Ladosis #35

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EDITORIAL manteniendo nuestros altos estándares de calidad informativa y gráfica. Muy pronto contaremos, además, con nuestra propia plataforma web, que servirá como hogar de todo nuestro contenido, el registro pasado, presente y futuro, y enlace ideal para acceder a nuestras redes sociales que tan bien han funcionado. El reportaje principal de la edición #35 lo dedicamos al proyecto Rodrigo Solo, encarnado por una de las voces más representativas del rock venezolano del siglo 21: Rodrigo Gonsalves, vocalista y guitarrista de Viniloversus (ver Ladosis #9). A través de esta nueva faceta como solista, Rodrigo reflexiona sobre el estado actual de las cosas, desgrana sus inquietudes personales y sociales, y muestra además su faceta como ilustrador, desconocida hasta ahora. Representa un crecimiento notable. La edición cuenta además con su acostumbrada variedad temática, que va de nuevos y muy distintos proyectos como Mundano (la aventura como solista de Fauadz Kassen de La Abuela Disco), Colérico Espín

(el alter ego del cantautor Jesús Fuentes), el baterista Pancho Montañez y el virtuoso grupo Quintillo Ensamble. También nos acercamos al magnífico grupo Tunacka. Rendimos homenaje al alemán pionero de la música electrónica moderna, Edgar Froese, y a la legendaria cantante y activista Nina Simone, a 12 años de su fallecimiento. Así mismo le damos cabida a una reveladora crónica realizada por el cantautor puertocruzano Noel Grisanti de su encuentro con el legendario cantautor Daniel Johnston. No nos olvidamos del 20 aniversario del emblemático disco The Bends, de Radiohead. En la columna El Cine que Suena abordamos la primera parte de la obra del compositor francés Alexandre Desplat, cada vez más cotizado y laureado. En nuestra sección de conciertos, destacamos especialmente la Ofrenda para Vytas. Además, la acostumbrada y nutrida sección de Discos para leer. Con ustedes, la edición #35 de Ladosis. Gracias por estar ahí.

04 PANCHO MONTAÑEZ Un músico “improvisto”

16 El Otro yo de COLÉRICO ESPÍN

42 CLAUDIO BAGLIONI Genuino embajador de la canción italiana

06 MUNDANO “Me gusta hacer música

18 EDGAR FROESE (1944-2015) El piloto cósmico

44 Ahí Estuvimos

El 2015 llegó con todo. Lo cierto es que hemos estado trabajando duramente estos primeros meses por la consolidación de Ladosis como medio digital. El concierto correspondiente a esta edición #35 ya lo realizamos, con excelente resultado y asistencia. Ese fue nuestro “feliz año nuevo”, acompañados por Mundano, Phonit y Tunacka, tres propuestas que deslumbraron a los asistentes. Las tres ediciones anteriores, pero las primeras en plataforma digital, han funcionado bien a pesar de los evidentes cambios que ello trae consigo en las costumbres adquiridas. Nuestra audiencia, afortunadamente, vive en Internet, muy en especial la más joven. Las estadísticas de lectoría han sido satisfactorias, y de edición en edición han ido mejorando. La edición 6to. Aniversario dedicada a Cayayo y con récord de páginas, fue un auténtico éxito. Pero buscamos mucho más. Como ocurre en un universo tecnológico tan cambiante, seguimos en el proceso de optimizar nuestra adaptación con miras a ofrecer a lectores y anunciantes el más atractivo medio digital,

Ladosis

ÍNDICE

para ambientar una ruta”

08 TUNACKA Arreglos, composición

colectiva, experimentación y sinergia

22 RODRIGO SOLO Generando puntos de encuentro 30 Discos para leer

10 NOEL GRISANTI vs. DANIEL JOHNSTON Encuentros cercanos del primer tipo

38 RADIOHEAD Veinte años de The Bends

14 QUINTILLO ENSAMBLE La irreverencia entre lo académico

40 NINA SIMONE Un grito por la igualdad

52 54

OFRENDA A VYTAS (Foto-reportaje)

GRAN HOMENAJE AL TÍO SIMÓN (Foto-reportaje)

56 ALEXANDRE DESPLAT Nigromante de las cuerdas

y maestro de la orquestación (primera entrega)

y lo popular

Edición #35 Año 7 (2015) © Todos los derechos reservados

Una publicación de La Bemba Producciones, C.A. Rif J-31579764-0 Calle París, Res. La Isla, Apto. 11, Las Mercedes. Caracas.

Editores/Directores JUAN CARLOS BALLESTA jcballesta@gmail.com XABIER LANDA xabilan@gmail.com revistaladosis@gmail.com www.facebook.com/Ladosis www.issuu.com/Ladosis twitter: @revistaladosis Instagram: @revistaladosis You Tube: Revista Ladosis

Director de Arte: AARÓN LARES Correctora: Reina León Beretta Asesores legales: Raúl Daniel Quiñones Portada Rodrigo Gonsalves. Foto: Camila Ayala

Las colaboraciones son rigurosamente solicitadas. Colaboran en esta edición: Alejandro Fernandes Riera, Andrea Martínez, Andrés Manner, Andrés Paduano, Camila Ayala, Carlos López, Carlos Varela, CCStencil, Dubraska Jiménez, Eduardo Vallejo, Eduardo White Emilio Méndez, Erik Galindo, Eugenio Scalise, Gustavo Reyes, Hugo Santaromita, Humberto Sánchez Amaya, Javier Fernández, José Alberto “Leno” Pérez, Iola Mares, Lanteh Rivas, Laura Flores, Leonardo Bigott, Lord Comepiña, Luis Cantillo, Mercedes Sanz, Noel Grisanti, Rui Cordovez, Tomás Jaimes.

Agradecimientos especiales: Aarón Lares, Carla Montero, CCStencil, Fauadz Kassen (Mundano), Mikott Ingeniería de Audio, Phonit, Reina León Beretta, Tunacka, UV Backline.

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Edici贸n 35 Concierto Centro Cultural Chacao / Marzo 7, 2015

3. PHONIT

2. MU

4. PHONIT

Fotos: 1, 3, 4 y 7: John Scarso / Foto 2, 5, 6 y 8: Juan C Ballesta

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Conciertos 1. MUNDANO

7. TUNACKA

UNDANO 5.

8. TUNACKA

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PANCHO MONTAÑEZ

Fotos: José Bonilla /Combustión Producciones

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Un músico “improvisto” Tras una interesante y ecléctica trayectoria como baterista de la agrupación de rock de San Antonio de los Altos, Hora Cero, la banda de ska-jazz El Arca, del cantautor José Alejandro Delgado, e incluso ocasionalmente de Desorden Público, entre otros proyectos, finalmente presenta su disco debut como solista.

Mercedes Sanz

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Los héroes anónimos, son esos personajes que, en distintas disciplinas y labores, silenciosamente van haciendo un trabajo valioso que a primera vista no se ve o no nos enteramos. Peor aún, muchos se van de esta vida y siguen en el plano de actores desconocidos o de bajo perfil. La música está llena de estos seres extraordinarios que, sin ellos, muchos proyectos no hubiesen tenido reconocimiento. Y la venezolana, obviamente, no se queda atrás con historias de sus héroes anónimos. Manuel “Pancho” Montañez es un nombre con el que nos encontramos en los créditos de unos cuantos discos. En producciones de artistas de reggae, ska, música experimental, jazz, rock y más, aparece este baterista. Pero después de un largo recorrido como colaborador y de unas dos décadas de estudios de la batería, fue en 2014 cuando Pancho presentó su primer álbum como solista: Improvisto. Pancho está estudiando el instrumento desde los 14 años, aunque su odisea arranca cuando era un niño. “Fue un amor a primera

vista, tocarla con las manos, sentirla”, responde el músico a la pregunta de cómo llega a la batería o cómo ésta llega a él.

Un álbum inspirado en teatro

Lo primero que llama la atención del disco es su nombre; luego, en la contraportada, los títulos de los temas; después los créditos (Heriberto Rojas en el bajo, Juanma Trujillo en la guitarra y Jesús Azócar en el piano) y, finalmente, los invitados: el maestro Gerry Weil, Horacio Blanco y José Alejandro Delgado. Para el melómano venezolano, que ha escuchado a estos músicos, Improvisto no puede ser un trabajo malo. La producción, sin duda, nos invita a curiosearla.

¿Cómo defines Improvisto?

Las definiciones… (suspira). Las definiciones son tan difíciles de definir (risas). Bueno hay mucho de jazz, de improvisación. No sé, dejo que los especialistas le den un nombre, yo hago música para disfrutarla. Lo definiría como un disco de música hecha para disfrutarla.


Es un disco experimental

¡Sí! Tú sabes que el nombre de Improvisto viene por estas obras de teatro que eran una suerte de medio comedia, donde ponían a los actores en tres y dos, porque la dinámica era que sacaban un papelito de un bol; entonces cada uno, en función de la frase que el público escribía en el papelito, hacía un parlamento. Ese improvisto hacía que los actores estuvieran en una cuerda floja permanente porque ¿qué va a pasar en el siguiente papelito? El disco tiene un poco esa intención, poner a los músicos en la cuerda floja. Vamos a ver qué pasa, vamos a tocar y a improvisar, es libre. Por supuesto hay temas escritos en partituras, la mayoría. Pero la intención es esa, que haya sorpresa, que no sea algo tan premeditado, que deje espacio al proceso creativo del músico, incluso del mismo ingeniero de sonido, al proceso de mezcla. Hay una posibilidad con este disco que nosotros hemos encontrado que es desde la mezcla de la batería, la mezcla del bajo, cómo hacer una fusión de todos esos sonidos, poder hacer algo improvisado, usando recursos como el de la música jamaiquina -el dub-. Quizás en este disco no toco reggae frontalmente, pero hay manipulación de la onda del sonido registrado, desde el sonido de la voz, la guitarra, el piano, y todo eso se interviene en el estudio. Esa ha sido la labor creativa también de Francisco “Coco” Díaz, el ingeniero de sonido. Él es un diestro en esto de manipular la onda sonora, y sabe hacer dub sobre efectos de jazz. Yo siento que es algo muy divertido, muy intenso. Siento que es algo productivo para el proceso creativo.

¿Cómo llegas a este disco?

En 2010 hice una gira con Desorden Público, y me pidieron que hiciera el “aguante” en la batería, a sustituir a Danel por ese tiempo. En ese momento salió el disco de El Arca, y también Jungla Boulevard sacaba disco. Noel tenía el disco y lo presentaba, y Magú hacía lo mismo con el disco de Jungla, y yo decía: ¡Ajá! ¿Y tú qué vas a presentar?, ¿cuál es tu tarjeta de presentación? Me quedé con ese gusanito. Desde ese año estuve pendiente de presentar lo que hago yo como artista, más allá de ser acompañante en otros proyectos musicales. Lo empecé en octubre de 2013 y lo presenté en febrero de 2014. Yo quise tener una banda estable, un cuarteto. Y sobre eso hacer invitaciones. En este disco, uno de los invitados es Gerry Weil y fue una suerte de clase magistral. Es una conversación de dos instrumentos, de dos mundos que viajan paralelo en ese problema paralelo. Es ver cómo cada instrumento, a través de su ejecutante, va planteando sus dudas, necesidades, sus preguntas, sus respuestas. El otro invitado es José Alejandro Delgado, quien declama un poema y sólo lo acompaña una batería. “Mi nombre es…” es un poema mío dedicado a un tío que falleció. Es un dúo con José Alejandro. Es algo fuera de lo común, no hay más instrumentos, sólo voz y batería. Y el otro es Horacio Blanco, de Desorden Público. Cuando estaba grabando el disco le planteo a los muchachos: yo quiero hacer esto, ayúdenme. La idea era grabar algo, darle a REC en la grabadora del estudio y tocar y que saliera música, sin ningún tipo de atadura o de pre conversación. En eso salieron ideas generales. En esos improvistos yo empecé a experimentar sonidos alternativos en la batería, igual Juanma Trujillo en la guitarra. Entonces cada improvisto lo bauticé como improvisto 1, 2, 3... Uno de esos

improvistos lo agarré y le dije a Horacio, mira yo quiero que tú cantes un tema de Desorden con una música sorpresa. Nunca la escuchó sino hasta el momento de grabarla. Es un poema de un tema del disco en “Descomposición”. “Mosca” no es un tema de los más comerciales de Desorden. Es un tema político, crítico, urbano, es lo que significa estar en una sociedad, cómo se comporta un ser social dentro de un conglomerado. Y la música incidental que responde a ese poema.

¿Y cómo fue el proceso con Gerry Weil?

Cuando me planteo hacer el tema de las improvisaciones, le pregunté a Gerry si gustaba participar en mi disco. Conversamos, le pregunté qué quieres hacer y qué no. Yo le dije: “mira Gerry yo creo que ponerte una partitura para que la toques de arriba abajo, es ponerte una camisa de fuerza”. Claro que lo hace, pero era más divertido hacer algo que no supiéramos qué era. Él en este tema no toca piano, que es algo muy interesante. Tenía tiempo que no tocaba Fender Rhodes. En el momento en que nos sentamos y él comienza a tocar, y yo trato de ir haciendo colores a manera de prueba de sonido, le digo a “Coco” -en voz baja-, pisa el botón, vamos a grabarlo. También hicimos un registro visual de este encuentro (disponible en You Tube). Grabamos entre 12 y 13 minutos, y quedaron registrados ocho minutos. Hay música que quedó fuera. Pero lo que está en este disco y en You Tube es realmente lo que se tocó, no hubo segunda toma. Es eso. Es el encuentro, puro y único. Una obra desarrollada a través de un creativo proceso de grabación, en el que no hubo los ensayos habituales y en algunas piezas ni siquiera se hicieron repeticiones. Era poner al artista al descubierto con su propia imaginación. He aquí el secreto de Improvisto.

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MUNDANO

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“Me gusta hacer música para ambientar una ruta” “…El entorno es súper importante a la hora de la inspiración y de la musa. De no haber sido así estaría haciendo seguramente otro tipo de música…”, Mundano agradece de esta manera el haber tenido una grata infancia que estimuló su talento musical. Tanto Mundano, como Campo Costumbre surgieron hace escasos 7 meses, pero su curiosidad por el trabajo musical independiente no fue deliberado, pues luego de aproximadamente 2 años se le ocurrió hacer “algo distinto”; de esta manera planificó, compuso y entró al estudio de grabación para darle forma a un disco que busca aportar valores, acercando a los jóvenes a un sonido que transporta la plácida naturalidad de la vida campestre, para ciudadanos urbanos y ciudadanos rurales.

¿Cuál es tu inspiración para componer y cantar?

Mi inspiración fue avanzando de género en género, desde el pop hasta lo folclórico, así como la música más suave al igual que la electrónica, el indie y el rock europeo; todos estos géneros han sido mi inspiración. Aun así, ciertos discos y etapas que voy viviendo me van marcando y las atesoro y sigo escuchando. Por ejemplo, crecí en un ambiente muy folclórico, mi padre es cuatrista, a su vez mi entorno familiar siempre fue musical; tíos cantantes de música llanera. Algunos instrumentos musicales como la bandola, el violín formaron parte de mi entorno, en el que me era imposible no escuchar música venezolana; eso me enriqueció tanto cultural como personalmente.

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Si el rock y el folclore han sido tus principales escuelas, ¿quiénes han sido tus maestros?

Mi principal maestro en el folclore ha sido mi padre, sin embargo a lo largo de la historia muchos han hecho cosas impresionantes por la música nacional tales como Simón Díaz o Alí Primera. En cuanto al rock hay eminencias de las cuales rescataría a Gustavo Cerati, Björk o Thom Yorke.

Cuando escuchas una tonada de Simón Díaz, ¿qué viene a tu mente?

A mi mente viene automáticamente el llano, su olor, el hecho de dormir en una hamaca o un caney de paja; el río, su música me transporta hacia lugares donde crecí y gran parte de mi infancia trascurrió en un pueblo de Barinas llamado San Silvestre, llano adentro, la cual fue una etapa muy feliz de mi vida.

¿A qué te refieres con “textura orgánica” en este disco Campo Costumbre?

Es la sensación de estar escuchando algo más sólido en su forma, para quienes pueden percibir la música con colores, sabores y olores; sonaría más a madera, a un instrumento mucho más ejecutado en vivo de una manera orgánica; sin ediciones ni software, sin procesamientos en el audio. Es una experiencia totalmente diferente a lo que hice con La Abuela Disco, este género es menos eléctrico y no interviene el procesamiento digital.

Foto: Laura Flores


¿Qué buscas con este disco, fama o fortuna?

La fama es lo que menos buscaría con este proyecto, sin embargo, si quisiera ganarla el disco sería mucho más pop y en este EP me alejo bastante de eso. En cuanto a fortuna ya para mí es mucho con que las personas se interesen y escuchen mi música.

¿Crees que a través de la música se puedan rescatar los valores de la sociedad?

Por supuesto que sí, totalmente, no solo los valores sino también el arte, el deporte, nuestra manera de pensar; la manera en que podamos canalizar nuestros impulsos. La música propone un mensaje y cuando este mensaje exhorta a las personas a rescatar principios y valores obviamente se puede lograr.

¿Crees que tu música va dirigida a los jóvenes del campo o de la ciudad?

Cuando compongo caigo en un trance y lo único que deseo es tratar de saber qué me está tratando de decir la música. Tratar de pensar que esas letras son cosas para mí que quiero escuchar; pero he aprendido a tomar consciencia de que la música la pueden escuchar otras personas; que los jóvenes saben que existe un mensaje; es por ello que para mí es un grado de responsabilidad positivo y útil que llegue ese mensaje a las personas jóvenes de nuestro país, no necesariamente del campo o la ciudad; las letras de Mundano pueden ser fáciles de digerir por cualquier joven.

¿Crees que a través de tu música se logren rescatar esos valores específicamente en Venezuela?

Creo fielmente que de algún modo la música nos va a salvar y nos hará entrar en consciencia, sin embargo, no estoy diciendo que sea mí música, pues puede llegar por cualquier fuente musical, bien sea a través del hip hop, siempre y cuando lleve al rescate de los valores porque el país lo necesita y cuando hay un déficit de algo, nuestra mente lo capta y la música es la vía.

¿Crees que tu música va contra la corriente?

Mi música no va en contra de la corriente, de hecho es parte de la corriente y se suma a ella uniéndose a músicos que traducen lo que acontece en nuestro país. No sé si se mantenga o evolucione, pero sí sé que quiero seguir manteniendo la onda orgánica. No espero quedarme atrapado con el folclore, porque en Venezuela hay

personas que están haciendo producciones a la altura y que según mi perspectiva se puede seguir evolucionando.

¿Por qué este primer disco en solitario se denomina Campo Costumbre?

Este es el reflejo de un sentimiento que percibo en el campo y en el interior de nuestro país, no se trata de las costumbres del campo, se trata del sentimiento de resignación que percibo en la gente de campo, el cual es estar acostumbrados a ese estilo de vida y de no esperar más, tan sencillo porque así es el destino.

¿Cómo te ves en diez años?

Nunca me había hecho esa pregunta, pero es difícil mantenerse estable y continuar produciendo. Sí, espero seguir haciendo música, pero no sé si de manera profesional o amateur. El tiempo lo dirá, así como la situación del país.

¿Cómo ha influenciado, musicalmente, el hecho de vivir lejos de Caracas?

Primordialmente es darse cuenta de las ventajas y desventajas que tiene un músico que se forma dentro o fuera de la ciudad de Caracas. La música es un reflejo de nuestro entorno y es la única manera de que la música sea sincera y si está divorciada de lo que representa algo va a fallar. En las afueras de Caracas se respira otro aire muy diferente al citadino, son otros paisajes, colores, la manera de vivir y de ser es diferente y eso influenció mucho en mí; siempre respetando a los músicos citadinos puesto que cada quien hace música referente a lo que le rodea y le inspira. Aquí se respira un aire mucho más tranquilo con respecto a la capital y por ello mi música es más serena. Quizás, si hubiese nacido en Caracas estaría tocando otro tipo de música. El entorno es súper importante a la hora de la inspiración y de la musa. De no haber sido así estaría haciendo seguramente otro tipo de música.

¿Cuáles son los valores que podrías rescatar a través de tu música?

El respeto, la educación, el conocimiento, el amor. El interés por este tipo de cosas que se han perdido.

Foto: Javier Fernández

Nacido en los llanos de Araure, estado Portuguesa, Mundano, el seudónimo escogido por FauadzKassen, un joven venezolano de 28 años, hace una pausa musical con la banda “La Abuela Disco” para emprender en paralelo como solista. Esta vez fusionando sonidos orgánicos que nacen de la cotidianidad campestre, de los extensos paisajes llaneros, así como de la tierra que sin apegos o intereses fue inspiración para la realización de este material discográfico que representa el inicio de la carrera como solista de Mundano, Campo Costumbre.

Dubraska Jiménez

Si tuvieses la oportunidad de realizar una colaboración musical, ¿quiénes serían y por qué? Me gustaría hacer algo bien atípico, en Maracaibo con Ulises Hadjis. Bandas venezolanas que me interesan mucho, como Charliepapa. Alguien de la música electrónica, el Sr. Méndez.

¿Dónde prefieres que las personas escuchen tu música?

Mientras se desplacen de un lugar a otro, a pie, en carro, en autobús. Me gusta hacer música para ambientar una ruta.

¿Tienes planes de salir fuera del país para reimpulsar tu trabajo discográfico?

Sí me gustaría, haré todo lo posible, mas no estoy seguro de que pueda suceder, pero hay grandes probabilidades. Si me dedico de lleno podría estar produciendo música fuera del país.

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TUNACKA Arreglos, composición colectiva, experimentación y sinergia

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Existe una paradoja llamada Tunacka, sexteto musical formado en 2006 por un grupo de amigos que bien define su saxofonista, Xavier Sobrevila, en una sola palabra: “diversidad”. Y es que este grupo emergente de la fecunda región de Los Altos Mirandinos, encuentra en sus integrantes una importante brecha generacional cuyas ineludibles consecuencias son los diversos gustos musicales y el modo particular de ver la vida que tiene cada integrante. Bajo esa naturaleza los muchachos de Tunacka comparten sus diferencias con un elemento en común, la música. Es así como el bajo y voz de Dionisio López, la batería de Henry Kavier Roa, las guitarras de Johann Puerta y Jesús Torres, el saxo y flauta de Xavier Sobrevila, y la percusión de Iván Rivas, se unen para compartir sonidos que se van decantando a partir de una idea inicial que no surge de un caos sónico como pudiera pensarse, pero sí de un complejo entramado que se va formando

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Fotos: Lanteh Rivas

bajo un ambiente bastante democrático y espontáneo. El sexteto acaba por ser entonces “un modo de hacer las cosas” donde todos son timoneles. En el encuentro con Xavier esta paradoja se va diluyendo y poco a poco se va revelando el orgullo de pertenecer a una banda donde todos participan en la aventura de una indisoluble fuerza creadora que desde sus inicios ha tenido como eje una creatividad deslindada de rígidos esquemas y viejas fórmulas. Xavier relata que en los primeros tiempos “la nota era pasarla bien y descansar del estrés diario de cada uno”. Así, desde aquellos días a la fecha, Tunacka ha procurado ejecutar una música sin más normas o reglas que la de dejar fluir un sentimiento, una idea, sin observar elemento alguno que desvíe ese propósito. Xavier expresa que “los pocos intentos que hemos hecho siguiendo una partitura o normas preestablecidas, han terminado en la basura”. Esa exigencia no tiene cabida

en un grupo como Tunacka, donde la idea inicial puede emerger de cualquiera de sus miembros y ser seguida hasta dar forma a lo que eventualmente se convertirá en un tema a ser incorporado a su repertorio pero siempre sin seguir más norma que la del sentimiento que les impulsa a compartir y crear música.

