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4 DE MAYO DE 2020
Poesía
moneda, Jocelyn Saidenberg, Sharon Olds, Pierre Michon, John Thompson, René Char. Una termina insatisfecha al contestar esto por la falta de espacio, hay muchos más escritores, es injusto, ja, ja. AS: ¿Qué opinión tienes sobre las universidades, los planes de estudio de educación básica y otros espacios donde se sigue compartiendo la idea de que lo poético es unilateral, estrecho y ceremonioso? LHV: Es un problema piramidal. Si a los padres no les gusta leer y no fomentan desde pequeños el gusto a los hijos es el error número uno. Después están los maestros de primaria, secundaria y prepa. Si nunca les gustó leer y son de los que se conforman con su plaza y su sueldo pagado bien puntual no buscarán estrategias de lectura, sus clases serán abúlicas y los chicos van a bostezar. En el caso de varias escuelas particulares –al menos en Xalapa– son lugares que promueven el racismo y el clasismo, lo último que interesa es que los chicos lean, se cuestionen, son objetos de consumo y los maestros se someten a sus caprichos. En las universidades, qué te puedo decir. No basta un doctorado en el Colegio de México y llegar a adoctrinar con soberbia a los chicos. En los programas de literatura siguen faltando las escritoras, el debate, cuestionar a los señoros canon de la literatura mexicana que también escribieron verdaderas plastas. Hay varias grietas que trabajar. AS: Has publicado obra inédita en varios sitios electrónicos, asimismo has publicado distintos poemarios y una novela: ¿qué tópicos consideras recurrentes en tu escritura?, ¿cómo logras no repetirte en cada libro que publicas?; Una violencia sencilla (ILV, 2017; Premio Nacional de Poesía Experimental Raúl Renán 2015), ¿tiene algún trazo distinto en tu obra?, ¿qué representa para ti incidir en varios gé-
neros a la vez? LHV: Sí tengo varios textos con temas recurrentes porque, lo dije antes, me clavé en textos médicos, de psiquiatría, matemáticas, biología, mi experiencia como madre (tema que el machirulismo literario mexicano desestimó durante años y me encanta leer que ahora hay varias poetas que están escribiendo sobre eso). Me gusta ver hasta dónde puede llegar el discurso, echar mano de la investigación y del trabajo interior pero sin sacralizar nada. Hay que desacralizar la palabra. A veces un poema no quiere decir nada y está bien. Un poema no es un texto que debe tener múltiples significados. Quien piensa que la poesía es la revelación y la palabra es sagrada es alguien que bebe el té con galletas a espaldas de una ventana cuya vista da a un mundo que caga y arde. No somos superiores a nadie. AS: ¿Qué opinas de los premios literarios, las becas de escritura y los encuentros de escritores?, ¿apostarías por otros caminos para difundir y fomentar la literatura en escuelas y en la sociedad en general? LHV: En un país con tanta desigualdad social los premios y becas son un aliciente y un apoyo económico. Ahora hay incertidumbre por la anulación de fideicomisos. Cada vez se cierran más las puertas. Los escritores no somos holgazanes. Las oportunidades laborales son pocas y los sueldos son bajos, las becas a veces son un segundo trabajo para pagar las cuentas, para mantener familias, para salir a flote. Esta anulación también nos somete al Estado, y de manera más autoritaria: te lo quito de tajo, te aguantas y no propongo algo más que pueda ayudarte o compensarlo. Eso también es abuso de poder, no es antineoliberalista. No se ataca un sistema, se le cambia de color y de forma. Para desmontar el neoliberalismo se requiere cambiar jerarquías y estructuras de pensa-
miento que no a todos en el poder les conviene desarmar. Los encuentros de escritores son lugares para crear afinidades, redes de trabajo y apoyo, pero también están los desencuentros. Hasta el momento tengo buenos recuerdos. He conocido a personas maravillosas, incluso hice nuevos amigos a quienes quiero muchísimo y les escribo con regularidad (como Eva Castañeda). Siempre habrá alguien con quien te lleves bien y con quien te lleves mal. No pasa nada. Me gusta ir porque me divierto cuando conozco a escritores impostados. El año pasado conocí a una chilena, mamonsísima, grosera, pero cuando le tocaba su turno para hablar usaba camisetas con mensaje político y lloraba amargamente. Son del grupo de chavas falsas activistas y falsas sororas. Como ella hay un montón. Sobre otras propuestas para difundir las hay, pero a veces no son efectivas. No es error del escritor o de los organizadores. A la gente no le interesa. Una vez leímos en un mercado. El resultado no fue muy alentador. AS: ¿En esta realidad compleja donde existen contingencias y donde es evidente la crisis ambiental, ¿qué sentido tiene la literatura?, ¿qué cosas hace Lorena Huitrón para no perderse entre el caos moderno y lograr respirar con tranquilidad? LHV: La literatura puede ayudar al confinamiento pero no salva. La palabra no salva. A mí no. Forma parte del método para sobrellevar esta crisis pero no lo es todo. Hago mi revisión diaria en Instagram de Memelas de Orizaba, limpio la casa con rolas de J Balvin, bebo a veces un vasito de cerveza bien frío, juego con mi hija, hago acuerdos con mi esposo, añado canciones a mi playlist de Spotify, echo el chisme por whatsapp o videollamada con mi familia y amigos, hago mis clases virtuales de flamenco. Voy a la azotea.
Responsables, fragmentos de El oficio del escarabajo (Ediciones el Humo, 2019) Del siglo XIII al XVIII, el testamento fue el medio que todo el mundo tenía para expresar, a menudo de forma muy personal, su apego a la gente amada. No todos los moribundos confiesan o piden perdón. No fue su voluntad. O no pudieron. Como aquellos que van camino a otro país incierto. O quienes van por dulces o al mandado y días después aparecen en un terreno baldío. A ellos les quitaron su derecho a confesar. Morimos por cerebro corazón pulmones Pero cuando se está sola ante la muerte, el alma (según) entrega arrepentimiento afecto historia rencor * ¿En qué momento podemos decir con seguridad que somos herederos de lo material que nos dejan los difuntos? René Char es quien mejor responde a mi pregunta: a nuestra herencia no le antecede ningún testamento.