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EDITORIAL Aquí estamos con nuestra edición #36, cabalgando el universo digital y a las puertas de lanzar nuestra esperada página web. Trabajando con la misma pasión y rigurosidad de siempre y con las expectativas siempre en alto, este nuevo número de Ladosis presenta un catálogo de reportajes bastante generoso en el que cabe el rock experimental de Cosaspasarán (banda que disfrutamos un montón en el pasado concierto), la canción de autor de Alfred Gómez Jr., el blues de Mario Arace, el rock directo de Wilbert Álvarez, el espíritu trotamundo del DJ Bumbac Joe y la refinada ingeniería de sonido de Darío Peñaloza. Además, revisamos con lujo de detalle la vida y milagros de Daevid Allen y su agrupación Gong, descubrimos al
joven cantautor israelí Asaf Avidan, la psicodelia pop de The Flaming Lips y rendimos tributo al último de los pioneros del blues eléctrico, B.B. King. A destacar la crónica y fotorreportaje sobre los Locos de Carretera, una especie de road movie musical protagonizada por el maraquero Manuel Rangel y el cuatrista Edward Ramírez, que Juan Víctor Fajardo presentó primero en la página Prodavinci y que ahora replanteamos en Ladosis. También, incluimos un fantástico fotorreportaje de Kiss en Uruguay realizado por el fotógrafo Carlos López, responsable de las portadas de Ladosis # 27 y 29 y de muchas otras grandiosas fotos de conciertos.
El reportaje principal lo dedicamos al quinteto Okills, con motivo de su muy interesante disco América Supersónica, el cual representa un notable paso adelante respecto a su debut y una confirmación de que la banda caraqueña representa el nuevo rostro del rock venezolano. En nuestro reciente concierto #35 el público disfrutó de tres propuestas de altísimo nivel y muy distintas entre sí: Cosaspasarán, Colérico Espín y Quintillo Ensamble, auténticas muestras de la diversidad musical del país. Ante sus ojos, Ladosis #36. Gracias por estar ahí. Ladosis
ÍNDICE 04 ALFRED GÓMEZ JR. “El artista debe aprender a aceptar el rechazo”
06 ASAF AVIDAN El israelí global 08 BUMBAC JOE El Dj y productor trotamundo 10 MARIO ARACE El alma de un hombre 12 COSASPASARAN Un impredecible coctel sonoro
Edición #36 Año 7 (2015) © Todos los derechos reservados
Una publicación de La Bemba Producciones, C.A. Rif J-31579764-0 Calle París, Res. La Isla, Apto. 11, Las Mercedes. Caracas.
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WILBERT ÁLVAREZ
40 Ahí Estuvimos
Una aventura en solitario Una aventura en solitario
B.B. King
El rostro del blues
48 DARÍO PEÑALOZA “A veces la mejor propuesta
20 THE FLAMING LIPS 30 años de psicodelia pop
es no hacer nada”
28 Discos para leer
50 54
34 LOCOS DE CARRETERA O como ejercer la vanguardia
56 CINCUENTA AÑOS DE SATISFACCIÓN
22 OKILLS El nuevo rostro del rock venezolano
Editores/Directores JUAN CARLOS BALLESTA jcballesta@gmail.com XABIER LANDA xabilan@gmail.com revistaladosis@gmail.com www.facebook.com/Ladosis www.issuu.com/Ladosis twitter: @revistaladosis Instagram: @revistaladosis You Tube: Revista Ladosis
en la música venezolana
Director de Arte: AARÓN LARES Correctora: Reina León Beretta Asesores legales: Raúl Daniel Quiñones Portada Okills Foto: Don Ungaro
Vida y milagros de
DAEVID ALLEN Y EL PLANETA GONG KISS en URUGUAY (Foto Reportaje)
Las colaboraciones son rigurosamente solicitadas. Colaboran en esta edición: Alejandro Fernandes Riera, Carla Herrera, Carlos López, Don Ungaro, Eduardo Vallejo, Emilio Méndez, Eugenio Scalise, Hugo Santaromita, Humberto Sánchez Amaya, Jaime Antonio Álvarez, Juan Andrés Zabala, Juan Víctor Fajardo, Leonardo Bigott, Luis Cantillo, Mercedes Sanz, Rafael Barragán, Tomás Jaimes.
Agradecimientos especiales: Aarón Lares, Carla Montero, Colérico Espín, Cosaspasaran, Magnishow, Mikott Ingeniería de Audio, Movistar, Polar Ice, Quintillo Ensamble, Reina León Beretta, UV Backline.
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Edición 36. Centro Cultural Chacao / Mayo 30, 2015
sis #36 con:
Concierto Lado
RAN COSASPASA ÍN P S E O COLÉRIC SAMBLE N E LO IL T QUIN ural Chacao m / Centro Cult 3p : ra Ho / o ay Sábado 30 de m
3. COSASPA 2. COLERICO ESPIN SET LIST
4. Disposicion de tarima
Fotos: 1, 2, 3, 4 y 6: Juan C Ballesta / Foto 5, 7 y 8: Leonardo Bigott 02
Conciertos 1. COLÉRICO ESPÍN
7. COSASPASARAN
ASARAN 6. Quintillo Ensamble
8. Quintillo Ensamble
5. Quintillo Ensamble
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ALFRED GÓMEZ Jr.
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“El artista debe aprender a aceptar el rechazo” El pianista, cantante y compositor Alfred Gómez Jr., tiene años trabajando por consolidar una propuesta elegante que mezcla jazz, soul, funky, folk y ritmos latinos con una sensibilidad pop. Él es parte de la nueva generación de cantautores venezolanos que trabajan de forma diferente. Recientemente cerró con un concierto en Caracas el ciclo correspondiente a su segundo disco, Simple (2012), para así darle paso y concentrarse en el proceso de producción de su próximo álbum, que dará a conocer oportunamente.
Mercedes Sanz
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Sabe cuándo hacer pausas. Medita cada palabra, todo cuánto va a decir. Es parte de la nueva escena de cantautores venezolanos con personalidad y de esos que no cree en los géneros musicales. Es Alfred Gómez Jr., productor, compositor y pianista nacido en Caracas y que tiene tiempo viviendo en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui. Este año terminó la etapa de su disco Simple con un concierto en la Sala BOD de Caracas el pasado 14 de mayo, con algunos invitados especiales como Guillermo Carrasco, Reynaldo Goitía “Boston Rex” (Tomates Fritos), Edward Ramírez (C4 Trío) y Manuel Rangel. Gómez tiene dos discos La reina peinándose (2008) y Simple (2012). Ambos completamente distintos y han sido producto de años de trabajo. Estudió en el Conservatorio Vicente Emilio Sojo y en Miami Dade Community College de Florida, Estados Unidos. Ha recibido clases de profesores como el guitarrista y compositor venezolano de jazz Gonzalo Micó, el
guatemalteco Lloyd Wellington, entre otros. Así que Gómez tiene un largo recorrido componiendo, incluso produciendo para otros artistas. “Tuve acercamientos al piano, pero fueron fallidos. Vivía en Anaco con mi familia, y tuve un profesor extranjero, era muy estricto. Una vez me regañó y yo agarré una jarra de agua y la eché en el piano. No quise saber nada de eso”, así recuerda el cantautor ese comienzo accidental que tuvo con la música y, en especial, el piano. Después se dedicó a otra pasión: el karate. Fue en Estados Unidos donde Gómez exploró más su vena compositiva a raíz de un encuentro con un músico en un guitar center, quien le pidió que le mostrara algún tema. “Yo llegué esa anoche a mi casa a componer y dije: hay que tener algo qué decir para poder formar parte del mundo creativo, no ser sólo el chico que toca piano y mata fiebre”, comenta.
¿La reina peinándose es tu primer trabajo?
La reina peinándose es mi primer álbum editado. Yo hice un EP en el 2000 -Tierra soñada-, cuando regresé a Venezuela en el 98. Ese mismo año, Reynaldo Goitía estaba grabando Odissey -primer disco de Tomates Fritos- y me dijo que le llevara mis temas. Estaban unos amigos músicos con quienes formé una banda. Pensaba que íbamos a ser inseparables, pero cada uno tenía sus ideas.
¿Luego del EP, viene La reina peinándose?
Artísticamente ese disco fue muy frustrante porque pensé que iban a pasar cosas, que me iban a llamar de una disquera. Mandé el disco a cuanta disquera existía y recibí cartas de rechazo, y fue muy importante que las haya recibido porque pienso que el artista debe aprender a aceptar el rechazo. Debe aprender a entender que lo que hace puede no gustar y no por eso va a dejar de hacer las cosas. Después de eso, gasté mucho dinero, no era tan fácil grabar un disco en ese momento, no como ahora. Empiezo a comprar equipos y aprender grabación y producción.
¿Cómo fue el salto de la música latina al soul pop?
Yo nunca me vi como un músico de soul, latin pop ni nada de eso. La palabra tropical, caribeño era sinónimo de rumba, de templete, y yo no quería eso, yo quería ser un cantautor a lo Rubén Blades, por ejemplo. La música no tenía que ser hecha para el baile, y si lo hay bienvenido el baile. Me consigo en un momento de la salsa donde se perdió la canción, sólo existe la idea de bailar y una
Fotos: cortesía de Alfred Gómez Jr.
distorsión de los autores. Es un género llevado por cantantes, no por músicos que cantan, yo soy un músico que canta, no necesariamente un cantante. Entonces eso a mí no me atrae. Y digo: ‘bueno acá hay un buen transporte para escribir, para seguir creciendo’.
¿Y así haces nuevas canciones?
Comienzo a escoger otras canciones para grabar. Hago muchas canciones pero no grabo todo, son ensayos.
Simple tiene influencias del pop, soul, jazz, ¿las canciones nacieron por esa vía?
Sí, pero Simple tiene algo muy curioso, que tú le pones el disco a un músico que entiende la parte afro latina y te dice que está encriptado en una clave de son, lo cual es cierto. Mantuve mi idea rítmica latina y literalmente simplifiqué los elementos, me fui por otro camino. Sigo cantando en clave, siento que tengo las manos en una conga, en la campana, a veces eso está internamente, es algo implícito.
¿Por qué Simple tuvo más eco en Venezuela que el primer disco? No lo sé. A la gente le gustó más ese trabajo acá, de repente tuve otras oportunidades que no tuve con La reina peinándose. Simple sonó más en radio, pero La reina nunca.
¿Simple ha tenido mejor suerte o más bien estamos en otro momento musical?
No sé si suerte porque en La reina hay un tema –“Buscando olvidar”- que se usó para una película, -“Simplemente no te quiere”-, y si hablamos de suerte, eso para un artista
es más que suerte. Yo añoraba salir a tocar, y Simple me dio el regalo de hacer cerca de 50 shows en el país. Simple es un trabajo de suma, de dos años y medio de labor.
Desde el punto de vista del contenido, Simple es esperanzador.
Sí. Ese disco lo hice en un momento en que necesitaba escuchar eso. Uno escribe, en mi caso, lo que no escuchas. Quería que formara parte de mi vida. Y fue hecho con ese propósito, crear un espacio de reflexión y de esperanza.
Eres un músico muy versátil.
¡Totalmente! A mí poco me importa el género, eso es irrelevante a la hora de tú evaluar una obra, lo que importa es el contenido. El género es para tú ordenar una obra, no es para transmitir emociones, las emociones están por encima de un género.
¿Por qué no crees en los géneros?
Porque me parece que es una etiqueta, ¿por qué condenar las cosas en un espacio? Mi música no es balada, pop, hay de eso, pero no es eso. Si hay gente que lo prefiere así, está bien, no lo discuto. Yo como oyente no veo la música de esa manera. Mis discos yo los ordeno alfabéticamente, el primero es Al Jarreau y el segundo, Astor Piazzolla, ¿tiene que ver una música con la otra? ¡No! ¿Pero son ambas maravillosas? ¡Sí!
¿Qué es Simple?
En estos días me escribió un amigo de Francia que tiene el blog Orinoco, Gilles Beg, y me dijo: ‘Sabes Alfredo que aquí en Francia hay un nombre para lo que tú haces: variété, que es una mezcla de rhythm and beat, soul, jazz y folk’, y le dije: ‘¡Guao! Me deberías regalar esa palabra para explicar aquí lo que hago’. Mi disco está en esa onda rhythm and beat y folk. Se habla de ritmo, blues, folk y la idea del cantautor.
¿Por qué ese nombre?
(Pausa). La simpleza de las cosas es la condensación de los elementos de calidad para que se vuelva simple. Tú sientes que es una palabra limpia, sientes pocas cosas en nuestra época que es de maximización, acumulación, todas las fusiones, los elementos, lo que vale es la cantidad. Con Simple no sucede así.
Tienes temas para otro disco.
Sí, estoy grabando un nuevo disco.
Y lo tienes reservado.
Está bien guardado (risas). Me gusta la idea de tener mística con el trabajo.
¿Ni adelanto del título?
Uno no puede soltar todo. Uno no puede contar el final del libro, quiero que lo lean.
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ASAF AVIDAN
Casi una década después de su debut, este cantautor de voz privilegiada y muy particular, se proyecta cada vez con mayor convicción a todo el planeta. Asaf es un producto de su tiempo y él lo sabe. Su nuevo disco, Gold Shadow, repleto de inflexiones soul, es un paso de gigante.
Juan Carlos Ballesta
El israelí global
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Tiene 35 años. Nació en Jerusalem. Estudió animación audiovisual en la Academia Bezalel de Arte y Diseño de Jerusalén. El cortometraje que le sirvió de trabajo final, “Find Love Now”, ganó su categoría en el Festival de Cine de Haifa. La música llegó después, universo en el que se dio a conocer hace nueve años. No es un artista nuevo, pero al mismo tiempo lo es para cada persona que lo descubre en el mundo. Su voz, potente y algo andrógina, no pasa desapercibida y sin duda es su principal gancho. Algunos, al escucharlo por primera vez, se confunden. Asaf Avidan es un producto de su tiempo. Sin internet no cabe duda que sería una estrella en Israel, su país, pero
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Foto: Dudi Hasson
probablemente no tantos lo conocerían en el resto del mundo. El fenómeno Avidan es ya imparable. Tampoco, sin la globalización, su música sería como es, llena de guiños al folk y el soul de Norteamérica. Ni su look sería una mezcla de guerrero punk con modelo de revista europea de modas. Avidan decidió dedicarse a la música tras sufrir una decepción amorosa que lo dejó muy tocado. Trabajaba en Tel Aviv como animador digital y ese episodio lo hizo regresar a su ciudad natal. En Jerusalem edita su primer EP, Now That You´re Leaving (2006) que fue recibido con estupendas críticas. Durante la gira acústica de presentación a través de Israel, decidió armar una banda junto a
los músicos Ran Nir (bajo), Yoni Sheleg (batería), Roi Peled (guitarra) y Hadas Kleinman (cello), bautizada como The Mojos. Tras la edición del primer disco con la banda, The Reckoning (2008), no tardarían en hacerse famosos en Israel, tocando por todo el territorio su mezcla descarnada de blues y folk. Para mayor suerte, el tema “One Day / Reckoning Day” fue remezclado por el berlinés DJ Wankelmut, quien transformó el delicado lamento de Asaf en un himno de las pistas de baile, agregando beats y distorsión vocal. Si bien no era la forma más exacta y representativa de sus composiciones, sirvió para llamar la atención en Europa. El remix fue #1 en 14 países, mientras que el video cuenta con más de 150 millones de vistas en Youtube. Los siguientes discos de Asaf Avidan & The Mojos, Poor Boy/Lucky Man (2009) (editado con dos portadas distintas, contrastando entre el niño pobre y el hombre con suerte) y Through the Gale (2010), con más y mejores arreglos que el del debut, continuaron aumentando el éxito y los viajes a Europa y Estados Unidos. Esos dos álbumes se editaron de forma continua y permitieron que Asaf y su grupo tocaran en varias ocasiones y lugares emblemáticos como la Puerta de Brandemburgo en la Copa Mundial de Atletismo en Berlín, en el cierre del Festival de Cannes, en China, en el tributo a The Who en el Carnegie Hall de Nueva York, así como en decenas de festivales. A pesar del éxito obtenido con The Mojos, tras presentarse con Robert Plant, Ben Harper y Lou Reed, Asaf decidió tomarse una pausa y repensar su carrera. En 2012 lanzó su primer álbum solista, Different Pulses, un interesante preámbulo para el segundo y reciente capítulo, Gold Shadow (2015), un soberbio y emotivo disco lleno de inflexiones soul que en algo recuerdan a Amy Winehouse y cantantes de los años 60. Asaf Avidan ya dejó de ser un diamante en bruto para convertirse en uno de los cantautores más sólidos y distintivos del momento. Es hora de que esta parte del planeta lo descubra.
BUMBAC JOE
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El Dj y productor trotamundo Se habla de manera recurrente de la diáspora venezolana que se ha intensificado en años recientes. El ámbito musical, para bien y para mal, ha sido uno de los protagonistas de esa nueva condición de emigrante. La música electrónica en particular ha sufrido una de las sangrías más notables, con exponentes de todo tipo que han elegido ciudades europeas, suramericanas y norteamericanas como sus nuevos epicentros de operación. La lista es extensa, con casos de éxito notables. Leopoldo Bello, antes conocido como Demetrio de Ccs (pseudónimo evidentemente inspirado en Demetrio from Paris, con el cual editó el álbum Bar Doméstico a Domicilio en 2006, con la colaboración de José Luis Pardo) y desde hace un tiempo como Bumbac Joe, levantó vuelo en 2006 con destino a Madrid. Desde entonces su historia está llena de anécdotas, proyectos, mudanzas, asociaciones, presentaciones, sueños… Desde su nueva sede en Chicago, nos habla con detalle de su vida desde que se fue de Venezuela y de su nuevo EP, The Hot Revolution, una mezcla de todos
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su background: música afro-peruana, calipso de El Callao, latin beats, bossa, tamunangue, flamenco, bugalú…
¿Cómo ha sido el proceso para este EP? ¿Cómo lo describes?
Este EP se da a partir de la semilla sembrada por la canción “Hot Revolution”. Apenas mudado de Madrid a Milwaukee, con una estadía entremedio de algunos meses en Caracas y Barquisimeto, buscaba una conexión con la ciudad, un click que me ayudara a encontrar la manera de sentirme en casa, algo que me hiciera caminar más cómodo por las calles de la ciudad de la cerveza y el bradwurst. En una tarde casi noche de verano tomándome un trago en alguna de las terrazas que se abren en el centro de Milwaukee me sorprendió una estampa que pensé que nunca vería en los Estados Unidos. Subiendo por la calle Wells en sentido este ya casi llegando a Cathedral Square, la plaza donde se hace todos los veranos el Jazz in the Park, un hombre vociferaba a todo gañote: ‘¡Pepperoni! ¡Cannoli!’ ¿Un vendedor ambulante de comida en Milwaukee?
Fotos: Cristina Córdova
Era Frank Pecoraro, un italiano con muy mal inglés que se dedicaba a la noble labor de alimentar a los viandantes y hambrientos en búsqueda de una bala fría después de salir del bar, hasta altas horas de la noche. Esa imagen me hizo recordar los cuentos de mi madre sobre el hombre de “La Revolución Caliente”, un vendedor ambulante que pregonaba sus pancitos dulces: ‘Revolución caliente, música para los dientes, azúcar, clavo y canela, para rechinar las muelas...’ en aquella Lima que nunca viví. Mi madre es limeña, mi padre falconiano, yo soy de esos venezolanos nacidos fuera, de los que les toca aclarar: ‘yo nací en Lima pero soy venezolano’. Esa conexión me animó a escribir esta canción, un trozo de música que le cantara a sitios importantes de mi vida para ese momento. Ahí está Milwaukee, la que encendió la chispa con Sarah Marie Gilbert (aka Meadow Parish) en la voz, Barquisimeto y Cabudare, con el tumbao del tamunangue del cantante, Madrid con el interludio en bulerías, el cajón tocado por mi compadre Rodrigo Núñez desde España, y Lima a ritmo de festejo peruano, el groove principal
de la canción. El señor Frank Pecoraro murió en febrero del 2012 a los 76 años, así que esta canción sirve de secreto homenaje a él y a todas las personas que se ganan la vida dándole más vida a la vida en la calle. Luego están los otros temas. “Tu Mambo”, una versión de un tema que sale en mi primer disco Bar Doméstico a Domicilio, cantada por mi ‘brother from another mother’ Juan Tomás Martínez (antiguo percusionista y vocalista de la banda española Canteca de Macao), en los coros están los niños de la extinta Camerata Infantil, una colaboración que fue posible gracias a otro gran amigo, el director de coros Alexander Hudec, quien para ese momento estaba dirigiendo la Camerata Infantil de Caracas. Para “Corazón Abierto”, por haber usado la voz de Renny Ottolina se me hacía imposible no usar un ritmo de jazz bailable, medio elegantón pero con tumbao, sabrosito, así como uno se imaginaría una fiesta en el Hotel Ávila, donde estuvieran Aldemaro Romero, Luis Alfonzo Larraín, Renny Ottolina, James Bond y Tom Jones, todos usando pajarita y vacilando una Caracas a lo Rat Pack. Y luego está “Capitán Manteca”, un track con mucho ritmo negro, muy sincero y directo: a mover el culucucú. Yo tenía ocho temas en total pero me decanté por estos cuatro pues no tenía ánimos de sacar un álbum completo, quería algo más relajado y creo que me mantendré un ratico con este formato. Estos cuatro temas fueron compuestos usando mi computadora, grabando las voces, vientos y percusión entre Milwaukee, Madison, Caracas y Madrid. El ingeniero de mezcla fue Lodewijk Broekhuizen, su nombre es impronunciable pero es el tipo más pana del mundo.
