Identificación y caracterización del
PATRIMONIO CULTURAL de la comunidad raizal en San Andrés Islas
Identificación y caracterización del
PATRIMONIO CULTURAL de la comunidad raizal en San Andrés Islas
Instituto Nacional de Formaciòn Tècnica Profesional INFOTEP 2017
Instituto Nacional De Formación Técnica Profesional Infotep Silva Elena Montoya Duffis Rectora
Catherine Archbold Vicerrectora Administrativa
Stella María Moya Murillo Vicerrectora Académica
Charles Gallardo Coordinador de Investigación
Julieth Orozco Baena Coordinadora de Extensión
Valma Bent Forth Coordinadora proyecto
Silvia Elena Torres Laura García Corredor Carmen Elena Simancas Romero Graybern Livingston Forbes Equipo de investigación
Sergio Bent Fotografias
Karen Bowie Britton Diseño y Diagramación
Contenido
Presentación del documento
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Aspectos Históricos y Contexto Actual
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Conceptualización del patrimonio cultural de los pueblos
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Sobre Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI)
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Inventario e identificación
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El patrimonio cultural material
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Inventario e identificación
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Aproximaciones al estudio de la cultura raizal de San Andrés Isla
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Sobre prácticas culturales, capaces de ser relacionadas al patrimonio
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inmaterial en el archipiélago de San Andrés Patrimonio material en el archipiélago de San Andrés
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Referencias bibliográficas
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Presentación del documento El estudio sobre el Patrimonio Cultural es un tema que ha venido tomando relevancia en las últimas décadas principalmente en el marco del reconocimiento de Estados multiculturales e interculturales. Formran parte del Patrimonio Cultural los bienes materiales o expresiones culturales tradicionales que continúan en el presente y contribuyen a la identidad y a la memoria colectiva de un pueblo: El patrimonio cultural es un conjunto determinado de bienes tangibles, intangibles y naturales que forman parte de prácticas sociales, a los que se les atribuyen valores a ser transmitidos, y luego resignificados, de una época a otra, o de una generación a las siguientes. (Dibam, Memoria, cultura y creación. Lineamientos políticos. Documento, Santiago, 2005) El Ministerio de Cultura en Colombia es el organismo nacional encargado de declarar y salvaguardar elementos inventariados como patrimonio. Este se clasifica en patrimonio material: muebles o lugares de interés histórico y social para determinada comunidad; patrimonio inmaterial que hace referencia a las prácticas culturales locales que han perdurado durante generaciones y son referentes de identidad; y patrimonio natural en el que se consideran los lugares naturales especiales y particulares. El presente texto se considera una identificaciòn del patrimonio cultural, material e inmatarial del pueblo raizal de San Andrès Islas. Para lograr lo anterior, en primer lugar, se hace una contextualizacion del territorio y del pueblo raizal, para proseguir con una aproximacion conceptual, teorica y normativa al tema del patrimonio, su definición institucional por parte el ministerio de cultura y de organizaciones multilaterales como la UNESCO. En un tercer lugar, se analiza el estado del arte de los estudios encontrados con relacion a la cultura del pueblo raizal y sus expresiones culturales, legados materiales y los saberes tradicionales. Finalmente, se intenta caracterizar el patrimonio cultural material e inmaterial del pueblo raizal de San Andrès, a partir del analisis de la informaciòn recogida en la revision bibliografica, y el trabajo de campo realizado en comunidad.
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Aspectos Históricos y Contexto Actual El archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina se encuentra localizado en la región sur occidental del Caribe. Lo separan 190 kilómetros lineales de las costas centroamericanas, 700 kilómetros de la isla de Jamaica y 715 kilómetros de la costa Caribe colombiana. Está conformado por dos islas mayores, varios cayos, bancos y arrecifes. (Plan de Desarrollo, 2016). La isla de San Andrés cuenta con una extensión de 27 km2, y la de Providencia con 17 Km2. Estas pequeñas y estratégicamente localizadas islas se convirtieron en el itinerario tránsito de poblaciones distantes, como las de puritanos ingleses que arribaron a Henrrieta, Old Providence y Kathleen, hacia 1631, a bordo de la embarcación S e a F l o w e r. E s i m p o r t a n t e mencionar que sus habitantes son descendientes de una mezcla de colonos irlandeses y escoceses con población africana y Misquita, que salieron de la Mosquitia centroamericana para establecerse en las islas hacia 1793 y que para algunos conocedores lugareños, esta es la procedencia de los que hoy se denominan como raizales de las islas. De acuerdo con Robinson (2005), Los raizales se pueden caracterizar como un fenómeno que describe Andrés Bansart como “un tejido de identidades resultantes de raíces cortadas, genocidios de indígenas, trata de esclavos, viajes y exilios, relaciones entre dominadores y dominados, antagonismos y divisiones, pero también de encuentros y mestizajes los cuales se fueron diseñando durante varios siglos,y que se han ido moldeando y continuarán definiéndose en el futuro como una identidad singular y plural a la vez, múltiple y multiplicadora”(Bansart, 2001). La isla ha atravesado distintas fases, desde su poblamiento inicial. Entre estas encontramos la adhesión, en la Gran Colombia, con la Constitución de Cúcuta en 1822; luego vemos cómo en 1912, tras una campaña dirigida por Francis Newball desde el periódico “El Faro” The Searchlight, en la ley 52 del 26 de octubre de 1912, se firmó la separación del Departamento de Bolívar, dando origen a la Intendencia.
