5 minute read

Esto no es un anuncio

HEMOS SIDO INVITADOS a participar en Expo Soundcheck 2023. Se trata de un encuentro que ocurrirá a partir de este domingo 23 y hasta el martes 25 de abril en World Trade Center de Ciudad de México. Justo hoy, a las 13 horas, daremos una charla y tocaremos con varios invitados. Esto es algo que nos entusiasma al margen de lo personal, pues cuando la industria de los instrumentos, de la iluminación, del audio, del video y de todo lo relacionado con la producción de espectáculos escénicos se muestra reunida en un mismo espacio, entonces hay esperanza para quienes apostamos por lo vivo.

Imagine nuestra lectora, nuestro lector, lo que esta comunidad sufrió con la pandemia. (Permítanos por ello dedicar una columna de apoyo.) Hablamos de esa parte invisible de la industria que da soporte no sólo a los grandes conciertos en foros renombrados, sino a todo el andamiaje –cultural o de entretenimiento– que va del pequeño centro de barrio a la plaza del pueblo y de allí a las ferias, palenques, fiestas privadas, espacios como librerías, galerías, teatros, salones para eventos, bodas, etcétera. Sí. Hablamos de todo aquello que necesita volumen, color y elevación para resonar en la mente y el corazón de los melómanos, de los amantes del teatro, del cine, de la danza y de cualquier proyecto performático.

Se puede ver así: las venas, los huesos, los músculos, los nervios de esos sistemas y aparatos escénicos están compuestos por cables, bocinas, micrófonos, amplificadores, focos, soportes, tinglados, pantallas, consolas, cuerdas y, sobre todo, personas; gente vestida de negro que en la parte trasera de un tinglado o en las oficinas de una bodega hace hasta lo imposible para que las extravagantes fantasías de un artista puedan llevarse a cabo, aunque sea por un momento. Dicho de otra forma: esta industria es de las que materializan la imaginación y contribuyen a la felicidad.

También nos entusiasma, por cierto, que en la misma Expo Soundcheck presentaremos una guitarra electroacústica nueva. Se llama Curandera. La diseñamos junto al laudero sevillano Antonio Álvarez Bernal y al artista madrileño Alejandro Sanz. Pero esa es otra historia. Si quiere conocerla asista uno de estos días. El precio por las tres jornadas, con todas las actividades incluidas, es de $100 (cien pesos) si paga en línea: soundcheckexpo.com.mx; y aquí algo importante: no se trata de un evento exclusivo para profesionales. Mañana lunes podría escuchar a Benny Ibarra y el martes a Fela Domínguez (figura del teatro y los musicales). Asimismo, podría acercarse a conversatorios con personajes variopintos del entretenimiento y, por qué no, comprarse el instrumento que siempre quiso.

Habrá conferencias sobre música en el cine, producción discográfica, pedagogía musical, desarrollo escénico, iluminación, estudios de grabación y muchos otros temas. Las actividades comienzan diariamente a las 12 y terminan a las 8 pm. Con esta edición, la Expo Soundcheck celebra veinte años de vida. Dos décadas de provocar la unión entre actores de un sector que, antes de su existencia, no se reconocía bajo el reflector. ¿Quién hace esto posible? Un personaje llamado Jorge Urbano, acompañado por personas dedicadas a la creación de publicaciones y eventos relevantes.

Así es. En el pasado hemos dedicado algunas líneas a su labor. Hoy lo volvemos a hacer, creyentes de su relevancia para la salud de nuestro ecosistema; ése en que conviven Rosalía para el Zócalo y una lectura de poesía en La Bota del Centro Histórico. Lo dijimos al inicio y lo repetimos al final: este no es un anuncio ni un texto por conveniencia. Es un reconocimiento transparente en el que nos vemos involucrados por nuestro oficio. Es, sobre todo, una invitación para que se acerque a conocer y celebrar parte de lo que sostiene al mundo del espectáculo, desde las sombras. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos l

Cinexcusas/ Luis Tovar @luistovars

Cine de corte y pega (I de II)