¿Cómo lo piensas promocionar por allá?
El EP lo pienso promocionar con una gira, ya hay seis ciudades confirmadas entre las cuales están para empezar Chicago, Madison y Minneapolis, y luego Nueva York y Washington, y espero que dentro de poco salgan las fechas para la Costa Oeste.
¿Cómo te va en Chicago?
Chicago es una ciudad que estoy todavía descubriendo, pero indudablemente tiene ese atractivo de ser una de las tres ciudades principales de los Estados Unidos. Todo pasa por Chicago y Chicago pasa por todos. He hecho muy buenos amigos rápido, la música siempre te ayuda con esa carta de buena conducta que todos necesitamos cuando se llega a una ciudad nueva, así después resultes ser un mal portao (risas).
¿Hace cuánto tiempo te fuiste de Venezuela y qué tal tu vida desde entonces?
Yo me mudé a Madrid en junio del 2005, con ganas de estar unos mesecitos por ahí
Nació en Lima, Perú. Creció en Caracas, donde se consolidó como Dj, ganándose un espacio en la efervescente movida nocturna de principios de siglo con el nombre de Demetrio de Ccs. Se fue a Madrid en 2005 y recorrió Europa, hasta que se mudó a Milwaukee y finalmente a Chicago, donde desarrolla su carrera como Bumbac Joe. Leopoldo Bello nos cuenta su historia de auténtico mochilero y trotamundo de los tornamesas y la música electrónica.
Madrid tuve la suerte de irme de farra muchas veces con el negro Diego Álvarez, también él tocó más de una vez con nosotros estando yo con El Sombrero del Abuelo. Álvaro Paiva y Rodner Padilla me parecen unos musicazos, hace como un mes estuve en un toque de Israel y Sergio de FurCoat aquí en Chicago, tremendos Djs venezolanos que giran mundialmente. Me gusta mucho lo que Andrés Astorga, Dj Trujillo, está haciendo con las reediciones y remixes de Daniel Grau en la disquera Sonar-Kollektiv. Me fascina lo que están haciendo en Maracaibo los de La Gallera Social Club.
Juan Carlos Ballesta
después de haber pasado por las sabrosas locuras de SantaLaDiabla y Barrabar, componer mi disco y buscar nuevos aires. Esos “mesecitos” se convirtieron en casi cinco años viviendo una de las mejores montañas rusas de mi vida, tocar con la banda madrileña El Sombrero del Abuelo, vivir casi un año en Holanda, publicar mi primer disco, girar por toda España, dedicarle horas de ensayo a ser el Dj de una banda de flamenco fusión, tocar en Amberes, Andorra, Amsterdam, Rotterdam, Gronigen y varias otras ciudades de Holanda. Fueron años muy intensos de rocanrol, música electrónica, flamenco del nuevo y del viejo y aprendizaje musical. Luego vino la decisión de mudarme a Milwaukee por razones personales, donde me puse otro nombre de Dj, antes usaba Demetrio de Ccs, aprender más de música y entender cómo podría ser un Dj que ponía músicas de todo el mundo en una escena como la del Midwest, que a diferencia de Nueva York o la Costa Oeste es un poco más tímida en el ámbito de mezclar ritmos latinos o de la diáspora africana con electrónica, quizás estoy equivocado pero es mi percepción hasta ahora. Chicago es el capítulo más nuevo de este, mi cuento de mochila y música electrolatina.
¿Cómo te relacionas con la escena local?
Tengo la fortuna de ser amigo de los Djs y productores más importantes de la escena local, Soulphonetics, Sound Culture, David Itzi Nallah, Afrocubano son nombres con los cuales comparto cartel a menudo.
¿Sigues teniendo relación con la escena venezolana o personajes ligados a ella?
Bueno, es inevitable estar pendiente de ver en qué están metidos los panas. Me encanta lo que hace la MAU, estando en
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MARIO ARACE El alma de un hombre
“Cuando nos dejamos llevar por los sentimientos, no hay academia que valga”. Fundador del Caracas Blues Festival, conductor del recordado programa El callejón del blues y creador de Blackoffe Blues Band, este guitarrista y cantante espera revivir el conocido evento por cuarta vez para finales de 2015 mientras prepara varias presentaciones entre el presente y el futuro.
Leonardo Bigott
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La historia del blues en Venezuela no encuentra referencias exactas que señalen cuándo comenzó a desarrollarse este género en el país, aunque sí existen testimonios que indican que ha tenido un cierto desarrollo desde la década de los 60 y, con mayor notoriedad, entre los 70 y 90. Pudiera especularse, incluso, que previo a esos años, en los campos petroleros del país, algún jovencito llegado de Norteamérica haya dejado colar algunas grabaciones de este género que encuentra sus raíces en África y que inicia su desarrollo en el sur de Estados Unidos hacia finales del siglo 19, principalmente, en las comunidades afroamericanas del llamado “Deep South” o “sur adentro”. Desde los días de Skip James, Willie “Blind” Johnson y J.B. Lenoir, el blues
Fotos: Leonardo Bigott
tiene en la tradición africana y la música folklórica europea a sus progenitores. Han sido los llamados cantos de trabajo, cantos espirituales, las rimas inglesas y otros elementos los que dieron origen a este estilo que ha encontrado a un grupo importante de seguidores en Venezuela que ha venido dejando huellas en los últimos 40 años. Así, nombres como Álvaro Falcón, Eduardo Soto, Héctor Castillo, Iñigo Ayala, José Riú, Franklin Belisario, y la arriesgada propuesta de José Luis “Kool Aid” Acosta, al incorporar elementos de música venezolana con su banda Can Blues Pink Tone, son algunos ejemplos de los cultores más relevantes del blues local. Con 25 años promoviendo el blues, otro nombre relevante del género es Mario Arace quien, además de ser un consumado
amante del género, es el fundador del Caracas Blues Festival, importante iniciativa que tuvo su primera edición en septiembre de 2011 y fue presentada por el legendario locutor Alfredo Escalante con la participación de Iñigo Ayala, Biella Da Costa, Hard Blues, Rock and Janis, Soto Blues Band y Blackoffee Blues Band, esta última, el ambicioso proyecto de Mario quien fue además, coproductor del evento junto a Edwin Márquez. Mario conversa con Ladosis sobre sus experiencias y proyectos a mediano plazo. Nuestra conversación tuvo lugar en los hermosos jardines de La Estancia, un día después del fallecimiento de B.B. King, una de las figuras más emblemáticas del blues.
¿Qué motivó la creación de Blackoffe?
Hacia 1997, creé la banda con la intención de promoverme. Mi concepción está fundamentada en tocar guitarra y cantar, pues pienso que en el blues debe ser así, además es muy poco frecuente en el país. El nombre tiene una connotación muy personal en el hecho de compartir café negro con mi madre. Es un momento muy significativo para mí que aún mantengo.
¿Por qué crear un festival de blues?
La idea fue mostrar las diferentes vertientes del género a través de un grupo de músicos cuyas propuestas han tenido diversos estilos. El festival inició en 2011 y posteriormente en 2012 y 2013. No hubo en 2014 pero sí espero darle vida nuevamente para finales de año. No es una empresa fácil. Puedes añadir como primicia que en todo el mes de julio el actor Rolando Padilla y yo estaremos presentando conciertos de blues y jazz con artistas venezolanos exclusivamente.
¿Por qué has escogido el blues?
A mí me marcó el blues desde muy pequeño. En aquellos días escuchaba a
Chuck Berry y fue su música la que me llevó al blues. En esos años la tendencia era escuchar a Led Zeppelin, The Rolling Stones, Cream, Clapton, etc..., a partir de allí me interesó buscar las raíces del blues. El hecho de cómo llegó esa música a Estados Unidos a través de los esclavos, tuvo gran impacto en mí porque siempre he estado en contraposición con cualquier forma de esclavitud. Yo entendía eso como algo místico, era su modus vivendi. Entendí que esa música venía del corazón. Fue algo que surgió de un modo natural.
¿Esa comprensión llegó a tí por las letras de esos temas o indagando en la historia?
Yo diría que una combinación de ambas. Ver que en aquellos días estos esclavos se comunicaban a través del blues era un indicativo de que todo aquello venía del alma, incluso más allá de las letras. Pensar que desarrollaban cánticos a partir de su dolor tanto en su viaje a América como ya en los campos de algodón, esta forma musical tenía su esencia en lo más profundo de esa gente.
¿Puede decirse que te enteras del blues de un modo similar a cualquier norteamericano blanco?
Yo investigué inicialmente a través de los músicos que mencioné anteriormente y, sí, luego vinieron estas leyendas del blues.
¿Cuándo comienzas a tocar?
A los 15 años tomé una guitarra folk que había en la casa pero aquello fue breve. No hubo alguien local que en aquellos años me influyera. Pero entre los 23 y 25 años escuché a Luis Enrique Rincones “Cotufa” (†) que hacía cosas muy buenas dentro del rock. Eso me motivó a tener mi primera guitarra, una Schecter. Actualmente uso una Phil electroacústica y una Fender Stratocaster, ambas intervenidas. Académicamente, estuve un par de años
en la escuela CePro Music de Pablo Schneider bajo la guía de Pedro Vilela. El resto fue de modo autodidacta.
¿Qué hecho puedes citar como imprescindible en tu investigación?
Para entender cómo llega el blues a Inglaterra y es adoptado por músicos como Jimmy Page, Eric Clapton, Jeff Beck y Keith Richards que lo retornan a Estados Unidos, hay que conocer las grabaciones recopiladas por el maestro y musicólogo John Lomax y su hijo Alan. Lomax entendió que más allá de un negocio disquero lo que estaba haciendo era registrar una cultura que reflejaba, entre tantos aspectos, como alguien se sentaba en el porche de una casa a tocar una guitarra y hacer maravillas. Con tan sólo dos acordes muchos de ellos sabían cómo hacer blues y los Lomax supieron como salvar esa cultura por lo que entendí que transcendía a lo meramente académico.
Cuando hablamos del blues de 12 compases nos referimos a una de las formas más elementales del blues. ¿Podemos hablar de tradicional?
Si lo ves desde una óptica estricta de la métrica, estamos hablando de una forma muy importante del género de la cual derivan otras variaciones. Pero a mi juicio el asunto es mucho más profundo porque está atado enteramente al sentimiento. Incluso Muddy Waters en “Manish Boy” emplea un solo acorde. Con esto quiero resaltar la importancia del feelin’. Cuando le pones una métrica y le añades acordes, creas un ciclo armónico pero debo insistir en ese elemento ‘sentimiento’.
Blues es un sinónimo de tristeza, ¿Qué me dices al respecto?
Sí, además en aquellos días donde estos músicos se reunían para tocar, expresaban sus lamentos pero en ocasiones también sus alegrías.
Eres el primer guitarrista que no cita a Jimi Hendrix ¿Por qué?
Porque otros como Page, Clapton y Beck cautivaron mi atención con mayor interés. Eso no significa que no reconozca su grandeza. Sin embargo, de todos ellos, ha sido Eric Clapton quien realmente me enganchó en el género, sobre todo por la sencillez con la cual toca la guitarra. No ha sido su interés innovar o poner muchas notas en un acorde, él está más enfocado a las raíces del blues. Un trabajo representativo de ello es su tributo a Robert Johnson, Me and Mr. Johnson (2004). Clapton es en definitiva mi bluesman.
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Un impredecible coctel sonoro Se autodefinen como un grupo de rock, aunque a veces no lo parezcan. De septeto pasan a trío, de trío a cuarteto. Es un grupo que se amolda a las circunstancias, cuyo núcleo central lo conforman Gustavo Medina, José Núñez y Abelardo Bolaño, polifacéticos músicos que a pesar de su juventud poseen un amplio currículum ligado con el jazz, el reggae y la música tradicional venezolana. A las puertas de lanzar su disco debut, Cosaspasarán pasea su ecléctica propuesta por algunos escenarios de Caracas, todavía con cierta timidez pero decididos a trascender.
Juan Carlos Ballesta
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En Venezuela siguen surgiendo agrupaciones inclasificables. Una de las más interesantes es Cosaspasarán, un encuentro de talentos cuyo origen es el gusto por el rock norteamericano de los años 90 pero con formación académica ligada al jazz y una cercanía a la música tradicional venezolana y el reggae. Si pudiera caber alguna etiqueta a modo de orientación sería “post rock”, que define la libertad y expansión de las fronteras del rock haciendo uso de cualquier recurso y de múltiples influencias. El núcleo central del grupo lo conforman el guitarrista y principal compositor, Gustavo Medina y los bateristas José “Tipo” Núñez y Abelardo Bolaño. Medina y Núñez provienen de Puerto Ordaz y ya se conocían, mientras Bolaño es nativo de
la universidad (Unearte) surgió la idea de armar un proyecto entre Abelardo y José. Luego se unieron Juanma Trujillo y Heriberto Rojas. Buscándole un contexto a las composiciones, busqué muchas fotografías de Puerto Ordaz que me llamaban la atención. Es decir, compuse pensando en imágenes. Hice las maquetas en la computadora pero pensando en una banda de rock.
El coctel de influencias es notable. ¿Cómo se autodefinirían?
¿Cuándo cuaja el proyecto?
A: Hay gente que nos ha visto tocando jazz qué pensará que no es jazz, pero quizá no sepan cómo definir lo que oyen. Hay algunos temas con estructura formal de canción. También hay dub, reggae… G: Vamos a esperar que la gente escuche a ver qué dicen. Los que nos han visto tocando les ha gustado, aunque no sepan bien qué estamos haciendo.
G: Debutamos en vivo en julio de 2013 en la Sala de Conciertos de Unearte (Antiguo Ateneo de Caracas) como un octeto que incluía también a Rafael Pino y Carmela Ramírez. En ese momento me presenté con mi nombre, pero al poco tiempo nos convertimos en grupo y entramos a grabar el material para el disco debut, entre diciembre de aquel año y febrero de 2014. Ha pasado año y medio. Ya hemos lanzado dos temas, mientras mezclamos el resto. A: Tras la ida de Juanma y el parón entre febrero y abril de 2014, nos sentamos los tres y comenzamos a tocar como trío. Yo agarré el bajo (que en el disco toca Heriberto) y nos pusimos a ensayar.
¿En algún momento tocará la formación que aparece en el disco?
A: Eso es lo que quisiéramos, pero no va a estar fácil. Nuestra formación será flexible de acuerdo el momento. Cada concierto será especial. No es el concepto tradicional de banda. Todo está escrito de tal forma y con tal grado de libertad como para que el que se incorpore en determinado concierto lo haga a su manera.
La libertad que se percibe en Cosaspasarán es muy amplia, lo que da a entender la gran cantidad de influencias que confluyen en el seno del grupo. ¿Cuáles son sus principales referencias?
Foto: Rafael Barragán
Puerto La Cruz. Se encontraron a mediados de la pasada década en la antigua IUDEM (Instituto Universitario de Estudios Universitarios), hoy parte de Unearte. Junto a otros vanguardistas músicos como Juanma Trujillo (guitarra) y Heriberto Rojas (bajo) y cantantes como Carmela Ramírez, grabaron lo que pronto se convertirá en su disco debut, ahora en proceso de mezcla. Su nombre lo dice todo. Nada está preestablecido, todo puede pasar.
¿Cómo surgió este proyecto?
G: Yo empecé a componer con un proyecto en mente en 2012, con la idea de hacer música con libertad, que me gustara. Soy de Puerto Ordaz y me vine a Caracas en 2005, apenas terminé bachillerato. Ya en
J: Mis influencias vienen de lo que estudié en la universidad ligadas al jazz. Recientemente he estado escuchando más rock y reggae. Me gustan los grupos con bateristas que tengan un buen groove. Me gustan mucho Elvin Jones, Nate Smith, Ari Hoenig y Brian Blade. A: Personalmente, y creo que todos nosotros, crecimos influenciados por la música de los 90. Yo escuchaba mucho rock pero en mi casa se oía mucha salsa, así que crecí en un ambiente muy mezclado. Yo estudié batería también como instrumento principal. Yo toco en grupos de jazz tradicional, pero me gusta el grunge. También hago música tradicional venezolana desde el jazz. G: Por el hecho de estar en la universidad, los profesores te obligan a escuchar música diferente. Por supuesto que crecí escuchando Nirvana y Pearl Jam. Sigo a Radiohead y la oigo siempre.
A: Yo diría que es una banda de rock contemporáneo venezolana. G: Si me pongo más místico, diría que es música que puedo disfrutar antes que nada.
¿Están conscientes de que habrá gente que no los incluirá dentro del ámbito rock y tampoco en el jazz?
¿De qué se tratan los textos? ¿En qué te inspiraste?
G: Tratan la mayoría de mis vivencias en Puerto Ordaz, mi infancia, personas que conocí y pasaron por mi vida de alguna forma. Probablemente algunas de esas personas, aunque no las nombre, podrán identificarse, igual que los lugares y momentos. A: La forma en que están escritas permite que muchos puedan sentirse identificados.
¿De dónde salió el nombre del grupo?
G: Una vez que íbamos a tocar en La Quinta Bar por primera vez como trío, un tuit invitando tenía un hashtag puesto por Abelardo que decía #Cosaspasarán. Hasta ese momento el grupo no tenía nombre. A: Cuando empezamos con el lío del nombre, pensé en lo que estábamos haciendo de nuevo para el futuro, más allá de lo que ya habíamos grabado para el disco. Pensamos en bautizar el grupo como 0286 (el código telefónico de Puerto Ordaz), pero al final lo dejamos como nombre del disco.
¿Para cuándo aspiran lanzar el disco?
A: Pensábamos lanzarlo en el concierto de Ladosis, pero no nos dio tiempo a mezclarlo completo. Pensamos en agosto como fecha. Y lo vamos a lanzar en físico, es algo que nos gusta mucho. G: El arte en disco es algo muy bonito. Hay muchas estrategias para lanzarlo.
¿Cómo se ubican dentro del contexto musical venezolano? En un hipotético festival con diferente orientación a cualquiera existente, ¿con que otros grupos o artistas les gustaría compartir?
J: A mí me encanta muchísimo Los Mesoneros. A: El contexto de Cosaspasarán podría estar en festivales muy distintos, desde uno de jazz a otro como el Nuevas Bandas. Nuestro contexto es cambiante, nuestra música no cuadra tan fácilmente. Me
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ejecución. Y la mayoría que sale de ahí se mantiene como ejecutante. En otras escuelas como Ars Nova se basan más en otras habilidades más allá de la ejecución, como los arreglos, la composición… Todo suma.
En las academias y conservatorios donde se estudia batería, te la enseñan desde una perspectiva jazzística. El jazz pasó de ser un género callejero y de bares a convertirse en algo elitista, que requiere mucha preparación. Quizá por eso las influencias de muchos bateristas académicos vengan primordialmente de los bateristas que se estudian o escuchan en ese período.
gustan grupos como Del Pez, Domingo en Llamas, Monsalve y Los Forajidos. Nos podemos adaptar al contexto del festival porque tenemos repertorio cercano al jazz, al rock, al reggae, sin ser puristas de género alguno. A mí por ejemplo me gustaría producir un disco de reggae roots. Nos interesa ser lo más amplio que se pueda. G: Yo siempre me he preguntado dónde nos ubicamos. Escucho muchas cosas porque soy curioso, pero no sabría definir exactamente en qué género ubicarnos. Me encantaría tocar con El Regaño, Masseratti 2lts, Americania, aunque ya no existe. A: Quiero agregar que, aunque no es tan obvio, en Cosaspasarán hay bastante influencia de la música venezolana, principalmente en la concepción y ejecución, bien sea porque hay ritmos ¾ o por la presencia de lo afrovenezolano. Lo hacemos adrede. G: Tenemos amigos músicos muy cercanos como Miguel Siso (cuatro) y Jorge Torres (mandolina) que nos han influenciado y enseñado mucho a ponerla en nuestra música de una manera coherente.
Ustedes forman parte de los muchos grupos que han sufrido la diáspora que ha lanzado al mundo a muchos músicos. ¿Qué pasaría si alguno de los tres se harta y se va de Venezuela?
G: Tendríamos que reinventarnos de nuevo. A: Pondríamos a prueba el nombre: Cosaspasarán (risas) J: La idea es mantener el proyecto, pase lo que pase. A: La verdad es que esa situación nos ha hecho ordenarnos. Pasamos de ser ocho
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a ser tres, aunque no todos se hayan ido del país. Estamos claros que cualquier cosa puede suceder, pero queremos crear la dinámica por si alguno tiene que ausentarse por un tiempo el proyecto no se detenga.
¿Las circunstancias actuales les permiten a ustedes vivir de la música? El músico, por ejemplo, no cuenta con una seguridad social sólida, tiene que costeársela.