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Posterior a esto, vemos cómo se inicia un proceso de colombianización de las islas, a partir de la llegada de la iglesia católica, que se encargó de la educación y la catolización de la población raizal por más de cien años. La Declaratoria San Andrés isla del Puerto Libre en 1953 en ha tenido una auencia de migrantes extranjeros y connacionales, de distintas partes del país, que se asentaron en ella e iniciaron un asentamiento permanente que desplazo a la población raizal en varios sectores de las islas. El hecho más importante ocurrido durante los años 60 confirma las condiciones tan particularmente traumáticas del proceso social promovido desde la apertura del puerto libre en 1953. El incendio de la Intendencia el 19 de enero de 1964, trajo como consecuencia la desaparición de la memoria documental y de los títulos de propiedad de las tierras. Distintos autores han narrado tal acontecimiento a su manera, Fanny Buitrago desde su novela Los Pañamanes de 1979, ocupa tres páginas de libro, pero la problemática se interioriza en las más de 400 páginas de la novela. Este terrible suceso en las islas generó en los raizales un estado de incertidumbre y desasosiego, causa legitima de la desorganización administrativa que hasta la fecha se tiene en la isla. El malestar fue general y llegó hasta las instancias judiciales de Santa Fe de Bogotá, de donde a manera de “solución” (situación que dejo serias dudas), el gobierno nacional envió una comisión del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, INCORA el cual realizó un estudio que concluyó, tajantemente en 1966, que la isla de San Andrés estaba, mayoritariamente, conformada por territorios baldíos. Decisiones y accidentes que acabaron, en tan solo dos años, con el legado territorial y memorial de la Isla. (Charry Joya, 2006). En cuanto a la situación actual de los raizales y del contexto insular, en el censo de 2005 se registra que, de los 55.426 habitantes de la isla, sólo 19.751, correspondientes al 35.63% de la población total, se auto reconocían como raizales. Pero más allá de la disminución del porcentaje de los raizales en el total (Torres, 2013) de la población, se observa cómo el crecimiento demográfico, en los últimos 60 años, ha sido de grandes dimensiones. Todo el archipiélago, incluyendo claro está, las islas de Providencia y Santa Catalina, pasó de 5.675 habitantes en 1951 a una proyección de habitantes para San Andrés de aproximadamente 74.000 en 2016. En este mismo Censo se señala que de los 55.426 habitantes que había Isla en 2005, eran nativos 32.921. Esto corresponde al 59.40% de la población; así, sólo el 40.60% son migrantes, residentes en la isla. Estos datos son relevantes en la medida en que las nuevas estadísticas
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muestran que en estos momentos en San Andrés hay más presencia de nacidos localmente que de migrantes. En la isla han venido aumentando las problemáticas sociales, la densidad poblacional, los problemas de sostenibilidad ambiental, problemas como el ordenamiento territorial, la limitación en el acceso y control de los recursos, las deficiencias en el auto abastecimiento energético, las dificultades para mantener el orden social y la pérdida de mar frente a Nicaragua. Todo lo anterior hace que el panorama se preciba de manera desalentadora, a pesar de las intervenciones económicas y políticas que viene adelantando el gobierno Nacional. Desde este panorama, se observa la necesidad de un retornar a las practicas, a la conmemoración cultural de un pueblo y sus raíces étnicas. Desde la extensa mirada de continentales, raizales e isleños se evidencia la pérdida excesiva del legado cultural ancestral en su más grande expresión; en los claustros religiosos, y muy bien resguardados, se encuentra la idiosincrasia de un pueblo, en los patios de los barrios más tradicionales de las islas, en la arquitectura de sus hogares, en sus platos de comida, en la sonoridad del Creole, en sus ritmos, en sus historias, en la sonrisa de su gente y en los distintos aspectos que conuyen en la cotidianidad de la cultura raizal, que parece resistirse a morir y a perder su esencia.
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Conceptualización del patrimonio cultural de los pueblos Algunos conceptualizan al patrimonio como una herencia de generaciones pasadas para las generaciones futuras. Es así como el patrimonio cultural, comprende los bienes materiales e inmateriales que expresan la identidad y la memoria de un pueblo o nación. Adquiere el sentido patrimonial cuando estos bienes son reconocidos, valorados, incorporados y apropiados como elementos constitutivos de la comunidad (Republica de Honduras, 2012). El patrimonio cultural puede subdividirse de la siguiente manera: Patrimonio Cultural
Material
Muebles
Inmaterial
Inmuebles
Por lo anterior, en el ámbito internacional, la UNESCO tiene entre sus objetivos la difusión al patrimonio cultural y como meta principal la promoción de la diversidad cultural, el diálogo intercultural y una cultura de paz (Unesco, 2001).
Con esta finalidad, la UNESCO ha creado estrategias para la salvaguarda del patrimonio cultural de las sociedades, la protección de los bienes culturales y la valoración de los mismos bajo unos estándares y directrices, que tienen como objetivo preservar el legado de sus antepasados y transferirlo a sus descendientes y a otras sociedades en orden a mantenerlo vigente y fortalecer la identidad cultural de sus miembros para no sucumbir frente a la avasallante globalización y a los considerables cambios sociales que ponen en peligro el respeto por la diversidad cultural con su capacidad homogeneizadora (Unesco, 2011). Otro tipo de patrimonio que se reconoce, es el patrimonio natural, el cual está conformado por el espacio natural, con pocas intervenciones sociales, y que tiene un gran valor para las comunidades que allí residen. Dentro del patrimonio natural, se encuentran las Reservas de Biosfera, los Monumentos Naturales, Reservas Naturales y Parques Naturales (República de Honduras, 2012).
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Sobre Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) El patrimonio cultural inmaterial se puede definir como: los usos, representaciones y expresiones que los sujetos de determinadas comunidades, grupos sociales o pueblos reconocen como parte de sus prácticas culturales capaces de ser trasmitidas a diferentes generaciones y configuradas como elementos para reafirmar la identidad (Unesco, 2011). Desde esta perspectiva, el patrimonio cultural inmaterial cobra relevancia, pues permite el reconocimiento local, nacional e internacional de prácticas de grupos usualmente definidos como minorías étnicas, con el fin de procurar su permanencia y reconocimiento en la sociedad: “La comprensión del patrimonio cultural inmaterial de diferentes comunidades contribuye al diálogo entre culturas y promueve el respeto hacia otros modos de vida” (Irigaray, 2005:123). La importancia que adquiere el patrimonio inmaterial está relacionada no solo frente a la manifestación cultural, mas también a los conocimientos y las técnicas que se desarrollan, junto a la capacidad de trasmitirse por largos periodos. Algunas de las características del patrimonio inmaterial son: a)
Tradicional, contemporáneo y viviente a un mismo tiempo: El patrimonio inmaterial depende de las y los personajes que permiten que se transmita a las generaciones posteriores y sólo puede ser reconocido como tal, cuando es validado por las y los integrantes de la comunidad o de los grupos que mantengan o trasmitan dicha práctica cultural. b) Integrador: Incluye las expresiones culturales tradicionales utilizadas tanto en escenarios rurales como urbanos. c) Representativo: Son manifestaciones que se transforman respondiendo a los cambios sociales; sin embargo se mantiene como elemento de cohesión social y de identificación. d) Basado en la comunidad: Son las y los integrantes del pueblo o la comunidad quienes participan en el proceso de identificar una expresión como patrimonio inmaterial. A nivel nacional, Colombia adopta la “Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial” a través de la Ley 1037 del 25 de Julio de 2006. Es así como, en 2008 se modifica la Ley General de Cultura, a partir de la Ley 1185 de 2008, y que propone, en uno de sus capítulos, “la salvaguardia, protección, recuperación, conservación, sostenibilidad y divulgación del PCI, con el propósito de que sirva de testimonio de la identidad cultural nacional, tanto en el presente como en el futuro” (Ministerio de Cultura, 2015; 250).
