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HOJA PARROQUIAL
IV ÉPOCA. N.º 298
PARROQUIA DE SANTA JUSTA Y SANTA RUFINA. 28011 MADRID Santa Áurea, 7. Tels. 914 63 99 60 y 640 631 217. www.justayrufina.org
17 DE ENERO DE 2016 ● DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO ● CICLO C Este domingo 17 de enero, celebramos la festividad de San Antón Abad, patrono de los ganaderos, veterinarios y protector de los animales. Este santo, nació en una población del alto Egipto, al sur de Menfis, el año 251. Antonio Abad, durante una celebración Eucarística escuchó las Palabras de Jesús: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres", así que al morir sus padres, San Antonio entregó su hermana al cuidado de las vírgenes consagradas, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró al desierto, donde comenzó a llevar una vida de penitencia, en soledad. Hizo vida eremítica en el desierto, junto a un cierto experto llamado Pablo. Después vivió junto a un cementerio, siendo testigo de la vida de Jesús que vence el temor a la muerte. El trabajo manual, la oración y la lectura constituyeron en adelante su principal ocupación; organizó comunidades de oración y trabajo pero prefirió retirarse de nuevo al desierto conciliando la vida solitaria con la dirección de un monasterio. A los 54 años de edad, hacia el año 305, abandonó su celda en la montaña y fundó un 7 monasterio en Fayo que consistía originalmente en una serie de celdas aisladas. Más tarde, fundó otro monasterio llamado Pispir, cerca del Nilo. San Antonio exhortaba a sus hermanos a preocuparse lo menos posible por su cuerpo, pero se guardaba bien de confundir la perfección, que consiste en el amor de Dios, con la mortificación. Aconsejaba a sus monjes que pensaran cada mañana que tal vez no vivirían hasta el fin del día, y que ejecutaran cada acción, como si fuera la última de su vida. Hacia el año 355, hizo un viaje a Alejandría a petición de los obispos para apoyar la fe católica ante la herejía arriana. Ahí predicó la consubstancialidad del Hijo con el Padre, acusando a los arrianos a confundirse con los paganos "que adoran y sirven a la creatura más bien que al Creador", ya que hacían del Hijo de Dios una creatura. Antonio fue un gran admirador de los animales y siempre luchó por su protección. A pesar de pasar su vida solo en el desierto, cuenta la tradición que le fue fácil familiarizarse con los reptiles e insectos y otras bestias y cuando veía que un animal estaba herido, lo curaba. Se cuenta que llegó incluso a sacarle a un león la espina que tenía en una de sus garras. Murió en el año 356, a la edad de 105 años, en el monte Colzim, próximo al mar Rojo. Parece que en 561, sus restos fueron descubiertos y trasladados a Alejandría, después a Constantinopla y finalmente a Vienne de Francia. Las imágenes representan generalmente a San Antonio con una cruz en forma de “T”, una campanita, un cerdo, y a veces un libro. La liturgia bizantina invoca el nombre de San Antonio en la preparación eucarística, y el rito copto.