SIN FALTAR A la verdad puede afirmarse que la tabasqueña Martha Elba Higareda Cervantes, profesionalmente conocida sólo por sus primeros nombre y apellido, es la reina cinematográfica mexicana de la memez ñoña o, para decirlo sin sombra de acrimonia, de la definición –si bien involuntaria al parecer, por lo deshilachada, confusa y de a ratos hasta contradictoria–, así como la ponderación, difusión, promoción y elevación a condición axiomática del statu quo sociocultural que priva en determinados estratos sociales contemporáneos nacionales, en más de una vertiente, comenzando por las relativamente simples de gustos, usos y costumbres, hasta llegar a la bastante más compleja y determinante de lo que podría –y para quienes piensan como Higareda y sus socios, no sólo podría sino debería– significar ser mujer. Prácticamente la totalidad de la filmografía de la señora Higareda sustenta y confirma lo antedicho, sobre todo el tramo más reciente en el que la nacida en Villahermosa hace poco menos de cuatro décadas ha fungido como productora y guionista. Pónganse por caso Te presento a Laura (2010), el tándem No manches, Frida (2016 y 2019) y Cásese quien pueda (2014): todas circunscritas a un entorno socioeconómico en el cual el sustento, el grado de escolaridad, las condiciones de vida, de seguridad, de salud y asuntos similares jamás representan un problema y, en esencia, éstos se reducen a encontrar el modo de “ser feliz” y este aserto significa, de modo invariable, “encontrar el amor”, por cierto, no de preferencia sino obligadamente heterosexual.

Copiar copiando

EN DESCARGO de la señora Higareda debe reconocerse que no es ella la fuente original de lo monotemático, monolítico y limitado de los argumentos que concibe: sus colecciones de gags basados en el ridículo, planteamientos de situación y condición superficiales, chatos picos dramáticos y desenlaces obligadamente complacientes no provienen de la emulación del trabajo de un director o direc- tora en particular, ni tampoco de una corriente o género cinematográfico específico –por más que a Higareda sólo se le dé (es un decir) la comedia romántica–, sino en bulto, indistintamente, del cine hollywoodense más ramplón y facilista, identificable precisamente por exhibir, como si de virtudes se tratara, taras similares y hasta peores.

Dicho en otras palabras, Higareda es la más exitosa y, por lo tanto, la más conspicua reproductora nativa de un modelo y una postura vitales propios de la clase media estadunidense –tropicalizadora, dirían algunos, en tanto lo suyo es la traslación al contexto local, en la mayoría de los casos forzada cuando no imposible, de un entorno, un imaginario y una idiosincrasia esencialmente diferentes.

Para infortunio del cine nacional la cosa no para ahí, es decir en las películas perpetradas por la señora Higareda y compañía, pues sin que a estas alturas quede claro a quién corresponde el rol de huevo y a quién el de gallina, el caso es que ese cine de miras cortísimas por culpa de su miopía copiona ha prendido a tal grado que no le faltan imitadores y, por lo que parece, su mata seguirá dando todavía durante un lapso indeterminado. Ejemplos de lo anterior son dos filmes de creación reciente: de la propia Higareda una cosa titulada Fuga de reinas (2023), debut como director cinematográfico de un español llamado Jorge Macaya, producida y coescrita por Martha Higareda, y otra cosa que lleva por título Casando a mi ex (2023), dirigida por Carlos González Sariñana, que hace tres lustros firmó el largometraje Spam (2013) bajo el nombre de Charly Gore y hace una década, ya con su nombre real, la comedia Actores, S.A. (2013). Si bien Fuga de reinas y Casando a mi ex comparten la característica de ser producidas por las dos principales plataformas streaming –Netflix y Amazon Prime, respectivamente–, no quiere decirse aquí que sus tramas sean similares –aunque sí su propósito: el único y último de ganar dinero–, sino que más bien son complementarias, casi como si hubieran sido concebidas de manera secuencial. (Continuará.)

This article is from: