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Febrero
from El anarquismo en América Latina (1921-1959. Los casos de Argentina, Cuba y México
by Kclibertaria
Por último, advertir sobre la heterogeneidad de opiniones dentro de un mismo impreso, en la mayoría de los medios analizados se dieron cita las diferentes familias ácratas, propiciando un duro debate en el interior de los mismos, el caso paradigmático fue Tribuna Proletaria. Con todo, la Revolución rusa propició un fenómeno el cual dominó la prensa libertaria de los años 20: la homogeneidad de opiniones, tendencia inaugurada por Bandera Roja. Quizá este fenómeno de convertir al impreso en un monolito daba visos de la batalla venidera en el seno de los anarquismos rioplatenses.
Febrero
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Las primeras notas aparecidas en la prensa ácrata, dando cuenta de la insurrección acaecida en Rusia, aparecieron entre febrero y marzo en La Protesta y Regeneración. En el impreso argentino se culpó al hambre imperante en Rusia, propiciada por la guerra, como el detonante de la Revolución, pese a ello se lamentó del ascenso al poder de los mismos sostenedores del régimen derruido. Regeneración informó algo símil, dando un gran peso a los motines del hambre.
El proceso revolucionario ruso fue recibido como el inicio de la gran revolución mundial, la segunda chispa capaz de inundar al mundo con fuego. Regeneración lo interpretó como el comienzo de una serie de movimientos populares prontos a extenderse por todo el orbe. En la mirada de los magonistas la revolución, en los antiguos dominios zaristas, tuvo su origen en la contienda bélica; por tal bendijeron la ‘gran carnicería’. Sin ella, los pueblos habrían permanecido envilecidos y soportando su abyección. En ese sentido, la guerra como catalizador de la revolución logró despertar la conciencia de los pueblos, más eficaces que largas décadas “de sana propaganda anarquista. Tres años de horror, de luto, de sangre, de lágrimas y de hambre, han hecho no solamente posible la revolución, sino inminente e inevitable en todo el mundo”, reflexionó Flores Magón.229
En ese contexto se marcó como norte de los pueblos la obra revolucionaria de los rusos. La Protesta identificó, en esa batalla emancipadora, a dos actores enfrentados. En primer plano
229 Ricardo Flores Magón, “En vísperas…”, Regeneración, núm. 257, Los Angeles, 23 de junio de 1917.
colocó al grupo ascendido al poder, en el otro, identificó a todo un conglomerado de sectores de izquierda con el nombre genérico de socialistas extremos, en éste comprendieron a sus compañeros.230 Entre marzo y noviembre de 1917, calificaron a Lenin y a su séquito como pacifistas revolucionarios, promotores de una paz sin anexiones ni indemnizaciones.
Gracias a los cablegramas de la prensa burguesa los libertarios se construyeron la imagen que, con el nombre de socialistas extremos o radicales, se referían a los ácratas.231 Por otra parte, se llegó al grado de considerar a los anarquistas como la fuerza preponderante en Rusia, por lo mismo se hicieron preguntas desapegadas de toda realidad, como el creer a los anarquistas dueños de la situación y quienes poseían en sus manos el pactar o no la paz, por ejemplo, se interrogaron si tendrían tan poca perspicacia de incentivar un acuerdo con Alemania sin conocer los riesgos intrínsecos. Acusaron no creer a sus compañeros tan ‘impolíticos e ignorantes’. Pues, al fin y al cabo, los revolucionarios eran por excelencia enemigos de la tiranía, por ello, por más anarquistas, siempre eran preferibles las democracias, aún con sus imperfecciones, a un imperio militar.232
En este primer momento se observa a una parte de los anarquistas nucleados en torno a La Protesta, tomar una posición moderada y consecuente con la situación compleja de la Rusia revolucionaria. Al transcurrir el tiempo y al percatarse de las acciones emprendidas por el gobierno provisional, encabezado por Gueorgui Lvov y del andar intransigente de los ‘pacifistas revolucionarios’, cambiaron su postura. De aspirar a la consolidación de las libertades democráticas a lanzar férreas críticas contra quienes se habían quedado en ese primer escalón, como Kropotkin, quien se ganó acres censuras.233
230 “La revolución rusa”, La Protesta, núm. 3045, Buenos Aires, 22 de marzo de 1917. 231 “Los anarquistas de Rusia…”, La Protesta, núm. 3048, Buenos Aires, 1 de abril de 1917. 232 Isidoro de la Calle, “Los anarquistas…”, La Protesta, núm. 3048, Buenos Aires, 1 de abril de 1917. 233 Una de las críticas más severas contra el “príncipe anarquista” fue la emanada de la pluma de Luis Bonafoux y aparecida en La Protesta. En el artículo se destaca la estirpe ‘zarista’ y noble de Kropotkin, su larga vida de militante, propagandista y agitador. Pero esa actividad se vio truncada con la guerra, cuando el internacionalismo de Kropotkin viró al nacionalismo por odio al militarismo prusiano. Bonafoux puntualizó las acusaciones vertidas contra el viejo libertario, mas, no podía ser traidor pues siendo príncipe vivió como obrero, dio su fortuna a los trabajadores. Aseverando: “Kropotkine, a mi juicio, no es un vendido. Es un príncipe, un ruso y un anciano; la decrepitud física envuelve, como un sudario, la mente del pensador”, L Bonafoux, “El
A diferencia de La Protesta, Regeneración, teniendo como base interpretativa lo acontecido en México donde el proceso revolucionario aún no tocaba a su fin, dio una lectura mucho más intransigente. Tras la caída de Nicolás II sus editores pusieron de relieve las aspiraciones del pueblo ruso, no limitadas a establecer un nuevo gobierno capaz de dirigir con más acierto la guerra sobre los imperios centrales, sino contra el sistema económico y político germen de ‘la carnicería’ de los pueblos. El proletariado ruso no se daría por satisfecho con la democracia, cuando en la misma seguía padeciendo hambre y opresión, se encaminaría a un nuevo sistema donde se garantizara el pan y la libertad, aseguró Regeneración. 234
De aceptar la tesis democrática-burguesa, La Protesta transitó a una actitud acorde a su virulencia anti-estatal, pero sólo sucedió después de reinterpretar las noticias cablegráficas de donde se desprendía la ‘evolución’ de la cuestión rusa, la cual seguía una marcha ascendente, demostrado con el avance del pueblo sobre el gobierno democrático-burgués. Entonces se observó al gobierno provisional incapaz de cumplir con “su programa de múltiples aspiraciones del pueblo ni mucho menos destruir el factor principal que crea las desigualdades sociales”. La revolución en Rusia representaba un alto significado moral para los anarquistas porque no sólo se revolucionó contra el zarismo sino contra el capital. En Rusia, reconocieron, se estaba gestando una revolución con aspiraciones diversas.235 Para Emilio López Arango (Xaxara) si los rusos comprendían adecuadamente el momento psicológico de su revolución no debían detenerse en la conquista de la democracia, en todo
caso Kropotkine”, La Protesta, núm. 3105, Buenos Aires, 1 de julio de 1917. A este artículo le acompañó otro, se asentó: “¡Oh! Kropotkin, tú atas al pueblo ruso en la República federal, haz rectificado tu tiro, y de anarquista que alzaste el blanco de la emancipación hoy eres republicano, con tus dos manos seniles, alzas y muestras al pueblo este blanco de esclavitud... hoy no se puede ser sino republicano, en este orden que es burgués, convenido, pero los anarquistas lo combaten, tú mismo lo has combatido diciendo al pueblo que no debía detenerse en este orden burgués, que debía pensar en marchar al comunismo, a toda la emancipación, y mira, viejo Kropotkin, tus ojos debieran llorar si te dieras cuenta de lo contrario que es para la emancipación tu imbécil rectificación de tiro; tu general Korniloff, que hizo ametrallar regimientos enteros que se negaban a cargar sobre el enemigo, ha cantado la derrota del viejo y odioso militarismo, al fin se inauguraba para la humanidad una cosa nueva , y tú no has sabido verlo Kropotkin y tú quieres ayudar ahora a atar eso que se estaba desatando”. “Kropotkine…”, La Obra, núm. 8, Buenos Aires, 5 de septiembre de 1917. 234 Ricardo Flores Magón, “El contagio”, Regeneración, núm. 255, Los Angeles, 24 de marzo de 1917. 235 “La revolución rusa”, La Protesta, núm. 3059, Buenos Aires, 9 de mayo de 1917.
caso, el momento era un reposo, pero estaban obligados, indefectiblemente, a seguir su “ascendente trayectoria en pos de la libertad, punto luminoso que, en la lejanía del tiempo, vislumbramos los que en el yunque del progreso forjamos un futuro de equidad y justicia social”.236
Como se pone de relieve el primer discurso emanado desde La Protesta se transfiguró, de aceptar como etapa transitoria hacia el comunismo una república democrática-liberal, socialista o burguesa, pasó a proferir un discurso símil a Regeneración. Mientras los liberales, demócratas y socialistas, se apresuraban a consolidar su estancia en el poder, el pueblo con sus aspiraciones otorgaba a la revolución una interpretación más amplia, incentivando a la expropiación, a la toma de la tierra y de fábricas.237
En mayo de 1917 las cosas empezaron a despejarse para los protestantistas, quienes se percataron de la existencia de un poder dual en Rusia. De un lado el gobierno provisional, con un gabinete compuesto por diferentes fuerzas político-ideológicas, destacando la figura del socialista Kerensky; y, del otro, los consejos de obreros, soldados y campesinos. Al entender la existencia de esa dualidad, su perspectiva y discurso transitó a uno de mayor belicosidad, pero también más peligroso en cuanto cuestionó sus propios principios, pues se creyó que la participación de los sectores productivos en los asuntos del Estado eran una prueba fehaciente del carácter popular del movimiento. Esta intervención tenía como finalidad, profirieron, evitar la imposición de “políticos aventureros”, deseosos de instaurar una nueva dictadura de la mano de la “la pequeña burguesía, ávida de gloria y poderío”.238
Ricardo Flores Magón, conocedor de esa dualidad de mando y con mayor clarividencia, previó con antelación la segunda ola revolucionaria y el papel a desempeñar por los anarquistas, pues con la caída del zar no se suprimieron el hambre y la injusticia, razón suficiente para mantener a los anarquistas en armas, recorriendo campos y ciudades pregonando la expropiación para el bien común. Sin lugar a dudas, se expresó desde
236 Emilio López Arango, “Los valores…”, La Protesta, núm. 3109, Buenos Aires, 6 de julio de 1917. 237 “De la Rusia revolucionaria…”, La Protesta, núm. 3064, Buenos Aires, 15 de mayo de 1917. 238 “La revolución rusa”, La Protesta, núm. 3066, Buenos Aires, 17 de mayo de 1917.
Regeneración, eso era un síntoma inequívoco de la próxima etapa revolucionaria conducente a “la implantación de un régimen socialista autoritario, pero pronto se dará cuenta el pueblo de que todo gobierno es malo y terminará por adoptar el sistema anarquista. A la anarquía va el pueblo ruso, a ella irán todos los pueblos”.239
Al vislumbrar el papel jugado por los consejos de obreros, soldados y campesinos, aún no los nombran como soviets, los anarquistas no dudaron en afirmar lo que era un hecho: el poder real lo sostenían dichos consejos, siendo el gobierno provisional un decorativo donde su voluntad estaba supeditada al consejo. Ello, empujó a La Protesta a adjudicarle a éstos el gobierno efectivo.240 De esa doble autoridad, como consecuencia inevitable, la revolución social se presentaba como la única realidad para salvar a los pueblos de la ‘dictadura democrática’.
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En julio de 1917 apareció en la prensa anarquista un concepto usado con profusión en lo subsecuente, signándole, al mismo, una interpretación polisémica: maximalismo. La primera nota donde apareció fue en el contexto de las Jornadas de Julio y el ascenso de Kerensky a jefe de gobierno. En esa trama La Protesta informó sobre el arresto de ‘muchos maximalistas’, quienes fueron maltratado por una muchedumbre de Petrogrado e igual trato sufrieron los oradores ‘pacifistas’, estos no eran sino los bolcheviques.242 Al poco tiempo de hacer su aparición el término maximalista, aparece también la palabra bolchevique, en sus múltiples escrituras: bolcheviqui, bolsheviky, bolsheviqui, bolshevik, bolsheviki, bolcheviki.
Entre quienes se dieron a la tarea de explicar e interpretar los acontecimientos en Rusia, sobresalió la figura de Misha, seudónimo de Juan Romanoff, quien se encargó de ilustrar a la militancia del Río de la Plata sobre la historia de Rusia. Él explicó algunos conceptos ajenos al campo anarquista, pero, con el transcurso de los meses, fueron apropiados y resignificados por los anarquistas. Misha apuntó:
239 Ricardo Flores Magón, “Rusia”, Regeneración, núm. 257, Los Angeles, 23 de junio de 1917. 240 “El espíritu de la revolución”, La Protesta, núm. 3079, Buenos Aires, 1 de junio de 1917. 241 “La revolución social”, La Protesta, núm. 3082, Buenos Aires, 5 de junio de 1917. 242 “La guerra al día”, La Protesta, núm. 3127, Buenos Aires, 27 de julio de 1917.
