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Panaderos

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Panaderos

Un caso similar a la cooperativa de sombrereros De la Huelga, sucedió en Argentina con la constitución de cuatro cooperativas, una de cigarrillos, El Porvenir, y tres de panadería, Germinal; auspiciadas por los anarquistas pro-organizadores.

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El movimiento anarquista en Argentina de fines del siglo XIX, como he anotado, se dividió en dos posturas reñidas en una polémica bastante ácida en torno a táctica y medios a utilizar para la consecución de la acracia. Las huelgas fueron uno de los puntos de mayor disputa. Los anti-organizadores esgrimieron diversos argumentos en contra de las huelgas pacíficas y organizadas, el principal fue contemplarlas como un apagafuegos del proceso revolucionario. Por ejemplo, durante una huelga en los talleres de Sola en octubre de 1891, motivada por el incumplimiento de la patronal de un acuerdo suscrito en 1889, donde la empresa se comprometió a nivelar los salarios conforme al aumento del precio del oro, además de trabajar todo el día y no sólo ¾. Ante el acuerdo El Perseguido reconoció “la actitud de los huelguistas: resuelta, aunque pacifica, probablemente obtendrían alguna mejora momentánea, pero la empresa se daría las mañas para engañarlos y dividirlos para que no le molesten en su explotación”.197

La huelga en los talleres Sola se prolongó por 43 días, vencida sólo por la intervención de la policía. El saldo de la represión fue de más de 110 huelguistas detenidos entre hombres y mujeres. Desde El Perseguido se atribuyó la derrota a los trabajadores por efectuar una huelga de resistencia-pasiva en lugar de una lucha violenta, única vía para alcanzar el fin deseado.198 En el caso de otra huelga, la de tabaqueros de La Popular, en marzo de 1892 e igualmente reprimida por la policía, se afirmó: “los trabajadores debían prepararse para la defensa con las armas, con ellas es preciso defenderse contra los burgueses, contra la policía y arremeter sin compasión ninguna, así proceden ellos, trabajadores: ánimo y adelante”.199

197 “Rebencazos”, El Perseguido, núm. 30, Buenos Aires, 18 de octubre de 1891. 198 “Rebencazos”, El Perseguido, núm. 33, Buenos Aires, 13 de diciembre de 1891. 199 “Hecho bárbaro”, El Perseguido, núm. 39, Buenos Aires, 20 de marzo de 1892.

Eso en el caso práctico. En los aspectos teórico los anarquistas anti-organizadores expusieron las dos formas de efectuar las huelgas: parciales y generales. Las primeras se ejecutaban cuando secciones de un gremio se declaraban en huelga, uno o dos talleres y no la totalidad de la corporación. La huelga general, por su parte, era cuando todos los operarios de una fábrica abandonaban el trabajo y ninguno retornaba a los talleres hasta doblegar a la patronal. Sólo las circunstancias económico-sociales-políticas determinarían cuál de los dos métodos era el indicado para alcanzar el triunfo. Para el caso, deberían tomarse en cuenta las épocas de alta demanda de trabajo, tiempo en el cual se podrían imponer al capital, por el contrario, en una época donde escaseara el trabajo una huelga provocaría la pérdida de los pocos derechos adquiridos, sembraría la división y fomentarías disputas entre los trabajadores dando pie a una lucha “por la existencia no sólo del obrero en contra del patrón, sino del obrero en contra del obrero”, los puestos serían disputados por el hambre y esta competencia permitiría la reducción del jornal y el aumento en las horas de trabajo.200

Las huelgas para El Perseguido eran por sí mismas anti-solidarias y anti-humanitarias porque satisfacían el interés particular de un gremio y no de la totalidad de los trabajadores, sugiriendo que una huelga sería solidaria y humanitaria sólo si los trabajadores examinaban las condiciones de todos los gremios favoreciendo el paro en aquellos donde las condiciones fueran más apremiantes, con ello se irían preparando para la lucha por la igualdad económica.201

En este caso los anti-organizadores vieron en la dualidad organización-huelga una forma reformista y perniciosa. Las huelgas y las sociedades de resistencia no servían sino para atrofiar las inteligencias y corromper a las masas, al encerrarlas “en un círculo de ambición y de responsabilidad que los vuelven a menudo cobardes y traidores”. Con el tiempo, este tipo de argumentos servirían de autocrítica dentro del movimiento anarquista, pues al cuestionar a las sociedades de resistencia, impediría la formación de una tendencia centralizadora y burocratizante en el seno de los sindicatos encabezados por los ácratas.

