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a Amazonia brasileña necesita librarse de Bolsonaro y sus secuaces
from La Jornada Ecológica
by La Jornada
La Amazonia brasileña ha aparecido recientemente en las noticias internacionales por malas razones: un crecimiento récord en la deforestación, el contrabando ilegal de madera, pescado y drogas, y el asesinato de indígenas y ambientalistas, los últimos bastiones contra los avances criminales de mafias que quieren robar las riquezas de la región o ampliar las fronteras de sus negocios.
Estas organizaciones criminales sin escrúpulos, a menudo aliadas con las autoridades locales, están detrás también de los asesinatos, a principios de junio, del indigenista brasileño Bruno Pereira y el periodista británico Dom Phillips. Los crímenes en la zona, en especial los homicidios con repercusión internacional, deberían haber impactado de forma negativa en la candidatura del presidente Jair Bolsonaro, quien buscó la reelección en los comicios del 2 octubre pasado. Pero no fue así. Lo que es claro es que Bolsonaro debía irse del poder si queremos salvar la Amazonia.
Durante el gobierno de Bolsonaro se desmantelaron dispositivos que protegían los territorios indígenas y no hubo nuevas asignaciones de tierras para los pueblos originarios, además de buscar legalizar la pesca y la minería en esas tierras protegidas por la ley.
Bolsonaro desmanteló la Funai, una institución estatal que apoya a las comunidades indígenas, al igual que el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables. Miró para el otro lado ante el avance de mafias de contrabandistas e incluso retiró de la zona a las Fuerzas Armadas.
En los últimos años de su mandato, Bolsonaro trabajó para desmantelar el sistema de protección legal que se estableció en 1953, a través de una ley federal para los nueve estados que forman parte de la Amazonia Legal. La ley señalaba que es obligatorio que los propietarios rurales de la zona protejan la mitad de la vegetación amazónica dentro de sus fincas. En 2012, una reforma elevó esta protección a 80 por ciento.
Solo en los primeros seis meses de 2022, la selva amazónica perdió 4 mil 789 kilómetros cuadrados, el valor más alto registrado en 15 años de monitoreo por parte de la organización Imazon.
Cuatro de cada 10 brasileños piensan que el gobierno fomenta las ilegalidades en la Amazonia en lugar de combatirlas. Pero quienes es -
En el 2020, Flor de Ucayali, Perú, registró una deforestación de 213 hectáreas, la mayor depredación forestal por año en este pueblo Foto: Comuneros de la zona tán indignados son las élites progresistas urbanas, no la mayoría de la población. Por el contrario, tres de cada 10 brasileños creen que Bolsonaro actuaba correctamente en la región, pese a todas las evidencias en contra.
“Es una lástima que, hasta hace muy poco, la defensa de la Amazonia fuera solo una cuestión de la élite progresista de las ciudades, que era atacada por la derecha por ser supuestamente ingenua. El bolsonarismo se apoya en el triste hecho de que el brasileño promedio no abraza esta causa, que les parece abstracta, lejana”, me dijo la antropóloga Lilia Schwarcz.
Los votantes de Bolsonaro creen que si estos negocios emplean gente y crean riqueza, deberían poder extenderse y arrasar con el bosque. Ni siquiera creen que se deba pro - teger la cultura de los pueblos ancestrales y están a favor de una asimilación forzada. Hay una parte de la población que vive en la propia Amazonia que también piensa como los bolsonaristas. Beto Marubo, miembro de la Organización Indígena Univaja, para quien trabajaba Bruno Pereira y que tiene entre sus objetivos luchar por la protección de 16 aldeas aisladas, me dijo que “el ciudadano promedio de la Amazonia piensa que hay que avanzar sobre el territorio indígena, porque solo los negocios ilegales les dan ganancias y sustento. No hay conciencia de que esto está destruyendo el planeta”. Lo que dice Marubo es muy emblemático de lo complejo que es el problema de la Amazonia. No se trata solo de la actuación criminal de las mafias de contrabandis - tas y narcotraficantes. También es la ausencia del Estado para proveer educación y oportunidades a las comunidades que viven en la selva. Sin educación y sin trabajo, estas terminan obligadas a trabajar para las redes de trabajo ilegal.
Organizaciones como Univaja, que junto con las comunidades originarias buscan proteger el bosque, fueron vistas por Bolsonaro y sus seguidores como enemigos. En la retórica del ex presidente, eran “comunistas” vincu - ladas a potencias extranjeras que estarían tratando de robar la riqueza de Brasil. Marubo y la Univaja también han denunciado que en la Amazonia, donde los habitantes originarios tienen poco o ningún contacto con hombres blancos, el gobierno de Bolsonaro dio permiso de que lleguen cada vez más misioneros de iglesias pentecostales estadounidenses.
“Esto es una plaga, primero porque con un estornudo pueden exterminar a toda una tribu: los indígenas que tienen
En 2014, según el Boletín de Transparencia Forestal de la Amazonia Legal, 59 por ciento de la deforestación ilegal de ese año tuvo lugar en tierras de propiedad privada, 27 por ciento en unidades de conservación y 13 por ciento en asentamientos de reforma agraria. Solo 1 por ciento de la deforestación tuvo lugar en tierras indígenas
Foto: Sue
Branford
poco contacto con el exterior no tienen inmunidad ante las enfermedades. Segundo, es un ataque a nuestra cultura, a nuestra ascendencia, venir aquí a ‘catequizar’ y destruir como ya se hizo antes”, me dijo Marubo.
El ahora presidente Lula, quien durante su primera gestión impulsó acciones para proteger la selva pero no impidió por completo las actividades ilegales, señala la urgencia del tema amazónico en sus discursos después de los asesinatos de Pereira y Phillips.
Pero, aunque Lula tenga más compromiso con esta causa que Bolsonaro, tampoco puede pelearse con los propietarios agrícolas, quienes forman una parte importante del empresariado cuyo apoyo necesita. Para empezar a salvar la Amazonia la derrota de Bolsonaro es un buen punto de partida. La región no está como para otros cuatro años de destrucción. Brasil y el mundo necesitan conservar el bosque tropical más extenso del planeta.
El 60 por ciento de la Amazonia, que cubre 6.7 millones de km 2 en nueve países, se encuentra en Brasil. Según un reciente estudio del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), en 2022 y hasta el 19 de septiembre, se registraron más de 76 mil incendios, la cifra más alta desde 2010.
El resultado es que, siempre según el INPE, de agosto de 2020 a junio de 2021 se han deforestado 13 mil km 2 cuadrados de Amazonia, el equivalente a nueve veces la ciudad de São Paulo. Detrás de
Maria Zuppello Desde San Pablo, Brasil www.infobae.com/