Editorial
E
l 2020 nos cayó como un balde de agua fría que nos hundió en la ansiedad y la depresión. Al encerrarnos, recurrimos al internet como una tabla de salvación, como un recurso para tratar de encontrar respuestas a lo que estaba ocurriendo, pero de pronto, al mismo tiempo nos topamos con cientos de teorías de conspiración que muchos han creído. “El Covid no existe”, “es una enfermedad que crearon para controlarnos”, “la vacuna es para insertarnos un chip que nos convertirá en zombis, que tendrá un geolocalizador o GPS para saber todo de nosotros”, “Bill Gates y George Soros son los causantes del nuevo orden mundial”, “fue en un laboratorio de Wuhan, China, donde liberaron el virus”, “las farmacéuticas están detrás de todo”... La Covid-19 se convirtió en el caldo de cultivo para manipular a las personas a través de las redes sociales y para que gobernantes obtuvieran más poder. Ahí está el “Detente” de López Obrador, o la acusación que hiciera Mike Pompeo, exsecretario de Estado con Donald Trump, quien aseguró que el virus fue esparcido a propósito por los chinos como parte de una guerra bacteriológica. Total que, entre 2020 y 2021, se declaró la guerra contra la desinformación y la consecuente alza en las teorías de conspiración. Son de conspiración porque no hay fundamentos científicos que las sustenten, en tanto que la ignorancia busca sucesos y “razones” para tratar de dar una explicación a lo que está ocurriendo. El problema de las teorías conspirativas no pasa a mayores si creemos que Elvis Presley está vivo o que Paul McCartney murió en un accidente automovilístico en 1966, o si pensamos que somos descendientes de los extraterrestres o que existe la reencarnación. El problema es
que hay teorías conspirativas que son dañinas, provocan fanatismos, asesinatos o muertes por creer en algo que científicamente no está comprobado. Ahí están los antivacunas, que provocaron un brote de sarampión que se creía erradicado; ahí están los seguidores de QAnon, quienes han disparado a una pizzería y son fieles seguidores de Donald Trump, a quien consideran el salvador del mundo. Están los supremacistas, que han regresado a la escena pública, y los gobiernos populistas, que ya están como en 1920, cuando aparecieron los fascistas en Europa. Son tan peligrosas algunas teorías conspirativas, que influyeron en grupos para atacar a los médicos. O que se vea a los ricos como los enemigos y a los pobres como el pueblo bueno y sabio. La polarización es la base para las teorías conspiranoicas y para mantener el control en una sociedad. Pero la pregunta: ¿por qué caemos en ello? ¿Qué nos orilla a seguir líderes religiosos? El fanatismo. Es por eso que en esta edición buscamos a profesionales de la salud mental que nos den una explicación de qué es lo que mueve al que conspira y qué provoca en el que lo sigue. Detrás del manipulador hay miedo y, por ello, intenta controlar con mentiras y puntos débiles a quien es vulnerable y cae fácilmente en sectas u organizaciones como NXIVM, en la que el líder de la agrupación explotó sexualmente y mentalmente a sus seguidoras, al grado de fundirles un hierro caliente en la piel como si fueran reses. Los conspiradores están en las religiones, en la política, en la abogacía y en el periodismo, en los lugares donde la mentira reina y las ganas de controlar a los demás a través de la manipulación es el pan nuestro de cada día.
Zeus Munive Rivera editor
4CONTENIDO
Directorio Zeus Munive Rivera Director General Uriel Zuloaga Asesor de Recursos Humanos La Aldea. Edición y Diseño Edición, corrección y diseño editorial
Año 13, abril de 2021, Número 139. Revista 360° Instrucciones para vivir en Puebla es una publicación mensual editada y distribuida por Zeus Munive Rivera. Calle 9 Poniente 2519-2, colonia La Paz Puebla, Pue., C.P. 72160. Teléfono (222) 2303239 y (222) 7853800. Editor responsable: Zeus Munive Rivera. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2012091814274100-102 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Número de Licitud de Título y Contenido 16759 expedido por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por Pincel Digital, Priv. 37 Norte, col. Amor, CP 72140, Puebla, Puebla. Revista 360° Instrucciones para vivir en Puebla es una marca registrada. Este ejemplar se terminó de imprimir el 30 de marzo de 2021 con un tiraje de 10 mil ejemplares. Las opiniones expresadas en la revista por los autores o columnistas no reflejan la postura del editor. Los listados y demás datos comerciales son solo de carácter informativo y el editor no asume ninguna responsabilidad respecto de la calidad, confiabilidad, veracidad o cualquiera otra característica de los productos o servicios anunciados. Todos los derechos reservados © 2021. Queda estrictamente prohibida la reproducción de los contenidos sin previa autorización del editor. Para quejas, sugerencias, comentarios y felicitaciones: @revista360 Revista360º Instrucciones para vivir en Puebla @revista360grados revista360grados@gmail.com
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En portada
CONTENIDO5
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El reverso de la corrección moral NO FICCIÓN
10
Apuntes sobre el pensamiento mágico NO FICCION
26
Andrés Almeida, la nueva música EN CORTO
14
Para documentar nuestras teorías de la conspiración NO FICCION
20
¿Por qué creemos en las teorías de la conspiración? NO FICCIÓN
32
Las propuestas musicales de la pandemia TENDEDERO
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El reverso de la corrección moral Por Julieta Lomelí
NO FICCIÓN7
La convivencia con los demás no siempre es fácil. Cada uno de nosotros es un complejo rompecabezas que el otro intenta armar a su manera —algunos con mayor dedicación que otros—, tratando de no forzar las piezas que va armando sobre nuestra personalidad, creencias y deseos. No sé si en el pasado resultaba para todos menos complejo no romper las piezas ajenas, o tratar de forcejearlas para que encajaran a nuestros propios valores, pero lo que sí sabemos es que en la actualidad cada vez es más difícil construirnos un mapa general del otro, para así no caer en riesgo de transgredir su identidad o violentarlo con nuestros credos. El abanico moral, aunque en apariencia parece abrirse, no sé si en la práctica la tolerancia a los diferentes modos de pensar y existir sea realmente tan amplia como creemos. Y si bien podríamos pensar en esa época, que ni siquiera podríamos llamar ya posmoderna —como alguna vez la trató de nombrar el intelectualismo francés de los setenta—, que fragmenta en millones no solo los espacios que habitamos, o la exacerbada información que recibimos gracias al universo digital, sino que hemos perdido por completo cualquier punto de referencia ético, la brújula ha enloquecido y se ha dejado guiar —simultánea y contradictoriamente— hacia lo que se podrían llamar modas morales —que no necesariamente son éticas—, y hacia la universalización —vaya paradoja— de afirmar sobre todas las cosas y sobre los demás, la libertad de cada una de esas complejísimas individualidades que somos cada uno de nosotros.
Ninguna regla más infalible para romper con la comunidad y construir una convivencia demasiado enrarecida, densa y de reglas tan artificiales, como esa aceptación automática de lo que deba ser políticamente correcto —moda moral— en un momento, pero al mismo tiempo, creyendo que toda individualidad es muy libre de creer y ser como quiera, en un mundo con millones de caminos, pero demasiado frágiles como para poder asegurar una convivencia sólida con los demás, o que al querer ayudarle a armar las piezas de su propio rompecabezas, no corramos el peligro de romperlas. De la misma manera, esa multiplicidad de formas de ser no asegura, en absoluto, una existencia auténtica, única y especial, y mucho menos si vemos al mismo tiempo a un montón de individualidades alienadas a la corrección política, indignadas por lo que se deben indignar, y morando eso que una vez Heidegger llamó el mundo de la “publicidad”. La alienación a dicho mundo implica aceptar sin mayor reflexión —aunque sí quizá con cierto miedo a ser linchado en caso de no hacerlo—, una serie de prácticas sostenidas en una moral concentrada en la corrección política, en lo que ahorita se muestra como lo deseable, pero que de un momento a otro podría volverse completamente injustificable. Dentro de estas prácticas se encuentra la corrección del humor, lo cual no implica que se defienda un humor alejado de la coyuntura o que cumpla a veces fines mediáticos. La corrección política también es ultraconservadora, y tiende a querer exponer como buenos una serie de estereotipos y formas de vida frente a otros que ya no aceptaría como socialmente funcionales, y esto también sucede a pesar de la apertura a múltiples valores, que esta “no-posmodernidad” delinea en nuestras vidas.
Si, entonces, todo se está volviendo más frágil que en el pasado, al ver fragmentada nuestra concepción de lo bueno y malo de maneras inimaginables: una concepción que a veces se legitima en lo mediático, otras veces en lo ético, y algunas veces más en limitaciones meramente subjetivas, no podremos llegar así a una convivencia que avanza hacia la tolerancia o hacia algún tipo de consenso intersubjetivo y debidamente meditado de lo que realmente habrá de ser o no tolerado. De tal manera, a veces se abusa de juzgar al pasado con los ojos del presente, cerrando así cualquier intento de diálogo y aprendizaje con la memoria. Apostándole a la aniquilación total del pasado que ha sido condenable ante la mirada del presente, no hay ningún matiz que se pueda rescatar en dicho olvido. Esta moral correctiva parece ser un mero accesorio de reglas de buena conducta que solo pretenden rellenar el presente, ser aprendidas en el instante, para lanzarnos a un futuro que estará mediado por la neutralidad, por el no compromiso con una moral que debió construirse, confrontarse con los demás, y ser asumida individual y colectivamente, y no más bien ser impuesto a lo colectivo y asumida instantáneamente por el individuo de un momento a otro.
8NO FICCIÓN
Escribía Heidegger en el siglo pasado, quizá haciendo eco decoroso de lo que vendría, que
Si las conductas humanas se delinean actualmente desde la tendencia de no hacer muchas olas en lo que debe ser siempre un mar sereno, en guardarse cualquier comentario, aunque sea una broma, que pueda ser demasiado polémico para los demás, entonces hemos llegado al fin a la tan codiciada llanura de la inteligencia, a un suelo liso en el cual todo está en orden, a la uniformización deseada por todo régimen opresor, sin la necesidad de haber ni siquiera tenido que esforzarse en crear un aparato ideológico, con sus determinados castigos para adherir a los más rebeldes. No, la corrección política ha llegado sin mucho esfuerzo, ha sido acogida sin ningún problema, divulgada por el monstruoso mundillo de las comedias en episodios, de las plataformas de series y películas, y del algoritmo represor, pero por ello casi invisible, de cada una de las redes sociales. No hay forma de salirse del margen, porque resulta imposible imaginar que en un mundo “superlibre” exista un margen, porque el único margen es la buena calificación legitimada por un like en redes sociales, por los comentarios optimistas de nuestros contactos y, por supuesto, los puntos que nos dicen cómo vamos en nuestras aplicaciones del celular. Esta corrección política también nos hace pensarnos dentro de esa dinámica de objetos regida por la dictadura digital que nos vuelve deseables o no a ojos de otros, que nos puede negar o abrir la puerta a determinado puesto laboral, que nos puede volver grandes amantes o unos completos fracasados en el amor divulgado por una denuncia anónima en algún rincón de internet. La dictadura digital legitima, y a veces sin una cara propia, nuestro valor como personas y como productos de ella misma. Nos colocamos así en el aparador del mundo, tal como si fuéramos objetos vendibles y que se encarecen si siguen al pie de la letra todas las reglas de control de calidad. Así vamos por la vida firmando muchas causas en Change.org aunque ni siquiera hayamos leído de qué van. También nos indignamos por la mala conducta de un individuo solo porque, sin más, a quien se asume como débil se le debe siempre creer, aunque ni siquiera conozcamos ni nos interese el argumento de quien ha sido sentenciado. Asumimos lo que debe ser asumido y transitamos por el mundo enjuiciando lo que deba ser enjuiciado, siguiendo al pie de la letra las instrucciones de ese gran yugo moral de la corrección política, para entonces encajar con las demandas ajenas, y de paso ofrecer las garantías mínimas que la época nos demande. Mientras el otro va por ahí poniendo y viendo nuestra calificación moral en esa gran red a la que le vendimos hasta nuestra última anécdota íntima y hasta nuestra más secreta convicción, con tal de tener seguidores, de tener cinco estrellas, y de volvernos la reseña positiva, tan banal y genérica como las que leemos al comprar un nuevo aparato electrodoméstico.
“Gozamos y nos divertimos como se goza: leemos, vemos y juzgamos sobre literatura y arte como se ve y se juzga; pero también nos apartamos del montón como se debe hacer; encontramos irritante lo que se debe encontrar irritante. El uno, que no es nadie determinado y que son todos, prescribe el modo de ser de la cotidianidad.” Yo escribiría actualmente que en realidad prohibimos y reprimimos lo que otros reprimen, censuramos series y películas de hace décadas que han sido juzgadas con los ojos del presente. Pensamos como todos hacen, y ni siquiera reparamos un momento en la hipersexualización de los niños divulgada una y otra vez en las redes sociales. Porque resulta más urgente prohibir las películas sexistas de princesas de hace más de tres décadas, o borrar al elefante gordo y oscuro de una caja de cereal, que ponerse a meditar en serio sobre los vídeos de niños y niñas que andan rondando por toda la red, de esos que, por cierto, podrían ser nuestros hijos. Ponemos demasiada atención a los ojos poscolonializados de Pocahontas, mientras los niños se exhiben o son exhibidos de maneras riesgosas en redes sociales, volviéndose la carnada perfecta para los pederastas y la trata de personas. Pero como soy escéptica, también socrática, y políticamente correcta, no sé qué tan de cierto sea pensar que seguimos peleándonos por lo contingente, preocupándonos por lo mediático, para distraernos de lo importante.
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Apuntes sobre el pensamiento mágico Por Carlos Peregrina
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T
odos hemos leído, escuchado en la radio o visto en la televisión estas ideas de que el universo conspira a tu favor solo con proponértelo. Hemos basado nuestras expectativas de vida en los horóscopos y hasta buscamos si nuestro signo puede ser compatible con la persona que nos atrae. Hay quien busca la respuesta a todos sus males en la aromaterapia, en los chacras, en los mantras, en decretar como lo propone la ideología de El Secreto y hay hasta quien asegura que con solo proponerte algo lo lograrás. Oh, pero qué triste realidad, qué triste desengaño cuando por más que nos propusimos ser millonarios no lo logramos, cuando nuestros sueños se quedaron en eso: en sueños. Terminamos tronados, con depresión, desilusionados, ansiosos y, a veces, con muchas deudas, porque invertimos nuestros ahorros en un negocio que simplemente no funcionó. Nos culpamos porque pensamos que atrajimos el fracaso, porque el pensamiento de fracasar y de que no podemos siempre estuvo ahí. Nos convertimos en nuestros propios enemigos, en ese lastre, no queremos ver a nadie y no queremos experimentar. Nos aislamos porque pensamos que el mal está dentro de nuestra piel. El pensamiento mágico se puso de moda desde hace décadas. Con la revolución cultural de los sesenta, muchos jóvenes que buscaron una respuesta a sus confusiones encontraron en religiones, sectas, organizaciones y libros de superación personal, las palabras que eran necesarias para calmar los pensamientos que golpeaban contra sus cabezas. En los medios de comunicación, en la radio, por ejemplo, escuchamos a locutores que siempre dan frases de aliento, pero que nos regresan a pensar que lo que nos
ocurre, en ocasiones, es por nuestra culpa, porque no creemos en la felicidad, porque somos impulsivos, porque sí nos enojamos, nos entristecemos, porque hemos tenido ataques de ira que no podemos controlar. Desde hace una década, en las redes sociales, políticos e influencers utilizan frases de superación y lo acompañan con una taza de café. Vemos listados de los hábitos de las personas altamente competitivas y nos damos cuenta de que eso no somos nosotros, porque el ser humano no es una máquina a la cual se le pueda imponer la felicidad. Si todos fuéramos como lo presentan esas frases de autosuperación, entonces seríamos como la caricatura de los ositos cariñositos. Y no es que una frase o un pensamiento nos ayude a ser mejores, es que tampoco puede ser solo con un pensamiento de felicidad que logremos ese estado de satisfacción, porque uno podrá hablar de la física cuántica o de decretar, pero diariamente hay que pagar las cuentas, hay que pagar impuestos, la limpieza, entregar a tiempo el trabajo. El pensamiento mágico es una idea sobre la cual la gente basa sus expectativas de vida, pero que no va de acuerdo con la realidad. Es una mentira. Todos los medios de comunicación las utilizan para lograr un solo fin: mantener un alto grado de consumismo. Y es así porque, al aspirar a una mejor vida, tratamos de buscar mecanismos mentales para lograr nuestras metas. Las religiones y las sectas o grupos de superación personal, en general, basan todo en la fe. Lamentablemente, en muchas ocasiones, es un mecanismo de control, porque generan culpa y arrepentimiento en el ser humano. Casi todas estas agrupaciones religiosas o no se van a ideas o supersticiones que no se pueden sustentar científicamente, se crea un misterio, se evade la realidad.
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En muchos grupos de coaching empresarial o emocional ese es la base del control: “estás gordo porque quieres”, “eres pobre porque quieres”, “te enfermas porque tú lo provocaste”, “tú pensaste tanto en ese accidente que lo atrajiste”, y arrastran a la persona a un estado de culpa y de indefensión que lo hacen sentir malo, tonto o un ser que no se merece nada. Ahí es donde los conspiradores y los “conspiranoicos” encuentran el ambiente idóneo para manipular, puesto que casi todos los que tienen esas teorías pertenecen a grupos que venden libros, cursos, procesos mentales, clases de yoga, textos de marketing, o hasta negocios piramidales llamados de multinivel. Los grupos de coaching coercitivo han sido señalados porque aseguran que lograrás muchísimas ventas y más dinero. Una vez que vas a una de sus clases (que tiene costo), te ponen a personas a tu alrededor a gritarte tus errores, tus daños, tus problemas, y te hacen sentir mala persona. Para que este coaching funcione, los participantes entran en un sistema de multiniveles en el que están obligados a llamar a más adeptos y así la casa siempre gana. Quizá haya personas que se sienten bien y que logran algo en la vida, pero quizá por nuestra baja autoestima no nos dimos cuenta de que fue por nosotros mismos y no por la varita mágica. No están mal las frases para mejorar día a día, no está mal cambiar de hábitos, pero tampoco está mal equivocarse, estar triste, enojado, llorar. No es malo sentir envidia si solo es un sentimiento que está basado en que uno quiere algo más que no tiene. No por eso nos vamos a ir al cielo o al infierno o reencarnaremos en una cucaracha o seremos descendientes de la familia Slim. El pensamiento mágico puede ser dañino porque lleva a una persona al fracaso emocional, a la culpa, a la psicosis y a aislarse. No nos damos cuenta de que también somos vulnerables y de que es válido equivocarse, no saber, subir y caer. Eso nos fortalece. Lo que está mal es que pensemos que siempre nos irá bien solo con pensarlo o creer que al que hace mal le irá mal. Esa es una trampa muy grande. Porque una de las frustraciones del pensamiento mágico es que uno piensa que la vida se la va a cobrar al villano y nunca supimos si eso ocurrió o no. Esos pensamientos más bien están basados en la venganza, porque no nos corresponde estar esperando a ver a qué hora le llega el karma al delincuente, al lamebotas del jefe, a quien nunca pagó impuestos; si dedicamos nuestra atención a eso, nos frustraremos. El pensamiento mágico está inundando nuestras redes sociales y los medios de comunicación, y al final solo es superstición, y si hemos caído en ello lo mejor sería buscar ayuda profesional que nos reeduque y no nos quieran vender libros de El Secreto o que nos pongan a escuchar cuencos orientales. Este tema del pensamiento mágico es como imponer la felicidad, y si no eres feliz eres una persona mala o tonta y no es así. Si algo va mal, es mejor buscar ayuda y evitar caer en esas ideas falsas que simplemente nos hunden más emocionalmente y con peores consecuencias.
No están mal las frases para mejorar día a día, no está mal cambiar de hábitos, pero tampoco está mal equivocarse, estar triste, enojado, llorar.
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Para documentar nuestras teorías de la conspiración Por Zeus Munive
Presentamos un pequeño listado de cuáles son las más actualizadas teorías de la conspiración que sí están dominando al mundo. Todo empezó por el internet y las “benditas” (AMLO dixit) redes sociales. Es ahí en donde los manipuladores, narcisistas y psicópatas han encontrado el mejor caldo de cultivo. Es ahí donde un ser humano común y corriente recurre a todos estos nuevos medios de información para tratar de explicar su entorno y su existencia. Es en ese espacio, que si no lo cuestionamos e investigamos más, donde podríamos ser víctimas no solo de engaños, sino de fraudes, depresión, violencia y más locuras que ya ha provocado la intoxicación por exceso de información.
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QAnon, la locura del internet
Recientemente la cadena televisiva HBO sacó el documental QAnon, en el ojo del huracán. En este se trata de revelar quién está detrás de una de las más peligrosas teorías conspirativas que provocó que dispararan contra una pizzería porque supuestamente ahí se violaban a menores de edad y también logró que un grupo de activistas pro Donald Trump tomaran el Capitolio para evitar la llegada de Joe Biden al poder. Pero ¿qué es QAnon y por qué, como mexicanos, le debemos tener miedo? En octubre del 2017 apareció QAnon. Un supuesto agente de Inteligencia que se hacía llamar Q (el Anon es por “anónimo”) alertó —en la red social de chat 8-chan— que existía una conspiración de adoradores de Satanás que intentaban apoderarse del mundo, y que una de sus metas era secuestrarlos, violarlos y beber su sangre. Entre los adoradores de Satán —según QAnon— están los líderes demócratas como Hillary Clinton y Barack Obama, el actor Tom Hanks y, por supuesto, el enemigo público número uno que ha apoyado muchas causas liberales en el mundo, George Soros, así como la comunidad judía. Esta comunidad seguidora de Q es totalmente racista y antisemita. El FBI ha señalado que QAnon es una amenaza de terrorismo doméstico y que “es muy probable” que se cometan “crímenes violentos inspirados por sus creencias extremistas”. Donald Trump ha negado mil y un mil veces la existencia de esa red social; no obstante, algunos de sus seguidores han disparado contra una pizzería en la que supuestamente Hillary Clinton y su promotor de campaña cometían actos de pederastia en el sótano de dicho lugar. Obviamente, ya se descubrió que en ese comercio no hay sótanos. No obstante, esa red existe y ha provocado locura social en el vecino país del norte, ha generado división, clasismo, racismo, xenofobia, y aunque no se sabe la meta de QAnon, es cierto que tiene muchísimos seguidores en todo Estados Unidos.
Los antivacunas
En Puebla hay un militante de los Caballeros de Colón —organización ultracatólica— que milita en el PRI, e incluso ha sido dirigente estatal de ese partido. Es un empresario bien visto por la derecha poblana y que nunca vacunó a sus hijos porque considera que es meterle un virus a la salud de sus pequeños. Cualquiera podría estar de acuerdo con la concepción de que cada quien hace y deshace con su vida y la de su familia, pero el riesgo de seguir esas ideas es que una persona que no reciba sus vacunas, si adquiere alguna enfermedad, puede contagiar y diseminar el virus. El tema de los antivacunas no es nuevo, data de finales del siglo XIX, pero desde los años sesenta esa ideología se acrecentó. En los últimos años nos hemos enterado del rebrote de sarampión o de enfermedades que se consideraban erradicadas y ahora, con la aparición de la COVID-19 en la escena, es un hecho que se reactivó esta teoría, pues hay gente que empezó a decir que a través de las vacunas que nos inyectarán para bajar el número de enfermos y contagios nos pondrían un chip para controlarnos, que estas sustancias que nos inocularán nos convertirán en zombis totalmente manipulables para que estemos en el nuevo orden político y económico. QAnon, por cierto, es uno de los difusores más altos de la teoría conspirativa de los antivacunas. En California, un grupo de nuevos hippies ha asumido cabalmente esta historia; empero, hay doctores en ciencias que sí han comenzado a creer todas estas locuras que han provocado ya muchísimas muertes, como es el caso del rebrote de sarampión que se consideraba erradicado desde hace lustros. Las teorías de los antivacunas se inscriben también en el odio que se ha generalizado contra las farmacéuticas, porque existe la idea de que estas compañías tienen la cura contra el cáncer, el VIH, la COVID-19, pero se niegan a venderlas al público, primero, para encarecer los productos, y segundo, porque desean acabar con la sobrepoblación mundial, una especie nueva del holocausto. Incluso, José Luis Mendoza, rector de la Universidad Católica de Murcia, se preguntaba en junio del año pasado por qué Bill Gates y George Soros habían anunciado desde hace años que venía una pandemia. Tan distinguido personaje académico también promovió la idea del chip para dominar al ciudadano. Para los conspiranoicos eso es una demostración de que lo tenían todo planeado.
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El efecto Dunning-Kruger
Recientemente escuché, por primera vez, la palabra infoxicación, que consiste en intoxicarse con tanta información. En teoría, las redes sociales y el internet nos democratizarían, acabarían con los monopolios de la información y con los líderes de opinión que, en ocasiones, llegaban a actuar como poseedores de la verdad. En parte, sí ocurrió, pero por otra parte nos enganchamos en el otro extremo, hicimos que todo lo solucionara el internet y admitimos que las grandes corporaciones fueran conocedoras de todo: de nuestra vida privada, de nuestras aspiraciones, odios, miedos, perversiones, deseos sexuales, familia y amigos. Y entre tanta información es muy fácil caer en desinformación. Los investigadores de la Universidad de Cornell, David Dunning y Justin Krueger, estudiaron profundamente la relación entre la incompetencia y los sentimientos de superioridad. Muchas personas que están medianamente informadas utilizan historias que ven en YouTube o en algún portal y, para sentirse poseedores de la verdad, imponen ideas muchas de ellas basadas en teorías conspirativas. El efecto se define como “un sesgo cognitivo según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que personas mayormente preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real”. Ello ha llevado no solo a imponer esa otra realidad basada en fuentes desconocidas, sino que se les hace agruparse y pensar que los demás están equivocados, que son malas personas, que ellos salvarán al mundo y que los otros
le harán daño. Esa visión es el caldo de cultivo ideal para los partidos políticos y los líderes populistas. Lo mismo ocurre con el “Estado profundo”, esa visión de que hay un gobierno dentro del gobierno, que hay grandes compañías transnacionales que intentan controlarnos y utilizan a los gobiernos para manipularnos, situación que no es ilógica, pero lamentablemente carecemos de datos. Sin embargo, en el ánimo de sentirse satisfecho, un ciudadano busca echarle la culpa a un gobierno o, en su momento, recompensarlo por “resolver” sus problemas.
Las mascarillas y la COVID-19
Ya lo escribimos líneas arriba, hay personas que aún no creen que exista un virus letal que esté acabando con millones de personas a nivel mundial. Hay presidentes como Andrés Manuel López Obrador o Bolsonaro en Brasil que se opusieron al uso de mascarillas. El subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, dijo que el mandatario mexicano no se contagia, porque tiene la fuerza moral de su lado y posteriormente sacó unas imágenes religiosas, unas estampas, y gritó “¡Detente!”. Ha existido una visión de que la COVID-19 solo le da a los ricos. O que el Ejército roció a las comunidades para desaparecerlas. El año pasado había personas que salieron gritando “están matando a nuestros familiares” y golpearon a personal de salud en varias clínicas del IMSS. No es exclusivo de México. La visión de que el virus SARS-COV-2 fue un invento, fue creado por los chinos o por la CIA o es un experimento social para encerrarnos y que El Gran Hermano —la versión orweliana de
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Es el poder de la información el que, lamentablemente, es aprovechado por personas o grupos para manipular a un ciudadano común.
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control— nos intenta mantener encerrados para así, a través de las computadoras y aprovechando el home-office, nos manipulan y nos hacen más consumidores. Hasta hoy no hay respuesta de cómo se originó el virus. La teoría más aceptada es que el virus evolucionó y brincó a los humanos en Wuhan, China, lo que provocó que la nueva cepa de coronavirus se transformara en letal. La desinformación, por un lado, y la búsqueda de la verdad en internet, hicieron que la gente tratara de darle una explicación. El virus no se ve. Hay personas asintomáticas, y eso ha provocado más desconfianza. Los estudios para evaluar el número de infectados no son del todo reales, porque es una enfermedad nueva y esa desconfianza provoca la creencia en una teoría conspirativa. ¿A qué país ha fortalecido la covid? A ninguno, las economías locales están colapsando. Cada vez hay más desempleados, más gente pobre, más inseguridad, crecimiento de la delincuencia organizada que tiene, además del tráfico de drogas, la extorsión, hackeo de cuentas bancarias, secuestro, trata de personas y clonación de marcas para la venta de ropa o tecnología. Así que ni considerar que hay que ver al beneficiario para tratar de explicar la existencia dede la pandemia. La desinformación y el exceso de información provocan que uno pueda tratar de explicar lo que nadie nos ha explicado, y en el ánimo de culpar a alguien por nuestros problemas buscamos siempre a un gobierno. Ya sea el PRIAN o Morena. Lo cierto es que nos hace perder la objetividad y la conciencia, porque los promotores de las teorías conspirativas son tan tercos con sus ideas que no están dispuestos a demostrarlas con hechos.
El gran fantasma
Los conspiranoicos de QAnon ya han llegado a Latinoamérica. Según un estudio de la BBC, en Costa Rica había en agosto del 2020, 6 700 miembros en una sola cuenta de Facebook. Se habla de que en México, Brasil y otras partes de este continente ya son promotores de la verdad y que cada vez están “despertando”. Aunado a esto se ha reavivado el supremacismo y el odio contra George Soros, un empresario filantrópico de origen judío, a quien se le ha visto como el enemigo público número uno, pues recientemente hasta lo querían involucrar con Artículo 19, la organización que defiende los derechos humanos de los periodistas desde 1986 y desde principios del 2006 en México y Latinoamérica.
Recientemente, el presidente López Obrador le declaró la guerra a Artículo 19 acusándola de conservadora y de ser financiada por sus adversarios con el fin de dañar su imagen. La visión supremasista mundial va de la mano cuando meten en esta guerra a George Soros, pues la visión es que los judíos nuevamente quieren controlar al mundo como ocurrió cuando en la Alemania nazi se escribió el libelo Los protocolos de los sabios de Sión, que provocó hasta el holocausto y, con ello, al menos 6 millones de asesinatos en los campos de concentración. Kevin Roose, periodista del New York Times, escribió el año pasado que: “QAnon ha incorporado elementos de muchas otras comunidades que creen en teorías de conspiración, como ciertas afirmaciones sobre el asesinato de John F. Kennedy y el movimiento que sostiene que hay una verdad alternativa sobre el 11-S”, Lo mismo pasa con los terraplanistas, quienes aseguran que la Tierra no es redonda. En las teorías conspirativas cabe de todo, hasta el fraude electoral. Lamentablemente, nuestro sistema de elecciones siempre ha estado en duda y, por lo tanto, cuando alguien grita que es un fraude le creemos ciegamente. La falta de transparencia juega como un elemento más para creer que no ganó tal o cual candidato. Las redes sociales como Twitter, con tantas cuentas falsas, troles y bots nos hacen creer una historia distinta a la real y eso se ve. Son las redes sociales esta amenaza fantasma en la que leemos, incluso, que con un polvo podemos salvarnos de la COVID-19, o con decretar diario un mantra de salud nos hagamos inmunes al virus. A nivel local, en las redes sociales, periodistas y columnistas atacan a uno u otro candidato, a uno u otro político. Son campañas que se generan desde el epicentro del poder y tienden a denostar imágenes, muchas veces, sin fundamento. Es el poder de la información la que, lamentablemente, es aprovechada por personas o grupos para manipular a un ciudadano común que trata de explicar lo que ocurre, y a veces los propios periodistas caemos en errores al tratar de explicar conjuras donde a veces ni existen. Es el fantasma de las redes sociales y el solucionismo tecnológico, como lo llamó el investigador Evgenzy Morozov, que nos hacen creer en lo primero que vemos sin cuestionar el origen de la información. Y a esa amenaza nos tenemos que enfrentar como unos pequeños David peleando contra un Goliath conspiranoico.
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¿Por qué creemos en las teorías de la conspiración? Por Zeus Munive
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e las teorías de la conspiración no hay quién se escape, es como la pubertad, la varicela o enamorarse, no hay forma para que nadie alguna vez en su vida haya creído en un gobierno alterno, oculto, en una religión, en una filosofía, en un pensamiento mágico, en un razonamiento sin sustento. Hay de conspiraciones a conspiraciones, algunas no generan problema, otras sí, porque se puede volver fanatismo y afectar a terceros, como, por ejemplo, los antivacunas, que hicieron que muchas enfermedades extirpadas de nuestra vida regresaran. No pasa nada si uno piensa que Elvis Presley aún vive y es agente de la CIA, pero sí afecta el pensar que los médicos están matando a personas que llegaron al hospital con covid. No pasa nada si alguien cree en el Dios cristiano, pero sí cuando una turba de pobladores lincha a unos universitarios como ocurrió en Canoa en 1968. Es por esa razón y en medio de la pandemia por la COVID-19 que buscamos a un grupo de especialistas en psicología para que nos dieran una razón de por qué los humanos creemos y caemos en las teorías de conspiración que datan desde que el
hombre apareció en el planeta. Sin más preámbulos, los dejamos leer esta entrevista que les puede ayudar a abrir los ojos, porque detrás de las teorías pudiera haber alguien que maquiavélicamente nos está manipulando.