200 “Las huelgas”, El Perseguido, núm. 48, Buenos Aires, 25 de septiembre de 1892. 201 “Las huelgas”, El Perseguido, núm. 49, Buenos Aires, 9 de octubre de 1892.

Las huelgas parciales y generales irían ganando terreno en la prensa de los organizadores y se comenzó a identificar a la huelga general como sinónimo de revolución, teorizando sobre ella, de cómo llevarla a cabo y sus objetivos finales. En tal sentido, la huelga suplió en el discurso y en la estrategia libertaria a la guerrilla y al atentado, elementos considerados ineficaces ante el perfeccionamiento militar y el novel trazado arquitectónico de las urbes, ello no significó su eliminación, al contrario, serían útiles como medios paralelos y de soporte a la huelga general, pero no como catalizadores de la revolución.202

El italiano Francesco Saverio Merlino, uno de los anarquistas más influyentes en el movimiento ácrata de fines del siglo XIX en el Río de la Plata, conminó a los anarquistas a no disuadir ni impedir la conquista de mejoras inmediatas de los trabajadores: “quien quiere el más quiere el menos también”. Sumado a ello el trabajador al ver una mejora mínima no se daría por satisfecho y querría siempre más, esto le movería a un constante enfrentamiento contra el capital y “una vez puestos en el camino de las reivindicaciones irían hasta el final”. Merlino, tal como Malatesta, aconsejó a los anarquistas inmiscuirse en “una huelga, una situación entre obreros o entre campesinos, aunque sólo sea para obtener un mínimo avance, nosotros no estaremos alejados ni buscaremos apartarle de la lucha, procuraremos que la huelga o la agitación se extendiera, darle fuerza y vigor”.203

Esta postura sería prohijada por los redactores de La Protesta, desde la cual atacarían las posiciones de los anti-organizadores quienes estimaban a las huelgas parciales, para reducir la jornada laboral o el aumento del salario, inservibles, considerando ese trabajo privativo de los socialistas, como anarquistas su obligación, creyeron, era “propagar la abolición de la autoridad y el capital monopolizado”, ante esa argumentación La Protesta contestó: “cuando se emplea ese lenguaje se supone el momento de ver a un anarquista que a semejanza de los discípulos de Cristo posee una fuertísima resignación para esperarlo todo del milagro del destino”.204

202 “La huelga general”, La Protesta Humana, núm. 140, Buenos Aires, 14 de septiembre de 1901. 203 S F Merlino, “¿Por qué…?”, La Protesta Humana, núm. 28, Buenos Aires, 20 de febrero de 1898. 204 J Claro, “Teoría y práctica”, La Protesta Humana, núm. 70, Buenos Aires, 29 de octubre de 1899.

A lo citado se añadió la cuestión del arbitraje, este sería defendido (como en México) siempre y cuando los árbitros fueran personas de toda confianza de los trabajadores. Este tema alcanzó su clímax durante el primer Congreso Gremial de Argentina (1901) en la voz de Pietro Gori. Este contempló la lucha de los trabajadores como una “lucha de transacciones cotidianas” donde el obrero, a pesar de tener el derecho de poseerlo todo se hallaba constreñido “a ir consiguiendo cada vez algo más”. El arbitraje no debía transformarse en un medio de solucionar el conflicto entre capital y trabajo, sino ser un mecanismo para evitar “derrotas catastróficas” a los trabajadores. Gori puso sobre la mesa un tema del cual estaban bien conscientes los anti-organizadores y al parecer los organizadores lo obviaron: la lucha del trabajo (sindicato/huelga) era externa al anarquismo, por eso Gori expuso

