■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 29 de noviembre de 2015 ■ Núm. 1082 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
Entrevista con
Fernando del P aso
JaVier galindo ulloa
FIL
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enrique Vila-Matas
y la evolución de las obsesiones
Julio César Márquez
Tres autores del Reino Unido, país invitado especial en la FIL • H ugo g utiérrez V ega : la prosa del poeta
29 de noviembre de 2015 • Número 1082 • Jornada Semanal
¿Dónde quedan los suplementos? Edgar Aguilar DE LA PUBLICACIÓN IMPRESA A LA PÁGINA WEB Desde ayer, sábado 28 de
Estamos en un momento difícil del periodismo cultural,
noviembre, y hasta el próximo
y esto es muy grave porque nuestra tarea es civilizatoria, es mantener vivos los signos de la civilización del país
domingo 6 de diciembre, en Guadalajara estará llevándose a cabo la ya tradicional Feria Internacional del Libro, fundada hace veintinueve años. Con sus casi tres décadas de existencia, la FiL es desde hace tiempo la cita editorial y literaria de mayor importancia en el ámbito de habla hispana; asimismo, en cuanto a dimensiones y relevancia sociocultural, sólo es superada por la Feria del Libro de Frankfurt. Con el presente número nos sumamos a esa fiesta de la palabra que es la FiL , tanto más necesaria en estos días cuanto es claro que la destrucción y la barbarie sólo pueden ser combatidas, y acaso no utópicamente vencidas, a través de la cultura y el humanísimo acto de leer.
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
Hugo Gutiérrez Vega
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ctualmente existen tres suplementos culturales de periódicos de circulación nacional, además de existir numerosas publicaciones impresas de variada índole que brindan en sus páginas un espacio, eso sí restringido, al arte y la cultura. Hay otras –las menos, desde luego– dedicadas casi exclusivamente a la literatura, también impresas, con sus respectivas versiones en línea. Recientemente conversaba con un joven editor y poeta en un encuentro de editoriales independientes. Le comentaba que en un suplemento sabatino se publican uno o dos poemas de un mismo autor en cada número, y le pregunté como de pasada si de casualidad no había enviado alguna colaboración a dicho suplemento. Su respuesta fue desconocer ese suplemento. Y mi asombro no fue poco. Si un joven editor y creador dice ignorar uno de los contados suplementos culturales que aún existen en el país –qué podemos esperar entonces de aquellos que no sean editores o creadores–, es probable que desconozca los otros suplementos, y a su vez desconozca otras publicaciones de esta naturaleza. No obstante, la mayoría de los jóvenes creadores parecen conocer a fondo las publicaciones virtuales y desenvolverse alegremente en ellas como pecezuelos en el agua y estar al tanto en las redes sociales de todo lo que ocurre a su alrededor. Pero si los suplementos culturales aparecen también en sus ediciones virtuales, ¿por qué buena parte de lectores-creadores dicen desconocerlos? El periodismo cultural, para quienes lo practicamos o intentamos practicar, es quizá el medio más idóneo en donde podemos plasmar muchas de nuestras inquietudes críticas y estéticas. Quizá por ello le damos tanta importancia y lo valoramos en su justa medida, lo que nos induce a leer los suplementos y revistas con cierta regularidad. Ahora bien, si el periodismo cultural se realiza cada vez con mayor asiduidad en blogs y páginas virtuales, como es de suponer, ¿eso conlleva necesariamente desdeñar y desconocer las publicaciones impresas? Es cierto: lograr publicar en un medio impreso es cosa seria. Los señores editores son, ¿cómo decirlo en términos amables?, algo esquivos. No suelen responder por materiales no solicitados (hasta cierto punto es razonable), como ya sabemos, aunque algunos medios incluso cuenten con un correo exclusivo para “recibir” colaboraciones. Desafortunada circunstancia que da para otro tema, que sin embargo va de la mano con el que ahora nos ocupa. Pero independientemente de lo chocante que resulten algunos editores, los creadores de todo tipo deberían conocer y leer los suplementos culturales porque representan un termómetro de cómo se conciben, a través del periodismo, las artes en general y las letras en particular en nuestros días. También son útiles para hacernos una idea, más bien relativa, pero al fin y al cabo una idea, de las tendencias del mundillo artístico en boga –si aún esto existe–, y de la “línea” editorial que cada grupo plantea en determinado suplemento o espacio cultural, gracias al trabajo generoso y escasamente redituable, pero muy satisfactorio, del periodismo. Puede que sea provechoso
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Ilustración de Huidobro
Entrevista con
Fernando del P aso
JaVier galindo ulloa
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Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo gutiérrez Vega(†), Jefe de Redacción: LuiS toVar, Edición: FranCiSCo torreS C órdoVa , a Leyda a guirre r odríguez y r iCardo y áñez , Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo g arCía n oriega , Diseño de portada y dossier: marga Peña, Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a LeJandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
enrique
Vila-Matas y la evolución de las obsesiones Julio César Márquez
Portada: Folios y filias Diseño de Marga Peña Fotos: © Cortesía FIL Guadalajara y La Jornada
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Sema nal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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Venta nocturna de la 27 edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, 6 de diciembre 2013. Foto: © Cortesía FIL Guadalajara / Pedro Andrés
La FIL 2015:
Antonio Soria
la fiesta de las letras, el premio y lo premiado
LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE GUADALAJARA ES EL EVENTO LIBRERO MÁS IMPORTANTE EN LENGUA ESPAÑOLA Y EL SEGUNDO MÁS GRANDE EN SU TIPO, DESPUÉS DE LA FERIA DEL LIBRO DE FRANKFURT. TRES NOMBRES A LO LARGO DE SU HISTORIA Y UN SOLO GALARDÓN, EL PREMIO DE LA FIL SE ENTREGA POR VIGESIMOQUINTA VEZ.
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omo ya es bien sabido, el vigesimoquinto premio literario entregado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara ( FiL ) –ayer mismo para ser precisos– corresponde a Enrique Vila-Matas, que así suma su nombre a los de Nicanor Parra, Juan José Arreola, Eliseo Diego, Julio Ramón Ribeyro, Nélida Piñón, Augusto Monterroso, Juan Marsé, Olga Orozco, Sergio Pitol, Juan Gelman, Juan García Ponce, Cintio Vitier, Rubem Fonseca, Juan Goytisolo, Tomás Segovia, Carlos Monsiváis, Fernando del Paso, Antonio Lobo Antunes, Rafael Cadenas, Margo Glantz, Alfredo Bryce Echenique, Yves Bonnefoy y Claudio Magris. Desde 1991 a la fecha, seis escritores mexicanos han sido reconocidos con el que para muchos es el segundo reconocimiento literario más importante que puede obtener un autor nacido en este país –el primero, desde luego, es el Nacional de Literatura–, pero que al mismo tiempo es el más importante de carácter internacional. Los distinguidos son Arreola en 1992, Pitol en 1999, García Ponce en 2001, Monsiváis en 2006, Del Paso en 2007 y, finalmente, Glantz en 2010, para sumar la cuarta parte del total de las entregas del Premio. Con el autor de Bartleby y compañía, suman cuatro los autores de nacionalidad española que han recibido el premio de la FiL ; antes lo obtuvieron Marsé en 1997, Goytisolo en 2004 y Segovia en 2005. Por nacionalidades, y en orden descendente, el resto ha sido de esta manera: Orozco (1998) y Gelman (2000), argentinos; Piñón (1995) y Fonseca (2003), brasileños; Diego (1993) y Vitier (2002), cubanos; Ribeyro (1994, único e inesperado post mortem) y Bryce (2012, único seriamente cuestionado), peruanos. Completan la lista, con uno de cada país, el chileno Parra (1991, el primero entregado), el guatemalteco Monterroso (1996), el portugués Lobo Antunes (2008), el venezolano Cadenas (2009), el colombiano Vallejo (2011), el francés Bonnefoy (2013) y el italiano Magris (2014). Como también se sabe, este galardón ha tenido tres nombres: primero fue llamado Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo; después, ante la imposibilidad de seguir empleando el nombre del autor de El Llano en llamas, cambió a Premio FiL de Literatura, denominación que sólo permaneció dos entregas –2006 y 2007–, y ahora se le conoce como Premio FiL de Literatura en Lenguas Romances. Esta última condición es la que dio pábulo a que le haya sido entregado a los citados tres autores que, al mismo tiempo, no son de habla hispana ni nacieron en España o América Latina; no obstante, la primera denominación, que permaneció desde 1991 hasta 2005, había sido alegre, conveniente y no reprochablemente soslayada en los hechos: los autores españoles premiados antes de Vila-Matas lo fueron cuando el Premio era “de Literatura Latinoamericana y el Caribe”.
ENTRE PREMIADOS Y NO Como al Nobel en cierto sentido muy particular, y como a cualquier otro reconocimiento literario en general, cada nueva edición el de la FiL pasa por un proceso inevitable, consistente en que, bajo el juicio público, es unánimemente aceptado, o bien es parcial o generalizadamente criticado. No le ha ido nada mal en este sentido al Premio FiL , puesto que a excepción del –con todo derecho– criticadísimo que se le dio a ese plagiario confeso que es Bryce Echenique, así como del concedido a Glantz, autora que adolece de algo demasiado parecido al anonimato cuando se compara su obra con la del resto, los otros veintitrés han gozado –desde luego unos más que otros– de ese beneplácito ubicuo y disperso, aunque no por eso menos válido, manifestado por el universo lector. Inevitablemente, el Premio de la FiL ha sido y seguirá siendo sometido a esa prueba ácida, de la que ninguno puede salir bien librado, consistente en dejar sin respuesta la pregunta de respuesta múltiple con la que quisiera averiguarse por qué ciertos autores no fueron o no han sido receptores del Premio. Poderosísimo resorte impulsa, de inmediato, un racimo de nombres que no cesa de crecer tan pronto alguien más participa en la confección de la negra lista de los ausentes: Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska, Álvaro Mutis, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sabato… Ya se sabe que no hay nada más difícil de saber que los argumentos verdaderos de un comité cuyo propósito es decidir a quién se entrega este o aquel premio; los verdaderos, se insiste, ya que los argumentos públicos nunca son otra cosa que una breve colección de lugares comunes redactada lo más bonitamente posible, que a nadie le hace falta conocer porque una de tres: salen felizmente sobrando cuando el premiado merece el premio con toda claridad –y aquí casi todos los del FiL –, o mueven a sorna y vituperio cuando el premiado no merece serlo, igual con toda claridad, o muchos acaban pensando que lo mismo y más pudo decirse, y con razón, del autor que pudo ser premiado y no lo fue, y murió sin haber recibido el Premio mientras todos pensaban, año tras año, a ver si ahora sí… De lo cual se deduce algo tan simple pero tan relevante como el reconocimiento mismo: que un premio con la impronta que indudablemente tiene el de la FiL lo mismo honra a quien lo recibe, que simultáneamente se honra o se dignifica a sí mismo en virtud de la obra y el autor que reconoce. En este sentido, enhorabuena este 2015, puesto que la FiL está cumpliendo a cabalidad el cometido al entregarle su galardón máximo a un autor de calidad e importancia incontestables
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Público entre los stands de expositores en la 24 Feria Internacional de libro de Guadalajara, noviembre de 2010. Foto: © Cortesía FIL Guadalajara / Guillermo Gálvez
VOZ INTERROGADA
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“Me costó mucho ser reconocido FUE HOMENAJEADO EN LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE GUADALAJARA
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Fernando Del Paso en diciembre de 2003. Foto: Carlos Cisneros/ La Jornada
entrevista con Fernando del Paso Javier Galindo Ulloa
Recientemente nombrado ganador del Premio Cervantes de Literatura 2015, el galardón más prestigioso para un autor de lengua española, y con motivo de sus primeros ochenta años de vida, el autor de Noticias del Imperio y Palinuro de México recibió un home naje en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. En esta entrevista hasta hoy inédita, realizada hace algunos años, Del Paso habla de su propia obra, así como del reconoci miento que, en su caso como en el de otros autores nacionales, llegó solamente después de haberse hecho patente en el extranjero.
inda 67: historia de un crimen (1996) es la cuar ta novela de Fernando del Paso (1935), publica da después de diez años de haber escrito Noticias del Imperio. El libro aborda la vida de un publi cista, David Sorens, que por odio y aberración al tedio matrimonial, se enamora de otra mujer; se deshace de su esposa e inventa un secuestro en medio de una ciu dad aparentemente civilizada, como es San Francisco, California. Con cierto sentido del humor, Linda 67 mues tra un buen manejo de thriller, con una estructura com pleja de flashback y voces narrativas. A principios de 1997 tuve la oportunidad de entrevis tar a Fernando del Paso en un condominio ubicado en la avenida Insurgentes Sur y Nuevo León, en Ciudad de Mé xico. Muy amablemente, el escritor me invitó un café, que él mismo preparó, antes de esta charla, que permanecía inédita hasta ahora. –¿Cómo construyó al personaje David Sorens? –Se fue formando a partir de una serie de experiencias personales. Para quien conoce un poco de mi vida y sabe que he sido diplomático en el extranjero, que me gusta comer bien y que he publicado un libro de cocina, en coautoría con mi esposa, se puede dar cuenta de que hay grandes y pequeñas experiencias mundanas que me ayudaron a conformar a David Sorens: hijo de un diplomático, desarraigado por ser una especie de apátrida, con el agravante de tener un nombre extranjero y una experiencia física que no corresponde a la mayoría de los mexicanos. Un personaje que vive una dicotomía: un rico sin serlo. Esto sucede con frecuencia en los ambientes diplomáticos. En Estados Unidos suelen nombrar a embajadores millonarios, porque ellos aportan algo de su presupuesto personal; pero en el servicio exterior latinoamericano, un embajador que se ha desempeñado en los más altos puestos durante cuarenta años, pues de pronto lo jubilan con una miseria. Por ello, estas vivencias, junto con la cultura del vino y la gastronomía, fueron conformando la personalidad de David Sorens. –¿Cuál fue el motivo de mostrar la vida del hijo de un diplomático? – El libro no aborda las tragedias y alegrías de los diplomáticos; tampoco es una denuncia o crítica sobre la política exterior; simplemente sucede que esa dedicación me fue grata y después necesaria para darle vida al protagonista. –¿Cómo fue creando a los demás personajes de su novela? –Esto es un misterio que el escritor no puede descifrar, porque una historia se va formando a través de un
El amor a primera vista es un enamoramiento. Hombres y mujeres se pueden enamorar de este modo, pero de ahí a un amor profundo, constante y duradero hay un gran trecho conflictivo. Antes, en las sociedades burguesas, ese amor conducía a un largo noviazgo; ahora conduce inmediatamente a la cama.
proceso más o menos lento o rápido, en la recreación de personajes inspirados en la vida real, pero que se funden con otros ajenos a ella. En Linda 67 existe la necesidad de convencer al lector de cómo un amor inicial, arrebatado y pasional, puede transformarse después de dos años en un odio y desconocimiento entre dos seres, en una aberración mutua y un distanciamiento total. –Parece increíble, por cierto, el amor a primera a vista que sintieron David y su esposa. –La palabra amor tiene muchos matices. Decimos están haciendo el amor, cuando en realidad están en un coito. El amor es un eufemismo que disfraza un acto sexual, para que su expresión no sea tan violenta y evitar decir que una pareja está fornicando. El amor a primera vista es un enamoramiento. Hombres y mujeres se pueden enamorar de este modo, pero de ahí a un amor profundo, constante y duradero hay un gran trecho conflictivo. Antes, en las sociedades burguesas, ese amor conducía a un largo noviazgo; ahora conduce inmediatamente a la cama. –¿Hubo algún modelo para escribir esta historia de crimen? –No, no he sido un fanático de la literatura policíaca, ni me dedico por completo a ella, cada cuatro o cinco años me da por volver a leer novela policíaca. Pero se trata de leer entre quince libros y luego me olvido de eso; sin embargo, me ha quedado el gusanito por crear
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trabajo en mi país”. una historia divertida y a la vez de suspenso. No soy un especialista en la materia, porque no puedo decir que mi novela es el estilo de Dashiell Hammet y Agatha Christie, porque ambos escritores siguen el modelo antiguo, en donde se descubre al asesino hasta el final del libro, con trampas anecdóticas para el lector. Sólo la crítica será la encargada de identificar cuál fue mi modelo a seguir. –¿Qué recursos literarios retomó de Palinuro de México y Noticias del Imperio para Linda 67? –El capítulo que se refiere a Concepción Sedano de Noticias del Imperio de alguna forma influyó en el sentido de que el escenario paradisíaco de Cuernavaca es parecido al escenario en donde se encuentra por última vez David Sorens y su amante mexicana Olivia. Por lo demás, trabajé catorce años en publicidad y tanto en Linda 67 como en Palinuro de México se nota ese ambiente. Pero en esta segunda obra, mi experiencia publicitaria era muy reciente, porque está en bruto y en torrente; en mi cuarta novela ya está destilada y decantada. Al fin y al cabo, Sorens es un publicista. Una de las escenas del libro sucede en medio de una junta de lanzamiento de un producto. Así pude recrear la fauna publicitaria. –¿Qué relación temática existe entre Linda 67 y la situación sociopolítica de México? –Hay muy poca relación. Mi intención fue hacer un drama individual que no necesariamente reflejara problemas nacionales, internacionales o bilaterales. Hay referencias al Artículo 187 –propuesta legislativa de California que negaba a los indocumentados la educación pública, el servicio médico y los servicios públicos–, a la descriminación racial y al circo que se hizo alrededor de o .J . Simpson. El libro tiene su dosis de crítica social de modo muy espontáneo, que nace por la necesidad vital de los personajes, no impuesta por el autor. –¿Cómo describe la estructura de su novela? –Es evidente que hay varios estilos, juegos y formas distintas de acercarse al tema. En algunos casos es muy directa la narración, pero después está llena de flash backs; se oyen voces pero no se sabe qué es lo que está pasando. Luego se narra lo que sucedía mientras se escuchaban esas voces. No uso estilos o técnicas oscuras. Mi idea no era de complicarle la vida al lector, sino era complicársela con base en el suspenso y no con técnicas narrativas. –¿Por qué ubicar la historia en San Francisco? –Yo no quería situar una novela es una ciudad tan grande como México, tan compleja, terrible y maravillosa a la vez, que sería como otro personaje que se come-
Decimos están haciendo el amor, cuando en realidad están en un coito. El amor es un eufemismo que disfraza un acto sexual, para que su expresión no sea tan violenta y evitar decir que una pareja está fornicando. Fernado del Paso en Guadalajara, Jalisco, 13 noviembre de 2015 Foto: Arturo Campos Cedillo
ría a los demás. Por otra parte, me interesaba retratar una policía californiana un poco más civilizada que la que hay aquí en nuestro país. Entonces escogí San Francisco, como Thomas Mann eligió Venecia para escribir La muerte en Venecia, con toda premeditación, alevosía y ventaja. No es lo mismo ubicar este gran relato en Seattle, por ejemplo. –¿Cómo considera el thriller en tanto género literario? –La novela policíaca ha sido considerada aparte de la verdadera literatura. Algunos críticos la consideran como un subgénero y otros opinan que no tiene que ver con la novela hecha con seriedad; sin embargo, grandes escritores, que admiro mucho, como Borges y Bioy Casares, se han interesado profundamente por este género policiaco sin demeritar sus virtudes ante la no-
vela seria. Yo soy de la opinión de ellos. La novela policiaca posee sus propios recursos y reglas, que hay que respetar. En cualquier género literario, hay tanto buena como mala producción; y generalmente, lo pésimo abunda en todas las formas artísticas. Fernando del Paso me pidió que me terminase el café por que se enfriaba y concluyó que su experiencia como es critor ha sido larga y muy diversa, porque cuando se pu blicó José Trigo (1966), no encontró el eco en México que él esperaba, pero sí en España y América Latina. “Parece mentira, pero sigue siendo verdad –decía– que el profeta no triunfa en su tierra. A mí me costó mucho trabajo ser reconocido en mi país y lo logré hasta que lo fui en Euro pa.” Así hemos sido testigos sus lectores del Premio Cer vantes que Del Paso obtuvo recientemente
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Tresautores
Aleyda Aguirre
delReinoUnido EL PODER DEL CANTO Y EL VERSO DE SEAMUS HEANEY, LAS CAVILACIONES DE DORIS LESSING Y LA FANTASÍA DE J.R.R. TOLKIEN
Seamus Heaney
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l Reino Unido es invitado especial de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (2015) y está ubicado como el mayor editor de libros a nivel mundial. Ha heredado a la humanidad una apetitosa historia cultural a través de escritores como Shakespeare, Jane Austen, Charles Dickens, Virginia Woolf, Joseph Conrad y muchos otros. Ofrecemos aquí un racimo de autores de esa tradición literaria a fin de adentrarnos un poco más en sus vidas y legado.
SEAMUS HEANEY Seamus Heaney, Premio Nobel de Literatura 1995, nació en Irlanda del Norte el 13 de abril de 1939, lugar “donde la poesía tiene un sitio prominente, donde desde niños se les inculca el poder del canto y el verso”. “Todo mi trabajo es un pulso entre lo lírico y lo cívico”, dijo en varias ocasiones el poeta y dramaturgo, pero también entre lo rural y la infancia. Sus primeras publicaciones, que firmaba bajo el seudónimo de Incertus, se catalogaron de nacionalistas y posteriormente fueron adentrándose en asuntos más universales. “Los temas de su poesía eran su propia vida y su región. Siempre dijo que nunca quería encontrarse lejos de los sonidos de su lengua original”, comentó alguna vez Pura López Colomé, traductora de la obra del autor de Muerte de un naturalista (1966). Seamus fue un hombre católico que eternizó en su obra el ambiente trágico que vivió en Ulster, debido a los enfrentamientos entre protestantes y católicos, situación que lo marcó y motivó a luchar firmemente contra el olvido y que finalmente lo obligó a trasladarse a Dublín en 1972. Estudió literatura en la Universidad de Queen donde también dio cátedra, antes de dedicarse completamente a la literatura. El también crítico frecuentaba los círculos literarios de Belfast, donde fundó la Sociedad de Jóvenes Poetas Locales. Dio conferencias por todo el mundo y clases en las universidades estadunidenses de Berkeley en San Francisco y Harvard en Nueva York. “Era una persona muy poco solemne, profundamente
sencilla y modesta”, asegura López Colomé, quien también fue su amiga. “Él pertenece –así lo repetía– al mundo de la lengua inglesa.” Otros de sus libros son: Puerta a las tinieblas (1969), Huyendo del invierno (1972), Trabajo de campo (1979), Isola stazione (1984), La linterna del espino (1987) elegías a la muerte de su madre, Viendo cosas (1991), elegías a su padre; El nivel espiritual (1996, Premio Whitbread) y Luz eléctrica (2001). Seamus publicó en 2000 una traducción al inglés moderno del poema épico Beowulf que se convirtió en bestseller en el Reino Unido y en Estados Unidos, por el que recibió nuevamente el Premio Whitbread. También escribió los ensayos de crítica literaria Preocupacio nes (1980) y Gobierno de la len gua (1988). Es el creador de “una obra literaria de belleza lírica y profundidad ética, que exalta los milagros de cada día y el pasado vivido”, proclamó la Academia sueca al concederle el Nobel. “ Le nt a m e nte / l o s muertos avanzan / hacia el futuro”, dice en uno de sus poemas... Su vida concluyó el 30 de agosto de 2013 a los setenta y cuatro años de edad en un hospital de Dublín.
DORIS LESSING
Doris Lessing
Doris Lessing (1919-2007) supo que no podía “desperdiciarse siendo solamente madre”… Escapó de las pretensiones de la mujer que le dio la vida, de ser una “dama eduardiana”; huyó del colegio de monjas católicas don-
de estudiaba cuando tenía catorce y al siguiente año se fue de su casa. Trabajó como niñera al tiempo que leía a los novelistas decimonónicos y obras de política y sociología. A sus dieciocho años se fue a Salisburi, ahí trabajó como telefonista. Posteriormente se casó con el funcionario Frank Charles Wisdom, con quien tuvo dos hijos y cuatro años después se divorció y se unió a un grupo de idealistas comunistas. Reanudó su vida marital en 1944 con Gottfried Lessing, un exiliado judío alemán que conoció en un grupo literario marxista. De esa relación nació su tercer hijo; sin embargo, sus inquietudes intelectuales y literarias se contraponían con su trabajo de esposa y madre, situación que la llevó a divorciarse por segunda ocasión: “toda mi generación tiene madres frustradas y amargadas. Y todas estuvimos intentando escapar de lo que ellas eran”, diría años más tarde. Sólo conservó el apellido de su esposo para poder publicar. Contaba con treinta y seis años cuando se trasladó al Reino Unido con su hijo pequeño, dejó a sus otros dos vástagos con su padre. “Nací para escribir, como otras personas nacen para pintar… eso es todo.” Inició su carrera de escritora con Canta la hierba, en 1950. Militó en el Partido Comunista Británico, se pronunció en contra del uso de armas nucleares y criticó el régimen de apartheid sudafricano. Los crímenes del estalinismo y los tanques soviéticos contra la Revolución húngara, la llevaron a renunciar al comunismo y a escribir acerca de su desencanto político en Retiro a la inocencia en 1956. Ese mismo año, por su posición crítica, se
“Mi consejo para todos aquellos que tienen el tiempo y la predisposición para ocuparse de la lengua internacional sería: “apoyad al esperanto con lealtad”. J . r . r . Tolkien, The British Esperantist, 1932
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le prohibió visitar África del Sur; no obstante, Lessing volvió a esas tierras en 1995, dio a conocer su autobiografía Bajo mi piel y fue recibida con los brazos abiertos. Su obra cumbre es la novela feminista El cuaderno dorado, publicada en 1962. Fue una autora prolífica pues escribió medio centenar de novelas y relatos cortos, aunque también escribió poesía, ensayo, biografía y libreto de ópera. Su propósito nunca fue político, sino literario: “Cuando se es una escritora perteneciente a la tradición inglesa, una debe ser consciente y sentirse agradecida de un patrimonio que significa no tener que luchar como mujer para ser publicada y valorada. En Inglaterra las mujeres se han ganado la vida como escritoras desde hace siglos y, a veces, protestando con energía contra su destino. Mi agradecida conciencia de este patrimonio es la razón por la que suscribo la máxima de Virginia Woolf, según la cual las escritoras serán libres cuando, sentadas a escribir, no piensen si escriben o no como mujeres.” A los ochenta y ocho años recibió el Premio Nobel de Literatura, en 2007, por su “capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria”. Murió a los noventa y cuatro años. j . r . r . TOLKIEN J . r . r . Tolkien o John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973),
es mundialmente conocido como el autor de El señor de los anillos y El Hobbit. Fue licenciado en Lengua y Literatura Inglesa y profesor universitario. Creó una teoría crítica sobre la fantasía. Inventó varios idiomas, resultado de su inclinación por el lenguaje, los mitos y personajes heroicos. Su padre murió de fiebre reumática y su madre de diabetes, enfermedad intratable en aquel tiempo. Quedó huérfano a los doce años, fue educado por el sacerdote católico Francis Xavier Morgan. El Oratorio de su infancia, ubicado bajo la sombra de las torres de Perrott´s Folly y Edgbaton Waterworks, inspiró las imágenes oscuras de Orthanc y Minas Morgul de El señor de los anillos, así como las pinturas románticas medievales de Edward Burne-Jones y la hermandad prerrafaelita. En 1915 se graduó en Lengua Inglesa en el Exeter College; posteriormente se unió al Ejército Británico y participó en la primera guerra mundial como teniente segundo especialista en lenguaje de signos, hasta que fue trasladado a Inglaterra debido a que enfermó de la llamada fiebre de las trincheras. Su amigo C . S . Lewis –futuro autor de las Crónicas de Narnia–, lo convenció de publicar El Hobbit, que había sido escrito sólo para sus hijos. Al darlo a conocer, tuvo también éxito entre los lectores adultos. En 1961, C . S . Lewis lo propuso como candidato para el Premio Nobel de Literatura, pero el jurado dijo que su escritos contenían una “prosa pobre”. En 1965 se publicó la primera edición de El Señor de los Ani llos en Estados Unidos. J . r . r . Tolkien murió el 2 de septiembre de 1973, a los ochenta y un años. Lo sepultaron en la misma tumba que a su mujer, en el cementerio de Wolvercote, en Oxford
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j .r .r . Tolkien
Sergio González Rodríguez Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2015
“L
a violencia aísla, deshumaniza, frena el desarrollo civilizatorio, le pone sitio militar a las libertades, mutila física y anímicamente, eleva el temor a las alturas de lo inexpugnable, es en síntesis la distopía perfecta”, escribió Carlos Monsiváis en el prólogo de Huesos en el desierto, publicado en 2002, de Sergio González Rodríguez, quien recibirá el 6 de diciembre el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2015, que se efectúa “en reconocimiento a la solidez de la obra y trayectoria de figuras del periodismo en México” Huesos en el desierto, relato sobre violencia, narcotráfico y asesinatos cometidos en contra de mujeres en la frontera de México con Estados Unidos, fue finalista del Premio Internacional de Reportaje Literario Lettre/Ulysses 2003 en Alemania, y ha sido traducido al italiano y al francés. Por dicha investigación, González Rodríguez fue amenazado de muerte “por querer saber demasiado” y fue víctima de una golpiza que lo dejó casi sordo. Conocedor de su oficio, dice que “al periodista cultural lo define su trabajo en el medio” y “debe llevar un servicio al lector”. El escritor y periodista mexicano nació 1950 en Ciudad de México, estudió Literatura Contemporánea en la Universidad Nacional Autónoma de México ( unam ). Ha sido crítico, narrador, ensayista historiador literario y guionista y ha colaborado en los Anales de la Literatura Hispanoamericana de la Universidad Complutense. Su labor polifacética lo ha llevado incluso a incursionar como músico de rock, asimismo ha sido editor de libros y suplementos culturales y profesor en estudios de postgrado. En 1992 recibió el Premio Anagrama de Ensayo en Barcelona, por la obra El centauro en el pai saje, y en 1995 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez. En dos ocasiones, se ha hecho acreedor a la beca de la Fundación Rockefeller. En 2004 publicó la novela El plan Schreber; en 2005, La pandilla cósmi ca, y en 2006 el ensayo narrativo De sangre y de sol. En 2008 El vuelo, y en 2009 la crónica-ensayo sobre decapitaciones y usos rituales de la violencia: El hombre sin cabeza, traducida al francés. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Su libro más reciente: Los 43 de Iguala
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Sergio González Rodríguez Foto: © Cortesía FIL Guadalajara / Iván Landa González
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29 de noviembre de 2015 • Número 1082 • Jornada Semanal
EL PREMIO DE LA FIL ESTABLECE LA VERDADERA ALTURA LITERARIA DEL GALARDONADO.
Julio César Márquez
A
ntes de ser escritor, que es como decir antes de convertirse en el autor célebre, reconocido, multipremiado y bastante leído que ha sido desde siempre, Enrique Vila-Matas fue actor, cineasta y crítico de cine: la prueba está en el puñado de filmes catalanes donde interpretó algún papel pero que pocos conocen debido, para empezar, a que dichos filmes permanecieron censurados durante la dictadura franquista; también está en los dos cortometrajes, titulados Todos los jóvenes tristes y Fin de verano, que dirigió en 1970, cuando apenas contaba con veintidós años; así como en los textos que publicó en las revistas Destino y Bocaccio, de su natal Barcelona. Sin embargo, y como es de todos conocido, no es el cine aquello a lo que el hoy vigesimoquinto receptor del Premio FiL de Literatura en Lenguas Romances dedicó su notable talento para exponer ideas y contar historias: la prueba son los alrededor de cuarenta libros de su autoría que le han hecho ocupar, desde hace años, un sitio preponderante en la literatura de habla hispana, condición que se volvió del conocimiento generalizado sobre todo desde la aparición de El mal de Montano, con el que obtuvo el vigésimo Premio Herralde de Novela, en 2002. No obstante, fue al menos un par de años antes, al inicio del presente siglo, cuando Vila-Matas publicó la novela por la que muchos reconocieron en él un referente insoslayable: Bartleby y compañía, también publicado por la editorial Anagrama. Antes de éste, el también autor de Doctor Pasavento y Dietario voluble ya había dado a la imprenta casi una veintena de títulos, entre narrativa y ensayo, en virtud de los cuales gozaba de un prestigio cuya localía no era correspondiente con la verdadera estatura literaria de Vila-Matas. Es el propio autor quien ubica con precisión el momento y la obra en que cobró perfil por vez primera eso que, para muchos, es lo que mejor define su escritura: la conjunción indisoluble entre ficción y ensayo –o ficción y realidad, como prefieren decir otros–, que se volvió condición absoluta en él, data de hace exactamente tres décadas, cuando en 1985 publicó su Historia abre viada de la literatura portátil, breve y condensadísimo volumen de apenas ciento veintidós páginas –se habla de la edición en Compactos, de Anagrama–, compuesto por un prólogo y diez entradas, en los que da cuerpo a la nueva y contemporánea “conspiración shandy” y que, como saben quienes han leído esta deliciosa Historia abreviada…, es mucho más que un feliz pretexto literario y alcanza las dimensiones de postura o credo poético. No sin razón, con más o menos énfasis analistas y críticos
Vila-M literarios de todas partes han señalado que, con este volumen inicialmente mal acogido, Vila-Matas le extendió un certificado de defunción a cierta novelística y cierta narrativa que, sobre todo en su país natal, no terminaba de dar sus estertores de acartonamiento y ortodoxia con los que proclamaba su vocación, irrenunciablemente suicida, a mirar el futuro con la nuca. En el otro extremo de la cuerda estaba Vila-Matas con esa costumbre saludable –en ambos sentidos de la palabra– de unir hasta la disolución este y aquel géneros literarios, para la confección de obras de suyo inclasificables, al menos desde la perspectiva más ranciamente canónica, y que si hoy parece algo de lo más habitual, se debe precisamente a libros como la vilamatense Historia abreviada… De pocos autores puede decirse, como de Vila-Matas, que la suya es una sola obra por más que en su caso esté dividida en decenas de títulos, y por más que él mismo y casi todos quienes se han dado a la tarea de analizar su obra, sostengan que hay un antes y un después en determinado punto de su trayectoria: el propio autor lo ha dicho, como ya se señaló antes, y no sólo respecto de la Historia abreviada…, sino también respecto de Bartleby y compañía, y no es improbable que vaya a volver a decirlo en un futuro no demasiado lejano, lo cual es prueba fehaciente de un escritor –o más ampliamente y mejor dicho: de un intelecto– en evolución constante, cuya fidelidad irrestricta a sus obsesiones no lo anclan a una sola vía de búsqueda. Tomado de El viento ligero en Parma (Sexto Piso, 2004), el fragmento a continuación es buena prueba de lo antedicho. En él, Vila-Matas hace una vez más lo que mejor sabe: narrar ensayando, ensayar narrando, pensar con la pluma en la mano mientras cuenta y contar mientras reflexiona, todo a la vez y al mismo tiempo que despliega una galería inmensa de recuerdos, citas textuales, anécdotas, nombres de amigos, definiciones y posturas literarias.
EXPLORADOR QUE AVANZA Enrique Vila-Matas
Soy consciente de que todo cuanto la literatura puede enseñarnos (creo que lo decía un clásico, no sé cuál) no son métodos prácticos, sino sólo las posiciones. El resto es una lección que no debe extraerse de la literatura, es la vida la que debe enseñarla. Es más, tal vez sólo apren-
diendo de ella uno puede acabar haciéndose con un estilo literario. Y cuando hablo de estilo me refiero a intentar lograr un espacio y un color interno en la página, un sistema de coordenadas esenciales para expresar nuestra relación con el mundo: una posición frente a la vida, un estilo tanto en la expresión literaria como en la conciencia moral. Siempre he querido saber si estaba con aquellos escritores –Tolstoi, por ejemplo– para quienes la existencia tiene, a pesar de todas las angustias que nos crea, un sentido, una unidad. O bien con aquellos –Kafka, Beckett– que nos han revelado la insuficiencia e irrealidad
El hoy vigesimoquinto receptor del Premio fil de Literatura en Lenguas Romances dedicó su notable talento para exponer ideas y contar historias: la prueba son los alrededor de cuarenta libros de su autoría que le han hecho ocupar, desde hace años, un sitio preponderante en la literatura de habla hispana.
Matas Y LA EVOLUCIÓN DE
LAS OBSESIONES Fotos: © Cortesía FIL Guadalajara/ Lisbeth Salas
de la vida, el sinsentido de ésta: todos esos escritores que nos han descubierto la imposibilidad de vivir y de escribir, y que nos han puesto en contacto con la odisea moderna del individuo que no vuelve a casa y se pierde y se disgrega, experimentando la insensatez del mundo y lo intolerable que es la existencia. Si Claudio Magris hubiera leído esto, tal vez ahora me preguntaría –como a veces él se pregunta a sí mismo– si me reconozco más en Guerra y paz, de Tolstoi, la vida que se cuenta como si fuera una vida plena, o en El hombre sin atributos, de Musil, la vida que se disgrega en la inteligencia, o en La conciencia de Zeno, de Svevo, el más radical, irónico y disimulado viaje al centro de la nada. Tal vez puedo creer en Dios y al mismo tiempo no creer en nada, por ejemplo. Tal vez puedo mezclar teorías opuestas. Y es más, quizá esto explique por qué a menudo escribo novelas que son mezclas de ensayos y novelas. Después de todo, bien mirada (y ahora la estoy mirando bien), la vida es una mezcla. Quizá mi viaje, el viaje de mi conciencia, sea el que va a la nada, pero construyendo un sólido y contradictorio sistema de coordenadas esenciales para explicar mi relación con la realidad y la ficción, mi relación con el mundo. ¡La realidad y la ficción! Mira por dónde he ido a parar al eterno debate de las letras españolas. Ahora que me acuerdo, ¿por qué esa manía tan española, esa afición tan nacional a preguntarme, siempre que publico un
nuevo libro, cuánto hay de real y de autobiográfico en él? Da igual que publique una novela sobre un loco que anda suelto por Veracruz a que publique una sobre la vida de los esquimales en Guanajuato. Siempre la misma cuestión: ¿Qué porcentaje de verdad hay en lo que usted cuenta? Durante un tiempo, con paciencia, me he limitado a dar cuerda al reloj de Nabokov: “La ficción es ficción. Calificar un relato de historia verídica es un insulto al arte y a la verdad. Todo gran escritor es un gran embaucador.” Y punto. Pero ya me he cansado. Y es que, a pesar de que no hay día en que no vea borradas las fronteras entre la realidad y la ficción sobre las que bailo, la pregunta nacional sigue ahí, como un dinosaurio inamovible. ¿Hay realidad en su ficción? ¡Toma ya!, que diría Céline. Últimamente, habiendo publicado un libro sobre París [se refiere a París no se acaba nunca, Anagrama, 2003], me limito a citarles a Boris Vian (“Todo en mi novela es verdad porque está todo inventado”), o bien a mí mismo (“También un relato autobiográfico es una ficción entre muchas posibles”), y muy especialmente a Roland Barthes: “Toda autobiografía es ficcional y toda ficción es autobiográfica.” Yo creo que mis libros deberían ser vistos como lo que realmente siempre han sido: libros escritos por personajes de novela. Un lector me pregunta ahora: ¿Lo dice de verdad? Y añade: perdone la pregunta, pero es que soy español de la verdad cristiana. Pues claro que lo digo de verdad, le contesto, pero tenga en cuenta que la verdad no es necesariamente lo opuesto de la
ficción. ¿Y está seguro de esto?, me pregunta. Pues tan seguro, le respondo, como de que un dictador (aquel que decía “españoles todos”) está bien muerto, y el realismo de la estirpe de aquel asesino también, aunque no para los españoles todos, muchos de ellos felices viviendo en la mayoría absoluta de su realismo literario de serrín y caspa. Porque España, a pesar de la tan traída y llevada modernidad de Almodóvar, sigue siendo un país nada ambiguo y muy plano y zaplano y profunda y obscenamente inculto. Véase, sin ir más lejos, la confusión de los ministros de Aznar entre autor y narrador en el caso del libro del pájaro Migoyo. En España, con notable putrefacción artística, ministros y plebe se abrazan en su única realidad posible: la mayoría absoluta de su realismo sucio de cáscaras de gambas e insulto, serrín y escupitajo. ¡Son tan realistas! Así las cosas, en casa ensayo exiliarme y luego lo cuento, explico que escribo ensayos mezclados con cuentos. Quiero seguir siendo “un explorador que avanza hacia el vacío” (Kafka), y así seguir dándole a mis palabras sentido, dándoles sombra: un sentido que dice que en mi país nada ambiguo no avanzo, pero mi vida lo hará por mí exiliándose. Y bien está que así sea, me digo, mientras pienso en aquel clásico que dijo: “Mirad cómo, bien lejos de vosotros, mi vida avanza tranquila.” Aunque no sé de qué clásico hablo. ¿Sabré en el vacío encontrarlo? No está entre los clásicos que aprecian los españoles todos. Lo sé. Por eso avanzo
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Luis Tovar
Hugo Gutiérrez Vega recibe el reconocimiento en el Homenaje al Periodismo Cultural Fernando Benítez, de manos del rector general de la Universidad de Guadalajara, Marco Antonio Cortés Guardado, en el marco de la edición 24 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, 5 de diciembre de 2010. Foto: © Cortesía FIL Guadalajara / Michel Amado Carpio
Laprosadelpoeta
NUESTRO QUERIDO DIRECTOR HUGO GUTIÉRREZ VEGA, RECIENTEMENTE FALLECIDO, RECIBIRÁ UN MERECIDO HOMENAJE EN ESTA EDICIÓN DE LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO, EVENTO QUE DURANTE INCONTABLES AÑOS ANIMÓ CON SU PRESENCIA Y QUE, HACE CINCO AÑOS, LO DISTINGUIERA CON LA ENTREGA DEL PREMIO FERNANDO BENÍTEZ DE PERIODISMO CULTURAL. EL PRESENTE TEXTO ES EL PRÓLOGO AL LIBRO PÓSTUMO OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS, DE PRÓXIMA APARICIÓN.
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isto desde una perspectiva estrictamente editorial, Otras voces, otros ámbitos es la más reciente recopilación que Hugo Gutiérrez Vega, su autor, hace de la columna periodística que domingo a domingo ocupaba la segunda página de La Jornada Semanal, el suplemento cultural del diario La Jornada. El Bazar de Asombros dominical, escrito por el también director del suplemento, ha sido previamente recogido en otros volúmenes: Lecturas, nave gaciones y naufragios, Bazar de Asombros i y ii y Esbozos y miradas del Bazar de Asombros, para una continuidad que, a estas alturas, abarca más de tres lustros –desde 1998 y hasta el momento actual–, así como una cifra superior a las novecientas entregas, lo cual, en estos tiempos de fugacidad mediática y mudanzas discursivas inopinadas, bien puede constituir el primer asombro suscitado por este bazar de ideas y palabras. De suyo notables, la constancia y la abundancia patentes en cada número de la Semanal dan fe cierta del oficio de periodista cultural de Gutiérrez Vega, vertiente profesional que le ha significado la entrega de los tres reconocimientos más importantes que, en este ámbito, son otorgados en México: el Premio Nacional de Periodismo en Difusión Cultural en 1999, el Premio y Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez de la Feria Internacional del Libro Guadalajara en 2010, y el Premio Nacional de Periodismo Carlos Septién García en 2012. Sin embargo, y lo siguiente es una feliz contradicción, sucede que Gutiérrez Vega es periodista pero no es periodista, y dicho al revés también: no es periodista pero sí lo es, y vaya este pequeño y simple juego de palabras para ilustrar brevemente algo que el propio Hugo ha manifestado en varias oportunidades y espacios: que no hay diferencias, salvo quizá de formato y, eso sí, en tiempos de entrega a imprenta, entre periodistas y escritores. Dicho de otro modo, que el periodista siempre ha sido y es un escritor, más allá o más acá del aura de supuesto y más bien dudoso glamour o prestigio que pueda llevar entre sus letras este último oficio. Para incrementar el asombro añádase que poeta es lo primero, lo más evidente y lo que a final de cuen-
tas siempre ha sido Gutiérrez Vega a la hora de tener pluma y papel entre las manos. Asombro doble entonces: por un lado el que inevitablemente provoca un poeta que jamás ha desdeñado al ensayo, el artículo y otros géneros prosísticos –como demuestra la decena o más de libros que ha publicado, aparte de sus poemarios–, y por otro el que genera la lectura misma del Bazar de Asombros domingo tras domingo, aquí replicado bajo las condiciones orgánicas y estructurales de una obra unitaria. Finalmente, téngase muy en cuenta que la poesía es el principal atributo visible en la prosa de Gutiérrez Vega, para aprehender entera, o mejor dicho para disfrutarla a plenitud, la naturaleza de los textos que componen este libro. Reflejo fiel de la multiplicidad de temas, intereses, personas y personajes, historias y anécdotas, recuerdos, problemáticas, lugares, tiempos y espacios que ocupan la atención del autor, los cincuenta y un textos que conforman este volumen son, a su vez, reflejo del mundo: diverso, dinámico, en transformación constante pero al mismo tiempo anclado en la memoria, ese músculo etéreo que Gutiérrez Vega sabe ejercitar como pocos. Al mismo tiempo raíz y fruto, la memoria del autor expone todo aquello que da origen a sus asombros infinitos, y los títulos de los cuatro apartados que dan al libro su columna vertebral son elocuentes respecto de esta doble condición de punto de partida y de llegada: De escritores y escrituras, Mirando el pasado; Vida pública antes y ahora, y El pasado sí es lo que era. En el primero, De escritores y escrituras, Hugo refrenda los amores literarios de toda su vida e incorpora nombres nuevos para sus lectores. Aquí conviven, entre otros, los infaltables Ramón López Velarde, Rafael Alberti, Alfredo r . Placencia, Italo Svevo, Alfonso Reyes y José Carlos Becerra, con Pepe Hierro, Elena Poniatowska, José María Pérez Gay, José Guadalupe de Anda, Marco Antonio Campos, Luce López Baralt y Ernesto Flores. Escritores y escrituras convertidos, desde la mirada minuciosa de Hugo, en una invitación a la lectura.
Mirando el pasado es la evocación de las experiencias vividas por el autor en su paso por países, instituciones y aun oficios, que le dejaron una impronta imborrable: Hugo descubre caminos que comunican directamente a la Casa del Lago de la unam , en el viejo bosque de Chapultepec en Ciudad de México, con el Líbano bajo los bombardeos en la década de los años setenta del siglo pasado, y de ahí conducen al lector a la España en plena transición o lo instalan en plena Guerra fría. Como diría el propio Hugo, polvos de aquellos lodos son los que respiramos hoy en día; de ahí la importancia de saber cómo fue antes el mundo, para entender cómo es ahora. Ese mismo espíritu de memoriosa actualización del pasado reciente es el que anima a Vida pública antes y ahora, así como a El pasado sí es lo que era: desde una ciudad de Lagos de Moreno a la que Gutiérrez Vega siempre vuelve, la mirada y la palabra alcanzan otras voces y otros ámbitos, entre ellos Washington, capital neogrecorromana; una España que supo extenderse hasta México en virtud de la cultura y la solidaridad; la Italia reciente y la contemporánea retratada por Piero Paolo Pasolini y pensada por Annunziata Rossi; la hoy deplorable política exterior mexicana, que conoció ayeres bastante mejores; el regreso alguna vez insospechado de la voracidad energética multinacional; el neoliberalismo más salvaje y sus atrocidades, pero también, y en contraparte, la luz que pueden arrojar personajes insustituibles como el padre Alejandro Solalinde. Intérnese el lector en Otras voces, otros ámbitos, amplísimo territorio cartografiado por la prosa del periodista que es el poeta Hugo Gutiérrez Vega, y encontrará cada punto del camino señalado por el dato preciso, la anécdota que ilustra, el contexto que le confiere dimensiones de Historia con mayúscula. Una vez terminado el recorrido, la sensación será doblemente grata: como de haber estado ahí, viviendo la vida del autor, más otra que se traducirá en el deseo de conocer de primera mano todo aquello que Gutiérrez Vega comparte para que no sea sólo suyo sino nuestro
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Jornada Semanal • Número 1082 • 29 de noviembre de 2015
Dos veces única, Elena Poniatowska, Seix Barral, México, 2015.
“EN CONTRA DE LO QUE APARECE EN LA SUPERFICIE” LUKASZ CZARNECKI
L
a nueva novela de la gran escritora mexicana Elena Poniatowska recrea las personas que rodean, tal vez en la sombra del olvido, a Diego Rivera y Frida Kahlo, personajes emblemáticos de la cultura mexicana. Se trata de la historia de María Guadalupe Marín Preciado, Lupe Marín (1895-1983), la primera esposa de Diego. Además, es también la historia de sus hijas, Guadalupe Rivera Marín y Ruth Rivera Marín, así como de su hijo con el segundo esposo, Jorge Cuesta: Antonio Cuesta Marín. En estas historias nos adentramos y descubrimos a Guadalupe Marín: “–¿Oiga, usted es hombre o mujer? –le pregunta un borracho a Lupe. –Soy más hombre que tú y más mujer que tu chingada madre –lo abofetea.” Uno podría preguntarse: ¿por qué recrear la historia de Lupe? Poniatowska responde: “Porque todas las respuestas de los entrevistados apuntaban a un relato fantástico, y porque tanto Dos veces única como Leonora y Tinísima pueden ser el punto de arranque para que un verdadero biógrafo rescate la vida y obra de personajes fundamentales en la historia y en la literatura de México”. Porque en la visión de Poniatowska es recrear la vida cotidiana de las personas que están en el margen, en el olvido, que parecen no existir, que son excluidas del saber cotidiano, a pesar de ser “personajes funda fundamentales”. Poniatowska saca del olvido lo que el sistema del poder, la enseñanza de la elección, deja bajo el polvo. Rescatar del olvido es la tarea ardua de la obra de la autora mexicana, galardo galardonada con el Premio Cervantes en 2013. Kahlo pinta Lo que me dio el agua agua, pero Poniatowska pinta lo que se encuentra abajo del agua, donde ya no entra la luz, donde ya aparentemente nadie se mueve, ya casi no se ve a nada, a nadie. “Ir en contra de lo que aparece en la superficie” podría ser el lema de la escritura de Elena; ir en contra del poder de las luces que eligen a quién y qué mirar; ir en contra de aquellos que buscan ser cómplices del sistema; ir en contra de quienes quieren tener buenas relaciones dentro del sistema; ir en contra de lo “gris”, sin definir posturas claras y explicitas de lo “blanco” o lo “negro”; ir en contra de la cobardía; ir en contra del cinismo y la apariencia. Dos veces única es la historia de las mujeres y los hombres en el olvido, en contra de las principales corrientes literarias, temáticas o culturales. Es
la historia de Lupe Marín; según las palabras de Juan Soriano: “Tienes que convencerte de que no eres escritora; tu oficio es la costura, allí sí destacas, dedícate a él y a tus hijas”. Es la historia de Jorge Cuesta, el más grande poeta del grupo Contemporáneos, que se suicidó en 1942. “Cuando lo descubren es demasiado tarde porque se ha fracturado las vértebras cervicales, pero todavía está vivo”. También son las palabras que pueden significar no reconocer el gran poeta a tiempo. Después de muchos años Lupe Marín dirá a su nieto Pedro Diego: “–¿Sabes?, Jorge Cuesta me quiso dejar y no pudo. Se castró, se sacó los ojos y se ahorcó”. Porque de algún modo Poniatowska es una autora intergeneracional. Aquí se cuenta y el cuento se construye escuchando tanto a las personas adultas mayores como a los jóvenes; en este último caso son los nietos de Lupe: Juan Pablo Gómez Rivera, Diego Julián López Rivera, Ruth María Alvarado Rivera, Pedro Diego Alvarado Rivera y Juan Coronel Rivera. La gran historia se construye a través de un cuento intergeneracional, las partes del rompecabezas se unen ya que los otros y todos tienen su espacio para su propia verdad. Casi al final del libro aparece esta pregunta: “¿Acaso no es la vejez un ir de aquí para allá hasta terminar olvidada en un rincón?” Tal vez, la única manera de no ser olvidado es el vínculo intergeneracional para seguir contando la historia. El hecho de quedarse en el olvido y en la exclusión puede ser salvado por la acción intergeneracional. Uno de los mensajes principales de la obra de Elena Poniatowska es reconocer la fuerza de la juventud. Este libro es un homenaje al México postrevolucionario, a sus personajes que, según Poniatowska, “eran en sí mismos un territorio florido y contradictorio: Carlos Pellicer, Tabasco; José Revueltas, Durango; Lupe Marín y Juan Soriano, Jalisco; Diego Rivera, Guanajuato; Octavio Paz, Mixcoac, en la capital; Guillermo Haro, Puebla, o mejor dicho, Tonantzintla”. Reconocer el México profundo es también querer pertenecer a este mundo que está siempre en la frontera: de la vida y de la muerte, de ser parte o no y ser excluido, de lo claro y de lo oscuro. Parece que el destino toma las direcciones, pero ¿quién sabe? Nada es claro. Parece que estamos en la frontera y el proceso llega a ésta, el último aliento de la vida. Esto depende de las decisiones, de nuestras cotidianidades, de la vida misma. Porque la lectura de Elena Poniatowska es sobre la vida, es una apoteosis de vida, de querer estar y ser parte, de escribir, de vivir cada segundo, encontrar el sentido de la vida. Así Dos veces única tiene una fuerte dimensión filosófica: es la filosofía de la vida, de estar presente, de la presencia de la ausencia •
En nuestro próximo número
13 ficciones del país sin soldados, Dorelia Barahona Riera, Literatura/Difusión Cultural unam, México, 2015.
De los trece autores convocados en esta antología deliciosa, una no nació en el afortunado país sin milicias, otra murió en México, otro más vive también aquí y se declara binacional, mientras el resto ve transcurrir sus días en aquella tierra entrañable de la pura vida. Sus fechas de nacimiento los hacen cubrir, en conjunto, un arco cronológico que abarca el siglo xx casi completo: la parteaguas y en muchos senti‑ dos fundadora Yolanda Oreamuno nació en 1916, mientras Daniel Quirós, el más joven de los antologados, vio la primera luz en 1979. El presente volumen significa una magnífica oportunidad para recalar en una narrati‑ va que le hace todos los honores a la segunda palabra de la que se compone el nombre del país y, con ello, subsanar en algo la inve‑terada costumbre mexicana de actuar como si la literatura hispanoamericana co‑ menzara por estas tierras, hallando continui‑ dad apenas hasta la sudamericana Colombia, y por lo tanto habiéndose brincado a una Centroamérica que tiene mucho que decir, no sólo lite‑ rariamente hablando, por supuesto.
visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/
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La Jornada Semanal
TERRORISMO Y GUERRA: un espejo frente al otro Andreella, D'Alessandro y Lorusso
ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Naief Yehya
Agustín Ramos
IRGINIA WOOLF, GENIAL e hipersensible, vivía los bombardeos alemanes como “la avispa que puede clavarnos su aguijón mortífero en cualquier momento”. Ahora los bombardeos, como la guerra, adquieren otras formas. Se respiran, son ambientales, congelan o queman, según la cercanía de su fuente. Y su fuente son los organismos de poder que integran los Estados de derecho y de hecho. El terror es parte del clima, y aunque durante un tiempo había parecido invisible, de unas décadas para acá ya no ha sido nunca del todo imperceptible.
El noventa por ciento de la población mundial que carece de casi cualquier poder y de casi cualquier capacidad real de decisión, que se gana la vida obedeciendo leyes y pagando lo impagable, sufre el terror, sea por la aparente ceguera de la violencia, sea por tener o no tener empleo –como señala Vivianne Forrester al hablar del horror económico que causa la defensa a toda costa de la tasa media de ganancia. En tanto convención social para la convivencia, el Estado se parecía al lenguaje; sólo que mientras éste pudo emplearse como instrumento de comunicación, el Estado pretendía controlar al jabalí silvestre descrito por Zola en La bestia humana; hoy, mediante liposucciones y reconversiones ha quedado peor que jabalí rabioso. Antes se podía distinguir entre delincuencia organizada –redes que perpetraban delitos comerciando con la vida, objetos, personas y valores– y entre delincuencia desorganizada –gobernantes sociópatas y clientelas cómplices. Ahora, los representantes sectoriales del Estado se han fundido, mediante un proceso de cooptación libre de sus armas… Y se legitiman con no siempre pareja pero siempre recí- códigos encadenados, constituciones proca, en una hidra que sólo se aparta pervertidas y jueces en subasta. de la unanimidad por el giro en el que Con este aguijón zumbando día y operan y por las áreas que se disputan noche, ¿qué le queda a la ciudadanía sus ramificaciones. si no el voto, la fe o las fisuras propias Ya no son excepción sino regla las de la corrupción y de la ineficiencia, uniinstituciones, los monopolios y toda formada o no, embozada o no, fanatizagran corporación involucrada en ur- da o no? dimbres criminales: fraudes, tráfico, Porque entre las víctimas del terroecocidio, genocidios, despojos, matan- rismo también, y sobre todo, debe conzas, terror, terrorismo... tarse a la ciudadanía que todavía vive, El terror lo imponen los pontifica- que muere de miedo larvado, de sentidos globales y sus vicarios los Estados mientos de pérdida y ultraje ante cada confesionales, los narcoestados y, más gran obra pública o privada, de dignigeneralizadamente, los Estados falli- dad ofendida por la propaganda de la dos, que se gestan cuando los represen- basura humana y transgénica, de endetantes de una nación ceden un elemen- ble paz amenazada en cada declarato imprescindible de todo Estado, la ción oficial, en cada verdad histórica, en soberanía, sometiéndose al mandato la profusión de información y en la auglobal que primero ayuda al golpe y sencia de noticias, en el estrechamienluego sostiene a los golpistas (el Pacto to de espacios y servicios públicos. por México, con sus formas, reformas y Cuando se le requiere, el terrorishecatombes, parece calcado de la cos- mo global chisporrotea como coartatura parlamentaria que Malaparte ex- da para que los Estados dominantes hibe en su Técnica del golpe de Estado). se finjan víctimas, acusen a “el otro”, Esta modalidad de terrorismo posi- reduzcan las libertades ciudadanas y bilita que cualquier miserable, con algo declaren guerras que llevan décadas de fortuna, nada de escrúpulos y mu- y hasta siglos tremolando el embuste chas malformaciones psíquicas y mora- de la democracia. les, aspire a ser ungido por los dueños El terrorismo, al final, sigue impune; del planeta. Después, las mentiras del aunque no siempre produzca catarsis miserable derivan en vicio obligado y de fin de semana ni atraiga invectivas su autoengaño en una adicción que lo ni cause revuelo mundial; por lo común aparta de la realidad. fluye con naturalidad, hasta confundirLa premisa de Weber sobre el mono- se con el paisaje y florecer para contenpolio de la fuerza también se ha perfec- to de avispas no menos mortíferas que cionado. Los Estados actuales adquie- las mencionadas por Virginia Woolf en ren fuerza con la difusión de su imagen, “Pensamientos de paz durante un atacon la altura de sus púlpitos, con el ca- que aéreo”. •
París herido nuevamente. La catástrofe que supuestamente era predecible ¿Predecible e inevitable? Esta vez todo mundo sabía lo que iba a suceder. Uno tras otro los especialistas y expertos en terrorismo declararon en los medios el 14 de noviembre de 2015 que ellos sabían que el Estado Islámico (ei) atacaría París de forma espectacular y brutal. El ejército y la policía francesa lo sabían también, lo esperaban o por lo menos eso dijeron. Y de todos modos sucedió, de la manera más espantosa que puede imaginarse. La noche del 13 de diciembre un puñado de militantes dispuestos a morir atacaron el Estadio de Francia, donde se jugaba un partido amistoso entre Francia y Alemania; el legendario club Bataclan, donde tocaba la banda estadunidense Eagles of Death Metal; un pequeño restaurante camboyano, un par de cafés y otros sitios en diferentes partes de la capital francesa, con el fin de matar a la mayor cantidad de personas posible.
