LA CUESTIÓN DE LA MUJER - JDU

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LA CUESTIÓN DE LA MUJER: Movimiento de las mujeres, feminismo, violencia y socialismo

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ÍNDICE

I.

El movimiento de las mujeres hoy Paremos para organizarnos y estremecer al sistema desde sus cimientos Editorial ……………………………………………2

II.

El Día Internacional de la Mujer Por Alejandra Kollontai………………………..14

III.

El feminismo burgués no nos representa Por Juntas Defensivas Universitarias………...23

IV.

Paros en la UNAM Lecciones y aprendizajes para elevar el nivel político de la lucha del estudiantadio contra la violencia de género Por Jiroko Nakamura e Iván Martínez…….…27

V.

La Unión Soviética fue la primera: El decreto sobre el aborto libre y gratuito 1920 Por Nahúm Monrroy…………………………….33

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EL MOVIMIENTO DE LAS MUJERES HOY; PAREMOS PARA ORGANIZARNOS Y ESTREMECER AL SISTEMA DESDE SUS CIMIENTOS Juntas Defensivas Universitarias La violencia de género en México es una realidad abrumadora, innegable e insufrible para miles de mujeres. Este nivel infame de violencia contra la mujer es solo una muestra tácita de la descomposición social que estamos viviendo. Algunas de las consecuencias más trágicas las podemos encontrar en hechos tan lamentablemente regulares como que en el país cada día se cometen en promedio 10 feminicidios o que cada 15 segundos una mujer es objeto de alguna forma de violencia. La cuestión es tan delicada que la barbarie ha alcanzado a las niñas. El caso de Fátima, que fue secuestrada, violentada, asesinada y cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en un bote de basura, es la clara muestra de la gravedad del problema. ¿No es acaso una injusticia que una niña de siete años esté destinada a un inhumano asesinato simplemente por el hecho de haber nacido en el seno de una familia humilde que vive en la periferia de la ciudad? ¿Es eso lo que merecía? ¿Es lo que merecen las miles de mujeres y niñas que comparten su origen y su triste destino? No, no y una vez más no. No era su destino y no lo merecía. Pero es el final que le deparó el régimen capitalista en el que vivimos. Opresión, explotación y violencia es una constante en la vida de millones que vivimos bajo el despótico dominio de este régimen. Ante esta infame realidad se ha levantado un importante movimiento de mujeres para denunciar y hacer frente a la opresión y la violencia. Es un movimiento que exige justicia, seguridad, derechos sociales, condiciones de trabajo dignas e igualdad. Que lucha por una causa justa y al que nosotras y nosotros como marxistas apoyamos con determinación; pues la mejora de las condiciones de vida de la mujer es un requisito indispensable para borrar de la faz de la tierra la explotación, la opresión y la violencia que produce el capitalismo. Sin embargo, sabemos que el movimiento de las mujeres no es homogéneo. Está dividido, hoy como ayer, en capas sociales que se adhieren a tendencias políticas diversas (a veces abiertamente opuestas) y que tienen reivindicaciones, así como intereses muy diferentes. Un claro ejemplo de esto lo podemos observar en cómo ha sido interpretado el llamado a realizar el Paro del 9 de marzo por diversos sectores del movimiento de mujeres. En el polo más a la

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derecha empresarias, integrantes de partidos burgueses, artistas e intelectuales nos invitan a todas las mujeres a quedarnos en casa, a no usar redes sociales y a no consumir nada. La idea, nos dicen, es mostrar nuestra ausencia total y lo importantes que somos para la economía. En cambio, otros sectores como las obreras del Movimiento 20/32, las mujeres zapatistas, sindicatos de obreras españolas, organizaciones de jóvenes de Argentina y varias organizaciones de izquierda también creemos que es importante presionar parando la economía, pero sostenemos que eso no está peleado con la organización y la lucha contra las causas estructurales de la opresión de la mujer. Por ello, hacemos un enérgico llamado a parar, pero con el objetivo de: organizarnos, detener la economía haciendo -donde sea posible- huelgas en los centros de estudio y trabajo, intervenir en el espacio público realizando mítines, demandar al gobierno justicia, seguridad, mejores condiciones de vida y de trabajo. Sabemos que hay muchas compañeras y compañeros con ganas de cambiar las cosas, que están en contra de la violencia de género y que quieren suprimir la opresión de la mujer, pero que aún no saben qué postura tomar este 9 de marzo. Para ustedes hemos escrito estas páginas. Nuestra intención es explicar por qué es necesario parar para organizarnos y no simplemente parar. Queremos promover el libre intercambio de ideas para que se enriquezca en perspectivas el horizonte político del movimiento. Para ello, tocamos temas básicos como la relación que tienen la opresión de la mujer y la violencia de género con el régimen capitalista. Asimismo, profundizamos en las diferencias que existen entre las formas de vida, intereses y niveles de opresión que soportan las mujeres en función de su pertenencia de clase. Analizamos, también, las diferentes capas que componen al movimiento de mujeres. Nuestra consigna es hacer del Paro del 9 de marzo una oportunidad para organizarnos y estremecer desde sus cimientos el sistema que nos oprime y violenta.

……………………………….La opresión de la mujer y el capitalismo Si bien es cierto que la opresión a la mujer es un hecho recurrente en la historia de la humanidad, lo cierto es que las formas concretas que reviste esta opresión han cambiado y en algunos casos se han intensificado. Pensemos, por ejemplo, en una sociedad ancestral del Neolítico donde ni la propiedad privada, ni las clases sociales existen. En esas comunidades no había grandes estructuras que excluyeran de la vida económica, política y social a la mujer. Las familias eran numerosas y no estrictamente consanguíneas, el trabajo doméstico estaba ampliamente dividido entre todos sus integrantes y los roles sexuados eran

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mínimos. Hasta la escasez, el hambre y el frío –producto del poco desarrollo del conocimiento, la técnica y la tecnología- eran sufridos más o menos en igualdad por mujeres y hombres. En estas condiciones, podríamos decir que la dominación masculina se restringía probablemente a esferas muy puntuales (la guerra, los conflictos dentro del clan, los conflictos interpersonales) y descansaba en buena parte en las diferencias físicas de fuerza entre ambos sexos. En contraste, en una sociedad de la Antigüedad en Europa occidental las cosas cambian mucho. El desarrollo de la vida sedentaria, la agricultura y la crianza de animales aportaron las condiciones materiales para hacer más productivo el trabajo y, con ello, fue posible generar excedentes en la producción. La existencia de estos excedentes abrió la oportunidad para que, por distintos motivos (distribución desigual de tierras productivas, pericia de los integrantes de la familia, despojo y guerra), unas familias y grupos acumularan más excedentes y pudieran vivir a costa del trabajo de otras personas. Entonces, surgió la propiedad privada, el cuerpo social se dividió en clase y la familia se reconfiguró. Estos cambios produjeron que la situación de la mujer cambiara profundamente. Se consolidó una división sexuada del trabajo y la mujer fue orillada cada vez más a dedicarse a las labores domésticas sin paga; y ésta actividad, a su vez, fue perdiendo reconocimiento social lenta, pero progresivamente. Por otra parte, la necesidad de la clase poseedora de heredar su propiedad a sus vástagos hizo necesaria una reconfiguración en la familia y la estructura ideológica que la soportaba. Las familias pasaron a estar formadas por matrimonios monógamos, para asegurar que los hijos del varón fueran efectivamente suyos de sangre y pudieran ser heredados tranquilamente. La idea de la monogamia se erigió como principio y se le prohibió a la mujer, incluso como precepto religioso, sostener relaciones sexuales y de pareja con otros hombres que no fueran su esposo, so pena de ser duramente juzgada socialmente. No es casualidad que en algunas sociedades árabes contemporáneas el castigo a una “engaño” de la mujer se pague con la vida. Este mismo patrón de dominación del hombre sobre la mujer fue emulado, con diferencias y bajo otros móviles, después de un tiempo por las clases subalternas. Así, se erigió un sistema patriarcal que hizo de las hijas, los hijos y la mujer parte de la propiedad del varón (del “jefe de familia”). La opresión de la mujer en las sociedades capitalistas modernas hereda los principios de ese sistema patriarcal y los reconfigura en función de sus propios objetivos: la acumulación de capital y el sostenimiento de la burguesía como la clase dominante. Así, en las sociedades capitalistas la mujer es

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confinada a llevar sobre su espalda el peso de las labores del hogar sin obtener una remuneración a cambio y sin que su trabajo sea valorado; por no ser considerado como trabajo productivo socialmente. Apoyada en las ideas del amor romántico, la ideología burguesa hace pensar que este trabajo es un “gesto de amor” de la madre hacia la familia y que además es considerado su obligación “por ser mujer”. Para cerrar el broche del corset de la opresión en la esfera privada, la burguesía adoptó la estructura del matrimonio monógamo e incluso conservó su mitología religiosa. Algo parecido ocurrió en la esfera pública. Las crisis económicas periódicas, el incremento de los precios, el decremento de los salarios y la destrucción por la fuerza de viejos tabúes empujaron a las mujeres -sobre todo a las de la clase trabajadora- a emplearse para colaborar en la manutención del hogar. Pero, al integrarse a las filas del empleo no lo hacen en igualdad de condiciones. Son relegadas a actividades secundarias, se les pagan salarios más bajos que los de sus pares varones y deben soportar situaciones absolutamente detestables como el acoso, la exigencia a trabajar más horas de las debidas, etc. Y aunque existe la “apertura social" para que la mujer pueda trabajar y romper con su dependencia económica, no se ha producido un cambio fundamental debido a las infames condiciones de trabajo, así como a los principios de la ideología domínate que sigue exigiéndole “fidelidad” en sus relaciones amorosas y “abnegación” en el trabajo doméstico. En consecuencia, la explotación en el ámbito laboral formal, la opresión en la arena privada con su confinación al trabajo doméstico no remunerado y, como consecuencia, el lugar subalterno al que se relega a la mujer en la esfera pública de la vida social no son más que implicaciones directas del hecho de vivir en un régimen capitalista sostenido en los pilares de la propiedad privada, el patriarcado y la explotación de las clases desposeídas por las poseedoras. De este modo, como señalara la gran revolucionaria Clara Zetkin, la opresión de la mujer en las sociedades capitalistas “se manifiesta en las costumbres, en las leyes con la privación de derechos, o como mínimo en la inferioridad del sexo femenino ante la ley, en su posición subordinada en el seno de la familia, en el Estado y en la sociedad, en su condición de tutelada y en su menor desarrollo espiritual, en la insuficiente valoración de sus prestaciones maternas y de su significado para la sociedad” (Ver: https://bit.ly/3cFsXM7).