Las razones
Es un sábado por la tarde, estamos en el set en el que quincenalmente se graba el podcast Psicoterapia para Llevar, que se transmite en YouTube, Spotify, iTunes y otras plataformas de streaming. Acomodados tres sillones con sus respectivos micrófonos, una computadora y un equipo de audio son el escenario para la entrevista con Revista 360º Instrucciones para vivir en Puebla. Psicoterapia para Llevar es un programa en el que participan tres terapeutas: Betzabé Vancini Romero, Martha Gutiérrez Medina y Juan Alberto González Aguilar. Estamos a punto de arrancar la entrevista en un lugar llamado Plenia, que es un conjunto de consultorios dedicados a la salud mental ubicados en el fraccionamiento Estrellas del Sur. El pasado 21 de octubre, en dicho podcast, presentaron el programa “La personalidad conspiradora”, en el que
invitaron al productor del programa Juan Pablo Moreno Castillo para hablar sobre las teorías de conspiración y la razón de por qué el ser humano es tan vulnerable al creer en historias que carecen de todo fundamento científico. El problema de las teorías de la conspiración, explica la psicoterapeuta humanista con especialidad en mindfulness, Martha Gutiérrez Medina, no es que alguien crea en Pie Grande o en extraterrestres, lo grave es que hay temas que pueden dañar a terceros física o psicológicamente, o que pueden atentar contra la integridad de una o más personas. “Es como los que aún no creen en la COVID-19”, interrumpe Betzabé Vancini Romero, también psicoterapeuta humanista existencial con enfoque clínico, “o como los que te manejan el cuarto y quinto paso, todos estos grupos de supuesta superación personal o los que hablan de la ley de la atracción”. Juan Alberto Aguilar, psicoterapeuta Gestalt, opina que hay que ver a los que creen en las teorías de la conspiración desde un lugar responsable, en el que se entienda por qué las personas se aferran a creer historias sin sustento y
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comprender que muchos lo hacen para buscar un sentido de pertenencia, para tener certeza o un aparente sostén ante la incertidumbre, una sensación de control, y lo que buscan los terapeutas es entender la coherencia y la lógica de una persona que cree en una teoría de la conspiración. Betzabé Vancini explica que una de las razones por las que cualquiera puede caer en una historia conspirativa es por el miedo, por ejemplo, los antivacunas, que han esparcido la idea de que inyectar a los niños les puede generar problemas de salud; hay grupos que se dedican a esparcir una campaña de miedo. “El miedo es irracional, es una emoción que, por excelencia, no nos deja pensar de manera lógica, porque solo reaccionamos. La racionalidad, entonces, pasa a segundo plano. Y el miedo te lleva al odio”. El miedo es la base para las teorías de la conspiración, perteneces a un grupo o no, el miedo de que le pase algo a la familia, de ahí viene el rechazo a otros seres humanos o agrupaciones. En el capitalismo, añade Betzabé Vancini, te lleva a ciertas actitudes de consumo y a ciertas ganancias. Todo lleva a agruparse y a rechazar como si alguien fuera cristiano y por eso rechace a los homosexuales. “Y todo eso me va a llevar a agruparme con una serie de personas, con una serie de hábitos de consumo”. Fisiológica y antropológicamente, los humanos tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo o tribu. Necesitamos la sensación de pertenecer a algo, a lo que sea, porque lo contrario es el rechazo y el abandono, eso hace que los humanos busquemos creencias o proyectos que se basen en historias o conocimientos, a veces, fuera de toda lógica, en datos irracionales o inverosímiles. A decir de Martha Gutiérrez, en México las escuelas y universidades no hacen énfasis en el pensamiento crítico, de manera que las falacias son más fáciles de creer, porque anta tanta desinformación y la incapacidad para buscar fuentes confiables de conocimiento, provocan la caída en el tren del pensamiento ilógico. Revista 360º: Tenemos un presidente que ante la COVID-19 sacó unas estampitas y dijo que con eso y un detente se erradicaba la enfermedad.
Betzabé Vancini: Sí, precisamente es esta falacia de autoridad, como lo dice una persona que tiene un puesto alto debe ser verdad, y no es cierto, y es ese el tipo de cosas que decía Martha (Gutiérrez) que sí dañan, porque en lugar de decirte “usa cubrebocas, lávate las manos, mantén distancia social, ponte gel, no salgan los días que no tienes que salir” [...], al final sí acaba pasándole la factura a las personas, o sea, no es algo inocente, es algo que acaba causando daño. Revista 360º: Digamos que la parte conspirativa es más bien de quien da los datos falsos con metas de control sobre los demás. Betzabé Vancini: Tenemos un Gobierno profundamente conspirativo, y me voy a aventar de lleno. Tenemos un Gobierno que cree profundamente en teorías de la conspiración, o sea, todo lo que se opina y que no vaya con la línea de Andrés Manuel López Obrador es conspiración, para él todo sus opuestos son los conservadores o sea yo quiero que me expliquen cómo es que las feministas proaborto somos conservadores o cómo acusa de conservadoras a quienes pintaron un cuadro de Francisco I. Madero, pero es justo esta creencia de conspiración de este hombrecito (AMLO) que cree que sus enemigos están en todas partes; alguna vez la gente me tiró un montón de tierra diciendo que estaba loca por decir que el presidente era megalómano que creía en teorías de la conspiración. ”A López Obrador, además, se le generó un caldo de cultivo perfecto, porque estamos justamente, como decía Martha (Gutiérrez), en una sociedad que no está orientada a un pensamiento crítico, y en un momento donde todos estamos aterrorizados, polarizados. Hay muchísima incertidumbre; entonces, claro, llegan estas teorías a brindar cierta sensación de control, de saber más que el de junto, competencia incluso de ‘mi teoría es mejor que la tuya’”. Revista 360º: Cualquiera puede ser caldo de cultivo y podemos caer en falacias. Juan Alberto Aguilar: Las personas no caen maliciosamente. Hay necesidad de la persona de certeza y su miedo es genuino y es válido, eso es una realidad, o sea, todos necesitamos algo que nos dé certeza, algo que nos haga sentir pertenecientes y algo que nos ayude a paliar el miedo a morir y eso es válido. Lo que ya no es válido es lo turbio,
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es cuando estas teorías o esta búsqueda de certeza y esta búsqueda de paliar el miedo acaban dañando a otros, dañando a sí mismo, y fomentan el odio. “Por eso”, añade el terapeuta, “es importantísimo asumir la responsabilidad de filtrar la información que consumimos y somos responsables también de lo que difundimos”. Revista 360º: La religión (cualquiera) entra dentro de las teorías conspirativas. Juan Alberto Aguilar: Sí, es la forma de paliar el miedo y una necesidad inherente al ser humano es explicar su existencia y su origen. Entonces, podríamos decir que en el contexto de tratar de darle una razón a nuestra vida se pueda fácilmente caer en una idea falsa o en información sin evidencia. Podemos decir que, incluso, las teorías de conspiración son inherentes o estas creencias pueden ser inherentes al mismo ser humano. Por eso, pienso que hay que ir más allá y ver cómo y por qué funcionan las teorías o ideas religiosas, porque se analiza cómo funcionan o ayudan a sostener a la gente, también. Revista 360º: ¿Han tenido pacientes que han sido o son víctimas de este tipo de engaños? Betzabé Viancini : Sí, yo creo que todos, pero en mi caso lo que más me ha tocado trabajar son personas que creen en la ley de la atracción, porque además es horrible que hay otros profesionales de la psicoterapia que abonan a esto y he tenido casos de violaciones, por ejemplo, en los que algún psicoterapeuta les dice: “pues ese era tu peor miedo y por eso te pasó, tú lo atrajiste o claro que tu matrimonio iba a fracasar, porque todo el tiempo estabas pensando que iba a fracasar”, entonces este tipo de cosas que son conspirativas, que no tienen ninguna base científica, sí
“Una de las razones por las que cualquiera puede caer en una historia conspirativa es por el miedo.”