Sin Piedad La reacción del presidente Hollande también era predecible. Lo que no era predecible era que usaría un vocabulario que se haría eco de la retórica feroz del ei al decir:“Francia no tendrá piedad con los bárbaros” (“La France será impitoyable à l’égard des barbares”), una muy curiosa elección de palabras. ¿Por qué habrían de tener piedad? ¿Qué es no tener piedad? ¿Actuar con la misma barbarie que los yihadistas y perder la superioridad moral? ¿Pensará el presidente que el ei, que ha hecho de la atrocidad su moneda de cambio, se va a impresionar con esas palabras o se trata meramente de un discurso populista para consumo doméstico? Con piedad o sin ella, Hollande actuó precipitadamente (como si la velocidad de respuesta fuera a cambiar de alguna manera el resultado final) al ordenar bombardeos con misiles en contra de la “capital” del e i , Raqqa, y otros blancos en Siria. Su reacción recordó a George w. Bush, quien tras el 9/11 declaró la guerra a un grupo terrorista. No olvidemos que la intención original de la “Guerra contra el terror” era erradicar el terrorismo en Afganistán, un país que bajo el dominio del Talibán había acogido a los militantes de Al Qaeda quienes, de acuerdo con la propaganda estadunidense, habían convertido al país en su campo de entrenamiento y cuartel general.
acto de guerra Predeciblemente el ei buscaba una reacción categórica del presidente François Hollande y sus deseos se cumplieron cuando éste declaró que las acciones del Estado Islámico eran un “acto de guerra”, lo cual le daba un reconocimiento intrínseco de Estado. Hollande decretó el estado de emergencia, militarizó las calles, anunció que deportaría a extranjeros que represen-
ten una amenaza y anunció su intención de cambiar la Constitución, entre otras medidas, para proteger a la ciudadanía y renunciar a los derechos de una sociedad abierta. El presidente francés pareció olvidar o no haber entendido que catorce años de bombardear Afganistán y doce a Irak han sido una manera eficiente de propagar el cáncer del terrorismo. Las bombas, los drones y la ocupación no sólo no han eliminado el peligro, sino que lo han intensificado. Los actos de guerra de Estados Unidos, Inglaterra y Francia (con algunos aliados) en el Medio Oriente han contribuido a convertir a ciertos Estados totalitarios y corruptos (Irak, Siria, Afganistán, Libia y Yemen) en explosivos Estados fracasados.
guerra interna y daño colateral La mayoría de los atacantes identificados hasta el momento en que se escribe esto eran franceses de origen argelino. ¿Es pertinente preguntarse qué quiere decir declararle la guerra a una parte de la propia ciudadanía? Pocas horas después de los atentados, las fuerzas del orden francesas y belgas lanzaron alrededor de trescientas redadas en diferentes ciudades de ambos países. Seamos realistas: por eficientes que sean los servicios de inteligencia y seguridad, es predecible que cuando se llevan a cabo acciones de esta naturaleza, con enorme presión para obtener resultados y con la libertad de ejercer mucha violencia, se cometen excesos y errores que se traducen en daño colateral y en más enajenación de una población musulmana que se siente en buena medida satanizada. Es obvio que es necesario llevar a cabo acciones policíacas contundentes después de una carnicería como la del 13 de noviembre, pero se requiere de inteligencia y cuidado para capturar a los culpables y cómplices y no generar de paso más simpatizantes con la causa yihadista. Para nadie es una novedad que la sociedad francesa está profundamente dividida y que las heridas y la desconfianza que generan actos terribles como éste o como la matanza del personal de Charlie Hebdo en febrero pasado, sumados a las incitaciones racistas de la extrema derecha, servirán a las intenciones del ei •
JORNADA VIRTUAL
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TOMAR LA PALABRA
Terrorismo
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........ ARTE Y PENSAMIENTO
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Alonso Arreola @LabAlonso
Cineplástica: el filme sobre arte en méxico
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L MUSEO DE ARTE MODERNO (mam) presenta una interesante y original exposición que muestra el diálogo entre el cine y las artes plásticas en México entre 1960 y 1975, y esboza el desarrollo de este género fílmico a partir de obras pertenecientes al archivo de la Filmoteca de la unam. Los curadores, Natalia de la Rosa e Israel Rodríguez, proponen un guión museográfico dinámico que entrevera catorce filmes de diferentes cineastas con cuarenta y tres obras –entre pintura, escultura, grabados y dibujos– de los artistas protagonistas: Siqueiros, Tamayo, Leopoldo Méndez, José Guadalupe Posada, Frida Kahlo, Remedios Varo, Gironella,
José Luis Cuevas, Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Juan O´Gorman. Las obras plásticas acompañan los extractos de los filmes que se exhiben en la sala, y el espectador adicionalmente puede buscar los materiales completos en la página web de la Filmoteca (http:// www.filmoteca.unam.mx/pages/acervo/cine-en-linea), experiencia altamente recomendable ya que se trata de registros de gran valor documental. El diseño museográfico de la muestra es muy atractivo visualmente, ya que se ha creado una suerte de “espacio teatral” en el que el visitante se integra a la imagen fílmica e interactúa con ella en su recorrido. La base conceptual de la propuesta curatorial recupera la teoría formal y cinemática de Élie Faure, médico e historiador del arte francés, quien disertó sobre las vinculaciones entre la cinematografía y las diferentes artes en su trabajo fundacional titulado La función del cine, donde propone el término cineplástica, que se refiere tanto a la plasticidad del cine como a la posibilidad de reinventar la plástica gracias a la cámara. La exposición da inicio con el documental Siqueiros, de Manuel González Casanova, pionero en nuestro país del filme sobre arte. Como director del Departamento de Actividades Cinematográficas y del Centro de Estudios Cinematográficos de la unam , González Casanova impulsó a las primeras generaciones de cineastas que incursionaron en este género fílmico, en un principio con un sentido básicamente pedagógico. Poco a poco, como se percibe en la muestra, los cineastas se van liberando de los cánones del registro meramente documental y comienzan a usar el medio para re-crear las obras artísticas y sus autores desde una perspectiva cada vez más libre. El propio González Casanova aborda de manera totalmente diferente a Siqueiros, a Posada y a Tamayo: el primero es presentado en forma grandilocuente, como fue su personalidad, su discurso y su obra pictórica, mien-
tras que a Posada le confiere un tratamiento íntimo, dando vida a sus dibujos a partir de la dramatización; Tamayo es plasmado en su proceso creativo en el que la acción plástica es el leitmotiv del filme. Así, se percibe cómo el trabajo o la personalidad de cada pintor exige al cineasta una traducción fílmica distinta. Lola Álvarez Bravo capta a Frida Kahlo en la única cinta que se conserva de ella en un diálogo diríase surrealista con un personaje que representa la muerte, mientras que Marcela Fernández Violante se acerca a Frida para destacar su personalidad y su estilo muy personal a partir de sus pinturas. Jomi García Ascot recurre al travelling y hace un recorrido poético por los laberintos de las delirantes escenas de Remedios Varo. Un caso especial es Juan José Gurrola, quien lleva el cine experimental a sus últimas consecuencias en la serie La creación artística, integrada por tres obras dedicadas a Gironella, Cuevas y Rojo. Alfredo Gurrola también recurre al lenguaje experimental para indagar en los entonces novedosos conceptos ambientales de Helen Escobedo. Raúl Kamffer registra el proceso del Mural efímero realizado por un grupo de artistas como acto de protesta contra la censura y la represión en el '68. Y la exhibición concluye con un hermoso documental sobre Juan O´Gorman dirigido por Alfredo Robert el cual constituye, de alguna manera, el testamento filmado del artista que se quitó la vida poco tiempo después. A decir de la curadora Natalia de la Rosa,“la exposición abre las posibilidades de la experiencia crítica al mostrar casos claros de este registro fílmico, en los que el autor fue más allá de la búsqueda por el sentido educativo de la cinta, al exhibir momentos de esta relación en los que ambos medios se unieron para obtener una nueva posibilidad estética”. Así pues, el espectador es testigo de cómo el cine sobre arte pasa de ser registro a convertirse en una obra artística per se •
ARTES VISUALES
Germaine Gómez Haro germaine@casalamm.com.mx
Demasiado profesional para tocar por tocar
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STA ES DE ESAS columnas que se irán haciendo solas, tropezando en galimatías, encontrando pocas luces y hartas interrogantes. No tratará de algo que hayamos pensado mucho –perdón–, sino de una especie de “ocurrencia relámpago” que nos visitó el otro día mientras hablábamos sobre economía creativa en la Estela de Luz, esa oda arquitectónica a la corrupción en México. Normalmente cocinaríamos la idea lentamente para luego girarla y descubrir mejores ángulos, pero… el año se acaba y nos parece una provocación valiosa, incluso si queda rota por falta de inteligencia. Es ésta: en tiempos recientes muchos músicos –como
otros tantos artistas– están persiguien- convenciones, luego cantas de corazón do una profesionalización que le resta y alguien te dice que no eres suficientenaturalidad a su desarrollo. Dicho en mente bueno. ¿Te imaginas? Es la desplan masturbatorio: les hace falta to- trucción de la siguiente generación de músicos, de jóvenes que deberían ir a car por tocar. La frase nos vino porque, cada vez una venta de garaje, comprar una viecon más frecuencia y como pasó ese ja batería y simplemente tocar mal. día, encontramos a jóvenes que inten- Traer a sus amigos y que ellos toquen tan organizar sus ímpetus musicales mal también. Y que juntos pasen el meenfocándose en estrategias de pro- jor tiempo de sus vidas para, en un moducción, difusión y gestión de su obra mento, convertirse en Nirvana.” Y sí, lo que parecen juzgar quienes pensándola inmediatamente como un producto. Esto los lleva a estudiar ne- califican a esos contendientes en los gocios afines, a tomar cursos para la concursos televisados es, una vez más, creación y organización de proyectos la posibilidad de éxito profesional, una culturales (hoy también ofrecidos por tendencia que se propaga haciendo instituciones de gobierno), a asistir a que miles de músicos –en internet por conferencias y mercados de música ejemplo– se tomen demasiado en serio (tan de moda), a explorar internet imi- a sí mismos, olvidándose de tocar para la familia y los amigos, nomás porque sí. tando experiencias de otras latitudes. Todo eso suena bien, parece correc- Incluso pasa que quienes se atreven a to. La música es un producto en tanto hacerlo, pero lo hacen mal o no tan bien, es producida y ofrecida para recibir al- ahora se sienten criticados globalmengo a cambio, sea en forma directa o te, condenados al silencio o a momenindirecta. Pero, a riesgo de sonar inge- tos de karaoke privado cuando sus vonuos: ¿en qué lugar de la reflexión ces son igualmente necesarias en el queda la canción, la pieza en sí? ¿Dón- coro social, allí donde suceden la boda, de su espacio de confección? ¿Dónde el velorio y la fiesta de cumpleaños. Pero bueno, es una historia de nunel tiempo que se requiere para que alguien se convierta en un ejecutante ca acabar: cada que hay un negocio maduro sobre los peores escenarios? posible nos esforzamos por descodifi¿Qué hay de templar el carácter? Al pen- car las leyes del consumo y ponernos sar en el mecanismo de la nueva y trans- serios. Sin embargo, tratándose de múfigurada industria, ¿se piensa también sica, danza, pintura… del arte que sea, en las horas repitiendo el mismo reper- pensamos que en cuanto llega la profetorio, en las conversaciones estéticas, sionalización (ejercer un empleo o traen los ensayos y madrugadas hurgan- bajo para el que se requieren estudios do en el misterio de la composición? especializados), hay algo que se pierde. Porque hablando con muchos músicos Y no es que estemos en contra del oficio pareciera que la fruta de su hacer está musical ni de que se pague a quienes dada desde el principio y mágicamen- lo ejercen, más bien intuimos que la te “a punto”. En otras palabras: ¿qué hay creación debe ocurrir en un momento del juego, del fuego inicial? (No es ca- previo, “limpio” (incluso si es entretesualidad que en inglés y francés el tér- nimiento), y no en paralelo, infectándomino para tocar un instrumento sea el se rápidamente por la formalidad. Sospechamos que con los cambios de jugar.) A este respecto, Dave Gröhl, bateris- de la industria y su reducción de capital, ta de Nirvana y líder de los Foo Fighters, en lugar de regresar a las fuentes de hizo un comentario brillante durante la originalidad muchos artistas se han una entrevista con la revista Sky, hace un ocupado demasiado en profesionalipar de años:“Imagino a chicos mirando zarse dentro de un embudo cada vez en la televisión shows como American más angosto… ¿No llegamos a ninIdol o The Voice, pensando: ‘ah, así es co- gún lado? Lo sentimos de nuevo, lecmo te conviertes en músico’. Haces tora, lector. Toquemos algo de músifila por ocho jodidas horas con otras ca. Buen domingo. Buena semana. ochocientas personas en un centro de Buenos sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
29 de noviembre de 2015 • Número 1082 • Jornada Semanal
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Jorge Moch Ana García Bergua
tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch
La mujer justa ACE UNOS DÍAS TUVE el gusto de asistir a la puesta en escena de La mujer justa en la Sala Xavier Villaurrutia, la novela ahora muy conocida del gran escritor húngaro Sándor Márai. Digo ahora, pues la obra de Márai permaneció en la sombra durante medio siglo hasta que, como cuenta Héctor Orestes Aguilar en el programa de mano, Roberto Calasso lo tradujo y reeditó en los años noventa. Sentía mucha curiosidad de ver cómo podía adaptarse al escenario una novela así, si bien ésta permite la sospecha de que existe una conexión íntima con el género dramático, no sólo porque el propio Sándor Márai (1900-1989) fue también dramaturgo (y poeta y periodista y traductor), sino porque está conformada por tres narraciones en primera persona que bien podrían ser monólogos, aunque demasiado largos para funcionar como tales. Esta alternancia de puntos de vista alrededor de la misma historia, este espejeo entre versiones distintas, da a la trama que se narra una especie de tercera dimensión, similar en cierto modo a la que ofrece el espacio teatral. Quien haya leído La mujer justa sabrá que en ella se narra a tres voces la sórdida y atormentada historia de amor entre Péter, un burgués de la clase alta húngara de entreguerras, y Judit, una sirvienta de origen campesino. Quienes la cuentan son Marika, la primera esposa de Péter que pasa su matrimonio un poco a la sombra de esta pasión ajena y contenida, él mismo y la criada, y conforme pasa de un punto de vista a otro va adquiriendo otras tonalidades y muchas paradojas, entrecruzamientos no sólo de los sentimientos que la historia desata en todos los personajes, sino entre su condición de clase y la psicología que a ella responde en el caso de cada quién: el mantenimiento de las costumbres en el caso del gran burgués y su madre, el ascenso a otra clase y la pertenencia a ésta de Marika, y el rencor y la venganza en en lo que toca a la bellísima y pura Judit. Los cambios del punto de vista en la narrativa suelen oscurecer las historias, pues cada personaje arma una historia perfecta que se resquebraja en el contraste con la versión del otro. Algo así sucede con los monólogos –por así decirlo– que componen la novela, son como espejos que se rompen. A estas rupturas se añade la de la guerra, que rompe con todo y pone de cabeza el orden anterior. En una de las partes finales del libro, cuando los personajes logran cruzar de nuevo el puente que une a Buda y Pest, destruido por los bombardeos, Márai describe las calles como un carnaval en el que cada quien se ha puesto una máscara distinta de la que lucía en su vida anterior. En ese sentido de los entrecruzamientos que van componiendo la novela, es admirable la adaptación a la escena, obra de los argentinos Hugo Urquijo y Graciela Dufau, que va presentando estos monólogos, pero en determinados momentos da vida a las escenas que en ellos se narran, incorporándolos al lenguaje teatral. Los personajes están casi todo el tiempo en escena y
sus momentos se demarcan con una iluminación que parece sencilla y no lo es, casi expresionista y muy eficaz. La obra adquiere entonces otra calidad, casi onírica a veces, casi la de un recuerdo escenificado en medio de la oscuridad. Debo decir que esta puesta en escena, dirigida por Enrique Singer y con las sobresalientes actuaciones de Verónica Langer, Juan Carlos Colombo, Marina de Tavira, Tina French y Héctor Holten, logra dar a La mujer justa la precisa escala de sus entrecruzamientos entre distintas dimensiones. Me gustó mucho el vestuario sobrio, que por momentos abraza la soledad de los que cuentan todo para aclararse lo ocurrido, me gustaron las actuaciones tensas, medidas, de espléndidos actores, me gustó mucho que se utilizara en la escenografía el papel tapiz que para el burgués Péter recuerda el origen no tan elevado de su primera esposa Marika. Cada personaje carga con su bagaje. La proletaria carga con su odio, la primera esposa con las formas, y mientras recordaba esta puesta en escena exquisita que hurga en el meollo de las pasiones más profundas, sucedieron los asesinatos terroristas de París y pensé también en el orden precario que sostiene nuestras vidas que la guerra y la violencia ponen de cabeza, como en un carnaval siniestro. Y a pesar de ello, tal como sucede en La mujer justa, a pesar de que todo se destruya, los sentimientos y las pasiones permanecen, aunque sigan su propio camino y busquen cambiar. Así de fuertes somos en realidad. No se la pierdan •
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CABO DE VER, al calor del terror reciente vivido en Beirut, París y Racqa, en ese orden, un breve video del horror cotidiano en Siria. En realidad no importa dónde fue filmado. Ni por quién. Tampoco importa mucho si se trata de vecinos sirios o palestinos o mexicanos o afganos o franceses. Lo que subraya el video (como tantos reportajes y documentales hoy) es la irracional crueldad que nos caracteriza. Enemigos de todo y de nosotros mismos, nos bombardeamos, nos salpicamos con metralla, nos propinamos arteros balazos y cuchilladas traperas. De paso arramblamos el planeta: masacramos al rinoceronte porque creemos que
comer su cuerno (o el pene de un tigre, o la vejiga natatoria de la totoaba) nos da potencia sexual y en nuestra ínfima estatura moral una erección para la encerrona de quince minutos en el motel nos resulta más importante que el precario equilibrio de todo el ecosistema global. Devastamos el bosque para extraer un kilo de oro. O de uranio. O de gas pizarra. Nos estamos matando de esa vacua fiebre consumista a la que llamamos “éxito”, a lo baboso. Somos virus rábido. Furia orate. Odio: nos odiamos por auténticas estupideces. Y parece que es sino imborrable abusar del más débil, jodido o pobre. De ello es fedatario aciago precisamente el pequeño, anónimo hermano de Asma y Karima del video de marras, a las que alguien, rusos calculadores de venideros réditos, estadunidenses celosos de su deber “con su patria”, yihadistas enloquecidos que buscan imponer a sangre y pólvora la compasión de su dios, franceses sedientos de venganza, cómo saberlo, decidió despedazar con un bombazo sin conocerlas. Ambas hermanas eran muy jóvenes, quizá la mayor era adolescente. De esas niñas en el video no se ve que haya quedado gran cosa: algunos restos que son transportados en una cobija. No se ve que pesen mucho. Las lloran, cubiertos del polvo de lo que fue su casa, el padre en estado de shock, un muchacho que sostiene a una bebé de brazos y ese hermano pequeño, de seis o siete años, que grita sus nombres en el aire caliente y saturado de molturas después del bombazo que les desgració la existencia. Aunque todo puede pasar en este mundo, no parece que se trate de milicianas yihadistas y por ello objetivos tácticos de un misil teledirigido; quizá estaban, como suelen estar las víctimas inocentes de la furia desbocada, en el lugar indebido a una hora equivocada. La gran tragedia del hombre es precisamente cuán a menudo hay gente en el lugar indebido y a una hora equivocada como Asma y Karima, que cometieron el pecado imperdonable en el mundo modernísimo de ser sirias, niñas y, a juzgar por lo que queda de su familia, pobres. Es decir: descartables. Como los “daños colaterales” de la imbécil guerra contra el narcotráfico en
que nos metió Calderón (la definición insolente como bofetada en la cara de los deudos de decenas o cientos de miles de asesinados, desaparecidos, mutilados, torturados y desplazados es cosecha del escrúpulo del expresidente) y nos siguió enfilando el pánfilo que hoy dice gobernar, Asma y Karima nunca supieron que le sobraban al que tomó la decisión de asesinarlas y peor, sin saber que lo hacía, aunque bien supiera ese responsable que estaba mandando bombas a un área residencial. ¿Qué separa a un estratega de la otan o cualquiera de sus símiles de un genocida como Truman, Hitler o Franco, que también bombardearon hasta el hartazgo a gente inocente y desarmada? Nada. Si acaso, su versión triunfadora de la Historia. Cuando veo cosas como esta escena del niño gritando los nombres de sus hermanas asesinadas por un cobarde indiferente a distancia, siempre vuelvo a Cioran, sus razones y su escepticismo (su “propensión a la lucidez”, afirma Fernando Savater al prologar la antología de Adiós a la filosofía), que comparto, sobre la civilización humana y su (nuestro) destino irremediablemente cíclico: “La historia es la ironía en marcha, la risotada del espíritu a través de los hombres y los acontecimientos. Hoy triunfa tal creencia; mañana, vencida, será maldita y reemplazada: los que la
creyeron la seguirán en su derrota. Después, viene otra generación: la antigua creencia entra de nuevo en vigor; sus demolidos monumentos son reedificados de nuevo…, en espera de que perezcan otra vez.” Y otra vez. Y otra. Y otra, hasta que no quede nada, una roca estéril alrededor de la cual orbita una luna igualmente estéril, y ambas circundando un sol indiferente, ígneo pero muerto, irremediablemente condenado, también, a apagarse •
CABEZALCUBO
H
PASO A RETIRARME
Asma y Karima, hermanas muertas
........ ARTE Y PENSAMIENTO O
Jornada Semanal • Número 1082 • 29 de noviembre de 2015
Luis Tovar
Juan Domingo Argüelles
Twitter: @luistovars
Juan Sarabia y San Porfirio
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HORA QUE SE HA intensificado en México la campaña no sólo para repatriar los huesos de Porfirio Díaz, sino incluso para erigirle monumentos al dictador y declararlo oficialmente “artífice y prócer de la modernidad mexicana” (el alcalde priista de Orizaba, Veracruz, le erigió un monumento y lo llamó “mi héroe”), es justo que la poesía hable por las víctimas del Hombre de la Matona. Y quién mejor, para hablar, que el patriota Juan Sarabia, que sufrió los rigores carcelarios y la persecución despiadada del porfirismo.
Juan Sarabia Díaz de León (San Luis Potosí, 1882-1920) fue escritor, periodista y político que luchó contra el autócrata al que apodó Sacarreal, Rey Porfiado, Don Perpetuo, San Porfirio, Don Necesario, Don Popular y El Llorón de Icamole. Hombre íntegro y patriota, dirigió El Hijo del Ahuizote, periódico satírico que combatió los excesos del poder porfiriano. Estuvo preso varias veces lo mismo en su tierra natal que en otras entidades del país, y de 1907 a 1911 fue confinado a las terribles mazmorras de la prisión de San Juan de Ulúa, en Veracruz, por órdenes de Díaz. Escribió sus magistrales décimas contra Porfirio Díaz mientras se hallaba prisionero, en uno de sus tantos encarcelamientos, y las publicó en El Hijo del Ahuizote. Son más dignas de recordar que la osamenta que se desmorona en el cementerio de Montparnasse, en París. Dicen así: “Aunque eres temible, ¡oh, Rey!,/ hoy a fustigarte ocurro./ ¡Si tú eres la fiebre en burro,/ yo seré la peste en buey!/ Tengo por arma la Ley,/ y aunque en el presidio me hallo,/ desde galeras estallo/ y desde galeras grito,/ que aunque soy pollo chiquito/ tengo más plumas que un gallo./ Aguarda que con las leyes/ tu mal gobierno yo esculque./ ¡Ahora sí se vendió el pulque,/ ya llegaron los magueyes!/ Para mí los falsos reyes/ no gozan de impunidad;/ yo te hablaré con lealtad/ aunque pongas cara adusta/ y aunque sé que no te gusta/ que te digan la verdad./ Yo nunca corto me quedo/ y a cada quien doy su tanto./ ¡Ya estoy curado de espanto/ y a nadie le tengo miedo!/ Tú no te mamas el dedo/ para meter las espuelas,/ y aunque gimoteando anhelas/ pasar por buen corazón,/ no le hace que seas llorón/ si llorando nos amuelas./ ¡Te aferras a la Poltrona/ y luego andas gimoteando...!/ ¡No puede llover helando,/ valedor de la Matona!/ Mientras ciñas la Corona/ y te reelijas de un hilo,/ te dirán por este estilo/ los que te miran llorar:/ ¡No nos quieras engañar/ con llanto de cocodrilo!/ Pero creo que no te importa/ lo que el pueblo de ti piensa,/ y aunque protesta la prensa/ no le aflojas a la Torta./ Aunque el pueblo al bien te exhorta/ tú te haces indiferente./ ¡Con razón dice la
gente/ que tú ya no escuchas nada,/ porque el que es bota curada/ no le hace ni el aguardiente!/ Y la verdad, viejecito,/ es que diatiro la atrasas,/ y de encajoso te pasas/ con este pueblo bendito./ No tienes otro prurito/ que el de llenar tu ambición,/ y ya de otra reelección/ preparas el golpe rudo.../ ¡Es bueno ser mofletudo/ pero no tan cachetón!/ ¿Te quieres hacer pasar/ por un hombre extraordinario?/ ¡Ya estará, Don Necesario...!/ ¡Ya estará, Don Popular...!/ Si es que te quieres pagar/ tus muertas glorias de un día,/ ya cobras con demasía/ y con sordidez de mocho./ ¡Diste apenas un bizcocho/ por una panadería!/ Con esto por hoy me callo/ esperando tus acciones./ ¡Basta ya de reelecciones!/ ¡Con veinte mil de a caballo!/ Y si quieres ya ¡mal rayo!/ que no te pisen la cola,/ deja que ruede la bola./ ¡No te elijas, por piedad!,/ que una cosa es la amistad/ y otra cosa es no la... no la...” La historia no ha absuelto a Díaz ni lo absolverá, muy a pesar de que descendientes y fans se hayan propuesto limpiar hoy de todo terror su pasado, para dejar su expediente blanquísimo. Es natural: muchos de ellos son beneficiarios del porfiriato. No únicamente los parientes del dictador, sino también los descendientes de los funcionarios y amigos de Don Perpetuo, ricos por herencia. Varios ni siquiera han tenido necesidad de trabajar y no les parece que deban tener algún escrúpulo por el origen de sus fortunas, hoy blanqueadas. Los que relativizan, para llegar a la conclusión de que fue “más lo bueno que lo malo” de Díaz, son los beneficiarios que retrató cierta coplilla anónima de la época: “Para el negocio/ yo tuve un socio,/ mas por desgracia/ se ipirangueó.” Hoy los diazófilos dicen que ni siquiera existen evidencias de la famosa orden “¡Mátenlos en caliente!” Si era más bueno que el pan. Una cineasta declara ante un reportero que ella no se atrevería a decir que Díaz fue un dictador. ¡Pues cómo se va a atrever a decirlo si San Porfirio aun muerto le hace el milagro de multiplicar los pesos! •
JORNADA DE POESÍA
Los Cabos 4
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EL 11 AL 15 de noviembre tuvo lugar el cuarto Festival Internacional de Cine de Los Cabos, evento cinematográfico que tiene a su favor más de un atributo, comenzando por una definición conceptual clara de la cual emana una programación que, salvo una que otra coincidencia inevitable con lo que se presenta en otros festivales, se distingue por su peculiaridad. Expresado en la eficaz frase “ven a ver qué están haciendo los vecinos”, el perfil del festival es trazado por la intención de exhibir sobre todo cine realizado en Norteamérica, es decir en México, Estados Unidos y Canadá, que además no sea parte de ningún mainstream –donde lo haya, por
supuesto- sino de preferencia que pise los terrenos del cine independiente, o lo que más se le parezca. Breve y sustancioso, son los adjetivos que mejor le acomodan al también conocido como Los Cabos Internacional Film Fest (y en paréntesis dígase que, con éste, son dos los certámenes fílmicos mexicanos con obvia vocación angloparlante –el otro es Guanajuato– y, en el caso de Los Cabos, también anglopresente, pues debido quizá a la cercanía con el verdadero norte de Norteamérica y a la notable afición de los habitantes de aquellos lares a pasearse en estas tierras bajacalifornianas, acá todo es bilingüe y la presencia de figuras y figurines hollywoodenses en el evento no es nada extraña). De las doce secciones en las que se divide, son tres las destacadas: American Specials –que no se limita a Estados Unidos, como podría parecer por el nombre–, Competencia Los Cabos –en la que participan filmes de los tres países mencionados– y México Primero, de obvia composición.
Qué hubo y Qué ganó La sección Primero México estuvo compuesta por Almacenados, de Jack Zagha Kababie; Las elegidas, de David Pablos; Sabrás qué hacer conmigo, de Katina Medina Mora; Semana Santa, de Alejandra Márquez, y Te prometo anarquía, de Julio Hernández Cordón. Por su parte, en la Competencia Los Cabos participaron tres filmes mexicanos: Chronic, de Michel Franco (México/Francia), Desde allá, de Lorenzo Vigas (Venezuela/México) y Un monstruo de mil cabezas (Rodrigo Plá); tres canadienses: Sleeping Giant/El gigante dormido, de Andrew Cividino, Room/La habitación, de Jenny Abrahamson (Canadá/Irlanda) y Les Êtres Chers/Seres queridos, de Anne Émond; y tres estadunidenses: James White, de Josh Mond, Nasty Baby, de Sebastián Silva (eu/Chile), así como Tangerine (Sean Baker). La totalidad de los filmes fue producida este mismo año, dato positivo para la producción nacional en ambas competencias, en tanto está siendo exhibido el trabajo más reciente y no los rezagos y/o los desechos de otros eventos. La ganadora de Primero México –gran
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acto de justicia que abarcó no sólo al Festival de Los Cabos– fue la estupenda Te prometo anarquía, y la galardonada de la Competencia Los Cabos fue Room, que este ponepuntos infortunadamente no pudo ver.
un ojo al vecino Quizá la película exhibida que mejor expresa el espíritu de este festival es la estadunidense Tangerine. De hecho, la manera en que fue hecha supone un cuestionamiento enorme al modo mismo de nombrar al cine: ¿puede ser llamada cinta o película, considerando que fue realizada exclusivamente con cámaras de iPhone? El tema, que por supuesto no es nuevo sino más bien recurrente desde la emergencia del cine digital, arriba con esta producción a un nivel cualitativo que debería echar por tierra cualquier prurito purista y todo cuestionamiento formal pues, para decirlo con la mayor simpleza, si al espectador no se le hace saber de antemano que Tangerine fue hecha con los aparatitos de Apple, sencillamente no se enteraría nunca. Como siempre ha sido y será, con independencia de la sofisticación técnica –o ausencia de la misma– con la que el cine sea realizado, lo relevante de Tangerine es el contenido y no el continente o, mejor aún, este último pasa desapercibido precisamente debido a su eficiencia y nunca se convierte en la piedra de toque sin la cual aquello que se ve no valdría casi la pena de ser visto, como le sucede a los Cameron, los Del Toro y similares de este mundo. La trama, por su parte, posee un alto lujo de sencillez: érase una vez una amante despechada en busca del infiel que la engañó mientras ella estaba presa. Sume usted que la amante es una prostituta transgénero, que el mancornador es su padrote, que es víspera de navidad y que todo sucede en el menos glamoroso Los Ángeles que haya sido exhibido en cine. Buena señal de lo bueno que están haciendo los vecinos, aparte de aquella cinematografía machacona y anquilosada pero envuelta, por ejemplo, en navecitas espaciales y disfraces de futurismo trasnochado •
CINEXCUSAS
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ENSAYO
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Este 2015 se cumple un siglo del nacimiento y treinta años de la muerte del célebre autor de El ciudadano Kane. trataba de un hombre de un talento y un ingenio poco común al que había que destruir. Al no poder llevar a la pantalla su versión libre de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, Welles decide debutar en la industria con El ciudadano Kane, coescrita junto con Herman j . Mankiewicz y cuyo montaje final le llevaría nueve meses. No obstante, Welles tuvo el atrevimiento de desafiar al sistema relatando el oscuro relato de William Randolph Hearst, protagonizado por el propio Welles. La especie llegó a oídos de Hearst a Rafael Aviña través de su empleada Louella Parsons y entre ambos, uno con el apoyo de su imperio y sus contactos y la otra con el filo de su lengua y su pluma viperina, no sólo decidieron bloquear la cinta sino acabar con la carrera de Welles. Es entonces cuando se desata una de las guerras más encarnizadas tras las bambalinas de Hollywood, entre dos genios que amaban el poder: el político-empresarial y el cultural, registrada de manera intrigante, tanto en el fascinante documental La batalla por el ciudadano Kane (1996), de Thomas Lennon y Michael Epstein, y en r.k.o. 281: El ciudadano Kane, su verdadera historia (1999), cinta de ficción dirigida por Benjamin Ross. Al igual que Hearst, hombre extraño y emprendedor que amasó una gran fortuna desde joven y cuyos ataques de ira eran célebres, Welles fue un genio precoz que padecía de personalidad bipolar, según la cual, su creatividad tendía a salir de control debido a la frustración, una frustración que Hollywood se empeñó en remarcarle tasajeando sus películas. Es decir, sus fracasos artísticos se tornaban en impulsos agresivos. En breve, el cineasta se hizo adicto a la cocaína y la benzedrina, que lo mantenían alerta y sin dormir por días. Asimismo, era notorio su gusto por los cuchillos y los actos de ilusionismo en los que partía mujeres por la mitad, e incluso se vio involucrado en un caso de estupro poco después de la exhibición de El ciudadano Kane. Fanático de La diligencia (1939), de John Ford, que le sirvió como curso instantáneo de cine, Welles se fascinó en la infancia con el caso criminal de Nathan Leopold y Richard Loeb en el Chicago de 1924; quizá por ello no resulte casual que haya interpretado a Clarence Darrow, el abogado de los jóvenes amantes y asesinos en la versión fílmica de Richard Fleischer, Compulsión (1958). Estrenada a menos de un mes de su lanzamiento, el 6 de junio de 1941 en el cine Magerit de Ciudad de México (con un costo de tres pesos el boleto), El ciudadano Kane no sólo fue un filme adelantado a su tiempo en cuanto a técnica fotográfica a cargo de Gregg Toland, maestro de Gabriel Figueroa, sino que fue la primera obra que desafió a un personaje público de poder aparentemente ilimitado. La vida íntima de Hearst y su amasiato con la joven y atractiva Marion Davies salió del anonimato, al sumergirse en los evidentes paralelismos entre Hearst y el personaje de Kane: su ambición desmedida, su obsesión por coleccionar cosas, las similitudes entre su mansión-fortaleza Saint Simeon y el Xanadú de Kane y su relación con una actriz muy joven a la que convierte en primera figura, así como el embeleso de ésta por los rompecabezas. Sin embargo, más perturbador resulta el origen de la palabra Rosebud, el célebre y enigmático leitmotiv de El ciudadano Kane que, en realidad, era el apodo con que Hearst nombraba los genitales de su joven amante •
El ciudadano Welles* N
o puede negarse la oscura nebulosa que rodeó la genialidad artística de Orson Welles (Wisconsin, 1915-Hollywood,1985), hombre violento por naturaleza que debutara en el largometraje con El ciudadano Kane (1941) -ahora se sabe que filmó antes un mediometraje titulado Too Much Johnson (1938), cuyo hallazgo se dio a conocer apenas en 2013. El ciudadano Kane aporta no sólo datos sobre la vida del magnate de la prensa William Randolph Hearst, sino del propio cineasta: su madre murió cuando Orson tenía nueve años y eso lo marcó en definitiva influyendo en sus personajes, como la propia madre de Kane y el personaje de Fanny Minafer en Soberbia (1942). Sus biógrafos se refieren a él como un hombre misógino, encantador y sádico. Hijo de un ingeniero, inventor y hombre de negocios y una pianista, a los veinte años ya era un exitoso director y actor teatral en Nueva York, donde dirigía la Compañía del Mercury Theatre, con la que el 30 de noviembre de 1938 causaría uno de los mayores escándalos y escenas de pánico colectivo, con su adaptación radiofónica de La guerra de los mundos del escritor h . g . Wells, lo que le llevaría a un atractivo contrato con la r . k . o ., para realizar ese portento fílmico que terminaría siendo su ruina: El ciudadano Kane. Escritor, actor, director, ilusionista –realizaba actos de magia donde cortaba por la mitad a su entonces esposa Rita Hayworth–, Welles sufrió la ira de Hearst, lo que le valdría el acoso y la censura de los magnates de los estudios hollywoodenses, que se dedicarían a boicotear y a mutilar su obra, en la que persiste el tema de la muerte violenta: el suicidio de Mr. Arkadin en la cinta homónima; la bomba de tiempo en la frontera de Tijuana en Sombras del mal; el repulsivo matrimonio de los Bannister abatidos a tiros en la casa de los espejos de La dama de Shanghai; las sangrientas muertes en Macbeth; la caída desde las alturas del oficial nazi que pasa inadvertido como un maestro rural en un pueblito sureño en El extraño. Welles fue un cineasta con más de 120 intervenciones como actor y con una filmografía como realizador que apenas rebasa la docena de títulos, aunque se sabe que dirigió sin crédito otras tantas y que, a su vez, dejó varias obras inconclusas. En México filmaría dos películas y, a su vez, sería señalado como el posible asesino intelectual o material incluso, de Elizabeth Short, rebautizada como la Dalia Negra, una joven localizada en un terreno baldío en la intersección de las calles 39, Norton y Coliseum, en Los Ángeles, el 15 de enero de 1947. La chica de veintidós años fue mutilada brutalmente y diseccionada en dos partes, en los días en que Orson Welles terminaba de filmar en Acapulco La dama de Shanghai. No hay duda de que El ciudadano Kane, estrenada mundialmente el 11 de mayo de 1941 en el Palace de Nueva York, marcó un hito. Es un relato que estableció una suerte de parteaguas, una obra insuperable que encabeza todas las listas fílmicas a pesar de que Welles se convirtió en un apestado; se
*Artículo armado con extractos del libro Orson Welles en Acapulco (y el misterio de la Dalia Negra), de Rafael Aviña (Conaculta, 2013), con autorización expresa del autor.
Foto:tnrelaciones.com; color por Juan Puga