■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 12 de julio de 2015 ■ Núm. 1062 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Graham Greene y r ubén m oheno
dos encuentros con la Iglesia El asombro ante el mundo y el T ao
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Entrevista con S uSana b aca
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rollinG SToneS: ¿la última gira?
12 de julio de 2015 • Número 1062 • Jornada Semanal
BAZAR DE ASOMBROS UNA CIUDAD Y SU FERIA DEL LIBRO Como bien dice Rubén Moheno, traductor y gran conocedor de la obra del narrador y ensayista inglés, “Graham Greene sigue siendo un escritor para mañana” y así lo demuestra el par de textos que ofrecemos a nuestros lectores: el primero a propósito de Colette, la célebre autora francesa, en cuyos funerales la Iglesia católica se negó a estar presente, y el segundo en torno al libro Iglesia y política en América Latina, la Teología de la Liberación y las comunidades cristianas de base. Católico convencido, permanentemente lúcido y crítico, Greene lo mismo encomiaba los gestos más loables de la Iglesia a la que pertenecía, que deploraba los pasajes oscuros de la misma, anticipando en más de un sentido el fenómeno católico actual bajo el mandato del papa Francisco. Publicamos además una entrevista con la cantante afroperuana Susana Baca, una semblanza del narrador belga Jean Ray, un breve artículo sobre la filosofía taoísta y otro sobre el filólogo polaco-argentino Ángel Rosenblat.
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s difícil pensar en Frankfurt sin su Feria Inter nacional del Libro, como lo es también pensar en Cannes o Berlín sin su festival de cine. Para nuestra fortuna, a estas alturas de su historia, ya es imposible pensar en Guadalajara sin su Feria In ternacional del Libro, pues este acontecimiento anual forma parte tanto de la vida cultural como de la vida social de la capital de Jalisco. He asistido a casi todas las ferias, he presentado libros y me han dado generosos premios. Me ha sido posible testimoniar cómo año con año la Feria crece y cómo en sus pasillos las muchachas y los mucha chos se sientan en el suelo, ligan, platican, compran libros el día de la barata, leen, asisten a presentaciones y, por la noche, acuden a los actos artísticos que se celebran dentro de la Feria y repre sentan los mejores aspectos de la vida cultural de las naciones homenajeadas en cada una de las ediciones. El premio que inicialmente llevaba el nombre de Juan Rulfo y que ahora se entrega en la sesión inau gural, tiene ya un lugar especialísimo en el desarro llo de la literatura escrita en las lenguas latinas. Lo han recibido escritores notables de distintas lati tudes: España, Chile, Argentina, Brasil, Perú, Cuba, México... Al lado del Cervantes, el premio de la Feria de Guadalajara puede ser considerado como uno de los galardones principales de la literatura de los paí ses que tienen como raíz la lengua latina. Recuerdo, entre otros nombres, el de Juan José Arreola, Nica
Hugo Gutiérrez Vega nor Parra, Juan Goytisolo, Olga Orozco, Julio Ramón Ribeyro, Claudio Magris, Pierre Bonneffoy, Fernan do del Paso, Sergio Pitol, Carlos Monsiváis... En el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, her moso edificio que alberga dos de los principales murales de José Clemente Orozco, se exhiben los bustos de los premiados por la Feria del Libro. Tiene la Feria un aspecto de difusión cultural de gran importancia, pues no sólo alberga las múltiples presentaciones de libros, sino que tiene activida des musicales y, a últimas fechas, presenta algunas exposiciones en distintos locales de su ciudad sede. Para atender otros aspectos de la vida cultural, la Feria entrega premios a la literatura femenina y al periodismo cultural y tiene una serie de actividades paralelas en distintos rumbos de Guadalajara y de otras ciudades del estado de Jalisco. Es ya muy rico el anecdotario de los treinta años. Lo forman tanto los ponentes, los premiados y los presentadores de libros como el público que llena salas y pasillos y aprovecha todas las oportunidades para adquirir los libros que necesita para leer duran te un año en espera de la próxima reunión. Uno de los días feriales se dedica al intercambio comercial en el que participan las casas editoras de todos nuestros países. Este aspecto tiene una im portancia especial en el desarrollo de la cultura del libro y de la promoción de nuevos valores literarios. Han venido a la Feria en calidad de invitados y ho menajeados varios países y ciudades. Recuerdo a Chile, Argentina, algunas autonomías españolas, Quebec, Italia... Llegan con sus escritores, artistas plásticos y musicales y, fundamentalmente, con sus libros, revistas y, de acuerdo con nuestro tiempo, con sus programas virtuales. La Feria se mantiene al día en materia tecnológi ca y, sobre todo, en las nuevas manifestaciones vir tuales de la producción y difusión de los libros, pero rinde homenaje a la palabra escrita, al rumor del papel y al aroma de la tinta, en fin, a todos los em blemas de la galaxia de Gutenberg
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Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
jornadasem@jornada.com.mx Aspectos en la FIL de Guadalajara. Foto: Arturo Campos Cedillo/ La Jornada
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Portada: Saber creer Collage de Marga Peña
Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo gutiérrez Vega, Jefe de Redacción: LuiS toVar, Edición: FranCiSCo torreS C órdoVa , a Leyda a guirre r odríguez y r iCardo y áñez , Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo g arCía n oriega , Diseño de portada y dossier: marga Peña, Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a LeJandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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Rosenblat y la filología
Leandro Arellano DE ORIGEN POLACO, SE ESTABLECIÓ EN VENEZUELA, DONDE DESARROLLÓ UNA AMPLIA LABOR ACADÉMICA
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na tendencia natural y lecturas varias en diferentes etapas nos aficionaron a esa rama sigilosa e ilimitada que es la filología. La devoción por Alfonso Reyes nos había inducido al trato con maestros y autoridades en esos terrenos: Rufino José Cuervo, Ramón Menéndez Pidal, Amado Alonso y varios más. Más cercana en tiempo, la lectura de Los mil y un años de la lengua española y otras obras de Antonio Alatorre ocupan un lugar decisivo en ese sentido. A partir de entonces –bien que no fueron pocas las lecturas precedentes–, aquella afición se tornó recurrente y metódica. Ya en nuestra etapa rumana, un día de muertos organizamos en el Instituto Cervantes de Bucarest un seminario sobre los modismos de los países hispanohablantes, con la participación del maestro Ricardo Senabre, de la Universidad de Salamanca. En todo caso, creo recordar, que de Alatorre tuve la primera referencia de Ángel Rosenblat. Éste fue un hombre con una pasión profunda por las palabras –el Humboldt de las palabras, lo llama Mariano Picón Salas, su compatriota. Rosenblat nació en Polonia en 1902, pero sus padres lo llevaron a Argentina cuando contaba con seis años. En 1930 viajó a Berlín y de allí se trasladó a Madrid, acosado por el antisemitismo. Trabajó en el Centro de Estudios Históricos de Madrid con Ramón Menéndez Pidal. En 1946 se estableció en Venezuela, donde desarrolló una amplia labor académica. Fundó el Instituto de Filología Andrés Bello de la Universidad Central de Venezuela en 1947, que dirigió hasta su muerte, el 11 de septiembre de 1984. Se cumplieron treinta años de su muerte, pues, en septiembre del año pasado. En México fue imposible conseguir alguno de sus libros. En Caracas tampoco se hallan con facilidad en librerías comunes, descubrimos más adelante, a pesar de ser extensísima su obra. En La Gran Pulpería de Caracas, una de las grandes librerías de segunda mano, sin embargo, pudimos allegarnos una media docena. Comenzamos la lectura por un tomito simpatiquísimo, Temas navideños, editado por Monte Ávila Editores en 1973, en el que Rosenblat hace una historia amorosa y documentada de los aguinaldos (villancicos, cantos navideños), de los pesebres o nacimientos y de las hallacas, la variante venezolana de los tamales mexicanos. El nombre de Venezuela fue la siguiente lectura. La edición que obtuvimos es un librito pálido, publicado en 2000 como un homenaje al autor. Como el nombre lo
indica, Rosenblat rastrea la historia, antecedentes y elementos formativos del nombre de otra Venecia –como designaban los conquistadores a las poblaciones asentadas sobre el agua–, desde el arribo de los españoles al continente hasta el siglo xx . Un conjunto de ensayos y estudios, una especie de antología breve en conmemoración del filólogo, constituye Páginas, editado por el Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar, en 1990. Rosenblat hace un homenaje a Andrés Bello y discurre sobre las aportaciones lingüísticas del maestro latinoamericano en otro tomito titulado El pensamiento gramatical de Bello, editado por el Ministerio de Educación en 1965. De la Gramática, de Bello anotamos dos opiniones centrales de Rosenblat: “La Gramática de Bello es el primer gran cuerpo de la gramática castellana”, y “En gramática castellana se puede estar en contra o a favor de Bello, pero siempre a merced de Bello.” El sentido mágico de la palabra (Universidad Central de Venezuela, 1977) reúne una serie de estudios ya más especializados. Son textos, como toda su obra, sin la aridez que podría suponerse en materia tan especializada. Además del estudio que da título al libro, contiene “Fetichismo de la letra”. En él dedica uno de sus capítulos a la “x” de México, que sacaba de quicio a Unamuno. Por cierto que también Rosenblat prefiere y elige como correcta la “j” para México, al estilo peninsular. Pero justicieramente cita el dicho de Alfonso Reyes sobre el asunto: “Le tengo apego a mi x como a una reliquia histórica.” Y, lo sabemos, en asuntos de lengua el uso es ley. “El castellano de España y el castellano de América” es otro estudio del libro, uno de los más interesantes; contiene la visión del turista en México y otros países de la América hispánica, con los consiguientes modismos particulares. Los estudios que completan el libro son “Lengua y cultura hispanoamericana: tendencia actuales”, “El criterio de corrección lingüística: unidad y pluralidad de normas en el castellano de España y América”, “La gramática y el idioma” y “El futuro de nuestra lengua”. En Buenas y malas palabras (1956) se recoge gran parte de su trabajo sobre el español de Venezuela. Su obra comprende también estudios sobre Sarmiento y Unamuno, Ortega y Gasset, el Inca Garcilaso de la Vega, Montalvo, Amado Alonso –de quien fue discípulo–, Mariano Picón Salas y otros. Conocedor de palabras, signos y conceptos, en otro de sus estudios recomienda “no confundir el mundo ob-
jetivo con el mundo gramatical. En el objetivo hay seres y cosas y en el gramatical hay nombres o palabras”. De modo que una de sus mayores obras es La lengua del Quijote, editado por Gredos en 1971. Sus virtudes son varias. Entre otras, el que no sea un catálogo de lugares comunes sobre el Quijote. Carece también de ciertas necedades en las que recalan algunos “cervantistas” o autores patrimonialistas del español, como si la lengua no fuese herencia de quienes la hablamos. Es, sobre todo, un ensayo en el que Rosenblat estudia la lengua del Quijote desde las perspectivas literaria, estilística y gramatical, una lectura que puede disfrutar no sólo el especialista. La Biblioteca Ángel Rosenblat, editada por Monte Ávila, reúne en once tomos la obra completa del filólogo. Hemos tenido acceso a ella en visita reciente al instituto que él dirigió, el cual preserva su labor frente a toda adversidad. La directora y las investigadoras continúan la obra iniciada por este varón que se mantuvo huyendo por décadas de la persecución fascista. El inmenso y acreditado Fichero que ahí se preserva y cultiva –iniciado de su puño y letra–es un emblema de la voluntad civilizatoria. Y como si sondeara nuestras entrañas, la directora del instituto nos desafía: “¿Qué le parece si editamos la correspondencia de Alatorre y Rosenblat?”
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CREACIÓN
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Amores fragmentados
Magia
Febronio Zatarain
Diego Armando Arellano
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l azar me envió una mujer de treinta y cuatro años (veinte menos que yo), y su abandono me hizo escribir en cinco meses más de cuatrocientas páginas. La semana pasada me cayó una de veintiuno. ¿Qué quiere el azar? ¿Que me vuelva un Tolstói? La muchacha de veintiún años vendrá a verme. (Es su tercer día consecutivo.) Espero tener la grandeza de Renato Leduc, quien siendo un octogenario prefirió a una jovencita compartida que a una sesentona para él solo. La muchacha quiere que me vuelva una fuente. Le cuesta trabajo entender que mi líquido es invisible, que me sale por los dedos, por los dientes, por la piel. Qué desfachatez la del enamoramiento: se para frente a mí luego de haberme puesto en ridículo. Hay de humores a humores. El que brota de una vulva a lo largo de una jornada laboral me pone en la barra de una cantina de albañiles; en cambio, el producido en las horas de ajetreo sobre la cama es una luna recién llovida sobre la yerba de la mañana.
