Kaleidoscopio - EDITORIAL
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ARTE Y COLECCIONISMO EDITORIAL
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“Yo muero, pero antes he poseído, Y venga lo que venga, he sido bendecido.”
Por: Tatiana Ortiz-‐Rubio López-‐Portillo
(“I die,--but Hirst I have possess'd, And come what may, I have been bless'd.”)
Directora General Kaleidoscopio
-- Lord Byron, El Giaour (l. 1,114)
La propiedad ha sido una gran fuerza impulsora en el avance de la sociedad humana. Poseer denota control, y por lo tanto, poder sobre el objeto apropiado. Ese es el objetivo de la posesión: el poder. Como el joven Karl Marx escribió una vez, "los objetos de los instintos [del hombre] existen fuera de él, como objetos independientes, sin embargo, estos objetos son los objetos que necesita -‐ los objetos esenciales, indispensables para la manifestación y conSirmación de sus fuerzas esenciales." (Karl Marx, Manuscritos económicos y SilosóSicos de 1844) Ya se trate de un objeto precioso, una persona, un pedazo de tierra o de un país, el resultado Sinal es la ganancia o pérdida de poder. Pero la posesión es mucho más soSisticada aún: una vez que adquirimos algo, creemos que se convierte en una parte de nuestra identidad, en una extensión de lo que somos y de lo que representamos. Hay una inversión de uno mismo, no importa que tan abstracta sea la propiedad, en ella siempre se da una experiencia profunda de que la existencia propia adquiere un valor superior gracias a esta nueva extensión que el poder otorga. Incluso la colección de recuerdos, de conocimientos o información, de memorias imaginadas y reclutadas como entes vivos en la psique individual o colectiva ha sido fundamental en la cultura, en la política y en la psicología de los pueblos. La adquisición, posesión y colección como actos en sí mismos tienen connotaciones esenciales que penetran en las respuestas a los cuestionamientos últimos del valor de la existencia. Cuántas veces no encontramos, a través de la historia, gente dedicando sus vidas, su dinero y su energía a la adquisición de bienes para vivir a través de estos objetos o personas (como son los herederos) después de su muerte. La idea de que uno alcanza la inmortalidad a través de un heredero poseedor de un nombre o de un objeto, simplemente porque uno lo tenía en su sala de estar parece trivial y hasta extraño, pero toca las Sibras más sutiles del deseo de transcender. Aquí es donde las increíbles posibilidades de la mente humana entran en juego creando historias intrincadas que se fusionan con el objeto poseído, enriqueciéndolo con signiSicado, profundidad, estatus, y transformándolo en algo que llega a acercarse a la magia profunda de lo trascendente. Más allá de las características positivas o negativas de la posesión, el acto mismo representa un factor impulsor de la psique humana, la creencia de que el aumento de la propiedad, el control y el poder equivalen a la posibilidad de incrementar el valor del individuo. En este estado mental nos convertimos en coleccionistas. Empezamos como recolectores de juguetes, © Universidad del Claustro de Sor Juana,A.C., 2011
entrenándonos en el parque coleccionando canicas, como Mariana R. Lorenzano menciona en su texto. Luego pasamos a ser colectores de relaciones, luchas y recuerdos como Alfonso Miranda relata en su entrevista sobre la colección de arte privada de Carlos Slim. Más tarde, a medida que avanza nuestro papel como coleccionistas, nos damos cuenta de que muchas de nuestras colecciones no han sobrevivido y no pueden sobrevivir el paso del tiempo: realmente lo que queda es una acumulación de estilos, de gustos, y un sentido más deSinido de nuestra identidad. Este proceso es profundizado por Ilana Boltvinik en su artículo "Conexiones y correlaciones: Colecciones Arte y real", como también es referido por Moisés Rosas en su entrevista sobre la colección privada de Carlos Monsiváis. ¿Qué sucede cuando un individuo o lo que produce se vuelve víctima al convertirse él mismo y su producción en "propiedades" y "colecciones"? El colector se convierte en la colección. ¿Cómo se puede vivir sabiendo que uno es visto como una extensión de la identidad de otra persona? El artista Fernando Llanos explora esta posibilidad en su entrevista con nosotros, y habla de las formas para poder lidiar con esta situación extraña pero común para el artista. Mantener privada la propiedad de estas colecciones signiSicaría que otros no puedan participar en el proceso de enriquecimiento de los artículos adquiridos, y por lo tanto, los objetos empiezan a perder su signiSicado, ya que sólo la mente humana puede infundir a los objetos valor y estatus. Es entonces cuando algunas personas deciden compartir sus propiedades con la sociedad, haciendo sus colecciones públicas. Alfonso Miranda analiza este proceso y nos hace reSlexionar sobre el valor de dicha acción. Si hay poder en la propiedad, entonces, ¿cuándo alguien comparte su riqueza, esa persona pierde poder? ¿O será ser que aquel propietario gana más poder en el acto de compartir lo que posee en lugar de mantener su colección privada, pues ahora adquiere más valor su nombre y lo que éste representa? Son precisamente estas preguntas y dilemas que intentamos examinar en esta edición, "Arte y Coleccionismo". Nos embarcamos en una travesía por la psicología humana examinando las formas en que deSinimos y nos deSinimos dependiendo de la cantidad, tamaño, estilo y contenido de las colecciones que creamos a través de nuestras vidas. Ya que el arte es un espejo de los estados psicológicos de la sociedad y del individuo, se convierte en una puerta ideal para ahondar en esta exploración profunda de la creación de la identidad y la cultura.