Musulmanes
LA SHAHADA
MEXICANA POR JULIO I. GODÍNEZ HERNÁNDEZ
DESCONOCIDO EN NUESTRO CONTEXTO CULTURAL, EL ISLAM HA ATRAPADO NO SOLAMENTE A LOS INDÍGENAS DE LA MONTAÑAS DE CHIAPAS, SINO TAMBIÉN A LAS CLASES MEDIAS EDUCADAS DE MÉXICO QUE COMIENZAN A ENCONTRAR EN ESTA FE LAS RESPUESTAS QUE SIEMPRE QUISIERON
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Los caminos de Dios son misteriosos. Son las 15:00 horas del viernes Santo en la colonia Anzures de la ciudad de México y Cynthia Noemí repite entusiasmada las palabras del Imán: “Atestiguo que no hay otro Dios, salvo Alah, y que Mohamed es su mensajero”. Justo en la que es conocida por los católicos como la “Hora de la Misericordia”, y rodeada por un grupo de entusiastas musulmanes, la chica de piel morena y de hermosos ojos negros ha dejado su pasado cristiano para abrazar el Islam. En este momento, en muchísimos sitios de nuestro país, los católicos se encuentran recordando la muerte de Jesús de Nazaret en la cruz del Monte Calvario. Sin embargo, Cynthia, quien permanece sentada sobre un bello tapete tipo persa en tonos cálidos que apunta al noroeste, seguramente no se ha percatado del momento tan especial en que ha dejado la fe en la que fue bautizada hace 23 años para integrarse a la cada vez mayor comunidad musulmana en México. Antes de recitar su Shahada, como se le conoce al acto de aceptar a Alah como único dios a través de expresar un testimonio de fe ante un grupo de testigos, la joven estudiante de derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México que mantiene cubierta su cabeza con el velo islámico, justifica su decisión ante el imán Said Louahabi diciendo que encontró el Islam a base de lecturas y que es en esta religión en la que ha podido despejar muchas dudas acerca de Dios, de Adán, Eva y el propio Jesús, a quien esta creencia reconoce como un profeta.
“(EN LA RELIGIÓN CATÓLICA) CREEN EN LA IGLESIA, EN SACERDOTES, EN SANTOS, PERO A MÍ NUNCA ME FUE SUFICIENTE.... YO NO CREO EN LA IGLESIA, NO CREO EN LOS SACERDOTES; SÓLO EN DIOS Y EN EL ISLAM”. 54
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Acompañada de un grupo de diez chicas mexicanas, quienes también portan el hiyab cubriendo su cabello, y quienes también en los últimos meses se han convertido al Islam o, como aquí dicen, “han regresado a la verdad” al creer que todos nacemos musulmanes, Cynthia asegura que en su religión actual, que es la Católica, “creen en la iglesia, en sacerdotes, en santos, pero a mí nunca me fue suficiente. Sin embargo, yo no creo en la iglesia, no creo en los sacerdotes; creo sólo en dios y en el Islam se me han aclarado todas las dudas que tenía. Por eso quiero ser musulmana”.
PRIMER CONTACTO
Omar Remi es un hombre duro pero sumamente interesante e inteligente. La historia de este hombre nacido en la ciudad de México es la de pocos que han estado interesados no solamente en el Islam sino en la cultura del Medio Oriente desde hace varios años, al punto de estudiar y vivir en el norte de África, donde predominan los musulmanes. Este peculiar personaje menudo y que es conocido prácticamente por todos los que han pasado por la mezquita el Centro Educativo de la Comunidad Musulmana (CECM), una de las 14 que se calcula que existen en nuestro país, fue uno de los primeros mexicanos en convertirse al Islam hace ya casi tres décadas. A pesar de no ser uno de los líderes y de vivir de manera modesta, este hombre conoce bien la evolución de esta religión en nuestro país. El imán Said, adoctrina a una mujer.