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Según el Ministerio de Cultura, para que el patrimonio cultural inmaterial pueda ser considrado como tal, debe cumplir con las siguientes características: • Ser colectivo. • Mantener tradiciones vivas. • Ser dinámico. • Tener un valor simbólico. • Ser integral. • Poseer normas consuetudinarias. Es así que, como para el Plan Nacional de Cultura, el Patrimonio Cultural Inmaterial da cuenta de los valores, memorias, luchas y gestas de los pueblos, patrimonio que debe tratarse y preservarse con dignidad y respeto, por lo que el proceso, para declarar determinadas expresiones culturales como patrimonio inmaterial, comprende las etapas de a) inventario e identificación, b) declaratoria y c) salvaguardia. En dicho proceso se incluye trabajo sobre memoria e historia a través de una construcción social en el que conuyen escenarios como la academia, política, medios de comunicación, gestión e industria cultural. La etapa sobre inventario o identificación es el inicio para la petición de reconocer y salvaguardar como patrimonio inmaterial determinada práctica cultural local.
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Inventario e identificación El proceso de inventario consiste en las acciones de identificar, documentar, diagnosticar, registrar y divulgar las expresiones culturales que hacen referencia a un patrimonio inmaterial. Entre los objetivos de estas acciones se da cuenta de las manifestaciones que existen y el estado en el que se encuentran, así como reexionar en torno a una forma de salvaguardia de manera integral y no solamente de prácticas específicas. Es el primer punto que promueve el acercamiento entre gestores culturales, comunidades, instituciones públicas y académicos. De acuerdo con la propuesta de identificación de patrimonio inmaterial por parte del Ministerio de Cultura, algunas preguntas que ayudan a construir la discusión son, entre otras; ¿A cuál campo del PCI pertenece nuestra manifestación? ¿La manifestación pertenece a más de un campo? ¿En orden de importancia, cómo se pueden organizar los campos a los que pertenece la manifestación? ¿Por qué es importante esta manifestación para nuestra identidad? Una de las características principales es que el proceso de inventario debe ser realizado de manera colectiva teniendo presente que tantos habitantes del pueblo o comunidad se sienten representados en los resultados de dicho proceso. A si mismo ayuda a fortalecer procesos identitarios y participativos de la comunidad en general interesada en la temática. Por otro lado, la identificación busca dar respuesta a preguntas como: ¿qué es lo que le da sentido y de qué manera se le otorga sentido a determinadas prácticas. Por ello la Unesco propone una serie de pasos que ayudan al inventario colectivo de elementos referidos al patrimonio inmaterial: 1) Identificación, 2) Características, 3) Personas e instituciones relacionadas con el elemento, 4) Estado del elemento: viabilidad, 5) Acopio e inventario de los datos, y 6) Referencias bibliográficas, discografías, audiovisuales y archivísticas. Estos lineamientos están vinculados a la política pública desarrollada por el Mnisterio de Cultura. Según el área de patrimonio del Ministerio de dicha entidad existen cerca de 19 escenarios locales en Colombia, donde se han desarrollado expresiones culturales representativas como patrimonio inmaterial.
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Sin embargo, para poder hacer parte de dicha lista representativa, la convención de la UNESCO, para la Salvaguardia del PCI aprobada por Colombia mediante la Ley 1037 de 2006, manifiesta que las prácticas culturales a catalogar dentro de la LRPCI (Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial), están enmarcadas dentro de las siguientes lineas:
Lenguas y tradición oral. Organización Social. Conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo. Medicina tradicional. Producción tradicional. Técnicas y tradiciones asociadas a la fabricación de objetos artesanales. Artes populares. Actos festivos y lúdicos. Juegos y deportes tradicionales. Eventos religiosos tradicionales de carácter colectivo, Conocimientos y técnicas tradicionales asociadas al hábitat. Cultura culinaria. Espacios Culturales.
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El patrimonio cultural material El patrimonio cultural material incluye monumentos, conjuntos, lugares y artefactos culturales. Ahora bien, para la inscripción de bienes materiales de valor excepcional para la humanidad en la UNESCO, los interesados deberán acogerse a seguir unas directrices prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio (Unesco, 2005), articulando las siguientes secciones (Unesco, 2015): 1. El proceso de identificación de los bienes como patrimonio cultural y natural. 2. La Protección nacional e internacional de estos. 3. La creación del Comité del Patrimonio Mundial compuesto de 15 a 21 miembros que evalúan los inventarios y las candidaturas. 4. La formación del Fondo del Patrimonio Mundial destinado a los proyectos presentados. 5. La asistencia internacional tras la elaboración de un estudio científico, económico y técnico detallado de los proyectos. 6. La difusión del valor de los bienes culturales y naturales a través de programas educativos. 7. La publicación de informes de las disposiciones y reglamentarias de la Convención. 8. La ratificación, aceptación o aprobación de la Convención. Desde el ámbito nacional, la creación de la ley General de Cultura 397 de 1997, cristalizó los mandatos incluidos en la nueva Constitución de 1991 con relación al patrimonio cultural, tras la legislación de la ley se instauró el Ministerio de Cultura y con él, la Dirección de Patrimonio fue propuesta para la formulación de la política para la protección del patrimonio nacional. Seguidamente, en el año 2001, se despliega el Plan Nacional de Cultura 2001-2010 llamado “Hacia una ciudadanía democrática cultural” desde donde se proyecta que el Estado colombiano tiene la tarea de reconocer el derecho de cada grupo humano de conservar su patrimonio cultural, su legado de forma integral, y de allí el inventario se suma al fortalecimiento de las bases de la identidad cultural de las comunidades, desde la memoria de las mismas, permitiendo que estas manifestaciones culturales sean lo más fidedignas a las tradicionales. De esta manera el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección de Patrimonio, impulsa los procesos de sensibilización y apoyo para el manejo del patrimonio cultural desde los entes departamentales, distritales y municipales y lucha por establecer un principio entre la comunidad y las autoridades por la protección y conservación del legado ancestral (Ministerio de Cultura, 2001).