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………..Opresión de la mujer: estereotipos, violencia y clases sociales Las condiciones materiales que provee el capitalismo, como se puede ver, son las idóneas para que la violencia de género se expanda como moho en la humedad. Por educación, tradición y habito los valores ideológicos burgueses son impuestos a la mujer, subsumiéndola y relegándola. Y en el momento en que intenta transgredir esas restricciones -no escritas, pero operativamente funcionales- es reprimida con el flagelo de la violencia. Un flagelo que adquiere las más diversas formas; desde las más veladas y sutiles, hasta las más sádicas e inhumanas. Desde los principios que, a manera de “inocentes” opiniones o consejos, norman la personalidad de la mujer; como las ideas del tipo “una señorita debe llegar ‘pura’ al matrimonio”, que son impuestas como normas por mujeres adultas a las jóvenes. Hasta los episodios más abominables de violencia física que incluyen el acoso, las golpizas y el abuso sexual. En el ámbito de los roles sexuados la aplicación combinada de estas formas de violencia es muy evidente. El sistema ideológico capitalista dicta la “pertenecía” de la mujer al hombre como parte de su propiedad, de modo que mucha de la educación y la formación que recibe durante su vida la preparan para introyectar, representar y defender roles y comportamientos sexuados. Los modelos de femineidad que se ponen como ejemplo a las niñas desde temprana edad nos dicen mucho de estos estereotipos y su origen de clase. La muñeca Barbye, por ejemplo, -creación de Ruth Handler, la multimillonaria empresaria de Matel- es la representación de una chica veinteañera rubia de clase alta con la vida completamente solucionada, que únicamente se preocupa por conducir su Beetle rosa, la moda, la estética de su cuerpo y destacar en todas las actividades que la sociedad burguesa le adjudica a su género (ballet, maquillaje, cocina, cuidado de niños, etc.). Este modelo de femineidad, además de ser profundamente clasista, es una viva imagen del papel que el capitalismo le otorga a la mujer. La mayoría de las mujeres intentamos encajar en esos roles, esos comportamientos y esa estética de origen abiertamente burgués. Adoptamos ideas y actitudes que transgreden el genuino y normal interés en el cuidado personal. Esas ideas y actitudes norman nuestra personalidad y restringen nuestra sexualidad; incluso contra nuestra propia voluntad. El hecho de que varias mujeres jóvenes del mundo reconozcan que su primera experiencia sexual (con hombres o mujeres) no fue consensuada o que se sintieron de algún modo vulneradas es un ejemplo claro de cómo estos preceptos burgueses se desdoblan en violencia de género (ver: https://bit.ly/3arjrui).

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Pero, para poder comprender por qué la opresión de la mujer es un fenómeno tan potente en las sociedades capitalistas es necesario también hablar de la educación y formación que se da a los varones. Se les educa para que piensen que las mujeres somos seres de alguna manera inferiores, que por norma debemos servirles en el hogar y de cuyo cuerpo pueden disponer para satisfacer sus necesidades en el ámbito erótico y sexual. Aquí también encontramos una parte del problema que, al igual que la anterior, es detonada por la ideología burguesa y el papel al que relega a la mujer en la vida pública y privada. Lo descrito hasta ahora retrata como opera la ruda realidad de la opresión de la mujer. Sin embargo, es una visión abstracta que no nos permite entender diferencias y matices que en la realidad operan efectivamente y hacen del fenómeno algo más complejo. Quedarnos en este punto nos podría conducir a conclusiones desafortunadas y a proponer soluciones limitadas. Esto es lo que pasa con la gran mayoría de las teorías e ideas del feminismo burgués y pequeñoburgués que intenta explicar la opresión de la mujer como una “guerra entre sexos” donde de un lado se encuentran las mujeres (todas oprimidas por igual) y del otro los hombres (todos opresores por igual); una teoría simplista y altamente clasista. Como marxistas nuestro papel es ayudar a que las clases populares entiendan la realidad concreta para que desarrollen perspectivas de lucha. Para ello, hacemos uso de la teoría como de un potente lente que al alejarnos nos permite entender las generalidades del problema y al acercarnos nos muestra sus particularidades y diversas dimensiones. Y, por regla, nunca dejamos que una de estas dimensiones prime sobre la otra. Por eso rechazamos tajantemente explicar la opresión de la mujer en las sociedades modernas con una teoría dicotómica y simplista, como la de la guerra entre los sexos. Aunque sabemos que la opresión de la mujer es un fenómeno real e irrefutable, también comprendemos que en las sociedades capitalistas contemporáneas este se expresa de formas muy diferentes en función del grupo y la clase social al que pertenece cada mujer. Si se nos permite usar una metáfora, la opresión de la mujer es como espesa brea que se derrama sobre una superficie desigual de piedra volcánica y aunque logra cubrirla por completo, es incapaz de eliminar sus irregularidades para dejarla homogénea y lisa. Las mujeres y los hombres no nos diferenciamos únicamente por nuestro sexo y los roles de género que se nos imponen y que adoptamos, estamos sobre todo condicionados por el lugar que ocupamos en la sociedad capitalista; la posición que se nos asigna en la economía como trabajadores y profesionistas o como poseedores de empresas y capital; por el número de horas que tenemos de

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tiempo libre y lo que podemos hacer con ellas; por nuestra posibilidad de acceder a educación, viajar, comer bien y tener espacios de ocio y recreación; por la diferencia entre la vida y la muerte que genera el hecho de tener o no acceso a servicio médico y medicamentos en el momento preciso. Eso condiciona, en síntesis, el nivel de opulencia o miseria en la que se desarrolla nuestra vida. Estas diferencias de clase son fundamentales hasta para condicionar la expresión que tienen los roles de género y la sexualidad en las personas, así como el nivel de violencia que experimenta cada mujer. La esposa o la hija de un empresario, por más que se les impongan roles y estereotipos sexuados, seguramente nunca sabrán lo que una obrera siente cuando su jefe la hostiga y le pide sostener relaciones sexuales para conservar su puesto. Una joven profesionista de clase media seguramente experimente en carne propia lo difícil que es como mujer acceder a un empleo digno y bien remunerado, pero muy probablemente nunca en su vida sufrirá el nivel de explotación que soporta una jornalera que, durante 10 horas diarias, seis o siete días a la semana, trabaja cosechando bajo el sol y la intemperie por un salario no mayor a $200 pesos diarios. Esas diferencias son fundamentales y hacen que en cada clase surjan intereses igualmente diferentes frente a la cuestión de la mujer.

…………Las diferentes capas sociales del movimiento de las mujeres Así como la opresión que sufren las mujeres de las clases populares y de las clases dominantes son diferentes, lo son también sus intereses. Esta es una diferencia que también hay que reconocer abiertamente. Por compartir las mismas condiciones de vida y enfrentar a la misma clase opresora, los intereses de las mujeres de la clase trabajadora son más afines y próximos a los de los hombres de su esa misma clase que a los intereses de las mujeres de la burguesía. Esta idea que de entrada podría ser inexplicable por la teoría de la guerra de los sexos, es en realidad fácil de explicar si se analizan los intereses concretos de las mujeres de acuerdo a su clase social. Las mujeres burguesas nos sufren las penurias del trabajo doméstico, ni exclusiones tan estrictas para participar en la vida pública. Con el dinero de sus familias logran fácilmente librarse de las ocupaciones del hogar y pueden asegurarse los medios para participar en la vida cultural, economía y política, mejor que cualquier campesino pobre. El centro de sus inconformidades yace en el hecho de que no tienen ni iguales derechos sobre la propiedad, ni la capacidad de disponer libremente de sus bienes. Sus padres, hermanos, esposos e hijos poseen derechos especiales y un alto respaldo social en estos temas. Por

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eso su reclamo contra la dominación masculina se centra en denunciar la desigualdad basada en el patrimonio, pues su deseo es ser poseedoras en igualdad de condiciones que los varones de su clase. En el caso de las mujeres de las clases medias, su vida se configura entre las condiciones que soporta el proletariado y los privilegios de los que goza la burguesía, sin llegar nunca a fundirse completamente en ninguno de los dos polos. Normalmente estas mujeres logran tener acceso a recursos culturales y formación educativa que les permiten ejercer profesiones mejor remuneradas que las de la clase trabajadora.1 La mayor inconformidad que tienen las mujeres de esta clase es que no pueden participar en igualdad de condiciones que el hombre en el espacio público, los espacios formativos (como las universidades) y la esfera económica. Por ello, sus reclamos contra la opresión normalmente se dirigen a pugnan por la eliminación de los privilegios de los hombres en el acceso a la educación, la participación en las instituciones de gobierno (con cuotas de género, por ejemplo) y los puestos en espacios laborales. Las intelectuales de la pequeña burguesía agregan a estas demandas, además, el derecho a poder desarrollar libremente su personalidad y su sexualidad sin estar restringidas por estructuras de opresión. El caso de las mujeres de la clase trabajadora, las campesinas pobres y los sectores más pauperizados de las clases medias es otro completamente. No son propietarias de grandes medios de producción, su acceso a espacios formativos profesionales es muy restringido y dependen casi por completo de su fuerza de trabajo para sobrevivir. La diferencia es tan grande con las otras clases sociales que incluso en el supuesto de que se implementarán todas las reformas que proponen las mujeres de la burguesía y de la pequeña burguesía su situación no cambiaría considerablemente. ¿De qué le serviría a una mujer indígena campesina poder heredar la tierra y disponer libremente de su pequeña propiedad cuando los precios de las cosechas y la mayor parte de la tierra cultivable están controlados por las grandes empresas monopólicas como Monsanto? ¿Qué ganaría la profesionista precarizada que trabaja 10 horas bajo el régimen de out surcing por un salario raquítico que no le permite más que pagar el alquiler con que se le reconociera el derecho a desarrollar libremente su 1

Pueden, por lo tanto, trasferir una parte del trabajo doméstico a personal asalariado y tienen la capacidad de incidir de alguna manera en la vida social pública desde las posiciones que ostentan en la academia, las instituciones de gobierno, las ONG’s y sus pequeños negocios. Si bien esto elimina el hecho de que son relegadas en muchos ámbitos, su situación no es la misma que la que enfrentan las trabajadoras domésticas a las que emplean en sus casas.

