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La anarquía

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moldes batistianos se rellenaron con otros nombres, pero los procedimientos quedaron vigentes: represión, persecución, encarcelamiento, ejecuciones, censura, cooptación del movimiento obrero, militarismo, centralismo, corrupción.

La anarquía

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Tres grupos eran los polos del anarquismo en Cuba en 1959. Uno, el reunido en torno a la Asociación Libertaria de Cuba (ALC); otro, el grupo gastronómico libertario; el tercero, la CNT de España en el exilio en Cuba. Ese era el universo ácrata cubano cuando desde Sierra Maestra, el Escambray y otras coordenadas, cientos de rebeldes fluyeron hacia La Habana en los primeros días de enero del 59. Los anarquistas no podían faltar, también llegaron.

Entre 1952 y 1958, los libertarios, individual o colectivamente, participaron en diferentes niveles y grados en la lucha contra la dictadura. Sus militantes se integraron a los organismos revolucionarios, teniendo en algunos casos como destino la prisión, las torturas o el necesario exilio. Sus locales sirvieron de centros conspirativos y sus raquíticos recursos se destinaron a los presos, a la propaganda, armas o vituallas. El esfuerzo libertario no se escatimó.

En el primer número de El Libertario, reaparecido inmediato a la caída de la dictadura, se destacó la figura de Carlos A Figueredo como elemento anarquista,633 fundador del Directorio Revolucionario y partícipe en el asalto al palacio presidencial en marzo de 1957, siendo chofer del grupo de Echeverría en la toma de Radio Reloj. En palabras de El Libertario Figueredo, después del fallido magnicidio, partió al exilio y se perdió todo contacto con él: “¡pero cuál sería nuestro asombro al verlo entrar en la capital conduciendo un tanque con los grados de comandante, en la columna del segundo frente del Escambray, en el cual uno de sus ‘jefes’ era otro anarquista: Luis Miguel Lisuaín. Helo ahí en la foto, ufano con su espada, junto a sus compañeros en una acción de triunfo!”.634 Boris Luis Santa Coloma, otro militante de primer nivel para los libertarios cubanos. Éste fue un ácrata integrado al grupo que atacó

633 Se refieren al Chino Figueredo, en números posteriores no vuelven sobre el asunto, ni tampoco en el exilio. 634 “También los nuestros…”, El Libertario, núm. 1, La Habana, 10 de enero de 1959.

el cuartel Moncada. Acción en la que cayó.635 Gilberto Lima, luchador que, como Figueredo y Coloma, se sumaron a la construcción de la genealogía revolucionaria libertaria.636

A la par de enumerar a sus cuadros partícipes en las acciones revolucionarias, se dejaron apuntadas las siguientes acciones. En 1956 la Asociación Libertaria de Cuba (ALC) imprimió en la cantidad de medio millón el folleto anti-batistiano Proyecciones libertarias. En 1957, Casto Moscú, Modesto Barbeito y Abelardo Iglesias, renunciaron a sus puestos en la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), a razón de denunciar “la política de la central sindical y condenar, duramente, los atropellos cometidos por la alta dirigencia obrera”. En ese mismo año sus locales se abrieron a los conspiradores, ahí se entrenaron en el uso de armas de fuego varios jóvenes, por lo cual su local fue allanado por la policía. Además “por acuerdo de la ALC, la mayoría de nuestros compañeros se fueron a integrar en las filas de los organismos insurreccionales, por ello los vimos formando fila en el Directorio Obrero Revolucionario (DOR), en la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), en el Movimiento 26 de Julio, en Resistencia Cívica, en la Triple A y dondequiera que fueran útiles en la lucha contra la tiranía”.637

En esta legitimización revolucionaria a través de enunciar quiénes de sus cuadros y con qué contribuyeron en la Revolución fue aparejada de sus esfuerzos de encaminarla, desde sus cotos de influencia, por derroteros más radicales. Aunque, al unísono de sus pares continentales, esperaban que el régimen en construcción les permitiera una organización libre, un desenvolvimiento integral en todas las esferas de la vida privada y pública. Mas, como protagonistas, esperaban ante todo la libertad, no importaban los caminos trazados por la Revolución, siempre y cuando la libertad saliera ilesa: “libertad o muerte, escribieron en su pendón de guerra los valientes paladines de las sierras cubanas ¡que sea esa nuestra consigna indeclinable!”.638

635 Frank Fernández, op. cit., y Alfredo Gómez, op. cit. 636 “Otro de los nuestros…”, El Libertario, núm. 1, La Habana, 10 de enero de 1959. 637 “El movimiento libertario…”, El Libertario, núm. 11, La Habana, 19 de julio de 1960. 638 “La libertad no es una palabra”, El Libertario, núm. 1, La Habana, 10 de enero de 1959.

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