Bialet - Fernández - Kaufman - Medina - Sibilia - Vottero
cultura lij
Reflexiones sobre la literatura infantil y su cultura
Año 4 – Número 20 – Marzo / Abril 2013 – Argentina: $20
#20
Novedades Entretenimiento
11382/2 ISBN 978-950-24-1382-2 El gran libro de los juegos 19 x 26 - 96 páginas
11332/7 ISBN 978-950-24-1332-7 Dibujo Manga Leonardo Batic 21 x 26 - 64 páginas
Ecología
11380/8 978-950-24-1380-8 El agua y yo Cecilia Blanco -Milton 21 x 21 - 32 páginas
11381/5 978-950-24-1381-5 La basura y yo Cecilia Blanco -Milton 21 x 21 - 32 páginas
Colección Palabras palabreras Una puerta de entrada a adivinanzas, limericks, rimas para la suerte y otros poemas que invitan a jugar.
11351/8 ISBN 978-950-24-1351-8 Adivinanzas que danzan Florencia Esses - Carolina Farias 21 x 21 cm - 32 páginas
11363/1 ISBN 978-950-24-1363-1 Poesías para reír y otros limericks Florencia Esses - Anita Morra 21 x 21 cm - 32 páginas
11352/5 ISBN 978-950-24-1352-5 Adivinanzas que avanzan Florencia Esses - Carolina Farias 21 x 21 cm - 32 páginas
11384/6 ISBN 978-950-24-1384-6 Trabalenguas con las letras Florencia Esses - Bela Oviedo 21 x 21 cm - 32 páginas
11364-8 ISBN 978-950-24-1364-8 Poesías para la suerte y otras rimas Florencia Esses - Anita Morra 21 x 21 cm - 32 páginas
11383/9 ISBN 978-950-24-1383-9 Poesías divertidas con los cuentos clásicos Florencia Esses - Bela Oviedo 21 x 21 cm - 32 páginas
Escritos por Florencia Esses y con magníficas ilustraciones
www.albatros.com.ar
sumario / 1
2
Editorial El mapa y el territorio
3
Desde el aula Inmigración en la LIJ y en las aulas
7
De fondo Aquelarre de libros
8
Biografia lectora Entramada en la telaraña de infinitas narraciones
12 16 18
Con lupa Por la identidad
Laura Demidovich y Valeria Sorín
Valeria Sorín
Agenda
29
Columna de Alija Libros a destacar Laura Giussiani
30
Academia Leer y escribir literatura en la escuela media
32
En escena Metegol
36
La voz del ilustrador Esto no es una maqueta
39
Promoción de la lectura en la escuela
1 a 1
40
Latinoamerica hoy Crónica de un género
43
Novedades
46
Espacio editorial Editorial Amanuta
48
Mauro Faduto
Diego Javier Rojas
Beatriz Vottero
Graciela Bialet
Reportaje Filosofía irreverente
Valeria Sorín
Luciana Fernández
Al rescate De nombres y nombrados Mónica Rodríguez
Contexto Eloísa Cartonera: literatura al alcance de todos Verónica Cantelmo
Daniela Azulay
María Beatriz Medina
22
Politicas La magdalena de Proust y la lectura
24
De fondo Rupturas y continuidades del Pequeño Editor
28
Daniela Allerbon
Laura Demidovich y Valeria Sorín
cultura lij Reflexiones sobre la literatura infantil y su cultura Año 4 – Número 20 – Marzo/Abril 2013 Cultura LIJ es una publicación de Editorial La Bohemia. Vuelta de Obligado 3567 PB "C" (1429) CABA. Tel: (011) 3534-1975 culturalij@editoriallabohemia.com www.culturalij.worpress.com www.editoriallabohemia.com Directoras responsables: Laura Demidovich y Valeria Sorín Edición: Valeria Sorín Arte: Laura Demidovich Diseño gráfico: Valeria Goldsztein
Ilustración de Tapa: Santiago Caruso Fotografía: Laura Demidovich Impresión: Brapack Sarasa 1374 (1424) CABA ISSN: 1852-298X Distribución a kioscos CABA: Sin Fin
La editorial no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores y/o entrevistados.
Rincón 1407 (CABA) 4308-1813
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación sin consentimiento previo de la editorial.
Agradecimientos: A Juan Agustín Grassi, Verónica Moujan, Gustavo Grosso, Martín Baldo, Matías Di Julio por sus aportes acerca del fútbol, y Javier Beltramino por la imagen de la película Metegol.
Proyecto ganador del Programa Buenos Aires Emprende 08 y distinguido con Premio Pregonero al Periodismo Gráfico y Hormiguita Viajera, ambos en 2010.
Editorial
El mapa y el territorio
La distancia entre el mapa y el territorio es la misma que entre el nombre y la cosa. Eso al menos parece querer decirnos Alfred Korzibski, quien es el autor de la frase “el mapa no es el territorio” e ideólogo de la teoría de la semántica general. Korzibski sostenía que lo que nos diferencia de los animales es que ellos no necesitan el aparato del lenguaje para acceder a la realidad. Siguiendo su línea de trabajo, vale la pena preguntarse si acaso hay forma de acceder realmente al territorio, si es posible acaso despojarnos del lenguaje y todos nuestros aparatos culturales de representación para acceder a la realidad desnuda. Neo tomó una pastilla roja para desconectar la matrix y poder acceder a la verdad. Alicia, bebió y comió para poder seguir a la liebre por la madriguera. Pueden parecer caminos opuestos, pero ambos se cruzan. Cuando existe una imposibilidad ontológica, lo lógico es creer que la distancia es insalvable. ¿Debemos entonces darnos por vencidos? ¿Vale quedarse en la retórica, habitando el metalenguaje, a salvo entre las estructuras imaginativas, alejados irremediablemente del terreno en el que ocurren las cosas?
abstracción, se registra en las caras de cada niño, de cada joven, de cada promotor. El compromiso es no dejar de preguntar por el territorio. ¿Cómo está esa tierra? ¿Qué ocurre en Latinoamérica? ¿Qué hay de nuevo al interior de nuestro país? ¿Qué se juega en el aula? ¿Cómo se compone y hasta dónde llega el territorio de nuestra literatura? Para eso estamos acá. Siguiendo a Paula Sibilia, hay que preguntarse muy seriamente qué mundo queremos. ¿Cómo nos gustaría que fuese ese territorio? ¿Qué querríamos que reflejaran las encuestas? ¿De qué forma asegurar que se escuchen las voces de todos? ¿Qué y por qué queremos promocionar la lectura? Ninguna pregunta está gastada si se siguen obteniendo nuevas respuestas, si nos animamos a pensar con audacia, sin prejuicios. Solo así podremos pensar con libertad. Justamente porque partimos de acuerdos, podemos preguntar acerca de los fundamentos de las bases comunes. Cuando hay conflicto, ir tan profundo es imposible. El peligro es romper la red de creencias. Pero el territorio de la LIJ ya no es frágil.
No. Quienes hacemos Cultura LIJ nos sentimos obligados a salir constantemente a verificar el territorio. La literatura no tiene nada de
Bienvenidas y bienvenidos a este nuevo ciclo de búsqueda. Laura Demidovich y Valeria Sorín
desde el aula / 3
Inmigración en la LIJ y en las aulas por Mauro Faduto
La LIJ en las ciencias sociales permite recrear momentos históricos y contrastar experiencias.
Hace un ano un miembro de mi familia pudo volver al lugar del que había venido mi abuela hace casi un siglo. En un pequeño pueblo a orillas del Tirreno conoció el pueblo en el que trascurrían muchas de las historias de infancia de mi abuela. Y también pudo comprender el desarraigo en el que se quedó. Todos conocíamos el caso de la nona, pero esto era nuevo. Era el sentimiento del que perdió a su familia, que se fue a otro lugar y nunca volvió a verlos. Este desarraigo es uno de los temas del programa que todos los años enseñamos los docentes de Ciencias Sociales de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la inmigración masiva de fines del siglo XIX no es el único proceso migratorio del que
se nutre el presente de muchos docentes y alumnos. Para esta nota agregaremos otro proceso, el de emigración de fines del siglo XX y comienzos del XXI, dado que por la crisis del país muchos argentinos se vieron obligados a probar suerte en Europa, invirtiendo el camino de sus ancestros.
En tus zapatos En el aula no alcanza con que el alumno sepa fechas, nombres, ideas. Es necesario que desarrolle una habilidad fundamental: la empatía histórica. Esta, definida Maestro de sexto y séptimo grado de la escuela Joaquín M. Cullen de la Ciudad de Buenos Aires.
4 / desde el aula
muy superficialmente, es la capacidad de ponerme en los zapatos de alguien que vivió en otro momento histórico y de ser capaz de entender su realidad como si fuera mía. A nuestro auxilio vienen los textos de la literatura infantil. El alumno fuerza al máximo su capacidad de abstracción para meterse dentro de las ciencias sociales, no solo debe entender un tiempo que no es el suyo si no que también debe comprender las motivaciones, deseos, ambiciones y fracasos de personalidades y pueblos que han dejado huellas pero que en la mayoría de los casos, nunca alcanzan para desentrañar todo el misterio de sus vidas y obras. En el aula, intento lograr que los chicos entiendan el pasado como un gran rompecabezas. Algo así como lo que ocurre con el historiador, que intenta reconstruirlo, pieza a pieza. Algunos de esos pedacitos ya han sido encontrados, rearmados utilizando la razón, pero siempre quedan espacios vacíos. Esto es parte de un trabajo que busca transmitir la Historia como un proceso en permanente construcción. Y no como un producto acabado y listo para ser aprehendido hoy y siempre. En el caso de la literatura, en ocasiones un autor realiza una reconstrucción del pasado, basado en fuentes históricas y le agrega su talento literario. De esta forma logran armar un rompecabezas propio. El escritor busca reconstruir un ambiente que ya no existe. El historiador aspira a argumentar un modelo explicativo que se pueda sostener. El escritor, dentro del ambiente literario, también debe realizar una armado, un escenario en el cual se moverán sus personajes para no perder verosimilitud. Esto permite que la literatura sea una grata puerta de entrada al mundo de las Ciencias Sociales.
El escenario áulico ¿Pero cómo trabajar estos textos literarios en el aula de sociales? Cada realidad áulica es diferente. Lo que para un grupo puede ser la solución, para otro solo será parte del problema. En este caso, se trabajó con alumnos del barrio de Núñez, de la escuela pública Joaquín M. Cullen del Distrito Escolar 10 de la ciudad de Buenos Aires. ¿Cómo motivar a los alumnos y permitirles tener una visión del pasado? Proyectar un film entero esperando que los chicos consigan una visión del pasado es válido. Pero no puede ser nunca la única forma. La literatura también debe aportar sus visiones. Primero porque leer es absolutamente necesario para la realización personal de todo ser humano y, segundo porque tenemos a nuestra disposición muchos títulos que aportan puntos de vista diferentes; aportan una construcción más rica, ya que a la visión del autor se suma la imaginación del lector. En la experiencia llevada a cabo con mis alumnos hemos utilizado los textos fragmentados debido a que la falta de tiempo y recursos económicos familiares para leer –y comprar– tres o cuatro libros por unidad. En la selección, cada docente buscará los momentos acordes a los conceptos que quiere trabajar. En mi caso he tomado las dificultades del viaje, la diferencia entre el país de origen y la Argentina, y la vida en el conventillo. Estas lecturas nos permiten llegar allí donde los documentos históricos, los gráficos y los mapas no nos dejan, porque transmiten las sensaciones, los sentimientos, las esperanzas y los sufrimientos de personas que atravesaron esos procesos históricos pero encarnados en personajes literarios entrañables.
desde el aula / 5
Colección HILO
INFINITO
Nuevos relatos, de Graciela Repún, se suman a esta colección de ingeniosos y desopilantes cuentos.
Colección CÓSMICOS
Seis fascinantes historias de Martín Blasco que invitan a los chicos a descubrir insólitas aventuras de otros cosmos, junto a desopilantes personajes. En letra de imprenta mayúscula, son ideales para los niños que comienzan a leer solos.
La pieza suelta ¿Cómo hacemos para que la Literatura no deje de ser Literatura y se convierta en una tarea rutinaria o en un símil del libro de Sociales? Trabajo con los textos en dos momentos, antes de dar el tema y después. Busco que los chicos lean por placer, recomiendo a quien quiera seguir leyendo que compre la obra o que la pida prestada en la biblioteca escolar. No acostumbro a mandar tareas en las que el alumno deba extraer información del texto literario, para eso están las fuentes históricas y los libros de la materia propiamente dichos. La idea es que a través de la imaginación, el debate oral en clase y la comparación con el presente, cada chico pueda ir haciéndose su propio mapa mental. Una vez leído el texto, debatimos acerca de aquellos elementos que les llaman la atención. A partir de esa charla, se buscan similitudes y diferencias con el presente, se relaciona con las historias familiares de los que estamos dentro del aula, se compara con las vivencias de los migrantes de países limítrofes, se hace hincapié en la no discriminación para promover la reflexión. En el rompecabezas siempre queda alguna pieza faltando. Ese es el espacio vacío que motiva al alumno a seguir su búsqueda más allá de las obligaciones escolares.
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Colección TELARAÑA Una colección de novelas y cuentos para jóvenes lectores de reconocidos autores y nuevos nombres que se suman al campo de la LIJ.