A: Por supuesto no es fácil, pero la preparación que hemos tenido nos permite tocar música distinta con músicos muy diferentes. Yo trabajo en muchos proyectos, nunca dejo de trabajar. Vivo de la música formalmente. En realidad los tres. La situación es complicada para muchos, pero dentro del contexto actual estamos bien. J: Hay muchas cosas que hay que poner en orden. Hay que contar con un organismo que se encargue de velar por los músicos. Pero uno también tiene que trabajar duro para hacerlo bien, como en toda profesión, hay que destacarse, estudiar, prepararse. Con ello quiero decir que tiene que estar claro el papel del músico, que no es algo de “a raticos”. A: En el caso nuestro, todos trabajamos con música, de una forma u otra. No solo es tocar, también es dar clases, producir… Cosaspasarán no nos da de vivir, por ahora. G: Nuestros profesores no solo nos enseñaron cómo tocar, sino también otras cosas como producción, grabación, promoción, porque ellos también son músicos. J: Afortunadamente en Unearte nos enseñaron a diversificar el rango de trabajo, aunque estudiamos primordialmente
A: Yo le encuentro dos explicaciones. Una es porque el desarrollo de la armonía en los músicos de jazz se desarrolló a otro nivel y para lograrlo es necesario estudiar. Además, aunque es música universal, no es nativa de casi ningún país. Yo no crecí escuchando jazz, pero llega un punto en que es importante y muy interesante estudiar muchos músicos que se convirtieron en elementos de estudio. G: Pienso que el sonido natural de la batería siempre ha estado ligado al jazz. El instrumento nació con el jazz.
¿Con quienes tocan en la actualidad?
J: Estoy tocando cabilla con Laurent Lecuyer, un pianista profesor de Unearte; con Liana Malva, una cantante de reggae pop; el grupo de indie pop Dandy León; Julio Arredondo, un cantautor de Trujillo que se define como Páramo Pop; y Freddy Adrián un contrabajista que hace un hardcore tremendo. G: Yo estoy con Pepperland, con el que hacemos versiones de los Beatles en onda venezolana; con Julio Arredondo; el cantautor Alí Alejandro Primera; el trombonista Joel Martínez y Mark Brown Quartet A: En cuanto a música venezolana toco con Víctor Morles (Natural), Rafa Pino y Jorge Torres, hago reggae con El Gran Tombo, jazz con Pedro Barboza y Mark Brown Quartet, y también con los cantautores Julio Arredondo y Alí Alejandro Primera. También toco en Pepperland. Un proyecto interesante es Dos Arpas Cuatro Manos, con Leonard Jacome y Eduardo Betancourt. Y entre todo eso, estoy desarrollando mi trío.
WILBERT Ă LVAREZ Una aventura en solitario
Fotos: Cassandra Stuyt
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El músico Willbert Álvarez grabó sin remordimientos Musical Animal. Con su primer disco como solista no tuvo que ceder, ni negociar con otros. Hizo lo que quiso y dijo todo como le salió del alma. No quiere decir que haya estado amordazado en Luz Verde, pero en la convivencia hay acuerdos y en una banda, conceptos. Desde hace tiempo el guitarrista tenía canciones guardadas que no eran grabadas por la agrupación a la que pertenece desde hace dos décadas. Se ríe cuando le preguntan si decirles a Carlos Mendoza y a Eduardo Benatar que realizaría un proyecto en paralelo fue como admitirle a una novia que te gusta otra persona. “No se sorprendieron al principio. En fiestas, entre amigos, solía tocar esas piezas. No era un secreto para nadie, sabían que estaban ahí. Luego, cuando la idea fue cobrando forma y me dieron un estudio en Madrid, sí se enrareció un poco el ambiente. Carlos me preguntó si me iba a salir. Le dije que no. Esto es una idea muy personal que quiero llevar lejos, eso sí”, recuerda antes de volver a reír. Hubo respeto al final. Incluso, Mendoza y Benatar participaron en las grabaciones del álbum disponible desde finales de marzo en plataformas como Itunes, Spotify, Google Play y Youtube. “Lo que pasa es que siempre hubo composiciones que no se adaptaban a Luz Verde”, dice el cantante. Por ejemplo, “Vete a la mierda”, la canción que cierra la producción de ocho temas, la escribió inicialmente para el grupo, pero nunca salió como la imaginó. “La grabamos como demo. La hicimos de muchas formas, pero al final otras salieron mucho mejor”. Fue engavetada y desempolvada para Musical Animal. Sin tapujos, la letra habla de alguien harto de una persona traicionera y errática. “Si supieras que yo sin tu amor/ soy aquel a quien todos querían/ Si supieras que ya yo sabía/ que tú solo me traicionarías”, exclama el artista venezolano. Álvarez se explaya respecto al criterio para escoger qué canciones reservarse: “Hay veces que digo que no quiero que pase por el filtro de Luz Verde, deseo mantenerla en su forma original y las aparto para mí archivo. En ocasiones también se da de forma natural cuando la trabajamos juntos. Si se tranca el serrucho, pasamos a otra que tenga mejor resultado. Hay unas que son tan personales que se desfiguran en ese proceso”. En Luz Verde hubo una época en la que no se sentía con toda la potestad para decirles a los músicos cuál será el ritmo que los demás deben tocar ante una letra de su autoría. Ocurrió con “Canciones” del disco Manual de buenas costumbres (2008). “Quería hacerlo como trova, estilo Silvio Rodríguez. Quería evitar que sonora rock, como terminó siendo. Son cosas que pasan
Tras 20 años siendo uno de los dos compositores y vocalistas de la Luz Verde, la banda caraqueña afincada en Barcelona, España, Álvarez ha decidido aventurarse, en paralelo, con su primer disco como solista Musical Animal. El disco, que se puede descargar y escuchar en Internet desde finales de marzo, es un trabajo en el que el artista se expresa tal cual como desea, sin tener que rendir cuentas al concepto de una banda.
Humberto Sánchez Amaya en las bandas y también inexperiencia. Tal vez a estas alturas de mi vida diría que debemos hacerlo diferente. Si no se puede, me quedo con ella. Eso no quiere decir que la versión final no me guste, pero no es la idea original”. Esa libertad la celebra. “Con este disco me desinhibo totalmente en mis letras. No es que con Luz Verde haya censura, pero hay una línea que se ha construido, una forma de ser. Hay cosas que no caben y ahora puedo decirlas como me da la gana, sin rendir cuentas”, reitera. Y lo hace. Es frontal en sus letras al expresar sentimientos, no importa cuál sea. “No soy un compositor denso, me gusta la simplicidad”, indica sobre temas que hablan de fantasías, alabanzas a buenos senos, reproches a besos pop, amigas hipócritas, añoranzas, nostalgias y hartazgo en un ambiente hostil por la inseguridad. La grabación de Musical Animal fue un encuentro de varias generaciones. En las
sesiones participaron además de Benatar y Mendoza, el pianista Víctor Hugo Mendoza (Spias), el contrabajista José Vera, el violinista Roberto Broggi, el trombonista Vladimir Peña (Fauna Crepuscular), el trompetista Patxi Urchegui, la celista Ana María Velasco, la violinista Ester Muñoz, entre otros. El proceso se llevó a cabo en Playground Estudio de Madrid, donde también se mezcló y masterizó.
Guitarra polaca
Willbert Álvarez asegura estar rodeado de guitarras en su cuarto, de todos los tipos y marcas. Todas de buena calidad, pero hay una que lo acompaña cuando la musa está en su mejor momento. “Es una vieja guitarra polaca que pertenece a mi chica. Es muy noble porque es barata y pobre. Parece una puerta de rancho vieja, pero suena bastante bien, muy real. Todo sale de ahí. Es de ella. La tiene desde que vivía en Polonia. Ella canta mejor que yo, cosa que no es difícil, pero no se dedica a ello”, cuenta. Con su novia tiene seis años. Se llama Karolina Kucharczyk y con ella se fue de vacaciones a mediados de mayo para buscar un poco de distensión. “Me fui para Formentera, una isla bastante rock. No hay nada por allá”, dice el músico por teléfono. Al guitarrista le gustaría hacer una gira por Estados Unidos y Venezuela, solo espera reunir el dinero para lograrlo. “Esperamos subvenciones. Acá en España podemos pedir, si tiene la nacionalidad y larga trayectoria, ayuda al Gobierno para financiar. La idea es poder salir a esos dos países”, afirma el vocalista radicado en Barcelona, España, junto a los otros integrantes de Luz Verde.
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VIAJE AL FONDO DEL JAZZ
B.B. KING
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El rostro del Blues Lo vi en Caracas a principios de los 90 en la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño. Comenzaba a acercarse a las postrimerías de su gloriosa carrera de 52 años. En esa ocasión B.B. King salió ataviado con su chaqueta de colores brillantes, tomó su guitarra Lucille para interpretar uno de sus temas emblema, “The Thrill is Gone, y en pocos segundo logró emocionar al auditorio, que terminó ovacionándolo con gran energía durante largos minutos. Pero la gran noticia surgió el pasado 14 de mayo cuando se anunció el fallecimiento del gran bluesman, a sus 89 años, quien decidió apagar su guitarra eléctrica luego de un largo trajinar por los escenarios del mundo, convertido, con el paso del tiempo, en el indudable ícono del blues. Aunque la década de los 90 vio a King grabar menos de lo habitual, éste mantuvo, no obstante, una carrera muy visible y activa, apareciendo en numerosos programas de televisión y en unos 300 conciertos al año, una cifra bárbara. Músicos como B.B. King son irrepetibles. La lucha de este hombre en
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B.B. King en 2012
El último de los pioneros del blues eléctrico
B.B. King en los años 80
un mundo de blancos fue otra de sus grandes batallas emprendidas. El resultado fue su innegable aporte al blues, al jazz y al R&B. Los grandes como él se han ido poco a poco: Lennon, Elvis, Hendrix, Joplin, Morrison, Sinatra, Michael Jackson, Freddy Mercury, Cobain, Lou Reed, Louis Armstrong, Miles Davis, Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Paco de Lucía… y ahora el de Mississipi.
La vida de B.B. King se explica bien en dos películas inolvidables. Una, el documental “The life of Riley” -Riley era su nombre verdadero- de Jon Brewer para la BBC en 2012. La otra es “Live in Africa”, el concierto que ofreció en 1974 en Kinsasha, en el festival paralelo al combate de boxeo entre Muhammad Alí y George Foreman, evento que el Zaire de Mobutu convirtió en una exaltación transatlántica de la negritud. Desde entonces, King ya formaba parte de nuestro imaginario colectivo, convertido en algo así como el último eslabón del blues. Ni siquiera nos dábamos cuenta de lo extraordinario que era, porque ya formaba parte de nuestra dieta musical, era un habitue de nuestros gustos tradicionales. Puede resultar asombroso pero la primera vez que King tocó fuera de su país fue en 1970, en una visita a Japón. En Europa se presentó al año siguiente, cuando grabó el álbum B. B. King in London. En los años cincuenta fue uno de los músicos más importantes del R&B, con
VIAJE AL FONDO DEL JAZZ
éxitos como “You Know I Love You”, “Woke Up This Morning”, “Please Love Me”, “When My Heart Beats like a Hammer”, “You Upset Me Baby”, “Ten Long Years” o “Bad Luck”. En 1966, Charles Keil, un estudiante universitario de piel blanca, publicó su tesis a la cual tituló Urban Blues, como resultado de su visita a los estudios de grabación en Chicago, a los locales donde se escuchaba blues en vivo, descubriendo que el gran bluesman jamás sonaba en las emisoras de radio para blancos, pero que era el auténtico ídolo en los centros nocturnos para negros. De hecho, en su autobiografía titulada Blues all arround, King recopila algunas indignidades que sufrió, pero fue el esfuerzo de hombres como Keil, sumado al apoyo y la admiración de discípulos como Eric Clapton, lo que le permitió irrumpir hacia estadios superiores del negocio de la música.
Blues exitoso, no marginal
King llegó tan lejos como nadie lo había logrado desde el blues. Mientras que sus colegas Muddy Waters, Howlin’Wolf y John Lee Hooker seguían anclados en el purismo de la tradición, Kingy se alejó de esas raíces para desarrollar un blues más digerible y un canto emotivo pero con un dramatismo controlado. Dos influencias fueron su marca: T-Bone Walker y Charlie Christian y una forma de cantar cercana a la de Joe Turner. Siempre confesó que su cantante favorito era Frank Sinatra, con quien quiso estar en los mismos escenarios del famoso crooner. El éxito de “The Thrill Is Gone” no es cuento. En 1969, este tema original de Roy Hawkins, se hizo del puesto Nro. 3 en la lista de R&B y en el 15 en la de música pop. Además es considerada la canción número 183 entre las 500 mejores de todos los tiempos por la revista Rolling Stone. Luego vinieron otros éxitos en los años 70 como “I Like to Live The Love” y “To Know You Is To LoveYou”. Años más tarde, en 1976, editó su disco Together for the first time. Después surgieron títulos como Live at Sant Quentin (1990), Live at The Apollo (1991), There is Always One MoreTtime (1992), King of the Blues (1992), Blues Summit (1993) y Heart to heart (1994), que grabó a dúo con Diane Schuur. En 1995 sacó el álbum Lucille and Friends, un recopilatorio para el que contó con la colaboración de célebres colegas del blues, como Boby Blands, y de figuras como Stevie Wonder o Ringo Starr. Al año siguiente, en 1996, publicó How Blue Can You Get, un recopilatorio de 29 temas grabados en directo en treinta años de conciertos, una faceta esencial para entender quien fue B.B. King ya que desde entonces no dejó de recorrer el mundo, sin que la edad fuera impedimento. Solo su diabetes lo obligó a tocar sentado en los últimos años. Aunque desde esta fecha no
B.B. King en una de sus primeras presentaciones, fotografiado por The Hook Brothers en 1949.
El bluesman apagó su guitarra a los 89 años, tras una larga carrera de más de seis décadas. Fue testigo del más crudo racismo y se impuso a un mundo de prejuicios, aferrado a Lucille, la Gibson de la que nunca se apartó. De su raza quedan pocos y, lo peor, sin relevo generacional. Con su adiós, se marcha un genio y figura del blues, que influyó en grandes guitarristas como Eric Clapton o Gary Moore.
Hugo Santaromita
grabó más trabajos propios, colaboró con artistas como el español Raimundo Amador en Noches de flamenco y blues (1999), con Eric Clapton en el álbum Riding with the king (2000) y con el compositor italiano Zucchero Fornaciari en su álbum Zu & Co (2005), en el que se reúnen músicos y estilos disímiles. Su música, mezcla de blues con jazz-swing y pop, influyó en grandes guitarristas como Clapton o Gary Moore.
La emoción se ha ido, queda su legado
King nunca se separó de su guitarra Gibson a la que bautizó Lucille, en honor a una mujer del mismo nombre por la que se estaban peleando dos hombres que provocaron un incendio en un local donde estaba actuando. Luego de desalojar con urgencia el local, regresó a rescatar su guitarra, la cual había dejado olvidada sin importarle el peligro que corría su vida. Solía decir King durante sus presentaciones una frase que con el tiempo se hizo famosa: “Everyday I have the Blues”, en un interesante juego de palabras que rememora el sabor taciturno de este género musical que, no obstante la exuberancia que arroja la mezcla de la armónica con la guitarra, nunca deja de conectar al oyente con un rasgo subyacente de cruda melancolía, con hermosos punteos, sutiles vibratos y notas desgarradoras. Quedan pocos de esa raza de guerreros de la música. Con su muerte desaparece probablemente el más grande y versátil bluesista eléctrico de todos los tiempos, influencia directa para varias generaciones, no sólo hacia adentro del blues, sino también para el rock británico y norteamericano. Su emoción sobre los escenarios ya solo la veremos en video, pero su inmenso legado queda inmortalizado.
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THE FLAMING LIPS
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30 años de psicodelia pop Desde su primer larga duración, Hear it is (1986), hasta el reciente The Terror (2013) y la sorprendente rendición With a Little Help from My Fwends (2014), hay un completo universo sonoro que emparenta la psicodelia con el post punk, el folk, los ruidosos asaltos guitarreros, pasando por el pop vocal melódico con deudas a Beach Boys, el space rock de Pink Floyd, el art rock de Radiohead o el estilizado pop de Mercury Rev y Spiritualized. El grupo fue formado por el guitarrista Wayne Coyne, quien en un comienzo incluyó a su hermano Mark (vocalista), al bajista Michael Ivins (aún con la banda) y el baterista Michael English. Con esa formación editaron su homónimo EP en 1984, el cual tuvo poca repercusión. Poco después Mark Coyne abandona el grupo y Wayne, además de la guitarra líder, asume el rol de vocalista y principal compositor. Como un trío graban Hear it is (1986) y Oh my Gawd!! (1987), hasta que English se retira. Con la formación desarticulada, conocen a Jonathan Donahue en 1988, quien daba sus primeros pasos con la agrupación Mercury Rev. Surge entonces una estrecha amistad y Donahue se integra a TFL, primero como ingeniero de sonido en Telepathic Surgery (1988) y luego como miembro fijo en el magnífico In a Priest Driven Ambulance (1990). La banda es firmada por la transnacional Warner y el primer resultado fue Hit to Death in the Future Head (1992),
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Muy pocas bandas en el universo pop norteamericano poseen una trayectoria más extraña y al mismo tiempo tan prolífica y brillante como The Flaming Lips, fundada en Oklahoma City, Estados Unidos, en 1983. Cualquier clasificación que sobre esta banda se trate de hacer seguramente resultará incompleta e injusta. Su influencia es, sin embargo, planetaria.
Juan Carlos Ballesta que tuvo poca trascendencia comercial y de crítica, por lo cual Donahue abandona para focalizarse en Mercury Rev. A pesar de la recurrente inestabilidad, Coyne se las arregló con la entrada del guitarrista Ronald Jones y el baterista Steven Drozd, con quienes graba Transmissions from the Satellite Heart (1993) y recorre Norteamérica con el festival itinerante Lollapalooza. Fueron sus primeros 15 minutos de fama, pasando por encima del huracán grunge. Dos años después retornan con Clouds Taste Metallic (1995), que a pesar de ser un trabajo más maduro, los devolvió de nuevo al estatus de banda de culto. En 1996 sobrevinieron los problemas individuales. Jones desapareció para siempre en busca de elevación
espiritual, Drozd estuvo a punto de perder la mano, Ivins casi muere en un accidente de tránsito, mientras Coyne, en medio de un colapso psicológico, le daba vida a unos bizarros experimentos: una orquesta de 40 carros con reproductores sonando al mismo tiempo que bautizó como “Parking Lot Experiment”, preámbulo del ambicioso disco cuádruple, Zaireeka (1997), una interesante locura que colocó a TFL entre las bandas de pop más innovadoras del planeta. Con nuevos ímpetus edita los laureados The Soft Bulletin (1999) y Yoshimi Battles the Pink Robots (2002), que dieron el piso para los fenomenales discos que han venido después: At War with the Mystics (2006), Embryonic (2009) y The Terror (2013), y entre ellos la increíble recreación de Dark Side of The Moon junto a Henry Rollins y Peaches, The Flaming Lips and Heady Fwends (2012), muchos EPs y compilados. El más reciente atrevimiento es la revisión de Sgt. Pepper de los Beatles, rebautizado With a Little Help from My Fwends, con sorpresivas (y triunfantes) colaboraciones de Miley Cyrus, My Morning Jacket, Dr. Dog y otros. La constancia de Wayne Coyne y su desbordado talento ha incidido en que la banda haya sobrevivido a todos los cambios de formación, excentricidades y a sus propias actitudes erráticas. Lo más destacable: The Flaming Lips cada vez suena mejor.
Fotos: Don Ungaro
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OKILLS
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El nuevo rostro del rock venezolano En Venezuela se construye un sonido distintivo, una búsqueda de identidad que ha tenido altos y bajos, pero que en tiempos recientes parece estar bien encaminada. Agrupaciones que comenzaron referenciando exitosos modelos foráneos, ahora poseen elementos identificados con su entorno inmediato y con sonidos regionales. Es el caso del quinteto caraqueño OKills, cuya primera fase estuvo enmarcada dentro del llamado “indie rock” más bailable y festivo y ahora se adentran en terrenos mucho más variados en los que el rock sigue siendo el eje central pero aparecen la cumbia, la ranchera, la champeta, el ska y la música tradicional venezolana, junto a instrumentos como el cuatro, las maracas, la charrasca y otros. Durante aquel período ganaron el Festival Nuevas Bandas 2012, con un show llamativo y muy desenfadado con el que siguieron presentándose el siguiente año y se hicieron de un público fiel y despertaron el interés de otros músicos ya establecidos. El crecimiento personal de cada uno de ellos y el contacto con otras experiencias musicales, los condujo por un camino nuevo, repleto de posibilidades y que desembocó en el repertorio que compone su reciente álbum América Supersónica (2015), con el que ya recorren Venezuela
El quinteto caraqueño se formó hace 5 años. En 2012 triunfaron con su sonido saltarín en el Festival Nuevas Bandas junto a Holy Sexy Bastards. La historia cambió a partir de ese momento. La madurez de los cinco integrantes es notable. De su primer EP a este disco América Supersónica hay notables diferencias, derivadas de un evidente crecimiento musical de todos sus integrantes y la inclusión de influencias musicales presentes en el entorno. Ellos se bautizan como Rock Tropical.