Defendí el arbitraje en el Congreso Obrero sólo como recurso propio de emplearse en extremadísimos y decisivos momentos de la lucha proletaria, hasta cierto punto peligroso que por un autoritarismo la Federación Obrera Argentina, por la influencia del doctrinarismo anarquista hubiera renunciado a un recurso, que pudiéramos llamar, de última hora y que, empleado con las consiguientes precauciones, podría evitar a los trabajadores derrotas catastróficas, bajo este punto de vista y considerando que cuando el arbitraje no pudiera ejercer de potencia a potencia entre obreros y patronos, podría intervenir en la solución del conflicto personas humanitarias y de la completa confianza de los trabajadores.205

La huelga general fue concebida necesaria para hacer frente a la explotación. Su conceptualización se difundió ampliamente en la prensa ácrata argentina de principios del siglo XX y en pocos años se coligó anarquía a huelga general, incluso se les utilizó como sinónimo. Al abordarla bajo esa óptica los libertarios cifraron los éxitos de la revolución en un paro generalizado en los medios estratégicos: trenes, navíos, minería, electricidad, gas. Con él se obligaría a otras industrias a parar, aun valiéndose los capitalistas de esquiroles o el Estado utilizara soldado,s no tendría la capacidad de ocupar todas las ramas productivas, la estrategia sería efectiva si y solo si era respaldada con la solidaridad de clase, táctica capaz de impedir el traslado de mano de obra a las regiones en conflicto.

En noviembre de 1902 los anarquistas llevaron al terreno de las realizaciones los aspectos teóricos esbozados en torno a la huelga general, cuando los estibadores de los puertos de

205 GI, “La conferencia del…”, La Protesta Humana, núm. 137, Buenos Aires, 24 de agosto de 1901.

Argentina y Uruguay emplazaron a huelga con la finalidad de reducir el peso de los bultos de carga. A ellos se unieron los trabajadores del mercado central de frutos, de Buenos Aires, y un conflicto entre la municipalidad de Buenos Aires y la sociedad de conductores por la imposición de una tarjeta de identificación, en ella se debería incluir la foto del conductor, su comportamiento y amonestaciones, aunado, los transportistas de carga demandaron reducción en el peso de carga y aumento de pago por carga. Además, se estaba desarrollando una fuerte movilización entre los gremios de panaderos y cigarreros. La oleada huelguística, acaecidas entre 1900 y 1902, sólo se pararía con la aplicación de la Ley de Residencia, con decenas de deportados y encarcelados.

La huelga general de 1902, la primera en Argentina, ha sido objeto de diversos análisis de parte de la historiografía del movimiento obrero y libertario. Por lo mismo decidí centrarme en la huelga de panaderos, o mejor dicho, una serie de huelgas acontecidas entre mediados de 1901 y prolongada hasta 1902. De esta ola de paros del gremio panadero surgieron tres cooperativas, varios arrestos, un asalto a la Federación Obrera Argentina (FOA) y el asesinato de dos rompehuelgas. Siendo un primer impulso del gran conflicto venidero y una forma de tantear la respuesta de las autoridades ante una amenaza a la economía agroexportadora argentina.

La huelga de los obreros panaderos se inició en junio de 1901, una de las sociedades de resistencia más antiguas de Argentina y bajo la órbita ácrata, con la exigencia de tener la libertad de comer en sus casas y aumento de hombres en las cuadrillas de trabajo. En este primer conflicto, muchas de las panaderías de Buenos Aires aceptaron las condiciones de los obreros, sin embargo, una minoría se resistió a las demandas proletarias y propiciaron una serie de enfrentamientos entre esquiroles y miembros de la sociedad de resistencia. Para dar fin al conflicto la policía, conociendo las resoluciones del primer Congreso Gremial de Argentina, sobre el arbitraje y su uso en ciertos momentos, llevó a cabo “un simulacro de arbitraje”, la invitación efectuada a los panaderos fue rechazada,no obstante,la policía obligó a una comisión de lo sociedad a presentarse a la comisaría, sino lo hacían los llevarían por

fuerza. El conflicto, apuntó La Protesta, quedó zanjado a decir de la policía y la patronal, pero los obreros advirtieron que dicha “solución” debía ser aprobada por la asamblea.206

