Evolución del gesto gráfico

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EVOLUCIÓN DEL GESTO GRÁFICO.

La comunicación por imágenes: grafismos, manchas de color, formas en plastilina, barro, etc, permite al niño/a dominar la realidad de las personas, cosas y relaciones cotidianas, dentro de un ambiente lúdico. Así, el desarrollo se produce no sólo a través de la adquisición de un mayor número de datos, sino ampliando el abanico de recursos para poder expresarlos. La Educación plástica ha de favorecer la actividad creativa y espontánea y la capacidad de comunicación pues es un lenguaje que tiene como soporte la imagen. El niño aprehende la realidad y la expresa de un modo plástico, revelándonos en sus actividades plásticas su mundo interno. Uno de los fines de la expresión plástica es el desarrollo de la autoexpresión de niños y niñas. Expresión de acuerdo a su propio nivel (intelectual, emocional, físico, estético, etc.). Es decir, para que exista un desarrollo armónico en la maduración tiene que darse una correspondencia entre el desarrollo psicológico y el desarrollo del gesto gráfico. A medida que los niños crecen y aprenden cambia su forma de expresión. Aunque el grafismo, como veremos, comienza a una edad diferente en cada persona, según hayan sido los aprendizajes y motivaciones recibidas, y teniendo en cuenta las diferencias individuales de origen expresivo y caracterial, podemos encontrar rasgos evolutivos generales y una serie de pautas comunes que nos indican el estadio de desarrollo gráfico del niño. Ello nos puede servir para saber si está autoexpresándose o utilizando esquemas ajenos. Los estudios de tipo longitudinal y comparativo de estas pautas comunes, tanto desde el campo de la psicología (Wallon, Aruheim, Widlöder,...) como de la plástica (Luquet, Lowenfeld, Freinet, Kellogg,...) han permitido establecer las etapas evolutivas del desarrollo del gesto gráfico. ¿Qué son las etapas? Entenderemos por etapas el conjunto de pautas de maduración que surgen espontáneamente en niños y niñas de la misma edad y que se identifican por una serie de indicios entre los que podemos considerar tres aspectos: • • •

Características comunes del grafismo Forma de distribuir el espacio Uso del color

La clasificación en etapas no deja de ser artificial, pues el desarrollo es progresivo, sin saltos y sin solución de continuidad, con aparentes retrocesos a etapas anteriores. Por ello es difícil siempre determinar donde termina una etapa y empieza otra. Muchos autores concluyen que las etapas son recursos teóricos situados en los puntos típicos intermedios del desarrollo. No obstante, no perdamos de vista que cualquier clasificación es una abstracción que simplifica el análisis de la realidad, pero no es la realidad misma. A pesar de su artificialidad, el educador y educadora no deben prescindir de su conocimiento ya que proporciona indicadores imprescindibles sobre la evolución general del niño, que a nivel práctico se traduce en la posibilidad de: 1. Conocer el nivel expresivo y relacionarlo con su nivel psíquico.

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2. Programar objetivos que se correspondan con su grado de desarrollo 3. Detectar problemas individuales de tipo sensorial, motriz, espacial, afectivo, etc. No existe un consenso teórico en la determinación de las etapas. Nosotros señalaremos dos etapas definidas y una intermedia de transicón entre ellas, en el inicio de la expresión gráfica. A: Etapa no representativa: el garabato. B: Transición C: Etapa representativa: el preesquema. EL GARABATO “El garabato no consiste en unos trazos cualesquiera producidos sobre una superficie, en realidad son trazos determinados por la estructura de palanca que constituyen el miembro superior y la sucesiva entrada en juego de las articulaciones: hombro, codo, muñeca, pulgar, más la intervención creciente de la actividad perceptiva y el control visual” (Osterrieth) El garabato es en principio una actividad motriz. En rigor, existe grabateo desde el momento en que un bebé mete el dedo en un plato de papilla y hace surcos en ella. Para la realización del gesto gráfico se han de dar algunas condiciones: • Coordinación óculo-manual • Control neuromuscular • Independencia de los dedos • Prensión (agarre) • Presión y mantenimiento de la presión. Desde los cuatro meses existe una forma de prensión primitiva (pinza primitiva) pero es cerca del año cuando se logra su avance fundamental en el control de la pinza. El garabateo registra una actividad motriz y esto es precisamente lo que proporciona placer al niño: el goce del movimiento y la sensación de poder que le produce haber hecho algo que antes no existía. Dice Lowenfeld (1970) que el garabateo es uno de los medios de expresión después del llanto. La época del garabato sin control se caracteriza porque el niño mira a otro sitio mientras garabatea. Es decir, el control es puramente motor, no existe un control visual del gesto. Unos seis meses después de iniciarse la actitivdad de trazado, el niño descubre la relación, la conexión entre sus movimientos y el trazo realizado. Es el llamado garabato controlado . Los trazos no cambian pero sí la actitud del niño hacia el movimiento que realiza su mano. Es en el intento y el logro de dirigir la mano “hacia un trazo ya realizado” y en la posibilidad de realizar figuras cerradas donde el niño nos dice que controla su gesto. Todos los autores (Lowenfeld, Luçart y Kellogg) están de acuerdo en la necesidad de respetar y esperar el momento en el que el niño espontáneamente ponga nombre a sus garabatos (garabato con nombre), y no determinar este estadio cuando el adulto pregunta acerca de lo trazado, forzando una respuesta. Osterrieth opina que “no es un descubrimiento de la semejanza visual fortuita lo que hace oscilar el grafismo del plano motor al representativo, sino más bien la emergencia de la