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Es preciso también abarcar la importancia de la Constitución Política de 1991, debido a que esta carta magna marcó un precedente en nuestro país, principalmente por el compromiso a reconocer y proteger “la Diversidad étnica y cultural de la Nación”, además del instaurar las obligaciones que el Estado y los individuos tienen sobre la protección de las riquezas culturales y naturales del país, y de definir a la cultura como la expresión de la diversidad y manifestación tangible e intangible de la nacionalidad. El patrimonio material, tal como lo establece el Ministerio de Cultura, contiene dos áreas; los bienes inmuebles y muebles. El patrimonio inmueble comprende todo lo que esta estacionario; es decir, la ciudad, los parques, la arquitectura, los caminos, las plazas y edificios, todo aquello que da muestra del alcance cultural y de los vestigios del esfuerzo y consolidación de una civilización. Por otro lado, el patrimonio mueble es comprendido por piezas arqueológicas, las colecciones bibliográficas, documentales, monumentos, esculturas, pinturas, fotografías, filmes, obras de arte, murales, piezas etnográficas, sellos, monedas, tejidos, muebles, instrumentos musicales y utensilios de uso doméstico. Actualmente se busca la forma de conservar el patrimonio como valor identitario de las comunidades, así como también su protección y resguardo para las futuras generaciones. Un hecho relevante es la preocupante desaparición de cientos de muestras y piezas de cualquier tipo. Es imprescindible realizar el despertar de una verdadera responsabilidad sobre la sociedad, para que estas manifestaciones culturales y expresiones del folclore de la esencia raizal y afrocaribeña se preserven y sean reconocidos.
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Inventario e Identificación Los inventarios son parte de los instrumentos que buscan establecer un mejor conocimiento para la protección, salvaguardia y difusión del Patrimonio Cultural en sus elementos constituyentes muebles, inmuebles e inmaterial. Tales instrumentos pretenden dar cuenta de lo que está presente en un lugar o de lo que se conmemora en éste, con el propósito de identificar y elaborar colectivamente, de la mano de la comunidad y de los individuos que la componen, un proceso de clasificación patrimonial que se considere como componente de su identidad. Los inventarios deben verse como un proceso participativo e incluyente, en donde la identificación, documentación, diagnóstico, registro y divulgación del Patrimonio Cultural, sean reconocidos por los habitantes de la comunidad, no solo por estar estacionariamente en la zona, sino por gozar de su identificación como una huella e incidencia de su cultura. En Colombia, la Ley 397 de 1997, Ley General de Cultura, plantea, para el patrimonio cultural, una clasificación temporal por épocas: Prehispánica, de la Colonia, la Independencia, la República y la Contemporánea; y otra clasificación territorial que le define diferentes ámbitos: territorios indígenas, municipios, distritos, departamentos y nación. Además, fija unos campos temáticos: patrimonio arqueológico, patrimonio cultural sumergido, patrimonio bibliográfico, hemerográfico, documental y de imágenes en movimiento y patrimonio “museográfico”. Esta clasificación se resume en la historia del manejo del patrimonio mueble en Colombia; de tal manera, la Dirección de Patrimonio ha apadrinado la Matriz de clasificación y registro de bienes culturales muebles para su correcta elaboración, los cuales se clasifican en los siguientes grupos: grupos de carácter arqueológico, etnográfico, artístico, utilitario, documental, espacio público y de carácter científico. Para realizar la implementación de lineamientos para elaborar y consolidar inventarios, declaratorias y registros de los BIC muebles, el Ministerio de Cultura trabaja los siguientes ejes a mediano y a largo plazo: Armonización de las metodologías existentes en las unidades administrativas especiales y las instituciones adscritas al Ministerio de Cultura para realizar el inventario. Circulación y divulgación del inventario de PCMU y bienes muebles de interés cultural. Creación de una mesa interinstitucional para la armonización del inventario. Definición y priorización de los bienes que requieren conservación.
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Diseño de metodologías y estrategias de seguimiento de los inventarios realizados antes de 1995. Diseño de estrategias novedosas y llamativas para localizar el PCMU y los BIC de uso privado. Elaboración de instructivos sobre el inventario para diferentes públicos y en diferentes medios. Estructuración de un centro de información del PCMU en caso de pérdida o hurto de BIC muebles. Fomento del inventario y registro del PCMU y los BIC que están en manos de privados. Fortalecimiento de los entes regionales para la elaboración de los inventarios de PCMU y bienes muebles de interés cultural. Fortalecimiento de los procesos de declaratoria del PCMU. Identificación del estado del inventario de los BIC muebles en todo el país. Priorización y definición de los bienes o colecciones que deben ser declarados BIC muebles.
En consecuencia, con los lineamientos ya suministrados por el Ministerio de Cultura, podemos proceder a los hallazgos sobre política cultural y las legislaciones que conciernen a la población raizal y a las prácticas del legado ancestral.
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Aproximaciones al estudio de la cultura raizal de San Andrés Islas En el campo de la antropología colombiana, Nina S. de Friedemann (1984) propone el debate sobre la invisibilidad en la investigación social y la exclusión en la academia frente a los descendientes de los africanos y sus prácticas culturales, convirtiéndose en una de las precursoras de los estudios negros en el país; desarrolla el concepto de estereotipa para comprender el sistema de relaciones sociales de discriminación sobre la gente negra, haciendo una analogía con las estructuras hegemónicas ejercidas desde Europa hacia África y la América indígena. Su trabajo etnográfico se caracteriza por el desplazamiento a distintos territorios de comunidades negras del país, dónde reconocer las prácticas culturales de las poblaciones negras, argumentando que existe la herencia de una matriz africana étnica y racial atravesada por procesos de reintegración y mestizaje, lo cual le permitió elaborar la tesis de huellas de africania (Friedemann, 1992). La tesis sobre huellas de africania seria compartida por otros antropólogos e historiadores colombianos (Maya,1994), (Olivella,1997), (Arocha, 1996), proponiendo en la antropología colombiana registrar un legado afrodescendiente reejado en las prácticas sociales, culturales y étnicas a partir del paradigma de la afrogénesis, donde se reconoce una etnicidad afrodescendiente referida a las practicas utilizadas por los africanos esclavizados que llegaron a América y sus mecanismos de resistencia a la condición de esclavitud. (Arocha: 2007: 44). La tesis sobre huellas de africanía en San Andrés, se produce tras el desplazamiento de Friedemann (1964) a la isla con el propósito de investigar las consecuencias sobre los habitantes frente a la política de puerto libre, allí realiza una caracterización del territorio y de sus habitantes, resaltando las prácticas religiosas, idiomáticas, demográficas y económicas. Identificando huellas de africania en rituales religiosos. Desde este campo produce artículos referidos a la lengua de los isleños como un espacio intermedio entre el inglés y el español (Friedemann, 1985), así como la importancia de los derechos étnicos y culturales de los habitantes nativos de la isla Friedemann (1996).
