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CAPÍTULO 2 DENTRO DE UNA MENTE SIN MIEDO

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AGRADECIMIENTOS

AGRADECIMIENTOS

CAPÍTULO 2

DENTRO DE UNA MENTE SIN MIEDO

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Si tan solo pudiéramos saber o con exacto detalle todo lo que vió José en su transe alucinógeno adormecido y sobretodo todas las cosas que pudo soñar y sentir en aquellas dimensiones paralelas que ni siquiera José mismo sabe describir, éste libro sería infinitamente largo. Sin embargo, de los vagos recuerdos que José pudo recuperar de aquellos largos días y noches de estancia, nos da la posibilidad de conocer y poder adentrarnos un poco más a su mente y a lo que vivió.

“No sé si lo que soñé fueron los primeros o subsiguientes días, pero “No sé si lo que soñé fueron los primeros o subsiguientes días, pero lo sentí como si hubiera durado toda mi etapa de entubación”lo sentí como si hubiera durado toda mi etapa de entubación”palabras dichas por José. palabras dichas por José.

La primera noche despertó en su sueño, José se encontraba en una ciudad, pero no cualquier ciudad, era una ciudad tenebrosa, oscura y

descuidada, en la que José se veía rumbo a la cremación pero para llegar a eso José tuvo que verse obligado a enfrentar con 3 fases.

La primera fase consistió en lidiar con un grupo de policías y militares, estos con una sonrisa comenzaron a dispararle a José, hacían chistes y hasta eso le pedían que se preparara para recibir los balazos, pues para estos oficiales era un acto de bondad, ya saben, en buena onda. José más que sentir miedo sentía confusión, la verdad él no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, ni siquiera tuvo idea de porque le querían disparar en buena onda y ni siquiera tenía idea de porque las balas que atravesaban su cuerpo no le dejaban marca alguna… ESPERA QUÉ?, exacto, no tenía ningún rasguño en su cuerpo y esto era algo que tanto a los oficiales como a José les causaba impacto, pues José no sentía ningún tipo de dolor pero cuando vió que los oficiales comenzaron a correr hacía él, José inmovilizado cerro los ojos y cuando los abrió le sorprendió darse cuenta de que ya se encontraba en la segunda fase.

La segunda fase consistió en un juicio, José sentado ahí, se dió cuenta de que traía puesto un traje, se sentía aseado y bien perfumado. Pudo notar a su alrededor como sus familiares y seres queridos se encontraban sentados detrás de él. El juicio comenzó y consistió en algunos temas de política, realmente José no entendía nada de lo que ocurría pero al terminar de hablar el juez, pudo notar que el tema que seguía de debatir era el mal trato en el Hospital a lo que José quiso pensar que se debía a lo que aquel médico le había comentado, pero curiosamente José comenzó a entrar a un estado de desesperación y frustración, pues todas los argumentos que lo atacaban era sobre su vida, su madre, su padre, su niñez, su juventud, su familia, su trabajo y la mente de José giraba y giraba y solo empezó a sentirse derrotado, José ya no podía más, las voces retumbaban en sus oídos y las caras de todos los que se encontraban en el juicio aparecían una y otra vez frente a él, hasta que

ya no pudo más y comenzó a gritar mientras apretaba los ojos, con deseo a que todo eso terminara.

Los abrió nuevamente, por tercera y última vez, y ésta era la última etapa, José se encontraba en un cuarto oscuro, que novedad, pero cuando alguien le abrió la puerta pudo notar a un hombre a la distancia, tenía forma de un verdugo, pero José con su misma confusión comenzó a caminar por una plancha de madera que rechinaba en cada paso que daba como si se fuera a romper en cualquier momento y José caería hacia un abismo negro sin nada que se pudiera distinguir en él, ésta plancha era un “puente” que dirigía hacia un mediano escenario, pero ese escenario no estaba vacío, al empezar a caminar él veía su ambientación y no distinguía el abstracto fondo en el que consistía aquella ciudad, pero al estar caminando él podía ver como muchos de sus conocidos con vestimentas medievales se encontraban amontonados en la parte baja del escenario de madera gritándole cosas sobre la muerte, sobre lo poco que valía su vida y lo alentaban a que su mejor opción era morir, pues ahí todos sabían que era el mejor camino, le pedían que se rindiera y aplaudían por ver como se llevaría a cabo la ejecución que le iban a hacer a José. José con lagrimas y sollozos17 decidió posicionarse y dejar que el verdugo hiciera su trabajo, pues ya no tenía otra opción. Cerró los ojos y a punto de sucumbir18, sintió un respiro al lado de su oído y con una curiosa voz simplemente escuchó: "Hágase tu Voluntad y no la mía” (Lucas 22:42) y en eso todo comenzó a desvanecerse, José estaba vivo y él lo sabía.

