La fe en Dios creador

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Acompañamiento Pastoral

II. Noviembre 2017

A. Introducción Estructuraremos este tema en el hecho de Dios que crea, cómo Él es creador y cuál es el fin que la creación tiene. Al final veremos también algunas cuestiones en las que la fe se encuentra con la cuestión científica. Experimentamos las cosas con un principio y un final. Y al preguntarnos por el origen de las cosas nos remontamos continuamente a otra cosa que también tuvo principio. La ciencia ha podido comprobar que la materia no es eterna, que hay un origen de todo (también del tiempo),… Pero las preguntas por el sentido de las cosas necesitan otra metodología, no vale la ciencia (que se mueve sólo con comprobación): ¿Por qué existen las cosas y no más bien no existe nada? ¿La materia se hace a sí misma por azar? ¿Existirá un diseñador inteligente? Estas respuestas no se pueden comprobar físicamente, son meta-físicas. Nosotros hemos recibido una revelación que tiene que dialogar con la pregunta metafísica (siendo lógica), con la prueba científica (siendo sabia) y puede llenar de esperanza tu propia existencia y la del resto de los hombres (siendo de fe).

B. ¿Qué es la creación? Cuando decimos que el mundo ha sido creado por Dios creemos que todo procede de él, y que es bueno (frente a explicaciones filosóficas que dicen que hay un principio bueno-espiritual y uno malo-material). Decimos también que Dios transciende el mundo, no es otra cosa más, algo previo (frente al panteísmo que identifica la naturaleza y a Dios).

Otras lecturas necesarias: • Gn 1,1-2,4a; Gn 2,4b-3 • Sal 8; 33(34); 104 (105); 136(137); 148 • Sab 13 • 1Co 8,5-68; Ef 1,3-14 • Jn 1-2,11

Decimos que el mundo es un valor, pero relativo de su creador. No hablamos tanto del origen del mundo sino de la interpretación religiosa de lo mundano: el mundo es criatura (por eso la ciencia nace en nuestra cultura desacralizada). Cuando profesamos que todo lo creó de la nada decimos que todo (y todo significa todo lo que no sea Dios) viene de él. Y no ponemos la atención sólo en el primer momento de todo lo creado. Creemos también que cuando surge algo inédito (mejor y mayor que lo anterior) procede de Dios. Ya dijimos en el anterior mes que creemos en la historia, no en un desarrollo automático de las


D. ¿Cómo se creó? No vamos a hacer reportaje de cómo se creó, sino explicar cómo es la acción creadora:

En último término la teoría descriptiva de la ciencia (cómo son las cosas, qué parecidos existen entre seres y sus pruebas) posibilitan (y hasta exigen) una reflexión explicativa del por qué aparecen las cosas y evolucionan. Y ahí se puede ser materialista (diciendo que todo procede de la materia y la razón es el azar) o creacionista. Es decir, no existe disyuntiva entre ciencia y metafísica porque responden a preguntas distintas. Sería como decir que es incompatible el análisis químico de un lienzo y el juicio estético de lo pintado en ese lienzo.

El creyente se encuentra con la fe en la creación (lo primero) porque conoce el cuidado que Dios tiene de ella (lo segundo). Es decir, la providencia de Dios en la historia lleva a creer que él es el creador de todo. El padre que cuida el mundo lo hace porque es suyo. No creemos sólo en un hecho creador primigenio… y un olvido de la criatura. Llamamos creación por la relación que tiene la criatura con las manos presentes de Dios en la historia. La creación no es una verdad a la que llegamos por nuestra razón, por la pregunta metafísica, sino una verdad desbordante: la criatura es lo que el creador ha querido llegar a ser, ´´Él es el primogénito de la creación”. El valor de lo creado es tan grande que el creador puede devenir criatura. Y eso supera cualquier miopía metafísica o reducción cientifista.

LIBRE: frente a la necesidad que promulgan panteístas y románticos. La criatura perdería su “profanidad”, no somos necesarios. El mundo existe porque Dios quiere. El amor es la textura de la realidad. Y se crea no con la ley y el orden, sino con la libertad y el amor. La necesidad de darse ocurre ya en las procesiones trinitarias (el Padre quiere y desea amar necesariamente al Hijo...). Que ame de manera libre a la criatura no le quita valor, como si diera igual crear que no (eso no es libertad sino arbitrariedad). Dios, al dar existencia a la criatura, le da valor. El mundo tiene un sentido, es profundamente amado por Dios. TEMPORAL: La astrofísica está muy interesada en el problema del comienzo y término del proceso cósmico. Nosotros, sin embargo, creemos que la creación se hace en orden a la historia de la salvación. No consideramos modelos cíclicos del tiempo, ni como una recta decreciente. Nuestra concepción histórica tiene que ver con un origen y un término de salvación. El mundo es temporal y mutable, no es infinito y eterno (incluso si se demostrara una existencia ilimitada en la existencia del mundo, no lo identificaríamos con la cualidad de la eternidad como la durabilidad de Dios). Sólo Dios tiene la eternidad como duración propia. El mundo seguiría siendo contingente y temporal (es decir abierto a la historia de la salvación). Por eso Cristo es la plenitud del tiempo. Como la semana de la creación apunta al sábado nuestra historia se dirige al fin y cualquier momento es oportunidad de gracia. El tiempo es irrepetible e irreversible. Nuestra vida no se dirige a la catástrofe sino al encuentro con Dios. Nuestro interés no está en remontar al principio sino en llegar al final.


D. Fin de la creación Nos referimos al fin que pretende el Dios creador, que no puede ser distinto del fin del mundo creado. Si no hay nada externo a Dios que le fuerce a crear, el fin de la creación ha de ser Dios mismo (sin que esto le haga crecer en nada). Dios crea para darse, para comunicarse. En el prefacio común IV rezamos diciendo “Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro. “ Cuando veamos la verdad de fe de la creación se nos iluminará aún más que la gloria de Dios es el hombre viviente, el hombre según Cristo. El fin de la creación es la cristificación, que todo huela, libremente a Cristo.

y la llena de sentido. El Big-Bang, por ejemplo no me explica por qué existe el mundo y no más bien la nada, ni da un horizonte de sentido a mi existencia. Es maravilloso seguir abiertos a los avances científicos porque así entenderemos mejor nuestro mundo y para no cosificar míticamente la grandeza de nuestra fe en el Dios siempre mayor.

Los textos de la creación. Muchas veces la Iglesia ha explicado la doctrina de la creación desde los textos del Génesis. Los relatos de la creación y del origen del mal son textos que narran los orígenes a la manera de otros textos mitológicos de otras tradiciones culturales y religiosas. Nunca han de ser interpretados como textos históricos pues nunca pretendieron ese fin. Son textos religiosos que tratan de enseñar que el mundo proviene de Dios, que hay una gradualidad entre los seres (encaminados al ser humano), que el hombre y la mujer tienen la misma dignidad, que el mundo tiene un carácter temporal para la salvación desde el principio, que la creación no es mala, que el origen del mal no es Dios…

El problema del mal. Cuando uno mi-

E. Otras cuestiones Diálogo FE-CIENCIA. Ya apuntábamos al principio los campos que tienen una y otra. La fe trata del sentido de la vida que Dios da a los hombres, mientras que la ciencia trata de explicar los fenómenos de la naturaleza desde un método comprobable. Las cuestiones del Big-bang o el hecho de la evolución de las especies (no así la explicación por azar o por selección natural), se basan en datos comprobados que iluminan la fe, pero no le quitan su carácter propio de encuentro con una la realidad de Dios que salva la existencia humana

ra el origen de las cosas y recibe la noticia de que Dios está en el origen del hombre, es fácil preguntarse cuál es el origen del mal. O preguntarse porqué un Dios que origina todo con su poder, se queda de brazos cruzados ante el mal. Son muchas las causas del mal en el mundo, físicas, morales,… pero el misterio de la creación que se encumbra en la encarnación, muerte y resurrección de Cristo, no deja de iluminar el acercamiento de Dios a la vida de los hombres, el signo del amor como única manifestación del amor todopoderoso de Dios, y la cruz como el misterio del amor de Dios que ama a los hombres dejándose afectar por el dolor de ellos. Dios no creó el mal ni se queda ajeno al sufrimiento humano.


Ahora por grupos — Formación específica 

Comenzamos santiguándonos y rezando un Padrenuestro

Traeremos escrita nuestra intervención según nos valgan las preguntas para un diálogo en común.

¿Qué cuestiones plantearán tus destinatarios habituales sobre este tema en los que aún necesitas más formación?

¿Qué importancia tiene este capítulo no para la inteligencia… sino para tener más fe, para acercarte más a Dios y para que otros se acerquen más a Dios?

¿Qué aspecto misionero podríamos hacer que tenga que ver con nuestra vocación o misión, pero más allá de los destinatarios, horario o rutina establecida?

Para un cuarto momento... Traeremos todo escrito. Por todos los medios procuraremos no alargarnos en nuestra exposición y siempre respetaremos lo que el otro dice, sin juzgar (a la persona nunca), ni cuestionar y, salvo que sea obligatoriamente necesario, sin responder ni entrar en un debate personal entre dos o tres. Se trata de compartir nuestra vivencia de la fe. Después de leer un texto bíblico de la primera página comenzamos la lectura de lo que nos ha sugerido la formación común, o la específica o la oración… o cualquiera de estas preguntas:  ¿Qué luz me ofrece este texto para aclararme el sentido de mi vida en el mundo? ¿Me resulta fácil saberme criatura de Dios? ¿Qué implicaciones tiene en mi vida?  ¿Cómo me deja saber que Dios sólo crea aquello que ama, que Dios te creó porque quería que pudieras reflejar el ser de su Hijo, que amó en ti lo que ya amaba eternamente en Jesús?  ¿Le da esta verdad esperanza a tu vida? ¿Qué otras esperanzas te despierta esta fe en el Dios que crea?


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