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Apreciaciones previas
from El anarquismo en América Latina (1921-1959. Los casos de Argentina, Cuba y México
by Kclibertaria
aborda necesariamente al anarquismo, por haber sido militantes libertarios quienes sentaron las bases del Partido Comunista Mexicano y del Partido Comunista de México.221
Apreciaciones previas
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Algunos errores al estudiar al anarquismo, cometidos con bastante frecuencia, ha sido vincularlo íntimamente con el movimiento obrero, considerarlo como una práctica éticamoral ante la vida-realidad y desestimarlo como pensamiento-acción. Obvian que posee un marco analítico, teórico y conceptual propio con el cual significó la ‘realidad’, la revolución y la sociedad post-capitalista-estatal. Desde sus bases interpretó los procesos históricos, económicos, sociales, culturales y políticos.
A menudo se considera al acratismo como una ‘idea’ desestructurada, carente de un sistema teórico, por lo general quienes lo habían abordado como parte de los estudios del movimiento obrero o del socialismo, como Melgar Bao, Suriano o Godio, afirmaban que su construcción del mundo radicó, meramente, en la elaboración y difusión de imágenes, metáforas y símbolos. Apreciaciones tan imprecisas como faltas de todo rigor, apoyadas sobre la base de prejuicios y sesgos político-ideológicos y no en un verdadero esfuerzo por entender al anarquismo.
Comúnmente se pasa de largo comprender quiénes eran los redactores de los impresos, oradores en asambleas, actos o mítines, escritores de folletos o libros, conferencistas, polemistas, si bien merecen la categoría de intelectuales la casi totalidad fueron obreros autodidactas y sus ideas, como todas las ideas, fueron creadas y profesadas con la intensión de propiciar la acción e incentivar la movilización, emprender la transformación del mundo. Su sujeto, o sujetos, al cual apeló fue una inmensa categoría de trabajadores, la mayoría de ellos sin instrucción formal, por ello su discurso, los mismos anarquistas lo explicitan infinidad de veces, debía ser sencillo, comprensible y asequible a todos, de ahí sus ‘recursos’
221 Francisco Ignacio Taibo II, Bolcheviques: historia narrativa de los orígenes del comunismo en México (1919-1925), kindle, Planeta, México, 2019.
y estrategias discursivas, el uso de metáforas, imágenes y demás figuras retóricas, repetitivas hasta el cansancio, les permitió acceder a su sujeto, o sujetos.
Lo anterior no significó, ni por asomo, la ausencia de individuos capaces de conceptualizar, teorizar sus ideas y problematizar la realidad, como he demostrado en el capítulo anterior, existieron teóricos de primer nivel como Rhodakanaty, Pellico, Urania, Santillán, Arango, Valadés. Como se verá en el presente, con más claridad, los anarquistas no sólo fueron capaces de generar estrategias retóricas y prácticas nuevas, sino también apropiarse o arrogarse nuevos esquemas conceptuales e interpretativos. El anarquismo, quizá como pocas matrices ideológicas, se dirigió, al mismo tiempo, al estómago, a los sentimientos y a la razón.
Otra suposición, moneda corriente hasta hace poco, fue aseverar una supuesta crisis y paulatino declive del anarquismo argentino a partir del Centenario de su independencia (1910). Esa tesis no tiene asidero real o cómo explicar el auge propiamente anarquista en los años 20, como la creación de dos organizaciones específicas, una real y efectiva: la Alianza Libertaria Argentina (ALA) (1923-1932); la otra de membrete y efímera, la Unión Comunista Anarquista Argentina (UCAA) (1922-1923). La convivencia-conflicto de cuatro corrientes libertarias con gran influjo sobre los movimientos populares; más aún, una proliferación de impresos que, en calidad, cantidad y variedad entre los años 1917 y 1930 no tiene comparación con ningún otro lugar del orbe.