Paz, tranquilidad, Dios.

José se encontraba en un transe de relajación, sentía como su cuerpo flotaba y su mente vagaba, sabía que después de esa mala pesadilla, todo estaba bien, sabía que él estaba bien y que Dios estaba con él, supo que

nada lo podía tocar o atacar si se mantenía encomendado a Dios, hasta que se escucho ese ruido.

6:00 A.M.

José con impacto abrió los ojos, era de día y el sol le daba directo al rostro, al querer tapar la luz de la cara con su mano se dio cuenta de que no podía mover ni un centímetro del cuerpo, se sentía atrapado, preso, estaba conectado pero ya no estaba en el cuarto de los cuidados intensivos,

-“Dónde estoy?”-

Se preguntaba y al querer fijarse veía cómo una enfermera y un doctor platicaban sospechosamente volteando a verlo, José al hacer contacto visual con ellos comenzó a quererles hablar, pero con el tubo en su garganta y las agujas en su piel le dolía, no podía y con burlas y risas el personal de salud se pusieron alrededor de él y le comenzaron a cuestionar

-“Dónde está tú Dios? No eres nada sin Él, deja de creer y te vas a recuperar, Quién es ese Dios?”-

Y seguían y seguían, pero José no sentía miedo, era fuerte, hasta que de fondo comenzó a escuchar una voz y se despertó.

-“Buenos días”- Le decían

Cuando abrió los ojos frente a él se encontraba una enfermera y un médico vestidos de astronautas que se encargaban de checar absolutamente todo lo que pasaba en el cuerpo de José, pero José con susto comenzó a moverse de un lado para otro, no dejaba de temblar, sentía su corazón en sus oídos hasta que lo empezaron a calmar. José ya

no distinguía lo que era real o no, pero lo único que sí sabía era que ahí seguía en el Hospital.

Si me preguntas qué era lo que José veía en los días cuando la pesada noche pasaba, no te sabría responder con exacto detalle. Los días se basaban en el mismo tiempo cronológico en el que vivía José por las noches, y no te voy a negar que de vez en cuando al despertar el podía saber que era de día, pero aquellos lapsos de consciencia eran lapsos confusos para José, pues como mencioné anteriormente, José se confundía constantemente en que si lo que estaba viendo estaba pasando en la realidad o era simplemente un engaño más de él para él.

CAPÍTULO 3

PESADILLA, DESESPERACIÓN Y PAZ

Para cuando cayó la noche nuevamente José se encontraba ya dormido, pues realmente era lo único que podía hacer mientras estaba ahí. La mayor parte del tiempo José se mantuvo en estado adormecido, ya que los medicamentos que le aplicaban eran demasiado fuertes, algo de lo que su cuerpo no podía resistir como para poder estar despierto.

Esa noche José sentía dolor, él sabía que algo lo estaba lastimando, pero no estaba seguro de lo que era exactamente hasta que escucho gritar a un paciente, compañero de habitación, que se encontraba a unos metros lejos de él diciendo adormecidamente:

-“Ayuda! Bájenme a los perros de la cama!”-

Perros? José se cuestionaba, creo que era algo lógico, los enfermeros que se quedaban a hacer guardia en las noches les encantaba llevar a sus perros Bull Terrier. Estos, los perros, entraban a la habitación en las noches y se ponían a oler a los pacientes, a veces a jugar con ellos, subirse a sus camas y sobre todo morderlos.

Esto fue algo que no era del todo agradable para José, pues cuando despertaba de vez en cuando se daba cuenta de que contaba con muchos moretones, así como mordidas y claro dolor en todo el cuerpo y por esa misma razón no podía verificar si en realidad eran mordidas o rasguños, pero prefirió esperar a que el personal de salud le recuperaran sus heridas.

Una mañana que despertó y vagamente pudo abrir los ojos, vio a una enfermera entrar, ella contaba con varios vasos de agua sobre un carrito de metal, como el de las azafatas en los aviones, con los cuales pasaba frente a los pacientes por en medio y se comenzaba a burlar de que ellos no podían tomar agua ni comer nada mientras ella le daba un sorbo enorme a uno de los vasos de agua que traía ahí, mientras se comenzaba a reír burlonamente, algo que causaba a José y sus pocos compañeros de habitación que murmurarán e hicieran ruidos y gestos de desesperación, pues José tenía hambre, sentía sed y cuando pedía cosas, por ende no se las daban y eso a José le molestaba mucho.

