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Estudios sobre el tema

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General

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Estudios sobre el tema

Aclaro de entrada: este breve balance no se remite a textos u obras dedicadas a la Revolución

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cubana ni al anarquismo en general, lo que en sí es un universo independiente y rebasa por mucho este trabajo y no es mi objeto de estudio. Aquí trato de las obras sobre el anarquismo en dos vertientes bien definidas; primera: la historia del anarquismo en Cuba en la segunda mitad del siglo XX; segunda: donde el anarquismo y la Revolución cubana se cruzan.

La producción histórica sobre el anarquismo en Cuba, en la segunda mitad del siglo XX, es inexistente. Los trabajos dedicados a conocer cómo se enlazaron los caminos del anarquismo y la Revolución son escasos; siendo, los más señeros, obras creadas desde la militancia, al calor de los acontecimientos, que son, en todo caso, fuentes primarias, entre ellas la de Augustin Souchy quien analizó la política cumbre del gobierno revolucionario cubano: la reforma agraria.571 En su obra, el anarquista alemán, comparó la política agraria cubana con las experiencias agrarias españolas (colectividades), judías (kibutz), soviéticas (koljós y sovjós) y mexicana (ejido), llegando una conclusión nada alentadora para el caso cubano.

Abelardo Iglesias, partícipe de la Revolución, redactó una serie de artículos aparecidos, en un primer momento, en el periódico de los anarquistas italoamericanos radicados en la costa este de los Estados Unidos, L’Adunata Dei Refrattari; después, traducidos y publicados en la revista Reconstruir de Buenos Aires, a sugerencia de Jacobo Prince.572 Éste encargó a Abelardo Iglesias (a quien conoció en Barcelona durante la guerra en España), revisar, corregir y extender sus trabajos difundidos en L’Adunata, a fin de componer un folleto, el cual vio la luz en 1963. Iglesias, ya exiliado en Miami, examinó la Revolución partiendo de su origen, la lucha contra Batista, el triunfo de los rebeldes, el giro hacia el marxismoleninismo e incluyó una lectura psicológica de la figura de Castro.

El anarcosindicalista Sam Dolgoff, observó la Revolución a partir de una serie de textos elaborados por un grupo de intelectuales afines al comandante Fidel Castro, quienes visitaron

571 Augustin Souchy, Testimonios sobre la Revolución cubana, Reconstruir, Buenos Aires, 1960. 572 Abelardo Iglesias, Revolución y dictadura en Cuba, Reconstruir, Buenos Aires, 1963.

y vivieron en la isla entre 1960 y 1970, tales como de Rene Dumont, Adolfo Gilly y Herbert Matthews, entre otros. Con citas de esos autores, Dolgoff evidenció las contradicciones en que caen, pues asumen el carácter “dictatorial” del régimen cubano, pero sostienen que se basa en el consenso popular (como el fascismo). Con los análisis de aquéllos, Dolgoff afirma que la Revolución cubana no fue una revolución por el pan, pues el nivel de vida y desarrollo en Cuba, era, por mucho, uno de los más altos de América Latina, no se diga del Caribe, en 1959. Sin embargo, destacan y aciertan, apuntó Dolgoff, en interpretar la revolución como un mecanismo capaz de romper la subordinación de Cuba a Estados Unidos. Dolgoff, igualmente, recabó numerosos documentos y testimonios de los exiliados cubanos radicados, tanto en Florida como en Nueva York,573 con el objeto de dar a conocer que no todo el exilio cubano en Estados Unidos ni todo anti-castrista era ‘gusano’ o ‘contrarrevolucionario’.

Tres autores más, son Daniel Barret, Ulises Ortega y Manuel de Paz-Sánchez. Barret, sociólogo uruguayo, desmenuzó en un par de trabajos el proceso cubano, poniendo en tela de juicio el accionar de la izquierda latinoamericana, pues acertadamente cuestionó: qué hace e hizo diferente a Cuba para silenciar, desde la izquierda, las violaciones sistemáticas a los derechos humanos y a las libertades públicas-laborales que, en cualquier otro régimen, son y fueron objeto de acerbas críticas y señalamientos.574 Paz-Sánchez, a su vez, pone de relieve las lecturas y debates de los núcleos cenetistas asentados en Venezuela y Francia en torno a la Revolución cubana. 575 Ulises Ortega, tocó, de manera bastante superficial, cómo la Federación Anarquista Mexicana (FAM) recibió y actuó ante la Revolución cubana.

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Un trabajo más, de bastante importancia, es el de Mario Castillo Santana quien estudió el cooperativismo en Cuba a partir de la visita de Souchy a la isla. Puntualiza cómo en la historia cubana ha sido olvidada las experiencias del cooperativismo revolucionario, destacando

573 Sam Dolgoff, La Revolución cubana: un enfoque crítico, Ediciones Campo Abierto, Madrid, 1978. 574 Daniel Barret, Cuba, el socialismo y la libertad: una visión desde el anarquismo, Biblioteca Conciencia Libertaria, 2006. 575 Manuel de Paz-Sánchez, ‘Voces disonantes. Opiniones libertarias sobre Venezuela y Cuba (1958-1961)’, Revista de Indias, Madrid, 2017, pp. 463–489. 576 Ulises Ortega Aguilar, ‘Regeneración y la Federación Anarquista Mexicana’, tesis de licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras/UNAM, 2011.

cómo se ha ‘ocultado’ el aporte teórico de Souchy y sus ‘clarividentes’ palabras en torno a la reforma agraria y a la socialización del campo e industria cubana.

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He dejado al final la obra insigne del campo, con la cual se puede discutir por sus horizontes: el estudio sintético de Frank Fernández.578 A pesar de ser un recorrido comprimido, Fernández concurrió a fuentes orales y documentales de gran valor, mas su trabajo carece de un aparato crítico al cual recurrir. Por ello, a lo largo del presente pretendo cuestionar algunas afirmaciones hechas por él, las cuales han sido repetidas sin tener ningún sustento. Adelantando, una de esas afirmaciones es asegurar que Solidaridad Gastronómica y El Libertario fueron suprimidos por la censura, eso no fue así. Ambos perecieron por las carencias económicas, algo bastante común en los medios ácratas.579

Como nota final apunto que la ausencia de historias del anarquismo en Cuba después de los años 20 del siglo XX obedece a una multiplicidad de factores. Si en tiempos recientes, como acoté en el capítulo uno de este trabajo, se ha profundizado en el conocimiento del anarquismo en Cuba desde su arribo hasta las dos primeras décadas del siglo pasado ha sido gracias a que muchas de las fuentes se encuentran fuera de Cuba. El intercambio, merced a las redes internacionalistas del anarquismo, entre grupos ácratas permitieron esa pervivencia. Al irse destejiendo esas redes el intercambio se hizo menos fluido lo que, en cierta forma, imposibilitó la salida de la prensa u otros documentos.

Lo mencionado viene a colación por la imposibilidad de acceder a esos documentos desde Cuba. Las restricciones impuestas se acompañan por el ‘deber’ de todo Estado a crear una historia oficial, una historia que legitime la génesis y permanencia del grupo gobernante. En ese sentido el anarquismo quedó destinado a ser, como en toda interpretación historiográfica de corte marxista o liberal, un precursor, una ‘etapa inferior’ que dejó de existir al momento

577 Mario Castillo Santana, “Pequeña Historia de Un Visitante Olvidado: Agustín Souchy y Las (Des)Memorias Sobre El Cooperativismo En Cuba’, en Orduña Carson, Miguel y Alejandro Torre Hernández, op. cit. 578 Frank Fernández, El Anarquismo en Cuba, FAL, Madrid 2000. 579 Esto se ha generalizado a partir del propio exilio cubano, del cual Fernández es parte, pues las ideas de clausura y soledad de los cubanos son sustentadas por Alfredo Gómez, “Los anarquistas cubanos o la mala conciencia del anarquismo”, Bicicleta, Valencia, febrero de 1981.

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