Juan Carlos Ballesta y pretenden tomar por asalto el competitivo mercado mexicano. Leonardo “El Kmarón” Jaramillo (guitarra) (L), Antonio “Tony Alda” Aldazoro (batería), Carlos Jorge García (guitarra), Kevin Yousef (bajo) (K) y Alberto Arcas (voz y guitarra) (A), son los cinco amigos que hasta hace poco componían Okills. No obstante, hace unos meses perdieron al baterista, quien decidió mudarse a Londres a probar suerte. El resto del grupo decidió como un todo probar fortuna en México a finales de julio, país al que ya se han
mudado otros grupos como La Vida Bohème, Mcklopedia o cantautores como Ulises Hadjis, eso sin contar que es la plaza más importante para Los Amigos Invisibles.
Okills está en un momento especial. Con nuevo disco en la mano y todo por hacer, se unen al largo proceso de diáspora que ha llevado a muchos venezolanos (muchos músicos entre ellos) a abandonar su país buscando un mejor futuro. En medio de esta etapa de grandes expectativas y alegrías por el disco nuevo, conversaron con detalle.
¿Cómo fue el proceso de este disco América Supersónica?
L: Desde el momento en que empezamos a pensarlo hasta hoy, pasaron dos años. Tuvimos una época muy fructífera en la que compusimos muchas canciones, a finales de 2013. No estábamos apurados pero si sabíamos que teníamos que crear nuevo repertorio. La idea era qué todos aportáramos temas para tener bastantes opciones para elegir. Logramos tener unas 40 maquetas para escoger unas 12. A: En medio de eso explotaron las protestas de febrero de 2014 y eso retrasó todo el proceso. El disco debió haber sido lanzando el año pasado. L: Habíamos empezado a grabar unos días antes del 12 de febrero, cuando comenzaron los problemas que duraron
Okills en el Concierto Ladosis # 22. Julio 4, 2012. Foto: Emilio Méndez
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más de dos meses. En ese período estuvimos yendo al estudio de forma intermitente y en mayo terminamos de grabarlo. El ingeniero fue Ricardo Martínez (Famasloop). K: Luego vino el proceso de mezcla con Juan Carlos Socorro y después el master lo hizo Germán Landaeta. En paralelo se hizo el arte. L: Una cosa que detuvo un poco la dinámica fueron las colaboraciones. Estuvimos esperando confirmación de varios músicos y aunque habíamos terminado de grabar, esperamos un poco hasta que decidimos dejar de esperar y quedarnos con las que ya teníamos (Laura Guevara y Horacio Blanco). Ya en septiembre estábamos masterizando.
¿Cómo definirían el disco?
A: Nos gusta mucho el término Rock Tropical. Somos una banda de rock porque ese es el género que crecimos escuchando y sería imposible no plasmarlo, pero no nos pusimos límites al momento de componer y tocar cada tema. Por ejemplo, si surgía un ritmo champeta no lo censurábamos sino todo lo contrario, lo dejábamos. Así surgieron varios temas con elementos latinoamericanos mezclados con rock. En Venezuela se escucha música tropical y eso nos influencia directamente.
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Tony Alda
K: Tampoco nos pusimos límites con los instrumentos. Hay charrascas, cuatro, acordeón, maracas. Tenemos un tema con la Movida Acústica Urbana. La producción de Maurimix (Mauricio Arcas de Los Amigos Invisibles) influyó bastante. L: Hay una ranchera ska, hay cumbia… Alberto es el más tropical de nosotros. Carlos Jorge y yo que somos los guitarristas siempre hemos sido rockeros. En algún momento nos dimos cuenta que América Supersónica era un compendio de influencias desde Alaska hasta Argentina.
Leonardo “Kmarón” Jaramillo
En cuanto a los textos, hay de todo, nostalgia, optimismo, incertidumbre ¿De dónde viene la inspiración?
A: Este disco es producto de las experiencias. A diferencia del primer disco que salió en los ensayos, este se pensó más. Me gusta decir que este disco es muy personal, ya que refleja bastante las experiencias individuales de nosotros, que es lo que lo hace universal ya que esas cosas le pasan a todo el mundo. Escuchas “Lo mejor, lo peor” y te das cuenta que a todos nos han roto el corazón en mil pedazos, o “Tiempo” y te das cuenta de cuanta gente dice ‘si hubiera tenido más
Alberto Arcas
tiempo hubiera hecho otra cosa’, y te dan consejos como ‘no pierdas tiempo en eso, haz lo que te guste’. Oyes “Asesina” y es el típico caso de no perdonar nunca a una chama por lo que te hizo. Todas las letras son cosas que nos han pasado a todos en la banda. A mí me encanta componer despechado. Es más fácil hacerlo cuando estás triste. Yo he llegado con cosas muy cursis, y alguien del grupo me dice ‘no pongas eso, más bien ponle al final que le deseas lo peor’. Eso es lo bueno de estar
Kevin Yousef
en una banda. Cuando uno está alegre no provoca tanto escribir porque estás disfrutando el momento. Creo que le hemos sabido dar la vuelta a lo sufrido para no caer en lo pavoso.
Hay una diferencia sustancial con el primer disco que era más saltarín y cercano a la estética del indie pop. L: Si, este es muy diferente. Cuando hicimos aquellas canciones estábamos en la onda de Two Door Cinema Club
carlos Jorge garcía
y Phoenix. Este disco se hizo con otros referentes en mente, como Café Tacvba y Gustavo Cerati. A: La verdad es que no se puede pedir ni esperar que una banda venezolana suene como una gringa. Al principio uno piensa y quiere sonar como ciertas bandas, pero la realidad es que nunca vamos a sonar como Foo Fighters sino como una banda nacida en otro lugar del mundo, en este caso Venezuela.
Caminan, como una parte del rock venezolano, hacia la identidad sonora. Otra parte sigue todavía anclada en fórmulas que utilizan miles de bandas en el mundo anglosajón, y aunque lo hagan bien, difícilmente se diferenciarán o serán identificadas con su origen y entorno. A: Yo creo que la identidad del rock venezolano cada vez es más marcada. Tú oyes una banda de rock argentino o mexicano y sabes que son de ahí. Hacia eso debemos ir. Se está trabajando en eso. L: Ahora hay un boom de “identidad venezolana”. Pienso que a partir de la muerte de Simón Díaz el interés creció. Antes la gente tenía miedo de hacer versiones a íconos como Simón.
También ha habido miedo del mundo tradicional de acercarse al rock. Hasta que llegó Rock and MAU, que ha acercado a los dos mundos y se ha creado una estupenda y necesaria retroalimentación en la que ellos han ganado público. A: Ese es un proyecto increíble que ha logrado llenar la sala Ríos Reyna y que la gente ha valorado pagando el precio de la entrada, así no sea barata. Me encanta Rock and MAU.
¿Cuáles son los planes con este disco, más allá de la gira de bares en varias ciudades del país? A: Junto con la productora EBG le hemos puesto muchas ganas a la gira. Queríamos estrenar los nuevos temas en tarimas del país, ya que a finales de julio nos vamos un tiempo indeterminado a probar suerte en México. Allá tenemos propuestas de dos disqueras, así que pensamos que es el momento. ¡Tenemos los pasajes! (risas) No
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Okills en 2012. Foto: Juan AndrĂŠs Zabala
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nos vamos definitivamente, aquí es donde nos conocen y de donde somos. L: Independientemente de la situación del país, la mayoría de las bandas emigran. Hasta U2 lo hizo para convertirse en lo que es, sin abandonar su raíz irlandesa. El punto es globalizarse lo más posible, llegar a la mayor cantidad de mercados y desde México es más probable poder llegar al mercado latinoamericano.
¿Cómo fue la dinámica entre ustedes para decidir irse como banda a México?
A: Es una situación en la que cada uno debe tener bolas para confiar suficiente en los demás. Los Amigos Invisibles lo hicieron así y triunfaron, más allá de que ahora vivan en sitios distintos. Lo conversamos con el disco en la mano, confiamos en nuestro material y tomamos la decisión de dar el paso. Lamentablemente hoy en Venezuela se cuenta con muy poca infraestructura económica y publicitaria, cosa que dificulta, por ejemplo, llenar un Poliedro. K: Nuestro foco es Okills y si nos planteamos vivir del grupo, tenemos necesariamente que plantearnos retos mayores. A: Lo importante es que nunca tuvimos miedo de tomar esa decisión. No tenemos miedo al fracaso, que podría pasar. Tenemos mucho trabajo por delante. Hay muchas cosas frustrantes en Venezuela que también han influido.
¿Tienen ya un equipo de trabajo en México?
A: Estuve tres meses allá investigando y contactando gente, disqueras, managers… Fuimos recomendados por Caplis Chacín (Desorden Público) y Félix Allueva, quienes nos echaron una mano poniéndonos en contacto con Marco Mejía (ex manager de San Pascualito Rey), que ha manejado varias bandas venezolanas en México. Le encantó Okills y quedamos en trabajar con él, al menos para arrancar. Tenemos que estar allá para poder arrancar. Estamos muy esperanzados. Al menos hasta final de año estaremos en México, tocando y abriéndonos mercado. L: No queremos descuidar a Venezuela y pensamos que estando allá es más fácil venir.
¿Cómo resolverán el tema de la batería?
A: Ya hablamos con Simón Hernández (Domingo en Llamas, Gerry Weil, Cunaguaro Soul, entre otros), quien llegó a México a comienzos de este año.
¿Cuándo y cómo surge el nombre de la banda? L: Cuando Kevin, Carlos Jorge, Tony y yo formamos la banda en 2010, antes que se uniera Alberto, queríamos ponerle un nombre universal y fácil de recordar. La palabra más universal que se nos ocurrió fue OK, término que se entiende en todo el planeta. Pasó el tiempo, seguimos
ensayando, entró Alberto y comenzamos a tomarnos todo más seriamente. Nos dimos cuenta que el nombre era “excesivamente” universal, tanto que al introducirlo en Google los resultados eran infinitos. Además había una banda algo famosa llamada OK Go. Alex Goncalves fue el primero que nos dijo que era muy genérico, así que sin abandonar del todo el término, probamos con Okills, nombre relacionado con la Segunda Guerra Mundial.
¿En qué momento se enserian y montan formalmente el primer repertorio?
L: En 2011. Estuvimos un año tocando, sacamos el EP, y finalmente entramos en el Festival Nuevas Bandas 2012 que al final ganamos junto a Holy Sexy Bastards.
¿Se les pasó la cabeza ganar ese Festival?
L: Queríamos ganar, por supuesto, pero cuando vimos a otros grupos como Petrula lo dudamos. A: La pasamos muy bien en ese Festival. El sitio fue genial. Vacilé mucho. Había familiares míos que ni siquiera sabían que yo estaba en una banda. Se enteraron cuando leyeron la primera página de El Nacional (risas) L: Lo interesante fue ese empate de bandas con sonidos muy distintos. K: Ese día estábamos cansadísimos ya que veníamos de tocar en Puerto La Cruz con Americania, así que fue una gran celebración.
Aquella etapa fue muy importante para Okills. El EP sonó mucho en radio y hasta lo reeditaron
A: Fue Caplís que nos conminó a reeditarlo bien presentado, ya que el primer tiraje era horrible, muy casero. Lo relanzamos con miras a tener una carta de presentación decente. Y así fue. L: El nos dijo que teníamos que tenerlo bien presentado para mandarlo a festivales o entregarlo a personas claves.
intensivo. También oigo radio para estar actualizado. A: Sin intentar sonar grosero, yo no escucho música todo el tiempo. No me considero melómano, pero cuando descubro algo que me gusta lo desmenuzo. Me pasó con los Beatles y con Charly García. Oigo mucha radio para saber qué está sonando en el mundo y como están componiendo ahora. Me gusta escuchar la misma música que siempre he oído y eso incluye a Oscar D’ León. Si no voy a componer, no escucho casi nada.
¿En donde sueñan tocar?
A: Yo quisiera tocar en el programa de Jools Holland en la BBC. K: En El Poliedro en la época que vino Queen y The Police (1981) L: Me encantaría tocar en el Budokan, porque soy seguidor de la cultura japonesa y es un sitio donde han tocado muchos de mis grupos favoritos.
¿Cuáles son sus grupos venezolanos favoritos? A: Desorden Público es para mí el mejor grupo en vivo. Uno de los mejores compositores rock es Asier Cazalis, cuyas canciones se oyen en todos lados. K: Desorden Público y Amigos Invisibles. L: Me estoy tripeando mucho a Vytas Brenner. Hace unos años me gustaba mucho Suka de Pablo Gil. Los discos de Biella da Costa me encantan, y lo que hizo con Casablanca. De chamo me marcó mucho el disco A + de Candy 66. La Vida Bohème me gusta mucho, en especial el primer disco. El mejor disco del rock venezolano es el de Dermis Tatú, suena muy bien, las canciones son buenas y las letras excelentes.
¿Qué música escuchan en este momento de sus vidas?
L: Yo divido mucho mis gustos. A una parte de mi como guitarrista le gusta las cosas guitarreras, el blues y el jazz, y otra parte prefiere el formato canción, lo melódico. En este momento estoy oyendo a una banda de jamming rock llamada Gov’t Mule, que es con gente de Allman Brothers y Grateful Dead. También el blues de Albert King y John Mayall. Estoy escuchando Room of Fire de The Strokes, Transformer de Lou Reed, el nuevo de St Vincent. Trato de mezclar todo eso. K: Yo estoy leyendo la biografía de Cerati (“Cerati en primera persona” de Maitena Aboititz). Ella va recorriendo su discografía desde Soda, y cada disco que comenta cierro el libro y lo escucho. No conocía Colores Santos, en el que ya se metía con la electrónica. Luego Plan V. Estoy en un
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DISCOS PARA LEER
Blur
The Magic Whip Parlophone/Warner. 2015. Inglaterra
Lo que muchos estábamos esperando desde hace años, al fin ocurrió: los talentosos Damon Albarn y Grahan Coxon, se decidieron a grabar un nuevo disco de Blur, la agrupación fundamental del pop británico de los años 90. Aunque ya han estado tocando juntos en vivo desde aquel estruendoso concierto en 2009 en el Hyde Park londinense, solo habían entrado al estudio para grabar el single “Under the Westway”. Las prolíficas carreras de Coxon y sobre todo de Albarn (Gorillaz, Mali Music, The Bad The Good & The Queen y ahora como solista), no permitían reactivar el proceso creativo con canciones pensadas para Blur. Sin embargo, a pesar de las evasivas, el retorno ocurrió. Y fue gracias al viaje para tocar en un festival fallido que los retuvo 5 días en Hong Kong, que utilizaron para ensayar nuevos temas. Dieciséis años después del último disco como cuarteto (13, 2009) y once de Think Tank (2003), en configuración trío, Dave Roundtree (batería), Alex James (bajo), Coxon (guitarra) y Albarn (voz principal, guitarra, teclados), recuperan la inspiración. ¿Necesitaban resucitar a Blur? Probablemente solo James y Roundtree lo necesitaban (aunque su rol pareciera algo tangencial), y por supuesto la inmensa legión de fans alrededor del mundo. A estas alturas Albarn ya no tiene que demostrar su condición de genio pop, lo que en los 90 algunos todavía ponían en duda dada la notable seguridad en sí mismo que no se correspondía con su juventud. The Magic Whip se parece poco a Leisure (1991), Modern Life is Rubbish (1993) o Parklife (1994), los discos que lanzaron a Blur al estrellato, popularidad que luego consolidaron con el sensacional The Great Escape (1995), del que se cumplen 20 años en este 2015.
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Tampoco hay mucho parecido con Blur (1997), aunque el productor sea el mismo Stephen Street, y sí algunas referencias a 13 y Think Tank, los discos en los que más experimentaron. Los parentescos más obvios son con los proyectos recientes de Albarn (sobre todo) y Coxon. Lo sosegado de muchos de los temas, lo acerca a algunos momentos de Everyday Robots, disco solista que Albarn lanzó el pasado año. También hay reminiscencias a los discos solistas recientes de Coxon. The Magic Whip es el Blur de 2015, con canciones menos directas, más cerebrales, y por ello un grupo que 25 años después de su irrupción luce en una órbita muy distinta. El romanticismo de
“Lonesome Street” y “Ice Cream Man” contrasta con la psicodélica distorsión de “Go Out”, “There are Too Many of Us” y “My Terracota Heart”, y a su vez con la experimentación de “Thought I Was a Spaceman” y “Mirrorman”, el folk rock de “I Broadcast”, el preciosismo de “Pyongyang” o el hedonismo de “Ong Ong”. Este octavo disco, recoge tres lustros de experiencias fuera de Blur, para vertirlas y comenzar a contar una historia distinta pero a su vez ligada al pasado. La aventura y el riesgo que implica no repetir fórmulas exitosas es sinónimo de músicos con mayúscula.
Juan Carlos Ballesta
DISCOS PARA LEER
Braids
Julián Mayorga
Los Planetas
Lower Dens
Arbutus Records-Flemish Eye. 2015. Canadá
Independiente. 2014. Colombia
El Segell del Primavera. 2015. España
Ribbon Music. 2015. EE UU
Deep in the Iris
Atlas
Dobles Fatigas (EP)
Escape from Evil
Comenzaron a crear el disco al unísono que Flourish/Perish estrenado en 2012. De origen canadiense, este grupo nos hace visualizar, como bien lo expresa el título de su álbum más reciente, el abrir y cerrar de las pupilas con todo aquello que produce este reflejo fotomotor. Es una entrada directa a los sentidos, a las emociones en crecimiento en el que abundan las reflexiones femeninas. Temas sobre sexualidad, relaciones y auto reconocimiento se abren paso a un estado de declaración. “Miniskirt” y “Letting Go” podrían ser sus dos fuertes. “Raphaelle” fluctúa entre la voz mezzosoprano de Alannis Morisette y algunos pliegues vocales soprano dramáticos al estilo de Björk. Todo se mezcla fácilmente con la melodía creada por Austin en la batería y Taylor, multinstrumentista, produciendo un coctel experimental de realidad y fantasía.
Hay estilos musicales inaprehensibles, como si se diluyeran. Pasa con la propuesta del cantautor colombiano Julián Mayorga. Folk bizarro, música espacial, letras poéticas e intimistas, ambientes oníricos, todo eso da forma a la estética de este artista, la cual supera cualquier etiqueta. Cual orfebre, elabora cada pieza como una obra en sí misma. Luego de cinco placas, Mayorga presenta Atlas, un disco surrealista y futurista como él mismo lo ha definido. Y es que desde el primer tema, el oyente se sumerge en ese trance del que cuesta salir. En el álbum también resaltan las participaciones del chileno Javier Barría y el colombiano Juan Smith. Atlas resume esta etapa exploratoria de Mayorga y ya es una referencia en el catálogo de música experimental latinoamericana del siglo 21.
Cinco años después de Una Ópera Egipcia (2010), la banda granadina regresa con este EP con nuevas canciones luego de un receso en los múltiples proyectos alternos de sus integrantes (Los Pilotos, Grupo de Expertos Solynieve, Los Evangelistas). Los cuatro temas de Dobles Fatigas recuerdan toda la obra previa de la banda. “El duendecillo verde”, tema que abre, es una lapidaria y rabiosa canción de protesta a un censor -probablemente relacionada con la reciente Ley de Seguridad Ciudadanaseguida por el space pop “Motores de Combustión”. En la segunda parte el folk psicodélico “Estadística” nos acerca a Encuentro con Entidades (2002) y “Heroína”, una recreación de una bulería de Juan Moneo “El Tarta”, recuerda el viraje flamenco de sus dos trabajos más recientes. Al parecer hay planetas para rato.
A diferencia de sus discos anteriores, este navega mucho más rápido en un universo íntimo dónde se habla desde una nostalgia serena. Menos cargado, Lower Dens decide meterse de lleno a retomar un futurismo anunciado. Se vale del uso de sintetizadores modernos y riffs perseverantes para recrear, con éxito, un sonido muy familiar: el de los 80. Profundamente honesta, la voz andrógina de Jana Hunter narra momentos de vulnerabilidad, liberación personal, reconocimiento de ansiedades y aceptación de realidades que colocan a la banda en un plano emocional distinto, donde se le siente más confortable. Junto al productor Chris Coady, quien trabajó con Beach House, diseñaron la sincronía indie ideal de ritmo y pulsación, sostenida por una incesante percusión, haciendo victorioso el escape synth-pop del mal.
Carla Herrera
Mercedes Sanz
Eugenio Scalise
Carla Herrera
Christina Rosenvinge
Mew
El Segell del Primavera. 2015. España
Universal Records. 2015. Dinamarca
Lo Nuestro
Christina Rosenvinge recurrió a Raúl Fernández (Refree) para la coproducción de un disco con más presencia de bases y electrónica, abordando terrenos oscuros tanto en lo musical como en lo lírico. El disco abre con la sombría “La tejedora”, inspirada en la madre sobreprotectora de Louise Bourgeois y en su escultura “Maman”, seguida de “Pobre Nicolás”, en la que reivindica al genio Nikola Tesla. En “Lo que te falta” emula el estilo de cantar de Beth Gibbons (Portishead) y también se aventura en la canción social (“Alguien tendrá la culpa”), el dark folk (“Liquen”) y por supuesto, momentos pop con estribillos
Plus Minus
(“Segundo Acto”). “Romeo y los demás” es un homenaje a todos los hombres de su vida y “La muy puta” una autoparodia sobre el paso del tiempo y el miedo a la muerte. En el cierre, reflexiona sobre vivir el momento y entregarse al sexo (“Balada obscena”). En vivo sonará potente.
