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4.4 Encuentros y desencuentros

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Silencios

Silencios

En esa tónica, en mayo de 1960, al local social de la FLA llegó un informe del interior de Cuba rubricado por Antonio Rueda, con el sello de ‘estrictamente confidencial’. El mismo, era una exposición detallada, a título individual, sobre las condiciones imperantes en Cuba.683 No obstante, para mayor seguridad, Jacobo Prince demandó a Abelardo Iglesias aclarar el panorama cubano y darle razón de Antonio. Toda vez que los ácratas argentinos sólo abrevaban de la ‘contaminada’prensa burguesa para conocer lo referente a Cuba, y el informe de Antonio o A, como también signaba, les pareció un tanto moderado, pero les re-afirmaba sus suposiciones sobre el giro dado por la Revolución. Por esa razón se le solicitó a Iglesias, de manera urgente, una reflexión de lo acontecido en Cuba.684 Abelardo contestó de tal manera que no dejaba dudas sobre la veracidad de lo notificado por Antonio, aseverando que éste era el pseudónimo de un reconocidísimo militante ácrata conocido por todos, seguramente Marcelo Salinas, siendo de toda confianza lo informado por él. Abelardo expresó que, a fin de cumplir sus demandas de información veraz, se le remitiría toda

Literatura circulante, preferentemente la oficial, para que tengan elementos de juicio para interpretar los hechos correcta e imparcialmente, ustedes que son perros viejos, sabrán interpretar los textos y los hechos, ahorrándonos a nosotros el tener que hacerlo en una correspondencia postal que seguramente está controlada, lean con mucho cuidado las cartas que les enviaremos en el futuro, pues tendremos que utilizar frecuentemente giros simbólicos y frases en doble sentido. Todas las preocupaciones reflejadas en tus palabras están perfectamente justificadas.685

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4.4 Encuentros y desencuentros

En enero de 1960 la Asociación Libertaria de Cuba (ALC) celebró una reunión con el propósito de valorar ‘su’ Revolución, dibujar su posición frente a quienes estaban en el poder y trazar una línea de acción. Los acuerdos alcanzados se publicaron bajo el título de Declaración de principios de la Agrupación Sindicalista Libertaria (ASL), en junio de 1960. En el pequeño folleto se planteó que, para una transformación real en las estructuras de cualquier sociedad, era indispensable proceder de manera simultánea contra el binomio

683 Antonio Rueda, “Informe confidencial”, 5 de mayo de 1960, CDLJP/FLA. 684 “Carta de J Prince a Abelardo Iglesias”, 26 de julio de 1960, CDLJP/FLA. 685 “Carta de Abelardo Iglesias a Jacobo Prince”, 9 de agosto de 1960, CDLJP/FLA.

Estado/capital, es decir cambiar el modelo económico acompañado con la disolución del Estado como entidad política y administrativa, sustituyéndolo en sus funciones con organismos revolucionarios como los sindicatos, municipios libres, cooperativas agrarias e industriales autónomas y colectividades fabriles y campesinas, libres de injerencias gubernamentales o privadas.

Paralelo a la Declaración, se creó el grupo Movimiento de Acción Sindical (MAS), constituido por grupos de izquierda, mas siendo su núcleo duro los anarquistas. Éste se presentó como un organismo revolucionario de la clase trabajadora y enarboló los postulados de la justicia social. A decir del MAS, la Revolución llevó a los trabajadores, y a sus organizaciones, a condiciones de sometimiento y entreguismo como en los peores tiempos, a causa de obligarles a renunciar a sus más preciadas conquistas y al derecho de luchar por mejoras inmediatas. El MAS sentenció: “el pueblo ha sido traicionado una vez más, un grupo de desalmados ha levantado el monstruoso edificio de una dictadura totalitaria, sobre las ruinas sangrientas de la dictadura batistiana”.686 La actuación del MAS ondeó entre la legalidad y el clandestinaje; su órgano de difusión, Nuestra Palabra Semanal (NPS), de carácter estrictamente interno se remitió a sus diferentes núcleos radicados en Puerto Rico, Honduras, Miami, Venezuela y Nueva York, en esta última se reimprimía NPS y se giraba a los núcleos anarquistas con la finalidad de enterarlos sobre la situación cubana.

Tanto el MAS, como la ASL, compartieron presupuestos básicos en torno a la superación del régimen capitalista, amparados en la concepción ácrata de valerse de los sindicatos como médula económica revolucionaria. Una revolución social, para considerarse tal, se refirió en la Declaración, debía garantizar el disfrute de derechos básicos como “la libertad de expresión, pensamiento y petición, el derecho al trabajo, a una vida digna, a la inviolabilidad del domicilio, a ser juzgado imparcialmente, a la cultura y a la salud”, eliminar la discriminación racial, las persecuciones políticas, la intolerancia religiosa y la injusticia.687

686 “Prólogo”, Nuestra Palabra Semanal, núm. 1, La Habana, 13 de junio de 1960. 687 ASL, Declaración de principios, Editorial Luz-Hilo, La Habana, junio de 1960.

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