Pinto & Chinto
Este era un camaleón que no sabía cambiar de color. Viendo que los demás camaleones sí podían, se ponía verde de envidia. A veces se burlaban de él, y se ponía rojo de ira. Llegó a enfermar, y se puso amarillo. Con la fiebre deliraba, y creyó ver un fantasma, y le entró pavor, y se puso blanco. El pobre camaleón estaba negro. Para consolarlo, su madre le preparó una tarta enorme, y se puso morado.
8
Este era un gallo que cantaba siempre a la salida del sol, pero cantaba tan mal que se ponĂa a llover.
9
Este era un rinoceronte que dijo para sí: «Voy a ir a aquella montaña de allí, a ver si encuentro algo para comer». El rinoceronte emprendió la marcha, y anduvo, y anduvo, y anduvo. Y el caso es que nunca llegó a la montaña, porque el rinoceronte era muy miope, como todos los rinocerontes, y no se percató de que lo que veía no era una montaña, sino el cuerno que los rinocerontes tienen encima del hocico.
Este era un perro que encontró un hueso. «Lo guardaré para otro día», pensó. Y fue a enterrarlo. Pasado el tiempo, volvió al lugar donde había enterrado el hueso, y vio que en el sitio exacto había brotado un árbol que estaba cargado de huesos.
11
Este es un libro que guarda más de cien historias de más de cien animales. Sabemos que en el mundo hay muchos animales más, muchísimos más de los que aquí aparecen, pero sería imposible hacerles sitio entre estas páginas porque este libro no es un zoológico, ni un desierto, ni un océano, ni una sabana, ni una montaña, ni el Polo Norte ni el Polo Sur, ni tampoco el arca de Noé. Pero sí han cabido todos esos lugares juntos y también muchos animales, algunos tan pequeños como una pulga, otros de tamaño medio como una foca y unos cuantos tan grandes como un elefante. Todos ellos tienen una historia, una mínima historia que ahora te contamos. Esperamos que puedas disfrutar de su lectura y que, mientras las lees, te sientas tan a gusto como en tu propia… selva.