Nunca me había regocijado un día del padre. ¿Será por las tres llamadas de mis hijos o por la cuarta de esta muchacha que acaba de adoptarme? La muchacha que viene a verme me llama a veces papaíto, y no me siento tan seguro con ese mote; pero cuando me llama mi bebé, me acurruco en sus brazos. Esta mañana se despidió la muchacha diciéndome que de seguro volvía esta noche. Me acaba de mandar un texto: Mi amor, no voy a poder ir hoy, voy otro día. Si esa noticia me borró el piso, qué será de mí cuando ella desaparezca. Hace una hora me mandaste un texto: Anoche me reconcilié con mi novio, lo siento. Ahora me toco el chupete que me hiciste en el cuello la última vez que nos vimos; me lo he estado tallando con un penny, como me dijiste, para que se me borre… Quiero preguntarte algo, ternura: el chupete que me dejaste en el corazón, ¿cómo le hago para que se me borre?
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El Diablo roba al bebé y deja a un changeling, principios del siglo XV, detalle de La leyenda de St Stephen, de Martino di Bartolomeo Fuente: CC/ wikiwand.com
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l bebé era horrible. Daba la impresión de que había pasado un camión encima de él. Estaba arrugado y rojo cuando lo trajeron. Me dieron pocas ganas de abrazarlo. Luego llegaron la abuela, los tíos, los primos y trajeron muchísimos regalos para él. No cabían en el cuarto. Su cuna era enorme y parecía el casco de un jugador de futbol americano. Daban ganas de echarse a dormir allí. Posiblemente yo nunca había tenido ninguno de esos obsequios. No conservaba zapatito ni camiseta u osito de peluche. No había una sola fotografía que me hiciera pensar lo contrario. El bebé comenzó a dar indicios de su talento. Y yo empecé a quedarme corto a su lado. Pasaron los meses y era imposible no quererlo con todas esas gracias que hacía. ¿Han visto a un bebé que haga calambritos? Era su manera de ganarse los mimos y las caricias de todos. Hasta eso, jugaba limpio. Mi abuela llegó a vivir a casa y ocupó mi recámara que era azul y tenía un librero rojo que me gustaba mucho. Dormía en mi cama y dejaba sus pinturas sobre el librero. Una vez se le tiró algo que manchó una de mis estampas favoritas. Ella estaba obsesionada con el niño y quería tenerlo para ella todo el tiempo. Con la llegada de la abuela, mi padre armó una camita que sacó del sótano para que yo durmiera en ella. Estaba llena de polvo y me puso a limpiarla una mañana en la que me acarició el cabello varias veces. Mi padre tenía linda sonrisa. La cama era incómoda y rechinaba cada que me movía. Un día me quedé boca arriba, y creo que así dormí toda la noche porque al despertarme estaba en la misma posición. Una noche, mientras mis padres dormían, me acerqué muy despacito a la cuna del bebé. Para mi sorpresa él tenía sus ojitos muy abiertos. Me reconoció y me sonrió con muchísima alegría. Le di un beso en su boquita y me marché. Él había dejado de ser feo. En ese mismo rato abrí una de las ventanas, trepé por las escaleras de servicio y llegué a la azotea. Me puse a ver el cielo. Descubrí que en el cielo pasaban cosas increíbles durante la noche. Vi que dos estrellas se movieron muy rápidamente hasta desaparecer: ¡Magia! ¡No podía ser otra cosa! No supe a qué hora me quedé dormido. Después amaneció y me dolía muy fuerte la garganta. Luego oí venir el sonido de una ambulancia y la sirena de una patrulla de la policía. Se instalaron afuera de casa. Escuché los gritos de mi madre, los reclamos de mi padre y el llanto de mi abuela. El bebé también lloraba. Supe, en ese mismo instante, que había pasado algo increíble
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VOZ INTERROGADA
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Afrodiáspora:
del fuego y del agua SU NUEVA CREACIÓN REÚNE EL SUFRIMIENTO DE LOS ANCESTROS AFRICANOS A LO LARGO DE AMÉRICA
Foto: Monocityjim/ bajo licencia Creative Commons CC-BY-SA-3.0 Fuente: commons.wikimedia.org
entrevista con Susana Baca Esther Andradi Cuando los pies desnudos de Susana Baca (Lima, 1944) tocan el escenario, se produce una alquimia entre ella y su público: se llora, se canta, se ríe, se siente. Su menuda figura y su sonrisa abierta abrazan el corazón de los oyentes, que vibran junto a ella como una sola cuerda. El baile, los tambores, las voces, los susurros que Susana despliega, generan una energía que moviliza todos los mitos del continente. Afrodiáspora, su nueva creación, reúne el sufrimiento de los ancestros africanos a lo largo de América, las humillaciones de los pueblos originarios y el mestizaje; son los sonidos de la sanación. A finales de los setenta en Lima, el nombre de Susana Baca era el secreto mejor guardado entre los grandes músicos y poetas de la música peruana: Chabuca Granda, César Calvo, Nicomedes Santa Cruz. La volví a encontrar en Buenos Aires en los noventa, cuando su voz única había sido “descubierta” por David Byrne, quien la incorporó en su recopilación
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recí en un mundo de ascendencia española. En Lima se resaltaban los valores europeos. Yo aprendí a vivir como afrodescendiente y a bailar con la música que se hacía en la casa, porque esa música no se oía en las radios ni había grabaciones, sólo se practicaba en el ghetto familiar. Cuando vinieron a elegir chicas del grupo para la danza en la escuela, pues pensé que a mí me iban a elegir porque mi madre me enseñó a bailar. Pero sólo eligieron a las niñas blancas y las niñas negras no aparecíamos. Entonces sentí en carne propia esa cosa de separar, de segregar. En la escuela no nos enseñaban estas músicas, pero en la casa sí. Y sabíamos que estos ritmos eran nuestros, y cuando te levantabas a medianoche para espiar lo que estaban haciendo los grandes y veíamos a las abuelas bailando la zamacueca, decías: “¡Qué maravilla, esto es mío!” –¿Ha cambiado Perú desde entonces? –Muy poco, y hay racismo porque en gran parte no nos conocemos, no conocemos lo valiosa que es la cultura del otro: el quechua por ejemplo, el aymara, que nos hace un país con una densidad poética inmensa. El Perú es un país de poetas precisamente por esa mezcla que tenemos, “todas las sangres”, como decía Arguedas, ese hombre maravilloso. –¿Cómo reconstruir la memoria? –Es difícil, porque el pasado fue como borrado. Pasó a ser una vergüenza ser negro. Cuando hablabas con los viejos decían: “Sí, pues, eso eran los negros”, y cuando les preguntabas decían: “Pues no me acuerdo, eso fue el tiempo de los esclavos.” No recordaban, no querían recordar, porque fue una presión muy grande ser esclavo, ser descendiente de esclavos, hay el deseo de esquivar, pero hoy los jóvenes ya no quieren esquivar nada, aceptan que son afrodescendientes, son felices de serlo, somos diferentes, se califican diferentes, pero se sienten en igualdad de derechos con los demás.
El alma del Perú Negro. El músico escocés incluyó reúne la sabiduría y belleza de la dedicación de Susana Baca a la recuperación de la música afroperuana. La reencontré en Berlín, cuando ya investida como ministra de Cultura de gabinete del presidente Ollanta Humala, el público la ovacionó varios minutos de pie. Y aunque su cargo duró lo que un suspiro (en diciembre de 2011 presentó su renuncia junto a otros ministros del gabinete), su designación fue un símbolo que ella sigue cantando: la inclusión de la cultura afroamericana en la vida peruana.
–¿Cuál es la característica especial de la música afroperuana?
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Y sabíamos que estos ritmos eran nuestros, y cuando te levantabas a medianoche para espiar lo que estaban haciendo los grandes y veíamos a las abuelas bailando la zamacueca, decías: “¡Qué maravilla, esto es mío!”
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“María Landó” en ese trabajo, interpretación que
–La música afroperuana tiene una peculiaridad: no estaba nombrada. La música “criolla” englobaba el festejo, el landó, la zamacuenca. Con el trabajo de Nicomedes Santa Cruz, y el mío propio, hemos dedicado tiempo a recopilarla, a separarla para estudiarla, para hacerla evidente. Había que sacarla de ese conglomerado, hacerla visible, para que la gente la reconozca como suya y se sienta orgullosa de su aporte. Es decir, diferenciarla para poder incluirla. –Cuéntame de Afrodiáspora, tu nueva creación. –Ha sido un trabajo muy hermoso, que nos llevó mucho tiempo. Hemos trabajado con artistas invitados, con amigos y compañeros, como René Pérez, de Calle 13. Este disco es una fiesta, una fiesta de africanidad. Celebramos nuestra africanidad en América, eso es Afrodiáspora. –Un viaje intenso... –Un viaje por muchos países, por muchos ritmos, por muchas maneras de sentir la música desde la raíz de los afrodescendientes. Es el recorrido por la diáspora africana, los africanos traídos a América que en condiciones de esclavos se situaron en diferentes regiones. Fueron aportando a cada país su manera de ser, su cultura. En nuestro país se da la mezcla de lo español, de los pueblos originarios del Ande y la selva, y de lo afroperuano. Es una mezcla de tres encuentros de culturas muy fuertes y resulta una música muy especial. Fue muy grato trabajar los ritmos de Puerto Rico, allí la diáspora dejó dos ritmos tan especiales como la “plena” y la “bomba”. Hemos trabajado los Tambores de Miranda de Venezuela, un folclore poco conocido. Son los tamboreros que celebran la fiesta de San Juan en esta región de Miranda, en Venezuela. También está México con un huapango, era increíble ver cómo un tondero peruano podía moverse junto al huapango, y los músicos mexicanos tocaron huapango y los peruanos tocaron tondero y se encontraban. Es eso: la música hace que nos juntemos, que nos entendamos. Yo siento eso con la música. –El viaje los llevó hasta Nueva York. –Hasta allí llega la diáspora, por supuesto. Viví en Nueva Orleans un tiempo y me sacó el huracán Katrina. Fue para mí una revelación este lugar, una música extraordinaria, una vivencia musical muy fuerte. En esa canción pasamos del funk al festejo, al ritmo afroperuano. Fue también muy fácil para los músicos del sur de Estados Unidos pasar con sus trombones a tocar en el 6 por 8, el compás nuestro. –¿Y la colaboración con René Pérez de Calle 13? –Muy linda. Él es de mucho temperamento, incluyó unos versos que él mismo recita en medio de mi canción: “Hasta a las palmeras les salen piernas cuando se escuchan los tambores.”