El origen indígena de Tunacka

La paradoja poco a poco se sigue desfigurando y todo comienza a tener más sentido. Por momentos, las anécdotas de Xavier me alejan de la pregunta inicial ¿Qué es Tunacka? o más bien ¿Quién es ese fulano Tunacka? De cualquier modo, cierto es que existe un aire indígena en la sonoridad de este extraño vocablo sobre el cual Xavier comenta con picardía su origen y el eterno dilema de la existencia misma, ¿de dónde viene y a dónde va? En la riqueza del imaginario de esta agrupación, relata el saxofonista, que “Tunacka es el hijo bastardo del indio Guaicaipuro,


gran guerrero quien derrotó ejércitos enteros durante la conquista española. Oblicuamente, era amante de la paz y de una creatividad extensa que le llevó incluso a construir instrumentos, convirtiéndose así en el primer lutier de Venezuela”. Bajo ese espíritu los muchachos decidieron adoptar el nombre para su banda. La mítica leyenda cuenta, además, que “Tunacka también viajó por Europa y fue recibido por las coronas española, francesa y austríaca para abogar por la permanencia de la paz. Tras ese viaje regresa a Gulima, su pueblito natal localizado en las montañas de Los Altos Mirandinos”.

La convergencia de influencias

Cuando escuché a Tunacka por primera vez, me encontré viajando en el tiempo y en todas direcciones. La agrupación posee esa magia de una contemporaneidad con visos de otros tiempos, en un flujo sonoro de diversas influencias que nacen de una metodología de trabajo donde se crean y destruyen, se proponen y descartan ideas que contrariamente resultan en composiciones muy bien estructuradas y definidas que intrínsecamente son portadoras de diversas corrientes musicales donde están el “heavy metal” de Jesús, el “funk” de Henry Kavier, el “rock” de Dionisio, el “sabor latino” de Iván y las influencias de Weather Report, Charlie Parker y John Coltrane de Xavier. Con ese espíritu independentista y buscando la emancipación estética en la promoción de una música que fluye de un modo y sonido raras veces encontrados, nuestro guerrero, después de Ensarada (2008), su primer disco, da un paso innovador con el lanzamiento de su segundo álbum titulado Cocuy. Este nuevo álbum de Tunacka plasma un precedente

El sexteto de San Antonio de los Altos está próximo a celebrar su primera década de vida. Resta un año para alzar las copas y brindar por la existencia de una aventura que llega a su segunda producción discográfica con Cocuy, una colección de once temas bajo un novedoso concepto pictórico y musical que une el jazz, los ritmos afrovenezolanos y diversas sonoridades del mundo.

Leonardo Bigott histórico con un novedoso formato tipo LP ideado por Iván Rivas y en el cual el CD viene inserto en una presentación de 20,5 cm x 21,5 cm que el grupo ha concebido en cuatro versiones distintas en edición limitada de colección y con trabajos de diferentes artistas que, entre otros, incluyen a Arnoldo Madero, Hernán Soto e Iván Estrada. Los temas del disco tienen además una característica común donde “el grupo, con frecuencia, nombra a las canciones apelando a un platillo de comida”, cuenta Sobrevila. Así, como si se tratara del menú de un restaurante, el melómano encontrará temas como “Aguacate con azúcar”, “Quesillo místico” y “Hallaca de enero” o, para matizar, “Limonada Frapé”. Siendo la primera, el tema título y “Palo de Agua” cantadas en las voces de Iván y Dionisio. Todo mientras las manos palpan con curiosidad el novedoso formato como si más bien se tratara de un menú.

La personalidad Sería particularmente injusto hablar de Tunacka como si se tratara sólo de una agrupación de una sutil fusión de rock y jazz. Resulta necesario entonces insistir en que, si bien existen elementos de esos géneros, los músicos han vertido diversas ideas que dan otros tintes a su música. Tal vez uno pueda encontrar rasgos de Santana, John Coltrane o Mongo Santamaría en la sonoridad de Tunacka, pero el grupo sin duda posee una voz propia que está ligada a diversas influencias, incluyendo la del grupo Akurima (nombre indígena de San Antonio de los Altos). Respecto a ello, Xavier amplía “la historia de Tunacka está ligada a la historia del grupo Akurima ya que aunque Tunacka no tiene nada que ver musicalmente con Akurima, Iván y yo tocábamos allí bajo la misma metodología de trabajo que ha adoptado Tunacka”. El saxofonista añade también que ha resultado un elemento estimulante para la originalidad de la banda, la clara reticencia y negación a interpretar versiones. Tomando un ligero riesgo, creo que Tunacka refleja una actitud similar a la legendaria King Crimson. En esta última, Robert Fripp ha insistido que su banda refleja “un modo de hacer las cosas” y en ese aspecto guarda relación con aquella. También hay un aire progresivo que se siente plenamente en el modo como Tunacka desarrolla su música. Sin embargo, Tunacka no sólo permite una mayor libertad sino que realmente es un barco sin capitán que curiosamente no navega a la deriva. Entonces esa paradoja pareciera acosar al oyente que procura encontrar un punto central inexistente. Cocuy representa también la consolidación de un proyecto musical deseoso de llevar esa espontaneidad a diversas audiencias del país y más allá de sus fronteras. En tiempos recientes, han participado en el prestigioso ciclo de Noches de Guataca que coordinan el promotor/melómano Ernesto Rangel y el compositor/guitarrista Aquiles Báez, el IV Festival de Voces del Jazz Cartagena de Indias 2013, Colombia, y en diversos locales nocturnos.

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CRÓNICAS DEL ROCK

NOEL GRISANTI vs DANIEL JOHNSTON Encuentros cercanos del primer tipo

Foto: Foto: Jessica Kourkounis

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A

A finales del año 2012 tuve la oportunidad de visitar el estado de Texas, en Estados Unidos. Recién había publicado mi disco Sueños de Bromazepam, y lo presenté en mi único show de ese año: El festival Virgen Fest. Como nunca he sido un músico de tocar en vivo, ese año consistió, básicamente, en estar encerrado en un estudio o en mi casa. Así que este viaje era una buena oportunidad para despejar la mente y escapar por un rato de nuestra convulsionada Venezuela. El plan era quedarme en la casa de mi hermana menor: una joven graduada con honores en la Universidad Simón Bolívar, que como muchos otros, se subió al tren de la fuga de cerebros rumbo a Norteamérica. Antes de salir, me propuse tres misiones. La primera era comprar una guitarra acústica con mi cupo viajero; la segunda, asistir a un concierto de Of Montreal, grupo que estaría en Houston uno de esos días de mi viaje. La tercera y menos factible: tratar de conocer a uno de mis héroes musicales de todos los tiempos: Daniel Johnston. Yo descubrí la música de Daniel a través del documental The Devil and Daniel Johnston (2005). En este exponían descarnadamente el sufrimiento de un artista acosado por la esquizofrenia, que se refugia en la música para transmitir todos sus problemas e inquietudes de una forma muy sincera y conmovedora. Daniel era catalogado como un genio incomprendido, se había pasado la década de los 80 encerrado en hospitales psiquiátricos o en la casa de sus padres; siempre grabando cassettes que no eran producidos o comercializados correctamente. Un joven famoso y millonario llamado Kurt Cobain fue uno de sus más fervientes fans. En los MTV Video Music Awards del año 92, Kurt sorprendió a todos con una franela muy extraña de una rana que decía: “Hi, how are you?”. Era la portada de uno de los cassettes grabados por Johnston. A partir de ese momento muchas otras personas le empezarían a prestar atención. De la noche a la mañana, el desconocido músico texano, ex empleado de McDonnald’s, había llegado a los súper mediáticos escenarios de Los Ángeles, ni más ni menos que colgando del pecho de Cobain. Gran parte del documental fue rodado en la casa de los padres de Daniel, ubicada en un pequeño pueblito texano llamado Waller. Para mi sorpresa descubrí que quedaba a una hora de Houston, así que mi fantasiosa idea parecía ser realizable después de todo. Igualmente, me seguía pareciendo un poco desquiciado visitar a un tipo con esquizofrenia y le di largas al asunto.

CRÓNICAS DEL ROCK

El joven cantautor puertocruzano, Noel Grisanti (antes conocido como El Caminante), entrevistado y reseñado varias veces en Ladosis, cuenta su interesante y quimérico encuentro con el cantautor norteamericano de culto, Daniel Johnston, uno de los casos más extraordinarios de supervivencia y honestidad dentro de la música popular. Noel viajó kilómetros en busca de la casa de Johnston, en un lejano pueblo de Texas, donde apenas se intuye su presencia.

Noel Grisanti

En búsqueda de Daniel

Los primeros días los dediqué a compartir con mi hermana y conocer Houston. La primera semana me gasté de un solo golpe 2000 $ del cupo viajero en una tienda de música. Me quedaron 1000$, incluidos los 500$ de efectivo para el resto del viaje. La gente normal viaja y compra ropa o entradas a parques, pero los músicos locos como yo, hacen lo contrario. Más de uno por ahí va a entenderme. La misión Of Montreal también fue cumplida. Fui a verlo en un pequeño galpón/bar llamado The Warehouse Live, y al final del concierto pude conocer al

líder, Kevin Barnes, un compositor que admiro muchísimo. Le di el disco Aldhils Arboretum, que compré en la entrada, y el tipo me escribió una dedicatoria extraordinaria: “La noche es pálida y sangrienta, pero no tengas miedo, Noel”. Hablamos sobre Los Beatles y Os Mutantes, la banda de Brasil. Estaba particularmente fascinado de que alguien de Venezuela supiera de su trabajo. Yo le comenté que varios de mis amigos disfrutaban su música y se sonrió tímidamente. Al final me agradeció el gesto de acercarme a conversar, se montó en el autobús de la gira, y adiós. Mi viaje ya casi terminaba y me seguía persiguiendo la idea de visitar a Daniel. No quería aparecerme por su casa como un fan tonto y asustarlo. Mi visita debía tener un propósito. Decidí comprarle un regalo como muestra de agradecimiento por toda la música que hizo y que tanto me influenció. Le compré un libro de fotos de Lennon, porque sé que es un fan a muerte de los Beatles como yo. También se me ocurrió que podría darle mi disco Sueños de Bromazepam. Me desperté bien temprano esa mañana. Como todos los días, llevaba a mi hermana a su trabajo a las 7 a.m., para poder quedarme con su carro y pasear por ahí. Ese día no tenía ningún plan, y pensé que era el momento de hacer el glorioso intento de visitar a Daniel. Aunque no tenía la dirección de su casa, Waller es un pueblo con 2500 habitantes, ¿qué tan difícil sería encontrarlo? Llegué a Waller como a las 10 a.m. Era un pueblo bien cowboy en la orilla de la carretera 290 que te lleva a Austin. Manejé un poco alrededor a ver si encontraba alguna pista, pero no había absolutamente nada que hiciera referencia a Johnston. Me bajé en un parque donde dos señoras paseaban a sus hijos y les pregunté si conocían al destacado músico. Me miraron confundidas y respondieron que nunca habían oído hablar de Daniel Johnston. Luego, fui a una tienda de repuestos de carros pero tampoco sabían. ¿Qué es esto? ¿Será que me confundí de lugar? ¿Podría ser Daniel tan underground que no lo conozcan en su propio pueblo? Finalmente, y ya sintiéndome una especie de periodista de investigación, vislumbré una peluquería y tuve una corazonada. Si hay algo que hacen en las peluquerías es chismear y hablar de todo el mundo. Entré y era en realidad una barbería bien masculina, donde un par de viejos cortaban el cabello a otros dos ochentones. Me revisaron con la mirada de pies a cabeza, cuando ingresé interrumpiendo su intimidad anglosajona con mi descarada presencia

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CRÓNICAS DEL ROCK

Foto durante el rodaje del documental “The Devil & Daniel Johnston” (Sony Classic Pictures) Daniel tocando en su estudio-garaje

latinoamericana. Les pregunté si conocían al músico Daniel Johnston y me dijeron que no, sin más palabras que eso. ¡Qué chasco! Ya me estaba volteando para irme, desilusionado aunque firme en mi papel. Hasta que de pronto, uno de los barberos exclamó: ¡Oye tú! Si hay un Daniel Johnston en Waller, tiene que salir en esta agenda telefónica. Revisé el librito y milagrosamente encontré a un solo Johnston, Bill Johnston para ser exactos. No sólo aparecía su número telefónico, también revelaban la dirección de su hogar. Luego de una pequeña investigación con mi celular, averigüé que Bill Johnston es el papá de Daniel. Recordé que el documental estaba ambientado precisamente en casa de ellos. Esta era definitivamente la pista. ¡Lo había conseguido!

Puse la dirección en el GPS y llegué fácilmente a la casa. Reconocí la fachada, porque la habían mostrado varias veces en el documental. Me quedé un rato en el carro armándome de valor y a los pocos minutos me bajé y caminé hacia la casa. En Texas la gente anda escopetada, así que, mientras tocaba el timbre, imaginaba varios escenarios trágicos y cómo reaccionar.

Lo imposible de lo posible

Se abrió la puerta y me recibió un anciano, era el papá de Daniel, el cual sale hablando varias veces en la película. Se veía mucho más anciano y me dijo que gritara porque estaba medio sordo. Así que le grité en un inglés medio desastroso: ¡HOLA! SOY DE VENEZUELA Y HE VENIDO A TRAERLE UN REGALO A DANIEL. El anciano se rió y me dijo: “Hace tiempo que no venía uno de ustedes buscando a Daniel” (¿refiriéndose

Daniel en 1983 mostrando su quinto cassette.

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al montón de fans que lo habían visitado en el pasado?). “Ven, pasa adelante, vienes de muy lejos. Será mejor que lo esperes adentro”. Me senté en la cocina y el señor empezó a hablarle a un Walkie Talkie con un fuerte acento texano inolvidable, “Daniel, here is a young man from South America who wants to see you”. No hubo respuesta. Me dijo que Daniel vivía en la casita de al lado, un anexito que le construyeron para que tuviera privacidad. “Es muy tímido así que no te prometo que salga. Puedes quedarte un rato más y conversar conmigo”. Acepté encantado. En términos realistas, conocer la casa de Daniel Johnston era más de lo esperado, de hecho, era mucho. (Bill se encontraba solo, la madre de Daniel había fallecido pocos meses antes de mi visita). Nos sentamos en la cocina y Bill me preguntó sin rodeos: “¿Qué le pasaba al presidente Chávez con nosotros, eh? Yo pensé sorprendido, “¡Coño, a Chávez lo conocen hasta en la casa de Johnston!”). Le respondí algo bien escuálido, para evitar que ese viejo texano me botara de la casa. Me contó que en su juventud viajó varias veces a Venezuela porque trabajaba para una empresa petrolera, y que estaba al tanto de nuestra situación política. No parecía entender porqué el gobierno venezolano la tuviera tan tomada con ellos. “No todos somos malos aquí”, me dijo. Cuando ya me estaba relajando con el viejo, casi con la comodidad de si me encontrara con mi propio abuelo, y riendo con él un poco, apareció una sombra por la ventana de la cocina. “¡Ahí viene!” me dijo Bill. Daniel apareció tembloroso y sonriendo incómodamente. Su camisa blanca estaba manchada por varios colores de pintura, y si no me equivoco, había pegostes que parecían helado de chocolate y fresa.


CRÓNICAS DEL ROCK

Me saludó repitiendo “Hi, hi, hi”, varias veces, como un autómata. Lo noté un poco confundido, así que me identifique inmediatamente. “Hola Daniel, he venido a visitarte para traerte este regalo y para agradecerte por toda la música que has hecho”, le dije, rebosante de felicidad y orgulloso de haber logrado mi cruzada. Le entregué el libro de Lennon y creo que ahí se calmó un poco. Me preguntó que de dónde era, y le respondí: Venezuela. Me dijo que había tenido contacto con otras personas de África que le escribían por internet. Yo le recordé que Venezuela quedaba en Sudamérica y trató de arreglar su error: “ah, sí, sí; de ahí también me escriben bastante”. Le di el disco Sueños de Bromazepam, y le conté que también era músico; que sus canciones habían sido una gran inspiración para mí, y que probablemente notaría eso en mi trabajo. Me dijo que lo escucharía y yo quedé sin palabras por un momento. Le agradecí por dejarme pasar y le dije que seguiría mi camino para no robarle más su tiempo.

Dos cantautores: dos realidades

Cuando ya pensaba que era el final de la visita, Daniel me preguntó: “¿Te gustan Los Beatles?”. Yo le respondí que era mi banda favorita de todos los tiempos. Daniel exclamó emocionado: “¡Let’s jam!” Yo no me lo podría creer. Creo que balbuceé algo sin sentido por un par de segundos, luego reaccioné y le dije que tenía mi guitarra en el carro. Daniel negó con la cabeza y me dijo: “No, no. I play the guitar, you play the drums”. Yo me repetía: esto no puede estar pasando. Daniel se dirigió a la sala para avisarle al papá que nos íbamos. “Hey Dad!, me voy con mi amigo a la otra casa para tocar algo de música”. Bill se paró del sofá diciendo: “Si ustedes van a la otra casa yo tengo que ir con ustedes”. A continuación empezó una acalorada discusión, en la que Daniel le reclamaba que siempre querían controlarlo, que lo dejara en paz, y otras cosas por el estilo. El papá le respondió: “Recuerda lo que hiciste la última vez que un fan vino a visitarte”. Yo a todas estas estaba completamente callado, pero con la boca abierta. Luego, Bill se volteó y me dijo: “Cuando viene gente a visitarlo, él trata de venderle las cosas de la casa; sus dibujos, los instrumentos. Y luego va con el dinero a comprar licor y dulces. Yo tengo que cuidarlo”. Daniel estaba temblando y parpadeando cada vez más. Cuando ya pensaba que explotaría como una bomba, Daniel nos dio la espalda, abrió la puerta de la casa, y se marchó dándole un batacazo. ¡Qué pálida! estuve a punto de tocar con The Late Great Daniel Johnston.

Daniel frente a una de sus obras en una calle de Austin, Texas. (ca. 1990)

Bill me pidió disculpas por arruinar el jammin; me explicó que tiene que cuidarlo mucho por su condición mental, y más ahora que es diabético y no se cuida. Yo le dije que haberme dejado pasar y conversar conmigo había sido demasiado. Que entendía completamente que tuviera que cuidarlo. Me despedí del señor, que aún seguía un poco apenado por el incidente, y salí de la casa. Cuando caminaba hacia mi carro vi que Daniel estaba parado en la puerta de su anexito. Me acerqué para despedirme: “Hey Daniel, no te preocupes por lo que pasó. Yo entiendo que tu papá quiera protegerte”. Daniel me respondió: “Yeah man, but I’m a fucking millionaire, and I can’t spend my money!”. Le pregunté si era verdad que iba a pedirme dinero, y sonrió más en confianza diciendo: “No man, yo de verdad quería que tocáramos un poco”.

Bill estaba asomado desde la otra casa y Daniel me dijo con cierto disimulo: “vuelve otro día y me tocas el timbre directamente a mí. No vayas a casa de mi papá. Te prometo que haremos algo de música”. Nos dimos un estrechón de mano y le pedí un último favor. “¿Podemos tomarnos una foto juntos? Mis amigos no van a creerme que te conocí”. Nos paramos en la entrada de su casa y tomé la foto con el celular. Más tarde me di cuenta que la foto salió borrosa. Era imposible, con la energía de ese pana, que la foto saliera bien. Me fui sintiendo como si todo fuera un sueño, que había estado en un episodio de la película y que alguien nos debía haber estado filmando. El encuentro había sido muy raro, no esperaba encontrarme con Daniel Johnston dentro de los términos de la normalidad, pero toda la situación me había dejado en un estado casi lisérgico. Pensando extasiado que la brecha entre fantasía y realidad es imperceptible. No existe nada que no podamos lograr. Qué personaje Daniel Johnston, un artista puro y sincero, al mejor estilo Syd Barrett o Lennon. Me pregunto si habrá escuchado Sueños de Bromazepam, o si al menos lo utilizó para rascarse la espalda, o matar una mosca, que ya sería demasiado. Lo cierto es que nunca volví. A los pocos días regresé a Venezuela, con esa sensación hermosa e intransferible de que mis tres misiones, ¡las tres!, habían sido cumplidas. Y aunque hoy me encuentro viviendo en Austin, muy cerca de Daniel, no he querido volver e insistir más de la cuenta. Ir por segunda vez de sorpresa ya es medio Mark D. Chapman, ¿verdad? Creo que esta vez esperaré por una invitación. Probablemente nunca llegue, pero si pasa… les prometo arrancar pa’ Waller en mi scooter sin frenos.

Daniel y Noel, durante su revelador encuentro.

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QUINTILLO ENSAMBLE

La irreverencia entre lo académico y lo popular “Quintillo Ensamble no se trata de liderazgos, más bien somos como el engranaje de un reloj donde todas las piezas cuentan. Si la pieza más pequeña del reloj deja de funcionar, el reloj se detiene”. Palabras que resuenan de uno de sus miembros y que aprueban el resto de los jóvenes que conforman una de las agrupaciones más arriesgadas de la nueva hornada ligada a la música de raíz tradicional.

E

Leonardo Bigott

En esas “noches guataqueras” ya hace casi tres años, descubrimos a una agrupación de jóvenes neoespartanos con un perfecto desempeño musical bajo una propuesta fusionada con lo venezolano. Con Suácata, su primer CD, el sexteto persigue cautivar nuevos horizontes. Una tarea, que si bien es ardua, rendirá sus frutos, pues el grupo representa una de las propuestas más interesantes de los últimos treinta años. Relata la historia que esta experiencia musical comenzó como una aventura de amigos que apenas abandonaban la infancia haciéndose a las calles de Juan Griego interpretando composiciones tradicionales. La Isla de Margarita, encomiable riqueza musical, fue haciéndose pequeña para aquel grupo de muchachos que en su diaria y constante búsqueda por una música desafiante, rica en ritmos complejos y madurada con esa irreverente actitud frecuentemente encontrada en la adolescencia y los primeros años de la adultez, buscara mayor exposición de su trabajo y más oportunidades en la no menos irreverente y caótica Sultana de El Ávila. Cuatro de aquellos cinco muchachos ahora coexisten en un sólido bloque al que han llamado Quintillo Ensamble.

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Fotos: Jorge Andrés Castillo

Sus composiciones no sólo revelan la originalidad de un planteamiento musical altamente complejo en concepción y ejecución sino que tiene ese sentimiento que mueve las fibras más profundas y que compromete al oído más experto. Tal afirmación puede reflejarse en las palabras de un erudito en la materia como es Aquiles Báez quien categóricamente afirma “es uno de los proyectos más originales que conozco”. Y es que la sonoridad del Quintillo Ensamble es única, pues el flautista Bryan Carrera, el

saxofonista y clarinetista Héctor Hernández, el cuatrista José David Lunar y el bajista Josfran León, poseen no solamente una técnica de características milimétricas sino que son artífices de una música concebida desde diferentes ángulos y que resulta en un engranaje que bien define Bryan cuando dice “Quintillo Ensamble no se trata de liderazgos. Somos como el complejo engranaje de un reloj donde todas las piezas cuentan. Si la más pequeña deja de funcionar, el reloj se detiene”.


Un quinteto de seis

El cuarteto se tornó en quinteto con la inclusión de la excelente clarinetista cubana Dianelys Castillo, pero Quintillo Ensamble (QE) pronto formaría parte de esa siempre irregularidad léxica universal con la incursión del excelente percusionista Orestes Gómez, haciéndose un quintillo de seis, como C4 Trío es un cuarteto y los tres mosqueteros son cuatro. Aunque en la actualidad Orestes no está formalmente con el grupo debido a compromisos que cumple en el exterior, es el percusionista de Suácata y su contribución al sonido de QE ha sido sin dudas importante. Un sonido que bien describe el compositor y guitarrista antes mencionado cuando dice que “a veces endulza y otras veces pica” pero, sea una o la otra, conforman un concepto musical distante de la banalidad y mediocridad que suele colmar los medios. No es arriesgado decir que su rol en la historia musical contemporánea con tan sólo un CD en su haber, ya deja un testimonio de una calidad que el mundo entero merece conocer.

¿Qué ocupa actualmente a Quintillo Ensamble?

Estamos organizando una gira nacional. Para ello estamos siendo asesorados por la productora RojasSosa que está involucrada con el proyecto. Tenemos en mente arrancar esta gira en el mes de abril y ésta sería por Caracas, Maracay, Valencia, Maracaibo, Margarita y estamos pensando añadir Cumaná y Puerto La Cruz. Queremos al menos unas ocho fechas. Una de las cosas que deseamos incluir en la gira, es la participación de Manuel Rangel y sus maracas electrónicas ya que la música de Quintillo Ensamble es en un 80% ritmo y queremos que él con sus maracas tome un rol importante.

