Yhilmer, un niño boliviano en Chile. De Viskukari a Azapa Serie Niños y niñas de los pueblos indígenas de Chile e inmigrantes / 8 Departamento Técnico Junta Nacional de Jardines Infantiles Coordinación, investigación y texto Emma Maldonado Edición Beatriz Burgos Diseño Valentina Iriarte Fotografía Francisco Pereda Ilustración Lilo Unidad de Comunicaciones JUNJI © Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) Marchant Pereira 726, Providencia. Fono: 654 5000 Santiago de Chile www.junji.cl Registro de propiedad intelectual: Nº xx ISBN.: Nº xx Primera edición: noviembre de 2009 Impreso en Chile por Impresiones Gráficas Digitales, que sólo actuó como impresor. Ninguna parte de este texto, incluido el diseño de la portada, puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos químicos, electrónicos o mecánicos, incluida la fotocopia, sin permiso previo y por escrito de la Junta Nacional de Jardines Infantiles.
Yhilmer, Deun Viskukari ni単o boliviano en Chile a Azapa
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Queridos niños y niñas: Cada uno de ustedes, es decir, cada uno de los párvulos que asiste a los jardines de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) es único y, por lo mismo, un aporte que todos —educadoras, técnicas, familias y los propios niños— deben conocer y valorar. A través de la serie Niños y niñas de los pueblos indígenas de Chile e inmigrantes ustedes podrán lograrlo, ya que por medio de la lectura que realicen junto a las tías del jardín sabrán cómo son, de dónde vienen, qué hacen, a qué juegan y cuáles son los gustos de otros niños como ustedes, que provienen de nuestras culturas originarias y de distintos países del mundo. Este libro que ahora leerán junto a sus tías relata parte de la vida de Yhilmer, un niño boliviano que vive en el Valle de Azapa, en un oasis en medio del desierto. Ánimo, adelante y conozcan su historia.
María Estela Ortiz Rojas Vicepresidenta Ejecutiva Junta Nacional de Jardines Infantiles JUNJI
En Chile viven 20.000 inmigrantes bolivianos. Uno de ellos es Yhilmer. Tiene 3 años y vive en el valle de Azapa, en el norte de Chile. Sus padres son bolivianos de origen aymara. –¡Kamisaraki! –saluda Yhilmer en lengua aymara.
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Yhilmer vive con sus padres, Marisa y Eddgar, en una parcela del valle de Azapa donde cultivan tomates, porotos, choclos y a veces coliflores. El valle de Azapa es un oasis en medio del desierto.
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Yhilmer juega con otros niños, mientras sus padres trabajan en la huerta. –Hoy en la parcela estamos ordenando y amarrando los tomates a unos alambres, haciéndolos crecer hacia arriba, a esto le llamamos “parar los tomates”. Como es una tarea que no se hace todos los días, pedimos ayuda a trabajadores de otras parcelas. E so en aymara se llama ayni –dice Eddgar. –Mientras mis padres trabajan, yo le pido la bicicleta prestada a Lisette, mi prima. Ella me la presta y después juego con ella a las muñecas –dice Yhilmer.
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Yhilmer nació muy lejos del valle de Azapa, en un pequeño poblado boliviano, al otro lado de la cordillera de Los Andes en Viskukari. Yhilmer con sus padres llegaron a vivir el año 2008 a Azapa. –En Viskukari viven mis abuelos, mis tíos y mis primos. A mi abuela Anselma le digo “mamita” y a mi abuelo, “tata” –dice Yhilmer.
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Yhilmer cuenta que Eddgar, su papá, entró a la milicia a hacer el servicio militar, tres semanas antes que él naciera. –Yo conocí a mi papá cuando tenía tres meses de edad, él eligió mi nombre. Mi mamá me llevó a conocerlo a Cochabamba donde estaba su cuartel. Para ir a verlo teníamos que atravesar el río Desaguadero –dice Yhilmer. –El río Desaguadero baja desde el lago Titikaka al lago Poopo, cruzando todo el estado de la Paz, tiene cientos de kilómetros –dice Marisa, la mamá de Yhilmer.
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Los cultivos del valle de Azapa regados por el río San José, entregan frutos no sólo para el norte del país sino para enviar al extranjero. Todo el año está produciendo tomates y es famoso por sus aceitunas. –Mis papás se vinieron a Chile porque en Viskukari es muy difícil encontrar trabajo. Mi mamá está contenta aquí porque trabaja en la agricultura, igual como lo hacía en Bolivia –dice Yhilmer.
