.
¿Qué es el miedo a morir si no se sabe lo que es la vida?
del polvo y del viento que le acarrea; y desde luego, por ser capaces de todo para alcanzar la eternidad: el tiempo. Capaces de la tortura, del asesinato, de venganza, la mentira, la subyugación, de lo que piensan es el obstáculo a su meta. Esa es, pues, la vida que un dios no puede dar o permitir a un humano. Tales han sido las muestras de nuestros antepasados. Basta con ver que la humanidad permanece muriendo en tropel, en demasía e intensidad. La necesidad de moverse, el éxito, la empresa, el pie en la luna, los maratones y carreras de obstáculos, el millón de dólares, el peligroso e ilegal cruce del río nos lleva a preguntarnos ¿qué es la vida sin alcanzar aquello que nos hace permanentes, sino un rastro feo en el camino de alguien más que bien podemos tolerar o no? Huir de la muerte de algo, de la cesación, es la piedra que siempre habremos de arrastrar para goce o pena. ¿No es cierto que la sobrepoblación que tanto aqueja nuestro futuro, empleos y guerras sea debido al sentido de perpetuidad? Pero también la tecnología y la comodidad
Es por ello que digo que cualquier cosa puede ser un paliativo para encumbrar. Tal concepción siempre será la zanahoria que persiga la mula. ¿Qué es el miedo a morir si no se sabe lo que es la vida? De igual forma hay dolor en el morir que en el vivir, tanto sea porque la vida es muerte lenta o porque durante el día tenemos muertes chiquitas en diferentes partes de nuestro ser, o tal vez hemos visto el exterminio, el fallecimiento de alguien cercano —o peor, de varios— lo que pareciera final absoluto e irremediable… y le tememos. La novia, el amante, el sexo, la rosa, el pendiente y los bailes, los tatuajes, las carreras profesionales, el rostro fino y el cuerpo esculpido, y los escritos que no cesan de susurrar y emanar todo aquello dentro de la sesera de nuestra humanidad, designan y simbolizan en espacio una meta, una idea y cesación de sufrimiento, un atisbo de inmortalidad. ¿Qué hace el sabio, el pensador, el racional y el mago… el alquimista que busca los secretos del Tao entre ciencia y hechicería, entre disciplina y obsesión?
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¿Por qué buscamos la inmortalidad si no conocemos el otro lado, si es que existe? ¿Por qué no cesar, dejar de perseguir, extinguirnos en paz?
Julio Medellín. Nacido en el Distrito Federal. Estudió Ciencias y Técnicas de la Comunicación. Guionista y Proyect Manager para televisión nacional y productoras independientes. Coordinador, Desarrollador y Administrador de Contenidos. Autor de El toque de la bestia, Ucronía de un amor y el poemario Esclavos del pasado.
¿Estarán alejados de ellos el empresario, el héroe y el artista? ¿No es una carrera contra la muerte la desaparición y sus dolores? ¿Y todos aquellos que luchan en defensa de los suyos en justicia divina e inmortal…? Hay tantos que los suyos somos todos pero solamente tenemos tolerancia a los cercanos, nada más, y eso hace que su justicia y heroísmo sean una zanja truculenta. Así de fácil es caer en el juego de la necesidad, del deseo, de merecer y de poder saciarlo. Supongo que el punto y la pregunta final para una diatriba que podría ser tan larga como un ensayo es ¿por qué tantas ganas de permanecer? ¿Por qué buscamos la inmortalidad si no conocemos el otro lado, si es que existe? ¿Por qué no cesar, dejar de perseguir, extinguirnos en paz? Dolor, miedo, dolor. Poder, seguridad, poder. Mientras menos dolor es más felicidad, mientras más poder menos miedo, mientras menos miedo más felicidad, ¿más felicidad? Entonces no hay dolor. La dilucidación no es si está bien o mal perseguir lo perseguido, en todo caso, el debate personal radica en si se sabe que lo perseguido no nos da más ni nos quita más de lo que lo que hemos obtenido al nacer y mucho menos de lo que nos llevamos al morir… y si realmente no son sólo las meras experiencias y recuerdos. En algunas prácticas espirituales se habla de renuncia del mundo material y de diferente tipo de hábitos y pensamientos. Hablar de una renuncia no es hablar de una pérdida, muchas veces menos es más. Hablar de una renuncia, en este sentido que refiero, no es un modo arrogante o fatuo por defender nuestra imagen y pretender que teniendo menos tengo más, por manejar algún tipo de pantalla hacia los demás en encerramiento absurdo. La renuncia viene del ver que no es un dejarse morir sin batallar, sino que no hay batalla alguna en absoluto. O que inevitablemente tendremos que hacer cosas de las que huimos, todo ello sin nuestro consentimiento. Suena muy bello ¿no? Huir de las cosas, renunciar a ellas… incluso la misma renuncia es una manera de estar atrapados. Uno no se puede desalinear porque entonces otra corriente del océano te lleva a las tierras que no querías. Estamos atrapados. Este planteamiento puede ramificarse en muchas circunstancias y suposiciones difíciles de abarcar en una sola sentada. Pero este es el ejercicio, llegar a este punto de la renuncia da espacio para diferentes cortos circuitos mentales. Esta es la tarea, pues, observar e investigar aquello de lo que huimos y hacia lo que perseguimos. Y tal vez, poder escuchar sus comentarios en este espacio. Debo decir que tal tarea no es fácil y que sólo se puede llevar a cabo con alcohol… Bueno, no, pero con alcohol es mejor. ¡Salud!
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LAURA, HISTORIA DE UN LIBRO VA I V É N D E S C R I P TO R I U M
Por Patricio J. Gómez Garcés
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F
RENTE AL HOMBRE SE EXTIENDE UNA PUERTA.
del ruso, y que sólo el tiempo ha logrado volver mariposa. El tiempo, una pizca de destino, y el amor incondicional de un hijo. Va la anécdota. En 1975, Nabokov sufrió un extraño accidente: mientras se entregaba a la segunda pasión de su vida, la entomología (estudio de los insectos), cayó al piso, incapaz de ponerse en pie. Como una mariposa manca de viento, alzó su red para llamar la atención de un grupo de turistas que recorrían el lugar. Éstos —imagínalos, por favor, con ridículas sudaderas de Disney y gigantescas cámaras al cuello—, creyeron que se trataba de una broma e ignoraron los llamados del hombre. Poco después, su esposa, Eva, lo encontró y llevó al hospital. Lo que comenzaría como una recuperación de rutina, se transformó en el largo prólogo de la muerte. Una ventana abierta y una enfermera estornudando volvieron a Nabokov presa de un resfriado terminal que pronto se transformaría en pulmonía. Durante aquellos dos años de convalecencia, Vladimir no dejó de escribir. Había comenzado ‘The Original of Laura’; novela que, cuando el autor murió, en 1977, estaba conformada por 138 tarjetas de trabajo —lo equivalente a poco más treinta cuartillas—. Sin embargo, consciente de que nunca terminaría de con-
Por el dintel se asoma el resplandor de mil luces, tintineos esporádicos que cortejan sus ojos con la promesa misma de una tierra anhelante. El hombre sabe que la puerta de pesada madera barnizada, o tallada a fuerza de relieves marinos, no cederá; así que toma la decisión más arriesgada: escribe. Y golpea las cuarenta teclas con las manos frías y los dedos llenos de tormentas; escribe con rabia, con dolor, con alegría. Escribe, y antes de que la puerta se abra, el hombre ya se siente vivo. Antes, incluso, de que la puerta se cierre a sus espaldas, poblándolo todo de flores y elegías, el hombre sigue vivo. Muchos autores sostienen que los libros lo encuentran a uno, y no al revés. Por ello, indulgente lector, cuando te encuentras caminando entre los estantes de una librería, y comprendes que en procesión de arcoíris, se extienden ante ti los sueños del mundo, decides buscar. Detrás de ese desfile de pasados, un lomo negro de letras emborronadas llama tu atención. Aventurero, como siempre te has jactado de ser, no te queda más alternativa que seguir el rumbo de su conjuro.
“La vida es un gran amanecer. No veo porqué la muerte no sería uno aún mayor”. ~ Vladimir Nabokov
O al menos eso me pasó a mí. Vladimir Nabokov me encontró. Y tuve que dejarme llevar. El autor de Lolita afirmaba que cuando alguien mira fijamente un objeto, éste se vuelve transparente y termina por contarle una historia. Las historias andan siempre ahí, revoloteando alrededor de una farola o naciendo en los pies de un viejo, y el escritor es ese ser extraño que logra percibirlas. Vladimir Nabokov no sólo supo percibirlas, aprendió a cazarlas, a golpe de red, como a una mariposa. ‘The Original of Laura’ (1977) —el libro que me encontró—, es una crisálida que brotó de las manos
tar la historia de Laura, le pidió a su esposa —quien ya había salvado ‘Lolita’ de las fauces de un incinerador—, que quemara las tarjetas. Dimitri Nabokov escribe en la introducción a ‘The Original of Laura’ que la falla de Eva al cumplir los deseos de su esposo, “estaba basada en la procrastinación. Una procrastinación debida a la vejez, a la debilidad, y a un amor inconmensurable”. Por lo que la tarea de destruir la última puerta que Nabokov golpearía, quedó en manos de Dimitri, su único hijo. Durante treinta años estuvo debatiendo consigo mismo. ¿Contrariar el último deseo de su padre o ayudarlo a
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A poco más de treinta años de la muerte de Vladimir Nabokov, aparece su última novela, inconclusa, objeto de insaciable curiosidad de lectores y críticos. En 1977 el escritor pidió a su mujer que, en el caso de que no alcanzara a completarla, destruyera la primera versión. Pero Véra Nabokov no pudo respetar semejante voluntad y a su muerte, en 1991, la decisión recayó sobre Dmitri, que durante años se debatió en la duda y, por último, decidió publicar «una obra maestra embrionaria» que nos sumerge en el singular trabajo nabokoviano. El original de Laura gira en torno a una novela dentro de la novela, o sea Laura, personaje inspirado por Flora, que es un caprichoso y sensual álter ego de Lolita. Nabokov juega con la aspiración de dominar la vida y la inmortalidad para después revelarnos que «morir es divertido». (Fragmento de la contra portada del libro. Editorial Anagrama)
vivir para siempre? Eligió la segunda. Y además de transcribirla en prosa, acompañó cada página con una copia de las tarjetas de trabajo originales. El resultado de esta decisión es una novela que, como toda historia inacabada, resulta en momentos incomprensible, pero que refleja la pasión y el compromiso de un escritor a su oficio, la innegable genialidad de Nabokov y su constante búsqueda por encontrar, aun en los rincones más oscuros, la genuina felicidad. Frente al hombre se extiende una puerta. Por el dintel brilla el rumor de los milagros. Cada escritor elige cómo penetrar en esa puerta —unos, como Hemingway, desafían a la muerte; otros, como Dostoievski, sufren; algunos como Bradbury, viajan más allá de su propio universo—; pero eventualmente, se abrirá ante sus ojos desplegando la vida eterna. Me gusta imaginar —raro en mí— que cuando Vladimir Nabokov escribió su última palabra, las bisagras del infinito chirriaron muy lentamente; que escuchó cómo a lo lejos aleteaba una mariposa. Lo veo sonriendo, deslumbrado por esa gigantesca ascensión de luces anaranjadas que, a pesar de todo, lo hizo sentir más vivo que nunca. La antesala de la eternidad, dicen, está llena de amaneceres y libros que salen a tu encuentro.
Patricio J. Gómez Garcés. Nefelibata y bohemio. Ha publicado en algunas revistas literarias como La Pluma del Ganso y Danludens. Ganador del Concurso Nacional de Cuento Preuniversitario Juan Rulfo, de la Universidad Iberoamericana. Ama el Jazz, la Literatura y el cine. Fuma porque le gusta suspirar azul y roba libros porque las joyerías y los bancos ya son lugares muy comunes. Escribe y escribe, porque no encuentra otra manera de concebir el mundo.
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L A C I TA
ERNESTO SABATO “Cada hora del hombre es un lugar vivo de nuestra existencia que ocurre una sola vez, irremplazable para siempre. Aquí reside la tensión de la vida, su grandeza, la posibilidad de que la inasible fugacidad del tiempo se colme de instantes absolutos, de modo que, al mirar hacia atrás, el largo trayecto se nos aparece como el desgranarse de días sagrados, inscriptos en tiempos o en épocas diferentes”.
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CAMINAR L A RESEÑA
I Por Javier Tinajero
M
E VISTO CON LA TARDE PARA SALIR A CAMINAR.
Llevo un crepúsculo en los anteojos, un viento frío de bufanda y un abrigo de paisaje transfigurado. El resto es luz que va cediendo a la sombra de la ciudad. La caminata es errante, pero certera en la búsqueda de la noche que asciende hacia el conocimiento interior. El poema es como una caminata, nace cuando los ojos se posan en el paisaje, habla cuando los pies se liberan y van poseídos por el flujo mental de la calma. El filósofo desobediente, Henry David Thoreau, era también un poeta caminante y un gran defensor de la naturaleza y la libertad individual. Se consideraba a sí mismo como un simple “inspector de ventiscas y diluvios”. Siendo autor de dos de los grandes libros capitulares para la literatura mundial, ‘Desobediencia civil’ y ‘Walden’, escribió en 1861 ‘Caminar’ (Walking) co-
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mo un ensayo para una conferencia que fue leída al público en muchas ocasiones por él, sin embargo sólo se publicó en papel después de su muerte en 1862. En México el libro es bastante raro y de difícil adquisición, quizá algunos ejemplares habiten estantes en librerías de viejo en Donceles o Coyoacán. Actualmente sólo una editorial independiente en Madrid tiene algunos libros: Ardora Ediciones (www.ardora.com). ‘Caminar’ es un manifiesto del arte de la caminata como una forma de filosofar sin discursividad, instaurando el “pensamiento salvaje” como un camino para volver a la vida “civilizada”, un ejercicio lúdico para
erróneo”. Sin embargo, no todos caminamos de la misma forma, una cosa es dar un paseo a pie y la otra es andar de pata de perro. Thoreau exclama: “cuando veo que he caminado mecánicamente mil quinientos metros por un bosque sin estar allí en espíritu me alarmo”. Aquí estamos hablando de caminar como una forma de contemplación, como una meditación en acción sobre el mundo: un arte del andar. Porque, por ejemplo, notar la respiración mientras se camina y hacer consciente el pensamiento, resulta de una complejidad asombrosa. Cuando caminamos (y aquí es donde me desvío del camino andado por Thoreau),
“Espero que seamos más imaginativos, que nuestros pensamientos sean más claros, más frescos y más etéreos, como nuestro cielo; nuestros conocimientos más amplios, como nuestras praderas; nuestro intelecto, en términos generales, de una escala mayor, como nuestros truenos, nuestros relámpagos, nuestros ríos, montañas y bosques; e incluso que nuestros corazones se correspondan en amplitud, profundidad y grandeza con nuestros mares interiores”.
revelar nuestra consciencia del absurdo cotidiano. El autor camina y sostiene que para mantener el paso de la vida es esencial una relación saludable con uno mismo y con el planeta. Ese caminar no es sólo mover los músculos, sino que es una poética del movimiento en calma, casi una meditación.
percibimos que a cada paso la mente y el cuerpo no están completamente coordinados. El cuerpo simplemente se ocupa de andar mientras la mente está en otro lado, como agitada por una energía discursiva que ni siquiera nota el paisaje. No obstante, si uno práctica asiduamente poner atención en la respiración, las sensaciones táctiles, como sentir los pies en cada pisada, disfrutar del sudor, notar el flujo del respirar sin controlar su “naturaleza salvaje”, uno comienza a ser más claro y eficiente en el pensar, pues los pensamientos se alojan en un silencio interior que animan la claridad y salen como saetas disparadas por la ligereza de la lucidez. Sobre ello, Thoreau dice que “el paseante, en el mejor sentido, no es más vagabundo que el río serpenteante que busca con afán el camino más corto al mar”. Al caminar de esta forma, la mente y el cuerpo se sienten vivos, como encendidos por una especie de
El actor de caminar, para Thoreau, es significar el mundo a cada paso. Caminar y pensar son como el braceo que uno hace inconscientemente para llevar el ritmo con la respiración. De ahí que la caminata se considere hoy en día por múltiples estudios científicos y psicológicos como una de las actividades más benéficas para la salud del ser humano. Caminar es simple, básico y automático, sólo hay que ponerse unos zapatos cómodos y salir a la calle y de la rutina, pues siempre “hay un camino adecuado, pero somos muy propensos, por descuido y estupidez, a elegir el
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El asombro es como un relámpago de lucidez que sólo fluye al caminar. Pensar lúcidamente es dar un paseo por los paisajes del tiempo. Andar con total presencia es encontrarse a sí mismo en el camino.
Réplica de la ‘cabina’ de Thoreau construida como un memorial cerca de Walden: “De qué sirve una casa si no se cuenta con un planeta tolerable donde situarla” (Thoreau).
gasolina distinta a la del cotidiano andar, una energía que viene directamente de habitar el presente. Eventualmente, al hacer de la caminata un arte como Basho, Baudelaire, Rimbaud, Walter Benjamin, Kerouac, Gandhi, Octavio Paz, por mencionar algunos de los grandes caminantes de la historia del pensamiento, uno comprende la diferencia entre estar presente y no estar presente. En la vida cotidiana, también empezamos a tener momentos donde advertimos que no nos damos cuenta que estamos presentes y ahí, justo en ese momento de la sorpresa, uno se da cuenta. Prontamente, el acto de caminar se hace adictivo y los pies buscan constantemente salir sin ninguna intención más que la de encontrarse con ese instante de azoro, por eso en cada caminata que se hace de forma consciente uno vive de lleno el presente y el tiempo se distiende: “¡Qué extraño es saberse vivo! / Caminar entre la gente / con el secreto a voces de estar vivo” (Octavio Paz). El primer gran descubrimiento al caminar así, no suele ser un concepto penetrante acerca de la naturaleza del mundo, sino una aguda percepción de cuan desconectados solemos estar respecto a nuestra vida. Caminar, de cuerpo presente, andando por los caminos que confluyen con el lúcido pensamiento, es adentrarse al conocimiento de sí mismo. Por ello es imprescindible salir a caminar y hacer el hallazgo del asombro. Por que, como dice Thoreau, “si uno avanzara incesantemente y nunca dejara de esforzarse, si madurara deprisa e hiciera infinitas exigencias a la vida, siempre se encontraría en un país nuevo o en un territorio virgen, rodeado por la materia prima de la vida”. El asombro es como un relámpago de lucidez que sólo fluye al caminar. Pensar lúcidamente es dar un paseo por los paisajes del tiempo. Andar con total presencia es encontrarse a sí mismo en el camino. Al caminar en búsqueda del asombro, podemos sentir meticulosamente que nuestra memoria sobrevive: arranca unos tajos inmensos al vacío y dejamos en alguna parte el olvido de estar vivos; recordamos que la vida es ahora, y entonces con ese pensamiento hacemos una señal que nos ayude a regresar a casa.
