Lobos y managment, un ejemplo de éxito Con las primeras luces, y antes que ninguno de sus compañeros, Kemen abre los ojos. Echa una rápida mirada a su equipo, comprueba que todos están bien y se pone a trabajar. Saluda a todos y cada uno de los miembros de su unidad, desde los más jóvenes e inexpertos hasta a los más ancianos y experimentados. Cumplido el ritual, de su garganta sale una comunicación sencilla, clara y directa; nos ponemos en marcha. Y así lo hace, él en cabeza. Sin embargo, el resto de la jornada no la pasará en vanguardia. Con el conocimiento que le da años de vivencias comunes, sabe aprovechar las mejores cualidades de cada uno de sus colaboradores. Los más vigorosos y fuertes van de avanzadilla, seguidos de cerca por aquellos que sin tanta fuerza son capaces de suplir su menor energía con la experiencia acumulada de años de batallas. Kemen se reserva para los momentos más delicados y peligrosos, para los instantes finales, cuando, como lo lleva haciendo desde hace años, asumirá la responsabilidad que le confiere ese liderazgo por el que trabaja incansablemente desde hace años. Correrá los máximos riesgos, protegiendo a ese equipo al que lleva toda una vida exigiendo trabajo y compromiso. Porque ellos son los importantes. Porque ellos seguirán buscando el objetivo cuando Kemen ya no pueda liderarlos, cuando tenga que ceder el trono a los más preparados. A esos a los que lleva años inculcando el valor del compromiso, de la ejemplaridad, del tesón. Pero hoy todavía no es el día. Así que tras la extenuante jornada, Kemen sabe que él todavía no puede descansar. De hecho, será el último en cerrar sus cansados ojos. Mañana, con el alba, Kemen, que es un lobo y no tiene históricos, ni tarjeta de visita, ni talent pool, ni descripción de competencias, amanecerá el primero para volver a ganarse el derecho a liderar la manada que cada día le somete al feroz escrutinio de quien sabe que nada dura para siempre, y que solo tolera al líder porque cada día genera los beneficios suficientes para seguir siéndolo un día más. ¿eres cada día el lobo que tu equipo necesita?