El juicio de la naturaleza - La Cuculmeca

Page 1

El juicio de la Naturaleza Cuento

Es una iniciativa de:

Con el apoyo de:

aecid


Es una iniciativa de:

Con el apoyo de:

aecid

Esta publicación fue posible por el financiamiento proporcionado por la Agencia Española de Cooperación internacional al Desarrollo (AECID) en el marco del programa “Reducción de la vulnerabilidad en áreas empobrecidas a través del acceso al agua potable, el saneamiento y la gestión sostenible de recursos hídricos y del territorio con enfoque de cuenca hidrográfica”, conocido como “Programa TERRENA” y ejecutado por La Cuculmeca, Centro Humboldt y ONGAWA, antes Ingeniería Sin Frontera - Asociación para el Desarrollo.

El juicio de la Naturaleza Cuento

Es una iniciativa de:

Con el apoyo de:

aecid

AUTOR: Henner Obregón ILUSTRACIONES: Alvhents Rodriguez EDICIÓN y DISEÑO GRÁFICO: Henner Obregón JINOTEGA, NICARAGUA. Octubre 2011 Publicación bajo Licencia Creative Commons www.cuculmeca.org


El juicio de la Naturaleza Cuento

Dedicatoria • A todos los habitantes del CORREDOR BIOLÓGICO entre las Áreas Protegidas Reserva Natural Cerros de Yalí y el Paisaje Terrestre Protegido Miraflor - Moropotente. • A todas las personas que les preocupa su futuro, el de sus hijos e hijas, el de sus nietos y nietas. • Al personal de La Cuculmeca por sus valiosos aportes para la realización de este cuento. • A todas las instituciones preocupadas por el desarrollo del país, como La Cuculmeca, el Centro Humboldt y ONGAWA, para que este sea armónico con la naturaleza y respetuoso de ella. • A todos los niños que dieron sus opiniones para mejorar este cuento: Bryan, Naujlegna Wanky, Carlita, Bryan Adán, Yulisa, Mikelyn Trigidia, Maria José, Johanita, Donna Alessandra y todos los niños y niñas de La Cuculmeca.



CAPÍTULO 1 Izel y el pacto con la Madre Naturaleza

H

ace más de quinientos años, en tiempos de los pueblos indígenas, cuando los bosques eran los dueños de la naturaleza, vivía Izel, el Chamán. En una noche iluminada por los rayos de la luna, Izel, líder espiritual de la tribu, profeta de la cacería y del clima, conservador de las tradiciones, adivino y curandero, llamó a todos los habitantes del bosque. Llamó a los pobladores de El Salto, La Colmena, La Estrechura, El Volcán y demás comunidades vecinas. A los árboles, a las plantas. También llamó a los animales del bosque: al león, al jaguar, al mapache, al venado, al mono congo, al quetzal, al pájaro rancho, la boa, la guardatinaja, la guatuza, entre muchos. Y con fuerte voz se dirigió a todos y cada uno de los presentes: -Hace muchos años que hemos seguido al pie de la letra, la tradición- exclamó Izel -, la que nos enseñaron nuestros ancianos. La tradición de conservar nuestros bosques, nuestras plantas y animales. -Sin embargo, son tiempos nuevos los que llegan y tendremos que ser fuertes para no olvidar todo lo aprendido. En el futuro muchos olvidarán la tradición que, por siglos, nuestros ancianos nos han contado.



-Por ello, la Madre Naturaleza me ha llamado para transmitirles este mensaje que deberá pasar de generación en generación. De los padres a los hijos, de los hijos a sus hijos y así sucesivamente. -Deberán respetar los bosques y todo lo que habita en ellos: sus árboles, sus plantas, sus animales, sus fuentes de agua. Porque sin bosques no hay agua, ni aire y sin eso nadie podrá vivir. -Todos los humanos, sin excepción, desde el más grande hasta el más chico, desde el que vive en esta montaña hasta aquellos que viven en las comunidades más lejanas, deberán conservar sus recursos y saber aprovecharlos. Sólo así sustentaremos la vida de hoy y la de mañana. -Mientras tanto, prosiguió Izel, la Madre Naturaleza me ha dado este bastón con la cabeza del Dios Jaguar, que es un símbolo de fortaleza, astucia, destreza y poder, como muestra de su compromiso hacia nosotros. -Todo esto hasta que llegue el día en que nosotros, en armonía con el reino animal y los demás reinos nos unamos en un solo circuito. Hasta ese momento, el mundo estará listo para formar parte de la civilización del universo. Acto seguido, Izel guardó ceremoniosamente el bastón. Todos quedaron gozosos por la hermandad y por haber sellado y ratificado el compromiso de la tradición en la reunión. Aunque muchos quedaron dudosos e inquietos por el porvenir.