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El jardín de Yhilmer se llama Suma Pakaritas (Lindas Florcitas) donde hay niños y niñas bolivianos de origen aymara, como Alexander, Diego y Lisette. –Todos hablamos español y aymara. La tía Mary dice que somos bilingües, es decir entendemos los dos idiomas. En el jardín hablamos español, pero en casa hablamos aymara –dice Yhilmer.
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Yhilmer llega al jardín Suma Pakaritas con niños y niñas del sector de las parcelas donde vive con su familia. Yhilmer llega saludando cariñosamente a las tías con un beso a cada una. –Me gusta venir al jardín, aquí están mis amigos Diego y Alexander. Hoy mostraremos los instrumentos musicales que tocamos en los carnavales. Yo traje mi tarqueada. Quiero entrenarme y tocar igual que mi abuelo Pascual. Así, se escucha “raam, raam, raam” –dice Yhilmer.
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Cuando jugamos en el patio del jardテュn, nos colocamos un sombrero porque el sol es fuerte y nos podemos enfermar si no nos protegemos. Tテコ tambiテゥn debes usar un sombrero para que te cuides del sol 窶電ice Yhilmer.
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–Mi jardín se ganó el concurso “Protección Solar” por eso iremos a Arica a presentar el proyecto con un desfile que haremos con trajes tradicionales. A mí me gusta ir a Arica porque puedo ver el mar, el Océano Pacífico y comer pescado –dice Yhilmer.
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–TambiÊn me gusta escuchar las olas, ver los barcos y las gaviotas, porque en Bolivia y en Azapa no tenemos mar. Cuando voy a la playa llevo un balde y una pala para construir castillos en la arena –dice Yhilmer.
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–En el camino entre Azapa y Arica, en el cerro Sagrado, están los geoglifos que son dibujos de llamas que nuestros antepasados hicieron en las laderas del cerro hace cientos de años. Los geoglifos indicaban los lugares donde las llamas podían tomar agua. Mi mamá dice que eran señales que dejaban los viajeros de las caravanas que transportaban mercadería, en tiempos que no habían carreteras ni camiones –dice Yhilmer.
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En Bolivia vive la familia de Marisa y de Eddgar. La familia de Marisa ha vivido toda la vida en Viskukari y su padre es dirigente de su cantón. –Viskukari no sólo es un poblado para nosotros o un pedazo de tierra, son nuestras raíces. Dejar esas tierras no sólo significa dejar a todos nuestros familiares sino a nuestros abuelos y tatarabuelos que están enterrados en el cementerio del pueblo. Viskukari nos da la identidad de quienes somos –dice Marisa, la mamá de Yhilmer. Yhilmer, que está escuchando, se pregunta qué será la identidad.
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–Mis abuelos en Bolivia son agricultores y tienen muchos animales, vacas, corderos y llamas. Mi “mamita” Anselma me dice que cuando yo vaya a verla, me va a regalar un ternerito, pero no me lo puedo traer. Ella va a tener que cuidarlo allá. Aquí en la parcela no hay muchos animales, sólo gatos, perros y algunos ratoncitos –dice Yhilmer.
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El abuelo Pascual viaja a La Paz frecuentemente a hacer trámites, porque en Viskukari no hay oficinas para hacerlos. La Paz es una ciudad grande, tiene muchos habitantes, sus cerros están repletos de viviendas, posee una iglesia preciosa y una plaza famosa en el mundo, la Plaza Murillo –relata, orgullosa, Marisa. –Mi papá viaja a La Paz, a sus reuniones nacionales porque es dirigente y nosotros viajamos a sacar los documentos de identidad –dice Yhilmer.
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–A mí me encanta el fútbol y tengo la camiseta de Ronaldinho. Mi papá juega fútbol con otros bolivianos aquí en Azapa, y su equipo se llama “Los residentes”. El próximo mes habrá un campeonato de fútbol en Bolivia donde viajaremos toda la familia, porque el equipo de mi papá participará. Cuando viajamos a Bolivia, en la noche tomamos un bus en el terminal internacional de Arica y luego de unas horas, llegamos a Patakamaya. Allí esperamos un bus que viaje a Villarroel que es donde queda el pueblo de mis abuelos, Viskukari –dice Yhilmer.