En este CD, Sácate, Bryan ha compuesto la mayoría de los temas. ¿Se puede hablar de ti como líder del grupo?

No. Sólo que en esta oportunidad me tocó a mí. Realmente queríamos hacer un CD doble. Pero en el proceso las cosas se complicaron y nos dijimos “bueno, vamos al menos a sacar estos 10 temas”. Y así pasó.

Un proyecto tan vanguardista como el de ustedes debe tener influencias poco comunes. ¿Qué dicen al respecto? Bueno, desde que llegamos a Caracas han pasado muchas cosas pero creo que hemos tenido una influencia importante del trío sueco Esbjörn Svensson Trio. Es lo que más hemos escuchado desde nuestra llegada acá.

La música del sello ECM es provocadora. Aunque no es el caso de Esbjörn, su sonido tiene características afines. ¿Han pensado tocar esa puerta?

La segunda parte del CD queríamos hacerla en Alemania ya que tenemos un amigo muy cercano que se puso a disposición. No propiamente ECM pero algo cercano. Además de esa influencia hay otras cosas. Paquito D’Rivera, Michele Camilo, Tigran Hamasyan y New York Gypsy Band, son algunas.

¿Qué cambio importante ha ocurrido para QE? Venir a Caracas. Ya tenemos algún tiempo y ha sido realmente el cambio más importante.

La ejecución de QE es impecable, milimétrica. ¿Se debe eso a que algunos de ustedes vengan del “Sistema”?

Todos venimos de ahí. Nuestra música es música popular pero como si fuera música de cámara. Técnicamente hablando, sí.

En el disco tienen varios invitados. ¿Cuál fue el criterio?

En el caso de Horacio Blanco, Héctor ha estado tocando con Desorden Público pero de un modo general la idea fue añadir texturas y colores. Todo surgió mientras tocábamos y se nos ocurrió la incursión de un cantante urbano. Le dimos la libertad a Horacio de escribir la letra, y el resultado fue genial.

Aquiles Báez en el comentario del CD describe la música de QE como una montaña rusa. ¿Cómo se definen ustedes?

Más innovación. Comenzamos a partir de un tema tradicional y le añadimos nuestras ideas terminando en una composición propia. QE es muy rítmico. Si bien el formato tiene tres instrumentos melódicos todo parte de una base rítmica, lo armónico/melódico viene luego.

¿Tiene QE elementos de rock progresivo?

No es la primera vez que nos dicen algo así. Tal vez Jethro Tull, pero sí ha habido una influencia de rock. De hecho dos de nosotros tuvimos la idea de formar una banda de rock antes de esto y comenzamos a estudiar guitarra.

¿Qué expectativas tienen con respecto a presentaciones futuras fuera de Venezuela?

Hemos estado enviando material a varios países. Europa está interesada en nuestro proyecto. Ya veremos.

Para terminar… ¿es fácil conciliar lo popular con lo académico? Nunca hemos estado bajo ese concepto. Los elementos académicos que podamos usar son más un gusto propio del grupo.

La música de QE tiene unas exigencias particulares y ustedes parecen estar dispuestos a todo. ¿Es así?

Sí. Queremos tomar riesgos y debemos añadir que junto a Rangel estará el nuevo baterista, José “tipo” Núñez.

¿Cómo llegan a este formato?

OK, QE no era como ahora se conoce. En sus orígenes usábamos dos mandolinas. La transformación ocurrió por una queja de Tomás Ramírez, el clarinetista, cuando estábamos en Margarita. Él era el cuatrista pero ya no quería ser sólo eso sino clarinetista también. Así que José David pasó de la mandolina al cuatro y ese formato abierto nos gustó más.

Por lo anterior, la experimentación es elemento fundamental.

Sí, es así. De hecho lo estamos haciendo en estos momentos con sonidos electrónicos. Nuestro cuatro es totalmente eléctrico y con la flauta usamos efectos con pedalera.

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El otro yo de

COLÉRICO ESPÍN Fotos: Andrés Paduano y Andrea Martínez

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J

Jesús Fuentes y Colérico Espín dialogan, a veces pelean. Más allá de sus diferencias, han sabido convivir. “Cuando hago las canciones, siento que no soy yo, no es Jesús de verdad. Creo que Colérico toma vida solo”, dice Fuentes. “Él es más suelto, yo soy más tranquilo. Me cuesta describirlo, siento que no lo conozco bien. Él es más vaquero, más de tierra, y yo creo que soy más de aire”, asegura con tono de duda. Fuentes se atropella hablando. Tarda en responder, pero tampoco elabora sus respuestas, como si lo agarraran desprevenido. Es Jesús Fuentes, cantautor que no estudió música y comunicador social que no ejerce la carrera. Es muy delgado, usa barba, es calvo, sencillo y tiene 27 años de edad. Es quien le da vida a Colérico Espín o éste se expresa a través de Fuentes. Colérico Espín y su banda el Sol de los Venados grabaron en 2013 su ópera prima descargable por internet. Una vez conocido el trabajo, en seguida se generó la curiosidad de saber quién o quiénes se escondían detrás del proyecto. La información que tiene el disco es escasa, apenas que fue producido por José Ignacio Benítez (Domingo en Llamas, ver Ladosis #29), y ese ya era un buen dato. Las influencias de Violeta Parra, Víctor Jara, exponentes del bolero, tango, ranchera, Augusto Bracho (Gustavo Guerrero) y más artistas están presentes en este disco de Colérico Espín. “Al principio imitaba a The Beatles, Bob Dylan. Después empecé a copiar mucho la estructura de las canciones de Georges Brassens, de hecho este disco está inspirado en Brassens. Él agarraba una estructura melódica sencilla y la repetía. Me parece que no le hacía falta más. Jacques Brel también me gusta, sus canciones son narraciones”, señala Fuentes.

¿Cómo llegas a este disco?

Las canciones de este disco son de hace cuatro años. Me tardé bastante haciéndolas. La letra es lo que más tiempo me lleva. Después de tocar con amigos, me puse a componer. Entonces cuando tenía las canciones no sabía cómo grabarlas. Me daba miedo dar ese paso. Entonces hablé con José Ignacio. A él le gustó y grabé en su casa.

Después de la crítica positiva que tuvo su primer disco “El Sol de los Venados presenta a Colérico Espín” (2013), que contó con la producción de José Ignacio Benítez (Domingo en Llamas), el enigmático trovador caraqueño, a quien pocos han visto, trabaja en una nueva placa producida por él mismo. Descubrimos lo que está detrás de ese bizarro pseudónimo.

Mercedes Sanz

¿Por qué tomas los nombres de las canciones de títulos de otras obras?

Me cuesta poner los nombres a las canciones. Aunque el contenido no tenga que ver con la obra original. No siento que sea plagio. Uno siempre absorbe cosas de los demás. “La ciudad y los perros”, le robé el título a Vargas Llosa, muchas canciones tienen títulos de poemas, “Los amorosos” es de Jaime Sabines.

¿Cómo nace Colérico Espín?

(Piensa). En Hamlet alguien menciona al colérico espín, haciendo referencia al puerco espín -es la parte del diálogo entre Hamlet y la sombra-. Hay otro personaje que está apareciendo por allí. Entonces éste se pelea con Colérico las canciones (risas).

¿A quién se parece ese otro heterónimo? Hmm. Se parece más a Atahualpa Yupanqui.

¿De dónde sale el Sol de los Venados?

No sé cuál es la referencia. Me vino a la mente por una canción de Simón Díaz, “Mi querencia”. Pero Miguel Ángel Asturias, en

Leyendas de Guatemala, también habla del sol de los venados, y esta historia es anterior a la canción. No he investigado el origen, pero es una imagen recurrente y nativa.

¿Cuál es el concepto del disco?

(Piensa). Es difícil responder eso. Muchas ideas que se fueron formando. Hay humorismo, el estilo de Brassens. Tiene del mariachi. Hay pesimismo en el lado del amor y la ciudad. Esta música habla de Latinoamérica, nos habla de una identidad que se ha ido perdiendo con esto de internet, MTV. Cuando oigo a Violeta, Mercedes Sosa, Bola de Nieve, siento que allí está América Latina. Siento que esto se ha perdido un poco, pero también hay gente que la está rescatando. Siento que esta música está viva. Cuando escucho a Simón Díaz, allí está Venezuela. Hay un contenido más popular.

¿Cómo será el nuevo álbum?

Más caribeño. El primero tiene de José Ignacio porque la idea de la producción y los arreglos son de él. Ahorita estoy haciendo éste a mi manera. Pensaba dárselo a otro personaje pero creo que será de Colérico, no estoy seguro. Quizás lo muestre por parte. No sé si fue buena idea haber presentado todo el primer disco completo, no sé si haga lo mismo con éste. Lo estoy produciendo con un pintor, Eduardo Bol Pereira (ver la portada de Ladosis #19), no es músico, toca instrumentos intuitivamente. Y el otro que me acompaña es Isaac Sasson. Este disco no va a ser tabernesco como el primero, será más abierto.

¿Definirías el estilo de Colérico Espín?

¡Uy! A ver. Kevin Johansen dijo que en cuestiones de géneros eran unos degenerados y me gustó eso. No sé cómo definirlo, hay algo de folclor, de lo popular, de América Latina. Hay un collage como la portada del primer disco.

¿La letra aflora primero en el proceso creativo?

Casi siempre llega la melodía. Antes la hacía en el piano. Muchas de esas canciones de este primer disco salieron en el piano. Y también algunas con la guitarra. La melodía me va pidiendo la letra. Hay temas cuyas letras tardan más en llegar. En “Que viva la biología” vino rápido, la hice en 10 minutos.

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EDGAR FROESE (1944-2015) El piloto c贸smico

Edgar Froese junto a Chris Franke y Peter Baumann, la formaci贸n cl谩sica de Tangerine Dream entre 1973 y 1977.

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L

La primera mitad de la década de los años 70 fue de absoluta libertad creativa. Una inmensa cantidad de músicos, bien sea como solistas o con bandas, transformaron la música popular y crearon nuevos códigos y paradigmas, algunos de los cuales aún siguen en plena vigencia. En medio de esa efervescencia, Alemania se erigió como una especie de universo paralelo, con una serie de propuestas alejadas de lo que se hacía en Gran Bretaña (centro neurálgico de las novedades) y el resto de Europa. Tras un par de décadas en las que los alemanes se avocaron a la reconstrucción física y moral, las primeras generaciones de posguerra se ocuparon de resurgir de manera especialmente diferente, tratando de deslastrarse del oprobioso pasado inmediato y recuperando el espíritu de vanguardia cultural que por siglos habían ostentado. Es así como dentro del ecléctico panorama del “krautrock” (nombre acuñado por los ingleses), convivieron todo tipo de iniciativas, entre ellas varias que le dieron forma al nacimiento de la música electrónica moderna. Dentro de ese grupo tan diverso que incluyó, entre otros, a Kraftwerk, Cluster, Neu!, Harmonia, Ashra y Klaus Schulze, destacó especialmente el particular e innovador sonido de Tangerine Dream, agrupación fundada y liderada desde 1967 por Edgar Froese, quien se mantuvo al frente hasta el momento de su inesperada muerte el pasado 20 de enero.

Los orígenes

Froese nació en Prusia Oriental (de mayoría étnica de origen alemán) en un día considerado histórico (“D-Day”), el 6 de junio de 1944, cuando las tropas aliadas desembarcaron en Normandía, evento

Discografía de Froese solo y con Tangerine Dream (1970-75).

De forma inesperada, Edgar Froese, líder fundador de Tangerine Dream, agrupación alemana pionera de la música electrónica moderna, murió el pasado 20 de enero, a los 70 años. Durante más de 45 años dirigió el más longevo y prolífico proyecto electrónico, surgido de la escena alemana de finales de los años 60, la cual transformó el panorama musical y estableció paradigmas. Durante los años 70, la etapa analógica, Froese junto a su grupo, editaron varios de los discos definitivos de la música cósmica y la electrónica contemporánea que aún ponen a volar a cualquiera. Juan Carlos Ballesta que supuso el más duro golpe para Hitler y las tropas alemanas. Su padre y otros miembros de su familia fueron asesinados por los nazis. Al finalizar la guerra, la mayoría alemana prusiana fue expulsada por los rusos, que anexaron a Prusia como provincia a la Unión Soviética. Su madre entonces se mudó a Berlín Occidental, en donde el pequeño Edgar comenzó a desarrollar sus habilidades artísticas, comenzando por el piano y siguiendo con la guitarra. Sus aptitudes por el arte lo llevaron a estudiar pintura y escultura en la Academia de las Artes de Berlín Occidental. Su inquieta naturaleza lo llevó a formar su primer grupo de rock psicodélico en 1965, con el cual viajó a tocar en varios países

europeos. Cuando The Ones fue invitado a tocar en Cadaqués (Cataluña, España) en la villa de Salvador Dalí, Froese entró en contacto con uno de sus más admirados artistas, convirtiéndose en un inspirador y definitivo encuentro en su vida.

El sueño de la mandarina

De regresó a Berlín, Froese formó Tangerine Dream, en principio como un grupo de free rock (tal como quedó registrado en su debut Electronic Meditations, 1970) y muy pronto como la más representativa agrupación de “Kosmische Musik” de Alemania. El trío de discos que siguió con el sello Ohr, Alpha Centauri (1971), Zeit (1972) y Atem (1973), definieron el soporte de la música cósmica a base de largas atmósferas instrumentales sostenidas en el recurso hipnótico de la repetición. Influencias del lado más experimental de Pink Floyd fue quizá la única referencia notoria. Probablemente Zeit (LP doble, con un track por cada lado), sea la obra cumbre de aquellos años de experimentación, composiciones concebidas como mantras. Pero el gran punto de inflexión estaba por llegar. Su exposición al público inglés ocurrió gracias a John Peel, el famoso locutor y productor de la BBC que siempre estaba a la caza de lo novedoso. Gracias a él, Richard Branson, que acababa de fundar el importante sello independiente Virgin Records, los firmó. Los diez años que prosiguieron fueron los más influyentes y los que definieron muchas de las premisas de la electrónica moderna, entre ellos el uso efectivo e hipnótico del recurso de la repetición y las atmósferas envolventes. La formación de Edgar Froese, Chris Franke y Peter Baumann, produjo una seguidilla de discos inmortales y de gran

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Discografía de Froese solo y con Tangerine Dream (1975-79).

trascendencia: Phaedra (1974), Rubycon (1975), Ricochet (1975, grabado en vivo en la Catedral de Coventry), Stratosfear (1976), Sorcerer (1977, primero de decenas de soundtracks) y Encore (1977, grabado en vivo durante la histórica gira norteamericana). En ellos no hay un solo momento prescindible, cada desarrollo obedece a momentos de sublime inspiración y de arrojo. El uso de sintetizadores (Modular Moog, Mini Moog, VCS3, Elka…), secuenciadores Oberheim, mellotrón, órgano eléctrico, cintas electromagnéticas, guitarra eléctrica y diversos efectos, le dieron cuerpo al sonido totalmente distintivo del Tangerine Dream de los años 70, influencia ineludible para muchos músicos de generaciones posteriores. Aquella tecnología, a pesar de sus limitantes, representó un gran avance y Tangerine se transformó en un epicentro para las marcas para probar prototipos y estrenar nuevo equipamiento. No era fácil armar la estructura instrumental, además de músicos tenían que ser técnicos. Cada concierto tenía una entidad propia ya que las posibilidades de presetear sonidos y ritmos era todavía precaria. Afortunadamente, muchos de aquellos shows fueron registrados y editados décadas después. Froese, a pesar de la intensa actividad con el grupo, sacó tiempo para editar varios discos en solitario. Aqua (1974), Ypsilon in Malasyan Pale (1975), Macula Transfer (1976), Ages (1978) y Stuntman (1979), son todos discos ligados al sonido Tangerine, pero de construcción más minimalista y personal. Joyas imperecederas.

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Los años 80: comienzo del cambio

Entrada la década de los 80, Froese siguió adelante con Tangerine Dream, readaptando la formación con nuevos y valiosos integrantes (cabe destacar a Johannes Schmoelling y Paul Haslinger), así como dando cabida a la tecnología digital, que poco a poco fue quitándole la calidez orgánica de la era analógica y el protagonismo a ciertos sonidos distintivos (secuenciador, mellotrón, Modular Moog). Nunca dejó de producir, aunque en los 90 haya editado discos poco trascendentes, sin el espíritu de riesgo que caracterizó las décadas previas. En el siglo 21, Froese había recuperado parte de su inclinación original, rescatando muchas de las composiciones que en

los 70 jamás pudo tocar en vivo debido a las limitantes de la tecnología analógica. Lamentablemente, una inesperada embolia pulmonar lo sorprendió a los 70 años, justo cuando comenzaba a ensamblar una nueva formación de Tangerine Dream. La música electrónica le debe demasiado. Todo amante de la electrónica que no conozca su obra fundamental de los años 70 y parte de los 80, tiene por delante una tarea ineludible. Aquellos que la conocen, ya saben de sus invalorables aportes. Edgar ya se encuentra viajando por el cosmos que tanto exploró con su música. Gracias por tantos viajes.



RODRIGO SOLO Generando puntos de encuentro

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Rodrigo Gonsalves salió del anonimato cuando la agrupación Vinilo ganó el Festival Nuevas Bandas en 2006. Entonces tenía apenas 19 años. De ahí en adelante se transformó en una de las puntas de lanza del nuevo rock venezolano, grabando tres exitosos discos con Viniloversus (así se rebautizó la banda. Ver Ladosis #9) y tocando en muchas locaciones de Venezuela, Latinoamérica, Estados Unidos y España. Ahora, tras una pausa de dos años, regresa con un proyecto solista enmarcado dentro de la canción de autor con acercamientos al tema socio político, alejado de la estética del power rock. La propuesta engloba artes plásticas, música, diseño gráfico y una alianza con la ONG Un Mundo Sin Mordaza. Juan Carlos Ballesta

Foto: Camila Ayala

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Después de una etapa incierta, el rock venezolano tuvo un notable resurgimiento a mediados de la década pasada. Muchos coincidimos en afirmar que ocurrió a partir de la aparición y consecuente triunfo en el Festival Nuevas Bandas de 2006 del cuarteto Vinilo, poco tiempo después rebautizado Viniloversus. El grupo había sido formado dos años antes por Rodrigo Gonsalves (guitarra, voz) y Adrián Salas (bajo), a quienes se unieron poco después Orlando “Mangan” Martínez (batería) y Héctor Besson (bajo), sustituido por Juan Víctor Belisario. La energía y desparpajo de aquellos jóvenes apenas abandonando bachillerato fue notable. La formación de guitarra, dos bajos y batería también rompía con el molde. Todo estaba servido para que Viniloversus, de la mano del manager Alberto Cabello (Sentimiento Muerto), se convirtiera en piedra angular del nuevo rock hecho en Venezuela (o VRock, como lo define Félix Allueva). El primer disco, El día es hoy (2008), fue un auténtico momentazo, fuente de inspiración para otras bandas como La Vida Bohème, Telegrama y Los Mesoneros. Luego seguiría Si no nos mata (2010) y con el mismo ritmo de un disco cada dos años aparecería Cambié de nombre (2012), completando una soberbia trilogía de discos producidos por Rudy Pagliuca con los que viajaron por muchas ciudades venezolanas y de otros países. Punto álgido fue la presentación abriendo el concierto de Nine Inch Nails en octubre de 2008, cuando pocos asistentes conocían su primer disco. La banda salió airosa. La situación venezolana y las circunstancias personales de cada integrante, parecieron llevar a la culminación de un ciclo cuando en octubre de 2013 se produjo el hasta ahora último concierto de Viniloversus. Sin decretar el fin de la banda, cada uno se dedicó a diferentes proyectos. Rodrigo, la cara más conocida del grupo por ser el cantante y principal compositor, asumió el riesgo de emprender una carrera solista de distintas dimensiones a las de Viniloversus. Rodrigo es un creador inquieto. Como ocurre con muchos músicos que llevan carreras paralelas, solos y con banda, pero además abordando otras ramas del quehacer artístico, él ha asumido un rol de cantautor, ilustrador y estandarte de un mensaje con implicaciones socio políticas. Gonsalves ya no es el adolescente que conocimos en 2006. Ahora es un músico adulto, aunque todavía con 28 años y mucho que decir y abordar. Pertenece a una generación que ha crecido bajo unas difíciles circunstancias políticas y sociales, sin prácticamente conocer otra forma de gobierno. Una parte de esa generación

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ha emigrado por falta de perspectivas. El entorno complicado en que vivimos, lo gris de este presente y lo oscuro que podría vislumbrarse el futuro si ciertas cosas no cambian, obliga a enfrentarse a estas complejidades como sociedad y de manera individual. Esto ha acelerado el proceso de maduración en muchos jóvenes. Rodrigo quiere fijar posición, al tiempo que confiesa querer construir una carrera prolífica, que le permita poseer un repertorio amplio y ecléctico. Por ello, acomete esta nueva etapa como Rodrigo Solo, un nombre tan directo como adecuado para definir esta faceta en la que ha tenido que encargarse casi de todo y que emprende con la energía y humildad de quien empieza, pero sabiendo al mismo tiempo que ya tiene un camino recorrido. Habla con pasión y honestidad de todo lo que involucra este lanzamiento. Por todo ello también nosotros lo abordamos desde un ángulo muy distinto al que asumimos hace 5 años cuando Viniloversus acaparó la portada de nuestra edición #9.

¿En qué momento te surgió la necesidad de afrontar un proyecto en solitario?

En un momento después de la aparición del tercer disco de Vinilo, Cambié de nombre, surgió la oportunidad de presentar algunos temas en acústico. De hecho habíamos pensado en grabar el siguiente disco de forma acústica. Eso nos permitió replantear algunas canciones, volverlas más maleables y tener una oferta más dinámica, no solo eléctrica. En esa búsqueda surgieron un par de canciones que nos gustaban pero sentíamos que no eran muy Vinilo, por lo que quedaron engavetadas. Luego de un tiempo se unieron varias circunstancias, por un lado la situación del país y por otro la etapa de transición en la vida de varios de nosotros que, luego de 10 años de trabajo, nos llevó a hacer una pausa con la banda.

Esa pausa de Viniloversus se ha notado mucho en la escena rock caraqueña. ¿Qué ha hecho cada uno de ustedes durante estos dos últimos años?

Mangan se adentró en un proyecto de artes plásticas con su papá que está muy bueno. Juan Víctor viajó a España a estudiar ingeniería de sonido, ya que estamos intentando convertirlo en un mini-Imperatori (risas) (*se refiere al ingeniero de sus discos Carlos Imperatori). Adrián se metió de frente en el mundo de las redes sociales, además de escribir. De los cuatro él es el que mejor pluma tiene. Y en mi caso, no me quería quedar sin seguir editando discos, ya que una de mis metas en la vida siempre ha sido tener suficiente repertorio, lanzar muchos discos que reflejen cada etapa de mi vida.

¿Viniloversus volverá en algún momento?

Sí. Cuando decidimos entrar en pausa es porque ya habíamos recorrido el país y teníamos una década de trabajo. Pero nos reuniremos de nuevo todos en Miami a mediados de año para comenzar a grabar el cuarto disco de la banda. Habíamos decidido que si volvíamos tendríamos que hacerlo en una versión 2.0. Todos queremos volver, nos ha hecho falta el proyecto. Así que decidimos encontrarnos en Florida para esta versión repotenciada, que probablemente incluirá integrantes adicionales con nueva instrumentación. Es decir, seremos más. Yo estaré unos tres meses y regresaré.

Foto: Camila Ayala


Foto: Carlos López

¿De modo que este primer disco en solitario obedece no solo a una situación coyuntural con el grupo sino a una necesidad expresiva personal? ¿En qué momento aterrizas las ideas?

Empecé a grabar las primeras ideas en enero de 2014. Yo sabía lo que quería, pero al principio no estaba claro de cómo llamarlo, si sería un trabajo en solitario o con otra banda distinta. Lo que sí tenía claro es que quería afrontar otro proyecto. De hecho ya venía trabajando con Araguato, un proyecto con Luis Jiménez de Los Mesoneros e Imperatori, pero teníamos mucha dificultad para coordinar los horarios. De modo que decidí asumir mi proyecto solo, con toda la responsabilidad recayendo sobre mí. Era un reto probarme a mí mismo ya que me obligaba a crecer como músico.

¿De qué consta este proyecto solista?

Terminé grabando 13 canciones, de las cuales 11 irán para el disco que será lanzado en mayo. Antes de eso lo presentaré en vivo en el Teatro de Chacao, el cual será el único show con banda completa durante este semestre. En abril y mayo estaré presentando el disco en formato dúo con Gabriel Figueira en la otra guitarra en lo que será una gira universitaria. Pienso que las universidades son espacios olvidados por los artistas, así que me presentaré gratis en varias. Lo relativo al arte del disco es muy importante. El diseño de Totuma es tridimensional, es increíble lo que han hecho. Muy difícil explicarlo en palabras, hay que verlo. Cada canción tiene asociado un dibujo hecho por mí.

Rodrigo con Viniloversus, Festival Tu Voz es Mi Poder de Un Mundo Sin Mordaza. Sept 29, 2013

¿Con quienes trabajaste el disco?

A sugerencia de Alberto Cabello contacté a Bernardo Rísquez, que tenía un proyecto llamado Tulio Chuecos y ahora otro excelente que se llama Different Fountains. Me gustaba mucho su energía, su timidez y cierta excentricidad. Además tiene muy buen gusto musical. Yo no lo había pensado bien hasta que escuché su música. Aprovechamos que iba a estar unos meses en Venezuela. Me enteré después que es primo de Devendra Banhart, pero ese hecho nunca estuvo en la ecuación. No quería un productor convencional, sino alguien que le inyectara un veneno especial que no tuviera nada que ver con Vinilo. Él además me ayudó en la composición de tres temas. Luego de tres meses trabajando en la producción, arrancamos la grabación con Fidel Goa. Fue un buen experimento y una bonita experiencia para mí, algo muy distinto a lo que había hecho con Vinilo. Estar al 100% al frente del timón me permitió varias licencias. Hay canciones en el disco que ni siquiera tienen coro, que se alejan un poco del formato clásico del rock. La idea era romper un poco las reglas. Otro que me ha ayudado mucho es Gabriel Figueira (Gaélica), que es un gran músico. Con él estoy montando los shows en vivo.

¿Qué tanto se diferencian los textos de los de Viniloversus?

En este sentido no hay tantas diferencias respecto a cómo he venido escribiendo para Vinilo. El elemento diferenciador en ese caso es la música y la manera de cantar las letras. Aunque sí hay algunas que incursionan en temáticas sociales que dejan entrever lo insatisfecho que estoy

como ciudadano. Trato, eso sí, de decirlo de la manera más poética posible. Hay canciones muy personales sobre mi vida actual. Es una foto mía a los 28 años.

¿Si tuvieras que definir el disco en muy pocas palabras, cuáles serían?

Es un disco más conceptual, más etéreo, suave y bizarro. El reto que me puse era tratar de mantener la esencia rock pero sin tener que ser agresivo y distorsionado, y a la vez no sonar cursi.

La imagen sobria que proyectas en el arte del disco, las fotos en smoking en blanco y negro, sin duda van acordes al concepto. ¿Hay algún meta mensaje?

Lo importante era mostrar una evolución, tanto en lo musical como lo visual. Para mí es importante porque los artistas que yo más admiro son con los que uno puede crecer. Me encanta, por ejemplo, el tratamiento visual de Jack White. Uno puede ver la evolución desde la época de White Stripes que era rojo y blanco, luego con The Raconteurs que era muy antiguo, con The Dead Weather muy oscuro y ahora como solista es azul. Es como un Picasso musical. Vinilo siempre manejó una imagen visual bastante libre y colorida, por lo que ahora como solista quería diferenciarlo y mostrar crecimiento. Con Vinilo era “ponte una franela y sal a rockear”, en plan muy visceral, mientras que ahora con Rodrigo Solo hay más calma, sutileza y reflexión. Hasta el hecho de estar peinado y no despeinado como habitualmente, es un detalle notable. Camila Ayala lo entendió muy bien en sus fotos.

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ATROPA BELLADONNA

HONOR KAMIKAZE

LAVATE LA CARA

MI MEJOR DEFENSA

NO HAY DUDA

NUBE NEGRA

SINGULAR PLURAL

TAL VEZ NO SE HUNDE EL BARCO

ALMA PERPETUA

Ilustraciones realizadas por Rodrigo Gonsalves para acompa単ar a cada una de las canciones del disco.

ALFILERES

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TE OIGO VIENTO


¿Quieres decir que detrás de Rodrigo Solo hay un estudio de mercadeo socio-musical?

Quiero demostrar un compromiso con la escena, entregar algo muy profesional, sin engaños, sin pretender dar la imagen de ya saberlo todo. Un artista nunca sabe en realidad lo que está haciendo, un artista puede pretender saber lo que está haciendo. Tú presentas la obra sin saber bien si va a tener éxito o si será bien recibida. Quiero que mi público de siempre y el nuevo que pueda captar, perciba, que hay un sacrificio y una búsqueda para presentar algo novedoso, y no algo reempacado. Hubiera sido triste entregar algo “rocanrolero” con otro nombre pero muy parecido a la obra de Vinilo.

¿Cómo ha sido la recepción de lo que has mostrado, una versión de “Alma perpetua”, un tema inédito de Cayayo y la canción homenaje a Simón Díaz?

Quería entrar a escena de esta manera, para llegarle tanto a los seguidores de Vinilo como a los que nunca han escuchado a la banda o no les gusta. Mundos muy distintos que podrían unirse a través de íconos nacionales como Cayayo o mundiales como Simón. En el caso de las personas que ya me conocen la idea es llegarle de manera muy humilde con este proyecto, porque en muchos casos reciben un rechazo por la nostalgia que produce la banda. Hay gente, en cambio, que no le gusta el rock, pero pudiera conectar a través de una letra o de una canción más sutil. Me interesa ese público, guardando las distancias. Hay gente que no le gusta tanto Cerati pero Soda lo es todo, y viceversa. Se trata de crear plataformas distintas interconectadas.

El tema de los grafitis es clave entonces en este proceso de conexión.

Totalmente. Hay gente que nunca va a escuchar Viniloversus, pero puede ver los grafitis y conectar por ese lado. Si se logra ese punto de encuentro yo estoy feliz

Formación orginal de viniloversus. 2006. De izquierda a derecha: Orlando “Mangan” Martínez, Rodrigo Gonsalves, Adrián Salas y Héctor Besson

de varias maneras son sin duda los más completos. Admiro muchísimo a personajes como Frank Sinatra o Charles Chaplin, que podían conectar con millones de maneras distintas, cantando, actuando, hablando, haciendo humor.

¿Cómo has manejado el ego?

Sin duda el nombre Rodrigo Solo es el nombre más ególatra posible. Alguien me lo sugirió y era tan obvio y sincero que lo adopté. Sin embargo, esto ha sido todo lo contrario, ha ejercido un control sobre el ego bastante importante. En este proceso de hacer algo solo afloran muchas inseguridades, por eso ha sido un interesante encuentro con mi ego. Todos mis compañeros de Vinilo me han apoyado, también el manager Alberto Cabello, así como mis amigos e incluso gente que no conozco tanto.

¿Cómo llegas a asociar el proyecto con la ONG Un Mundo Sin Mordaza?

Yo quería que el disco trascendiera un poco más allá del ámbito o la escena musical. Que no fuera solo ‘el nuevo proyecto del cantante de Vinilo’. Eso sí me parecía un poco egocéntrico. En una conversación con Rodrigo Diamante, quien dirige Sin Mordaza, surgió la posibilidad de unir mi esfuerzo al de ellos. Yo tenía ilustraciones que podíamos convertir en esténciles para grafitis, invitar a la gente a participar en un concurso de Instagram con ideas visuales asociadas a ellos, y que todo sirviese para promocionar tanto el disco

Muchas veces los músicos tienen otra faceta muy interesante que la gran mayoría desconoce. Me parece que en tu caso pocos sabían de tus destrezas como ilustrador.

Es cierto. Hace un tiempo me di cuenta que la música es solo una herramienta más para conectar, no la única. No soy actor, pero me gusta pensar en que puedo actuar a través de lo que canto y lo que pinto. Quisiera que la persona que es sorda no se quede sin la oportunidad de tener algún tipo de contacto con el artista. Aquellos artistas que logran conectar Rodrigo durante la sesión de fotos para Ladosis #9. Marzo 2010.

Foto: Erik Galindo

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como el mensaje. Nos pareció muy bueno empezar con esta campaña participativa y terminar con un disco y un concierto. Esto obviamente tenía que hacerlo con un equipo de trabajo, especialmente con uno que ya hubiera hecho trabajo en las calles. Por eso, Un Mundo Sin Mordaza caía como anillo al dedo.

¿No temiste asociarte con una ONG que el gobierno tiene en la mira?

Mucha gente me ha preguntado por qué me involucro con una organización cercana con la política. Sin embargo, Venezuela está tan politizada que no me da ningún miedo. Es para mí importante dar un mensaje de unión, no politizado, junto a una ONG que no involucra figuras políticas sino un mensaje de esperanza que extiende su mano a la gente que está sufriendo. Por eso el nombre “No estás solo”.

“No estás solo” parece tener una doble lectura. Por un lado hacia los estudiantes presos y también hacia el individuo que se siente desamparado.

Pues sí, el mensaje tiene varios destinatarios. Aquí mismo, tenemos una cola de 600 personas para comprar solamente leche. A esos hay que decirles que no están solos, así como a los presos injustamente, los chamos que no son Leopoldo López ni aspiran a ser presidente pero sí a cambiar el estado actual de las cosas.

¿Y qué impacto pudiera tener ese mensaje en alguien que le gusta tu música pero que piensa distinto, que aún cree que las colas y los problemas son culpa de un sabotaje?

Es una muy buena pregunta. He ahí las contradicciones. Pasa mucho que los valores de un artista que te gusta muchísimo no los compartes, como puede ser el caso para mí de Zack De la Rocha, un tipo activista pro Che Guevara cuyo trabajo con Rage Against the Machine no deja de gustarme por eso. Lo interesante es que aun pensando distinto te provoque al menos un cuestionamiento. Por eso agarro a Cayayo y a Simón Díaz que rompen el hielo y son puntos de encuentro. El más chavista u opositor se identifica con el legado de Simón, igual con Cayayo si eres rockero.

Lo mismo podría aplicarse a la figura y obra de Alí Primera, que una parte del país se ha apropiado y tratado de arrancárselo a la otra. El mensaje de Primera sigue estando vigente hoy, incluso más. Siempre queda la duda sobre cuál sería su posición en el 2015. Es tristísimo que eso ocurra. Espero que nunca pase con Cayayo o Simón.

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Foto: Eduardo Whaite

Muchos artistas asumen una posición “guabinosa” con el argumento de que cantan para todos, aunque antes de ser músicos son ciudadanos.

Yo no tengo miedo a caer en eso. Creo que asumo una posición coherente con lo que pienso. Necesitamos artistas que sean ciudadanos antes que artistas. Yo entiendo como músico que es más importante conseguir los productos básicos que comprarse un disco o ir a un concierto. Soy empático con eso, me identifico. Por eso admiro a Gabriela Montero cuando le escribe a Dudamel criticándolo por presentarse a tocar en un evento del gobierno ignorando todos los problemas que existen. Ella le increpaba ‘ya basta de decir que la música está por encima de todo’. Cuando tienes hambre, cuando te atropellan en tus necesidades más básicas, la música pasa a segundo plano. Por eso se tiene que transformar en ocasiones en una forma de protesta o de espejo.

La música muchas veces tiene el don de unir, de abrirle los ojos a la gente, de pacificar y lograr encuentros. El caso Bob Marley es emblemático. La música no siempre es entretenimiento, muchas veces es catalizadora de las angustias de una sociedad. Los músicos, como los jóvenes universitarios, no suelen aliarse con el poder. La función contralora puede tener forma de canción. Exacto. Y de eso se trata mi proyecto. Quiero dormir con la conciencia tranquila sabiendo que algo hice y propuse. Antes que vender muchos discos, que por supuesto me encantaría que ocurriera, quiero aportar. No me interesa un proyecto disociado de una causa. La frustración que tengo la comparto con millones de venezolanos. Es una frustración no poder tocar más, no poder ofrecer mayor número de conciertos, no vivir con seguridad. Un chamo de 16 años hoy en día sufre mucho porque tiene muy pocas opciones. Si yo como artista no reflejo la realidad en mi propuesta no estoy siendo totalmente honesto. No puedo abstraerme de lo que pasa.


Definitivamente hay demasiado miedo. Muchos creen que expresar descontento les cierra puertas. La autocensura es nociva.

Me pasó que al bajarme de un concierto organizado por Sin Mordaza algunos me dijeron que estaba loco por haber dicho al presentar “Ares” que estaba ‘dedicada a este gobierno que no sirve absolutamente para nada’ (ver Ladosis #30). Yo no soy odontólogo ni abogado, yo canto, yo comunico, entonces debo aportar para lograr que se produzcan puntos de encuentro que apunten a un cambio de dirección.

¿Qué grupos o personajes destacas del rock venezolano?

Luis Jiménez es el chamo con mejor voz y mejor ejecución que conozco. Tiene gran conocimiento del instrumento y muy buen gusto. Casi siempre ocurre que tienes una cosa o la otra. Él es un mini Cerati en talento y es muy humilde. El nuevo disco que está grabando Los Mesoneros está sonando bestial.

¿Cómo percibes el rock en este momento en Venezuela?

La escena está muerta. Le metieron una daga en el corazón. No digo que haya muerto para siempre y que no haya buenos grupos. Hay un éxodo increíble por falta de oportunidades. Muchas bandas paradas. Siento que debo brindar mi aporte a los más chamos en esta época de sequía de conciertos.

¿Cómo te ves a futuro?

Quisiera ser un artista consecuente, que dentro de 20 años tenga una obra sólida como Desorden Público. Este es apenas mi cuarto disco, el primero solo. Ojalá podamos conversar de nuevo tú y yo en esta misma panadería. Yo no voy a parar. Este disco es solo un capítulo de una etapa.

¿Cuáles son tus héroes musicales?

Hay muchas generaciones de héroes. Desde chamo me ha gustado Frank Sinatra, un tipo que siempre tuvo control sobre todo. Me identifico con Jack White y Bob Dylan, tienen demasiadas canciones con la que me identifico. Por supuesto, Cayayo y Cerati en el plano latinoamericano. Cerati estuvo tocado por Dios, tocaba la guitarra y cantaba muy bien. A Cayayo lo siento súper cercano, hizo de todo y lo hizo bien, y aquí cerquita. Mi admiración es principalmente por artistas con trayectoria. No quiero ser un artista de discos sino de discografía.

¿Fuera del ámbito musical, que te interesa?

En el cine admiro muchísimo el trabajo de Christopher Nolan como director. También el del mexicano González Iñárritu, cuyo discurso al recibir el Oscar por “Birdman” en el que habló sobre el ego, me pareció brillante. Me interesan todos aquellos que se plantean de una forma u otra el complejo interrogante del porqué y para qué estamos aquí. En el plano de filosofía de vida, Alan Watts, mi escritor favorito. Mi guía espiritual es un cruce entre Baruch Espinoza y Allan Watts (risas).

Foto: Camila Ayala

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DISCOS PARA LEER

Björk

Vulnicura One Little Indian. 2015. Islandia

Cada nuevo disco de la islandesa, es un acontecimiento. Se las ha arreglado desde Debut (1993), para estar en la cresta de la ola, sin claudicar a su identidad, a su sentido de atemporalidad y sobre todo para sonar diferente a todo el universo pop y electrónico contemporáneo. Ella es en sí, un estilo. Björk es única. Vulnicura es el noveno disco, y lo más cercano a la estética de Homogenic (1997). La cercanía viene dada por el extensivo uso de cuerdas y un carácter sosegado. En este caso, sin embargo, la atmósfera es más oscura aunque con textos que reflejan cierta vulnerabilidad. Los beats, clicks y demás sonidos electrónicos son cortesía de ella misma, del venezolano Arca (que a pesar de haberse unido al proceso en la recta final, cuando el disco estaba casi listo, logró aportar mucho) y del británico Haxan Cloak. Son 58 minutos de una envolvente batalla entre electrónica y cuerdas, en los que hay momentos álgidos como los diez minutos de “Black Lake”, los ocho de “Family” y “Atom Dance” (con la voz fantasmal de Anthony Hegarty). Los temas cortos, “History of Touches” y “Quicksand” son igualmente intensos. La reciente ruptura sentimental con su pareja de 12 años, Matthew Barney, es la temática central, por

Thom yorke

Tomorrow’s Modern Boxes Independiente. 2014. Inglaterra

ello el tono confesional del disco, que la ha servido como proceso curativo. Pocas referencias hay a Biophilia (2011), Volta (2007) o Medulla (2004), más allá de su voz. Atrás quedaron los experimentos con inventos como el “Reactable”, las aplicaciones para iPad, el compromiso ecológico, el múltiple juego de voces o el arpa. Los puentes son con los celebrados e icónicos Homogenic y Vespertine (2001), e incluso con Selmasongs (2000), la música de la película “Dancer in the Dark”. Hay drama y dolor en Vulnicura, pero también hay luz y horizonte. Björk está acostumbrada a reinventar su sonido y nunca como ahora su música suena tan madura.

Los ecos de su eterna mano derecha Mark Bell (LFO) fallecido el pasado año, aún pueden sentirse, pero la participación de nuevos productores le otorga frescura. El lanzamiento del disco, programado para marzo junto a una exposición en el MOMA y un libro, tuvo que adelantarse para enero, debido a una filtración por internet a la que Björk reaccionó casi al día siguiente. Todo el 2015 será para la duendecilla islandesa.

The Woodentops fue una de las más excitantes bandas de la escena inglesa independiente de la segunda mitad de los años 80. Su sonido electro acústico se hizo distintivo gracias a Rolo McGuinty (vocalista, guitarrista y principal compositor), quien supo construir un sonido único, que en vivo adquiría un frenetismo inusual. Así, sus dos discos en estudio, Giant (1986) y Woodenfoot Cops on the Highway (1988) y el brutal Live Hypnobeat (1987) llegaron hasta lo alto de las listas británicas en una época muy rica en propuestas. Pero, el grupo perdió la inspiración y en 1992 desapareció. McGuinty se dedicó a la electrónica, hasta

que hace unos años reflotó a The Woodentops junto a dos de los originales, Simon Mawby (guitarra) y Frank de Freitas (bajo). La aparición de Granular Tales fue, para muchos que le habían perdido la pista, una gran sorpresa. Los elementos de su sonido permanecen, aunque ahora a una velocidad más comedida. No es una obra maestra, pero sí un disco muy digno luego de más 20 años.

Juan Carlos Ballesta

The Woodentops

Granular Tales

Cherry Red. 2014. Inglaterra

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Carlos Varela

Desde incluso antes de la edición de su primer disco como solista, The Eraser (2006), ya el inglés Thom Yorke había decidido adentrarse en los confines y posibilidades de la electrónica junto a Radiohead. Aquel revolucionario disco Kid A (2000) fue criticado en principio por su lejanía con Ok Computer (1997), pero luego convertido en indispensable. En calidad de solista, Yorke es más minimalista que con el grupo, algo lógico. Han pasado 8 años desde que Yorke diera su primer paso fuera de Radiohead, y su evolución como artista sigue íntimamente ligada con la electrónica y la informática. Ya con In Rainbows, enfrentaron como banda a la industria discográfica (luego de abandonar EMI), colocando el disco para libre descarga en su portal. Con este sigue explorando posibilidades, ofreciéndolo a través de un servicio Pear-to-Pear (BitTorrent), por seis dólares. El resultado fue revelador: 100.000 descargas las primeras 10 horas del 26 de septiembre y un millón los siguientes seis días. Producido por su inseparable Nigel Godrich, este segundo disco en solitario no se aleja demasiado de la estética de su predecesor, así como tampoco del proyecto Atom for Peace. Ocho temas que se mueven entre el dubstep, los ritmos quebrados, el techno mutante, las atmósferas fantasmales, que siguen construyendo las interesantes formas de la canción de laptop. (http://thomyorke. bandcamp.com/) Juan Carlos Ballesta


DISCOS PARA LEER

Marianne Faithfull

Perfume Genius

Dramatico/Naïve Records. 2014. Inglaterra.

Matador. 2014. EE UU

Give My Love To London

Too Bright

The Decemberists

Elbow

Capitol. 2015. EE UU

Fiction/Universal. 2014. Inglaterra

What a Terrible World, What a Beautiful World

The Take Off and Landing of Everything

Marianne Faithfull ha estado haciendo música desde mediados de los 60, pero desde comienzos de este siglo se ha acercado a artistas contemporáneos como Damon Albarn, Jarvis Cocker, Beck, PJ Harvey, Mark Lanegan, Billy Corgan, Cat Power entre otros, para componer e invitarlos a colaborar en sus cuatro recientes discos. Give My Love to London sigue esta tradición en la que co-escribe canciones con Roger Waters (“Sparrows Will Sing”), Ed Harcourt (“True Lies”), Nick Cave (“Late Victorian Holocaust” y “Deep Water”), Anna Calvi (“Falling Back”), además de versionar a Leonard Cohen (“Going Home”) y a los Everly Brothers (“The Price of Love”). Trabajo indispensable de una artista que celebra 50 años de carrera y aún se mantiene vigente.

Hay algo irresistiblemente frágil y fatalista en la música de Perfume Genius (Mike Hadreas), que se hace sublime en este disco. Casi puedes sentir la sensación de sacrificio y dolor de sus vivencias hechas música, y su debilidad inconsolable ante la belleza, así como esa catarsis agridulce, como si su espíritu se rindiera y, paradójicamente, se liberarse de todo, del mundo y sus egoismos. A esto lo han llamado “pop de cámara”, lo que no explica la enigmática danza de ánimos y sonidos, entre lo intimista y lo wagneriano, en la que se manifiesta. Hadreas es una romántico minimalista que nos deja caer en vacios sonoros que parecen abismales, para impactarnos de repente con espesos glaciares de distorsion y contundencia sonora, punteos tribales o pequenos oasis de piano, e incluso de esperanza.

El séptimo álbum de la banda liderada por Colin Meloy, nos trae un conjunto de canciones un poco alejadas de ese estilo teatral y épico que los caracterizaba; aspecto que dejan claro desde el primer tema (“The Singer Addresses His Audience”): “sabemos que te pertenecemos [...] pero tenemos que cambiar un poco”. Destacan los himnos pop “Cavalry Captain”, “Make you better” y “Mistral”, “Philomena” (o cómo curar el aburrimiento a través del sexo oral), aproximaciones al country (“The Wrong Year” y “Easy Come, Easy Go”) y la auto-parodia “AntiSummersong”. Aunque no alcanza el nivel de perfección de The Crane Wife (2006) o The Hazards of Love (2009), este trabajo es una excelente opción para los amantes del indie-folk.

El sexto disco de esta banda de pop inglés no decepciona a pesar de estar precedido por clásicos como The Seldom Seen Kid (2008) y Build a Rocket Boys! (2011). Sus canciones reflejan situaciones típicas de la mediana edad como supervivencia al desamor, cambios en el estilo de vida y compromisos a largo plazo. El desarrollo de cada tema es largo, sin prisa, con arreglos orquestales o electrónicos sencillos y delicados, con estructura de pop progresivo y acompañados por la gran voz de Guy Garvey. Destacan “Fly Boy Blue / Lunette”, “Charge”, “My Sad Captains”, “New York Morning”, “The Blanket of Night” y “This Blue World”. Un disco catártico, muy recomendable.

Eugenio Scalise

Gustavo Reyes

Eugenio Scalise

Eugenio Scalise

The Acid

Archive

Infectious/Mute. 2014. EE UU/ Inglaterra/Australia

PIAS. 2015. Inglaterra

Liminal

Uno de los discos más notables del pasado año dentro del vasto panorama de la música electrónica es, sin duda, Liminal. Producto de la conjunción de tres talentos provenientes de lugares distantes geográficamente: el DJ y productor inglés Adam Freeland, el compositor, productor y profesor de tecnología californiano Steve Nalepa, y el artista australiano RY X (quien también pertenece al proyecto Howling con Frank Wiedemann). Este disco es una auténtica exquisitez. Está construido a base de delicadas capas de bajo profundo, ritmos minimalistas, guitarras acústicas

Restriction

fantasmales y voces lánguidas con cierto aire a James Blake pero de inspiración menos soul y más indiepop. Quizá lo más parecido es lo que ha venido haciendo el chileno Nicolás Jaar solo y con Darkside. De principio a fin, durante 51 minutos, este álbum hipnotiza y envuelve. (https:// soundcloud.com/the-acid-sounds)

Juan Carlos Ballesta

Han pasado 20 años y aún Archive es capaz de sorprender y emocionar con este su décimo disco. Formados en Londres al calor del nacimiento del trip hop y la explosión electrónica de los años 90 por Darius Keeler y Danny Griffith (encargados de los sintetizadores, programaciones y arreglos), ambos se las han arreglado para mantenerse a flote como una agrupación de culto con un importante arrastre en Europa. Junto a Pollard Berrier (voz, guitarra, programaciones), Dave Pen (voz, guitarra) y las vocalistas Maria Q y Holly Martin (además de otros músicos invitados), construyen un fantástico

disco que se pasea por el trip hop, el electro pop, el soul electrónico y el post rock, manteniendo la atención hasta el final. La conjunción de voces masculinas y femeninas sigue la fórmula tan bien explotada por Massive Attack. 56 minutos sin desperdicio. (http:// archiveofficial.com/)

Tomás Jaimes

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DISCOS PARA LEER

Wilco

Alpha Mike Foxtrot: Rarities 1994-2014 Nonesuch. 2014. EE UU

El pasado año, la banda de Chicago liderada por Jeff Tweedy celebró sus primeros 20 años de existencia, tiempo durante el cual editó varios de los más importantes discos del rock estadounidense. Para celebrarlo lanzaron dos compilados, un doble CD con su temas esenciales (What’s Your 20? Essential Tracks 1994-2014) y este cuádruple de rarezas. Pocas agrupaciones más representativas del rock contemporáneo como Wilco, que se ha movido entre el country alternativo, el rock de aroma lennoniano y stoniano, las murallas de guitarra, las emotivas baladas corta-venas y el southern rock clásico. A lo largo de dos intensas décadas, Tweedy ha surfeado modas, cambios de integrantes, depresiones, desencantos con sellos discográficos y sus propias contradicciones, para darle forma a un cuerpo de trabajo de grandes proporciones, con la ayuda a lo largo de los años de grandes músicos como Jay Bennett, John Stirratt, Max Johnson, Pat Sansone, Mikael Jorgensen, Glenn Kotche, Ken Coomer, Leroy Bach, Bob Egan y Nels Cline, entre otros.

Neuman

If

Subterfuge. 2014. España

Este compilado de 4 CDs es una auténtica joya que recorre toda su trayectoria aportando rarezas, grabaciones en vivo, temas inéditos, versiones, colaboraciones y en definitiva, elementos de alto valor no solo para los fans del grupo sino para todo aquel que quiera adentrarse en la rica y profusa propuesta de Wilco y en el imaginario del rock norteamericano más auténtico. La obra contiene la generosa cifra de 67 canciones, lo que permite conocer con detalle la evolución del grupo desde los primeros tiempos de A.M (1995) y Being There (1996) de estética folk-rock,

herencia aún del período previo con Uncle Tupelo y Jay Farrar, hasta los estupendos Wilco (The Album) (2009) y The Whole Love (2001), pasando por la etapa que va del gran Summerteeth (1999) a los años más experimentales con el procuctor Jim O’Rourke y el guitarrista Nels Cline que arrojaron los soberbios discos Yankee Hotel Foxtrot (2002) y A Ghost is Born (2004) Alpha Mike Foxtrot es el mejor preámbulo posible para el nuevo disco de Wilco anunciado para este 2015.

Bastó un sólo tema, Tres puñales, para que este disco me atrapara sin escapatoria. Imaginen el más indómito dramatismo, evocando heridas y traiciones, con una dosis difusa de vientos con sabor ibérico, inundado a ratos por una estática, sutilmente perturbadora, como algo alucinado por Radiohead, y esa voz introvertida de Rodés, casi susurrante, absorbiéndolo todo. Enemiga inteligente y divertida de los temas más trillados del pop, la repentina idea de esta cantautora estelar del indie, de entrarle a lo más tradicional de la canción española, parecía un sacrilegio o una traición, y terminó siendo una acontecimiento de

crecimiento y reafirmación musical. Lo atestiguan 10 canciones en las que el ánimo meditativo de Rodés encuentra un hogar inesperado y perfecto en esos océanos de apasionamiento desatado, trayendo esas canciones de emociones polvorientas y añejas a la sensibilidad actual, dándoles una segunda juventud y haciéndolas más eternas. Sublime. (https:// mariarodes.bandcamp.com/album/ maria-canta-copla)

Juan Carlos Ballesta

María Rodés

María canta copla

Chesapik. 2014. España

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Gustavo Reyes

Uno de los más celebrados discos del rock español de 2014 es este tercer disco de la banda murciana, Neuman. If lo tiene todo, ya no solo como uno de los mejores del pasado año, sino para convertirse en un clásico referencial del siglo 21. La producción está sumamente cuidada, así como los arreglos que incluyen cuerdas y coros infantiles. Desde el saltarín primer tema, “Turn it” (que pudiera recordar a Arcade Fire), al épico y sensacional “Kids” (cuyas ambientaciones orquestales nos retrotraen a Spiritualized) hay todo un universo. “Oh No” es un corto y pegadizo tema, mientras “Too Pretty”, nos devuelve al rock guitarrero británico de los primeros 80 de grupos como Ride o Catherine Wheel. Memorable es el chillido de la guitarra al minuto 2:40 que se mete directo al cerebro y al alma. La tempestad cesa y llega la maravillosa calma de “Baby in My Arms”, con la voz de Paco Neuman ejerciendo de hipnotizador. “Tell You”, con su aroma al Wilco más noisy contrasta con la exquisitez folkie de “A Branchs in a Forest full of Love” y el intimismo de “If”. Otro tema avasallante es “Battle Starship” que, a medida que avanza, se convierte en un torbellino guitarrero de grandes proporciones. El disco lo cierra “Nobody has to Worry”, corto tema conducido por cuerdas y que por momentos hace que orbite “God Only Knows” de los Beach Boys. If es un disco sin fisuras, un trabajo de largo aliento. Juan Carlos Ballesta


DISCOS PARA LEER

Fatima

Banda de Turistas

Erlend Øye

Delta venus

Eglo Records. 2014. Suecia/Senegal

Popart. 2014. Argentina

Bubbles Records. 2014. Noruega

Independiente. 2015. Argentina

Yellow Memories

Lo que más querés

Legao

Delta Venus

Fatima Bramme Sey es una suecosenegalesa radicada en Londres que hace música increíble. Con Yellow Memories, su primer disco, presenta un documento que, desde donde se mire, es soul, pero viene con sorpresa. En la instrumentación, que varía desde muy orgánica a muy electrónica, encontramos un arsenal de sonidos bien depurados de diversa índole, que copulan entre sí para crear maravillas como “Circle” o la interesantísima “La Neta”. En términos de electrónica, el club y el house se adaptan perfectamente a lo que Fatima puede hacer con su polifacética voz que también canta jazz (“Biggest Joke of All”). Las letras hablan de sus problemas personales, que parecen insignificantes cuando los proyecta con su particular forma de cantar. (https://soundcloud.com/ bklyn/sets/fatima-yellow-memories)

El tema que bautiza -y cierra- este disco nos hace sospechar que los BDT se infiltraron en las sesiones de grabación del AM de los Artick Monkeys, robándoles su debilidad por el rock & roll y el R&B clásicos. Pero estos aun pibes, no tienen los delirios de rock star de Alex Turner y sí un apetito voraz de sabores musicales, siendo igual de generosos con el funk, el dance pop de los 80s, remembrando a Los Rodríguez y al Oasis más rastrero, y haciéndolos sonar primigenios, como sonidos recién nacidos, sin intelectualizaciones de conocedor. Pop desnudo, sin desmesuras de arreglos o ideas, que los reafirma como prestidigitadores de las canciones con personalidad. Han comenzado a crecer, y nos prometen más de lo bueno; lo confiesan abriendo el disco, en Nenes: “este soñador ya está bien despierto…buscando su revancha”.

Se están agotando las excusas para poder hacer reggae en estos tiempos. Una valedera es que seas noruego y que seas el responsable de dos bandas increíbles, como Kings of Convenience y The Whitest Boy Alive. Erlend Øye lanza 9 años después su segundo disco como solista, con un sonido netamente caribeño, pero pulcramente pop. Es un disco de tardes playeras, con temas que rozan el reggae (“Fence me in”, “Peng Pong”, “Whistler”) pero conservando su vena folk (“Say Goodbye”, “Bad Guy Now”). Los mejores momentos del disco son cortesía de “Rainman”, “Garota” y “Save Some Loving”. Las letras hablan de amor de una forma muy melancólica, algo que no podría sugerir la instrumentación. Legao es un disco fácil de escuchar y mientras lo haces, tienes una sonrisa en la cara.

Nacidos Bambis, por momentos Delta Venus me remonta al segundo disco de The Horrors, con esas atmósferas que sientes cruzar como si fueras una nave espacial en busca de un amanecer, allá donde se curva el horizonte, y ese sabor de descreimiento épico al estilo del R.E.M de Radio Free Europe. Volarás con estos temas y se te pegarán como un deseo de inconformidad renacido. Música para creer de nuevo en la música, destilada, dicen, de sus experiencias, alucinantes como su sonido: grabaciones en el estudio Unísono de Cerati, con Will Berman, de MGMT, produciendo; teloneo a Tame Impala, viaje lluvioso por el desierto californiano, en un carro en Nueva York escuchando el Artaud de Spinetta junto a Sean Lennon para luego terminar en su estudio tocando en el mismísimo Rhodes blanco que usó John en su apogeo Beatle…así de mitológico. (http://deltavenus.bandcamp. com/album/delta-venus-lp)

Alejandro Fernandes Riera

Gustavo Reyes

Alejandro Fernandes Riera

Gustavo Reyes

Los Humanoides

Como vivir en el campo

Independiente. 2015. Venezuela

El Genio Equivocado. 2014. España

Abducciones y Mutaciones Vol 1

El cuarteto caraqueño de synth pop, bastante activo en tiempos recientes, sorprende con un nuevo disco compuesto por versiones sintéticas de conocidos temas del imaginario colectivo, remixes y “divertimentos”. Podemos encontrar desde acercamientos al legado de Kraftwerk (“Calculator operators”, inspirado en “Pocket Calculator”), quizá la más obvia influencia del grupo; “TNK” (inspirado en “Tomorrow Never Knows” de The Beatles) a “Profesor Boombox”, una especie de homenaje al “El Profesor Rui Ruá” de la Billo’s Caracas Boys. En medio están los remixes a Charliepapa, De Reyes, La

CVEEC 2

Abuela Disco, Los Paranoias, Jack Bundy, Dolli, Bioshaft y The Asbestos, además de la colaboración con 12” NinJazz. Este compilado es un ejercicio de amplitud, siempre dentro del estilo robótico 8-bit del quinteto llegado a Caracas desde alguna lejana galaxia. (http://www.loshumanoides.com/)

Tomás Jaimes

Finalmente, con este segundo disco, el trío madrileño rompe el celofán de la atención que no habían logrado con su debut publicado en 2012. Con notables influencias de grupos emblemáticos del indie pop como “Yo La Tengo”, “Stereolab” o “La Costa Brava”, Pedro Arranz (voz y guitarra), Carlos Barros (batería) y Miguel López (bajo), construyen un pegadizo disco de 37 minutos realmente redondo. El disco abre con “Oro graso”, con una explosión guitarrera que de inmediato capta la atención. Luego sigue con dos temas más “happy”, “Perdido” y “La perla del Pacífico”, que desembocan en el exquisito “Lo que no logra la razón lo hace

el Diablo” y el libidinoso “North Koreans”, ideal como puente hacia la segunda mitad del disco que incluye una adaptación de “Cuando el Sol”, de la trovadora cubana Teresita Fernández; y el largo e hipnótico tema “Escándalo en la autopista”. (https://cveec.bandcamp.com/)

Juan Carlos Ballesta

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DISCOS PARA LEER

Steven Wilson

Hand.Cannot.Erase

KScope. 2015. Inglaterra

El polifacético músico inglés sigue su imparable crecimiento con este nuevo disco conceptual, inspirado por la impactante y tristemente célebre historia de Joyce Carol Vincent, que fue convertida por Carol Morley en el filme “Dreams of Life” (2011). La historia de Vincent, quien fue hallada muerta frente a su televisor prendido luego de tres años, sin que nadie notara su ausencia durante todo ese tiempo, es el leit motiv que llevó a Wilson a construir el disco de manera cronológica, asociada a la vida de esta joven que pasó de ser una exitosa profesional en una firma transnacional, querida por su familia y amigos, a una retraída mujer de limpieza en un hotel barato, abusada por su pareja. Los 66 minutos que dura el disco son de alto nivel en todos los frentes: ejecución instrumental y vocal, composición, textos, grabación y producción. Tal como cabía esperar en un perfeccionista como Wilson, quien por ahora ha decidido dejar atrás a su banda Porcupine Tree. Como solista está teniendo mayor éxito, lo que probablemente se deba no solo a la calidad de sus discos, sino a que su nombre ha estado en boca de muchos fans del rock progresivo por sus impecables remasterizaciones y mezclas Surround 5.1 de obras clásicas de King Crimson, Jethro Tull, Emerson Lake & Palmer, Gentle Giant y Yes, labor que se ha extendido a grupos pop como Tears for Fears y XTC (Dave Gregory es invitado en tres temas de este disco).

The GED Trío

+1

Independiente. 2014. Venezuela

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Gerardo villasmil

De Una Vez

Independiente. 2014. Venezuela

Hand.Cannot.Erase, cuarto disco solista, posee todos los ingredientes para convertirse en uno de los grandes discos progresivos del siglo 21. Afortunadamente, Wilson maneja con mesura e inteligencia los tópicos del género, sin que ello signifique que las evidentes influencias setenteras no sean notables y los pasajes instrumentales no dominen la mayor parte de la obra. Los sonidos pinkfloydianos siguen presentes, sobre todo por la guitarra de temas como “Home/Invasion” y “Routine”. En este último la voz de Ninet Tayeb es clave, y nos retrotrae a Dark Side of the Moon. De hecho, la presencia femenina por primera vez, resulta muy adecuada para ayudar a contar esta historia. En la extraordinaria “3 Years Old” el bajo recuerda al de Chris Squire (Yes), cortesía del fenomenal Nick Begg, que junto al increíble baterista Mike Minnemann, conforma una

base rítmica de otro planeta, como comprobamos en Caracas (ver Ladosis 21). A lo largo de todo el disco es utilizado un Mellotron, tocado por el propio Wilson, que nos transporta al Crimson de los 70, en especial en la extensa “Ancestral”. Mientras, Adam Holzman hace maravillas con los teclados, arsenal que comprende piano, órgano Hammond, piano Fender Rhodes y sintetizador Moog. La banda la completa el joven guitarrista Guthrie Govan, perfecto complemento para Wilson, en especial en vivo. La ausencia del flautista y saxofonista Theo Travis (quien solo aparece en un tema), hace que este disco sea mucho menos jazzy que el anterior The Raven that Refused to Sing (2013). Steven Wilson lo volvió a hacer. Su inspiración sigue encendida.

Una estupenda e inesperada noticia es la reunión en Florida, Estados Unidos, de estos tres músicos venezolanos auto-expatriados, cuyas iniciales de apellidos dan nombre al proyecto: Luis E. González (guitarra), Pablo Estacio (bajo, de Bacalao Men) y José R. Duque (batería). La sorpresa es aún mayor al constatar que este esfuerzo es un gran disco de jazz, el cual incluye algunas referencias tímbricas de grandes como Pat Metheny o John Scofield, así como algunas pinceladas rítmicas de joropo/onda nueva, en especial en los dos magníficos temas iniciales “Daedalus” y “Aprieta el botón” . De los ocho temas, cinco

son aportados por Duque, entre los que destacan “Counterpoint Café”, “El Gato enmoChill-Out” (con Julio Andrade en el saxo) y el mencionado “Daedalus”. González aporta “TRES-Nocho” (con la notable participación en el piano Rhodes de Otmaro Ruiz, que le da un toque años 70), mientras que Estacio se atreve con “Aprieta el Botón” y “Viaje al centro del tiempo”. Buen comienzo, sin duda. (https://thegedtrio. bandcamp.com/album/1)

Juan Carlos Ballesta

Juan Carlos Ballesta

Gerardo Villasmil es un cantautor venezolano que lleva algunos años en el ruedo musical. Su vida musical la comparte con su banda Summertime, grupo que en su repertorio incluye versiones de temas legendarios de los 70. Su faceta solista ya lleva dos discos, En mis sueños y éste. En esta oportunidad, Gerardo ofrece 12 temas con una temática que va desde lo romántico hasta lo existencial empleando con efectividad una fusión de R&B, funk, latino, country y hasta un son. Sus letras están cargadas de emotividad bajo un lenguaje directo y sencillo que se mezcla con estos ritmos procurando siempre llegar con disfrute al oído del incipiente melómano y del experto. En su música existe un aire de aquellos grupos de los 70 como Azúcar, Cacao y Leche y Los Pasteles Verdes, pero en la malicia instrumental de Gerardo su música resulta muy atractiva. Así se evidencia en temas como “El camino a ti”, “No viviré jamás”, “Buenos deseos” y “Una ilusión de ayer”. Su propuesta es clara y sin artificios. Su voz y sonido están basados en el sentimiento natural que encontramos en la alocada urbe que habitamos, pero Gerardo es esperanzador, positivo y romántico. Sin duda, una especie aparentemente en extinción. Leonardo Bigott


DISCOS PARA LEER

Gong

I See You Madfish. 2014. Francia/ Inglaterra/Australia

Cuarenta y cinco años después de la formación de Gong por el australiano Daevid Allen, al calor del Mayo Francés de 1968, la aparición de un nuevo disco en estudio es un acontecimiento muy celebrable. Sobre todo si se trata de un álbum tan inspirado como éste. Pero no todo ha sido alegría. Hasta hace poco Allen era aún el incombustible e incandescente hechicero que nos regaló algunos de los más alucinantes y particulares discos de nuestro tiempo y era capaz de transportarnos a ese singular planeta Gong con su rock psicodélico pincelado de jazz y atmósferas cósmicas. Pero, un cáncer de garganta terminó con su vida el pasado 13 de marzo, a los 77 años. Gong siempre funcionó como una especie de comuna creativa alrededor de Allen (guitarra, voz) y su pareja, la hechicera Gilli Smith (susurros espaciales), y de la cual formaron parte en los años 70 grandes músicos de Inglaterra (Steve Hillage, Mike Howlett, Pip Pyle, Tim Blake) y Francia (Didier Malherbe, Pierre Moerlen, Francis Moze). Gong dio paso a varias escisiones posteriores a 1975 cuando Allen abandonó su propio proyecto: Mother´s Gong, Pierre

The Charlatans

Modern Nature

BMG. 2015. Inglaterra

Moerlen´s Gong, Gongmaison, Gongzilla, New York Gong, Planet Gong, todos proyectos surgidos de la raíz madre, que Allen reflotó en 1991. La formación actual que conforman el iraní Kavus Torabi (ex Cardiacs) y el brasileño Fabio Golfetti en las guitarras, Orlando Allen (batería), lan East (saxos, flauta), David Sturt (bajo) y hasta hace poco el propio Allen, no tiene nada que envidiar a la etapa clásica. La mayoría de estos músicos llevan varios años dándole forma al sonido envolvente de esta nueva encarnación de Gong, logrando que este disco, I See You, esté emparentado en línea directa

con la famosa trilogía de Radio Gnome (1973), Angel´s Egg (1973) y You (1974), auténticos paradigmas del space rock. Esperemos que el planeta Gong siga su órbita y a pesar de la ausencia de su piloto Daevid Allen, su sonido siga atrapando, inspirando y haciéndonos viajar.

“Y si en esta esquina estás esperándome, yo te guardo una canción para usarla contra ti” canta Willbert Álvarez en “Puto malandro”, una de las canciones de su disco debut como solista. “Maldita policía, maldita policía. Toda la noche esperándolos, toda la noche esperándolos”, dice más adelante el cantautor responsable de un trabajo en el que se permite ser más directo que en Luz Verde, la banda caraqueña radicada en España a la que pertenece, al momento de expresar la rabia y el desengaño. Sin embargo, no deja de ser intimista y la música que

acompaña sus letras subraya esos sentimientos de nostalgia y añoranza característicos del grupo, pero esta vez se atreve por momentos alejarse de ese rock and roll característico de la agrupación para adentrarse en otros sonidos como el blues. Destacan temas como “Tu alma es un blues”, “Fall in Love in NY” y “Te busque”, el primer sencillo promocional. Es inevitable no recordar “Al lado del camino” de Fito Páez al escuchar “En malas condiciones”.

Juan Carlos Ballesta

Willbert Álvarez

Musical animal

Independiente. 2015. Venezuela/España

Humberto Sánchez Amaya

De todo el efervescente e influyente período del Madchester Sound entre 1988 y 1993 que tuvo a Happy Mondays, The Stone Roses e Inspiral Carpets como puntas de lanza, el único grupo que se ha mantenido activo a lo largo de 25 años ha sido The Charlatans. A pesar de las varias pérdidas que ha sufrido la banda (primero el teclista Rob Collins que aportaba una parte importante de la personalidad del sonido, fallecido en un accidente de carro; ahora el baterista Jon Brookes, fallecido de cáncer el año pasado), Tim Burgess (voz), Martin Blunt (bajo) y Mark Collins (guitarra) se las han arreglado para seguir, no solamente editando discos, sino manteniéndose como una banda activa en los escenarios. Este Modern Nature, el doceavo álbum, destila (milagrosamente, dadas las circunstancias) una frescura que tenían cierto tiempo sin demostrar en disco. Su anterior álbum, Who We Touch (2010), pasó inadvertido, producto de cierto agotamiento estético. Si bien, este nuevo trabajo no representa un alejamiento de su fórmula, sí se advierte la presencia de ciertos elementos distintos, menos presencia de ritmos funky y dance a favor de ambientes más sosegados y sensuales. The Charlatans llega al cuarto de siglo con cosas qué decir y aportar. Y eso ya es bastante. Tomás Jaimes

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DISCOS PARA LEER

José Domingo

Almería

Enunplisplasmúsica. 2014. España

El cantautor catalán de Girona, editó uno de los discos más atractivos y cautivadores del pasado año. Almería, su tercer álbum como solista, es un viaje psicodélico y aflamencado durante el cual hay muchas sorpresas. Pocos discos como éste se editan en estos tiempos. Lo acústico encaja perfectamente entre los temas más eléctricos, creando un notable balance. Así, temas como “Obsesionado” y “Se irán contigo”, una especie de bolerowestern españolizado con una voz profunda que recuerda algo a Javier Corcobado, conviven con el guitarreo eléctrico de “Más que perfumado”. Destaca especialmente la participación del cantaor catalán, Jordi Fornells, en

Joe La Reina

Bailamos por miedo Subterfuge. 2014. España

El joven quinteto de San Sebastián, había debutado con un EP de aires folk cantado en inglés (Changes of Masks, 2012) que llamó la atención de público y crítica. Este disco, sin embargo, es otra cosa. Producido por Abel Hernández (Migala/El Hijo), representa un notable

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la soberbia “Piedras en los bolsillos”, así como en la dramática y bucólica pieza de cierre “Un caballo solo” (con la cellista sueca Helena Espvall, del grupo Espers), con reminiscencias del gran Enrique Morente. “Tus ojos de mujer” tiene pinceladas dub y también de Radio Futura. Hace 40 años Smash, Gualberto y Triana acercaron el rock al flamenco, y ahora José Domingo parece seguir esa senda. La participación del guitarrista Diego Cortés (a quien vimos en Caracas varias veces acompañando al inimitable trovador Albert Plá) aporta todo lo necesario para hacer de este disco una joya como pocas. (https://josedomingo.bandcamp. com/album/almer-a)

Juan Carlos Ballesta paso adelante ahora adentrados en terrenos más eléctricos. Una acertada decisión fue cambiar de idioma, cantando ahora en castellano, lo que realza no solamente la interesante voz de Luis Malcorra sino también los textos. Un disco intenso, que se pasea entre los sonidos semi-eléctricos como “En una casa junto al mar” (que podría ser un Duncan Dhu más psicodélico), el folk rock clásico de “Rusia” o maravilloso art-folk de “Oh, la mía pena”, “Tiemblan”, “Tempestad”, “Huracán 2000” y “Bailamos por miedo”, tema homónimo que representa quizá la piedra angular de este fantástico álbum. Malcorra y sus compañeros Jaime Artetxe, Iñaki Oro, Carlos Erasu y Nicolás Pérez, tienen un prometedor viaje por delante. (http://joelareina.bandcamp. com/album/bailamos-por-miedo)

Juan Carlos Ballesta

Tunacka

Cocuy

Independiente. 2015. Venezuela

Esta agrupación de San Antonio de los Altos, posee una espontaneidad y picor que inquietan. Su innovador formato entre LP y CD de este trabajo ya le hace un manjar para el consumado melómano, pues son 4 carátulas diferentes de 3 artistas. La música es sencillamente espléndida por su riqueza rítmica y la interactividad de los músicos. Como si hubieran nacido para convivir en Tunacka, las guitarras de Jesús Torres y Johann Puerta frecuentemente conversan cómodamente con el saxo y flauta de Xabier Sobrevila, apoyados por la sección rítmica de Kavier Roa (batería), Iván Rivas (percusión)

Hotel

Paisajismo Nocturno La quimera que bosteza. 2015. Venezuela

Regresa el cantautor marabino Diego García, mejor conocido como Hotel (ver Ladosis #34) con un maravilloso EP de seis canciones y apenas 19 minutos. Quizá sea el tiempo perfecto para dejarnos con ganas de más. De lo

y Dionisio López (bajo y voz). Un hermoso diálogo entre guitarra y saxo en “Pistacho”; frases sutiles a lo George Benson o Pedro Aznar en “Cacao”; aires selváticos en “Quesillo místico”, son algunas de las características que incluye este álbum que invita además a ser escuchado una y otra vez, lo cual es otra bendición si tomamos en cuenta que, para este álbum, Tunacka ofrece poco menos de una hora. Así que el tiempo es prudente y no hay excusas para retornar a Cocuy. “Limonada Frapé” es el tour de force con sus 11 minutos que sin abusos “trae de todo”. Muy buen trabajo de una banda que es, además, muy buena en vivo.