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En las investigaciones posteriores al reconocimiento constitucional de la diversidad étnica y cultural, se incrementan los análisis frente a la construcción étnica de la identidad raizal, (Valencia, 2002), siendo configurada a través del discurso político del movimiento raizal, que reivindica la educación y la religión raizal, motivando un movimiento de independentismo frente a la nación colombiana. Leiva (2004.), (Guevara: 2005), González (2003). Desde otro enfoque, enmarcado en la esfera pública y la gestión cultural, se encuentran los trabajos por agentes del Estado (Ministerio de Cultura de Colombia, 2009) y agencias de cooperación internacional (Mow, 2008), en los que se busca hacer una contextualización general del mercado de la cultura de San Andrés, la manera en que el Estado debe actuar después de la Constitución de 1991 y las políticas que se deberían implementar para mejorar la situación social en la isla. En este escenario, economía, cultura y patrimonio, son elementos de debates continuos frente a lo denominado como “propio” y lo nacional, el mercado de la cultura y la aculturalización de las mercancías. Uno de los estudios relevantes desde las prácticas culturales, (Enrique, y Peña, 2014), revela cómo a partir de la radio raizal: La voz de las islas, se convierte en una práctica y un medio para mantener la identidad raizal, revelando el significado, tanto de las personas que lo llevan a cabo como de los radioescuchas. Frente a las prácticas culturales y la relación con el Estado, en gran medida los estudios están relacionados a una serie de informes que revelan la gestión cultural sobre los habitantes de la isla, la inversión y la infraestructura en el campo de la cultura. La tesis doctoral de antropología social y diversidad cultural en la Universidad de Granada denominada: Música y etnicidad en el archipiélago de San Andrés y Providencia (Ranocchiari: 2013), enfocada en la música del archipiélago, hace referencia a un contexto musical donde se establecen relaciones sociales y culturales entre la música y etnicidad particularmente en las reivindicaciones raizales. En los temas referidos a Patrimonio, se encuentran los trabajos de Clara Eugenia Sánchez (2009) enfocados en las casas isleñas como portadoras de arquitectura y memoria, capaces de ser reconocidas como patrimonio raizal. Uno de los trabajo más actuales sobre Patrimonio Inmaterial en el archipiélago es el que realizó la Organización (ORFA) donde en un proyecto sobre saberes, conocimientos ancestrales y prácticas culturales raizales (2016) se reconoce el mar como el principal y más importante patrimonio del pueblo raizal, así como también las prácticas culturales establecidas por la comunidad raizal, hacia él.
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Por otro lado, Del Valle (2016) realiza una estupenda aventura desde la literatura y la cultura de la isla. La escritora pretende, desde la literatura, observar el pensamiento crítico de los raizales y de todos aquellos que componen el archipiélago. Esta iniciativa, aunque ambiciosa, propone la exploración entre los textos de la isla y la relación de la cultura, la nostalgia por los tiempos de antaño, y la cultura en medio de las situaciones actuales como modelo de la lucha critica por mantener un legado.
Sobre prácticas culturales, capaces de ser relacionadas al patrimonio inmaterial en el archipiélago de San Andrés A partir de las encuestas, entrevistas y grupos focales realizados, se han podido identificar las siguientes expresiones y practicas culturales, como parte del patrimono cultural raizal: El creole El significado de la palabra Creole está relacionada al proceso social y cultural que emerge en las personas, como resultado de la experiencia colonial. Sin embargo, su significado varía según el contexto histórico y cultural de cada región del Caribe. Para el caso del Archipiélago de San Andrés y Providencia lo creole se concibe como un conjunto de prácticas culturales identitarias como lenguaje, religión, cosmovisiones y filosofías que engloban la comprensión de vida de las y los isleños. Para Jay- Pang, en su blog de cátedra raizal, los orígenes de la lengua creole del archipiélago se remontan al idioma afrocaribe jumiekan, perteneciente a las lenguas criollas de base y estructura fonológica y morfosintáctica africanas, y que está presente en un significaivo grupo de territorios del caribe occidental. Adicional a esto, Jay Pang llama la atención cómo a nivel de memoria colectiva se promueve el idioma inglés como si fuera la lengua que se hablara en las islas, trayendo como consecuencia
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que el creole carezca de nombre reconocido, lo cual en palabras de la autora “fomenta e institucionaliza su pérdida”. Sin embargo, para otros autores como Robinson, el creole tiene “sus raíces del idioma inglés y de algunos fonemas de antiguas lenguas africanas, el primero porque le permite comunicarse con los angloparlantes y de lo segundo porque mantiene viva la ascendencia africana” (Robinson, 2004:11). Lo anterior, podría complementarse como para algunos raizales los asuntos de la iglesia y la enseñanza es en inglés, y el creole se usa en espacios más íntimos como en las cocinas y los patios familiares. La tradición oral: los cuentos de anancy De acuerdo con Torres (2008), los cuentos de Anancy hacen parte de la tradición Oral Africana, donde este transciende el personaje específico, en este caso Anancy, y se relaciona más estrechamente con la figura del “trickster”. Entender la naturaleza del “trickster” y su función en la cosmología y cosmogonía africana, es fundamental para comprender el pensamiento y las tradiciones orales de estos pueblos y sus descendientes. Para el caso especifico del personaje, y su representación en la vida popular, Torres (2009), menciona cómo, en algunos lugares, se le conoce como: “Old Anancy, Anansi, Bredda Anancy y hermano Nansi, entre otros”. Tanto el nombre como su morfología varía de acuerdo al lugar en el que se presenten las narraciones. En algunas puede estar representado por una Araña, pero en otras por una persona. De igual forma ocurre con su sexo, a veces esta representado como masculino y otras como femenino o con características de ambos al mismo tiempo. En el caso de la diáspora africana, es tan fuerte la figura de Anancy, que existe presencia de esta persona, tanto en Caribe como en algunos pueblos afropacificos. Como ejemplo de lo anterior, en la cultura Jamaiquina, Anancy recobra su condición de dios menor en la cosmología de los pueblos Ashantis. Se le considera un dios que puede representar aspectos tanto como la astucia como la envidia y la avaricia. Es la representación del “trickster”.
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En el archipiélago las historias de Anancy, a diferencia de las de Jamaica, se relacionan más con la cotidianidad y el comportamiento social. Anancy es la representación del “trickster” en lo que debe y no debe hacer en su comportamiento con los demás. Esta visión de Anancy recuerda la planteada por el profesor Wilson (2004) en “Crab Antics” y su teoría sobre la reputabilidad y la respetabilidad. Para Eusse (2001:15), editor de los Anancy Stories, este personaje es, “Una araña que se deleita con la música, los bailes y las chicas; también, es un joven que gusta de la pesca, los cultivos y los productos de la tierra; además, conoce de plantas medicinales y venenos naturales”. Esta primera visión de los textos de Anancy muestra esa innegable herencia africana sobre los aspectos que rigen la cotidianidad y el día a día en el pensamiento de estas culturas. Recursos como el baile, la artimaña y el conocimiento sobre la naturaleza, hacen que Anancy sea el personaje de lo que se quiere ser, para tener el reconocimiento de los otros. Sin embargo, en estos mismos textos encontramos versiones acomodadas de los cuentos ingleses como es el caso del texto sobre Emily Campbell. Y en otro se haya la fusión entre los cuentos de Anancy y el cuento de Hansel y Grettel en un texto llamado “Anancy y la bruja”. Como narración oral, los cuentos de Anancy se conservan en las prácticas raizales, debido, entre otros, a los esfuerzos realizados por la cuentera Lolia Pomare Myles, quien ha dedicado gran parte de su vida a inestigar y narrar estas historias a locales y visitantes en distintos escenarios.
