2EDITORIAL
EDITORIAL
Un dragón en la cochera E l título de esta carta editorial hace referencia a un artículo del investigador y científico Carl Sagan que viene publicado en su libro El mundo y sus demonios (Sagan, 2017, pp. 189-210). En este capítulo, una persona le asegura a otra que tiene un dragón en su cochera. El interlocutor incrédulo responde que él, como Santo Tomás, hasta no ver no creer. El sujeto lo lleva a su casa y, en medio de pinturas, martillos y taladros, le dice: “aquí está”. Como el interlocutor no puede verlo, su amigo asegura que es invisible. Entonces sugiere que echen harina en el piso para que se vean las pisadas del dragón. No ocurre nada. Entonces, el dueño del dragón responde que “el dragón vuela”. Entonces, el incrédulo dice que si es un dragón debería echar fuego y se debe sentir el calor, al menos. Entonces, el dueño de la cochera le pide al dragón que suelte una bocanada. No se siente nada. El interlocutor dice que esa cochera sigue siendo un espacio frío. El dueño del dragón asegura que el fuego, además de invisible, que flota, su fuego es invisible y, por ende, no genera calor. Harto el escéptico, sugiere que le avienten una lata de pintura para ver su forma, el anfitrión culmina con: además de invisible, flotar, su fuego no produce calor, su piel es distinta y todo se le resbala. Así es como funcionan los grupos, libros, productos, organizaciones y terapeutas que venden felicidad, éxito y bienestar. Prometen siempre algo, pero cuando se les cuestiona sobre los resultados, nunca faltará una respuesta más absurda que la primera, pero su actitud de caradura, de jugador de naipes, hará que quien lo cuestione termine cuestionándose a sí mismo. Desde hace tiempo hemos querido llevar una edición sobre la felicidad impuesta; la felicidad tóxica, la positividad como una nueva dictadura. En este juego siempre participarán coaches, empresarios, políticos y hasta gente del espectáculo. El problema no es que se quiera generar la felicidad, el problema es que se dé como por un acto autocrático y se nulifiquen las mal llamadas emociones “negativas”.
Hay sectas, organizaciones, grupos de ventas multinivel que van desde productos de belleza hasta criptomonedas y un sinfín, se le dice a la persona que quiere mejorar su economía, que saldrá de la pobreza, que mejorará sus relaciones, que tiene que asistir a un curso de risoterapia, abrazoterapia, orgasmoterapia, etc., y con ello será alguien totalmente nuevo; el problema es que si la persona no logra las expectativas impuestas, entonces, es mediocre, culpable, se le hace sentir mal y la nulifican, la llevan al rincón de los inadaptados. La propuesta se vuelve tóxica, porque las personas tienen emociones de felicidad, tristeza, enojo, frustración, pérdida, alegría, entusiasmo, apatía, y no es malo sentirlo. Es lo más natural, pero nulificar las emociones es aún más peligroso, ademas de hacerlas sentir culpables por sentir; es así que la felicidad se vuelve tóxica. Un dato más a todo esto: se puede caer en una visión sectaria que aleja a las personas de su entorno familiar y de amigos. Es un tema muy delicado que, incluso, los medios de comunicación, como radio y televisión, además de revistas de sociales, promueven como una alternativa. El tema es que en esta felicidad tóxica, impuesta, autoritaria, muchas personas terminan más deprimidas y sin dinero, porque los promoventes lo único que quieren es que compren, compren, compren, de ahí su éxito. Lo que ellos venden al final es material, es gastar dinero en libros, cursos, y solo establecer que la felicidad se da en la materia. Para concluir esta carta editorial, queremos aclarar que no estamos en contra del bienestar ni de la felicidad. También la buscamos, pero no estamos de acuerdo con que se abuse de las personas, se les haga víctimas, se les vendan espejos y todavía se les haga sentir culpables porque no alcanzaron los objetivos. Creemos más en el pensamiento crítico. Esta edición, sabemos que no agradará a muchos, muchísimos, pero sabemos que habrá quien nos entienda, para ellos es este número especial.
Zeus Munive Rivera editor
4CONTENIDO
Directorio Zeus Munive Rivera Director General La Aldea. Edición y Diseño Edición, corrección y diseño editorial Julieta Lomelí Balver Mario Martell Gilberto Brenis Carlos Peregrina Zeus Munive Colaboradores Camus Altamirano Ilustración de portada y portadilla, p. 6
Año 14, julio-agosto de 2022, Número 152. Revista 360° Instrucciones para vivir en Puebla es una publicación mensual editada y distribuida por Zeus Munive Rivera. Calle 39 Poniente 3515 piso 5, Puebla, Pue., C.P. 72400. Teléfono (222) 2303239 y (222) 7853800. Editor responsable: Zeus Munive Rivera. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2012-091814274100-102 otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Número de Licitud de Título y Contenido 16759 expedido por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por Pincel Digital, Priv. 37 Norte, col. Amor, CP 72140, Puebla, Puebla. Revista 360° Instrucciones para vivir en Puebla es una marca registrada. Este ejemplar se terminó de imprimir el 30 de junio de 2022 con un tiraje de 10 mil ejemplares. Las opiniones expresadas en la revista por los autores o columnistas no reflejan la postura del editor. Los listados y demás datos comerciales son solo de carácter informativo y el editor no asume ninguna responsabilidad respecto de la calidad, confiabilidad, veracidad o cualquiera otra característica de los productos o servicios anunciados. Todos los derechos reservados © 2022. Queda estrictamente prohibida la reproducción de los contenidos sin previa autorización del editor. Para quejas, sugerencias, comentarios y felicitaciones: @revista360 Revista360º Instrucciones para vivir en Puebla @revista360grados info@revista360grados.com.mx
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CONTENIDO5
08 La felicidad onanista NO FICCIÓN
06
Nota aclaratoria al número 152 de Revista 360º
14
Está bien no estar bien: Juan Aguilar NO FICCIÓN
32
El orgullo de ser Quique Galdeano EN CORTO
22
Las 10 ideas locas de la felicidad NO FICCIÓN
38
¡Amiga, date cuenta! LIBROS
10
La trampa de la felicidad NO FICCIÓN
26
Ser posititvo o no ser NO FICCIÓN
39
El psiquiatra de al lado y Herejes, el podcast PODCAST Bellas Artes brilla por su ausencia TENDEDERO 40
6NOTA
NOTA7
Nota aclaratoria al número 152 de Revista 360º La edición de esta revista no es para quien piense, promueva o diga repetidamente*: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.
Eres gordo porque quieres. Son pobres porque lo desean. Decreta tu felicidad y el universo conspirará a tu favor. Tienes que descubrir cuál es tu misión en la vida. Tú provocas tus propias enfermedades. Tú atraes la mala suerte. No estés triste. Deja de preocuparte. El que se enoja, engorda. El cáncer es porque te guardas las cosas y no las dices. Aléjate de tu familia porque ellos no te dejan ser y pensar. Promueve el pensamiento mágico. Participa, sé líder de un culto o secta, puede ser cristiana, católica, budista, amante de los ovnis, etcétera.
* No queremos promover la infelicidad con este número, solo que ya estamos hartos de que se digan tantas estupideces en nombre de las pseudociencias, de propuestas que solo intentan conseguir dinero; se aprovechen de la vulnerabilidad humana, culpen a las personas por sus malos momentos. De los políticos que suben frases de autosuperación a sus redes, pero que son todo lo opuesto a lo que dicen. Nosotros sí promovemos que está bien también sentirse mal. Intentamos diferenciar la responsabilidad de la culpa. Si le ofenden estos temas y nuestra forma de pensar, en serio, absténganse de leer. ** Ahora, si usted es curioso, le gusta conocer otros puntos de vista y, aun con las debidas advertencias, quiere leer esta bonita edición de Revista 360°, es bajo su propia responsabilidad y su propio riesgo. Después de todo: usted sí es libre y digno no porque quiere, sino porque siempre lo ha sido, aunque le hagan sentir lo opuesto en alguna religión o grupo de culto.
8NO FICCIÓN
La felicidad onanista Por Julieta Lomelí / @julietabalver
La dictadura de la felicidad
Moramos el siglo de la dictadura de la felicidad, en la cual todos, todas y todes, debemos ser –públicamente— felices. Porque la vida es corta y “YOLO” (You Only Live Once, para quienes no lo sepa). Estamos sumergidos en el totalitarismo del optimismo, pero de un optimismo privado, uno que predica las mieles del bienestar individual, las bonanzas del egoísmo, la primacía de eso que construye, y a la vez destruye, la sociedad contemporánea: el individuo atomizado en sí mismo, encerrado en sus propias necesidades y en la satisfacción inmediata de ellas, sobre todo lo demás, e indiferente a cualquier demanda ajena. La dictadura de la felicidad cohesiona a los individuos a un fin común, al del consumismo inagotable, uno que va más allá de volverlos meros compradores de objetos. La dictadura de la felicidad consigna a los individuos a evadir su sufrimiento y vacío con el consumo de novedades; estas pueden ser de cualquier tipo, desde nuevos productos hasta el consumo de nuevas experiencias y personas. La dictadura de la felicidad es la lógica de la ganancia individualista. En la época del rendimiento el otro se vuelve genérico, el rostro del “uses often”, del “standing reserve”, un stock más entre cientos de rostros que podrían cumplir el mismo papel: atender nuestras necesidades, volverse una supervivencia agradable, una compañía serena. El compromiso no es admisible, porque siempre implica un sutil dolor, un encuentro divergente que sacrifica rutinas propias: el terrorismo del yo cínico.
La dictadura de la felicidad está sustentada por infinitas páginas de superación personal que abogan por el placer personal y el éxito inmediato sin sacrificios, al mismo tiempo que se edifica en el bombardeo de mensajes masivos, imágenes, y en realidad en toda una cultura obsesionada por la felicidad individual y una pseudopsicología de la propia afirmación vital. Esta obsesión por un tipo de “onanismo existencial” también está fundado en el mito del éxito profesional y del desarrollo individual, se crean modelos de éxito y las relaciones interpersonales también se dirigen hacia allá. El otro se vuelve solo un stock para ayudarme a llegar, o a la cima, o al placer, un medio desechable, no más que eso, una cuenta transferible de contactos. Pero aunque la dictadura de la felicidad —esa “utopía” que nos encierra en nosotros mismos— parezca extender sus tentáculos hasta el último resabio de empatía, eso no significa que no exista dentro de ella la metástasis de la distopía. La felicidad que se busca en lo inmediato y novedoso culmina también de manera abrupta y rápida, volviéndonos más bien seres solitarios, con metas indefinidas, que ante la constante de experimentar y consumir novedades, nos torna proclives a la incertidumbre. Es por ello que esta dictadura de la felicidad va de la mano del autoengaño y de la autopublicidad, haciendo de las redes sociales una gran herramienta para la presunción megalómana del éxito individual, de los logros y satisfacciones propias, por lo tanto, de una supuesta felicidad, que tan solo se debe, ficticiamente, a uno mismo.