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personalidad, sino tiene ni tiempo libre, ni recursos para hacerlo? ¿Cómo es que la instauración de la igualdad de salarios para hombres y mujeres haría un cambio en las condiciones de vida de una obrera que trabaja en una maquiladora, si el nivel de explotación para su clase y la insuficiencia del recurso persistiría porque el capitalista se seguiría llevando la mayor parte del proceso productivo? Las condiciones de vida no mejorarían radicalmente para nosotras las mujeres de las clases populares, ni el nivel de opresión del que somos objeto se esfumaría solo porque se promulgaran los reclamos de las mujeres de la burguesía y la pequeña burguesía. En el mejor de los casos lo que podría pasar es que nuestra situación fuera un poco menos desesperada, pero eso es todo. Para que nuestra situación cambie es necesario que el régimen capitalista sea destruido, junto con toda forma de propiedad y explotación. Solo en el socialismo (con: una economía planificada centrada en satisfacer necesidades y no producir ganancia; un ingreso universal igual, digno y suficiente para toda persona; lavanderías, restaurantes y guarderías públicas y gratuitas; espacios gratuitos para el ocio, el ejercicio y el sano esparcimiento…) la obrera, la campesina pobre, el ama de casa, la profesionista precarizada, la trabajadora doméstica podría lograr su emancipación y mandar al basurero de la historia la opresión masculina. Además, esta transformación beneficiará también a las mujeres de las otras clases y, en general, a toda la humanidad, pues se terminaría con las bases materiales de la dominación masculina y la opresión capitalista. Eso no significa que nosotras no debamos luchar por reformas como las que proponen las mujeres liberales, sino todo lo contrario. Las y los socialistas sabemos que es necesario luchar tenazmente por reformas que ayuden a mejorar las condiciones de vida de las masas y el en el caso de la mujer aplicamos la misma perspectiva. No es coincidencia que las luchas por el derecho al voto femenino de principios del siglo pasado hayan sido encabezadas y en muchos países (como Alemania y Estados Unidos) iniciadas por mujeres socialistas, que dotaron con su perspectiva y audacia a un movimiento masivo, que de haberse atenido únicamente a las ideas y métodos de las sufragistas liberales, muy seguramente se hubiera agotado sin obtener resultados concretos y universales. Nuestra diferencia con las y los reformistas es que nosotras y nosotros no detenemos la lucha en la consecución de reformas, sino que llevamos las cosas diez pasos más adelante: contra toda forma de opresión capitalista y patriarcal. Esto es así porque, como se mencionó, sabemos muy bien que, aunque una buena reforma que es arrebatada al estado y a la burguesía mediante la movilización puede mejorar aspectos importantes de la vida de las mujeres y los

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hombres de las clases populares, aun así –aunque fuera la mejor de las reformas posibles- no transformaría su situación estructural de explotación y opresión. Asimismo, somos realistas y conocemos suficiente la experiencia histórica como para saber que lo que el estado es obligado a conceder con la mano izquierda en un momento de movilización popular, es lo mismo que suprimen sin dudarlo – haciendo uso, incluso, de la fuerza- en momentos de crisis económica. Por todo ello, nuestra estrategia se enfoca en ambos aspectos: luchamos por reformas concretas, con perspectiva de clase e impulsadas por la movilización de masas y, al mismo tiempo, luchamos con todas nuestras fuerzas contra la opresión de la mujer, la explotación, la ideología burguesa y la miseria ingente que produce este régimen.

…………………………………………………… 9 de marzo: paremos para organizarnos y estremecer al sistema desde sus cimientos La propuesta internacional para realizar un Paro nacional el 9 de marzo, impulsada en México en principio por las compañeras del colectivo Brujas del Mar y retomado por diversas organizaciones como la nuestra, no podía haber llegado en un momento más necesario, pues la espiral de violencia contra la mujer se ha incrementado dramáticamente en estas últimas semanas y ha sido visibilizada por casos lamentables de feminicidio como el de Fátima, Ingrid y Abril. Es un llamado pertinente y además urgente. No obstante, no podemos dejar de señalar la gran diferencia que existe entre la convocatoria de asociaciones civiles burguesas, partidos políticos capitalistas y empresas que llama a las mujeres a quedarse en casa y, por otra parte, la que hacemos organizaciones como la nuestra, las mujeres zapatistas y el Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores de Industrias y de Servicios (SNITIS) a parar para organizarnos y luchar por cambios concretos. Esta no es una diferencia menor, pues un Paro como el que impulsan esas organizaciones burguesas le es inofensivo a la clase dominante porque no lleva a la organización y por ello, aunque afecte a la economía y muestre el vacío de un día sin mujeres, es tolerable ya que un día después todo vuelve a la normalidad. Esta convocatoria vende (literalmente) el Paro como un fin en sí mismo. Difunde la idea de que ante una realidad que chorrea violencia y sangre lo más que se puede hacer es quedarse en casa y no salir, no reclamar, no exigir y no protestar. Por eso, aunque se calcula que “un día sin mujeres” puede afectar ciertos sectores de la economía, la iniciativa es impulsada con bombo y platillo por grandes empresas. Este es el caso de la cadena de supermercados Chedraui -

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que se destaca por mantener un sistema laboral mayoritariamente compuesto por mujeres en el que los bajos salarios, el cobro de cuotas ilegales y las jornadas laborales de más de 8 horas son el pan de cada día- que ha anunciado que “apoyará” el Paro “dando permiso” a sus empleadas de faltar el 9 de marzo. La clase capitalista no es estúpida, sabe que es mejor un Paro concedido como un día feriado a una parte de su personal, que tener unidas a trabajadoras y trabajadores cerrando los centros de trabajo por tiempo indefinido para demandar condiciones de trabajo dignas. Otro problema de esa convocatoria es que por la forma en la que se ha planteado excluirá a sectores de mujeres trabajadoras que se desempeñan en sectores informales, pequeños negocios o grandes empresas que no supieron subirse a la ola oportunista. Este es el caso de muchas empleadas domésticas, dueñas de pequeños negocios, costureras, trabajadoras de Oxxo para las que un día no trabajado es un día no pagado y un posible motivo de despido injustificado. De este modo el sector más explotado y oprimido de las mujeres es excluido del Paro por la fuerza de las circunstancias. La división de las oprimidas, es la estrategia. Por ello, ante esta convocatoria vacía de contenido político de la burguesía, nosotras y nosotros –retomando el ejemplo de las zapatistas y el SNITIS- llamamos a parar el 9 marzo para organizarnos en centros de trabajo y estudio. Queremos invitar a las y los miembros de las clases populares a que tomen los espacios laborales, de estudio y públicos para organizar asambleas para discutir la cuestión de la mujer, la violencia de género, la dominación masculina, la vinculación de todo ello con el capitalismo y se propongan soluciones concretas. Nosotras no queremos solo afectar la economía, sino paralizarla para generar soluciones concretas. Si las grandes empresas como Chedraui no quieren ofrecer salarios justos y condiciones de trabajo dignas, entonces deben ser obligadas a hacerlo mediante una huelga que promueva la participación obrera en la administración y la libertad sindical. Si las autoridades de universidades y escuelas no quieren atender el grave problema de la violencia de género, entonces el estudiantado, el proletariado y el profesorado tiene todo el derecho a celebrar asambleas y designar comisiones elegidas democráticamente y en donde participen fundamental mente mujeres que administren de forma tripartita los centros de estudio. Nuestro llamado al paro para organizarse es a las masas en su conjunto, pues sabemos que un movimiento de mujeres y hombres de las clases populares es más efectivo y fuerte. Si llamáramos, por un lado, a las mujeres a parar, hacer asambleas, realizar donde se pueda huelgas y por, el otro, a los hombres a seguir

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con normalidad sus actividades estaríamos dividiendo el movimiento, poniendo a unas contra otros ¡Eso le encantaría a la burguesía! No señor, nosotras y nosotros queremos todo lo contrario: la unión de las clases explotadas. No estamos en contra de los espacios organizativos de mujeres, son necesarios para discutir libremente su situación y proponer medidas concretas al movimiento entero. Tampoco estamos en contra de que las mujeres oprimidas tengan un papel prepondérate dentro del movimiento, ni de que sus demandas aparezcan en primera plana junto con la exigencia de la expropiación de la gran propiedad privada y el alto a la explotación. Nada más alejado de nuestros principios. Las y los marxistas sabemos bien que no ha ocurrido un movimiento en la historia que logre algún cambio trascendente si no cuenta con la participación, fuerza y sacrificio de las mujeres explotadas. De hecho, al menos dos de las grandes revoluciones que ha conocido la humanidad (la Francesa de 1789 y la Rusa de 1917) fueron iniciadas, soportadas y radicalizadas por el movimiento de las mujeres. Esto solo muestra que la devoción, la firmeza y la amplitud de perspectivas que la participación de las mujeres transfiere a un movimiento no tienen paragón. Por todo lo anterior llamamos a un Paro combatico y rebosante de contenido que trascienda la escueta convocatoria al quietismo de la burguesía y la insuficiente invitación de las organizaciones reformistas. Llamamos a parar como clase, a hacer asambleas, a discutir la cuestión de la mujer y los demás males que produce el capitalismo, a llevar a cabo huelgas en centros de trabajo y de estudio donde existan las condiciones y a formar democrática de comités populares de seguridad que en cada barrio luchen contra la inseguridad y la violencia del capitalismo y el patriarcado.

¡Ni oportunismo ni reformismo, luchemos por el socialismo! ¡Llamamos a parar para organizarnos, luchar y cimbrar los cimientos del sistema capitalista y patriarcal!