CAPÍTULO 2 La tradición perdida

E

n la comunidad de "El Volcán", cerca de una quebrada y un bosque lleno de pájaros y animales se encuentra la casa donde viven Carlos Adán y su hermana Blanca. Sentados en un taburete del corredor de la casa, viendo como cae el sol de la tarde, se encuentra toda la familia: el papá Norvin, la mamá Arlen y el abuelo Reynaldo. A lo largo, se divisa el “Volcán” Yalí. Este cucurucho forma parte de un montón de montañas que se conocen como Cerros de Yalí y son una Reserva Natural. -Bueno- les dice sonriendo el abuelo Reynaldo- Ahora que estamos aqui sentados, les voy a contar una historia acerca de los pueblos indígenas. -Ellos vivían en el bosque, recogían frutas y cazaban animales. Tomaban lo justo y lo necesario para vivir. El bosque les daba troncos, ramas, hojas, palmas, caña y construían sus chozas. Además cultivaban la tierra, sembraban maíz, frijoles, yuca, papa. Pero todo esto lo hacían pidiendo permiso al bosque. Rezaban al Dios del bosque, para que este no se enojara con ellos por haber herido árboles, plantas o animales. Para ellos el bosque era vida. -Abuelito, y ¿porqué ahora no respetan los bosques?preguntó intrigado Carlos Adán. -Bueno, Carlos Adán, ese es el problema. Se perdió la tradición- respondió el abuelo Reynaldo. En la época de nuestros antepasados se creía que matar un león o botar un árbol, era de mala suerte. Había mucho respeto por el bosque y sus habitantes.


10


-Pero después, mucha gente olvidó las antiguas creencias y comenzaron a cazar al león, a quemar los bosques, a matar los pájaros y otros animales. -En los últimos años se ha hecho mal uso del suelo, del agua y de todo lo que nos regala el bosque. La gente quema para sembrar cualquier grano; despala para sembrar más café y hacer más potreros. Esto friega los suelos y los vuelve improductivos. -Contaminan las fuentes de agua botando cualquier litro de veneno en las quebradas y los ríos. ¡Como si el plástico fuera la flor nacional!- continuó diciendo el abuelo Reynaldo. Es como dice Chicopadre en Yalí: “Por naturaleza, somos la peor plaga que existe”. -Por todo esto, ¡ya ni los venados vemos que salen! La única que sale es la espantosa de la “taconuda” allá por “Las Chichiguas”. Y esto porque Pancho Bombón la vio peinarse por el río- siguió relatando el abuelo. -Yo sé que los árboles me dan frutas, sombra y aire fresco. Y las raíces vuelven porosos los suelos; cuando llueve, el agua se hunde y llena los pozos, los ojos de agua, las quebradas, las lagunas, los ríos. Por eso es que yo cumplo con la tradición: para que se conserven los árboles, las plantas, los animales, el agua. ¡Para que todo mundo viva! -La sangre es vida, la vida es agua… El agua es la sangre de la Naturaleza- concluyó el abuelo Reynaldo.

11


12


CAPÍTULO 3 El corredor biológico y el tribunal del bosque

E

sa noche, luego de haber cenado una suculenta sopa de frijoles camagüe con un poco de crema y una enorme tortilla de maíz, Carlos Adán se fue a dormir….. De pronto, en la soledad de la noche, escuchó voces que le decían al oído: Carlos Adán, despertate…. Carlos Adán, despertate…. Abrió los ojos y se encontró con un pájaro conocido por él. ¡Era un quetzal el que le hablaba! El ave mítica de los mayas. Asustado, Carlos Adán se despertó. -Hola Carlos Adán. No te asustés. Soy Beto y quiero que me acompañés a una reunión en el bosque- le dijo el quetzal. Ahí nos están esperando muchos amigos y amigas de los cerros. Acto seguido, Carlos Adán se levantó de la cama, se cambió de ropa, se puso las botas y siguió al quetzal que le guiaba por el camino. -¿Por donde vamos Don Beto?- preguntó Carlos Adán. -Ahorita estamos en el corredor biológico. Es un territorio con muchísimos árboles y animales. Es como una ruta o un camino por el cual nos comunicamos entre dos lugares separados, ya sea por sembradíos o por comunidades pobladas- contestó el quetzal. -Aquí vamos adelante de “La Estrechura”, que es parte del corredor biológico. Este es un lugar de paso entre lo que ustedes llaman la Reserva Natural Cerros de Yalí y la Reserva Natural Miraflor-Moropotente. Ambas son Áreas Protegidas en Nicaragua- indicó Don Beto.

