La otra velocidad de Daniela Acosta

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daniela acosta

la otra velocidad



Daniela Acosta

la otra velocidad

la calle passy 061 ediciones


© 2010, Daniela Acosta © 2010, La Calle Passy 061 Ediciones Diagramación: Víctor Quezada Edición Vitual http://lacallepassy061ediciones.blogspot.com


la otra velocidad



la otra velocidad - 7

Flotar

Al desaparecer se muestra, provoca aún más. Repeticiones de movimientos gestos y cuerpos pasan, están. Borrarlos, contraerse no parece la salida. Nada más sostenerse en la superficie.


8 - Daniela Acosta

Abedul No hay caso ni cosa que lo cambie. Se desvanece en cuanto se lo atisba en un rincón agazapado. Las láminas se superponen forman ángulos figuraciones de huesos en línea. Impiden el olvido. A lo lejos, alguien canta. Pero nadie mueve siquiera una comisura, una puerta para este abedul. En la alacena o bajo ella, invocarlo, atraerlo hacia la orilla. Dejar palpitaciones, columna afuera, en el centro.


la otra velocidad - 9

Se cruzan con jaurĂ­as De pie siento la brisa fresca del clima polar de altura que me vio crecer Cuelgan papelitos brillantes simulacros de ofrendas angelitos maltrechos guirnaldas de colores Los niĂąos caminan con los ojos muy abiertos bien erguidos persiguen pelotas varillas moscas se cruzan con jaurĂ­as. Perros lenguas rojas capean el calor de diciembre.


10 - Daniela Acosta

Se deshace Un ruido en el 谩nimo porque limpi贸 un plato que se qued贸 sin su taza. Es que hab铆a suciedad imperceptible a la vista dice con cara redonda mientras me saco los pelos sus pelos del cuerpo.


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Atardecer Los relojes solares hechos de terrones en el patio. Desde sus bordes el calor sube, secan la garganta y el sudor. Una y mil veces, hasta que dan las nueve, todos ellos desperdigados en el patio que triplica a la casa, recuerda otro verano, las mismas caras, ojos cruzรกndose; otros รกrboles, manos tibias, posadas suavemente en otras.


12 - Daniela Acosta

De lado Este río torrentoso donde deposito hojas para verlas avanzar Esta corriente firme a mis manos y pies alcanza, sube y no ceja Es el nerviosismo por lo rápido, el ansia de que el corazón deje su latido De lado una vez más El silencio lo envuelve todo nuevamente, hasta que cáscaras hojas astillas y mugre se unen bajo el agua.


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Plisar el cuerpo El tesoro está en silenciosa disputa. Todo el tiempo. Pequeños destellos quizá en el fenomenal escenario, pero solo eso. La acción del ojo no cesa: arriba de frente el codo sobre el hombre pequeños movimientos alongando músculos olvidados. Pies por ojos que amplifican sus ecos en el sendero profundo y relativamente angosto. Afuera la luz cegadora. Afuera los ruidos.


14 - Daniela Acosta

Del diablo La puerta de a poco se cierra tras nosotros el ventilador está al máximo si nos detenemos un momento es para sonreír solo con los ojos manos agitadas boca saliva un olor dulce sin pensar girar desenvolverse la ropa caer en el calor suave babas del diablo en mi calzón.


irrupci贸n del extranjero



la otra velocidad - 17

IrrupciĂłn del Extranjero

Ella cae. Su mano cae. Pesada se acerca a la sien palpitante. Como si estuviera bajo el agua o si los aĂąos le condensaran la sangre, el relleno de la piel. El tesoro estĂĄ escondido y lo sabe. Mientras, el Extranjero cavila desde lo azul sobre la velocidad con que decanta el polvo.


18 - Daniela Acosta

El otro tiempo

Como cuando el asir es un hecho y las voces no estorban. El encontrarlo desenvuelto en posici贸n contraria ayuda al ejercicio que se torna cotidiano de pronto. Lo imposible es escribir su cara alcanzar el otro tiempo, la otra velocidad.


la otra velocidad - 19

Extranjero manda

De gestos leves se construye. Pedir a la mano acariciar la espalda, los brazos, los hombros. La boca recorre la espalda. La palma baja por el costado, hacia el espacio preciso donde se cruza el brazo hasta la panza. El torso y las piernas: pegados en su atrás. El Extranjero la hace reír con órdenes que ocultan la súplica.


20 - Daniela Acosta

Tratar

Y no se puede explicar el sol en el piso la piel arrugada residuos nocturnos que cabalgan en la lengua, al costado del ojo a la orilla del mar Cuando las palabras como lluvia se logra prescindir de su risa de violines.


la otra velocidad - 21

Prodigio

No vamos seguido hacia lo grueso lo entendemos degradado y al fin ya nadie se acerca. Sabemos lo inasible de un gesto si el cuerpo es solo un receptรกculo apenas una extensiรณn del ojo perdido. Aunque no deja de lloviznar, el Extranjero jura una vez mรกs, no perecer.


22 - Daniela Acosta

Ya no parte del bosque

La piel lívida, la tierra en el pelo bajo el agua Habría que verlas despacio, piensa Las tierras del extranjero, amarillas desde el ámbar hasta el ocre pasando por amarillos violáceos amarillos indescifrables amarillos intangibles cariñosos Y ese era el lugar el espacio donde podían mirarse porque el exilio era otra forma de comprensión ya no parte del bosque.


ÍNDICE Flotar Abedul Se cruzan con jaurías Se deshace Atardecer De lado Plisar el cuerpo Del diablo Irrupción del extranjero El otro tiempo Extranjero manda Tratar Prodigio Ya no parte del bosque

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la otra velocidad fue pensado y diagramado en los talleres de la calle passy 061 ediciones en el mes de julio de 2010

contacto: lacallepassy061@gmail.com

http://lacallepassy061ediciones.blogspot.com




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