NO FICCIÓN9
Optimistas irredentos
La dictadura de la felicidad está ambientada por la actitud común del optimismo, de uno muy particular que se acercaría más bien a un acto de fe, a una creencia irracional de que siempre todo irá bien, a pesar de que los antecedentes del pasado y las circunstancias del presente anuncien lo contrario. Es imposible contradecir a un optimista ingenuo, porque su idea de que vienen tiempos mejores, así sin más, está fundada en un movimiento cuasi religioso que se ha ido anidando en esta dictadura de la felicidad, no solo por la inacabable bibliografía de superación personal que ha acogido a sus devotos, sino también por ese terror individual que se tiene a afrontar lo que nos causa extrañeza, ya sea el sufrimiento o el sufrimiento del prójimo. Byung Chul Han explora esta exigencia de “positividad” individual que se espera y también esperamos de los demás en todo momento. Una exigencia que nos vuelve impermeables y egoístas al sufrimiento ajeno y que, al mismo tiempo, también nos hace negar la posibilidad de sufrimiento propio. En ese afán de ser a ojos de los demás, y de nosotros mismos, un ejemplo de éxito, navegamos por la vida con la máscara de un optimismo irracional: nos convertimos en la encarnación del desarrollo personal, en el hombre o mujer supereficiente de eterna juventud y belleza, en el individuo supersatisfecho con sus propios logros que jamás sufre ni se detiene por ninguna “negatividad”. La vida en la dictadura de la felicidad es una metáfora de una existencia sin negatividades ni dramas, sin tragedias o asperezas, en la cual los días transcurren de manera extremadamente positiva y fructífera. La cotidianidad del individuo superfeliz y superrendidor se expresa también en términos de autoexplotación, en todos los sentidos. La exigencia de positividad obliga al individuo
contemporáneo a ser un esclavo —ya no del capitalismo o de un capataz ambicioso—, sino de sí mismo, volviéndose un ser que se autodesgasta y se autoexprime para insertarse en la dinámica del rendimiento, del prestigio y la aceptación ajena. El individuo de la dictadura de la felicidad niega o anula de su vida cualquier contrariedad que pueda desacelerar su producción laboral, su desarrollo y perfeccionamiento individual. No hay tiempo para sufrir, porque el sufrimiento lo vuelve improductivo y débil. Tampoco le permite el paso a sentimientos arrebatados o pasiones que no entren dentro de su lógica egoísta y calculadora del tiempo dedicado a su propia autoexplotación. Si no hay tiempo para convivir con los demás, mucho menos para amar o para deprimirse por un desamor. El optimista irredento y contemporáneo finge que todo está bien frente a una realidad solitaria y egoísta que se desmorona. Es inmutable primeramente al pesimismo, porque lo considera una concepción que le hace perder tiempo para seguir produciendo y produciéndose a sí mismo. Aunque también, el optimista, y aunque se lea paradójico, es impermeable a la esperanza. ¿Cómo es esto? Para Terry Eagleton la esperanza “está basada en razones, debe ser falible, mientras que la alegría temperamental no lo es”. La alegría temperamental es la alegría del optimista del ingenuo, mientras que la esperanza juzga con base en pruebas y ensayos del pasado, pondera logros y fracasos compartidos. La esperanza es un sentimiento que no solo se atiene a las condiciones propias, sino que siempre es una esperanza puesta en algo más que nosotros mismos, es un estado de ánimo que nos hace relacionarnos con lo otro y con los otros. Deducimos, entonces, que en esta historia ¿la esperanza podría tener cabida en una época invadida por la dictadura de la felicidad y el optimismo egoísta? ¿Acaso de verdad viene un futuro mejor?
La trampa de la felicidad Por Carlos Peregrina
F
ue a partir del año 2000 cuando comenzó en América Latina una corriente para nulificar las emociones mal llamadas “negativas”: tristeza, enojo, rencor, envidia. Por decreto, ahora todo tendría que ser “positivo”: felicidad, alegría, amor, compasión. La llegada de las redes sociales, especialmente Facebook e Instagram, trajeron publicaciones en las que la vida es como aquella caricatura de los ochenta, Los Ositos Cariñositos. Todo debe ser amor, felicidad, pensar positivo. En 2006 se publicó el libro El Secreto, en el que se impuso la primera ley: “¡decrétalo!”. Y todavía algunos más atrevidos aseguraron que “si lo decretas, el Universo conspirará a tu favor”. Reapareció la lectura, que en otro tiempo se le consideró barata, de la autoayuda. Libros, algunos, que contienen cientos de frases dichas por filósofos, escritores, cantantes, poetas y un sinfín de rockstars del pensamiento. Ya desde los ochenta y noventa, en las universidades privadas, en las carreras de Administración de Empresas, principalmente, ponían videos de oradores que alababan la felicidad como un método de producción que ayudaría a ser mejores empresarios. Así llegó el coaching coercitivo, empresarial, de venta de multiniveles. El coercitivo, que ya le cambiaron el nombre, consiste en captar personas para que asistan a sesiones maratónicas en salones de hoteles; ahí se les confronta, se les hace creer que son indignos, no pueden tomar agua, les cancelan el aire acondicionado, con una serie de pasos los hacen perderse de la realidad, pues ni siquiera saben qué hora es. Al ser humano le rompen su realidad y, entonces, ahora recupera una nueva vida y se siente “feliz”, eufórico. Claro, primero tuvo que pagar por asistir, que lo maltraten, que lo hagan dudar de sí mismo, y ya después es un hombre totalmente “renovado”. Muchos psicoterapeutas (aun con títulos universitarios) participan en dichas corrientes de “felicidad”. Algunos, incluso, llegan hasta organizar las llamadas
“constelaciones”, en las que las personas actúan como si fueran de la familia de la persona que están tratando para supuestamente confrontarlo con su pasado y así recuperar su verdadera identidad. Aunado a ello, están los negocios multinivel (piramidales), que bajo la fachada de que venderán productos de belleza, alimenticios, para bajar de peso, flores de la abundancia, criptomonedas —como es el caso de IM Academy, etc.—, en los que se capta a personas que tienen problemas económicos, se les llama con la promesa de que se mejorará su vida y sus finanzas, pero todo bajo la promesa de la felicidad. En sí, la búsqueda de la felicidad no es mala ni buena, es algo natural en cualquier ser humano. Todos queremos estar bien, el problema de todos estos movimientos y literatura, grupos, sectas, es que provocan un sentimiento de culpa en sus seguidores. “Eres pobre porque quieres”, “eres gordo porque quieres”, “fracasas constantemente porque no te la crees”. Además, te ponen una piedra encima: tienes una misión en la vida. ¿Cuál es tu misión? “Tienes que descubrirla”. Si no lo haces, entonces te sientes culpable. Una persona que acaba de romper en una relación amorosa difícilmente se sentirá feliz. La sensación puede ser de enojo, frustración, tristeza. No se le puede invalidar su pérdida. Los promotores de El Secreto, por ejemplo, aseguran que así como uno atrae cosas positivas, también se atraen cosas negativas. Entonces, uno se pregunta: la gente que está en Ucrania, que no pertenece ni al gobierno ni a un sector empresarial, un ciudadano común y corriente, ¿atrajo que bombardearan su casa? Un bebé que nació con alguna enfermedad —y esto lo escribo con respeto a quienes enfrenten esto— ¿atrajo su enfermedad? Si un gobierno determina no comprar medicina para niños con cáncer, ¿las familias y sus enfermos lo atrajeron? ¿Cómo un menor de edad puede atraer nacer enfermo? Si una persona se accidenta, ¿atrajo el accidente?
12NO FICCIÓN
La felicidad es un arma caliente, lo dijo John Lennon. Y el mejor negocio, además de fundar una religión, es venderla como un fruto.
Si el dueño de una empresa fracasa, necesariamente, ¿atrajo una crisis económica o una pandemia que lo obligó a cerrar su negocio? Detrás de todos esos pensamientos hay una posición reduccionista. Una visión muy simplista. Porque, además, el gurú, líder, terapeuta, maestro espiritual, le hace saber que esos errores son causa de quien los sufre. Todo este tema de la felicidad tóxica es, sin duda, un pensamiento sectario. Si a una persona le va bien, no es por su esfuerzo, su disciplina, su tenacidad, su talento, es por seguir los pasos del libro de autoayuda, asistir a sus terapias, ir a sus cursos. Ah, pero si tiene un accidente, una enfermedad, un problema conyugal, es por su culpa. Ahí nada tuvo que ver la pseudorreligión, secta, pensamiento, ideología, coaching empresarial, etcétera. Alguna vez escuché a alguien decirle a su seguidor —esto en una secta— que la marca de su empresa funcionaba a pesar de él. La felicidad, entonces, se vuelve inalcanzable, se vuelve una positividad tóxica, porque si uno ve de manera superficial a quienes la promueven, la persona se siente frustrada, decepcionada de sí misma. No hay que ir muy lejos: abran su Instagram, su Facebook, su TikTok, lo que gusten, ¿cuántas personas solo suben viajes, coches, títulos universitarios, relojes, ropa de marca, relaciones amorosas que solo ocurren en las comedias románticas? ¿Y cuántas veces se han sentido frustrados porque no pueden viajar tanto, no pueden comprarse un carro, no les alcanza para un Rolex o han sufrido en sus relaciones amorosas o tienen problemas con su familia? Como hay esa decepción, un libro de autoayuda en el que aparecerá un gurú le hablará al protagonista y le dirá que “la felicidad está en ti. Antes de amar a los demás, deberás amarte a ti mismo”. No porque no tenga razón el gurú de la novela de Paulo Cohello o don Matus de Carlos Castaneda. Pero tampoco soluciona nada. Es tan sencillo como cuando una persona le cuenta a otra que se siente mal, triste, preocupada y su interlocutor solo le contesta “no te sientas mal”. Vaya, qué gran consejo. “No debes sentirte mal”. Como si por arte de magia eso funcionara. Además, indirectamente invalida la sensación de la persona. Es tan grave como decirle a un niño varón “los hombres no lloran”. Es muy fácil ser un seguidor de la felicidad tóxica, porque llegar ahí implica un momento de vulnerabilidad, una sensación de tristeza, preocupación, desolación, soledad. Las personas, por naturaleza, buscamos respuestas y en ocasiones están ahí en los libros de autoayuda, en los videos de YouTube o en la secta más cercana. El tema es que con poner la foto de una casa en el refrigerador y repetirse todas las mañanas que decreta comprar esa casa, no siempre funciona. Y si en un momento alguien pasa por alguna mala racha no siempre es su culpa, es más, no hay culpa. Como dato histórico, el creador de la felicidad tóxica, la psicología positiva y demás corrientes similares fue Martin Selligman, quien fuera presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA). Él basó su investigación porque una de sus hijas le reclamó que él estaba enojado y él promovía esa emoción. De ahí se volvió un escritor de la felicidad y bienestar. Promovió la visión positiva de la vida y muchos le siguieron. El problema es que abandonó otros temas, solo se dedicó a generar pura psicología “bonita”.