Eugenio Scalise
Seis años sin un nuevo disco de Mew parecían una eternidad, pero finalmente está aquí. El geniecillo Jonas Bjerre y los suyos, vuelve a la carga con el bajista original de la banda, Johan Wohlert, quien no participó en el No More Stories de 2009, un disco al que recuerdan en el tema “Making Friends”, donde retrabajan el pegajoso riff de “Introducing Palace Players”. Plus Minus regresa a la banda a su pedestal de dioses del art rock gracias a temazos como “Satellites” y “Clinging To A Bad Dream” con la firma de la casa: originales trabajos en guitarras
y sintes y el difícil registro de la voz de Bjerre. Las épicas “Rows” y “Cross The River On Your Own”, que se roban los últimos 18 minutos de la obra, dan un gran cierre al buen regreso de los nórdicos, salvo por la horrible portada, similar a un collage de preescolar.
Alejandro Rodríguez Riera
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DISCOS PARA LEER
Tan Frío el Verano
Otoño
Independiente. 2015. Venezuela
Después del EP Invierno (2010) y el soberbio álbum Primavera (2012), regresa finalmente el otrora colectivo de Barquisimeto con este nuevo paso adelante que contiene algunos evidentes cambios en el sonido, entre ellos la inclusión de voz, ritmos y ambientaciones electrónicas oscuras y laberínticas con influencias del breakcore, glitch, idm, shoegaze y el noise. El sonido guitarrero es ahora menos dominante, casi un recuerdo, producto quizá de que el control del ambicioso proyecto ha quedado en manos de Rafael García, como consecuencia del proceso de redefinición del mismo y de la diáspora de los venezolanos, que lo ha llevado a radicarse en Buenos Aires junto al bajista Carlos Sánchez, al responsable de las imágenes y diseño gráfico, Diego Blanco y Luis Edgardo Herrera en la dirección de arte; ciudad desde la cual comienzan a reinventarse, ahora con la ayuda de otros venezolanos residentes en la capital argentina: John Guarenas (sintes, voces), Humberto Isea (guitarras, voces) y Carlos Astros (batería).
Arbiza
Amor oscuro Independiente. 2015. Venezuela
Otoño sorprende por sus pocas concesiones. El sonido de los metales ya es pasado, tampoco hay batería acústica, sino una Roland SP555. El disco es un ejercicio de épica crudeza reflejo del proceso de mudanza física y emocional. García se ha adentrado en territorios musicales espinosos con la valentía de un osado explorador que se adentra en la selva. Para ello ha utilizado un arsenal electrónico compuesto por un micro Korg, Kaoss Oscilator Pro y Monotorón. El resultado
es un disco que remueve y envuelve. Tan Frío el Verano ya no es lo que era. Ahora es una transmutación de sus propios ángeles y demonios. Es todo un misterio a qué sonará Verano, la obra que en algún momento debería cerrar este ciclo.
El regreso como solista de uno los más versátiles y vanguardistas de nuestro tiempo es siempre una gran noticia. Desde Prezens (2007) no había podido dedicarse a explorar de nuevo el vasto universo que con su guitarra eléctrica siempre nos ha descubierto. Su reciente trabajo con David Bowie atestigua su gran talento, aunque por décadas las colaboraciones con Jan Garbarek, Tim Berne, Bill Bruford, Tony Levin, Mick Karn, David Sylvian, Don Cherry, Jeff Beck y muchos más, ya lo habían transformado en un genio de las atmósferas y los paisajes sonoros. Este nuevo disco, grabado en el Experimental Media
and Performance Arts Center (EMPAC) en Troy, Nueva York, representa precisamente ese afán aventurero que, a sus 62 años, no parece apaciguarse. Temas de corte experimental en los que lleva las posibilidades de la guitarra al límite, ayudado por efectos mutantes y complejos loops, se mezclan con otros de espíritu cinematográfico, especie de hipnóticas esculturas guitarrísticas. Este es un disco especialmente atractivo para amantes de la guitarra eléctrica y sus inmensas posibilidades.
Juan Carlos Ballesta
David Torn
Only Sky
ECM. 2015. EE UU
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Juan Carlos Ballesta
El guitarrista Gabriel Arbiza, chileno de nacimiento y venezolano de adopción, lleva años trabajando desde Barquisimeto con varias encarnaciones. Desde los tiempos de la agrupación Antenna Mantis (de la que formaba parte otro chileno, Marcelo Toutin), no ha dejado de trabajar por el rock desde diversas trincheras que incluyen el extinto programa de TV Rock Crepuscular, sin nunca llegar a salir del todo de un estatus underground. Ahora con un nuevo proyecto que lleva por nombre su apellido, debuta con Amor oscuro, un disco de doce canciones cuya inspiración viene principalmente del rock británico de los 80 y 90, así como también de la escena sureña y venezolana. Hay temas guitarreros como “La peor esperanza”, “Cuervo” y “La última luz”, darkosos como “La Mer” y otros más melódicos como “Amor extraño, “Este amor” o la mejor de todas, “1000 horas”. El punto débil de este trabajo es la opacidad de la grabación, especialmente en algunos temas, una circunstancia que, sin embargo, no impide apreciar el trabajo. Juan Carlos Ballesta
DISCOS PARA LEER
Torres
The Holydrug Couple
The Tallest Man on Earth
Pablo Und Destruktion
Partisan Records. 2015. EE UU
Sacred Bones Records. 2015. Chile
Dead Oceans. 2015. EE UU
Marxophone. 2015. España
Sprinter
Moonlust
Dark Bird is Home
Vigorexia Emocional
Un profundo y oscuro océano describe la historia de una escapista, en este caso, de Mackenzie Scott a.k.a Torres, quien nada entre detalles autobiográficos rebelándose ante el credo y enseñanzas conservadoras típicas del sur de Estados Unidos, de donde es oriunda. El homónimo tema “Sprinter”, seguido de tempos alterados que se turnan con las dudas, explica el sentir constante de ahogo de la cantante, un abismo húmedo en el que resuena su lucha real. Sin duda uno de los más poderosos de su tercer trabajo. La participación de Adrian Utley, guitarrista de Portishead, y la dirección que Rob Ellis, productor del disco, le dio a la sonoridad y a la voz de Mackenzie, evocan el rock alternativo de una época cuando PJ Harvey y Rid of me (1993) sonaba duro en la radio.
Luego de su bestial Noctuary de hace dos años, los chilenos vuelven a la palestra musical con un álbum pausado, paisajista y encaminado a convertirse en referente de la nueva onda de psicodelia proveniente de Chile. Con ciertas referencias a Tame Impala, Serge Gainsbourg y Air, Ives Sepúlveda, su líder, logra hacer un disco de dream pop inteligente y lleno de sorpresas, que podría servir de soundtrack para una película francesa ambientada en el espacio, algo que quizás tuvo como intención a la hora de crear el disco, puesto que hay un tema titulado “French Movie Theme”. Moonlust es un disco que apela al chill y al easy listening sin llegar a aburrir, ni desvanecerse en el éter. Es imperativo que se escuche completo y en orden en el mayor estado de relajación posible.
Un muchacho y su guitarra describen un viaje donde la oscuridad de un sueño o “Darkness of the Dream” no lo es todo. Cantautor de canciones que, como él bien dice, le sirven de espejos llenos de memorias a su alrededor. Relator de historias, producto de deambular entre emociones, ideas del presente y recuerdos de un amor pasado que lo hacen abstraerse mirando acostado el techo de un granero. El viaje es muy cercano y orgánico. Grabado en diferentes países, estudios y hasta en un establo, es el primer álbum de The Tallest Man on Earth que goza de la presencia de una banda, afirmando las melodías folk. Según algunos, el sueco Kristian Matsson, con su tono delgado, agudo y resonante, hace recordar a Bob Dylan, con reminiscencias de rapidez filosófica e historias de desamor y ocurrencias de vida.
Un año después de Sangrín (2014, ver Ladosis #33), Pablo Und Destruktion regresa con Vigorexia Emocional, otro disco intenso y más íntimo, donde lo social y político siguen presentes, pero el hilo conductor es el fin de una relación amorosa. Esto es contado por un crooner furioso acompañado por arreglos de fuertes guitarras, piano y cuerdas. En el primer tema (“Los días nos tragarán”) tiende un puente a sus trabajos anteriores y luego la canción romántica es llevada al límite con “Ganas de arder”, “Mis animales”, “No sientes el peso”, “Bares vacíos” y “Dulce amor” (dedicada a Fee Reega, músico alemana, su ex-pareja). También hay espacio para una mirada al estado actual del mundo en “Califato” y “Busero español” que forma parte de una campaña para el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE).
Carla Herrera
Alejandro Fernandes Riera
Carla Herrera
Eugenio Scalise
Maythe Guedes
La Corriente
Karramba. 2015. Venezuela
Independiente. 2015. Venezuela
Partes de mí
Una fresca e interesante sorpresa ha resultado este álbum cuyos once temas originales están compuestos por Maythe e Iñigo Ayala (Los Beat 3). Rasgos de blues, pop y rock se reflejan en unas letras con cierto picor social como en “Corazón de madera” o en planteamientos más personales como en “Ser, estar o parecer”. La música es cálida y poseedora de un elemento evocador de ese feeling unplugged que hubo en buena parte de los 90. Maythe es afinada, articulada y controlada. Otro aspecto importante de este álbum es la calidad de los músicos invitados entre quienes están los bateristas
Safari
Efraín González, Leonardo Córdova y Gerardo Ubieda; el bajista Aquiles Torres y las guitarras de Iñigo, quien también estuvo a cargo de la producción. “Con la voz del corazón” con su solo de guitarra, plasma ese frescor que atrapa, cautiva, seduce de un modo que no se puede decir en verso.
Leonardo Bigott
Aunque esta agrupación de Barquisimeto editó su primer disco hace 5 años, no ha tenido mayor actividad y ha permanecido en un estatus desconocido. Reaparece ahora con un trabajo distinto, más acústico, con el cual pretenden salir del anonimato. Safari es un trabajo de 13 canciones sobre las que orbitan los sonidos folk, el rock midtempo, ciertas pinceladas de la balada pop latina y arreglos muy cuidados. El sexteto lo conforman Carlos Alcalá (voz), Paola Rodríguez (cello, guitarra, voz), Alex Guerra (bajo), Carlos Ladino (teclado, voz), Alexander Oirdobro (batería, voz) y Víctor Ladino (guitarra,
teclado, voz), este último parte del grupo que acompaña al cantautor Mundano (Fauadz Kassen). Con su elegante pop-rock, La Corriente tiene con qué abordar las radios venezolanas, sin necesidad de trucajes, así como las tarimas del país.
Eduardo Vallejo
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DISCOS PARA LEER
Okills
América Supersónica Independiente. 2015. Venezuela
Modest Mouse
Strangers to Ourselves Epic. 2015. EE UU
El segundo disco de la banda caraqueña representa un salto cuántico respecto a su EP debut de 2012, época en que ganaron el Festival Nuevas Bandas. De aquel sonido saltarín ubicado dentro del indie pop anglosajón a este con influencias regionales hay un buen trecho. Es indudable la madurez musical que han experimentado sus integrantes Alberto Arcas (voz, guitarra), Leonardo “Kmaron” Jaramillo (guitarra), Carlos Jorge García (guitarra), Kevin Yousef (bajo) y Tony Alda (batería), quienes parecen tener claro que las fronteras cuanto más amplias mejor. Así, este América Supersónica posee una paleta sonora y rítmica
que se mueve entre la cumbia (“Funcional”, con Laura Guevara), el calipso (“Asesina”), la ranchera ska (“Menos tu”, con Horacio Blanco), el surf rock a lo texmex (“Baldor”) y la música venezolana (“Omemegú”, con la Movida Acústica Urbana), sin abandonar el rock. El disco contiene varios temas pop que enganchan fácilmente, como “Céntimos”, “Lo mejor, lo peor”, “Barranca del muerto” (zona del sur de México D.F.) y la nostálgica y muy pegadiza “Tiempo”. La grabación de Ricardo Martínez (Famasloop) y la asistencia de Armando Áñez, ex Americania) es estupenda. La
mezcla de Juan Carlos Socorro, la masterización de Germán Landaeta y la producción de Mauricio Arcas (Los Amigos Invisibles) contribuyen a lograr un disco redondo, que servirá de excelente carta de presentación a Okills en su venidera aventura mexicana.
Este concierto representa sin duda uno de los mejores registros en vivo en lo que va de año. El evento, celebrado en el espectacular anfiteatro natural Red Rocks, Colorado, Estados Unidos, consolida a Bonamassa como uno de los más grandes guitarristas y compositores de blues de la última década. La ocasión reunió a unos nueve mil espectadores que disfrutaron este merecido homenaje a dos legendarias figuras del género: Howlin’ Wolf y Muddy Waters. El registro viene en diferentes formatos (CD, Bluray, MP3) e incluye, en su formato audiovisual, un interesante documental sobre las dos leyendas y la visita de Bonamassa y el productor Kevin Shirley al Museo del
Delta Blues. En los 25 tracks, Joe mezcla temas emblemáticos de ambos músicos “Double Trouble”, “You Shook Me”, “How Many More Years” y temas propios como “Slo Gin”. Joe ha añadido además a esta experiencia breves videos de Waters y Wolf. El sonido es espectacular y la banda, conformada esencialmente por veteranos del género, ejecuta con una abismal naturalidad muchos de los temas que son hitos de un género musical que en manos de Joe Bonamassa, Kenny Wayne Shepard y Johnny Lang, tiene garantizada su continuidad.
Juan Carlos Ballesta
Joe Bonamassa
Muddy Wolf At Red Rocks J&R. 2015. EE UU
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Leonardo Bigott
El regreso de la magnífica agrupación de Washington, liderada por el guitarrista y cantante Isaac Brock, no podía ser mejor. Quince inspirados temas en casi una hora certifican que la banda solo había tomado un receso que ya se extendía por ocho largos años. Aunque siempre le resultará difícil superar el extraordinario disco Good News for People Who Loves Bad News (2004), este sexto álbum es sin duda uno de los mejores de su trayectoria comenzada hace casi 20 años. Todos los elementos que han caracterizado a Modest Mouse están en este disco: la voz potente, agria y melódica a partes iguales de Brock, las guitarras angulosas de Jim Fairchild y el propio cantante, los textos descarnados, los arreglos de piano y la sólida base rítmica de Tom Peloso y Jeremiah Green, esencial en el discurso de la banda. Temas pegadizos como “Lampshade on Fire”, “Ansel”, “Be Brave” y “The Best Room” contienen el reconocido estilo de Modest Mouse, mientras que el homónimo “Strangers to Ourselves”, “Coyotes”, “Wicked Campaign” y “Of Course We Know” se mueven entre la nostalgia y la intensidad. En el álbum hay espacio para otros temas de alto nivel, que conforman una obra redonda y altamente recomendada. Juan Carlos Ballesta
DISCOS PARA LEER
Ulises Hadjis
Pavimento
Shock Music. 2015. Venezuela
Tres años después de Cosas perdidas (2012), las cosas han cambiado bastante en la vida del marabino Ulises Hadjis (ver Ladosis #23). Ahora anclado en México D.F. su carrera se proyecta de manera notable. Toda la siembra realizada en los años previos, viajando a festivales, colaborando con diversos artistas y poniendo su música en el mapa musical hispano, parece estar dando los frutos merecidos. Este tercer disco, Pavimento, es un trabajo redondo. En él encontramos el sello característico de Hadjis, canciones intimistas con letras personales pero universales, melodías pegadizas a medio camino entre la nostalgia y la esperanza, una instrumentación preciosista, algo menos austera que en sus dos discos previos, colaboraciones de primera y una producción a su medida. La voz de Ulises está lejos de ser potente y esa circunstancia la convierte en emotiva y distintiva, luciendo cada día más aplomada y segura de sus posibilidades. Así queda patente en los trece temas, algunos de ellos junto a otros cantautores como el chileno Gepe (“Movimiento”), los colombianos Esteman y Juan Pablo Vega (“Consecuencias y reclamos”, fantástico primer single y video
Charliepapa
Y/O
Independiente. 2015. Venezuela
del disco) y la española Vicky Gastelo (“Tan perdedor”, otro gran tema). Canciones como “En algún momento” (en la que se nota la influencia del gallego Xoel López), “Al final del tiempo”, “Ese Hit” y “Verme en el Sol”, son de los momentos más emotivos de este trabajo y sin duda lo identifican. La lista de músicos colaboradores es extensa, así como de agradecimientos, lo que indica que el camino recorrido para este disco ha pasado por Maracaibo, Caracas, Bogotá, Miami y México D.F y Ulises trata de reconocer a muchos que le han ayudado de una forma u otra
a llegar a este punto. Destaca la producción del venezolano Andrés Levin, radicado en Nueva York desde hace décadas, quien además aporta algunos teclados. Hadjis despide el álbum con una corta canción a lo “Sui Generis” que tiene su nombre y apellido, como había hecho el bluesista Bo Diddley hace más de 50 años.
El guitarrista de Puerto Ordaz lanza su debut y, contrario a lo que sugiere su título, demuestra que tiene bastante qué decir. En 10 canciones y apenas 36 minutos, Morón regala un disco sólido que se pasea por el blues, el folk rock, el clásico rock sureño e incluso el bolerock. No es casualidad que se haya rodeado de un grupo de músicos de reconocida trayectoria, que han impulsado con éxito el pop rock desde Puerto La Cruz. El pianista y cantautor Alfred Gómez Jr. produce el disco y se encarga de los teclados, mientras que Reynaldo Goitía de Tomates Fritos
se encarga del bajo, y Gabriel Martínez de la batería. Morón no es precisamente un gran cantante, pero resuelve la papeleta con aplomo. Su fuerte es la guitarra y así lo demuestra tocando varias eléctricas, la acústica y la slide a lo largo del álbum. A destacar el excelente diseño y empaque que invita a comprar el disco físico.
Juan Carlos Ballesta
Frank Morón
Nada que decir
Independiente. 2014. Venezuela
El cuarteto merideño sigue aprovechándose de la fórmula que les dio el éxito (canciones con un sentido bastante pop y una instrumentación un tanto más rockera), mejorando en el camino las técnicas de grabación y la fuerza de las composiciones. Se trata de un disco en el que los Charliepapa depuran su sonido para ofrecer uno de los mejores trabajos de la aletargada escena local en este 2015. Y/O tiene temas que te aprenderás en dos escuchas, como “Abismo”, “Envolvente”, “Astrómetra” y “Merlina”, aunque también hay espacio para temas un poco más rockeros como “Visión del enfermo” y la soberbia “Bengala”, la mejor del disco. En el apartado acústico, hicieron la tarea y no buscaron una continuación de “Zamuro”, yéndose por la tangente con un tema motivador, titulado “La Cima” y otro más llevado a los terrenos del amor, “Fe y razón”. Si esto fuera química, Y/O sería un isómero de Quinta Giuliana y 20.000 Leguas Cuadriláteras, pero con una estructura mucho más fuerte. Buenísimo. Alejandro Fernández Riera
Juan Carlos Ballesta
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LOCOS DE CARRETERA O cómo ejercer la vanguardia en la música venezolana Texto y fotos. Juan Víctor Fajardo
Manuel Rangel (maracas) y Edward Ramírez (cuatro), acompañados de un mínimo equipo de trabajo entre los que se incluye el cronista y fotógrafo de este reportaje, se lanzaron por segunda vez a recorrer ciudades y recónditos pueblos del oriente venezolano para mostrar las posibilidades actuales de dos instrumentos hermanados y parte esencial de nuestro folclor. Publicado anteriormente en el excelente portal Prodavinci.com, presentamos esta versión revisada y con más fotos de este magnífico periplo músico-antropológico; una especie de road movie criolla.
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Edward RamĂrez, Luis Julio Toro y Manuel Rangel en Guariare, Estado Sucre.
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R
Rockanrolla Live Bar & Food es un antro roquero en Maturín que huele a madera húmeda, aceite para freír y ambientador de vainilla. Como otros bares del mismo estilo, éste no tiene ventanas. Cuenta con una breve fachada tras la cual se extiende el local como un largo pasillo grunge, con una barra nutrida a la derecha, diez o doce mesas al fondo, y una tarima al final, donde esta noche van a tocar los Locos de Carretera. Tiene ambiente el lugar, y ya los locos me habían contado sobre el enfoque particular de la gira. Pero de todos modos sorprende, en vivo luce distinto. Sorprende ver a Edward Ramírez y a Manuel Rangel metidos en este bar, probando sonido con un cuatro y unas maracas en un sitio que sirve a-rock chino, variedades fritas y pizzas con nombres de metaleros. No cuadra el lugar. No cuadra la escena. Poco a poco uno va entendiendo.
fotógrafo Alexander López. Dieron once conciertos en ocho días. Once tarimas inusuales para mostrar sus experimentos. Tocaron en Guanare, Barquisimeto, Mérida, San Cristóbal, y les quedaron las ganas de seguir rodando. Ahora estamos en Maturín, siete meses más tarde, porque Edward y Manuel cuadraron una segunda vuelta. Esta vez son diez toques en once días y los locos van más cómodos que de costumbre. Consiguieron el patrocinio de un microbús con conductor
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Un viaje real
El nombre de la gira es importante porque el viaje es real, no es solo cuestión de marketing. En su primera edición, los autodenominados “locos de carretera” se subieron a un Volkswagen Fox y entromparon las vías del occidente venezolano. Iban, junto a los locos, la experta en redes Natassha Rodríguez y el
incluido y se trajeron al ingeniero de sonido Alexander Vanlawren, alias Vampiro, quien hace meses estaba en Las Vegas festejando su primer Grammy Latino. Van más cómodos. Hay ocho puestos en el microbús y las maletas y los instrumentos no se atraviesan en el camino. Los locos no tienen que manejar ni tampoco tienen que montar sonido. Natassha repite. Cambió el fotógrafo. Se unió el maestro flautista Luis Julio Toro como invitado especial y tocó con Manuel y Edward en las primeras siete paradas. Lecherías, Guariare, Los Cachicatos, Río Caribe, Carúpano, Puerto Ordaz, Ciudad Bolívar, Maturín, Cumaná, Margarita: 2.500 kilómetros de asfalto oriental entre los nombres de estas localidades. Todo esto ¿Por qué? ¿Por la música? ¿Acaso es así de simple lo que los mueve?
Manuel Rangel en Maturín, Estado Monagas Foto: Juan Víctor Fajardo
“Hala aquí”, dice el maestro flautista Luis Julio Toro cuando llegamos al Golfo de Cariaco. No caigo. Hacemos fila para abordar un peñero y el maestro insiste. Se voltea con el meñique extendido hacia Florentino Mendoza, actual director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Chacao y coordinador de los conciertos a los que vamos. “Hala aquí.”
Edward Ramírez y Manuel Rangel en Hard Rock Café, Porlamar, Isla de Margarita Foto: Juan Víctor Fajardo
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Ramírez, Toro y Rangel en Los Cachicatos, Estado Sucre Foto: Juan Víctor Fajardo
Florentino hala, ingenuamente, y lo sobresalta la predecible sonoridad de la flatulencia. Aún así suelta la carcajada. “Tenía años que no me jugaban esa,” dice y abordamos el bote para el cruce del golfo. Al otro lado del agua, está la aridez peninsular de las costas de Araya y el amarillo-Araguaney del árbol Pui que se da en la zona. Más adelante está Guariare, donde no llega la luz y normalmente no llegan los conciertos. Guariare es un pueblo de quince casas a orillas del Golfo de Cariaco habitado por gente que vive de la pesca. Cuando se detiene el peñero, esa gente nos dice que pusieron las redes sobre la arena para hacer espacio para el concierto. Un pequeño refugio de tres paredes junto a la playa es una sala de lujo. Un solo bombillo ilumina la escena. Prepararon la planta a gasoil; enchufaron el sonido, la computadora, los pedales, el bombillo; llegaron otros peñeros con público para el concierto. Una viejita emerge, con su andadera, de un rancho de zinc para asistir a la velada.
Luis Julio y los locos están conmovidos, incrédulos ante lo que observan está pasando. Treinta o cuarenta personas los miran: sentadas en sillas plásticas, paradas, echadas sobre las redes a cuatro metros del mar. “De esto se trata el proyecto,” uno de los locos dice: “Esta es la idea.”
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La idea es comerse todas las flechas posibles menos las de la carretera. Si no existe un cuatro acústico con cuerdas de metal, hay que crearlo. Si el trazo de las maracas nunca se ha procesado electrónicamente, hay que hacerlo. Y así… En 2014, Edward bautizó su segundo disco como solista, Cuatro, maraca y buche, y Manuel presentó su proyecto Maraca fusión en Caracas. Ambos llenaron la sala. Así que no es casualidad que este par se junte. Después de todo, el cuatro y las maracas son instrumentos siameses de la tradición venezolana. El tema es que hay más. Estos locos tienen otras afinidades.
En 2012, por ejemplo, Edward Ramírez fue el primer venezolano en asistir a OneBeat, un programa de intercambio en Estados Unidos que reúne a treinta músicos del mundo durante un mes de residencia artística (ver Ladosis 25). El objetivo del programa es el intercambio mismo, la creación, la innovación del sonido. Ese año Edward viajó con el cuatro y el año siguiente participó Manuel Rangel, quien se presentó como un electronic tapara player. Además de OneBeat, Edward y Manuel también son ganadores de El Silbón de Oro, el Festival Internacional de Música Llanera más importante de Venezuela. Se han destacado con sus instrumentos en los ámbitos más exigentes de la tradición venezolana. Manuel ganó el Silbón a los 18 años, en el 2005, como mejor maraquero. Edward fue el mejor cuatrista del 2011 y también tocó en el mejor conjunto llanero. Están acostumbrados a viajar por el mundo a dar conciertos. Participan en la Movida Acústica Urbana y muchas otras agrupaciones. Edward es miembro fundador
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Ramírez, Toro y Rangel en Guariare, Estado Sucre Fotos: Juan Víctor Fajardo
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de C4 Trío. Son dos músicos en ebullición al calor de la realidad venezolana y yo les pregunto: ¿por qué? ¿Por qué Ciudad Bolívar y Los Cachicatos? ¿Por qué no Manhattan? “Para allá vamos,” me dice Edward, “en julio de este año.” Por ahora lo urgente es llegar a Ciudad Guayana.
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Entramos a Puerto Ordaz y por la acelerada dinámica de la gira, a veces los locos llegan a una ciudad directo a montar sonido. Como ahora, en Puerto Ordaz, con el público ya sentado en la Sala de Arte Sidor. “No sirve, rey,” dice Vampiro. “El alternador no sirve.” Sin sonido el concierto no sirve. Este experimento musical itinerante quiere redefinir las fronteras sonoras del cuatro y de las maracas, pero el éxito de su esfuerzo pasa por un tomacorriente. O por un fusible, dice Vampiro. “Pudiera ser un fusible.” Esto lo sabe el percusionista venezolano Juan Berbín, quien inventó las maracas que Manuel usa para la gira. Juan vive en España, pero al tocar con Manuel en un concierto en Caracas se acordó de una vieja idea que tenía olvidada. Se puso de acuerdo con Manuel y juntos le aplicaron una modificación inédita a un par de maracas. Juan le pegó micrófonos de contacto a la superficie externa de las taparas y convirtió en vibración la fricción de las semillas. Luego conectó los micrófonos a la computadora y produjo un sonido que era un idioma distinto. “Toma,” le dijo Juan, “esta idea te corresponde”. Por eso hay que abrir el alternador y revisar el fusible. El toque va con retraso. Son unas cien personas. En primera fila está el maestro cuatrista Alfonso Moreno, una leyenda del joropo oriental en Venezuela. Luis Julio pasa la navaja. Vampiro abre el alternador y sí, un fusible quemado. Luego lo insólito: dentro del alternador hay un fusible nuevo, idéntico, de repuesto. Listo. “Triunfamos,” dice Vampiro. “En la próxima ferretería hay que pararse a comprar fusibles”. Salimos de Puerto Ordaz y vino Ciudad Bolívar y nadie volvió a pensar en la ferretería. Y sólo hubo buena música y buen sonido y eventualmente pasamos por Cumaná y luego llegamos a Margarita para el concierto final de la gira.
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Esta noche los locos cierran el viaje en el Hard Rock Café de Porlamar y el sitio está casi vacío. Poco a poco llegan amigos y conocidos. Llega Marina Bravo, la cantante invitada de la noche, y entran otros amigos de Edward y de Manuel a ocupar las mesas. Hay más amigos en el local que entradas vendidas. Surgen, inevitablemente, las cavilaciones sobre esa pregunta inicial, sobre el por qué de este gran esfuerzo.
Edward luce distraído. Los locos entran en escena y por décima vez en once días dan inicio a su repertorio. Abren con un merengue caraqueño compuesto por Edward y continúan con un bambuco colombiano que según ellos ya es casi venezolano. Junto a la pared, una familia en una mesa larga habla y da la espalda a la tarima. Vampiro controla el sonido desde un i-Pad junto a la barra. “Algo pasa,” me dice, “los muchachos están desconcentrados”. Subo a la terraza en el piso dos para observar la misma escena desde otro ángulo. Arriba la música es un lenguaje pequeño de breves gestos sobre el escenario. Sube Marina Bravo a cantar y se va soltando el concierto. Habla Manuel. “Venimos de la tradición,” dice, “nos formamos en ella. Pero hay una generación de relevo que viene y no podemos truncarle la libertad de la creación musical. Ustedes dirán que el cuatro y las maracas son solamente instrumentos tradicionales, pero por eso queremos contarles esta cronología, mostrarles cómo han evolucionado estos dos instrumentos y compartir con ustedes hacia dónde vemos que seguirán creciendo”. El próximo tema es un joropo tuyero del maestro Fulgencio Aquino, titulado “Pajarillo ocumareño”. Edward lo adaptó a las nuevas cuerdas de su cuatro especial, “el primer cuatro con cuerdas de metal que jamás haya existido en Venezuela,” dice el maraquero. “Edward ha hecho una investigación extraordinaria,” continúa. “Ha marcado pauta en nuestra tradición musical. Nunca antes se había visto un cuatro como éste con el que toca un repertorio hecho para las 35 cuerdas del arpa tuyera. Lo fabricó el luthier Rafael González con estas cuerdas de metal a petición de Edward, quien buscaba
emular las cuerdas de acero del arpa tuyera. Ahora Edward está incursionando con el instrumento en un género en el que el cuatro antes no figuraba ni de acompañante”. Las palabras llegan, tardan, pero funcionan. Ya el público quiere escuchar el nombrado instrumento y Edward recuerda porqué está aquí, tocando en el Hard Rock Café, diez días después de haber salido de Caracas.
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Los locos tocan el “Pajarillo ocumareño” y luego sube a la tarima Jhoabeat, un joven beatboxer venezolano que hace malabarismos con la voz, que en su caso es toda una gama de instrumentos. Edward se pasa al cuatro eléctrico. Manuel vuelve a las maracas tradicionales. Comienza un tema a tres que hace que la gente se enderece en las sillas. Hay gente grabando de pie con sus celulares. En la mesa larga, alguien pide que le pasen el potecito de la salsa rosada. Irrumpir en la banalidad con música de vanguardia. Por eso vale la pena el kilometraje. Forjar nuevas fronteras para el cuatro y las maracas a través del viaje. Hacerlo aquí, donde está arraigada la tradición, en el interior de Venezuela. Y si van al salón de baile en Los Cachicatos y llegan más de noventa personas: ¿Qué sentirá la gente? ¿Qué crearán los niños mañana a partir de esta música pionera? Se acercan los amigos a felicitar a los locos. Ahora les toca ir a grabar unos temas para el disco de un compañero. Son las diez de la noche. Es domingo. Viene la rutina del desmontaje. Mañana es lunes y toca el ferry. En julio Nueva York. En noviembre los llanos.
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NOCHES DE GUATACA Espacio Plural/Teatro Trasnocho. Trasnocho Cultural. Caracas (Marzo 11 a Abril 29, 2015)
ERIC CHACÓN (Marzo 11)
El referencial ciclo que hemos venido reseñando desde sus inicios, continuó con el bautizo del CD Flautístico de Eric Chacón. El joven músico presentó cada una de las piezas en el mismo orden del CD con el propósito de recrear la misma experiencia pero en vivo. El repertorio de nueve temas estuvo interpretado por una banda que incluyó al veterano teclista Alberto Lazo y una novel sección rítmica conformada por el bajista Freddy Adrián y el baterista José Núñez. “Loro”, del compositor brasilero Egberto Gismonti, dio inicio a la significativa noche. Luego vinieron “Adiós nonino”, “Moment’s Notice” y “Um a zero” de Ástor Piazzolla, John Coltrane y Pixinguinha, respectivamente. “Oblivion” también de Piazzola puso en escena a los bailarines Leo y Siulhy Santander, quienes dieron un toque de intimidad y sensualidad al concierto. El cuarteto se vio aumentado por la participación del joven trombonista Joel Martínez, el trompetista Gerald “Chipi” Chacón y el bajista Gerardo Chacón, hermano y padre de Eric. “Los postes de San Andrés” de Trinidad Rosales, “To a Great Heart” de Gerald y el estándar “Someday My Prince Will Come” de
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Frank Churchill señalaban el final de la noche que tuvo también como invitados especiales a los percusionistas Franco Lemus y Manuel Márquez con el tema “Sabor” de Joao Donato. El tema tuvo todo el picor latino que dejó un gran final. Muy buen trabajo musical de uno de los saxofonistas/flautistas más importantes de la actualidad.
WILLIAMS MORA (Marzo 18)
Conocido principalmente como clarinetista y amante de la música brasilera, Willams nos presentó su nueva faceta como cantante. El repertorio estuvo principalmente conformado por temas venezolanos de los autores Otilio Galíndez, Simón Díaz, Javier Marín, Luis Laguna, Felipe Cruz Iriarte, entre otros. La noche
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inició con “Tonada del tormento” y “Flor de Mayo”, en las cuales sólo el cuatro de Xavier Perry (Pentacorde) y la percusión de William Troconis estuvieron como acompañantes. La selección de trece temas tuvo como protagonistas al clarinete de Cheché Requena, el bajo de Luis Freites, la mandolina de Román Otero, la guitarra de Rubén Gavidia, la percusión de Troconis y a Perry encargado de los arreglos y el cuatro. Resalta en Williams la familiaridad y el carisma que fue revelando en la interpretación de cada uno de los temas. Un poquito de humor aquí y allá, sirvieron para que una sala llena se sintiera como una velada familiar. Noches de Guataca ha sido particularmente efectiva en acercar la audiencia al artista, haciendo así que los conciertos sean un evento más humano donde asistentes y músicos disponen de un tiempo para compartir impresiones. Temas como “La negra Dorotea”, “Sin derecho a patalear”, “Pelea de gallos” y el rítmico y divertido “Lengüetero”, fueron algunos de los primeros de la noche. Williams tuvo la oportunidad de hablar sobre la relevancia de Aquiles Báez como compositor, aprovechando así la oportunidad para que éste le acompañara en un tema original del guitarrista titulado “La mañana”. “Estampa llanera” de Pedro Marín y “El Gabo” continuaron la noche. Pero no todo fue criollísimo en este alegre nocturnal, pues Williams trajo a escena a la reconocida cantante Huguette Contramaestre para interpretar “Corcovado”, clásico tema de Antônio Carlos Jobim y materia obligada de todo amante de la música de Brasil. “La negra Filomena“, “El acentuado”, “Cambio futurista” y la periquera “Bello pasado” conformaron la segunda parte del concierto que finalmente concluyó con la parranda “La tintorera”.
RAFAEL PINO (Marzo 25)
Una de las voces más prometedoras de la actualidad, cerró el mes de marzo con un excelente concierto presentado por Aquiles Báez y Willie McKey, como ha sido costumbre recientemente. Destacan en este evento varios de los más importantes instrumentistas del país como Miguel Siso, Víctor Morles, Jorge Torres y Cheché Requena, cuatro, teclas, mandolina y clarinete, respectivamente, y un repertorio de trece canciones que bajo el nombre de Con Lo Mío y Un Prestao, presentó Rafael. Para el primer tema, Pino entró a escena cantando “Jota cumanesa”, a cappella, y con ello cautivar así a la nutrida audiencia que colmó el Espacio Plural. La sempiterna “Tonada de luna llena”, llevada al estilo de Rafael, fue, es y será siempre uno de los más hermosos temas del paisaje sonoro venezolano. Otro de los elementos más importantes fue la diversidad rítmica del repertorio que, en voz de Rafael, se paseó por varios lugares de nuestras costas. “Bitácora esquizotípica” y “Avión de papel” fueron otros dos temas de los cuales el último destacó por su belleza. También por su belleza y emotividad, resaltó el tema “Sandra”, compuesto por Rafael especialmente para su madre quien hace algunos años pasó al plano espiritual. Rafael intentó articular el significado que este tema tiene para él, logrando arrancar aplausos de una audiencia que estuvo en todo momento a tono con este compositor y cantante cuyo estilo ya comienza a ser apreciado por el público. También es importante resaltar las participaciones del joven flautista Tomás García, la percusión de Jorge Villarroel, el bajo de Rotnesth Medina y el excelente baterista Abelardo Bolaño, cuya presencia es cada vez más frecuente en el círculo
musical capitalino. Ellos conformaron el grupo de acompañantes idóneos para esta presentación de Rafael que llegó a su final con el alegre y festivo “San Juan no celebró su día”.
TOBERÍA’S (Abril 8)
Luego de la Semana Santa, Germaín Coronado, carismático compositor, cantante y maraquero de Tobería’s, una de las propuestas musicales más innovadoras de los últimos años, nos entregó un concierto que será recordado por muchos por estar colmado de un humor vernáculo y directo, un verbo sagaz y esa rara característica de hacer sonar como una orquesta a un pequeño cuarteto. En una suerte de joropo rockero y tras abrir con “Martiyero” de Asier Cazalis, Tobería’s destiló su fino repertorio de once canciones que incluyeron “Gabán P.P.”, una adaptación de un tema de Pablo Canela, y otras tantas de las cuales varias fueron compuestas por Germaín y el teclista Daniel Campos. Así, “El mocho”, “Yogurízate” y “No se desmayen”, fueron sobrados motivos para poner a mover a un grupo de turistas de habla inglesa que incluso tomaron el escenario para bailar y ante lo cual Germaín puso a joropear a una de ellas. Oriundos de Barbacoas, tierra que el Tío Simón hizo emblemática, Tobería’s también interpretó “Serena tuyera” una composición de Simón Díaz. mezclada con la creatividad de Germaín, que fue un remanso nocturnal. La guitarra eléctrica de Robinson Mcloud moldeó parte de ese nuevo sonido con una madurez que se vio reflejada en la ausencia de abusos y excesos al que igualmente se unió con precisada rítmica el baterista Vehiller D’Windt. Para mí, rockero de vieja data,
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tras una alegre noche de ver al maraquero más histriónico del país en un constante ir y venir, como si de Pete Townsend con su peculiar estilo bolichero de tocar la guitarra se tratara, no puede quedar más que complacido con la versión más osada de “Break On Through (To The Other Side)” de The Doors. Jamás hubiera imaginado semejante atrevimiento con ese feeling tuyero que sacudió enteramente a una audiencia atónita. ¡Tremendo cuarteto! ¡Excelente!
banda norteamericana. Cuatro temas nos llevaron al final de un concierto que por su frescura hizo del tiempo un ligero soplido. En esta parte Alejandro cantó “Estoy aquí” junto la corista Giulianna Donnati. El tema es un canto en positivo por un país mejor. Y en el umbral del éxito que estoy seguro el futuro a mediano plazo tiene para Alejandro, esperamos ese CD.
ALEJANDRO JESS (Abril 15)
La siempre entretenida y estimulante presentación de Báez y McKey ya decía como iba a ser la segunda Noche de Guataca del mes de abril. Ocho músicos en escena, una decena de temas y una vibra que invitaba a bailar, fueron los ingredientes de este buen concierto de Alejandro Jess. “Vive”, “Cómo volver” y “Para olvidarte” conformaron la primera tríada del concierto en el que destacaron Carlos Peña y Christian Montilla, guitarrista y saxofonista respectivamente. La voz de Jess, con un cierto rasgo de dulzura, fue el medio idóneo para la interpretación de temas donde el amor lleva el rol principal. La segunda tríada del concierto incluyó un mosaico donde “Eres una en un millón” y una vibrante versión de “September” (Earth Wind & Fire) fueron detonantes de una alegría que invitó a la audiencia a participar con sus palmadas. La sección rítmica conformada por la percusión de José Luis González, el bajo de Willian Velázquez y la batería de Manuel Barreto fueron la piedra angular para recrear con efectividad la canción de la conocida
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ANDREA PAOLA MÁRQUEZ (Abril 22)
La joven soprano venezolana, cuya actuación en la música ha sido principalmente como corista, nos muestra esta nueva faceta en la cual, ahora como solista, despliega un repertorio variado que incluye autores venezolanos y extranjeros que en la citada noche dejó uno de los más gratos recuerdos del conocido ciclo. Un escenario decorado delicadamente
con una especie de parabán del cual colgaban figuras multicolores hechas de papel, recibieron a tres ilustres músicos que acompañarían a Andrea: el legendario Carlos “Nené” Quintero en la percusión, Edwin Arellano al bajo y el mandolinista Jorge Torres, este último encargado de los excelentes arreglos y la dirección musical. “Se va volando”, tema del folklore venezolano que trajo a la memoria a la inmortal Morella Muñoz y el excelso Quinteto Contrapunto, dio inicio a esta emotiva velada. La sentida interpretación fue seguida de “Ritualitos” de Marta Gómez, “El mango” de Luis Mariano Rivera y “El acto simple” con letra de Vicente Gerbasi y música de Andrea Paola. “Que te traje” de Amaranta Pérez, la canción del folklore “Cantos de lavandera” y “Mi contradanza” de Rafael Rincón González conformaron la terna ante una sala colmada de entusiastas que en el acto reconocieron el gran talento de esta cantante. La audiencia tuvo además la oportunidad de ver y escuchar a Williams Mora, Amaranta Pérez y Ana Cecilia Loyo, tres noveles voces de alta calidad. Los tres temas siguientes fueron particularmente significativos ya que la autoría corresponde a tres reconocidos compositores del continente: “Duerme mi niña” de Aquiles Báez, “Clavelito colorao” de Simón Díaz y “Amor de Conuco” del dominicano Juan Luis Guerra. Cada una de ellas redimensionadas bajo los excelentes arreglos de Jorge Torres. La última parte del concierto estuvo conformada por una composición propia titulada “Para ti” que Andrea dedicó al director y arreglista quien es además su compañero sentimental. Es importante destacar el detalle de los dibujos proyectados que acompañaron a los nombres y géneros de los temas, los cuales fueron elaborados por Iván Ortega. Tres temas signaron el final: “Lo que usted merece” del compositor argentino Jorge Fandermole, “Oye mis dolores” / “Si me dais” temas del folklore y del reconocido Francisco Pacheco, y el extraordinario bis que trajo de retorno a Williams Mora y al resto de los invitados quienes pusieron de pie a los asistentes para cerrar con la alegre vibra brasilera de Milton Nascimento y su divertido tema “No tengo lágrimas”. Andrea ha ofrecido una Noche de Guataca como pocas con un repertorio fluido y natural, unos músicos de primera y una sala que la acogió desde el principio con todo el candor y la alegría que ella irradia. En ella, además de una gran calidad vocal
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y dominio escénico, hay ese elemento mágico que no admite descripción verbal. Ella tiene un futuro promisorio, sin duda.