Plantas medicinales La seguridad alimentaria de las islas, tradicionalmente se basó en la producción local de los bienes y servicios necesarios para la pervivencia de los pobladores. Es así que, desde los primeros habitantes la construcción espacial de las islas se dio de tal manera que los patios fueran las despensas naturales de las familias raizales. Lo que no se conseguía en el patio se obtenía de los recursos marinos costeros.
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Adicional a la función alimenticia, los patios también tenían la función de ser los portadores de las plantas medicinales. En un estudio realizado por el profesor Lowy (2008) de la Universidad Nacional de Colombia- Sede Caribe, se identificaron 28 plantas y alimentos con usos medicinales por parte del pueblo raizal de los sectores de San Luis y la Loma, en San Andrés Islas. De acuerdo con este estudio, las plantas que más uso tienen en el grupo étnico son; el orégano, el nical, la albaca, el achiote, el rabo de vaca, el breadfruit, el ajo y el limón, entre otros. Otras especies de menos uso, pero con propiedades medicinales, son guayaba, guanábana, melón amargo y almendro. El objetivo de contar con estas plantas en sus casas y patios era evitar los desplazamientos a centros médicos que, en modalidad de atención, en su mayoría, no tiene nada que ver con las formas tradicionales de relacionarse en la comunidad. Partiendo de lo anterior, la medicina tradicional raizal, privilegia el consumo de alimentos de su propia despensa como método curativo, por encima de la farmacología tradicional occidental. Como una forma de conservar estas plantas medicinales, frutales y comestibles, la Universidad Nacional de Colombia- Sede Caribe, cuenta con un repositorio de éstas en el Jardín Botánico, y existe una publicación que compila gran parte de este material. El Rondón El Rondón es el plato típico de San Andrés y que especialmente las y los raizales saben hace. Además de ser un plato tradicional, es un plato donde la comunidad se reúne e interactúa. Con alimentos del mar y de la tierra que se da en los jardines de las casas, así como el coco como elemento fundamental, se destaca dentro de las prácticas identificables como patrimonio inmaterial para la comunidad raizal. Para M{arquez (2013), el valor social del rondon se basa en su uso como espacio de socialización, en el cual “amigos y familiares se encuentren y disfruten un rato, entre cuentos e
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historias, relatos y recuerdos, ya que la oralidad, esto es, la capacidad de expresarse hablando, es una de las fortalezas de los isleños del pueblo raizal”. Márquez tambien menciona que, a pesar de la introducción de ingredientes no tradicionales en la preparación del rondon, este plato sigue siendo importante para la vida comunitaria del pueblo raizal, debido a que se considera un símbolo de la cocina isleña. Conocimientos y técnicas tradicionales asociadas al hábitat. Para las personas de la comunidad raizal, tanto hombres como mujeres, el mar hace parte de su vida misma, de sus actos cotidianos y de su definición como isleños e isleñas. En 2014, un grupo de investigadores liderados por Miss Dilia Robinson, y producto de más de cincuenta entrevistas a miembros de la comunidad, se publicó el documento “Saberes, conocimientos ancestrales y prácticas culturales Raizales en su convivencia con el Mar” (Robinson, 2014). En este libro se recogen y describen todas las actividades que los miembros de la comunidad realizan en torno a su relación con el mar. Entre estas actividades se destacan; las actividades pesqueras, navegación y juegos, la construcción de cat boat, bautismo en el mar, lenguaje creole, Conch Shell blowing o transmisión de mensajes con la concha del caracol y cocina tradicional. Es decir, en casi todas las actividades cotidianas el mar y lo que este ofrece, son de gran significado para la comunidad raizal.
Foto: Karen Bowie
Como producto de este trabajo, en 2016, en el marco de un convenio con el Ministerio de Cultura, la organización ORFA publicó el “Plan de Especial de Salvaguardia” como una estrategia para el conocimiento, la divulgación y la protección de este patrimonio. Es así, que este plan propone la realización de actividades pedagógicas para la apropiación social e implementación del Plan de Salvaguarda, que incluye, entre otras, la realización de conversatorios intergeneracionales con sabedores, talleres en las comunidades, y elaboración de materiales lúdicos- pedagógicos que servirán para llevar estos conocimientos en ambientes de aprendizajes.
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Tejidos con fibras naturales Las mujeres raizales, similar a lo que ocurre con las mujeres de otros grupos étnicos, se caracterizan por la realización de objetos tejidos en fibras naturales, tales como; coco, calceta de plátano, grass bone y wildpine. A partir de estos materiales, las mujeres elaboran visuteria, objetos decorativos para el hogar, entre otros.
Foto: Karen Bowie
Como una forma de conceptualizar la formación artesanal en las islas, la Universidad Nacional de Colombia (2008), publicó un texto denominado “Formación artística y cultural”, dentro del cual se destaca el texto “Reconocimiento del sector artesanal en la isla de San Andrés para el planteamiento de una escuela de Artes y Oficiios proyectada al desarrollo social” publicado por la diseñadora industrial Angelica Herrera.
En este texto, se hace un análisis de las formas en que se da la producción artesanal en la isla, los materiales más utilizados y se plantea unos retos para su consolidación en el tiempo. Con relación a los tejidos en fibra, la autora destaca que, si bien la forma de tejer es exporta de otras partes del continente colombiano, se debe destacar la materia prima como un insumo diferenciador de estas artesanías. Por otro lado, las artesanías de las islas, a través de un trabajo realizado por artesanas locales, la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, UNODC, y de Artesanías de Colombia S.A (2010), se encuentran en un proceso de fortalecimiento y protección legal de las expresiones culturales de la Isla, a partir del reconocimiento de los derechos de propiedad intelectual.
Música tradicional El repertorio musical del pueblo raizal es tan amplio, que la música es uno de los legados culturales más importantes de esta cultura, sobresalen entre estos los arrullos con canciones de
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cunas de origen africano o cantos religiosos; es una costumbre importante que hoy se mantiene, entre las canciones que se utilizan se encuentra; Mayeya, Yes, Jesus loves me, Clak ham, entre otras. De acuerdo con Ranochari (2014), la música de la población raizal se puede considerar del mismo tipo de mezclas que en el Caribe anglófono antillano, entre las que destaca la música religiosa coral de tradición protestante, que en las islas se extiende hasta las iglesias católicas. Otros ritmos musicales que práctica el pueblo raizal, son la música de salón, una adaptación local del calypso, el reggae, y muy recientemente el modo- up o lo que este autor denomina“dancehall/reggaetón sanandresano” (Ranochari, 2014:202). A pesar de ser un movimiento relativamente nuevo, el modo- up para este autor, y algunos representantes de este ritmo, estas músicas se considera una versión actualizada de las músicas tradicionales, ya que algunas combinan instrumentos tradicionales con pistas, y la mayoría se cantan en idioma creole, lo cual ha traido como consecuencia una popularización del idioma tanto en raizales, como en sanandresanos no raizales.
