El mochuelo cósmico n10

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Sección de @KaladinBendito para “La Biblioteca Perdida” Nº10 27·04·18


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ASTRONOMÍA EN LA ANTIGUA ROMA

Las aportaciones romanas a la ciencia en general fueron escasas, y como consecuencia las necesarias para el desarrollo astronómico todavía menores. La República y el Imperio romanos, que extendieron su poder en el mundo durante diez siglos, no destacaron por sus avances científicos (excepto en medicina), y en líneas generales se dedicaron a mantener los conocimientos heredados del mundo heleno, que en

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astronomía incluía la visión geocentrista, la existencia de los planetas visibles a simple vista y de nuestro satélite natural, así como otros conocimientos de los pueblos a los que sometían, egipcios y mesopotámicos, principalmente. En realidad, los romanos buscaban ante todo la aplicación práctica de los conocimientos existentes. De ahí que en el campo astronómico la única utilidad que encontraron fue la de conseguir un buen calendario. Los primitivos calendarios romanos fijaban la duración del año que correspondía a diez meses (seis meses de treinta días y cuatro de treinta y uno) lo que daba al año una duración de 364 días, lo que periódicamente obligaba a hacer reajustes.

El primer día del año era el plenilunio tras el equinoccio de primavera, y el primer mes era Artius, dedicado a Marte, dios de la guerra. Los meses siguientes eran Aprilis, mes de las flores, y Maius, mes de la ninfa Maia; Junius dedicado a la diosa de las cosechas, Juno, al que seguían Quintilis, Sextilis, September, October, November y December. Estos últimos meses derivan, como es fácil deducir, de su posición respecto del primero de los meses.

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Los etruscos introdujeron dos meses más, Januarius, en honor al dios Jano, y Februarius, mes dedicado a la diosa Februa, la madre de Marte, y también a Februus, el antecesor etrusco de Plutón, dios de los infiernos, pero redujeron el número de días de cada mes. Así, el año tenía 355 días, con lo que se adaptaba al ciclo lunar. Posteriormente fueron introduciéndose muchas más variantes que transformaron el calendario en algo muy complicado. De hecho, los romanos no dividían el día en 24 partes iguales, sino que repartían el día en 12 horas, y la noche en cuatro partes, lo que provocaba horas más largas en verano que en invierno. Para medir las horas utilizaban los relojes de sol y también, aunque más raramente, los de agua (clepsidras). Se nombraban con números ordinales: hora prima (la primera al amanecer), hora secunda, etc. Las cuatro partes de la noche, que tenían, lógicamente, diferente duración según la época del año, se denominaban vigilia: prima vigilia, secunda vigilia, etc. Con el fin de conseguir un calendario uniforme, pues la diferencia entre el calendario civil y el astronómico ya era de casi 90 días, lo que conducía a que las fiestas florales primaverales se celebraban en pleno verano, Julio César, en el 45 a. C., ordenó al astrónomo alejandrino Sosígenes que lo elaborara. Este decidió desvincularse del calendario lunar y preparó otro basado en el ciclo solar propio del calendario egipcio. Consideró el año de 365 días y seis horas, por lo que en el calendario juliano (pues así pasó a llamarse) cada

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4 años se debía añadir un día, y el mes que lo adoptaba, febrero, se denominó bisiesto. Para corregir los desfases del calendario anterior, únicamente en el primer año se contaron 445 días, en vez de los 365 normales, de forma que al año 46 a. C. se le bautizó como el año de la confusión. Tras la muerte de Julio César, el senado romano decidió llamar Julius al mes Quintilis, en su honor. Más tarde, en el año 8 a. C., Octavio Augusto le puso de nombre, Augustus, al mes Sextilis. Este calendario se mantuvo vigente en Occidente hasta 1582, cuando fue reformado por el papa Gregorio XIII.

Orden romano de los días de la semana sobre una estrella de siete puntas (heptagrama) empezando por el Dies Solis (domingo), siguiendo por Lunae (Lunes), y continuando por las puntas de la estrella, Martis (martes), Mercurii (miércoles), Jovis (jueves), Veneris (viernes) y Saturni (sábado). Los cristianos, según lo indicado por San Pablo, pasaron a denominar Dominus (Día del Señor) al domingo, identificando a Jesús como el nuevo Sol.