permean mucho en la sociedad y sí he tenido personas que vienen a terapia pidiéndome que les reprograme los pensamientos para que no piensen en cosas negativas y no les pasa ni lo primero, eso es pensamiento mágico y no va por ahí. Martha Gutiérrez: Hemos tenido todos pacientes que cuando los mandamos al psiquiatra salen con el rollo de que no quieren ir porque piensan que los vamos a controlar y les daremos medicamento con el que les va a ir peor. Hay personas que quieren algo rápido, entonces buscan en la homeopatía o en los ángeles (grupo que se dedica a contactar ángeles para que les corrijan su rumbo), en la lectora del tarot o en esta onda precisamente de la ley de atracción, y pueden incluso tener brotes psicóticos porque se acusan ellos mismos de que tienen pensamientos negativos sobre su cuerpo. Eso provoca que se lastimen o incluso a personas de su propia familia. Revista 360º: Muchas de estas asociaciones son como religiones o sectas, aunque se presuman como organizaciones. Y entiendo que pueden crecer por la vulnerabilidad del humano. Martha Gutiérrez: Exacto, si no, no habría religiones, no habría sectas, no habría partidos políticos, no habría equipos de futbol o simplemente el psicópata que te dice así: “mira, es que traigo este frasquito, que si te tomas bla bla bla…” y simplemente es un psicópata manipulador que quiere ganar dinero. Que es un poco de lo que decíamos en el episodio en esta parte que nos preguntamos, qué gana la otra persona si nos convence, y entonces si me está vendiendo algo, pues está fácil: dinero. Revista 360º: ¿Y por qué hay gente que asegura que sí le ha cambiado su vida: ya sea El Secreto, el cristianismo, los ángeles, las constelaciones?
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Martha Gutiérrez: Pues porque el miedo es cabrón y el efecto placebo existe, y por qué cambió su vida, y puede que sí cambió su vida, pero no por las circunstancias, sino por el significado que le dio, no por la terapia de ángeles, sino por el significado que le dio, y eso no quiere decir que sea sostenible, pero sucedió, puede que no sea psicoterapéutico, pero sí hay muchas cosas que sí son terapéuticas, que no son psicoterapia, pero que sí le resultan terapéuticas a algunas personas. Juan Aguilar: Exacto, es más bien este efecto placebo del que habla Martha y que, además, este efecto placebo puede no ser sostenible o no es sostenible cuando hay otras cosas de fondo qué tratar, como decíamos, “bueno, a ver, a ver, si soy bipolar me ayuda meditar y ponerme inciensos y si me ayuda, ¿me va a curar la bipolaridad?, pues no”. Revista 360º: Le puede ayudar a tranquilizarlo. Juan Aguilar: Sí, puede ser una herramienta, pero no la cura. Revista 360º: Hay psicólogos que manejan terapia de ángeles, o de lectura del tarot o de pensamientos mágicos como decretar. Betzabé Vancini: Hay mucho dinero ahí. Conocemos gente que ni la licenciatura, ni el posgrado, ni tienen nada y cobran muchísimo por su pseudoterapia de moda como el tarot, barras, constelaciones, etc. Por ejemplo, la gente que hace constelaciones, eso está cero avalado, y de hecho los psicólogos y psicoterapeutas que hagan eso pierden su cédula profesional si lo practican, porque es una pseudociencia y no está registrado ni avalado. Es tan delicado que puede detonar hasta ataques de pánico. Una constelación tiene un promedio y solo para entrar a participar unos dos mil pesos, si le sumas y le echas cuenta hasta que son más o menos 15 o 20 personas, más los que van a constelar que pagan más, o sea, por qué hay gente dedicándose a eso, pues porque hay dinero y porque hay poca ética, o sea, porque hay mucho pendejo, bien diría Martha Gutiérrez, y hay mucho dinero ahí. Revista 360º: O sea que detrás de las teorías conspirativas siempre hay alguien que se aprovecha de los demás con engaños o manipulaciones. Betzabé Vancini: Un psicópata listillo que dice: aquí está la lana. Revista 360º: ¿Y ellos no tienen cura? Martha Gutiérrez: No. Revista 360º: ¿Por qué? Martha Gutiérrez: Porque no quieren, básicamente. Hablando de estadísticas, el pronóstico para la recuperación de un sociópata o psicópata es prácticamente nulo, porque precisamente no existe esta capacidad de empatizar, esta capacidad de ponerse en los zapatos del otro y pensar que el otro puede tal vez sufrir o puede experimentar dolor, no existe, y menos si el contexto se lo refuerza, porque entonces estos hombres se vuelven ultraimportantes, superfamosos, supermillonarios y, entonces, ¿por qué cambiarían, sabes? Además, no hay un contexto que les refuerce una necesidad de cambio. Cumplen con un patrón de una triada que justo lo hace muy difícil de trabajar, que es el narcisismo, la sociopatía y el maquiavelismo,
entonces si juntas esos tres, que son la triada del psicópata, pues es muy difícil y prácticamente imposible. Revista360º: Entonces un partido político también está lleno de ellos. Betzabé Vancini: Por supuesto, la mayoría los políticos y los abogados son sociópatas y cumplen con esa triada. Carecen de remordimiento, no hay capacidad de empatía, no hay compasión, no hay culpa. En el periodismo no se queda muy atrás, ahí tienes gente reprobable, psicópata y sociópata. Sí, hay algunos que si fueran guapos y carismáticos podrían ser líderes de una secta. Revista 360º: ¿Una persona que cae en una secta o religión, o incluso en un partido político, puede tener cura? Juan Aguilar: Sí se puede, solo que lo difícil es salirse de ahí, porque siente que que decepcionará al líder y que puede romper además con todo su círculo y sus redes de apoyo. Y ahí tener una pérdida. El miedo a la pérdida es muy cabrón, el miedo a la muerte. Se mueve el rechazo, el rechazo es de las emociones y de las heridas más profundas, porque justo yo, fisiológicamente, no puedo saber si este rechazo conlleva el hecho de que me están dejando allá con los lobos a que me coman o que estoy en
una secta que me está diciendo: ya no vas a entrar si ya no cumples con esto. Uno de los temas que se toca en la entrevista es el pensamiento mágico, esa visión de que lo que crees lo creas, de que el universo conspira a tu favor, que si piensas algo negativo te sucederá solo porque lo estás atrayendo. Ese es uno de los pensamientos que más ha prosperado en la época de las redes sociales. Lo mismo la física cuántica, que no necesariamente tiene que ver con el estudio de la física y la ciencia, sino más bien con una errónea idea de que todo se genera desde el cerebro y esto va a afectar todo un entorno solo por el pensamiento. Eso se llama mágico, porque no está basado en nada más que una idea, y hasta el momento no se ha podido demostrar científicamente. Para Juan Aguilar se puede ayudar a la gente que ha entrado en fanatismos o sectas desde un enfoque de la
Psicoterapia para Llevar
“El miedo es la base para las teorías de la conspiración, perteneces a un grupo o no, el miedo de que le pase algo a la familia, de ahí viene el rechazo a otros seres humanos o agrupaciones.” psicoterapia humanista existencial. Desde el punto de vista de validar el miedo, de reconocer la necesidad de pertenencia y la búsqueda de satisfacerse, pero hay formas más sanas, y que la persona entienda qué factores le hicieron vulnerable a caer ahí, porque por algo llegó ahí, algo buscaba, algo necesitaba, y simplemente lo encontró en un lugar que no era y que acabó más bien haciéndole daño. Entonces, se trata de entender ese origen y buscando siempre las maneras más autocuidadosas y compasivas para poder salir de ahí o replantearse lo que significa eso. Revista 360º: Existe la derecha en México o El Yunque. He sabido que es muy fuerte que alguien se salga, porque cargan con mucha responsabilidad, y luego terminan rompiendo con ellos y se sienten culpables, aunque no haya contrato, solo una iniciación y un juramento. Martha Gutiérrez: Imagínate, el contrato moral es mucho más pesado, por eso la terapia es una buena opción, o sea, ya sea durante el proceso de separación de algo así o posterior, la terapia es una muy buena opción. Revista 360º: ¿Por qué el contrato moral es más pesado? Martha Gutiérrez: Porque genera culpa, porque es esta parte de complacer, de pertenecer o la culpa de no hacerlo, de deber algo y la culpa es una de las emociones más fuertes y destructivas que hay. Y sí es un proceso complicado, porque yo siento que, al salirse de algo así equiparable a salir de una relación abusiva, porque son movimientos que te aíslan, que te han dejado sin tus redes de apoyo, que te van drenando recursos económicos, recursos emocionales, y que es lo que pasa en una relación abusiva y lo que viene después de eso, o sea, como ya te das cuenta de lo que está ocurriendo es muy fuerte emocionalmente, porque hay que reconstruir todo. Juan Aguilar: Yo añadiría que es la inadecuación, o sea, cuando sales de ahí, justo la sensación de inadecuación que tiene que ver mucho con la vergüenza, es el hecho de sentir que no vienes al caso, que esto que hiciste está mal y que eso posteriormente se transforma o de cómo caíste ahí o al revés, “cómo hice yo esas cosas, cómo dejé que me engañaran así”, da mucha culpa, da mucha vergüenza. Martha Gutiérrez: Sí, “por qué perdí tanto tiempo ahí, perdí mi dinero”. Betzabé Vancini: Exacto, o la sensación de que por haber estado ahí perdí a mis amigos, me alejé de mi familia o a lo mejor al salirme yo estoy perdiendo, “mejor me regreso, porque al salirme estoy perdiendo la panacea o estoy perdiendo el paraíso terrenal que tal vez sí existe y yo incrédulo”. La idea de que si me muero me voy al cielo, al infierno, a otra vida, a perder mi salvación.