Al contrario de esa supuesta ‘desaparición’, sería oportuno afirmar la existencia de una paulatina pero consistente desvinculación con el movimiento obrero. En consecuencia, el yerro ha radicado en observa al anarquismo a partir de su separación con el que había sido su sujeto revolucionario predilecto, pero el anarquismo no se redujo al ámbito de los trabajadores, a pesar de encontrar ahí su nicho, en tal sentido se debe emprender cualquier análisis sobre el anarquismo de lo sostenido por los propios anarquistas, observarlo en su especificidad: un movimiento de cuadros (células, grupos) y no de masas. Partiendo de ese auto-reconocimiento y la comprensión de ser, siempre lo fueron, una minoría dentro del mundo del trabajo y sus sujetos sólo recurrían a ellos en momentos de alta conflictividad
social, se intuye su perenne llamado a la organización de los ‘cuadros’ libertarios, si en el capítulo precedente he citado algunos ejemplos, como los teorizados por Malatesta, Pellico o Rhodakanaty, es menester reconocer el perpetuo llamado a fortalecer esa ‘vanguardia’ revolucionaria, como lo reiteró La Protesta:
No es suficiente que nosotros, la minoría consciente, sintamos la necesidad de la revolución e interpretemos los fundamentos filosóficos y sociales del anarquismo. El pueblo, la inmensa mayoría de los productores, desconocen el valor de nuestras ideas, no saben lo que queremos los anarquistas, ni interpretan nuestra rebeldía, mientras los verdaderos interesados en hacer la revolución emancipadora no interpretan nuestras ideas, no sepan lo que queremos y porqué somos revolucionarios, el anarquismo no será una fuerza social efectiva, capaz de determinar los acontecimientos, nuestra revolución, si bien necesita del número para poner eficaz resistencia a la fuerza disciplinada del Estado, ante todo [debe] contar con fuerzas de valor cualitativo, con elementos orientadores y un ejército de orientadores capaces de saber emplear las armas para destruir el poder y los instrumentos de trabajo para la reedificación social.222
Otra postura común ha sido arrinconar la lucha del anarquismo a un cambio de mentalidades o eliminación de los prejuicios. No obstante, un análisis detenido de su cuerpo documental nos abre un abanico de actividades con sus tácticas y métodos de lucha, tendientes a incentivar un cambio en las formas de relación. Entre ellas, un llamado a la eliminación de los prejuicios (educación-auto-conciencia). Es decir, preparar al ser humano para la sociedad futura y no la sociedad futura forjara el ser humano nuevo, ni la sociedad futura y el hombre nuevo se construyeran a la par. Concibieron el éxito del cambio social y su consolidación, sólo si los oprimidos estaban capacitados para vivir la libertad, pero esa capacidad no debía esperar el cambio de régimen, debía practicarse en el ahora, aún dentro del sistema capitalista-estatal y en todos los órdenes de la vida. Así, cuando la revolución triunfara sería sencilla la asimilación a la sociedad post-capitalista y post-estatalista, más importante, se evitaría caer en los ‘vicios del pasado’ o que la reacción tomará revancha.
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Por último, se ha afirmado que el anarquismo rioplatense, en particular las dos corrientes más críticas hacia la Revolución rusa y en sí a todo el lenguaje conceptual de ella, abandonó la lucha de clases y esto lo apartó de los trabajadores, a contracorriente de esa hipótesis los
222 “Nuestra revolución”, La Protesta, núm. 3390, Buenos Aires, 2 de junio de 1918. 223 Emilio López Arango, “Los valores…”, La Protesta, núm. 3109, Buenos Aires, 6 de julio de 1917.
anarquistas desarrollaron una categoría más amplia al de la lucha de clases: lucha social, donde insertaron la lucha de clases como un elemento más, nunca la negaron ni rechazaron.
Ante las interpretaciones dadas al anarquismo, en especial con la recepción de la Revolución rusa, en este trabajo he optado por situar la disquisición a partir del propio bagaje teóricoconceptual elaborado en ese momento histórico por los mismos libertarios, conocer qué entendieron o qué significado le dieron a maximalismo, Estado proletario, etapa transitoria y dictadura del proletariado, categorías, métodos y prácticas contrapuestas al anarquismo, pero a los cuales recurrieron para interpretar, explicarse y explicar la Revolución rusa.
Los anarquistas reconfiguraron y resignificaron su terminología según el catalejo desde el cual se miró el proceso ruso y le signaron valores distintos. Una de sus ramas estuvo pronta a ver la revolución bajo el prisma de sus presupuestos básicos, reivindicando los preceptos de Malatesta, Bakunin y Kropotkin. A través del microscopio teórico de estos pasaron revista a la revolución y, de ahí, parieron su crítica contra el partido comunista, el gobierno obrero, la dictadura de clase, la centralización y la nacionalización.