Al principiar el año de 1902 los obreros panaderos nuevamente inician un movimiento de resistencia contra las panaderías La Princesa. En enero de aquel año, la Sociedad de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos declaró el boicot a esa empresa por no cumplir con las exigencias de los trabajadores. El éxito del boicot impulsó al propietario de la misma a pedir a las autoridades la detención de Francisco Berri y Juan Calvo, gerente y secretario respectivamente, del combativo gremio de panaderos.207

A raíz del arresto, la sociedad de panaderos publicó un manifiesto dirigido al pueblo bonaerense asentando las causas por las cuales se mantenía en “pie el boicot a dichas panaderías”, recalcando la ‘declaración de guerra’, proclamada por el patrón, contra las cuatro secciones de la sociedad de panaderos a causa de la detención de sus compañeros, por lo mismo invitaban al público a abstenerse de comprar en La Princesa, o atenerse a los resultados de sus propósitos.208

El boicot y la huelga motivó a los obreros de La Princesa a crear un par de cooperativas. La primera de ellas se denominó Panadería Cooperativa Germinal (la segunda adoptaría el nombre de Germinal II), ambas con una base y finalidad comunista “con el fin de sustraerse individualmente a la explotación capitalista, independizarse de la sujeción del salario por medio de la cooperación y del comunismo”, en ellas, aseguraron, no se admitían asalariados pues “todo el que entra en ella ha de ser en calidad de compañero de trabajo con derecho a disfrutar de iguales derechos que los fundadores”. Quienes optaron por la instalación de cooperativas lo hicieron como alternativa al desempleo, a las huelgas o como medio de crear estructuras alternas y revolucionarias dentro del capitalismo. Empero, les quedaba claro a los anarquistas, “que no se puede recomendar como principio emancipador, puesto que no a todos los obreros les era posible disponer de una determinada suma de dinero para montar un

206 “La Huelga de panaderos”, La Protesta Humana, núm. 128, Buenos Aires, 22 de junio de 1901. 207 “La arbitrariedad en acción”, La Protesta Humana, núm. 161, Buenos Aires, 15 de febrero de 1902. 208 “Boycott”, La Protesta Humana, núm. 162, Buenos Aires, 22 de febrero de 1902.

taller o fábrica cooperativa para el esfuerzo colectivo, no obstante las pocas tentativas aisladas que se realicen creemos, merecen el apoyo de los trabajadores conscientes, ya que con esto, además de anteponer al espíritu expoliador y egoísta de la sociedad actual pequeños ejemplos de desinteresado comunismo”. 209

Con el inicio del mes de agosto de 1902 estalló una huelga de panaderos y de repartidores de pan, los trabajadores exigieron: cuota diaria de 1.20 pesos diarios en alimentación asignada a cada trabajador, a cargo de los patrones; derecho del obrero a ser sustituido sin descuento al salario un día de cada mes, debiendo el suplente pertenecer a la sociedad; límite de 90 kilos de harina diaria por cada obrero, salvo en las panaderías de pan fino; supresión del personal destinado a suplir a los obreros, los aprendices y los repartidores. Las peticiones de los repartidores de pan se centraron: tardes libres los domingos para todos los repartidores; un kilo de pan diario para la comida; ningún repartidor ganaría menos de $40 mensuales; ningún repartidor de mañana y tarde tendría otra obligación; todo repartidor de mañana sería excluido de trabajar en la cuadra, ocupándose en descargar leña, harina, limpieza de patio o de caballería, ningún patrón de panadería podrá admitir un repartidor no asociado.210

