El derecho a la verdad; el caso Ayotzinapa y el giei Madrid, protagonista de la FIL Antonio Rodríguez Jiménez
Antonio Helguera,
Premio Catrina 2017 Ricardo Guzmán
Felipe Garrido,
hombre de letras Juan Domingo Argüelles
Evodio Escalante y la
reformulación del canon José María Espinasa
A malia H ernández
siete décadas de danza y cultura Andrea Tirado
■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 26 de noviembre de 2017 ■ Núm. 1186 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Madrid, Antonio Rodríguez Jiménez LA LISTA DE PARTICIPANTES Y LA POLÍTICA CULTURAL DE LA FIL DE GUADALAJARA, ESTE AÑO DEDICADA A MADRID, BAJO LA SEVERA MIRDADA DE UN AUTOR Y CRÍTICO ESPAÑOL.
En 1947, la coreografía Sonatas marcó el inicio de lo que sería la prolongada trayectoria de Amalia Hernández, así como del Ballet Folclórico de México, aún vigente, cuyo vigor y capacidad para representar a la cultura mexicana alrededor del mundo se deben, precisamente, al talento y el esfuerzo de la bailarina mexicana que el pasado 19 de septiembre habría cumplido cien años de edad. Bailarina ella misma y académica de la danza, Andrea Tirado hace, a siete décadas de aquel inicio, la semblanza de esta figura de la cultura mexicana,
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ecuerdo hace once años el desembarco andaluz en la Feria del Libro de Guadalajara, que era puramente andaluz, porque en mi tierra hay cientos de escritores que son andaluces. Pero Madrid parece que tiene dificultades para fichar a escritores madrileños y es una lástima. He visto el programa y echo a tantos de menos que me he preocupado, y maliciosamente pensé que la política torticera e inamovible de la izquierda reaccionaria había intervenido. No quiero ser mal pensado pero algo huele a podrido. Empecemos por los poetas. Sólo he visto al de siempre, al que está en todas partes, al temido, ése que tiene el don de la ubicuidad, que es granadino y ahora lo han anunciado en Madrid ¿qué hace con los madrileños? ¿Se puede cambiar de nacionalidad provincial? He llegado a pensar que sí, pues desde que un grupo de catalanes quieren independizar a toda la comunidad autonómica por las bravas, ya uno no sabe ni qué pensar. Bueno, pues
eso, ahí está el poeta grandioso de las fuerzas políticas de Ahora Madrid (Partido Comunista de España), cuya alcaldesa, Manuela Carmena, tiene la capacidad de cambiar los lugares de nacimiento y hacer madrileños a Mariano Peyrou, que nació en Argentina, a Ada Salas, que es extremeña o a mi buena amiga y gran poeta Olvido García Valdés, que es asturiana. Ella, por cierto, es la mejor poeta “madrileña” (y “asturiana”) que estará en la FiL. También está en la lista Carlos Pardo, especializado en organizar saraos y del núcleo duro del PCe . Poetas, la verdad, vienen muy pocos, apenas dos o tres, cuando en Madrid hay muchísimos y buenos. Si asiste el poeta de Granada por qué no han invitado a Blanca Andréu, María Antonia Ortega, Juan Carlos Suñén, Ana Rossetti, Fanny Rubio, Juana Vázquez, Beatriz Hernánz, Raquel Lanseros, Juan Carlos Mestre, Fernando Beltrán, Miguel Casado, Miguel Galanes o Andrea Luca, entre muchos otros, al margen de poetas mayores de calidad, de derechas, como Luis Alberto de Cuenca, o de izquierdas,
Aspecto de la FIL Guadalajara 2016, stand de América Latina. Foto: Arturo Campos Cedillo/ La Jornada
creadora de decenas de coreografías y merecedora de múltiples reconocimientos nacionales e internacionales, que supo recrear la idiosincrasia nacional a través del movimiento corporal e hizo de su desempeño artístico una auténtica misión diplomática cultural. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
Directora General: C armen L ira S aade , Director: L uiS T ovar , E d ic i ón : F ranCiSCo T orreS C órdova y r iCardo y áñez . Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo G arCía n orieGa , Formación: m arGa P eña , Diseño de Columnas: J uan G abrieL P uGa , Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a L e J a n d r o P av ó n , Publicidad: e va v a r G a S y r u b é n H i n o J o S a , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
Portada: Embajadora cultural Foto incluida en el libro El Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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Presentación del país anfitrión FIL 2017, con Celia Mayer, concejala de Cultura, Turismo y Deportes del Ayuntamiento de Madrid; la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena (centro) y Raúl Padilla, presidente de la FIL
protagonista de la Fil como Antonio Hernández, Manuel Rico, Jorge Urrutia, César Antonio Molina, Juana Vázquez. O más neutros políticamente como Ángel García López. No se entiende esa radicalidad tan absurda en torno al silenciamiento de tantas nobles plumas cuyas obras, tanto en calidad como en cantidad, son inmensas. Pero es más cómodo llamar al nini del partido para que elabore la lista de sus amiguetes. Los políticos no se enteran de que el poeta tiene que ofrecer un compromiso con la verdad, con la decencia, con la honradez, con la eticidad, y no puede participar en situaciones de deterioro, gracias a las cuales la poesía de la máscara ha adquirido más valor que la del propio rostro. Parece que los poetas cobraran la nómina de la mediocridad, de la vulgaridad y del aburrimiento. La poesía, que siempre va vendiendo el innombrable como nueva, que incluso alguien quiere homenajear en México como si de Juan Ramón Jiménez se tratara, cuando no pasa de ser un Núñez de Arce venido a menos, ha impuesto la cordura, aquella bautizada por Machado como la terrible “cordura” idiota. Ese poeta y los que lo aplauden hacen todos el mismo poema. Estamos ante la teoría de la mismidad. En la poesía española “conocida” huele a cerrado, como en el Ayuntamiento de Carmena, pues la corrupción habita el lenguaje. Los funcionarios de la poesía quieren hacer carrera y para ello profesan y promulgan sus dogmas poéticos, pero sus poemas nacen muertos porque no logran comunicar nada. Algo tiene que haber, pues, en toda la espaciosa y triste España actual, para haber sucumbido al poder de lo efímero. En el caso de la aportación madrileña a la FiL , estamos ante una izquierda reaccionaria que intenta imponer a toda costa el discurso único, la verdad unilateral o manipulada y servida por una minoría que actúa como una mayoría. Están empeñados en que proliferen los poetas de la tendencia neorrealista, que se alimentan de su propia simplicidad estética,
que intenta la perogrullada de Campoamor: convertir la poesía en popular. Antes se hablaba de un grupo, pero el grupo casi no está, pues lo han defenestrado lentamente en las cunetas de la piel de toro. Ese horizonte epigonal se ha diluido logrando desaparecer a amigos y enemigos para quedarse solo, como si su camino estuviera dirigido hacia la consecución del Premio Nobel, pues al ser el único ya no hay más remedio si le toca a España y a su poeta oficial. Y también ya es su único imitador, la corriente dominante, la mímesis, la clonicidad es uno solo. Y lo curioso es que nadie alza la voz para decirlo, aunque todos lo piensen. A los poetas que eludieron la mímesis en aquellos años ochenta, se les negó el pan y la sal y desde entonces caminan por las catacumbas obnubilados en su propia verdad y ocultos al mundo entero. Cómo se puede hacer entender a críticos, editores y organizadores de festivales que hay otras opciones estéticas con variedad y personalidad estilística, originalidad creativa, respeto y tolerancia a los demás y a ellos mismos. Cómo hacerles comprender que la belleza reside en la autenticidad del mensaje poético. Cómo decirlo más claro: lean, señores, lean, pues tras el árbol único, emblema del paisaje oficial, se oculta el bosque de las voces distintas de aquellos que reclaman una hondura humanista, que no creen obsoleta la persecución de la originalidad. Lo que está pasando en España con la poesía es comparable a lo que ocurrió en Austria con Salieri, que era muy popular y al final lo desbancó la autenticidad del pequeño Mozart. ¿Pero cuántos años pasaron en que pervivió el fraude y pasó inadvertida la autenticidad? La poesía debe ser poesía y no redacción informativa, que es lo que hace el aclamado poeta. Los lectores deben estar en contra de la poesía involutiva, marcada por su insignificancia, por su falta de calor testimonial y llena de pobreza argumental y temática. Poesía no es estar en las esferas del poder político, ni
rodearse de cantantes conocidos para aumentar la popularidad, pues para él y para ellos sólo es poesía aquello que ellos deciden que sea poesía, por eso niegan la originalidad creativa. Curiosamente no se han olvidado de invitar a todos los periodistas culturales al margen de sus posicionamientos políticos, pues ese tipo de olvido le puede resultar peligroso a la señora Carmene y a sus mariachis. Así que ahí está Juan Cruz (Grupo Prisa), Jesús Ciberio (Grupo Prisa), Javier Rodríguez Marcos ( abC ), Antonio Lucas (El Mundo), Blanca Berasátegui (El Cul tural del Mundo), Ignacio Escolar (Eldiario.es) o Manuel Rodríguez Rivero (El País), que está representado por partida triple. Invitaron a narradores como Soledad Puértolas (zaragozana), Lorenzo Silva, Ray Loriga, Andrés Barba, Luisgé Martín, Vicente Molina Foix (valenciano), Manuel Vicent (valenciano) y muchos otros. Al menos, los narradores son aceptables, aunque algunos no sean madrileños. Esta es la política rara e irresponsable que se hace en España, ya que la Comunidad Autónoma de Madrid (que debería tener algo que decir en el tema de la FiL dedicada a Madrid) está gobernada por el PP que siempre ha hecho dejaciones de todo lo relacionado con la cultura. Le da tan poca importancia que siempre deja que corte el pastel la izquierda, pues a ellos se la repampinfla y dejan incluso que se lo coman enterito. Siempre ha sido así y eso no va a cambiar nunca. De hecho ni siquiera existe en España un Ministerio de Cultura (el que hay está compartido con la Educación y el Deporte). Todavía faltan varias semanas para el evento, de modo que se podría rectificar. Aunque no creo que nadie lo haga, pues la izquierda tiene montado su circo y los otros hasta le ceden terrenos y le dan subvenciones para que lo monten donde quieran. “Cultura para qué”, dicen mientras el país se le rompe por el noreste y casi siguen de brazos cruzados
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evodio escalante
y la reformulaci
José María Espinasa
LA APARICIÓN DEL VOLUMEN CINCO CUMBRES DE LA POESÍA MEXICANA ES MOTIVO DE ACERCAMIENTOS Y DESACUERDOS ENTRE DOS CRÍTICOS LITERARIOS DE PROBADA SOLVENCIA. LA OBRA DE ACUÑA, OTHÓN, GOROSTIZA, SABINES Y BONIFAZ NUÑO ES EL PROPÓSITO DEL LIBRO. EL DE ESTE ENSAYO ES LA MIRADA QUE LOS ESTUDIA: CRÍTICA DE LA CRÍTICA.
H
e leído los ensayos críticos de Evodio Escalante desde hace más de cuarenta años, cuando apareció La literatura del lado mo ridor, con una reacción constante: la de partir de un desacuerdo constante. Cuando publicó su libro sobre Revueltas yo leía al autor de Los errores con entusiasmo y sostenía sobre su escritura ideas muy diferentes a las de Evodio. Ese desacuerdo se ve, sin embargo, equilibrado por la coincidencia en temas, autores y preocupaciones, y hasta le aporta una cierta riqueza polémica, porque si bien partimos de ópticas diferentes solemos después en el camino tener muchas coincidencias. En Cinco cumbres de la poesía mexicana, el más reciente título publicado por Evodio, hay un ejemplo evidente. Para explicarlo voy a partir primero de una mirada global y después me ocuparé de cada uno de los ensayos en particular.