Hasta que José despertó y abrió los ojos nuevamente, viendo así exactamente a la misma enfermera con la que había alucinado unos segundos antes, pero empezó a darse cuenta de que cuando alucinaba los enfermeros NO contaban con sus trajes espaciales.

-“Claro, como puedo ser tan tonto?”- Se decía José a sí mismo

Pudo caer en conclusión de que todos aquellos malos tratos que le habían dado a José eran simplemente pura alucinación, gracias a Dios!

La enfermera con su traje espacial le decía términos a José que la verdad no pudo describir con exactitud, solamente recuerda poder ver vagamente cómo iba y regresaba, todos los días, todas las mañanas,

todas la pocas veces que José se despertaba y ahí estaba o más bien ahí estaban todas aquellas valientes enfermeras, médicos e intendentes que luchaban por estar ahí teniendo también una vida privada, teniendo también miedo, familia, nervios, todo, pero siempre al servicio de los demás.

Con esa gente tan valiosa te das cuenta que en la vida queda mucha gente buena y que hacer el bien siempre será lo más importante en el mundo. Creo que José y yo no somos los únicos que pensamos que aquel personal de salud son una imagen de Dios, un ejemplo a seguir y son dignos de admirarse.

El tiempo para José era una pesadilla sin fin, pues realmente sentía que cuando caía la noche nunca acabaría, lo malo aquí es que no acababa porque los días se sentían exactamente igual, es decir, de su conciencia no tenia escapatoria que por ende de sus pesadillas tampoco. Era un constante luchar para José porque cuando sentía que ya todo se estaba viendo realmente bien, todo terminaba siendo una gran alucinación y engaño, y eso cansaba el doble a José de lo que ya estaba.

José ya no tenía ni una idea de en qué día estaba, cuánto tiempo había transcurrido o cuánto tiempo le faltaba para salir de esa desesperación que lo consumía a cada segundo. José ya no tenía idea de qué hacer, qué pensar, José sentía que la vida se le iba de las manos y eso siempre lo alteraba. José seguía sin saber buenas noticias de su salud y eso lo desesperaba, le desesperaba que él no pudiera controlar la situación de lo que estaba pasando a su alrededor, le desesperaba seguirse sintiendo un inútil como el primer día en que le dió Covid19, le desesperaba que no podía ver a su familia, no podía hablar con su esposa, con sus hijos. Le desesperaba no saber nada.de su trabajo, le desesperaba estar solo

otra vez, sin nadie de confianza que lo pudiera cuidar, porque si lo pensamos bien, desde el primer instante que a alguien le da Covid, es un viaje largo de soledad en el cuál no sabes cual va a ser tu destino, no sabes a donde llegarás, no sabes ni siquiera si aguantarás ese viaje, no sabes lo que te esperará, si un buen y sano aterrizaje o simplemente un viaje en el que ni siquiera llegarás a tu destino. Claro que José quería aterrizar, pero. tenía que ser fuerte, debía ser fuerte, tenía que resistir un poco más.

De repente todo el ruido que retumbaba en su cabeza, gracias a todos esos pensamientos de desesperación, comenzó a calmarse y el volúmen de aquellos fuertes golpes que pegaban en las paredes de su cabeza iban disminuyendo poco a poco, pero mientras este disminuía otro sonido aumentaba.

Éste sonido pertenecía a las dulces voces de unas mujeres que contaban con diferentes edades, poco a poco se iban acercando más a José y cuando abrió los ojos pudo ver al rededor de su cama a muchas mujeres, y algunos hombres también, pero éstas ya no eran como los de sus pesadillas anteriores que le obligaban a abandonar a Dios y a morirse, éstas personas eran todo lo contrario, vestían de una manera muy elegante, traían puestas camisas blancas de botones, con algunas mangas arremangadas por ahí, así como pantalones deslumbrantemente blancos y pues la verdad, José no les alcanzó a ver los pies, ya que él estaba acostado, pero algo que pudo notar fue que cada una de esas personas tenían un brillo intenso que salía con gran potencia de las siluetas de aquellas personas. Se encontraban con las manos pegadas una a la otra y posicionadas cerca del pecho, con una pequeña inclinación hacia abajo con la cabeza. José no pudo distinguir con exactitud quienes eran aquellas personas, quizo pensar que se trataban de las personas que él sabía que formaban parte de grupos de

oraciones, así como grupos de Rosarios, alguno que otro de la Iglesia y claro, pero algo si pudo descubrir inmediatamente fue que estaban pidiendo por él, estaban pidiendo por su pronta recuperación, pedían porque Dios no lo abandonará, pedían porque saliera pronto de aquella prueba en la que se encontraba, algunos otros pedían por su fuerza y por su salud, y a su vez por la sabiduría y compasión del personal de salud para que pudieran tratar con cuidado y constancia a José. Era como un coro de ángeles, era cómo estar en el lugar que más te hace sentir bien y que más te relaja en el mundo, que aunque tengas miles de cosas en la cabeza, sabes que en ese lugar te vas a sentir bien y te vas a olvidar de todo lo malo por un rato. Para José era como estar en el cielo, solo que José sabía que no se dirigía a él, sabía que todavía no era su tiempo, sabía y pudo descubrir que esto que estaba viviendo era por algo, era una prueba de Dios para él y José iba a dejar que su voluntad se dejara llevar por Dios. José no sabía lo que le esperaba, pero si sabía que Dios estaba con él en todo momento.