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‘Caminar’ es un libro con pies inquietos que aún sigue vigente en pleno siglo XXI, pues sus palabras nos invitan a dar marcha atrás sobre nuestros pasos y reflexionar sobre nuestros hábitos de ocio y descanso, sobre nuestra relación con el cuerpo y nuestra absurda necesidad de productividad
‘Caminar’ es un libro con pies inquietos que aún sigue vigente en pleno siglo XXI, pues sus palabras nos invitan a dar marcha atrás sobre nuestros pasos y reflexionar sobre nuestros hábitos de ocio y descanso, sobre nuestra relación con el cuerpo y nuestra absurda necesidad de productividad, nuestra infamia por hacer las cosas a gran velocidad y olvidarnos que la vida necesita de la contemplación, pues dice Thoreau “no hay dinero que pueda comprar el tiempo libre, la independencia y la libertad”. Imagino a Thoreau caminando despacio y errabundo entre la espesura del bosque, pero en un momento algo salta a sus ojos y retoma el camino, me encuentro con él en un paseo fresco al despertar por mañana, y me dice: “Tal vez el viajero llegue a percibir en nuestros mismos rostros algo, un no sé qué de laeta y glabra, de gozoso y sereno”.
II Por Julio Medellín “Todo lo bueno es salvaje y libre”. —Henry David Thoreau
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e nos olvida la premisa del estar, de existir en el momento que está enfrente, lo que se tiene que hacer y no más. Tan sencilla y directa es una comunicación fuera del barullo y del ensimismamiento de saberse encerrado y sin salida en un puesto dado por convivencia en una sociedad. Tal cuestión suena contradictoria a diferentes grados. Y aquello que llamamos civilización está completamente fuera de control al punto de ser completamente ausente de valor y evolución. Por ello, lo salvaje, lo silvestre, lo que fluye con libertad es bueno. Aquellos que caminan así son fieles y transparentes, porque se han curtido física y mentalmente bajo la intemperie, han activado los mecanismos corporales e intelectuales para vivir como humanos. Quienes caminan, andan, salen y experimentan el mundo no viven perdidos ni enredados en sí, dentro de sus capullos ideas o deseos. No es la rutina o por enfermedad el moverse, no es la inquietud y el desasosiego que nos lleva a explorar y andar por calle para dar uso a esta maquinaria tan evolucionada. Es la misma conexión con las cosas que necesitan de nosotros así como nosotros de ellas, del aire, del sol y de la tierra misma que necesita nuestros pasos, exhalaciones y excreciones. Somos caminantes… fuimos hechos para caminar. La manera como andamos es harina de otro costal. Como aquel poema de Machado, mayormente conocido por la voz de Serrat, que dice: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Thoreau no siente que estar recluido –encerrado por un sistema o un trabajo– sea la manera de andar, de vivir, de respirar. Si no por el hecho de tener alas las aves vuelan. Esto puede hacer juego en la mente y pensarse sólo como metáfo-
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Los límites de una caminata vespertina, y la totalidad de la vida humana, nunca acabas de conocerlos por completo.
ra, pero no sólo es ello, una metáfora, es una acción directa con la vida, es un mecanismo que echa a andar una serie de reacciones químicas, ejecutoras del disparo de sensaciones y pensamientos variados… es decir: genera vida, nos da vida. El movimiento es vida. No hacerlo, no andar o caminar es como estar inservible, refiriendo a que no se está usando lo que debería tener movimiento. El mismo Henry comenta que “no es lo mismo ir a un gimnasio a levantar pesas que dar una caminata por la pradera buscando el alma propia…” y tiene mucha razón en muchos sentidos, estamos divididos por un abismo de pensamientos, costumbres, deseos y de búsqueda interna. Lo cual nos abre un nuevo camino a seguir: “los límites de una caminata vespertina, y la totalidad de la vida humana, nunca acabas de conocerlos por completo”. No pretendiendo hacer un ensayo del ensayo, les invitamos a dar un paseo por estas letras de Henry David Thoreau, las cuales también son como un andar mental, tal vez un incentivo para salir de la madriguera y respirar el aire y sentir el sol en la piel, y sí está nublado, admirar las impermanentes nubes y sus deliciosos tonos mágicos.
III Por Eduardo Medina “He aquí nuestra inmensa, salvaje, aulladora madre, la Naturaleza, presente por doquier con tanta belleza y tanto afecto hacia sus hijos como el leopardo; y sin embargo, qué pronto hemos abandonado su pecho para entregarnos a la sociedad, a esa cultura que no es más que una interacción entre hombres”. — Henry David Thoreau (No hay más que decir, me voy a caminar).
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ONLY LOVERS LEFT ALIVE PA LO M I TA S
Por Christopher Marlowe
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RIMER ESCENA: UN DISCO DE VINILO GIRA
cuenta. Él tiene una tez muy blanca, ojos tristes y el cabello tan negro y largo, que parecen una noche de insomnio que cae pesadamente junto con unos rizos quebrados. En la segunda toma hay un contracampo, es el mismo espacio visual, simétrico, pero con Eva en su habitación, rodeada de montones de libros antiguos y sobre una cama del siglo XIX. Ella es delgada, de cabello rubio, casi blanco, y con una belleza peculiarmente extraña, como de una luna brillante que sólo ves en las primeras noches frías de otoño. La toma continúa girando indulgentemente y siempre a favor del reloj. El momento es tranquilo, elástico, como cuando por accidente te tropiezas con las capas del
haciendo sonar una versión a ‘Funnel of Love’ al estilo de Wanda Jackson pero en cámara lenta. El audio se distorsiona, sin embargo, no pierde la esencia de su significado, el vinilo sigue girando en el sentido de las manecillas del reloj como una canción que parece que nunca fuera a parar, trascendiendo su tiempo y llevándonos a otro, a aquel del que luego de un barrido nos posiciona en la habitación de un vampiro, la toma también gira en la misma dirección: el tiempo sucede, circular, imperecedero. Vemos a Adam sentado en un sofá rojo, rodeado de antiguos instrumentos musicales y un equipo de audio de los años cin-
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tiempo y sus manecillas filosas, parecidas al amor, te rozan con sus horas líquidas, con sus minutos faltantes soñados, con sus segundos de fuego, que en su conjunto crean instantes que te encapsulan en una especie de estática que nace de la profundidad y el ritmo inherente del cosmos. Adam y Eva, ambos situados en diferentes partes del mundo, contemplan extasiados la misma noche, y entre el vaivén de sus pensamientos, viven como inmortales, en un presente que es aún más eterno. Esa pareja de andróginos son el nuevo vampiro, uno que Jim Jarmusch reinventó en “Only lovers left alive”. Si antes habíamos visto en el cine un vampiro mudo, calvo, orejón y con sólo dos dientes largos y afilados, el Nosferatu de Murnau en 1922. Si habíamos
cial de televisión que te presentará un producto mágico para hacer crecer el miembro masculino unos cuantos centímetros más con una bombita, o un aparato sofisticado en tecnología para hacer un vientre cuadriculado que será la solución para hacer desaparecer todos tus problemas. Este comercial, que no sólo está hecho para la venta, sino para hacerte sentir que es necesario para seguir viviendo, es en todo caso, digamos lo normal para un común de homínidos viendo la tele, un producto imprescindible para nuestra supervivencia como especie, pero que más allá de las ilusiones de imaginería visual y auditiva, de engaños y fuegos artificiales: es un “truco visual” que “no se trata nunca de confundirse con lo real, sino de producir un simula-
“Cuando separas una partícula entrelazada y alejas ambas partes, inclusive en lados opuestos del universo, si alteras o afectas a una, la otra será afectada o alterada de manera idéntica”.
leído antes que el Drácula escrito por Bram Stocker no se muere con los rayos solares. Si habíamos visto en los noventas a los apuestos vampiros Tom Cruice y Brad Pitt (Lestat y Louis) que luchan 100 años entre sí en la película La entrevista con el vampiro basada en las novelas de Anne Ryce. Si habíamos visto a los vampiros adolescentes y estúpidamente románticos que van a la escuela y que no chupan sangre que no sea de origen animal, creados por Stephanie Meyer en la saga de sus libros mundialmente “celebrados”. Si vimos todo eso, sabemos entonces que los vampiros que se pasean hasta el día de hoy se habían vuelto capitalistas. El vampiro de hoy viste prada y un bolso guchi de 7000 dólares, también porta un gran copete que asciende al poder de México en el 2012. Pareciera que los nuevos vampiros usan gel y no chupan sangre, sino estupidez. Y que inyectan un veneno distinto al que da la inmortalidad: un producto dirigido a las masas, un telenovela que se parece a la vida, un infomer-
cro, con plena conciencia del juego y del artificio”, dijo Baudrillard, en Simulacro y simulación, en 1978. Esa estupidez de la que hablamos “tiene una función narcotizante” (de nuevo Baudrillard) y no sólo es altamente contagiosa, sino que transfigura el pensamiento entero de un país: “Bienvenidos al desierto de lo real” (Slavoj Zizek). Jim Jarmusch, director de cine independiente, escribe otra historia: una pareja de vampiros que ha prevalecido a través de los siglos gracias a su amor incondicional. Ambos rechazan una vida mundana y abrazan una en pos de la belleza, son dos románticos sobrevivientes en medio de una modernidad tardía. Adam está deprimido, no soporta los “nuevos” tiempos que está viviendo, son tiempos diluidos en el ácido de la ignorancia, de una cultura que digiere todo lo que alguna vez fue bello y lo convierte en un producto de consumo. Para un vampiro el tiempo no para, pero para él, que conoció (o fue) a los grandes mú-
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Adam: Siento como si toda la arena estuviera en el fondo del reloj.
sicos de la historia, desde Paganini a Jack White, el tiempo ya cayó junto con el último grano del reloj de arena. Adam encarga, a un mercenario que le consigue cualquier cantidad de rarezas, una bala calibre 48mm con la madera más dura y densa para poder suicidarse. Al parecer, según Jarmusch, la metáfora de la estaca moderna es la pólvora (del pensar) y un artilugio (como la bala del discurso) que debe salir disparado por un arma (parecida a un libro) del conocimiento, como un Sócrates moderno y rabioso de cicuta: ¿porqué un vampiro querría matarse por los errores del hombre? Eva: Oh, Adam. Tienes siempre la conveniencia de culpar a los zombis, cuando te deprimes. ¿Y qué me dices de tus héroes? Adam: No tengo héroes. Eva: ¿No, y qué tal tus benditos científicos? Adam: ¿Científicos? Pues mira lo que les han hecho: Pitágoras, asesinado. Galileo, apresado. Copérnico, ridiculizado. El pobre de Newton obligado a practicar la Alquimia en secreto. Tesla, destruido. Sus hermosas posibilidades, completamente ignoradas. Y aún se están quejando acerca de Darwin. Aún. Los pecados del ser humano —ese zombi al cual desprecia salvo esas raras excepciones: aquellos seres despiertos del transe, los benditos científicos, artistas y hombres de letras quienes en su momento de gloria fueron perseguidos igual que un vampiro y como un vampiro alcanzaron la inmortalidad— son la causa de la depresión de Adam. Adam: Estoy harto de los zombis. Y su miedo, de su propia puta imaginación. Eva: Querido, tienes razón. Mientras tanto solo dime, ¿cómo es eso de no tener miedo? ¿Cómo puedes vivir por tanto tiempo y aun así no entender? Esta autoobsesión, hace que desperdicies tu vida. Que podría ser ocupada en sobrevivir cosas, apreciar la naturaleza, cultivar bondades, amistades. Y bailar. Al menos has tenido suerte en el amor, si me permites decírtelo.
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Eve (recitando a Shakespeare): “El amor no se altera con sus cortas horas y semanas, sino que todo lo resiste, hasta el final de los tiempos. Si estoy errado, y que eso se pruebe, yo nunca he escrito, ¡ni ningún hombre ha amado!”
Título original: Only Lovers Left Alive Año: 2013 Duración: 123 min. Director :Jim Jarmusch Guion: Jim Jarmusch Música: SQÜRL Fotografía: Yorick Le Saux Reparto: Tilda Swinton, Tom Hiddleston, Mia Wasikowska, John Hurt, Anton Yelchin, Slimane Dazi, Jeffrey Wright Web oficial: http://onlyloversleftalivefilm. tumblr.com/
Eva se entrega a la literatura, la poesía, sus raíces y devenir; mujer de sabiduría, entiende del tiempo a la íntima sensibilidad del tacto, y a sus ojos el mundo siempre es nuevo, mas ella sale de su contemplación en búsqueda de su amado, a quien el tiempo lo ha minado. Eva, al volver de Marruecos para reunirse con Adam en Detroit, admira un retrato en blanco y negro de ambos y susurra a la cámara: “1868, en nuestra tercer boda, parecíamos tan jóvenes”; mientras, Adam atraviesa la ciudad para comprar sangre limpia (“the good stuff”), una O negativo libre de cualquier enfermedad, en un hospital de la abandonada ciudad de Detroit, en Estados Unidos. La sangre buena ya no se consigue en cualquier noche de enamorados, ya no los hay, y pronto esa rareza habrán juntos de beberla en una copa, celebración epicúrea de su amor. Si Eva vive entregada a la sabiduría, Adam se entrega a su música, pero en medio de una de las mecas del rock-Detroit: de Motown a los Stooges y a los White Stripes, prefiere el total anonimato, no es la fama ni los bienes materiales lo que le interesa, su casa se cae a pedazos y es sólo la belleza en la música y su fugacidad lo que lo maravilla, así como la exquisitez en la rareza de un instrumento añejo, cualidades que sólo encuentra replicadas en su amor por Eva: su temporalidad —entre lo efímero y lo permanente—, su intensidad, su exquisitez y rareza libre de interés. Para Adam, la vida de un zombi no vale nada, sólo la vida de aquellos que aman y se aman con pasión apostando por la eternidad ante la transitoriedad son dignos del don del vampiro, del regalo de la inmortalidad. Eva a su lado, amante y compañera fiel, después de una serie de eventualidades desafortunadas, ambos débiles y al borde de la muerte, nos regalan una de las reflexiones más bellas de toda la filmografía de Jarmusch: sólo quienes aman habrán de ser inmortales y habrán de devolvernos la vida en un mundo en donde la posibilidad de una vida que sea digna de ser llamada vida se va extinguiendo junto a los antiguos bellos modos de existir.
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Adam y Eva no viven en el paraíso, viven en un mundo contaminado y plagado de mentes confusas, pero teniendo la experiencia de tanto tiempo y la falta de prisa de los seres ordinarios no se conforman con tocar superficialmente aquello que los apasiona
‘Only Lovers Left Alive’, es un manifiesto sobre la temporalidad y nostalgia entre un amor vintage y un mundo venido a menos, un recorrido entre la pasión y el desvanecimiento que muestra que en la vida sólo los verdaderos amantes sobreviven al mundo, sólo en el amor permanece la vida, y en un 45 rpm de los años cincuenta, la vida se decanta: “...Here (we) go going down down down as (we) go deep into the funnel of love”. Las historias románticas normalmente hablan de la ilusión, del enamoramiento que sabemos que, al fin y al cabo, se desvanece con el tiempo, pero pocas veces se habla del amor que trasciende, que crece y se transforma a lo largo de los años ¿Cómo sería la relación amorosa entre dos seres que viven eternamente? No cabe ya ahí la posibilidad de alargar un compromiso sin sentido cuando se sabe que se es inmortal. Los dos amantes viven el tiempo distendido y solamente el vínculo profundo que los une les permite encontrar sentido e interés por la belleza que habita en el mundo a pesar de haber presenciado tantas guerras, tanto horror y decadencia que se repiten cíclicamente a lo largo de los siglos. Jarmusch revierte el mito bíblico del génesis otorgándoles a los amantes el don de la vida eterna en lugar de arrebatárselos después de haber probado las virtudes del placer que se simboliza en una manzana roja o la sangre de dos enamorados. Adam y Eva no viven en el paraíso, viven en un mundo contaminado y plagado de mentes confusas, pero teniendo la experiencia de tanto tiempo y la falta de prisa de los seres ordinarios no se conforman con tocar superficialmente aquello que los apasiona, pero ¿cómo podrían soportar vivir una eternidad en un mundo hostil e incoherente si no tuvieran con quien compartir la dicha que encuentran en los detalles más sutiles y asombrosos de la existencia? Ante el paso inevitable del tiempo y la plaga del absurdo que se reproduce una y otra vez entre los seres humanos ¿qué otra cosa podría salvarnos?
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ESCRIBE CÓMO
JACK KEROUAC
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ack Kerouac, el Rey de los Beats, autor de ‘En el Camino’ y ‘Los Vagabundos del dharma’, conformó junto con los escritores Allen Ginsberg, William Burroughs, Gregory Corso, Gary Snyder y Lawrence Ferlinghetti, entre otros, un grupo que en la actualidad, y a pesar de sus marcadas diferencias estéticas y políticas, reconocemos como los Beats. Acertadamente bautizados por el entonces joven periodista del Washington Post, Al Aronowitz, como una “comunidad de mentes lúcidas”, cuya intención (entre muchas otras) era rechazar los valores estadounidenses clásicos, abrir la mente con el uso de las drogas, celebrar una gran libertad sexual y adentrarse a las filosofías orientales. Esta nueva forma de interpretar el mundo dejó su principal influencia y legado en la posterior contracultura o movimiento hippie. Kerouac, siendo el escritor más celebrado y emblemático de la llamada de Generación Beat, desarrolló la “prosa espontánea”, una forma de escribir a partir del primer pensamiento que venga a la mente, dejando que en un proceso de asociación libre la memoria exprese sus narrativas en su versión más cruda, libre de edición y corrección. Si bien el proceso suponía gran libertad, el método no estaba exento de rigor, asiduidad y disciplina.
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Estos son los 30 puntos en los que Jack Kerouac expone sus “creencias” en torno a la “prosa espontánea”, en su afamado texto ‘Belief and Technique for Modern Prose’: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30.
Cuadernos secretos garabateados y salvajes páginas escritas a máquina para tu propia dicha. Obediente a todo, abierto, escuchando. Trata de nunca emborracharte fuera de tu casa. Enamórate de tu propia vida. Algo que sientes encontrará su propia forma. Sé un demente estúpido-santo de la mente. Sopla tan profundo como quieras soplar. Escribe lo que quieras, insondablemente, desde el fondo de la mente. Las visiones inefables del individuo. Sin tiempo para la poesía más que exactamente lo que es. Tics visionarios estremeciéndose en el pecho. Fijación del trance soñando sobre un objeto ante ti. Desaloja inhibiciones literarias, gramáticas y sintácticas. Como Proust, sé un viejo adicto al té del tiempo. Diciendo la verdadera historia del mundo en un monólogo interno. El centro de la joya del interés es el ojo dentro del ojo. Escribe en reminiscencia y asombro por ti mismo. Trabaja desde el néctar del ojo medio afuera, nadando en el mar del lenguaje. Acepta la pérdida para siempre. Cree en el sagrado contorno de la vida. Lucha por trazar el flujo que ya existe intacto en la mente. No pienses en palabras cuando te detengas sino para ver mejor el cuadro. Registra todos los días el día blasonado en tu mañana. Sin miedo o pena en la dignidad de tu experiencia, conocimiento y lenguaje. Escribe para que el mundo lea y vea tus precisas imágenes de él. El libro-película es la película en palabras, la forma visual americana. En homenaje del personaje en la solitaria penumbra inhumana. Componiendo salvaje, indisciplinado, puro, viniendo de abajo, entre más loco mejor. Eres un genio todo el tiempo. Guionista-director de películas terrestres auspiciadas y angeladas en el Cielo.
Nota: Deleuze — lector y admirador de Kerouac— habló de aquel viajero que se lanza al camino sin dejar su habitación hacia la lectura, la escritura y el pensamiento; para otros, no hay más mundo que yendo al encuentro de lo lejano, del viaje interno. No hemos compartido aquí una fórmula, no las hay, tampoco la posibilidad de replicar modos de vida esperando el mismo resultado. Lo que hay es cierta transmisión de la experiencia humana, la cual nos puede guiar hacia caminos inexplorados por recorrer.
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UNA NOCHE ESTRELLADA U N JA R D Í N PROPIO
Por Deniss Villalobos
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VAN GOGH ESTUDIABA TEOLOGÍA y estaba decidido a convertirse en clérigo, porque a pesar de que siempre había dibujado, no consideraba dedicarse a ello. Una vez, mientras escribía una carta a su adorado hermano, describió el paisaje que veía a través de la ventana, y le dijo que la noche era tan bella que deseaba poder mostrársela, así que Vincent dibujó lo que contemplaba desde su ventana en el pedazo de papel en el que estaba escribiendo. Brenda Ueland dijo en ‘Si quieres escribir’ que aquella carta de Van Gogh a su hermano le había hecho comprender lo que realmente era el arte: un sentimiento de amor y entusiasmo por algo, un sentimiento tan fuerte que de una manera directa, sencilla, apasionada y honesta, intentas mostrar esa belleza a los demás. Pienso en todo eso mientras observo algunos dibujos que he hecho y que tengo pegados en la pared de mi cuarto. No soy Van Gogh, no me interesa dedicarme a la religión, mis dibujos no son buenos y no veo una hermosa noche llena de estrellas a través de mi ventana, pero comparto el sentimiento LOS VEINTE AÑOS
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La noche estrellada (De sterrennacht) es un óleo que muestra la vista nocturna desde la ventana del cuarto del sanatorio de Saint-Rémy-de-Provence, donde el pintor Vincent van Gogh se recluyó hacia el final de su vida. Sin embargo, la obra fue pintada en el día, de memoria. El cuadro data de mediados de 1889, trece meses antes del suicidio de van Gogh. Para ver esta obra maestra en vivo, hay que viajar a Nueva York y visitar la colección permanente del MoMA.
Deniss Villalobos, México, D.F. Estudiante de Relaciones Internacionales. Cuando no estudia, lee, dibuja, baila y escucha música.
de amor y entusiasmo por muchas cosas, y el deseo de mostrárselas a las personas, o al menos intentarlo. “De mi cuerpo en Dibujar, pintar, esculpir, escribir, bailar... hay tan- descomposición, tas formas en las que podemos traducirnos y traducir a las flores crecerán otros algo que no conocen o que conocen de una forma y yo estaré en ellas, distinta. El impulso creativo funciona, sin importar el eso es la eternimedio, de la misma forma en la que funcionó para Van dad”. Gogh aquella noche. No hay que tener la intención de dedicar tu vida entra al arte para poder expresarte a tra- ~ Edvard Munch vés de ella. En el camino decidirás si es solo una de varias pasiones, o si es aquello a lo que quieres dedicarte el resto de tu vida, pero ignorar la necesidad de crear algo para ti mismo o para compartirlo, es un gran error. Mi habitación es una galería a la que solo asisto yo. Tengo una constelación y junto a ella una mujer que se cubre la cara con las manos. Arriba, del lado derecho, una adolescente con estrellas en el cabello es acompañada por una niña que lleva un fantasma en un frasco. Todo ese mundo que he llevado al papel nació y probablemente morirá conmigo, pero de no haberlo creado faltaría algo en el universo. No creo que exista un trabajo artístico irrelevante. Más allá de la crítica, el público, la fama y demás figuras a las que relacionamos con el arte, lo que verdaderamente importa es hacer lo que queremos hacer. Escuchar a la vocecilla que te cuenta una historia y escribirla; poner atención a los detalles del rostro de un señor frente a ti en el metro y dibujarlo; escuchar y sentir esa canción y dejar que tu cuerpo comience a moverse. Estoy segura de que no existen errores en el arte cuando nace del amor y del entusiasmo. Imagino que la vida es escribir una larga carta, y aunque quizá aún no sepamos quién es el destinatario, debemos intentar dejar en ella la mayor cantidad de muestras de lo que vimos: hacer que todas las estrellas de nuestras noches brillen, para nosotros o para el mundo entero.
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L A C I TA
WILLLIAM BURROUGHS “El camino hacia FUERA es el camino hacia DENTRO”.
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LA TORRE DE BABEL IUDICIUM
Por Eunice Anaya
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LGUIEN, ESPERO, ESTÁ LEYENDO ESTAS LÍNEAS EN ALGÚN LUGAR.
Quien sea, entiende en menos de un segundo lo que quiero decir con ellas. Quien sea, realiza un movimiento ocular de izquierda a derecha e interpreta estos signos mediante descargas eléctricas cerebrales; forma imágenes de éstos en su mente y los comprende sin mayor esfuerzo. ¿Pero todo se reduce a esto? Es asombroso detenerse, aunque sea por un instante, a reflexionar sobre el lenguaje, presente a todas horas y en cualquier lugar. Incluso solos hablamos con nosotros mismos. Es algo tan natural que se da por sentado, como respirar. De hecho, respirar y comunicarse no son actividades tan distintas, y aunque la primera es una función biológica, podemos al igual que la segunda, controlarla. Por ejemplo, podemos decidir en qué momento aguantar la respiración o con qué velocidad inhalar y exhalar, incluso hay quienes hacen de ello un arte de la relajación. La comunicación es igual de maleable, el hombre decide cuándo y de qué manera expresarse. Pero sobre todo, la similitud entre estas funciones radica en que son esenciales al hombre y sin alguna moriría. Las dos son tan intrínsecas a su natu-
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raleza que no puede privarse de éstas. Vive tan inmerso en ellas que incluso se olvida de que las ejerce. Durante todo el día respiramos y sólo pocas veces nos percatamos de ello, probablemente aquel que lea este texto habrá tenido dificultad para respirar cuando leyó que lo hacía. La conciencia de ello nos provoca angustia, de repente tememos olvidar cómo hacerlo, pues sabemos que de eso depende nuestra vida. Así, todo el día nos encontramos inmersos en el lenguaje; no se entienda por éste sólo el habla, sino la escritura o los gestos. A cualquier hora, ya sea con otros o con uno mismo, constantemente comunicamos o interpretamos algún mensaje. Y así como no podemos imaginar una vida sin aire que respirar, no creo que podamos imaginar un mundo sin intercambio, sin voces.
todos ellos compartían era un peligro: con un idioma común todo lo podrán lograr, se dijo. El Génesis nos relata cómo fue que la comprensión entre los hombres se nubló. La construcción de la torre se vio entorpecida y los humanos, entonces esparcidos sobre la Tierra, no tuvieron más el mismo idioma. ¿Qué tiene el lenguaje de poderoso que pudo ser amenaza para el mismo Dios? Según parece, es la convención establecida entre los hombres un elemento fundamental para la organización exitosa de una comunidad. De haber continuado los hombres con el mismo idioma, ¿habrían llegado al Cielo? ¿Sería el mundo ahora diferente? ¿Más pacífico? Lo único cierto es que el relato de Babel, ficticio o no, ilustra perfectamente el alcance del lenguaje y cómo su desarro-
“El lenguaje y el mundo están tan íntimamente ligados, teniendo uno se adquiere casi automáticamente el otro. De alguna manera es posible que conozcamos al mundo por las expresiones que utilizamos para describirlo. La forma en la cual lo describimos, leemos o señalamos, es la misma en la que lo percibimos”.
El lenguaje siempre ha estado íntimamente ligado con la cultura y, en última instancia, con la sociabilidad del humano. ¿Para qué necesitamos signos si no es para comunicarnos unos con otros? Si el lenguaje no fuera un instrumento de socialización, cada uno tendría sus propios términos para interpretar el mundo, no existiría la convención. Y ¿cómo podríamos vivir en un ambiente tan inconexo? ¿Sería posible que existiera tal lugar? Me parece que la respuesta es negativa, pues el hombre necesita organizarse para poder sobrevivir. Su naturaleza gregaria lo obliga a crear acuerdos para mejorar la convivencia y, sin duda, uno de los más importantes es el lenguaje. Recordemos, por ejemplo, el relato bíblico acerca de Babel, la ciudad en la cual los hombres se reunieron para, en conjunto, construir una torre tan alta que llegara al Cielo. Pues al ser sobrevivientes del Diluvio temían ser de nuevo hundidos en las profundidades de las aguas. Dios, al percatarse de sus pretensiones, confundió las lenguas, de manera que los hombres que trabajaban en la construcción no pudieran entenderse. Pues Él mismo reconoció en el lenguaje que
llo provoca cierta camaradería o unión entre los humanos que lo utilizan. Parece que el compartir un lenguaje es, en última instancia, compartir una visión del mundo. Y es que el lenguaje y el mundo están tan íntimamente ligados que teniendo uno se adquiere casi automáticamente el otro. De alguna manera es posible que conozcamos al mundo por las expresiones que utilizamos para describirlo. La forma en la cual lo describimos, leemos o señalamos, es la misma en la que lo percibimos. Del lugar en el que crecemos adquirimos no sólo una lengua sino una forma de vida. Podemos observar claramente cuando aprendemos algún idioma extranjero que no basta con memorizarnos las construcciones gramaticales o sintácticas que lo conforman para poder decir que lo dominamos, sino que debemos también entender la cultura en la cual se habla tal lengua para poder al menos aspirar a comprenderla. Las expresiones que cada pueblo utiliza para comunicarse son tan suyas como sus cosmovisiones, gastronomía, religión, etc.; a tal grado que si no hemos crecido en la comunidad de la cual pretendemos
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¿El lenguaje se construye a partir del mundo que nos rodea? O ¿el mundo se construye por el lenguaje que lo describe? ¿Hablamos de las cosas como se nos presentan o se nos presentan como hablamos de ellas? Es el eterno problema del huevo y la gallina, ¿qué es primero? Pero, ¿hay un primero? Tal vez mundo y lenguaje nacen simultáneamente. Puede ser que mundo, lenguaje y hombre surjan al mismo tiempo.
Eunice Anaya Rodríguez: 23 años, procrastinadora profesional y filósofa en construcción.
aprender un idioma, con todos sus modismos y simbolismos, es muy difícil (tal vez imposible) llegar al sentido verdadero de sus expresiones. Pocas veces estamos conscientes de esto: podemos aprender otra lengua y entender lo más básico o superficial de ésta, pero siempre habrá algo oculto, casi secreto, perteneciente sólo a aquellos nativos del idioma; un metalenguaje. Y no hablemos ya de países o de problemas entre la traducción de dos lenguas distintas, sino de comunidades. En un mismo territorio pueden generarse distintos modismos y visiones del mundo. De un barrio a otro la jerga cambia, como cambian las costumbres y el entorno. El mundo se nos presenta infinito, abierto a la descripción que hagamos de él, a las interpretaciones. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿el lenguaje se construye a partir del mundo que nos rodea? O ¿el mundo se construye por el lenguaje que lo describe? ¿Hablamos de las cosas como se nos presentan o se nos presentan como hablamos de ellas? Es el eterno problema del huevo y la gallina, ¿qué es primero? Pero, ¿hay un primero? Tal vez mundo y lenguaje nacen simultáneamente. Puede ser que mundo, lenguaje y hombre surjan al mismo tiempo. Imaginar el momento justo de iluminación en el cual pudimos comprender a nuestros padres es un ejercicio interesante. Probablemente se dio incluso antes de poder pronunciar cualquier palabra. Ese misterioso estado en el cual no éramos completos extraños a lo que sucedía alrededor nuestro, pero tampoco lo entendíamos del todo. Y si lo pensamos más a fondo, era en ese estado cuando el mundo nos sorprendía más. Cuando el lenguaje con el cual vivíamos no estaba completo porque tampoco conocíamos del todo al mundo. Como Adán en el Paraíso, nombrando cada animal, así éramos de niños aprendiendo un lenguaje, aprehendiendo al mundo. Con cada expresión que adquiríamos permeaba casi imperceptible un pensamiento, un prejuicio. Crecimos en el mundo al mismo tiempo que el mundo crecía en nosotros. Y este mundo crecía según lo iban sembrando nuestros padres, país, costumbres e incluso nuestra economía. No obstante, envejecimos y nos dimos cuenta de que la realidad es mucho más rica de lo que pudimos percibir alguna vez. Pues hubo un tiempo remoto en el cual nuestras palabras y las de nuestros padres no bastaron para abrazarla. Se nos acabaron las novedades de las cuales hablar y el lenguaje por descubrir, con ellos se agotó el asombro. De repente, dejamos de ser niños y empezamos a ser adolescentes, adultos; hablamos y creímos conquistar nuestra lengua. Ya nada podía sorprendernos, entendíamos todo lo que pasaba a nuestro alrededor. Creíamos que al entender nuestro mundo comprendíamos el universo. De repente un día nos topamos con un extraño, un forastero que no creció ni vivió como nosotros. Aquel no se expresaba de la misma forma que los nuestros. Y de nuevo nuestra torre se derrumbó, el fantasma de Babel reapareció amenazando con hundirnos en las aguas del diluvio de la confusión. Tal vez este otro pertenecía a un país, barrio o estrato social distinto, pero sin importar su procedencia nos hizo cuestionarnos. Nos hizo reflexionar y hacernos conscientes de que estábamos respirando sin percatarnos de ello, temimos olvidar cómo hacerlo así que respiramos más agitadamente, pataleamos y tragamos agua. Hasta que finalmente aprendimos que para nadar en este mar teníamos que contener la respiración. Cada tanto sumergirnos y avanzar. Lo único que resta ahora es descubrir qué tan profundo es el océano.
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EL HORNO DE SYLVIA C ATA D E LETRAS
Por Laura Ceballos
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N UNA VIDA LLENA DE OPOSICIONES,
lograr un balance entre criar a los niños, los sonetos, el amor y los trastes sucios, escribió Sylvia Plath, novelista y poeta estadounidense, una mujer que podía hacerlo todo: crear ‘El Coloso’ hasta las cuatro de la mañana y al otro día cumplir con el rol de madre, educar a sus dos pequeños hijos, alimentarlos, para terminar de nuevo lavando los platos. Porque Sylvia fue una buena madre por poco tiempo; antes de morir dejó sobre la mesa dos vasos de leche para sus hijos y procuró que el gas no los intoxicara cuando el 11 de febrero de 1963, días antes de cumplir treinta años, decidió quitarse la vida.
vés de la joven aspirante a escritora, su viaje a Nueva York y, sobre todo, su regreso, Sylvia nos permite entrar a lo profundo de su mente para conocer los pabellones más oscuros. También muestra su afición por la comida: Esther podía comer todo lo que le apeteciera, tenía la libertad de saborear aguacates rellenos de cangrejo, montañas de caviar y vasos de helado hasta el hartazgo, sin temor a perder su delineada figura. El banquete se relata en un episodio de ‘La campana de cristal en el que Esther’, en compañía de las becarias que como ella trabajan en una revista femenina, asiste a una comida de una marca de electrodomésticos. La personalidad se Sylvia se revela en el devenir de Esther, una forma de ser compleja, llena de mati-
“I took a deep breath and listened to the old brag of my heart: I am, I am, I am. / Tomé una respiración profunda y escuché el viejo rebuzno de mi corazón: soy yo, soy yo, soy yo”.
Sylvia se dividía. Era un árbol como lo escribió en ‘La campana de cristal’, su novela autobiográfica: “Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento. De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era E Ge, la extraordinaria editora, y otro higo era Europa y África…” Quizás su angustia radicaba en ser tantas Sylvias; de ahí partían sus interrogantes sobre la existencia, su necesidad de salir de la vorágine que la asfixiaba. Esther Greenwood, el personaje principal de la novela, cuenta su caída al infierno de la depresión. A tra-
ces y claroscuros, en la que convivían las aspiraciones de una mujer de clase media estadounidense y el arte. Intrigante es imaginar cómo alguien podía hacer pastel de plátano o tarta de natilla de limón por la mañana y escribir ‘Lady Lazarus’ o ‘Mary´s Song’ en la noche. Una fusión de ejercicios creativos sucedían entre la cocina y el escritorio. La poeta dejó muy claro en sus diarios su gusto por la gastronomía, en especial, por la repostería. Sylvia disfrutaba preparar pasteles y leer libros de cocina como si de una terapia se tratara. Tal vez, el aroma que despedía el horno cuando hacia pastel de sopa de tomate o el momento en el que hojeaba páginas llenas de recetas eran los únicos que le permitían un descanso a su mente. Se rendía ante la dulzura de los bizcochos y el calor del horno.
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Al Príncipe”(1961): “Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo: horas y horas de soledad son el único modo para que se forme algo, que es fuerza, abandono, vicio, libertad, para dar estilo al caos”.