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EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER2 Por: Alejandra Kollontai

.……………………………………………Una celebración militante El Día de la Mujer o Día de la Mujer Trabajadora es un día de solidaridad internacional, y un día para pasar revista de la fuerza y la organización de las mujeres proletarias. Pero este no es un día especial solo para las mujeres. El 8 de marzo es un día histórico y memorable para los obreros y los campesinos, para todos los trabajadores rusos y para los trabajadores de todo el mundo. En 1917, en este día, estalló la gran Revolución de Febrero. Fueron las mujeres obreras de San Petersburgo quienes comenzaron esta revolución; fueron ellas las primeras en levantar la bandera de oposición al Zar y sus compinches. Y así, para nosotras, el día de la mujer trabajadora es un día de doble celebración. Pero si este es un día festivo para todo el proletariado, ¿por qué lo llamamos el “Día de la Mujer”? ¿Por qué realizamos celebraciones especiales y reuniones dirigidas sobre todo a las mujeres obreras y a las mujeres campesinas? ¿No hace esto peligrar la unidad y solidaridad de toda la clase obrera? Para responder a estas preguntas, tenemos que echar la vista atrás y ver cómo nació el Día de la Mujer y con qué propósito fue organizado.

..……………… ¿Cómo y por qué fue organizado el Día de la Mujer? Hace no mucho tiempo, unos diez años en realidad, la cuestión de la igualdad de las mujeres y la cuestión de si las mujeres podían participar en el gobierno junto con los hombres estaban siendo muy debatidas. La clase obrera de todos los países capitalistas luchaba por los derechos de la mujer trabajadora; la burguesía no quería aceptar estos derechos. No estaba entre los intereses de la burguesía reforzar el voto de la clase obrera en el parlamento, y en todos los países obstaculizó la aprobación de leyes que daban derechos a las mujeres trabajadoras. Las socialistas de Norteamérica fueron particularmente persistentes en sus demandas por el derecho a voto. El 28 de febrero de 1909, las mujeres socialistas de EEUU organizaron enormes manifestaciones y reuniones por todo el país demandando derechos políticos para las mujeres obreras. Este fue el primer “Día de la Mujer”. La iniciativa de organizar un día de la mujer corresponde por tanto a las trabajadoras de Norteamérica. 2

Texto tomado de la página Marxist: https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1920/0001.htm

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En 1910, en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, Clara Zetkin planteó la cuestión de organizar un Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La conferencia decidió que cada año, en cada país, se celebrase el mismo día un “Día de la Mujer” bajo el lema “el voto de la mujer unirá nuestra fuerza en la lucha por el socialismo”.

Durante esos años, la cuestión de hacer el parlamento más democrático, por ejemplo, de ampliar el sufragio y extender el voto a las mujeres, era de vital importancia. Incluso antes de la Primera Guerra Mundial, los trabajadores tenían derecho a voto en todos los países capitalistas a excepción de Rusia. Solo las mujeres, junto a los dementes, permanecían sin estos derechos. Pero, al mismo tiempo, la dura realidad del capitalismo demandaba la participación de la mujer en la economía nacional. Cada año se incrementaba el número de mujeres que tenían que trabajar en las fábricas y en los talleres, o como sirvientas y limpiadoras. Las mujeres trabajaban junto a los hombres y creaban la riqueza del país con sus manos. Pero las mujeres seguían sin poder votar. Pero en los últimos años antes de la guerra la subida de los precios forzó incluso a la más pacífica ama de casa a interesarse por cuestiones políticas y a protestar en voz alta contra la economía burguesa del saqueo. Las “revueltas de las amas de casa” se hicieron cada vez más frecuentes, estallando en distintos momentos en Austria, Inglaterra, Francia y Alemania. Las mujeres trabajadoras entendieron que no era suficiente con romper los puestos en el mercado o expulsar al comerciante extraño; entendieron que tales acciones no reducen el costo de vida. Es necesario cambiar la política del

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gobierno. Y para conseguir esto, la clase obrera tiene que ver cómo se amplía el sufragio. Se decidió tener en cada país un Día de la Mujer como una forma de lucha para conseguir el voto para la mujer trabajadora. Este día iba a ser un día de solidaridad internacional en la lucha por objetivos comunes y un día para pasar revista de la fuerza organizada de las mujeres trabajadoras bajo la bandera del socialismo.

..……………………………. El primer Día Internacional de la Mujer Esta decisión tomada en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas no se recogió por escrito. Se decidió celebrar el primer Día Internacional de la Mujer el 19 de marzo de 1911. Esta fecha no se escogió al azar. Nuestras camaradas alemanas escogieron el día por su importancia histórica para el proletariado alemán. El 19 de marzo del año revolucionario de 1848, el rey de Prusia reconoció por primera vez la fuerza del pueblo en armas y cedió ante la amenaza de un levantamiento proletario. Entre las muchas promesas que hizo, y que más tarde no cumplió, estaba la introducción del voto para las mujeres. Tras el 11 de enero se hicieron grandes esfuerzos en Alemania y Austria para preparar el Día de la Mujer. Se dieron a conocer los planes para una manifestación, tanto de boca en boca como en la prensa. Durante la semana anterior al Día de la Mujer aparecieron dos revistas: El Voto para la Mujer en Alemania y El Día de la Mujer en Austria. Los diversos artículos dedicados al Día de la Mujer - "Las mujeres y el Parlamento”, ”La mujer trabajadora y los asuntos municipales”, "¿Qué tienen que ver las amas de casa con la política?", etc - analizaban a fondo la cuestión de la igualdad de la mujer en el gobierno y en la sociedad. Todos los artículos enfatizaban un mismo punto: que era absolutamente necesario hacer el parlamento más democrático extendiendo el sufragio a las mujeres. El primer Día Internacional de la Mujer tuvo lugar en 1911. Su éxito superó todas las expectativas. Ese día, Alemania y Austria se convirtieron en un tempestuoso y vibrante mar de mujeres. En todas partes se organizaban reuniones: en las pequeñas ciudades e incluso en las aldeas, las salas de reuniones estaban tan llenas de gente y tenían que pedir a los hombres que cedieran su sitio a las mujeres. Sin duda esta fue la primera muestra de militancia de la mujer trabajadora. Los hombres se quedaron en casa con los niños para variar, y sus esposas, las cautivas amas de casa, fueron a las reuniones. Durante las manifestaciones callejeras más multitudinarias, en las que participaron 30.000 personas, la policía decidió retirar las pancartas de las manifestantes; las trabajadoras hicieron un alto. En los altercados que siguieron, solo se evitó el derramamiento de sangre con la ayuda de los diputados socialistas del Parlamento.

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En 1913 el Día Internacional de la Mujer fue transferido al 8 de marzo. Este día ha seguido siendo el día de militancia de las mujeres trabajadoras.

……………...……………………… ¿Es necesario el Día de la Mujer? El Día de la Mujer tuvo resultados espectaculares en EEUU y en Europa. Es cierto que ningún parlamento burgués pensó en hacer concesiones a las trabajadoras, o en responder a las demandas de las mujeres. Por aquel entonces, la burguesía no estaba amenazada por una revolución socialista. Pero el Día de la Mujer sí consiguió algo. Sobre todo, resultó ser un excelente método de agitación entre nuestras hermanas proletarias menos politizadas. Ni siquiera ellas pudieron dejar de prestar atención a las reuniones, manifestaciones, carteles, folletos y periódicos dedicados al Día de la Mujer. Incluso la mujer políticamente atrasada pensó para sí misma: "este es nuestro día, el festival de la mujer trabajadora", y se apresuró a las reuniones y manifestaciones. Después de cada Día de la Mujer Trabajadora, más mujeres se unían a los partidos socialistas, y los sindicatos crecían. Las organizaciones mejoraron y la conciencia política se desarrolló. El Día de la Mujer aún sirvió para otra función: fortaleció la solidaridad internacional de los trabajadores. Es habitual que los partidos de diferentes intercambien oradores para esta ocasión: camaradas alemanes van a Inglaterra, camaradas ingleses van a Holanda, etc. La cohesión internacional de la clase obrera se ha hecho fuerte y firme, y esto significa que la fuerza de lucha del proletariado en su conjunto ha crecido. Estos son los resultados del día de militancia de las mujeres trabajadoras. El Día Internacional de la Mujer ayuda a incrementar la conciencia y la organización de la mujer proletaria. Y esto significa que su contribución es esencial para el éxito de aquellos que luchan por un futuro mejor para la clase obrera.

…………………………………… Las mujeres trabajadoras en Rusia Las trabajadoras rusas participaron por primera vez en el Día de la Mujer Trabajadora en 1913. Aquel era un tiempo de gran reacción en el que el zarismo mantenía firmemente sujetos a los obreros y los campesinos en su puesto. No era posible plantear manifestaciones públicas para celebrar el Día de la Mujer. Pero las trabajadoras organizadas fueron capaces de remarcar su día internacional. Los dos periódicos legales de la clase obrera -el Pravda bolchevique y el Lunch menchevique- publicaron artículos acerca del Día Internacional de la Mujer; publicaron artículos especiales, retratos de algunas mujeres que participaban en el movimiento de mujeres trabajadoras y saludos de camaradas como Bebel y Zetkin. En esos años sombríos las reuniones estaban prohibidas. Pero en Petrogrado, en la Bolsa Kalashaikovsky, las trabajadoras que pertenecían al Partido organizaron un foro público sobre “La cuestión de la mujer”. La entrada

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era de cinco kopeks. Era una reunión ilegal, pero el salón estaba absolutamente lleno. Algunos miembros del Partido hablaron. Pero apenas había terminado esta animada reunión “cerrada” cuando la policía, alarmada por tales actos, intervino y detuvo a muchos de los oradores. Era de gran importancia para los trabajadores del mundo que las mujeres de Rusia, que vivían bajo la represión zarista, se unieran y de alguna manera consiguieran reconocer con acciones el Día Internacional de la Mujer. Esto era una señal de que Rusia estaba despertando y de que las cárceles y las horcas zaristas eran incapaces de matar el espíritu de lucha y protesta del proletariado ruso. En 1914, el Día de la Mujer Trabajadora en Rusia estaba mejor organizado. Ambos periódicos obreros se implicaron en su celebración. Nuestras camaradas pusieron mucho esfuerzo en la preparación del Día de la Mujer. Debido a la intervención policial, no lograron organizar ninguna manifestación. Quienes participaron en la planificación del Día de la Mujer Trabajadora acabaron en las cárceles zaristas, y más tarde muchos fueron deportados al frío norte. Pues naturalmente la consigna "por el voto de la mujer trabajador” se había convertido en Rusia en un abierto llamamiento al derrocamiento de la autocracia zarista.

