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4.1 A manera de preámbulo
from El anarquismo en América Latina (1921-1959. Los casos de Argentina, Cuba y México
by Kclibertaria
Por último, la cuestión cubana quizá fue la última vez en la que se tendió la solidaridad internacional con un amplio contingente de ácratas perseguidos. Los anarquistas del orbe se consagraron a remitir fondos con el objeto de facilitar la huida o sostenerlos en el interior de la Isla, emprendiendo, además, campañas de agitación y denuncia. Todo ello es posible observarlo en sus impresos, a veces de manera clara, otras, entrelíneas.
4.1 A manera de preámbulo
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Los anarquistas no serían tales si la médula misma de sus presupuestos básicos, no estuviera inscrita en la fórmula conceptual, sintetizada en la simple y llana frase de: los medios determinan los fines y el camino es un fin en sí mismo. Ese, es el núcleo mismo de su concepción filosófica, práctica y vértebra de su esencia.
No se puede llegar a la libertad por el camino de la no-libertad, señaló Luce Fabbri, pues bien, no se construye y/o ejerce la libertad restringiéndola. No se garantiza la libre expresión del pensamiento suprimiendo o coartando los medios para externarla. No se elimina al Estado fortaleciéndolo. No se construye el socialismo prescindiendo de los derechos básicos del individuo o la colectividad, menos aún, se tienden puentes hacia él edificando un aparato coercitivo con el fin de reprimir todo pensamiento crítico ni, en el terreno económico, ejecutando cambios desde arriba, convirtiendo al Estado en el dueño de los medios de producción y, al mismo tiempo, en el defensor de los trabajadores, es decir patrón, sindicato y mediador; eliminando todo atisbo de iniciativa y creación popular.
En ese sentido, cabe destacar que los anarquistas siempre pugnaron porque los caminos no justificaran los fines, sino los medios mismos fueran parte del fin. Por ello, la pretensión de concurrir a la toma del poder político para emprender un cambio estructural era, es, una posición no sólo errada, falaz y equívoca, sino peligrosa.
(Argentina); Fidel Miró, Benjamín Cano Ruiz, Severino Campos, Pedro Vallina, José y Octavio Alberola, Jacinto Huitrón, José Viadiu, Rosquilla Magrilla, Guilarte, José Muñoz Cota (México).
¿En qué descansó esa peligrosidad? Esta se fundó en la inevitabilidad de creer que sólo se podía alcanzar la emancipación humana con la conquista del poder político y la creación de un Estado -transitorio-, que centralizara en sí todo el mecanismo económico, social, cultural y las riendas del mismo quedaran en manos de una minoría calificada a sí misma como la única ‘capaz’ de dirigir y emprender la construcción del comunismo. Incluso, más irrisorio y verdaderamente utópico, creyó Bakunin y con él todos los anarquistas, que dicho procedimiento fuera siquiera un medio real para ‘transitar’ a una sociedad sin clases y a la supresión del salario. Intentar llegar al socialismo de esa manera sólo produciría la fatal consecuencia de identificar y homologar la voluntad y necesidad de Estado con la voluntad y necesidad popular. El error fue fundar y difundir la creencia o necesidad que una revolución, para ser tal y llegar a buen puerto, debía emprenderse de manera vertical y quien debía ejecutarla, como ‘ente’ activo era el Estado, mientras la creatividad y acción de las masas debía soslayarse, suprimirse o supeditarse a los intereses de ese Estado providencialista.
Esa identificación, del Estado como expresión misma del socialismo, resultó verdaderamente peligrosa. En primera porque justificó la eliminación de derechos sociales, laborales, políticos y económicos en aras de un futuro beneficio mayor. A la par de esa cuestión central, los ácratas alertaron sobre otros puntos, como la transformación de la vanguardia revolucionaria en una nueva ‘clase’ altamente militarizada, jerarquizada y diferenciada de la base, con privilegios e intereses propios de su ‘clase’, alejados por completo del grueso de la población. En su experiencia, en el modelo del socialismo ‘real’, ni el salario ni las clases ni el Estado tenderían a extinguirse, sino, por el contrario, tenderían a profundizar la centralización, la militarización y la estratificación.
El panorama, expuesto por los anarquistas, se cumplió letra a letra en la Revolución rusa, como demostré en el capítulo segundo. Por ello fue tan alarmante el viraje dado por la Revolución cubana, esos viejos fantasmas revivieron. En consecuencia, la mayoría de los anarquistas latinoamericanos no esperaron a ver qué sucedía, ni le otorgaron el beneficio de la duda a los barbudos, sabían a dónde iba el proceso. Por lo mismo, aun antes del triunfo