May pole El Maypole, o palo de mayo, como se le conoce a esta danza en las costas centroamericanas, es uno de los bailes tradicionales de la diáspora creole anglófona en el Caribe, caracterizada por tener un origen inglés, como una forma de conmemorar el cumpleaños de la reina Victoria, que se extendió por todo el Caribe a través de Jamaica. Debido a los lazos fuertes que todavía tiene la población raizal, con la población creole de la costa de mosquitia, se considera el Maypole como un fuerte indicador de identidad, en la medida en que este representa al festival más importante de danza en Bluefilds denonominado “Mayo ya” o Mayaya, diosa pagana que representa la fertilidad. La música tradicional que acompaña el baile es el mentó que se toca con instrumentos tradicionales.
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Juegos y deportes tradicionales: Cat boat. Tanto Marquez (2013), como Robinson (2014), establecen la importancia de los cat boat como parte de los juegos tradicionales de la cultura marina del pueblo raizal. Para Marquez esta práctica se puede remontar desde la época de las canoas, así: “…. a los pescadores isleños les gustaba hacer carreras. Era una forma de probar su dominio del mar que además añadía diversión a las faenas de pesca. Como les divertía tanto, las carreras también se organizaban de vez en cuando, y personas de todos los barrios acudían a verlas. Incluso las mujeres participaban, y cuentan que había mujeres de Santa Catalina que eran excelentes competidoras” (Marquez, 2013).
La tradición marina se mantuvo cuando las canoas fueron reemplazadas con catboats, las cuales se utilizaban, tanto para la pesca como para actividades recreativas. Siguiendo con Marquez (2013), los cat boat se han conservado, pero con un diseño distinto, más local. Desfile y conmemoración de fiestas patrias y festivales Existen eventos que han marcado los actos festivos en la isla como celebración del 20 de julio, el 07 de agosto, y el 12 de octubre, pues por medio de desfiles musicales de las y los jóvenes de los colegios de la isla, se refuerza la identidad isleña. Según lo señalado por Robinson: “Los desfiles del 20 de julio en North End, 7 de agosto en San Luis y 12 de octubre en La Loma son celebraciones patrias pero su práctica las ha convertido en parte de las manifestaciones de la cultura del pueblo raizal. La vistosidad de los desfiles, acompañados por actos culturales así como la participación de toda la población, han convertido estas festividades no solo en una expresión de esperanza y una proyección del futuro representado en los niños, niñas y jóvenes a su paso por las principales vías, sino una pieza única en toda la geografía colombiana, pues estas tres fechas en el Archipiélago no son simples días de descanso, 10 son manifestaciones que forman parte de la agenda cultural acogidas también por los inmigrantes” (Robinson, 2004;8) .
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Otras fiestas, conmemoraciones y festivales que cada vez toman más fuerza a nivel internacional, nacional y local, como parte de la identidad cultural raizal son: la celebración de la emancipación el primer día de agosto de cada año, el Festival Internacional de Teatro, Ethnic Roots que lleva más de 20 años realizándose, el Festival Folclórico Cultural y Deportivo de Providencia y Santa Catalina Isla, que tiene una vigencia de más de cuarenta años y el recién reactivado Green moon festival, próximo a cumplir 30 años.
Patrimonio material en el archipiélago de San Andrés La lejanía del archipiélago de San Andrés y Providencia hizo que la cultura se mantuviera intacta por muchos años, de manera que explicaría un poco la sociedad raizal y su capacidad de mantenerse estática en la conservación de sus legados culturales. En definitiva, este factor aumenta el deseo de aislamiento que denota la sociedad raizal, este aparente volver a la esencia, a la raíz misma, permite que se conserven aún, en gran medida, algunos elementos culturales, que a pesar de los factores externos, no logra disolver por completo. Esta estrecha relación de la gente con sus raíces también supone una relación con la tierra y su uso, el medio que lo rodea y su interacción con la naturaleza (Mow, 2006). Sin duda alguna, todas las expresiones culturales que tienen lugar en el archipiélago son únicas, no sólo por el legado cultural ancestral que permanece en su gente, sino porque particularmente la situación histórica de la isla abraza muchas raíces que conforman una sola identidad, la identidad raizal. Esta identidad es ciertamente constatada desde algunas de estas expresiones culturales materiales. Aquí algunas de ellas:
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Templos religiosos Uno de los baluartes de la idiosincrasia y espiritualidad del raizal son las iglesias y templos religiosos. En ellos no solo se aseguran los lazos ancestrales orales y el traspaso de las costumbres, de educación y alfabetización, sino que en ellos se resuelven asuntos profundamente intolerantes. Históricamente, en los pulpitos de las iglesias se definían los asuntos de la comunidad, las situaciones y los quebrantos que sobrellevaba la gente y a falta de jueces y mediadores, los pastores, en tiempos anteriores, lograban resolver los inconvenientes que se presentaban en la sociedad isleña; a decir verdad, los templos no son sólo espacios de espiritualidad y de apoyo, son también piezas culturales materiales tangibles, pero donde se plasman las relaciones interpersonales más fuertes de la comunidad raizal. Como patrimonio material del pueblo raizal, se destaca en San Andrés Islas la primera iglesia Bautista, una edificación que cuenta con más de cien años de historia y que hoy por hoy se constituye en un símbolo de identidad raizal. Otra edificación con alto valor arquitectónico es la La casa isleña La vivienda isleña y la tradición arquitectónica del archipiélago constituye no sólo una expresión de la cultura raizal, sino que integra en ella los elementos del Caribe, y una muestra de la mezcla europeo-africana dada en las Antillas y en Caribe; es más que una expresión de la diáspora esparcida en las islas caribeñas; es la relación y la utilización de la naturaleza para conformar su hogar.
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Estas casas insignias de la cultura llevan consigo historias de construcciones en comunidad, de mudanzas enteras de casas. Según lo expresadp por Sánchez (2009), a esa fecha existian 317 inmuebles que correspondian a la descripción de la casa típica isleña, las cuales corresponden a un 4% del total de casas en todas las islas. Se podría afirmar, que al no contar con un plan de salvaguarda, y por por los altos costos de mantenimiento, es frecuente ver cómo se han ido reemplazando las edifiaciones típicas isleñas de madera por construcciones en cemento o sustitutos. Lo significativo de la casa isleña es que independientemente del material, se mantiene la distribución interna y externa de los espacios.