…... El Día de la Mujer Trabajadora durante la Guerra Imperialista La Primera Guerra Mundial estalló, y la clase obrera de todos los países se cubrió con la sangre de la guerra. En 1915 y 1916 el Día de la Mujer Trabajadora en el extranjero tuvo muy poca repercusión; las mujeres socialistas de izquierdas que compartían las opiniones del Partido Bolchevique Ruso intentaron convertir el 8 de marzo en una manifestación de mujeres obreras en contra de la guerra. Pero los Partidos Socialistas traidores de Alemania y otros países no iban a permitir a las mujeres organizar reuniones, y se les denegaron los pasaportes para viajar a países neutrales en los que las mujeres obreras querían celebrar reuniones internacionales y mostrar que, a pesar de los deseos de la burguesía, el espíritu de la solidaridad internacional pervivía. En 1915, solo en Noruega se logró organizar una manifestación internacional por el Día de la Mujer, a la que acudieron representantes de Rusia y de países neutrales. Era impensable organizar un Día de la Mujer en Rusia, pues aquí el poder del zarismo y su maquinaria militar no tenían freno. Entonces llegó el gran, gran año de 1917. El hambre, el frío y las pruebas de la guerra agotaron la paciencia de las mujeres obreras y campesinas de Rusia. En 1917, el 8 de marzo (23 de febrero), en el Día de la Mujer Trabajadoras, las mujeres salieron valientemente a las calles de Petrogrado. Las mujeres - algunas obreras, otras esposas de los soldados - demandaban “pan para nuestros hijos” y “el regreso de nuestros maridos de las trincheras”. En este momento decisivo las protestas de las trabajadoras suponían tal amenaza que incluso las fuerzas de seguridad zaristas no se atrevieron a tomar las habituales medidas contra los

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rebeldes, sino que se quedaron mirando confundidos ante el tormentoso mar de la ira del pueblo. Día de la Mujer Trabajadora de 1917 se ha convertido en un día memorable en la historia. En este día las mujeres rusas alzaron la antorcha de la revolución proletaria y prendieron el mundo en llamas. La Revolución de Febrero marca su comienzo.

……..………………………………... Nuestro llamamiento a la batalla El Día de la Mujer Trabajadora se organizó por primera vez hace diez años en la campaña por la igualdad política de las mujeres y la lucha por el socialismo. Este objetivo ha sido alcanzado por las mujeres de la clase obrera en Rusia. En

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la república soviética las mujeres obreras y campesinas no necesitan luchar por el sufragio o por derechos civiles. Ya han ganado esos derechos: el derecho a voto, a participar en los Soviets y a participar en todas las organizaciones colectivas. Las trabajadoras y campesinas rusas son ciudadanas iguales a los hombres. En sus manos, esos derechos son un arma poderosa para hacer más fácil la lucha por una vida mejor. Pero los derechos por sí solos no bastan. Hay que aprender a usarlos. El derecho a voto es un arma que tenemos que aprender a utilizar en nuestro propio beneficio, y en el de la república de los trabajadores. En dos años de Poder Soviético, la vida misma no ha cambiado en absoluto. Solo estamos en proceso de luchar por el comunismo y estamos rodeados por el mundo que hemos heredado de un pasado oscuro y represivo. Los grilletes de la familia, el trabajo doméstico y la prostitución aún son una pesada carga para la mujer trabajadora. Las mujeres obreras y campesinas solo pueden librarse de esta situación y alcanzar la igualdad real, y no sólo en la ley, si ponen todas sus energías en hacer de Rusia una sociedad verdaderamente comunista. Y para acelerar esto, primero tenemos que arreglar la destrozada economía de Rusia. Debemos considerar la resolución de nuestras dos tareas más inmediatas - la creación de una mano de obra bien organizada y políticamente consciente y el restablecimiento del transporte. Si nuestro ejército de trabajo funciona bien, pronto tendremos máquinas de vapor de nuevo y los ferrocarriles comenzarán a funcionar. Esto significa que los trabajadores y las trabajadoras tendrán el pan y la leña que tan desesperadamente necesitan. Conseguir que el trasporte vuelva a la normalidad acelerará la victoria del comunismo. Y con la victoria del comunismo vendrá la igualdad completa y fundamental para las mujeres. Por eso, el mensaje del Día de la Mujer Trabajadora de este año debe ser: “Trabajadoras, campesinas, madres, esposas, hermanas, todos los esfuerzos para ayudar a los trabajadores y los camaradas a superar el caos de los ferrocarriles y restablecer en transporte. Todos en la lucha por el pan, la leña y las materias primas.” El año pasado, el lema del Día de la Mujer fue: "Todo a la victoria del Frente Rojo". Ahora, llamamos a las mujeres trabajadoras a reunir sus fuerzas en un nuevo frente sin sangre, ¡el frente laboral! El Ejército Rojo derrotó al enemigo externo porque estaba organizado, disciplinado y listo para el sacrificio personal. Con organización, trabajo duro, autodisciplina y auto-sacrificio, la república obrera derrotará al enemigo interno: la dislocación del transporte y la economía, el hambre, el frío y la enfermedad. "¡Todo el mundo a la victoria en el frente del trabajo! ¡Todos a esta victoria

............................. Las nuevas tareas del Día de la Mujer Trabajadora La Revolución de Octubre dio a las mujeres igualdad con los hombres en lo que a derechos civiles se refiere. Las mujeres del proletariado ruso, que hace no mucho tiempo eran las más desafortunadas y oprimidas, pueden ahora

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mostrar con orgullo a las camaradas de otros países el camino hacia la igualdad política mediante el establecimiento de la dictadura del proletariado y del Poder Soviético. La situación es muy diferente en los países capitalistas, donde las mujeres aún sufren sobrecarga de trabajo y falta de derechos. En esos países la voz de la mujer trabajadora es débil y sin vida. Es cierto que en varios países - Noruega, Australia, Finlandia y algunos estados de Norteamérica - las mujeres habían ganado derechos civiles ya antes de la guerra. En Alemania, después de que el Kaiser fuese depuesto y se estableciese una república burguesa, liderada por los “comprometidos”, treinta y seis mujeres entraron en el parlamento - ¡pero ni una sola comunista! En 1919, en Inglaterra, una mujer fue elegida por primera vez como miembra del Parlamento. ¿Pero quién era ella? Una “dama”. Es decir, una terrateniente, una aristócrata. En Francia también se ha planteado la cuestión de extender el sufragio a las mujeres. ¿Pero de qué sirven estos derechos a las mujeres trabajadoras en el marco del parlamento burgués? Mientras el poder esté en manos de los capitalistas y los propietarios, ningún derecho político salvará a la mujer trabajadora de su posición tradicional de esclavitud en el hogar y en la sociedad. La burguesía francesa está lista para asestar otro golpe a la clase obrera, para hacer frente a las crecientes ideas bolcheviques entre el proletariado: están dispuestos a darle el voto a las mujeres.

…………………………. Señor burgués, señor - ¡Es demasiado tarde! Tras la experiencia de la Revolución de Octubre rusa, resulta claro para todas las mujeres trabajadoras de Francia, Inglaterra y otros países que solo la dictadura de la clase obrera, solo el poder de los soviets, puede garantizar la igualdad completa y absoluta. La victoria final del comunismo derribará las centenarias cadenas de represión y falta de derechos. Si la tarea del Día Internacional de la Mujer Trabajadora fue antes la lucha por el derecho al voto de la mujer frente a la supremacía de la burguesía en los parlamentos, la clase obrera tiene ahora una nueva tarea: organizar a las mujeres trabajadoras en torno a los eslóganes de lucha de la Tercera Internacional. En lugar de participar en el trabajo del parlamentarismo burgués, escuchad el llamado de Rusia: “¡Mujeres trabajadoras de todos los países! ¡Organizad un frente proletario unido contra aquellos que saquean el mundo! ¡Abajo con el parlamentarismo de la burguesía! ¡Damos la bienvenida al poder soviético! ¡Fuera las desigualdades sufridas por los hombres y las mujeres trabajadoras! ¡Lucharemos con los trabajadores por el triunfo del comunismo mundial!” Este llamamiento se escuchó por primera vez en medio de las pruebas enfrentadas por el nuevo orden, en las batallas de la guerra civil, y hará sonar una música que estremecerá los corazones de las trabajadoras de otros países. La mujer trabajadora escuchará esta llamada y sabrá que es correcta. Hasta hace

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poco pensaba que si lograban enviar unos pocos representantes al parlamento su vida sería más fácil y la opresión del capitalismo más soportable. Ahora saben que no es así. Solo el derrocamiento del capitalismo y el establecimiento del poder soviético las salvará del mundo de sufrimiento, humillaciones y desigualdades que hace tan difícil la vida de las mujeres trabajadoras en los países capitalistas. ¡El Día de la Mujer trabajadora pasa de ser un día de lucha por el sufragio a un

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día internacional de lucha por la plena y absoluta liberación de la mujer, lo que significa una lucha por la victoria de los soviets y por el comunismo!

¡Abajo con el mundo de la Propiedad y el poder del Capital! ¡Fuera las desigualdades, la falta de derechos y la opresión de la mujer - el legado del mundo burgués! ¡Hacia la unión internacional de los hombres y las mujeres trabajadoras en la lucha por la Dictadura del Proletariado - el proletariado de ambos sexos!

