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Dudas

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Dudas

En mayo de 1959 los sindicatos de la Isla convocaron a sus agremiados a elecciones para los cargos de los comités locales, regionales y nacionales a fin de re-componer a la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), con el agregado de revolucionaria, a fin de regresar a la “normalidad”. En el sindicato gastronómico, uno de los sectores bajo mano de los anarquistas y una de las “industrias” generadoras de mayores recursos económicos para Cuba, se impugnó la convocatoria, aduciendo que incurría en una serie de irregularidades tendientes a beneficiar a los grupos propuestos e impulsados por el 26 de Julio, el cual pretendía controlar a toda costa los sindicatos, a ese fin en la convocatoria se insertaron medidas en conflicto con las normas del sindicalismo democrático. Como era el dar voto al

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afiliado de nuevo ingreso, con ello, a decir de los gastronómicos ácratas, se producía una hipertrofia al organismo, pues los nuevos integrantes lo serían con el exclusivo propósito de ser afiliados políticos, utilizables electoralmente “en todos los organismos obreros”, aclarando que se regulaba el derecho al voto con el fin de evitar esas anormalidades, “para que un miembro esté en capacidad de orientar su voto, precisa conocer a la organización y a sus afiliados, no es posible que una persona esté en esa posición con sólo 30 o 40 días de pertenecer al sindicato”.649

Sumado a esas dudas, a los anarquistas les llamó poderosamente la atención que a cualquier opositor y, “sin el menor empacho, se le colgara el sambenito de mujalista o batistiano, todo está en que la persona discrepe de la orientación que dé fulano o siclano”. Tales procedimientos les recordaba al régimen de Batista quien otorgó al movimiento obrero a Eusebio Mujal. Éste, con el fin de eliminar o anular a un militante obrero disidente, lo acusaba de comunista o insurreccional, con ese proceder, entre ‘el antiguo régimen’ y el revolucionario sólo había diferencias semánticas.650

de las multitudes es inconmensurable, en tanto lo anima la convicción de estar sirviendo a una obra justa y provechosa, cuando su convicción flaquea, el sentido abnegado enflaquece siendo muy difícil hacerlo renacer”, “La reforma agraria será una realidad…”, El Libertario, núm. 7, La Habana, 31 de agosto de 1959. 649 “Editorial”, Solidaridad Gastronómica, núm. 4, La Habana, 15 de abril de 1959. 650 “Editorial”, Solidaridad Gastronómica, núm. 4, La Habana, 15 de abril de 1959.

Los anarquistas cubanos sostenían, como el grueso de los libertarios, que el movimiento obrero debía estar cargado de un sentido ideológico, pero abierto, pues todo intento de controlarlo y utilizarlo con propósitos particulares o políticos redundaba irremediablemente en perjuicio del trabajador. Desde esa consideración, los ácratas recordaron la historia del proletariado cubano desde el machadato hasta el triunfo rebelde, periodo donde se desaprovecharon innumerables oportunidades para hacer del movimiento obrero un aparato capaz de servir a los legítimos intereses e ideales de las clases trabajadoras. Ese fin no se alcanzó y el camino andado dentro del régimen revolucionario les hacía prever que las prácticas ‘gansteriles’ no se finiquitaron con el exilio de Mujal, pues la convocatoria para la conformación de la CTC revolucionaria estaba preñada de las mismas tácticas con el fin de convertir, a las organizaciones obreras, en un juguete de quien la tuviera en sus manos.

Eso les dio motivos para impugnar la convocatoria, reclamando que los trabajadores debían tener absoluta libertad y garantía de elegir a sus dirigentes, sin coacción, reiterando que el movimiento obrero debía luchar con la intención de retener sus conquistas, manteniendo sus características clasistas, de lo contrario siempre dependería de las decisiones del gobernante en turno, aunque, en determinados momentos, como el atravesado, los intereses de éstos coincidieran con las aspiraciones de los trabajadores e incluso se llegaran a promulgar medidas benéficas, pero estas, en realidad, tendrían un valor relativo si no eran consolidadas por la iniciativa de los trabajadores.651 A su queja/advertencia se sumó su rechazo a una cláusula, en la convocatoria a elecciones de la federación nacional de trabajadores azucareros, que exigía, a los aspirantes a cargos directivos, fueran cubanos nativos.652

651 “Editorial”, Solidaridad Gastronómica, núm. 5, La Habana, 15 de mayo de 1959 y M González, “Resumen obrero”, Solidaridad Gastronómica, núm. 5, La Habana, 15 de mayo de 1959. Estas posiciones son mayoría en los impresos libertarios cubanos; mas, hay otras con un fuerte tufo reformista, pero ante la embestida comunista se comprenden: “en Cuba se quiere la democracia aplicada y no la dictadura de una clase; algunos creen que los obreros y patrones tenemos que estar necesariamente en guerra, nada más lejano de la realidad. El empresario debe tener contentos a sus empleados porque el estado de ánimo de estos influye, extraordinariamente, en el éxito de un negocio. mucho más en nuestro a giros. Los obreros debemos cuidar del negocio porque de él depende el sustento de nuestra familia, y ambos: patrones y obreros, debemos tener en nuestras exigencias y reclamaciones un sentido del límite, podemos entendernos, en un sentido recíproco de humana comprensión de reproducir el milagro”. René Sequerella, “Desde mi chequera”, Solidaridad Gastronómica, núm. 4, La Habana, 15 de abril de 1959. 652 Víctor, “Pero ¿es posible?”, Solidaridad Gastronómica, núm. 4, La Habana, 15 de abril de 1959.