EL PRINCIPIO SUBVERSIVO
M
e distancia de su actitud crítica que, según yo, parte de una toma de posición previa a la lectura misma de un autor o texto. Es más una sensación que una certeza. La nómina de los autores ensayados en este libro lo muestra. Evodio es lo que en lenguaje coloquial llamamos un contreras. La crítica mexicana en general, y no sólo Paz, mira con desdén a nuestro romanticismo y Evodio quiere demostrar que están equivocados. Se considera a Othón un modernista y hay que mostrar que no lo es. Es, desde luego, una actitud saludable: revisar los juicios que instauran un canon y lo inmovilizan es el deber del crítico, en lugar de seguir echando incienso en los lugares y autores previsibles. Pero esto debería surgir después de leer a esos autores, no antes, porque lo que sucede es que el discurso se encima sobre el texto y lo hace decir lo que el crítico quiere que diga, aunque recurra a todas las citas y pies de página que se quiera. Y yo creo que el canon se subvierte desde dentro, no con explosiones provocadas desde fuera. Es lo que los preceptistas de antes llamaban estar abierto al texto. A eso Evodio agrega un elemento más que me produce cierto reparo: su “método” (lo entrecomillo para evitar que se crea que lo hace evidente) se parece mucho al de la crítica académica, y eso le quita poder de subversión incluso en sus textos más claramente ensayísticos. Él ha hecho libros de fuste investigativo y académico: su libro sobre Gorostiza, Entre la redención y la catástrofe, es el mejor ejemplo, o sus tra-
bajos sobre el estridentismo. También ha hecho ensayos de carácter periodístico y divulgativo y le gusta participar en polémicas, encontrar la viga y la paja en el ojo ajeno; conoce no sólo la teoría básica sino la más especializada y de vanguardia, se mete con temas complejos –Walter Benjamin, Martín Heidegger y hasta Hegel–, pero practica poco una estrategia narratológica, lo que hace que el lector –y no creo que sólo me suceda a mí– se quede fuera del discurso incluso si le interesa.
ACUÑA Y OTHÓN: ROMANTICISMO Y MODERNISMO
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quí entro ya en materia: se ocupa primero de Manuel Acuña y a través de él de nuestro romanticismo. Busca revalorarlo y negar el juicio de que es no un romanticismo de segunda sino de tercera, cosa que también ha hecho otro escritor contemporáneo suyo, Marco Antonio Campos. A los dos los he leído con cuidado y atención y bien dispuesto, pero no acaban de convencerme. Me encantaría decir, después de leerlos, que Acuña es un gran poeta, pero no lo consiguen. Es verdad que en ese terreno soy más bien un entrometido, pues conozco muy poco la literatura del siglo xix y menos todavía de primera mano. La propuesta, sin embargo, la tomo en serio y he puesto sobre mi escritorio las poesías completas de Manuel Acuña para ver si consigo que me entusiasme su lectura. Ya con Othón la cosa cambia. Es un poeta que he leído con interés y hasta con entusiasmo, justamente a partir de una edición que preparó Evodio para la uam hace ya unos veinte años. El ensayo aquí incluido es el prólogo de aquélla. Othón es para mí la puerta a la poesía moderna mexicana, su plataforma de despegue, en especial Idilio salvaje, pero veo también en su obra anterior, la que el propio Othón rechaza, un elemento claramente afín al modernismo mexicano que de verdad me importa, el que desemboca en Ramón López Velarde. Evodio pierde mucho tiempo peleando con fantasmas. El modernismo es un movimiento tan amplio y –si se me permite el adjetivo– voluble, que en él cabe casi todo, de Martí a Silva y Lugones, y de Gutiérrez Nájera a Nervo y el primer Tablada. Y en ese contexto es el modernismo de Othón, menos ampuloso y más concentrado, el que hoy día nos interesa. “El Dios en el precipicio” es ya un ensayo fundamental y apunta hacia el objetivo de nuestro autor en sus ensayos: reformular el canon.
EL SIGLO XX Y EL POEMA EXTENSO
C
uando entramos en el siglo xx mi relación con los ensayos de este libro cambia. La razón es muy sencilla: son autores de los que yo también me he ocupado y entonces ocurre como con aquellos amigos que han tenido una misma novia: tienen a la vez una complicidad y una distancia, incluso a veces un rencor. La intención de buscar nuevos ángulos de interpretación me parece saludable, aunque no sean los mismos que los míos. Su gran libro sobre Gorostiza merece un comentario aparte. El que aquí se incluye, “Metáfora y metafísica en José Gorostiza”, es fruto de haber conocido un mecanuscrito del poeta en donde indica otra manera de presentación de la que hasta ahora ha sido aceptada. Aunque me interesa la discusión, me siento un poco fuera, pues es más propia de los eruditos –Sheridan, Quirarte, él mismo– que de un lector más lírico, pero me gustan algunas de sus conclusiones como me gustó hace tiempo lo propuesto por José Joaquín Blanco en su Crónica de la poesía mexicana: leer el texto como una suma o collage de poemas breves. Con el ensayo sobre Jaime Sabines queda claro para mí lo que Evodio busca en sus textos sobre la poesía mexicana: establecer como hilo conductor –no es el primero– el poema extenso y meditativo. Mejora esa narratología mencionada al principio: una forma específica, el poema extenso, como épica de la inteligencia, se vuelve el hilo conductor y va contrapunteando textos –en este caso Muerte sin fin con Algo sobre la muerte del mayor Sabines. Como para contrastar el asunto, en cambio me parece que es ya inútil insistir sobre la obra del chiapaneco como poesía antiintelectual. No sólo es repetitivo sino, además, un error. Lo ilustro con una paradoja: de ser así el mejor poema de Sabines lo habría escrito Octavio Paz, “Las palabras”. Tampoco me queda claro que la poesía bronca no tenga su lugar en nuestra tradición: de Renato Leduc y León Felipe, o Efraín Huerta, para no hablar de autores más cercanos en el tiempo –Jaime Reyes, a quien no cita, Orlando Guillén, Ricardo Castillo y él mismo. Existe claramente una línea contrapunteada y estridente que acompaña la armonía principal. Liberarse de este lugar común serviría para asumir plenamente y comprender mejor el sesgo metafísico del poema. Ya se ha mostrado que Sabines no es un poeta inculto ni silvestre (como no lo fueron León Felipe o Efraín Huerta, mucho menos Leduc).
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ión del canon Quiero en cambio volver sobre la idea del poema extenso. Evodio se ha ocupado de Muerte sin fin, de Can to a un dios mineral, de Piedra de sol, del ya mencionado de Sabines, y es evidente que está haciendo una historia de la poesía mexicana a través de esa forma tan abundante entre nosotros, y no pocas veces con buena fortuna propone nuevas miradas.
LA ISLA BONIFAZ Evodio Escalante. Foto: Duilio Rodríguez/ La Jornada
E
l libro acaba con un par de ensayo sobre la poesía de Rubén Bonifaz Nuño. El poeta es una piedra fundamental para entender el momento actual de nuestra poesía, pues es probablemente el más leído por los aspirantes a serlo entre los que tienen entre veinte y cuarenta años, y su lúgubre grisura roza muchas veces la sordidez, combina también una hiperconciencia de la forma con un desparpajo violento –rudo, lo llama Evodio, como para contrastarlo con los técnicos– y directo, con registros de aguafuerte urbano y sentimental de matices goyescos. Me parece sintomático que Evodio, hablando de Los de monios y los días, proponga su lectura como un poema unitario, en la misma vía de la narratología descrita párrafos arriba. Se trata de un lirismo sórdido y torturado sin los momentos de explosión luminosa de Huerta o de Sabines. En aquellos años Bonifaz crea, según Evodio (y pienso que tiene razón), una lírica no de derechas sino reaccionaria (el matiz entre ambos términos es importante), en el que el desparpajo inherente a la juventud le parece detestable. Es cierto: Bonifaz nació siendo un poeta viejo y fue rejuveneciendo con los años. Y como Evodio anota, Los demonios y los días es anterior casi quince años al movimiento estudiantil del ‘68. La amargura no es ajena a la lírica mexicana –piensen el deslumbrante Nuevo amor, de Novo, o en algunos poemas de Renato Leduc y de Huerta, pero momentos como “El mundo nace cuando dos se besan” de Piedra de sol imponen un tono frente al cual Bonifaz reacciona con gran violencia, casi hasta formular un desencantado “el mundo muere cuando dos se besan”. No obstante, y a pesar de la influencia en nuevas generaciones, su tono forma una isla: no lo prolonga el descreimiento de un Lizalde y mucho menos el lirismo escéptico blando de un José Emilio Pacheco, y el contraste con la claridad celebratoria de Tomás Segovia es radical. Tendrá que esperar hasta la aparición de Can tado para nadie, de Francisco Cervantes, y de –quién lo
dijera– Adrede, de Gerardo Deniz, para que haya una amargura tan fuerte en nuestra lírica. Mientras tanto Bonifaz seguirá otros caminos. Uno, muy evidente, es el de la poesía amorosa más celebratoria. No deja de ser sorprendente que en un país como México, con rasgos hieráticos e inexpresivos y una notoria represión sexual, la poesía amorosa tenga, desde Efrén Rebolledo hasta nuestros días, tantos y tan variados e intensos registros. Y en Bonifaz Nuño esa contradicción agrega una quemante intensidad. Ocuparía demasiado tiempo hablar a fondo de las propuestas de estos ensayos sobre Bonifaz. Destaco la manera en que lo pone en relación con el grupo Hiperión y la filosofía del mexicano a través de Jorge Portilla; también la vinculación con el descubrimiento o invención –suceden ambas cosas– de una lírica precolombina. Observo también que Evodio no señala una paradoja complicada: en la poesía de Bonifaz hay, sostenida por su talento, la peor retórica de la lírica mexicana: grandilocuente, ceremoniosa, solemne. Cuando esas manías se abandonan o se rompen en el propio poema, la desgarradura es impresionante.
DISTINTO MAPA, MISMO PAISAJE
E
n su epílogo, Evodio hace un breve recuento de lo que los críticos han dicho recientemente sobre la poesía de Bonifaz Nuño: Víctor Manuel Mendio-
la, José Ángel Leyva y el español Luis García Montero, con un énfasis especial en los trabajos de Marco Antonio Campos. Dos cosas con relación a esto: como dije líneas arriba, Bonifaz Nuño es el poeta que más influencia tiene en las nuevas generaciones. Pongo tres ejemplos de jóvenes: Emiliano Álvarez, Cristian Peña, Javier Peñalosa, tres autores premiados. También es importante señalar que, en la otra orilla del abanico literario, hay críticas y señalamientos que no menciona, como la monotonía y la sordera de su poesía. Quisiera proponer uno de esos juegos combinatorios que resultan, si no ejemplares, sí ejemplificadores. Escalante titula su libro Cinco cumbres de la poesía mexicana. Digamos que ese mismo título podía haber cobijado a los siguientes autores: Miguel m . Flores, Salvador Díaz Mirón, Xavier Villaurrutia, Alí Chumacero y Eduardo Lizalde, o bien Manuel Gutiérrez Nájera, José Juan Tablada, Carlos Pellicer, Rosario Castellanos y Marco Antonio Montes de Oca, o bien todavía, Amado Nervo, Ramón López Velarde, Gilberto Owen, Efraín Huerta y Tomás Segovia, ocupando más o menos el mismo período histórico (un siglo). El paisaje no cambiaría gran cosa en su dibujo, aunque sí en su vegetación y en su fauna. Hay más posibilidades en la lista. La trampa del juego está en que yo, partiendo de la lista de Evodio, elaboro otras más o menos coherentes, sin incluir en ninguna a Alfonso Reyes ni a Octavio Paz. Es un truco para sugerir que el trabajo de ensayistas como Evodio, más allá de las diferencias o coincidencias que yo pueda tener con él, contribuye a romper la noción misma de canon y su operatividad ideológica. Y en eso cumple su labor iconoclasta, al relativizar las cumbres en función no tanto de las mesetas sino de otras cumbres en un paisaje que permanece bien delineado. No se trata de cuestionar un canon para instaurar otro, sino de abolirlo, aunque como ocurre con el azar, sea una necesidad
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Felipe
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“P
Felipe Garrido, recientemente homenajeado en el INBA por sus 75 años de vida, aquí en su casa en Coyoacán, 17 de diciembre de 2015. Foto: Luis Humberto González/ La Jornada
Juan Domingo Argüelles
UNA SEMBLANZA QUE CELEBRA LA VIDA Y LA LABOR DE UN ESCRITOR COMPLETO: CUENTISTA, ENSAYISTA, PROSISTA, TRADUCTOR Y EDITOR QUE SE HA GANADO A PULSO SER UN LEGÍTIMO PROTAGONISTA DE NUESTRA LITERATURA. PREMIO NACIONAL DE LETRAS, INCANSABLE PROMOTOR DE LA LECTURA POR TODOS LOS MEDIOS DIURNOS Y NOCTURNOS, IMPRESOS Y VIRTUALES, DE VIVA VOZ, EN RADIO Y CELULARES, EL FESTEJADO RECIENTEMENTE CUMPLIÓ SUS PRIMEROS SETENTA Y CINCO AÑOS. Y TAN CAMPANTE.