Y en ese preciso instante José se relajó y con mucha paz pudo descansar, aquella noche.

CAPÍTULO 4

VISITAS

José se encontraba dormido, que novedad, no pudo describir con exactitud que día era o que hora era, solamente recuerda que él se encontraba en completo descanso, incluso menciona creer que fue un momento de descanso para su mente, ya que no recuerda haber visto o sentido algo cuando paso lo siguiente.

-“Josée”- Se escuchaba suavemente.

Comenzó a escuchar una tierna, dulce y conocida voz.

-“José soy yo”- Se escuchaba susurradamente.

José no sentía miedo, sentía algo muy bonito. José sabía exactamente quién era. José sabía que su madre estaba ahí.

Menciona que no recuerda con exactitud haberla visto como un típico fantasma vestido de túnica y flotando por todos lados, al contrario, él solo veía la hermosa imágen de su madre cuando era jóven y se volvió a sentir como un niño chiquito, se volvió a sentir apapachado, cuidado, amado.

Con lagrimas entre los ojos José intentaba comunicarse con su madre, pues ya habían pasado unos cuantos años desde que su querida madre había dejado este mundo y con mucha desesperación ansiaba gritarle

cuanto la amaba, cuanto la extrañaba, pero por obvias razones, José no podía. Se movía pero su cuerpo dolía.

Hasta que sintió una pequeña brisa en su frente, su madre le había puesto una de sus delicadas manos en su frente, o al menos José así lo recuerda, y simplemente sintió cómo su madre le decía que lo amaba sin decir una sola palabra, simplemente lo sentía, lo sabía.

Por un rato sintió como su corazón latía rápidamente y ni siquiera José sabe describir la desesperación que sentía para querer quitarse todos los cables de encima y darle un inmenso abrazo a su madre, era una desesperación comparada a cuando era tu primer día de clases en la primaria y tu mamá con mucho amor desde la mañana te hacía tu lonche, te ayudaba a vestirte, te dejaba con un beso en la mejilla en la entrada de la escuela y mientras las maestras te llevaban de la mano al salón, solamente volteabas a ver a tu mamá con lagrimas entre los ojos porque no sabías en donde estabas, a donde ibas, no sabías lo que seguiría y tu única protección, que es tu madre, no estaba contigo ahí.

Pero a pesar de esa desesperación, José se sentía satisfecho, él veía a su madre feliz, la sentía feliz, José sabía que su madre estaba bien, su madre estaba con Dios y eso fue algo que comenzó a hacer sentir a José seguro. José sabía que la vida tiene que continuar y en algún momento su madre lo iba a dejar pero siempre iba a estar ahí acompañándolo, y no perdía la esperanza de que en un largo futuro la volvería a ver.

Y a pesar de que tenía esa inquietud de querer abrazar a su madre, él concluyó que ella no se lo permitía porque si lo hacía, José no la iba a soltar, no la iba a dejar irse y eso era peligroso para José como para su mamá, pues su madre tenía que irse a descansar en paz y José tenía que quedarse a seguir viviendo para cumplir la misión a la que lo mando

Dios, entonces todo se desvaneció otra vez y con el corazón lleno y satisfecho José de repente se quedó dormido.

Pero las visitas no acabarían con eso.

Podría decirse que aquellas visitas, eran completamente iguales a las típicas visitas que solemos hacer cuando un ser querido está en el Hospital, solo que aquí lo que cambiaba es que esas personas que iban a visitar a José eran sus familiares ya fallecidos, sus tíos, abuelos, conocidos, entre muchas otras personas.

Lo bueno aquí es que José en ningún momento sintió miedo, pues él sabía que aquellos seres queridos iban a darle más bien amor y fuerzas para que no se rindiera.

No se podría decir con exactitud que José los veía hablar realmente, era como un tipo de comunicación por telepatía. José los veía y los escuchaba mientras estos queridos espíritus se quedaban simplemente viéndolo, frente a él, con sonrisas y tiernas miradas de cariño y José en todo ese trance se sentía como un niño chiquito, sentía que poco a poco su corazón se recargaba y se llenaba de energía, cada que veía a sus familiares al rededor de su cama sentía que cada vez le daban más fuerzas y motivación de tener que salir adelante.