La huelga del gremio panadero más el boicot a La Princesa caldearon los ánimos, dando pie a un ataque contra esquiroles de La Princesa, siendo muertos dos de ellos. LPH acentuó y acusó la ineptitud de la policía para detener a los atacantes y su increíble habilidad, prontitud y tino para “perseguir y encarcelar obreros panaderos, entre ellos al secretario de la sociedad, nuestro compañero Francisco Berri, sin más razón y fundamento que el capricho de la policía”. La Protesta denunció que los detenidos fueron objeto de toda clase de vejaciones y de violencias en la comisaría para obligarlos a declararse culpables, ante ese acto el impreso anarquista anunció las acciones a tomar por la FOA y la sociedad de panaderos, entre ellas velar por la integridad de los presos y de sus familias, asimismo rechazaron una oferta de 500 pesos de la panadería La Princesa a favor de los presos y los heridos, negándoles, al tiempo,

209 “Panadería cooperativa Germinal”, La Protesta Humana, núm. 178, Buenos Aires, 14 de junio de 1902. 210 “Movimiento obrero”, La Protesta Humana, núm. 185, Buenos Aires, 8 de agosto de 1902.

personal a esa panadería, aun cuando la misma aceptó las condiciones del gremio.211 Durante la huelga, la cooperativa de panaderos Germinal entregó un kilo de pan a cada obrero en paro.

Pese a los sucesos con los esquiroles de La Princesa la huelga continuó, el gremio celebró reuniones y asambleas cotidianamente en la casa del pueblo, las cuales, a decir de LPH eran “numerosas y entusiastas”, donde no decaía el ánimo y los obreros estaban dispuestos “a llevarla hasta los últimos límites”. En ese ambiente ‘cuasi revolucionario’ pocas panaderías habían “suscrito las condiciones requeridas por los huelguistas, por lo cual el pan para el consumo era poco, malo y caro, la huelga, hasta el presente, a pesar de las provocaciones policiales con que comenzó no ha dado lugar a actos de violencia, sin duda porque tampoco hahabido las traiciones y las deserciones de otras veces”, lo cual sembró ánimos a los obreros para inaugurar una nueva cooperativa de panificación: Germinal II.

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Al movimiento de panaderos se unió el de los desocupados, el del gremio de rodado y los primeros visos del venidero paro de labores de los estibadores, lo cual reforzó aún más la actitud intransigente de los trabajadores, fincando miedo a la patronal y a las autoridades. Esto provocó que durante la segunda semana de agosto de 1902 fuera asaltado el local de la FOA, por una horda de policías capitaneados por el juez doctor Navarro: “los asaltantes se desparramaron por todas las dependencias del local destrozando puertas, vidrios, mesas, cajuelas, escritorios, sillas, bancos, archivos, bibliotecas en fin todo con su valor descomunal, la heroicidad de los asaltantes llegó hasta el extremo de estrellar contra la pared una vasija de barro usada por la sección de las artes gráficas para tomar agua”, sin saber a qué iban, la policía se llevó “estampillas de correo por valor de unos cinco pesos, que echaron también

211 “Inquisición policial”, La Protesta Humana, núm. 185, Buenos Aires, 8 de agosto de 1902. 212 “Movimiento obrero”, La Protesta Humana, núm. 186, Buenos Aires, 9 de agosto de 1902. Poco después se fundaría una tercera cooperativa, la cual se anunció de la siguiente manera: “Acaba de instalarse en la Boca, Pedro Mendoza número 1410, la nueva panadería cooperativa titulada El Porvenir en ella se elabora pan y galletas de primera calidad a los precios corrientes, el producto neto que se obtenga de esa cooperativa será escrupulosamente repartido del siguiente modo. El 20% para las escuelas libertarias, el 15% para las víctimas del trabajo, el 15% para los periódicos obreros, el 40% para formar un fondo de reserva que asegure la marcha de la sociedad y el 10% para amortización del capital invertido. La sociedad de obreros del puerto ha contribuido a su fundación con $500, los pedidos deben hacerse a dirección apuntada”, “Movimiento obrero”, La Protesta Humana, núm. 196, Buenos Aires, 13 de octubre de 1902.

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