NO FICCIÓN13
De la misma forma que Selligman, muchos gurúes o coaches hablan de que uno es pobre porque quiere, porque lo atrae. Y muestran sus casas lujosas, sus autos último modelo y muchos escritores que hablan de sus técnicas aseguran que con su método saldrán adelante. Lo que no nos dicen es que vender felicidad genera grandes dividendos. Los promotores del coaching coercitivo no son tan distintos a las sectas cristianas que exigen un diezmo a sus feligreses. Su dinero no necesariamente salió de vender productos, sino de sistemas piramidales, como venta de perfumes, productos para adelgazar, maquillajes. Lo que ellos plantean en sus cursos es ese american way of life. Sí, ese sueño americano que nos vendían desde los años cincuenta en la televisión, en los ochenta incrementó y sigue siendo la zanahoria del burro que no la puede alcanzar. No estamos diciendo que uno no sea responsable de sus emociones o de su propio futuro, solo que criticamos que se manipule con el tema de la positividad tóxica a las personas, que se les haga sentir culpables, que se les responsabilice de situaciones que no generaron ellos. Algunas sectas o creencias se avientan la puntada al asegurar que
lo que vivimos es porque nuestro bisabuelo o nuestro papá era de tal manera u otra. Bueno, el colmo llega cuando se asegura que es porque seguramente en una vida pasada hicimos algo y estamos pagando con nuestro karma. La felicidad es un arma caliente, lo dijo John Lennon. Y el mejor negocio, además de fundar una religión, es venderla como un fruto. Créanme, cuando todos los seres humanos seamos felices, los promotores de esa felicidad tóxica se volverán sus peores enemigos, pues ya no tendrán a quién defraudar. Este artículo no pretende ir contra la felicidad o el bienestar, lo que pretendemos es criticar la manipulación que hay alrededor de las ventas de la felicidad, porque curiosamente, siempre hay que pagar para asistir a un curso, seminario, comprar libros, productos piramidales, involucrar a más personas en ese tipo de pensamiento y si tus ventas bajaron, si no te alcanza para ir a este nuevo curso, qué crees, estás haciendo las cosas mal. Detrás de la felicidad tóxica, de las corrientes religiosas, sectas, algunos grupos de yoguis y de sexo tántrico es: sacar dinero, esclavizar a las personas, hacerlas sentir culpables y jugar con su vergüenza.
14NO FICCIÓN
NO FICCIÓN15
Está bien no estar bien: Juan Aguilar Por Zeus Munive / @eljovenzeus
C
omo flores de banqueta, las frases motivacionales aparecen en los lugares más insospechados. Primero fue al calce de los días en las agendas godínez; luego, en los piolines de los grupos familiares de WhatsApp; después, en las selfis de las y los encuerados sabios de Instagram. Ahora —y de forma no irónica— están tanto en los muros de las amistades de toda la vida como en las historias de los conocidos de hace rato; incluso de aquellas personas con quienes ya nos hemos burlado de estas cosas antes. Todos necesitamos una ayudadita de vez en cuando para que nos caigan los veintes; la vida no es precisamente fácil y los últimos dos años no han sido un jardín de rosas. Sin embargo, la cantidad de “recetas para la felicidad” con las que ahora entramos en contacto comienza a ser exagerada —especialmente para quienes nos esforzamos en alejarnos de ellas—. Afirmaciones diarias para manifestar la realidad que queremos; consejos románticos de coaches que salieron embarrados en el #metoo; ejercicios de wellness para encontrar el punto medio en la búsqueda del equilibrio; recordatorios de lo importante que es beber agua, respirar con el estómago y darle like a la publicación… ¿De dónde viene toda esta sabiduría lista para ser consumida? ¿Y por qué ahora parece estar teniendo más popularidad que antes? Buscando respuestas, acudimos al consultorio del psicoterapeuta y nutriólogo Juan Aguilar. Le pedimos que echara luz sobre este fenómeno, en el que, como náufragos, cada quien se aferra —¿o se autoayuda?— al primer tablón que pasa flotando, con la esperanza de que, si realmente se aferra con todas sus fuerzas y no lo suelta, salvará el pellejo.
16NO FICCIÓN
La felicidad no es inhalar ni exhalar
Para Juan Aguilar, la insatisfacción es inherente al ser humano. “Somos el único miembro del reino Animalia que tiene conciencia de sí mismo, que cuestiona su existencia y que sabe dos verdades importantísimas: que nacemos y que vamos a morir”. La conciencia de nuestra finitud, si bien nos diferencia del resto de los animales, también tiñe la percepción que tenemos sobre nuestra propia existencia. “Nos hace estar en una búsqueda constante para dar significado a nuestra vida”, continúa el especialista. “Y en ese buscar es donde aparece la necesidad —profundamente humana— de sentir que se está bien, que se va bien; de sentir que el camino que tomamos es el correcto, que estamos sanos; y en esta búsqueda constante nos vamos sintiendo insatisfechos, viviendo una alternancia entre estados de satisfacción e insatisfacción”. Si bien la alternancia entre ambos estados es tan natural como inhalar y exhalar, las personas no siempre lo percibimos de esta manera. Asociamos la felicidad con la satisfacción —y esta, a su vez, con el placer eterno— y la infelicidad con la insatisfacción —la cual emparejamos con el dolor y lo pasajero—. De ahí que intentemos lidiar con estos dos estados de la misma forma en que lidiamos con los estímulos sensibles: buscamos furiosamente el placer (la satisfacción, por el mayor tiempo posible) y evitamos desesperadamente el dolor (es decir, la insatisfacción, a como dé lugar). Visto así, parece que esta nueva tiranía comienza por la definición de felicidad que hemos construido tanto en lo personal como en lo colectivo. Sin embargo, ¿existe alguna otra forma de definir este estado —tan deseado como esquivo—, más allá de la búsqueda incansable del placer eterno? De acuerdo con Juan Aguilar, sí. “La felicidad”, afirma, “es esta conciencia de satisfacción entre lo que tengo, lo que soy y lo que hago. O sea, sentirse satisfecho sabiendo que el estado de satisfacción no será permanente, que estamos condenados también a la insatisfacción, que en nuestra condición humana hay ratos donde se está satisfecho y ratos donde se está insatisfecho”. O, dicho en otras palabras, la felicidad no es inhalar, ni es exhalar, sino es respirar.
Somos el único miembro del reino Animalia que tiene conciencia de sí mismo, que cuestiona su existencia y que sabe dos verdades importantísimas: que nacemos y que vamos a morir. El nuevo malestar en la cultura
Esta obsesión con la idea que tenemos de felicidad —es decir, entendiéndola como un estado de satisfacción pura, tan eterno como imperturbable— es en realidad un fenómeno bastante nuevo. “Antes del año 1800, la búsqueda de la felicidad no existía; o al menos, no como la conocemos ahora”, afirma el especialista. “No había libros de autoayuda, tampoco cursos de desarrollo humano y ni siquiera existía la psicología como una ciencia. Existía la psiquiatría, pero aún era incipiente y de naturaleza coercitiva”. Y, de hecho, aunque ahora nos parece que la felicidad es un tema del dominio de lo psíquico —vamos a psicoterapia porque somos infelices, por ejemplo—, en épocas anteriores era considerada un atributo moral, espiritual o incluso relativo al grado de salud, la alimentación o la constitución física. Es entonces que, paradójicamente, podemos afirmar que la tiranía de la felicidad poco tiene que ver con la felicidad en sí misma. En realidad, tiene más a ver con el contexto antropológico en el que vivimos, mismo que responde al zangoloteado devenir histórico del último siglo. Aguilar nos lo explica así: “según el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, hay tres momentos importantes en la modernidad. El primero es la posguerra, porque justamente salimos de una época de depresión económica —y también emocional—, donde se priorizaba tanto trabajo como mantener el statu quo social”. La moral católica, las buenas costumbres, el etnonacionalismo a ultranza, una fe ciega en la tecnología y la mano invisible del mercado como toda respuesta a nuestros problemas —es decir, todo eso que tus tíos panistas extrañan y continúan defendiendo—, eran los valores predominantes. “Si tú querías ser feliz”, prosigue, “necesitabas forzosamente ser heterosexual. Y si eras hombre, además debías tener una esposa, hijos, casa y hasta un perro. Si eras mujer, tenías entonces que sufrir lo suficiente para poder tener un lugar en la sociedad, además de estar casada. Eso era su definición de felicidad”.