Otra escuela del anarquismo transitó de una crítica velada a una justificación de métodos propios del bolcheviquismo, para al final retornar al redil de las ideas ortodoxas. Por último, una tercera familia, trató de sintetizar los presupuestos básicos del leninismo con los del anarquismo, este grupo fue bautizado como anarco-bolchevique. Este término apareció por vez primera en La Antorcha, quien re-publicó un artículo del Fraye Arbeter Shtime de Nueva York, intitulado ‘anarco-bolcheviques’, en este se alude a lo chocante y absurdo del nombre, claro, a oídos de cualquier anarquista, pero ratificando su existencia en Rusia, donde son conocidos los “anarco bolshevikis, digo anarco-bolshevikis y no anarco-bolshevismo. Los anarco-bolshevikis son anarquistas aislados, los cuales por su propia voluntad se plegaron a los bolsheviques y siguen con ellos, considerándose, al mismo tiempo, como anarquistas”.224
Esta última corriente ha sido pasada por alto y al obviarla los historiadores del anarquismo, incluidos los propios historiadores anarquistas, han perdido de vista una cuestión medular:
224 “A través de la prensa”, La Antorcha, núm. 19, Buenos Aires, 9 de diciembre de 1921.
esta corriente puso en marcha, con bastante antelación: el plataformismo. Es decir, pugnaron por el ‘centralismo democrático’, el grupo ‘rector’, la disciplina de ‘hierro’ y la necesidad de la unidad de acción, ideológica y táctica, manteniendo, a su vez, el federalismo, la democracia directa y el apoliticismo.
Lo antes expuesto se circunscribe al anarquismo argentino, en el caso de México, por la carencia de fuentes no es posible evidenciar la escisión en el mismo y su consecuente debate. Empero, el fragmentado cuerpo documental arroja luces sobre él. Si en Argentina la corriente plegada a los dictados de Moscú se erigió con la bandera del anarco-bolchevismo, anarquismo marxista, tercerista o dictador, no abandonó las filas ácratas. En México sí lo hicieron y se sumaron a los partidos comunistas.
Dos puntos a agregar del porqué ambos movimientos siguieron caminos tan dispares. Primero, la mirada de los anarquistas radicados en Argentina estaba centrada en Europa (muchos de sus intelectuales y militantes más activos procedían de ella). En el caso de México, la interpretación del acontecer ruso tuvo como referente inmediato a la Revolución mexicana, en la cual participaron muchos de ellos, como conductores del pueblo insurreccionado y como cabecillas de organizaciones sindicales. Por lo mismo en los primeros años (1917-1919) fueron bastantes cautos al comentar los alcances, aspiraciones o límites en los cuales se enmarcaría el proceso soviético. Sólo Regeneración, con amplia circulación en México, dio noticias puntuales y elaboró comparaciones, certeras, entre la Revolución mexicana y rusa, tales:
La sagrada llama revolucionaria sigue viva en México y de seguir los pasos que lleva la tiranía en este país [Estados Unidos] pronto habrá aquí también algo y bueno. Las hogueras revolucionarias de México y Rusia, están alumbrando a la humanidad entera el camino hacia su emancipación… ¡Adelante! Que pronto será envuelto el mundo en esa llama purificadora que reduciendo a cenizas el injusto sistema actual, dé paso franco a la anarquía.225 México y Rusia forman la vanguardia de la magna insurrección. En México, como en Rusia, manos audaces arranca la tierra de las garras de la burguesía. El sur de México está en poder del proletariado, y en Rusia, dos millones quinientos mil acres de tierra han sido tomados por los campesinos sin esperar a que un congreso se digne a decretar la expropiación de la tierra. Lo
225 Enrique Flores Magón, “La situación”, Regeneración, núm. 257, Los Angeles, 23 de junio de 1917.
que ocurre en México y en Rusia ocurrirá en todo el mundo porque en todas partes la tierra se encuentra acaparada por unos cuantos, y al acaparamiento de esa fuente natural de la riqueza se debe la miseria de las masas populares.226
El segundo punto es el camino andado por las corrientes socialistas. En México no existió una continuidad entre los anarquistas del siglo XIX y los del XX. Quienes formaron la Casa del Obrero Mundial (COM) o los integrantes del Partido Liberal Mexicano (PLM) empezaron desde cero, no se remitieron a La Social o a Rhodakanaty. En Argentina existió una línea desde El Perseguido hasta la FACA.