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A Yhilmer le gustaría conocer el lago Titikaka que es el más grande de Sudamérica. –En Bolivia está el Lago Titikaka. Es un lago tan grande como el mar, porque hay barcos, balsas de totora, varias islas con viviendas y también animales –dice Yhilmer.
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–Una vez al año organizamos el paseo cultural al Museo de San Miguel de Azapa. Allí están las momias de la cultura Chinchorro, que son las más antiguas del mundo, tienen más de 7 mil años. Estas momias son de arcilla o greda y están pintadas de color negro –dice la tía Mery. –Hay cuatro momias juntas, dos son grandes y dos son chicas. Yo creo que es una familia: la mamá, el papá y sus dos hijitos. Estas momias, dicen las tías, estaban enterradas en el Morro de Arica –dice Yhilmer.
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Cada sábado toda la familia de Yhilmer va al Agro. –¿Tú sabes lo que es el Agro? –pregunta Yhilmer. Es una feria muy grande donde venden frutas, verduras, juguetes, chocolates y globos. Allí siempre nos encontramos con amigos de mis papás que son bolivianos y me compran dulces. Me gusta ir, huele a guayaba, mangos y flores –dice Yhilmer.
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–Hoy estamos vestidos de aymara en el jardín y trataré de tocar la tarqueada para que mis amigos bailen –dice Yhilmer.
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Juego
Tunkuña Es la tradicional rayuela con siete cuadros dibujados en el suelo que simbolizan los 7 días de la semana. Se juega saltando con un solo pie cada uno de los cuadros hasta salir por el último en forma secuencial (lunes a domingo). En el cuadro del día jueves se pueden colocar los dos pies (se descansa) y se continúa saltando los otros en un solo pie (lo importante es saltar en el cuadro).
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Glosario Kamisaraki: hola, ¿cómo estás? Inmigrante: persona que llega a un país distinto del propio para establecerse en él. Emigrante: persona que se traslada a otro país, generalmente a trabajar. Azapa: (Jasapa en aymara) tierra blanda y suave. Geoglifos: grandes trazados de figuras antropomorfas, zoomorfas y geométricas que se encuentran en las pampas y laderas de cerros. Petroglifos: figuras grabadas sobre piedra. Cantón: Bolivia se organiza territorialmente en departamentos, provincias, municipios, territorios indígenas y cantones. Ayni: práctica de ayuda recíproca entre personas. 54
Para saber más
XXXXXXXXX El territorio boliviano está habitado desde hace más de 12.000 años. En ese lugar florecieron múltiples culturas, mayormente en los Andes, destacando especialmente la cultura de Tiwanaku, que se desarrolló en torno al centro ceremonial homónimo próximo al lago Titikaka. En Bolivia, alrededor del 60% de la población total –que es de 10,5 millones de habitantes–, tiebe origen étnico, la mayoría aymara y quechua. La lengua aymara es el tercer idioma originario más hablado en Latinoamérica, con un total de dos millones de hablantes, cifra superada sólo por el quechua y el guaraní, distribuidos sobre todo en tres países: Bolivia, Perú y Chile. Las momias de Chinchorro Una compleja cosmovisión desarrollaron los pescadores de la cultura Chinchorro reflejada en el tratamiento que practicaron con quienes dejaban este mundo. A sus fallecidos los momificaban, eliminando de su cuerpo
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toda materia que se pudiera descomponer, transformándolos en estatuas. El objetivo era mantenerlos en casa o entre la comunidad por un tiempo determinado. Luego enterraban en una tumba colectiva a los miembros del grupo fallecidos durante ese periodo.1 Los geoglifos En la zona había un dinámico intercambio de productos y prácticas culturales que se realizaba mediante tráfico e intercambio de productos y se transportaban en caravanas de llamas. Estos viajeros dejaron sus huellas en el paisaje mediante geoglifos en las laderas de los cerros, los que representan llamas, figuras humanas, serpientes y lagartos, señalando aguadas, rutas y lugares sagrados. 1
Centro Cultural Palacio de la Moneda, Arica cultural milenaria, 2009.
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Para hacer con las tías
Humita en chala
Las humitas son un alimento de origen andino, tradicional de Bolivia, Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú.
INGREDIENTES
tiras de las mismas hojas para envolver la masa.