La radio y la televisión ya no serán como antes, por más que nos saturen en los canales tradicionales, nos vendan las compañías de paga sus programaciones, la radio no cambie de contenidos y solo sirva para acompañar al que está en un taller, al taxista o chofer de alguna aplicación como Uber o Cabify, pues ahora los sistemas de streaming rompieron la forma de entretener e informar. En la década pasada y a mediados del 2000, un personaje que había salido de la radio llamado Olallo Rubio impactó con un podcast en español. Era semanal y con personajes que se volvieron entrañables. Lo mejor es que en ese formato no había censura de contenido ni de vocabulario. Además, se podía escuchar a cualquier hora del día y repetirlo las veces que se quisiera. Posteriormente se volvió un paquete completo llamado Convoy, que en esta ciudad no ha tenido tanto éxito, aunque sí en la Ciudad de México y en lugares como Monterrey o Guadalajara e incluso fuera del país. En la Angelópolis la situación va cambiando y cada vez hay más opciones fuera de la radio tradicional. Y este es el caso que nos interesa: desde un pequeño búnker ubicado en Estrellas del Sur, llamado Plenia, la vida cambió y los sábados de cada 15 días se graba el programa Psicoterapia para Llevar, que se puede escuchar en Spotify, ITunes y Youtube. ¿De qué trata? Para empezar son tres terapeutas: Betzabé Vancini Romero, quien es psicoterapeuta humanista existencial con enfoque clínico; Martha Gutiérrez Medina, psicoterapeuta con especialidad en Mindfulness, y Juan Alberto González Aguilar, psicoterapeuta humanista Gestalt, apoyados en la parte técnica por Juan Pablo Moreno Castillo (JP) y por el artista Camus Altamirano, quien desarrolla toda el área de ilustración y presentación del contenido. Los tres juntos hablan de ellos mismos, de temas que nos pegan a cualquiera, como el
estrés, la angustia, la infidelidad, las relaciones tóxicas, miedos, complejos y todo de una manera desparpajada, agradable. No es esa visión del psicólogo o psiquiatra que viene a componer el mundo y lo dice como si solo él conociera la verdad absoluta, más bien aquí se trata de comprender, de ayudar, de consolar. El estilo, si se me permite la palabra, es muy desmadroso, entretenido, agradable. Arrancaron en pleno 2020, cuando ya estaba el confinamiento y la pandemia. Y cada programa da luz o sentido a cosas que a veces no le encontrábamos sentido. Su historia de cómo empezaron es como siempre se hacen las cosas: amistad, coincidencia, genialidad. A decir de Martha Gutiérrez, todo comenzó una noche que se habían quedado los tres en las oficinas de Plenia —en donde se encuentran sus consultorios— y ya era muy tarde. “Coincidió que salimos al mismo tiempo y en lugar de irnos a descansar a nuestras casitas nos quedamos platicando acá en la sala alrededor de una hora. Durante esa hora hablamos sobre experiencias que habíamos tenido con nuestra propia salud mental, dificultades, de alimentación en particular y de repente fue como ‘oigan, deberíamos haber grabado esta plática, deberíamos hacer un podcast’”. Por experiencias personales, tenemos algunos la idea de que el psicólogo o psiquiatra es aquel que señala con el dedo acusador sobre cómo es que nos comportamos, la verdad es que aquí no es así,
pues los tres juntos generan un espacio de confianza, y basado en ese ambiente se dieron cuenta de que si grababan una charla en la que hablaran sobre diferentes tipos de trastornos de las personas, que ayudara a que el escucha se diera cuenta de que no es el único que lo ha sufrido y que hay salida, sería de mucho beneficio. En la planeación de su podcast se dieron cuenta de que la gente que conoce a personas con algunos problemas o trastornos les dice fácilmente: “no te preocupes, ya pasará”, o frases que no generan empatía, como si alguien tiene depresión es porque son huevones o andan desempleados. “Entonces dijimos ‘imagínate cuánta gente, que si nosotros nos dedicamos a esto tenemos estas experiencias de vida donde la gente ha invalidado nuestras emociones y nuestras necesidades, cuánta gente habrá allá afuera que también se sintió invalidada’”, refiere Martha Gutiérrez, cuando recuerda su origen. Juan Aguilar agrega: “También algo que nos jaló mucho y nos ayudó mucho fue cuando platicábamos, pues lo hicimos más que como tres psicólogos lo hicimos como tres amigos que resulta que son profesionales en la salud mental, pero estábamos hablando desde nuestra propia historia y creo que justo ese fue el punto que hizo pensar en la posibilidad de hacer un podcast y compartirlo desde ahí: desde la humanidad, mucho más allá de la profesión.
”Además, me acuerdo que cuando terminamos el primer programa Betza (Betzabé Guzmán) dijo está frase de: ‘es que me siento muy apapachada y muy sostenida’, entonces no nada más pensamos en el aporte a nivel como teórico que podíamos dar, sino en este apapacho y acompañamiento”. Como referimos líneas arriba, el formato es muy ligero, desparpajado, divertido, y se hizo así porque ese formato es el que querían para que las personas los escucharan, se sintieran cómodos, sentados en la misma sala en la que graban, riéndose, identificándose, y sobre todo, “que no se sientan juzgados ni analizados y no querían estar desde ese trono de ‘yo soy perfecto o solo me dedico a trabajar contigo pequeño ser defectuoso’. Queríamos ser tres personas reales y muy auténticos”, cuenta Betzabé Vancini. —¿Les han reclamado por hablar tan libremente? —les pregunto. —De hecho por ahí hace tiempo nos hicieron una crítica de nuestro lenguaje y los tres dijimos ‘pues vale madre, así hablamos, así son los términos que ocupamos y ni modo’, queríamos esta frescura —dice Vancini en la entrevista con Revista 360º. El podcast ha ido creciendo con grandes estadísticas en Spotify, pues no solo los escuchan en Puebla. Ya llega a países de habla hispana y de otras lenguas, como España, Costa Rica, Guatemala, Canadá, Estados Unidos e Israel. La retroalimentación ha sido igual con ellos, les han mandado mensajes a sus cuentas personales de redes sociales, pues muchos de sus escuchas se han sentido identificados, sentir que ya no es necesario cargar culpas de temas que todos hemos padecido. El podcast se llama Psicoterapia para Llevar, en el cual se van a divertir, a informar y, sin lugar a dudas, aprenderán a ver la vida desde otro punto de vista. Y ahí en los canales como Spotify o iTunes ya pueden escuchar su segunda y tercera temporada.
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Andrés Almeida, la nueva música Por Gilberto Brenis / @GilbertoBrenis Fotos cortesía Andrés Almeida
A los 24 años, Andrés Almeida cumple cabalmente con lograr su sueño de la infancia: cantar. A lo largo de los años de aprendizaje y de trabajo ha conseguido reforzar su deseo por la actividad que más le gusta y proponer nueva música al mundo, canciones que vienen bien. Canciones que se escuchan y disfrutan. Les pido se tomen unos minutos para acudir a su canal de YouTube o de Spotify para conocer de lo que van sus canciones. Estoy seguro de que se sorprenderán gratamente.
