R e v i s t a d e l i t e r a t u r a i n f a n t i l y j u v e n i l S E P T I E M B R E 2 0 2 4 N o . 3
Revista Bicicletadepapel
BicicletadePapel
Revistadeliteraturainfantilyjuvenil
Direccióngeneral:EstefaníaCea
Editora:PatriciaGonzález
Contacto:labicicletadepapel@gmail.com
Redessociales
RevistaBicicletadePapel
Colaboradores:
IlustraciónPortada: MónicaOrtizGarcía
Septiembre2024.Todoslosderechosreservados©2024
Revistageneradaporhumanos. Zapopan,Jalisco.México.
MaríaPíaBalvín,JoséBaroja,CeciliaCastillo,DianaDíazVásquez,PatriciaEscobedoGuzmán, AdrianaIsabelFigueroa,PatriciaGallo,OscarGarciaGonzalez,EduardoHoney,TaniaHuerta González,JulioJimenezSanchez,AlbertoJirónFlamenco,LeydaMariscal,CeciliaNorely Miramontes,NoemíNaranjo,MónicaOrtizGarcía,EstefanyParra,EmanuelPérezWilches, YolandaFelicitaRodríguez,GabrielaRojasIbáñez,XochitlSosaRamírez,LorenaRueda,Mayte Vergara,MariaanaVicencio,JuliaYepjenRamos,ItsaniZacnité,
índice
02
Carta Editorial 03
Mi abuela y yo conociendo el mundo.
Tania Huerta González
Supehéroe gatuno.
Cecilia Norely Miramontes Ventura 05
El jardín de Floreshadas.
Yolanda Felicita Rodríguez Toledo 06
David T-Rex.
Leyda Mariscal Ilustraciones de José Baroja 08
Runrún.
Diana Díaz Vásquez 12
La libélula y el mar.
Mariaana Vicencio López 13
Mi mago.
Xochitl Sosa Ramírez 14
El gallo cantor.
Patricia Gallo 13
La Araña.
Julio Jimenez Sanchez 17
Lunata en primavera.
Julia Yepjen Ramos 18
Mamá.
Xochitl Sosa 18
Las aventuras de la mamá de Carmen, la mininiña.
Eduardo Honey 19
¿Hoy se enamorarán de mí?
Patricia Escobedo Guzmán 22
La luna.
Alberto Jirón Flamenco 23
El músico.
María Pía Balvín Garrido 24
¿Qué pasaría sí…?
Noemí Naranjo 26
Mehehe
Estefany Parra 27
Mi Sombra y Yo
Cecilia Castillo 29
Cato Catúla
Gabriela Rojas Ibáñez
Ilustración Cato Catúla por Rebeca Molina R 30
Danza
Lorena Rueda 34
Sección de Ilustración: Arte & Sueños
35
34
Adriana Isabel Figueroa Mañas
Oscar Garcia Gonzalez
Fernanda Jacinto
Itsani Zacnité
Mónica Ortiz García
Mayte Vergara
Emanuel Pérez Wilches
Los monstruos que vencen mis miedos
Resultado taller impartido para estudiantes de la Escuela Básica Prof. Ramona Liriano Hernández, San José de Ocoa, Rep. Dominicana.
Editorial
Ha llegado un nuevo número de la revista Bicicleta de Papel y con alegría te compartimos una edición que reúne una serie de textos e ilustraciones que tiene un toque muy especial gracias a todas las personas de todas las edades que sin saberlo tal vez, llegaron a un tema en común, la forma en cómo vemos y amamos a nuestras mamás y abuelas.
A través de las páginas de la revista podrás descubrir diferentes historias y figuras maternas. El viaje de la bici llega hoy para acompañarte al centro del hogar, al amor de las mamás y abuelas que son superheroínas capaces de lidiar con soles que no quieren trabajar, descubrir el mundo mientras nos enseñan todos los secretos que hay en el universo. Veremos mamás y abuelas que son capaces de lidiar con dinosaurios, hacer magia y mucho más.
Las mamás y las abuelas vienen en todas las formas y tamaños, a veces incluso las encontramos en personas poco convencionales, pero el amor de ellas es algo único que solo ellas pueden dar. Justo en este momento, mientras lees esto, posiblemente tengas a una mamá o una abuela que te está recordando que debes hacer tu tarea, limpiar tu habitación o darte baño antes de que bajes a comer, también puede que en este momento estés protestando porque hay muchas cosas más interesantes qué hacer, (por ejemplo, leer esta revista) pero sabemos, que al igual que el equipo editorial que trabaja haciendo esta revista, vas a terminar haciendo lo que te dicen porque las mamás y las abuelas casi siempre tienen la razón (queridas mamás y abuelas no se enojen porque dijimos casi).
Tal vez algún día la NASA o algún departamento de investigación y espionaje super importante descubran cómo es que las abuelas y las mamás tienen esa habilidad de saber cosas…
Sabemos que este número signifique tanto para ustedes como lo significa para todas trabajaron en las ilustraciones, los textos literarios y el proceso de edición; por lo tanto, dedicamos a todas las mamás y abuelas del mundo, las que están y las que estuvieron olvidamos.
Agradecemos a nuestros colaboradores que han decidido darnos un viaje a través de la magia de su hogar, nos permiten conocer ese mundo creativo que vive dentro de ellos.
Mi abuela y yo conociendo el mundo
Por Tania Huerta González
Mi abuelita María ya tiene muchos años y yo apenas tengo siete. Juntas estamos conociendo el mundo porque, aunque ella lleva bastante tiempo aquí, ya se le olvidan las cosas. Ante la pérdida de sus recuerdos, mi mamá dijo que es por culpa de un señor alemán que poco a poco se los ha estado llevando.
He estado intentando localizarlo para que deje en paz a mi abuelita, pues ¿él para qué quiere sus recuerdos? Me imagino que quiere sus recetas de comida, porque ella cocinaba delicioso ¡Qué envidioso señor! Me cae muy mal y, además, me molesta que nadie me de más detalles de lo que sucede.
A veces pienso que mi abuelita le apostó al señor alemán todos sus recuerdos en un juego de dominó, pues antes se la pasaba jugando todo el día en el mercado. La verdad era muy buena, pero a lo mejor en una de esas alguien por fin la venció.
Todos los días intento ayudarla para que su memoria conserve todo lo que ha vivido, pero cuando no puedo, entre las dos aprendemos algo nuevo. Ayer mientras escuchábamos la radio, le pregunté: ¿Cómo hacen los músicos para estar tocando todo el día? Sin tener una respuesta, supusimos que los artistas se forman afuera de la emisora a esperar su turno para pasar a cantar una y otra vez Pero mi abuelita me dijo: "Yo ya me hubiera cansado e ido a mi casa".
Otro día yo quería saber por qué la luna siempre nos anda siguiendo. Mi mamá nos dio una explicación
muy larga del espacio que no nos convenció, así que pensamos que la luna se aburré de estar sola y por eso nos acompaña a cualquier lugar. Realmente la comprendo, porque yo tampoco quiero estar sola y mucho menos separarme de mi abue.
Cuando vimos una película viejita, yo le pregunté: ¿Cómo le hacía cuando era niña si todo era blanco y negro? Me contó que era difícil comprar ropa porque toda era igual, pero que un día todos dejaron de ser grises, menos algunos de sus ídolos que se murieron antes.
Me gusta contemplar a mi abuelita en fotos antiguas, pues veo su piel gris y me parece bonito. Por eso, me hubiera encantado ser así como ella y parecer una estrella de cine.
Con ella me siento grande y fuerte, porque siempre la tengo que estar cuidando. Sobre todo, tengo la regla más importante de todas, que es nunca dejarla salir sola, porque ya no va a saber cómo regresar a la casa o peor aún se la va a llevar el señor alemán para que le haga de comer todos los días.
Hay algo que parece que nunca olvida, que es desayunar su café con pan.
Mientras lo hace, me siento a su lado y la veo disfrutarlo, tanto que por un rato vuelve a
ser la misma y aprovecho para platicarle lo que aprendo en la escuela. En esos ratos me dice que me quiere, que me porte bien y que aprenda Incluso, hay días donde me enseña a tejer y escribe sus recetas en un cuaderno que hizo para mi mamá. No le pregunto cómo se siente de olvidar las cosas, porque eso la pone triste, así que solo disfrutamos el día y nos divertimos. Me gusta mucho que me abrace y que me haga trencitas en el cabello
Otros días mi abuela no quiere hablar con nadie, porque no se acuerda de nosotros y yo paso todo el día viéndola desde lejos, esperando a que se le pase y quiera volver a estar conmigo. Mi mamá dice que llegará un día en que olvide todo, pero yo seguiré aquí para ayudarla, porque ella se podrá olvidar de mí, pero yo jamás de ella.
Supehéroe gatuno
Por Cecilia Norely Miramontes Ventura
Colima, México.
Mi gatito tenía un secreto: ¡era un superhéroe!
¡Un superhéroe gatuno!
No lo supe hasta hace poco, pero ya sabía que me escondía algo. Casi no estaba en casa y no volvía hasta anochecer. A veces, incluso regresaba muy sucio, o con rasguños o renqueando. Era muy raro. Quería descubrir qué me ocultaba, así que intenté seguirlo un par de veces, pero siempre lograba escaparse de mi vista. Ahora entiendo que todo era por su secreto. ¡Mi gatito era un superhéroe!
Pero yo no lo descubrí, ni mi gato me lo dijo, fue mi mamá quien lo reveló Ella lo había visto un día volando, con una capa atada al cuello. Le había prometido guardar el secreto, todo para protegerme. Y hubiera seguido así, pero mi gato tuvo una misión secreta urgente. Un nuevo supervillano había aparecido y era tan peligroso que mi gatito, el superhéroe gatuno más fuerte, era el único que podía enfrentarse a él.
Tendría que irse lejos, y no sabía hasta cuándo Puede que no volviera a verlo Estaba muy triste, pero entendía que mi gatito quería ayudar a la gente, así que los días antes de su misión me dediqué a abrazarlo muy fuerte, darle tanta comida como quisiera, acariciarlo cuando quisiera, y dormir siempre en su compañía.
Finalmente, un día al despertar mi gatito ya no estaba a mi lado. Se había ido a su misión ¡Vuela alto mi gatito! ¡Derrota a ese supervillano! ¡Y recuerda que siempre me tendrás de tu lado!
El jardín de Floreshadas
Por Yolanda Felicita Rodríguez Toledo
ROSALIA
Con los ojos aceituna y las pantuflas de felpa, Rosalía ya está despierta.
Va al espejo y se empolva los cachetes, y se peina: En el jardín es la Reina.
LILIA
Con un sombrero de estrellas puede calmar las tristezas. Tienen sus ojos el tibio resplandor de las estrellas.
Cuando Lilia te sonríe, es Invierno y Primavera: Corren los ríos y todos, los aguaceros despiertan.
VIOLETA
El perfume de Violeta es como almendra y cerezas, con una pizca de estrellas los cabellos siempre trenza.
Quiere ser Lucero, dice; sólo Lucero, no Reina.
MARPACÍFICA
Siempre que salta, da un giro, abre las alas y vuela: Alto-Alto, lejos-lejos, donde el mar sobre las piedras; y desde acá nadie puede saber lo que tanto espera.
DORMIDERA
Mimosa, es presumida, y si te acercas, risueña, cierra las alas y esconde algo que solo es de ella.
No se muestra, nada dice, solo sonríe, y te observa.
David T-Rex
Por Leyda Mariscal Ilustraciones de José Baroja
Para Alexander
Esta es la historia de David, un niño de ocho años que se convirtió en un tiranosaurio rex. Sí, así como lo leen, en un enorme y temible dinosaurio de manos cortas. De pronto, había cambiado sus dos brazos con los que jugaba, se bañaba, comía y, que además, lograban detener victoriosamente sus caídas, por dos inútiles bracitos.
Todo empezó una noche que se fue a la cama. Antes de quedar profundamente dormido, cerró sus ojos, los apretó muy fuerte y pidió que por favor, por favor, por favor, al día siguiente, pudiera despertar como un dinosaurio enorme; sí, un animal gigante que no tuviera que hacer tarea, y, por supuesto, que no tuviera qué ir a la escuela.
Sí, a David no le gustaba eso de levantarse temprano, tener qué hacer tarea, escuchar a su mamá gritando para que se sentara a trabajar en la mesa en cuánto llegaba de la escuela: “¡David, ya, vente a hacer la tarea rápido!”, o “¡David, deja de ver televisión y ponte a hacer la tarea!”, o “¡David, ¿qué pues? ¿Qué no estás escuchando que te estoy hablando?!”, porque... su mamá siempre se enojaba cuando David no le atinaba a la respuesta de los problemas matemáticos y cuando eso pasaba, David imaginaba a su mamá como una enorme gorila; esa era la razón por la que siempre intentaba hacerle caso, ya que había visto muchos documentales donde los changos lanzaban a las personas por los cielos cuando estos se enojaban.
Lo que a David le gustaba, era dibujar, recortar, trabajar con plastilina, crear cosas innovadoras, cosas hermosas que nadie, nunca había hecho jamás. David, era un inventor.
Mamá, ¿por qué no puedo quedarme en casa y hacer esto que tanto me gusta?
Le preguntó David a su mamá, pero su mamá no supo qué contestarle, así que le dijo. ―Porque sí, porque lo digo yo.
David era un niño muy inteligente, por lo que esa respuesta, no lo convencía. Así que buscó, en uno de esos libros que había en la biblioteca, el porqué demonios tenía que ir a la escuela si lo único que le gustaba de ese lugar, era el recreo. Buscó, buscó, buscó y encontró muchas cosas interesantes, pero ninguna lo suficientemente potente para convencerlo de abandonar el pijama a las siete y media de la mañana.
Un día antes de convertirse en t-rex, David había tenido un día muy malo; uno de esos que no se deberían de repetir: se levantó tarde y su mamá lo metió a bañar, pero se había acabado el gas y el agua estaba helada; después, cuando se estaba cambiando, se dio cuenta de que su pantalón, estaba roto; intentó peinarse, pero se había acabado el gel y su mamá le puso limón como suplemento; el jamón se había echado a perder y no hubo lonche para David; llegó tarde a la escuela y la maestra lo regañó; en clase de español, la maestra lo pasó al frente y no supo cómo resolver una oración; en el recreo, recibió un balonazo justo en la nariz y sangró por cinco minutos; antes de salir, le robaron su color favorito favorito y no pudo encontrarlo; llegó a casa y había habas para comer; su mamá le dio un coscorrón porque no supo hacer la tarea; la televisión no prendió porque la luz se había ido; no pudo encontrar la plastilina con la estaba trabajando; su perrita no regresó antes de que cerraran la puerta y por último, le dieron vitaminas antes de acostarse. Como dije, David había tenido un día muy malo y, después de echarse una lloradita, se dispuso a no ser más un niño.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Gritó la mamá con todo el aire que tenía en los pulmones al despertar.
¡UN DINOSAURIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
David se despertó de golpe, intentó mirarse las manos, pero no pudo. Bastó girar su cabezota para mirarse en el espejo y verse así mismo como un poderoso t-rex color verde. David, al ver a su mamá tan asustada y pequeña, sonrió, se paró sobre la cama (que por cierto se quebró en dos porque ahora David era muy pesado) y rugió muy fuerte.
David se sintió poderoso. Quiso poner sus manos en su cintura como superhéroe, pero no pudo, después, sintió comezón en la pompa derecha y no pudo rascarse, luego estornudó y los mocos se cayeron hasta el piso y, por si fuera poco, tampoco pudo sonarse. Todo esto pasó en menos de un minuto.
La mamá de David se rio, después se asustó nuevamente y luego, volvió a reírse. La mamá de David sabía que ese animalote, era su hijo pequeño. Cuando la mamá y David se cansaron de reírse y asustarse, ambos se sentaron al borde de la cama y se pusieron a pensar.
―¿Qué comen los t-rex?―Pregunta la mamá preocupada.
Raw, rawr, rawr.
―¿Cómo irás a la escuela?
¡Rawr, rawr, rawr!
―¿Cómo rayos te voy a bañar?
¡Rawr, rawr!
Todo el día, todo el larguísimo día, David intentó hacer las cosas que le gustaban, pero no pudo, además, con su enorme cola, rompió la mesa, la ventana de su cuarto, el mueble donde guardaba la ropa, la puerta y las sillas, además, no pudo tomar agua en todo el día, su mamá le tuvo que dar de comer en la boca y para hacer del baño, bueno, ni les cuento.
David, hoy fue un día de pensar. Mañana, no importa cómo, volverás a la escuela. Le dijo la mamá a David cuando cayó la noche y, mientras la mamá hablaba, David no podía dejar de imaginarla como una gorila parada en la puerta, incluso, cuando se dio la vuelta para ir a su cuarto, pudo ver en su espalda mucho pelo de chango.
Sabes hijo dijo la mamá , cuando era niña, quería trepar árboles día y noche, pero eso no siempre se puede, David.
Esa noche, David durmió en el piso, con algunas cobijas y un par de almohadas. Antes de dormir, resignado, porque su plan no había funcionado, volvió a pedir que por favor, volviera a ser un niño, aunque eso significara volver a la escuela y hacer tarea. Al día siguiente, lo primero que hizo al abrir los ojos, fue mirar sus manos y sí, ahí estaban, dos increíbles manos de humano con las que podía seguir creando cosas maravillosas. Se levantó y corrió con su madre.
¡Soy un niño! gritó al mismo tiempo que brincaba a la cama.
―Casi, hijo, casi. A ti tampoco se te revirtió el deseo por completo.
Dijo acariciando la enorme cola de lagartija que le había quedado. Ahora sí, David tenía una razón importante para ir a la escuela.
Runrún
Por Diana Díaz Vásquez
En verano nacen las torcazas y les cantan canciones de cuna para alegrar sus mañanas junto al rumor de las ramas ¡Qué bien las arrullan!
En otoño solfean en el cielo las torcazas que crecieron.
En el aire inventan melodías Mientras juegan y dibujan.
La libélula y el mar
Por Mariaana Vicencio López “La huastequita” 8 años
En las colinas de un bosque lleno de frutos y arbustos, existía una libélula llamada chispita. Ella solía volar todas mañanas por la pradera subía lo más alto que podía y ver desde la cima un color azul intenso le encantaba ese color y la paz que transmitía, pero no lograba ver que era, tampoco podía llegar a este lugar de calma puesto que sus alas eran muy pequeñas aun y sobre todo tenía mucho miedo de ese lugar hermoso pero desconocido
Al pasar el tiempo sus alas crecieron y se tornaron fuertes, esa mañana que subió nuevamente a la pradera decidió aventurarse y arrancar el vuelo hacia ese lugar, así cuanto más se acercaba al majestuoso azul veía movimiento, y colores en el cielo, nubes , aves y lo mejor una tranquilidad indescriptible. Voló por horas sobre el agua y estaba encantada pues veía su reflejo, el resplandor del sol y las olas la refrescaban al salpicarle la cara, chispita decidió quedarse a vivir cerca de ese hermoso y agitado mar para ver su amanecer y su color azul todos los días, ahora va de visita al bosque diciendo que su ella y el mar sin uno mismo.
Mi mago
Por Xochitl Sosa Ramírez
Hoy te cuento la mágica historia de mi abuelita.
Mi abuelita es un mago, con sus manos prepara platillos deliciosos que me encantan, sabe convertir un banano en un gran pastel de cumpleaños.
Es un gran mago porque de sus manos siempre saca dos brillantes monedas como de oro para comprar chocolates.
Es un gran mago porque siempre saca juguetes de una caja que me divierten.
Es un gran mago porque siempre tiene una historia nueva e interesante que contarme.
Es un gran mago porque siempre que me arrulla me duermo en su regazo en un segundo.
Es un mago porque con un trozo de tela y un poco de hilo me crea un hermoso vestido.
Es un mago porque se sabe de memoria todos los cuentos que yo le pido.
Es un mago, porque aunque no fue a la escuela aprendió a sumar y restar para ayudarme con mi tarea.
Es un mago porque con su bastón alcanza hasta el más alto rincón.
Mi abuelita es un mago porque siempre sabe lo que necesito, un besito, un abrazo y un pancito para seguir feliz como cualquier niño.
El gallo cantor
Por Patricia Gallo
Kikirigai era de la gran familia de los Kikiriki, gallos grandes, fuertes y cantores, que desde hace muchos, muchísimos años viven en estos campos.
Kikirigai todavía era pollo y estaba muy ansioso por convertirse en gallo, porque como todos saben en el campo, un pollo se recibe de gallo cuando canta por primera vez.
El gran día estaba por llegar, kikirigai ya tenía patas de gallo, cresta de gallo, unas lustrosas plumas de varios colores y toda la pinta de sus antepasados Kikirikí.
Esa tarde, todo el gallinero se fue a dormir temprano, ansiosos por el gran debut. El alba llegó y pasó El sol estaba alto cuando una gallina despertó
― ¡Cocorocó! Qué barbaridad, la hora que es y no puse ni un huevo
Los patitos van a llegar tarde a la escuela d
― Se hace tarde para la comida ― dijo un gran
Y todos miraban con gran enojo a Kikirigai que no entendía qué había pasado. Él estaba listo, pero el canto no salía.
Llegó otra mañana y otra y otra y Kikirigai no cantaba.
Todos empezaron a llamarlo el gallo dormilón. Pasaba el tiempo y estaba cada vez más desanimado y el gallinero cada vez más desordenado.
Una gran pava, la más vieja y sabia del gallinero, se acercó a Kikirigai y le dijo: Me parece que vas a tener que ir a la escuela de gallos, lo que no sale por naturaleza sale por entrenamiento.
Y Kikirigai no lo dudó ni un minuto, preparó el bolso y allá fue, a la escuela de gallos de un campo vecino, fundada por el primer Kikirikí que había llegado a la zona.
Allí aprendió sobre las estrellas, la luna, el amanecer, el atardecer. La mejor hora para cantar según la época del año. Geografía, para saber cantar correctamente en cualquier parte del mundo. Danza, para poder batir sus alas con elegancia, y por supuesto aprendió canto con los mejores profesores.
El gallinero lo esperaba ansioso. Llegó al atardecer. Ya todos estaban en sus lugares. Kikirigai se ubicó en su sitio y se durmió profundamente. El amanecer se acercaba. Kikirigai hacía rato que estaba despierto, esperando la hora correcta de cantar.
El momento llegó, batió sus alas elegantemente y el kikirikí que emitió fue tan fuerte y claro que no sólo todo su gallinero se despertó alegremente sino que resonó en los gallineros de los campos vecinos.Kikirigai logró al fin lo que había nacido para ser, un gran gallo cantor
La Araña
Por Julio Jimenez Sanchez
La diminuta araña labora… labora tejiendo su tela hora tras hora.
De su tela, liviano, cuelga un hilo en el que ella se columpia como trapecista de elegante estilo.
Cauta. atenta a su presa… pasa el tiempo la muy tuna a la luz de la luna.
Lunata en primavera
Por Julia Yepjen Ramos
Lunata es una gata que juega en el jardín con lanas de colores me hace muy feliz.
Sus grandes ojos verdes son gotitas de limón
Su nariz es un botón bañadito de rosado y su boca menudita huele siempre a pescado.
Una mariposa sobre su nariz pinta un arcoíris de flores una primavera anunciada un abanico de colores.
Mamá
Por Xochitl Sosa
Cada noche espero con ansias a que llegue mi mamita, yo aún soy pequeñita y no puedo hablar muy bien pero mi amor se lo demuestro con una gran sonrisa. Amo su aroma, huele a mamá; su piel es muy suave, como de mamá; efectivamente, ella es mi mamá.
Cuando regresa de trabajar muy noche, me toma delicadamente entre sus brazos y me llena de besos llenos de cariño. Aunque este muy cansada de jugar, me mantengo muy despierta, pues la quiero saludar; llenar de baba su cara y ropa es mi forma de decir te amo mamá. Entre sus brazos encuentro mi lugar especial. Hoy me porte muy bien, vamos a descansar, mamá. Y es por eso que no la quiero soltar, ojala seas eterna mi linda mamá.
Las aventuras de la mamá de Carmen, la mininiña
Por Eduardo Honey
Carmen, la mininiña, estaba sentada en una lata de atún. Su mamá preparaba la comida. Y le contaba sobre sus aventuras en un papalote cuando era un bebé. Sonó el teléfono y la mamá contestó.
—¿Sí? ¿Bueno?
—blaba blababla blablabla blabablablabá
—¿Cómo? ¿Que el Sol se quedó dormido?
—blá
—De inmediato voy para allá.
Colgó. Suspiró tan, tan profundo, que el cuarto se oscureció. Djio “lo siento, Carmencita. Tengo que salir. Al rato comemos”.
Carmen contestó que no tenía hambre: aún tenía los cincuenta hotcakes llenando su barriguita.La mamá de Carmen la sujetó con el índice y el pulgar. Siempre la tomaba con mucha, mucha suavidad. Salió de la cocina y entró en la recámara. Sobre la mesita de noche había una caja de zapatos. Allí dentro depositó a Carmen.La caja era el cuarto de estudio y recámara de Carmen. Tenía una cama, una mesita, una silla y un ropero. Todo era de cartón, cartulina y papel.
Carmen levantó la barbilla y se despidió de su mamá. “Que te vaya bien y que regreses pronto”, le dijo con su vocecita.Luego se sentó en la silla y tomó el minilibro que estaba sobre la mesa.
A Carmen le gustaba mucho ese libro. Contaba la historia de Vladivlad, un liliputiense que viajaba por el mundo. Como era tan pequeño como Carmen, se maravillaba de que todo fuera tan grande.
Sonaron pasos en la habitación. Su mamá se asomó encima de la caja
—Carmencita, no puedo llevarte al trabajo. Pero, ¿te gustaría verme trabajar?
La mininiña se alegró mucho. Puso el libro sobre la mesa y bajó de la silla. Luego brincó y brincó y brincó. Aplaudía y canturreaba “Claro que sí, mamá, claro que sí”.
La caja se movió un poco cuando la mamá la tomó. Se movió algo más mientras la mamá caminaba por el cuarto. Se movió muy fuerte cuando la puso junto a la ventana.
Carmen dejó de brincar y miró al techo. Más bien a la ventana donde luego veía pasar nubes. Afuera todo estaba tan oscuro que las estrellas estaban de fiesta. Miró el reloj de papel que estaba en la mesita junto a la cama. Las manecillas indicaban que era mediodía. “Vaya con el sol”, pensó, “como si pudiera tomar vacaciones”. Volvió a sentarse y se puso a leer su libro.
Luego de mil páginas, escuchó ruidos afuera. Curiosa dejó el libro a un lado y se subió a la mesa. Trepó el librero que estaba a un lado y se asomó por el borde de la caja.
La mininiña se alegró mucho. Puso el libro sobre la mesa y bajó de la silla. Luego brincó y brincó y brincó. Aplaudía y canturreaba “Claro que sí, mamá, claro que sí”.
La caja se movió un poco cuando la mamá la tomó. Se movió algo más mientras la mamá caminaba por el cuarto. Se movió muy fuerte cuando la puso junto a la ventana.
. Su mamá caminaba por el borde del horizonte. Cargaba una escalera tan pero tan larga que no se veía dónde empezana. Ni dónde terminaba. De repente se detuvo.
Antes de que Carmen se preguntara qué pasaba, su mamá alzó la escalera. La apoyó en la Luna. Esta dijo “ouch” pero no se movió. Con admiración, Carmen vio cómo su mamá trepaba la escalera. Eran millones los escalones pero no fueron obstáculo. Diez minutos estaba en la cima.
La Luna y la mamá se saludaron. La mamá sacó de su bolso, que siempre llevaba consigo, una larga caña de pescar. Al final extrajo un anzuelo enorme. La mamá lo hizo girar el anzuelo una vez. ¡Zum! Dos veces. ¡Zum! ¡Zum! Cinco veces ¡Zum! ¡Zum! ¡Zum! ¡Zum! ¡Zum! Y lo lanzó para abajo.
El anzuelo cayó, cayó y cayó. Cruzó el horizonte. Atrás tenía un hilo más blanco que la nieve. Y arriba, la mamá de Carmen sostenía la caña.
Pasó un minuto. Pasaron dos minutos marchando. Cuando iba a llegar el minuto tres, el hilo vibró.Rápido, la mamá hizo girar la manivela en la caña. Dio vuelta tras vuelta. Minutos después, el Sol se asomó atrás de horizontes.
Estaba tan dormido que no se dio cuenta que lo subían. Y roncaba lanzando llamas.Carmen rio cuando el Sol chocó con la Luna. Entonces se despertó. La Luna dijo “Hola, dormilón” y el Sol se puso a trabajar.
La mamá guardó la caña. Se bajó de la escalera, la quitó del costado de la Luna y se la llevó.Carmen también bajó del librero, la mesa y se sentó. Se puso a dibujar lo que acababa de ver.
—Carmencita, ya regresé. ¿Vamos a comer?
La mininiña le dijo que sí. La mamá la tomó con delicadeza y fueron a la cocina.De nuevo Carmen se sentó en la lata de atún. Mientras su mamá preparaba la comida, le contaba la aventura de cuando fue a buscar a un astronauta perdido.
Sonó el teléfono y la mamá contestó.
—bla blablá blablablá blablablablabla bá
—De nada. Luego le ayudó a traer el invierno. Tengo cosas MUY importantes que hacer. Carmen y su mamá, alegres, se sentaron a comer. Y a platicar muchas muchas aventuras.
¿Hoy se enamorarán de mí?
Por Patricia Escobedo Guzmán
¡Hola! ¿Cómo estás?
¿Yo? Estoy bien, y como siempre, me encuentro en el anaquel 14 en la fila 4 esperando como todos los días a alguien que entre a la tienda y se enamore de mí. La verdad, siento que ya ha pasado mucho tiempo desde que la dueña de la tienda, me acomodo en este lugar; todos los sábados me toca que me den una limpiadita para que siempre esté presentable, para que así, cuando alguien me vea, le guste, se enamore de mí y me lleve a casa.
Soy el típico osito de peluche con moñito rojo y carita amable; pero nadie me quiere, a todos les gustan los dinosaurios o los astronautas y por supuesto todos los nuevos superhéroes que acaban de llegar ayer. Yo estoy aquí desde hace más de dos años y nada, y siempre me pregunto: ¿Hoy se enamorarán de mí?
Este lugar me gusta mucho, siempre hay movimiento, siempre hay personas entrando y saliendo, mucha alegría y sonrisas; papás, mamás, niños, abuelitos, enamorados, personas felices y canciones infantiles de fondo musical; de eso, no tengo queja, me encanta estar aquí, pero también me gustaría muchísimo que alguien me viera y dijera:
¡Mira ese osito! ¡Es justo lo que quiero!
¡Es muy bonito! Y, nadie, hasta hoy, lo ha pensado así.
A veces me pongo triste, aunque sé que debo ser paciente pues los dueños de mis sueños pronto llegarán.
¡Ya te contaré si hoy alguien se enamora de mí y me lleva a casa!
La luna
Por Alberto Jirón Flamenco
¿Quién nos regala fortuna? Laluna.
¿Y qué parece en la noche? Unbroche.
¿Es la luna de hojalata? De plata.
En nocturna caminata siempre guía mis caminos, y entre medio de los pinos: la luna es broche de plata.
El músico
Por María Pía Balvín Garrido (11 años)
Zacatlán, Puebla, México
En un pequeño pueblito nahua, vive un cerdito rosado, llamado Chanchony, él es muy alegre y optimista, le gusta usar un sombrero de palma para protegerse del sol y una bonita camisa crema con bordados de colores.
A nuestro amiguito le gusta cantar canciones en náhuatl, su idioma originario, por esta razón siempre se sienta a la orilla de un lago a escribir y pensar. A su familia le encanta la música, por ello en uno de sus cumpleaños le regalaron una guitarra acústica, la cual lleva a todos lados.
Un día, Chanchony salió a la calle con su instrumento en la mano, pensaba en tocarles su nueva canción a sus amigos. Mientras caminaba algo llamó su atención, había un cartel pegado en un árbol, que anunciaba un concurso de música en donde podía participar quien quisiera, esta actividad se llevaría a cabo en la Ciudad de Puebla.
El cerdito se emocionó mucho y sin dudarlo, se inscribió. Chanchony empezó a practicar más, todas las tardes se dedicaba a mejorar, ensayar y escribir nuevas canciones. Se acercaba el día del concurso, sus amigos y familiares lo alentaban a seguir practicando para ser el ganador.
El día del evento, viajó a la ciudad de Puebla, todas sus amistades lo acompañaron Conocieron a un sinnúmero de animalitos con mucho talento, los cuales hablaban diferentes idiomas. La mayoría de participantes eran extranjeros. Algunos cantaban en español; nuestro amiguito era el único que interpretaba sus composiciones en náhuatl.
El cerdito estaba muy nervioso; cuando llegó su turno entonó su canción favorita y más conocida, la cual hablaba de la naturaleza y lo bonito que es su pueblo. En el momento en que empezó a cantar muchas personas que no entendían su idioma, hacían gestos de desaprobación y dejaron de ponerle atención. Los jueces no valoraron su esfuerzo, no habían comprendido el tema de su canción y cuando dieron los resultados, el cerdito no quedó seleccionado.
Chanchony estaba muy triste y decepcionado, pero al salir del recinto en donde se llevó a cabo el concurso, muchos cerditos que hablaban su misma lengua lo felicitaron y le dijeron que se sentían muy contentos y orgullosos por saber que su idioma está presente en el arte.
Chanchony se llenó de alegría y a pesar de que no ganó el concurso, supo que había logrado hacer feliz a quienes se sentían identificados con él.
El puerquito no dejó de componer canciones en su lengua natal, por el contrario, se motivó a seguir transmitiendo sus sentimientos y la belleza de la naturaleza a través de sus melodías. Después de un tiempo lo invitaron a eventos culturales en donde pudo compartir todo su repertorio musical y se hizo muy famoso por ser el defensor y promotor del idioma náhuatl.
Desde entonces, Chanchony comprendió que su música es hermosa porque él compone sus temas con el corazón, el mundo es muy grande y siempre habrá personas a quienes les interese lo mismo que a él y aprecien su arte.
¿Qué pasaría sí…?
Por Noemí Naranjo
Si por un día fueras un gnomo, ¿esconderías las llaves del auto a tu papá? ¿serías un gnomo de jardín o de adorno dentro de la casa y puesto en una vieja repisa? Podrías usar un gorro color rojo y no tendría que combinar con el resto de tu ropa. Incluso podrías pedirle ayuda a un duende para saber dónde queda el final del arcoíris o muy posiblemente ya sabrías dónde termina. ¿Molestarías a tus vecinos con bromas? ¿concederías deseos a tus amigos? O quizás serías de esos gnomos que juegan con los bebés y que por las madrugadas despiertan a sus padres cuando al despedirte de ellos lloran. Al ser un gnomo ya no habría necesidad de ir a la escuela o tal vez tengan una escuela para seres mágicos. ¡Descubrirías el secreto de las ollas de oro!
Inventarías un juego nuevo donde los demás gnomos defiendan su territorio; aunque pensándolo bien no suena tan buena idea no se ve que sean muy amistosos.
¿Tendrías que ir a dormir antes de jugarle bromas a tus amigos? Ya que no sabes si podrías cansarte de tanto jugar.
¿Asustarías a tu mamá mientras descansa? ¿te dejaría dulces para que dejes de bromear y de jugar?
Tantas cosas por hacer si pudieras ser un gnomo y un solo día no basta. Si pudiera ser por una semana, un mes…
¿Qué harías si pudieras ser un gnomo?
Mehehe
Por Estefany Parra
Todas las cabras sufren de dolores de cabeza la mayoría del tiempo. Se puede notar en sus pezuñas enterregadas y en su boca caída. Pobrecitos.
Todo esto lo noté una noche romántica de febrero Mis padres habían adoptado a una, no era tan juguetona como Such el puerco, pero igual me caía bien. Creo que antes de llegar aquí era una astronauta porque casi siempre está mirando el barril de paja o al Señor Manguezco; puede que sus ojos se hayan quedado allá arriba o quizá, extrañaba su vida de espía lunar.
Dudo que ella me cuente de su problema, es muy callada, solo habla cuando ya no aguanta el dolor.
Mamá Yiye cree que vive feliz con nosotros y que por eso tenemos que mantener su camita limpia, no le creo tanto sinceramente. Sé que le duele la cabeza y nadie le ayuda, ni siquiera ella que siempre me da medicina o sopa de pollo cuando me duelen las anginas.
Ayer por la tarde le vi dormir sobre un costal y después de un rato, al despertar, mascó las esquinas Siento que es parte de su desesperación
Lo mismo pasa cuando alguien pasa cerca de su casa, comienza gritar como loca y por más que le digo "cállate, cállate" no me hace caso. Probablemente, el dolor la está dejando sorda. Tendrá mucha oreja, pero lo atenta se le cayó.
Es bien brincona pero no pelea, odia a la mafia de gansos de hecho. Éstos siempre andan en conjunto, son los bravucones del patio se la pasan correteandose, invaden mientras otros compañeros duermen, y hasta los insultan. Les tengo miedo, y por esto mismo no los regaño, me miran bien feo. A ella no veo que la molesten tanto, pero cuando lo hacen ella se asusta un poco, luce tan tierna, pero, ¡Ahg, cómo me cae gorda!
Es bien brincona pero no pelea, odia a la mafia de gansos de hecho. Éstos siempre andan en conjunto, son los bravucones del patio se la pasan correteandose, invaden mientras otros compañeros duermen, y hasta los insultan. Les tengo miedo, y por esto mismo no los regaño, me miran bien feo. A ella no veo que la molesten tanto, pero cuando lo hacen ella se asusta un poco, luce tan tierna, pero, ¡Ahg, cómo me cae gorda!.