12 choclos ½ vaso de aceite 1 cucharada de azúcar 1 cucharita de sal ¼ kilo de queso de vaca pasas
Para hacer la masa se ralla el choclo, se coloca en una licuadora y se mezcla con la sal, el azúcar y el aceite. Luego, encima de la masa, se colocan cubitos de queso. Con esta masa se hacen las humitas que se atan con tiras de las mismas hojas. Luego se colocan los ataditos en una cacerola con agua hirviendo y se cuecen durante 15 minutos.
PREPARACIÓN
El choclo se pela y se cortan las hojas (chalas) de tal forma que queden triángulos grandes en forma de cruz. Se guardan las hojas para hacer las humitas. También se cortan algunas
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Cuento Leyendas nortinas
Tatú el quirquincho y su capa de fiesta (Mito aymara. Bolivia)
Las gaviotas andinas se habían encargado de llevar la noticia hasta los últimos rincones del Altiplano. Comunicaron a todos que cuando la luna estuviera brillante y redonda, los animales estaban invitados a una gran fiesta a orillas del lago. El Titikaka se alegraba cada vez que esto sucedía. Los animales se acicalaban y limpiaban sus plumajes y sus pieles con los mejores aceites especiales, para que resplandecieran y todos los admiraran. Todo esto lo sabía Tatú, el quirquincho, quien ya había asistido a algunas de estas fastuosas fiestas que su querido amigo Titikaka gustaba de organizar. En esta ocasión, deseaba ir mejor que nunca, pues recientemente había sido nombrado integrante principal de la comunidad. 60
Todavía faltaban muchos días, pero en cuanto recibió la invitación se puso a tejer un manto nuevo, elegantísimo, para que nadie quedara sin advertir su presencia. Era conocido como buen tejedor, y se concentró en hacer una trama fina, fina, a tal punto que recordaba algunas maravillosas telarañas de esas que se suspenden en el aire, entre rama y rama de los arbustos, luciendo su tejido extraordinario. Ya llevaba bastante adelantado, cuando pasó cerca de su casa el zorro, que gustaba meter siempre su nariz en lo que no le importaba. Al verlo, le preguntó con curiosidad qué hacía y éste le respondió que trabajaba en su capa para ponérsela el día de la fiesta en el lago. El zorro le respondió que cómo iba a alcanzar a terminarla si la fiesta era esa noche. El quirquincho pensó que había pasado el tiempo sin notarlo. Calculaba mal las horas el pobre Tatú y se le fue el alma a los pies. Una gruesa lágrima rodó por sus mejillas. El encuentro con sus amigos lo había imaginado distinto de lo que sería ahora. ¿Tendría fuerzas y tiempo para terminar su manto tan hermosamente comenzado? Tatú tendría que apurarse mucho si quería ir con vestido nuevo a la fiesta. Y así fue. Sus manitos continuaron el trabajo moviéndose con rapidez y destreza, pero debió recurrir a un truco para que le cundiera. Tomó hilos gruesos y toscos que le hicieron avanzar 61
más rápido. Pero, la belleza y finura iniciales del tejido se fueron perdiendo a medida que avanzaba y quedaba al descubierto una urdimbre más suelta. Finalmente, todo estuvo listo y Tatú se engalanó para asistir a su fiesta. Entonces respiró hondo, y con un suspiro de alivio miró al cielo estirando sus extremidades para sacudirse el cansancio de tanto trabajo. En ese instante advirtió el engaño... ¡Si la luna todavía no estaba llena! Un primer pensamiento de rabia contra el viejo zorro le cruzó la cabecita. Pero al mirar su manto nuevamente bajo la luz brillante que caía también de las estrellas, se dio cuenta de que, si bien no había quedado como él lo imaginara, de todos modos el resultado era de auténtica belleza y esplendor. No tendría para qué deshacerlo. El zorro se asombraría cuando lo viera. Y, además, no le guardaría rencor, porque había sido su propia culpa creerle a alguien que tenía fama de travieso y juguetón. Pero esta vez, todo salió bien: el zorro le había hecho un favor. Porque Tatú se lució y causó gran sensación con su manto nuevo cuando llegó, al fin, el momento de su aparición triunfal en la fiesta de su amigo Titikaka. El Mundo de Amado, Leyendas de Tierra del Fuego, Lucía Gevert, ver en: http://www.serindigena. cl/territorios/recursos/biblioteca/libros/pdf/anto_leyendas.pdf 62
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De la cuna al mundo
Yhilmer, un ni単o boliviano en Chile De Viskukari a Azapa