13


14


-Aaahhh… Ya entiendo- dijo Carlos Adán. El quetzal seguía volando en círculos y explicando a Carlos Adán. -Mirá Carlos Adán. Nosotros los animales y las plantas con sus semillas, no conocemos fronteras. Por eso nos movemos entre El Salto, La Colmena, La Esperanza y La Estrechura. Vamos buscando alimento, agua, refugio y parejas para reproducirnos, sobretodo para los más jóvenes- dijo el quetzal. -Por eso la importancia de los corredores biológicos. Son el camino que seguimos para encontrar todo esto. Son como un puente que pasa por encima de un río y que une dos lados- continuó diciendo el quetzal. -Mientras los humanos continúen destruyendo el territorio de nuestros bosques, los corredores biológicos se vuelven más necesarios e importantes. El hombre nos persigue desde la antigüedad por nuestras plumas que eran consideradas joyas en el comercio. Ahora el hombre también está destruyendo nuestras casitas y ya vamos quedando pocos- se lamentó Don Beto, el quetzal. Pronto llegaron a la mitad del corredor biológico y, en efecto, ahí estaban esperándoles otros animales. Ahí estaba el pájaro rancho, el guardabarranco, el gorrioncillo, la salta piñuela, tres loras que hablaban más que una lora, la ardilla, el cusuco, la guardatinaja, la guatuza, el pavón, el sahíno, y otros más que por la multitud y por la noche, Carlos Adán no reconocía. Poco a poco se fueron concentrando más animales, más plantas y más árboles. Era una multitud de especies.

15


16


Capítulo 4 El regreso del chamán

D

e pronto, los árboles de aguacate canelo se agitaron y anunciaron a viva voz: ¡Se abre la sesión! El estado del Bosque y sus habitantes contra el mayor depredador de todos los tiempos: ¡Los humanos! -Aaaaahhh. Se me olvidó decirte Carlos Adán. Esta reunión es para celebrar un juicio-dijo el quetzal.- Por eso la invitación a que estuvieras presente. El tribunal de los animales emitirá un veredicto pronto- susurró Don Beto. El juez era el temido león, Leonardo Corleoni. Con aires de seriedad, ungido de autoridad y un gran mazo para presidir la audiencia, se encaminó hacia un hermoso roble-encino que hacía de butaca. La lechuza, Casimira Dos Ojos, era la abogada acusadora. Esta se veía cansada, con el rostro cubierto por dos grandes gafas. Daba la impresión que Casimira Dos Ojos no dormía bien por las noches. -Se desvela mucho esta Casimira- insinuó una ardilla chismosa a otra. El jurado, compuesto por varios representantes del reino animal y vegetal, nombró como abogado de la defensa a Micaelo, el mono congo, por ser el pariente más cercano a los humanos. Leonardo Corleoni, abrió bien los ojos cuando observó a Carlos Adán. Dio un rugido y expresó:

17


18


-Estimados miembros y participantes, les comunico que en esta audiencia hay un humano como “invitado especial”. Si alguien está en desacuerdo que lo diga ya o que calle hasta que hagamos otro evento. Un silencio profundo acompañó el ambiente. Todos movieron la cabeza hacia donde se encontraba Carlos Adán. Este se puso pálido y chirizo, aunque de hecho sabía que él no era más que un simple invitado. Acto seguido, Casimira Dos Ojos abrió una gran caja hecha con panal de avispa de la cual sacó un montón de hojas de chagüite. Y comenzó su alegato: -Buenas noches, estimados miembros del jurado del reino animal y vegetal. Distinguidos miembros de la sociedad del bosque. Su Excelencia, Leonardo Corleoni, magnífico rector de la justicia de montaña y gestor de la Tradición. Invitados especiales. Hermanos todos. -Nos hemos reunidos acá, en el medio de este corredor biológico, para presentar este pliego de acusaciones conforme mandata el Código de Ley de la Madre Naturaleza y la Tradición, establecido por Izel hace más de quinientos años y, a su vez, exigir condena y remedio a una serie de abusos realizados por los humanos. -¡Protesto, Su Excelencia!- exclamó el mono Micaelo, balanceándose en dos patas- ¡No todo el género del acusado es culpable! -Ha lugar- rugió Corleoni. Tiene la palabra el abogado defensor.