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Gilberto Brenis: ¿Desde qué edad te surgió el gusto por la música? Andrés Almeida: Yo soy originario de Chihuahua
y desde los 8 años entré al Conservatorio Nacional a estudiar música. Es curioso porque, como tal, yo no recuerdo haber tenido la iniciativa de pedirlo, pero mi mamá dice que yo le insistía en que me metiera a clases de guitarra. Pero desde que recuerdo yo ya estaba dentro del mundo de la música. Digamos que recuerdo ya estar en clases…
GB: ¿Eran clases de canto, de guitarra? AA: Hice un curso propedéutico y llevaba cla-
ses de todo: guitarra, solfeo, teoría. Fue un programa muy completo en las tardes. Yo iba a la escuela en la mañana y después en las tardes tomaba diferentes clases.
GB. En ocasiones las familias no apoyan mucho estas decisiones profesionales, pero en tu caso fue diferente. AA: Pues la verdad nunca llegamos a que hubiera una ruptura ideológica por este tema. De hecho cuando hablé con mi papá para decirle que me iba a ir para seguir mi sueño me dijo que ya me había tardado en hacerlo. No es que estuviera yo pidiendo permiso, pero sí esperando su apoyo. Siempre he estado respaldado por mi familia y mis amigos.
GB: Hasta este momento, ¿cuál ha sido tu mayor reto en el mundo de la música? AA: Es una pregunta muy complicada de respon-
der, porque como cualquier profesión te reta todos los días. Yo trato de despertarme abordando los retos de la mejor manera, con disciplina, paciencia y perseverancia. En 2014 busqué a Jaime Almeida, tío abuelo mío, para que me ayudara a entrar al mundo de la música. Finalmente accedió y me ayudó. Llegué a la Ciudad de México y todo empezó superrápido. Me presentó a Julissa y a Luis de Llano, empecé a hacer televisión y de momento sentí que estaba logrando todo muy fácil, porque en menos de tres meses ya estaba yo en un programa. Desafortunadamente falleció mi tío y a partir de ahí muchos proyectos que yo tenía se vinieron abajo y fue un momento complicado porque todo dependía de él. Incluso pensé en regresar a Chihuahua a restructurar mi plan, afortunadamente las cosas mejoraron y empecé de cero, poniendo los pies en la tierra.
GB: ¿A quiénes admiras musicalmente? AA: Tengo que decir que me gusta un poco de to-
do. Al principio, por mi hermano, escuchaba mucho música de Benny Ibarra. De hecho de las primeras canciones que canté fue “Cielo”. Pero también me gustaba Nicho Hinojosa, me sorpren-
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PREGUNTAS TONTAS ¿Qué es lo que nunca falta en tu refrigerador? Cerveza. ¿Tienes alguna superstición? No me gusta hablar de mis planes antes de que se hagan. Si pudieras regresar el tiempo, ¿qué consejo le darías a tu yo de 15 años? Le diría que el tiempo pasa más rápido de lo que uno cree. ¿Qué es lo que no te gusta de ir al súper? No me gusta hacer fila. ¿Con quién te gustaría tomarte un café? Con Albert Einstein. ¿De qué decisión profesional te arrepientes? Me arrepiento de haber participado en La Voz México en 2017. ¿Cuál es tu disco favorito? Para ti con desprecio, de Pxndx, aunque yo sé que mucha gente les tira hate, pero para mí fue muy importante y también In Utero de Nirvana, fue el primer disco que compré, aunque fue con mucha influencia de mi hermano. ¿Qué platillo no comerías? Hígado. ¿Cuál es tu película favorita? Interestelar.
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día que él cantaba solamente con su guitarra. Yo pensaba que yo podía ser él, cantar solamente con guitarra y voz. La música de mi papá también me impregnó un poco con The Beatles, Michael Jackson, Creedence, Queen.
GB: ¿En qué te inspiras para componer? AA: Siempre cuento historias propias. Yo respeto mucho a los compositores.
GB. Y siendo historias personales, ¿no te preocupa compartirlas? AA: Una vez que realmente me di cuenta de que la gente estaba siguiéndome fue cuando recibí mensajes de empatía por las canciones. Cuando estás en ese proceso también la gente inventa historias, pero me gusta compartir mis experiencias.
GB. Cuéntame de tu canción “Natural”… AA: Me gusta mucho. Es el quinto track de mi
primer disco. A lo largo de la pandemia hice colaboraciones y también un tema navideño que como tal no forman parte del disco. “Natural” es digamos que lo primero que presento. Habla de no forzar nada y ser natural en todo lo que haces y dejar que el tiempo decida dónde vamos a parar, fluir. Al final las cosas pasarán cuando tengan que pasar, sin precipitar nada.
GB: El video de tu canción “Fondo” me encantó… AA: De hecho, iniciamos el año con una excelente noticia, porque el video fue galardonado con el primer lugar pop en el Festival de Videos Musicales de Londres. Imagínate nada más el gusto por la diferencia de presupuestos que hay en los demás cantantes de todo el mundo. Si la pandemia lo permite, estaremos en Londres en diciembre recibiendo el premio.
GB: Uno de mis temas favoritos tuyos es “Incoherente”, pareciera que la escribiste para mí… AA: De hecho esa es la magia que tiene la música. No se trata solamente de hacer una canción con notas y letra. Se trata de que las personas se identifiquen, que escuchen la historia. Esa es la magia que me encanta de poder transmitir algo que a alguien más le sucedió.
Andrés Almeida está listo para presentar su primer álbum en el último trimestre de este 2021, un retraso de casi un año, pues se esperaba para agosto de 2020. En el lapso estará trabajando en música nueva, nuevos sencillos y videos, buscando la calidad que lo ha llevado a triunfar en el aspecto visual y musical.
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Las propuestas musicales de la pandemia
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Por Gilberto Brenis @GilbertoBrenis
ste año que hemos vivido de encierro nos ha afectado y motivado a todos de diferentes maneras. No podemos decir que ha sido fácil, porque sería una vil mentira, pero la verdad sea dicha que a 13 meses de distancia muchos pensamos en la forma en la que hemos logrado sobrevivir ante estas circunstancias. Ya en ocasiones anteriores he escrito sobre lo difícil que ha sido para la industria musical durante esta pandemia, no ha sido fácil el estar detenidos por tanto tiempo. Independientemente de los cantantes, hay una gran industria que mueve a cientos de familias alrededor de una gira de conciertos, desde los músicos hasta quienes acomodan coches afuera de los recintos. Sin embargo, la pandemia ha traído también una lluvia de talentos musicales que merece la pena conocer. Durante esta época sus propuestas musicales han destacado en redes sociales y streaming y se han convertido en voces frescas en medio de un silencio sepulcral en los escenarios. Empezamos con quien entrevisté para este número, Andrés Almeida. Tiene 24 años de edad y es de Chihuahua. Su historia la pueden leer en la entrevista, pero lo que me atrapó de su música fue lo ligero de su composición, son canciones casi platicadas y que, además, conectan con quien las escucha. Merece la pena
dedicarle un tiempo y les recomiendo escuchar “Incoherente”. Seguimos con Mau Lozano, en este caso mi recomendación es el tema “Memoria natural”. Él estudia Derecho, pero la pandemia lo llevó a retomar la guitarra y componer. Su propuesta tiene fondo y forma, cada palabra de sus canciones está pensada y tiene la peculiaridad de que a él no le gusta decir para qué o en qué situación surgieron sus melodías, prefiere que cada quien la haga suya. Cierro con Humbe, mi recomendación es el tema “El poeta”. Su peculiar estilo de cantar llama de entrada la atención y sus melodías son pegajosas, memorables y te atrapan. Nació en Monterrey y tiene solamente 20 años. Su romance con la música inició a los 9 años y recientemente su propuesta musical independiente ha recibido el apoyo de una compañía discográfica. En las redes sociales podemos encontrar talentos muy jóvenes con la opción musical moderna, pero que dista mucho de lo que quizá acapara los primeros lugares de popularidad, es decir, la música urbana. Les recomiendo ir a YouTube y buscarlos para conocer también sus propuestas visuales. El talento no tiene límite, e incluso durante la pandemia nos sorprende con nuevas generaciones que hacen que la música prevalezca y luche por seguir adelante.