P
rotagonistas de la Literatura Mexicana” se llama el ciclo del inba mediante el cual se reconoce o celebra a los escritores más destacados de nuestras letras, especialmente a aquellos de los que se podría decir que han consumado su obra. Como es obvio, el nombre proviene del indispensable libro de Emmanuel Carballo, cuyo título es precisamente Protagonistas de la li teratura mexicana, un libro que su autor publicó por vez primera en 1965 y cuya edición definitiva, corregida y ampliada, vio la luz cuarenta años después. Emmanuel Carballo entendía el concepto “protagonista” con la acepción que le dan María Moliner y el Diccionario de la Real Academia Española ( drae ): “Persona o cosa que en un suceso cualquiera desempeña la parte principal.” De ahí que “protagonizar” sea “desempeñar el papel más destacado en cualquier hecho”, aunque no debemos olvidar que, como todo el mundo sabe, el sustantivo “protagonismo”, cuyo recto sentido se aplica a la “condición de quien es protagonista”, tiene también un sesgo despectivo: en la acepción del drae, “afán de mostrarse como la persona más calificada y necesaria en determinada actividad, independientemente de que se posean o no méritos que lo justifiquen”. Siendo así, tener “protagonismo” no siempre es un elogio, y casi siempre resulta un estigma. Ejemplo: “El
protagonismo de fulano lo convierte en el tipo más desagradable.” Para Emmanuel Carballo, sus “protagonistas” lo son porque poseen méritos literarios. Quiere ello decir que son “protagónicos” y tienen “protagonismo” en el mejor sentido, no en el peor. Alguna vez le pregunté a Emmanuel por qué en su libro no estaban ni José Revueltas ni Jaime Sabines ni Rubén Bonifaz Nuño y su respuesta, siempre directa, como todas las suyas, me dejó ver más sus diferencias que sus simpatías con estos autores que, a mi juicio, son tan protagonistas de la literatura mexicana como los veintitrés que agrupa en su libro, e incluso yo diría mucho más protagónicos que algunos de sus protagonistas. Esto revela que los “protagonistas” o “principales” lo son según sea la valoración de quien los juzga. Son, en todo caso, “protagonistas” en su tiempo y no necesariamente en la historia de las letras mexicanas. ¿Quién diría hoy, en 2017, que Fernández McGregor, Artemio de Valle-Arizpe, Jiménez Rueda, Octavio G . Barreda y Ramón Rubín, por mencionar sólo cinco de los entrevistados por Emmanuel Carballo, son “protagonistas de la literatura mexicana”? Y, sin embargo, lo fueron. En su momento. Pero para ser “protagonista de la literatura mexicana” parece indispensable ser “figura pública”, además de escritor principal. Figura pública como no lo es, por
Garrido,
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hombre de letras
ejemplo, Gabriel Zaid, y como durante mucho tiempo no lo fue José Emilio Pacheco hasta que le cayó el enorme y merecido éxito internacional como una bendición y como una maldición.
ENTRE PROTAGÓNICOS Y PROTAGONISTAS
E
s indudable que el concepto “protagonistas de la literatura mexicana” tiene sus escollos e inconvenientes y, en cuanto a su definición, se presta a equívocos. Si “protagonista” es quien desempeña el papel más destacado en cualquier hecho, es comprensible que los periodistas utilicen expresiones como la siguiente: “Fulano y Mengano se hicieron de palabras y protagonizaron una riña.” En este ejemplo serían protagonistas de la violencia mexicana. Por lo demás, se puede ser “protagonista de la literatura mexicana” por la trascendencia de la obra, sin necesariamente ser figura pública y, por ello, sin acceder a homenajes, como en el muy bien conocido caso de Zaid y el no menos emblemático de Vicente Leñero, ya fallecido. También se puede (y esto es frecuente) ser protagonista del medio literario (que no de la literatura), es decir, figura pública del ambiente literario, sin ser escritor principal o trascendente. Los hay también. Aunque se preste a equívocos (de la pedagogía y la didáctica), para mí resulta claro que el ciclo de homenajes del inba está destinado a los “maestros de nuestras letras”, a los escritores consagrados de la literatura nacional, pues protagonistas de la literatura mexicana son también, en todo caso, los escritores jóvenes de México que descuellan, y vale decir, con anacronismo, que a sus treinta y tres años Ramón López Velarde no “calificaba” para el ciclo de los “protagonistas de las literatura mexicana”. En conclusión, el ciclo de Bellas Artes se dedica a los autores más destacados de nuestras letras que, además, acceden y consienten a este trato protagónico público. Su objetivo es celebrar y reconocer las obras literarias realizadas y las trayectorias literarias consumadas, más que los protagonismos al margen de esas obras. En mi papel de antagonista o, mejor aún, de simple actor de reparto de la literatura mexicana, tenía la encomienda de acompañar y celebrar, en dicho ciclo, a mi admirado amigo y escritor Felipe Garrido, de quien soy lector desde sus inicios y con quien me une, además de la literatura, la especial pasión por la lectura y, sobre todo, la devoción, si pudiéramos decirlo así, por la promoción y el fomento de la lectura. El buen pretexto era su setenta y cinco aniversario. Este festejo debió darse el 19 de septiembre de 2017, pero el sismo que estremeció ese día a Ciudad de México lo impidió. Otro homenaje parecido se frustró en Oaxaca, días antes, a consecuencia del sismo del 7 de septiembre de este mismo año. De modo que el protagonista fue el sismo en ambos casos. Felipe Garrido, a sus setenta y cinco años, es un autor de una obra consumada, y señal de ello es que el año anterior fue galardonado con el Premio Nacional de Letras, un premio que se entrega no a los jóvenes, sino a los maduros y a los viejos por su dilatada y destacada trayectoria en la literatura. En efecto, Felipe Garrido es un
maestro de nuestras letras: un “hombre de letras”, como se decía antiguamente. Cuentista, ensayista, prosista, traductor y promotor apasionado de las letras y de la lectura, tiene también una larga historia como editor. Ha trabajado en las más diversas casas editoriales privadas, y en el sector público aportó su experiencia en la Secretaría de Educación Pública (SeP), donde tuvo a su cargo la emblemática colección SepSetentas, y en el Fondo de Cultura Económica, donde impulsó otra colección no menos importante: la Biblioteca Joven, que coeditó con el Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud, el llamado crea. Durante varios años también estuvo al frente de los Libros del Rincón, de la sep, proyecto editorial muy significativo de promoción de la lectura entre maestros y alumnos de la educación básica. Igualmente llevó a cabo múltiples antologías para los libros gratuitos conmemorativos del Día Nacional del Libro, el 12 de noviembre de cada año. Ha vivido entre libros y para los libros, y ha sabido combinar sus talentos y destrezas al servicio de los lectores.
SETENTA Y CINCO AÑOS, CUATRO DÉCADAS Y CONTANDO
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ació en Guadalajara, Jalisco, el 10 de septiembre de 1942. Su primer libro de narraciones, Con can to no aprendido (1978), lo publicó en 1978, al cual siguieron La urna y otras historias de amor (1984), Garabatos en el agua (1985), La musa y el garabato (1992), Historias de santos (1995), Del llano (1999), La primera enseñanza (2002) y Conjuros (2011), entre otros. En su género preferido, el de los textos breves, el del cuento ceñido, el de las prosas narrativas sintéticas y precisas, Felipe Garrido es un maestro. Ha publicado también múltiples libros para niños y jóvenes, en los que combina su destreza literaria y su enorme pasión por la promoción y el fomento de la lectura. Desde Tajín y los siete truenos (1982) hasta El co yote tonto (1996), Racataplán (1998) y Lección de piano (2002), que están entre mis favoritos. Ha hecho adaptaciones para niños y jóvenes, como las que realizó con el Quijote, que acercan la lectura a quienes les aterra ese libro desmesurado y maravilloso. En el ensayo literario le debemos, entre otros títulos, Tierra con memoria y otros ensayos (1990) y Voces de la tierra: La lección de Juan Rulfo (2004). En la crónica de viaje, Viejo Continente (1973) es un ejemplo espléndido de observación y evocación lírica. No olvido su premiada y hermosa traducción de Quizás, un relato (1984), de Lilian Hellman, autora a quien yo descubrí por este libro, para luego leer Tiempo de canallas. Maestro de las letras y de la edición, Felipe Garrido ha ejercido su magisterio no sólo en la literatura, sino también en la iniciación de la lectura de muchas generaciones, en la formación de escritores y editores, en los talleres de apreciación y mediante la reflexión crítica sobre la cultura escrita. Es también ensayista y promotor de la lectura, con quien me une la pasión de leer y la necesidad de buscar congéneres de lectura. Entre otras obras, en este tema que es obsesión compartida, ha publicado Cómo leer (mejor) en voz alta: Una guía para contagiar la afición a leer (1996), El buen lector se hace, no nace: Reflexiones sobre lectura y formación de lectores (1999), Para leerte mejor: Mecanismo de la lectura y de la formación de lec tores capaces de escribir (2004, 2014) y La necesidad de entender: Ensayos sobre la literatura y la formación de lectores (2005). No coincidimos siempre en nuestros conceptos, pero el punto central del interés mutuo lo constituyen el libro y la lectura, y en esto tenemos más coincidencias que diferencias. A pesar de las excepciones, y las decepciones, que nos contradicen, ambos creemos en el poder redentor de la lectura. Si no fuera por esto no tendríamos ninguna razón para desear que la lectura (y especialmente la lectura de buenos libros) sea una práctica habitual y placentera de todo el mundo. Felipe Garrido, hombre de letras, conoce todos los procesos del libro y la lectura. Autor, editor, traductor, promotor, divulgador y maestro. Ha llegado a los setenta y cinco años respetado y apreciado en este mundo de las letras a veces tan intolerantemente hostil
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Ballet de Amalia Hernández en la inauguración del 4to Foro Mundial del Agua, Ciudad de México, 16 de marzo de 2006. Foto: José Carlo González/ La Jornada
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H ernández : artE dE la danza E iMagEn dE México Andrea Tirado A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO, UNA SEMBLANZA NECESARIA Y ACERTADA SOBRE UNA COREÓGRAFA CUYA LABOR LA CONVIRTIÓ EN UNA EMBAJADORA CULTURAL ALREDEDOR DEL MUNDO. HACE SIETE DÉCADAS, EN SUS INICIOS, ERAN OCHO BAILARINES; ACTUALMENTE, EL BALLET FOLCLÓRICO DE MÉXICO ES UNA DE LAS COMPAÑÍAS DE DANZA MÁS COMPLETAS Y RECONOCIDAS DEL ORBE.