Queda claro, este capítulo, como los anteriores y posteriores, no trata del mundo obrero o campesino ni de un movimiento popular en particular, es un examen a las ideas y prácticas anarquistas y circunstancial s ver si actuaron o influyeron en determinados grupos sociales o en ciertas coyunturas. Como lo expresé anteriormente, esta tesis está enmarcada en la historia y filosofía de las ideas e ideologías.
En otra arista, es menester precisar de dónde tomaron la información los anarquistas para interpretar lo acontecido en ‘Oriente’. Según especifican ellos mismos, la Gran Guerra rompió sus redes de información: “en realidad, nada sabemos de Rusia, de la forma en como los maximalistas han materializado la revolución o, más bien, de la forma en que los acontecimientos obligaron a los maximalistas a constituir su gobierno”.227 La destrucción de sus relaciones trasatlánticas, tejidas durante 30 años, se tradujo en una falta de información directa del escenario de los acontecimientos. En el caso de México sus redes no se rompieron, estaban tendidas con el sur y la costa este de los Estados Unidos, de ellas abrevaron.
Por lo citado antes los anarquistas recurrieron a los cablegramas publicados en la prensa burguesa, en un principio eran insertados y después comentados en su conjunto, pasado el tiempo sólo se publicó la interpretación de los mismos. Los anarquistas no tomaron las columnas o editoriales de la prensa grande sino los cables a los cuales tachaban de burgueses, pero les otorgaban mayor credibilidad y objetividad por proceder de corresponsales radicados
226 Ricardo Flores Magón, “En los umbrales…”, Regeneración, núm. 258, Los Angeles, 28 de julio de 1917. 227 “La situación en Rusia”, La Protesta, núm. 3357, Buenos Aires, 24 de abril de 1918.
en las zonas del conflicto. Con el final de la guerra y la ‘normalización’ del mundo occidental las redes se fueron reconstruyendo, primero con Italia y España, enseguida con Francia y Alemania. De dichos países emanaron noticias y juicios elaborados por los mismos anarquistas, estos remplazaron de inmediato a las fuentes informativas procedentes de agencias como la Associated Press (AP) y el New York Times (NYT). La información remitida por sus libertarios europeos, en forma de cartas o en impresos, fue complementad con la generada por la Agencia Rusa de Telégrafos (ROSTA).
Tres cuestiones a destacar previo a entrar a tema. Primero, los análisis y notas de la prensa anarquista, sobre Rusia, no deben mirársele desde la periodización elaborada a posteriori, es decir, tratar de encontrar una división exacta entre revolución burguesa, intento de golpe de Kornílov, revolución de octubre, comunismo de guerra, guerra civil, Majnovchina-Kronstadt, Goerlo, etc. La división desde el anarquismo es tenue, casi imperceptible. Se pueden definir bien cuatro momentos, a razón: aceptación-rechazo de la revolución democrático-burguesa, adhesión-defensa a los bolcheviques, desencanto con la revolución y enfrentamiento con el régimen leninista. Las noticias sobre Kronstadt o la Majnovchina son tardías y no se informa sobre esos eventos sino hasta 1921, cuando se está dando la unanimidad ácrata sobre Rusia.
Segundo, el espacio geográfico de nuestros protagonistas. Para el caso de Argentina, Buenos Aires sigue siendo el punto donde se hallaban asentados los principales impresos (La Protesta, La Antorcha, Bandera Roja, etc.), no obstante, regiones como Rosario, Mar de Plata, La Plata y Bahía Blanca le acompañaron en actividad proselitista (exceptuamos los hechos-masacres de Santa Cruz y Santa Fe). El caso de México, a la zona del Distrito Federal se agregaron las regiones del Bajío y la petrolera del golfo de México. Desde estas zonas se emprendieron distintos proyectos editoriales y periodísticos, resultado de una mayor actividad ácrata, reflejo de una eficaz coordinación-cohesión de grupos e individualidades.228
228 Véase el importantísimo trabajo de Mónica Alcayaga Sasso, “Librado Rivera y Los Hermanos Rojos en el movimiento social y cultural anarquista en Villa Cecilia y Tampico, Tamaulipas’, tesis doctoral, Universidad Iberoamericana, 2006.