Karen Dianné Sierra Paredes
¿Qué entendemos por ética? No vamos a complicar el asunto prolongando el debate acerca de la diferencia de la ética con la moral. Vamos a convenir en una noción sencilla: entendemos por ética una guía axiológica para tomar libremente decisiones. Esto supone, en primer lugar, un componente básico: la libertad de elección, y luego, el valor de elegir, esto es, decidir virtuosamente.
apropiación reflexiva y crítica. Así mismo promover en el estudiante los valores éticos de la profesión y su compromiso con la sociedad. Ejercer la ética es asumir una responsabilidad. La de actuar. Y también la de responder por esa actuación. Como docentes universitarios estamos conscientes que la universidad tiene sus compromisos con el país. Se solía decir no hace mucho que nuestras universidades debían responder a los requerimientos del mercado, obviando el compromiso fundamental: el pais. Era el modelo neoliberal de la universidad, cuyo discurso persiste aún en algunos ámbitos trasnochados. A esa concepción de la universidad supeditada a la lógica del mercado se opone una visión que destaca el compromiso social de la universidad. Esta visión corresponde a un modelo humanista, fundamentado en valores que sirven para orientar el desempeño de los profesionales. Es
Ejercer la ética valiosamente implica poder equivocarse. De esos errores debemos aprender.
Para que nuestra Educación Superior trascienda necesitamos un cambio en: INNOVACIÓN VOLUNTAD DE CAMBIO TRADICIÓN FORMACIÓN DEONTOLÓGICA Se deben de considerara formación y práctica de valores profesionales, su
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Karen Dianné Sierra Paredes la adaptación a la sociedad de la información y de las tecnologías; la integración al fenómeno de la globalización y el análisis de su impacto en los diferentes ámbitos de la ciencia, la tecnología, la economía y el mundo del trabajo; la atención a la diversidad de los estudiantes y la preocupación por alcanzar la excelencia académica; la rendición de cuentas de los recursos públicos recibidos, y el el establecimiento de metas, prioridades e indicadores en función de cuyos logros obtener más recursos.
ésta la visión que demanda un horizonte ético para la universidad y que defiende una presencia central de las humanidades.
La formación humanística es una formación integral, no una formación por fragmentos. Demandamos profesionales con visión integral, y también integradora, de la cultura y de los conocimientos.
No se trata de hacer grandes cambios curriculares ni nuevas reformas de estudio, sino de incorporar en los planes de cada asignatura contenidos y objetivos terminales de naturaleza ética, pero con carácter actitudinal y procedimental. Tal vez la sociedad actual esté mostrando mayores niveles de exigencia en relación con la calidad de la formación universitaria, y quizás le esté exigiendo que aborde su tarea desde una perspectiva más pedagógica y universitaria y menos formal e interesada. Nuestra propuesta respecto a la necesidad de una formación ética en la universidad se ubica en el debate sobre los contenidos de aprendizaje y sobre los estilos docentes del profesorado. Este debate genera procesos de reflexión acerca de la práctica docente, los contenidos que se enseñan, las formas a través de las que se evalúa, y las actitudes que muestra el profesorado en las formas de abordar su tarea y sus relaciones con los estudiantes. Entre las necesidades a las que la universidad debe dar respuesta están
Sabemos que la educación en valores y los valores que hay que resaltar en la educación superior garantizan el futuro en la educación, nosotros los educadores somos los amigos de esos pueblos. Esta tarea educativa no es posible son la cooperación de las instituciones, en este caso la universidad, por ello es imprescindible trabajar de la mano, acompañando el proceso de formación integral desde un proyecto de vida. Por eso, este estudio busca resaltar y aportar los valores que hay que resaltar desde el quehacer educativo y aportar a la educación
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demanda un profesional con la «cabeza bien organizada», que conozca una disciplina pero que sepa aprenderla y de forma autónoma, que sea capaz de aprehender unos contenidos pero también de desaprender los obsoletos y adquirir otros nuevos.
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Los valores los expresamos en la convicción razonada de que algo es bueno o malo, y una vez interiorizados se convierten en normas y pautas de comportamientos. Los valores están íntimamente vinculados a la idea que se tenga del hombre y de la sociedad; de ahí que hablemos de valores individuales y colectivos, de ideales, de convicciones, aspiraciones, sentimientos, actitudes y creencias compartidas.
La universidad ha sido, desde sus orígenes, la encargada de formar profesionales y especialistas en diversas áreas del conocimiento, y hoy debería ser también la encargada de la formación de auténticos ciudadanos, responsables y comprometidos éticamente con la realidad social que les rodea. Vale la pena cuestionarse el sentido y el significado que tiene la formación del siglo XXI. En lo que se refiere al sentido que adquiere la formación, consideramos que se haya en estrecha relación con dos grandes realidades sociales. Por un lado, con el nuevo paradigma social, la sociedad de la comunicación y de la información. La nueva sociedad ya no demanda el mismo profesional de antes. La figura profesional ya no corresponde con la de una persona llena de conocimientos, que desempeñaba en su trabajo una serie de funciones y/o actuaciones profesionales en buena medida cerradas y repetitivas en buena medida. Incluirse en un modelo profesional en continuo movimiento, sin espacio y sin tiempo asegurado, con continuas y aceleradas incorporaciones de nuevos conocimientos y técnicas de trabajo,
Son los valores en relación a la educación lo que las bases estructurales son a un edificio. Puede ser que los problemas que hoy presenta la educación superior en el sector salud, se deban a que nos faltó un buen fundamento en el proceso desarrollado; posiblemente nos hemos fundamentado en arenas movedizas (conocimientos, memorización, normas), y no hemos colocado el cemento armado de los valores y principios fundamentales éticos y morales sobre los cuales tendrían más sentido las normas y los conocimientos.
Promover en el estudiante los valores éticos de la profesión y su compromiso con la sociedad
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CONCLUSIONES
El enfoque de aprendizaje ético en la universidad propone atender el desarrollo integral del estudiante, no solo en su manera personal de aprender y abordar el ejercicio de su profesión, sino en su forma de pensar y de comportarse como ciudadano. La ética profesional en la formación del universitario es un referente fundamental; implica considerar los valores profesionales, su apropiación de manera reflexiva y crítica, y, en definitiva, promover en el estudiante los valores éticos de la profesión que va a desempeñar, así como su compromiso con la sociedad. Los docentes universitarios debemos defender la formación de profesionales acordes con el nuevo paradigma social, que desarrollen las habilidades y/o capacidades necesarias para construir el conocimiento que les sea útil y de la forma más significativa posible, es decir, personas que sepan qué decir o hacer respecto a su área de conocimiento y cómo decirlo o hacerlo en cada momento o situación concreta.
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