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ue en 1979 cuando Omar Remi tuvo su primer contacto con el Islam. Por entonces, este hombre trabajaba y vivía en Suiza en el famoso resort Club Med y pudo visitar Egipto durante unas vacaciones. Aquellas cuatro semanas le parecieron fascinantes debido a la forma en que se desenvolvía la sociedad egipcia y el comportamiento de los musulmanes ante Dios.“Yo dije, aquí sí hay un verdadero temor a él”, aseguró una de las tardes en que nos encontramos para hablar de sobre el Islam en México. Luego de visitar cada año Egipto, en 1987, decidió quedarse a radicar ahí sin saber que estaría ahí durante 11 años. En la hermosa e histórica mezquita de al-Azhar, la más importante de Egipto, fue donde Omar decidió dar su testimonio y donde dejó atrás su vida como católico no practicante para adoptar el Islam como un verdadero creyente. Por entonces, la literatura islámica en español que se podía encontrar en Egipto era muy escasa o casi nula, así que el recién converso decidió practicar su nueva religión a base de imitación, algo que muchas veces resultó complicado, ya que incluso el rito de prosternación, el cual implica arrodillarse e inclinarse en dirección a la Meca (la ciudad más importante del Islam ubicada en Arabia Saudita y donde nació el profeta Mohamed) lo realizó de manera incorrecta al no colocar solamente la frente y no la nariz en el piso. En 1998, luego de la participación de Egipto en la Guerra del Golfo Pérsico que dejó muy golpeada la economía del país, Remi decidió regresar
D Leslie Carrillo alista una pequeña mesa para recibir instrucción sobre el Corán.
a México a falta de un empleo que le permitiera seguir manteniendo su estancia. A su vuelta el mismo año, Omar ya hablaba inglés, francés y un muy decente árabe. Según cuenta tímidamente, por entonces, en nuestro país había solamente unos 20 mexicanos que practicaban el Islam, entre ellos Amin, Hakim, Abdul Hadi, Mohamed Abdullah, quienes, en su mayoría habían vivido en países donde predominaba la cultura árabe y donde habían cambiado sus nombres originales al convertirse en creyentes de Alah. Una vez en México, Remi buscó dónde podría practicar su nueva religión y descubrió que en las embajadas de países con mayoría musulmana lo podía hacer sin temor a ser señalado.
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or esos días, un conocido le presentó a Omar Weston, un británico llegado a México en 1973 y que fundó el Centro Musulmán Mexicano después de estudiar durante algunos años en la ciudad de Medina, Arabia Sudita, y a quien se le atribuye el mayor trabajo para esparcir la palabra del profeta Mohamed en nuestro país. Junto a Weston, quien ahora mantiene una mezquita en Tequesquitengo, Morelos, Omar dice que aprendió muchísimo sobre teología del Islam.
HORA SAGRADA
El primer viernes que visité el CECM, el hermano Omar Remi me recibió en la puerta con una sonrisa. En ese momento, quien es el encargado de que el espacio religioso ubicado en la calle de Euclides de la colonia Anzures esté siempre activo, me extendió su mano derecha para saludarme mientras con la izquierda sostenía una escoba, una forma que
define a la perfección la amabilidad y la actitud de servicio que caracteriza a los musulmanes en todo el mundo. Eran pasadas las 12:00 horas de aquel día sagrado para los seguidores de Alah y los asistentes a la oración semanal, que en el Islam se lleva a cabo los viernes alrededor de las 14:00 horas, ya comenzaban a llegar. En la puerta de lo que parece más una casa de una familia de clase media del Distrito Federal que un centro sagrado, Omar me dio la bienvenida sin poder evitar preguntar, visiblemente apenado, si acaso era otro de los reporteros que en los últimos años han llegado hasta ahí buscando encontrar entre las paredes de esa casa de tres pisos algún rastro de una célula extremista musulmana interesada en establecerse en nuestro país. En ese momento dejé claro que lo que pretendía era dar con historias de personas que, como él, habían encontrado en una creencia tan lejana en tradición para los mexicanos como el Islam una opción real de fe y entender por qué no solamente en estados como Chiapas sino en ciudades como ésta, en las clases medias estudiadas, esta religión considerada por muchos como fundamentalista y opresiva se ha posicionado en los últimos años. Durante las siguientes semanas, Omar y yo pasaríamos horas conversando sobre la evolución del Islam en México y su influencia en la sociedad actual que comienza a abandonar el Catolicismo poco a poco. En las sobrias y bien iluminadas habitaciones del acogedor CECM, Remi me explicó también por qué esta comunidad que acoge a diferentes vertientes musulmanas como sufíes, suníes y chiitas ha tenido un crecimiento de más de 164 por ciento en sólo una década mientras que el catolicismo ha tenido una reducción de más de 14 por ciento de 1970 a la fecha.