Pero claro que donde hay bondad y está Dios, el diablo acecha y trata de atacar.

Entonces los seres queridos de José comenzaron a desaparecer al mismo tiempo que su tranquilidad, pues mientras éstos espíritus desaparecían unas horribles criaturas “malignas” comenzaban a aparecer. José comenta nunca haber visto con exactitud al diablo, pero sabía exactamente cuando estaba molestando a José y cuando no, la verdad la mayor parte del tiempo lo molestaba, pero curiosamente, José

siempre sentía que alguien estaba detrás de él, como una luz, como una especie de fuerza que literalmente hacía que José no sintiera un pánico peor al que sentía para poder lidiar con aquellos monstruos que veía y era obvio que se trataba de Dios, algo que igualmente, en ningún momento lo pudo apreciar exactamente con sus ojos, pero José sabía que estaba ahí, él estaba seguro que aquella luz era Él, sabía que esa fuerza se trataba de Dios y creo que esa fué la base por la que José siempre podía salir victorioso de sus batallas constantes con sus pesadillas, porque siempre veía lo bueno dentro de todo lo malo.

Con el paso del tiempo sus pesadillas dejaban de atormentarlo porque sabía que siempre terminaría ganando el bien, como siempre lo ha hecho.

Lo último que recuerda José de aquellas visitas fué una simple indiferencia a lo que estaba ocurriendo con las pesadillas del diablo.

Comenzó a rezar y se durmió.

CAPÍTULO 5

LA BIENVENIDA

6:00 A.M.

Ruido; signos vitales, respiración, una escoba arrastrando por el piso, sprays desinfectantes, susurros del personal de salud, zapatos rechinando, entre más, eran cosas que hicieron que José se despertara aquella mañana.

José no estaba seguro de cuantos días habían pasado ya, pero de lo único que se pudo dar cuenta fue de que lo habían cambiado de habitación, pues José recuerda haber abierto los ojos y muy borrosamente pudo distinguir que su habitación ya no era tan oscura, tenía un color amarillento y lleno de vida en el cuál queriendo verlo con detalle dirigió su mirada hacia una gran ventana que contaba con una delgada cortina y por ahí detrás de aquella cortina que la cubría se alcanzaba a ver un hermoso cielo azul con unas cuantas nubes, una antena de señal y algunos aires acondicionadores que se encontraban por encima del techo, por lo que llegó a suponer que se encontraba entre el último o penúltimo piso del inmueble Hospital, pero no estaba tan seguro.

Al desviar su mirada de la ventana pudo ver borrosamente a un señor con su vestimenta extremadamente evitada de virus, limpiando con

esmero y cuidado el cuarto en el que José se encontraba, pues ahí mismo también había un paciente más, un compañero de habitación, José menciona aquel paciente era el mismo que decía asustadamente en ocasiones que le bajarán los perros de encima.

La duda le seguía llegando a José, la verdad el seguía creyendo que aquellos perros eran reales, incluso afirma que los llegaba a ver, pero claro que con todo lo que los médicos y enfermeras les hacían a los pacientes a la hora de inyectarlos o moverlos de camilla a camilla, así como todos los efectos de los medicamentos que les aplicaban, era lo que les causaban sus pobres moretones y sus dolores del cuerpo. Entonces no, por más que hubiera querido, los perros no eran reales, pero José no supo eso hasta un poco después.

Al tener los ojos entre abiertos, pudo sentir como una enfermera con su traje de astronauta se le acercaba para poder checar que todo estuviera bien y fué cuando ésta dulce chica le dijo con entusiasmo a José:

-“Señor, ya se encuentra en su cuarto de rehabilitación”-

Y José con emoción abrió más los ojos de los que los tenía.

Comenzó a mover su brazo y muy extrañado de que la enfermera no lo regañará se toco la cara y pudo darse cuenta de que ya no traía puesto el aparato de la intubación y con exaltación volteó a ver a la enfermera que con unos ojos alegres lo veía y le comentó que sus 10 días de intubación habían sido un éxito, espera, 10 DÍAS?! José ya había pasado 10 días dentro del hospital y sin embargo no sabía cuánto tiempo más duraría ahí.

Al intentar comunicarse con la enfermera su voz simplemente no salía, pero la mujer le decía calladamente:

-“No se desespere señor Olvera, su voz volverá”-hizo una pequeña pausa y continuó- “La intubación fué todo un éxito, su oxigenación sorprendentemente subió bastante y ahora lo único que tiene son estos pequeños tubos que le van a seguir ayudando a respirar en lo que se encuentra en rehabilitación19”-

Creo que es evidente que a la gente le gusta escuchar buenas noticias, pues después de días eso fue lo que José pudo vagamente entender y por la emoción no sabía si llorar o gritar, claro, gritar todavía no, pero era la intención.