EL FEMINISMO BURGUÉS NO NOS REPRESENTA 3 La jornada de lucha por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora nos habla de un movimiento vigoroso y en ascenso, donde la situación de la mujer ya no puede ser ignorada por el Estado ni la sociedad mexicana. Tan el año pasado (2019) la marcha que partió del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo logró aglutinar a más de 20 mil mujeres trabajadoras, estudiantes, amas de casa y de organizaciones civiles de distinto tipo. La movilización fue ante todo un indicador del cansancio ante la situación intolerable que bajo el capitalismo están viviendo las mujeres y que se refleja en los altos índices de feminicidios (10 mujeres asesinadas diariamente), en la violencia doméstica, en la discriminación, en la superexplotación laboral, en el acoso sexual y en un largo etcétera. Sin embargo, el ascenso de nuestra lucha también ha introducido la necesidad de debatir con seriedad las diferencias que se dibujan dentro de las movilizaciones de mujeres. En la última marcha se hicieron presentes diferencias entre distintos grupos feministas al llegar al Zócalo. Consignas como “¡fuera sindicatos!” fueron coreadas por distintas compañeras que terminaron subiendo al templete como forma de protesta. Independientemente de la mala o buena organización del mitin y de las quejas que se hicieron presentes, nosotros

Texto en línea: https://juntasdefensivasuniversitarias.wordpress.com/2019/03/12/el-feminismoburgues-no-nos-representa/ 3

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queremos expresar por qué un determinado tipo de feminismo tiene mayor visibilidad que otros. El 8 de marzo tiene un sello de clase indeleble: fue adoptado en conmemoración a las 129 costureras de la fábrica Triangle Shirtway de Nueva York, que en 1908 fueron encerradas y quemadas vivas por su patrón tras haberse declarado en huelga. Desde entonces el 8 de marzo adquirió una connotación centrada en las mujeres obreras, en las mujeres de los barrios, de las fábricas y de los sindicatos. Debe recordarse además que la revolución rusa inició precisamente el 8 de marzo, cuando miles de mujeres salieron a las calles de San Petesburgo para exigir mejores condiciones de vida y el fin de la guerra. Pese a que constantemente pretende ser diluida esta historia, la lucha feminista tiene bien delimitados sus orígenes de clase. Las mujeres del pueblo trabajador tenemos muy poco o nada que ver con las mujeres de los círculos dominantes, que viven una vida desahogada y que defienden con uñas y dientes el control de sus iguales sobre los bancos, las tierras y las fábricas, y consecuentemente, la explotación de millones de mujeres del campo y la ciudad. La “sororidad”, término empleado en los círculos académicos para referir la solidaridad entre mujeres, también está atravesada por la identidad de clase y revela ser una completa farsa cuando los privilegios de las mujeres burguesas y pequeñoburguesas se ponen en tela de juicio. Lo mismo se puede decir de las posturas que, de forma ambigua, sostienen que las mujeres deben ser el único sujeto político de la lucha. A esta postura cabe abrirle la interrogante de qué mujeres entran dentro de su categoría de mujer. En las posturas de los grupos que atacaron a las sindicalistas el año pasado en el zócalo quedó claro que las mujeres trabajadoras no4. En los últimos años, diversos sectores de trabajadores con un fuerte componente femenino han emprendido acciones para luchar por mejores condiciones de vida, haciendo hincapié en la doble explotación de las mujeres. En estos casos adoptar la posición hegemónica que estipula que los hombres deben cubrir las tareas de las mujeres para que ellas puedan luchar, equivaldría a pedirles que cumplan el papel de esquiroles. Como ejemplo está San Quintín, en donde jornaleras y jornaleros han sostenido una organización desde hace años empujando demandas que conciernen tanto a la situación específica de las jornaleras como a la de ambos en tanto a trabajadores explotados. Si en el paro y bloqueo del 2015 los hombres se hubieran abstenido a participar, su fuerza como clase habría estado eliminada y hubiera sido imposible parar la producción. Consecuentemente, no existirían las organizaciones bajo las que ahora siguen llevando adelante sus demandas. Esto no quiere decir que no deban existir espacios en los que se trate específicamente el tema de la mujer y en donde las mujeres jornaleras, al 4

Ver en: https://www.facebook.com/izquierdadiariomx/videos/2224382971148578/UzpfST EwMDAwNzYzNDE3NjUxNzoyMjMyMjk4NzYwMzY3OTA4/

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compartir condiciones materiales de vida, crean lazos de solidaridad y fortalecimiento (solidaridad entre mujeres pertenecientes a una misma clase social). Pero la distinción de estos espacios respecto a las posiciones separatistas, radica en los motivos a los que responde. No es lo mismo tener espacios que responden a una necesidad de luchar por mejores condiciones de vida para la mujer (mejores salarios, guarderías gratuitas, división justa del trabajo doméstico, etc.), que tratar encasillar la lucha en esos espacios como un fin en sí mismo. A pesar de que mediante abstracciones podamos hablar de una explotación racial, de clase y de género, en la realidad estas dimensiones se vuelven indisociables y el factor de clase siempre es el decisivo. Es obvio que una jornalera indígena es triplemente explotada, pero la tonalidad y el género de sus explotadores en nada cambian la relación de explotación. El feminismo burgués y pequeñoburgués no puede dar salida a la explotación de las trabajadoras porque se beneficia de su plustrabajo (tanto en los espacios laborales como en las casas). Las mujeres que lo componen son fundamentalmente acomodadas, blancas y no padecen el desempleo, la pobreza, la explotación, el hambre o la discriminación que viven las mujeres pobres: se trata la mayoría de las veces de mujeres empresarias, ejecutivas, políticas y profesionistas, jóvenes o adultas que tienen resueltas todas sus necesidades básicas y por lo tanto pueden olvidarse de su “sororidad” cuando se trata de entender las necesidades específicas de las mujeres trabajadoras.

En los espacios académicos debido a la heterogeneidad de sectores sociales y posturas políticas, hay una gran diversidad de corrientes feministas. Sin embargo, es identificable el legado del feminismo burgués, sólo que con pinceladas de discurso democrático y de izquierda. Sobre todo, en las posturas que tienden a tocar únicamente el tema identitario y jamás cuestionar la propiedad capitalista ni su posición racial privilegiada porque implicaría atacar las bases materiales que hacen posible que su voz destaque por encima de otras mujeres que ni siquiera pueden asistir a las marchas o manifestarse. Así, los ataques del feminismo liberal contra las mujeres sindicalistas, lleva implícito un profundo desprecio de clase y el desconocimiento de las penurias y esfuerzo que las mujeres trabajadoras y pobres hacen por quitarse el yugo de la opresión laboral y doméstica. En las JDU somos marxistas y defendemos una posición anti patriarcal de clase. Luchamos contra la dominación sexual de las mujeres, pero también pensamos que no puede hablarse de una auténtica liberación de la mujer sin cuestionar la propiedad capitalista y acabar con la explotación de la clase trabajadora del campo y la ciudad.

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Rechazamos por lo tanto que la liberación de las mujeres se sustente en la idea de la lucha entre géneros. Es necesario luchar contra el machismo a capa y espada donde éste se presente (incluso en las organizaciones de izquierda), pero tenemos muchos más intereses en común con los hombres trabajadores que con las mujeres de las clases explotadoras, que utilizan únicamente las ventajas de la lucha feminista para perpetuar sus privilegios y el estatus de opresión de millones de seres humanos. La auténtica liberación de la mujer está identificada por lo tanto con la lucha por el socialismo.

¡Contra la dupla barbárica del capitalismo y el patriarcado! ¡Contra el feminismo burgués! ¡Por un movimiento de mujeres socialista!

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PAROS EN LA UNAM LECCIONES Y APRENDIZAJES PARA ELEVAR EL NIVEL POLÍTICO DE LA LUCHA DEL ESTUDIANTADO CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Por Jiroko Nakamura e Iván Martínez

Cuatro meses de movilizaciones han tomado a la UNAM. En lo que va del año, en al menos 25 planteles el estudiantado se ha sumado a diversas acciones como paros indefinidos, tomas, asambleas y marchas. El conflicto en la Universidad ha escalado considerablemente. Los grupos porriles que siempre han actuado a sueldo de las autoridades para frenar la organización estudiantil, han atacado brutalmente a los estudiantes y a sus familiares; las elites y los grupos de poder ligados a los partidos políticos de siempre, han aprovechado la sacudida para mover sus piezas del tablero. Hasta Andrés Manuel López Obrador como presidente del país ha sido orillado por la conciencia de la población, más alta que la de él, a pronunciarse al respecto. Las movilizaciones en la UNAM son reflejo de una realidad que se desborda. La violencia hacia la clase trabajadora ha tenido un aumento importante en los últimos años. La suspensión de los derechos laborales para permitir a los capitalistas aumentar sus ganancias, llevaron a una explotación feroz de la mano de obra, comprometiendo la salud física y mental de las mujeres y los hombres trabajadores, y con ésta el bienestar de sus familias, con ellas la tranquilidad de sus barrios y hasta la seguridad en sus universidades. Las mujeres trabajadoras viven una doble opresión en todo este proceso. Son explotadas por sus patrones y además son oprimidas en la sociedad por su condición social de mujer. Para el capitalismo ellas son simplemente mano de obra “más barata” que genera “más ganancias”. Y para llevar a cabo esta bajeza, el capitalismo se baña con agua bendita e ideas de moral conservadora como la que propone que la mujer “no debe salir núnca sóla a la calle”. Y así, cuando la mujer sale a la calle a buscar trabajo, se le paga menos. Todos los engranajes económicos y sociales, funcionan como en un reloj suizo. Cuando una mujer aparece asesinada en la calle, las autoridades judiciales, supuesto monopolio de la justicia, responden preguntando a sus familiares “¿por qué iba sola a esas horas de la noche?”. La moral conservadora beneficia solamente a la burguesía, una clase social que se opone a la despenalización del aborto a través de sus iglesias y sus partidos políticos, pero le permite a sus hijas practicarlo hipócritamente en clínicas seguras en el extranjero, mientras cientos de miles de mujeres mueren

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en abortos clandestinos. Esta moral permea a todas las capas sociales. Incluso en los sectores más conscientes de los estudiantes, la cuestión de la mujer ha sido tratada como una cuestión secundaria, ha sido más fácil hablar de la opresión del Estado, de la autonomía universitaria, o del desastre ecológico, que de la violencia patriarcal y capitalista a las mujeres. Como socialistas creemos que esto debe cambiar, estos aspectos conservadores representan un obstáculo para el avance de la lucha, la mitad de la clase obrera se compone de mujeres, sin ellas la revolución no será posible.