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Ricardo Guzmán Wolffer
Pe ñ a
ESCRITOR BELGA DE RELATOS FANTÁSTICOS Y DE TERROR. CREA DEMONIOS LITERALMENTE PERFECTOS
prodigioso
Jean
Ray dencia la fragilidad humana por habitar espacios incomprensibles que aparentan ser comunes. El terror en el enfrentamiento con las voces de la primera parte es tal, que lleva a los personajes a dudar de la coherencia del universo y a buscar asirse a lo conocido: “Traté de encontrar las palabras de contrición suprema que nos reconcilian para siempre con Dios”, pero no lo logra y perece. Eso mismo se repite en la segunda parte, cuando el narrador entiende que es el único capaz de advertir la existencia de ese tramo de espacio. Y duda: “¿Qué leyes rigen este espacio desconocido?” “Hubiera podido hacer curiosas observaciones en cuanto a la yuxtaposición de esta loncha de un cosmos desconocido sobre el nuestro.” Afín conceptual a Poe, el personaje busca en su ascendencia la causa para ese extraño privilegio de mirar la puerta a otro universo, enclavado en el nuestro. Y recuerda a su extraña abuela, que balbuceaba dudas sobre si su nieto podría volver de esos lugares a los que ella había ido. Durante su funeral, “cuando se encendían los cirios, un inmenso pájaro de tempestad rompió los cristales de la ventana y fue a agonizar sangrante y amenazador, sobre el lecho de la muerta”: incluso la naturaleza cae ante tal artificio perturbador. Finalmente, un día entra en una casa para robar un plato que vende carísimo al anticuario del lugar. Todos los días roba el plato y siem-
ge dig
ital: M
El
Colla
L
a obra de Jean Ray (Bélgica, 1857-1964) es vigente por la sorpresa causada por su fantasía de múltiples implicaciones. Uno de sus principales libros es Los 25 mejores relatos negros y fantásticos, que incluye “La callejuela tenebrosa”. Es un texto que a muchos les sonará a Borges, por su premisa: en medio de la ciudad hay un callejón que no existe, excepto para el narrador. Aparentemente nadie vive en esa calle, sólo hay casas de una geometría peculiar: no aparece en los mapas, nadie sabe de su presencia, pero contiene tesoros de alcances ni siquiera soñados. Además, presencias lastimeras pero asesinas habitan otro inmueble. “La callejuela tenebrosa” está dividida en dos partes: “El manuscrito alemán” y “El manuscrito francés”. En el primero estamos dentro de una enorme casa, donde seres inmateriales se esconden en las habitaciones. Los ruidos y los susurros son el prefacio de la desgracia para cada uno de los habitantes. En cierto momento, escuchan atrás de una pared ruidos indefinibles, “como si caracolas gigantes hiciesen alternar sus tumultos de muchedumbres lejanas”. Un hombre que se asoma por la ventana pierde la cabeza. Es una variante del género gótico, pues en medio de la casa maldita están los invisibles seres espantosos que causan desasosiego con sus lamentos y luego con asesinatos a su paso. “El manuscrito alemán” concluye con la casa envuelta en llamas. Es la muerte misteriosa dentro del lugar habitado: el horror intramuros, en violación del lugar más personal, donde vivimos y pernoctamos. Lo subjetivo es agredido. En contrapartida, “El manuscrito francés” cambia el núcleo de lo tenebroso: esta calle es misteriosa por romper con todas las leyes físicas conocidas. Así, lo objetivo es inasible: si en la primera parte se perdía la seguridad del recinto individual o familiar, en la segunda toda la ciudad está en peligro: hay zonas ajenas a cualquier raciocinio por romper con los principios básicos de la realidad tangible; el más evidente, que no puede ser percibido por todos: lo externo se impone sobre lo subjetivo, algo ajeno a la realidad compartida existe sin importar nuestra percepción de la misma. En la fantasía de Ray no hay continuidad de la realidad: propone que una parte del mundo puede ser inasequible. Con ello se emparenta con autores como Lovecraft, al coincidir en la amenaza de lo cercano, donde se esconde lo terrible: en este texto de Ray, la simple falta de continuidad en una acera, comprobada por el narrador, evi-
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Para Raquel y Alberto
pre reaparece uno nuevo en el mismo lugar de la misma casa. “¿No será la condenación la repetición sempiterna del pecado por la eternidad de los siglos?”, y nos recuerda al Aleph borgesiano. Un día, en sus temerarias incursiones al callejón misterioso, el narrador encuentra una nueva puerta en medio de las casas y un extraño ruido que brota de ahí lo sigue como una suerte de nube invisible. Entonces los asesinatos llegan a la ciudad y desaparecidos y muertos se relacionan con el lugar del callejón invisible, como si los cadáveres marcaran el paso de ese otro universo con señales sangrientas, pues estos crímenes “son golpes fáciles para seres invisibles”. Entre la irrealidad de la calle inexistente, de nuevo Ray toma la presencia de entes inasibles para justificar la sangre que salvajemente se ha derramado, aparentemente por la intrusión del narrador; es un mundo desconocido, incomprensible, al que uno puede apenas asomarse, pero no logra detener la furia que ahí se ha incubado por miles de años. “Me doy cuenta, cada vez más, de que la calle y sus casitas no son más que un disfraz, detrás del cual se oculta yo no sé qué horrible cara.” Al final sabemos que existieron esos seres, pues una de las víctimas (sobrevive unos minutos con los brazos arrancados) alcanza a describirlos como vapores antropomórficos y el narrador decide quemar la calle con sus asesinos habitantes. En su último robo encuentra hojas con “una escritura elegante de mujer” y cierra su manuscrito con el señalamiento de las striges (demonios femeninos alados), “aves nocturnas” en el griego original (con lo cual empata a la abuela de la primera parte, por recibir al ave agonizante en el féretro), enlazando con esa sola mención los dos segmentos del cuento y explicando qué ente maligno ha causado tantas muertes; después atormentará a los descendientes del anticuario que vendía las piezas robadas a una anciana alta “con ojos de pulpo en una cara inaudita”, por conservar el oro maldito, tan usado y amado por los nuevos avaros. Se trata de demonios literariamente perfectos y una calle imperceptible con alcances metafísicos. Apenas un cuento de un autor magnífico
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12 de julio de 2015 • Número 1062 • Jornada Semanal
El asombro ante el mundo y el Tao Manuel Martínez Morales
Para Santiago Gutiérrez Martínez quien, asombrado, comienza a conocer el mundo. A mí también me han contado todos los cuentos lo que no me dijeron es que, además, todos los cuentos tienen copy right.
RECOGE LAS ENSEÑANZAS DE LAO-TSÉ “DE LO QUE NO SE PUEDE HABLAR ES MEJOR NO DECIR NADA”: L. WITTGENSTEIN
Antonio Orihuela
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l asombro ante el mundo brota en cuanto es removida la pantalla pletórica de símbolos levantada por la cultura. Por eso el niño se asombra y emociona al escuchar cualquier sonido, al mirar un objeto cualquiera o al comprobar que puede actuar sobre el mundo; aún no es sujeto de la cultura, ignora aún los signos culturales. Una vez prisionero en la trama cultural, el adulto es ajeno al asombro o, en todo caso, acepta sucedáneos de éste; asombros artificiales mediados –ineludiblemente– por el andamiaje cultural. Creemos admirarnos ante los avances de la ciencia y la tecnología, pero somos incapaces de sorprendernos de estar vivos... es sencillamente asombroso que exista el mundo tal como es y que existan ojos para contemplarlo. Tal vez por esto algunas escuelas filosóficas se orientan a la contemplación del mundo más que a su descripción y análisis, enfatizando que “la verdad” se encuentra más allá de las palabras (“De lo que no se puede hablar es mejor no decir nada”: L . Wittgenstein). Pero, paradójicamente, nos es dado trascender la cultura, nuestra cultura, sumergiéndonos a fondo en ella. Es decir, avanzando más allá de los signos elementales de identidad cultural –hábitos, códigos de conducta y creencias– para llegar a la raíz del concepto mismo. Si se quieren trascender los códigos y las formas conceptuales en las cuales la ciencia refleja al mundo, será necesario calar a fondo en las profundidades de las teorías científicas. Ahí, llegando a los límites del conocimiento, se encuentran las aberturas que permiten atravesar al otro lado del espejo, al otro lado del lenguaje de la ciencia. (Los límites de mi lenguaje son los límites de mi pensamiento.) El Tao Te Ching recoge las enseñanzas de Lao-Tsé, filósofo chino que vivió entre los siglos Vi y V aC . El principio y fin de todas las cosas en el mundo es el Tao, pero éste es en esencia lo que está más allá de los constructos culturales: “El Tao que puede ser expresado con palabras no es el eterno Tao.” En alguna otra parte del sagrado libro se dice que cuando el hombre inferior oye hablar del Tao, se ríe a carcajadas. Si no produjera risas, no sería el Tao. El Tao Te Ching no expone doctrina alguna; el libro no sigue un orden temático, analítico o cronológico, no desarrolla líneas argumentales ni relata historias. Todo se desenvuelve en metáforas, insinuaciones, ambigüedades y frases incomprensibles: “Cuando se considera el Tao, en su vacuidad, parece imposible llenarlo.” El Tao no se aprende, se practica. Es otra forma recuperar el asombro ante el mundo, otra forma de trascender las mediaciones culturales. Asombrarse del mundo, abandonarse al Tao, no significa en modo alguno negar su materialidad. Por el contrario, significa asumir la materialidad y la unidad del mundo en toda su plenitud. La exacerbación de la filosofía en su forma oriental, la meditación a fondo sobre los conceptos científicos o el ejercicio del Tao están lejos de ser formas de escapismo de la realidad. Más bien conducen al centro preciso y concreto de la vida individual y social, así como también al materialismo dialéctico, por supuesto. A continuar, siquiera por curiosidad por ver qué me espera después de la siguiente puerta del pasadizo de la izquierda…
Se trata de reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve
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Estatua de Lao-Tsé en Quanzhou, ciudad-prefectura de la provincia de Fujian en la República Popular China Bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0. Fuente: www. wikiwand.com
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GRAHAM
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Colette y el agua bendita, Collage digital: Marga Peña
dos encuen
EL ESCRITOR SUPO PREVER EL LEVANTAMIENTO QUE SE FRAGUABA EN UNA REGIÓN DE HAMBRE, MONTAÑAS E IRRESPONSABILIDAD
COLETTE Y EL CARDENAL
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raham Greene ofrece aquí un modelo ejemplar para la demolición de un pedestal de poder sin faltar al respeto a nadie, en sentido estricto. Este poema parece un instructivo sumamente útil para coadyuvar en la enmienda de un pastor extraviado (que los ha habido siempre). Digo poema, pues Greene se encuentra por derecho propio en la tradición del Dante, quien situó al arzobispo Ruggieri en uno de los peores círculos del Infierno, sumido en un pozo de hielo, en compañía de su aliado y adversario –traidores ambos y egoístas–, un cuerpo sobre el otro, como un rufián royendo el cráneo del otro. Es el caso de Bonifacio Viii , Papa que sólo reconocía el poder del derecho escrito, de la fuerza armada o económica. En cambio Dante, poeta y filósofo, platónico y místico, sólo admitía –como señaló Giovanni Papini– la soberanía del espíritu en sus más altos valores. Todo lo que se conoce hoy día de Bonifacio Viii se debe a los versos de los dos más grandes poetas de su tiempo, Jacopone da Todi y Dante, que describen su infamia. La Historia y la actualidad nos dicen de la fecunda labor del papa Francisco, que tan legítima admiración ha despertado con sus logros concretos en Siria, Cuba, Palestina; es particularmente ardua e importante también al interior de la propia Iglesia. Se hace evidente que necesita el apoyo de ateos y creyentes, si sólo recordamos al tan controvertido e influyente Juan Pablo ii . Bien mirado, el presente escrito de Greene ofreció una oportunidad para la contrición a un elevado personaje, Maurice Feltin, entonces cardenal, arzobispo de París, para que aprovechara sus valiosos sentimientos de culpa, si los tuviere, o los improvisara, que nunca es tarde. Uno de los motivos aparentes para que Feltin negara ceremonias fúnebres de la Iglesia a Colette (Sidonie Gabrielle Colette, 1873-1954) fue que “la escritora de prosa más importante del siglo xx ” se divorció de su primer marido, el periodista y escritor Henry Gauthier-Villars, llamado Willy, catorce años mayor que ella, quien introdujo a la joven en el mundo de las letras y de las artes, donde encuentra a Marcel Proust, Claude Debussy y Marguerite Moreno. Pero Willy la engaña continuamente, la obliga a escribir y la despoja de su trabajo. Colette tuvo que esperar hasta 1904 para poder firmar con su propio nombre Dialogues de bêtes. Los primeros trabajos de la escritora, cuatro libros de la serie Claudine, aparecieron con la firma de él. ¿Es para sorprender que ella quisiera divorciarse? Y que luego tuvo otro divorcio. Ahora hasta el Código Civil mexicano acepta el divorcio por la mera voluntad como causal. La carta abierta al cardenal arzobispo de París, que Greene hizo publicar en Le Figaro Littéraire el 7 de agosto de 1954, recibió un alud de respuestas adversas. La de François Mauriac –muy admirado por Greene– se encontraba entre ellas. Evelyn Waugh, amigo personal de Greene y también compañero de fe (aunque, en su caso, una fe ortodoxa y conservadora), comentó a un tercero que la carta de su amigo era fatua e impertinente; que el día del entierro de Colette, Greene estuvo en un almuerzo bebiendo con sus amigos frogs (término despectivo inglés para referirse a los franceses, por la afición de sus paladares a las ancas de rana), y que andaba achispado (tipsy) cuando escribió esta página. La gran escritora recibió en su funeral honores de Estado y contó con la presencia de cientos de personas. Greene comentó que el día en que asistió a los funerales de la autora de Cheri, La Gata, Gigi y tantas obras más, sí andaba tipsy, pero no de alcohol sino de rabia. En ese estado bullente escribió, hizo traducir al francés y publicar, el mismo día, su breve monumento literario que llega hasta nosotros. En otra parte señaló una moral para el conservadurismo y el cristianismo: “deberían ser imposibles compañeros de cama” R ubén M oheno
