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3.2 Del CRRA a la FACA (1933-1936
from El anarquismo en América Latina (1921-1959. Los casos de Argentina, Cuba y México
by Kclibertaria
Una vez pasada revista a los trabajos dedicados al tema ¿cuál es la importancia y/o aporte del presente? Reside, en observar al anarquismo en conjunto. No me concreto a una sola organización o grupo, sino lo observó en totalidad, en sus relaciones, contradicciones, afinidades, conflictos y construcciones mutuas. Aunado a ello puntualizó temas e ideas sueltas o mal interpretadas en los trabajos antes citados.
Eso fue posible gracias al acceso a diversas fuentes. Entre estas las hemerográficas: Acción Libertaria, La Protesta, La Antorcha, Spartacus, La Obra, La Batalla, Nervio, Hombre de América, etc. Revisadas, algunas, en forma digital. Hospedadas en diversos portales como Americalee del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (Cedinci), en la página de la Federación Libertaria Argentina (FLA), en el Archivo Histórico de Revistas Argentinas (AHIRA), en la Biblioteca Virtual Antorcha (BVA). Otras más fueron revisadas en físico en el Cedinci, en el Centro de Documentación Jacobo Prince de la Federación Libertaria Argentina (CDJP/FLA), en la Biblioteca Popular José Ingenieros (BPJI) y, unas más proporcionadas a la distancia por el Instituto Internacional de Historia Social (IISH). Las publicaciones fueron abordadas con el objeto de percibir el discurso emitido respecto a diversos temas, entre ellos al proceso organizativo, a los sujetos apelados por el anarquismo, a la Revolución española, a las discusiones teóricas-tácticas y la manera de leer y afrontar ciertos tópicos coyunturales argentinos.
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3.2 Del CRRA a la FACA (1933-1936)
El seis de septiembre de 1930, militares argentinos, encabezados por el general Félix Uriburu, respaldados por grupos oligárquicos y conservadores, inauguraron el periodo de los golpes de Estado en el país austral. El movimiento, que Carlos Jiménez tildó de carnavalada septembrina -todos estaban enterados del acto antes de darse, 408 derrocaron al gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen inaugurando lo que se conoce en la historia argentina como Década Infame. La cual se clausuraría con otro golpe de Estado en 1943.
408 Carlos Jiménez, El martirologio argentino, Montevideo, 1932.
El golpe de 1930 cogió a los anarquistas sumidos en una profunda crisis en el orden orgánico, táctico y estratégico. Para coronar la situación, en su pasado reciente, como lo ha estudiado Anapios, las distintas fuerzas libertarias estaban en pugna alcanzando niveles de violencia inusitados en el seno del anarquismo, encontrando su punto culmen con el asesinato de Emilio López Arango a manos de Severino Di Giovanni en 1929, pálido reflejo de la descomposición alcanzada.
A lo anterior se añadió la incapacidad de ciertos sectores anarquistas para renovar sus planteamientos organizativos tanto en el terreno específico como finalista, es decir, optar por una organización laboral por rama industria y cohesionarse en una organización capaz de enlazar todos los esfuerzos ácratas en aras del ansiado cambio social. Aunado, a esa falencia, se agregó el no percatarse de los cambios estructurales del capitalismo y de las hondas diferencias operadas dentro del Estado según el cariz del gobierno al frente de sus riendas; y, por último, su incapacidad de darse por enterados de las transformaciones sociales y culturales de la sociedad para invocar a otros sujetos y no sólo al trabajador o pueblo en abstracto. Esa ‘miopía’ les imposibilitaron adoptar medidas pertinentes para reaccionar ante la avanzada autoritaria con claros tintes fascistas.
La brutal represión desencadenada contra el movimiento social, por parte de los militares y de las bandas cuasi fascistas, les reveló bien pronto a los anarquistas el craso error de su pasividad, pues inmediatamente la dictadura uriburista se centró en eliminar al elemento ácrata utilizando todos los medios disponibles. Desde confinamientos, expulsiones, estados de sitio, ejecuciones y detención-desapariciones. En pocos meses las cárceles se vieron atestadas por decenas de militantes, Ushuaia recibió a lo más granado, la ley de residencia se aplicó a diestra y siniestra. El ejército, la policía y las bandas paramilitares asaltaron locales obreros, apalearon trabajadores y militantes, en plena noche se fusilaba, la primera víctima fue el anarquista pacifista Joaquín Penina, después le siguieron Severino Di Giovanni, Paulino Scarfó y un sinnúmero más.