…………………………… ¿Cómo ha enfrentado esta problemática el estudiantado de la Universidad más importante del país? Entre decenas de escuelas que se han ido a paro, de nivel medio y superior, y las particularidades entre todos los planteles, podemos decir que en las movilizaciones de la UNAM se han dado dos grandes tendencias. Una, que reconoce el problema de la violencia hacia la mujer, y al asociarla a una violencia más amplia (de clase), impulsan acciones amplias, democráticas y nutridas que apelan por lo tanto a la participación de todas y todos los estudiantes de la Universidad. La otra tendencia reconoce la violencia hacia la mujer, impulsa acciones que son llevadas a cabo por pequeños grupos y apelan a las autoridades universitarias para que realicen reformas en la legislación universitaria en materia de género. Esta tendencia se ha llamado “separatismo” y está presente en facultades de Ciudad Universitaria como la de Filosofía y Letras. La otra tendencia, en cambio tiene más presencia en los planteles de zonas obreras, como CCH Azcapotzalco en donde los estudiantes reconocen la violencia de género como problema fundamental, pero han hecho llamados a acciones unitarias para aportar fuerza a la organización estudiantil. Pues saben que sin esa fuerza no podrían enfrentar a los grupos porriles de choque, ni sostener un paro exitoso (con: asambleas entre el estudiantado, el proletariado y el profesorado donde se discuta y se tomen decisiones democráticamente, con actividades como mítines y boteos que mantengan la participación y ayuden para ganar el apoyo popular, ect.). Históricamente, las autoridades universitarias han avanzado sobre las acciones de estudiantes ahí cuando han sido aisladas y poco numerosas. En esas condiciones las autoridades pueden comprar el paro o reprimirlo con mayor facilidad. Por otra parte, la lucha estudiantil ha avanzado ahí donde se ha articulado con todos los sectores de la universidad: trabajadores, docentes y estudiantes, con una fuerza importante emanada de asambleas generales. Y cuando el movimiento estudiantil se ha apoyado en las masas, su fuerza ha sido imparable. En la huelga de 1999 de la UNAM, los habitantes de la colonia Pedregal de Santo Domingo, una de las colonias obreras más organizadas y

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combativas de la Ciudad de México, arroparon a los estudiantes, los alimentaron y se sumaron a sus reclamos. En el movimiento estudiantil-popular de 1968, la simpatía y el apoyo del pueblo trabajador fue crucial para muchos jóvenes el 2 de octubre de 1968, cuando las balas perseguían a las y los estudiantes que encontraron refugio en los departamentos de los vecinos del Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, una unidad de la clase trabajadora. Afortunadamente no empezamos de cero esta lucha ni somos los primeros en intentarlo. Hay un camino, alguien dejó una brecha abierta. La clase trabajadora y la juventud revolucionaria han luchado incansablemente por la emancipación de la mujer a lo largo de la historia y a lo ancho del mundo, dejando a su paso un legado construido con esfuerzo, sudor y sangre que debemos sujetar firmemente con nuestras manos para aprender de él. No tenemos por qué cometer los mismos errores del pasado que tanta sangre, cautiverios y rupturas ha costado. Necesitamos aprender de esas experiencias y para eso nos sirve el marxismo, la tradición que las recoge y estudia para sintetizarlas en directrices efectivas para la lucha. La primera vez que se logró la despenalización del aborto seguro y su acceso gratuito fue hace un siglo y fueron las mujeres socialistas de la mano de sus camaradas varones de la Unión Soviética. A tan sólo tres años de la revolución de 1917 las mujeres trabajadoras habían logrado también la abolición del matrimonio religioso, el derecho al divorcio, a un salario igual al de sus camaradas varones y el acceso a profesiones otrora exclusivas para ellos. Esta es la historia de la clase obrera, oculta por la literatura burguesa y las ideas del feminismo burgués que predomina en las universidades. Pero no hay que ir tan lejos en la historia para seguir aprendiendo de las lecciones de la clase trabajadora en su lucha por la emancipación de la mujer. El 17 de marzo del 2015, 70,000 jornaleras y jornaleros del Valle de San Quintín se fueron a huelga general, parando todos los campos de sembradíos de poderosas transnacionales como Driscoll´s. Las y los jornaleros lograron avanzar en la lucha, conformaron su propio sindicato, el Sindicato Nacional Independiente Democrático de Jornaleros Agrícolas (SINDJA) para así avanzar en la conquista de mejores condiciones laborales y al acceso a la seguridad social. Las mujeres que se arrojaron a la lucha, regresaron a sus casas, pero sus maridos y sus hijos las empezaban a ver como luchadoras sociales que habían logrado sacudirse de los sindicatos charros y pistoleros. Las jornaleras nos han enseñado que para avanzar en la lucha hay que luchar juntos: mujeres y hombres, y que es en la lucha activa en donde las mujeres logran su emancipación real. Es cierto que al día de hoy en San Quintín la opresión masculina sigue presentándose en la casa y en los centros de trabajo, pero no menos cierto es que con la huelga las jornaleras lograron muchos cambios positivos (derechos de maternidad,

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distribución del trabajo del hogar, disminución en la incidencia del acoso laboral) que de otro modo hubieran tardado décadas en ocurrir. A principios del 2019, al norte del país, en Matamoros, cientos de trabajadores lograron aumentos salariales importantes y el pago de bonos de 32, 000 pesos. La burguesía estaba temerosa del levantamiento obrero. El 25 de enero se dio inicio a una de las huelgas de trabajadores más grandes que se ha registrado en los últimos años, en un país como México, en donde el control obrero de la burguesía a través del Estado mexicano nos ha hecho uno de los pocos países que no ha tenido nunca una huelga general, ni un partido real de la clase trabajadora. La burguesía es muy consciente de ello y por ello tuvo que ceder en esta batalla. Las y los trabajadores del Movimiento 20/32 mantuvieron huelgas con una entrega digna y admirable que contagió a miles integrantes de la clase trabajadora del país que comenzaron a organizar huelgas para lograr aumentos salariales, prestaciones y mejores condiciones de trabajo. Incluso en la Coca Cola lograron organizar huelgas, mientras la burguesía reposaba del banquete de año nuevo. Las mujeres de Matamoros cobraron un papel importante en toda esta lucha, hubo fábricas paradas completamente por mujeres que organizadas lograron paralizar la maquila infinita con la huelga obrera. Ellas como mujeres, codo a codo con sus camaradas varones, lograron hacer temblar y retroceder a los dueños de las maquiladoras y las fábricas, se trata de grandes y poderosos empresarios, pertenecientes a la misma clase de los empresarios involucrados en las redes de trata, los que impulsan la prohibición del aborto a través de sus iglesias y sus partidos, son los oportunistas que usando el llamado a parar el 9 de marzo están convocando hábilmente a las mujeres a quedarse en sus casas cruzadas de brazos. Todo ello mientras las zapatiastas, las obreras y muchas organizaciones llamamos a parar para organizarnos y luchar. Por ello, como estudiantes debemos estar alerta contra las ideas de la burguesía que se revisten de progresismo, pero que en el fondo son profundamente reaccionarias. La clase obrera de Matamoros no se detuvo en su lucha después de haber logrado los primeros objetivos, su experiencia les ha llevado a decidir arrebatar el Estado a la burguesía, han aprendido que ésta es una clase mucho menor en número, pero que cuenta con el aparato estatal, tiene las leyes y la policía a su servicio para quien las desacate. Dos mujeres y dos hombres de Matamoros conforman las primeras candidaturas obreras de esta nueva época, las mujeres obreras de Matamoros han puesto la pauta histórica para toda su clase. Hoy más que nunca las y los estudiantes tenemos mucho que aprender de las lecciones de la clase obrera. Nadie como las mujeres trabajadoras organizadas con su clase han estado tan cerca de alcanzar la emancipación femenina. La alianza clase trabajadora, estudiantado y profesorado es vital para

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avanzar firmemente y conseguir mejoras concretas (no sólo cambios en la legislación) ante la ola de violencia de género que se vive en la Universidad. Las compañeras que por desesperación, pero con mucha valentía, realizaron tomas han logrado ya llamar la atención del estudiantado en su conjunto; lograron comenzar a politizar. Sin embargo, ellas solas no puede hacer todo el trabajo. Los paros en cada escuela día a día se desgastan más, no se tienen objetivos claros, no se discuten ideas, no se realizan actividades. Eso está sofocando al movimiento. En ese clima algunas ideas confusas y poco prácticas del feminismo burgués están ganando terreno; se está vetando la participación de personas que disienten, no se tolera la discusión y ni las propuestas alternativas. En esas condiciones un golpe de las autoridades al movimiento es muy fácil de realizar. Basta que formen grupos de porros compuestos por mujeres y que estas entren a las instalaciones, golpeen a todas y abran las puertas. Y al final dirán que grupos igual de pequeños de “estudiantes conscientes” decidieron abrir la Universidad porque querían clases y se lavaran las manos diciendo que todo fue cosa entre estudiantes. Eso no lo podemos permitir compañeras y compañeros. No podemos dejar que lo poco que se ha ganado se pierda y que se reprima a nadie. Requerimos llamar a grandes asambleas en cada centro de estudio y preparar una Asamblea General Interunam en la que concurran el estudiantado, el profesorado y la clase trabajadora para organizar una estrategia de lucha común. Esto no significa que se deban prohibir los espacios de organización donde solo participan mujeres. Esos espacios ahora son una necesidad para cientos de compañeras. Nada más alejado de eso. Esos espacios pueden y deben sobrevivir, pero en el seno de un movimiento masivo y fuerte. Con la concurrencia en esos espacios de estudiantes, trabajadoras y profesoras para discutir libremente, tenemos aseguradas propuestas operativas para atacar el problema de la violencia de género en todas sus dimensiones. Mismas que después deberán ser llevadas a la asamblea general por sus representantes para su enriquecimiento y operatividad. También hace falta formar comisiones para la defensa de las escuelas tomadas. Y se tiene que generar un pliego de exigencias que exija no sólo legislación con tintes progresistas, sino soluciones concretas a los grandes problemas. Desde las Juntas Defensivas Universitarias proponemos comenzar con estas: 1. Comisiones tripartitas (estudiantes, profesorado y trabajadoras) elegidas democráticamente que investiguen y sancionen los casos de violencia de género. 2. Condiciones dignas de estudio, con comedores subvencionados, becas suficientes y dormitorios (ahí puede pasar la noche las compañeras que vienen de la periferia y salen tarde de clases o del trabajo).

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3. Condiciones dignas de trabajo y alto al acoso laboral. 4. Gobierno tripartito elegido mediante voto universal, libre y secreto para acabar con la estructura de gobierno autoritaria de la Universidad. Aquí hay una propuesta clara y concreta de las cosas por hacer. Que se discuta, enriquezca y corrija, pero por un movimiento masivo y democrático.

¡Ante los indicios de represión y cansancio, opongamos la lucha organizada masiva del estudiantado, el profesorado y la clase trabajadora! ¡Contra el patriarcado y el capitalismo!

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LA UNIÓN SOVIÉTICA FUE LA PRIMERA: EL DECRETO SOBRE EL ABORTO LIBRE Y GRATUITO DE 1920 5 Por: Nahúm Monroy

Hoy cuando en los parlamentos de distintos países las y los políticos burgueses discuten titubeantes sobre si será prudente o no, moral o no, pecado o no despenalizar el aborto, bien vale la pena recordar que hace prácticamente un siglo la Unión Soviética fue el primer conjunto de naciones de la historia en desterrar de la legislación los dogmas del oscurantismo religioso y en afirmar el derecho de todas las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos. Desde un punto de vista histórico esto no fue un logro secundario. Rusia bajo el Imperio Zarista había sido un país extremadamente atrasado: 73 por ciento de la población adulta no sabía ni leer ni escribir; la clase obrera, los técnicos y la comunidad científica representaban una ínfima minoría en un país de 150 millones de habitantes; y el capitalismo ruso era extremadamente débil apoyándose en una inversión extranjera que controlaba las minas, la industria química, la metalurgia y la banca. Para rematar, la Iglesia cristiana ortodoxa era el soporte ideológico de una monarquía que había subsistido durante mil años y cuyos preceptos dominaban la vida pública: la mujer era considerada propiedad de sus padres y cuando crecía de su marido. No por casualidad Rusia hubo de ser considerada durante todo el siglo XIX como “el último bastión de la reacción europea”. La Revolución Rusa dirigida por Lenin y Trotsky conquistó entonces lo que ningún país capitalista, ni siquiera los más desarrollados, habían otorgado hasta entonces: el pleno derecho al aborto basado en consideraciones científicas y de salud pública. Tan sólo tres años después del triunfo de la revolución, el gobierno bolchevique decretó que el aborto sería legal, sin fines lucrativos, realizado únicamente en hospitales públicos y sin especificar un límite de semanas para practicarlo. En términos reales, dicha medida representó un paso sin precedentes en la emancipación de la mujer pues además estuvo acompañada por la supresión del matrimonio religioso, el derecho al divorcio, el acceso de la mujer a un amplio espectro de profesiones y el derecho a ganar el mismo salario que el hombre por su trabajo.

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Texto en línea: https://juntasdefensivasuniversitarias.wordpress.com/2018/06/14/la-unionsovietica-fue-la-primera-el-decreto-sobre-el-aborto-libre-y-gratuito-de-1920/

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En las últimas décadas, cuando los defensores del capitalismo invierten cuantiosos recursos en calumniar a la Revolución Rusa y en deformar los hechos históricos, resulta bastante curioso que en sus publicaciones académicas destaquen únicamente los retrocesos y monstruosidades cometidas por la burocracia estalinista, pero que no digan ni una sola palabra sobre las enormes conquistas que para la humanidad representó la Revolución Octubre. Todos estos “escrupulosos y objetivos” intelectuales tienden a patinar con mucho cuidado cuando se trata de hablar de los derechos individuales y de identidad que otorgó la Revolución. Es ampliamente difundido el prejuicio liberal sobre que el socialismo privilegia las demandas de carácter económico de los explotados sobre los derechos y la dignidad de los individuos. Incluso en la academia posmoderna es frecuente escuchar cada vez más la aparentemente “nueva” distinción entre demandas “materialistas” y “posmaterialistas”. Según este enfoque, mientras que los movimientos y luchas sociales del siglo XX tendieron a enfocarse en demandas de carácter económico o de clase, los movimientos sociales de la época pos soviética tienden a enfocarse únicamente en reivindicaciones identitarias (feministas, diversidad sexual, etnia, etcétera). En realidad, esta es una observación superflua. Las reivindicaciones identitarias no son un descubrimiento nuevo, ni tampoco están disociados del carácter de clase de una determinada capa de la sociedad. Más todavía, los primeros años de la Revolución Rusa fueron una muestra contundente de que suprimiendo la dominación de los capitalistas sobre la sociedad, los derechos y la dignidad de los individuos podían elevarse a una escala sin precedentes en toda la historia. Además de los derechos específicos de la mujer, la Unión Soviética fue el primer país en considerar legal la homosexualidad (misma preferencia que apenas unos años atrás había llevado al escritor Oscar Wilde a la cárcel en Gran Bretaña), en reconocer el derecho de las nacionalidades minoritarias a la autodeterminación, en eliminar la distinción entre hijos naturales y legítimos, etcétera. A escala histórica, el hecho de que el liberalismo burgués no haya conseguido desterrar en casi un siglo los prejuicios anticientíficos, el misticismo y los dogmas de la legislación sobre el aborto, no sólo es una muestra palpable

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de que su dominación depende de fuerzas reaccionarias y oscurantistas a las que alguna vez dijo combatir, sino que es reflejo del carácter senil de los capitalistas, así como de su incapacidad para hacer avanzar la sociedad. Mientras que los bolcheviques legalizaron el aborto en un país extremadamente atrasado cultural y científicamente hace casi cien años, en la segunda década del siglo XXI la mayoría de los países de América Latina, África, Medio Oriente, Oceanía y el Sudeste asiático que se ostentan como democráticos tienen una legislación altamente restrictiva o bien lo castigan terminantemente. Destaca el hecho de que todos los países del antiguo bloque soviético han conseguido preservar esta conquista pese a la restauración del capitalismo hace casi dos décadas. En América Latina, la misma burguesía liberal que ha preservado el poder por más de un siglo ha sido incapaz de llevar a la práctica este derecho de manera plena, bien porque encuentra muy cómoda con fuerzas que como el clero se oponen a la educación sexual científica en las escuelas públicas o bien porque ella misma es promotora de su penalización. Este es el caso de Brasil, Bolivia, Chile (altamente restrictivo), El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Venezuela. El capitalismo significa la degradación física y moral de las mujeres. Este sistema inhumano requiere el control de los cuerpos de las mujeres porque son ellas quienes sostienen la reproducción del capital y hacen posibles las cuantiosas ganancias de los empresarios a través de su trabajo doméstico no remunerado y de la desigualdad laboral. La penalización del aborto a su vez es conveniente para la burguesía porque permite la subsistencia de un enorme ejército de desempleados que permite el abaratamiento del salario y en épocas de crisis, promueve una salvaje competencia por el empleo y los derechos laborales. A diferencia del feminismo burgués, el feminismo de clase se haya ligado a la concepción de que la emancipación de las mujeres no puede estar desligada de una lucha contra la explotación capitalista lo que implica quitar a la inmensa mayoría de las mujeres trabajadoras la carga del trabajo doméstico. Desde las JDU por ello queremos celebrar la revuelta femenina que hoy pugna por este derecho reproduciendo el decreto bolchevique de 1920 sobre el aborto libre:

Decreto sobre la protección de la salud de las mujeres 18 de noviembre de 1920 Durante las últimas décadas, el número de mujeres que recurren a la interrupción artificial del embarazo ha crecido tanto en Occidente como en este país. La legislación de todos los países combate este mal mediante el castigo de la mujer que decide practicarse un aborto y del médico que lo practica. Sin arrojar resultados favorables, este método de lucha contra el aborto ha impulsado la práctica de abortos clandestinos y ha hecho de las mujeres víctimas de charlatanes mercenarios y a menudo ignorantes, que hacen una profesión de las operaciones secretas. Como resultado, hasta el 50 por ciento de estas mujeres

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desarrollan infecciones en el transcurso de la operación, y hasta el 4 por ciento de ellas mueren. El Gobierno obrero y campesino es consciente de este grave mal a la comunidad. Combate este mal por la propaganda contra los abortos entre las mujeres trabajadoras. Al trabajar por el socialismo y la introducción de la protección de la maternidad y la infancia en gran escala, se siente seguro de lograr la desaparición gradual de este mal. Pero en la medida en que las supervivencias morales del pasado y las difíciles condiciones económicas de la actualidad todavía obligan a muchas mujeres a recurrir a esta operación, los Comisariados del Pueblo de Salud y de Justicia, deseosos de proteger la salud de las mujeres, y teniendo en cuenta que el método de la represión en este campo ha fracasado por completo en lograr este objetivo, han decidido:

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Permitir que este tipo de operaciones se practique libremente y sin ningún cargo en los hospitales soviéticos, donde las condiciones necesarias para minimizar el daño de la operación estén aseguradas. Prohibir absolutamente a cualquiera que no sea un médico llevar a cabo esta operación. Cualquier enfermera o partera que fuera encontrada culpable de realizar una operación de este tipo será privada del derecho a la práctica y juzgada por un tribunal popular. Un doctor que lleve a cabo un aborto en su práctica privada con fines mercenarios será llamado a rendir cuentas ante un tribunal popular.

Comisario del Pueblo de Salud Semashko Comisario del Pueblo de Justicia Kurskii Publicado en el n. ° 259 del Izvestia del Comité Ejecutivo Central de los Soviets del 18 de noviembre de 1920. Fuente: https://www.marxists.org/espanol/tematica/urss/gobierno/decretos/1920/ nov-18-decretosaludmujer.pdf 36


¡Únete a nuestra organización y lucha! Te estamos esperando @JuntasDefensivasUniversitarias

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