La argumentación expresada estaba en concomitancia con el ascenso de elementos del Partido Socialista, en diferentes áreas de la nueva administración. De ahí surgió otro de sus reclamos, al considerar una injusticia el ir colocando a los comunistas en áreas clave de la administración revolucionaria cuando los mismos fueron aliados temporales de los dictadores en turno. Esa cuestión tornó en desconcierto cuando los comunistas tomaron el control de los

núcleos de base del 26 de Julio, los cuales eran utilizados como medio de copar los organismos de la revolución: la universidad, las cooperativas, la enseñanza elemental, las industrias y servicios expropiados, pero, en particular, los sindicatos, donde hicieron uso de viejas prácticas como el reventar asambleas, difamar, señalar y acusar a sus adversarios de contrarrevolucionarios, mujalistas o servidores de la tiranía, eliminando toda crítica.

Un ejemplo de lo antes dicho es el caso de Ángel González, de San Cristóbal, quien denunció que a su padre se le imputaron cargos por malversación de fondos del sindicato azucarero de la central San Cristóbal, a fin de imposibilitarlo a participar a un cargo sindical. El procedimiento fue ejecutado por la dirigencia del sindicato, en manos del 26 de Julio, inhabilitándolo por 30 años y tachándolo de servidor de la dictadura. Para demostrar la falsedad de las acusaciones Ángel González enumeró el historial de su padre quien fue destituido de la CTC, hostigado por la policía y la patronal por no haberse plegado a la voluntad de Mujal. A raíz del ataque al cuartel Goicuria estuvo preso e incomunicado, varias veces detenido y torturado, por esos antecedentes se preguntó su hijo: “¿por qué no dejaron a mi padre defenderse de las imputaciones?, esa no es la democracia que predica Fidel e hiciera de la Revolución cubana ejemplo de América. Eso es coacción”.653

Ante esos casos, como lo sostuvo Moscú en su carta a Cabona, los anarquistas manifestaron que los peligros reales de la revolución no emanaban del exterior (atentados, bombardeos, guerra propagandística/psicológica) peligros que, llegado el momento (como ocurrió), las ‘masas’ sabrían resistir y rechazar al enemigo, el cual estaba plenamente identificado y representado en las figuras de ex-batistianos y toda la gama de quienes habían perdido sus injustos privilegios. En óptica de los anarquistas, la verdadera amenaza emanaba de las

653 S González, “Desde San…”, Solidaridad Gastronómica, núm. 4, La Habana, 15 de abril de 1959.

contradicciones entre las metas señaladas por la Revolución y los procedimientos practicados por individuos y grupos a ella suscritos, quienes se valían de un cultivo del chovinismo y del uso desmedido de ‘colgar el sambenito’ de retrógrados, contrarrevolucionarios o mujalistas.654

El sindicalismo y la infiltración comunista abrieron la disputa entre los ácratas y la Revolución. Pero hubo otros temas que abonaron a esa pugna. Entre ellos, la reforma a la enseñanza. En el bagaje de los libertarios cubanos, el ideal pedagógico era la escuela racionalista neutra, algo imposible de implantar en ese momento en Cuba, tanto por su marginalidad en el proceso como en la necesidad del Estado post revolucionario de “cuidar de la enseñanza de su pueblo, no sólo con el fin de elevar la cultura, sino también, y generalmente, para hacerles una conciencia o formación política y social que le sirva al desarrollo y consolidación de sus objetivos”.655 Conscientes de ello, los ácratas reivindicaron la necesidad de una educación humanista, popular y científica, como pilar de una sociedad libre y justa, por ende su crítica no partió ni colindó en el tipo de pedagogía, su oposición radicó en la centralización y la politización de la misma: “la centralización, como bien lo define la palabra, lo lleva todo a la resolución de un poder central, desconociendo generalmente las características de cada caso, [el centro] no podrá estar al tanto y conocer a detalle cada problema, inconveniente o modalidad que surgiera o fuera de necesidad en todas las regiones del país, por lo mismo, las soluciones que pudieran suceder serían negativas a la cuestión realmente existente”.656

El segundo tema de enfrentamiento fueron los emprendimientos económicos. En primer lugar, la modificación de las tarifas aduanales con los Estados Unidos. Era cierto que Cuba necesitaba de cambios profundos, pero iniciar una ‘guerra’ aduanera y proteccionista con el que era, podría considerarse, su mayor ‘socio’ comercial, era un suicidio. Pues, la elevación de los derechos de importación a una gran variedad de productos, autorizaba al General Agreement on Tariffs and Trade (GATT), a tomar medidas de acción recíproca contra

654 “Editorial”, El Libertario, núm. 8, La Habana, 30 de septiembre de 1959. 655 “Editorial”, El Libertario, núm. 7, La Habana, 31 de agosto de 1959. 656 “Editorial”, El Libertario, núm. 7, La Habana, 31 de agosto de 1959.

