Una siesta antes de comer Sandra Comino Ilustraciones Yael Frankel
A Tata y Angie, que están en otro cuento y a Mariu que me contó este. S.C. Para Fer, amigo entrañable (tanto mío como de las siestas). Y.F. A todos los Tiopos y las Tiatis compinches.
Una siesta antes de comer Sandra Comino Ilustraciones Yael Frankel
Sandra Comino Una siesta antes de comer / Sandra Comino; ilustrado por Yael Frankel. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: La Bohemia, 2014. 24 p.: il.; 21x19 cm. ISBN 978-987-1019-57-1 1. Libros para Niños. I. Frankel, Yael, ilus. CDD 808.899 282 Fecha de catalogación: 21/03/2014
© Editorial La Bohemia © Sandra Comino © Yael Frankel ISBN: 978-987-1019-57-1 Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Primera edición: abril de 2014 Dirección Editorial: Valeria Sorín y Laura Demidovich Diseño y armado: Valeria Goldsztein Corrección: Roxana Cardoso
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, en forma idéntica o modificada y por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico, informático, de grabación o fotocopia, sin autorización de los editores. Impreso en Argentina. Printed in Argentina Este ejemplar se terminó de imprimir en abril de 2014 en los talleres de Artes Gráficas Integradas, ubicados en Florida, Buenos Aires.
La mamรก de Juanita trabaja, por eso a veces la cuida la nona. Cuando la nona no puede la dejan en la casa de su hermana, Tiati, o de su hermano, Tiopo.
A Juanita le gusta una cosa misteriosa de las casas de Tiati y Tiopo: estรกn conectadas por un pasadizo secreto, casi como el que atraviesan las doce princesas bailarinas. Solo que este tiene forma de pasillo, es oscuro, chiquito y con paredes desnudas.
Tiati cuida a Juanita cuando Amparo y Paloma estรกn en la escuela y al regreso les prepara el almuerzo a las tres. En realidad, el almuerzo en la casa de Tiati es para todos los que tienen hambre. Quien pasa por la vereda y huele la comida toca el timbre para entrar a comer.
Un día, justo cuando la mañana está por terminar y el viento regala a la vereda una alfombra de hojas, Tiati cocina tarta de carne. No falta mucho para comer, pero Juanita tiene ataque de llorar porque extraña a su mamá y nadie puede hacer nada. Tiopo, que es grande como Aquiles, escucha los gritos desde la terraza y baja. Juanita está sentada en el piso abajo del ventilador de techo -apagado porque es otoño- y del ataque de llanto está por pasar al de pataletas. -¡Nenita! ¿Qué pasa? A Juanita le parece que Tiopo es más fuerte que Hércules.
Juanita deja de llorar porque tiene que mirar mucho para arriba y, si llora con el cuello estirado, le da tos. Mientras se seca las lágrimas con los puños, se siente más chica que Pulgarcita. Cuando Tiopo escucha llorar sueño. Los dos tienen sueño que es grande, cuando llega es de imaginar que a ella le -¿Me das chicle? -No, porque te los tragás.
a Juanita sabe qué le pasa: tiene porque se levantan temprano. Y si él, el mediodía desfallece de hambre, pase igual. Por eso la lleva a su casa.
Tiopo pone la picadita sobre la mesa, se sienta con Juanita en brazos y enciende el televisor. Los brazos de Tiopo se convierten en almohadones para Juanita que apoya la cabeza en uno, y las piernas en el otro, como si estuviera en una hamaca. Tiopo come queso y jam贸n, la hamaca se mueve. Ella tambi茅n come. Un rato despu茅s los ojos de Tiopo, que se comi贸 todo, se cierran.
De pronto… viento y truenos. Es Tiopo que ronca y sopla. Juanita sin moverse siente que las piernas de Tiopo se estiran. La hamaca, es decir los brazos, se aflojan. Menos mal que Juanita se sostiene. Mira de reojo. Sí... un tobogán. Solo hay que esperar la oportunidad para lanzarse. Lo intenta una vez y Tiopo reacciona. No deja que se caiga. Luego, de nuevo el viento y los truenos. Juanita imagina que está en el medio de una tormenta. Quiere incorporarse, pero Tiopo la salva y le dice: “Dormí un rato, nenita, dale”.
Y lo intenta por tercera vez... Por fin las manos de Tiopo se abren y Juanita puede deslizarse como en el tobogán de la plaza. Cuando llega al piso, pone entre los brazos de Tiopo el oso de peluche que le había regalado la madrina. Él lo agarra fuerte, se le abre la boca y otra vez viento y truenos. De golpe, otro trueno. ¿O un ronquido? Juanita que acomoda la alacena ve que una tapa de olla se va enojada por el piso. Gira hasta los pies de Tiopo y cuando choca con los zapatos, cae. El ruido a metal es infernal y no termina. Juanita tiene que taparse los oídos.
Tiopo se despierta y el peluche vuela por los aires. Como no ve a Juanita, sale corriendo a buscarla. Casi la pisa porque ella está en el suelo entre los platos y las ollas. Tiopo sale por la puerta de adelante y la deja abierta. Juanita ve lo que sucede en la vereda. Menos mal que quedó atrás de la olla que se usa para los fideos. Juanita no entiende por qué Tiopo grita y Tiati llega con el delantal puesto y los dos se agarran la cabeza. La tarta de carne está lista. Están por llegar Paloma y Amparo. Todos asustados. Tiopo les dice a los vecinos: -Se perdió Juanita.
Todo el barrio la busca. Juanita, que nunca deja que le pongan ni una gomita en la cabeza y anda con los pelos revueltos, se mira en la olla y se sonríe. ¡Los grandes arman cada lío! Vuelve a observar el alboroto, pero no se anima a hablarles porque no quiere asustar más. Tiopo grita: -Juanita, ¿dónde estás? Tiati casi llora: -¡Te dije que la cuidaras! Esther, la vecina, dice que hay que avisar. ¿A quién? No se sabe, pero hay que avisar.
De pronto, aparecen Amparo y Paloma. Las dos pasan frente a Tiopo y a Tiati. Salen de la puerta secreta que se transforma en pasadizo, lo cruzan, se peinan con el tul y nadie las ve. Saludan a Juanita que al verlas se pone feliz. Entonces se anima a ir a la vereda con ellas y le dice a Tiopo: -多Domiste ben? 多ya t叩?... 多comemo comidita de Tiati?
Los chicles Sí, Juanita se traga los chicles. Sin ir más lejos, la noche anterior se había tragado uno porque se quedó dormida en brazos de mamá, con el chicle en la boca. Cuando la mamá la acostó sobre el sillón, Juanita empezó a toser hasta que pudo hablar y dijo: “Lo tagué”. Y ahí empezaron los gritos. Menos mal que no estaba la nona. Igual, el papá le dio miga de pan, postrecito y agua. Y llamaron al médico que dijo que no era nada, pero a Juanita le dijeron que el chicle se pega en la panza para siempre, así queda bien asustada y no se los traga más.
Sandra Comino nació en Junín, pero desde joven se instaló en Buenos Aires. Es escritora, docente y ejerce el periodismo. Sus libros han sido leídos por miles de chicos en Argentina, Cuba, México, y Canadá. Yael Frankel nació en Buenos Aires, pero sus ilustraciones han viajado por todo el mundo. Este es el primer libro que publica en su país.
Juanita tiene hambre, sueño y extraña a su mamá. Junto a Tiopo, espera el almuerzo. Pero se armará un gran revuelo cuando Juanita se escape para jugar en la alacena. Una bella historia acerca del amor entre nietos y abuelos.