NO FICCIÓN17
Sin embargo, las cosas no se quedaron así por mucho tiempo. “¿Y qué pasó? Pues que estas personas —a las que Bauman denomina como ‘sociedad narcisista’— vivieron su vida sin cuestionarse demasiado, creyendo que poseían la única fórmula para ser felices. Estamos hablando de las décadas entre 1930 y 1950. Su descendencia, nacida entre las décadas de 1950 y 1980, y a la que Bauman llama ‘sociedad ambivalente’, fue una generación a quienes se les inculcó que la felicidad se alcanzaba solo de una cierta manera —ser heterosexual, tener familia, una casa, etcétera—. Sin embargo, la revolución sexual y una serie de cambios al interior de las sociedades occidentales que ocurrieron en esos años, trajeron consigo ideas nuevas, como ‘la búsqueda de sí mismo’; es decir, abrió la posibilidad de buscar formas de ser uno o una misma en una sociedad donde aún impera la otra ‘receta para la felicidad’. De ahí el adjetivo de ambivalente”. Por desgracia, lidiar con la ambivalencia es un área de oportunidad que la humanidad tenemos como especie. “El boom de los libros de autoayuda viene de estas generaciones, justo porque es una sociedad que no sabe qué hacer, a la que le cuesta mucho trabajo sentirse segura. Porque, por un lado, les inculcaron que la felicidad se alcanzaba de cierta forma pero, por el otro, descubrieron formas ‘alternativas’ de ser uno mismo. Es entonces que nacen conceptos como la autoestima —un concepto que ahorita ya está en desuso en la psicoterapia—, el sí mismo, la búsqueda del yo; conceptos que comienzan a ‘vender’ una noción de que la felicidad es un fin que se tiene que encontrar a través de un trabajo, y no un camino o una forma de caminar”. Cualquier parecido con algunas de las tesis de El malestar en la cultura de Sigmund Freud, no es casualidad. Más allá de las fuentes de las que ha bebido el pensamiento de Bauman, ambos pensadores se encuentran de frente ante un mismo fenómeno: el desgarre entre lo que la sociedad espera de las personas —representando en estas fórmulas de ser feliz, exitoso, joven y bello como un camello— y su voluntad propia —expresada en esta búsqueda del sí mismo, de la vocación, del yo real—, todo ocurriendo en un contexto que cambia rápidamente; ya sea por la industrialización en tiempos de Freud, o los fenómenos de mundialización para Bauman. “En este contexto”, apunta Aguilar, “surge lo que Bauman llama posmodernidad líquida, una sociedad que no tiene mucha estructura, que no tiene forma, que es muy fluida, donde todo se vale, donde todo se puede, donde tú puedes ser hombre, mujer, no binario; donde tú puedes ser gay, heterosexual, pansexual; donde tú puedes ser todo, y en esa incertidumbre del poder ser todo, la búsqueda es justamente qué quiero ser yo. Entonces, cada generación define distinto qué es la felicidad y cómo se llega a ella”. Vaya paradoja: demasiadas opciones puede ser tan contraproducente como su falta. Especialmente cuando la sucesión frenética de cambios a nuestro alrededor nos hace sentir que, más que el arquitecto de nuestro propio destino, somos apenas el diseñador de interiores.
18NO FICCIÓN
La tiranía comienza donde no hay parámetros
Entonces, ¿debemos organizar una quema pública de libros de autoayuda? De acuerdo con nuestro especialista, no necesariamente. O al menos no por el momento. “Un libro de autoayuda, una terapia, un grupo de apoyo, todo puede ayudar. Pero cuando se cree que solo hay una forma, y que esa forma es la panacea, entonces sí hay un problema, porque ahí es cuando daña: cuando solo a través de esta forma tú vas a salir; cuando solo a través de esta religión vas a lograrlo, etcétera. Cuando se hace solo desde ahí, es cuando comienza a dañar, porque te están vendiendo algo que ni siquiera tiene un parámetro”. Los parámetros son importantes. Nos ayudan a fijar límites —aunque solo sean mentales— en una realidad donde, a pesar de existir, muchas veces no son evidentes. Pensemos en una receta de cocina: las cantidades nos marcan los límites de cuánta harina, azúcar o tiempo en el horno debe emplearse para obtener un pastel esponjoso; utilizar más o menos cantidades de estos ingredientes alterará el resultado de una forma observable e, incluso, medible. Sin embargo, cuando hablamos de conceptos más abstractos que un pastel —y por ende, menos susceptibles a ser medidos “objetivamente”—, como la autoestima, la felicidad o, incluso, la misma salud mental, los parámetros no siempre son tan claros. “Con frecuencia recibo pacientes que dicen, frontalmente, ‘yo tengo un problema de autoestima; no me siento suficiente en el trabajo, no me siento suficiente con mi pareja, no me siento suficiente en la escuela, no me siento suficiente…’. La primera pregunta que hago es qué los hace sentirse insuficientes. ¿Cuál es el parámetro de la autoestima, de esa ‘insuficiencia’ que sienten?... No hay parámetros, y ese es el problema. Ahí es donde comienza lo tóxico, porque como no hay un parámetro único, una persona puede justificarse con ‘que tiene baja autoestima’, cuando en realidad ella misma hace muchas cosas para limitarse y quitar su responsabilidad de cosas que para ella son importantes”. Suena lógico, ¿no? Aguilar continúa: “¿cómo vas a tener una ‘buena autoestima’ si estudiaste una carrera que no querías; si terminaste en una relación de pareja donde frecuentemente te estás limitando; si te estás sintiendo insuficiente; entonces la autoestima va a estar muy baja, porque hay muy pocas cosas que te harán sentir bien, satisfecho. Entonces, el problema no está tanto en la autoestima, sino la falta de satisfacción en su vida. Cuando la persona inicie esa búsqueda para encontrar qué le satisface o qué le impide encontrar satisfacción, la persona se va a sentir mejor y va a sentir que tiene una ‘mejor autoestima’… pero, insisto, como no hay un parámetro, es algo muy subjetivo”. Entonces, resumiendo: todas estas fórmulas para alcanzar la felicidad pueden ser de ayuda. Las terapias, los grupos como Neuróticos Anónimos, los rezos, las flores de Bach y los libros de autoayuda pueden echarnos la mano para “saltar el muro” en alguna ocasión que la vida se ponga ruda. Sin embargo, eso no significa que sean LA —así, en mayúsculas— solución, o que contengan algún tipo de secreto sin el cual sea imposible ser feliz. Vamos, que en muchos casos ni siquiera es posible comprobar los efectos que claman poseer en la realidad. “El problema, o donde me parece que ya es algo grave”, retoma Aguilar, serio, “es que un libro, un curso o incluso una psicoterapia, te venda una forma para mejorar que no tiene parámetros en sí. Se niega mucho del ser. Déjame poner un ejemplo: apenas leí el libro de un nutriólogo poblano, quien afirmaba que ‘no se vale enojarse’.
Él explicaba de manera biológica —y de forma bastante acertada—, la función de la cortisona y el cortisol durante el enojo y cómo eso afecta tu metabolismo: el que se enoja, engorda. Entonces, había que evitar el enojo mediante diversas técnicas, lo cual, aunque me parece que tiene un fundamento, se interpreta como ‘enojarse está mal’”. ¿Qué pasa cuando arbitrariamente separamos nuestras emociones en “buenas” y “malas”, en “satisfactorias” e “insatisfactorias”? Es entonces que comenzamos a procurar unas obsesivamente y evitar otras frenéticamente. Alcanzar la felicidad, entonces, se convierte en un eterno evitar neuróticamente dichas emociones “malas”, como el enojo. “Y enojarse no está mal”, afirma contundente Aguilar, “enojarse es humano, enojarse es válido. Una persona que no se enoja tiene problemas con los límites; una persona que se enoja de más, cuando lo hace frecuentemente, puede ser disfuncional, sí, pero eso no quita que el enojo tenga una función. Cuando estoy bajo la tiranía del bienestar o de la felicidad, el enojo es algo que no toca o que no se vale. Porque tienes que estar alegre o tienes que estar feliz, y enojarse, aparte de ser algo humano, es funcional. Hay personas que necesitan enojarse, que necesitan contactar verdaderamente con su enojo”. En pocas palabras, este tipo de materiales siempre utiliza “chivos expiatorios”, los grandes culpables de que nuestras vidas sean un constante sufrir: las emociones desagradables, como el enojo o la tristeza; las personas “tóxicas” (como si su “toxicidad” fuera un principio ontológico o la naturaleza de algunos seres); las frases o los pensamientos negativos —todo lo que no sea “yo puedo”—; o hasta la ingesta de carbohidratos o la mismísima carne animal. Este tipo de retórica da la impresión de que, con cambiar un aspecto clave, la vida se volverá, finalmente, de color de rosa. ¿Pero qué pasa cuando uno intenta cambiar dicho aspecto clave… y todo sigue igual?
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La buena vibra trae mala onda
“Déjame regresarme un poco. Los seres humanos tenemos conciencia de que nacemos y de que vamos a morir. Solo tenemos esas dos certidumbres. No sabemos y tenemos una necesidad de saber, de tener algo de certidumbre, y en esta búsqueda es cuando todas las religiones, los cursos, los libros, entran a darte algo o a venderte algo. Y eso está bien, también es humano, es válido y es necesario”. O dicho en otras palabras, el vacío es inevitable y cada quien lo llena con lo que puede. No importa tanto con qué lo llene uno, como la acción de llenarlo. A final de cuentas, tarde o temprano, si seguimos la larga cadena de porqués, vamos a terminar en un acto de fe. “El problema se da cuando solo a través de ese libro específico, de esta terapia, de este curso o de esta religión, creo que puedo sostener mi vida y mi existencia. Esto se complica más cuando, aparte, hay un grupo que lucra con la incertidumbre, vendiendo estas soluciones únicas que terminan dejando una sensación de insatisfacción al final, porque todos nos terminamos dando cuenta de que eso que nos vendieron no lo es todo”. El lucro es, definitivamente, una de las banderas rojas a las que se debe estar atento, pues no debemos confundir a “la voz que clama en el desierto” con el merolico del
infomercial religioso. El lucro, prácticamente por regla general, indica la presencia de algún tipo de abuso. Bien vale recordar que no se cae en estos engaños —en esta tiranía— por estupidez, sino por vulnerabilidad. De ahí que el problema no esté en la presa que cae en la trampa —sobre quien, generalmente, recaen las burlas y los reclamos—, sino en la existencia misma de la trampa. Y de quien la puso, por supuesto. Al respecto de estos “tramperos”, Juan Aguilar se pregunta cómo nace un tirano y por qué caemos en sus trampas: “no puede haber un tirano si no hay un entorno o un contexto de carencia. Todos los grandes tiranos nacen después de una depresión, después de un estado de falta, de una crisis. Su carisma proviene de la insatisfacción generalizada”. Basta mirar a nuestro alrededor para constatar que la modernidad líquida es un enorme caldo de cultivo para el desarrollo de este tipo de personas. Nos cuesta, como especie, lidiar con la incertidumbre, y este tipo de personas sabe explotar esta debilidad a su beneficio. “Las tiranas y los tiranos prometen cosas que son muy fantasiosas, que son muy difíciles de cumplir, como si fueran salvadores que han venido a rescatarnos. Y ya cuando estás ahí, ¡qué difícil es salirte! En la tiranía hay una negación del ser humano en función de algo más, de algo superior”.