e acuerdo con Alberto Hernández, especialista en religiones del Colegio de la Frontera Norte, la presencia de seguidores del Islam en nuestro país está registrada desde finales del siglo XIX en las ciudades de Torreón, donde se encuentra la primera mezquita construida en nuestro país hace 23 años y en el Distrito Federal.“En el censo de 1895 aparecen los primeros registros de musulmanes en México, la mayoría inmigrantes provenientes del Líbano y Siria”, sostiene. Más de cien años después, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2010
en nuestro país existían tres mil 760 mexicanos que profesan esta religión, una diferencia considerable si se piensa que en el año 2000 la población practicante era de mil 421 y que prueba que los datos del Pew Research Center pueden estar en lo cierto cuando calcularon que en 2030 México será casa de unos 126 mil musulmanes. A pesar de esta rápida expansión, Omar Remi considera que las cifras del INEGI se quedan cortas, ya que como Cynthia Noemí, cada semana asisten solamente a este lugar entre cinco y diez mexicanos a realizar su Shahada y abrazar así esta religión monoteísta basada en el libro del Corán cuya premisa es que “no hay más Dios que Alah y que Mohamed es su mensajero”. Según los organizadores el año pasado se reunieron más de tres mil personas en el deportivo Plan Sexenal en la ciudad de México a celebrar el fin del Ramadán, el mes en que se lleva a cabo el ayuno y que es considerado uno de los cinco pilares del Islam, uno de los grandes problemas para calcular si verdaderamente esta religión ha ganado en los últimos años adeptos en nuestro país es que no existe un registro de quienes vienen a las mezquitas a aceptar a Alah como su único dios. De igual forma, tampoco hay un seguimiento formal a quienes asisten a la oración de los viernes porque, como en otras creencias, nadie está obligado a asistir a la mezquita ni seguir tendencia alguna. En el caso de chicas como Cynthia, la mayoría se suma a la vertiente sufí, la cual, según el investigador Alberto Hernández, ofrece una vertiente espiritual profunda y abierta para el creyente.
LLAMADO A LA ORACIÓN
DE ACUERDO CON EL CENSO DEL INEGI, EN 2010 HABÍA EN NUESTRO PAÍS 3 MIL 760 MEXICANOS QUE PROFESABAN EL ISLAM. 56
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Dice el hadith, como se le conoce a la palabra de Alah, que todo el que construya una casa para Dios se construirá una casa en el paraíso. Hace 15 años, antes de ser un centro de oración, este lugar de amplios salones y de paredes blancas fue una casa particular perteneciente a una familia pakistaní dueña de un restaurante que se ubica en esta misma colonia, y que como otras, formaba parte de una reducida comunidad islámica. Unos minutos antes de las 14:00 horas, el muecín realiza el adhan, el llamado a la oración. ¡Alah Akber! ¡Allah Akbar! ¡La Illaha Illah!, se escucha hasta la calle en la que la mayoría de los vecinos parecen ya acostumbrados. La voz es un canto grave, profundo y largo que se lleva a cabo en el tercer piso de este inmueble desde una esquina que mira al noreste, a la Meca –donde todo musulmán tiene que peregrinar por lo menos una vez en la vida como parte también de los cinco pilares del Islam–. El sonido de la voz del joven llama a la comunión profunda con Dios penetra en
Padre e hijos, listos para orar.
las paredes, las hace retumbar y parecen alejar todo cuanto es mundano. En ese momento, los hombres, en su mayoría extranjeros provenientes de Egipto, Pakistán, Palestina, Arabia Saudita, Argelia, entre otros, radicados en México que han llegado a la mezquita se prosternan sobre sus rodillas hasta tocar su frente y su nariz con el tapete en un acto que se llama raka y es considerado un saludo. Las mujeres, por su parte, realizan el mismo rito separado de los varones debido a que durante la oración, otro de los cinco pilares del Islam y que se lleva a cabo cinco veces al día, no pueden tener distracción alguna. Luego de escuchar al imán Louahabi por casi una hora en árabe, un hombre originario de Marruecos y que dirige su propia empresa de traducción, los asistentes a la mezquita aguardan que el mismo discurso sea recitado de manera sintetizada en español para los que aún no hablan el idioma oficial de esta religión. “Hablar árabe es muy importante porque es el idioma del profeta”, me dijo Remi durante otra de nuestras largas conversaciones. “Si no se pronuncia apropiadamente el idioma, la oración no es válida; pero, si con el esfuerzo y varios intentos se logra, la oración vale doble”, sostuvo.
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sta tarde, se han reunido, entre hombres y mujeres, más de 300 personas para el rezo de los viernes conocido como Yumu’ah. Pie con pie y codo con codo han orado sin que ninguna distracción los altere. Entre quienes dedicaron su tiempo se encuentra Jorge Salomón, hoy Mohamed, uno de los muchos mexicanos que tuvo problemas para rezar en árabe. A pesar de que su bisabuelo era palestino, él nunca recibió ninguna
influencia de su parte al crecer como un mexicano promedio, bautizado y educado bajo la fe Católica. Luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, este joven como muchas personas se comenzó a hacer preguntas acerca de qué era el Islam; pero, no fue sino hasta 2007 cuando encontró a un egipcio de nombre Mohamed quien era dueño de una tienda de productos árabes en la ciudad de México. Esta persona fue la que invitó a Jorge a conocer esta mezquita y quien lo introdujo a la fe que dice le infundió “un profundo sentimiento de paz” en su interior desde el momento que entró en este centro. Ese mismo día, justo en un momento como este en el que toda la comunidad se prosterna, “sentí la necesidad enorme de hacer lo mismo y casi me sentía que me estaba agachando con ellos”, asegura el joven originario de Tamaulipas que por entonces vivía aquí en la ciudad de México. Al terminar la oración, Jorge le dijo a Mohamed que no quería que pasara otro día más sin dar su testimonio, así que en ese momento abrazó la fe islámica.
MOMENTO ESPECIAL
En agosto de 2011, ya como Mohamed, el joven maestro de preparatoria viajó a Argelia para conocer a quien se convirtiera en su esposa, a quien había conocido por internet.“Sus papás y familia me recibieron de manera increíble”, sostiene el chico de amplia sonrisa y abundante cabello negro. Según Omar Remi, esto se debe a que los musulmanes valoran cuando una persona se convierte al Islam, “ellos creen que es superior quien decide ser musulmán a quien nace de una familia musulmana”, afirma. Según me contó Remi en una de nuestras conversaciones, la familia muchas veces es quien más desprecio
expresa a quienes se han convertido a otras religiones como el Islam. Casi desde que Mohamed decidió abandonar el Catolicismo intentó sin éxito convertir a su madre. “Intenté mucho tiempo convencerla, pero no lo lograba”, asegura este joven que prefiere asistir a este Centro que en unos meses espera recibir su registro ante la Secretaría de Gobernación para operar como iglesia. Fue hasta que su hijo la dejó de presionar cuando Esther Vargas, de 67 años, decidió ser una de los poquísimos mexicanos practicantes del Islam que hoy viven en nuestro país y venir al Centro Educativo de la Comunidad Musulmana desde Tamaulipas en esta semana santa. Seguramente, Esther supo del día en que se iba a convertir unas horas o un par de días antes de partir hacia la ciudad de México. Al corresponderle su turno, luego de que Cynthia Noemi diera su testimonio, Esther rompe en llanto. Es un momento muy especial para ella, cosa que el imán Said Louahabi aprovecha para señalar como un acto de profunda fe. Esta mujer de piel blanca y pelo rojizo hace un esfuerzo por recomponerse y dar su testimonio. Sabe que ha venido de lejos, también de Tamaulipas, para abrazar la religión que su hijo ahora profesa. A la “Hora de la Misericordia”, rodeada por un buen número de musulmanes Esther recita: “Atestiguo que no hay otro dios salvo Alah y que Mohamed es su mensajero”. A esta hora, Esther Vargas ha dejado atrás su largo pasado cristiano para abrazar el Islam. Musulmanes mexicanos realizan la Yumu’ah (oración de los viernes), en la mezquita de la colonia Anzures.
LEY Libros del Corán en un librero de la mesquita.