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Colette en 1932. Dominio público. Fuente: wikiwand.com
CEREMONIAS FÚNEBRES DE COLETTE Graham Greene Su Eminencia
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quéllos de nosotros que amábamos a Colette y sus libros nos reunimos hoy para rendirle honores en una ceremonia que debió parecer extrañamente trunca para los católicos presentes. Estamos acostumbrados a orar por nuestros muertos. En nuestra fe los muertos nunca se abandonan. Es un derecho de toda persona bautizada católica que un sacerdote le acompañe hasta la tumba. Ese derecho no puede per-
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REENE
ntros con la Iglesia derse –como puede perderse la ciudadanía de una patria temporal– por falta o delito, porque ningún ser humano es competente para juzgar a otro, ni decidir dónde comienzan sus faltas o terminan sus méritos. Pero hoy, por decisión suya, ningún sacerdote ofreció oraciones públicas en el funeral de Colette. Todos conocemos las razones de usted. ¿Pero éstas habrían sido invocadas si Colette hubiera sido menos famosa? Olvide usted a la gran escritora y piense sólo en una anciana mujer de ochenta años que, en tiempos que Su Eminencia no había sido ordenado aún, contrajo un matrimonio infeliz, mas no por falta suya (a menos que la inocencia sea una falta), y posteriormente rompió la ley de la Iglesia con un segundo y luego un tercer matrimonio civil. ¿Son tan imperdonables dos matrimonios? Las vidas de algunos de nuestros santos ofrecen ejemplos peores. Por supuesto que ellos se arrepintieron. Pero arrepentirse significa repensar la propia vida, y nadie puede decir qué pasa a través de una mente entrenada en los hábitos de la lucidez cuando se ve confrontada con el hecho inminente de la muerte. Usted realizó su condena sobre evidencia insuficiente, porque usted no estaba con ella entonces, tampoco ninguno de sus ministros. Inconscientemente, Su Eminencia ha dado la impresión de que la Iglesia persigue la falta más allá de la tumba. ¿Cuál era el propósito de Su Eminencia al hacer de éste un caso ejemplar? ¿Era el de advertir a su grey sobre el peligro de tomar a la ligera la ley del matrimonio? De seguro habría sido más el caso advertirles del peligro de condenar a los demás demasiado fácilmente y prevenirles sobre la falta de caridad. Las autoridades religiosas recuerdan frecuentemente a los escritores sus responsabilidades hacia las almas simples y sobre el riesgo del escándalo. Pero también existe otro riesgo, que es el de escandalizar a los instruidos. ¿Ha considerado Su Eminencia que su decisión podría causar un escándalo de este tipo? A los no católicos podría parecer que a la Iglesia misma le falta caridad; ella puede parecer capaz de rehusar sus oraciones en el momento de mayor necesidad. ¡Qué diferente fue el trato otorgado a Gide por la Iglesia protestante cuando murió! (Su Eminencia perdonará el calor de estos señalamientos cuando recuerde que un escritor cuyos libros amamos se vuelve alguien querido para nosotros. Este no es un caso abstracto sacado de un texto de teología moral diseñado para el uso de seminaristas.) Graham Greene cuando visitó a la familia de misioneros Lechat para documentar su libro A Burnt-Out Case, Congo Belga, África, 1959 Dominio Público. Fuente: ae-info.org
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Claro que, al reflexionar, los católicos pueden considerar que la voz de un arzobispo no es necesariamente la voz de la Iglesia, pero muchos católicos, no sólo en Francia sino también en Inglaterra y en Estados Unidos, donde se conocen y se aman los trabajos de Colette, se sentirán lastimados personalmente por el hecho que Su Eminencia, mediante tan estricta aplicación de la regla, parece negar la existencia de esa intervención final de Gracia de la cual Su Eminencia y cada uno de nosotros dependemos en la hora final. Con mi humilde respeto por la Sagrada Púrpura. G RahaM G Reene sigue
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HAMBRE, MONTAÑAS E IRRESPONSABILIDAD
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reene sigue siendo un escritor para mañana. En 1994, los ojos del mundo voltearon hacia México: ¡Ya basta! Los lectores de Greene podían decirse
que ya habían escuchado en sus libros, escritos medio siglo atrás, los nombres chiapanecos que la prensa refería. Greene supo prever el levantamiento que se fraguaba en una región de Hambre, montañas e irresponsabilidad, porque la solución no vendría de la remota Ciudad de México. Ni de Roma. Hoy las cosas han cambiado para bien en una región de Chiapas y en Roma, como anhelaba el escritor. En su Diario de sueños (A World of my Own, 1991) Greene anotó: “En julio de 1987 me sentí conmocionado al enterarme por los periódicos que el mismo Papa [Juan Pablo ii ]
se proponía canonizar a Cristo. Pensé que el hombre debía estar loco de orgullo para sentirse en posición de dar un honor a Cristo…” •
R.M.
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ENSAYO
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EL DESAFÍO SOCIAL DEL EVANGELIO Graham Greene
estadunidense. La Casa Blanca se ha asegurado de que nada será como antes. La Iglesia de los pobres y las comunidades de base muestran su fuerza no sólo contra el gobierno de Estados Unidos y los escuadrones de la muerte y los contras, sino frente a las muy romanistas visiones del cardenal Ratzinger, el gran oponente de la Teología de la Liberación, y tal vez con las comprensibles sospechas del Papa Juan Pablo ii . Y escribo “comprensibles” porque no puedo evitar el sentimiento de que la experiencia polaca del Papa en los años 1950 puede haberlo llevado a la desafortunada actitud que manifestó en su reciente visita a Nicaragua. Parece haber visto un falso paralelo entre un gobierno que incluía a tres curas católicos en las
posiciones clave de Educación y Salud, Relaciones Exteriores y Cultura con el movimiento Pax, que era el intento deliberado de un gobierno extranjero para dividir a la Iglesia. Yo visité Polonia en 1955 durante un mes, después que el movimiento Pax se había establecido, y disfruté, si es ésa la palabra correcta, dos sesiones bastante alcohólicas con Boleslaw Piaseki, el líder fascista que había luchado valientemente contra los alemanes y los rusos, y para asombro de los polacos, había regresado vivo de su encarcelamiento en Moscú, con el permiso de iniciar una firma editorial católica y el derecho único de manufacturar rosarios, crucifijos, etcétera, la parafernalia de la Fe. El arzobispo se encontraba bajo arresto domiciliario y algunos curas se habían unido al movimiento Pax, pero sus iglesias se encontraban casi vacías en domingo, cuando todas las otras iglesias parecían repletas hasta desbordarse. El movimiento Pax, nacido en el extranjero, se desvaneció, pero el movimiento que dio luz a la Teología de la Liberación, las comunidades cristianas de base, la opción por los pobres, tuvo luz nativa y no tiene nada en común con Pax. Atacada por el gobierno de Estados Unidos y perseguida en El Salvador, Chile, Paraguay y Guatemala, la Iglesia católica en el continente americano, como este libro demuestra, ha cobrado una nueva y vigorosa vida, que con el tiempo podrá, uno espera, convertir incluso a la Curia y persuadir a sus miembros de volver otra vez a las enseñanzas de Juan xxiii , en vez de seguir el sendero del cardenal Ratzinger y la CeLam , tan bien analizado aquí en un capítulo por François Houtart
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T Raducciones de R ubén M oheno Izquierda: Plantón de la Organizacion Cristianos Solidarios con el Pueblo Salvadoreño, frente a la embajada de EU, 23 de febrero de 1990. Foto: Raúl Ortega/ La Jornada Abajo: Óscar Arnulfo Romero en Chiapas Foto: Frida Hartz/ La Jornada
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“La historia de la Iglesia en América Latina se divide en antes y después de Monseñor Romero”. Después de todo, Dom Hélder Câmara, antiguo arzobispo de Olinda y Re cife, había tomado la peligrosa opción por los pobres en Brasil.
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ste libro esclarecedor [Church and Politics in Latin America –Iglesia y política en América Latina] que trata sobre el desarrollo del catolicismo latinoamericano con la participación de la Teología de la Liberación y las comunidades cristianas de base, hizo que al menos un hombre viejo se recargara en su respaldo y recordara cómo era la Iglesia cuando se unió a ella con cierta reticencia casi sesenta años atrás, y contemplara la inmensidad de los cambios. Era típico de aquel tiempo que la Iglesia fuera conocida por la mayor parte de la gente en Inglaterra, por razones probadas, como la Iglesia Católico Romana. En cierta medida, al unirme a ella, yo me convertía en extranjero en mi propio país; algo no malo para uno que quería ser novelista, porque un extranjero ve sus alrededores con ojos frescos. Pero ser un extranjero conlleva, también, la asunción de ciertos supuestos que me interesaban mucho menos. El principal era que como católico romano yo debía, era un supuesto generalizado, pertenecer políticamente a la derecha. Pasaron diez años y aún se suponía que como católico romano la vasta mayoría que no había leído mis libros esperara que yo fuera partidario de Franco. Y sin embargo, los cambios habían empezado a fines de los años 1930 y en mi primera lectura del excelente ensayo de Sobrino sobre la Iglesia en América Central me pregunté si el padre [Gustavo] Gutiérrez, a quien él cita, no estaba situando el cambio un poco tarde cuando escribió “la historia de la Iglesia en América Latina se divide en antes y después de Monseñor Romero”. Después de todo, Dom Hélder Câmara, antiguo arzobispo de Olinda y Recife, había tomado la peligrosa opción por los pobres en Brasil. (No es mencionado por fray Martín en su capítulo sobre el conflicto en la Iglesia católica brasileña, tal vez porque se confinó al período posterior de 1968 a 1979.) También hubo un indicio en México, tan temprano como 1937, de lo que podían llegar a ser las futuras comunidades cristianas de base. Como resultado de la persecución religiosa, la Iglesia había tenido una buena limpia de romanismo; incluso limpiada drásticamente como lo había visto yo en Tabasco, donde habían desaparecido las iglesias y los sacerdotes, y algo menos en Chiapas, donde no se permitía a ningún sacerdote entrar a una iglesia. Las misas secretas que se celebraban en casas privadas podían haber sido descritas como de clase media pero los domingos, cuando los indígenas bajaban de las montañas y trataban de celebrar misa, tanto como la recordaban, sin un sacerdote, de seguro estaban empezando las comunidades de base. Pero leyendo más adelante me di cuenta de que había malentendido al padre Gutiérrez, el martirio del arzobispo Romero (el primer arzobispo asesinado en el altar desde Beckett), seguido de una muy cuidadosamente moderada condena por el papa Juan Pablo ii , fue ciertamente, como él lo describe, el punto decisivo entre los comienzos esporádicos de la Iglesia latinoamericana como hoy la vemos, fortalecido por el gran descaro del apoyo a los escuadrones de la muerte en El Salvador y Guatemala y a los contras en Nicaragua por parte del gobierno de Estados Unidos, que ha causado shock en muchos miembros de la jerarquía
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LEER
Jornada Semanal • Número 1062 • 12 de julio de 2015
De la infancia, Mario González Suárez, Era, México, 2014.
LOS VESTIGIOS DE LA INOCENCIA ANDREA TIRADO
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na realidad violenta, vehemente y carente de toda amabilidad es el entorno de Francisco, un niño de edad incierta que vive en un tiempo y espacio locales pero al mismo tiempo universales. Esta novela de Mario González es un relato que describe una realidad que acontece en México, pero que bien podría corresponder a Latinoamérica o a cualquier otra latitud, en el siglo xx o en el xxi . La violencia como escenario principal se presenta bajo la mirada infantil e inocente de Francisco, el narrador. De la infancia es la cotidianidad de la familia Niebla: Basilio Niebla, su esposa y sus tres hijos; Francisco, Damasco y Ariadne. El hilo narrativo recorre un mundo poblado de seres tan reales como los compadres de Basilio, en quienes se representa el arquetipo del macho bebedor y brabucón que, armado con pistola, adora a dioses desconocidos; acaso simbolismo de un pensamiento abstracto y mágico que puede ser común a este personaje latinoamericano, pero también al de cualquier país mediterráneo, o del Estados Unidos profundo, en donde el indiscriminado consumo de alcohol puede ser tan común como el uso de armas. Otros personajes más insólitos como Pachita, una suerte de bruja que fuma sin medida, poseedora excesiva de pollos y a quien la madre de Francisco implora crear un hechizo para que su marido no la abandone jamás. Ese personaje es también una referencia al realismo mágico y refleja a su vez un apego a lo sobrenatural, a lo milagroso o a la vana esperanza. Francisco narra desde su presente, haciendo siempre flashback a su breve pasado. Los episodios –que no capítulos– se construyen a partir de los distintos hogares de la familia Niebla. Sólo en los primeros años de su infancia, Francisco ha tenido ya tres hogares que han marcado su vida: la casa de su tía Álvara, el edificio de doña Georgina y finalmente La Arboleda. Lo que tienen en común los tres lugares es el breve tiempo de residencia, así como la inestabilidad que en ellos han vivido; inestabilidad debida al carácter de Basilio Niebla, a su intolerancia e invariables altercados con los que lo rodean. La vida de Francisco, como su narración, no es cronológica ni continua; es una recolección de pedazos que, ensamblados, componen un todo. Así, a partir de fragmentos, de conversaciones robadas o espia-
das, el narrador articula las partes faltantes de su vida; aquellas que los adultos rehúsan dilucidar. En esta novela, la frontera entre la realidad y la ficción se desvanece. La Arboleda –residencia desde la cual se relata la historia– contiene presencias que acechan a la familia Niebla, literal y metafóricamente; presencias que desplazan muebles o provocan alucinaciones, o bien fantasmas reales que habitan la mente de los propios integrantes de la familia. Presencias fantasmagóricas a modo de pensamientos verdaderos (aunque quizás inconscientes) que atormentan. Realidad y ficción se confunden también cuando el mundo infantil de Francisco se une, inevitablemente, al mundo maduro; amalgama del imaginario infantil y la realidad adulta. La inocencia, la fantasía y los juegos inventados, de pronto son interrumpidos por la violencia paterna: incesables riñas, desfiles de armas, violencia de género e intrafamiliar. Dicha violencia envuelve la niñez de Francisco sin dejarlo impasible. Parecería que su infancia está compuesta por hogares efímeros, presencias físicas y mentales, ilusiones, y anhelos infantiles sofocados por la ineludible realidad. De la infancia revela una verdad violenta que se vive en muchas familias mexicanas, latinoamericanas o de cualquier latitud, y al tratarse de un problema que sigue presente hoy en día, la novela sigue siendo totalmente actual (la primera edición data de 1997): figuras de padres agresivos y dominantes que menosprecian la educación, que para ellos significa “reblandecerse en el agua tibia” de las escuelas; madres sumisas que, frente a esta violencia, buscan refugio en creencias y ritos que sustenten su fe; y niños que, a pesar de la violencia cotidiana, buscan seguir siendo niños: ilusionándose, imaginando o, simplemente jugando. Niños cuyo candor, fascinación y asombro por la vida es difícil de arrebatar, pese a lo que los rodea. Finalmente, la novela también cuestiona temas como la muerte de la inocencia, o muerte simbólica de la niñez. Llegado a un punto, Francisco es capaz de desdoblarse, de observarse a sí mismo desde afuera y de analizar el ambiente que lo envuelve; como si el niño crédulo dejara de serlo para devenir en un ser consciente de la violencia a su alrededor. Mario González no deja indemne al lector, lo invita a la reflexión: ¿cuál es la consecuencia social de que los niños dejen de ser niños demasiado pronto?, ¿cuántos a pesar de haber crecido, deberían recuperar esa niñez? El autor emite una señal de alarma hacia la violencia que sofoca prematuramente la infancia. Quizás, para que la sociedad empiece a cambiar paulatinamente, se debería rescatar ese azoro por el mundo; se debería empezar por buscar los vestigios de la inocencia •
De paso por la tierra, Marco Antonio Campos, Universidad Autónoma de Nuevo León/Aldus, México, 2014.
En una nota introductoria, el propio autor da noticia de la naturaleza de este libro: “A la primera edición, publicada en 1998, añado cuatro nuevas crónicas que se publicaron antes en suplementos literarios. Mucho han cambiado las ciudades y sociedades en estos años, pero en los textos sólo he corregido o borrado lo mínimo.” Cronicario enriquecido y aumentado, entonces, con el que nuestro amigo y colaborador vuelve a compartir lo que sus ojos vieron, sus pies anduvieron y sus manos escribieron en/torno a Praga, Viena, Buenos Aires, Madrid, Jerusalén, Santiago de Chile y otros ámbitos, no menos espirituales en su condición de espacios físicos. Ese viajero contumaz que Marco Antonio Campos nunca querrá dejar de ser, sabe bien que ningún viaje está completo si los pasos no llegan hasta las puertas de su registro en la memoria y las traspasan, es decir, hasta que acaban convertidos en materia compartible, y esta nueva edición de De paso por la tierra lo confirma.
In memoriam Óscar Yoldi “Ahora sé que cuando muere un gran actor, el gran caleidoscopio que es el teatro pierde uno de sus cristales, y la imagen de ese otro mundo que nos ofrece la escena, a partir de esa ausencia, nunca podrá ser igual.”
Alejandro Acevedo
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La Jornada Semanal
En nuestro próximo número
ELGermaineIMPRESCINDIBLE TOLEDO Gómez Haro y Antonio Valle
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er s e n ü G n i v a H ntrevista con
ARTE Y PENSAMIENTO ........ Naief Yehya
Agustín Ramos
oponían al charrismo sindical: “Habrá que frenarlos con toda la fuerza de nuestro sin‑ dicato, cueste lo que cueste”, dijo durante un mitin en el Edomex, una tarde de noviem‑ bre de 1980. Días después, posiblemente en la última noche de aquel año, Clemente Villegas, porro de la Normal Superior y secretario particular de quien fungía como líder general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, snte , citará en Neza a Rufino
mendar una fuente distinta de aquella de donde provienen las víctimas reales y ficticias de este hecho aún presente. Una fuente, digamos, insospechable: el pisa, Programa Internacional de Evalua‑ ción de Estudiantes. Hablando de evaluaciones, en cuestio‑ nes de política educativa, México siem‑ pre resulta el peor evaluado de los países de la ocde , Organización para la Coopera‑ ción y el Desarrollo Económicos. Bueno, no siempre y no del todo… Un encabezado del Brief #14 de resul‑ tados 2012, “México en pisa , logros y de‑ safíos pendientes” señala que “Los estu‑ diantes más pobres mexicanos fueron los que más mejoraron.” Con respeto a la sintaxis original de la nota, es decir transcribiéndola sin modi‑ ficaciones, ésta continúa: “Entre 2003 y 2012 su desempeño me‑ joró más de un año de escolaridad. Esta fue la mejora más amplia para los estu‑ diantes más pobres de todos los países que participaron en pisa en 2003 y 2012…” Más adelante, la nota puntualiza: “Los estudiantes de escuelas rurales en México también mejoraron a un nivel comparable que sus pares de Túnez, Bra‑ sil e Indonesia, pero lejos de sus pares en los países promedio de la ocde…” Y recapitulando, el Brief concluye, en referencia a los estudiantes más pobres de México: “Su desempeño mejoró casi un año de escolaridad desde 2003. Esta fue la tercera mejora más amplia después de las de Túnez y Austria.” La fuente es el bid , Banco Interameri‑ cano de Desarrollo, junto con la ocde . Los resultados, cuyo enlace es www .iadb. org/es/temas/educacion/resultados‑ pisa‑2012‑en‑america‑latina. 9080.html aparecieron en julio de 2014, dos meses antes de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. Se trata de una coincidencia, sin du‑ da. Lo que no parece coincidencia es a quiénes, por qué y qué se castiga en es‑ te México rural (que según algunos ya no existe) •
El sueño idealista de La ruta de la seda de Russ Ulbricht (i de ii) D rogas libertarias Como muchos otros ciberrebeldes y tecnoanarquistas libertarios, Russ Ulbricht desconfiaba de todas las formas de la autoridad y la represión estatal. Ul‑ bricht estudió ingeniería y ciencias de materiales y obtuvo calificaciones sobre‑ salientes. Pero una vez terminados sus estudios encontró ese campo de la física profundamente árido y decidió reorientar su atención hacia las cripto divisas, sistemas monetarios alternativos, digitales, descentralizados, para el intercam‑ bio de bienes y servicios cuyo valor de‑ pende exclusivamente de factores del mercado y de la criptografía, así co‑ mo de la producción y verificación colectiva. La más famosa y represen‑ tativa de estas divisas es Bitcoin. Ul‑ bricht imaginaba que gracias a este tipo de herramientas era posible crear mercados anónimos, donde la gente pudiera adquirir cualquier cosa sin dejar rastro a la policía, a los inspecto‑ res fiscales o a cualquier otro entrome‑ tido. Inicialmente experimentó ven‑ diendo libros en línea, pero poco a poco decidió que la mercancía ideal para un mercado transgresor como ése debían ser drogas ilegales; de tal manera pondría en evidencia no sólo la posibilidad de una reorganización económica sin más reglas que las le‑ yes de la oferta y la demanda, sino tam‑ bién la inutilidad de la costosa, mani‑ puladora y sangrienta guerra contra las drogas.
Mercado de la transgresión En enero de 2011, Ulbricht finalmente subió su sitio a la red. Inicialmente lo llamó Underground Brokers, pero lue‑ go cambió a Silk Road (sr). Para acceder a este mercado era necesario el uso del programa anonimizador Tor o equiva‑ lentes. Una de las primeras transaccio‑ nes que tuvo lugar en ese espacio fue que Russ vendió cinco kilos de hongos alucinógenos que él mismo sembró y cosechó. Al poco tiempo numerosos vendedores y compradores comenza‑ ron a integrarse y a dar forma a un au‑ téntico bazar vir tual que Ulbricht administraba manualmente. El sitio creció de manera fabulosa y para junio de ese mismo año ya se había conver‑ tido en una especie de eBay subterrá‑ neo donde se podían adquirir los pro‑ ductos clandestinos más exóticos, como aquellos que enumera Joshuah Bearman en su artículo en Wired, “The Rise and Fall of Silk Road”: “Cocaína colombiana escama de pescado, he‑ roína afgana núm. 4, lsd fresa, hash caramelo, copos de cocaína Mercu‑ rio sin cortar, xtc estrella de la inven‑ cibilidad, m d m a Mitsubishi blanco, heroína alquitrán negro u orozuz del diablo.” Aparte de eso circulaban ahí toda clase de fármacos, opiáceos y antidepresivos y toda clase de medi‑ camentos codiciados. El sitio esta‑ ba hecho de manera relativamente amateur, por lo que con el brutal in‑ cremento de tráfico y la circulación de grandes cantidades de dinero, requirió de una reprogramación pro‑ fesional.
el culto del pirata La Ruta de la Seda para Ulbricht era un negocio, pero también era un ex‑
perimento social, un ejercicio puris‑ ta de libertad extrema. Casi todo se valía en ese mercado, con la excepción de pornografía infantil, artículos roba‑ dos y cualquier cosa que causara daño a terceros. Russ se fue convirtiendo en el gurú de sr y una figura de culto. En febrero de 2012, Russ adoptó el nom‑ bre de Dread Pirate Roberts (el Temi‑ do Pirata Roberts) inspirado en el per‑ sonaje del filme Princess Bride, de Rob Reiner, un personaje que no es un hom‑ bre, sino una serie de individuos que se ocultan tras de una máscara. Más que un simple administrador, el Pirata era un ideólogo que sostenía debates en torno al poder del Estado, el con‑ trol económico y los límites de la liber‑ tad, por lo que eran comunes las discu‑ siones sobre la legitimidad de vender armas, órganos humanos, esclavos, o contratar asesinos a sueldo.
servicio al cliente La disponibilidad, facilidad de uso, se‑ guridad y la posibilidad de los usuarios de calificar y reseñar a los vendedores, compradores y los productos, creaba un sistema de confianza sin preceden‑ te en el mundo de la droga que, más que consumidores satisfechos, gene‑ ró masas de seguidores devotos. sr no pasó inadvertido y pronto el Pira‑ ta Roberts descubrió que numerosos agentes de Homeland Security, el Ser‑ vicio Secreto, el fbi y la dea estaban de‑ cididos a encontrarlo para destruir su trabajo. El propio senador de Nueva York, Charles Schumer, organizó una cruzada contra sr. Ulbricht era discipli‑ nado y extremadamente cuidadoso; sin embargo, como sucede siempre, cometió un error. Ulbricht aseguraba que sr nunca sería encontrado, pero un problema de programación filtra‑ ba de cuando en cuando la dirección ip del sitio o la etiqueta de protocolo de internet. Un día, un agente obsesi‑ vo y atento tuvo suerte y astucia y la detectó • (Continuará.)
JORNADA VIRTUAL
Faltando semanas para que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, cnte , cumpliera un año de vida, Elba Esther Gordillo sentenció a esos maestros que se
TOMAR LA PALABRA
naief.yehya@gmail.com
Crónicas del castigo
Vences para ofrecerle 300 mil pesos a cambio de asesinar a uno de los principa‑ les opositores del sindicato charro. Ville‑ gas le describirá así a Vences a la futura víctima:“Es chaparrón y de frente amplia, se está quedando calvo, viste sport.” A menos de un metro de la espalda de la víctima, en una esquina de las calles de Sonora, en Tulpetlac, Rufino Vences, quien va con un pariente y con Jorge Me‑ jía, dispara en cuatro ocasiones su Colt .45, el viernes 30 de enero de 1981. La víctima, de treinta y dos años, había nacido en Te‑ nango de Doria. Todo consta en la averiguación pgr / femospp /06/2002. Hay además otra clase de registros sobre el mismo tema (registros literarios y, sí, de otra clase). En la región huasteca del mismo estado –en Huautla, para más señas–, había nacido en 1942 otro maes‑ tro rural que, sin abandonar sus tareas de catedrático normalista y activista sindi‑ cal, escribiría una novela inspirada en las vidas personales de sus colegas y en aquella lucha colectiva. Ahí se representan las broncas exis‑ tenciales y la combatividad política con las que el magisterio hidalguense asumió su lucha gremial, descoyuntada entre su vocación genuina de docentes y –como dice la solapa– las “prácticas viciadas que erosionan la calidad del servicio educati‑ vo público”. El título de la novela, Muros sin puertas (México, 1995, cecah ), metafo‑ riza la cerrazón autoritaria que obliga a los protagonistas a tomar la plaza pública y las calles donde serán frenados “cueste lo que cueste”. El final de la novela se parece al hecho histórico y también va precedido de ca‑ lumnias contra una víctima afortunada‑ mente ficticia:“Aparecieron volantes anó‑ nimos que lo acusaban de tiranizar a los profesores, de acosar a las maestras y de dilapidar lo recaudado por maestros y padres de familia…” Pero como quizá la literatura y el pa‑ peleo legal resulten insuficientes para ilustrar esta clase de castigo (o el casti‑ go de esta clase), no está de más reco‑
12 de julio de 2015 • Número 1062 • Jornada Semanal
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Jornada Semanal • Número 1062 • 12 de julio de 2015
........ ARTE Y PENSAMIENTO Alonso Arreola
germaine@casalamm.com.mx
@LabAlonso
Mathias Goeritz
José Alfredo Jiménez, rondando los 90
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ATHIAS GOERITZ FUE UNA figura central en el panorama artístico mexicano de la segunda mitad del siglo xx. Un artista singular, creador de una vasta obra de sello muy personal, que incidió de manera determinante en las artes plásticas, la arquitectu‑ ra y el diseño en nuestro país. La magna exposición El retorno de la serpiente. Mathias Goeritz y la invención de la arquitectura emocional, que se presenta en el Palacio de la Cultura Banamex, da cuenta de la miríada de intereses que tuvo este gran creador y las numerosas vías de experimentación por las que transitó para construir su corpus de trabajo interdisciplinario. El curador de la muestra, Francisco Reyes Palma, y Cristina Gálvez, asesora del proyecto, tuvieron la gentileza de invitarme a una visita guiada que fue una experiencia fascinante por el conocimiento que tiene el investigador del Cenidiap sobre Goeritz. El guión curato‑ rial se centra en mostrar la manera de pro‑ ducir arte y los procesos de trabajo de este creador que siempre recurrió a la explora‑ ción de temáticas paralelas, y está inte‑ grado por más de quinientas piezas en diferentes formatos, entre pintura, escul‑ tura, dibujos, fotografías, objetos y maque‑ tas de sus proyectos más reconocidos. Quizá a algunos visitantes les parezca excesivo el nutrido material documental que se presenta paralelo a las obras –como es el caso de mi estimada colega Teresa del Conde, a quien le pareció “reiterativo”–, pero en mi opinión, si el espectador se da a la tarea de bucear en el maremágnum de textos de archivo rigurosamente seleccio‑ nados por el curador, la experiencia será doblemente gratificante, pues es impor‑ tante tratar de visualizar y aprehender el trabajo de Goeritz en el contexto político‑ cultural que le tocó vivir. Reyes Palma hace énfasis en lo crucial que fue el contexto de la llamada Guerra fría en la gestación y desarrollo de la creación de Goeritz en su etapa mexicana, entre 1949 y 1990. Los artículos periodísticos y algunas publica‑ ciones impulsadas por el propio artista dan cuenta de ello y revelan la atmósfera de tensión que se vivía en nuestro país entre dos bandos adversos: los muralistas y sus seguidores, que todavía defendían el realismo social, y quienes, a contraco‑ rriente, pugnaban por un arte que privile‑ giara la máxima emoción. De ahí el con‑ cepto de “arquitectura emocional” que Reyes Palma utiliza como hilo conductor de la exhibición. En la sección dedicada a la que fue la obra paradigmática de Go‑ eritz, el Museo experimental El eco (1952‑53), se palpa claramente la polémica suscitada por el grupo de pintores furibundos –con Siqueiros a la cabeza– que atacaron esta obra y a su autor por todos los medios. Fue entonces cuando Goeritz lanzó el Manifiesto de la arquitectura emocional como fundamento teórico y estético de su tra‑ bajo, y el ejemplo por excelencia fue El eco, obra que, siguiendo a la Bauhaus, re‑ unió arquitectura, pintura, escultura, di‑ seño, poesía visual y artes escénicas en su concepción interdisciplinaria original, además de operar como “bastión del abs‑ traccionismo, inspirado en las acciones del Museo de Arte Moderno de Nueva
York”, como bien señala el curador. La pie‑ za clave de ese conjunto fue la escultura Ataque, la monumental serpiente de tra‑ zos geométricos diseñada para el patio interior de El eco que en Banamex recibe al visitante a la entrada y lo despide tras el recorrido circular de la muestra. Una obra emblemática del arte mexicano moderno que se anticipó por una década al mini‑ malismo sesentero. Así fue el trabajo de Goeritz por cuarenta años: precursor, rompedor como dicen en España, pletóri‑ co de guiños irónicos y simbólicos, de humor a veces negro con sus matices a un tiempo expresionistas y lúdicos, siempre fresco, mordaz e inteligente. Mathias Goeritz nació en Dánzig, hoy Gdansk, Polonia, en 1915, y murió en Ciu‑ dad de México en 1990. Creció y se educó en el Berlín del nacionalsocialismo del cual huyó en 1941 y se instaló en Tetuán, Marruecos, para pasar a España tres años más tarde, donde fue uno de los funda‑ dores de la Escuela de Altamira, trinchera de la vanguardia artística española en plena época franquista. Llegó a México para quedarse en 1949, invitado por el ar‑ quitecto Díaz Morales para impartir clases en la Universidad de Guadalajara. Ahí des‑ tacó como agitador cultural y entabló amistad con dos personajes que fueron fundamentales en su vida: Luis Barragán y Chucho Reyes. Con ese talante visionario, aguerrido y juguetón incidió a lo largo de cuarenta años en el panorama cultural mexicano como un astro fulgurante cu‑ yos reflejos siguen deslumbrando en la actualidad •
Ataque, Mathias Goeritz; Arriba: Mathias Goeritz con la Vía Láctea, Flor Garduño
ARTES VISUALES
Germaine Gómez Haro
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ACE UNOS DÍAS TUVIMOS un encuentro raro. Ya lo atesoramos. Fue una comida en un lugar que nos gusta, con gente que nos gusta. Allí nos presen‑ taron al hijo de José Alfredo Jiménez, quien lleva su mismo nombre (es hijo de Rey y Paloma) y quien tiene la memoria cargada con anécdotas y recuerdos va‑ liosos para nuestra historia sonora. Escuchando sus palabras nos vino un pensa‑ miento: le debemos eco al nacido en Dolores. Hoy, en este domingo de julio, comenzamos a pagar la deuda, lectora, lector. ¿Por qué? Porque José Alfredo Jiménez –muerto a los cuarenta y siete en 1973– cumplirá noventa años de nacido en enero de 2016. Ello nos hace visitar su legado desde ahora (de fon‑ do suena “El camino de la noche”). Hablamos de una obra que sigue reflejando mucho de nuestro tem‑ peramento, del conflicto entre el campo y el asfalto, entre el machismo y el amor, entre la risa y el dolor, más allá de las mujeres y el tequila. Ha‑ blamos de un discurso que no tiene visos de debilidad y que, sobre todo, presenta valores innegables. Aquel mismo día, luego de la comida y lle‑ gando a casa, esperába‑ mos encontrar el ejemplar de la revista Zumba dedicado a “El sonido de las ciudades (Buenos Aires, Jerez, Ciudad de México)”. Allí se reproduce el prólogo que Carlos Monsiváis escribiera en 2002 para el Cancionero completo, de José Alfredo (editorial Turner), titulado “Les diré que llegué de un mundo raro”. Sabíamos que lo guardábamos, preci‑ samente, por su calidad y poder reflexi‑ vo. Releyéndolo nos volvió la empatía, las ganas de sumergirnos en los versos de quien escribiera tantas canciones inoculadas en forma misteriosa en nuestro adn . Misteriosa, sí, pues nos cuesta recordar el momento en que nos aprendimos melodías y frases que atravesando el oído encuentras su huella primera. Porque no creci‑ mos con esa banda sonora… o eso creemos. Una cosa es la vida en la casa y otra la vida en la calle. Días después hicimos una lista de canciones favoritas con tres amigos, a botepronto. Volvieron a brillar los clásicos de siempre, más otros que escuchamos por primera vez, pero sin la urgencia de la fiesta preconcebida. Pasada la número veinte, José Alfre‑ do volaba distinto en el aire. Sus agra‑ ciadas redundancias: “ Tantas cosas quedaron prendidas hasta dentro del fondo de mi alma.” El humor extrava‑ gante: “Que se me acabe la vida y que tú la sigas viviendo, a ver si al cabo del tiempo tus labios se siguen riendo.” Lo onírico: “Y si quieren saber de mi pasa‑ do, es preciso decir otra mentira: les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca he llorado.” Su léxico:“Lle‑ vo mi senda sembrada de abrojos, de aquel recuerdo que no morirá. Llevo en mi pecho sangrando una herida, tu cruel falsía que me matará.” Ya lo decía Monsiváis –el de los Montes y Valles– en el texto mentado: “[José Alfredo Jiménez] es popular sin
proponérselo y es refinado por natu‑ raleza.” A ello suma otra idea clave para entender la trascendencia temporal y geográfica:“Si su caudal mitológico es rural, su énfasis es plenamente urba‑ no.” Podemos agregar, además, la in‑ tuición honesta de quienes compren‑ den la juglaría frente al pueblo, un impulso narrador desbocado, sí, mas hijo del oficio sencillo, natural, fuera de partituras y estudios formales. Lo subrayamos pues se dice que José Al‑ fredo tenía claro esto: lo primero era el baile de la melodía con la letra (habrá que indagar qué le venía antes al ma‑ gín). Una vez con ese hilo enredado en su aguja podía acercarse a profesiona‑ les notables como don Rubén Fuentes para silbar y tararear deseos que, con su ayuda, se convertirían en prendas grandilocuentes y ornamentadas. Dicho esto, disculpará quien nos lee la falta de destreza. Este párrafo es el último trago y nos vamos. El espacio es reducido y el tema largo. Aparte de las muchas películas, libros, discos y del museo que lo honra en su tierra, quedan estas líneas como una nueva invitación para compartir a José Alfre‑ do fuera de las cantinas y los clichés de la euforia. Hacerlo tenderá lazos con otras cosas que nos importan y podremos desacelerar el paso y son‑ reír a mediodía con sus palabras, aun‑ que lo suyo sea el camino de la noche. Por lo pronto nosotros esperaremos un nuevo encuentro con su hijo –do‑ tado compositor y testigo–, lo que po‑ dría ocurrir en la barra de su padre, allí donde Pedro Infante, Jorge Negrete y Chavela Vargas pidieron más de cinco tequilas. Buen domingo. Buena sema‑ na. Buenos sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Objetos perdidos
De la falsa bonanza del reformismo peñista
ENGO MALA SUERTE CON las mascadas. Dejé una de gatos que me habían rega‑ lado en la gayola de Bellas Artes. Otra azul, que compré en Xalapa, se me quedó en el asiento de un avión. Suena ridículo y trivial, pero a menudo pienso en ellas. Me recuerdan a todos los pequeños objetos que nos acompañan en nuestras incur‑ siones y que, inadvertidamente, se quedan en los lugares, como los paraguas que están hechos para eso o las plumas que danzan de mano en mano. Una perpetua caspa de cositas que por momentos viven de nuestro cuerpo, lo adornan o lo pro‑ longan, lo acompañan. Vivimos rodeados de cosas y viaja‑ mos con ellas como si fueran partes nuestras a la deriva: las llaves, el suéter, el celular, el bilet, todos esos artefactos de los que echaremos mano de tanto en tanto y que no son esenciales como la cartera o el pasaporte. Por más ligeros que pretendamos trasladarnos por el mundo, en algún momento tendremos frío, luciremos unos aretes, una pulserita, miraremos el reloj. Y esas pequeñas chu‑ cherías que de manera inevitable –por‑ que no podemos tampoco, menos aun cuando un viaje nos deslumbra, vivir demasiado pendientes de nuestra car‑ ga– vamos dejando, ¿harán su propio viaje?, ¿conocerán otras tierras? Barcos, trenes, aviones, autobuses, trenzan los destinos. Sólo una pequeña porción de quienes los abordan lo hacen repetida‑ mente. Así, cada pequeña cosa que se queda en ellos va tejiendo otra historia, lanzando un mensaje privado, como el camino de piedras que dejaba Pulgarci‑ to –¿o eran Hansel y Gretel?– para no perderse, o un rastro de migajas para los pájaros. Así, pareciera que los objetos al caer o al quedarse en los sitios sin que recor‑ demos llevarlos, hacen su propio co‑ mercio, entablan su propia seducción, su juego azaroso de oferta sin demanda particular, como cuando encontramos en la calle una moneda que no pedimos, pero que pensamos nos ha sido asigna‑ da por un hipotético y caprichoso dios de las atribuciones. Y así como a alguien le toca el pelo castaño, un trasero gor‑ do o una nariz trapezoidal, de vez en cuando nos corresponde algún para‑ guas olvidado en un vagón del Metro, o un cuaderno en el asiento de un cine. Es el destino que nos trata a todos como mendigos. Sí somos decentes, buscamos algún departamento de objetos olvida‑ dos, por si acaso el dueño o la dueña lo llega a buscar, pero ya no sé si esos luga‑ res existen todavía. ¿Alguien ha visto un departamento de objetos perdidos, de objetos olvidados? Tengo la sensación de que el mundo se ha convertido en una rapiña multitudinaria y ya nadie
cree tener derecho a reclamar unos len‑ tes, menos aún un paquete de dulces. Todo eso corresponde a un viejo mundo retratado en el programa, también vie‑ jo, de la Dimensión desconocida, un mun‑ do de paraguas, sombreros, bolsas que duraban tanto como sus portadores. Por eso ahora los objetos conversan y se intercambian solos. Hace un par de meses tuve la oportu‑ nidad de viajar de Toulouse a París en un ferrocarril de ésos un poco viejos que camina de noche, pues traté de hacer algunas economías y aproveché tam‑ bién para dormir ahí. Esperando la sali‑ da, en la estación de Toulouse, leía a Leo‑ nardo Padura mientras escuchaba a los espontáneos que se sientan a tocar el piano en las estaciones ferroviarias fran‑ cesas, pues ahí se disponen pianos con ese fin. Llegó el momento de subir al tren y el romanticismo se me cayó un poco: qué diferente es nuestra percepción en la juventud, cuando todo es, a su manera, una aventura y a uno no le importa com‑ partir la cabina con desconocidos. No por nada la compañía te da un antifaz y tapones de cera para los oídos, con lo que se logra un perfecto sueño autista. Debajo de mí ronzaba un señor francés de piyama y bisoñé, tapado con su cobi‑ ja hasta el cuello; junto, una señora. Arri‑ ba, del otro lado, un joven que pasó la noche fumando en el pasillo. En el pe‑ queño espacio de la litera, me consi‑ deraba una persona en control de mis objetos, ésos que además de mi gran maleta, me rodearon durante todo el viaje. Y sin embargo, no pude evitar de‑ jarme un regalo que me habían dado. Me pesó mucho después, cuando me di cuenta. Cada tanto me regaño por perder pe‑ queñas cosas –especialmente mi masca‑ da xalapeña–, pero a la vez pienso que está bien ir dejando rastros, huellas, par‑ tes de un intercambio que no tiene que ver con el comercio sino con nuestro simple paso por la vida. Así hay quien deja libros en las bancas para que al‑ guien los recoja y los lea, como mensa‑ jes en una botella •
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LEVAMOS MÁS DE TREINTA años de bombardeo mediático en pro del neo‑ liberalismo global como estrategia, paradójicamente nacida del lucro priva‑ tizador, que paliaría las necesidades de los sectores de la población menos favo‑ recidos. Desde el salinato, padrino del peñismo pasando por los dos papanatas de la trágica docena albiazul que en lugar de subvertir la pirámide de la corrup‑ ción y el latrocinio perpetuaron el esquema de injusta y casi nula repartición de riqueza que socializa las pérdidas pero privatiza las ganancias, la cantaleta es la misma: “las privatizaciones traerán impulso económico y reactivación del apa‑ rato productivo”; “la iniciativa privada sabe optimizar recursos sin abultar buro‑
Ilustración de Juan Puga
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PASO A RETIRARME
Ana García Bergua
cracias”, y así una proterva colección Pero hay más: por desmonte y nivela‑ de frases hechas por neoliberalérri‑ do de esas 500 hectáreas, el gobierno mos corifeos del embute trasnacional. de Nuevo León habría aceptado pagar Ahí los dueños de las televisoras en mil 500 millones de pesos a José Agui‑ México, ellos mismos ya metidos has‑ rre Campos, otro amigo de la familia ta el colodrillo en otros negocios tan Medina. Kia dejaría fuera del negocio políticamente estratégicos como las a empresas mexicanas y se dice que telecomunicaciones, que también “trajo 11 empresas coreanas que se ins‑ eran patrimonio nacional como los hi‑ talarán en el mismo terreno para pro‑ drocarburos. Pero la realidad tumba el ducir los insumos que necesita la ar‑ tinglado. Porque luego de décadas de madora de Kia. Entonces traer a Kia promesas y sí, quizá un mejor surtido no ayudará a las empresas locales, sino en los supermercados (que han diez‑ que les trajo competencia”. El lector en mado la economía del mercado muni‑ cuestión cierra su comentario señalan‑ cipal y la tiendita de la esquina), no do que “Kia tiene como ley no dar pues‑ estamos en la económica tierra pro‑ tos directivos a mexicanos. O sea que metida: la deuda externa es otra vez un si van a dar trabajo a mexicanos, será monstruo dormido; el poder adquisiti‑ en puestos mal pagados para practi‑ vo del mexicano es harto menor al de cantes, obreros y uno que otro super‑ 1985 y en general el acceso a la canasta visor…”. No hace mucho hubo un es‑ básica, escolaridad, servicios de salud cándalo de esclavitud laboral en una o simple percepción salarial se ha vis‑ maquiladora coreana en Jalisco. Pare‑ to mermado mientras la cleptocracia ce que volvemos a ser sujetos de des‑ embucha dinero como nunca antes. precio extranjero en nuestra propia Somos muchos más, pero ganamos tierra como en tiempos de la Colonia. Curiosamente, muchas de las refor‑ mucho menos y todo está infinitamen‑ te más caro. Pagamos gasolina más mas privatizadoras de Peña tuvieron cara que en países que no son exporta‑ el apoyo mañoso de los sectores po‑ dores de petróleo, y lo mismo con tele‑ pulares del sindicalismo priísta, como fonía, internet y televisión de paga: cuando en su mejor momento el mono‑ nos ven la cara. ¿Y las fantásticas inver‑ lito maniobraba con los oficios del siones que nos iban a convertir en un charrismo de Fidel Velázquez en la ctm, Dubái latino?, espejismos, esquinazos, o como el sindicato ferrocarrilero ba‑ proyectos truncos o cabezas de playa jo las órdenes de Víctor Flores cuando de un nuevo colonialismo que nos con‑ Ferrocarriles Nacionales dejó de ser vierte apenas en mano de obra para las dos cosas, ferrocarriles y naciona‑ maquila. Un ejemplo claro que tiene les; Petróleos Mexicanos se prestó por que ver con una de esas grandes inver‑ vía del nefando líder sindical (y sena‑ siones prometidas y cacareadas por el dor, diputado y chapulín) Carlos Ro‑ peñismo y sus consabidos cómplices mero para la que parece ser la gran es la llegada a México del fabricante estocada a Pemex. Ya se anunciaron sudcoreano de automóviles Kia Mo‑ decenas de miles de despidos de sus tors a tierras de Pesquería, Nuevo León. trabajadores de base, pero el adorme‑ Según comentario de un lector, el go‑ cimiento a que apuesta el gobierno bernador Rodrigo Medina habría dado parece funcionar: no hemos visto pro‑ a Kia Motors un terreno de 500 hectá‑ nunciamientos contundentes de los reas por el que el Gobierno del Estado trabajadores. Mientras, arrecian los co‑ habría desembolsado 800 millones de letazos presupuestales para campa‑ pesos, y la compra se habría hecho a ñas mediáticas que hacen berrear de la familia del secretario del ayunta‑ placer a los medios masivos oficialis‑ miento de Apodaca (colindante con tas. Y el canto de sirenas nos lleva, irre‑ Pesquería), presunto amigo de Medina. mediablemente, al precipicio •
CABEZALCUBO
Jorge Moch
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........ ARTE Y PENSAMIENTO Luis Tovar
Juan Domingo Argüelles
Twitter: @luistovars
Futuros actualizados
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uienes venden muchos libros y gozan de gran publicidad por parte de sus empresas editoras (¡precisamente porque mantienen viento en popa el negocio!), tienen re‑ suelto el asunto del denominado “público lector”, un público que no sólo está compues‑ to por lectores sino también por fans y parroquianos dispuestos a menear el botafumei‑ ro que inciensa no sólo las obras sino también la figura idolatrada del escritor. Es el público que está siempre a la expectativa de qué hace y deja de hacer su autor predilecto y que compra ansiosamente en la librería o adquiere por internet el nuevo libro de su ídolo. En general, se trata de autores literarios de bestsellers y especialmente
de escritores de novelas, que es a esto, mu‑ chas veces, que se reducen los términos “escritor” y “literatura” incluso para las ins‑ tancias institucionales. La revista Forbes publicó a principios de 2015 la lista de los escritores que más dinero ganan en el mundo, considerando sus ingresos anuales por la venta de libros y por sus derechos de traducción y adap‑ tación cinematográfica. El primer lugar es para el estadunidense James Patterson, quien gana cerca de 90 millones de dóla‑ res anuales, con novelas como La hora de la araña y El coleccionista de amantes, en‑ tre otras muchas que se han llevado al cine. Le sigue el también estadunidense Dan Brown, con ingresos por 26 millones de dólares anuales que le reportan las ventas y derechos de sus novelas Ángeles y demonios, El código Da Vinci, El símbolo perdido y otras que igualmente se han adap‑ tado al cine. Estadunidenses son también las novelistas de temas “románticos ” Nora Roberts y Danielle Steel, cuyos ingresos anuales alcanzan 23 y 22 millones de dó‑ lares respectivamente. Los siguientes en la lista de Forbes son los novelistas estadu‑ nidenses John Grisham (El informe pelícano, El cliente, Tiempo de matar, etcétera) y Stephen King (Carrie, El resplandor, La danza de la muerte, Cujo, Insomnia, etcétera): cada uno de ellos tiene ingresos anuales estimados en 17 millones de dólares. Final‑ mente, están las novelistas británicas j . k . Rowling (la creadora de Harry Potter) y e . l . James (la autora de 50 sombras de Grey), con 14 y 10 millones de dólares anuales, respectivamente. Siendo así, cualquiera que gane al año un millón de dólares por sus libros es real‑ mente un pobretón, y ya ni se diga los que ganan uno o dos milloncitos de pe‑ sos y que ya se sienten en los cuernos de la luna y hasta quieren cobrar por entrevistas. Lo cierto es que, por muy mal que les vaya a los narradores y especialmente a los novelistas de mediano éxito, gozan de al‑ gún porcentaje de regalías anuales que los hacen sentirse pequeños Balzacs (y enormes escritores). No es el caso de los poetas, que en el mercado no pintan pa‑ ra nada. Sus mayores ingresos no es‑ tán en los libros que vendan, sino en las becas y en los premios que obtengan. Por ello son los poetas, sobre todo (y los narradores de poco éxito), quienes han perfeccionado los mecanis‑ mos de las relaciones públicas. A falta de lectores (que no de edito‑ res), la poesía y la literatura minoritaria en general (ensayistas literarios, cuentistas y novelistas de bajo rating, cronistas, etcé‑ tera) se desplazan por sus propios medios y, en muchos casos, por la eficacia de sus
contactos. Así, aunque muy poca gente los lea, algunos dan la impresión (por los ecos y las olas que hacen) de haber publi‑ cado verdaderos bestsellers, y este fenó‑ meno se debe en gran parte al uso de las redes sociales. No hay artista sin buena autoestima, pues ésta (y no la modestia) es una de las fuerzas que llevan a emprender la “obra”, sea pictórica, literaria, musical, escultórica, etcétera. Pero siempre están los que exa‑ geran: aquellos que lo único que tienen en abundancia no es talento sino vanidad. Es obvio que los escritores millonarios de la lista de Forbes están hoy más allá de la va‑ nidad, pues ésta puede sustituirse por el dinero. Y, si lo vemos bien, entre esos ocho grandes millonarios, Stephen King parece un Shakespeare si lo comparamos con los otros que sólo tienen dinero. No es impro‑ bable que alienten alguna duda sobre la calidad de su literatura, pero, a cambio, no tienen duda alguna sobre la calidad y la cantidad de su dinero. En cambio, los escritores que casi no venden libros (entre ellos, muy especial‑ mente los poetas), a falta de dinero, coti‑ zan más alto en la bolsa de la vanidad. Pro‑ bablemente ni siquiera vean su “éxito” en un centenar de lectores, pero confían en la posteridad. No les falta razón si toma‑ mos en cuenta que Emily Dick inson (1830‑1886) no ganó un solo dólar con sus poesías que, por otra parte, apenas pu‑ blicó (únicamente siete, contra más de mil 500 inéditas). La diferencia es que Dic‑ kinson se aisló del mundo, mientras que los poetas de hoy sólo quieren estar en el mismísimo centro del universo •
JORNADA DE POESÍA
Poesía, vanidad y relaciones públicas
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N POCO A LA manera del proceso conocido como “copiar‑pegar” –el frecuen‑ tadísimo copy-paste con el que Demasiados pretende suplir su aprendizaje–, aplicable en procesadores de palabra y muchos otros programas cibernéticos, los guionistas Laeta Kalogridis y Patrick Lussier tomaron partes esenciales de dos antiguos filmes para generar el argumento y la trama de un tercero: los dos primeros son, respectivamente, The Terminator, que data de 1984, y Terminator 2: The Judgment Day (el juicio final), realizado en 1991. Ambos fueron dirigidos y coescritos por James Cameron, a diferencia del tercero, titulado Terminator
Genisys (2015) y dirigido por Alan Ta‑ ylor. Entre éste y aquéllos hay otros dos filmes, absolutamente irrelevantes para cualquier efecto. Ya sea que uno aprecie los géneros fílmicos “acción” y “ciencia ficción” o que sus gustos estén ubicados en las antípodas, es difícil tener una mínima cultura cinematográfica y al mismo tiempo ignorar la existencia de esta historia que, sin importar de cuál de las cinco películas esté hablándose, ni la cantidad y complejidad de los retruécanos que hayan sido aplica‑ dos, consiste básicamente en esto: un robot persigue a un ser humano para matarlo. En línea con lo anterior, difícil‑ mente se desconoce al icono de la his‑ toria: el rostro basto e inexpresivo del actor Arnold Schwarzenegger, carac‑ terizado como el robot –o cyborg, co‑ mo muchos prefieren llamarlo— per‑ secutor, es decir, el Terminator que da título a los filmes.