20NO FICCIÓN
La vida es incierta y las personas buscamos sostenernos a través de estos archipiélagos de certezas en medio de este mar de incertidumbre. Sin embargo, solo tenemos la certeza de que nacemos y de que vamos a morir.
Este “algo superior” no necesariamente es una persona —como suele suceder en los cultos liderados por un líder carismático—, puede ser apenas una idea a primera vista inocente. Sin embargo, conforme más se indaga, las —aparentemente fáciles— fórmulas para alcanzar la felicidad se vuelven rápidamente tiránicas. Ellas prometen que, si uno lo manifiesta con la suficiente constancia y fuerza, aquello que deseamos, ocurrirá. Pero cuando seguimos el método al pie de la letra y aun así no funciona, todo lo malo continúa siendo nuestra culpa. El método es infalible —la propia tapa del libro lo dice—, siempre es la persona quien supuestamente no sigue de forma correcta la receta. Y he ahí la cuestión. “La fórmula no permite otras formas. Por definición, si yo tengo una fórmula matemática, no se permiten otras formas de llegar al resultado porque esta es la fórmula. Cuando solo se ofrece una fórmula, y aparte se niegan o se devalúan otras formas, es cuando podemos decir que es una tiranía”. Por lo general, se trata de discursos violentos y dogmáticos, donde la supuesta “verdad” es autorreferencial. “Bajo esta tiranía se comienza a responsabilizar al individuo por cosas que no son suyas y que contextualmente no hay manera de que se las pudiera haber provocado. Pensemos, por ejemplo, en personas que atraviesan una experiencia oncológica; una experiencia que implica mucha incertidumbre y que, ya de por sí, es difícil. Ahora súmale los discursos del tipo ‘tú te lo provocaste, el cáncer tú te lo dejaste, tú te lo generaste porque no expresaste tus emociones, porque no le expresaste tu enojo a tu mamá’”. Este tipo de discursos suelen estar sustentados en verdades a medias o en conceptos científicos y filosóficos mal entendidos o, incluso, distorsionados. Por ejemplo, todo este llanto histérico alrededor de que el cáncer es originado por la represión de las emociones proviene de una lectura superflua —cuando no malintencionada— de la “psicología corporal” de Wilhelm Reich; corriente que es discutida —y, sobre todo, desafiada— desde hace décadas al interior de la academia. “Hoy sabemos que, en el caso del cáncer, su origen es multifactorial”, afirma el especialista. “Es decir que hay muchos factores que pueden estar implicados, como pueden ser ambientales, genéticos, de hábitos e incluso emocionales. Pero, fíjate, hay una diferencia entre verlo como un fenómeno multifactorial a entenderlo como ‘le dio cáncer porque no le contesto a su mamá lo que quería contestarle’. Bajo ese tren de pensamiento, imagínate el sometimiento que puede vivir una persona, o la vergüenza que puede vivir alguien por algo completamente aleatorio. En la tiranía de la felicidad se cimenta un ojo interno con el que te culpas por no estar donde quieres”. La tiranía de la felicidad, entonces, implica una distorsión de la realidad. Si una llave no funciona para abrir el seguro de una puerta, la conclusión lógica es que esta llave no funciona —al menos no en el caso de esta puerta en específico—, pero bajo la tiranía de la felicidad, la culpa es totalmente de quien está intentando abrir esa puerta.
NO FICCIÓN21
Archipiélagos en la incertidumbre
Lidiar con la incertidumbre es difícil. Pensamos que la mejor forma de acabar con ella es dedicar todas nuestras energías a alcanzar una certidumbre, cuando pareciera que lo más adecuado es, simplemente, aprender a flotar en ella. “La tiranía de la felicidad, al vender solo una fórmula”, esa certidumbre a la que entregamos toda nuestra vida, “nos esclaviza. Lo contrario a esta situación sería la aceptación del ser. Cuando viene una persona a psicoterapia, encuentra la aceptación a través de los ojos del terapeuta, lo que después le permitirá tener una aceptación propia. A final de cuentas, yo no puedo ser aceptado si no tengo otros ojos que me acepten”. Tendemos a burlarnos de quienes buscan la “aceptación del grupo” o de quienes caen ante la presión de sus pares. Sin embargo, la aceptación de quiénes somos, las situaciones que atravesamos y cómo todo eso nos hace sentir, no solo es una necesidad humana, también nos ayuda a ser más libres. La vergüenza y la culpa —el miedo y el dolor que nos provoca el rechazo— nos hacen sentir
inadecuados. Por ejemplo, en el caso de la persona que “se provocó un cáncer”, la vergüenza y la culpa harán que una experiencia, ya de por si difícil, lo sea todavía más por todo el sufrimiento asociado a la idea de “habérselo provocado”. Es como si la mirada externa de alguien más se volviera la forma en como la persona se mira. “La vergüenza es grave, pero es peor la culpa, porque ya ese ojo externo —es decir, lo que alguien me dijo o me hizo creer— se queda aquí, en mi ojo interno. La culpa es la inadecuación conmigo mismo, la vergüenza es la inadecuación con el otro”. Esa forma de mirarse a uno mismo es ese “algo superior” que subyuga a la persona. Es una forma control que a lo largo de la historia ya hemos visto. Por ejemplo, las instituciones religiosas han criminalizado en diferentes momentos acciones que son absolutamente humanas y normales, como la masturbación, la menstruación o los sueños húmedos. “Una pregunta que podríamos hacernos es por qué hacemos esto los seres humanos. O sea, la vida es incierta y las personas buscamos sostenernos a través de estos archipiélagos de certezas en medio de este mar de incertidumbre. Sin embargo, solo tenemos la certeza de que nacemos y de que vamos a morir. Por eso nos obligamos a creer cosas, a seguir cosas, a seguir a personas que dicen tener la razón, a tener ciertas creencias”. La tiranía de la felicidad reduce nuestra libertad, entendida como capacidad de elección. Y la libertad es angustiante, porque es una decisión que solo florece en la ausencia de toda certidumbre. Pues incluso la elección de creer a pie juntillas en una de estas “fórmulas para la felicidad” sucede en el vacío. Nadie está exento del peligro de caer en una de estas tiranías y tampoco existe una receta única para librarse de ellas. Lo único que tenemos —además de la certidumbre de nuestra finitud— es a nosotros mismos y mismas, a nuestra vulnerabilidad, a la conciencia de que esto también va a pasar.
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Las 10 ideas locas de la felicidad Por Carlos Peregrina
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e un tiempo a la fecha, programas de televisión, periódicos, revistas y libros de autoayuda han promovido ideas, cursos, seminarios, programas que tienen un único fin: sacar dinero. La promesa: la felicidad, el bienestar y el éxito económico. Es muy fácil caer en esos grupos que parecen sectas. A veces son hasta sistemas multinivel, pirámides o venta de criptomonedas que promueven un montón de pseudoterapias, y si alguien no obtiene el éxito deseado, es la culpa del usuario, no del método. Aquí les dejamos algunas de las palabras que se utilizan para hacer víctimas a los que se integran a estos proyectos. No se trata de avergonzar a nadie que ha caído en ellos, los entendemos, algunas veces nosotros también hemos sido víctimas, porque el pensamiento de lograr un bienestar emocional y económico es algo legítimo, lo que no lo es son los grupos que se aprovechan de la debilidad del ser humano.
Programación Neurolingüística (PNL). Es una pseudociencia creada en 1970 que consiste en reprogramar el pensamiento, el lenguaje personal y de ahí el comportamiento. La gran farsa de esta terapia es que primero utilizan la palabra “neuro” para definirla como una ciencia, cuando ya hay estudios que desacreditan ese pensamiento. Segundo: algunos “terapeutas” la utilizan como hipnosis. Tercero: aseguran que pueden curar en una sola sesión ansiedad, depresión, fobias y hasta TDAH y una larga lista de problemas emocionales. Al final, solo se busca que la persona se sienta culpable de sus propios pensamientos, lo nulifican. Y si existe algo más puro de la persona es su pensamiento y su libertad para hacerlo. Risoterapia. Hay empresas que hacen sesiones para sonreír y carcajearse por más de 10 minutos, ya que supuestamente así mejorarán sus emociones y su productividad; se eliminarán problemas laborales y tomarán mejores decisiones. El problema es que no hay un estudio científico que avale dicho planteamiento. Claro está que no está mal reír o sonreír, pero no puede ser impuesto ni obligatorio, ya que se está forzando a alguien a sentir o a hacer algo contra su voluntad. No se ha demostrado que reír haga que una persona gane más dinero o que su esposa no le sea infiel. No es magia.
Pensamiento mágico. La vida del ser humano es compleja por naturaleza; hay buenas y malas experiencias. Hay momentos inolvidables y algunos que no queremos recordar, pero algo es cierto, no se le puede atribuir a los horóscopos ni a la lectura del tarot, ni a la brujería que las cosas cambien solo porque sí. No se puede, incluso, afirmar que porque hay gente que tiene envidia, bloquearán nuestras capacidades para alcanzar o hacer algo. No es cierto que solo porque una persona decreta algo se cumplirá. Porque creer ciegamente en ello provocará una enorme frustración. Si conoces a alguien que promueva ello, date la vuelta y sal corriendo. Biodescodificación. Existe otra pseudociencia que afirma que todas las enfermedades son provocadas por las emociones. Una cosa es que hay enfermedades psicosomáticas y otra muy distinta a que todas las emociones “negativas” provoquen enfermedades. Si tienes una gripa muy fuerte es producto de una pérdida emocional, si una persona tiene una infección en sus vías urinarias es que siente una pérdida de control en su casa. Si una persona es muy rencorosa resulta que sufrirá de cáncer porque se guarda sus pensamientos y emociones. Esta visión solo victimiza a una persona. Seamos objetivos, una persona que está enferma de algo muy delicado, difícilmente se sentirá bien.
24NO FICCIÓN
Lo que crees es lo que creas. Otra vez, regresamos a la misma cantaleta. Hacer responsable a las personas de estar enfermas, no conseguir trabajo, no aumentar sus ventas, sentirse solo. Porque no siempre lo que crees es lo que creas. Se vale estar triste, enojado, angustiado, con miedo. Eso es natural de la persona y las emociones son reacciones a situaciones de la vida misma. Lo que provocan esas visiones es mayor culpa del ser humano y, por ende, mayor preocupación, no aceptación propia, y lo llevan a un terreno que le puede causar muchos trastornos mentales. Nuevamente, hay personas que dicen que una persona solo con cambiar sus pensamientos puede curar hasta el cáncer. Si tienen pensamientos positivos generan salud positiva, si tienen pensamientos negativos, generan situaciones dañinas para su cuerpo.
Solo los mediocres ponen excusas. Cuando estás inmerso en cualquier tipo de taller, grupo religioso, secta, organización, coaching coercitivo (cuántico), te aseguran que si no participas con ellos eres un mediocre, si no compras sus cursos, si no asistes a sus seminarios eres un mediocre. Y son tan repetitivos que lo que provocan en la persona es que dude de sí misma, y si en un momento una persona cuestiona su sistema, inmediatamente es señalada como alguien que no se atreve a soñar. Todos los problemas que tienes están en tu mente. La mayor parte de los coaches que cobran casi 100 mil pesos por impartir en cursos sus teorías de felicidad y éxito te aseguran que no importa el contexto: país, gobierno, economía, salud, familia, cultura. Lo que está mal es tu mente. Algunos de ellos aseguran que lo mejor es lavar tu cerebro, cambiar tu paradigma, cambiar toda tu forma de pensar.
NO FICCIÓN25
El estado de ánimo importa más que el conocimiento. Para muchos promotores de la felicidad —coaches, gurúes, maestros, terapeutas—, solo con estar animado puedes obtener lo que sea. La ciencia es demasiado para ellos, el estudio es aburrido. Tanta información satura. Suena gracioso, pero es verdad. Solo con tener un buen estado de ánimo lograrás lo que quieras: incluso, viajar al espacio como Elon Musk. No es que subestimemos el estado de ánimo, este motiva a hacer algo, pero no todos los días las personas están animadas. Esto es más profundo y no esta visión reduccionista del pensamiento mágico.
personas y de su dinero, se aprovechen. En un momento de vulnerabilidad cualquier situación puede ayudar, pero si es con el fin de sacar dinero, esclavizar, maltratar y, en ocasiones, hasta abusar sexualmente.
Peligro de sectas. La felicidad y el pensamiento positivo se puede convertir en tóxico. Todos los seres humanos buscamos bienestar y superarnos. Nos encanta triunfar, el problema es que ante ciertas situaciones de vulnerabilidad o debilidad, cualquier ideología que busca apropiarse de las
Sí lo sabemos, somos de lo peor por no coincidir y por elevar al pensamiento crítico, basado en métodos científicos y sobre todo, la duda. Es la duda, el pensamiento más valioso, porque de ahí, uno puede cuestionar, investigar y tomar decisiones.
Uso de la palabra “neuro”. Usan neurociencia, neuomarketing, neurolingüística, pero de neuronal no hay nada. En muchos de esos movimientos promotores de la felicidad, lo único que hay es ideas que no se basan en ciencia, solo son unión de creencias, religiones, ideologías, que pretenden sacar dinero.
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Ser positivo o no ser Por Mario Martell
La clase política siempre busca ser aceptada. Inundan sus redes sociales con mensajes positivos. Inundan el mundo de las redes con su amor y sus buenas vibras. La cordialidad y las diversas formas del amor aparecen en las redes.
El primer hombre positivo del país
Andrés Manuel López Obrador es el hombre más positivo del país. En su cuenta de Instagram no anota frases contundentes ni manda al diablo a las instituciones (bueno, ya estamos en 2022 y no en 2006). Graba algunos videos, toma café, posa con el escritor Paco Ignacio Taibo II, y hasta muestra algunas fotos viejitas con el subcomandante Marcos en la selva Lacandona. Es el hombre más positivo del país. El primer hombre positivo del país. No falta revisar ni sus discursos ni leer sus libros. Solo hay que acudir a lo inmediato: “Abrazos, no balazos”.
Foto Octavio Hoyos / Shutterstock
Soy bien padre: Alejandro Moreno
“¡Unidos nada nos detiene! Gracias a las y los 32 presidentes del PRI en cada entidad, su trabajo permanente fortalece al partido” (Alejandro Moreno, @alitomorenoC). Con una redacción positiva y llena de amor, el líder del expartidazo, lleno de amor y de amistad, redacta otro bonito tuit en su papel de papá amoroso. “¡Mi nena Ale tuvo su festival de fin de curso, y obvio papá no podía perdérselo! Los hijos crecen tan rápido, ¿a poco no?” El amor de padre se transforma en un vendaval de positividad. Todos somos amorosos y más si somos políticos. No hay pudor en mostrarlo. No hay que retener esos bellos sentimientos que son profundos y al mismo tiempo epidérmicos. Los hijos como vínculo infinito con el amor universal. Un buen político es aquel que abraza a sus hijos, que se toma fotos espontáneas con ellos, y que las sube de manera natural a las redes sociales.
NO FICCIÓN27
Marcelo y el amor
En un solo tuit, Marcelo Ebrard C. (@m_ebrard), como si fuera un mensaje político (porque lo es), transforma en felicidad la felicidad del amor. En una fotografía con su pareja, de un festejo privado, Ebrard lo hace público. Lo publicita y lo difunde en su red social de Twitter: “Feliz cumpleaños mi vida!!!” El amor en los políticos es una cosa esplendorosa. Música de José José, o de película de Hugh Grant, o musiquita de Armando Manzanero, plis. Ebrard lo mismo manda mensajes de amor buena onda, como si se tratara de alguna película melosa de los noventa, cuando el futuro se veía muy remoto y Tom Cruise era juvenil (las referencias delatoras), que se detiene en la calle a tomarse fotos con el pueblo bueno y chairo, o con lo que le sigue la clase media con iPhone pagado a plazos, que cree en la cuenta de Instagram como la nueva fuente de la felicidad eterna. “Escríbeme y te contesto”, es la nueva línea de Whatsapp de Marcelo. Dichosos los positivos, porque de ellos será el reino de la sucesión. Dichosos los positivos, porque cuando están llenos de amor, crearán, ahora sí de verdad, la “república amorosa”.
Monreal, el buen abuelo
Claudia, la madre amorosa
Claudia Sheinbaum también hace su lucha positiva. Con un paquete de tostaditas y una sopa, su hijo la abraza y le da un beso en la mejilla. Es un desplante de espontaneidad, todo se ve muy espontáneo. (La espontaneidad es la dopamina de la clase política). De manera espontánea, también, un fotógrafo toma la foto espontánea. Claudia sonríe. Y mira, ¿hacia dónde? Hacia donde de manera fortuita está un fotógrafo con una cámara. Que bien podría ser otro celular. “Comiendo con Rodrigo, mi hijo. Platicamos con Mariana para celebrar la distancia, pero unidos. Siempre serán mi niña y mi niño. Besos y abrazos para todas las mamás.” El mensaje positivo, Claudia lo redacta el Día de las Madres con el hashtag #felizdíadelasmadres. Es la misma Claudia que gobierna la ciudad más grande del país. Es la misma que aparece en El País con entrevistas de perfil. Es la misma que abraza al presidente para que los seguidores de la Cuarta Transformación no se equivoquen y se llenen de su buena vibra positiva.
El senador Ricardo Monreal se llena de sentimientos positivos. Inunda sus redes con frases motivadoras y elegantes. O diríamos, elegantiosas. Son como las tamboras que alegran sus mítines pueblerinos. (¿Qué puede existir más real en México que un mitin pueblerino?). Monreal escribe hace seis semanas en su cuenta de Instagram en esa redacción frontal de la orden Jedi. “Un jedi usa la fuerza para el conocimiento y la defensa, nunca para el ataque.” En otro post positivo, el senador aparece como un ser humano normal. (Válgase la redacción y la existencia de la paternidad, ¿qué haríamos de los políticos sin la paternidad?, ¿qué sería de los políticos sin los nietos?). Su hija, Cati Monreal, escribe en otro post de Instagram del 30 de abril, Ddía del Niño. “Hoy Eva y Checho asistieron al @senadomexico para celebrar el #DíaDelNiño y #DíaDeLaNiña, y su abu doctor @ricardomonreal les dio un regalito para festejar el día.” Entre aguas Perrier y sonrisas, el senador convive unos momentos con sus nietos. El video es elocuente, porque el senador deja de emitir una perorata desde la tribuna del Senado para ser él mismo, o, ser otro, el abu buena onda que consiente a sus nietos, y propaga su trabajo profesional en el Senado, con la función de abuelo consentidor. El abu, como lo nombra Cati Monreal, he ahí el verdadero rostro del político, de acuerdo a la hija.
Rehabilita gobierno estatal alumbrado del Periférico Ecológico, mejorará movilidad y seguridad: MBH · ESTE PROYECTO TUVO UNA INVERSIÓN DE 179 MILLONES 794 MIL 345 PESOS Y CONTEMPLÓ LA INSTALACIÓN DE MÁS DE 3 MIL LUMINARIAS EN 86 KILÓMETROS · EL MANDATARIO RECALCÓ QUE SU ADMINISTRACIÓN SÍ CUMPLE A LAS Y LOS POBLANOS AL EJECUTAR OBRAS CON SENTIDO SOCIAL · ANUNCIÓ QUE SU GOBIERNO PLANEA CONSTRUIR EL LADO NORTE DE DICHA VIALIDAD, ASÍ COMO IMPLEMENTAR UN SISTEMA DE TRANSPORTE Por Staff 360°
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on la rehabilitación de más de 3 mil luminarias del Periférico Ecológico, el gobierno de Puebla mejorará la movilidad y seguridad en esta vialidad que quedó en el abandono por administraciones pasadas, manifestó el gobernador Miguel Barbosa Huerta durante el encendido oficial del nuevo alumbrado que tuvo una inversión de 179 millones 794 mil 345 pesos. En su mensaje, el titular del Ejecutivo resaltó que, hoy con esta acción, su administración reafirma que cumple a las y los poblanos al concluir obras que son de impacto social y que traen mayor bienestar. Comentó que su gobierno no dejará que el Periférico Ecológico vuelva a quedarse rezagado; por ello, anunció que planean construir el lado norte de dicha vialidad, así como implementar un sistema de transporte para que la población pueda trasladarse en la zona conurbada con mayor facilidad, seguridad y rapidez. Barbosa Huerta reconoció la labor de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y de su titular, Daniel Cruz Luna, por llevar a cabo la rehabilitación de las luminarias con transparencia y prontitud. Precisó que, al ser la dependencia la encargada de la vigilancia y seguridad, le fueron etiquetados los recursos para tal fin. Asimismo, puntualizó que la SSP, en coordinación con las policías municipales, fortalecerá los operativos para garantizar la seguridad de quienes transitan por el Periférico Ecológico.