Mientras José estuvo en recuperación, batalló para distinguir la realidad y lo que había soñado, pues él no lograba discernir20 entre una realidad u otra y ese dilema lo mantuvo pensando toda la etapa de rehabilitación en la que se encontraba y aunque José comenzaba a sentirse mejor con el transcurso del tiempo su proceso de mejora se seguía sintiendo extremadamente lento, pero él ya tenía una idea que en aquella habitación lo que le empezaban a pedir que hiciera eran cosas que se llevaban a cabo en una rehabilitación cómo pararse a caminar, comer por sí mismo, mover los músculos, ejercicios de respiración, entre otras cosas, solo que como al principio José no era capaz de moverse al 100%, el personal de salud era el encargado de limpiar, vestir, alimentar y darle de tomar a José directamente a su boca, pues ni siquiera con cubiertos o popotes José era capaz de atinarle a los alimentos y bebidas que le daban.

Aún con poca habla, las primeras cosas que José comenzaba a decir eran simples favores como pedir cobijas, agua, jugos, a lo mejor un poco de más gelatinas, pero hasta ahí era lo único que podía salir de él.

Mientras los días pasaban lentamente, José comenzaba a recuperarse físicamente, pero en su mente las cosas seguían rodando en un laberinto que parecía que no iba a tener ningún fin, pues cuando hallaba una salida, se daba cuenta que su mente seguía jugando con él y José corría y corría sin escapatoria. Para ese entonces parecía que José ya había ganado mucho poder, sin embargo, seguía perdiendo y seguía perdiéndose en aquel laberinto sin fin. José recuerda que cuando en su mente estaba a punto de dirigirse a una salida del laberinto, acercó su mano a su rostro tapándose de la inmensa luz que cegaba directamente sus ojos y cuando abrió sus ojos, tuvo la sorpresa de ver a su familia, su hermosa esposa Alma y sus tres queridos hijos Alejandra, Paola y Antonio, detrás de ellos se encontraban más familiares, amigos y conocidos. José recuerda que todas esas queridas personas que vió aquella vez, fueron su pase final a aquel laberinto sin salida, José ya sabía que ésto pronto acabaría, sabía que estaba cerca de la victoria, solo hacía falta un poco más de paciencia, un poco más de fuerza. José recuerda que en ningún momento esas personas le dijeron algo, solamente recuerda que todos estaban muy felices de poderlo ver, algunos se encontraban pidiendo por él y otros estaban posicionados con una mano extendida a José, algo que le hacía entender a él que ya lo estaban esperando, que ya le estaban dando la bienvenida a volver a vivir y continuar con su misión de vida.

Pasó tiempo y poco a poco todos sus seres queridos comenzaban a desvanecerse poco a poco, uno por uno y casi al final quedaron únicamente en primera fila su hermosa familia, hasta que los hijos de José se desvanecían con una sonrisa y una tierna mirada de “Nos vemos pronto”, pero José se dio cuenta que su esposa Alma seguía ahí y solo estaba ahí, parada, viéndolo con una sonrisa y lágrimas entre los ojos, mientras que con sus manos juntas, pegadas al pecho se ponía a rezar y

ahí estuvo por un buen rato, algo que a José no le molestaba, pues en ese tiempo, José pudo reflexionar lo absolutamente afortunado que era, porque Dios le dio la oportunidad de tener como esposa a una mujer cómo Alma, que a pesar de las canas verdes que de vez en cuando se suelen sacar, ella lo amaba incondicionalmente. José sabía qué Alma, era eso, su alma. Fue la única que se mantuvo firme en absolutamente todo momento y etapa que vivió José, desde el primer día, hasta en los largos días que José se encontraba en el Hospital, pues él cuenta que a Alma la contactaban todos los días para avisarle cada movimiento y cambio que hacían con José, también por ahí se enteró que Alma estuvo involucrada en absolutamente todo lo que consistían los debates en el Hospital, ella estuvo involucrada en todas las oraciones que hacían por José y sobre todo, claramente, estuvo involucrada en la salud de José.

A como lo pudo observar, José no puede expresar las palabras correctas para describir lo infinitamente agradecido que está con su esposa y sé que muy dentro de él siente una infinita deuda con ella, pero lo que José no sabe es que Alma lo haría una y otra vez con el simple hecho de que él este bien, al igual que sus hijos. Lo que José no sabe es que gracias a Alma sus hijos no perdieron la cordura de caer en depresión, ansiedad o incluso alguna enfermedad peor que el Covid19, porque aunque Alma hubiera estado estallando por dentro, ella sabía exactamente lo que tenía que hacer.