Los bolsheviky y los menshiviky, traducido al castellano quiere decir maximalistas y minimalistas, han existido siempre y existirán eternamente. La mayoría y la minoría o lo que es lo mismo el máximo y el mínimo, he ahí claramente definido lo que son los maximalistas y los minimalistas. Mundialmente los de la minoría de toda fracción es la más rebelde y en Rusia particularmente, enervados por la lucha sangrienta con el enemigo, sintieron la imperiosa necesidad de constituirse, aunque en el mismo seno de su respectivo partido -para no debilitar las fuerzas-, en cuerpos sólidos. Así vimos tomar forma, en el seno del partido socialdemócrata, a los iskrevzy, admiradores de la chispa; en el seno del partido social revolucionario de Molodie Ese-Erre [eseristas], [en los] jóvenes social revolucionarios, y entre nosotros los anarquistas, el Buntovschiky, admiradores de la continua insurrección y expropiatori, partidarios de la expropiación individual en bien de la propaganda.243
A partir de la revolución iniciada en marzo, acotó Misha en otro texto, se formaron los importantes comités de obreros y soldados. En esas asambleas se votó la paz, por ende, se procedió a la retirada de Rusia de la guerra.244 Esto abrió canales por los cuales ciertos anarquistas se dibujaron, y creyeron, la idea de la implementación del comunismo anárquico en Rusia. En esta etapa de la revolución se identificó el termino maximalista como sinónimo de anarquista. Mas, este se iría redefiniendo conforme los hechos se desarrollaron y Misha procedió a significar el maximalismo, sus métodos y tácticas, entre ellas algunas ajenas al anarquismo pero que, por un lapso, fueron acopladas a su bagaje teórico-discursivo. Ejemplo de ello fue la comparar las revoluciones rusas de 1905 y 1917, evaluando positivamente la concientización sobre los errores de 1905, los cuales no se volverían a cometer: los maximalistas recurrirían a la dictadura para consolidar su triunfo.
Examinado lo anterior, los medios anarquistas esbozaron qué entendían por maximalistas, tocando ciertos tópicos que en el futuro inmediato suscitarían agrios debates, pero asumidos como propios en ese momento. Tales fueron las nociones dictadura del pueblo, popular, revolucionaria, democrática o del trabajo. En este periodo (1917-1919) soslayan la claridad de los textos en cuanto a la orientación marxista de la revolución, como ejemplo baste citar la inserción en La Protesta de una biografía de Lenin donde se delineó claramente la finalidad revolucionaria, utilizando, a la par, un discurso ajeno e incluso contrapuesto al anarquismo:
243 Misha, “Verdadero significado…”, La Protesta, núm. 3130, Buenos Aires, 31 de julio de 1917. 244 Misha, “El verdadero significado…”, La Protesta, núm. 3132, Buenos Aires, 2 de agosto de 1917.
“Lenine era un extremistas que en 1903 se hizo jefe reconocido de una tendencia del partido marxista ruso, conocida por el nombre de bolchevismo, Lenine no quiere que la Revolución rusa se estacione, quiere empujara hacia adelante y dice que fue un error de los obreros el haber dejado que la burguesía liberal tomara el poder”.245
La Obra, periódico dirigido por González Pacheco y Teodoro Antillí, publicitó una pequeña semblanza de Lenin, sin ser tan condescendiente ni apologética como La Protesta, le asignó una cualidad ausente en la burguesía, en el socialismo y en el sindicalismo, pero presente en el anarquismo: la sinceridad. La Obra preciso ver en Lenin a un Blanqui, estudioso de Marx, residiendo su fuerza en su voluntad de hierro, su claridad y simplicidad de sus lemas.246
Durante del desenvolvimiento de la Revolución rusa los anarquistas de la región argentina dieron un peso preponderante al fallido intento de golpe de Kornílov. Ante el cual Kerensky mostró su debilidad al convocar a la fuerza de los maximalistas, únicos capaces de salvar la revolución, para enfrentar a los cosacos y a Kornílov. Añadiendo otros elementos para dar una imagen distante de lo realmente acontecido: “no es que los llamados maximalistas o anarquistas, precisen que venga un cualquiera y les indique lo que ellos tendrán que hacer frente al peligro doble: la reacción de Korniloff y la invasión de los teutones”.247
En tal sentido, Misha se abocó a dar a conocer a quienes triunfaron en la segunda oleada revolucionaria, no sin antes saludar de manera efusiva a la recién instaurada república del trabajo. Misha, describe a los maximalistas con el objeto de evitar equívocas interpretaciones. Expresó que, en los congresos de los partidos populares rusos celebrados entre 1902 y 1905, en el seno “de los partidos social-demócrata y social-revolucionario, como también entre la gran colectividad comunista-anarquista, se dejó sentir la urgente necesidad de constituir una fuerza titánica con un programa de aspiraciones máximas, capaz de satisfacer las necesidades todas del ser humano, sin demeritar su libertad”. Estas fuerzas, ‘las más rebeldes’, se coaligaron “en un férreo block de resistencia y más que resistencia de reconquista
245 “Lenine”, La Protesta, núm. 3135, Buenos Aires, 5 de agosto de 1917. 246 “Los sucesos de Rusia”, La Obra, núm. 12, Buenos Aires, 20 de noviembre de 1917. 247 “Rusia!”, La Protesta, núm. 3174, Buenos Aires, 21 de septiembre de 1917.