Me dediqué a investigar, a estudiar, a recrear lo que tiene el alma popular. Amalia Hernández
urante la década de los años cincuenta del siglo pasado, la cultura en México comenzó a experimentar cambios importantes; los más significativos, aunque quizá no tan visibles, ocurrían en el campo de las letras. Mientras que México conocía El Lla no en llamas, de Juan Rulfo, y con él se abría un nuevo camino en la literatura, una joven nacida en 1917 –fecha por demás significativa– fundaba en 1952 una compañía de danza que transformaría la imagen de la danza mexicana. Con ella proyectaría lo mexicano en México y en el mundo, desde una perspectiva estética, dinámica e innovadora. Esa joven es Amalia Hernández. Amalia Hernández nació el 19 de septiembre de 1917 en Ciudad de México. Desde muy pequeña expresó su pasión: con sólo ocho años de edad manifestó a su familia su afición por el mundo de la danza; aunque renuentes, sus padres decidieron que su hija tomara clases particulares y así comenzó su carrera de bailarina. Fue gracias a la sólida formación de danza clásica y moderna que Amalia adquirió gusto por los bailes autóctonos de las diversas regiones del país. Siguió también estudios de arte mexicano bajo la tutela del maestro Miguel Covarrubias en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, los cuales seguramente contribuyeron a aportarle una perspectiva diferente de la que habría tenido con el solo estudio de la danza. La coreógrafa continuó profundizando sus estudios sobre el arte mexicano, centrándose en la danza: emprendió un trabajo de campo que consistía en realizar investigaciones antropológicas en las distintas regiones de México. La propia Amalia manifestó que un día decidió que haría coreografías con los innumerables temas que México ofrece en sus costumbres, paisajes y regiones. Convencida del valor artístico de la cultura mexicana, decidió rescatar los significados y contenidos antropológicos de las danzas tradicionales de distintos lugares del vasto y diverso territorio nacional; ello fructificó en una interpretación personal de dichas danzas, para adaptarlas y presentarlas en los grandes escenarios de México y del mundo.
ARTE Y FOLCLOR DANCÍSTICOS
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ablar de grandes escenarios no es exageración, pues Amalia Hernández llevó el Ballet Folklórico de México a los principales escenarios de los cinco continentes. La coreógrafa ha sido de las pocas mexicanas cuya aportación artística traspasó fronteras geográficas, creándose fama y prestigio internacionales. Su trabajo artístico contribuyó de manera de finitiva a la proyección de la imagen del México moderno que se comenzaba a constituir a partir de la segunda mitad del siglo xx .
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Aspectos del Homenaje a Amalia Hernández en el CENART, 29 de abril de 2017. Foto: Guillermo Sologuren/ La Jornada
A mediados del siglo pasado, en la década de los cincuenta, México comenzaba a tener proyección y apertura internacionales, y en la misma época, la compañía de Amalia Hernández debutaba en la televisora de Emilio Azcárraga Vidaurreta. La pequeña compañía, conformada por apenas ocho bailarines, comenzó a atraer la atención al presentarse cada semana en el programa Función de gala. El Departamento de Turismo, y en particular su director, Gustavo Ortiz Hernán, comenzaron a ver en el grupo una oportunidad para proyectar y dar a conocer la riqueza de la cultura mexicana y el folclor nacional, a través de la danza y de la música. Más allá de la promoción turística, el Ballet Foklórico de México se perfilaba ya como un representante oficial del país, es decir: el arte, y en este caso, la danza como herramienta diplomática. Durante el sexenio del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) se hace patente que la estrategia de política exterior incluye el componente cultural. En 1959 el presidente decide crear el Organismo de Promoción Internacional de Cultural ( oPiC ), cuyo propósito sería el de “difundir la cultura de México en países amigos y recibir muestras culturales de los mismos”. Se comienzan a sistematizar las relaciones culturales, así como la proyección consciente y voluntaria internacional del país. La diplomacia mexicana adopta de manera formal la promoción de la cultura como parte importante de la agenda exterior. El oPiC comenzó entonces a patrocinar las giras inter nacionales del Ballet Folklórico de México, enviándolo como representante oficial a los eventos culturales más importantes a nivel internacional. El Ballet ofrecía un espectáculo dinámico y atractivo para todo el público, además de exhibir la esencia de las costumbres, las celebraciones, fiestas y mitos de cada una de las regiones del país, con su riqueza musical y el colorido de sus vestuarios. Los informes diplomáticos enviados por las embajadas de México a la Secretaría de Relaciones Exteriores (Sre ) expresaban la relevancia que adquirió la compañía en dichos eventos culturales. Cada una de las funciones daba oportunidad a los embajadores de tener como invitados especiales a mandatarios y personalidades destacadas de los países visitados, así como público en general, propiciando además elogiosos comentarios en los medios de comunicación. Mientras tanto, al interior del país la labor de Amalia Hernández contribuyó al fortalecimiento de la colaboración interinstitucional entre las embajadas, la Sre y el Instituto Nacional de Bellas Artes, entre otras. Una de las primeras y más destacadas colaboraciones entre el Ballet Folklórico de México y el oPiC tuvo lugar en 1959, en el Festival de las Américas, con motivo de los terceros Juegos Panamericanos celebrados en Chicago. Dicho festival invitaba a todos los países del continente americano a participar con colaboraciones artísticas y culturales. La presentación del Ballet estuvo acompañada por una muestra colectiva de arte prehispánico, la invitación del maestro Carlos Chávez
a dirigir la Sinfónica de Chicago, y varios conferencistas que disertaron sobre el arte mexicano. Todo con la intención de difundir la diversidad y la riqueza del arte nacional en sus distintas facetas, pero también, con la finalidad de proyectar al arte como medio de comprensión de los valores del pueblo mexicano. El éxito fue total. Los informes enviados por las embajadas y consulados a la Sre, adjuntando crónicas diarias de la prensa, plasmaron la “admiración y el entusiasmo delirante” (Chicago), con el cual se aclamó a los bailarines y músicos; se admiraron también los vestuarios y las escenografías, así como la tradición folclórica que presentó un mosaico de danzas mexicanas. Titulares de distintos periódicos se unen a este éxito inédito: “Público de toda América aplaude a un conjunto mexicano”; “La promoción internacional de arte comprueba su eficacia amistosa”; “El Ballet Folklórico de México de
Amalia Hernández y la promoción internacional de México”. En resumen: un éxito rotundo con una concu rrencia de 12 mil 5000 personas. Después de esa presentación, el Ballet Foklórico siguió en misión diplomática cultural a Los Ángeles y a San Francisco. No está por demás decir que el Festival de las Américas constituyó un grandioso medio para fortalecer y ampliar los lazos de amistad y entendimiento entre ambos países. El éxito obtenido reforzó la idea de vigorizar al conjunto y convertirlo en una compañía de extraordinaria calidad técnica y magnífico vestuario que revelara al mundo el arte de las distintas regiones del país, como lo pretendía el presidente López Mateos. El Ballet Folklórico de México comenzó entonces a representar oficialmente al país y a darse a conocer internacionalmente. Así, el trabajo de Amalia Hernández contribuyó decisivamente a conformar la diplomacia cultural mexicana.
LA DIPLOMACIA CULTURAL
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COREOGRAFÍAS Y FECHAS DE ESTRENO Sonatas (1947) Sinfonía india. Música de Carlos Chávez (1949) Sones antiguos de Michoacán (1952) Los hijos del sol (1959) El cupidito (1959) Navidad en Jalisco (1959) Los matachines (1959) Danza del venado (1959) Los Quetzales (1959) La Revolución (1960) Fiesta Veracruzana (1960) La jarana de Yucatán (1961) Los dioses (1963) La vida es juego (1967) Fiesta en Tlacotalpan (1976) Los mayos de Sinaloa (1981) Feria de Carnaval en Tlaxcala (1985)
or su carácter identitario, de reconocimiento y de intercambio, la cultura está cada vez más presente en la política exterior y en las relaciones internacionales de los países. Así, aunque “diplomacia cultural” sea un término relativamente nuevo, es una estrategia diplomática que se ha realizado desde antes de que se acuñara el término. Esta modalidad diplomática comprende acciones y objetivos para difundir los valores culturales de un país en el extranjero. Su fin último es lograr un mayor entendimiento y acercamiento entre países, al mismo tiempo que busca asegurar presencia cultural nacional en el exterior. Así, en un país como México, cuya cultura milenaria refleja la pluralidad de su identidad y orígenes, ésta se convierte en una herramienta para la política exterior. En la cultura residen los denominadores comunes que definen a un Estado y, por lo tanto, México encuentra en su cultura su expresión histórica y sus manifestaciones materiales traducidas en patrimonio y en obras culturales; encuentra en la cultura lo que se engloba como proyecto de nación. Es en dicho contexto que cobra importancia la labor cultural de Amalia Hernández. Gracias a ella se crean efectos a largo plazo de mayor intercambio cultural. Son innumerables los eventos y testimonios de los informes diplomáticos que revelan la admiración y el cariño por México a raíz de dichas manifestaciones culturales. Si bien la proyección internacional del Ballet Folklórico de México comenzó de la mano del oPiC y de la Sre , la notable y creciente fama de Amalia Hernández hizo que también fuera contratada de manera privada. La coreógrafa siguió realizando su labor de promoción cultural al responder a dichas invitaciones, pues aunque fuera de manera privada, el Ballet seguía representando a México, llevando al exterior la imagen de un país pleno de cultura y riqueza estética. De tal manera, Amalia Hernández y su grupo llegaron a presensigue
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tarse en países como Francia, la hoy extinta República Democrática Alemana, Holanda, Noruega, Gran Bretaña, Austria, Canadá, Brasil, y otros tan alejados como Egipto, Líbano, Australia, Nueva Zelandia y Japón, por mencionar solamente algunos. La lista de presentaciones en el exterior es sumamente extensa, por eso aquí se mencionan solamente tres países particularmente relevantes en cuanto a relaciones diplomáticas. Uno de ellos es la ya desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, adonde viaja el ballet en 1965. El reporte diplomático informa sobre la recepción que ofreció el embajador de México a los integrantes del Ballet Folklórico y a la cual asistió, entre otros altos funcionarios soviéticos, la ministra de Cultura, lo que en aquella nación y en esa época tenía gran significado. Conviene señalar también la importancia de esa presentación en un país donde ya eran una tradición los ballets Kírov (Mariinsky) y Bolshoi, y en donde el Moiséyev contribuyó a la revalorización de los ballets folclóricos regionales de todas las Repúblicas Soviéticas. Sobra decir que la prensa prodigó elogios al Ballet, destacando su calidad artística. Otro caso es el de China. La gestación de la gira que hizo a ese país el Ballet es por demás interesante: aunque la Comisión de Relaciones Culturales en el Extranjero de China invita oficialmente a la compañía en 1981, es hasta 1984 cuando se lleva a cabo su presentación. Dicho año es el de la apertura cultural china y es la primera vez que se recibe a una compañía extranjera. Se puede medir la importancia y el peso que para ese entonces ya había adquirido el Ballet; es en efecto un símbolo de diálogo e intercambio cultural. En esta misma línea vale la pena mencionar cuando, en 1977, México y España reanudan las relaciones diplomáticas suspendidas por más de treinta años. Para celebrar ese trascendental acontecimiento se invita al Ballet Folklórico, que se presenta en el teatro Nacional Lope de Vega de Sevilla y en el Teatro de la Zarzuela de Zaragoza, para culminar en el Palacio de Cristal de Madrid.