El patio isleño
Tradicionalmente se asocia el patio raizal como parte de la casa isleña, sin embargo con el impacto socio demográfico de las actividades inherentes al turismo, y al auge de la participación de los raizales en éstas, a través de posadas nativas, se considera que el tradicional patio raizal está en peligro de desaparecer como espacio de socialización primaria de las familais raizales. A pesar de más de 50 años, después de la Declaratoria de Puerto Libre, cuando se habla con los mayores raizales, todavía estos señalan como en la estructura familiar de los raizales, había dos espacios claramente definidos: el de los hombres y el de las mujeres y los niños. La sala y la terraza delantera eran espacios eminentemente masculinos, donde los hombres de la casa se sentaban a recibir y atender a invitados y a socializar. Tal como lo expresa Palacios (2009)
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La construcción y la existencia de una vivienda isleña es un punto importante de observación de las costumbres nativas porque recoge las características más sensibles de este grupo social. La colaboración, la ayuda mutua, el sentido de pertenencia y la unión entre los nativos se retoma y se revive en todos los lugares de las casas dependiendo de la situación, como las reuniones sociales dentro de la casa, los juegos de los niños en el patio y en las áreas libres alrededor de la casa, las largas charlas entre familiares o vecinos en los balcones, o los momentos de preparar los platos típicos en las cocinas y el descanso eterno de los difuntos familiares quienes también ocupaban un lugar especial en los cementerios dentro del predio (Palacios, 2009: 30).
Por su parte Herazo (2009), señala cómo los patios raizales se constituyen en una “red de relaciones sociales, de cooperación y apoyo basadas en el parentesco” (Herazo, 2009; 13). Para este autor el patio es producto de una tenencia de la tierra heredada, donde a partir de una casa principal, la de los padres, los hijos van construyendo sus propias unidades de vivienda, sin dejar de compartir un espacio común “el patio” que conecta las casas de los hijos con la de los padres o mayores. Es por lo anterior, que para los raizales, el patio es una extensión física de la casa raizal, y sus conexiones con el exterior. Es un espacio que une los lazos de parentescos con los de vínculos comunitarios. Edificios públicos: Colegio María Inmaculada en Providencia y Edificio administrativo del sunrise park
A nivel de construcción de uso público o institucional, tanto en San Andrés, como en Providencia Islas se destacan dos edificaciones con importante valor histórico. Por un lado, encontramos al edificio administrativo del Sunrise Park, edificación de uso público de arquitectura vernácula ubicado en North End, y representa no sólo los materiales, sino la distribución típica de una edificiacion de uso público. Por otro ado, el edificio del antiguo convento de la Inmaculada en Old Town Providencia, es hoy día una escuela, establecida en la isla desde el año 1932 por las hermanas capuchinas. Es el único edificio que sobrevivió al huracán de 1940. Fue la primera escuela femenina y fue declarado patrimonio cultural nacional por el ministerio de la cultura 1997.
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Instrumentos musicales La música tradicional del pueblo raizal tiene su principal característica en la utilización de instrumentos propios de la tradición de la diáspora creole anglofana. Son de conocimiento más popular el uso de la guitarra, las maracas, la mandolina y el rayador de coco. Son de interés particular el uso del tináfono y la quijada de caballo, debido a que cada vez se hace más difícil acceder a este tipo de instrumentos. El tináfono, un instrumento elaborado a partir del uso de una tina, o tinaja que se elaboraba para el lavado de la ropa, atada a un palo a través de una cuerda, cumple con las funciones del bajo. Por otro lado, la quijada de caballo, es un instrumento de uso generalizado en culturas afroamericanas y se considera otra forma de percusión en las culturas donde no existía el uso del tambor. Literatura La tradición literaria de las islas, tiene un reconocimiento de más de cien años de historia, con la publicación del primer periódico local The Searchlight (1912) a cargo de Francisco Newball. De acuerdo con del Valle (2016), los textos más reconocidos sobre escritores de las islas o raizales, están representados en la obras de Miss Hazel Robinson y Lenito Robinson. Sin embargo, Del Valle, en un ejercicio académico, categoriza en cuatro grupos la literatura de las islas de la siguiente manera; Un primer grupo de escritores isleños conocidos fuera de la isla. En este grupo, Hazel Robinson Abrahams y Lenito Robinson Bent.
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El segundo grupo reuniría a escritores isleños y no isleños menos visibles por ahora, que viven (o vivieron) en la isla. Entre los que se destacan Nadim Marmolejo (s.f.), Lina Chow Wong (2008, 2014), Mariamatilde Rodríguez (2007), Jorge Muñoz (1974), entre otros. En un tercer lugar, ubica a los intelectuales raizales en la isla, como el poeta Juan Ramírez Dawkins, la investigadora y narradora oral Lolia Pomare-Myles, el profesor Oakley Forbes, la artista plástica Marilyn Bizcaino Miller, y las poetas Ofelia Margarita Benet Robinson, Briceña Corpus Stephens, Emiliana Bernard Stephenson, Herminia Macariz Michell y Marqueta McKeller. También destaca las obras de artistas más recientes Keisha Howard (A Herstoy, 2014), Alciano Williams (2011) y Adel Christopher (2011). Y un último grupo estaría conformado por los que no publican o publican textos híbridos, y son reconocidos como “literarios” por población y medios locales, por ejemplo, Eviston Forbes Bernard, conocido como “Papalee”; y Jimmy Gordon Bull.
Artes plásticas Las artes plásticas se constituyen una de las expresiones más cotidianas, pero poco estudiadas y vistas como parte del patrimonio del pueblo raizal, a pesar de tener a lo largo de muchos años grandes representantes. Desde las miniaturas de Miss Iris Abrahams, pasando por las expresiones Naif de Carson o el hiperrealismo de Luis Howard, la raizalidad no sólo se representa sino que se exporta y se mantiene vigente en la memoria visual de cada uno de los raizales, residentes y visitantes de las islas.
Obra del artista raizal Philip Hudgson
Las artes plásticas de las islas son uno de los movimientos artísticos más proliferos de las islas, y se caracteriza porque adicional a los artistas raizales, hay un gran número de artistas residentes y sanandresanos que han logrado desarrollar importantes obras que representan la cultura raizal. Ello hace urgente que las instituciones del orden nacional y local, realicen gestiones para inventariar y lograr compilar obras que permitan conservar las creaciones de artistas ya fallecidos y nativos que tienen décadas contribuyendo a este legado cultural.
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