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función simbólica, que permite, llegado un determinado momento, que el trazo adquiera valor de signo y símbolo, y hace sensible al dibujante a los eventuales parecidos”. Luçart establece tres momentos diferenciados según la relación entre actividad gráfica y actividad verbal: 1. La verbalización resalta sobre el grafismo, no se da semejanza entre la representación y el objeto representado. 2. La verbalización se une al grafismo y aparecen las semezanjas. 3. El grafismo manda en el lenguaje, el niño enuncia a priori lo que va a dibujar. Rhoda Kellogg hace un análisis exhaustivo del garabato identificando las estructuras lineales elementales que posteriormente serán utilizadas para la realización de obras más elaboradas. A partir de los garabatos básicos ( ), aparecen los diagramas ( ), y las formas irregulares. Más de un diagrama dará lugar a las combinaciones y agregados ( ). Según Kellogg, tres estructuras son fundamentales para suministrar estímulos a la representación de la figura humana: Las mandalas Los soles Los radiales

El espacio sobre el que se produce el grafismo ha de ser amplio, ya que el control motor es todavía grueso. Las paredes, el suelo, la arena, el barro, son las superficies preferidas. La elección del color parece ser aleatoria, exceptuando la preferencia de aquellos colores que resaltan sobre la superficie en la que dejan su huella. El niño garabateador emplea gustosamente el color negro porque contrasta con el papel blanco, pero, en realidad, los colores se usan porque resultan atractivos, y es interesante su uso pues supone un ejercicio de discriminación visual progresivo.

ETAPA PREESQUEMÁT ICA Todas las formas vistas anteriormente se dan ahora de forma simultánea, y la llegada de la figura humana no siempre es advertida por el adulto. Una figura solar incompleta será probablemente el primer “renacuajo” o monigote.

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Para analizar esta etapa nos centraremos en tres aspectos: La elaboración del esquema-imagen corporal La distribución espacial El uso y el significado del color.

Elaboración de la imagen-esquema corporal El esquema o ideograma va fijándose por repetición sistemática, y enriqueciéndose a partir de experiencias perceptivas interiorizadas a nivel vivencial o visual. Siempre existe supremacía en la cabeza y las piernas. Los ojos aparecen muy precozmente y el tronco como algo diferente a la cabeza aparece tardíamente. Sin embargo, otros detalles secundarios para el ojo adulto son precoces, como el ombligo o el pelo.

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Se dice que son rasgos de madurez colocar las extremidades correctamente y representarlas bidimensionalmente. Posteriormente aparece el vestido, y se detectan las primeras diferencias de género, al principio, niños y niñas hacen las mismas modificaciones para mejorar su renacuajo. Además de enriquecimientos también podemos ver deformaciones, que suelen tener origen afectivo, por ejemplo, agrandamientos valorativos: una pierna enorme de un futbolista, o un hermano bebé (del que se sienten celos) mayor que la madre. Las supresiones no siempre significan deseo de eliminación, también suponen obviar lo accesorio, por ejemplo, un hombre con un paraguas que sólo tiene un brazo, el que lleva el paraguas, claro. Distribución espacial En la etapa preesquemática surge la línea base como la forma más primitiva y habitual de representar el espacio. Durante toda la etapa se mantiene la transparencia o rayos X en las imágenes que se superponen, y la coexistencia de dos planos simultáneos. Hacia los cinco años los niños son capaces de situar en el espacio gráfico los objetos y personas acercándose a la realidad espacial. Por ejemplo, sitúan en la línea base la casa y las personas, el sol en la parte superior del espacio gráfico, etc. Este será el momento apropiado para introducir al niño en la lectura y la escritura, ya que se requieren correlaciones espaciales de orden superior para estas habilidades. Usos y significados del color Comienza el interés por la relación dibujo-objeto, aunque no se establece una relación rígida con el color, puesto que su uso puede deberse a razones emocionales, funcionales o al azar. Las relaciones de color se deben ofrecer al niño a través de la observación y la experimentación, nunca criticando el uso subjetivo del color en sus trabajos. (Un árbol puede ser rosa, negro, naranja, rojo... ¿quién no ha visto alguna vez un árbol violeta?). Algunas recomendaciones respecto a los materiales 1.

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Debemos esperar a que agote sus posibilidades de expresión con un material que le gusta si no quiere cambiar a otro. Con pinturas, es más sencillo trabajar en el suelo, después en la mesa y después en la vertical. El grosor del material va en relación inversa a la madurez psicomotora del niño: ceras gruesas y pinceles gordos darán paso a lápices y pinceles finos. También es inversa la relación entre el tamaño de la superficie a utilizar y el tamaño del niño/a. Papel continuo y formatos grandes para los más pequeños. Se explicará el uso del material de la forma más clara, breve y sencilla posible.

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