Presentación del Ballet Folclórico de Amalia Hernández en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, Guanajuato, en el Festival Internacional Cervantino, 25 de octubre de 2008. Foto: José Antonio López/ La Jornada
LA EMBAJADORA DEL ARTE
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s notorio cómo Amalia Hernández se fue perfilando como embajadora cultural, tanto fue así que el diario Novedades le dedicó un artículo llamándola “Embajadora del Arte Mexicano”. Dicho artículo hace referencia a un acto de homenaje que se realizó en Ciudad de México antes de que la coreógrafa emprendiera una nueva gira. El homenaje se realizó precisamente debido a los altos merecimientos que había recibido Amalia Hernández, es decir, la presentación de un espectáculo que contribuye a “recaudar lauros para ella y para México”. La labor de promoción cultural lograda por Amalia Hernández ha sido invaluable. Al mismo tiempo, hacia el interior del país revalorizó las tradiciones autóctonas y sus coreografías son clásicas ya del repertorio de la danza folclórica mexicana. En la época de la globalización, la cooperación, el intercambio, la empatía y el acercamiento entre países son más necesarios que nunca. Si los intereses políticos parecen estar alejando a las naciones, a los individuos, así como entorpecer su capacidad de intercambio y de reconocerse en el otro, será el rescate de
la cultura, su promoción y valorización, lo que logre crear puentes de acercamiento entre los pueblos. Ya lo dijo Carlos Fuentes en “Por un progreso incluyente”, al defender la cultura como posible remedio para el mundo fragmentado, pues ésta crea espacios de colaboración y cooperación. A su vez, la cultura, y con ella la educación, tiene como objetivo –siguiendo a Fuentes– enseñar al alumno a reconocer la existencia y el valor de la otredad, además de dar un sentido de identidad, de propósito y de búsqueda. Carlos Fuentes habla desde la literatura al mencionar que su conocimiento establece lazos con otras culturas, ya que hace más probable la oportunidad de reconocernos en los demás. Así como la literatura es una parte de nuestra cultura, la danza es otra, y la labor de Amalia Hernández, como se mencionó, contribuyó también a establecer, forjar y fortalecer dichos lazos. Actualmente serían necesarios más embajadores culturales con el fin de promover, a través de la cultura y la educación, la comprensión mutua y el diálogo intercultural. Que el arte siga siendo un vehículo de empatía y entendimiento y, por qué no, que la danza sea una vez más diplomacia
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PREMIOS Y DISTINCIONES 1952: Fundación del Ballet Folklórico de México 1952: Gira por Estados Unidos, Canadá y Cuba 1959: el Ballet Folclórico de México es invitado al Festival de las Américas 1961: Premio como mejor grupo dancístico en el Festival de las Naciones de París 1963: temporada de cinco días en Montreal 1963: premio a Amalia Hernández por su brillante trayectoria como coreógrafa y por su labor en el extranjero 1965: Gira a la URSS y a Estados Unidos 1966: Gira por Centroamérica acompañando al presidente Gustavo Díaz Ordaz 1967: Gira a Puerto Rico 1969: Premio Roma en el certamen organizado por el Festival Internacional del Espectáculo 1972: Gira por Australia 1973: Festival de Baalbeck (Beirut) 1973: Líbano, Israel y Egipto 1973: Festival de Viena 1977: Gira por Europa 1977: La Secretaría de Relaciones Exteriores concede a Amalia Hernández la medalla “Águila de Tlatelolco” por su trabajo de difusión del folclor mexicano tanto en México como en el extranjero 1981: Gira a Italia 1984: Gira a China 1992: Premio Nacional de Ciencias y Artes en la rama de Bellas Artes 1992: Premio Tiffany en Nueva York 2003: Premio Fundación México Unido y las Lunas del Auditorio (póstumos)
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Ricardo Guzmán Wolffer
antonioHelguera Premio Catrina 2017: el monero y la crítica
PARA QUE LA REALIDAD POLÍTICA NO SE PIERDA, POCOS MONEROS COMO HELGUERA LA DEFORMAN, LA COMENTAN Y SE BURLAN DE ELLA CON ARTE Y ACIERTO.
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a caricatura constituye un lenguaje autónomo. Su calidad universal es evidente: no se requieren conocimientos lingüísticos para su comprensión en cualquier latitud. En países como México, donde las palabras indígenas suelen no coincidir con las hispanas, la caricatura resultó una vía de crítica imbatible. Desde el virreinato, las burlas populares fueron encausadas con caricaturas que mostraban la parte risible de los gobernantes, las clases privilegiadas y las costumbres cortesanas. En la Reforma y el Porfiriato muchos folletos y periódicos usaron el dibujo fársico para difundir las críticas y las propuestas. Ante una población mayormente analfabeta, la caricatura resultó una eficaz oposición al poder y un registro de personajes que apenas serían recordados si no hubieran sido motivo de escarnio en manos de los caricaturistas. Si el arte precede a la realidad, el desdibujo logrado por el burlador termina por encarnarse en el rostro y las maneras del burlado. Personajes como Fidel Velázquez, Elba Esther Gordillo, Vicente Fox, Carlos Salinas y muchos más terminaron siendo más caricaturescos que los trazos sobre ellos hechos: la eficacia de Helguera reside, en parte, en haber sido profeta destacado de la decadencia física de políticos emcumbrados, en correlación directa con su participación en el decaimiento social y conceptual de la nación. La deformación de sus acciones y sus palabras terminaron por alcanzarlos, como habían advertido sus críticos dibujantes.
Entrevista con Antonio Helguera por la publicación de su libro El motel de los antojos prohibidos, 26 de mayo de 2015. Foto: María Meléndrez Parada/ La Jornada
crítica de tres moneros señeros, expertos en evidenciar a los políticos que no nos quieren dar patria, para exponerlos con sus fallas ineludibles, dados a la improvisación y la rapiña.
EL ARTISTA Y SU TRAZO
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ocos como Anonio Helguera para lograr los pasos básicos de la caricatura política: arte, deformación, síntesis, comentario y sátira. El trazo elegante, eficaz, estético, abunda en su caso para que cada caricatura sea considerada una producción artística. Puede ponérsele el adjetivo de minimalista, en tanto destaca la figura central y evita la escenografía que suelen acompañar otros dibujantes. Con ello destaca el propio trazo y el mensaje basado en el conocimiento del tema del que opina, generalmente con más contundencia que el analista que requiere de varios párrafos u hojas para dar un mensaje: la caricatura sólo requiere una mirada. En ello también reside el éxito de Helguera: no hay equívocos en su comunicado. En una era donde los diarios, impresos o electrónicos, necesariamente deben incluir un dibujante, la competencia de caricaturistas es amplia. De todos modos, Helguera sobresale. Es su crítica despiadada la que prevalece y lo evidencia, más allá de la innegable calidad de su dibujo, como periodista; incluso a nivel directivo, como ejerció durante años en El Chamuco junto con Rafael Barajas El Fisgón y el nunca difunto Rius: una publicación semanal basada en la observación y la
LA CARICATURA COMO BURLA
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n muchas ocasiones, ante el contubernio evidente u oculto de las clases políticas por tener como único fin mantenerse en el poder, siempre a costa del bienestar de los desprotegidos, sólo queda la burla. Y aquí el caricaturista es el rey. Basta ver los cartones de Helguera para admirar los rostros desfigurados, los cuerpos groseros, las situaciones ridículas y muy actuales de los personajes del mundo y de México: un deforme Trump patea la mesa de negociaciones del TLCan , mientras les grita “eeeeeeh, ¡¡putos!!” a los negociadores de México y Canadá; un arrugado y mal peinado presidente Peña jura ante la bandera hacer cumplir la Constitución y si no que “la nación no me bulée”; los dirigentes de los partidos en alianza van en el costal del presupuesto 2018 que lleva al hombro un priista; el presidente de la Suprema Corte es expuesto junto con los otros ministros por los salarios más altos de toda la burocracia mexicana; el dirigente del Pri se burla de quienes “buscan su generosidad” y les pone a la famosa perra rescatista; se patentiza el doble discurso de amLo al criticar al Pri Prd - Pan y recibir en su partido a cualquier político, ya “amnistiado”; y muchos más. Los rostros de cada per-
sonaje son exagerados para evidenciar que sus acciones son ridículas y terminan por deformarlos en la concepción del espectador. ¿Qué prestancia puede tener un presidente que se queja de ser objeto de burlas por una sociedad que vive los peores niveles de inseguridad en la historia del país? Si su distintivo era su apostura, Helguera lo expone como vacío y sin mayores atributos cual muñeco ridículo por su peinado exagerado y su falta de vitalidad personal, en extrapolación a la falta de logros en mantener la paz social y frenar la delincuencia. Además, lo muestra habitando un planeta ajeno al del resto de los mexicanos, donde una burla resulta motivo de queja, mientras los demás vivimos con la sensación de que podríamos no regresar a nuestra casa sin el menor aviso y sin protección ante los vaivenes económicos: si no gobierna, al menos que sea blanco de nuestras burlas. Lo mismo pasa con los demás políticos: nos dan risa sus “hallazgos” democráticos, como si les creyéramos que tienen principios y que actúan con base en un compromiso ideológico. Como bien señala Helguera, sólo buscan el presupuesto, que suelen malgastar en propio beneficio. Más irrisoria resulta la propia concepción de los políticos, como Castañeda, creyéndose tan importantes que podrían cambiar la historia del país. Con el premio Catrina 2017 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Helguera se añade a la lista de caricaturistas de primera línea ya reconocidos, como Aragonés, Fontanarrosa, Quino, Rius, Flores, Naranjo, El Fisgón y más. Un premio más que merecido
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Leer Metodologías de investigación, búsqueda y atención a las víctimas. Del caso Ayotzinapa a nuevos mecanismos en la lucha contra la impunidad, Carlos Martín Beristain, Alejandro Valencia Villa, Ángela Buitrago Ruiz, Francisco Cox Vial (Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, giei, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos), Editorial Temis/flacso/Sistema Universitario Jesuita/ Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe, México, 2017.
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El derecho a la verdad ANTONIO SORIA
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l discurso oficial, siempre complaciente para las propias instancias gubernamentales e insuficiente para el resto de la sociedad, sobre todo en lo referente a la procuración e impartición de justicia, hace evocar un chiste cruel de la picaresca mexicana que retrata de cuerpo entero a dichas instancias: en un congreso internacional de policías, como acto final se invita a los miembros de Scotland Yard, la fbi y la pgr presentes, a encontrar cada cual uno de tres ratones que previamente se han escondido en el lugar. A los cinco minutos la fbi presenta a su roedor; a los diez hace lo propio Scotland Yard. Todos esperan que la pgr llegue en cualquier momento, pero transcurren una, dos, tres horas y nada… Hasta que por fin aparece la policía judicial mexicana ¡con un elefante! Los organizadores del congreso preguntan qué pasó con el ratón, y entonces un judicial mexicano increpa al paquidermo, que por cierto luce golpeado y tumefacto: “Diles qué eres”; presa de terror, el elefante grita: “¡Soy un ratón, soy un ratón!” Si el anterior gracejo puede mover a risa, necesariamente amarga, la realidad mexicana suele ser mucho menos amable, sin importar el caso de que se trate. Los ejemplos abundan, por desgracia, y cítense únicamente algunos recientes: el impune incendio criminal de la guardería abc ; la represión y las violaciones en San Salvador Atenco, no menos impunes; el cuerpo sin vida de la niña Paulette se haya esclarecido no solamente su paradero, sino la totalidad de los hechos ocurridos. debajo de un colchón en su propia recámara… Como lo sabe cualquiera que haya estado mediaPor sinrazones como las anteriores, la comparación es inevitable y, más importante, absolutamen- namente atento al acontecer nacional en los años te necesaria: respecto a la desaparición forzada de recientes, el giei fue designado por la Comisión Intelos 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro ramericana de Derechos Humanos ( c i d h ) para Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, la torpe postura colaborar en el esclarecimiento de aquel crimen, de Jesús Murillo Karam, en aquel entonces titu- desde entonces resumido en la expresión “los 43 de lar de la Procuraduría General de Justicia (pgr ), a Ayotzinapa”, dado que las autoridades locales cargo de las investigaciones –torpeza cuya monu- mostraban no sólo impericia sino total incapacidad mentalidad mueve sin remedio a pensar que no para llegar a resultados aceptables. En consecuenera tal sino puro e igualmente monstruoso cinis- cia, y naturalmente, los involucrados –de manera mo–, recuerda al chiste de las primeras líneas y inmediata, es decir los familiares de las víctimas, contrasta de manera por demás acusada con el pero también ong s, intelectuales y artistas, e incluproceder, ése sí serio, responsable y profesional, sive medios de comunicación no complacientes– del Grupo Interdisciplinario de Expertos Indepen- solicitaron a aquella instancia internacional su dientes, el giei , que desde entonces, es decir hace intervención, lo que dio pauta a la presencia del giei ya más de tres años, se constituyó como la única en México, compuesto por Carlos Martín Beristain, fuente confiable de información relativa a los acon- Alejandro Valencia Villa, Ángela Buitrago Ruiz tecimientos criminales que tuvieron lugar aque- y Francisco Cox Vial. Lo que expone este volumen, escrito por los lla infausta noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, en la que seis personas perdieron la vida y las refe- miembros del giei , es la pormenorización de diverridas 43 fueron desaparecidas, sin que hasta la fecha sos procesos, comenzando por el que hizo posible
En nuestro próximo número
la creación del propio Grupo, la exposición de los trabajos realizados a lo largo de un año, así como el aprendizaje obtenido a partir de una experiencia hasta entonces inédita en cualquier parte del mundo, es decir, la asistencia técnica internacional en la investigación, búsqueda de los desaparecidos y la atención a las víctimas en este caso de desaparición forzada. Aquella infausta declaración del citado Murillo Karam, según la cual su versión de los hechos, de suyo insostenible y plagada de inconsistencias, era “la verdad histórica”, palidece aún más cuando se le coteja con el contenido de este libro. Dividido en seis capítulos, el nombre de cada uno de ellos ya es indicativo de la obligada seriedad con la que el giei acometió su mandato: el i , “La experiencia del giei ”, habla de la creación y el mandato del Grupo, las dos etapas de trabajo y los resultados y la valoración general del mandato; el ii , “Equipo, relaciones y funcionamiento”, despliega cuestiones como la configuración del equipo de trabajo, su funcionamiento y metodología, así como el modo más adecuado de enfrentar los intentos de deslegitimación contra el trabajo y el propio Grupo –en lo cual fueron muy activos “periodistas” y “líderes de opinión” virulentos hasta dar asco–; el iii se refiere directamente a la investigación del caso: peritajes, hipótesis, obstáculos en el esclarecimiento de los hechos, contaminación u omisión de pruebas, persistencia en teorías del caso poco contrastadas –verbigracia el incendio en el tiradero de Cocula–, omisión de hechos relevantes, acceso a testigos y protagonistas cruciales, investigación de denuncias de malos tratos y tortura…; el iv aborda la atención y centralidad de las víctimas, el v se concentra en la búsqueda de los desaparecidos, y el vi contiene los informes finales y el fin del mandato del giei . Considerando la especialización de las materias abordadas, así como el grado de pormenorización con el que los autores acometen cada paso en la exposición de su experiencia, cualquiera podría pensar que se trata de un libro de difícil comprensión, denso, abstruso, plagado de términos propios de diversas jergas profesionales, pero la realidad es que se halla muy lejos de eso: redactado con el mismo aliento que animó la ejecución de sus tareas en campo, el libro es accesible para cualquiera, lo que hace de él una herramienta útil no sólo para futuras investigaciones sino para cualquier interesado en alcanzar, pero en los hechos, el tan conculcado derecho a la verdad
SANTO PEDRO INFANTE: dos centenarios Gustavo Ogarrio
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Arte y pensamiento
ARTES VISUALES germaine gómez haro
BITÁCORA BIFRONTE ricardo venegas
germainegh@casalamm.com.mx
COLECTIVO AYUNTAMIENTO 80: MIRADAS, VIVENCIAS.
