La raíz
Redes del cuidado de la vida Sonia Escobedo / Economista feminista
Las mujeres no sólo enfrentan al patriarcado como sistema de dominación, sus vidas son marcadas por un conjunto de opresiones que se encuentran imbricadas entre sí; en sus cuerpos confluyen el racismo, el clasismo, el sexismo y la hetero-sexualidad obligatoria, constructos sociales que actúan como un todo jerarquizado en el que las mujeres indígenas son racializadas y sometidas al empobrecimiento. La economía feminista señala que la división sexual del trabajo es una institución que el patriarcado impone y reproduce, establece el ordenamiento de roles en el que los hombres –según la investigadora Amaia Pérez Orozcofueron ubicados en la esfera de lo productivo: el trabajo, es decir, lo público, lo monetizado y, a las mujeres lo reproductivo: el no trabajo, el cuidado y la reproducción de la fuerza de trabajo, lo no remunerado. Esta división estableció un orden jerárquico, se crea una serie de prácticas y normas que la sociedad debe cumplir y respetar con base en la normalidad y lo común. Cualquier acción o pensamiento fuera de ese orden es considerado como una desviación del deber ser que tiene que ser corregido y encaminado a lo ya establecido. En opinión de feministas materialistas, este sistema de control concentra su dominación en la materialidad de sus cuerpos y lo que producen, por lo que es un proceso de apropiación sistemática y permanente de su tiempo; de los productos que genera a través de su fuerza de trabajo y su capacidad de procreación y de la anulación de la sexualidad bajo diferentes cautiverios. Para feministas guatemaltecas, las mujeres son objeto de satisfacción exclusiva para los hombres, de allí la dominación de lo erótico y lo espiritual que quita las capacidades de sentir la vida, así como de tomar decisiones de sí mismas y ser parte de una colectividad.
El Buen vivir para las mujeres y los hombres en esa amplia diversidad es descolonizar, desmontar y despatriarcalizar las estructuras familiares, comunales y estatales. Esta propuesta señala un proceso de liberación del pensar y sentir de las mujeres y los pueblos hacia su emancipación; lo que significa romper con todo tipo de opresión y jerarquización; por tanto, se vive la libre determinación de las personas, identidades, cuerpos y sexualidades, además promueve los placeres, la alegría y el ocio. A decir de la Confluencia Nuevo B’aqtun, la red del cuidado de la vida está en fase de recuperación y de construcción, como práctica política replantea las relaciones que se generan en la producción, el intercambio y el consumo de bienes y servicios como un todo articulado en el que prevalece la corresponsabilidad. Toda esta propuesta se ve constantemente amenazada por el enfoque del desarrollo capitalista, individualista y consumista.
Producción y reproducción, una unidad
El capitalismo neoliberal ha privilegiado los mercados sobre las personas y la naturaleza, en su camino solamente ha dejado empobrecimiento, deterioro ambiental y muerte; la tasa de ganancia no tiene límites. Separa bruscamente la producción y la reproducción, la primera se privilegia sobre la segunda porque genera ganancia y enriquece a empresas y corporaciones. El Buen vivir propone retomar la red del cuidado de la vida como un todo articulado y central, por lo que dejaría de existir la división sexual del trabajo. La producción, reproducción, intercambio, uso de los bienes y servicios es colectivo, en equilibrio y con acuerdos con la naturaleza. Propone la corresponsabilidad de los cuidados como actividad colectiva de la sociedad en su conjunto. La red del cuidado de la vida trunca las prácticas capitalistas de consumo, establece nuevas formas de producción, las personas son el centro y sus objetivos se dirigen al alcance de la vida en plenitud, ello significa eliminar todas las prácticas dañinas para los cuerpos; las personas y las comunidades producen y consumen lo que se necesita y se descarta todo aquello que es perjudicial. Una característica del Buen vivir es el establecimiento de un conjunto de acuerdos hacia un nuevo pacto social. Es momento de caminar hacia esa búsqueda.
Una economía feminista
Esta propuesta política plantea construir la red del cuidado de la vida o como le nombra la Alianza Política Sector de Mujeres: el Buen vivir, desde la mirada de las mujeres. Esta concepción más allá de un sueño enfocado al futuro, constituye una práctica política y social desde lo individual y colectivo, desde el ahora mediante formas y métodos del cuidado. Según las organizaciones campesinas, indígenas y feministas que integran la Confluencia Nuevo B’aqtun, el Buen vivir reconoce la vida como todo lo que existe en el cosmos, y todo lo que tiene vida es fundamental y parte activa del buen vivir. Como proyecto político propone múltiples pactos o acuerdos a partir del diálogo que deben renovarse constantemente a través de nuevas relaciones entre los seres que habitan el universo, por lo que rompe con la visión antropocéntrica al afirmar que todos los seres animados y no animados están interconectados y situados como seres en sí mismos. La red de la vida tiene sus ciclos vitales y la acción humana tiene que estar en equilibrio y armonía con ella.
Composición: Mercedes Cabrera
Fuentes consultadas: Ochy Curiel y Jules Falquet. El patriarcado al desnudo: Tres feministas materialistas. Brecha Lésbica. Buenos Aires, Argentina, 2005. Amaia Pérez. Perspectivas feministas en torno a la economía: El caso de los cuidados. Consejo Económico y Social. España, 2006. Confluencia Nuevo B’aqtun. El Utziläj K’aslemal- El Raxnaquil K’aslemal “El Buen Vivir” de los Pueblos de Guatemala. Guatemala, 2014. María Lugones. “Hacía un Feminismo descolonial”. Revista Hypatia, vol. 25, No. 4. Nueva York, Estados Unidos, 2010.
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Guatemala julio 2015. No 180