EL IDIOMA SECRETO María José Ferrada Ilustraciones de
Zuzanna Celej
El idioma secreto me lo enseñó mi abuela. Y es un idioma que nombra las plantas de tomate, la harina, los botones. Un día me llamó. Me dijo que antes de que la muerte se la llevara quería entregarme algo. Mi herencia era una caja de galletas con ovillos de lana y boletas de ferretería. Ahí dentro estaban las palabras.
Aprendí el arte de hacer planetas de lana. Los hago de todos los tamaños y colores. Armo una galaxia de abrigo y luego la desarmo. De mis ovillos salen hebras que cruzan las paredes de mi casa de una esquina a la otra. Hebras que cuelgan de las lámparas y florecen desde los armarios como enredaderas. Colgamos de ellas los columpios en los que Dios juega a veces. Dios y las arañas blancas.
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Mi abuela ponía semillas en tazas, potes vacíos de yogurt y ollas viejas que al llegar la primavera florecían. Y era una primavera en la que no había horario ni había escuela. Mi abuela hacía pequeñas camas de tierra para alojar la luz. Tazas, potes vacíos de yogurt, ollas viejas y dedales, de los que brotaban todo tipo de plantas. Recuerdo especialmente la menta porque de ella colgaban los pequeños fantasmas de la familia. También la manzanilla. El cedrón.
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Concejal a de Educaci n