19


20


-Muchas gracias, Distinguidísima Eminencia, Honorable Tribunal, Miembros del Consejo. Como es bien sabido, hay muchas comunidades indígenas que todavía manejan la tradición y saben conservar los bosques- dijo resuelto Micaelo. -Ellos relacionan su existencia con la Madre Naturaleza, porque de ella han vivido por muchísimos años- observó el Mono Micaelo. -También existen humanos que trabajan en obras de conservación de suelos y agua. Hacen largas líneas de árboles con frutas que le llaman cercas vivas. Combinan cultivos con manejo de árboles así como manejan árboles con crianza de animales. Incluso, muchos de ellos han desarrollado una gran conciencia ambiental. Utilizan cocinas que ahorran leña y contaminan menos; protegen pozos, ojos de agua, y toda fuente que produce el vital líquido- alegó Micaelo, sumamente emocionado. -Si, pero esos son como ocho humanos que trabajan con un programa en el que sale una señorona de cara hermosa, pelo largo, rodeada de pinos, una guitarra, una flor y tres libros, llamada La Cuculmeca- exclamó Casimira Dos Ojos. -Suave con la familia- gritó desde la multitud la Cuculmeca. ¡Si me pintaron ahí es porque para algo sirvo! Sino pregúntele a la Blanquita, la hermana de Carlos Adán, de la gran anemia que le curé. -¡Qué mentirosa que sos Casimira! Esos humanos, de los que vos hablás, son ocho veces ocho y los volvés a multiplicar por ocho- gritó Micaelo a todo pulmón.

21


22


Tres golpes fuertes con el mazo, en la corteza del roble-encino, y un rugido atronador de Leonardo Corleoni, bastaron para callar a los presentes. -Continúe, Abogada Dos Ojos-ordenó Corleoni. -Muchas gracias, Su Excelencia- dijo Casimira Dos Ojos, acomodándose los grandes lentes y mostrando otro puño de hojas de chagüite. -A estos señores humanos les encanta despalar los bosques y realizan incendios sin control alguno. Puro capricho. Han acabado con los árboles, con todas las hierbas, las enredaderas; también han dejado sin hogar y sin alimento a muchos miembros de esta sociedad animal, aparte de que nos viven cazando sin piedad o atropellando por las carreteras o envenenando nuestras fuentes de agua. -Están eliminando los aguacates silvestres obligando a desaparecer a nuestros amigos quetzales. ¿Verdad, Don Beto?- preguntó Casimira mirando fijamente al quetzal. -¡Aaay! ¡Es todo un capítulo de destrucción!- exclamó Casimira. -¿Se les olvida a los humanos que de este bosque, de sus plantas nativas, puede salir la medicina que vendría a curar muchas de sus enfermedades? -¿Se les olvida también, que este bosque produce comida, agua y aire limpio para que vivan y respiren?

23


24


-Para concluir con esta acusación, estimados miembros del tribunal, vale la pena señalar que la desaparición de los bosques es el mayor peligro para todos los animales y también para todos los humanos. Por lo tanto, exigimos el respeto a los árboles, las plantas, los animales y que se continúe con la tradición. -¿O es que acaso los humanos no pueden producir conservando y conservar produciendo?- dijo con enojo Casimira Dos ojos. Un atronador aplauso salió de la audiencia. La lechuza Casimira Dos Ojos se sentó placidamente y Leonardo Corleoni se levantó de su butaca. -Ante la brillante exposición de motivos de la abogada Dos Ojos y de la corta y no menos brillante defensa por parte del abogado Micaelo, vistas y analizadas las pruebas, sólo hace falta saber la decisión del tribunaldijo Corleoni. Seguidamente, Corleoni se dirigió a un árbol de pino que servía de asiento al tribunal animal. Luego de un intenso cabildeo entre sus miembros, la secretaria del tribunal, una rana de ojos rojos llamada “Rojita” le entregó a Corleoni una gran hoja de malanga que contenía el veredicto. Corleoni se incorporó lentamente y, dirigiéndose a la audiencia, leyó el veredicto escrito en la hoja de malanga.

25


26


-Por todas las acusaciones presentadas ante este tribunal, ciertas y muy ciertas por ser vividas por nuestras especies, encontramos a los humanos: ¡Culpables de todos los delitos!.. Gritos, insultos y vivas se escuchaban por todos lados. Algarabía general. -¡Te dije que los iban a condenar!- dijo una lapa parlanchina a otra. -…Sin embargo-, continuó leyendo Corleoni-, por el compromiso demostrado por aquellos que aun velan por la tradición y porque los recursos se utilicen de manera apropiada y justa, este tribunal considera que no todo está perdido. -La vida de todos depende de que haya agua sin contaminar, tierra para los cultivos, aire limpio, peces, pájaros, plantas medicinales, árboles que proporcionen frutas, leña, madera, sombra y todo lo que la naturaleza nos pueda dar. Así que basándonos en el código de Ley de la Madre Naturaleza y la Tradición, establecidos por Izel, hace muchísimos años, demandamos para nuestro corredor biológico: 1. Todos los humanos, hombres y mujeres, deben poner su máximo esfuerzo en la conservación de nuestros bosques y fuentes de agua. 2. Los niños, las niñas y todos los humanos, deben preocuparse por conocer y respetar los árboles, plantas y animales y continuar la tradición. 3. Las familias deben implementar los cultivos de patio para mejorar su economía y el ambiente de su hogar.

27


28


4. Se deben evitar las quemas y el despale de nuestros bosques, poniendo en práctica medidas para la conservación de suelos y agua. Así los suelos no se lavarán con las lluvias. 5. No deben usar huleras, puesto que eso nos lastima o nos mata. 6. No deben destruir los palos secos y caídos en el bosque porque éstos sirven para nido de los quetzales. 7. Por mandato de Izel, se nos autoriza dar el bastón del Dios Jaguar a Carlos Adán, para que asuma el mando de la Tradición ante los humanos y sea él quien hable con su pueblo de todos los atropellos en contra del bosque y sus habitantes y lo que se puede hacer para remediarlo. Hubo alegría y alboroto en el corredor biológico. Las luciérnagas casi queman sus bombillos de tanto prenderlos y apagarlos. De pronto, Carlos Adán fue cargado por varios monos congos, entre ellos Micaelo, seguidos por varias chachalacas que gritaban: ¡Viva el primo de Micaelo!, ¡Viva el primo de Micaelo! ¡El chamán ha regresado! ¡Viva el chamán! -Ves, por eso es que cazan a estas chachalacas, para venderlas por gritonas- dijo una pava a un cusuco. Carlos Adán agarró el bastón y una fuerza tremenda, poderosa, comenzó a recorrerle el cuerpo. Sintió que se comenzaba a elevar, subiendo rápido hacia el cielo, casi tocando la luna. Dio varios giros suavemente, hasta caer en un profundo sueño…

29


30


CAPÍTULO 5 Y Colorín, Colorado…

C

arlos Adán despertate… Carlos Adán despertate… -Ummmm…Ummmmm…El bastón del poder, ¿dónde está? -Ummm… ¿Qué se hizo Don Beto, Corleoni, Casimira, Micaelo? -Carlos Adán despertate que estás con pesadillas- le ordenó Blanca. Al escuchar la voz de Blanca, su hermana, saltó inmediatamente de la cama. “Fue un bonito sueño”, se dijo a si mismo. Se bañó y se vistió lentamente y volvió a repetirse varias veces: “fue un bonito sueño”. Los gallos ya cantaban el amanecer de un nuevo día. Fijó la mirada al lado de la cama y, en la mesa de pochote que guardaba su ropa, observó una caja bonita, hecha de panal de avispa. Se quedó frío. Con un gran nudo en la garganta. Cuando la voz y las fuerzas le regresaron, fue inmediatamente a abrirla. Dentro de ella estaban dos bellas plumas de quetzal. Recordó a Don Beto y también recordó el compromiso de mantener la tradición y susurró suavemente: “producir conservando, conservar produciendo”. Bueno, dijo para si mismo, esto es un buen comienzo… Voy a compartir este sueño.

31


El juicio de la Naturaleza Cuento

Es una iniciativa de:

Con el apoyo de:

aecid


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.