BLANCO MÓVIL: EL CAFÉ DE TODOS
A ARTISTA OAXAQUEÑA Laura Hernández (1960) encabeza un grupo de artistas interdisciplinarios que se han unido para trabajar en conjunto en un colectivo ecléctico que se da a conocer como Ayuntamiento 80. El grupo está integrado por una treintena de creadores variopintos, entre los cuales se encuentran pintores, fotógrafos, arquitectos, diseñadores, ingenieros en electrónica, programadores, entre otros, que desde 2014 se reúnen y trabajan en el taller de Laura en el Centro Histórico. En días pasados se inauguró en ese espacio la exposición Tiembla la tierra. Comienza el canto, en memoria de las Refugios del alma, Laura Hernández víctimas del terremoto del 19 de septiembre y de las vivencias que generó. Son cuatro los integrantes de esta muestra: Laura Hernández, Kitty Rice, Laura May Grogan y Patricio Robleda. En palabras de los integrantes,“la muestra explora la vulnerabilidad y fragilidad de las estructuras y de los seres humanos, pero también la fuerza de su voluntad creativa y nuestras ganas infinitas de celebrar la vida”. Así, cada uno de los artistas ha reconstruido sus vivencias de este acontecimiento trágico a partir de sus perspectivas personales y sus diferentes medios de expresión: “Desde el comienzo, con el status quo intacto –señala Laura– hasta la devastación y luego la reconstrucción del refugio.” En entrevista para La Jornada Semanal, Laura Hernández comenta acerca del colectivo: “El punto que nos une a todos los integrantes es el cuestionamiento social a través del arte: cómo nos sentimos como seres humanos viviendo en esta época. Nos interesa mucho el impacto de la tecnología en la vida y en el arte, sobre todo a mí que soy de la generación anterior a internet.” Laura presenta un políptico de veinte lienzos de pequeño formato titulado Refugios del alma, en el que destacan la efusión cromática y las formas voluptuosas que caracterizan su pintura. En esta ocasión, la artista abandona la figuración y recurre a formas más libres que, a su decir, son metáfora “de la necesidad de protegernos y resguardarnos. De encontrar ese punto, ya sea fuera o dentro de nosotros, donde nos sentimos a salvo del miedo, resguardados de nuestra inseguridad, nuestro cansancio y nuestro dolor”. La australiana Laura May Grogan (1987) presenta su trabajo fotográfico realizado el mismo día del temblor y los días subsecuentes a manera de registro de lo que ella experimentó en las colonias Condesa y Roma Norte. Sus imágenes “intentan mostrar la intimidad, rareza, fuerza, belleza, tristeza, confusión, transformación y bondad de un momento específico en la ciudad”. Las fotografías son a un tiempo inquietantes y poéticas, y revelan la sensibilidad de una mirada delicada que supo captar el alma de las personas y los instantes congelados más allá de los hechos. Su lenguaje poético se traduce en las piezas que ella llama “libros”, un montaje de imágenes reunidas en una especie de biombo desplegable que recuerda los códices antiguos donde quedan plasmadas sus vivencias instantáneas. Orfeón, Kitty Rice Patricio Robleda (México, df, 1971) es de formación ingeniero civil y diseñador de interiores, pero también incursiona en las artes aplicadas y la cerámica, el diseño de mobiliario, de tapetes, de ropa y de accesorios. Participa en esta exhibición con la instalación titulada Lo primero en caer son los objetos, la cual nos habla de la fragilidad y la impermanencia. En esta pieza fusiona mobiliario, vasijas de cerámica, un tapete realizado en colaboración con los tejedores de Teotitlán del Valle en Oaxaca, para evocar “un microcosmos que invita al espectador a otra dimensión estética y a cuestionarse su relación con el mundo material”. Kitty Rice (1971) es diseñadora y pintora de origen británico que lleva alrededor de un año viviendo en México. En sus pinturas plasma la arquitectura de la ciudad que atrapa su atención, como la Casa de los Azulejos en Madero, un hermoso edificio art déco, el teatro Orfeón o una simple esquina donde vemos una Farmacia del Ahorro. Su paleta tenue y apastelada no tiene nada que ver con la realidad de nuestro entorno, pero son estos tonos grisáceos y apagados los que captó en la atmósfera polvorienta a consecuencia del terremoto. Sus vistas urbanas vacías de gente parecen congeladas en el tiempo y remiten a la melancolía poética de Edward Hopper y David Hockney. La exposición del colectivo Ayuntamiento 80 se puede visitar hasta la primera semana de diciembre bajo cita previa con Laura Hernández (lauraludica1@ gmail.com)
L CAFÉ ES UNA referencia inevitable en la vida literaria; La Colmena, de Camilo José Cela, ocurre en ese ambiente de bullicio en el que todo gira en torno al zumbido de muchísimas voces que tienen algo que decir. Una gama de películas han abordado el tema, lo mismo la poesía, la mesa de café de todo tango, los poemas de Lorca, las artes plásticas…. Fue también en El Café de Nadie, lugar de reunión de los estridentistas, donde Manuel Maples Arce firmó con sus contemporáneos el segundo manifiesto: “El estridentismo es el almacén donde se surte el mundo. Ser estridentista es ser hombre […] Apagaremos el sol con un sombrerazo.” En El Café de Nadie: un crimen provisional (1926), Arqueles Vela dice: “El nombre de ese hombre que llegara a ser nadie, de tan ecléctico […] Se miraba en el espejo, queriendo encontrar en el azogue de los recuerdos, los rasgos que perdiera asomándose a la galería de espejos de la vida.” Una galería de espejos de la vida, entre otras cosas, eso es el café que nos vuelve eclécticos, aún cuando sus restos nos propongan una lectura del porvenir, del presente y del pasado en la taza que generosamente nos dio el servicio de una humeante efusión que también sabe invadir de aroma el instante. “El café –dice Gerardo Amancio en el número 138 de Blanco Móvil dedicado al tema– es presente. Es un ahora. Puede contar una muy breve historia de la humanidad.” Blanco Móvil es una revista literaria que ha navegado mucho. Una publicación con más de treinta años nos alcanza para algo así como tres divorcios, esto desde la óptica de una reconstrucción vital, individual y emocional; tres borrones para comenzar de cero, la edad de un sismo como el del '85 y su puntual aniversario que repitió sus movimientos para recordarnos con creces, como los antiguos mexicanos, que sólo la flor, el canto, e incluyo al café, son dignos motivos para desear la lejanía de la muerte. Un escritor como Eusebio Ruvalcaba aseguraba:“Nadie se salva de publicar en las revistas literarias.” El café en Blanco Móvil es una reunión de afinidades. No deja de sorprender la capacidad de convocatoria de una publicación tan bien hecha, tan artística e ingeniosa. Firmas de la talla de Marco Antonio Campos, Ana Clavel, Sandro Cohen, Saúl Ibargoyen, Ethel Krauze, Juan Villoro, José Angel Leyva, Luisa Valenzuela, Blanca Luz Pulido, Héctor Carreto, David Martín del Campo, Alicia y Ana García Bergua y Paco Ignacio Taibo ii, entre otros, confirman esta convicción. La persistencia de Eduardo Mosches es digna de imitación en un ambiente tan hostil para las revistas literarias que lo mismo aparecen y desaparecen, y dejan ver la fragilidad escalofriante de su vigencia. Celebramos su sabiduría y su perseverancia, su bonhomía y generosidad; su insolencia alegre, porque con esta edición nos ha confirmado que en “la cantina se vive en pasado y en el café se vive en futuro”
Lo primero en caer son los objetos, Patricio Robleda
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Viñeta de Juan Puga
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Arte y pensamiento
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TOMAR LA PALABRA agustín ramos
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L PERSONAJE PEDALEABA una costosa bicicleta sobre la plancha de concreto hidráulico de la carretera México-Tulancingo cuando cayó herido por una bala de .9 milímetros que penetró entre sus costillas. A los homicidios, calificados o no, de alto impacto o no, que ocurren a diario en el Estado de México, se habrá de agregar éste, del que es víctima el personaje, quien fallecerá en un hospital de Coacalco. En la misma fecha una balacera siega la vida del presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Baja California Sur y de su hijo mayor, hiriendo a la esposa y a la hija menor. Y lo mismo, estas muertes se sumarán a otras del mismo día en ese mismo estado. La avalancha de sangre aumenta y estas son apenas dos marcas más en la instalación de feminicidios, desapariciones forzadas, amenazas cumplidas o por cumplir contra comunicadores no oficialistas, secuestros, extorsiones y demás variantes de la labor mortal cotidiana siempre atribuible en última instancia al Estado, por comisión, omisión o ambas. La avalancha salpica mis sueños y tapiza las primeras planas. Por cierto, con excepción de Ovaciones, que lo destaca a ocho columnas, el enésimo reclamo del secretario de la Defensa por la pronta legalización de sus acciones se pierde en las columnas inferiores de relleno, y no en todos los periódicos. No es queja, es aviso. Eso que los ciudadanos percibimos como inseguridad ya se convirtió en peligro climatizado para todos, en especial para quienes carecen de escolta, fuero, influencias o esa semilla de impunidad que siembran las organizaciones labradoras de la impunidad –desde los partidos políticos y demás ongs empáticas con los gobernantes, hasta los comités de manzana y los troqueladores de charolas de prensa, policía y demás sabandijas. Este peligro produce una paranoia contra la cual, también, debe uno precaverse. ¿Cómo? Asumiéndola.