María Inés Garibaldi
Adriana Maggio
José Montero
Gabriela Mirza
www.sigmar.com.ar • editorial@sigmar.com.ar Av. Belgrano 1580 • (C1093AAQ) Bs. As. Tel: (54 11) 4381-2510
Laura Ormando
6 / DESDE EL AULA
Tres casos posibles Stefano La autora, para realizar “Stefano” se inspiró en el viaje de su propio padre. Una travesía desde el hogar que habitaba en Italia junto a una madre que lo acompañara toda su vida, a pesar de quedarse en el viejo continente. Todo el libro es un ida y vuelta. Entre el presente y el pasado de Stefano, entre el aquí y el allá. Hay momentos que parecen haber sido hechos para que los docentes expliquemos algunas de las causas del movimiento de población. “¿Qué quieres?, dijo, ¿lo blanco o lo amarillo? Yo dije: Lo amarillo. Y ella guardó la clara para otra comida” Diálogo del protagonista con su madre en Italia. “–¡Cuántos huevos! ¿Qué está haciendo? –Un flan. –¿Tantos? –Veinticuatro. Para que no extrañes la comida que te hacía tu madre.” Diálogo del protagonista con Doménica, en la Argentina.
De este título es posible trabajar la descripción del modo de vida antes del viaje. De las penurias de los españoles y su forma de entender la familia. Leyendo la obra y profundizando en algunos de sus aspectos (la casa de inquilinato con sus costumbres, el trabajo al que debe recurrir uno de los personajes femeninos para poder vivir, las diferencias entre la clase alta y la clase baja, el trato que le dispensaban las personas a la hermana menor de los protagonistas, sus diferencias y similitudes con el presente, la importancia de la palabra empeñada y de los juramentos, etc.) podremos trabajar contenidos históricos sin caer en la sucesión de hechos y conceptos no significativos. Acerca de Lydia Carreras de Sosa: nació en Rosario en 1949. Comenzó escribiendo cuentos para adultos antes de volcarse a los jóvenes. La novela que aquí tratamos recibió en el año 2007 el VII premio Alandar.
Como si no hubiera que cruzar el mar Otro de los momentos más sublimes de la obra es el viaje en barco. En donde, además de la descripción del lugar y las sensaciones, nos encontramos con el despertar sexual del protagonista. Acerca de María Teresa Andruetto: escritora cordobesa que recibió el premio Hans Christian Andersen en 2012. Hace treinta años que interviene en el campo de la literatura. Su obra es amplia y con una característica común: puede ser leída por distintas generaciones sin decepcionar a ninguna. Se recomienda leer “El país de Juan” para trabajar las migraciones internas y algunos cambios sociales y políticos en la Argentina a fines del siglo XX.
El juramento de los Centenera En ella se conjugan el policial (uno de los estilos literarios más buscados por los chicos, junto con el de terror) con la llegada de cuatro (¿o cinco?) hermanos españoles.
En el libro se conjugan el movimiento inmigratorio de fines del siglo XIX con el emigratorio de fines del XX. En Ciencias Sociales existe un principio explicativo que se denomina coloquialmente “cambio-permanencia”. Este libro es muy interesante para trabajarlo. Podemos ver dos viajes, el de una nieta desde Buenos Aires a Madrid y el de su bisabuela, en sentido inverso. En el medio, un siglo y muchísimos cambios (materiales, sociales, tecnológicos, etc.) y, lo que será mucho más sorprendente para nuestros alumnos, muchas situaciones que permanecen. Acerca de Cecilia Pisos: es Profesora y Licenciada en Letras en la UBA. Ha desempeñado una gran tarea docente en diferentes niveles y modalidades. Llevó adelante diferentes proyectos editoriales y culturales. La novela que mencionamos fue preseleccionada por el jurado del Certamen de Narrativa Infantil y Juvenil en los Premios Literarios Jaén España en el año 2003.
DE FONDO / 7
Diego Javier Rojas
Aquelarre de libros La idea la tuvo Gloria Rodrigué, con la nostalgia de los años recorridos en Editorial Sudamericana abriendo camino en los libros para chicos. Gloria convocó a sus hijas, Isabel, Teresa, Mercedes y Dolores, para que la acompañaran en este proyecto. Y así, charla va, propuesta viene, entre nietos, pañales y mamaderas, dieron a luz a La Brujita de Papel. Cada una de ellas montadas en sus escobas, cumplen una función en esta editorial que viene marcando espacios dentro de la LIJ. Con una primera colección como la de Guadalupe Sinverruga escritos por Cecilia Pisos a la actualidad han recorrido un camino de la mano de la calidad y el prestigio. La Brujita de papel, mantiene un ritmo de novedades, ajenos al mercado tradicional. Dolores Rodrigué, aclara “…Sacamos pocas novedades y la realidad es que trabajamos todo el año pero las damos a conocer, cuando las consideramos listas. No nos apuramos. Cuando están bien para todos (me refiero a calidad, nosotras estamos contentas y el autor e ilustrador también se sienten conformes con el producto) entonces ahí salen a las librerías. Repito, sin apuro. Creo que este es el beneficio de ser una editorial todavía chica”. Dentro del fondo bibliográfico encontramos libros de plástico y de cartoné para los pequeños lectores. Autores como María Inés Bogomolny, Mirta Goldbert recrean cuentos para esos lectores que se acercan con sus primeras historias a Cucú cucú la rana y Pepa y Bidú con las frescas ilustraciones de Nora Hilb. Otra colección para los pequeños de Nivel Inicial con títulos como Mateo conoce (Pez/Cubillas), El zoo de Joaquín (P. Bernasconi) y El abrazo de Otto (Canela/L. Fernández) donde los lectores se encuentran identificados con estos animales que viven historias divertidas. Dentro de esta colección se puede destacar Colash y Purapanza ambos de Liza Porcelli Piussi tratando ambos temáticas diferentes y por momentos difíciles de abordar en los libros para lec-
tores de esta edad: como la relación madre e hijo, el embarazo y la llegada de un hermanito. Entre las temáticas difíciles, la colección Piedra Libre, se anima a la muerte de la abuela en Cómplices; la repitencia de grado en El geño de la tinta negra; las malas palabras en Boca Sucia. Al respecto aporta Dolores “los libros de esta colección tratan de alguna manera conflictos mirados desde la óptica del niño y es una colección que nos encanta. Estos libros hablan de lo que no se habla, porque son temas difíciles, porque son políticamente incorrectos”. También dentro de estos temas difíciles podemos citar Nube de corazón con texto de Cecilia Pisos e ilustraciones de Pez. Si uno observa todo el fondo bibliográfico de La Brujita notará que hay autores e ilustradores que están presentes en cada una de las colecciones: Carrera, Pisos, Bernasconi, Canela, Pez, O’Kif, Nobati. Estos artistas tienen un plus como dice en la charla Dolores: “Nos parecen excelentes autores, dotados en su escritura… diferente a otros y creemos que al público les gustan mucho, los disfrutan, los piden. Creemos en ellos y creo que por eso nos siguen eligiendo para sus propuestas”. Entre las novedades de 2012 se pueden mencionar la colección Buenos cuentos con títulos como Salute y la gaviota de Lydia Carrera y Fuego de dragón de Canela. Dos títulos muy bien presentados, con tapas duras, amplias ilustraciones y textos que permiten varias lecturas. Para este 2013 la editorial apuesta a una nueva colección de novelas Los libros del ratón pensada para lectores de 8 años en adelante, con textos de dos autoras que se incorporan a la editorial como Márgara Averbach y la brasilera Andrea del Fuego, más otro de la ya conocida Cecilia Pisos. Como verán esta editorial tiene pensado continuar preparando lentamente nuevos conjuros, es decir buenos textos para seguir hechizando lectores.
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Escritor, maestro y bibliotecario
8 / biografía lectora
Entramada en la telaraña de infinitas narraciones por Graciela Bialet
En un recorrido significativo, Graciela Bialet repasa su biografía lectora y abre ejes para repensar la lectura como objeto de estudio.
A la lata,
al latero, a la hija del chocolatero. Estaba la paloma blanca, sentada en un verde limón. Con el pico tocaba la rama, con la rama tocaba la flor. Ay, ay, ay... cuándo veré a mi amor. Cuando pienso en escribir una autobiografia lectora, antes que algún título de los clásicos de la literatura, lo que viene a mi mente son las ocasiones y las circunstancias en que ambos: textos y la niña que fui, nos encontramos y nos fuimos enamorando. Sin dudas las canciones y retahillas de los juegos con amigos, aportaron a mi diccionario las primeras ficciones sonoras.
Primeros pasos Los libros siempre andaban por ahí, a mano, en mi casa paterna. Diarios y revistas periódicas llegaban como por arte de magia con su propio misterio madrugador. Recuerdo el olor a papel añejo de aquel libro de dragones y princesas que me daba a leer la señorita Mereshían, mi maestra particular, en vez de los aburridísimos “mi mamá me mima” y “Susi asa sesos en su mesa” de la escuela. Tengo presente aún unas ilustraciones en blanco y negro de John Tenniel, que me aterraban, en la versión de Alicia en el País de las Maravillas que yo leía… Me gustaba espiarlas de reojo y sentir el estómago apretado al leer que la pobre Alicia se quedaba a solas, como yo en mi cama, con el engendro Grifo. Aún escucho, en la retina del oído más memorioso, las risotadas de papá leyendo los chistes de las revistas Selecciones; sin embargo cuando yo las leía no encontraba los motivos de tales carcajadas… El curioso y emocionante encuentro frente a cada lectura parecía ser el común denominador.
Especialista en LIJ y promoción de la lectura.
biografía lectora / 9
Sin desmerecer a mis maestras y a mi propia madre que incansablemente me leían la Biblia –algunas historias eran más que mágicas–, creo que lo que más me sedujo de los libros, en realidad, no fue la variedad y ni siquiera ellos mismos, sino la trasgresión y las situaciones de complicidad y diversión que producían en la gente que yo más amaba. Intuí que eran los relatos literarios los más tentadores, cuando tendría 8 ó 9 años y no sé cómo llegó a mis manos el primer libro que leí de María Elena Walsh. Recuerdo que estaba en mi cama, y que casi me hago pis de la risa con La pla pla, pero cuando oí los pasos de mamá por el pasillo escondí el libro bajo las sábanas por miedo a que me lo quitara, porque supuse que si era divertido y me producía finalmente a mí también carcajadas, seguro que leer ese libro era un pecado. (¡Cómo se rió con esta anécdota Ma. Elena Walsh cuando tuve oportunidad de contársela en ocasión de presentarla en la Feria del Libro de Córdoba en 1999! Me dijo que de muchas cosas la habían culpado, pero de inducir al pecado a una niña... “Dios me libre”, bromeó).
El primer amor Creo que realmente me enamoré de la literatura porque mi abuelo Issa, sabia y regularmente cada sábado cuando lo visitábamos en Río Primero, luego de narrarme alguna maravillosa historia de Las mil y una noches, nos parábamos frente a su biblioteca y mientras me prestaba un libro como quien comparte lo más preciado, se ocupaba insidiosamente de mostrarme cuáles eran los libros que yo NO debía leer, bajo ningún pretexto, porque era pequeña, porque relataban escenas que no comprendería aún, porque eran para mayores… “Para mayores”, pensaba yo mordida por la serpiente. Me daba un tomo de la
enciclopedia Lo sé todo con versiones hiperdramatizadas de la truculenta evolución de una mariposa en su heroico tránsito de capullo a gusano hasta desplegar multicolores alas; o el tomo donde aparecía Juana de Arco achicharrándose gloriosamente por un ideal. Yo los devoraba esperando que se fuera a dormir su siesta, y los otros, esos malvados y prohibidos libros que continuaban ahí en el estante, en lo alto, cual apetitosas manzanas, me llamaban. No sé qué entendía, pero trasgresoramente, robándole libros a mi abuelo –¡Ése sí que era un buen promotor de lecturas!– leí Un bolsillo lleno de vodka, de Archibald J. Cronin y Por quien doblan las campanas, de Ernest Hemingway. Claro, al principio no me daba cuenta que la que finalmente me atrapaba era la lectura literaria, lo que sí fui descubriendo es que cuando a uno le pica el anzuelo, ya no se conforma con lombrices resecas y busca carnadas que realmente valgan la pena ser hincadas, entonces se comienzan a reconocer textos, autores, géneros y lugares por donde circulan y pueden hallarse los libros.
En la siesta Mi vida cotidiana y “formal de niña bien educada” transcurría en Córdoba entre libros escolares y religiosos. Por suerte, la querida y analfabeta María, que además de sus labores domésticas nos cuidaba a mis hermanas y a mí, era fanática del radioteatro. Escuchaba todas las siestas las obras del dramaturgo cordobés Jaime Kloner. A escondidas de mamá y prendidas a la radio moríamos de miedo y de pasión con las desventuras de El negro Faustino, o los desamores de Pablo Garmendia está solo. Definitivamente, la hora de la siesta era mi horario de redención fabuladora. Así inicié mi vínculo amoroso y descontrolado con la novela, esa forma literaria
10 / biografía lectora
hecha con historias poderosas, que capítulo a capítulo me iba enroscando la víbora, nuevamente… Pedazos de historias repletos de borrachos, muertos, locos, bribones, chicos hambreados, prostitutas… gente de veras viva, más allá de mi acartonado mundo de niña burguesa. Tal vez por eso, cuando mis amigas lloraban amores livianitos junto la tele viendo la telenovela El amor tiene cara de mujer (de Nené Cascallar), yo no las entendía. Corín Tellado tenía su encanto, ¡sí que lo tenía!, pero también su techo. Guy des Cars con La Impura, o El Solitario –que yo conseguía en los compraventa de libros usados– me mostraban mundos tan lejanos al mío que me hacían tiritar, pero a la larga, después de varios títulos, me parecían todos cortados con la misma tijeras… Empezaba a descubrir que las buenas historias eran sólo una parte de lo que me gustaba leer. Las palabras, los relatos bien escritos, marcaban diferencias.
El espacio interior Recién en la adolescencia consumé mi suerte lectora en la escuela, cuando el 3º año de la secundaria puso en mi camino a la profesora de Literatura que todo joven debiera tener, la vieja Fontaine (como le decíamos… y habrá tenido ¿38
años?…). Ella me llevó derechito a la obra de Jorge L. Borges y a la novelística de García Márquez, de Cortázar, de Fuentes, de Vargas Llosa, al Quijote y al Facundo, también. Por fin descubría que una buena novela era la conjunción de una historia con garras, contada con el plus de una escritura contundente. Una sólida trama bien tejida. Me di cuenta que me gustaban aquellas que estaban escritas con las tripas y tinta firme. Y es que leer literatura compromete integralmente a una persona: su intelecto, sus emociones y también su físico. Al leer sudamos, nos excitamos, percibimos sabores, texturas, reaccionamos físicamente a través de esquemas simbólicos. Vivimos otras vidas, otros mundos, tenemos más opciones. De a poco uno aprende lo que confirman los teóricos: que la lectura es reactiva, una acción de ida y de regreso a uno mismo y desde allí hacia los otros, como lo define Pennac, al nombrarlo como un proceso de “ensimismidad”. Leer literatura requiere de un espacio interior para recibir a los demás, ya que en las historias de acción, de vida, de hadas, de héroes y antihéroes que descarnan sus pasiones en los cuentos, en novelas y en la poesía estamos todos, los otros y uno mismo,
biografía lectora / 11
aliándonos ficcionalmente al relato y al personaje que se encarna, vive y sufre en cuerpo propio.
Escribir y leer para otros Siguieron las lecturas juveniles de los 70, cuando cambiar el mundo era la utopía inmediata posible. Los subterráneos de la libertad de Jorge Amado, Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, todo el inventario poético de Mario Benedetti cantando que “en la calle codo a codo somos mucho más que dos…”, la poesía acaracolada de Pablo Neruda, la ciencia ficción rusa de Ivan Efremov lanzándonos a La nebulosa de Andrómeda, los libros de Alejo Carpentier, tejieron nuevos horizontes para la lectura de ficción social que me marcó. No era sencillo conseguir o conservar esos libros en los asesinos años de la dictadura militar en la Argentina. Muchos de los títulos mencionados quedaron enterrados en domicilios donde vivimos en tránsito con mi esposo e hijos (y nos tocó mudarnos ¡trece veces en seis años! para salvar el pellejo luego de optar por el insilio en la resistencia). En esos años comencé a escribir literatura infantil, como un modo de portar historias para niños propios y de amigos que desaparecían en las garras del genocidio. La literatura oral, los clásicos y mis lecturas juveniles fueron un oasis y a la vez un invernadero de historias. Años después, en la democracia de los 80, como maestra de primer grado la novela volvió a ser un llamador para lecto-
res. Sí, la novela, leída en voz alta, y no porque los cuentos no pusieran su buena cuota de encanto, sino porque yo sabía por experiencia propia que la novela cuando te engancha, te pesca y te mete en su red. Recuerdo que les leía a mis pequeños alumnos La granja del abuelo Matías, de Juan Coletti y Pinocho, de Carlo Collodi. Un capítulo por día, de arranque nomás, después del “bue-nos-dí-as-se-ño-Gra”. Algunas mañanas me hacía la distraída y entraba a la sala sin el libro bajo el brazo, entonces casi todos los chicos me suplicaban que les leyera el capítulo pendiente, y yo revivía aquellos sábados amorosos de lectura en la casa de mi abuelo. Estoy entramada en la telaraña de infinitas narraciones. Estamos hechos de las historias que leímos y de las miles que aun sin recordar sus títulos o autores se incrustaron en nuestros imaginarios. Somos también las que aún no leímos. Las que no llegaremos a leer jamás. Somos una historia entre miles de historias… el punto seguido en el flujo continuo de la vida. Somos la semilla y también el fruto de la narrativa de la humanidad. Por eso elijo compartir, para nunca acabar de contar, mi había una vez predilecto, el de Gabriel García Márquez en el inicio de Cien años de soledad: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.” Remota… remonta… retoman… y siguen las palabras su ciclo de partida…
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12 / REPORTAJE
Filosofía irreverente por Valeria Sorín
En su paso por Buenos Aires, entrevistamos a Paula Sibilia, una de las filósofas más agudas de la actualidad.
Paula Sibilia
investiga acerca de las transformaciones en los modos de ser y estar en el mundo. Desde esta perspectiva, trabaja sobre las transformaciones que se dan en nuestras sociedades en la actualidad. La convocamos para hablar acerca de las propuestas de dos de sus libros, La intimidad como espectáculo y Redes y paredes, donde se ha dedicado a investigar acerca de los cambios en la construcción de la subjetividad a partir de Internet y el lugar de la escuela frente a estos nuevos sujetos.
El sujeto histórico En La intimidad como espectáculo explica que la intimidad es un concepto histórico y uno de sus géneros testigos el diario íntimo. Hoy los jóvenes se exponen en el muro de Facebook sus narrativas personales. ¿Qué consecuencias le parece que puede tener esta exhibición de la intimidad? La idea de la que parto es que hay formas históricas de ser y estar en el mundo. No es lo mismo ser un sujeto en el siglo XXI que en el siglo XVIII por ejemplo. La idea básica es que está generándose un cambio desde finales del siglo XX en los modos de organizar la subjetividad. Y esto tiene una relación muy profunda con lo que llamamos intimidad.
La intimidad no siempre existió como la conocemos. Es algo que caracteriza al modo de ser burgués, que tuvo su auge entre los siglos XIX y XX. Así se diferencia un espacio privado de uno público, separándolo con paredes, puertas, ventanas, cortinas, llaves, de una forma radical. En ese espacio privado representado por la casa, el hogar, la habitación propia, se desarrolla lo que conocemos como la intimidad, los relatos de sí, los pensamientos, los sentimientos, que no hay necesariamente que exponer, que están envueltos en un halo de pudor. Estos se comparten con un círculo muy pequeño, amigos, familia. El hecho de que ese halo que envolvía la intimidad no sea tan fuerte hoy en día me parece que es indicio de que algo está cambiando en la forma de construirnos como sujetos. Y eso yo le he visto muy claramente con el auge de los blogs, que en un principio se definían como diarios íntimos pero expuestos en internet. Luego aparecieron otros fenómenos que confirmaron esa sospecha: los reality show en la televisión y las redes sociales. Es un fenómeno innegable que hoy mucha gente comparte su intimidad, su vida cotidiana, con potencialmente millones de personas. Y eso no parece en princiEditora (UBA), periodista y gestora cultural
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pio incómodo, al contrario, se busca, se desea, se estimula. Algo cambió entre el tipo de ser burgués y estas nuevas formas que tienen que ver con los más jóvenes, pero donde todos los contemporáneos estamos embebidos. La forma más clara que encuentro de explicarlo es pensar que está dándose un desplazamiento del eje en torno del cual construimos lo que somos. Ese eje en los siglos XIX y XX era interior, se consideraba que estaba dentro de cada uno (alma, espíritu, inconsciente). Esa instancia interior se consideraba más valiosa, más verdadera que las apariencias por ejemplo. Lo más gráfico sería decir que nuestra subjetividad se desplaza de adentro hacia afuera, pero no es exactamente afuera porque esa palabra sostiene la existencia de una interioridad. Lo que en realidad pasa es que tiene menos valor ese algo interior frente a lo que hacemos, lo que se ve. Por eso juzgamos cada vez a los demás por lo que cada uno muestra. No se trata solamente el aspecto físico, sino también
lo que hacemos, las performances. Este concepto es más que los actos, más que el desempeño. Es el comportamiento visible. En este sentido las redes sociales son un síntoma muy claro. Uno se construye en la pantalla. Esta es una forma de contarse muy diferente del diario íntimo. Uno se construye en las pantallas y en las relaciones personales pasa eso, uno se construye mucho más como imagen que en el siglo XIX. El papel de la palabra hay que pensarlo. Porque la palabra es la herramienta fundamental de la interioridad. En cambio en estas nuevas formas de ser no es tan central la palabra, ya sea escrita o hablada (el relato del psicoanálisis, el diario íntimo, la literatura), como la imagen: los medios audiovisuales, los perfiles en las redes sociales signados por las imágenes. De nuevo se ve un desplazamiento, esta vez de la palabra hacia los medios audiovisuales. Como todos estos son fenómenos históricos, nosotros también tenemos lo que fuimos. La interioridad, si de hecho está
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perdiendo fuerza, peso y valor, y estamos dejando de creer en ese relato sobre qué significa ser alguien; si está pasando todo eso, al mismo tiempo somos más ricos porque sabemos que algún día seremos así.
Nuevas subjetividades –¿Cómo caracteriza a los chicos de hoy en relación a la tecnología? En tanto nativos digitales se relacionan con la tecnología de forma más intuitiva. La diferencia entre los chicos y nosotros, adultos contemporáneos, es menor que la diferencia entre nosotros y el sujeto del siglo XIX. Nosotros también estamos inmersos, aunque seamos más torpes, con más resistencias, con una relación menos simbiótica que los chicos. También abrazamos este universo, también nos resulta muy útil y muchos no podríamos vivir sin e-mail, por ejemplo. No creo que sea solo característico de los jóvenes, sino que eso está más claro porque es a ellos a los que les toca ir a la escuela. Si nosotros tuviéramos que ir a la escuela ahora, también se nos complicaría.
La escuela de los nuevos sujetos –¿Qué consecuencias trae este cambio en las subjetividades en un espacio como la escuela? Nuestro modo de vida cambió y probablemente cambie aún más. El mundo contemporáneo pide de nosotros una atención fluctuante, espasmódica, nos pide que estemos al mismo tiempo en muchas cosas, nos pide agilidad, nos pide flexibilidad, reciclaje constante. Y esto no es lo que pide la escuela. La escuela fue creada para construir sujetos concentrados, más obedientes que el mundo contemporáneo, que
ya no están a tono con los tiempos que corren. Lo que se pide hoy (adaptación, creatividad, flexibilidad) no tiene que ver con lo que la escuela se propone (homogenización, estimular la consciencia, la memoria, la concentración). A toda esta descripción, le sigue pensar qué hacemos con esto, así como en el siglo XIX se pensó toda la escuela para crear unos modos especiales de ser, pensar otra forma de educar, de enseñar y de aprender que construya otros caminos. Si no es la desconcentración, la velocidad excesiva, la violencia, entonces qué queremos. Si bien hay una discusión, no está pensado a fondo, de una forma audaz. Que la escuela esté en crisis es una buena noticia. –En su último libro plantea un concepto provocativo de la escuela como una tecnología obsoleta. La idea de que la escuela es una tecnología obsoleta es una provocación. Es una idea para desnaturalizar. El ser humano no es algo fijo. No es lo mismo ser alguien hoy en el siglo XXI en Buenos Aires, que ser alguien en la Grecia Clásica o en una tribu del Amazonas en la actualidad. Lo que nos hace ser como somos es la cultura, la historia, lo que vivimos. La escuela se naturalizó entre nosotros: tiene un par de siglos, pero sentimos que siempre estuvo allí. Sin embargo, la escuela es un invento histórico. No todas las culturas tienen escuela. Y nuestra cultura occidental inventó la escuela hace poco. Antes no había escuelas. En casi ninguna cultura hay ni hubo escuelas. Quizá se inventó para una determinada subjetividad, para un determinado modo de vida que ya no es corres-
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Novedades
pondiente con los modos de ser del mundo contemporáneo. Los chicos tienen nuevas formas de ser y estar en el mundo que ya no son compatibles con la escuela. Encajarlos en ese marco es una violencia para estos chicos. Hay una marca de época que se podría definir de ese modo. –Y ¿hay formas en la que se pueda cruzar esa obsolescencia? En Redes o paredes. La escuela en tiempos de dispersión, mi pregunta acerca de la escuela parte de pensar qué significa ser alguien hoy en día, pensando en los chicos básicamente, pero en los profesores y en los padres también. Y pensar si la escuela es el mejor espacio para acoger a esta importante tarea que es aprender. No sé si hay una forma de adaptar la escuela a los chicos de hoy, pero me parece una pregunta urgente. Y que debemos tratar de responder de la forma más creativa y más audaz posible. El hecho de que la escuela esté en crisis tal vez no sea una tan mala noticia. La escuela del siglo XIX, la escuela que funcionaba bien, no fue el mejor invento del mundo. Ha tenido muchos problemas. En muchos sentidos fue cruel, incluso cuando funcionaba bien, ya que cumplía con su objetivo de domesticar. //
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De nombres y nombrados por Mónica Rodríguez
Apelativo, marca, gracia, alias, apodo, mote son distintas maneras de referirse a los nombres. Hoy viajamos por libros con nombres en su nombre…
Nombrar, según el diccionario, es decir
El apodo
el nombre de alguien o algo. A diferencia del sustantivo que designa hombre, pez, mesa, cartel; el nombre propio es aquel que, sin tener rasgos semánticos inherentes, se aplica a seres animados o inanimados para identificar un ejemplar respecto de otro: este es Ramón, este es Federico.
Chiquita narra la historia de una nena a la que su cualidad, ser chiquita, le sirve de nombre. Ella está enojada por esa condición. Su hazaña de salvar al gato atorado en un caño permite que todos, y sobre todo ella misma, resalten su valentía más que su tamaño. Chiquita es “hija” de Alberto Pez y Roberto Cubillas y pertenece a la Colección Cuentos de colores de Sudamericana. Hermoso libro, en imprenta mayúscula para primeros lectores, con dibujos alegres y vivaces.
El primer nombre En un sentido bíblico, al nombrar se da existencia, aunque esto no alcanza para dar vida. –Pinocho– dijo Geppetto en el libro clásico de Carlos Collodi (edición actual de Sol90, ilustrado por Hugo Horita). De la mano del Hada Azul, el muñeco de madera creado por Gepetto cobra vida. Su primer paso es trabar amistad con Pepe Grillo. El segundo paso es alegrar la vida del viejo carpintero, convirtiéndose en el hijo que no tenía. La historia se va hilvanando entre mentiras, narices crecidas y verdades. Como el amor es más fuerte, Pinocho recibe el don de ser un niño verdadero… Y así, su apodo derivado de piñon que hacía referencia a ser cosa de nada, pierde alguna entidad con la nueva y plena vida del protagonista.
Los sin nombre Gerardo Hochman es el autor de Fulanos, Alguien Algunos Nadie Ninguno. Diccionario en mano, sabemos que los fulanos son personas indeterminadas o imaginarias. También se usa este apelativo para aludir a personas cuyo nombre se ignora o no se quiere expresar. Los fulanos del libro esperan. Y mientras esperan entrelazan sus vidas, sueñan, sufren, temen, se enamoran, buscan ayuda. Libro bello, las hojas de guarda
Maestra, bibliotecaria y editora.
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replican una escalera que, a su vez, remite a las viejas cintas del cine. El libro es, también, cinematográfico. Convoca a ligarse en la vida de los fulanos, a darles un nombre propio de la galería de los fulanos que el lector conoce.
Nombres imposibles Momo, de Michael Ende, también forma parte de este recorrido anclado en nombres. La primera edición de esta novela clásica de la literatura infantil y juvenil data de 1973. La niña que vive en las ruinas de la otrora gran ciudad resulta ser la salvadora del tiempo libre de los hombres. La lucha entre el tiempo gris y las horas floridas, real metáfora de la vida actual, requiere de Momo. ¡Qué bueno sería que una niña defendiera nuestro tiempo de todo el gris que se lo devora! O que al menos alguien nos aconseje, en la vorágine diaria ¡Ve con Momo!
En el tintero ¿Cuántos nombres propios, a partir de las historias, han logrado reunir rasgos inherentes al personaje que nombran? ¿O conjugarse con el autor que los soñó? Una vez más, la literatura vence al diccionario. Quienes llevan ciertos nombres pueden adquirir rasgos de los personajes
precedentes. Todas las Alicias viven de maravillas, las Claritas se vuelven invisibles, los Sherlock descubren enigmas, a todas las Jo les gusta leer y las Mafaldas odian la sopa. En ocasiones un nombre propio se vuelve un sustantivo común, entonces aparecen las susanitas, amantes de tener muchos hijitos; los quijotes, que arremeten contra todo; las cenicientas, muchachas humildes a la espera de tener al oportunidad de lucirse en el gran baile, y los robin hood, que roban dinero a los ricos para dárselo a los pobres. Cerrar esta nota es imposible, el listado se vuelve infinito. ¿Podrán ayudarnos a completar la galería con los nombres que para cada uno de ustedes sean entrañables?
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corpus Collodi, Carlos. Pinocho. Barcelona, Sol 90; 2005. Ende, Michael. Momo. Madrid, Alfaguara, 2007. Esta edición, la número 72, es de Editorial Alfaguara del año 2007. Hochman, Gerardo. Fulanos. Alguien Algunos Nadie Ninguno. Montevideo, Nicanita, Santiago, 2003. Ilustra Albero Pez, diseño de Roberto Cubillas. Pez, Alberto y Cubillas, Roberto. Chiquita. Buenos Aires, Sudamericana, 2001. Ramos, María Cristina Ramos. Los días de Guille. Buenos Aires, Ríos de Tinta, 2012.
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Eloísa Cartonera: literatura al alcance de todos por Verónica Cantelmo
Integración y cooperativismo son los adjetivos que mejor definen a Eloísa Cartonera. Desde 2003, esta editorial cartonera convoca a personas de distintos estratos socioculturales y vincula el trabajo con la literatura en un verdadero camino de crecimiento para todos. En 2001, una fuerte crisis socioeconómica azota a la Argentina, provocando la proliferación de los cartoneros como emergentes de la desigualdad y el de-sempleo. A principios de 2003, en un contexto donde el papel se encarece a la par de otros productos, Washington
Redactora, formada en el Instituto Superior de Letras Eduardo Mallea.
Cucurto y Javier Barilaro deciden abrirse camino con una editorial de características tan simples como innovadoras; así, de la mano de estos dos artistas, Eloísa Cartonera da sus primeros pasos en el barrio porteño de La Boca. En agosto de ese mismo año, Fernanda Laguna se suma al proyecto y la editorial se instala en un pequeño local en Almagro al que bautizan No hay cuchillos sin rosas; en ese espacio, donde también se venden papas y cebollas, comienzan a confeccionarse artesanalmente los libros de Eloísa Cartonera. Sus características singulares no tardan en atraer la mirada de la prensa nacional y mundial; a
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partir de ese momento, la editorial comienza a crecer y a gana reconocimiento. En 2009 el emprendimiento se convierte legalmente en cooperativa, constituyendo la primera editorial cartonera del mundo. Hoy, No hay cuchillos sin rosas funciona en Aristóbulo del Valle 666, en el barrio de La Boca de la ciudad de Buenos Aires; allí, un plantel permanente de trabajadores se desempeña de lunes a sábado de 14 a 19 hs. Además de editar libros, en el taller se dictan cursos relacionados con el mundo de las letras. Ya no se vende verdura. Identidad a todo color Una de las principales particularidades que tienen los libros editados por esta cooperativa es su confección: la encuadernación se realiza con tapas de cartón intervenido, comprado a cartoneros en la vía pública, a un precio bastante superior al que habitualmente se paga en otros lugares. Los cartones adquiridos para este fin tienen características particulares, en cuanto al grosor, estado de conservación y limpieza. Todas las tapas son pintadas a mano con témperas y suelen mostrar colores estridentes y tonos flúo; sin embargo, esta característica no es absoluta. La tapa de cada ejemplar supone un acto libre y artístico para quien la diseña, por lo cual, no existen dos de ellas que sean iguales entre los libros de Eloísa. La impresión de los textos es semiautomática. El armado es absolutamente manual. El taller donde se llevan a cabo las actividades está abierto al público; se trabaja a la vista y en conjunto. El proyecto, netamente cooperativista, supone que todos pueden realizar cualquier tipo de tarea; muchos ex cartoneros han abandonado esa actividad para empezar a trabajar en esta asociación. También al público se le ofrece la posibilidad de pintar una tapa, como así también a los vecinos de No hay cuchillos…, y a los mismos escritores. Así, el proceso de creación de cada libro implica una oportunidad de crecimiento e intercambio única para los involucrados.
La comercialización de los libros se realiza principalmente en la calle, en la Feria del Libro Independiente y en algunas librerías de la ciudad de Buenos Aires, ubicadas en las zonas de Palermo, Boedo, Facultad de Letras y avenida Corrientes. El precio de cada ejemplar oscila entre los $8 y los $20. Las librerías que distribuyen este material acceden a pagarlo anticipadamente, a diferencia de lo que suele ocurrir en el mercado con otras editoriales. Su catálogo cuenta actualmente con ciento sesenta títulos de escritores nóveles y consagrados, de géneros variados y de procedencia latinoamericana en su mayoría. Los autores publicados, o sus herederos, ceden verbalmente los permisos de publicación a la editorial, conservando pleno derecho sobre la obra. Sus lectores son vastos, diversos. Los libros cartoneros llegan a los públicos menos favorecidos, para quienes la lectura se convertía, dentro de las condiciones convencionales del mercado editorial, en un placer inaccesible; pero alcanzan también a sectores donde, aún siendo posible la adquisición de libros tradicionales, los principios esenciales de la cooperativa generan una empatía que motiva la compra. Incluso aquellos “consumidores” que erróneamente interpretan el libro de Eloísa Cartonera como un simple objeto de vanguardia, se convierten en actores activos de este emprendimiento; algo similar ocurre con el turismo, que suele verse subyugado por esta novedosa belleza cartonera. Dime qué lees… Nacida una zona multiétnica como lo es el barrio de La Boca, Eloísa Cartonera mantiene la idiosincrasia del pueblo que le dio origen y no publica cualquier contenido: edita solamente literatura de Latinoamérica. Así, siguiendo la línea de integración que supone el emprendimiento, conviven en su catálogo textos de escritores consagrados como César Aira, Ricardo Piglia y Tomás Eloy Martínez, y obras de autores que, menos reconocidos, despliegan igualmente su talento en
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las páginas cartoneras. Washington Cucurto (además de ser fundador, editor y director operativo de Eloísa, también encuentra allí su lugar como escritor). Eloísa Cartonera se define a sí misma a través de cada uno de los aspectos que la conforman. Si bien está dedicada principalmente a la edición de libros, no es este su único objetivo: nació para dar origen a una forma de trabajo diferente, para difundir palabra y pensamiento con una mirada totalizadora. El concepto de “recuperación” representa tal vez la esencia de este proyecto: recupera material reciclable; recupera la creatividad de muchas personas que desconocían sus capacidades; recupera palabras, esperanzas, caminos… Eloísa incluye a los más chicos El catálogo de Eloísa Cartonera también involucra a los lectores más pequeños: seis títulos infantiles enaltecen la colección, donde poesía y cuento hacen su aparición en páginas de colores. Ernesto Camilli llega con El sol albañil, un libro que acerca a los niños poesías y relatos breves, a la vez que posibilita su participación activa a través de divertidas propuestas de creación literaria; según su portada, las bellísimas ilustraciones están a cargo de Fortín, Fernanda, Javier, Carolina, Pamela, Cucurto y Ricardo. Dentro de la Colección Nueva Narrativa y Poesía Sudaca Border, Ricardo Zelarayán, en su libro Traveseando: Apto para todo público, propone un espacio donde paragüas, sueños y mosquitos encuentran su lugar en originales poemas para niños. Por su parte, con ilustraciones de Alelí Manrique, la escritora María José López nos acerca No me gustan las princesas, un compendio de relatos cortos en los que todo es posible, con globos que hablan
y horas que se venden en su propio mercado. Carmen Iriondo y sus Animalitos del cielo y del infierno también proyectan su arte con poesías para los más pequeños en esta colección. Y el infaltable, Horacio Quiroga con una selección de los Cuentos de la selva. Armando el rompecabezas Eloísa Cartonera es, sin dudas, una organización de excéntrica sencillez, lo que la vuelve única e inconfundible. Inserta en la globalización y como producto de ella, desarrolló tácticas óptimas para expandirse con rasgos opuestos a la voracidad del mercado. Con trabajo artesanal, digno y comunitario, la cooperativa encaja sus piezas de manera perfecta en una realidad donde las utopías se vuelven posibles. Como primera editorial cartonera del mundo, fue inspiración para el surgimiento de organizaciones similares en la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, México, Paraguay y Perú. Así, traspasando las fronteras nacionales, en 2012 ganó el Premio Principal Príncipe Claus, un galardón que se otorga anualmente en Holanda a personas u organizaciones cuyas acciones culturales tienen un alto impacto positivo en el desarrollo de sus sociedades. Como se ha expresado en estas líneas, en su rol estrictamente editorial, Eloísa Cartonera cumple con una función ideal, que consiste en acercar la palabra escrita a distintos sectores de la sociedad, sobre todo a aquellos que siempre vieron vulnerado su acceso a la lectura. Desde una visión más abarcadora, podemos decir que ha de-satado un fenómeno sociocultural que está en expansión y que merece una atenta mirada; constituye un ejemplo a seguir, un modelo de construcción social más humano, cooperativo y sustentable.
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Aviso lij agosto_Maquetación 1 15/08/12 11:36 Página 1
Toda la magia de los buenos libros Nuestros libros te están esperando ¡No te los pierdas!
Mi perro Lucas y Mi gato Luis Autor e ilustrador: Javier Garrido Lucas se pelea con su dueño y Luis quiere ser un perro. Cuentos cortitos con una pizca de humor. Pequeños lectores. 20 x 20 cm. 32 páginas.
Incipiente catálogo cartonero de LIJ El sol albañil. Ernesto Camilli, escritor y pedagogo argentino, es autor de numerosas obras dedicadas a la enseñanza de la expresión escrita, entre ellas Los nombres de las cosas: ensayo sobre la enseñanza de la redacción (1962); Cómo enseñar a redactar (1974). No me gustan las princesas. Su autora, María José López, nació en Buenos Aires en febrero de 1980. Es periodista; No me gustan las princesas es su primer libro publicado. La tortuga gigante. Cuentos ya clásicos de Horacio Quiroga Forteza (1878-1936). Cuentista, dramaturgo y poeta, fue creador de una prosa vívida y naturalista. Además de su libro Cuentos de la selva, publicó Los arrecifes de coral (1901), Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), entre muchos otros libros. Traveseando. Ricardo Zelarayán nació en Entre Ríos, Argentina (1942-2010). Fue escritor, diseñador y traductor. En su obra podemos hallar el libro de poemas La obsesión por el espacio (1972) y Roña criolla (1990). La primera edición de Traveseando se fue publicada por Editorial Kapelusz en 1984. Carmen Iriondo nació en Buenos Aires. Es poeta, psicoanalista y profesora de danza clásica y contemporánea. Publicó varios libros de poesía, como Casa propia (1988); Por el miedo te digo (2000); Prosas de dormida (2005) y muchos más. //
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Otro año con toda la
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Daniela Allerbon
La magdalena de Proust y la lectura ¿Cuándo tendrán lugar las campañas para releer?