Los pasteles favoritos de la poeta eran los clásicos de la repostería de su país: mezclas saturadas de mantequilla, azúcar y crema. El más destacado por su rareza y quizá por lo poco tentador que suena es el pastel de sopa de tomate. Un panqué cuyo sabor principal proviene de una lata de sopa condensada, adicional a este peculiar ingrediente, la receta lleva especias como clavo y nuez moscada; el toque final lo da la cobertura de queso crema, la misma que envuelve al pastel de zanahoria y que es una delicia. Conocer la vida de Sylvia en la cocina es como acariciar la parte sencilla y ligera de su personalidad; un sitio de su mundo en donde lo más complejo que sucedía era aquel pastel de sopa de tomate. Curioso y aterrador que haya escogido morir en la cocina, meter la cabeza al mismo horno que había sido proveedor de felicidad y gozo. Hasta el final, Sylvia optó por el contraste, por ser muchas Sylvias, pero no pudo evitar ser siempre alimento: alimento para el alma con sus poesías y alimento para el cuerpo con sus pasteles. Es por eso que busqué la famosa receta del pastel de sopa de tomate y encontré (entre una variedad) que la que propone la marca de sopas enlatadas más famosa del mundo es la más apetitosa. Que sirva para cocinarla, pero también para exponer la belleza poética que puede contener la preparación de cualquier alimento: Necesitas: 2 tazas de harina 1 1/3 de taza de azúcar granulada 4 cucharadas de polvo para hornear 1 cucharada de canela ½ cucharada de clavo ½ cucharada de nuez moscada 1 lata de sopa de tomate condensada ½ taza de margarina o mantequilla 2 huevos ¼ de taza de agua 1 paquete de queso crema suave 2 cucharadas de leche 1 cucharada de extracto de vainilla un paquete de azúcar glass
Laura Ceballos escribe en www.catadeletras.net
Procedimiento: 1.-Precalienta el horno a 180º (y no metas la cabeza). En harina un molde para hornear de 13x9 pulgadas. 2.-Mezcla la harina, el azúcar granulada, el polvo para hornear y las especias. Añade la sopa, la margarina, los huevos y el agua. Mezcla todo lo anterior con la batidora eléctrica a baja velocidad sólo para unir todos los ingredientes. Sube la velocidad y bate por 4 minutos más. Coloca la masa en el molde. 3.- Hornea por 4º minutos hasta que al insertar un palillo este salga limpio. Deja que el pastel enfríe durante 20 minutos. 4.- Bate el queso crema, la leche, la vainilla y el azúcar hasta tener una cubierta suave y cremosa. Cubre el pastel con la crema de queso y ¡disfruta!
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ENTRE HÉROES DE FICCIÓN Y SUEÑOS REPUBLICANOS PÁ R PA D O
Por Emilio Toledo
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la energía y audacia de individuos concretos en el momento justo. Nacido en Barcelona, Juan Pujol García, que se hizo pasar por espía nazi cuando, en realidad, trabajaba para el Gobierno de Reino Unido, no sólo emplea la suya en la batalla contra el avance del ejército de un genocida sino también la de personajes ficticios que inventa y encarna a detalle en una trama de supuestos informantes con diferentes nombres y biografías, que fabrica y representa, como si fuera un poeta al estilo Fernando Pessoa o un actor a lo Marlon Brando o Greta Garbo (Garbo, de hecho, es el pseudónimo con que llama a Pujol el MI5 del Gobierno británico), y que creían veraz los funcionarios y militares del nazismo.
El tablero de ajedrez recomienza la partida en cuanto alguien mueve una pieza y el juego se reorganiza. Pujol y los personajes de Pujol han sido piezas claves en el siglo XX. Lo que le falta al estratega y poderoso Rommel, tan lleno de frialdad y solemnidad, frente al estratega y ciudadano Pujol, es el don de la imaginación, que entraña las claves de la tolerancia y la inteligencia. Quienes desean imponer su verdad a toda costa tienen la debilidad de no ver más que en un solo sentido. En cambio Pujol ha elucubrado personajes e historias alternas a la oficial, mejores que la oficial. La irrealidad de su visión no le ha venido en contra ni ante el colosal poder de los tiranos. Cuando el rey vio a un solo peón seguramente se jactó, pero el peón ya había imaginado la posibilidad de otra partida, con piezas y jugadas impredecibles donde no sólo
AY BATALLAS QUE EXIGEN TODA
Quienes desean imponer su verdad a toda costa tienen la debilidad de no ver más que en un solo sentido.
La imaginación y tenacidad maravillosas de un hombre convertido a espía múltiple que arriesga su vida embaucando nazis, porque en el fondo de su conciencia —y con razón— cree que no es lo que deba prevalecer en el mundo, logra que un día notable de 1945, Hitler, Rommel y 350,000 soldados alemanes se movilicen para perseguir una invasión fantasmal que sólo ha podido existir de la mano del informante que los engaña con fábulas. El descuido de una zona, el error militar de los nazis a consecuencia del dato deliberadamente erróneo, redactado y suministrado por Pujol, facilita la incursión de los aliados en Normandía y finalmente la derrota política y militar de una de las ideologías y organizaciones más nocivas de la historia. Por fortuna ésta también se ha escrito entre héroes de ficción y sueños republicanos y seres humanos que representan a muchos otros de sus diferentes épocas, y que ocuparon —por azar, por talento— un lugar en que combatieron las singulares formas del poder cuando éste ha vejado la preciada vida humana, porque defender y mejorar la vida ha sido el centro de la batalla de esta clase de individuos.
sería un peón; además sería el alfil y la reina, el caballo y la torre y el rey. Para fortuna de la humanidad, la estrategia de Pujol venció, junto a los ejércitos aliados, a la aventura demencial de los nazis. En los días de invención, leyes y versos, ciudades e historias, edificios y canciones, repúblicas y teorías, todo puede ser creado y recreado. Con información recabada en la biblioteca y los noticieros de Lisboa, Pujol fabrica y envía a Alemania reportes ficticios sobre las operaciones de Gran Bretaña como si estuviera en Gran Bretaña. Juega en el brusco pero inevitable ajedrez de los ejércitos y la política, siempre buscando que su imaginación y su mentira protejan la verdad y la vida. Cree en la democracia, la república y la soberanía. Inventa personajes a los que detalla biografías verosímiles. Portento de literatura, se juega la vida real e imaginaria en un disciplinado y difícil juego de espionaje y contraespionaje.
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Juan Pujol es 27 hombres imaginarios bajo una causa común: tender una red de información tramposa que desoriente el avance del genocidio y el odio.
Le queda bien lo que dijo Borges de Shakespeare: “Nadie fue tantos hombres como aquel hombre, que a semejanza del egipcio Proteo pudo agotar todas las apariencias del ser”. En 1945, Juan Pujol es 27 hombres imaginarios bajo una causa común: tender una red de información tramposa que desoriente el avance del genocidio y el odio. Como Scharazada, se vale de la fábula para sobrevivir. Posterior al fin de la guerra, previsor de represalias en su contra, Pujol decide morir para el mundo, y finge en Angola que muere de malaria. Como un actor cuyo último personaje (él mismo) debe morir por exigencias de un guión (del que es autor), parece esfumarse en 1949. Sólo es una mudanza más de su máscara y vestuario en el teatro de la vida; en realidad, se fue a vivir a Choroní, Venezuela, donde puso una librería, una tienda de regalos y un cine, donde perdió mucho dinero, se volvió a enamorar y tuvo dos hijos a los que llamó Carlos (Carlos Miguel y Juan Carlos). Muere en 1988 con 74 años, aunque ésa parece otra mutación del juego incesante.
Emilio Toledo M. (1988) es narrador.
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MIS HOJAS SECAS PORNO ELÉCTRICO
Por Karen Martínez
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E CHICA QUERÍA SER PUTA (1).
Tal vez por tanta novela de Thalía y similares. La muchacha pobre que cautiva al joven adinerado y bonito. Era tal mi fantasía, y sí, estupidez, que me fui a trabajar de sirvienta a una disque mansión en Interlomas. Ahí por donde filmaron ‘Rosa Salvaje’. Imagínense de qué año hablo. “—Te miró como si te conociera o como si le gustaras. —¿Sabes qué les llama la atención? —No. —¡Mis chichotas!”. (1) Tallé alfombras, tendí camas, lavé baños y limpié los muebles. No había ningún hombre guapo. Aún no sabía ser mujer. No me pagaron. La señora de la casa me dio ropa vieja y usada que no me quedó. Fue mi primer intento de puta en la vida.
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“Así fui descubriendo los placeres de la inocencia. Cuando un novio poco mayor me tocó las nalgas sin avisar. Yo aún creía en los amores de la TV...”
“Por obra y gracia de un matrimonio de interés con un hombre que no quiere. Es la manera más baja de ser puta”. (2) Actualmente me da una flojera terrible lavar mi propio baño. Cobro por lo que hago y soy una pantera en la cama. Así fui descubriendo los placeres de la inocencia. Cuando un novio poco mayor me tocó las nalgas sin avisar. Yo aún creía en los amores de la TV. En ese entonces usaba ropa interior horrible. Aquella tarde traía un calzón amarillo tipo luchador, de tela rasposa. También por esos días mi mamá me “descubrió tocándome”. Según ella. La realidad es que a esa edad me masturbaba con cosas puntiagudas -sin saber bien porqué-, nomás porque sentía rico. Lo que ella vio, y que no sabe, fue un momento de comezón loca. “Nunca voy a enfrentar lo que me pasa, siempre voy a dejar que sea demasiado tarde para poder explicar lo que me pasa”. (3) Ya nadie me encuentra nunca con calzones feos. Ahora son lindos, suaves, frescos, ricos, cacheteros o muy chiquitos. Disfruto de un buen vibrador y voy al ginecólogo con estricta regularidad. Dejé de creer en los romances de la TV. Tantito crecí y empecé a librar mis primeras batallas en mi propio desierto. Me enamoré perdida e irracionalmente. Él y yo éramos unos adolescentes jugando a encontrarse. Adolecíamos de identidad. Y entonces tuve que decirle que lo amaba. Todo terminó. Pasó frente a mis pies una bola de hojas secas. Y lloré. Y grité. Y cuestioné los designios de dios. “Nadie se lo explicaba. Pero Isabel era aficionada fanática. Esteban le parecía maravilloso porque Isabel lo vio en su época de oro y, a falta de Tyrone Power, Errol Flynn, Clark Gable, Robert Mitchum o Cary Grant, Esteban representaba su única posibilidad de besar a un artista de cine”. (4) Sigo librando batallas, pero de otro calibre. Deseo cuando quiero desear. Sé que dios nada tiene qué ver con el amor. Rara vez lloro. Grito, pero en la cama; cuando estoy arriba y llevo el control. Colecciono hojas secas. “Amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo”. (2) (1) De chica quería ser puta, Elena Sevilla. (2) El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez. (3) Inmaculada o los placeres de la inocencia, Juan García Ponce. (4) Las batallas en el desierto, José Emilio Pacheco.
Karen Martínez no tiene semblanza, tampoco es fotogénica. Tal vez en su segunda vida sepa explicar quién realmente es.
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A N DA M I O
LA COLUMNA INTROVERTIDA Por Valeria Guzmán
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E PIDIERON QUE ESCRIBIERA UNA COLUMNA
con tema libre y me di cuenta hasta ese momento de que yo no puedo hablar de nada; es decir, no puedo hablar bien de nada. Dice un amigo “hay dos temas de los que yo puedo hablar: literatura y tenis”. Pensé que puedo hablar un poco de poesía, pero también que acaso no sea yo la persona más preparada. Me acordé de que las columnas son cortas y son, casi todas, irónicas. Me acordé de Monsiváis, Antonio Ortuño y de Alfonso Valencia, me acordé hasta de Guadalupe Loaeza. Escribí entonces sobre la moda, sobre cómo en realidad no es tan frívola la moda. Se la enseñé a un egresado de Periodismo y me dijo “ésta no es una columna”, me dijo además que una columna tiene un tema rector sobre el que siempre se escribe. Me dio el ‘Manual de periodismo’ de Manuel Buendía y leí lo que escribió un día que no tenía nada que escribir: una maravillosa historia sobre un amigo que veía todos los días hasta que un día desaparece. El amigo era un bache. Cuánta maestría, y qué creativa manera de contar lo fastidioso de lo cotidiano.
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Una columna nace de lo que le ocupa a cada quién una buena parte del pensamiento, lo que nos cala de la vida, lo que reflexionamos cuando vamos caminando y discutimos cuando encontramos a alguien que es de alguna confianza. En eso, en gran medida, ponemos el alma.
Repasé temas y temas, acaso hablar de la Ciudad de México, o de la academia… hasta que llegué a una columna de Martín Rangel donde habla de la muerte, y qué manera tan bella de contarla. Me hizo acordarme de que la columna es lo que sostiene un cuerpo, y que cuando algo nos duele o nos sorprende decimos que nos llega hasta el tuétano, la parte de adentro de los huesos (eso que se comen los perros y también mi tía Sonia con pipián), y que cuando algo nos da escalofrío, lo sentimos en la espalda. Y me recordó que también podemos escribir de lo que creemos pero no sabemos. Supongo que una columna nace de lo que le ocupa a cada quién una buena parte del pensamiento, lo que nos cala de la vida, lo que reflexionamos cuando vamos caminando y discutimos cuando encontramos a alguien que es de alguna confianza. En eso, en gran medida, ponemos el alma. Los temas cotidianos parecen no ser tan importantes porque no son trascendentales, pero vamos con ellos a todas partes, y por eso era necesario que alguien nos dijera en una columna: esto sentí yo, esto pensé en tal momento. Son, entre otros textos, el depósito del espíritu del tiempo. Ésta será sobre esos momentos, los que todo el día nos abarcan los huesos.
Valeria Guzmán nació en la ciudad de Puebla en 1990 pero estudia Letras en la UNAM, por eso le gusta el mole de guajolote.
(Crédito de foto: Valeria Bernal)
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MINIFICCIÓN Por Rodolfo Orozco M A L A V E N TA El vendedor de calidoscopios terminó el día sin vender, cuando le querían pagar, él era otro y luego otro y luego otro.
ENIGMA Un hombre negro ve en la calle, de camino a su trabajo, a un gato blanco; en la tarde es despedido, las causas aún están por definirse.
BOCHORNO El problema de perder el paso en la pista de baile es recuperarlo unos días después, en una presentación de proyecto con un cliente; justo en el momento en que le tomas la mano, que te ofrece firme como saludo, para sorprenderlo con un giro.
S W I TC H Gimió a ritmo entre dolores y resoplidos hasta dar a luz; con la bombilla quebrada, al obstetra no le quedó más que cambiar el foco de atención, ahora también es electricista, esposo de Camila y padre de Julieta.
Rodolfo Orozco E. B., nació en Guadalajara, Jalisco el 17 de febrero de 1971. Autor en el libro colectivo Hecho a breve y de Lo que duden las palabras, de la serie La ronda de los solos del taller literario Al gravitar rotando.
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MINIFICCIÓN Por Miguel Córdova E N F E R M E DA D R E C I P R O C A Ellos viven de mi dinero y yo de sus libros.
LEEDOR Era tan buen lector que siempre comentaba sus libros frente al espejo.
Miguel Córdova Colomé (Macuspana, Tabasco). Es educador, investigador, baterista y aprendiz de escritor. Ha publicado en revistas electrónicas y físicas de educación y literatura, parte de su trabajo literario ha sido publicado en diversas antologías de cuentos y poesía. Su primer libro de poesía se titula “La palabra y el viento”.
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LÍRICA
QUÉ PASARÁ MAÑANA Por José Luis Perales (18 de enero de 1945) Compositor y cantautor español. https://youtu.be/Fds209YUSDY
Me miras y el universo de tus ojos me lo cuenta todo, me hablas y me preguntas al oído si te quiero un poco, me abrazas y tus palabras son: qué pasará mañana cuando te hayas ido, a quién podré contarle que te siento lejos, mañana se dormirá el amor y guardará sus rosas para cuando brille el sol. Y yo te diré temblando la voz el tiempo va de prisa y ese día que soñamos vendrá, apaga la luz la noche está marchándose ya. Y yo te diré temblando la voz el tiempo va de prisa y ese día que soñamos vendrá, apaga la luz la noche está marchándose ya. Despiertas y tu sonrisa que amanece lo ilumina todo, me besas y las palomas de tus manos me acarician todo, preguntas y tus preguntas son: qué pasará mañana cuando te hayas ido, a quién podré contarle que te siento lejos, mañana se dormirá el amor y guardará sus rosas para cuando brille el sol. Y yo te diré temblando la voz el tiempo va de prisa y ese día que soñamos vendrá, apaga la luz la noche está marchándose ya. Y yo te diré temblando la voz el tiempo va de prisa y ese día que soñamos vendrá, apaga la luz la noche está marchándose ya.
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Si tú te vas Y yo te diré temblando la voz el tiempo va de prisa y ese día que soñamos vendrá, apaga la luz la noche está marchándose ya. Si tú te vas Y yo te diré temblando la voz el tiempo va de prisa y ese día que soñamos vendrá, apaga la luz la noche está marchándose ya.
L A C I TA
NEAL CASSADY “He sostenido siempre que cuando escribes tienes que olvidar todas las normas, el estilo literario y demás presunciones como palabras importantes, oraciones arrogantes y frases por el estilo, es decir; saborear las palabras como el vino y, adecuadas o no, escribirlas por lo bien que suenan. Creo que habría que escribir, en la medida de lo posible, como si uno fuera la primera persona de la tierra y describiera humilde y sinceramente lo que ha visto, experimentado, amado y perdido, sus pensamientos fugaces y sus pesares y anhelos; y esas cosas deberían decirse evitando cuidadosamente frases corrientes, el empleo trivial de las palabras vulgares y demás. Habría que combinar Wolfe, Flaubert y Dickens. El arte es bueno cuando nace de la necesidad. Tal origen es la garantía de su valor; no hay otro”.
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C U E N TO
EL ÍDOLO ETERNO Por Amélie Olaiz
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ENGO LA BOCA SECA.
Paso la lengua por mis labios partidos y no alcanza la saliva a lubricarlos. Duelen, pero aprieto los dientes sobre ellos y la piel endurecida truena. Camino por la calle. Paso frente a Les invalides y me sorprende de nuevo esa cúpula dorada y la magnificencia de las construcciones humanas. Les invalides. Es una ironía que el museo Rodin esté ubicado a un costado. Plagado de seres que brotan de la piedra; tan humanos, tan inválidos. Siento las avenidas más largas que de costumbre y acelero el paso bajo el sol que sorbe sin misericordia mis líquidos. Al llegar al portón verde un pequeño letrero me recuerda que los museos no abren los lunes. Recargo la frente sobre la puerta y el contacto con la superficie refresca mi cara. ¿Cómo pude olvidar ese detalle? Siento la hoja de madera moverse. La puerta está abierta. Te presiento y entro sin pensar en los riesgos. Un jardín, la casa de piedra, el Hôtel Biron, museo de Rodin. Abierto para mí. La sucesión de ventanas en los salones hace del sitio un espacio de luz. Camino arrobada por el espectáculo de las esculturas. Escucho el sonido de mis tacones que alterna con el golpeteo de la emoción en mi pecho. Entre percusiones me siento intrusa en la jungla de sensacio-
nes. Incómoda me quito los zapatos para no escucharme, para no despertar a la piedra que esculpida en hombre y mujer vive una pasión atemporal. Respiro profundo para calmar mis miedos. Miedos que se petrifican en el bajo vientre y se cincelan con el deseo. Escultura de manos labradas en mármol, me detengo frente a ellas. La Cathédrale. El roce insinuante de las yemas de los dedos es el emisario del tacto sutil. Y recuerdo caricias viejas, las más suaves, las más tiernas; las más profundas. Observo, durante varios minutos, incapaz de recobrar el control de mis ojos. Anclada en el mármol no permito que los pensamientos escapen. El tacto. ¿Cuántos amantes tiene una mujer en su vida? Difícil saberlo porque la mujer ni presume ni confiesa. ¿Cuántos de esos muchos acarician con maestría? Y el recuerdo de tu caricia sutil vuelve rebasando mi ecuanimidad. Demasiado calor y tantas esculturas nudas me invitan a mostrar la piel, me quito la ropa, con descuido. Desnuda frente a la escultura de Le Baiser, rememoro cuantas veces he deseado eternizar tu beso y me pregunto si los amantes de mármol gozan el que han mantenido por un siglo. Pero algo me dice que la piedra también siente el hastío de la rutina. Y dudo, porque pienso que el secreto no está en el material que los conforma
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sino en la mente que los habita, y me pregunto cuál es el estado mental idóneo para vivir así. Pego mi cuerpo al mármol. Es agradable sentir la frialdad de la piedra y la fuerza del artista. Mi cabeza, que se cree al mando gira para seguir adelante. Decido subir la escalera. Voy pensando en el amor y por descuido llegó a la sala de La Porte de l´enfer. ¿Puede el amor ser la puerta del infierno? Apremio de tener al otro. Un deseo demandante, que carcome la paz y los sueños. La perdida del amado. El dolor del más vulnerable. Un infierno. No quiero traspasar la puerta, ni pensar en ello, no ahora que te deseo con vehemencia. Vuelvo sobre mis pasos. En la sala circular abro la ventana. Puedo ver Le penseur de bronce que habita en el jardín. Vacía de pensamientos lo observo por unos segundos. Adentro las estatuas juegan. Tanto pensar para sucumbir ante la transparencia que el artista ha logrado en el Jeux de Nymphes. Dos lágrimas ruedan por mi mejilla. Debo seguir. Una pequeña puerta entreabierta deja salir del interior una sensación luminosa. Otra escalera. Subo por ella. La madera cruje y se queja cuando mis pies la someten. Entro a una habitación prohibida a los visitantes. La luz de la ventana te ilumina completo, sólo a ti que preparas yeso. Unos pasos antes de llegar a tu lado, te vuelves porque sientes mi presencia como yo vibro la tuya, con tus ojos recorres mi figura completa. Me ruborizo, y te sientes incómodo por estar vestido ante la desnudez. Te quitas con gracia la ropa casi de un tirón. Ambos desnudos tu mirada adquiere ese brillo que me encadena a tus deseos. Sé que algo planeas. Sabes que seguiré tu juego. Introduces las manos en el yeso y con dos dedos de cada una marcas líneas desde mis hombros hasta la punta de los pies. Una retícula blanca que se cierra más con cada línea, barrotes que hacen al cuerpo prisionero del deseo. Sumerjo los brazos completos en el material y al sacarlos del recipiente recuerdo las manos blancas. El tacto sutil. Frente a ti emulo la
escultura: La Cathédrale. Me abrazas y yo inicio una danza de dedos, palmas y dorso que se deslizan por tu espalda. Me alejo y me acerco. Dibujo espirales en tu pecho hasta que se cierran las líneas para hacer un todo humano blanco. Más yeso, más caricias, más deseo. Se nos quemará la piel. No es el yeso, es la pasión la que quema, dices. Tus manos me levantan en vilo para depositarme como arte de tu creación sobre la tarima de modelaje, quedo semisentada sobre las piernas. Te incas en el piso y sumes tu cabeza entre mis senos. Meto las manos en tu cabello y te acaricio queriendo guardarte en mi pecho. Con el cuerpo agradezco a la vida. Algo se detiene, retrocede y sin saber cómo ni por qué entendemos que otra dimensión nos absorbe. Podemos comunicarnos sin habla y las circunstancias, el espacio y nosotros somos una misma entidad sin limitantes de cuerpo, ni de objeto, ni de arte, ni de tiempo, ni de palabras que puedan nombrar lo que sucede. Deseamos quedarnos así, mantener el placer creador por siempre. Pasos humanos irrumpen nuestro silencio, permanecemos petrificados al oír el rechinido de la pequeña puerta. Quietos, no movemos ni los ojos. Pones tus dedos sobre mis labios ahora totalmente secos. Silencio. No queremos ni respirar, quizá nos confunda con una escultura y se vaya pronto. El intruso nos mira, nos rodea, nos admira. Es el espectador que cierra el círculo de la creación. Solidificados por un conjuro creativo vivimos unidos así, nos dicen los amantes que retan al tiempo. Somos el deseo: L’ idole eternell.
Amélie Olaiz, nació en León Guanajuato, México. Es licenciada en Diseño gráfico por la UIA, cursó la maestría de Diseño industrial en la UNAM y un Diplomado de creatividad en la UIA. Ha sido docente de la UIA y de la UIC. Es tallerista de minificción en la Marina de Ficticia.
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HISTORIA DE UN ESTORNUDO Por Iván Landázuri
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a través de los pasillos del supermercado. El carrito va medio vacío o medio lleno, depende de la óptica del que observe. Para ella, la carga es adecuada, ni más ni menos… precisa. Es casi una lástima que no acarree un producto inútil y banal: un adorno de mesa, un portafotos quizá, un capricho con el único destino de ser abandonado en el ingreso de la caja. Una de las llantas se arrastra disconforme dificultando el flujo del resto. Eso la obliga a destinar más cuidado al momento de direccionar el carrito entre los estrechos pasillos. A la menor distracción, éste se ladea con traicionera facilidad hacia el lado izquierdo, a centímetros de golpear uno de los anaqueles. Es una chica con cierto aire de tristeza bajo la sombra. Figura esbelta y cabellera aleonada. De jeans holgados, deshebrados en las puntas. Tenis de suela gastada y agujetas cortas. El clima artificial del supermercado le endurece los pezones. Sobresalen de la blusa. Se detiene en la zona de carne congelada. Detiene el carrito. Toma un plato de entre todos los demás. No la convence, lo devuelve y elige otro. El motor del congelador emite un ronroneo continuo mientras ella utiliza sus manos como básculas. Evalúa las porciones de carne envuelta en plástico. La vida se compone de disyuntivas. Sin notarlo del todo, su paso se hace más lento. Apenas unas décimas de segunNA MUJER EMPUJA UN CARRITO
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Iván Landázuri. Oaxaca 1990. Psicólogo y aspirante a escritor. (Cuentista) Ha colaborado para las revistas Registromx, Scifi-Terror, Penumbria, Yerba Fanzine, Monolito, Errr Fanzine, Sincope entre otras.
do. Su rostro se modifica ligeramente. Sus ojos, grandes como una luna, empiezan el ciclo hasta transformarse en un cuarto menguante antes de desaparecer entre las cortinas de sus párpados. Las placas tectónicas de su rostro principian movimientos oscilantes y trepidatorios. Su nariz se encoge cuan larga la piel que la cubre. Es una nariz espigada, ligeramente curvada hacia el oeste. Una nariz que le asigna simetría a su rostro. Un instante, un pestañeo, tres aleteos de mosca, un segundo; el corazón se detiene por un momento. La boca abierta, grande; lo permitieron los músculos de la mandíbula. La hilera de dientes expuestos. La presión en los oídos como un tapón de concreto. Da inicio una reacción en cadena. La expulsión de aire y saliva es acompañada de un fuerte “ashuu”. Sus pómulos y nariz quedan ligeramente enrojecidos, pero esto sólo es visible a vista de lupa. El abrupto estornudo la ha tomado por sorpresa, como ocurren las cosas que valen la pena. La sacudida, aunque ha sido breve, la descuadra y hace que el carrito impacte ligeramente el estante por la parte inferior. Los productos se tambalean en su lugar sin caer, como bizarros soldaditos de plástico al cumplimiento de su deber. El espasmo ha dejado su sombra: un tenue cosquilleo en la nariz que amenaza en convertirse en un ataque de estornudos. Se aleja del congelador con una porción de carne… la precisa. No culpa al frío de la zona de congelados o al aire acondicionado en general. Prefiere creer, en el dogma popular, que alguien piensa en ella. De entre todas las mujeres, en ella. Sonríe bajo esa idea mientras empuja el carrito en dirección a las cajas. Porque al final lo asombroso se esconde en lo absurdo de la diatriba cotidiana.
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RASCACIELOS Por Elsa Covián
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ESPUÉS DE DARLE LA ÚLTIMA MORDIDA
Ella, exhausta, se sienta bajo la fronda fresca y benévola de un hermoso árbol y aún con la imagen del ser inalcanzable en su mente, se queda dormida. Sueña que después de mucho andar, llega a donde está la columna. ¡Es más grande de lo que imaginaba! Su mirada la recorre desde la base hasta más allá de las nubes, tan alto que parece penetrar el cielo. Concluye que “aquello” que de lejos parece tener límites y contornos, en realidad es infinito. ¿Será una conexión con el cielo? Antes Ella jamás se había planteado algo así, porque se sabía parte del cielo, de la tierra y de todos y cada uno de los elementos que los constituyen. Sencillamente su experiencia vital le confirmaba momento a momento que cada parte de sí era un destello de los cientos, miles, millones de procesos que se entretejen en una danza sin fin, siempre aquí, en el fluir lúdico y eterno del presente. Sin embargo, frente al Ser parte del cielo, ya no está tan segura. Siente amenazado el orden natural que la contiene amorosamente y entonces descubre el miedo y con él, la incertidumbre. Por primera vez en su existencia se pregunta quién es ella, cuál es el sentido de todo, por qué, para qué…
a su manzana, Ella levanta la vista al horizonte. Allá a lo lejos ve algo extraño; una enorme columna erguida hacia el cielo en una actitud amenazante. La observa tanto como lo permite la distancia y puede notar que se trata de algo sólido, inmutable, totalmente ajeno a los verdes, azules y marrones que hasta ese momento son su única referencia de lo real. Ella no sabe si aquello tiene vida o no, tampoco tiene un nombre para llamarlo, cómo tenerlo si hasta hace unos instantes no existía… al menos para ella. Se pregunta, ¿cómo llegó ahí? Si siempre estuvo, ¿cómo es que antes no lo había visto poniéndole límites a su otrora infinito y vasto horizonte? De la sorpresa pasa a la curiosidad y luego de dudar unos minutos decide ir a investigar, después de toda esa cosa o ese… Ser no parece tener intenciones de atacarla. Camina, camina, camina y mientras más lo hace la columna sólida e inmutable más parece alejarse.
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Transforma sus temores en ofrendas, reúne flores, frutos y canciones con la esperanza de que el Ser la mire reconociéndola, dándole un propósito que pueda apaciguar su angustia.
Transforma sus temores en ofrendas, reúne flores, frutos y canciones con la esperanza de que el Ser la mire reconociéndola, dándole un propósito que pueda apaciguar su angustia. La lluvia, el viento y el fuego de pronto se convierten en enemigos. El trueno que antes era un grito portentoso que le hacía reconocer su propia fuerza, su propio poder, lo percibe como una enfurecida advertencia: Sólo eres, porque yo te permito ser. Su insignificancia es como un destierro que la cubre de vergüenza y sabe en lo más hondo que sin importar cuánto haga y cuán lejos pudiese llegar, jamás será lo suficientemente digna de ese don llamado vida. Entonces, por primera vez, le teme a la muerte. Sí, Ella moriría, pero ¿por qué? Si el ser parte del cielo puede conceder el don de la vida, ¿también es capaz de arrebatarlo? ¡Qué injusto! Convierte su indignación en valentía y encara a la columna sólida e inmutable exigiéndole una explicación, pero no responde. Permanece fría, distante, e indiferente y eso es más de lo que Ella puede soportar. ¿Por qué no responde? ¿Porque no quiere o porque no tiene una respuesta? Cualquiera de las dos opciones le parecen igualmente inaceptables y con una fuerza desconocida que surge desde el centro de su pecho, asesta un golpe certero en el Ser y éste, se fractura. Basta una pequeña fisura en los cimientos para que toda su magnificencia se desmorone sobre ella convirtiéndola en polvo, dándole una única y definitiva lección: Si yo caigo, tú también. Ella despierta con la respiración entrecortada y se calma poco a poco al cerciorarse de que el sueño que pareció durar siglos, no pudo dañar su integridad. Toma conciencia de la tierra que sostiene su cuerpo y del árbol que la protege con su fronda, sólo que ahora le parecen más amorosos y solidarios que nunca. Vuelve a sentir el palpitar del presente con la contundencia de lo que no necesita ser nombrado y abraza esa certeza como la única fuerza que puede convertir en polvo aún a la apariencia más pertinaz. Dirige su vista al horizonte y esa… cosa sigue ahí, pero ya no luce sólida, o inmutable; es apenas una columna que pretende amenazar al cielo, pero vista así a la distancia más bien parece acariciarlo. Su paisaje sigue amplio y abierto, sin límites ni obstrucciones. Ella, embargada de una dulce sensación en el pecho, sonríe y echa a caminar en dirección opuesta, feliz de haber despertado. Después de todo, no tendrá que dejar el paraíso.
Elsa Covián nace en el DF hace ya medio siglo. Practica el Budismo desde 1992 en Casa Tíbet México. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Franco Mexicana y ahí fue cuando se dio cuenta de que quería ser cantante y actriz. Estudió canto y actuación, especializándose en Doblaje de voces, actividad que ejerce desde 1987. Estudió Guión en el departamento de Extensión Académica del CUEC, y con Natalia Lázarus de Promenade Conservatory. Hoy es parte del equipo de escritores del programa de TV Azteca, Lo que callamos las mujeres. Actualmente está preparando su primer libro de cuento.
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IRISATION (iridiscencia en francés)
Por Diego Magaña
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—y yo— con un cuidado fuera de lo habitual. Sospechaba encontrarse, o tal vez lo sabía en otro lugar, a unos 83 pasos aproximadamente. Pese a ser una ruta conocida, se sentía inquieto, parecía estar al borde de una balanza: en perfecto equilibrio pero con un riesgo atroz de perderlo en cualquier momento. Ese momento —el del encuentro— fue AMINABA
casi tonto. ¿Desde dónde vine caminando? nos preguntamos, consiguiendo hacer más grande la confusión y la intriga. Era yo, eso era un hecho. Era yo en mi cuerpo y en el otro, ese que tenía enfrente, ese que (no) era el mío, pero sí, era yo. Tan habituado a nuestra presencia nos éramos casi imperceptibles. Aunque mi actuar no era idéntico, persistía la sensación de estar frente a un espejo. Pasados unos minutos de sesuda y callada introspección exterior, lo decidimos: este es el momento en el que me encontré, por fin me encontré a mí mismo. Sentí, finalmente, como uno solo, una serena euforia... paz perenne... y seguí mi camino.
Diego Magaña, No escribe desde hace mucho tiempo. No ha ganado ningún premio ni reconocimiento. Su obra -casi nula- no ha sido presentada en ningún lugar. Actualmente no forma parte de ningún colectivo ni tiene ningún proyecto en marcha. Por esto, y más, su participación en esta edición es tan asombrosa como absurda.
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FRANCISCA Y EL MAR Por Alfredo Ávalos
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ESPUÉS DE SEMANAS DE BÚSQUEDA
la dieron por muerta. Yo no lo creí porque la escuchaba. Cuando retiraron los afiches de su rostro con los que tapizaron los postes de teléfono y las paredes del west side, y solo quedó alguno arrastrado por el viento, dando tumbos por las aceras como pajarillo moribundo, y la gente dijo, it’s over. Yo no lo creí porque la escuchaba. Iba a cumplir dieciséis años y quería conocer el mar. Me dijo. Tenía en las manos la caracola que de tan bonita hasta parece artificial, con la que mi madre adorna el centro de su mesita de café. ─Vete pa Corpus Christi─ le dije. Desde que la conocí, a los doce años, y nuestras madres nos llevaron a la escuela de ayuda especial, repetía lo mismo; quería aprender a coger y conocer el mar. Coger lo intentó conmigo, pero nos dimos cuenta que no nos gustaba ser lesbianas. ─ ¿Y por dónde se llega al mar de Corpus? ─me preguntó porque a ella eso de los mapas no se la daba bien, ni a mí tampoco. ─Me han contado que si le enseñas la pierna a los camioneros en la carretera ellos te llevan a donde quieras. Y hasta te dan dinero si te dejas que te hagan cosas─ dijo Lola. Lola la salvadoreña se había acostado con varios chicos y eso que apenas iba a cumplir los quince. Sabía más de hombres y sexo que nuestras propias madres y a menudo era Lola quien nos enseñaba las cosas importantes de la vida, como decía ella, entre otras como se hacían los bebés y cómo hacer que un hombre se fijara en una muchacha. Las mujeres que conocía no tenían marido, ni mi madre, ni la de Francisca tampoco la de Lola, y me gustaba pensar que eran como las flores de diente de león que crecen en los lotes baldíos del barrio. Por eso no habían necesitado de un hombre para reproducirse, un día, como ocurre con esas flores, había soplado un viento y sus hijas
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nos habíamos desprendido de ellas, como motitas blancas surcando el cielo de west side de San Antonio. Se burlaban de mí cuando decía esas cosas. ─Prefiero que sea un muchacho y no el viento el que me levante la falda—dijo Francisca y Lola le aplaudió. La tarde que desapareció estuvo en mi casa, hablamos de cosas de la escuela y me dijo que estaba por conseguirse un novio. Traía una algarabía de gaviota que no podía con ella. Se reía mientras se pintaba los labios frente al espejo y se oía la risa del mar en la suya. Luego dijo que se iba a su casa y salió contoneando las caderas como le había enseñado Lola. Así es como la recuerdo yo. Cuando encontraron unos huesos que los forenses y el noticiero de las diez dijeron que eran los de ella. Yo no lo creí, porque la escuchaba. La imaginaba corriendo descalza en la playa, o cogiendo con traileros por diez dólares en motelillos de la costa. Y estaría tan empapada de mar, tendría el vaivén de las olas en las caderas y tan broceada la piel que aunque la encontraran nadie la reconocería. Al año de su desaparición en el barrio se hizo una colecta para establecer una asociación que llevara su nombre, yo seguí sin créelo porque aún la escuchaba. Por eso el día que su madre vino a visitar a la mía, y las vi tan tristes sentadas a la mesa en la cocina, fui hasta la mesita de café y traje la caracola que de tan bonita hasta parece artificial, se la extendí a su madre y le dije: ─Tu hija no está muerta. Francisca está en el mar. Si te pones esta caracola en la oreja, la escucharás reír. Mamá me reprendió, su madre se soltó a llorar, yo me fui siguiendo una motita de diente de león que había entrado por la ventana.