BIBLIOTECA FANTASMA eve gil
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LGO MUY, MUY MALO ocurre en el mundo, me digo todo el tiempo. Y me lo repito cada vez que cae en mis manos una novela de Francesca Gargallo: ¡muy malo!…lo suficiente como para que esta genial autora haya decidido clandestinizarse; publicar obras dignas de encomio, premios y elogio internacional en editoriales cada vez más subterráneas…porque Gargallo comenzó su carrera literaria con el pie derecho. Editorial Era cuenta con lo mejor de su obra en su catálogo, particularmente una de las grandes novelas históricas producidas en México, La decisión del capitán (1997), que recibiera encendidos elogios de Juan Villoro y Paco Ignacio Taibo ii. Después de Marcha seca (1999), que aborda un desastre ecológico y es “novela madre” de las que componen su etapa marginal, y un bellísimo libro de relatos, Verano con lluvia (2003), la que fuera su casa editorial le rechazó sistemáticamente una novela tras otra. Con Al paso de los días ( Terracota, México, 2013), Gargallo retornó a librerías con la, hasta donde sé, única novela escrita en México sobre un secuestro aéreo, que deriva en asuntos bastante escabrosos de política mundial. ¿Dónde está Francesca?, se preguntan los lectores que gozan de su intensidad narrativa, como pocas en nuestra lengua, no obstante tratarse de una lengua adoptada, pues ella nació en Sicilia, Italia, en 1956. El último libro que pasó por una librería –porque sólo una, ubicada en la Zona Rosa, la comercializó–fue Los extraños de la planta baja, publicada en una editorial colombiana independiente (ediciones desde abajo). Comienza así una posible jugarreta de una autora que se sabe leída, buscada y admirada, y cuyos lectores son capaces de buscarla por debajo de las piedras. O eso, o Francesca Gargallo se ha vuelto una autora peligrosa, segregada por las editoriales mexicanas,
SUEÑO GORILAS
Comencemos por la mía. Sueño golpes gorilas, tiroteos, corretizas, asaltos; algo me persigue, se impone en forma de niebla nocturna, construye laberintos, tiende trampas, me engenta y no me permite permanecer junto a la gente que, al revés de lo que me ocurre en la vigilia, me resulta imprescindible durante el sueño. Me asfixia la soledad de mi sueño. Pero sólo es a través de la conciencia y de la aceptación de tal paranoia que puedo observar la situación externa: un desastre que en una sola semana aporta datos suficientes para completar el cuadro de la inseguridad con que empecé este párrafo. Más que cuadro, esto es una escultura, un monumento arquitectónico, una instalación
con los alcances del mapa de Borges o de la cartografía de Houellebecq. Porque si el México que gobernaba el alcohólico marido de doña Zavala era una escena de crimen, con el regreso del pri se volvió fosa clandestina y con los últimos retoques al golpe gorilesco lo que hay no es ya la alfombra roja sino una regadera que ha empapado todo. El juicio internacional por lo de Atenco me hace dudar de que los gorilas sean un sueño. Si el parlamentarismo usurpa la voluntad ciudadana, el Pacto por México significa un reversazo a los avances formales que se habían logrado muy de a poquito y a fuerza de grandes luchas para restarle al Jefe del Poder Ejecutivo los mecanismos dictatoriales (“presidencialistas”) que usufructuó desde los tiempos de Carranza, Obregón y Calles hasta Salinas… Con Zedillo ya tocaba sustituir el modelo por otro más convincente aunque igual de letal para la cultura democrática, el reparto más o menos a mitades del pastel entre el pri y el pan . Sobre esa caricatura de bipartidismo, que alcanzó hasta para domesticar y endulzar a la izquierda electorera, se firmó el Pacto por México, cuyo principal propósito fue garantizar la aprobación legislativa de las llamadas reformas estructurales, consistentes en terminar de privatizar los bienes públicos, lograr para los grandes consorcios internacionales una mayor y más libre explotación de los recursos humanos y naturales de México, así como endurecer las políticas sociales conforme a los dictados del fmi , el bm , la ocde y demás mecanismos globales de devastación de la vida. Y bien, para que la sazón de este arroz quede al dente, sólo falta la guinda verde olivo que contenga los hervores derivados de la cocción; así, mientras se estanca el gasto en policías se multiplica el gasto militar, se obesa la industria de la rapiña, el manoseo de la justicia y, desde luego, el redondo negocio de la inseguridad
NOVELAS QUE MUERDEN incluidas las pequeñas, que temen que el contenido de su obra reciente les explote en la cara o desencadene una rebelión social. Pocos saben que ha publicado dos libros este año: Plan campesino de mujeres, amorosa edición realizada en Oaxaca por una editorial pequeñita –y feminista– de nombre Campamocha, que logró sacar un tiraje de mil ejemplares. La otra, La costra de la tierra, impreso en “zona autónoma” (sic), aparece bajo el enigmático sello Cisnenegro (lectores de alto riesgo), con apenas cien ejemplares. Plan campesino de mujeres, pese a su infortunado título que remite a un panfleto, es una novela tan espléndida como las que nos tiene habituados esta narradora, mexicana por elección, y complementaria con La costra de la tierra y al thriller Al paso de los días, aunque no propiamente una trilogía. Estas novelas son, junto con Al paso…, extraordinarias aventuras con un trasfondo de crítica po-
Francesca Gargallo
lítica global, y por los mismo, más “peligrosas”. Plan campesino…es muy informativa, pero no menos literaria o menos novela, de hecho Francesca posee la cualidad de volver poesía cuanto toca, detalles sobre los riesgos de que el maíz transgénico termine mezclándose con el natural; o cómo la ayuda humanitaria a los países pobres ha terminado por servir de puente a compañías de agroquímicos para filtrar organismos genéticamente modificados. La aventura de los fascinantes personajes de Plan campesino de mujeres consiste en frenar la distribución ilícita del maíz modificado, que podría derivar no sólo en el envenenamiento lento de los consumidores, sino en el despojo de lo único que les queda a los campesinos mexicanos, que es su trabajo… mientras que en La costra de la tierra, una médica forense, un chamán, un pintor y un geólogo libran una lucha contra la modernidad depredadora que amenaza con colonizar las libertades individuales… algo tan simple como caminar a placer, en espacios abiertos. En su epílogo, Francesca declara compartir la fobia de Sofía, su protagonista:“…odio con toda mi alma las autopistas y el asfalto en general […] Puedo no volver nunca más a un lugar porque han asfaltado el camino para llegar.” Francesca Gargallo, reconocida feminista que también ha escrito espléndidos ensayos teóricos en este tenor, ha hecho patente su activismo ecologista en novelas previas, pero en ninguna ha sido tan clara, incisiva y, pudiera decirse, brutal como en las “clandestinas”. Y aunque ha llegado a afirmar que “odia las historias de amor”, tanto Plan campesino… como La costra de la tierra son, tal vez a su pesar, y entre otras cosas, tórridas historias de amor…amor a la tierra, amor fraternal, amor a la naturaleza… y amor de pareja
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Arte y pensamiento
BEMOL SOSTENIDO Alonso Arreola @LabAlonso
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DE TARDE CON LOS MACORINOS ( ii y última )
UITARRISTAS PREEMINENTES en el México acústico, Juan Carlos Che Allende y Miguel Peña, Los Macorinos, acompañaron a Chavela Vargas durante los últimos diez años de su vida. A su lado vivieron experiencias notables que revelan el andamiaje de un oficio y un cariño que trascendió fronteras. Aquí la segunda y última parte de nuestra conversación con ellos, entre café y pastel vespertinos. “Mi primer trabajo en México surgió en el vuelo de venida, con mi compañero de asiento –narra Juan Carlos–. Era un socio del hotel Marco Polo de la Zona Rosa. Estuve tocando canciones latinoamericanas en esos lares por mucho tiempo. En el Sheraton, luego en el Bellini, la Hacienda de los Morales y allá en la calle de La Paz donde trabajaba Mario Luis Armengol. Así pasé unos diez años hasta que conocí a Miguel. Tú me llamaste mientras tocabas con Tania Libertad y Armando Manzanero en el Camino Real, ¿recuerdas?”“Claro –responde Miguel Peña–. Fue Aída del Río, conductora del imer, quien me dijo que había visto a un guitarrista en la Zona Rosa que tocaba muy bien. Gracias a ella llamé al Che para que me supliera, luego él me invitó al grupo que tiene con sus hijos y así fuimos colaborando. Tiempo después fui a San Luis Potosí para grabar unos arreglos de Chucho Zarzosa. Allá conocí a Fernando del Castillo, cantante cuenta-chistes fino y ocurrente. Nos hicimos muy amigos. Él me llamó para el trabajo con la señora Chavela Vargas.” Suena el timbre, Miguel recibe a sus hijos y nietos que están de visita. Su mujer nos ofrece más café. El ambiente es acogedor. Hacemos pausa. Me muestran el cuarto del fondo en donde duermen los guiones de los shows que han hecho con Tania Libertad, Susana Harp, Lila Downs, Eugenia León y Natalia Lafourcade, con quien tocan actualmente. Continuamos: “Fernando me dio un casetito y
me puse a estudiar –dice Miguel–. Me dijeron que haría audición frente a conocidos de la señora Chavela. La hice agasajándome, llenando la armonía, queriendo impresionar. Pero eso no era lo que ella querría, dijeron. Entonces pedí que cantaran a capricho, descuadrándose, y que yo los seguiría. Y sí, eso era lo que necesitaban. Me la comunicaron y quedé de verla en el hotel María Cristina.” Mirando al techo, Peña hace memoria: “Esa misma noche le llamé al guitarrista que ya tocaba con Chavela para decirle que me habían ofrecido su chamba, que la defendiera, que yo no le quería quitar su trabajo. Me dio las gracias por la deferencia. En fin. El caso es que al día siguiente había manifestaciones y no pude llegar al hotel. Tuve que ir hasta Veracruz, jeje. Cuando la vi en su casa estaba echando madres a los jardineros:‘¡pinches cochinos, ya me echaron a perder mis rosas, salvajes!’, jeje. Luego nos sentamos en su sala y nos arrancamos con una canción y me dice ‘me queda muy alta’, y chin, pues bajando de hasta tono y medio… y luego de un rato cuidándola, sin dejar que se me descuadrara, siempre al pendiente, me dice ‘es suficiente, me gusta su forma de tocar, nomás una pregunta: ¿dónde chingados estaba que no lo conocía?’, jeje.” Mirando al Che, que escucha entretenido, Miguel remata: “Chavela me dijo ‘consíganse otro guitarrista como usted’, y le dije ‘no, le voy a traer a uno mejor’, jeje. Pero entre mis amigos no había seriedad, yo ya no bebía y me portaba bien. Después de trabajar con José José tantos años se hace uno desordenadito, jeje. Él nos ponía la muestra: ‘tienen que echarse un par de tragos para que salgan calientitos’. Así que busqué a Juan Carlos y se incorporó al trabajo con Chavela.”“Sí –ataja el Che–. Debutamos en el teatro Isaac Albéniz de Madrid con un solo ensayo muy accidentado, pues había gente que nos distraía. Chavela decía un tema, por ejemplo ‘El último trago’, y luego de
ocho compases lo detenía. ‘Es suficiente’, decía, pues no tenía sentido ensayar si nunca cantaba igual las canciones. Sus cambios interpretativos respondían a su esencia caprichosa, a su espontaneidad. Era un acertijo. Nos daba la pauta, la ruta, pero nada más.” “Sí, mira, ella sabía que la protegíamos –recuerda Miguel–. Nos decía ‘yo sé cómo canto y cómo me descuadro, a mí no me interesa eso, eso me vale madre, yo sólo quiero decir las cosas como las digo’. La ventaja es que yo había tocado mucho con mariachis, que son como peatones: se atraviesan, jeje. Doña Lola Beltrán, Jorge Negrete, que desde su primer tema entra a tiempo:‘Ay Jalisco…’, sin la anacrusa de inicio; igual Imelda Miller, Lucha Villa y gentes que se les iba el compás… pero nunca reclamábamos ni íbamos a dejar de cuidarlos.” “Exacto –concluye Juan Carlos, sumándose al contrapunto verbal–: El chiste es la funcionalidad. Con Chavela su forma tan real y tan auténtica para medio cantar lo que decía… Creo que su sabiduría creció con el tiempo.” Dicho esto y tras despedirnos, pensamos lo mismo de Miguel y Juan Carlos: qué Macorinos tan sabios. Ojalá hoy hubiera más jóvenes construyéndose la vida artística por el camino del cuidado, traspasando retos por el centro y sin esquivar dificultades, tal y como ellos lo hicieron. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos
Chavela Vargas
CINEXCUSAS Luis Tovar @luistovars
LOS CABOS 6 ( ii y última )
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ON LA EXCEPCIÓN DE Molly’s Game (“El juego de Molly”, Aaron Sorkin, eu, 2017), única cinta del sexto Festival Internacional de Cine de Los Cabos inscrita en la narrativa hollywoodense más trillada y, por lo tanto, insípida cuando lo que busca es apantallar, el resto de lo que este juntapalabras pudo ver en lcff6 mostró lo mismo estupendas hechuras que cierto nivel de anticonvencionalismo, ya en su elaboración, ya en el tema que aborda o en el enfoque dado. Aquí, algunos ejemplos. Ambos filmes estadunidenses producidos este año, Golden Exits, de Alex Ross Perry, y Landlane, de Gillian Robespierre, comparten por principio la intención, muy bien lograda, de asomarse a esa ciudad antonomásicamente cinematográfica que es Nueva York, pero sin enfocarla desde “altas esferas” económicas, políticas, culturales ni de ningún otro tipo, sino más bien a la manera del mejor Paul Auster: desde abajo, estableciendo una horizontalidad que posibilita un grado de empatía de otro modo inviable, y cada una contando una historia que prescinde por completo de la grandilocuencia típica en esos filmes –como la referida Molly’s Game, por cierto– puerilmente deslumbrados por la celebridad de cualquier tipo, el dinero, el poder y otros reflectores sociales. Golden Exits, pero sobre todo Landlane, recuerdan para bien Smoke (“Cigarros”, eu , 1995), codirigida por Wayne Wang y el propio Auster, también guionista, no en la anécdota sino en el clima espiritual: como esta última, los filmes de Perry y Robespierre se concentran en un barrio neoyorquino, en los personajes que lo habitan y los conflictos que, en un momento dado, asaltan su cotidianidad. En el primer caso se trata de la irrupción de un elemento al mismo tiempo ajeno, perturbador y atrayente, encarnado en una joven australiana que permanecerá ahí sólo una breve temporada, lapso
suficiente para subvertir, sin proponérselo, las reglas no escritas de una vida plácidamente llevada. En el segundo se trata de la confrontación entre una hija adolescente y otra ya adulta con sus progenitores, a través del cuestionamiento hacia el padre, de quien se sospecha una infidelidad que, a fin de cuentas confesa, acaba por ser menos importante que la posibilidad colectiva de replantear los vínculos consanguíneos esta vez basándose en hechos, más que en arquetipos. Por su parte, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (“Tres anuncios espectaculares a las afueras de Ebbing, eu/ Reino Unido, 2017), de Martin McDonagh, no esconde –antes todo lo contrario, dado el papel protagónico de Frances McDormand, como siempre sobresaliente– su enorme deuda con el estilo cinematográfico de Ethan y Joel
Coen para desgranar una historia, como las anteriores, de localía e intimismo social. Aquí, la de una mujer madura que, para lograr justicia por la violación y el asesinato de su hija, manda colocar tres enormes anuncios dirigidos al alguacil del lugar, en protesta por la falta de resultados –y todo parecido con la realidad mexicana es una terrible coincidencia. La galería de personajes, muy a lo Coen, es una delicia aparte. Sin duda, el documental Mountain (Australia, 2017), de Jennifer Peedom, fue lo mejor que este ponepuntos pudo ver en lcff6. A la hora de evocarlo, inevitablemente los adjetivos llegan en cascada y, de hecho, se vuelven ditirámbicos: majestuoso, monumental, espléndido, magnífico, espectacular, hermoso… Todo lo cual aplica, sin exageración posible, si se considera el principal objetivo del filme: las montañas del mundo entero, con predilección muy comprensible por los Himalayas y el Everest, y la relación del ser humano con esos accidentes geográficos de los cuales emanan, entre muchas otras cosas, el mito, la leyenda, la fascinación, el desafío, la comprensión de la pequeñez intrínseca de la humanidad, así como su brevedad cronológica, pero también la belleza del instinto que lo empuja a conquistar, en el ascenso a las montañas, no a éstas sino, en gran medida, a mucho de lo poco bueno que habita el alma humana. Narrado magistralmente por Willem Dafoe, Mountain es historicista y geografista pero sin abrumar con datos; es ecologista pero sin discursos aleccionadores; sin aparentemente proponérselo es apologista del montañismo y los deportes invernal y extremo, y termina por ser mucho más que todo eso junto: un discurso visual y oral que, a través de una belleza incontestable, sugiere algunas respuestas –o al menos elementos utilísimos– para las preguntas mayores de nuestra especie
CAMBIAR DE HORARIO ES MÁS QUE CAMBIAR LA SERIE DE LAS HORAS: CAMBIA EL MUNDO ENTERO. 1 de octubre de 2017 • Número 1178 • Jornada Semanal AQUÍ SE PIENSA CON BREVEDAD Y ACIERTO EN ESA MATERIA DELICADA QUE ES EL TIEMPO.
ENSAYO
El balanceo del péndulo Vilma Fuentes
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ambiar de horario es peligroso. Se corren riesgos graves tales como perder la tranquilidad, la fortuna, el amor, la libertad o la vida misma. Muchas honorables personas cambian sus horarios como cambian de calcetines. Su inconciencia linda con el infantilismo: efecto acaso de la ignorancia. Si el aleteo de una mariposa en una región cualquiera del planeta puede cambiar la Historia, un minuto, ¡qué digo, un fugitivo segundo!, puede enfrentar a un hombre con la fatalidad, trocar su destino sin asperidades en una pesadilla de la cual no es posible despertar porque se está despierto. Cierto, los azares que desata un cambio, por ligero que sea, en el horario cotidiano, no son evidentes de inmediato. Así de canija es la suerte. Sin embargo, los efectos de ese avance o retraso de las manecillas del reloj que cada quien lleva dentro suyo pueden ser dichosos o catastróficos, si uno se fía de las apariencias. Una mujer, por ejemplo, sale de su domicilio a la carrera porque perdió su el tiempo sin poner atención a la hora. Se ve obligada, entonces, para llegar a una cita, a acelerar el paso, cruzar la calle sin ver venir a un auto, estar a punto de ser atropellada y ser salvada, in extremis, por un desconocido a quien agradece su heroico acto. El tipo, adulado por este reconocimiento femenino, expresa, con gestos, miradas e incluso palabras, una tierna vanidad, origen de un encuentro amigable a causa de unos minutos de retraso. Encuentro que puede llevarlos muy lejos. Durante siglos, un navegante debía conservar el horario del puerto de donde emprendía la travesía de los mares. Era imprescindible para situar las longitudes recorridas y su posición en la carta de su ruta en medio de la inmensidad del océano. Cristóbal Colón se sirvió, durante el viaje que lo llevó al descubrimiento del continente americano en 1492, de un reloj de arena al que daba la vuelta cada media hora. Un cambio de su horario hubiese podido cambiar el rumbo de su navegación y extraviarlo para siempre en el desierto de agua.
Leyenda o testimonios verídicos pretenden que los habitantes de la ciudad alemana de K ö n i g s b e rg , d o n d e v i v i ó E m m a n u e l K a n t , ponían las manecillas de sus relojes a la hora exacta al paso del filósofo alemán durante su paseo diario, tanta era la precisión del horario de sus pasos, péndulos caminantes. Un minuto de retardo del fundador del criticismo llamado “idealismo trascendental” habría desquiciado la vida cotidiana de Königsberg. Acaso existen dos eventualidades para intentar escapar a los riesgos causados por un cambio de horarios: no tener horarios o respetarlos rigurosamente como parece haberlo hecho Kant a lo largo de su vida. Si carecer de horarios equivale a dejarse llevar por azares nunca abolidos, confiando en su buena estrella o en la providencia, seguir un horario implacable, ¿no significaría penetrar en el universo opaco y uniforme del Hades? ¿Cruzar las puertas que se cierran tras nosotros cuando se pasa su umbral? El tiempo, su tic-tac incesante, ha sido motivo de reflexión para los filósofos desde siglos remotos. Desde Heráclito su enigma inquietó a los pensadores presocráticos. Enigma que sólo propone, cuando se creer acceder a una revelación, nuevos enigmas. ¿Pasa el tiempo o somos nosotros quienes pasamos? Misterio abismal que provoca el vértigo. Quizás de su miedo ancestral nace la necesidad imperiosa de la creación de relojes y horarios: redes sutiles donde se cree atrapar y detener al tiempo. Pero si los filósofos se han sumido en su reflexión, poetas y escritores alzan el vuelo de sus palabras en busca de hallazgos y revelaciones. Ahora, en nuestro maravilloso mundo moderno, es posible que la revolución más importante de todas, sea ésa que ha modificado, para todos y cada uno, la estructura de su relación con el tiempo y el espacio. ¿Qué sucede con estas categorías, qué deviene tiempo y espacio, cómo se viven hoy, sobre un planeta donde existen el teléfono, internet, la televisión, aparatos de transporte capaces de alcanzar una velocidad tan rápida que logra incluso romper la barrera del sonido? El hombre contemporáneo ya no mora en el mismo planeta
que sus ancestros, remotos o recientes, y podría murmurar al oído de poetas que soñaban con otro mundo, hechizados como estaban por ese ailleurs (otro lado), tales Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, Arthur Rimbaud: “el otro lado está aquí”. La Tierra, este planeta que parecía inmenso e infinito, se ha achicado, se ha vuelto casi pequeña, al extremo de verse acaso muy pronto amenazada de desaparición. “Al final, estás hastiado de este mundo antiguo…”, se lamentaba el autor de La Chanson du Mal-Aimé (La canción del Mal-amado), Guillaume Apollinaire, sin calcular quizás, ni imaginar, hasta dónde podría ir el nuevo mundo. Un sentimiento inédito de extravío se ha apoderado del hombre moderno. Se siente a menudo perdido, sin saber claramente si se encuentra en México o en Moscú, en Londres o en Beijing, si la hora de invierno ya remplazó a la de verano, ni en qué lengua debe expresarse con la persona que tiene enfrente. ¿La hora tiene todavía un sentido, puesto que no es nunca la misma en el mismo momento en cada ciudad o país, según la diferencia de horarios? Desfase también del horario del sueño al ser transportado en avión de un extremo al otro del planeta. Esta mañana, sin necesidad de subirme a un avión, viví ese extravío en el tiempo, perdida entre las horas, por la simple razón de haber salido al alba de casa. Las calles eran distintas a las de la tarde o la noche, el Sena era un río desconocido, la catedral de Notre-Dame era otra, más nítida, las personas eran extrañas, casi extranjeras, poseídas por la prisa para llegar a otro lado. La explosión del alba era embrujadora. Me murmuré los versos de Jacques Bellefroid para festejar el día: “Las manos en alto te saludo/ Sol de Aurora/ Vencedor del día/ Desgarras la cortina de la noche/ Das toda su plaza al cielo nuevo/ A la hora de los despertares/ Cuando los pájaros pían/ En las ramas de mi árbol/ Que los acoge/ Gorjeo de la gloria de nacer…” Supe que había pasado por unos instantes robados al tiempo el umbral de ese “otro lado”: soñaba despierta
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