Mi tía me preguntó una vez, que cómo sabía que le dolía la cabeza. Es tan fácil saberlo, pero cuando alguien se convierte en adulto ya no saben cómo hablar con los animales ni con las personas. ¡No quiero ser adulto!.
Es sencillo saberlo porque desde el primer momento que la acaricie la cabeza, empezó a regañarme Casi me enojo, pero cuando sentí que estaba rasposa y seca, recordé la herida que me hice cuando me raspé la rodilla, se sentía exactamente igual como cuando se secó y me dolía bastante. Entonces, supe que sus cabezas son rasposas porque se golpearon y nunca se les quitó su raspón. Pobrecitas, siempre andan con dolor. Así que para curarla decidí ponerle crema, darle masaje, y un sombrero para que el sol no les queme porque deben de lucir muy guapas por si un día se encuentran con un cabrito, y cuando ella cure a su novio, él les dirá a otros y estos a más Entonces, por fin tendré mi Centro de Cuidado de Cabras con Dolores de Cabeza (CCCDC).
Mi Sombra y Yo
Por Cecilia Castillo
Mi sombra y yo cantamos en la lluvia dibujamos estrellas y colores cuando cae feliz entre mis dedos.
Cada vez que ella viene nos quedamos observando gotitas con sombrero, si ella salta se queda en lo caminos, traviesa se desordena bailando bajo la sombrilla del nuevo día.
Mi sombra y yo somos aves y flores en los jardines y los ventanales de los lugares que juntos creamos,
¡Somos la inmensidad al abrazarnos al saludar al sol y su alegría!
Mi sombra y yo somos las compañía de un planeta que gira y se ilumina cuando descubro: ¡cuanto voy creciendo!
Cato Catúla
Por Gabriela Rojas Ibáñez
Ilustración Cato Catúla por Rebeca Molina
R.
Cato es un gatito gordo que quiere ser vampiro.
¡Santos felinos protectores! ¿Cómo qué quieres ser vampiro? le maúlla su madre en voz alta y enojada.
—Pues así, yo quiero ser vampiro ¿Qué, no puedo? Responde ronroneando Cato.
—¿Vampiro? Miaumirrimiau! ¡Eres un gato! Exclama su padre asombrado.
Pero yo quiero ser vampiro ¿Qué, no puedo?
¡Qué tontería! ¿A quién se le ocurre querer ser vampiro cuando se es gato? ¡Ay, estas generaciones modernas! mía la abuela decepcionada.
¿Cómo vas a ser un vampiro si eres un gato? ¡Y además eres gordo! los gatos gordos ni siquiera pueden correr, mucho menos vas a volar —se burlan sus amigos.
A Cato no le importa lo que diga su familia o sus amigos, él ha estado practicando mucho últimamente para ser un buen vampiro. Por ahora solo le falta saber cómo convertirse de gato a murciélago, volar por las noches y que le crezcan los colmillos cuando necesite chupar la sangre de sus víctimas ¡Ah! y una capa negra que le dé más personalidad.
En lo que va muy bien, es con eso de dormir durante el día y esconderse del sol. Aunque le traiga problemas con su dueño, el vigilante de la bodega de granos y harinas donde vive con su familia.
Cato, eres el más flojo que conozco, durmiendo todo el día a la sombra, deberías aprender de tus hermanos y papás que siempre están listos para buscar ratones y evitar que se metan a la bodega. Lo bueno es que en las noches estás despierto y me acompañas. le dice el vigilante mientras le acaricia la cabeza.
Por las noches después del primer rondín de las diez, el vigilante toma uno de sus cómics y se pone a leer para pasar largos ratos despierto, así fue como Cato sentado junto a él, descubrió la historia de los vampiros. Vio en uno de los cómics del vigilante que Drácula usa un traje negro muy elegante con una capa negra de fondo
rojo, se peina engominado hacia atrás y atemoriza al pueblo con chuparles la sangre y convertirlos en vampiros.
Desde hace unas semanas, el vigilante está preocupado, pues un intruso ha estado entrando a la bodega, rompe los sellos de los botes de basura y hace un tiradero por el cual lo regañan todos los días al llegar la mañana. Para captar al intruso, el vigilante colocó una cámara enfrente de los botes de basura. Así logró descubrir al malvado en cuestión: un mapache.
—Esta noche lo atraparemos tú y yo Cato, lo esperaremos con paciencia a que llegue hasta los contenedores de basura, he puesto una nueva trampa en la tapa del bote azul, así que cuando quiera abrirlo, ésta se volteará y él caerá dentro del bote, luego la tapa se sellará de nuevo y no podrá salir. Después lo meteré una jaula y lo llevaremos al zoológico, ahí tendrá una buena vida y nos dejará en paz.
Cato miró al vigilante y maulló interesado, el enemigo le pareció bastante aceptable. Todo el mundo sabe que los hombres lobo son los enemigos naturales de los vampiros, pero como él es vampiro en formación o mejor dicho en transformación, por ahora un mapache es una buena opción de entrenamiento, mientras encuentra a un hombre lobo con el cual pelear.
Al llegar la noche, el vigilante y Cato, observan cómo el mapache sin el menor asomo de preocupación ni de vergüenza, pasa por debajo de la reja de la puerta principal, camina hasta los contenedores, los olfatea, se acerca al bote azul. Analiza el mecanismo de resortes que está sobre la tapa, da un salto sobre ella y en un acto de malabarismo digno del mejor circo de la ciudad, el mapache da una voltereta en el aire y cae del nuevo al suelo mientras la tapa del bote de basura gira dos veces y luego se cierra dejando nada en su interior. Con la velocidad del rayo, el mapache abre las tapas de otros botes, hurga en la basura, toma dos o tres pedazos de comida, deja los botes tirados y escapa corriendo de nuevo por debajo de la puerta.
El vigilante está furioso, Cato también ¡No lo pueden creer! Una vez más el mapache los ha engañado y ha burlado todos los mecanismos para atraparlo.
Durante varias noches se repite la historia, el mapache burla las trampas y los mecanismos que la pareja pone para atraparlo y como sabe que lo filman, voltea a la cámara, lanza una sonrisa burlona y después se va.
Cato está muy enojado, ¡Este mapache resultó peor que un hombre lobo! Tiene que encontrar la manera de atraparlo para seguir avanzando en su transformación de ser vampiro. Si tan solo tuviera una capa y pudiera volar, tal vez podría caer en picada sobre el mapache, atraparlo, meterlo a la jaula y entregárselo al vigilante.
Una noche el vigilante llega muy contento.
Mira Cato, estuve pensando en una buena forma de atrapar a ese malvado mapache, leí que letemen a halcones y búhos, entonces un amigo me prestó su dron. Cato maúlla sorprendido ¿Qué es eso?parece preguntar.
Un dron es este aparato que parece un pequeño helicóptero y que vuela a control remoto, lo que haré es que cuando el mapache esté intentando abrir el bote de basura, acercaré el dron y él seguramente pensará que es un halcón o un búho, entonces del susto caerá en la trampa y ¡Asunto resuelto! ¿No es genial mi plan, Cato?
Esa misma noche el vigilante acomodó las trampas de los botes de basura, se escondió detrás de un muro, listo para activar el dron en cuanto el mapache apareciera.
Cato no está muy convencido de que el dron sea lo que necesitan para atrapar al bandido, él se ha escondido detrás de uno de los botes de basura, cuando el mapache se trepe a las tapas, dará un brinco y entonces el mapache asustado caerá dentro del bote y ¡Asunto resuelto!
El silencio de la noche es interrumpido por el ruido de hojas secas que el vigilante colocó cerca de los botes, para que al sonar supieran que el intruso había llegado.
Cato y su amigo están listos. No escapará.
En cuanto el mapache se aproxima a los contenedores, el vigilante prende el dron y empieza a acercarlo silenciosamente para sorprenderlo, Cato está listo para brincar y atrapar al bribón
El mapache escucha un ruido arriba de él, voltea y al ver el dron se espanta, tambalea y tira el bote de basura, la tapa bota y la basura se sale. Cato brinca sobre el bote y choca con la cabeza del mapache, que sin entender nada sale corriendo en dirección a la bodega. Cato lo persigue corriendo, “tal vez si estoy un poco gordo” piensa, mientras se le dificulta alcanzar al intruso
Una bolsa de plástico de asas se atora en el cuello de Cato, como si trajera una capa, que flota con el viento mientras corre tratando de evitar que el mapache entre a la bodega. El dron los persigue a ambos, Cato se avienta y se desliza como un pequeño balón hasta la puerta de la bodega tapándola.
El mapache se frena al verlo, le enseña los dientes. Cato tiene un poco de miedo. El dron llega hasta la puerta, entonces Cato tiene una fabulosa idea: se sube al dron y este comienza a desplazarse de nuevo.
El mapache sorprendido ante lo que ve, da media vuelta y corre hacia la salida, sin saber que el vigilante había colocado detrás el bote trampa. Es atrapado. Mientras en el dron, con su capa de plástico, Cato vuela como todo un vampiro.
Unos días después de haber llevado al mapache al zoológico el vigilante le da un premio a Cato
—Mira, amigo te traje una capa hecha a tu medida, es como la de Drácula, pensé en eso el día que atrapamos al mapache. Te veías imponente sobre el dron. Mi amigo me lo vendió, así podremos hacer nuestras sesiones de vigilancia más eficaces. También te traje este nuevo collar que dice “Cátula”.
Todas las noches Cato vuela sobre el dron, con su capa negra atada con un listón de seda al cuello. Maúlla contento desde las alturas.
En el suelo la abuela gata comenta con sus otros nietos. —¡Miau, vaya, miau! Parece que después de todo si se puede ser lo que cada quien quiera....
Danza
Por Lorena Rueda
Capa deseda y enaguas de tul viste la cebolla cuando
lloras tú.
Arte SueñosY
¿Sabías que cualquier momento, lugar y edad es perfecto para crear arte?
Bienvenido a la nueva sección dónde podrás explorar, soñar y viajar a través de las pinceladas de los increíbles artistas que colaboraron en esta edición de la revista
Descubre las historias que nos cuentan a partir de su arte y déjate llevar a nuevos mundos.
Cuatro casas Por Adriana Isabel Figueroa Mañas
Los monstruos que vencen mis miedos
Taller Monstruillos de Papel
Escuela básica Porf Ramona Liriano H
República Dominicana
La Revista Bicicleta de Papel ha tenido una incursión fantástica donde diferentes latitudes han abrazado este proyecto ambicioso donde la voz de los pequeños resuene más fuerte de aquellos que se dedican a la escritura para ellos. Y dentro de esta búsqueda es agradable saber que hay muchos más que están interesados en que los más pequeños puedan tener espacios de libertad creativa que les permitan explorar sus inquietudes, ilusiones tanto como sus sueños. Así pues, llegamos a formar alianza con el proyecto El Bibliorefri, lectura fresca, que busca incansablemente llevar ejemplares físicos de libros mediante el reciclado de refrigeradores con la intervención artística para la difusión de las artes y la lectura dando como resultado la presencia de la revista en República Dominicana, más específicamente en San José de Ocoa, donde nos abrieron las puertas para la impartición del Taller Monstruillos de papel.
Esta experiencia nos lleva la reflexión sobre nuestros miedos, qué representan para nosotros y cómo podemos vencerlos También dentro de ella, encontramos un rico intercambio cultural de las representaciones del miedo y la muerte de ambos países que esperamos germine en estos 18 pequeños artistas como una nueva visión del mun que ellos pueden interpretarlos pues el miedo, puede enfrentarse si se conoce, si incluso se nombra. Este juego de personificar lo aterrador nos invita a vivir la libertad sin tiempo, sin reglas o formas, ayudándonos a crear un espacio de creatividad, intercambio cultural y amor a las letras.
Por esto y más agradecemos esta colaboración, que la escuela Prof. Ramona Liriano Hernández no abriera sus puertas de forma virtual para poder llevar a cabo esta actividad. Gracias a la fundación Hojas Vivas AC, a su enlace, la escritora Ana Gerónimo y al Director por crear el puente que nos permitió vivir esta aventura fantástica.
Por estudiantes de la Escuela Básica Prof. Ramona Liriano Hernández, San José de Ocoa, República Dominicana.
Docentes:
Yudely Chalas
Martha Arias
Coordinadora pedagógica:
Yensy Minyety
Te presentamos los monstruos que son nuestros amigos y se llevan lejos nuestros miedos, los vencen y nos ayudan a ser felices
saber las personas que me quieren porque lo ve todo (Summer).
oscuridad y lo que hay debajo de mi cama (Sarah) miedo a la oscuridad (Dalvin).