Cuba.657 No era que los anarquistas estuvieran contra la protección del trabajo cubano y la diversificación agrícola-industrial con la intención de alcanzar la autosuficiencia y la soberanía; mas, la forma de emprenderla sólo repercutiría en los sectores marginalizados, la transformación debió partir de la propia realidad cubana, la cual no era tan alarmante como la del resto del continente, donde el hambre y la pobreza eran agudas e incluso rayaban en la hambruna. El problema en Cuba no era éste, sino su codependencia a Estados Unidos y la ausencia de libertades públicas, patrocinada precisamente por EU; la solución, a vista de los libertarios, era emprender la industrialización y autosuficiencia (energética, alimentaria, sanitaria) a partir de la acción popular, no por decretos ni medidas sin sustento.

A la guerra tarifaria se añadió el aumento de jornales sin un estudio serio y detenido de la situación, esto, consideraron los ácratas, llevaría a una espiral inflacionaria desestabilizando la economía por completo, traducida, primero, en una devaluación monetaria, luego limitando el gasto público conducente a un desbalance entre exportaciones-importaciones causando estragos en amplios sectores populares y creando una escasez generalizada. Ello redundaría en solicitar una renuncia ‘voluntaria’ a cobrar el aumento del salario, justificando “que los mismos se reservan para la fundación de nuevas empresas, es un esfuerzo supremo para soslayar la peligrosa crisis que se vislumbra”.658

Siguiendo en el aspecto económico, los ácratas, consideraron que la reforma agraria no estaba erigiendo verdaderas cooperativas pues ni independencia ni autodeterminación existían en ellas. En todo caso eran empresas agrarias del Estado, apéndices del mismo, y como toda empresa estatal, sin una vigilancia popular y sin la acción directa de los trabajadores, derivaba inevitablemente en una maquinaria burocrática ineficiente y corrupta. En ese sentido los anarquistas rechazaron las sugerencias elaboradas por Regino Boti y Felipe Pazos quienes, a petición de Frank País, crearon las tesis económicas para los miembros del 26 de Julio y sus

657 “La reforma agraria será una realidad…”, El Libertario, núm. 7, La Habana, 31 de agosto de 1959. 658 “El aumento simbólico de jornales”, El Libertario, núm. 8, La Habana, 30 de septiembre de 1959.

fuerzas revolucionarias,659 las tesis estaban encaminadas a “una centralización estatal, la cual sólo conduciría a la mayor y más rígida uniformidad de la vida”.660

Yendo más allá, los anarquistas denunciaron la desorientación y las erráticas decisiones que primaban en las instituciones económicas cubanas, como el fracaso estrepitoso de la política cumbre del castrismo: la reforma agraria. En El Libertario se adujo que el ministerio de agricultura autorizó la importación de 200 000 quintales de papa destinadas al consumo interno, ante la carestía del producto. Por ese acto los anarquistas se cuestionaron ¿y qué han hecho los representantes del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), las cooperativas de producción y las asociaciones campesinas durante ocho meses de actividad, libres ya del monopolio que ejercían los paperos, que no hayan podido evitar la importación de este tubérculo con la consiguiente evasión de divisas? ¿Es qué las papas no pueden obtenerse en el país o el trabajo de los organismos, formados al calor de la Revolución, sólo se circunscriben a los grandes enunciados? ¿Acaso fracasó la reforma agraria?661

La centralización de la enseñanza, el control de los sindicatos y los yerros económicos se aunaron a un control cada vez mayor de la prensa. Quienes no se ciñeron a los dictados de los dirigentes revolucionarios eran inmediatamente atacado, estigmatizado y requisado su medio. Si la revolución se iba a profundizar por los cauces del socialismo era necesario entender que este no podía construirse en un ambiente de asfixia y opresión. A decir de los anarquistas el socialismo era el aseguramiento de una vida digna, con bienestar y libertad. La igualdad en el derecho a la vida. Los anarquistas partían de la validez de una crítica profunda a la economía burguesa y al aparato opresivo puesto a su servicio; pero también era menester entender al socialismo como una acción mancomunada de todos los sectores productivos encauzados a la socialización de la tierra, las fábricas, las minas, las máquinas, herramientas, medios de transporte y demás elementos necesarios para la producción, distribución, intercambio y coordinación de servicios y mercancías. La socialización debía hacerse bajo una irrestricta libertad, condición inseparable de la realización de la justicia social. Los

659 Constante, “La única solución …”, El Libertario, núm. 9, La Habana, 25 de noviembre de 1959. 660 Constante, “La única solución…”, El Libertario, núm. 9, La Habana, 25 de noviembre de 1959. 661 “Revisando la prensa”, El Libertario, núm. 8, La Habana, 30 de septiembre de 1959.

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