TE CAMBIO EL SUPERBOWL POR LA REBELIÓN
TE CAMBIO EL SUPERBOWL POR LA REBELIÓN
Texto: CarlosDaniel Mo, Marek debors y quetzadilla Ilustración: CarlosDaniel Mo Cuidado de edición: quetzadilla Contacto: kalicabra@riseup.net Este texto se editó con muchos partidos de fonto, en Software Libre y utilizando GNU/Xubuntu, Scribus 1.4.3, GIMP 2.8 Tipografía: Source Code Pro
/ Ficticia College
Obra publicada bajo la Licencia de Producción de Pares
Atribución - Compartir bajo la misma licencia - ¡No Capitalista! Terminada de editar en enero del 2019, unos cuantos días antes del superbowl LIII
TE CAMBIO EL SUPERBOWL POR LA REBELIÓN kalicabra y Marek debors Un librito sobre contradicciones, futbol americano y la muerte de la coherencia
En el futbol gringo hay una ley:
El 80% de los jugadores son negros y el 80% de los aficionados son blancos ¡Ah! y todos los dueños son blancos… hombres.
Tengo presente la terrible superficialidad del deporte que cada aĂąo espero con ansias por su inicio de temporada, del que pienso todas las noches de jueves y lunes entre septiembre y febrero, del que espero tener un domingo completo para poder ver desde las 11 am hasta la hora que acabe el partido estelar.
Y aunque entiendo el doble descaro del día de acción de gracias y su programación de partidos todo el día, lamenté y me autorreproché cuando este año por andar chambeando se me pasó el celebrar un día completo de fut entre semana.
Una de mis pelĂculas favoritas es Any given Sunday con Al Pacino. Esa peli me hizo conocer este deporte.
“Either we heal as a team or we will die as individuals Inch by inch play by play”
(Conclusiรณn paralela: nuestra educaciรณn emocional viene del cine de Hollywood)
Recuerdo que uno de los mejores regalos de mi vida fue el fin de semana en el que el sábado previo al superbowl encontré y vi en la pantalla HD de mis padres la transmisión continua de los superbowls XLVI, XLVII, XLVIII y XLIX, pues al día siguiente era el superbowl 50 (que obviamente también vi).
Debo también confesar que he llegado a ir a la taquería fresa de la esquina a intentar cachar los partidos en sus pantallas sin sonido, pues la calidad de internet en casa llega a ser tan baja que la transmisión de los partidos en línea me es imposible.
Acepto que cuando fui a Oakland, California, a una Feria del libro anarquista blanca, en verdad me hizo mรกs ilusiรณn ver desde el metro el estadio del equipo local, los Raiders.
Reconozco que este es un deporte creado en un momento en el que los gringos pensaban que faltaba cierto nivel de masculinidad en sus hombres y que más que un partido es un espectáculo, así como entiendo la realidad consumista que alberga.
Reconozco que es una opciรณn para hombres negros empobrecidos y sus familias para salir del agujero en el que el sistema los ha sujetado. Lo hacen heroicamente como gladiadores, porque donde estamos lxs de abajo hay dignidad.
Tampoco me trago la digestión del acto revoltoso de Kaepernick al hincarse durante el himno nacional en solidaridad con #BlackLivesMatter. Y la “polémica” de Twitter por el facho de Trump.
Pues un año después, presos, en su mayoría de color, confeccionan la ropa Nike que él promociona, mientras la compañía alcanza su record bursátil.
Y repito, todos los dueĂąos de los equipos son blancos. Hombres. Es un desborde de patriarcado.
También es un desborde de racismo. Los hombres blancos promotores de este deporte antes de aprovecharse de los cuerpos negros se aprovecharon de los cuerpos indígenas para conformar la clase de futbol que hoy conocemos. El futbol americano y los internados para nativos americanos tienen una deuda irreparable con quienes denominaron “pieles rojas” y su blanqueamiento forzado.
Pero no puedo dejar de seguirlo, ni siquiera soy capaz de borrar la App de la NFL de mi celular.
AĂşn asĂ, el futbol americano me apapacha en las tardes de invierno. Pues donde estamos nosotras hay vida y esperanza, porque estamos cruzadas de todo eso.
Soy consciente de haber decidido comenzar a seguir este show en un momento de mi vida en el que sabía me faltaba algo en qué creer, o incluso por qué vivir…
Y tal vez mi afición en cierta medida me haya salvado‌ o al menos eso quiero creer.
Aunque tambiĂŠn a veces pienso que lo que en realidad me gusta es ver a un montĂłn de gringos destruirse el cerebro de tanta contusiĂłn,
y espero esos momentos especiales cuando los jugadores se pelean y por regla los corren del estadio.
Igual me encanta la idea de odiar a esa cima de perfección pétrea llamada Tom Brady. Tener a una persona a quien despreciar puede ser más fácil que despreciar a todo el sistema en el que nos encontramos y del que somos parte.
Acepto que la envidia que experimento al ver a los jugadores anotar y festejar viene del sentir que yo nunca podrĂŠ tener tanto ĂŠxtasis en mi interior.
Sé de fondo que este gusto y obsesión por la NFL no nos hace tanto bien, pues dejamos de lado los verdaderos enfrentamientos, las verdaderas peleas y sufrimientos. Nos apantalla y carga las luchas sobre una mayoría de cuerpos negros atléticos.
AsĂ que hermanx anarquista, feminista, veganx aliadx, radical de izquierda, hipiteca: Hoy soy capaz de dejar de lado este gusto tan culposo, esta contradicciĂłn tan inmensamente grande.
Hoy, y mañana, y el día que quieras
TE CAMBIO EL SUPERBOWL POR LA REBELIÓN
Pero por favor intentemos que sea pronto, porque siento que hoy ya va siendo tarde.
Te cambio la vida abierta y feliz por la muerte moral y cerrada. Te regalo una pulgada que conseguĂ con sudor, para que la tengas y nos abra camino.
Te cambio todas mis pantallas por una fogata bajo una noche estrellada.
Silenciemos a los comentaristas por cuentos de tradición oral, con los que juntxs aprendamos a jugarnos la vida de esas que vienen de abajo y a la izquierda, de esas que en vez de intentar ser veloces y agresivas, son lentas y suaves‌ como el caracol.
"I Can't do it for you" Al Pacino nos dice
"The inches we need are everywhere around us" AquĂ luchamos por esas pulgadas.
Porque en cada lucha, y en la lucha por la vida, es quien estรก dispuestx a darlo todo quien sobrevive.
AsĂ que ven, cuĂŠntame sobre tus contradicciones, para que juntxs las convirtamos en sanaciones.
Este librito naciรณ gracias a conversaciones entre integrantxs de la amorosa y rebelde red de editoriales. ยกarre!
kalicabra