Luminarias permiten mejorar vigilancia y seguridad: SSP El secretario de Seguridad Pública, Daniel Cruz Luna señaló que, a partir de hoy, el Periférico Ecológico cuenta con más de 3 mil luminarias en 86 kilómetros, mismas que deben ser cuidadas por autoridades y la población. Dijo que dicha acción coadyuvará a disminuir los accidentes, tráfico vehicular y delitos, ya que mejorará el reconocimiento de detalles y la velocidad de reacción, lo cual se traduce en más seguridad y bienestar, tanto de peatones y conductores. En la inauguración estuvieron presentes la presidenta honoraria del Patronato del SEDIF, Rosario Orozco Caballero, secretarias y secretarios del gabinete estatal, así como alcaldes de la zona metropolitana de Puebla.
Asegurar la calidad educativa es un compromiso social: rectora Lilia Cedillo · PRESIDE GRADUACIÓN DEL DIPLOMADO PARA EL ASEGURAMIENTO DE LA CALIDAD DE PROGRAMAS EDUCATIVOS DE TIPO SUPERIOR, EL CUAL SE REALIZÓ EN COLABORACIÓN CON CIEES Por Staff 360°
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segurar la calidad de los programas educativos es una de las prioridades de las instituciones de educación superior, porque, más allá de la Ley General de Educación Superior, es un compromiso social, afirmó la Rectora Lilia Cedillo Ramírez, durante la graduación de la tercera y cuarta generación del Diplomado para el Aseguramiento de la Calidad de Programas Educativos de Tipo Superior, coordinado por la BUAP, en colaboración con los Comités Interinstitucionales de Evaluación de la Educación Superior (CIEES). En una ceremonia virtual refirió: “No hay mejor manera de mejorar la calidad que a través de una serie de acciones, como este diplomado que nos va a proporcionar las herramientas para llevar cabo estas mejoras y nos nutre de las experiencias de otras
instituciones de educación superior. Siempre hay algo nuevo que podemos implementar y que mejor que un par nos diga qué es lo que estamos haciendo bien y nos oriente para mejorar”. La doctora Lilia Cedillo aseveró que lo aprendido y compartido durante este diplomado se verá reflejado en el corto plazo en las respectivas instituciones de los 296 académicos y gestores, así como funcionarios del sector educativo, de ambas generaciones. Miguel Ángel Tamayo Taype, coordinador General de los CIEES, detalló que en cuatro generaciones, con cerca de mil egresados, se han impulsado las competencias necesarias para evaluar los programas de educación superior, tanto de manera interna como externa, siguiendo el mandato de la Ley General de Educación Superior. Igualmente, expresó que este diplomado dio
No hay mejor manera de mejorar la calidad que a través de una serie de acciones, como este diplomado que nos va a proporcionar las herramientas para llevar cabo estas mejoras y nos nutre de las experiencias de otras instituciones de educación superior.
visibilidad a un proyecto importante emprendido por la BUAP, en el cual participaron 14 universidades peruanas para mejorar su gestión académica y pedagógica. Alfonso Hernández Téllez, director de Planeación y Evaluación, de la Dirección General de Educación Superior Universitaria e Intercultural, celebró el compromiso y entrega de los ahora graduados para impulsar mejores prácticas en los programas educativos, así como contribuir a sus procesos de evaluación y acreditación. Asimismo, subrayó la importancia de la universidad, un lugar donde se aprende a vivir en comunidad y empatía con el otro. “La universidad transforma. En sus aulas aprendemos a pensar críticamente y a soñar colectivamente”. Por ello, insistió en la necesidad de trabajar colectivamente. “El trabajo en unidad siempre
dará excelentes resultados, sobre todo si se realiza en beneficio de la sociedad a la que nos debemos”. Por su parte, Ygnacio Martínez Laguna, vicerrector de Investigación y Estudios de Posgrado, dio a conocer que este diplomado impulsado por la BUAP, a través de la Vicerrectoría de Docencia y la dependencia a su cargo, tiene como fin desde hace dos años unir esfuerzos desde la academia para transformar los esquemas tradicionales de evaluación y acreditación, hacia una mejora continua de los programas educativos, con una estructura basada en el modelo de aseguramiento de la calidad creado por la BUAP y la metodología de CIEES. Además de la estructura teórica, se comparten experiencias exitosas de la gestión académica, investigación y responsabilidad social de la BUAP, con un enfoque intercultural y con perspectiva de género.
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El orgullo de ser Quique Galdeano Por Gilberto Brenis / @GilbertoBrenis Fotos: Cortesía Quique Galdeano
EN CORTO33
La Marcha del Orgullo Gay 2022 en la Ciudad de México fue un evento sin precedentes. Según cifras oficiales se reunieron más de 250 000 personas; sin embargo, quienes ahí estuvieron aseguran que eran muchos miles más. A lo largo de los años, formar parte de la comunidad LGBT+ se ha visto con mayor frecuencia y, aunque aún falta mucho por hacer, se puede decir que hay mayor apertura y entendimiento. Platicar con Quique Galdeano sobre este tema desata una de sus más grandes pasiones. Él también ha aprendido de lo mucho que nos hace falta por hacer, aún dentro de la misma comunidad. No obstante, desde su trinchera lucha día tras día para poder visibilizar a todas y cada una de las letras que forman parte de ese cada vez más largo acrónimo, pero que representa batallas, luchas, desprecios, aceptaciones y orgullo… principalmente, orgullo. Tenemos nuestra conversación vía Zoom, él desde la Ciudad de México y yo desde la ciudad de Puebla.
34EN CORTO
Me parece ilógico que haya una extrema derecha que está muy bien organizada y que va avanzando a pasos agigantados, lo que no entendemos es que hay derechos que sí se podrían perder… eso no lo vemos.
Gilberto Brenis: Yo sé que naciste en la Ciudad de México, pero que muy chico te fuiste a Monterrey, ¿es correcto?
Quique Galdeano: Así es. Viví casi 22 años en Monterrey, llegué ahí a los cuatro. Regresé a Ciudad de México a los 26 y ya tengo 11 años aquí.
¿Cuándo eras niño a qué jugabas?
Jugaba mucho con mis “monitos” de Batman, también había un escenario de los Looney Tunes y ponía canciones y producía espectáculos. También dirigía a mis amigos, a veces jugábamos a ser los Power Rangers, o Nintendo.
¿Qué pensabas estudiar?
Me gustaba mucho mezclar, así que quería ser ingeniero de sonido. Después salió Jurassic Park y quise ser paleontólogo.
¿Qué te lleva de Monterrey a Ciudad de México?
Fue una oportunidad de integrarme a un equipo de comunicación digital política para Eruviel Ávila. Me empezó a apasionar la política y poco después estuve en Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto, ahí duré dos años y medio. La verdad debo decir que no fue mucho lo mío, fue una gran experiencia y aprendí muchísimo.
¿Qué estudiaste? Comunicación.
De alguna manera todo se fue dando para lo que actualmente haces…
Sí, porque probé comunicación organizacional, medios, comunicación digital política y después a través de redes sociales… probé un poco de todo y hago todo.
¿Cómo llega Escándala?
Escándala ya existía y yo empecé a hacer videos y entrevistas con Chavorruqueando. Así empecé a conocer mucha gente y a crecer en números, realmente fue como un salto, porque originalmente no estaba planeado que yo saliera a cuadro, pero un día tuve que hacer una entrevista, gustó y me quedé.
Escándala ha atravesado por muchos cambios a lo largo de los años. Ha subido, ha bajado, se ha mantenido, lo han aplaudido, lo han criticado y te ha tocado estar presente en todos los cambios. ¿Cómo lo ves en este 2022?
Yo lo visualizo como una plataforma verdaderamente diversa. Curiosamente antes solamente lo hacían hombres, había una cabeza que era mujer y heterosexual, así que se han hecho muchos cambios. Toda la historia que hemos tenido ha sido perfecta, porque todos los aciertos y errores nos han hecho aprender para evolucionar la plataforma a lo que actualmente es. Hoy en día realmente tenemos una perspectiva de género… hay una directora editorial que es lesbiana, todo el equipo de Pink Box, que es la empresa donde está alojada la plataforma, digamos que es heterofriendly porque solamente hay dos personas heterosexuales; 95% de las personas somos LGBT y hay de todo: personas que viven abiertamente con VIH, activistas, comunicadores, personas trans, no binaries, gays, de todo un poco, y eso hoy en día nos identifica y me da mucho gusto decirlo que después de siete años podamos decir esto. Empezamos con cinco personas y ahora somos 32.
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Y dentro de los cambios está que tú sigues en la parte de atrás de la plataforma, pero ya no tanto al frente…
A mí me apasiona mucho más el lado creativo, también creo que en ese sentido ya di lo que tenía que dar. La gente se harta y mi idea es abarcar un poco más medios masivos como radio y televisión. También es como que dejarle a nuevas generaciones el que puedan probar lo mismo que yo; la verdad es que Escándala ha sido un gran semillero de la comunidad LGBT y yo ya no me veo haciendo eso.
Yo sé que también eres un poco ansioso y los medios son un negocio de apagar fuegos todos los días, ¿cómo manejas eso?
Es una constante, la verdad. Es que si la gente lo viera no lo creería. Mucha gente dice: ¿Escándala qué?, pues Escándala le llega a millones de personas, las notas, los plays, los podcasts, ya incluímos a La Bogue. Nosotros no somos youtubers, somos una plataforma con un tráfico muy intenso. Somos líder no solamente de la comunidad LGBT, sino de otras muchas que no son de nicho.
¿Eso te estresa?