Cuando era chica tenía una listita donde anotaba los libros que tenía que leer. Cada tanto la perdía y la reencontraba. Eran libros y autores mencionados en los libros que leía. Lo que se llama “intertextualidad”. Jorge Luis Borges siempre me daba tarea: Emanuel Swedenborg, Italo Calvino, Arthur Schopenhauer, Las mil y una noches. Yo iba tratando de encontrarme con esos libros pero no era simple. Muchos años más tarde, cuando por fin leí Los amores difíciles de Calvino, descubrí que seguía intentando completar esa grilla porque me sorprendí de lo distinto que era su estilo del de Borges –aunque después encontraría el parentesco en Las ciudades invisibles, en el relato de todas esas ciudades imaginadas–. Seguí tratando de completar esa grilla infinita de lecturas de clásicos al mismo
Licenciada en Economía y Gestora Cultural. Coordinadora del Programa Libros y Casas de Secretaría de Cultura de la Nación Argentina.
tiempo que intentaba mantenerme actualizada con lo que se estaba escribiendo. No es fácil, la sensación de estar en falta con las lecturas es tremenda. Pienso que no leí todavía Crimen y Castigo y que debería leer El cazador oculto ya, en este instante. Ante semejante panorama, releer parece ser solamente un obstáculo para engrosar mi lista y seguir tachando autores y títulos. Pero releer es un placer enorme, sobre todo para los que sacamos una parte de nuestro aprendizaje emocional de los libros. Cuando revisamos las anotaciones de los márgenes y los subrayados, encontramos indicios de la persona que éramos la primera vez que los leímos y, a veces, incluso, nos sorprendemos al no entender qué es lo que nos había llamado la atención, qué enjambre de pensamientos hizo que esa frase saltara de la hoja. Tengo La genealogía de la moral de Nietzsche –un autor que parece que te está gritando e insultando cuando lo lees– lleno de signos de exclamación, como si cada frase hubiese sido una revelación.
Me da risa ver que está marcado casi todo el libro que es lo mismo que no destacar nada. Releer los cuentos del Llano en llamas de Rulfo es inspirador, siento que tengo que ponerme a escribir en ese momento. Por eso, cuando pienso en promover la lectura surge la pregunta: ¿la lectura de qué? ¿Hay que leer cosas nuevas todo el tiempo? ¿Hay que leer muchas obras en una especie de maratón interminable para después chequear con el vecino quién leyó más títulos, al mejor estilo de los ambientes académicos? Me veo obligada a agregar una nota al pie: nótese que los comentarios típicos sobre algunas obras que se supone que hay que tener leídas son sobre su primer capítulo o su primer tomo, como si se hubiera leído lo indispensable para decir que uno lo leyó. Es el caso de la escena de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust en la que el narrador recuerda su infancia al mojar una magdalena en el té y de la frase sobre la repetición de la historia como
tragedia y como farsa del 18 Brumario de Carlos Marx. Entonces, creo que el objetivo de la promoción de la lectura debería ser que la mayor cantidad de gente posible tenga una relación significativa con lo que lee. Otra manera de decirlo es que la lectura aporte a la construcción de la subjetividad. ¿Qué es colaborar en la construcción de la subjetividad? Es aportar a la construcción de la conciencia de uno mismo, eso que empieza, aparentemente, a los ocho meses y que hace que un bebé apriete a su mamá como si no existiera ninguna otra persona en el mundo. Eso que da nacimiento, también, a la existencia de los demás como personas. Ese yo autobiográfico que, como diría el especialista en neurología y psicología, Antonio Damasio, es lo que nos hace humanos. Entonces, habría que pensar también en las campañas de lectura como campañas de relectura y abandonar, aunque sea por un rato, la loca carrera de tildar libros leídos.
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Laura Demidovich y Valeria Sorín
Rupturas y continuidades del Pequeño Editor Festejos por la primera década de una editorial innovadora.
Si hay una clave para leer los libros de Pequeño Editor, esta clave fue expresada en la propuesta de una de sus colecciones: hacen libros para grandes, que leen los niños, y libros para niños, que disfrutan los grandes. La inclusión de lectores desprejuiciados es la marca de origen. A diez años de su creación, conversamos con Ruth Kaufman, una de sus fundadoras. –Para empezar a hablar hay que remarcar la irrupción que hace Pequeño Editor con una lógica visual propia. –La diferencia de valor que ha sido notoria desde el comienzo estaba en que el motor es Diego Bianki, que es ilustrador y diseñador gráfico. La mayoría de las editoriales tenían editores que venían de la literatura. En el comienzo yo no opinaba sobre la ilustración sino sobre el texto. Lo raro fue la mezcla de tener en la dirección, una cabeza de arte y yo, que venía de la poesía contemporánea para grandes, no tanto para chicos. Y la historieta, que mucho en ese momento no andaba.
Proyecto ético y estético –¿Cuáles eran las premisas con las que decidieron lanzar la editorial? –Escribimos un manifiesto que está en la página de la editorial. En los primeros años estaba escrito en subjuntivo, en tanto expresión de deseo, pero lo pasamos a indicativo el año pasado porque ya es una realidad. Cosas como plantear otras reglas de juego, que el texto y la imagen generen algo en el encuentro pero sin perder fuerza ninguna de las dos partes, que haya algo lúdico para el dibujante, para el autor y para el lector. Que estén lectores adultos y niños juntos. Desde nosotros, desde los autores, no encasillar en edades previas. Un lugar de experimentación para todos fue la premisa. –¿Experimentación pura? –Luego se suma a la experimentación el equilibrio con el lector. No es fácil tratar de buscar a través de la vanguardia. La experi-
Directoras de Cultura LIJ
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Ruth Kaufman
mentación sí, pero no tampoco la soledad. Es importante para el que produce, para el texto, para la imagen. Cuando sale un libro debe encontrarse con el público.
que lee la reseña en el diario. El niño o lo consigue por el adulto padre o lo consigue en espacios escolares. Llegar rápidamente a los niños me parece que no era posible.
El encuentro con el público
–¿Y en lo que es el discurso visual, cómo ha sido la recepción de los chicos? –Cuando comencé a trabajar en Billiken, hace veinte años, era un lío si el ilustrador no le ponía cinco dedos al personaje. Eso fue cambiando. El dibujo animado es un lugar de creatividad impresionante y de masividad. La preparación que tienen los chicos para el discurso visual no tiene parangón. Es el día a día de ellos. Es cierto que el libro tiene exigencias que no se le piden al dibujito animado. A veces tiene menos libertad.
–¿Cuál es tu lector modelo de los libros de Pequeño Editor? ¿Un niño, un adulto, ambos? –Pensemos que Alicia nació del vínculo de un adulto con un niño. En el vínculo de los adultos con los niños pueden salir textos que incluyan a ambos. Algunas cosas que hacemos los escritores pueden excluir a los niños. Si hacemos demasiadas referencias culturales, marcas de intertextualidad o una parodia muy cerrada, quedan excluidos. Pero ellos pueden despertar a partir del vínculo, historias e ilustraciones que pueden interesar a los adultos. No tiene que ser aburrido para un adulto. –¿Les resultó sorpresivo al comienzo encontrar seguidores entre los adultos? –A los niños llegás en la escuela a través de los mediadores. O desde otra estructura. El adulto es el que consigue el libro, el
El trabajo editorial –¿Cómo es el proceso en Pequeño para buscar un siguiente libro o una colección? –Siempre tenemos más ideas de las que podemos concretar. Una colección como Cuentos del Globo tardó varios años en concretarse. La colección Variables Gráficas
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siempre estamos por hacerla crecer y no podemos. Esa es una parte triste, porque a veces te llegan textos que te encantan pero de los que nos podés ocuparte y, entonces, cuando finalmente podés y los llamás ya lo publicaron en otra editorial. –Estaba pensando en un libro como Con la cabeza en las nubes y toda la actividad alrededor del libro, los talleres, la gente mandando sus fotos, el blog con clave abierta para que cada uno cargue sus ideas. –Esa es una idea genial de Diego. Tiramos la botella al mar, cuando no era tan común que para un libro se hiciera un blog. Y primero fue una maestra de Tucumán que subió material. Luego una bibliotecaria de Tierra del Fuego. Y eso es hermoso. Los editores en México hicieron su propio blog, en Alemania también. Yo di muchos talleres con ese libro y la gente de cada región ve cosas diferentes en las mismas nubes. Es un libro único, que no tienen la lógica de la colección.
Un fuera de serie. Tamaño real es un proyecto de Jorge Doneiger y que si bien lo trabajamos juntos, no supimos pensarlo como una serie. Cuando él te habla de cada doble página del libro, desborda el contenido. Y Nubes nace de Diego Bianki mirando las nubes de Colonia. Y pensábamos cómo puede ser que no se haya hecho antes. Nubes vino después de Tamaño real. Entonces el agregado científico vino porque teníamos la experiencia anterior. Pero se trata de proyectos de autor. Tamaño real nos encantó, pero nos dimos cuenta cuando se vendió en nueve países que deberíamos haber tenido varios tomos similares. Pero las editoriales que están listas para la serie, no tienen tampoco la estructura preparada para un fuera de serie. Si tenés que producir en una estructura más comercial, es más difícil generar el fuera de serie.
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Cierre de balance –¿Y ahora? –Estamos muy contentos. Ya tener diez años es mucho. Ahora tenemos un equipo de gente trabajando con Raquel Franco a la cabeza. Tenemos una buena coyuntura de país y el gobierno compra libros con un criterio amplio de ayuda a las pequeñas editoriales. Así se abre el panorama, se apoya a pequeños sellos para fortalecer la cultura nacional. Nosotros cuando vendemos derechos a otros países, conseguimos que los autores empiecen a circular en esos países. Estamos con lindos proyectos, queremos animarnos a lo digital, queremos estrechar vínculos con la escuela, queremos abrir nuevas colecciones. –¿Cómo cambió el mediador en estos diez años? –El mediador es propio de la LIJ. ¿La literatura para adultos, qué mediador tiene? ¡Pobre! Vos tenés un libro para adultos, ¿y quién te ayuda a difundirlo? No lo narran, no lo recomiendan, no lo analizan. Ese tra-
bajo intenso que está haciendo tanta gente, ¿cómo ocurre en la literatura de adultos? Tampoco es lo mismo el mediador que está en la biblioteca o en espacios no escolarizados donde tienen más libertad. La literatura en la escuela no es fácil. Creo que el libro álbum es tan desestructurante que la gente tuvo que acomodarse. El contacto con ese material, tanta capacitación acerca de cómo entrar al libro álbum, finalmente abrió un espacio de discusión.
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Por la identidad por Valeria Sorín
Título: Abuelas con identidad. La historia de las Abuelas de Plaza de Mayo y los Nietos Restituidos Autoras: Carla Baredes y Ileana Lotersztain Ilustradora: Eleonora Arroyo Editorial Iamiqué
Como cada marzo, Cultura LIJ dedica un espacio a la memoria. Esta vez preferimos hacerlo a través de la reseña del libro Abuelas con Identidad, porque creemos que es una herramienta concreta con la que sentarse a hablar de la recuperación de la identidad con los chicos. Como sostengo en el prólogo de La Escuelita, el trabajo constante por la memoria y la recuperación de la identidad de los defensores de los derechos humanos, y específicamente de Abuelas de Plaza de Mayo, ha permitido extender los derechos civiles que disfrutamos actualmente. Ha llegado incluso a poner sobre la mesa discusiones acerca de la vida, las adopciones, el derecho a la información, etc. En Abuelas con Identidad, Carla Baredes e Ileana Lotersztain hacen un cuidado repaso de la actividad de Abuelas de Plaza de Mayo en la recuperación de los (hasta el 5 de febrero de 2013) 107 nietos. Dan cuenta de las separaciones, pero por sobre todo de los reencuentros. De los raptos, pero también de cómo esos niños fueron salvados. De los hermanos, de los tíos, de los abrazos. Estamos hablando de un libro de Iamiqué, una editorial nacida para divulgación, que ha creado un estilo preciso de hablar y de exhibir la información. Con enorme cuidado, las
autoras se han encargado de reponer el contexto histórico, dar cuenta de la violencia instalada en el Estado como forma de gobierno. En gran parte, la calidez de las ilustraciones de Eleonora Arroyo garantizan que la lectura pueda llevarse a cabo y combaten el horror agazapado. Por otra parte, no parece un libro de Iamiqué. Si bien mantiene el mismo formato de la colección Las cosas no fueron siempre así (¡claro!), este fuera de serie no sigue el mismo patrón de diseño de la información. La decisión de dejar más blancos, disminuir las píldoras de información, usar solo un patrón visual para las ilustraciones, es muy acertada. Ya hay mucho bombardeo de discursos y de datos acerca de un momento tan doloroso. Lo importante es transitar de la mano un camino de verdad. Este libro se propone, y consigue, ser un recorrido amable. Algo que se me emparenta con la sonrisa de abuelas como Tati Almeyda, o la mirada dulce (y firme) de Estela Barnes de Carloto. Carla e Ileana han dedicado el libro a sus propias abuelas, por los juegos, por la comida casera, por los suéteres tejidos, por los consejos, por el amor. ¿Qué sería del mundo sin las abuelas?
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Editora (UBA), Periodista y Gestora Cultural.
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Opciones de capacitación Talleres de experimentación con la palabra Viajar el lenguaje sin mapas. A palabra viva, por las orillas del silencio. Hacia lugares incógnitos de uno mismo, hacia el encuentro los otros. Martín Broide trabaja estos talleres en diferentes momentos del año. Para más información: mbroide@gmail.com Dijo Alicia Es una carrera de dos años de duración, en la que las asignaturas y sus contenidos están integrados entre sí. La carga horaria semanal es de tres horas. El último cuatrimestre de la carrera está destinado a producir un proyecto final. El equipo docente está integrado por Esteban Valentino, Alicia Salvi, Nora Lía Sormani, Cecilia Pisos, Vivi García e Istvansch. Para más información: info@casadeletras.com.ar Feria Internacional del Libro de Buenos Aires Como cada año, a finales de abril tendrá lugar una de las mayores ferias del libro en el mundo, en Buenos Aires. Entre las actividades que ya están planificadas (Jornadas, Congresos, Encuentros) resaltamos una nueva iniciativa. 1.° Encuentro de Educación en la Diversidad. Reflexiones y estrategias para la inclusión 26 de abril de 2013 Debates y herramientas en relación con la política educativa de nuestro país, que promueve que en las escuelas todos los alumnos reciban una educación de calidad centrada en la atención de sus necesidades individuales, es decir, se pretende una educación inclusiva, en la que todos desarrollen sus posibilidades de aprendizaje. Para más información: www.el-libro.com 45ª Reunión Nacional de Bibliotecarios La misma se llevará a cabo del 23 al 25 de abril en La Rural, Predio Ferial de Buenos Aires, en cuyo espacio podremos rencontrarnos para compartir y conocer nuevas experiencias en el ámbito profesional. Entre los temas que se tocarán se encuentran: el acceso a la información, el compromiso social del bibliotecario, la educación en bibliotecología. Más información en: www.abgra.org.ar
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Libros a destacar por Laura Giussiani
Desde hace ya varios años, ALIJA entre-
ga en el marco de la Feria del libro de Buenos Aires los premios “Los destacados de ALIJA”. Estos premios se han creado para destacar a los mejores escritores, ilustradores y editores dentro del ámbito de la amplia producción de libros para niños y jóvenes de nuestro país. Son premios muy reconocidos dentro de Latinoamérica y por eso mismo permiten difundir más allá de las fronteras de la Argentina la excelente y variada producción nacional de libros infantiles y juveniles. A lo largo de la existencia del premio, han ido incrementándose las diferentes categorías porque la producción editorial ha variado y se ha ampliado con el transcurso del tiempo. Las categorías que se premian en la actualidad son: >> Ilustración >> Diseño >> Producción teórica >> Multimedia /Audiotexto >> Libro-álbum >> Colección >> Informativo >> Historieta >> Cuento >> Novela >> Poesía >> Teatro >> Labor editorial >> Traducción >> Rescate editorial >> Gran Premio ALIJA El jurado cambia año a año y está integrado por cinco miembros. Uno de estos miembros, representa a ALIJA, actúa como coordinador y solamente vota en caso de empate, en tan-
to que los otros integrantes son reconocidos ilustradores, escritores, críticos, mediadores de lectura o bibliotecarios. En el caso de que alguno de los miembros del jurado haya estado involucrado en la creación del libro a evaluar, puede abstenerse de participar en la votación. Es una tarea difícil la que los jurados llevan a cabo cada año, porque la producción editorial es mucha y la lectura y la evaluación de los libros demanda mucho tiempo y trabajo de reflexión. Es especialmente importante destacar que este trabajo es realizado de forma ad honorem. Una innovación con respecto a años anteriores ha sido que los miembros del jurado fundamentan su fallo con la explicación de la razones que se tuvieron en cuenta para seleccionar cada una de las obras premiadas. Esto permite hacer público el criterio tenido en cuenta y compartir con todos los involucrados los motivos de selección. Con Los destacados, ALIJA se propone premiar y también constituir una selección de obras que sea un referente entre una producción cada vez más voluminosa, y no siempre de calidad pareja, de materiales editoriales. Por eso, en la premiación, se subrayan obras realizadas en distintos soportes, de diferentes géneros, que hayan sido distribuidas regularmente entre los diferentes canales comerciales e institucionales. En el stand que ALIJA sostiene cada año en la Feria del Libro de Buenos Aires se exhiben los libros premiados en los últimos años y de este modo, los visitantes de la Feria, docentes y mediadores, acceden a conocer cuáles han sido los últimos galardonados.
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Presidenta de ALIJA
RiderChail Ediciones Literarias
www.riderchail.com www.facebook.com/riderchail.edicionesliterarias
Saracino - Mazali Historias entre tumbas
www.e-amauta.com.ar www.facebook.com/Amauta.Argentina
G.Repún - E. Melantoni Crímen del Más Allá
Carbonel - Grubissich - Méndez Antiguos dueños de la tierra Mateo Niro Los secretos del relojero
Luciano Saracino - Dante Ginevra Tras los caminos de la Libertad
Carolina Tosi Cerro Dulce, el pueblo de la magia
Cuatro editoriales para descubrir el mundo, o para inventarlo una vez más.
www.crecercreando.com.ar www.facebook.com/crecercreando
Franco Vaccarini Los crímenes del mago Infierno
www.abrancancha.com https://es-la.facebook.com/abrancancha.ediciones
Adela Basch Pincel y papel
Alicia Salvi - Matías Acosta El placer de leer
Liliana Cinetto Peces de la noche
Jorge Grubissich Los dragones de cristal
Adela Basch Todo en tren
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Beatriz Vottero
Leer y escribir literatura en la escuela media Un trabajo de investigación en torno a la problemática de la enseñanza de la literatura en la Educación Secundaria.
Las preguntas de los propios docentes, reflejadas en los procesos exploratorios que hemos realizado en el marco de investigaciones, se expresan en torno a la evidencia de que ni las reformas curriculares de las últimas décadas, ni las modalidades tradicionales que muchos han recuperado a fuerza de desencantos, logran que los alumnos se apropien de la lectura literaria, tal como la ofrece la escuela. Los profesores, sin embargo y aun de modo intuitivo en muchos casos, percibieron el entrampado de la cualidad de texto ficcional aplicado a la literatura en contraposición a otros tipos de textos no ficcionales; condición que, en todo caso, podría adaptarse a la narrativa, pero resulta muy forzado en poesía y en particular en los nuevos géneros que han demostrado dar por tierra con la tradicional jerarquización entre prosa, lírica y drama, además de poner en tensión las categorías modernas de autor, editor, lector y aun de figuras literarias.
Dicta clases e investiga en la cátedra de Práctica Profesional Docente III del Profesorado en Lengua y Literatura de la Universidad Nacional de Villa María.
Decisiones literarias En relación a los esfuerzos de muchos profesores que decidieron volver sobre sus pasos y se apostaron en la recuperación de los clásicos, es forzoso decir que nuestra interpretación de los datos recogidos muestra que, en la mayoría de los casos, no medió discusión alguna en torno, por ejemplo, a los criterios sobre los que se edificó el supuesto panteón literario nacional, sino que sencillamente se lo naturaliza y se lo toma como capital social que reuniría las mejores obras que, naturalmente, la escuela no puede dejar de dar a leer. En otros casos, se probó con nuevas publicaciones, las que “leen los adolescentes”, o bien las que promocionan los planes de lectura que aterrizan en la escuela. Aunque siempre, como señalábamos, en la mar abierta de las decisiones coyunturales, con más o con menos contención y apoyo institucional y casi nunca en referencia a las investigaciones académicas en materia de didáctica de la literatura, que permanecen en buena medida acorraladas en los espacios cerrados del circuito universitario. Literatura ausente El panorama descripto, entonces, se expresa en una visible y contrastable evidencia en tor-
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no a que la gran ausente en el espacio curricular que le estuvo destinado fue (y es) la literatura y sobre todo la experiencia de leer y escribir literatura. En otras palabras, a lo largo de más un siglo circularon en la escuela numerosos discursos sobre la literatura, ya sea desde la historiografía, la hermenéutica, la preceptiva y luego incluso desde la pragmática y el análisis del discurso, que –de una manera u otra y siempre bajo la premisa de la comprensión del texto– condicionaron protocolos de lectura orientados a mantener a los lectores bajo control, de modo más explícito o más solapado pero invariablemente en la tangente de lo que la literatura provoca en cada lector, en tanto experiencia singular, irrepetible y situada. Al trabajar en clase la lectura literaria, los profesores adhieren a corrientes más o menos afiliadas al estructuralismo (centradas en el texto), o a líneas que le otorgan importancia a la contextualización social y política de una obra, dejando poco espacio a la expresión de la propia narratividad del yo que, sencillamente, lee literatura. Para Karin Littau este modo de trabajo escolar es depositario de un siglo de teorías literarias que dejaron de lado al lector real. La investigadora inglesa afirma que “el lector del que se habla suele ser un espíritu desencarnado más que un ser fisiológico sentado en la punta de la silla, ahogado por las lágrimas, con el pulso acelerado y un hormigueo en la espalda”. Por su parte Inés Dussel recuerda que las Lecciones de Pedagogía de Kant fueron muy influyentes en la organización de las escuelas normales y en las obras de los pedagogos europeos y americanos. Para Kant, la educación incluye dos actividades centrales: los cuidados y la formación, donde los cuidados son la parte vinculada a domesticar la animalidad de los hombres. Ello expli-
caría que por años hemos enseñado a leer a partir de valores como la constancia, la tenacidad y el esfuerzo. Hemos ponderado el hábito de la lectura más como disciplina, no como goce. La lectura como experiencia Leer literatura no es sólo comprender reconociendo recursos, marcas lingüísticas, estructuras, elementos paratextuales. Al decir del filósofo y pedagogo catalán Jorge Larrosa leer no nos deja indemnes, nos moviliza y nos cambia. Pero la experiencia “ha sido menospreciada tanto en la racionalidad clásica como en la racionalidad moderna”. Larrosa apunta que “la experiencia es siempre de alguien, subjetiva, es siempre de aquí y ahora, contextual, finita, provisional, sensible, mortal, de carne y hueso, como la vida misma. La experiencia tiene algo de la opacidad, de la oscuridad y de la confusión de la vida, algo del desorden y de la indecisión de la vida”. Esta es precisamente la idea que nos seduce cuando pensamos en la lectura literaria escolar no sólo como un proceso de análisis y/o de interpretación de la obra enmarcada en un periodo o movimiento literario determinado, sino, sobre todo, como una puerta de entrada, como un umbral que invita, un lugar donde se pueda habitar, sentir, sabernos vivos, con todo el cuerpo, comprometiéndonos con nuestra propia historia personal, dejándonos atravesar por la palabra para construir otros universos posibles, y sobre todo para construir nuestra propia subjetividad. Leer y escribir La literatura en la escuela no puede quedar sujeta a un cuestionario o a niveles de comprensión lectora sencillamente porque los lectores de literatura no funcionan de ese modo. Huelga decir que por fue-
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ra de la cultura escolar el encuentro del lector con el texto literario siempre está atravesado por variables que no emergen sino del propio desborde del lenguaje literario. En esa comunidad de lectores, también el profesor es “un diferente”, pero no tanto por la asimetría pedagógica, sino, y en primer lugar, por su simple condición de lector con sus propias pasiones, expectativas, gustos personales, adhesiones y rechazos. Por otro lado, queremos remarcar que la tradición escolar no arraiga en la práctica de escribir literatura. No se escribe, porque la escribieron los escritores consagrados. En los ’80 comenzó al taller literario a dársele un lugar particular en la programación de las propuestas escolares. Si bien en la mayoría de los casos como una actividad extracurricular, fue un espacio donde se propició la escritura literaria a partir de los aportes clave de Gloria Pampillo, que combina una adaptación de técnicas surrealistas con consignas inspiradas en la Gramática de la fantasía de Gianni Rodari. Esta obra se asoció al trabajo del Grupo Grafein y al Escriturón de Alvarado y Bombini. Como afirmaba la propia Maite Alvarado, el romance duró poco, porque para llevar adelante un taller de escritura hacían falta docentes capacitados en esa metodología de trabajo, y porque la idea de un espacio donde no se corrige ni se califica no es fácilmente compatible con la escuela.
El taller de escritura en los casos en que se lo sostuvo quedó relegado a los espacios extracurriculares, pensados para chicos que tienen condiciones para la escritura. Hoy sabemos que la escritura creativa es para todos y que cualquiera puede explorarla. Alumno, lector, sujeto Hablamos, entonces, del alumno como sujeto que escribe en el marco de un aula-taller, que explora el lenguaje, el sistema de la lengua con sus restricciones, sus estatutos y sus potencialidades. Un sujeto que necesita conocer los marcos de la gramática y de la normativa tanto para regirse por ellos como para poder transgredirlos conscientemente al jugar con la palabra. Nuestra propuesta para una nueva enseñanza no se orienta tanto a definir estrictamente una didáctica, como a la idea de probar/ gustar/degustar/saborear nuevas prácticas de lectura y de escritura literarias en la escuela. Propiciamos un aula-taller que se convierta, como anticipábamos más arriba, en una pequeña comunidad lectora, de lectores que comparten, estudian, indagan, discuten, se expresan, se sostienen. Pensamos en la idea del profesor no como un experto que transmite/expone una serie de conocimientos que él ya tiene, sino como un lector con su propio recorrido. Pensamos
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el rol docente como una mediación entre los libros/las lecturas y cada uno de los alumnos de la clase. Pensamos en la literatura no como un corpus acabado y entronizado en un canon legitimado por la academia o por la crítica, sino como un exceso, un desborde, un espacio donde la palabra se edifica sobre sus propias resonancias desafiando a las normas y a las convenciones para decirse desde otro lugar. Desde ya que la idea de aula-taller implica un espacio donde no hay lugar para el control; ni el control de lectura, ni el control de lo que se ha programado. El taller es el lugar donde sucede lo imprevisto, donde se habla/ se conversa sobre aquello que el profesor no previó. En este sentido, tanto la lectura como la escritura necesitan de la intersubjetividad para cobrar significado. Pensar la literatura en el aula-taller supone habilitar espacios de libertad, para que haya pluralidad de voces, para que se construyan multiplicidad de sentidos; dar y tomar la palabra para oír y dejar oír cada voz particular que se enriquece, se nutre de la mirada de los otros, de la experiencia personal y de la experiencia del otro, diversa, distinta por naturaleza.
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Metegol A 150 años de la creación de la primera asociación de fútbol, el cine argentino de animación lo festeja.
Este ano se cumplen 150 años de la conformación de la primera asociación de fútbol y 120 de la argentina (AFA). No hablamos de un deporte cualquiera; tal vez por el hecho de que en el mismo equipo pueden participar altos y bajos, lentos y rápidos, pasionales y mentales; tal vez porque lo único imprescindible para disfrutar son dos pibes y algo parecido a una media. El fútbol ha dado vuelta al mundo y conquistado corazones con su belleza universal. Habría que recordar que en la mismísima Sudáfrica del apartheid, frente al rugby jugado por los descendientes de los ingleses blancos, la población negra ha preferido volcarse al fútbol. Metegol Memorias de un wing derecho es el cuento de Roberto Fontanarrosa en el que Eduardo Sacheri se basó para el guión de Metegol, la primera película animada de Juan José Campanela. Y para el clima
general convocaron a un especialista argentino, Nelson Luty, que luego de media vida dedicada al comic internacional, se ha volcado a la animación especializándose en el desarrollo de los escenarios. Obsesivo por el detalle, la fidelidad al clima y la historia, consciente de la importancia de su trabajo. –En un principio de la animación, con el artista dibujando cada cuadro, pareciera que había un contacto más íntimo con la obra final. ¿Cómo es hoy el compromiso del artista con el resultado final? –Hay que tratar de tener un sentimiento al que a uno lo emocione, si no se logra puede ser frustrante tanto para uno, como para el productor o espectador. La animación digital o pintar por este medio es tan solo una herramienta más. Es cierto que no hay como disfrutar del papel, la pintura, el lápiz. Pero es tan solo una herramienta más y está en cada artista como saber usarla.
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Imagen de la película Metegol, de Juan José Campanella.
Efectivamente hay algo muy íntimo. Yo no soy animador pero supongo que es lo mismo que cuando dibujo un fondo o diseño un personaje. Hay un contacto profundo con el carácter de lo que se hace. –Su especialidad es hacer los fondos de los escenarios de las películas animadas. ¿Cómo se trabaja el fondo para una determinada película? –Sí, me especialicé en escenarios desde hace muchos años. Siempre quise trabajar en esto y en cuanto encontré el momento le di para delante. En las películas de dos dimensiones me llega el guión y comienzo. Hago muchos bocetos, diseño escenarios de locaciones y las voy viendo junto con el director. Una vez terminada las visualizaciones de varias secuencias de trabajo de algunos meses, comienzo a recibir imágenes de bocetadas por otros dibujantes y por encima de eso yo trabajo en las tomas. Se calcula cuántos planos hay que dibujar y cuántos se pueden volver a usar. Luego de
eso, el escaneo pasa a la parte de color digital donde voy dirigiendo el tema de color. –¿Hay diferentes estilos entre los cuáles se decide? ¿Qué tipo de decisiones toma al encarar un trabajo? –Todo lo referido en cuanto al color y la estética a seguir se define en el comienzo, en la preproducción. Los escenarios siempre para mí tienen que tener un nivel muy alto de definición y cuidado. Que el escenario sea creíble y cuente parte de la historia, la época, esté acorde con los momentos de tensión .Todo eso hace que la gente entre en ese mundo y se lo crea más allá del guión que lo acompañe. La belleza entra por los ojos dicen. En las películas en tres dimensiones también tengo previa, la preproducción. Pero, a diferencia de las pelis de dos dimensiones que tengo que dibujar todos los escenarios para cada toma, acá tengo que hacer el arte conceptual y definir la estética de cada secuencia.
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–En ese cuidado del concepto, ¿cómo se decide el estilo? –Los diferentes estilos tienen que ver con qué es lo que quiere a veces el director. Otras veces si el director no sabe cómo encarar esa imagen yo vuelo y propongo qué es lo que más me gusta y muchas veces suelo decidir y me alegra que me lo confíen. Me gusta crear y tomar esas decisiones. –En sus inicios deja la escuela de arte Belgrano tras sostener frente a un profesor que el comic es arte. –Sí es cierto que dejé la escuela de bellas artes por algunos profesores con pensamientos retrógrados. Decidí irme y probar suerte haciendo historietas por mi cuenta. En esos días yo confiaba en lo que hacía, que hoy lo veo a la distancia, sé que estaba dando mis primeros pasos. Tuve la suerte de rodearme con gente genial, que me enseñaron el oficio de la historieta y que muchos de ellos venían de la animación, como Carlitos Meglia, Alberto Saichann, Chiche Medrano. Oscar y Chiche Saavedra, Roque Vitacca, Carlos Trillo. Conocí mucha gente que me enseñó e hizo que yo me enamore más de la animación con las anécdotas que me contaban. –Ahora bien, ¿qué queda del comic en la animación actual? –Las imágenes que vemos en las películas animadas hoy se parecen mucho al comic en cuanto a los enfoques y puestas de cá-
mara. Muchos animadores son dibujantes y muchos de ellos cuando no animan para una película o publicidad ilustran para libros o historietas. Sin embargo, veo estudios que hacen películas destacando grandes imágenes en lo visual, pero que se olvidan del guión. Son grandes escenas. ¡Explosivas! ¡Geniales! Pero se olvidan de contar. Y me da la sensación que eso mismo pasa con lo cotidiano en la vida. Van todos a mil y nadie se fija en lo que le sucede al otro. Igual que la vida cotidiana: no pensar mucho, vivimos a mil. De hecho mi paso por el comic era eso, contar historias. –Al encarar Metegol, ¿tuvo que repensar algo de la estética para pensar en una referencia argentina? –Cuando comencé el proyecto, Juan José Campanella me decía que quería algo entre España y la Argentina pero luego cuando vio los primeros conceptos y observó más o menos para donde iba, a él le gustó la idea de que sea un barrio similar a San Telmo, más porteño. De todas formas tiene algo de España, si hay algo que no se puede negar es nuestra cultura y la de nuestros abuelos inmigrantes. Yo trato de transmitir mucho de esas cosas porque veo que de a poco se van perdiendo. A la hermosa variedad de la arquitectura de Buenos Aires nadie la respeta y demuelen edificios como si ya no tuvieran importancia.
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Esto no es una maqueta por Luciana Fernández
La ilustradora Luciana Fernández cuenta cómo trabajó para dar clima, consistencia y dramatismo a una historia de Iris Rivera publicada por Editorial Calibroscopio.
Conoci la historia de Maqueta cuando Iris me la leyó, café de por medio, en la Feria del Libro de Buenos Aires. Ella buscaba a alguien que pudiera dar cuerpo a este cuento, alguien que trabajara en tres dimensiones. Es que la acción transcurría en una aldea que parecía construida en miniatura: “La Anselma era una aldeana de corcho que vivía en un reino de cartón. El suelo y los cerros eran de arena, pero el río que bajaba era de agua. Ni de pétalos de rosa ni de escamas de jabón.” Las palabras del texto hacían que lo que estaba sucediendo se pudiera ver, oír, tocar. El cuento estaba narrado de manera tan concreta que mi primer desafío fue ir por un camino diferente, tal vez complementario. Y probé por lo abstracto, sintético, simbólico. Lo primero que decidí fue entonces no construir una maqueta. Para dar con el clima, el tono del libro, busqué paisajes de pueblos del interior del país, colores tierra, quietud, silencio, precariedad. Cuando encontré fotos de inundaciones en el Chaco, ya no busqué más. Para modelar el río, usé arcilla fresca. Quise que este río fuera el personaje más vivo, dinámico y hasta orgánico de la historia, y lo puse en contraste
con los personajes humanos que, arrastrados por él, se veían esquemáticos, estáticos, inarticulados. En comparación con semejante río, las personas se veían lentas, distraídas o distantes, poco expresivas. Sin embargo, busqué que cada personaje fuera diferente, que el lector los pudiera identificar. A la vez, traté de que todos ellos, habitantes de la misma aldea y sacudidos por la misma historia, se vieran como lo que eran: una comunidad. El río entonces iba a irrumpir con fuerza viva, imparable, a desbaratar esa aldea quieta con sus habitantes sin sorpresas y sus mandatarios distantes. Una aldea lenta y sin sobresaltos, sacudida de repente por una tempestad devastadora. Cuando resolví repetir la ilustración del pueblo antes y después del desastre, tuve a flor de piel las imágenes del tsunami de Japón. Y no pude evitar asociar al rey y sus ministros con muñecos de juguete sin desembalar, metidos en una caja de cartón. Nada podía ser igual en esta aldea después de semejante devastación, lo tuve claro. Pero en la manera de mostrarlo quise ser muy sutil y lo trabajé en los ojos de la gente.
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Promoción de la lectura en la escuela por Daniela Azulay
Leer, elegir y escuchar. Compartir lecturas en el aula, en la biblioteca, en el recreo.
El escenario ¿Qué pasa con la lectura de literatura en la escuela cuando no llega de la mano de un contenido específico? Lecturas que suceden en las escuelas, docentes y directivos que las propician y las promueven. Y chicos que se sumergen en las historias. A partir de las visitas a varias escuelas de la ciudad, de conversaciones con docentes y directivos, deseo compartir algunas experiencias… ¿Qué pasa con las buenas prácticas? Esas que al escucharlas decimos, “Ay, que bueno eso”, lo podría hacer… Aún recuerdo el entusiasmo que me generó leer El misterio de las valijas verdes, de Syria Poletti, y los Cuentos de Pedro Urdemales, en la escuela, con otros, leerlos sola y leerlos formando parte de una comunidad lectora. Y las conversaciones que se dieron en torno a los libros y las palabras. Compartir prácticas nos alimenta y nos interpela para seguir haciendo, para camEspecialista en Lectura. Coordinadora de la biblioteca de la Asociación Civil La Vereda.
biar o afianzar lo que hacemos, para retroalimentarnos. Ponernos “ojos a la obra” y salir de un lugar de queja y añoranza por un pasado que no siempre fue mejor, de la creencia (inadecuada) de que los chicos no leen. Como dice Zaid, echar leña al fuego de la conversación. Apostar a esa conversación, confiando en los alumnos, en los docentes como mediadores, en los libros y en esos encuentros. ¿Cómo les proponemos la lectura? ¿Qué hacemos nosotros para que lean en la escuela? ¿Qué hacen maestros, bibliotecarios? Las posibilidades son variadas: leer un cuento, leer poesía, leer todos juntos una novela, leer juntos en silencio. Leer todos libros distintos, leer libros en pequeños grupos y luego intercambiar, comentar, discutir… entre otras.
Antes de leer, leer ¿Qué lecturas y cuándo? Escuchar a docentes y bibliotecarios preocupados buscando qué libro van a compartir con sus alumnos.
Desde el aula 1 a 1 / 41
Preguntando, leyendo en las vacaciones, buscando “el libro”. Entusiasmados cuando lo encuentran. Esto nos lleva a pensar en lo básico, lo imprescindible que es la lectura previa del material que proponemos. Como dice Hernán García, docente de 6to y 7mo grado en una escuela de Palermo: “Algo que me da resultado, aunque suene a verdad de Perogrullo, es conocer la novela y que me guste. Quiero decir, conocerla, haberla leído, marcado, subrayado, saber en qué momento se generan las tensiones, dónde hay que dejar de leer, cuándo se debe bajar la voz, cuándo conviene apagar la luz.” Es indispensable conocer el texto que quiero compartir. Encontrarle el ritmo, los silencios, saber cuándo hay que apurarse, cuándo hay que hacer una pausa. Saber qué pide ese texto para ser leído en voz alta, para ser leído por entregas, para proponer como lectura individual. Y el momento… ¿Cuándo elegimos leer un libro en la escuela? Cuando ya se ter-
minaron las tareas, cuando hay hora libre… O le damos un espacio a la lectura, un momento, un instale, un tiempo. La propuesta: démosle su espacio a la lectura literaria. Dice Teresa Colomer en La ficción enseña a leer: “…muchas habilidades de lectura (la velocidad, la inferencia, el autocontrol de la comprensión, etc.) se desarrollan sobre todo en la lectura de ficción.” Y continúa Hernán García contando sobre su práctica: “Darle lugar a la lectura, darle un lugar importante, genera un momento esperado. Eso es un comienzo atractivo porque la mayoría de los chicos se transforma en un “público cautivo”. Es interesante, y un poco gracioso, saber que ellos creen que no están trabajando. Como si la lectura sin el trabajo posterior de responder preguntas o buscar adjetivos no fuera tal.” La idea no es que no se enseñen los contenidos, no, por supuesto que no, pero que se lea con los chicos en la escuela, sin otra actividad que la lectura misma, ese, ese es un gran objetivo.
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Un árbol de libros leídos Poner el ojo en los alumnos. Ser sensibles a sus distintos recorridos lectores. Armar espacios de encuentros con los libros. Que estén ahí, al alcance, que puedan elegir. Proponer lecturas y conversaciones en torno a esas lecturas. En la escuela 14 del distrito escolar 8 de la ciudad de Buenos Aires, armaron, en función de algunas prácticas que ya venían llevando a cabo y aprovechando la ocasión de la Semana de la lectura, un árbol de cuentos. Leyeron, armaron mesas de libros, se leyeron cuentos entre alumnos de un mismo grado, los más grandes les contaron a los más chicos, los más chicos expresaron qué es para ellos leer (“Leer es crecer, saber palabras” dijo un chico de primer grado). Luego lo volcaron en pequeños libritos que fueron haciendo frondoso el árbol de cuentos. Es decir, cada chico fue sumando un comentario sobre alguno de los libros escuchados o leídos. Dice Silvana, maestra de 7mo: “A los libros de la biblioteca les sumamos libros míos y de los chicos, y en el aula compartimos lo que leyó cada uno, intercambiamos y charlamos, antes de ir a colgar los comentarios al árbol”. También aclara que no es fácil sostener algunos proyectos, que desde principio de año que los de 7mo les leen a los grados más chicos y que a veces la vorágine hace que cuando llegan a un aula no puedan leer ese día, pero se sigue intentando. Permítanme retomar acá un párrafo de Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario de Delia Lerner: “Poner en primer plano el propósito de formar lectores competentes nos llevará, en cambio, a promover la lectura de libros completos, aunque no podamos controlar con exactitud todo lo que los alumnos han aprendido al leerlos: enfatizar este propósito nos conducirá además a proponer en algunos
casos que cada alumno o grupo de alumnos lea un texto diferente, con el objeto de favorecer la formación de criterios de selección y de dar lugar a la formación de relato mutuo o de recomendación que son típicas del comportamiento lector.” Ahora el desafío es que ese árbol dé otros frutos, poder compartir entre toda la comunidad escolar esas lecturas, esas recomendaciones, volcarlas en la revista de la escuela, que circulen y se expandan. Como dice Teresa Colomer, que los libros y los maestros trabajen juntos para que suceda la lectura.
Un principio No encuentro mejores palabras que las que ya escribió Graciela Montes: “La historia del lector, que comienza, ya vimos, precozmente, cuando no es dueño todavía de la palabra (no digamos ya de la letra), es una historia sin fin. Ni se inicia en la alfabetización ni termina en tercer grado, ni en séptimo, ni en la universidad. La historia de un lector se confunde con su vida. Siempre se estará “aprendiendo a leer”. Y siempre quedarán lecturas por hacer, tapiz por tejer y destejer. También puede haber, de tanto en tanto, algún otro “maestro”, como el de la sociedad del aula, que nos dé espacio, tiempo y compañía, nos insufle confianza y nos deje leer.” Esta “historia sin fin”, tiene un principio, y ese principio muchas veces sucede en la escuela de la mano de un maestro, de una maestra. ¡Aprovechemos!
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Bibliografía Teresa Colomer, La ficción enseña a leer, en El monitor de la educación. Año 2 Nª. 4 / Noviembre de 2001. Lerner, Delia. Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. México: FCE, 2001. Montes, Graciela. La gran ocasión. Plan Nacional de Lectura, 2006.
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Teko Mbarate (Rigo 23) Museo Berardo, Lisboa.
Crónica de un género por María Beatriz Medina
Un acercamiento a la literatura infantil y juvenil en Venezuela.
Iniciamos con este texto una serie de entregas que pretende situar en perspectiva la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela. Siempre bajo una mirada particular decantada por el quehacer en el ámbito de la investigación de la LIJ y la promoción de la lectura. Distinguir la calidad Se da la oportunidad de situar este inicio en el umbral del siglo XXI cuando ya en el país se ha trasegado acertadamente la producción, edición y promoción del
género, de tal forma que las líneas que la definen se han consolidado. No quiere decir esto que esta revisión va de la mano del trabajo de selección y estudio que se viene desarrollando desde hace décadas en el Banco del libro de Venezuela. En abril del año 2000 Los mejores libros para niños y jóvenes, evento que muestra lo mejor de la LIj en lengua española arribaban a su vigésima edición. Daba
Directora del Banco del Libro de Venezuela
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cuenta, entre otros, de dos libros editados por Ediciones Ekaré: La composición y De noche en la calle. El primero de ellos, un cuento de Antonio Skármeta con ilustraciones de Alfonso Ruano y el segundo, una propuesta de la ilustradora brasileña Angela Lago. Ambos apuntaban a un objetivo: a la difusión de la literatura infantil latinoamericana con énfasis en la perspectiva realista crítica. Ambos autores lo hacen o bien desde un texto narrativo como La composición, que articula una historia sobre la censura burlada por lo no dicho y que proyecta el clima de tensión que generara un período difícil de la historia chilena; o a través de una propuesta gráfica, que de la mano de una ilustración anclada en el expresionismo, da cuenta de la experiencia de un niño de la calle de cualquier ciudad brasileña o de otra parte de Iberoamérica. En esa misma edición se reconocía el trabajo de Ediciones Camelia y la Editorial Playco. La primera recibía el reconocimiento por una serie que tenía como protagonista a Milton, un gato delineado como un personaje transgresor y nada fácil que puede ser divertido y provocador. Son los primeros pasos de una editorial que apuesta a la traducción, esta
vez de una autora e ilustradora suiza de origen iraní, que se distancia del tono de crítica social a la que apuntaban los títulos de Ekaré y se refugia en el ámbito, diríase que cotidiano y familiar. Por su parte Playco lanza a la arena editorial un título completamente hecho en casa, autora e ilustradora venezolanas –María Antonia Peralta y Morella Fuenmayor– que desmontan a dos manos el estereotipo de la bruja malvada, que como dice Brenda Bellorín logran “un divertido aquelarre donde una niña convertida en rana y una bondadosa bruja son los elementos de una historia rimada”, una historia que apela a la tradición y al trabajo artesanal muy bien logrado. Líneas de trabajo Esta aproximación nos revela tres líneas distintas de producción que resumen el panorama editorial de ese año para proyectar una propuesta diversificada, que manifiesta una variación para 2001 cuando se revisita la tradición oral y se redimensiona el libro de autor en títulos originales o traducidos, distanciados de la propuesta crítica de la realidad que se había hecho presente anteriormente. La ilustración se afianza sólidamente como propuesta textual en la mayoría de
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los títulos. Se editan, entre otros, El Conde Olinos (ediciones Ekaré) que recupera un romance tradicional anclado en la rima e ilustrado por Morella Fuenmayor; La familia Numerozzi del autor e ilustrador chileno Fernando Krahn (ediciones Ekaré) que desde la perspectiva del absurdo describe el nada lógico día a día de los personajes que integran una particular familia; Pequeño Zambo (Playco editores) de la ilustradora María Elena Repiso que convierte al personaje en el héroe cotidiano que logra vencer con astucia los peligros de la selva y ¡Splash! (Playco editores) de la escritora Yolanda Pantin ilustrado por Rosana Farías se articula en una sencilla narración que describen la vida plácida de tres morsas. Heinz Janisch, de origen austríaco, es el autor de Pelicanocho que publica ediciones Camelia con ilustraciones de la ilustradora boliviana Antonieta Medeiros y que apela al cuento clásico de Pinocho y a un lector que se mimetiza. Ekaré, editorial consolidada y reconocida internacionalmente comparte escena en ese momento con editoriales más jóvenes como Playco y Camelia, sin em-
bargo se mantienen ediciones alternativas tanto en la región capital como en el interior del país, como Nuestra América de la región andina de Mérida que publica en ese momento el título El maestro de las romanillas de María del Pilar Quintero, una autora que apela a la rima para relatar la relación de un abuelo carpintero que recupera en palabras el valor de su oficio para sus nietos, no puede decirse que las ilustraciones de María Elena Rábano estén muy logradas, sobre todo teniendo en cuenta el desarrollo de la ilustración que viene dándose en el país. A seguir las pistas Esta somera revisión nos da pistas para afirmar que estos primeros años del XXI están signados por la diversificación y constituyen una muestra de pequeños cambios en la producción de libros para niños y jóvenes en el país, donde la producción de creación nacional dialoga con una cantidad de traducciones de otras latitudes que va a dar cabida a un proceso de retroalimentación importante para ir decantando la impronta del género en este siglo.
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Selva de ciudad Autora: Fernanda Arguello Ilustraciones: David Pablo Pugliese Editorial Gerbera “La selva en la que se había metido era todo un desafío: colores nuevos, distintos olores, paisajes variados que jamás hubiera imaginado.” El cazador tiene aventuras en las que juega todo su valor al enfrentarse con guerreros, elefantes y… una perra amorosa. Nada mejor que ser un explorador en la propia casa.
Música amable al fin Poesía: Irene Gruss Ilustraciones: Cecilia Afonso Esteves Mágicas naranjas Ediciones. 2012 Para meter las narices en un libro mágico ingresar en http://arteilustracion.blogspot.com.ar/p/l-i-b-r-o-s.html Una bellísima combinación entre el texto de la gran poeta Irene Gruss y las imágenes minimalistas de Cecilia Afonso Estevez.
Colección Otra Vez
Papelera Palermo presenta su primera colección de libros, reuniendo varias pasiones: ilustración, serigrafía, piezas únicas e irrepetibles, textos ancestrales y tradición poética. La Colección Otra Vez está creada en conjunto con los editores e ilustradores Roberto Cubillas y Cristian Turdera. Apunta a rescatar textos, juegos o coplas cortas de la literatura popular argentina y europea, muy conocidos a través de la transmisión oral, de generación en generación. Además, cuenta con el padrinazgo de Laura Devetach, como curadora y asesora general. Cada título combina las ilustraciones con versos tradicionales de la literatura en español, y en el reverso, a lo largo del fuelle, gracias al formato acordeón, presenta una obra única firmada por su autor.
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Así queda demostrado Textos de Nicolás Schuff Ilustraciones de Pablo Picyk Libros del Eclipse ¿La música calma a las fieras? ¿Contar ovejas da sueño? ¿Las nubes están hechas de algodón? Sus autores demuestran científicamente que las respuestas a estas preguntas es No. Una obra bellísima, plástica, lúdica.
Que llueva, que llueva Autora: Márgara Averbach Ilustrado por Eugenia Nobatti Editorial Sigmar Terminaba 2012 cuando comenzó a circular esta novela para lectores pequeños. En la pampa argentina, tras la sequía, la asamblea de animales del ombú decide comprobar si la vieja de la cueva es capaz de hacer llover. Y desgranando la canción verso por verso, una aventura de patas, garras y picos se pone en marcha. Averbach provoca repensar nuestro lugar en el planeta, con una historia genial y sin panfletos verdes.
48 / espacio editorial
Editorial Amanuta Editorial Amanuta fue creada en el año 2002 con la intención de rescatar mitos, tradiciones, leyendas, cuentos, historias y otras expresiones que forman parte de la tradición latinoamericana, para así darlas a conocer a los niños de Chile y el resto del continente. Para esto hemos elegido como soporte el libro ilustrado, pues se trata de un formato que reconoce la importancia de la imagen en nuestra cultura, al hacer la conexión entre texto e ilustración. Lo que da espacio a la experimentación e innovación, desde una perspectiva moderna y creativa. Así, Amanuta responde a la necesidad de una industria que refleje la identidad de autores chilenos y latinoamericanos, en la que tradiciones y contemporaneidad, herencia y nuevas experiencias, se entrelazan en un todo a partir de texto e imagen. Hemos ampliado la temática de nuestro catálogo, incorporando colecciones que desa-
rrollan contenidos científicos, ecológicos, antropológicos, del quehacer humano y las emociones, las actividades y los juegos. Mediante la Colección Remolino, le ofrecemos al lector alternativas interesantes para crear, divertirse y reencontrarse con juegos de antaño, mientas que la Colección Niños con Cuento los transportará a mundos de ficción y aventura. Asimismo, contamos con una cuidada selección de poesía −Colección Poesía Ilustrada−, perteneciente a reconocidos poetas chilenos del siglo XX, con la que hemos recuperado, entre otros, la versión de los clásicos cuentos de Charles Perrault, realizada por Gabriela Mistral. Es así, como su versión de Caperucita Roja, es la protagonista de nuestro actual proyecto de libro digital, el que también estará disponible en inglés, permitiendo que el trabajo de Editorial Amanuta consiga un alcance universal. //
Novedades 2013
Elzbieta + 4 años
La historia de una familia a la que solo la magia podrá salvar. + 4 años
Laura Escudero Ilustradora: Claudia Deglioumini Un misterio estampado en la nieve de elevadas cumbres milenarias.
+ 8 años
Otros títulos de la colección:
Libros distintos para lectores distintos.
www.literaturagm.com.ar
info@grupomacmillan.com.ar · www.grupomacmillan.com.ar ·
: Portfolio Grupo Macmillan
Al pájaro pajarito a fuerza de pajarear le picoteó en la garganta la picazón de cantar. LO QUE ESCUCHÓ UN PAJARITO 32 páginas, formato: 23 x 19 cm. ISBN 978-987-642-168-3
EDELVIVES
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Iris Rivera | Claudia Deg
liuomini
LO QUE ESCUCHÓ UN PAJARITO
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Iris Rivera | Claudia Degliuomini
liuomini Iris Rivera | Claudia Deg
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