Alfredo Ávalos, nació en Cárdenas S.L.P México. Ha publicado cuento y poesía en distintas antologías de México y Estados Unidos. Ganador del II Certamen de Cuento “José Arrese” (2007) Es colaborador de la revista electrónica “Labrapalabra”. Es fundador y coordinador del encuentro de escritores “Letras en la Frontera” en San Antonio, TX.
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AURA Por Donají Olmedo aldita sea, por qué en éste preciso momento y no en otro, le recriminé a mi suerte. Sucede que la luz, en mi caso, es oscuridad. Antónimo burlón. Estigma y contraparte del concepto. Dos días antes de que la luz me visitara, el engranaje circunstancial de mi vida presumía fluidez: —¿Te parece bien en la salida del metro “Miguel Ángel de Quevedo”? ―sonó su voz cantarina y mi vida reemprendió el vuelo. Se trataba de la cita esperada por mí durante mucho tiempo. Desperté y eran las 06:00 am. Mentira, no desperté, y como me gusta alinearme a los conceptos diré la verdad: no logré pegar ojo. Decidí abandonar la cama y dar fin al enredo mental desquiciante que invade a los de corazón sin blindaje como el mío. Mientras tallaba mi cuerpo con jabón, ensayé poses y saludos. Una lista de temas a tratar se desplegaron en mi escenario particular: el último disco de U2, los ganadores en Cannes, etcétera. Con la ropa no me detuve mucho tiempo: la mezclilla, a ella le encanta eso del desenfado y la sencillez. Salí a encontrarme con Rebeca, la mujer con ojos de lluvia. El reloj de la sala del apartamento marcó las 10:30 am al tiempo que cerré la puerta a mis espaldas. Tarareaba “With or without you” en el túnel de trasborde de la estación “Hidalgo” cuando apareció, lastimándome los ojos, mi aura; ese aviso patético, que en mi caso, asemeja un protoplasma luminoso, un fantasma premonitorio. Ahí, en el medio del pasillo, se plantó la ironía blanca, mostrándome los dientes. Los otros usuarios, con desenfado, le hicieron frente y los odié de inmediato, ―siempre me sucede― incluso he tomado como afrenta que otros no vean a mi aura. Cuento con un minuto ―más o menos― para poner pies y cuerpo en lo seguro. Esta vez lo utilicé para enviar un mensaje por celular: “Rebeca, se presentó un contratiempo inesperado, no iré. ¿Verdad que me perdonas?” Fueron varios segundos para pensar en el contenido y otros tantos para escribirlo. Recorrí con la mirada el túnel y antes de lograr recostarme en el piso llegó la oscuridad. Estoy seguro de haber asustado a la gente con los espasmos. Siempre que abro los ojos y me topo con miradas extrañas y benevolentes me pongo violento: me caga. Aunque, siendo fiel y literal a mi acostumbrado alineamiento de conceptos, cuando esto sucede, me orino y me cago.
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El reloj de la sala del apartamento marcaba las 12:20 pm cuando regresé, arrastrando hediondez a cada paso. Aún no recordaba bien a qué había salido. El periodo de amnesia después de la crisis epiléptica me duró tres horas. Antes de meterme a bañar, descubrí que me habían robado el celular y la cartera. ______________________ *Aura, sensación subjetiva (auditiva, visual, olfativa, motora o gustativa) que precede el inicio de un ataque paroxístico como una crisis epiléptica o un episodio de migraña.
Donají Olmedo. Nací y radico en México Distrito Federal. Mi labor literaria se ha desarrollado principalmente en el campo del cuento y novela corta, incursionando en varios géneros literarios incluido el fantástico. Formo parte de los autores en la antología de cuento "Three Messages and a Warning: Contemporary Mexican Short Stories of the Fantastic" (Small Beer, 2012), libro nominado para: 2013 World Fantasy Awards Ballot; soy una de las autoras también de "Xo Orpheus: Fifty New Myths" (Peguin Books, 2013). Mis cuentos se publican en varias revistas literarias como Bitter Oleander, Gargoyle Magazine y Mcneese Review entre otros.
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C U E N TO
HABRÁ QUE ENMARCAR EL DIBUJO Por Carlos Bortoni
R
ECOBRÓ LA TRANQUILIDAD LA NOCHE
que asalta-
ron su casa. Analizando las cosas con calma —pensó—… no pudo ser mejor. Habían salido a cenar… así que nadie corrió peligro… y cuando regresaron encontraron el hueco… que dejó el ventanal destrozado. En consecuencia… nadie discutiría con él lo necesario que eran los barrotes en las ventanas. Su hija fue la primera en darse cuenta cuando pisó pedazos del vidrio que quedo regado por el piso. —¿Por qué hay vidrios? —preguntó. Le bastó con levantar la cabeza para encontrar la respuesta. No dijo más. Caminó hacia el espacio vacío dispuesta a cruzarlo. —¡No entres! —gritó su mujer temerosa de que alguien estuviera en la casa. Y de inmediato empezó a llorar desconsolada. Repitiendo… sin darse cuenta de ello… —No es posible… no es posible. Él permaneció en silencio. Tomó a su hija de la mano y contempló fascinado el espacio vacío… como si estuviera hipnotizado… incapaz de evitar la sonrisa que se formaba en su cara.
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Tenemos que llamar a la policía dijo su esposa mientras lo veía caminar con su hija hacia la puerta.
—Tenemos que llamar a la policía —dijo su esposa mientras lo veía caminar con su hija hacia la puerta. Nadie pareció escucharla. Metió la llave en la chapa de arriba y giro la media vuelta necesaria para abrirla. Luego metió la segunda llave en la chapa de abajo y la giro seis veces para mover el pasador que la atrancaba. —Si hay alguien en la casa tus gritos ya lo alertaron —sentenció mientras metía la primera llave en la chapa de en medio para abrir la pesada puerta de madera. —Nosotros no necesitamos entrar por la ventana le dijo a su hija. Habían pasado seis meses desde la mañana en que ellas decidieron quitar los barrotes de los ventanales que dan al jardín. Aceptó que lo hicieran con la condición de que las cortinas que dan a la calle se mantuvieran siempre cerradas y así nadie pudiera ver que la casa estaba desprotegida. Una cosa llevó a la otra… en menos de tres semanas el ventanal que da a la calle —aquel por el que entraron a vaciar la casa tampoco tenía herrería que lo protegiera y las cortinas permanecían abiertas de noche y de día. —Es cuestión de tiempo —pensaba… durante las largas noches de insomnio que padeció desde entonces… cansado de advertir a su familia sobre los peligros de vivir desprotegidos. Cruzaron la entrada y prendió la luz. Lo primero que hicieron fue abrir la puerta del baño que está en el pequeño recibidor y revisarlo. Luego dieron un par de pasos y se metieron al despacho que tenía en la planta baja. Encendió la lampara y le pidió a su hija que no se moviera de ahí. Tomó unos plumones y hojas en blanco y se los dio. Revisó exhaustivamente la planta baja… encendiendo todas las luces que encontraba a su paso… sin apagarlas una vez que salía del lugar. Confirmando que no hubiera nadie detrás… debajo… a un lado o por encima de nada… incluso en aquellos lugares donde resultaría imposible esconder a un enano. Salió al jardín e hizo lo mismo. Regresó al estacionamiento y encontró que su esposa seguía arrodillada en el piso… junto al coche… llorando en silencio. No hay nadie abajo. Voy a subir dijo. En la planta de arriba tampoco hubo sorpresas… la casa estaba vacía. Ahí también dejo –contra su costumbre de ahorrar todas las luces prendidas. —Tampoco están arriba —le dijo a su mujer cuando terminó de bajar las escaleras. –Por lo menos nos dejaron las camas. Entró al despacho y espero a que su hija terminara de dibujar. —¿Te gusta? —preguntó ella. —¿Qué es? —La ventana por donde se metieron a la casa. —Vaya. Quedo muy bien dijo sonriendo —Habrá que enmarcarlo. —Luego la cargó y la llevó a su cuarto donde la ayudó a ponerse la pijama y la acostó a dormir. —Descansa —le dijo— mañana arreglamos esto. Aquí no pasó nada.
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Cuando regresó al estacionamiento su mujer estaba barriendo los restos de vidrio. Fue por un recogedor y la ayudó a terminar. Le pareció de mal gusto recordarle que les había advertido que esto pasaría… decir: se los dije. Prefirió guardar silencio ante su victoria mientras la oía sollozar. Cuando se acostó a dormir, con un enorme hueco en la planta baja de su casa, no tuvo problemas para conciliar el sueño.
Carlos Bortoni vive con su mujer y sus dos hijos en una casa con perro. Intenta escribir a diario en cuanto su familia se duerme, pero rara vez lo logra. Cuándo lo hace, escribe poco. Ha colaborado con algunas publicaciones periódicas, participado en dos antologías de cuento y publicado los libros "El imperio soy yo", "Tormentas en vasos de agua" y "Perro viejo y cansado". De nueve a seis de la tarde, casi todos los días de la semana, cumple un horario de oficina.
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LA DICOTOMÍA DE SER Por Emy Osorio “Alejandra, Alejandra Debajo estoy yo Alejandra.” -Alejandra Pizarnik.
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STÁ DESESPERADA PORQUE SE BUSCA Y NO SE ENCUENTRA.
Cambia de forma constante su indumentaria y va de un lugar a otro, pero no funciona, no se encuentra. Abandona ciertas compañías y halla otras, aunque lo único que logra es perder más el rastro de sí. Se desnuda y mira con cautela su repugnante cuerpo, en un espejo con marcos en ébano, pero sigue sin encontrarse. Ahora desborda desesperación, sabe que no va a encontrarse fuera de sí. Toma un cuchillo filoso de la cocina y corta cada fibra de su piel, de sus músculos, de sus nervios y hasta de sus huesos. Se mira en el espejo, ahora no está la caja que la encerraba, sólo quedan ríos de sangre en la alfombra de lana. Aunque ya no está presa, aunque siente el frío aire de octubre que ingresa a la habitación por la claraboya abierta del tejado, sigue sin encontrarse. Quizás ella está pero no está. Quizás está su no existencia. Quizás está en la presencia y en la ausencia de sí misma.
Emy Osorio. Colombia. Escribe porque hay mucho que decir en un mundo que teme hablar. Es lectora y viajera compulsiva. Disfruta con gran esmero de esta pieza teatral tan absurda a la que llamamos vida
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(S/N) Por Andrea Barreto Vargas
V
iernes, dos a.m.
I
Los ojos puestos en los hijos muertos del otoño, presagios en miniatura del reloj vacío. No hay lluvia ni luna, sus pestañas le sonríen al vidrio de la ventana y un mechón de cabello acaricia su mejilla sustituyendo las lágrimas que hace mucho dejó de llorar. Siempre soñó morir con estilo, quizá por eso no se atrevió a fundirse con la acera después de una caída vertical al vacío, tampoco pudo colgarse con la cuerda de las cortinas –collar al rojo vivo-, prefirió morir a la Hemingway y escogió una Beretta. Sólo quería morir con estilo. Dimensionó el cañón del arma con las yemas de los dedos y sintió el sabor metálico de la lluvia en el paladar. La música le palpitaba en las sienes, no dijo adiós. Le dio la espalda a la ventana, que era espejo, que era luz, que era el mundo desapareciendo ante sus ojos. La bala perforó sus sueños de veinte gramos, perforó la ventana, rasgó el manto del silencio nocturno.
II Bruno cerró la puerta tras él. Caminó el pasillo que conducía a la sala con los ojos cansados de tanta ciudad, dejó sus cosas en una esquina y sintió el olor del cigarro enroscarse en su nariz como espiral profuso. Buscó la cajetilla en la cornisa de la ventana y notó a Balam sentado frente a la pared, tras una mesita de madera, aparentemente inmóvil. El dinamismo en la imagen consistía en el humo ondulante del cigarro que Balam fumaba. Bruno pensó que su cabeza parecía estar incendiándose lentamente por las nubes que se desprendían de ella; lo deseó. Rectificó ese pensamiento. Siguió buscando la cajetilla, su cajetilla. Creía saber dónde estaba, pero se sentía culpable por pensarlo. La pregunta se le quedó atorada en la garganta cuando giró hacia Balam y sus ojos de periscopio detectaron bajo la mesa su cajetilla; hubiera dudado si no tuviera la manía de pa-
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sar un plumón negro sobre las imágenes moralistas que cubrían la tapa de la caja. Esa cajetilla estaba rayada. Vacía. Cruzó apresuradamente la sala y miró la nunca de Balam con la indignación que solicita una disculpa urgente. Él, Balam, limpiaba delicadamente un estilógrafo recién rescatado de un molde lleno de leche en el que otras tres piececillas flotaban a la deriva. Bruno soltó un sonido parecido a una palabra, Balam se dio la vuelta con el cigarro entre los labios y manchas estiradas de tinta por toda la cara. Bruno le quitó el cigarro de la boca y le dio dos fumadas hondas; Balam recordó la costumbre familiar de fumar durante la comida, las burlas por su cercanía con Bruno, las circunstancias que los hicieron amigos, enemigos, y finalmente una especie de extensiones del otro. Ambos compartían muchas cosas: el departamento, el arte, los cigarros y más de la mitad del nombre. Entre los brazos de sus madres, ambos habían sido llamados “Bruno Balam”, cada uno con sus respectivos apellidos. Y como si se tratara de hijos de la misma madre, entre ellos reinaba el cariño frágil pero eterno de los hermanos, o a veces, como hijos de distintos padres, solían tratarse con la cautela con la que se le da la mano a un extraño. Balam recorrió kilómetros de recuerdos, pensaba en lo oscuro de la madrugada fragmentada por las pinceladas de contaminación; los dioses en su última exhalación cerraban sus pulmones al aire con furia naranja, escapando de la velocidad gris de los autos y Balam se estremeció por dentro cuando tropezó con los ojos hartos de Bruno. Eran muy transparentes para ser violentos y aún así reconocía en ellos lo amoral del chacal. La expresión de Bruno oscilaba entre risa e ira, de sus labios entreabiertos escapaban exhalaciones como tos tuberculosa. Bruno dejó caer el cigarro. Surcó el aire poniendo su mano derecha en el hombro opuesto de Balam. Un abrazo pequeño y circular remataba la imagen de la sala iluminada por la noche. Un movimiento repentino y Balam se desplomó en espiral hacia el suelo, casi pudo evitar la caída gracias a
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una fuerza antigravitatoria inexplicable. Alcanzó a empujar la rodilla de Bruno y él también cayó. En una especie de convulsión instintiva, los hombres peleaban, uno encima del otro, aun en el suelo. Las manos pasaban de apretar el cuello, a empujar el pecho, al ocasional intento de golpe en la cara, rozando accidentalmente los labios, para repetir el ciclo. Bruno y Balam se fundían en una suerte de animal obligado a aparearse, las rodillas entrelazadas como cuando se cruza el dedo índice por arriba del medio o viceversa. Bruno confió todo el equilibrio de su cuerpo en la mano cerrada que apretaba la playera de Balam. Se impulsó sin soltarlo. A pesar del intercambio eléctrico de la pelea, no podían más. Respiraban agitados, de pie, frente a frente. Aún sin soltarse, parecían explorar el recuerdo más enterrado en los ojos del otro. Algo se rompió entre ellos. Balam sintió la piel de Bruno. Transpiraba un olor que llenaba la sala por las mañanas. Bruno tenía dolor de caballo y bajó la cabeza para cerciorarse de estar ileso. Su mirada regresaba a los ojos de Balam asumiendo ese matiz incontrolable, entonces los labios simétricos de él, fino remate para una cara inocente, como si la vida no pasara por sus latitudes. Sus cabezas se atraían magnéticamente, la distancia se acortaba por una fuerza inmoral que jalaba hacia lados opuestos. Una lluvia horizontal de destellos se hundió en la oscuridad. Dos a.m. y una ventana perforada por sueños de veinte gramos. Bruno y Balam, fundidos bajo el mismo nombre, se unían en descenso a la muerte. La suerte perdida de una bala suicida.
Andrea Barreto. Crezco al borde del cielo. [Descíframe o te devoro.] Cuando muera, búscame en el crepúsculo.
L A C I TA
ALLEN GINSBERG “Escribo poesía porque la palabra inglesa Inspiración proviene del Latín: Spiritus, aliento. Deseo respirar en libertad”.
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SEMILL AS DEL MAL
ANTOSH WOJICIK Traducido por Mauricio González
INTRODUCCIÓN
E
stuve leyendo a Shakespeare en inglés, buscaba ritmos de versos ajenos al español; en YouTube encontré a Ian Mcellen diciendo que “El mañana, el mañana, el mañana, se arrastra en este pequeño lugar, hasta la última sílaba del tiempo registrado.” Y así pasaron las grabaciones, un poco de Allen Ginsberg, aullando, con una cadencia parecida a la del Bardo; y luego llegué al slam de la Roundhouse, en donde escuché a Antosh hablar de una niñez solitaria, delgado y con una voz poderosa que se doblaba cuando el recuerdo pesaba. Le escribí y le dije: Me gustó tu poema ¿te puedo traducir al español? Así, sin más. Y así sin más dijo que claro que sí. Y ahora es momento de compartir versos nuevos de una isla antigua.