JOEL MARTÍNEZ (Abril 29)
Es difícil articular verbos y adjetivos cuando ojos y oídos incesantemente se sorprenden ante los talentosos músicos que miércoles a miércoles desfilan por el escenario de la sala Espacio Plural del Centro Trasnocho Cultural. La aventura de Aquiles Báez y Ernesto Rangel ha transitado su primer lustro, y cada concierto sigue siendo una excelente muestra de lo que pareciera ser el momento más significativo de la música venezolana. El joven trombonista y teclista Joel Martínez ya había dado que hablar en sus presentaciones como acompañante de otros músicos. Esta vez fue su turno para cerrar abril con broche de oro ofreciéndonos diez temas, en su mayoría propios. Sus invitados ya eran garantía de una noche muy especial signada por un jazz de calidad donde una pulcra ejecución mantuvo a la audiencia atónita y desbordada en aplausos ante los excelentes solos del bajista Freddy Adrián, el guitarrista Gustavo Medina y por supuesto las ejecuciones de Joel en temas como “Espontáneo”, “Dádiva”, “Mirando Lejos”, “Lamento” y “Volar”,
composiciones que conformaron la primera mitad del concierto y que además nos hicieron disfrutar la participación de Eric Chacón, saxofonista que ha sido un referente importante en los últimos años. La segunda parte trajo a escena a uno de los compositores y cantantes más excelsos del panorama nacional, Guillermo Carrasco, quien interpretó su composición “El tiempo”, siendo ovacionado al término de su participación, la cual simbolizó dos generaciones musicales motivadas por la excelencia. Guillermo, siempre reflexivo y agradecido, remarcó el alto nivel musical de estos muchachos que en temas como “Mi valle soñado”, dejaron claro que este asunto de la música es más que un mero entretenimiento. El trompetista Gerald “Chipi” Chacón y su hermano Eric, intercambiaron excelentes solos junto al trombón de Joel. La sinergia resultante entre ellos es precisamente lo que hace difícil conjugar con precisión verbo o adjetivo alguno, ya que si bien el trecho por recorrer es largo ellos evocan a grandes como, Lew Soloff, Miles Davis y Bob Brookmayer, tres referentes importantes del post-bop. De éstos, el último guarda similitud con Joel en el hecho de ser trombonista, pianista y además compositor. “Luz de mayo” y “Merengue pa’cintura”
fueron otros muy buenos temas donde el cuatrista Jorge Glem, siempre conspicuo, tiñó con finura venezolanística el jazz del trombonista. Destacó también otro músico que en poco tiempo dará mucho de que hablar, el baterista José “Tipo” Núñez. Si algo caracteriza al jazz es su complejidad rítmica pero en estas tierras de Dios esa complejidad crece aún mucho más y exige del ejecutante aspectos propios de quien ha nacido en ella. La sección rítmica, Freddy y José, fue, como es de suponer, mucho más allá del rol de acompañante que supone. Estos son músicos con una libertad extraordinaria que fue siempre apreciada. La palabra jazz parece diluirse cada vez más entre la riqueza musical del país. No me atrevo a decir aún que hay un “venezuelan jazz”, eso lo dejo a los expertos, pero si me atrevo a decir que ya hay rasgos que nos definen muy bien, al menos, en el aspecto rítmico. La noche culminó con el legendario tema de Hermeto Pascoal “Bebe”, cuya famosa melodía se mezcló con un breve solo de Glem y culminó con una ovación de pie, bien merecida.
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Marianne Mali y Los Enamorados Centro Cultural BOD, Caracas (Mayo 6, 2015)
Después de un año de estar presentando su espectáculo como Marianne Mali, la valenciana Mariana Rengifo finalmente pudo hacerlo en un recinto en el que toda la atención se centraba en ella, con una puesta en escena adecuada, un sonido de altura y toda la banda y demás invitados. Con el concepto de Pin Up Girl como eje central de su discurso, una modelo rubia ataviada con delantal fue recibiendo a los músicos en tarima, que conforman la banda Los Enamorados. A ello siguió una presentación en video de Willie McKey hablando sobre el blues, inspiración principal (¡y el jazz!) de su música.
Tras esta introducción, apareció la protagonista para cantar “Nadando sin profundidad” (dedicada a los que trabajan sin parar), a la cual siguió “Canas en mi cama”, que habla sobre amoríos con un hombre mayor. El grupo que la acompaña está compuesto por estupendos músicos: Rubén Darío (trompeta), Franklin Monge (tuba, saxo, clarinete), Álvaro Granadillo (guitarra), Frank Hernández (piano), Eddy Díaz (contrabajo) y Rodolfo Guerrero (batería), además de la belly dancer Melanie Pacce. El tema “Te para tres” se refiere a un trío, y es precedida por una explicación
de Marianne, algo que acostumbra antes de cada canción pero que no siempre resulta acertado. Con el atractivo de una pole dancer cantó “Una vez me enamoré” y luego “Maleta”, dedicada a todos los que deben meter en una maleta todo lo que tienen al partir hacia otro país. Luego de ello se cambió de vestuario, saliendo con un imaginativo vestido compuesto por empaques de Harina Pan y bolas de Pepito. De seguidas, apareció de nuevo en pantalla McKey para realizar una serie de anuncios comerciales vintage como excusa para mencionar y agradecer a todos los involucrados en el show. Marianne apareció de nuevo, esta vez con un sensual traje ceñido y escotado obra de Mariana Arellano, cantó “El blues jean del albañil”, no sin antes explicar la experiencia como mujer al pasar frente a una obra llena de obreros. Por ello la canción tiene un pegadizo coro que repite la onomatopeya del silbido “fui fuiu”. Marianne lanzó un cable a Mariana, trayendo a colación el tema “Vendrán por ti”, de su agrupación poprock Mochuelo, momento en el que apareció Víctor Victoria, el drag queen que personifica Víctor Soto. Luego versionó “La Casa” de Caramelos de Cianuro, aunque resultó algo aburrido. Uno de los mejores temas fue “Porqué tan solo”, que recuerdó en algo a Fito Páez. Un invitado de lujo fue Filemón Monterola, quien salió a escena para tocar el particular “washboard”, instrumento colgado al cuello que simula una batea para lavar ropa y que en el pasado usaban las esclavas al sur de Estados Unidos para acompañar sus cantos. El final de show fue con “Nola”, en un homenaje a New Orleans, la ciudad que inspiró la creación del personaje Marianne Mali y su acercamiento con el jazz y el blues. Juan Carlos Ballesta
The Invasion Centro Cultural BOD, Caracas (Mayo 22, 2015)
The Invasion es un novedoso proyecto musical que reúne a cinco excelentes músicos de tres ‘bandas tributo’: Los Beat3, Early Stuff y Plastic Soul. Su creador, Alejandro Pérez, baterista de Los Beat3, trabajó arduamente durante un año en la concepción de esta aventura musical. The Invasion nace inspirada en la primera invasión musical británica a Estados Unidos, cuyo inició suele ser considerado el 9 de febrero de 1964 con la presentación de The Beatles en el show
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de Ed Sullivan (ver Ladosis #33) ante una teleaudiencia de 73 millones de personas. Así, Alejandro y Zarik Medina (teclista/ vocalista) de Los Beat3; Tomás Arias, guitarra/voz, líder de Early Stuff; Edmanuel Castillo, bajo/voz; y Omar Núñez, segunda guitarra/voz, ambos de Plastic Soul, interpretaron casi treinta temas de bandas emblemáticas de una música que aún mueve pasiones entre adultos y jóvenes. Ya en 1963, The Beatles había abierto la brecha con “I Want to Hold Your Hand” de modo que ambos hitos de la historia del rock and roll fueron la fuente esencial de este concierto que inició
con “You Really Got Me” de The Kinks, tema interpretado con toda la fuerza y el espíritu de la banda de Dave y Ray Davies y que fue el tema idóneo para iniciar la ‘retrovelada’. A ésta le siguieron “It’s All Over Now”, “She Loves You”, “The Hippy Hippy Shake”, “She’s Not There”, “A World Without Love”, “Heart Full of Soul” de The Rolling Stones, The Beatles, Swinging Blue Jeans, The Zombies, Peter & Gordon y The Yardbirds, respectivamente. Esta primera decena de temas culminó con “Listen People” de Herman Hermits y que fuera versionada en español por la banda venezolana Los
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Guillermo Carrasco (Hasta que la vida nos reúna…) Teatro de Chacao, Caracas. (Mayo 30, 2015)
Más de cuarenta años de vida artística hacen de Guillermo Carrasco (ver Ladosis #24) una de las personalidades musicales más sólidas de nuestra música. Bajista, cantante, compositor, guitarrista y productor, Guillermo es uno de los pilares esenciales en el desarrollo de esa música venezolana donde rock, jazz y pop suelen coexistir con loable maestría. En su afán por tejer eslabones que conecten con el mundo real, Guillermo ha creado una música delicada hasta en el ‘verso duro’ desde el cual se desprenden frecuentemente pasajes de amor y dolor vestidos en dulces metáforas y que en
años recientes son el reflejo indubitable de días adversos, días tormentosos que encuentran en su poesía una invitación a la reflexión y que ha de ser a futuro el compendio de estrofas necesarias que impidan repetir historias no deseadas. Así, con un repertorio de 22 composiciones ante un teatro casi colmado, el legendario Guillermo Carrasco tomó el escenario para iniciar la noche con “Quiero estar contigo”, tema de su primer trabajo como solista Guillermo Carrasco (1976) y coescrito junto a Rubén Guzmán. La noche continuó con “Te diera”, perteneciente a uno de sus trabajos
Darts bajo el nombre de “Si estás triste”. El tema fue coreado por una sala casi llena de entusiastas del género. La segunda decena de temas la conformaron “Do Wah Diddy Diddy” (Manfred Mann), “Because”, “We Gotta Get Out of This Place” (The Animals), “Help” (The Beatles), “The Last Time” (The Rolling Stones), “I’m Alive” (The Hollies), “For Your Love” (The Yardbirds), “Tired of Waiting” (The Kinks), “Bad to Me” (Billy J Kramer & The Dakotas) y “Can’t You Hear My Heartbeat” (Herman´s Hermits). No podía faltar la emblemática “The House of the Rising Sun” de The Animals. Esta segunda
parte fue apropiada para presentar a los músicos quienes, además de poseer un dominio escénico caracterizado por el buen humor, demostraron una altísima calidad musical que se evidenció en un sonido poderoso con armonías vocales altamente atractivas interpretadas con instrumentos de la época que incluyeron un bajo Höfner, una guitarra Gretsch, una batería Ludwig e incluso una guitarra acústica John Lennon Signature. Los últimos siete temas del concierto incluyeron “Around & Around” versión de Chcuk Berry de The Rolling Stones que trajo a escena al saxofonista Raúl Rodríguez,
más importantes, Visual (1988), y que formó también parte del repertorio de Esto fue un placer, donde hizo alianza con Pedro Castillo. En esta primera parte del concierto, interpretó esencialmente temas de Visual e Inmensa minoría (2012) como “Otra vez”, “Bella y fugaz”, “Amorevo”, “Concentración”, “Como si cuando”, “Ojalá”, “La madre” y el dulce “Verso duro”. Como suele ser característico en él, los nuevos arreglos dieron el tinte de contemporaneidad necesario para que estas canciones mantengan su frescor. Guillermo ha sabido, además, acompañarse de músicos de un altísimo nivel musical. Esta ocasión, histórica por demás, incluyó a Juan Ángel Esquivel (guitarra) y Carlos “Nené” Quintero (percusión); las veteranas voces de Armando Lovera, Leonor Jove y Maribel Vila; una envidiable sección de metales conformada por Joel Martínez (trombón), Noel Mijares (trompeta) y José Lugo (saxofón); y tres nuevas fuerzas que ya son común denominador entre los grandes músicos: Hildemaro Álvarez (teclas), Diego Paredes (bajo) y Anthony Gutiérrez (batería). La noche continuó con otros temas relevantes de su carrera como “Ya no estás aquí”, “Alégrate” y “Soy tuyo” pero más enfocado en Inmensa minoría del cual interpretó también “El tiempo”, “Solo solito”, “Ángel” y “Yendo y viniendo”. También cantó “El árbol”, escrita por él y Rafael Greco para Una a la vez (2003), otro excelente álbum. El final llegó con una inédita “Hasta que la vida nos reúna” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón” de Fito Páez (Giros, 1985). Este concierto sin duda es uno de los más emblemáticos de 2015 y sólo nos queda esperar hasta que la vida nos reúna… una vez más. Leonardo Bigott
“Time of the Season” de The Zombies, “Brown Sugar” (de los Stones, un poco fuera de contexto al ser de 1971), “I Saw Her Standing There” y “Twist and shout”, ambas de The Beatles. The Invasion epitoma con naturalidad y habilidad excepcionales una época que sigue siendo influyente en las nuevas bandas. Son poseedores de una calidad magnífica que debe ser apreciada por los cultores de este género y seguida por cualquier melómano y audiófilo. Una experiencia más que “psicotomimética”. Leonardo Bigott
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DARÍO PEÑALOZA “A veces la mejor propuesta es no hacer nada”
A sus 54 años, Darío es una de las piedras angulares de la ingeniería de audio en Venezuela. Más de cien grabaciones discográficas, centenares de participaciones en diversas actividades directamente relacionadas con esa área y poseedor de un premio Grammy Latino, le posicionan como uno de los más notables expertos de este arte. Participante en las excelentes charlas de Hablemos Audio, Darío comparte con Ladosis parte de la faceta humana de esta profesión.
Leonardo Bigott
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Darío inició su camino en la ingeniería de sonido como asistente al operador de audio en la Emisora Cultural de Caracas 97.7 FM, la primera emisora estéreo de Venezuela, fundada en 1975 y tristemente borrada del dial hace no mucho. Luego fue al New York Institute of Audio Research y cuatro meses intensivos en el Recording Institute of América. Finalmente en Londres, provincia de Ontario, Canadá, en el programa de ingeniería del Music Industry Arts Department de Fanshawe College of Applied Arts, donde se graduó un año más tarde y obtuvo el Premio a la Mejor Ingeniería de Grabación en 1983. Esta experiencia le proporcionó las herramientas indispensables para un mejor entendimiento de lo que hoy conforma su día a día. A mediados de los 80 retorna a Caracas e incursiona en Etcétera Producciones Cinematográficas y contribuye a la creación de Le Garage Studio, donde fueron
grabados los álbumes Gratitude, Volao y Setoconao, de Andrés Briceño, Gerry Weil y Marisela Leal, respectivamente; hoy referenciales. Formó parte de Arte Digital en los últimos años de aquella década. En los 90 estuvo en Telearte Studios, otro hito en la historia del audio en Venezuela, hasta 1993 cuando creó el importante sello discográfico Avatar Records junto a José Gasso, Héctor Carcedo y Miguel González. Desde entonces Darío Peñaloza ha sido una fuerza incesante dentro de la audio ingeniería del país y ahora poseedor de un Grammy Latino en la categoría de Mejor Ingeniería de Grabación y elemento fundamental de las excelentes charlas de Hablemos Audio.
El auge actual de la música venezolana y la accesibilidad a la tecnología han contribuido sustancialmente al incremento de profesionales del audio. Es una carrera viable. Existen ingenieros venezolanos trabajando con artistas extranjeros como Chayenne, Julio Iglesias y Carlos Vives y hay ingenieros venezolanos viviendo fuera del país.
En retrospectiva, ¿qué significaron los años 90 y los sellos Avatar, Lyric, Musicarte…desde el punto de vista del audio?
Fue un chispazo de lo que hoy vivimos. Mientras lo comercial era para Sonográfica y Sonorodven, esos sellos tenían un mayor interés en destacar lo tradicional venezolano, la música de cámara y el jazz. Se trataba más de experimentar. Luis Julio Toro con Germán Landaeta en unas cuevas, la experiencia MIDI Jazz Performance de Gerry Weil en Volao o Cantos y tonadas de Julio D’Escriván y Luis Julio Toro son ejemplos estimulados por la accesibilidad a la tecnología que contribuyó a incentivar y promover la evolución de la ingeniería de audio pues la música de estos sellos pequeños podía sonar tan bien como la de aquellos grandes.
En 1952 con el estudio Fidelis de Antonio González, conocido como Gonzalito. Hay otra fuente que señala 1957. En cualquier caso, Fidelis fue una réplica de los estudios de Capitol Records y representa el primer estudio de grabación para música del país. Antes se usaban los estudios de las emisoras de radio.
¿Cuánto tiempo llevas como ingeniero de sonido? Llevo 32 años. Recuerdo que desde niño siempre me gustó la música pero siempre estaba pendiente de los sonidos de todo cuanto escuchaba en casa. Ambas cosas fueron motivadoras y determinantes.
¿Ha crecido el interés en la profesión recientemente?
Sí, yo diría las últimas dos décadas. El Taller de Arte Sonoro tiene más o menos ese tiempo formando a muchas personas.
Se lucha por ello siempre pero el trabajo tiene varias vertientes que significan diversas exigencias. Todo depende de esas exigencias. No hay una cifra determinada.
Hablemos Audio…
Es una excelente oportunidad para intercambiar información. Surge de una necesidad de compartir inquietudes a través de conferencias y charlas.
¿Qué aspectos vale la pena destacar para tener éxito como audio ingeniero?
Oye, no tanto. Tal vez en incentivar la creación de festivales de jazz y un interés en artistas como Aquiles Báez bajo un concepto más intimista y una música más cercana lo que motivo a desarrollar más lo que Vytas Brenner había iniciado con la incorporación de la música afro venezolana.
¿Cómo somos comparados con ingenieros del exterior en términos cualitativos?
¿Cuáles aspectos son objetivos y cuáles subjetivos?
Estamos entrenados para resolverlo todo en menor tiempo. Eso es bien visto afuera.
¿Cuándo se inició la ingeniería de audio en el país?
¿Está la ingeniería de audio bien remunerada?
No dar cosas por sentado o asumir algo que se desconoce, pero sobre todo ser responsable. Uno está en esto por la música. Somos artífices de darle sentido al sonido que el artista quiere transmitir y el oyente escuchar. Si bien cada oído es particular, el ingeniero de audio no debe abusar de la tecnología. A veces la mejor propuesta es no hacer nada. Otro aspecto vital es que el ingeniero debe entender que el oído funciona como un músculo, es decir, se fatiga, por lo que someterlo a un alto volumen antes de trabajar no es recomendable. Se debe entender que uno es parte de una industria, no un ente aislado, lo cual reafirma la importancia del intercambio de información.
¿Cómo impactó eso en los locales nocturnos?
Foto: Lucía Peñaloza
Acá participaron seis ingenieros y dos músicos que fungen como ingenieros. Tener una fecha de entrega a la vuelta de la esquina generó una presión que de no ser por el excelente trabajo de esas personas, habría tenido un resultado indeseado.
En una de tus charlas en Hablemos Audio haces hincapié en la responsabilidad. Sí. En esta profesión el ego no tiene cabida y debe quedar fuera del estudio y del escenario. Estamos acá por la música y nuestra función es hacer que el artista y su propuesta suenen bien. Esa es nuestra razón de ser.
¿Qué ha significado ganar el Grammy Latino por Mejor Ingeniería de Grabación con el disco De Repente de C4 Trío y Pollo Brito? Significa mucho. Es la primera vez que un álbum venezolano es premiado en el renglón técnico. Lo más gratificante acá es que fue un álbum hecho en Venezuela y de música venezolana pero en condiciones adversas por la situación país. Es un reconocimiento de algo que ha venido pasando y a lo que siempre aposté: nuestras grabaciones ya suenan igual o mejor que las del exterior. Es también el resultado de la elección del ala de Productores e Ingenieros de la Academia cuyo peso específico es muy importante.
Es esencial que el ingeniero conozca sus equipos. Un buen sistema de monitoreo es vital en este arte. La tecnología pone a disposición una gama de software infinita pero no se trata de usar todo sino saber usar lo necesario. Hoy podemos ver el audio, eso es una ventaja. Los formatos digitales facilitan muchas cosas.