CAPÍTULO 6 LOS ÚLTIMOS DÍAS EN EL HOSPITAL

8 de Marzo del 2021

Ya habían pasado 4 días desde que a José lo habían sometido21 a rehabilitación y cada vez más sentía como iba progresando en su mejora. José se encontraba aliviado de que por fin sabía que día era y en qué fecha estaba. Era Lunes, estaba un poco soleado, por lo tanto de vez en cuando José podía ver uno que otro rayo de luz que pegaba a su cama. Veía con atención a su compañero de cuarto mientras dormía profundamente, al cual muy dificultosamente le podía distinguir la cara por la distancia de separación que tenían uno del otro, pero a pesar de eso, José le pedía a Dios por él, porque sabía que aquel hombre también necesitaba la fuerza para poder salir adelante.

Cuando José se encontraba en su etapa de recuperación el personal de salud lo trataban de la mejor manera, eran muy atentos en todo lo que José necesitaba y siempre eran puntuales en absolutamente todas las cosas programadas que tenían pendientes con José. Sin embargo, las indicaciones iban variando conforme José iba mejorando, principalmente en el consumo libre de alimentos y más que nada en la cuota de oxígeno que le iban reduciendo poco apoco a José.

Físicamente, José seguía con leves dolores en sus extremidades, sentía una que otra parte del cuerpo dormida y con alguna que otra llaga en su cuerpo por estar acostado. Por otro lado, mentalmente ya se encontraba mucho mejor, sus delirios22 eran menos y sus alucinaciones seguían entre esa pequeña línea de sueños o realidad, pues en un día pasado mientras le realizaban a José una serie de ejercicios para que pudiera caminar, de repente comenzó a dudar de lo que estaba haciendo ahí, muy pocas veces se le iba la onda de porque lo tenían caminando ahí con un andador, o de porqué le daban de comer directo a la boca. José de repente se cuestionaba de porqué lo cargaban y lo limpiaban, o incluso a veces se ponía de malas porque no entendía porqué no lo metían a bañar, se encontraba a caso en un lugar de caridad?, él no lo entendía, pero todos aquellos tormentos poco a poco, se desvanecían, ya no lo frustraban, ni mucho menos lo asustaban.

José se encontraba en ese momento tranquilamente quieto, hablaba con Dios, reflexionaba de la vida y agradecía por ella, en eso un grupo de doctores y enfermeras entraron a interrumpir los profundos pensamientos de José. Pero algo que le extraño es que éste personal de salud se encontraban muy emocionados, a pesar de traer puestos sus trajes de astronauta y sus enormes mascaras, se les, podía sentir una vibra diferente, una vibra alegre. Algunos doctores traían consigo una tabla de las notas que habían estado haciendo de José en su transe de estancia. Las enfermeras entraron directamente a checar a José y con todo el movimiento que sentía a su alrededor unos de los doctores se acercó y le comenzó a explicar:

-“A lo largo de tu estancia nos estuvimos comunicando con tu esposa para avisarle absolutamente todo lo que pasaba contigo aquí adentro”Continuó- “Acabamos de hablar con ella hace unos momentos, hemos estado viendo que por milagro te haz estado recuperando de una manera rápida y es por eso que venimos a informarte que a más tardar para el Jueves 11 de Marzo vas a poder salir, los días que siguen te haremos un par de terapias de respiración y dependiendo de eso te daremos indicaciones”-

O algo así me comentó José que le dijeron, claro que si había algún cambio de planes ya sean buenos o malos, inmediatamente le iban a avisar, pero le dijeron que por ese momento, José podía tranquilizarse, todo se encontraba en orden.

Con el corazón casi de fuera agradeció a todo el personal y poco a poco se fueron retirando. Acomodó su cabeza en la almohada y mirando hacia el techo comenzó a sonreír, se encontraba con un brazo extendido, pues una enfermera se había quedado más tiempo ahí aplicándole algunos medicamentos, cuando en eso ella le preguntó algo que hizo a José pensar en el transcurso del día:

-“¿Qué piensa hacer cuando salga señor Olvera?”-

Tremenda pregunta. José en ese momento no le contesto nada, pero volteó a ver a la enfermera y le lanzó una dulce sonrisa. La enfermera al terminar se paró y se retiró, dejando ahí a José, pensando.

-“¿Qué rayos voy a hacer cuando salga?”- Se preguntaba José.

Y él mismo se respondía.

-“Obviamente tengo que descansar, casi se acercan las vacaciones de semana santa, es una oportunidad perfecta para poder tener energías y volver a trabajar”-Y seguía- “Tal vez termine de escribir mi libro, iba

justo en la mitad, lo bueno es que podré tener suficiente tiempo para continuarlo”-Paró por un momento y se puso a filosofar24- “Voy a pasar tiempo con mi familia, disfrutaré cada momento que pase junto a ellos, no todo es para siempre y por suerte Dios me dio una oportunidad más de estar aquí, tengo que aprovechar y simplemente vivir”-

Con eso José cerró los ojos y aunque el sol todavía no se ocultaba completamente, él ansiaba con que los días pasarán rápido y cayó en un sueño profundo.

9 de Marzo del 2021

Sintiendo mucho movimiento alrededor de él, José abrió los ojos y se dió cuenta de que a su lado izquierdo se encontraba una charola enorme de comida y a su lado derecho había un doctor programando un extraño aparato respiratorio que era para que José pudiera llevar a cabo su terapia personal.

Cuando el doctor notó que José había despertado le comenzó a decir que intentara desayunar por sí mismo, algo que José todavía no dominaba al 100%, pero fue algo que no le importó, al quererse acomodar se dió cuenta que una enfermera a su lado le comenzó a acomodar la cama para que estuviera en una cómoda posición para poder comer, y ésta misma enfermera espero a un lado de José hasta ver que él fuera capaz de comer por sí mismo, algo que victoriosamente logró y la enfermera con mucho gusto pasó a retirarse. Mientras José comía lentamente de bocado en bocado, escuchaba cómo el doctor le daba indicaciones sobre lo que procedería a pasar con sus terapias de respiración.

-“Estas terapias durarán todo el día hasta cierta hora de la noche”-El doctor pausó y procedió a llamar a una enfermera para que le ayudara a

terminar de instalar aquel aparato, y continuó- “En diferentes horarios vendrán doctores o enfermeras a checar como te va con tu respiración y mañana por la mañana te daremos los resultados”-

Pasó un pequeño rato y José había terminado de comer, así que el doctor procedió a aplicar todo lo necesario con ayuda de una enfermera.

Fue impresionante lo rápido que le pasaba el tiempo a José en el lapso de aquella terapia. A cada rato entraban doctores y enfermeras y de alguna manera recibía siempre halagos de lo muy bien que iba avanzando, algunos le decían que a cómo iba lo más seguro es que iba a salir para el siguiente día, algo con lo que sospechaba José ya que habían varios del personal de salud que ya le habían estado diciendo eso, sólo que se extrañaba de que nadie se lo confirmara.

Hasta que cayó la tarde-noche.

José se encontraba en su cama entre dormido y despierto cuando de repente entró el doctor que le había aplicado su terapia respiratoria y le comentó con un teléfono en mano que su esposa Alma estaba esperando en la línea. José se acomodó en su cama y atendió el teléfono.

Alma le comentó que el día Miércoles 10 de Marzo, iba a ser el día que iba a salir del hospital. Se pusieron a arreglar trámites de su salida y entre esa plática un doctor le informó que una ambulancia lo llevaría a su respectiva casa.

José muy contentamente colgó el teléfono y con una enorme sonrisa se lo entregó al doctor. El doctor procedió a retirarle sus aparatos de terapia respiratoria y lo volvió a conectar a su tanque de oxígeno.

El doctor se despidió de José y se retiró.

Esa noche José casi no pudo dormir, sentía que el corazón le estallaba y que en cualquier momento se le iba a salir del cuerpo, estaba tan emocionado que cuando cerraba los ojos ansiaba abrirlos para que ya fuera de día. Pero el tiempo pasó muy lento y José solo se intentó relajar, respiraba incómodamente profundo por los tubitos de su nariz y de repente todo se apagó dentro de él.

Sus últimos sueños aquella noche, fueron incoherentemente24 irrelevantes25. Al abrir los ojos dentro de su mente se dió cuenta que todo su alrededor estaba oscuro, hasta que comenzó a caminar hacia ningún lado y se dió cuenta que poco a poco se aproximaba a una luz enorme, corría y corría pero simplemente no la podía alcanzar, hasta que de repente sintió que muchas personas lo comenzaron a seguir, se veían algo enojados y no dejaban de gritar.

“QUE NO SE ESCAPE”

Pero José corría cada vez más rápido. No quería ni siquiera mirar para atrás porque él sabía exactamente quiénes eran esas personas, él sabía qué eran esos monstruos y si se le ocurría mirar para atrás no iba a haber escapatoria, así que José corrió y corrió hasta que por fin se empezó a acercar y justo cuando llegó a la luz, se despertó.

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