Más bien me apasiona, me da mucho gusto que valga la pena. Ha habido muchas historias que la verdad me han llegado mucho, por ejemplo una noche fui a los 90s Pop Tour y se me acercó un chavo y me dijo que escuchaba el podcast de Ningún chile te embona, cuando yo estaba al aire y hablé de mi depresión, me dijo que se iba a suicidar y que por escucharme no lo hizo. No hay views o números que te paguen eso.
Justamente dentro del mes del orgullo, ¿cómo ves tu presencia dentro de la comunidad? ¿Es algo que te preocupe, algo que no tomas en cuenta?
Yo creo que cualquiera que tiene un micrófono tiene una gran responsabilidad. No puedes ser tan irresponsable como para que no seas congruente. Yo comparto muchas cosas de mi vida personal en mis redes y me he abierto a todos mis seguidores. Hay cosas que he ido aprendiendo y compartiendo, me gusta ser vocal sobre lo que hago porque lo que no se ve es como si no existiera.
¿Te arrepientes de lo que compartes de tu vida?
Creo que eso es a lo que me expongo, sí soy un poco más cuidadoso. He aprendido.
Me llama mucho la atención que dentro de lo importante que es la Marcha del Orgullo en la Ciudad de México exista tanta división entre los comités organizadores, cuando precisamente de lo que se trata es de levantar una sola voz…
La verdad es del asco y me da mucha vergüenza que no podamos ponernos de acuerdo entre nosotros. Me parece ilógico que haya una extrema derecha que está muy bien organizada y que va avanzando a pasos agigantados, lo que no entendemos es que hay derechos que sí se podrían perder… eso no lo vemos. Ante esta situación estamos como perros y gatos, eso nos muestra que somos un colectivo y no una comunidad. La verdad es que no nos ayudamos, y eso me resulta vergonzoso. Al final todo se trata de egos y son juegos que no deberían de existir. Todo esto lejos de ayudarnos nos lastima y nos exhibe. Y no te creas que solamente es en CDMX, en Guadalajara pasa lo mismo y en otras ciudades. Y ya no entremos a cosas políticas, porque estamos peor, vamos directito a un precipicio que si no hacemos algo nos vamos a ir todos.
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¿Cómo te imaginas cerrando este año?
Justamente por el tema de la ansiedad no me gusta mucho futurear. Honestamente te digo que no sé bien cómo lo voy a cerrar, voy día a día. Sí hay planes y proyectos, pero vamos al día. Honestamente pienso un día a la vez, disfruto lo que ahorita tengo, porque no sé si voy a estar vivo mañana. Tengo muchas de las cosas que siempre soñé y eso me entusiasma mucho, mi equipo tiene la playera muy bien puesta y eso me llena de orgullo. ¿Falta mucho por hacer? Sin duda. ¿A quién le corresponde? A todos y cada uno de los que integramos esta comunidad y a todos nuestros aliados. No podremos cantar victoria mientras se sigan presentando en el mundo golpizas y asesinatos a integrantes de la comunidad LGBT+ simple y sencillamente por ser eso, integrantes de esta familia. Quique tiene muchos planes para seguir cultivando y cosechando en esta materia. Estaremos al pendiente de ellos para apoyar y sumar en lo que sea necesario, porque una voz sola no causa el mismo efecto que cientos, que miles. No es nuestra obligación apoyar esta causa, pero si no lo hacemos es nuestra propia voz la que callamos y nada se ganaría. Nunca se ha logrado u obtenido nada con las manos en los bolsillos o con la boca cerrada, el verdadero cambio se hace hablando y haciendo… y eso es parte de la labor diaria de Quique desde sus múltiples trincheras.
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PREGUNTAS TONTAS ¿Qué es lo que nunca falta en tu refrigerador? Claras de huevo. ¿Tienes alguna superstición? No. Si pudieras regresar el tiempo, ¿qué consejo le darías a tu yo de 15 años? Le diría que todo va a estar bien y que la cague. ¿Qué es lo que no te gusta de ir al súper? Ir al súper. ¿Con quién te gustaría tomarte un café? Con Michael Jackson. ¿De qué decisión profesional te arrepientes? De ninguna. ¿Cuáles son tus dos discos favoritos? Spice World de las Spice Girls y Dangerous de Michael Jackson. ¿Qué platillo no comerías? Vísceras de res. ¿Cuál es tu película favorita? Batman de Tim Burton, la primera. Vas piloteando un avión y solamente hay un paracaídas, ¿a quién se lo das: Adrián Andrés, La Bogue o Chapu Garza? Definitivamente a La Bogue.
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¡Amiga, date cuenta! Por Staff 360°
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sí como hay libros de autoayuda, también existe literatura que promueve el pensamiento crítico. Si has participado, te han invitado, te ha llamado la atención algún grupo de coaching empresarial, conoces al esposo de alguna presidenta municipal que se promueva como gurú o acomodador de chakras; el primo de un amigo te invitó a una lectura de Registros Akáshicos y unas sesiones de PNL, aquí te proponemos algunas lecturas para que analices bien qué quieres y qué quieren ellos,. Quizá la intención no sea maligna, pero con la felicidad y la promesa de ella no se juega y menos cuando se te separe de tu familia, amigos, grupos o clubes. Amiga, date cuenta. No se trata de imponer ni juzgar, solo se recomiendan algunos libros. Ya cada uno es libre de opinar, coincidir o refutar. Porque lo que se busca es respetar la libertad de pensamiento y elección.
El triunfo de la estupidez Recopilador: Jean-Francois Marmoin Planeta 2020
El mundo y sus demonios Carl Sagan Crítica 2018
Captados, todo lo que debes saber sobre las sectas Miguel Perlado Ariel 2020
Sonríe o muere, la trampa del pensamiento positivo Barbara Ehrenreich Turner Noema 2009
La dictadura del coaching, manifiesto por una educación del yo al nosotros Vanessa Pérez Gordillo Akal 2019
Happycracia, cómo la ciencia de la industria y la felicidad controlan nuestras vidas Egdar Cavanas y Eva Illouz Paidós 2019
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El psiquiatra de al lado y Herejes, el podcast Por Staff 360°
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quí solo te haremos dos recomendaciones para que las sigas, las analices, las disfrutes, te entretengas y sobre todo te informes.
El psiquiatra de al lado Nuestra primera recomendación se llama El psiquiatra de al lado, originalmente era un podcast producido por Wondering y se puede descargar de cualquier plataforma de streaming de audio, hay una versión en inglés y en español. Lo produjo Apple y está basado en una historia real. Posteriormente se desarrolló una serie de televisión que se puede ver en Apple TV. Si no cuentas con ese servicio, te recomendamos que lo des de alta, hagas el maratón del programa y canceles, porque verdaderamente es una obra de arte. La historia trata sobre Martin, un judío en Nueva York que sufre de ataques de ansiedad y que por recomendación va a ver a un psiquiatra, quien en vez de desarrollar una terapia normal, lo que provoca es que Martin se aleje de su familia, amigos, y que le sea imposible iniciar una relación amorosa. El psiquiatra se vuelve un abusador, porque además le quita dinero, casa y lo convierte en un sirviente, llevando la dignidad de Martín a un punto muy bajo. Lo hace perder su autoestima. Herejes, el podcast Se puede uno inscribir a Podimo o escucharlos en Spotify o ver el programa en YouTube. Son tres conductores que semana a semana cuentan historias de sectas, religiones, grupos de coaching coercitivo, ideologías. Nadie se salva, desde el cristianismo, la cienciología, el psicoanálisis, los testigos de Jehová, hasta las religiones u organizaciones más extrañas que han surgido en la historia. Lo interesante del programa es que los tres conductores para opinar consultan distintas fuentes de información y ponen el realce en el pensamiento crítico, el método científico y una buena dosis de humor. No es apto para menores por el lenguaje, pero más allá de ello, porque hay historias de abusos sexuales que cuentan que se han realizado en algunas sectas o grupos de terapia, que es mejor orientar a los niños. No es censura, solo advertencia, ya que algunos capítulos son muy fuertes por las historias que cuentan.
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El Palacio de Bellas Artes brilla por su ausencia
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Por Gilberto Brenis @GilbertoBrenis
a pregunta siempre ha estado en la mente de muchas personas: ¿a quién sí se le puede rendir un homenaje en Bellas Artes y a quién no? En el mes de agosto, finalmente, se le rendirá un merecidísimo homenaje a Silvia Pinal. Quizá un poco precipitado, pero se hará. A nadie le cabe duda que lo merece y que debe ser en vida y no con la urna de sus cenizas. Justo en la columna anterior hablaba sobre este punto y lo triste que es que el lugar dedicado a rendir homenaje a las bellas artes de México haga todo menos eso. Está perfecto que una compañía de danza de Moscú se presente ahí, o una orquesta sinfónica de París, pero no le resta dignidad al recinto el abrir sus puertas al arte popular. En la edición pasada enlistaba algunos nombres de personas que se merecen un homenaje, y la lista podría ser interminable, porque siempre será mejor darle este espacio a los artistas vivos que han forjado carreras a lo largo de décadas. Recientemente se celebró el cumpleaños número 90 de la escritora Elena Poniatowska, merecidísimo. Su nombre es conocido en el mundo entero. Habrá a quien le guste o no le guste, pero se merecía este reconocimiento. Ojalá quien se encuentra al frente de este recinto empiece a poner fechas a los homenajes
pendientes. Sigue siendo motivo de dolor para la cantante y actriz María Victoria que no le hayan permitido hacer un concierto ahí. Y es que al final esto haría que más gente volteara la cara y su atención a este lugar y se inquietara por visitar sus exposiciones o ir a otro tipo de conciertos. Seguramente si preguntamos a los capitalinos cuántos han ido a un evento a Bellas Artes nos sorprenderemos con saber que no son muchos. Los eventos pueden resultar elitistas y caros. Yo debo decir que solamente he ido a una exposición del escultor francés Auguste Rodin y el lugar me encantó, la disfruté enormemente… pero no pude entrar a la sala principal. Solamente la he visto en la televisión. Juan Gabriel tuvo la dicha de estar en ese lugar vivo y muerto, pocos pueden decir lo mismo. Al final, lo mejor que podemos hacer por este país tan convulso es enfocarlo en las artes, llevar cultura que haga que realmente el alma y el espíritu de los mexicanos se llene de cosas que hagan que lamente crezca, vuele y cree… nos hace tanta falta. No podemos seguir poniéndonos tantos moños y mucho menos después de haberle rentado el espacio a quien ocupa una celda en Estados Unidos por crímenes inmencionables.