MY INVISIBLE FRIEND IS AN I N S O M N I AC Dad was always in aeroplanes or bedsheets mum was in the garden or sewing machines brother and sister too old for play fights too young for therapy, so I turned Steve, who was invisible. He's the reason I've never hit my head on the moon, and he was my cactus pin cushion, spiking the dreams that I drank, h e u s e d t o k e e p m e u p a l l n i g h t w i t h h i s p r o d s , saying “we’re safe as long as we’re awake, let's be dinosaurs and eat vegetarians” or
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“let’s play God” and we'd splash moths trapped in the bath with tap water, watch them disintegrate in a linoleum tomb and we'd masturbate with Vick's Vapour Rub, chew the cakes we found in the soapdish to spit bubbles, gargle choke… breathe. Steve assured me I could be invisible too, b e p r e s e r v e d f r o m s c h o o l , f r o m t h e c u t o u t s o f m y h a i r , the left hand bully hooks the cocks dribbling byro in my physics book the mock sex sessions at lunch break I spent bent over the concrete ,V holding up the Biology staircase face full of old yogurt, bummed by apes in blazers filmed by a crowd of shaking chimps h e l d d o w n a n d h u r t b y m y s c h o o l m a t e s who were just telling me that I’m the only girl in this place, returning home to feed my Mum plates of lies because I was porcelain, stained by Bunsen burns on my skin, like marking someone is an exact science, Steve said to never break, I was safe as long as I was awake I was in year eight, old enough to wear a blazer and regulation shoes, to cycle to school by myself and to know I wanted to love teachers that gave me bad grades t h a t I c o u l d t h r o w m y h e a r t a s a h a n d g r e n a d e and leave somebody amputated but none of this made the world a safe place. S t e v e s p o k e t o m e a g a i n , h e s a i d , “ I ’ v e s e e n y o u r s p i n e , i t ’ s c a n d l e s t i c k a n o r e x i c , y o u ’ r e a w i c k e d w a x f i g u r e m e l t i n g t r a n s p a r e n t j u s t l i k e m e , s o o n , e v e n I w o n ’ t b e a b l e t o b e l i e v e i n y o u , b u t y o u h a v e t o k e e p g o i n g , there’s only one way to be truly invisible.” I k i l l e d S t e v e w i t h a g a l l o n o f m o u t h w a s h a n d b u r n t in a puddle on the bathroom floor and I was no longer invisible. My Dad and his jet lagged posture carried me to his bed in between him and mum I rested, back to when I was three, c r y i n g f o r n a k e d c h e s t s t o h i d e i n . I s t i l l c o u l d n ' t s l e e p despite my parents telling me to think of deserts I p r e s s e d m y f i n g e r s i n t o m y f a t h e r ’ s m e a t y b a c k , making camel humps in his dreams tapping Morse code for 'I just want to be safe' only to push out his response, “Are you still awake?”
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MI AMIGO INVISIBLE ES INSOMNE Papá siempre estaba entre sábanas o aviones mamá en el jardín o máquinas de coser hermano y hermana muy viejos para jugar luchas era muy joven para terapia así que, solo tenía a Steve, que era invisible. Él es la razón por la cual nunca azoto la cabeza contra la luna Era mi cojín alfiletero, poniendo piquete en los sueños que bebía, y manteniéndome despierto con sus aguijoneos, diciendo “Estamos a salvo siempre y cuando estemos despiertos, seamos dinosaurios y comamos vegetarianos” o “juguemos a ser Dios” y mojábamos polillas atrapadas en el baño con agua del grifo, veíamos cómo se desintegraban en una tumba de linóleo y nos masturbábamos con Vick VapoRub, masticábamos los pasteles que encontrábamos en la jabonera escupíamos burbujas, con ojos desorbitados nos ahogábamos… respirábamos. Steve me aseguró que yo también podía ser invisible Amparado permanentemente de la escuela, de los cortes de cabello forzados, del gancho izquierdo de los bravucones los pitos garabateados en mi libro de física las sesiones de sexo fingido durante el receso que pasé doblado sobre el concreto, agarrado de la escalera del salón de biología con el rostro cubierto de yogurt pasado, atormentado por monos vestidos de blazer y filmado por un montón de changos temblorosos subyugado y lastimado por mis compañeros que decían que era la única niña en la escuela. Para regresar a decirle a mi mamá una bola de mentiras, por ser blanco porcelana, con quemaduras de Bunsen en la piel como si marcar a alguien fuera una ciencia exacta. Steven me decía que no me quebrara, estaba a salvo mientras me quedara despierto estaba en octavo grado, de edad para usar un blazer y zapatos reglamentarios; para ir en bicicleta a la escuela yo solo y saber que quería amar a los maestros que me daban mala calificación que podía lanzar mi corazón como una granada de mano y dejar a alguien amputado, pero nada de eso hacía del mundo un lugar seguro Steve me dijo entonces “He visto tu columna, es anoréxica como vela, eres una figura de cera torcida derritiéndose transparente como yo, pronto ni yo voy a poder creer en ti, pero tienes que seguir, solo hay un modo de ser verdaderamente invisible.” Maté a Steve con un galón de enjuague bucal quemado en un charco en el suelo del baño y yo dejé de ser invisible. Mi papá, con su postura cansada, me levantó y llevó a su cama
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descansé entre él y mamá Como a los tres, que lloraba para esconderme entre pechos desnudos. Pero sin poder dormir aunque mis padres dijeran que piense en desiertos Y clavara los dedos en la espalda carnosa de mi padre haciendo jorobas de camello en su sueño Tecleando en clave Morse: Quiero estar a salvo Sólo para obtener su reacción “¿Sigues despierto?”
T H E B O DY C LO C K H OT E L Rooms For Hire! £500 to stay in my stomach, per night. We wake you up when you need! Shout instructions into the room on entry. Breakfast is complimentary. We’ll do our best not to eat you. Review 15: We held a piss party. Clean place, up until the games began. HA HA HA Accommodating staff, didn’t ask questions.
Review 2: I murdered my wife in Room 208 last night. Pillows were plump and cosy. Police response was too quick. I wish I could have tried the breakfast. Review 375: Played Hide ’n’ Seek. The room almost gave me away when my giggles tickled it. Game lasted 45 minutes. Recommend. Review 101001000010100100001000100010: HTML Error. Please resubmit feedback. We need it to breathe. Review 41: My grandson’s graduation was the next day. Our stay was perfect. I’m glad the heart-shaped bed can split in two. He didn’t need the alarm system.
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I kept him up all night with the motorbike stuck in my nostrils. I need to get it fixed. Wish I had the chance to bring my wife here. Review 580: The room tricked us out of a séance. Gladys is convinced Derrick was talking to her, but I saw the walls throw the mirrors off and inflate under the table. I didn’t pay for bullshit magic. Please advise your rooms to behave. Also, the décor was too Nuevo-post-glitch-core-abstractism for me. I like sinks where the water pours downwards and doesn’t avoid your hands. Review 1627: Thank you for positioning paparazzi outside our room. I should be alive in newsprint again for at least a week now. One ruined marriage, one revived career. Big Brother, embrace me! Review 1628: Sorry for throwing a wrecking ball through your walls yesterday. The government told us to play catch with the wrong building. If you survived and need somewhere to stay, the Comfort Inn down the road does continental breakfast too.
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E L H OT E L R E LO J B I O LÓ G I C O Habitaciones en renta! £500 por noche de estancia en mi estómago ¡Lo despertamos cuando ordene! Grite las instrucciones a la habitación cuando entre. Desayuno de cortesía. Haremos lo posible por no comerlo. Reseña 15: Celebramos una fiesta de orina. Lugar limpio, hasta que los juegos comenzaron. JA JA JA. Empleados serviciales, no hicieron preguntas.
Reseña 2: Asesiné anoche a mi esposa en la Habitación 208. Las almohadas eran mullidas y cómodas. La reacción policiaca fue muy rápida. Hubiera deseado probar el desayuno. Reseña 375: Jugué a las escondidillas. La habitación casi me delata cuando mi risa le hizo cosquillas. El juego duró 45 minutos. Recomendado. Reseña 101001000010100100001000100010: Error HTML. Favor de reenviar la retroalimentación Necesitamos que respire. Reseña 41: La graduación de mi nieto fue el día siguiente. Nuestra estancia fue perfecta. Me agrada que la cama con forma de corazón se dividiera en dos. Él no necesitó el servicio de despertador. Lo mantuve despierto toda la noche con la motocicleta atorada en mis fosas nasales. Necesito arreglarla. Desearía haber tenido la oportunidad de traer aquí a mi esposa. Reseña 508: La habitación nos engañó durante la sesión. Gladys está convencida de que Derrick le hablaba, pero yo vi a las paredes arrojar los espejos e inflarse bajo la mesa. Yo no pagué por trucos de porquería. Por favor aconsejen a sus habitaciones que se comporten.
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También, la decoración es demasiado Nuevo-post-glitch-core-abstracto para mi gusto. Me gustan los lavabos en los que el agua fluye hacia abajo y no evita tus manos. Reseña 1627: Gracias por ubicar a los paparazzi afuera de nuestra habitación. Deberé estar vivo de nuevo en las publicaciones por al menos una semana. Un matrimonio arruinado, una carrera reanimada. ¡Gran Hermano, abrázame! Reseña 1628: Una disculpa por arrojar ayer una bola de demolición por su pared. El gobierno nos dijo que jugáramos a la pelota con el edifico equivocado. Si sobrevivieron y necesitan un lugar donde hospedarse, El Comfort Inn más adelante en esta calle también sirve desayuno continental.
T H E E D U C AT I O N A L P R O P E R T I E S O F S C H E D U L E D M AT I N G D I S P L AYS W a t c h i n g t h e t i g e r s f u c k a t t h e z o o f r o t h s t h e m i l k s h a k e i n m y g u m s . I ’ m w a i t i n g f o r e v e r y o n e t o r e a l i s e t h e l o w e r o n e i s a n o r a n g e - p a i n t e d z e b r a . T h i s i s a m a t i n g d i s p l a y , t w o m i s m a t c h f i n g e r p r i n t s t r y i n g t o b r e e d c l a w - h o o f m u t a n t s . W e a r e h a v i n g a t h u m b w a r . Y o u a r e w o r r i e d a b o u t m e b r e a k i n g y o u r h a n d . W h e n w e m a k e l o v e , I d r a w m a p s o n y o u r s k i n w i t h m y f i n g e r s . Y o u h a l f - t r e m b l e a s i f t h e y a r e c l a w s . A w o m a n t e l l s m e t o s t o p s t a l k i n g . A l l I w a n t t o k n o w i s w h e r e s h e g o t h e r l e o p a r d j a c k e t f r o m . W h e n I f i n d m y s p i r i t a n i m a l , I w i l l c l i m b i n s i d e i t , I w i l l u n d e r s t a n d m y n a t u r e . I h a v e a w e t d r e a m l i s t e n i n g t o T h e T i g e r W h o C a m e T o T e a , p u r r i n g i n t r u d e r w h o g u l p s d o w n t h e f r i d g e ’ s n e o n g u t s , t e l l s m e h e l i k e s h o w I s t a n d b y a n d l e t h i m c o n s u m e . T h e g h o s t - g i r l a t t h e f e s t i v a l t e l l s m e n o w o m e n a r e s a f e , e v e r . I l o s e h e r i n t h e c r o w d o f m o u t h s e v e r y n i g h t . E a c h m o r n i n g , s h e i s q u i e t e r . I ’ m w a i t i n g
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f o r a m a n t o c l i m b o u t o f t h e t i g e r , u n z i p t h e f i e r c e c o s t u m e o f b l a c k - s t r i p e f i r e , b u t t h e y d o n ’ t s t o p j o l t i n g n a t u r e . E v e r y o n e i s f i l m i n g , l a u g h i n g . I a s k M u m a n d D a d i f I ’ l l h a v e t o b e t h a t a s s e r t i v e . T h e y a r e h i v i n g i n q u e s t i o n a l l e r g i e s . T h e y s y n c h r o n i s e t o s a y , n e x t t i m e , w e ’ l l t a k e y o u t o t h e a q u a r i u m i n s t e a d . By Antosh Wojcik
L A S P R O P I E DA D E S E D U C AT I VA S D E L A S E X H I B I C I O N E S D E A PA R E A M I E N TO PROGRAMADO Ver a los tigres coger en el zoo hace espumar la malteada en mis encías. Espero a que todo mundo se dé cuenta que el de abajo es una cebra pintada de naranja. Esto es un apareamiento programado, dos huellas dactilares dispares intentando criar mutantes con pezuñas engarradas. Sostenemos una guerra de pulgares. Tú preocupada porque vaya a romper tu mano. Cuando hacemos el amor, yo dibujo mapas en tu piel con mis dedos. Tú medio tiemblas como si fueran garras. Una mujer me dice que la deje de acosar. Todo lo que quiero saber es en dónde consiguió su chamarra de leopardo. Cuando encuentre a mi animal espiritual, me meteré dentro de él, entenderé mi naturaleza. Tengo un sueño húmedo escuchando El Tigre que Vino a Tomar el Té, ronroneante intruso que se traga las tripas neón del refri, me dice que le gusta cómo me quedo quieto y lo observo consumir. La niña fantasma en el festival me dice que ninguna mujer está a salvo, jamás. La pierdo en una multitud de bocas cada noche. Cada mañana, es más silenciosa. Espero a que un hombre salga de dentro del tigre, abra el feroz disfraz de fuego con rayas negras, pero no detienen la naturaleza saltadora. Todos filman, ríen. Le pregunto a Mamá y Papá si tendré que ser así de perentorio. Sienten el escozor de la alergia a las preguntas. Se sincronizan para decir, para la próxima, mejor te llevamos al acuario. Por Antosh Wojcik
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BIO 'Antosh Wojcik is a poet, writer, performer. He was joint winner of The Roundhouse Poetry Slam 2013 and is a member of the poetry collectives, Kid Glove and Burn After Reading and writes for The Flashnificents. He is currently a resident artist at The Roundhouse and was also a part of Poejazzi’s cross-art collaboration, Howl 2.0. He has performed poetry around the UK at festivals such as Glastonbury, Bestival, In The Woods and at leading events such as TEDx EastEnd, Tongue Fu, Bang Said The Gun, Outspoken and various Apples and Snakes gigs. He was a poet-coach shadow as part of Spoke’s inter-school slam project, WORDCUP 2014, as well as leading other poetry and writing workshops in schools. He hits things in time for folk group, Mina’s Ghost. He writes to see and learn about people.'
... Antosh Wojicik es poeta, escritor e intérprete. Ganador conjunto de The Roundhouse Poetry Slam 2013 y es miembro de los colectivos Kid Glove y Burn After Reading, escribe para The Flashnificents. De momento es artista residente en The Roundhouse y formó parte de la colaboración de arte interdisciplinario Poejazzi en Howl 2.0. Ha interpretado poesía en varios festivales del Reino Unido como Glastonbury, Bestival, In the Woods y en eventos líderes como TEDx EastEnd, Tongue Fu, Bang Said The Gun, Outspoken y varios Apples and Snakes. Fue poeta-coach sombra como parte del programa interescolar de poesía slam Spoke, WORDCUP 2014, así como director en otros talleres de escritura y poesía en otras escuelas. De momento escribe para el grupo folk Mina’s Ghost. Escribe para ver y aprender de la gente.
Mauricio González Álvarez escribe el interesantísimo y apasionante blog de salud menosdemau.wordpress.com y esculpe por comisión. Experimentado en guion de radio y textos de terror. A últimas fechas regresa a la traducción de documentos y resiente, como todos los que deciden retomar una actividad abandonada hace mucho, los estragos de la falta de práctica.
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SEMILL AS DEL MAL
SIETE HAIKUS DE PRIMAVERA Por José Rodríguez I El sol emula un reloj despiadado, citando sombras.
II Son tiempos huecos. La verdad permanece en el sentido.
III ¿Amor o lealtad? La pregunta se llena con luz de luna.
IV Otra vez grillos con buen paso de boca, ebrios de noche.
VI Esta sol-edad que se asume al respirar encuentra el tiempo.
VII En primavera se abren todos los sueños como las flores.
V Vuela el letargo como ave sin reparo abro los ojos.
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SEMILL AS DEL MAL
TRES POEMAS Por Madelline Sevilla
FRAGMENTO PARA DOMINAR EL OLVIDO Tengo la impresión de que cada vez que hablo repito cosas ya dichas; mecánicamente inconscientemente como si fuera un maniquí de cuya boca postiza fluyen ríos infinitos de balbuceos y lugares comunes. Hablo ciegamente. Quería calmarme, estar sola. Callar. Pero mi voz se desliza sobre las orejas de mis interlocutores, no deja nada, desobediente, fugitiva. Quiero que mi voz sea un gorjeo distinto un gorjeo en mitad de un bosque en invierno. Un estanque helado un enredo de ramas.
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MÍMESIS Hay dos en mí. Dos esdrújulas dos o ninguna o -casi por seguro - menos una; en mi garganta nidos y nudos. Tan excluida de mi propia vida. Como una vagabunda en busca de su sombra sin permiso de nada. Un poco terca, algo renca y por completo torcida; como un árbol que no tendrá frutos que no tiene raíces y sus hojas son todos los otoños que no vivirán. Estoy en todas esas personas que no voy a conocer, mientras me convierto en un aglomerado de palabras que desconocía. Ya no me bastan mis huesos no puedo construir un rostro, pero puedo construir un bosque de rostros. Veo mis manos sabiendo que no me pertenezco que no soy mía, no soy yo; soy todo, menos yo, estoy en todo, menos en mí. Soy ese pájaro que ya no busca el sur, sino que busca la luz olvidando que antes de ser pájaro fue jaula.
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LA JAULA He nacido entre ramas Desnuda. Con un aro de espinas en mi vientre; Sangrando la tierra Que llevo por dentro.
Madelline Sevilla | Honduras | Un cuarto de siglo. Diseñadora Gráfica, Ilustradora, músico y escritora. Jefa de Redacción de la Prensa Experimental de Arte SAKU.
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ES ESTE UN VIÑEDO EXTRAORDINARIO Por Abigail Trujillo Ni un alma pasa ni un vaivén infrecuente, nada para tejer desde afuera mi nervio, ni una carne viva para soñarle un corazón. Vivir es un domingo tibio que comienza. Y un resquicio crónico de cosas incompletas; de acumulada impaciencia en los ángulos de mis deseos agudos. No hay rostros cercanos, no levanta el brazo la palabra que debe ser salvada, no la veo mas la presiento, y nada más. Medito a media abstracción, camino entre la versificación volátil. Hinco la mente, hinco pues el cuerpo y agradezco a la divinidad la permisión de exigir a una escalera. Sólo eso. Y cuando nado en otros mares sin ahogarme en el sueño necesario, atiendo ideologías un instante para enseguida conservar la impresión de que todo permanece idéntico, la misma pena y el singular, reluciente mismo hastío; la impresión de que me inclino por mí otra vez y por lo mismo.
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Desprecio, amo: amo mi muerte errante desde que la vi tendida en el horizonte junto a los cirios volcánicos. Desprecio nuevos tactos redundantes por la desolación que una risa afable les exprime y tras un etcétera abrumador, me horrorizo de mi humanidad y sigo acumulando días y silencios, atardeceres y olvidos. Llamo a la memoria. Memorizo a la llama por completitud y doy a cada mirar mi bendición. Pero también la brusca maldición doy del polvo y en polvo te convertirás, turgente hermano. Curiosa es mi falta de atención, que invoca a la Fraternidad como a un fantasma y queda helada si responde . Soy conmoción andante. Soy el enfado con el mundo más dulce y un fermento en la sangre. Soy un cálido temblor al respirar. Soy una planicie insular donde crece la vid y una indómita variedad de moras dulces acres moras amargas. Y puedo yacer si lo intento indolente mirando los cristales en el agua, en las casas, en los vasos en el cuerpo de la gente por semanas enteras hasta que mi sed se apague en un amanecer de sal, sobrado de luz para el reposo de mi renacer austero. Llevaré presagios para los moribundos desde entonces Y miradas transversales para cortar caminos en las tierras perdidas. Descubriré mi frente para que la fatalidad me toque Y la belleza me aprehenda transparente desde mi ventana, diciendo la verdad y poniendo botones de flor, como nombres; como acentos sobre las últimas cosas.