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OBJETOS ARTIFICIALES QUE CAYERON MÁS GRANDES QUE LA TIANGONG 1

Hace unos días la estación espacial china Tiangong 1 hacia su reentrada a la atmósfera terrestre y se desató una histeria injustificada entre los medios de comunicación y las redes sociales sobre el peligro que suponía este pequeño laboratorio espacial chino. Con mucha frecuencia caen objetos de igual tamaño desde la órbita (principalmente etapas superiores de cohetes) sin que

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nadie le preste la menor atención. A ver, no es una situación idónea y por eso actualmente existen protocolos internacionales que recomiendan desorbitar las etapas superiores de los lanzamientos para evitar riesgos innecesarios, unos protocolos que no siempre se pueden o quieren respetar.

Bueno, el tema es que la Tiangong 1 es la estación espacial más pequeña jamás lanzada. Su masa actual apenas ronda las 7,5 toneladas. Hasta la fecha el objeto más grande y pesado que ha reentrado en la atmósfera terrestre ha sido la estación rusa Mir, de casi 130 toneladas. La Mir desapareció en 2001, pero, a diferencia de la Tiangong 1, efectuó una reentrada controlada (lo que no evitó que los medios también se volvieron histéricos en aquella ocasión). Recordemos que “controlada” significa en este contexto que los encargados del vehículo pueden elegir aproximadamente la zona de la caída (normalmente el Pacífico Sur) pero los efectos sobre la nave son exactamente los mismos que en el caso de una reentrada incontrolada. Las reentradas incontroladas es imposible predecir dónde va a caer la nave. ¿Qué objetos de gran tamaño han efectuado una reentrada incontrolada? El más famoso y grande es la estación espacial estadounidense Skylab, que el 11 de julio de 1979 efectuó una reentrada incontrolada. Sus casi 76 toneladas hacen que la Tiangong 1 sea casi un juguete a su lado y en su momento desató “la madre de las histerias por caída de satélites”. El siguiente es la estación espacial soviética Salyut 7 (película disponible en LBPTV), que reentró el 7 de febrero de 1991 acoplada al módulo TKS Kosmos 1686 con una masa conjunta de cerca de 40 toneladas.

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En el siguiente enlace se habla con más profundidad de la noticia e incluso enlaza con una lista muy detallada sobre objetos artificiales que han reentrado en la atmósfera de manera incontrolada.

Imágenes de la estación espacial china Tiangong 1 desintegrándose en su caída al Pacífico Estación Espacial Tiangong 1 ¿Dónde ha caído? 50 satélites que cayeron a la Tierra sin control y que eran más grandes que la Tiangong 1

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DEIMOS Y FOBOS

Hace unos 4500 millones de años, un objeto del tamaño de Marte bautizado como Theia chocó contra la Tierra y arrojó al espacio una gran masa de material que después se condensó formando nuestra Luna. No fue el único evento similar ocurrido en el Sistema Solar. Científicos de Southwest Research Institute (SwRI) creen que las diminutas lunas marcianas Fobos y Deimos también tuvieron un nacimiento violento, aunque a escala mucho menor que el impacto gigante que dio lugar a nuestro satélite. En este caso, un joven planeta Marte recibió probablemente el golpetazo de un cuerpo del tamaño de un mundo enano.

El origen de las lunas pequeñas del Planeta Rojo ha sido debatido durante décadas. Las formas irregulares de estos diminutos satélites parecían sugerir que fueron asteroides “capturados” intactos por la gravedad de Marte, pero las trayectorias de sus órbitas contradicen tal cosa. Otra propuesta, que los investigadores respaldan, es la formación tras un choque colosal, pero hasta ahora nadie había demostrarlo de forma consistente.

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El nuevo estudio identifica el tipo de impacto necesario para la formación de las dos pequeñas lunas marcianas. “Un resultado clave de nuestro trabajo es el tamaño del impactador: encontramos que no se necesita uno gigante (como se había considerado anteriormente), sino uno similar en tamaño a los asteroides más grandes como Vesta y Ceres”, señala Robin Canup, vicepresidenta asociada de la División de Ingeniería y Ciencia Espacial de SwRI y autor principal del estudio.

El trágico final de Fobos El brutal choque que formó las lunas de Marte

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Y el 11 de mayo… Hypatia de Alejandría entre otros temas. #MochueloCósmico (Por @KaladinBendito)

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