Leonardo Bigott bueno, poco. Melancolía pura y conmovedora, que Diego construye con guitarras acústicas, armónicas, órgano de juguete, cuatro, las coplas, su voz nostálgica y eso que llama “trenes fantasmas” y “neón maldito”. Lo ayuda Andrés Melo en las máquinas traga-sonido, los mariachis imaginarios, bajo, Casio angelical, guitarras eléctricas y “labores de consigliere”. Colabora en las voces el cantautor puertocruzano Noel Grisanti en “Puerto La Cruz Blues”. Ecos de Elliot Smith, Leonard Cohen, Simón Díaz, García Lorca, Bill Callahan, Bon Iver, entre otros. Una auténtica joya de la nueva y cada vez más atractiva canción de autor venezolana. Todos los temas son fenomenales.

Juan Carlos Ballesta


King Crimson

Live at The Orpheum

Ian Anderson´s Jethro Tull

Discipline. 2015. Inglaterra/ EE UU

La primera publicación oficial de la nueva y sorprendente encarnación de la legendaria banda de rock progresivo, es un extracto proveniente del doble show grabado en The Orpheum Theatre de Los Ángeles el 30 de septiembre y 1 de octubre de 2014. Antes de este disco, sin embargo, se había editado el preámbulo The Elements of KC, un compilado de todas las épocas que incluyó unas pinceladas del sonido del nuevo Crimson. Para seguir rompiendo moldes, una costumbre desde 1969, el jefe indiscutible Robert Fripp (guitarra), ha conformado un septeto consistente en tres bateristas de alto calibre y largo historial que en escena se colocan al frente (Bill Rieflin, Gavin Harrison y Pat Mastelotto, este último parte del grupo desde 1994); el saxofonista Mel Collins (antiguo y glorioso miembro en los 70), el bajista Tony Levin (en la banda desde 1981) y el también guitarrista y nuevo cantante Jakko Jakszyk, quizá el único flanco con cierta debilidad de esta potentísima formación. El repertorio escogido para esta primera aproximación alcanza unos escasos pero muy disfrutables 40 minutos, y está compuesto por temas principalmente de los años 70 (“The Letters”, “Sailor´s Tale”, “One More Red Nightmare” y la épica “Starless”), algo que no había ocurrido nunca. Ni el cuarteto de los 80, ni el doble trío de los 90, ni el quinteto de principios de siglo 21, solían incluir más de dos temas de aquel inolvidable período entre 1969 y 1974.

Thick as a Brick- Live in Iceland Eagle Records. 2014. Inglaterra

Solo esta razón, invita a ponerle atención a este KC. La gratificación es muy alta al comprobar que los arreglos realizados son impecables, respetando las formas originales pero agregando elementos de cada uno de los músicos. El regreso del saxo nos retrotrae a los 70, mientras que las tres baterías se complementan a la perfección sin atropellarse una a la otra, cosa difícil, lo que demuestra la madurez y calidad de los tres. Levin tiene un rol menos protagónico, aunque su peso se siente. Escuchar la guitarra de Fripp en el comienzo de “Starless” produce una especie de orgásmico deja vu, para luego, tras el crescendo, lanzarnos en al cráter en erupción con las baterías y el saxo a tope. Puede que la reincorporación de Collins haya inspirado a Fripp a recuperar aquel legado con gran peso específico, aunque probablemente la razón fundamental es la ausencia de Adrian Belew, cuyo distintivo estilo vocal y guitarrístico son insustituibles, además de su recuerdo demasiado cercano, lo que obligó a mirar atrás y obviar buena parte de lo hecho a partir de los 80, especialmente las piezas cantadas. Es indudable que Jakszyk no es Belew. Queda solo esperar por el nuevo material, necesario para oficializar a este septeto y terminar de agregar una página más en la larga, fructífera y vanguardista historia de King Crimson.

Juan Carlos Ballesta

En 1972, en pleno apogeo del rock progresivo, la banda británica Jethro Tull – liderada desde su fundación por el increíble flautista, cantante y multi-instrumentista escocés Ian Anderson– editó Thick as a Brick, una de las obras conceptuales más memorables de aquel período. El disco (compuesto por un solo tema de 43 minutos) se basaba en la adaptación del poema épico (ficticio) escrito por el niño de 8 años, Gerald Bostock. Cuarenta años después, Anderson decidió explorar en la vida adulta de Bostock, editando Thick as a Brick 2 (2012). La ocasión fue propicia para hacer una pequeña pero muy significativa gira tocando ambos discos, con la fantástica formación actual que acompaña a Anderson (ver Ladosis #17), ya con Jethro Tull definitivamente en el congelador. Este doble-CD, también en DVD/ Blue-Ray, encuentra a Anderson en una excelente forma, aun con la poca voz que le queda, producto de un deterioro natural que empezó hace mucho tiempo. Por primera vez (inteligentemente) cede algunas partes vocales a Ryan O’Donnell, quien logra imprimirle un sello parecido al de la versión original. La complejidad de Thick as a Brick es resuelta de manera magistral por Scott Hammond (batería), David Goodier (bajo), John O’Hara (teclados, acordeón) y el joven maravilla Florian Opahle (guitarra eléctrica), mientras Anderson hace las conocidas filigranas con la flauta y guitarra acústica, y se esfuerza en vocalizar, además de narrar. Por primera vez en cuarenta años, la emblemática obra es ejecutada en vivo en su totalidad y, para sorpresa, la secuela de 2012 no suena fuera de lugar, sino que más bien sirve como excelente complemento. Esto no es solo para nostálgicos, sino también para interesados en explorar el lado menos complaciente y arriesgado del rock. Juan Carlos Ballesta

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RADIOHEAD: 20 años de

The Bends

Hace justo 20 años, el 13 de marzo de aquel año, veía la luz The Bends, el segundo disco del quinteto de Oxford, Radiohead, considerado como el primer gran punto de inflexión en la fructífera carrera de la banda y uno de los mejores discos de todos los tiempos según una amplia diversidad de encuestas de opinión realizadas durante este siglo.

E

Juan Carlos Balllesta

El año 1995 estuvo plagado de grandes discos, piedras angulares en la trayectoria de sus autores. Una lista breve, solo en Gran Bretaña, debe necesariamente incluir a Pulp, Blur, Tricky, Supergrass, Tindersticks, David Bowie, Seefeel, Disco Inferno, Oasis, Julian Cope, The Chemical Brothers, Leftfield, PJ Harvey, Porcupine Tree, Aphex Twin, The Verve y Radiohead. Apenas dos años antes Radiohead había tenido un éxito planetario con el tema “Creep” (incluido en el debut Pablo´s Honey, 1993), así como varias extensas giras que dejaron exhaustos a los cinco integrantes: Jonny Greenwood (guitarra, teclados, arreglos de cuerda), Colin Greenwood (bajo), Ed O’Brien (guitarras, coros), Phil Selway (batería) y Thom Yorke (voz, guitarra, piano, ilustraciones y diseño). La efervescencia del sonido grunge hizo que muchos asociaran su sonido inicial con el proveniente de Seattle, cosa que estaba muy lejos de lo que realmente pretendían. Quedaba claro que aún la propuesta de Radiohead necesitaba pulirse. Todo comenzó a cambiar cuando en 1994 graban el EP, My Iron Lung, con el que criticaban lo que habían vivido durante las giras de Pablo`s Honey. La disquera (EMI/ Parlophone) quería, sin embargo, seguir explotando la estética grunge. En apenas dos años el grupo cambió. Greenwood pasó semanas probando guitarras, efectos y amplificadores buscando un sonido distintivo. Yorke comenzó a escribir letras más crípticas, mientras el resto de la banda ensayaba las nuevas canciones una y otra vez. El legendario productor John Leckie logró

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que el disco saliera redondo, con la ayuda del ingeniero Nigel Godrich, quien a partir del siguiente disco (Ok Computer, 1997) se convertiría en el productor y pieza clave hasta el presente. The Bends arrojó cinco singles, el primero de ellos lanzado previamente (“My Iron Lung”). Siguieron “High and Dry”, “Fake Plastic Trees”, “Just” y “Street Spirit (Fade Out)”, temas de alto impacto que convirtieron al grupo en favorito de muchos, aunque no en un éxito comercial masivo. El álbum estuvo 160 semanas en las listas británicas, aunque apenas llegó al puesto 88 en Norteamérica. Con los años se ha convertido en un clásico, siendo apreciado cada vez más, desplazando en algunos casos a Ok Computer, que siempre ha sido el consentido de la gran mayoría entre los varios discos imprescindibles que ha aportado Radiohead al rock. Aquel año 1995 giraron por Estados Unidos con REM y eso sirvió para ayudar a cambiar la percepción sobre su música y para convertirse en el grupo favorito de otros grupos y músicos.

Sin The Bends y la forma de cantar de Yorke en semi-falsetto, probablemente no existirían Travis, Coldplay, Keane, Starsailor o James Blunt. Luego de establecer este trademark, la banda se movería hacia terrenos más experimentales, creando nuevos paradigmas y generando otra camada de bandas influenciadas por Kid A (2000), Amnesiac (2001), Hail to the Thief (2003), In Rainbows (2007) y The King of Limbs (2011). En 2006 el semanario NME organizó una encuesta entre 40 mil personas alrededor del mundo para que votaran por los 100 mejores discos y The Bends ocupó el décimo puesto. Antes, en el 2000, apareció de segundo detrás de Revolver de The Beatles en la lista de los mejores 1000 discos según Virgin. A 20 años de su lanzamiento, su importancia sigue siendo capital y su relevancia aún mayor. Radiohead le debe mucho a The Bends. Y nosotros también.



VIAJE AL FONDO DEL JAZZ

Nina Simone, 1968. Foto cortesía de Getty Images.

NINA SIMONE

C

Un grito por la igualdad

Como ella pocas, o ninguna. Una de las facetas más poéticas de Nina Simone eran sus llamativas transiciones entre el susurro, el grito y el lamento, para intentar subrayar los estados de ánimo enunciados en las canciones. Nina fue siempre así: una intérprete rebosante de espiritualidad y realidad social. Su típica estampa sentada al piano era de una sobriedad intimidatoria, producto, tal vez, de su estricta educación clásica con composiciones agridulces, que mezclaba magistralmente con un registro grave bien utilizado y un carácter que le dio fama de arrogante, temperamental pero, al mismo tiempo, vulnerable. Su activismo por los derechos civiles de las personas de ascendencia africana, fue uno de sus baluartes de vida; una lucha que quedó plasmada a través de sus canciones. La primera vez que escuché a Simone, yo tendría quizá 9 años. Recuerdo sus canciones cuando en 1968 se desarrollaba el Mayo Francés y asesinaban

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a Martin Luther King, éste último, uno de los detonantes que provocó que Nina abandonara los Estados Unidos, asqueada de la segregación racial. Ese primer tema que escuché fue “My Baby Just Cares For Me”, una canción que Nina había grabado 11 años antes para el álbum Little Girl Blue, su primera grabación, que luego llegó al Top Five de los éxitos en el mercado británico. A partir de allí quedé sorprendido y gratificado con esa voz ritual, carrasposa, de madera, que me obligaba a mirar el entorno de otra manera. Digo esto porque a mis 9 años no había mucho qué decidir. Mi casa estaba inundada de clásicos de Ellington, Sinatra, Eckstine, Sarah Vaughan, Glenn Miller, y del folklore venezolano, que era mucho y muy extenso.

Contra el racismo

Años después escuché el tema “Mississippi Goddam” (1964), en el que Simone criticaba el atentado con una bomba en

una iglesia de Alabama, que acabó con la vida de cuatro niños negros. Eran los tiempos duros del Ku-Klux Klan. En su canción, Simone reclamaba la igualdad y, al mismo tiempo, criticaba a muchos activistas negros, entre ellos a Luther King, con quien discrepó en distintos aspectos de la lucha racial. La canción era un furioso alegato contra varios estados del sur de Estados Unidos. Eran momentos difíciles para los afroamericanos de Norteamérica. A mediados de los 50, Nina se presentaba en Atlantic City a hurtadillas de su religiosa madre, en un club donde cantaba por más de dos horas seguidas, con apenas 15 minutos de descanso entre esos lapsos. Su nombre verdadero, Eunice Kathleen Waymon, lo ocultó, lanzando su nombre artístico de la combinación de “Nina” (que viene de “Niña”, como la llamaba cariñosamente un fugaz amante latino del cual poco se sabe) y “Simone”, en honor


VIAJE AL FONDO DEL JAZZ

Una vida errante

de la actriz francesa Simone Signoret, a la que la joven Eunice admiraba. La influencia de Duke Ellington es patente en casi toda la obra de Nina. Su primer álbum, Little Girl Blue, fue un éxito inmediato, del cual se extrajo el sencillo “I Love You Porgy”, que vendió un millón de copias en Estados Unidos en el verano de 1959. Curiosamente, jamás volvería a colocar otra canción en el Top 40 de Estados Unidos.

Prolífica carrera

Con Columbia Records grabó 10 discos en cinco años, seis en estudio y cuatro en directo. De esa época surgieron varios temas para bandas sonoras de Columbia Pictures, como “Wild Is The Wind”, “Sayonara” y “Samson And Delilah”. Posteriormente, en 1964, fue contratada por el sello Philips, con el cual grabó siete álbumes en tres años, época en la cual destaca el clásico “Dont Let Me Be Misunderstood”, un éxito también de The Animals y años después en versión discoteca con la agrupación Santa Esmeralda, y el arriba mencionado “Mississippi Goddam”. Otro de sus clásicos, grabados para el sello RCA entre los 60 y los 70, “To be young, gifted and black”, fue grabado por Aretha Franklin en 1972. No podemos dejar de mencionar temas emblemáticos como “House of the Rising Sun”, que también grabaría Bob Dylan y popularizaría mundialmente The Animals. Otras canciones que la hicieron famosa fueron la inigualable “I Put a Spell on You” (sin duda una de las mejores versiones de las miles que se han hecho de ese clásico de Screamin’ Jay Hawkins), “Here Comes the Sun” de Los Beatles, “Four Women”, “I Shall be Released” de Dylan, y “Ain’t got no (I got life)”. Su tema “Sinnerman” apareció también en el film de Norman Jewison, The Thomas Crown Affair (1968), y volvió a aparecer en la versión de la misma película que en 1999 protagonizaron Pierce Brosnan y Rene Russo. Particularmente, me es imposible olvidar la letra de su canción “I Wish I Knew How It Would Feel To Be Free” (“Ojalá supiera cómo ser libre”) (1963), que reza lo siguiente: I wish I knew how it would feel to be free / I wish I could break all the chains holding me / I wish I could say all the things that I should say / say ‘em loud, say ‘em clear, que se traduce así: Ojalá supiera cómo es ser libre / ojalá pudiera romper todas las cadenas que me sujetan / ojalá pudiera decir todas las cosas que debería decir / decirlas alto y claro. El calibre de la denuncia de Simone sólo era comparable con la lucha de Mandela en Suráfrica y con la que protagonizaron Martin Luther King y Malcolm X en los Estados Unidos.

Nina posando para la BBC en 1968

La estadounidense Eunice Kathleen Waymon, mejor conocida como Nina Simone, es considerada una de las más grandes leyendas del jazz y el blues de todos los tiempos, y una gran activista de los derechos y las luchas por la igualdad de género y de raza. Su presencia en escena era intimidatoria, su voz era agria como sus protestas, y su arrogancia, producto de la segregación racial contra la cual luchó toda su vida. Europa le regresó todo lo que Estados Unidos le arrebató. El 12 de abril se cumplen 12 años de su fallecimiento, ocurrido en Francia.

Hugo Santaromita / Ciudad de Panamá

Nina siempre fue una mujer solitaria. Parecía que esa era su tragedia, cuando la realidad es que era una mujer con firmes convicciones, comprometida con la realidad social de entonces, orgullosa, altiva y de indoblegable carácter. Su huida de los Estados Unidos a principios de los 70 tuvo que ver mucho con eso y con el rechazo al modo de vida norteamericano, y además, con su persecución por evasión de impuestos, que ella atribuyó al racismo. Jamás volvió a residir en su país natal. De allí pasó a Barbados, donde tuvo un affaire sentimental con el entonces Primer Ministro Errol Barrow, y luego viajó a Liberia, atraída por el país de sus ancestros y lejana a la realidad de un país pobre y corrupto. Fue su amiga, la emblemática Miriam Makeeba, quien la alentó a dar ese extraño salto. En los 80 cantaba regularmente en el club de jazz Ronnie Scott, de Londres. Luego se mudó a Suiza y Holanda, hasta que pasó al sur de Francia, donde falleció en 2003. El éxito en toda Europa la regresó a las grandes audiencias, y fueron comunes sus colaboraciones con artistas como María Bethania, Pete Towsend y la mencionada Makeeba. En 1992, apareció su música en la película Point of no return, inspirada en su propia vida. Ese año publicó su autobiografía, titulada I put a spell on you, que fue inmediatamente traducida al francés, el alemán y el holandés. Europa le regresó todo lo que Estados Unidos le arrebató. Nina fue una mujer con muchas tormentas internas. Hacía tiempo que había dejado de llevar bien la soledad. Cuando pequeño la escuchaba, nunca me imaginé lo que pasaba por la cabeza de aquella mujer tan temperamental. Poco después, ya en mi madurez, entendí en gran parte la razón de sus protestas. Se puso al frente de marchas de 40 mil personas con otros artistas negros y se convirtió en un símbolo de la lucha por los derechos raciales. El británico Elton John, se refirió a ella como “la mejor cantante del siglo 20”, mientras que el Washington Post dijo una vez: “Su arte destilaba una fuerza creadora sobrehumana, inasequible al desaliento”. Nina, nacida en 1933, vivió en carne propia los vaivenes entre el cielo y el infierno, amores ardientes y maridos abyectos, sonoras protestas y rabias calladas, comportamientos erráticos, exilios y reacciones paranoicas. Fue un mito, pero también una especie de bruja africana engañada y rota que nunca agachó la cabeza, ni siquiera en los momentos en que parecía desmoronarse para siempre. Quedó inserta en la historia del jazz, el blues y el soul.

Nina en Newport Jazz Festival, 1968. Foto Tom Coppi

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Foto: cortesía IL Corriere de la Sera

CLAUDIO BAGLIONI

Genuino embajador de la canción italiana En 2010, durante su gira Un Solo Mondo, el cantautor romano visitó Caracas para presentarse en el Anfiteatro del Sambil. Allí, compartió a casa llena un repertorio que abarcó sus 45 años de carrera artística. El legendario músico satisfizo el anhelado deseo de una comunidad italiana que agotó las principales localidades en menos de 15 días, dos meses antes del concierto.

Leonardo Bigott

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La carrera artística de Claudio Baglioni inició en Roma a mediados de los 60’s con su participación en un evento de nuevos talentos. Tenía 14 años cuando la vida comenzó a mostrarle su mejor cara en 1965, pero no sería sino hasta 1972 cuando Questo Piccolo Grande Amore lo diera a conocer en todo el mundo, iniciando así un ascenso que no ha menguado. Sus composiciones reflejan el trabajo meticuloso de un músico preocupado por crear hermosas melodías y escribir, en ocasiones, oníricos pasajes que dejan siempre una reflexión espiritual con cada verso cantado, a veces plasmado en las cosas más simples de la vida y otras en lo más profundo y sublime del sentimiento humano. Su lírica suele dibujar hermosas metáforas que pueden apreciarse en álbumes como Strada facendo, La vita é addesoy Oltre. Versos como “aprenderás que sólo basta un ocaso para morir” reflejan

el carácter místico que se desprende de un personaje apacible, prudente, articulado que ha sido frecuentemente asociado a las baladas amorosas pero que en realidad es poseedor de una hermosa poesía que trasciende eso que a veces llamamos ‘balada pop’. Baglioni es, en realidad, un amante de la vida en todos sus aspectos y su música está frecuentemente teñida de rock. Si bien la década de los 70’s marcó su fama con temas como “E tú”, “Sabato pomeriggio”, “Amore bello” y “E tu come stai”, los años sucesivos fueron demostrando una musicalidad más amplia y un mayor interés por una lírica de mayor densidad y un tanto distante de las baladas románticas. Con La vita é addeso y Oltre Baglioni vivió en los años 80’s una década esplendorosa que inició con el nacimiento de su hijo Giovanni, a quien compuso el tema “Avrai”, y el éxito de una serie de álbumes como Alé-oó y Assolo. Fue la década durante la cual compartió con grandes músicos como el teclista Vangelis, el baterista Manu Katché, los bajistas Tony Levin y Pino Palladino, el cantante Andrea Bocelli, el cantautor Pino Daniele, Mia Martini, Youssou N’Dour, Phil Palmery el guitarrista, recientemente fallecido, Paco de Lucía. Las dos décadas siguientes abarcaron una serie de giras, álbumes y el otorgamiento del importante premio Lunezia. En tiempos recientes, Claudio Baglioni también ha escrito una novela y realizado un sueño que le ocupaba desde hace algunos años, grabar Q.P.G.A. Una banda sonora de versiones extensas de “Questo piccolo grande amore” junto a una pléyade de grandes de la canción italiana como Alice, Premiata Forneria Marconi, Jovanotti, Angelo Branduardi, Nek, Ennio Morricone y otros. Su primera visita a Caracas fue anunciada al inicio de los 90’s pero fue cancelada. Finalmente en 2010 nos visitó con un memorable concierto pero comentó que “estuve en Venezuela, creo que en 1975 o 1976 como parte de una larga gira promocional junto a otros artistas aunque este trabajo es maravilloso, no ves mucho cuando viajas. Me ha gustado el espíritu moderno y al mismo tiempo nostálgico del venezolano. Hace un tiempo estuve en Los Roques. Fue magnífico”. De aquellos días a su tan esperada visita, ha sido mucha el agua que ha corrido bajo el puente. Quien ha seguido su evolución artística reconoce a un compositor amplio que ciertamente ha trascendido esa nefasta etiqueta de “pop”. Claudio además de ser considerado entre los grandes cantautores de Italia, ha sido nominado en el World Music Award por su puesta en escena y el dinamismo planteado en ellas. Caracas vivió esa experiencia.

Baglioni estuvo recientemente de gira por Italia presentando su nuevo álbum, Con voi, pero ha sido el incesante recuerdo del grato encuentro entre Claudio, el guitarrista Flavio Sala, cuyo álbum De la buena onda contó con la participación de Giovanni Baglioni (hijo de Claudio) y yo, a la entrada del Eurobuilding, lo que me impulsó a compartir este inolvidable encuentro y la posterior entrevista de la cual extraje algunas preguntas para compartir con aquellos de ustedes que aún no conocen a este notable músico italiano de carácter diáfano, correcto hablar, poseedor de un estilo musical ya madurado y delineado meticulosamente donde se reflejan sutiles escenas campestres, amaneceres, atardeceres de pescadores, de “le strade” y tantas imágenes que hacen de su música una hermosa expresión, ocasionalmente bucólica. Claudio…

Tus letras son con frecuencia poemas. ¿Cómo las desarrollas?

Ante todo compongo música. Es bastante misterioso el modo como ella se desarrolla. Las letras son como música sobre música y la palabra cantada tiene para mí una gran importancia.

¿Cómo han llegado a ti músicos como Tony Levin?

Grabé Oltre en los estudios de Peter Gabriel. Fue así como conocí a Levin, Katché, etc… pero he trabajado con músicos de jazz, clásica y étnica. Gavin Harrison, ahora de Porcupine Tree, fue casi un descubrimiento nuestro por esa razón.

¿Cuál es tu álbum más significativo?

Cada década tiene un álbum importante. He ido madurando hacia algo más pensado. Oltre es el más completo, Strada Facendo aún tiene cierta contemporaneidad y La Vita É Adesso.

¿Has pensado grabar con artistas más jóvenes? Puede ser. No sé si sabes que hago un festival para artistas jóvenes de varias disciplinas. Creo que una colaboración debe nacer espontáneamente.

¿Es cierto que tienes afecto por el pensamiento Sufi?

Sí, pero sólo porque hay una filosofía interna. Es algo casi metafísico, es curativo. La música tiene una forma muy cercana a la religión. Componer una misa moderna ha sido un sueño que espero realizar.

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AHÍ ESTUVIMOS

Noches de Guataca (del 28/1 al 18/2) Espacio Plural, Trasnocho Cultural. Caracas (Enero 28 a marzo 4, 2015)

Fotos: Leonardo Bigott

Pepperland

Ana Isabel Domínguez y Los Profesionales

¡…y aquí vienen ellos siete a buscarnos en su “Peñero Amarillo” para llevarnos a Pimientlandia! Son Pepperland, una provocativa propuesta sugerida por el productor Xariell Sarabia y que reúne parte de la crema y nata de una generación que viene con todo. El capitán de este “peñero” cargado de canciones de los inmortales The Beatles es el virtuoso mandolinista Jorge Torres, a quien se le encomendó este proyecto que llevaba algún tiempo en gestación. Es él quien comanda una envidiable tripulación conformada por el bajista Gustavo Márquez, el guitarrista Gustavo Medina, el baterista Abelardo Bolaño, el percusionista Yonathan Gavidia, el laureado (Grammy) cuatrista Héctor Molina y la carismática cantante Hana Kobayashi. Ramón Castro y Aquiles Báez se encargarían de la botadura del estelar peñero que nos llevaría por 17 exitosas canciones a ritmo de sangueo, jota carupanera, gaita zuliana, merengue y otros exóticos ritmos de nuestra tierra. Y así, con la composición de Paul McCartney, “Blackbird” en merengue 5/8, zarpó este ambicioso proyecto. “From Me to You”, en gaita zuliana, y una irreverente “I Wanna Hold Your Hand” en jota carupanera, continuaron este viaje lleno de candor, nostalgia, humor y ciertamente inspirador. Tras “Don’t Let me Down” el capitán del “Peñero Amarillo” se dirigió a una sala completamente llena y sorprendida en la riqueza rítmica y los nuevos aires a la que siempre está dispuesta la música

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de los Fabs 4. Si bien Jorge comentó acertadamente que proyectos como estos se han hecho en otras partes del mundo, destacando que esta vez la novedad eran los ritmos venezolanos, debo añadir que hay un aspecto altamente relevante en el caso de Venezuela y ese hecho está en las propuestas de Los Beat3, Música Expresiva y Los Buitres. Los dos primeros han sido elogiados con grandilocuencia en Liverpool, Inglaterra. El primero, por la energía interpretativa de sus integrantes y el segundo, por lo exótico de la percusión y la inusitada instrumentación (cello, corno francés, percusión étnica, guitarra, flauta) en bossanova, reggae, R&B. Los mozalbetes del “Peñero Amarillo”, y créanme que es así, parecieran estar navegando el mismo mar, hacia el mismo destino y es mi deseo que consigan un productor que los lleve a ese puerto mayor atravesando el Atlántico. Clásicos como “Lady Madonna”, “The Long And Winding Road”, “Revolution” y “Taxman” se hicieron escuchar como nunca. Hana, portando lentes a la Yoko Ono, evocó a la semilla de la discordia con humor. Y los dos Gustavo, tras breves palabras, fueron en ocasiones portadores de una armonía vocal encantadora. “Here Comes The Sun” coreada por la audiencia, trajo a puerto al “Peñero Amarillo”.

Ana Cecilia Loyo

La segunda fecha del ciclo musical correspondió a la cantante y compositora Ana Cecilia Loyo. Enraizada en lo

Ana Cecilia Loyo

tradicional, la vocalista falconiana inició su variado repertorio con el emotivo tema “Deja”, cantado a cappella. Su dulce voz continuó el concierto acompañada del bajista Edwin Arellano, el cuatrista Héctor Medina, la percusión de Reinaldo Chacón y la dirección musical y mandolina de Jorge Torres. Temas como “Tu merengue” y “Pueblos tristes”, el primero de su autoría y el segundo un clásico de Otilio Galíndez, ambos pertenecientes a su trabajo discográfico En Sol Mayor, fueron ejemplos de una de las voces más significativas de la actualidad en lo tradicional venezolano. Ana Cecilia revela influencias de veteranas como Cecilia Todd y Lilia Vera bajo una personalidad siempre alegre y dispuesta a compartir con un espíritu festivo. “Mi negrito” de Lucía Piñango fue otro de los temas de la noche en la cual Ana fue hilvanando con especial candor ritmos como gaita tambora, merengue y décima zuliana, entre otros. Fue precisamente en éste último donde llamó a escena a Amanda y Marisela Querales, hijas del laureado compositor y ejecutante de la bandola, Ismael Querales, quienes acompañaron a Ana en la interpretación de “A mi hermano”. “Barriga de aire”, tema que Ana interpretará en sus tiempos con la agrupación Zaranda haciéndolo ahora con Aquiles Báez, representó esa guasa criolla cargada de sano humor. A estos temas se les unieron “Zumba que zumba” del renombrado tenor Juan Tomás Martínez; “1,2,3,4” en tributo al cuatro, instrumento que en 2013 fue declarado patrimonio


AHÍ ESTUVIMOS

nacional, y composición donde Edwin, Reinaldo y Héctor, resaltaron sus talentos como instrumentistas con “solos” llenos de ese swing criollo que siempre invita a bailar. “Yo te canto San Benito”, gaita tambora compuesta por Ana, puso la guinda de este buen concierto, un paso más en la carrera de esta cantautora que ya se perfila como una de las más importantes en el género de lo tradicional.

Homenaje a Conny Méndez

Tres distinguidos músicos: el guitarrista Edwin Arellano y las laureadas voces de Gilda Lamuño y Gioconda Cabrera, rindieron un emotivo homenaje a una caraqueña ilustre, Conny Méndez. En un nuevo e incómodo pero necesario horario (7 p.m.) que redundó en una asistencia media, el estelar trío interpretó temas de un repertorio representativo de la faceta musical de la polifacética Conny. Tras una cálida y divertida presentación de Aquiles Báez y el letrado Willy McKey, el programa inició con un video del programa “Dos generaciones”, conducido por Cecilia Martínez y Napoleón Bravo, el cual presentaba a Conny cantando “Yo soy venezolana”. El concierto iría alternando canciones y anécdotas en las voces de cada músico. Más de una decena de temas que inició con el video y continuó con “Chucho y Ceferina”, “Mal de ojo” y “Transformación”, recrearon el arte de la insigne caraqueña. “Cuento de hadas” trajo a Aquiles como el acompañante ideal. Destacó, entre otros aspectos, la sensibilidad especial de cada una de las voces y la maestría de Edwin Arellano, quien demostró porqué se ha convertido con su guitarra o bajo, en un excepcional

músico de sesión y un maestro en el siempre difícil trabajo de la guitarra acompañante. Boleros como “Quisiera” y “Déjame” fueron signando la parte final del concierto entre risas y jocosos comentarios. No pudo faltar el acostumbrado bis que trajo de retorno el tema que inició el concierto. Destacó también el loable trabajo de investigación que hizo el trío para esta ocasión y que se reflejó no sólo en las anécdotas sino en la elaboración de un repertorio que satisfizo enteramente a la audiencia. Merecido homenaje.

Solo Ensamble

Solo Ensamble es uno de los quintetos más provocadores de la actualidad musical enraizada en lo tradicional. Esta es la segunda vez que se presentan en este ciclo con su propuesta musical fundada en una mezcla de ritmos venezolanos a los que les suman sonoridades latinoamericanas con un “picor” muy especial. Su música es compleja en todos los aspectos, pues la presencia de elementos populares, argentinos, brasileros, cubanos e italianos mezclados con elementos clásicos y autóctonos, delinean con frecuencia una fusión de buen gusto que sólo músicos de alto nivel pueden ejecutar como lo hace este quinteto. Poco más de una decena de canciones conformaron el repertorio que inició con “Gavilán tocuyano con pajarillo”, y continuó con el potpurrí “Sólo merengues”, “La vergüenza” y “Sobrecarga”, los dos últimos compuestos por Daniel Ford. En los temas destacaron el carácter didáctico y humorístico del grupo, además de la interacción y dinámica entre Army Zerpa (bajo), Daniel Ford (guitarra y teclados), Erick Gutiérrez (percusión), Fernando

Pancho Montañez

Rodríguez (cuatro y cavaquinho) y Luis C. Gutiérrez (violín y mandolina), que reflejan la precisión y acuciosidad de músicos con una sólida formación académica. “Anhelo y deseo”, de Fernando Rodríguez, fue uno de los temas más emotivos de la noche. El grupo complementó su presentación con la reconocida cantante Ana Cecilia Loyo en el tema “Alma de Venezuela”, y con el legendario compositor, esencialmente gaitero, Alexis Cedeño, quien interpretó y dedicó a su madre (†) “Mi bella dama” e ilustró a la nutrida audiencia sobre el ritmo orquídea interpretando “El súper bloque” de Simón Díaz. Contó cómo este ritmo ha perdido popularidad con el paso del tiempo pero que no deja de ser interesante. También cantó el clásico cubano “El carretero”. Otro tema que destacó en el concierto fue el clásico de Isaac Albéniz, “Asturias”, que dejó solo en escena a Daniel Ford y que incorporó gradualmente al resto del grupo. El jocoso e intrincado tema de Adelis Freitez, “Los dos gavilanes”, con todos en escena, culminó el concierto con una estruendosa ovación que fue complacida con “Apure en un viaje”.

Los Profesionales

La musicalidad venezolana, aficionada o profesional, es indiscutible y si un concierto ha reflejado eso, fue el de la noche del 25 de febrero. Los Profesionales, en su mayoría médicos, interpretaron un repertorio criollísimo que incluyó doce temas. A modo de conferencia, la pantalla de Espacio Plural sirvió como medio para presentar la ficha técnica de cada uno. Así, podía verse nombre del tema, compositor, intérprete y profesión de cada integrante e invitado, además de una foto. Ataviados

Hana Kobayashi y Pepperland

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AHÍ ESTUVIMOS

Fotos: Leonardo Bigott

Homenaje a Conny Méndez

con la ropa que suele distinguir sus profesiones (artes culinarias, anestesiología, cirugía maxilofacial, ingeniería civil y petrolera, odontología, politología) estos profesionales presentaron un repertorio que inició con “Seis guayanero“, “Apure en un viaje”, un “San Rafael” de Aquiles Báez, “Caballo viejo” y “Quisiera”. La original y venezolanísima agrupación estuvo conformada por el arpista Orlando Reyes, el cuatrista Pedro Plazola, el mandolinista Jorge Córdoba, las maracas de Wilmer Montilla y el bajo de Carlos Borrero, estos dos últimos músicos profesionales. Y como artífice de este experimento Ana Isabel Domínguez, cantante/anestesióloga. El primero de los temas fue instrumental y sirvió para calentar los ánimos. Abigail Ledezma fue la primera voz invitada con el tema de Genaro Prieto. Tras el “San Rafael” vendría Néstor Zavarce Jr., el hijo del laureado intérprete del mismo nombre. La segunda parte del concierto presentó a Fátima Sulbarán (voz de oro 2008) con un hermoso tema de Alberto Arvelo Torrealba titulado “Ojos color de los pozos” y un emotivo momento con Abigail Ledezma y Enrique García en las guitarras, interpretando el emblemático vals Nº 3 – “Natalia” – de Antonio Lauro. Este concierto no dejó a un lado el buen humor y la audiencia pudo ver a un Aquiles Báez ataviado cual paciente en hospital en una escena que jocosamente sirvió como crítica a la situación hospitalaria actual. El programa continuó con “Tarde gris”, que tuvo como invitado al teclista Armando Jaime, y dos mosaicos: “El norte es una quimera / El espanto” y “Carretera / De repente” temas compuestos por Luis Fragachán, Adelis Freites y Aldemaro Romero, respectivamente. Otros clásicos

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del repertorio popular fueron “Rosario” y “Di”. El cierre fue un joropo/copla recio donde destacaron todos los instrumentistas, especialmente el bajista Carlos Borrero con su ‘slapping’ y expresión corporal. Este evento repitió el día 26 a casa llena.

Pancho Montañez

El 4 de febrero representa y representará, en lo personal, uno de los conciertos más gratificantes desde la creación de este ciclo musical. La batería de Pancho Montañez, el bajo de Freddy Adrián, la trompeta de Noel Mijares y el trombón de Joel Martínez, interpretaron un repertorio donde la espontaneidad y el alto nivel musical estuvieron presentes siempre. Un color muy especial, en las voces del emblemático Horacio Blanco y el novel Rafael Pino, contribuyó a que este concierto esencialmente enmarcado en el jazz tuviera los rasgos vanguardistas necesarios para darle un matiz más que diferente a esta ‘noche de guataca’. La interactividad, cohesión y libertad mostrada por este excepcional cuarteto es digna de elogio en cualquier parte del mundo jazzístico. Y no es una exageración, ya que la riqueza de elementos musicales propios de acá siempre le dieron un valor agregado a propuestas contemporáneas como éstas. Ese fue el caso del primer tema que de algún modo coqueteó con el merengue venezolano. Otra interesante composición del baterista fue “Mecánico”. Si bien cada propuesta del ciclo refleja lenguajes que identifican uno u otro estilo, es ese elemento ‘riesgo’ el que marca la diferencia sustancial entre lo tradicional y lo realmente vanguardista, siendo este último motivo de mi preferencia. Sin embargo, debo decir con especial ahínco

Solo Ensamble

que ambos modos de expresión son plenamente disfrutables y loables, como pudo apreciarse en el concierto de la excelente cantante Ana Cecilia Loyo y los conciertos que bajo el nombre de “Voces de la tierra I y II” presentara este ciclo hace algún tiempo. Pancho Montañez ha tomado el concepto del grupo actoral Improvisto y lo ha vertido en este ambicioso proyecto interpretando algunos temas sin títulos, cuyos hilos conductores fueron los rasgos característicos del género musical más relevante del siglo 20, el jazz. Durante la noche, los asistentes disfrutaron una y otra vez de los ‘solos’ de cada instrumentista. En esa espontaneidad estuvo un tema sin título que compuso Joel Martínez cuyo trombón fue motivo de elogio. Freddy Adrián también destacó por su musicalidad y naturalidad. La participación del emblemático cantante y compositor de Desorden Público con los temas “Mosca” y “Cursi” revelaron a un Horacio reflexivo y con planteamientos que comprometen el pensar, algo recurrente en su rol ante DP. Del mismo modo destacó la participación de Rafael Pino, singular vocalista que ha ido ganando la admiración del público por su estilo coetáneo. Ambos performance estuvieron cargados de ese elemento mágico e indescriptible que es la espontaneidad. Del mismo modo, Pancho culminó irónicamente con “Número uno”, tema que abre su primer trabajo discográfico titulado Improviso! Altamente recomendable. Leonardo Bigott


AHÍ ESTUVIMOS

CAFÉ TACVBA Anfiteatro del Parque de la Exposición, Lima (Diciembre 20, 2014)

Foto: cortesía de AFP

En una noche con tres cuartos de público en el recinto se presentó la banda mexicana en su gira conmemorativa de los 20 años del álbum Re y sus 25 años de carrera artística. No es necesario ser fanático de la banda para reconocer que es un placer escuchar en vivo una agrupación con años de ensayo, a la que se le nota la sincronización, la gran personalidad y la actitud; como toda buena presentación no dejan nada a la improvisación, todo está calculado, especialmente en la primera parte del concierto.

Todo inició con una reproducción de una canción veracruzana de antaño. Al casi terminarse aparecen los Cafeta tocando “El Aparato” y “La Ingrata” – el vestuario con luces de Zopilote (Rubén Albarrán) destacó en este inicio de concierto. Luego Zopilote saludó al público y explicó –en puros mexicanismos– que tocarían el álbum Re de principio a fin y que no fastidiaran pidiendo “Chilanga Banda” o “Eres”. Me pareció gracioso esto.

Camelia Jordana

José Alberto “Leno” Pérez

Foto: Juan Carlos Ballesta

Plaza Los Palos Grandes, Caracas (Marzo 21, 2015)

Una verdadera sorpresa resultó ser la presentación de la cantante francesa de origen argelino, Camelia Jordana, junto a su grupo de cinco músicos. Gracias a la Alianza Francesa, fue posible disfrutar de la visita de esta joven cantautora de apenas 22 años, quien saltó a la fama a los 16 años tras quedar en tercer lugar en el programa de TV, Nouvelle Star, una especie de versión francesa del británico Pop Idol. Su versión del clásico de Louis Armstrong, “What a Wonderful World”, convenció al jurado, a pesar de que su voz es lo opuesto al trompetista. Casi de inmediato fue firmada por el sello Sony Music y editó su homónimo debut en 2010. Cuatro años después, con más madurez, lanzó Dans la peau (2014), que fue la columna vertebral de sus dos shows en Caracas tocando la totalidad de los temas. Jordana vino acompañada de Donia Berriri (teclados, saxo), Sebastien Gastine (bajo), Laurente Bardainne (teclados, saxo), Steve Arguelles (batería, secuencias) y Nicolás Villebrun (guitarra), una banda que entiende a la perfección la naturaleza de cada canción, mostrando una sutileza notable en la ejecución. La música de Jordana se mueve en terrenos que emparentan el trip hop, el electro pop y la chanson (canción francesa). Su

Cada canción de Re estuvo impecable en su ejecución, desde la técnica de los músicos, el vestuario, los bailes, la afinidad entre los integrantes de la banda. Se destacó “Las Flores” –dedicada a los 43 estudiantes mexicanos y al nuevo régimen laboral juvenil en Perú–, y “El Baile y El Salón” por su festividad, vestuario y alegría en el escenario. En varias ocasiones Zopilote conversaba con el público mostrando su carácter y personalidad que destaca sobre los demás, hablaba sobre varias cosas: su resistencia a lo establecido, a la tecnología. Recomendó aprender a disfrutar los momentos de soledad, a disfrutar el aburrimiento y sacarle provecho para ordenar las ideas y buscar objetivos. Al terminar de tocar Re se despidieron y volvieron con un largo encore, de carácter fresco y alegre. Fue como si empezara otro concierto. Por momentos le preguntaban a los espectadores qué canciones querían escuchar. Se destacaron sus éxitos “Eres”, “Como te extraño mi amor”, “Chilanga Banda” y por supuesto el cover de la agrupación Los Tres “Déjate caer” con la cual cerraron, canción que se ha vuelto una insignia de ellos con baile sincronizado incluido. Es un verdadero placer ver en vivo una banda tan establecida como esta, con gran control del escenario y con una personalidad en su música como pocas otras lo han logrado. Muy recomendado su show, saldrán llenos de energía.

expresiva voz y notable simpatía condujeron el concierto. Además, su esfuerzo por hablar siempre en español contribuyó a una mayor calidez y cercanía con el público, siempre generoso en aplausos. Aunque realmente no hubo ningún tema que desluciera, habría que destacar el pegadizo “Dans la peau”, la libidinosa “Ma Gueule” (con un órgano que recuerda al etíope Mulatu Astatke), la sensualidad bailable de “Sarah Sait”, la melancolía con aroma africano de “Madi”, la festiva “La Fuite” (en la que destacan los saxos de Berriri y Bardainne), la nocturna tristeza de “Berlin” (sensible tema acústico) y la cabaretera “Coronel Chagrin” (que recuerda a Tom Waits). A destacar también la estupenda versión de

“Retrograde”, del inglés James Blake, de cuya música confesó ser admiradora. De su primer disco, al que parece haber dejado atrás, apenas tocó el tema “Moi c’est”. El aparente cierre fue con “J’aime L’orage”, un exquisito tema con loops y voz. Pero la gente quería más. Camelia regresó sola a la tarima para sorprendernos con una versión a capella del clásico mexicano de Tomás Méndez, “Cucurrucucú paloma”, y por si no fuera suficiente se vació con una visceral interpretación de “Mercedes Benz” de Janis Joplin. Fue una tarde reveladora. Camelia Jordana llegó para quedarse. Juan Carlos Ballesta

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AHÍ ESTUVIMOS

Carlos Núñez Sala Ríos Reyna, Teatro Teresa Carreño. Caracas. (Febrero 21, 2015)

Fotos: Lord Comepiña

Pocos conciertos tan adecuados para Venezuela como el ofrecido por el afamado gaiteiro y flautista español Carlos Núñez, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Venezuela dirigida por el maestro Alfredo Rugeles. Un show de altura, de gran emotividad. Núñez funcionó como un bálsamo, un verdadero catalizador del estrés y las angustias, haciendo que la audiencia que abarrotó el teatro, se llenara de alegría y euforia. El gallego es, además de un virtuoso instrumentista, un estupendo maestro de ceremonia. Agradeció a todos, ensalzó las virtudes de los músicos venezolanos, recordó a Castor Cachafeiro, el legendario gaiteiro gallego que emigró a Venezuela y creó escuela y por supuesto, habló maravillas de la audiencia. A la fiesta celta se unieron como invitados especiales el Ensamble Gurrufío, Semente Novo (grupo de danzas de la Hermandad Gallega de Venezuela) y la Banda de Gaitas Xuntanza Fillos de Ourense, esenciales para el desarrollo de este fabuloso espectáculo.

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El estado de crispación de muchísimos venezolanos se puso de manifiesto cuando por los parlantes del teatro se daba la bienvenida con un “El gobierno socialista, revolucionario y chavista de Nicolás Maduro…” (el resto fue imposible escucharlo por la sonora y contundente pitada de casi toda la audiencia). Pero, apenas apareció la Orquesta para interpretar “Melodía en el llano” de Antonio Estévez, la paz se apoderó de todos. Ni hablar cuando Núñez apareció para, con la flauta, comenzar su performance junto a la orquesta tocando “Non te namores meniña”. Comenzaba la fiesta celta. Carlos se montó al hombro la majestuosa gaita gallega (un instrumento con más de 1000 años de historia) para interpretar “Pilgrim´s Sunrise” de Shaun Davey, dejando a todos perplejos. Sus dos acompañantes, Pancho Álvarez (guitarra) y su hermano Xurxo Núñez (bodhram y tambor irlandés), fueron esenciales en el distintivo sonido celta.

El conocido y ecléctico compositor japonés Ryuichi Sakamoto también ha incursionado en los sonidos celtas, tal como lo explicó Núñez. De él escogió el tema “Shining Boy”, que fue seguido por la “Muiñeira, Op. 32” del recordado violinista navarro Pablo Sarasate, responsable de acercar el mundo académico al folclórico en la Europa del siglo 19. Uno de los momentos más emotivos ocurrió con la adaptación del Adagio del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, que tocado con gaita escocesa en lugar de guitarra suena a celta y muy poco andaluz. Núñez agarró entonces la gaita irlandesa (Pastoral Pipe), explicando con humor que los irlandeses agregaron un fuelle para no tener que soplar y poder así beber cerveza en simultáneo. Con ella interpretó “Setting Sail”, tema popularizado por la legendaria agrupación The Chieftains e incluido en la película “La isla del tesoro”. La participación de Semente Novo, el grupo de danzas de la Hermandad Gallega, agregó el adecuado


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ingrediente para conformar una noche redonda. Otro acierto fue la inclusión de “Mar adentro”, de la banda sonora de la película de Alejandro Amenábar que ganó el Oscar a Mejor Película de habla no inglesa en 2004, en la que Núñez tuvo una participación notable. Tras el intermedio, aparecieron en el escenario los cuatro miembros de Ensamble Gurrufío: David Peña (bajo), Juan Ernesto Laya (maracas), Asdrúbal “Cheo” Hurtado (cuatro) y Manuel Rojas (flauta). Junto a Núñez, se adentraron en una antigua gaita venezolana del siglo 18 (“Diferencias sobre la Gayta”), estableciendo un magnífico diálogo entre la flauta dulce y la traversa. Luego Gurrufío y la orquesta interpretaron el conocido “El trabadedos” en medio de un popurrí de joropo. De inmediato Núñez demostró su versatilidad tocando con la flauta, junto a Gurrufío, el joropo “Apure en un viaje”, según arreglo de Vinicio Ludovic. De nuevo en el mundo celta, hicieron el recorrido por las “seis naciones” que conforman y han mantenido viva dicha cultura principalmente a través del idioma y ciertas costumbres (Escocia, Irlanda, Gales, Bretaña francesa, Isla de Man, Cornwall) y las regiones del norte de España (Galicia, Asturias y Cantabria), que

si bien no conservan el idioma, poseen la herencia cultural. Para ello, echaron mano del repertorio de The Chieftains (grupo irlandés formado en 1963, aún activo), interpretando “Galician Overture”, “Reels Medley” y “An Dro”. Con este último tema de la tierra de Asterix se prendió la celebración colectiva. Fue el momento escogido para que la fiesta la protagonizara el público. Con el grupo de danzas gallegas como perfecto

“médium”, Núñez invitó al público a unirse en una especie de “trencito celta” que recorrió los pasillos del teatro y terminó en tarima. El contagio fue total y personas de todas las edades se unieron a esta especie de rito milenario que sirvió de auténtico tratamiento anti estrés. Luego siguió con el estupendo “Rupert´s Mambo” de Fiachra Trench. Aunque parecía el final, todavía hubo tiempo para el merecido homenaje a Simón Díaz, para lo cual escogieron “Caballo viejo”. Núñez es un virtuoso. Su ejecución de las gaitas y de las flautas (dulce, tin wistle, punteiro…) es realmente fabulosa. Su don de gente, además, lo hace más grande aún. Cuando el público se retiraba, los jóvenes de la Banda de Gaitas Xuntanza Fillos de Ourense sorprendió en la planta baja del teatro tocando muiñeiras, llenando de añoranza (y también de alegría) a buena parte de los asistentes, principalmente a los muchos gallegos presentes. Agradecimientos especiales a la Embajada de España y su agregado cultural, Moisés Morera, por hacer el esfuerzo de presentar en Venezuela este espectáculo inolvidable. Juan Carlos Ballesta

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Ofrenda para Vytas – Homenaje a Vytas Brenner

Electroestética_Ambiental.VE Centro Cultural BOD, Caracas (Febrero 18, 2015)

Teatro Teresa Carreño, Sala Ríos Reyna, Caracas (Marzo 21, 2015)

Foto: Emilio Méndez

En el marco de la exposición Electroestética_ Ambiental.Ve auspiciada por Fundación Telefónica, fue comisionada la realización de un concierto (a modo de pre-inauguración) a diversos actores musicales provenientes de ámbitos distintos: electrónica (Miguel Noya y Andrea Ludovic), música tradicional venezolana (Los Sinvergüenzas), música antigua (Continuo de Caracas) y música clásica y ópera (Gustavo Castillo). Bajo la dirección general de Adina Izarra, la dirección musical de Rubén Riera y la producción general de Emmy Herrera y Ana Vass, se conjugaron en un mismo concierto música y videos, los cuales fueron realizados por los participantes del Taller de VJ´s de la Fundación Telefónica en base a una temática ligada con la conservación medio ambiental. La idea resultaba sumamente atractiva, habida cuenta del aparente abismo existente entre música proveniente principalmente del período barroco, la música tradicional urbana venezolana y la electrónica digital del siglo 21. La tarea parecía ardua y en efecto, el resultado, más allá de los excelentes performances de todos los músicos, quedó en un terreno algo difuso en el que ambos mundos coquetearon pero no terminaron de maridarse a plenitud. El repertorio constó de temas originales de Noya (“Agua plana”, “Gran sabana” y “Tonga Tango”), que abrieron y cerraron el concierto; dos magníficas de Los Sinvergüenzas y el repertorio académico de Continuo de Caracas, compuesto por el Concierto en Re Mayor y el Concierto en Sol Menor para violín de Antonio Vivaldi, “Amarilli mia bella” de Giulio Caccini y Sonata en Sol Menor de Carl Phillip Emanuel Bach. También fue incluida una particular versión de “Fly me to the Moon”, cantada por Gustavo Castillo. La participación de Noya, pionero de la electrónica en Venezuela, y la talentosa joven Andrea Ludovic, pudo haber sido más impactante si en lugar de limitarse a ciertos puentes sonoros entre pieza y pieza repletos de sonidos de la naturaleza hubieran podido

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tener la libertad (o el tiempo para prepararlo, no sabemos) de inmiscuirse en medio de las interpretaciones de los dos ensambles, que ofrecieron un notable nivel de ejecución, pero con pocas concesiones al mundo digital, auténtico leit motiv de esta iniciativa. Hubo, sin embargo, interesantes aunque puntuales esfuerzos de Noya orientados a que instrumentos acústicos como el violín, la flauta, el cuatro y el contrabajo, se imbricaran con sus sonoridades. Ludovic por su parte pinceló algunos pasajes de manera brillante e incluso se lució con una de sus rítmicas intrincadas, pero no fue suficiente. Ver en vivo a los maestros Rubén Riera (guitarra barroca y tiorba), Frank de Polo (violín, trompeta), es ya un privilegio. Junto a las estupendas Doris Bennaman (laúd, tiorba) y María Carolina Concha (viola da gamba), conforman un cuarteto excepcional, con altísimo nivel interpretativo. A Los Sinvergüenzas los hemos seguido desde la irrupción de la MAU (Movida Acústica Urbana) de la cual son el grupo que se formó primero, en Mérida. Sus cuatro integrantes, Héctor Molina (cuatro, también de C4 Trío), Raimundo Pineda (flautas), Edwin Arellano (mandolina) y Heriberto Rojas (bajo), han llevado la música venezolana de raíz tradicional a otra dimensión, sin abandonar la esencia acústica. Todo en ellos fue un derroche de buen gusto y calidad, sin que nunca el virtuosismo ensombreciera la emotividad y la calidez de la música. En lo referente a las visuales, como siempre ocurre con un grupo grande de artistas, actúa la subjetividad. Todas las imágenes realizadas por los jóvenes VJ´s tuvieron su razón de ser, unas mezclando la naturaleza con lo digital y otras simplemente trabajando texturas. Quizá hayan sido estas últimas las que lograron el mejor efecto en conjunto con la música. La idea es muy buena, aún tiene campo para ser desarrollada para que dos universos de origen distinto, convivan con naturalidad. Juan Carlos Ballesta

Justo en el 11 aniversario de la inesperada desaparición del gran Vytas Brenner por fin pudo llevarse a cabo el merecido homenaje soñado por algunos y esperado por muchos. Una mega producción que además de incluir a la Orquesta Sinfónica Venezuela dirigida por el maestro Alfredo Rugeles, pondría en tarima a más de veinte músicos de dilatada trayectoria artística y a nóveles figuras de altísimo nivel musical. Fue un privilegio poder asistir y compartir un concierto conmovedor, digno y bien producido. Fue, sin dudas, un momento que muchos esperaban desde hace algunos años. El coraje de los productores Emanuel Abramovits y Orlando Zurita cristalizó ese anhelo bajo una atmósfera cálida, colmada de las más variadas emociones y que durante más de tres horas rindió tributo a Vytas Brenner (†) (Ladosis # 33), músico alemán de nacimiento pero de corazón venezolano que durante los años 70 y 80 estrechó las sonoridades del rock, la electrónica y el folclore venezolano dando así origen a nuevos caminos en nuestro paisaje sonoro. Su música, innovadora, evocadora de visiones oníricas y los más hermosos paisajes de la geografía nacional, fue el hilo conductor de varias generaciones de músicos que la noche del 21 dejaron claro que la música de Brenner sigue fresca y atractiva. Bajo las luces de la sala

LOS AMIGOS INVISIBLES Centro Cultural BOD, Espacios abiertos, Caracas (Diciembre 20, 2014)

Como se ha hecho costumbre, Los Amigos Invisibles cerraron el año con una doble tanda en Caracas bautizada como “24 Cañonazos Bailables”. Sin embargo, en esta ocasión la banda se presentó con notables cambios en su formación. Ya José Luis Pardo, fundador, guitarrista y compositor primordial, y el teclista Armando Figueredo, no están. Sus lugares son ocupados por Daniel Saa y Agustín Espina, respectivamente. Ambos, con personalidades y trayectorias distintas (Saa más introvertido, Espina más histriónico), cumplieron a la altura con tamaño compromiso. Los Amigos Invisibles es una banda que ya parece estar más allá de detalles tan trascendentes como cambios de integrantes clave. Son casi 25 años de trayectoria con un sólido repertorio que parece aguantar los embates más imprevisibles. Solo queda por conocer el nuevo material, que a juzgar por lo confesado por Julio Briceño, será muy interesante. El show comenzó con “La que me gusta” y “Corazón Tatú”, con una transición a la versión en inglés de “Amor”. Desde el principio se sintió


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aún encendidas y camino a mi asiento se escuchaban sonoridades electrónicas. Era Miguel Noya y su Mac, quien desde el palco de prensa y a modo de intro ambiental que incluyó “Wayamo“, estimulaba a la audiencia. Con una luz a medias, el maraquero Manuel Rangel y Noya dieron inicio al concierto con una Obertura en la que maracas y electrónica fueron símbolos indubitables de la música de Vytas. Willy McKey, maestro de ceremonias, presentó a Gaélica aún con el telón abajo y una sublime transparencia que dejaba ver los instrumentos de la banda base al fondo. La conocida agrupación de música celta interpretó “Araguaney”, a la cual le siguió el primero de una serie de visuales testimoniales presentados entre los temas y en los cuales Julio Anidez, Vicente Corostola, Félix Allueva, Marcos Salazar, Ignacio Lares, Felipe Rengifo (Mandingo) y Pablo Manavello, varios de ellos relacionados directamente con la obra de Vytas, comentaron sobre diversos aspectos de la importancia de la obra del homenajeado. Las magníficas “Tragavenado”, “15 partes por millón” y “Catatumbo” siguieron la velada, siendo el último tema uno de los momentos estelares de la noche. A golpe de arpa, cuatro y maracas, la agrupación Compasses conmovió a una audiencia seducida por su virtuosismo. La noche continuó con la voz de Sergio Pérez en “Agua Clara”. De Sergio, una vez más al violín, junto a Biela Da Costa en la voz y Joseíto Romero en la guitarra interpretaron “Estoy como quiero” y luego Biela con Jorge Spiteri versionaron “I’m feeling (I belong)”, un tema funky no precisamente entre los mejores de Vytas.

“Guacamaya” trajo a escena a Alfredo Naranjo y Alí Agüero, vibráfono y cuatro, respectivamente. Naranjo se lució, como es costumbre, en el vibráfono. Uno de los puntos álgidos lo representó el cuarteto de progrock, Backhand, que se adentró en “Tren del encanto” (un tema que nunca apareció en disco alguno pero se conoce por ciertas grabaciones en vivo). También hizo una deslumbrante interpretación de “Catatumbo”, que recibió aplausos de pie. La primera parte culminó con Boston Rex (Tomates Fritos) interpretando “Sentado en una piedra” y luego Gaélica con la emblemática “Caracas para locos”, a la que le hizo falta una mayor presencia del sintetizador que la caracteriza. Incluso, tomando en cuenta el estado actual de la ciudad, pudo ser más estruendosa y representativa de la Caracas del siglo 21. Cabe destacar la importancia de un equipo técnico de lujo dirigido por Jimi Kovacs (quien fue parte del equipo de Vytas), que contó con Rafael Rondón como ingeniero de sonido y Darío Peñaloza en la consola de monitores, además de los visuales proyectados por Interaktivos. La magna obra “Oro negro”, solo interpretada una vez en 1989 en la misma sala y con el mismo Rugeles de director, inició la segunda parte del concierto. Rugeles explicó que escogieron presentar solo 15 minutos junto a la orquesta, dado lo ambiciosa de la obra de Vytas, muestra de una amplitud musical merecedora de los más grandes elogios. A la orquesta le siguió el maestro Gerry Weil con una composición propia dedicada a Brenner y

Foto: Emilio Méndez

que Daniel Saa lucía integrado, ya con buena parte del año recorrido en tarimas. “Mujer policía” y “Ultrafunk” fueron dos temas altamente apreciados. La modalidad de incluir pequeños interludios de melodías y ritmos clásicos del pop también ocurrió esta vez. “Another One Bite the Dust” de Queen fue el preámbulo para “Plastic Woman”, cosa que ocurrió también con “Cuchi cuchi”, que fue precedida por “Are You Gonna Go My Way” de Lenny Kravitz, con un puente de “Seven Nation Army” de White Stripes.

Los primeros invitados de la noche fueron el cuatrista Edward Ramírez (de C4 Trío) y el percusionista Diego “El Negro” Álvarez, quienes tocaron en el calipso original de Un Solo Pueblo “All Day Today”, con unos arreglos en plan jazz fusión en los que se lució Espina, con el clásico sonido del Fender Rhodes. Siguieron dos de los acostumbrados momentos álgidos, “Ponerte en cuatro” y “Disco anal”, con la percusión de Iván Rivas (Tunacka), Pedro Isea (So Sambistas) y Álvarez.

simplemente titulada “Vytas” y que fue el tema más emotivo y hermoso de la noche. Gerry fue merecedor de una gran ovación mientras se alejaba del escenario bastón en mano. La sólida banda base dirigida por Pedrito López (teclados) y Santos Palazzi (guitarra) y conformada por Roldán Peña (guitarra eléctrica), Hildemaro Álvarez (teclados), Ezequiel Serrano (saxos, flauta), Jorge Torres (mandolina), Miguel Siso (cuatro), Alexis Rossell (arpa criolla), Oscar Fanega (bajo), Gerardo López (batería), Yonathan Gavidia y Julio Alcócer (percusión) interpretaron dos temas infaltables: “Frailejón”, y “Ganado”. Ese clímax fue roto un poco por “Armonías para cantar”, un tema con una letra bastante insípida y simple, cantada por Spiteri, Boston Rex y Sergio Pérez. El final parecía estar cerca. Apareció entonces José Ignacio Lares (del grupo Ficción) con un sintetizador colgado para afrontar al frente del escenario “Princesa”, con resultado decepcionante. El recordado percusionista de la Ofrenda, Felipe “Mandingo” Rengifo, viviendo en Alemania desde hace década, apareció en la pantalla para contarnos de su estrecha relación con Vytas. A ello siguió, sin pena ni gloria, el tema “La Chinita”. Pero faltaban dos platos fuertes, “Morrocoy” con Huáscar Barradas en la flauta, la hermosa “San Agustín” (traída de nuevo a las radios por Los Amigos Invisibles a mediados de la pasada década), y el tema de Luis Mariano Rivera, “Canchunchú Florido” con todos en escena. Así se selló uno de los conciertos más significativos de los últimos años. Leonardo Bigott / Juan Carlos Ballesta El bossa “Viviré para ti” fue cantado en falsetto por Julio Briceño, a falta de Natalia Lafourcade u otra invitada femenina. Otro invitado fue Servando Primera, que con maracas en mano se lució en sus intervenciones en “Esto lo que hay” y “Óyeme Nena”, también con el flautista Huáscar Barradas y el guitarrista Álvaro Paiva. El repertorio conocido de los Amigos parece inagotable. Y así lo deja ver el público en la zona general coreando y bailando, no tanto el de la tribuna, bastante tranquilo. Siguieron con el space funk “Stay”, con el interludio de “Could you be loved” como introducción de “La vecina”, que fue seguida por “Sexy” con un gran solo de guitarra de Saa. La pegadiza “Mentiras” cerró, aunque como es costumbre, aún faltaba el encore, que fue generoso con “Cachete a cachete”, “Playa azul” (con un intro de solo voz y guitarra muy hedonista), el divertido swing “Mostro” (con extractos de “La horrible mansión” de Los Hermanos Naturales) y el cierre con el frenético merengue “El Sobón”, con todos los invitados en tarima. Mauricio Arcas, José Rafael Torres, José Manuel Roura y Julio Briceño, ahora con nuevos tripulantes, siguen adelante. El público lo agradece. Juan Carlos Ballesta

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OFRENDA PARA VYTAS

Sala Ríos Reyna, Teatro Teresa Carreño.

Ensayo general. Marzo 20, 2015 CONCIERTO: Marzo 21, 2015 Fotos: Andrés Manner

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GRAN HOMENAJE AL TÍO SIMÓN Más de 60 artistas conmerando la obra de Simón Díaz, a un año de su muerte. Febrero 21, 2015 Lugar: Avenida Francisco de Miranda, Los Palos Grandes, Chacao. Fotos: Emilio Méndez

Alain Gomez (Famasloop)

Hugo Fuguet

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Bettsimar Diaz y participantes

Armando Lovera (Los Hermanos Naturales)

Marisela Lovera


Laura Guevara

Horacio Blanco (Desorden Publico)

Huascar Barradas

Guillermo Carrasco

Rodrigo Gonsalves (Viniloversus)

Mariaca Semprun

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Lola Mares @ElcineQsuena EL CINE QUE SUENA

ALEZANDRE DESPLAT, nigromante de las cuerdas y maestro de la orquestación (primera entrega)

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Al compositor que dedicamos esta primera entrega, le llegó su Óscar (2015) con Grand Budapest Hotel después de haber fecundado un trayecto impresionante de atmósferas sonoras para montones de películas. Proveniente de una familia pluricultural, Alexandre Michel Gerard Desplat, (París 1961) comenzó a tocar el piano a la edad de cinco años. Su madre griega y su padre francés se habían conocido mientras asistían a la universidad en los Estados Unidos, e inculcaron en el pequeño un entusiasmo por los instrumentos que lo llevaron a probar con el piano y la trompeta, hasta conocer la flauta, su acompañante decisiva. Tarareando las canciones que oía en el cine, como “Lo más vital” (Bare Necessities) de El libro de la Selva, pasaría su infancia: “Desde niño yo la tarareaba, pero más tarde escuché a Bill Evans haciéndola como una pieza jazzística de piano y la reconocí, porque yo llevaba un fragmento de ella conmigo. Y así comenzó mi amor temprano por la música de las películas”. Alexandre llegaría a la adolescencia coleccionando álbumes de soundtracks hasta hacerse un experto conocedor de un puñado de compositores entre los que se incluyen Max Steiner, Franz Waxman, Maurice Jarre, y Georges Delerue. Pronto se sentiría capaz de aventurarse a componer una banda sonora que tuviera su propia voz y, que por su timidez, pudiese expresar con plenitud lo que las palabras no le permitían. Sus primeros influjos los tomó de maestros como Maurice Ravel y Claude Debussy, así como de artistas del jazz que colmarían las horas de su tiempo durante los días en que cumplía su educación musical. A medida que iba descubriendo autores, el muchacho se fue decantando por los sonidos de África y Brasil; y en una ocasión, incluso llegaría a grabar con Carlinhos Brown y Ray Lema. Aquel inusitado

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interés por las bandas de sonido que se nutría en cada visita al cine, hacía crecer su empeño por componer su propia banda sonora, cosa lograría siendo todavía joven. Durante la grabación de Le Souffleur (1985), su primer soundtrack conoció a la violinista Dominique “Solrey” Lemonnier, con quien descubre una extraordinaria fórmula de trabajo, y se convierte en la principal solista de sus piezas, en la directora artística y en su esposa. Luego de su primera incursión en la composición para el cine, y durante el lapso comprendido entre 1998 al año 2000, Desplat compone más de treinta bandas sonoras. Seguidamente seguiría otra cantidad de títulos de la cinematografía francesa de los que destaca Lee mis labios (Sur mes lèvres, 2001), un policial dirigido por Jacques Audiard, nominada a los Premios César a la mejor música en 2002. Desplat se muda de París y comienza a trabajar en el Reino Unido y en España y, posteriormente, se traslada a Hollywood, lugar donde en 2003, se completa su ascenso definitivo a la escena cinematográfica cuando escribe la partitura para un filme llamado La muchacha del arete de perla (The Girl with a Pearl Earring), inspirado en una de las obras más conocidas del pintor holandés del siglo 17, Johannes Vermeer, un debut que le valdría una nominación a los Golden Globes, los BAFTAs y el European Film. En este filme dirigido por el británico Peter Webber, destacan además de la orquestación, los xilófonos y las cuerdas que dan vida a una historia fría que tiene sus puntos de mayor brillantez en el diálogo sobre las nubes. La experiencia de Desplat en la dirección de sus propias grabaciones incluye a la London Symphony Orchestra; la Royal Philarmonic Orchestra; la Czek Philarmonic; la Berlin Studio Orchestra

y la Munich Symhony Orchestra, entre otras. De ahí proviene la maestría desplegada en las sinfonías, suites y piezas sinfónicas presentes en su ancha filmografía. En 2004 musicaliza Latido de mi corazón (De battre mon coeur s’est arrêté) haciendo llave de nuevo con Jacques Audiard, para un suspense cuyo personaje central es un pianista enloquecido y ardiente. Se trataba de un remake de “Melodía para un asesino” (Fingers, 1978), filme dirigido por James Toback y protagonizado por Harvey Keitel. La música aquí es, podría decirse, eje central; cabe destacar que, además de las melodías de Desplat, el score contiene piezas de Bach y de lo último de la electrónica. Pero la variedad de piezas no impide que el Oso de Plata a la Mejor Banda Sonora en el Festival de Berlin, 2005, así como su primer Premio César, ese mismo año, le sean otorgados al compositor por este trabajo. También en 2004, ya con sólidas relaciones establecidas con el cine industrial estadounidense, trabaja para Jonathan Glazer y su película Reencarnación (Birth), una perturbadora historia en donde la música de Desplat encaja de una forma magistral en los cánones del género de suspense alternando con melodías para piano y otras cuerdas, elegantes, sobrias y sinfónicas. Llega el 2006, año en que Alexandre Desplat recibe su primera nominación al Premio de la Academia por su partitura para La reina (The Queen), de Stephen Frears; ese mismo año había ganado el Golden Globe por la música para Al otro lado del mundo (The painted Veil), una historia de amor ambientada en los años veinte y realizada por John Curran; la ejecución del piano estuvo a cargo del chino Lang-Lang, quien imprime la huella cultural necesaria para solidificar la música de este largometraje.




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