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Abigail Trujillo Vázquez. Nació en 1989 en el Estado de México. Estudió Física porque le gusta la naturaleza. Actualmente estudia un posgrado en Ciencias en la UNAM. Siempre ha considerado que la escritura es una actividad trascendente en su vida, aunque sus trabajos no han sido leídos sino por sus amigos más pacientes.
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TRES POEMAS Por Ana Claudia Zamudio A Ady Martínez 1 Hay la última lágrima del día (qué nos queda) ojos vacíos declinando a los sueños: incipiente noche sin estrellas. 2 No sé si sería capaz de cerrar tus ojos sin antes hundirme en ellos buscar palabras que no dijimos (qué no dijimos). 3 Hay silencio en tus ojos la desolación al descubrirnos: vacías manos que ya no existen el corazón flota en su misteriosa línea de tiempo a punto de .
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Ana Claudia Zamudio Aguiar (Poza Rica de Hidalgo, Veracruz, 1966). Radica en Guadalajara, Jalisco desde 1984. Es egresada de la licenciatura en administración de empresas por la Universidad Autónoma de Guadalajara. Estudió el diplomado en creación literaria en la Sogem de Guadalajara (2001), y el curso de edición y corrección de estilo impartido por la editorial Tierra Adentro (2005). Durante varios años formó parte del taller de poesía José Gorostiza que dirigió el poeta Luis Armenta Malpica. Ha publicado De tanto contar II, libro colectivo de cuento publicado por la Universidad de Salta, Argentina, 2002; dos libros de poesía titulados Sé del silencio (Paraíso Perdido, 2003) y En otro paraíso (Taller editorial la casa del mago, 2009). Actualmente labora en la Unidad de Literatura de la Coordinación de Producción y Difusión de Artes Escénicas y Literatura de la Universidad de Guadalajara.
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ÁRBOL Por Carlos Toledo Nace de un lugar transparente del capullo tejido entre sol y agua, aferrado a la tierra penetra sus raíces y entrelaza el manto invisible que protege al mundo. Recinto de luciérnagas y plumas brote de hojas rojas y amarillas donde se funden suspiros de ecos perdidos sin rastro. Ser que labra historia en su piel cuarteada historia de seres que transitan en espacios breves. Guarda el llanto desprendido de las nubes y recibe el amanecer abrazado al viento. Con las ramas esparcidas habla el lenguaje del crepúsculo sus palabras hinchan el vuelo de los pájaros que retornan delirantes. Anónima es su voz que se oye lejana solo se percibe en el trance del silencio cuando su espíritu desprende el vapor de las primeras horas. Acariciado por la luna menguante no se despide se oculta en el murmullo de la noche donde calla el vientre que da a luz la vida que respira el ser que no lo escucha. Peregrino inmóvil, ¡has dejado huella!
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Carlos Toledo, percusionista, dibujante con licenciatura en sistemas de cómputo. Ha profundizado en el estudio del tabla indio, bajo la tutela de Francisco Bringas, con quien participó en el Ensamble de Percusiones de India y Medio Oriente. Adicionalmente, ha tomado cursos intensivos de tabla con grandes maestros como Abhijith Banerji y Shashanka Bakshi, ambos reconocidos con el grado máximo en la ejecución y desarrollo del instrumento.
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INTENCIÓN GENUINA Por Juan Carlos Maya ¿Qué tienen las palabras? Acaso música, entusiasmo, alegría, libertad, amor, sentimientos, sabiduría, felicidad. O su contrario: son en verdad contenidos solamente de conceptos. Las palabras que transforman por instantes y momentos a las personas quienes las leen, tienen la intención genuina de quien las escribe, de tocar y abrir los corazones, para crear amor en ellas y compartirlas. Juan Carlos Maya Castellanos, es temporalmente Maestro en Ciencias Químicas, Científico y escritor.
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“AQUÍ SE RESPIRABA UN AIRE VAGABUNDO” Por Inés Con Acento Colgado del techo, ensamblado a la viga maestra, un ventilador de llanos y largos brazos gira acompasado, incansable, ensimismado, mientras atestigua la apertura de una melodía de cuerpos. Mira sin mirar, se aturde. Inhala, exhala. Se deja llevar. La habitación entonces gira... Desde un rincón se anuncia el viejo y noble “grandfather” con su progresivo Alzheimer. Disfruta también observar al igual que el ventilador. [Efímero placer dada su condición]. Marca el tiempo siempre fiel más sin embargo ha olvidado cómo es que se cuenta el tiempo: Si es aprisa o despacio, en contra o a favor, en tiempo gramatical o en tiempo circunstancial; en segundos o en momentos, en años luz o en suspiros. El viento sopla…
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El hermoso ventanal comienza a seducirle ondeando sus cortinas de organza, dejándole entrever lo que hay debajo. El viento se detiene y comienza a acariciarle. El ventanal un poco más provoca. Cede y no cede ante el temperamento con que el viento le acaricia: entre delicado, entre violento. Entreabre, entrecierra. Entrecierra, entreabre. Abre, cierra. Cierra y abre. Un anuncio de menos a más… La cafetera jadea. El agua bulle, se excita; sucumbe ante el fuego vehemente, lento y ardiente, que de a poco la irá consumiendo. Destiempos a tiempo… Inés Con Acento, cuando niña, quería ser: corista, barista, bailadora, pintora, poeta, peluquera, fotógrafa, políglota, alfarera, florista, guitarrista, profesora, excelente “besadora”, cantinera, adverbio y poseer un seudónimo. A través de los ojos del tiempo descubre que, sin darse cuenta y a su manera, ha sido hasta hoy en día: corista, barista, bailadora, pintora, escritora, poeta, peluquera, fotógrafa, políglota, alfarera, florista, guitarrista, profesora, excelente “besadora”, cantinera, adverbio y posee un seudónimo.
El ventilador gira ahora con más frenesí. Esparce el calor húmedo de todos esos cuerpos; los aromas, los gemidos, los suspiros, los secretos al oído despertándole los sentidos a la habitación. Sus muros calizos todo lo han absorbido. Palpitan. Les hierve la sangre. La vida ahora los invade. En tus ojos ahora Hay una puesta de sol.
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PALENQUE Por Ginn Arias Salto de la cama, me desengancho de las cobijas por el ruido que produce el silencio. Son miles de ojos viéndome quietos que escuchan mis pasos. Me calzo las botas que he dejado a un lado de la cama. Veo en el fondo de la habitación una araña, me desafía el conjunto innumerable de sus diminutas hijas que lleva sobre sí misma. Son iguales que el monte de Venus. Me muevo para triturarlas, ¡crack, crack! El sonido de éstas bajo mi talón es como caminar sobre cristales y me quema. Miro abajo, me sorprende la desnudez de mis pies. Han empezado a subir aquellos diminutos seres con miles de miradas. Mis venas se abren, en ellas se incuban huevecillos arácnidos de finas espinas aterciopeladas. Las demás se mueven buscando rincones en mí: rodillas, muslos, soy caldo fermentado. Me poseen texturas de consistencias extrañas. Me sacudo, caigo al piso y me convulsiono: soy la cola arrancada de la lagartija. Han llegado a mi cuello, siento sus extremidades abriéndose como un compás que mecánicamente rasga y tuerce mi piel.
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Salto de la cama, me desengancho de las cobijas por el ruido que produce el silencio. Son miles de ojos viéndome quietos que escuchan mis pasos. Me calzo las botas que he dejado a un lado de la cama. Veo en el fondo de la habitación una araña, me desafía el conjunto innumerable de sus diminutas hijas que lleva sobre sí misma. Son iguales que el monte de Venus. Me muevo para triturarlas, ¡crack, crack! El sonido de éstas bajo mi talón es como caminar sobre cristales y me quema. Miro abajo, me sorprende la desnudez de mis pies. Han empezado a subir aquellos diminutos seres con miles de miradas. Mis venas se abren, en ellas se incuban huevecillos arácnidos de finas espinas aterciopeladas. Las demás se mueven buscando rincones en mí: rodillas, muslos, soy caldo fermentado. Me poseen texturas de consistencias extrañas. Me sacudo, caigo al piso y me convulsiono: soy la cola arrancada de la lagartija. Han llegado a mi cuello, siento sus extremidades abriéndose como un compás que mecánicamente rasga y tuerce mi piel. Escucho el cuchicheo de su viscosidad, la furia de su continencia desatada. Penetran mis poros, exudo aguijones que quiebran mis huesos. Afuera, la selva y el zumbar de los monos aulladores que gimen como recién nacidos. Me envuelvo pesarosamente, de cuando en cuando, abro los ojos para saber si no hay algún cuerpo extraño que me quiera aplastar.
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Ginn Arias es un ánima que vive en medio de la música y el baile, quiere alimentarse de letras —quizás por eso es escuálida y de ojeras marcadas—. Le gusta abusar del uso de los puntos suspensivos...
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COTIDIANA LUCHA Por Wulfrano Arturo Luna El amor nos acerca a lo improbable, a lo inverosímil, a lo falso. El odio en cambio, nos hace veraces, nos aproxima a lo probable, a lo real, a lo verdadero: la destrucción es segura y todo es destructible. Me gusta ser falso. WALR
Me gustan los imposibles voy en pos del infortunio busco la saciedad del mar en las arenas del desierto atravieso mis ojos con las espinas del desengaño perforo mi carne con el filo de la desventura quemo mis oídos con las cera hirviente de la mentira horado mis dientes hasta el nervio, con el taladro del duelo quebranto mis manos buscando tocar lo inasible: la verdad rompo mis venas con la punta de la desilusión y todo, porque creo en los hombres, en los poetas, en los músicos, en los científicos, en los niños. Sin embargo, se necesitan glorias más altas que mi endeble intento de ser sol de primavera, las tinieblas son su vestido y su alimento, de vez en cuando, me sumerjo en ellas,
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hasta el fondo del placer insensato, del dulce y abrasivo egoísmo, y me vuelvo metálico arbusto, perdido en cualquier bosque maldito... ¡ea pues!, que seguimos siendo humanos y gusanos, ¡ea pues!, que sigo buscando lo improbable en la seguridad tibia de mis manos... ¡ea pues!, que sigo encontrando brillos en las cuevas más profundas, en los más despoblados llanos.
Wulfrano Arturo Luna Ramírez. Maestro en Inteligencia Artificial por la Universidad Veracruzana. Le interesan la poesía y la narrativa en tanto formas de creación y expresión artística (descubrimiento constante y refugio), medios de generación y difusión del conocimiento, así como sus posibilidades de síntesis y reproducción mediante medios artificiales. Entre la escritura y la docencia e investigación (UAM-Cuajimalpa) encuentra vastas grutas aún sin explorar. Participó en el colectivo Adict@s a la Poesía (Xalapa, Ver.) y en los encuentros México Joven (Monterrey 2010) y Los Santos Días de la Poesía (Tampico 2013). Ha publicado poesía en la Revista Abiert@, El Diario AZ de Xalapa y la Revista El Humo. Participó en las antologías Memoria I, Ed. VersoDestierro 2010 (poesía), y 40 Esquirlas Al Aire, Coed. VersoDestierro y Endora 2011 (cuento).
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6:30 AM Por Rojo Solis El día abre sus puertas a tus oídos un tic tac anuncia una bomba a punto de estallar. Apurado corres al ordenador abrir ventanas cerrar ventanas aquí no existen las cortinas la cafetera se incendia a mitad del jardín los aspersores se prenden dentro de tu cama. Respiras. Envías un correo ya no precisas de carteros para entregar tus palabras, lejos quedaron los timbres postales. El correo se regresa no encontró a nadie en casa, cierras los ojos y te cubres la cara con las manos. Tic tac. Quedan sólo unos minutos hay una fiesta en tu sala y dos elefantes bailan con sombreros de copa alguien fuma una pipa y te preocupa que alguien tire vino sobre el sofá. La bomba explota del ordenador sale humo las ventanas vuelan a la calle
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La bomba explota del ordenador sale humo las ventanas vuelan a la calle las cortinas se ennegrecen por el humo la cafetera no da café y los aspersores ahora te avientan confeti seco. Suena el despertador abres al fin los ojos y tu ordenar está apagado sobre él, una carta que tiene 3 semanas sin abrirse. Todo es absurdo, el sueño, tus preocupaciones. Abres la carta Ves la foto de tu hijo. Quizá después de todo la vida aun te guarda sorpresas.
Rojo Solis. Elefante creador de Incendios
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DOS POEMAS INÉDITOS De Octavio Quintanilla
NACIDO EN INVIERNO Naciste en un día tan frío que hasta el grito del taquero se congeló en el aire. Y las palomas. Las palomas volaron hacia el sur dejando al pasar un hilo de sangre en nuestros techos. Ese día nuestra madre nos preparó café. Nos lo tomamos negro porque el lechero amaneció enfermo. Soñaba con volar y los pulmones se le llenaron de plumas. Ese día estuvo tan frío que hasta las niñas embarazadas por sus tíos amanecieron sin cicatrices. Esa noche nos fuimos a dormir temprano. El pasado se nos clavaba en lo más sensible de la carne. El invierno se maquillaba las mejillas con soles.
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[POR LAS NOCHES ME ENVENENO] Por las noches me enveneno con el pensamiento. Si estoy enamorado, me imagino a mi mujer desnuda, o a punto de desnudarse con otro hombre. Él le lame el lunar que sólo yo y su madre conocemos. Ella le cuenta de mí y él quiere saberlo todo. Quiere saber de mi posición favorita, de mis angustias, en dónde nací. Ella le cuenta del tiempo en el cual las cojas me atraían, las mujeres con una mano más pequeña que la otra, las bizcas, la cicatriz en la cara. Es cierto. Me gustaba la imperfección. Quitar una blusa y encontrar estrías. Quitar un brasier y no encontrar una teta. De los prostíbulos salía enamorado. Me excitaba la amargura, los amores callejeros. Mi madre se preocupaba por mí. “Estas muy flaco,” me decía. Ella pensaba que estaba enfermo. Y yo con llagas en los ojos por no poder dormir, hundiendo mi cuerpo en uno imaginario, envenenándome con el pensamiento, como lo hago esta noche, recordando a Cristo, el perro que tuve de niño y que una tarde salió de casa para jamás regresar.
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Octavio Quintanilla, ha publicado poesía en revistas literarias como Salamander, RHINO, Alaska Quarterly Review y Huizache. Su primera colección de poesía, If I Go Missing, fue publicada por Slough Press en el verano del 2014. Es asesor docente de la revista The Thing Itself Literary Journal y trabaja como profesor de Literatura Inglesa en Our Lady of the Lake University de San Antonio.
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SUBESTRUCTURA Por Mauricio González 1. La cabeza sostiene mi cuerpo los dientes aferrados a un tubo inútil busco asidero en la piedra en puntillas casi no me detengo empujo el cuello y empiezo la marcha con lento avance tallo el hueso lengua acre que me sabe a hierro la nariz roída en concreto va dejando una estampa de sangre raspar de dientes, virutas de acero, zumbar de oídos el cuello entumido, la espalda punzante y los brazos dormidos peso muerto que cuelga, se asfixia en sordera y cansancio m e d e s p r e n d o .
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2. La negrura del ducto no cambia con el cuerpo dolorido sigo la marcha Avanzo con la cabeza a rastras el cemento rugoso lacera mi piel las rodillas, las manos, la frente crudas y expuestas gotean El túnel se estrecha, ahora voy acostado hasta un punto de luz en el suelo Arrastrándome llego a esta fuente ansioso husmeo con la vista es un cuarto de luz tenue Una mujer hincada en una mesa a su lado una sierra de carnicero solemne c o r t a s u r o s t r o e n t a j o s f i n o s a s í h a r e b a n a d o y a u n a p i e r n a e n p a p e l e n c e r a d o sigo adelante, de pie entre muros angostos otro agujero presenta algo nuevo tres hombres se arrancan… lloriquean… sonrientes…
… que entre risas… las ropas, se escarban… y presumen… toman sus ojos…
gimen y tiemblan el pecho su esternón reluciente los jalan de las cuencas
me alejo de ellos y caigo de bruces en un foso angosto mi cabeza detiene el corto viaje la piel se refresca con goteos de sangre
3. -Amor, ¿ya despertaste?- escucho entre sábanas -Soñé contigo- balbuceo con pesadez -Amor, te dejo ya no te amo, me aburres- dices cargando una maleta y una caja, cierras la puerta me acurruco, tengo la cama para mí todavía es temprano. No me despierta la alarma, lo hace la tubería en la pared que vibra En la regadera restriego de mí una capa muerta.
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Parto al trabajo, las coladeras humean, el tránsito fluye el rectángulo plástico certifica quién soy. Un empleado cambia el cableado de una pared falsa, me broncea un monitor, una silla giratoria me aplana las nalgas Como algo que lleva muerto al menos tres años. El vibrar del los ductos de aire acondicionado cubre el ruido de la gente De nuevo otra sesión de maltrato a mí mismo hasta que me tocan el hombro, es hora de partir. Unos tragos rápidos y humeantes risas idiotas, mis acompañantes no cesan de hablar de sí mismos. De vuelta a la cama, me desnudo y camino en círculos el cinturón de marca y la lámpara en el techo le ofrecen a mi cabeza cargar todo el peso de regreso a la subestructura.
Mauricio González Álvarez escribe el interesantísimo y apasionante blog de salud menosdemau.wordpress.com y esculpe por comisión. Experimentado en guion de radio y textos de terror. A últimas fechas regresa a la traducción de documentos y resiente, como todos los que deciden retomar una actividad abandonada hace mucho, los estragos de la falta de práctica.
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E L PA JA R I TO
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L A P U E R TA
LOS RAROS Charles Bukowski Aunque no lo creas hay gente que vive la vida sin apenas conflictos y con muy poca angustia. Visten bien, comen bien, duermen bien. Están satisfechos de su vida familiar. A veces se apenan pero con todo viven tranquilos y a menudo se sienten de fábula. Y cuando se mueren, se mueren dulcemente, por lo general mientras duermen. Aunque no lo creas existe gente así. Pero yo no soy uno de ellos. Oh, no. No soy uno de ellos,
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disto mucho de parecerme a ellos, pero ellos están ahí y yo estoy aquí. (Poemas de la última noche de la tierra, Charles Bukowski, Dvd ediciones, Página 256).
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