reset Quien ha visto las cintas que la antece‑ dieron no podrá sino ir verificando que, hasta cierto punto de su desarro‑ llo, Terminator Genisys tiene como uno de sus principales propósitos em‑ patar lo que cuenta con lo que ya se había contado, llegando incluso a la virtual calca de ciertas escenas y par‑ tes de secuencias, en algunos casos, y en otros a una suerte de reinterpreta‑ ción. Mientras la cinta avanza y hasta que llega el referido momento especí‑ fico, con toda justificación la palabra remake ronda la mente del espectador. Sin embargo, dicho término inglés no define a suficiencia lo que se está pre‑ senciando, a causa de la introducción paulatina de algunos cambios respec‑ to de las dos tramas que alimentan la de Terminator Genisys. Más o menos sutiles o crasos, en tales cambios –y no tanto en el hecho de ver otra vez al ac‑ tor austríaco en su papel más emble‑ mático– reside el interés de fondo que pueda tener ésta que, a mayor abun‑ dancia de definiciones, ha sido catalo‑ gada como secuela, “precuela” e inclu‑ so con el término reboot.
Dichos cambios entre las dos histo‑ rias de origen y la tercera resultante, todos referidos al manejo de los tiem‑ pos presente, pasado y futuro diegéti‑ cos, en efecto introducen diferencias considerables en el desarrollo ulterior de la trama del filme reciente, pero cui‑ dándose siempre de mantener dos constantes: primero, la ya menciona‑ da condición persecutoria entre una inteligencia artificial y el ser/los seres humanos, y segundo, la participación clave del cyborg original –quizá cabría decir más bien “originario”– en la solu‑ ción del conflicto. Hay otra constan‑ te, pero de índole mercadotécnica, y tiene que ver con la introducción en la trama de un asidero argumental que da pauta a un filme ulterior. Así pues, la tarea de copy-paste fue realizada con aceptable eficacia y no hace respingar de más a quienes practican la obvia, natural desconfianza frente a este ti‑ po de saqueos fílmicos del pasado, sea reciente o remoto –y por más que de repente pueda parecer, con tantas historias ochenteras de regreso, que el célebre I’ll be back no lo dijo el Termi‑ nator sino Unomismo. Con independencia de todo lo an‑ terior, desde una perspectiva más comprehensiva en la que sean abarca‑ dos tanto la serie completa de filmes, con los detalles particulares acerca de su respectiva visión –entonces con‑ temporánea, para cada uno de ellos– del presente y el futuro, así como el compás cronológico abierto desde la primera hasta la más reciente, con su igualmente particular y mayor o menor pericia para incorporar ele‑ mentos de una modernidad, sea que ésta haya sido finalmente alcanzada o incluso superada –como suele suce‑ der con la ciencia ficción–, a Terminator Genisys le sobran los tics y lugares co‑ munes del filme de acción que inevita‑ blemente es, pero sin los cuales sen‑ cillamente la película no sería, pero le alcanza para proponer, no metafóri‑ camente sino en calidad de meollo dramático, lo mismo que en las dos anteriores pero actualizado, incorpo‑ rando el contexto real. Por supuesto, no se dirá aquí de qué se trata •
CINEXCUSAS
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ENSAYO
12 de julio de 2015 • Número 1062 • Jornada Semanal
A la memoria de Ángela Ramos Hernández, mi siempre amada madre
I l primer trazo del círculo fue Jumpin’ Jack Flash; completaron la figura con "I Can’t Get No satisfaction", composiciones emblemáticas de su extensa producción. Abrir y cerrar en niveles altos, como lo exigía el público, la hermosa tarde de la ya casi finiquitada primavera texana; como lo pedía esa extraordinaria obra arquitectónica que les sirvió de escenario: at & t Stadium, para mayores datos, casa del equipo de futbol americano Vaqueros de Dallas. Como se lo demandaban ellos mismos, para demostrar q u e m á s d e cincuenta años de grabaciones y conciertos no han menguado sus capacidades y que siguen siendo una de las bandas más grandes de la historia del rock. Desde su fundación en 1962, l a s P i e d r a s R o d a n t e s han emprendido cuarenta y cuatro giras que los han llevado a ofrecer presentaciones por todo el mundo. La que les ocupa ahora, llamada Zip Code, inició el 25 de mayo en San Diego California y finalizará el 15 de julio, en Quebec. Siete y media semanas de conciertos en catorce ciudades de la Unión Americana y una en Canadá. II Ríos de autos y gente. Caos vial. Personas de todas las edades inundando negocios de comida, bares, calles. Todos con el mismo objetivo: disfrutar de la música de los Stones. Hace calor, el cielo está limpio y de cuando en vez lo cruza una avioneta que arrastra una enorme manta en la que está impresa la portada de Sticky Fingers (1971): la parte media de Joe Dallesandro en jeans, fotografiado por Andy Warhol. Falta más de una hora para que la fiesta inicie pero ya se sufre para encontrar estacionamiento. La magnitud del espectáculo obligó a las autoridades a disponer de los cajones de locales adyacentes al estadio para contener la oleada de vehículos que no cesan de llegar. Cincuenta dólares por lugar. Algunos protestan, es un verdadero abuso. Pero ya se está ahí. O se paga o no hay sitio para dejar el carro. Es lo mejor que se puede hacer, ya que en el parking lot del estadio la tarifa es de cien billetes verdes. III Abren con "Jumpin’ Jack Flash", cierran con Satisfaction, dos imprescindibles, pero, ¿quién podría decir que las diecisiete más que le dieron forma al show no tienen el mismo peso de las anteriores si, por ejemplo, la segunda fue una insuperable versión de "It’s Only Rock and Roll (But I Like It)" y la penúltima, ya en el primer y único encore, "You Can’t Always Get What You Want", acompañados en directo por
Ilustración de Juan Gabriel Puga
E
el A cappella Choir, de la Universidad de Texas? Jack el saltarín –según su biografía, hijo de la cruza del fuego y el huracán-, también conocido como Mick Jagger, brinca y baila incansablemente. Se adueña del escenario. Los pasillos laterales y el frontal son de su total pertenencia. No deja de recorrerlos una y otra vez. Un hombre que se declara más joven que cualquiera de sus Satánicas Majestades, pregunta: ¿qué hacen estos individuos para mantener tal condición? Recibe dos respuestas: se drogan y/o tienen pacto con el diablo. IV Resobando el lugar común, nos atreveremos a decir que el clímax de las dos horas y media de concierto fue alcanzado mientras sonó la trilogía compuesta por "Midnight Rambler"/"Miss You"/ "Gimme Shelter", durante las cuales las Piedras oficiales (el Saltarín, Richards, Watts, Wood) y demás músicos que los acompañaron entregaron todo de sí para satisfacer las necesidades musicales del conglomerado que tenían frente a ellos.
Rolling Stones: ¿la última gira? Saúl Toledo Ramos
Que clímax, qué entrega ni qué nada: si con esas piezas alcanzaron tal punto, ¿entonces qué fue lo que pasó cuando tocaron "Honky Tonk Women" o "Brown sugar"; o cuando el maestro Keith, guitarra principal, se aventó, para gusto de todos, "Happy"? ¿O cuando se sintió un calor infernal y los costados del stage lanzaron lenguas de fuego y el Saltarín apareció cubierto por un peludo abrigo del rojo más intenso y pleased to meet you, hope you guess my name… y sepas que soy Lucifer y me trates con cortesía y buen gusto…? Pues fue todo eso. Una situación orgásmica, digamos. Tensión y placer. Picos muy altos de creatividad musical. Y nada diremos de los trances provocados por "Star Me Up", "Bitch", "Tumbling Dice", "Moonlight Mile" y la legendaria "Let’s Spend The Night Together". V Venimos desde Austin para ver a los Rolling Stones, confiesa un fanático. No es un viaje muy pesado: 180 minutos hacia el norte. Es un camino directo, prácticamente la única vuelta requerida es la que lo saca a uno de la autopista interestatal 35, en Arlington, y tres minutos después se está en la entrada del estadio. Aunque hoy ese pequeño recorrido es más dilatado por la carga vehicular. Hay que considerar que hubo quienes debieron agotar rutas más largas; se ven, por ejemplo, placas de Nuevo León, México. Pero valió la pena. Los venerables ancianos (el más joven tiene sesenta y ocho años y el maduro setenta y cuatro) no defraudaron. Jagger muta: de piedra pasa a ser una serpiente. Flexible y elástico, se expresa con todo su cuerpo, es evidente que le gusta presumir y mostrar su físico delgado y fuerte. Su ropa ajustada deja ver que es uno de esos envidiables casos de longevidad extrema. No obstante su edad, son visibles los músculos de abdomen, hombros, brazos y espalda. No hay tregua para sus piernas magras, que corren y se retuercen. Durante "Midnight Rambler" practica un baile digno del mejor coreógrafo. No podemos decir lo mismo del trío restante, pero sí afirmaremos que es sorprendente que, a estas alturas, sus capacidades corporales les permitan ofrecer conciertos de más de dos horas. La maestría es otra cosa. El tiempo ha depurado sus estilos, cada uno de ellos controla su instrumento, le saca el mayor provecho posible. VI No siempre puedes obtener lo que quieres, pero si lo intentas… Son las últimas estrofas. Los parafernálicos fuegos pirotécnicos explotan en las alturas. Chisporroteo de luces. El conjunto en pleno se alinea para dar las gracias y despedirse. Obstinado, el respetable reclama más canciones. Nada sucede. Es el fin. En varias ocasiones los Rolling Stones han dicho que están en la antesala del retiro. Por la forma en que lucieron esta noche, es poco probable que la jubilación sea una opción a corto plazo. Esta gira, según se ve, no cierra el círculo. Parece que aún no obtienen satisfacción. Habrá Piedras Rodantes para rato •
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