¿Con quién te gustaría grabar y qué ingenieros foráneos admiras?
Grabar, Rickie Lee Jones, Sting, Guillermo Carrasco, El Pollo Brito y Alfred Gómez Jr. La música de Alfred realmente me mueve. En cuanto a ingenieros hay tres: Hugh Padgham (Genesis) Rick Breen (Yellowjackets) y Frank Filipeti (James Taylor).
¿Qué grabaciones recuerdas con especial deferencia y cuáles prefieres ignorar?
Volao de Gerry Weil y Una a la vez. El de Leo Blanco, Pianoforte, fue un reto. Son referenciales de mi trabajo. Hay dos o tres que borraría de mi lista.
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Vida y milagros de
y el PLANETA
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Más o menos esta es la alucinada y alucinante historia: bautizado como Christopher David Allen, nació en Australia en 1938 y después de una infancia oculta entre velos, lo encontramos hacia 1960 trabajando en una librería en Melbourne, donde entra en contacto con los grandes poetas de la generación Beat, lo que da un sacudón a su visión del mundo y lo empuja hacia terrenos hasta esa fecha inexplorados, que terminarán formando parte de ese vasto fenómeno cultural conocido como psicodelia, cuyo alcance se extiende desde los álbumes experimentales de los años 60 (The Beatles, Revolver, Sgt Pepper y Magical Mystery Tour; The Yardbirds, Roger The Engineer; The Beach
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Daevid Allen en 2011
Boys, Pet Sounds; Pink Floyd, The Piper at the Gates of Dawn y A Saucerful of Secrets; The Rolling Stones, Their Satanic Majestic Request) hasta objetos musicales contemporáneos como el más reciente trabajo de The Black Keys, Turns Blue o los discos de Temples y Tame Impala.
Nace el primer vástago: Soft Machine
Allen encontraba la escena cultural australiana algo estrecha para sus vuelos mentales, así que marcha a París en 1961, donde se dedica a la venta ambulante de prensa y panfletos poéticos, y allí conoce a compositores académicos como Terry Riley y termina alquilando un apartamento que le cede nada más y nada menos que el
poeta beat Allen Ginsberg. Allí comienza a frecuentar clubes del jazz menos ortodoxo y allí nace su amor por la Bel France, que sería la alacena de donde luego sacaría sus mejores compañeros de andanzas. En 1962, el magnetismo de un Londres a punto de estallar en armonías y ritmos lo atrae irremediablemente y llega a Inglaterra guitarra en mano (su aprendizaje de la guitarra es objeto de innumerables conjeturas, unos dicen que ya tocaba de niño, otros que los sabios del Planeta Gong le enseñaron por telepatía, pero no nos adelantemos…) Alquila una habitación en Dover, Canterbury, y encuentra que su casero tiene un hijo de 16 años que toca la batería
The Soft Machine en 1967: Robert Wyatt, Daevid Allen, Kevin Ayers y Mike Ratledge
y este tiene otros amiguitos llamados Mike Ratledge y Kevin Ayers. Allen es el mayor, ya va para los 25 años. El jovencito baterista, responde al nombre inmortal de Robert Wyatt. Así nació Soft Machine, banda cuyo nombre es tomado de una novela de otro personaje legendario, también conocido de Allen, William Burroughs. Lo que Soft Machine no alcanzó en ventas de discos, lo supera con creces en la estela de influencia que dejaron en el rock (y luego en el jazz) británico y en consecuencia en la música de este planeta…y de otros, como ya veremos. Allen no descubrió la psicodelia por ósmosis, imitación o moda, sino que estuvo en contacto temprano y fue co-creador de toda una visión cultural de enorme impacto. Durante su estadía en Londres, Soft Machine alternó en el local UFO con otra banda, cuyo primer nombre fue The Pink Floyd Sound. En esos días Allen fue testigo cercano de las aventuras británicas de Jimi Hendrix. (Nota del Autor: Si alguien inventa una máquina del tiempo blanda o dura, a mí que me transporten a una de esas noches en las que ambos grupos compartieron escenario. No se preocupen si no regreso)
Allen y el nacimiento del Planeta Gong
En aquella época los australianos necesitaban una laberíntica caminata burocrática para entrar a Inglaterra y Allen descuidó la vigencia de su permiso, de manera que viajó a Francia con la banda y no pudo entrar de nuevo el Reino Unido. Corría 1968. Estuvo en París en el mayo aquel repartiendo a diestra y siniestra poemas y ositos de peluche a los amargados policías. Finalmente, se fue a la isla de Mallorca, España, donde conoció nada más y nada menos que a Robert Graves (luego famoso por sus novelas y series de TV sobre Claudio, el Emperador y reconocido poeta y académico). Estuvo viviendo en la finca de Graves y dice la leyenda que allí encontró a una especie de ermitaño en una cueva tocando la flauta. Así fue como Daevid Allen, reclutó al primero y más consecuente de sus músicos, Didier Malherbe (saxos, flauta), Alias Bloomdido Bad De Grass. También dice la leyenda que esa noche, con o sin ácido, fueron muchos los que vieron una tetera gigantesca sobrevolar el cielo mallorquín. Quedará para los anales de la historia de la contracultura, que ese día comenzó la invasión de los Pot Head Pixies, los desorbitados gnomos del Planeta Gong. Todo cuento interesante (… y este lo es sin duda), debe tener un romance. Aquí no falta. Ya desde los comienzos de su largo viaje, Allen se hizo acompañar por quien sería su pareja en tantas felices y coloridas aventuras, una ex profesora de La
El pasado 13 de marzo falleció plácidamente en su natal Australia, el hijo predilecto de la Madre Psicodelia, Dingo Virgin, alias David El Alien, Alias Bert Camembert, alias Divided Alien, alias y mejor conocido como Daevid Allen, personaje capital en la historia del rock, abuelo y promotor de toda una escuela de extraordinarios músicos, que alcanzó su cenit (…y vastas regiones del espacio exterior e interior), como líder fundador de la banda Gong, pero cuyos orígenes se remontan a otras bandas legendarias y remotas como Soft Machine, es decir, las raíces de un vasto árbol de músicos y agrupaciones cuyas ramificaciones e influencia alcanzan y sin duda sobrepasarán nuestros días. Tenía 77 años.
Jaime Antonio Álvarez
Sorbonne, llamada Gilli Smyth, alias Shakti Yoni, alias…Mother Gong. Gong se convierte en comuna rural y se consolida como banda en 1971 con el álbum Camembert Electrique. Aunque no está claro si podemos decir que ese es el primer disco, muchas grabaciones anteriores y posteriores de Allen se atribuyeron luego a Gong, o alguna de sus (muchísimas) encarnaciones, mutaciones y variantes. Lo cierto es que con este álbum
nace la mitología del Planeta Gong: cúmulo de parábolas alrededor de una historia central que dice más o menos esto: “Un egiptólogo compra por error una tetera antigua y dentro encuentra un anillo, que le permite conectarse telepáticamente con los gnomos (o Pot Head Pixies) que habitan el Planeta Gong. El anillo conecta una especie de trasmisión espiritual originada en la llamada Radio Gnome Invisible cuya sede mística se encuentra oculta en las cimas más inaccesibles del Himalaya. Los Pixies, que son verdes y risueños y han alcanzado el Orgasmo Perpetuo, escogen o encuentran por accidente a un individuo en Londres llamado Zero The Hero, a quien revelan su metafísica existencia. Zero (quien en las innumerables caricaturas que inundan los álbumes de Gong se parece mucho a Allen), es contactado por una gata seductora quien en realidad es la diosa Shakti Yoni, la cual le hace beber una poción que lo transporta espiritualmente al mundo Gong, y allí los Pixies le muestran el Sagrado Huevo de Ángeles (Angel’s Egg) manifestación física de unas entidades transcendentales conocidas como los 32 Octave Doctors, descendientes directos del Gran Dios Célula. Los benevolentes Octave Doctors transmiten a Zero The Hero la misión de salvar a la humanidad de sus crasos y pertinaces errores a través de la apertura del Tercer Ojo, lo cual debe ocurrir en medio de un gran Festín de Freaks. A través de un lugar conocido como el Observatorio Bananamoon (pseudónimo del estudio de grabación de Allen), Zero the Hero logra transmitir las instrucciones liberadoras a la banda Gong, mientras los
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Nucleo central de la discografía de Gong con Allen: Camembert Electrique (1971), Flying Teapot: Radio Gnome Invisible (1973), Angel´s Egg (1973), You (1974)
delegados de los Octave Doctors, miran complacidos desde La Compañía de Ópera Invisible del Tibet”. ...y así sucesivamente. Esta utopía fantástica de Paz, Amor y Gozo Alucinatorio es narrada jocosa y musicalmente en varios discos de Gong, cargados de color y excelentes interpretaciones como, Flying Teapot (1973), Angel’s Egg (1974) y el espectacular You (1974), clásico de la psicodelia y el space rock europeo. En ellos participa el magnífico guitarrista Steve Hillage, quizá uno de sus pupilos más aventajados, quien luego en los 90 con System 7 ayudaría a crear la concepción actual de la música electrónica. La actividad de la primera encarnación de Gong se extendió hasta 1976 con el disco Shamal cuando Allen declara que un muro invisible le impedía acceder al escenario y abandona (por el momento) la banda. La realidad es que Daevid y Gilli deciden tomarse un tiempo de retiro para criar a sus hijos como cualquier pareja normal y silvestre, dejando la agrupación en manos de Didier Malherbe y el excelente percusionista Pierre Moerlen.
La escuela Gong
Allen nunca fue un hombre egoísta. No solo dejó que la banda siguiera sin él sino que alentó a los músicos a emprender su
labor creativa sin limitantes y sin que ello significase ninguna ruptura, de modo que partir de 1977, Allen despide la formación original con un increíble concierto en el Hippodrome de Paris (teniendo de telonera a una banda relativamente desconocida llamada Strontium 90 Police Academy, un año después conocida como The Police). El concierto es plasmado en el disco Vive Gong, Gong est Mort. El primer Gong cede el paso a Pierre Moerlen’s Gong y pasa a centrase en formas más cercanas al jazz-rock y a competir en el duro terreno de súper grupos como Passport, Brand X, Weather Report o Mahavishnu Orchestra. Con Moerlen al timón se publican una serie de discos de excelente factura como Expresso, Time is the Key y Downwind. Mientras sus hijos crecen Daevid Allen extiende su sacra bendición y su participación directa o indirecta a nuevos avatares y reencarnaciones de toda índole, Mother Gong, ParaGong, Here and Now… Por ese enjambre de bandas pasó todo el mundo, Bill Bruford fue baterista de gira, Allan Holdsworth prestó sus torturados guitarrazos, Mike Oldfield hace un solo espectacular y memorable en Downwind, y Moerlen le paga el favor tocando la batería versión en vivo de Tubular Bells. Gong se convierte en escuela a la King Crimson y
comparable en términos de buen humor y libertad musical a Frank Zappa y sus Mothers of Invention. Una breve mirada a un listado que solo incluya a las formaciones del tronco central del árbol de Gong nos da la asombrosa cifra de más de cinco docenas de músicos, provenientes de los cinco continentes y de géneros tan diversos como el jazz, el blues, el pop o la música académica. Las sucursales de Gong se multiplicaron en los 80 y 90. Benoit Moerlen, hermano de Pierre funda Gongzilla junto al extraordinario bajista Handsford Rowe. Y la historia sigue, Gongmaison en 1989, discos solistas de Allen como el increíble Now is the Happiest Time of Your Life, grabado con la agrupación mallorquina Euterpe, experimentos con el genial Bill Laswell bajo el nombre de New York Gong y paremos de contar.
La resurrección de Gong
Con sus hijos ya mayores, Daevid y Gilli regresan al ruedo en una nueva versión del Gong original y sorprenden al mundo en 1992 con el album Shapeshifter seguido de una extensa gira. En 1994 con Daevid orbitando los 60 años celebraron su vigésimo quinto aniversario en Londres, y ya cercanos al milenio publicaron el sorprendente Zero to Infinity, que nada tiene que envidiar a los mejores momentos del primer avatar de la banda en los 70. Ese álbum contiene un temazo favorito de todos los fans: “Wise Man in Your Heart”. Por esos años, Allen no solo andaba en aventuras propias sino que se sumó a otras bandas como Brainville 3, University of Errors, Spirits Burning y Big City Orchestra. Obviamente nunca aprendió a dejar de tocar. Así Daevid Allen entra a la década de los 2000 convertido en leyenda, como padre de una obra extraordinaria, iridiscente y plena de una espiritualidad perfumada con los inciensos del humor y coloreada con fantasías pueriles y deliciosas. A pesar de su edad, daba lo máximo en cada concierto y seguía alentando la extensión de sus visiones musicales.
Siglo 21: el Planeta Gong se reinventa
Entre el 2000 y el 2006 usando como telón de fondo el famoso Festival de Arte de Glastombury, encontramos a Allen una Formación de Gong para el disco You (1974)
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Daevid Allen tocando con Gong en Londres, 2010. Foto: Brian Rasic
vez por año, promoviendo la llamada Gong Family Unconvention, evento que agrupa en forma libre a muchos de los músicos que pasaron o pasarían por la experiencia Gong. Ayudado por internet, (instrumento que Allen y sus aliados musicales planetarios comprendieron y usaron muy bien desde sus comienzos) y por el éxito de las Uncoventions, Allen comienza a promover los proyectos de sus amigos y colaboradores y logra extender más aún su estela. En este caso hacia Asia. En 2003 Gong se fusionó con la demencia alucinatoria de los japoneses de Acid Mother’s Temple y producen el desquiciado Acid Mother Gong. Giran con uno de los más brutales bateristas de la historia, Tetsuyo Yoshida. Y así, por fin, Kawabata Makoto, cumple su sueño dorado de conocer a su ídolo y tocar con él. Ahora es el guitarrista de Gong. En el 2007, el incansable Allen ya con casi 70 años a cuestas, mira hacia Sudamérica y establece conexiones en Brasil, reclutando a Fabio Golfetti guitarrista de Violeta de Outono, para formar la Gong Global Family, con quienes haría varias apariciones en vivo y grabaría un DVD. La edad no logró nunca frenarlo. Hubo conciertos en escenarios de lujo como el Queen Elizabeth Hall en 2008. En el 2009, su hijo, Orlando Allen, se encarga de la batería y de toda la logística de la banda en vivo, la cual durante años había sido responsabilidad de su incasable madre, Gilli, a quien Daevid como todo héroe de una buena novela debe mucho en términos de amor y apoyo. Reuniones en el 2010. Viejos amigos se reencuentran. Malherbe suena su flauta
con Gong otra vez. Sucede lo increíble: Hillage regresa. Alguien le preguntó si regresaba definitivamente y éste respondió: “Si Usted hubiese tenido alguna vez la fortuna de haber tocado algo…cualquier cosa… una pandereta o un pito con Gong sabría esto:…nunca nadie se convierte en ex miembro de Gong. Una vez que has tocado con Daevid Allen ya nadie deja Gong del todo…Gong no es una banda, es una manera de hacer música y de vivir…”
El triste e inesperado final
Al final llega el 2014 y los Pot Head Pixies, solicitan que Allen se vaya con ellos. Quién sabe si la noticia se transmitió por Radio Gnome Invisible o si se supo primero en la Compañía Invisible del Tíbet, pero lo cierto es que Allen fue diagnosticado de un cáncer. Nunca lo ocultó ni se mostró abatido. Él mismo lo puso en la web oficial de la banda y aunque la noticia generó mucho pesar, Allen hizo lo posible para no reducir sus apariciones públicas demasiado. Si bien ya no podía tocar en vivo, cuando le era posible se hacía escuchar leyendo poemas en su Australia natal. En enero de este año él mismo reveló en el website que la enfermedad era terminal, y apenas doce días antes de su partida, estuvo leyendo poemas en una de esas librerías donde alguna vez comenzó esta historia. Su poema final, (la declamación puede verse en Youtube) dice así: “Porque, ¿qué cosa es morir más que estar desnudos en el viento y fundirnos con el sol? ¿Qué cosa es cesar de respirar sino librar a nuestro aliento de sus incesantes
Daevid Allen en presentación callejera en Londres, 1982
mareas, de modo que puede elevarse y buscar a Dios? Solo cuando hayas bebido del Río del Silencio podrás en verdad cantar. Solo cuando hayas alcanzado la cima podrás empezar a escalar. Y solo cuando la tierra reclame tus miembros, solo entonces podrás verdaderamente bailar”. Así termina esta historia, pues Daevid Allen fue llamado al planeta Gong. Su ascenso fue musical y pacífico. Sus hijos encendieron bengalas de arco iris mientras entregaban sus cenizas al mar. Esta historia no acaba aquí, muchos hijos de Gong continúan la leyenda del que fuera tal vez el más querido y feliz de todos los músicos de rock de este planeta…y de aquel otro.
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Gran Parque Central, Montevideo Uruguay, (Abril 18, 2015) Fotos: Carlos L贸pez
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Setlist
Detroit Rock City Creatures of the Night Psycho Circus I Love It Loud War Machine (Gene escupe fuego) Do You Love Me Deuce Hell or Hallelujah Calling Dr. Love Lick It Up (con “Won’t Get Fooled Again” de The Who) Bass Solo (Gene escupe sangre y moscas) God of Thunder Hide Your Heart Love Gun (Paul vuela sobre la audiencia) Black Diamond Encore: Shout It Out Loud
Encore
I Was Made for Lovin’ You Rock and Roll All Nite God Gave Rock ‘n’ Roll to You II
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50 AÑOS DE SATISFACCIÓN
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La noche del 6 de mayo de 1965, tras el caótico concierto en el Jack Russell Stadium de Clearwater en Florida, Keith Richards se fue a dormir a su habitación del Fort Harrison Hotel. En medio de la noche se despertó, agarró la guitarra acústica y presionó la tecla REC de su grabador portátil con una melodía en mente. El cansancio, sin embargo, lo venció de nuevo y volvió a quedarse dormido. Al revisar la grabación se encontró con el famoso riff seguido de sus ronquidos. Los Stones estaban en medio de su tercer tour norteamericano, en soporte del disco Now! (1965) uno de los varios editados solo en Estados Unidos con material tomado de los singles y EPs ingleses. La canción “The Last Time” había entrado al Top Ten, pero aún faltaba un golpe definitivo para dar el brinco y consolidar a Jagger y Richards como una dupla de compositores del nivel de Lennon y McCartney. Tras escuchar el riff y a Keith decir que se había inspirado en “I can´t be Satisfied” de Muddy Waters, Mick escribió la letra en diez minutos mientras descansaba en la piscina del hotel. El texto se refiere a los dos lados de Estados Unidos, el real y el ideal, a través de un hombre que busca la autenticidad sin lograrlo. Jagger había percibido durante las constantes giras por el vasto territorio norteamericano el gran comercio que se
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Hace justo 50 años, el 6 de junio de 1965, se produjo el gran punto de inflexión en la carrera de la aún joven banda londinense The Rolling Stones. Desde entonces, el riff y la letra de “(I Can´t Get no) Satisfaction” han pasado a formar parte del inconsciente colectivo y epicentro del repertorio en vivo de la banda. Nuestra investigación nos hace concluir que desde que la tocaron por primera vez en concierto el 3 de septiembre de 1965 en Irlanda hasta el “Zip Code Tour” 2015 por Estados Unidos, la han interpretado más de 1300 veces.
Juan Carlos Ballesta movía alrededor de cualquier cosa, algo que solo años después aprendieron a manejar para ganar grandes sumas de dinero con patrocinios y merchandising. Jagger ha reconocido que esa letra reflejaba su agrio punto de vista del mundo en aquel momento, su frustración e insatisfacción ante todo. El 10 de mayo entraron a grabar a los Chess Studios de Chicago, pero no lograron su cometido y se trasladaron a los RCA Studios de Los Angeles, donde sí pudieron grabar a satisfacción el tema predestinado a convertirlos en los inmortales Stones. Richards usó el recién creado Fuzz Box de Gibson para crear un efecto de saturación que él entendía era para reforzar una sección de metales, que nunca llegó a usarse a pedido del manager Andrew Loog Odham, auténtico impulsor de la canción
que en principio no convencía a los compositores. Jagger le puso su sello, que aún estaba construyéndose, una mezcla de displicencia y rabia contenida, mala educación y desafío al status quo. Charlie Watts, por su parte, aportó un sólido y seco beat de redoblante que junto a la pandereta de Jack Nitzsche (habitual colaborador aquellos años), el bajo siempre acertado de Bill Wyman y el soporte rítmico de Brian Jones, redondearon el inmortal tema. La canción fue incluida en la versión americana de Out of Our Heads, lanzada el 30 de julio de 1965, pero no en la versión británica. En Gran Bretaña fue lanzada como single el 20 de agosto de aquel año, convirtiéndose en el primer número uno mundial que lograban. “(I Can´t Get No) Satisfaction”, fue una pesadilla para él “establishment”. Su lascivo contenido inquietó a padres, profesores y medios. Siempre se dijo que el título era incorrecto por ser una doble negación. A contracorriente se convirtió en un hito. Y a pesar del desgaste que supone haber estado sonando por 50 años y tocada en vivo más de 1300 veces, aún conmociona.
Lテ右LA DESDE CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO