La Gualdra 656

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El libro Habitar la memoria: entre el fotodocumentalismo y la lucha social. Jorge Acevedo Mendoza (1949-2019) , editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue coordinado por los investigadores sobre fotografía Rebeca Monroy (DEH-INAH) y Abraham Nahón (IIH-UABJO). Esta publicación impresa, que cuenta con más de 200 fotografías de Jorge Acevedo, incluye los textos y reflexiones de Luis Hernández Navarro, Rosa Estela Reyes y Teresa Márquez Martínez, Antonio Saborit, Rebeca Monroy Nasr y Abraham Nahón.

[Más información sobre el libro en esta edición]

Fotografía de Jorge Acevedo Mendoza. Músicos en San Mateo Tepantepec, Oaxaca, 1987.

La Gualdra No.

Gustavo Íñiguez es un poeta tapatío que hace 3 años aproximadamente decidió fundar una editorial independiente llamada Espina Dorsal en la ciudad de Guadalajara; el 19 de agosto de 2022 realizó la presentación de su proyecto y de los primeros títulos de poesía publicados: El Síntoma del impostor, de Héctor Limón; La hélice en rojo de mi corazón gravita, de Melissa Niño; y La novela de las mujeres murciélago, de Patricia Vázquez. Espina Dorsal, desde entonces, se ha consolidado como una editorial que selecciona y cuida profesional y amorosamente cada uno de los títulos que publica.

A finales del año pasado, el 4 de diciembre para ser más exactos, presentó en ¡LiberFilia! -fiesta literaria en la terraza de Patán Ale House, para los editores y autores independientes durante todo el año y que los reúne en tiempos de FIL- en Guadalajara, dos títulos de autores zacatecanos: Catálogo mexicano de cine de horror, de Alberto Avendaño; y Momentum, de Rafael Salinas. El primero de ellos es parte de la colección Amnios; y el segundo, de la colección Poesía.

Alberto Avendaño, autor de Catálogo mexicano de cine de horror, nació en Zacatecas en el año de 1990; es poeta y ha publicado Para cantar bajo la Iluvia (Rey Chanate Ediciones, 2017), En la habitación a oscuras (Rey Chanate Ediciones, 2019), Las cenizas del día (Literatelia, 2019) y Navidad con Nicolas Cage (Incendio Plaquettes, 2022). Alberto es parte del comité organizador del Festival Internacional de Poesía México, con sede en Toluca; y actualmente es parte del consejo editorial del suplemento cultural El Mechero.

En su libro Catálogo mexicano de cine de horror, Avendaño retoma una serie de películas mexicanas estrenadas entre 1953 y 2021. Parte de Él (dirigida por Luis Buñuel en 1953) hasta llegar a El exorcismo de Carmen Farías (dirigida por Rodrigo Fiallega en 2021). En esta selección aborda filmes de terror emblemáticos como Pedro Páramo (Carlos Velo, 1967), Hasta el viento tiene miedo (Carlos Enrique Taboada, 1968) y El libro de piedra (Carlos Enrique Taboada, 1969), entre muchas otras, como punto de partida para hacer que el cine y la poesía establezcan un connubio portentoso.

Rafael Salinas, nació en Zacatecas en 1996; estudió la licenciatura en Comunicación en la Universidad de la Vera-Cruz; es autor de la novela Casi Abril y ha colaborado con distintos medios, como Taste of Cinema, Punto en línea, Nudo Gordiano, Átomos y el canal SIZART. Con Momentum, su primer libro de poesía, obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2024, convocado por la Secretaría de Cultura de Querétaro (el jurado estuvo integrado por Rocío Cerón, César Silva Márquez y Hernán Bravo Varela); y es publicado por Espina Dorsal con prólogo de Javier Acosta, quien ahí afirma:

“Trasladado desde el ámbito de la ciencia al de la existencia, las fuerzas elementales de la naturaleza se hibridan y yuxtaponen a las mecánicas implacables que nos atraviesan. Al mismo tiempo, el libro describe nuestro paisaje actual, atravesado por las trayectorias de la migración, la desaparición, el secuestro, la desolladura, la violencia. Discurso articulado por una voz al mismo tiempo afilada e irónica: es la voz de un poeta que sorprende por su precisión y por su capacidad de ceder el uso de la voz a todo aquello enmudecido por una fuerza terrible y cotidiana”.

Ambos libros serán presentados en el Museo Zacatecano este jueves 20 de febrero: Catálogo mexicano de cine de horror, de Alberto Avendaño, a las 19:00 horas con comentarios de Verónica G. Arredondo y Alejandro Ortega Neri; y Momentum, de Rafael Salinas, a las 19:30 horas, con los comentarios de Javier Acosta y Eric Reyes. Los autores estarán presentes y establecerán un diálogo con presentadores y asistentes. Al final se realizará la firma de los libros que estarán a la venta el día del evento. Ojalá que puedan asistir porque la velada es prometedora.

Va desde aquí nuestra felicitación a los autores zacatecanos y nuestro reconocimiento a Gustavo Íñiguez por su labor editorial. Nos vemos el jueves 20 de febrero en el Museo Zacatecano.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Carmen Lira Saade Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Contenido

Evocación de sombras: Para una lectura de Caravana de Sombras, de Rubén Rivera Por Renato Tinajero

El INAH publica libro sobreel fotodocumentalismo

Es momento de constituirnos,

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Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com

Sandra Andrade Diseño Editorial

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com

Habitar la memoria
de Jorge Acevedo Mendoza Por La Gualdra
Zacatecas 1823-1825, de Mariana Terán Fuentes Por José Enciso Contreras
No será el pasaje… el símbolo de todos mis anhelos Por Álvaro Luis López Limón
Memoir of a snail, de Adam Elliot Por Adolfo Núñez J.

Evocación de sombras: Para una lectura de Caravana de Sombras, de Rubén Rivera

6 Por Renato Tinajero

Las sombras del otoño siempre son un buen pretexto para evocar otras sombras. Y pues que otoño es, hablemos de la Caravana de sombras de Rubén Rivera, con el adicional pretexto de que han transcurrido ya diez años desde su primera edición.

Éste es un libro sobre el Rimbaud que no viene en los libros de literatura. De Rimbaud cuando ya había escrito la obra de Rimbaud y se había marchado de la literatura y también de Europa. Su periplo no nos es desconocido: lo sabemos agente comercial en Yemen, traficante de armas en Etiopía; sombra de su propio yo, guarecido bajo la sombra del dominio colonial europeo. Ahí se sitúa el libro, en la construcción de ese personaje esquivo que Rimbaud quiso ser.

Me gusta el título de este libro. No solamente por los tintes de suyo poéticos, entre el exotismo y el misterio, que un título así posee, sino, sobre todo, por las sombras mismas que convoca. La más evidente es la sombra del propio Rimbaud, en torno a cuyo sino trágico (el sino de la estirpe de Caín, de acuerdo con el epígrafe del libro) se tejen algunas de las páginas más brillantes de la obra, más nutridas de esa especie de sabiduría que nace de un dolor espiritual asumido a conciencia y plenitud:

Su espíritu humea sobre las cenizas del olvido. ¡Ah! todo es efímero en el pentagrama de su memoria, en las aguas del viento que lo nombran. La tristeza de la luna se derrama en la arena y se burlan de él las estrellas que brotan del cielo…

Pero los poemas también convocan a la sombra de esa Europa de la cual proviene el poeta; sombra que el poeta arrastra consigo en su modo de ver el planeta y de vivirlo (en algún momento, cerca del inicio del libro, se habla de la eficiencia con la cual Rimbaud sirve al comercio colonial: el poeta se ha convertido en un agente de esa paradoja que era y sigue siendo Europa, tan civilizada y culta, y a la vez tan arrogante, tan utilitarista). Y a la caravana se suman también las sombras del lenguaje, los restos de un Rimbaud poeta que se coronó como una cima del arte y se metamorfoseó muy pronto en una sombra de sí mismo. Y se suman también las sombras del pasado y la memoria, de lo que queda disperso y desdibujado en testimonios del devenir de Rimbaud. Escribe, por ejemplo, esta página imaginaria el sirviente de Rimbaud, página entre cuyas líneas se asoma un personaje que es concreto y definido en su presencia, y a la vez esquivo y dueño del secreto de sí mismo:

Mi señor es silencioso, taciturno, desconfiado y cuando le sube la fiebre es sumamente irritable y ofensivo.

Tras su terrible máscara, lágrimas errantes. Cuando me abraza siento alacranes que me recorren y las hienas ríen en mi sangre.

Mi señor Rimbaud, la vida es larga porque existes, y los astros brotan desde nuestros cuerpos.

Caravana de sombras es una caravana de fragmentos de prosa poética, construidos con brillo y con oficio. Lo fragmentario del libro es un acierto. Un discurso continuo, bien estructurado, habría constituido una imposición al lector. Habría constituido una historia, meramente una historia, con sus personajes, su desarrollo, sus conclusiones intelectuales o incluso morales (algún tipo de explicación sobre Rimbaud, un sí o un no a favor del hombre Rimbaud y de su odisea). Rivera evade esos lastres. No ofrece una crónica documental sobre el personaje, sino un flujo de momentos poéticos. Recuérdese que estamos en todo momento frente a un libro de poesía. ¿Y qué es aquí lo poético? He referido ya, pocas líneas atrás, el brillo y oficio de la prosa. Pero lo poético en esta Caravana de sombras radica, sobre todo, en lo humano. El libro versa sobre lo humano en su más llana verosimilitud: su violencia, su descreimiento, su tragedia, su camino de destrucción, que es el camino de todos, pues a la destrucción es a donde se encaminan los más elevados frutos de nuestro ser. Estos fragmentos de un diario imaginario de Rimbaud dan cuenta de esa tensión entre dos rostros igualmente auténticos de lo humano: lo humano acuciado por la búsqueda del conocimiento y

lo humano que se entrega sin reservas a la crueldad:

Mayo 20, 1882 (martes)

La niebla cubre las palmeras y las nubes se abisman en la lejanía. Escribo desde Adén: desearía información sobre los mejores fabricantes franceses o extranjeros de instrumentos de matemáticas, óptica, astronomía, electricidad, meteorología, neumática, mecánica, hidráulica, y mineralogía. No estoy interesado en instrumentos quirúrgicos. El aire huele a flores y me asomo a este paisaje desde adentro como a una llaga…

Febrero 10, 1887 (miércoles)

Tres mil guerreros fueron abatidos y aplastados en un abrir y cerrar de ojos por los soldados del rey Menelik. Se recogieron seis mil testículos como trofeo y se instauró un nuevo régimen.

Es en esa tensión que brota la belleza. La belleza de Caravana de sombras no es una belleza apolínea, de la claridad y la solidez, sino una belleza de lo quebrado y de lo efímero. Parece como si Rivera quisiera decirnos que también en el derrumbe, y quizás con más razón que en cualquier otra parte, hay belleza. Concuerdo con Rivera en que existe de hecho una estética del derrumbe, dentro y fuera del arte, porque en el derrumbe de la persona, en la derrota de sus

afanes y sus empresas, brilla singularmente lo que de dignidad existe en la persona misma.

Me gusta Caravana de sombras porque me deja entrever las posibilidades dramáticas de lo humano: el dolor, la locura, la poesía. Es lo humano in extremis: la poesía absoluta, que aspira a un conocimiento absoluto y a una absoluta decadencia. O sea, es la condición humana tal cual: despojada, a la intemperie, sin credos revelados, sin tabla de salvación. Me gusta la imagen de Rimbaud como se muestra en el libro. Porque, a diferencia del hombre del norte que se aproxima al sur global en busca de una idealizada concepción de lo sagrado o de medios para aturdirse y anestesiarse (llámense borrachera o peyote, fentanilo u opio), el hombre Rimbaud se decanta al sur por una irresistible fuerza de su propia naturaleza. Porque en el sur, en el salvajismo, decadencia, peligro y violencia del sur, el poeta se reconoce. No busca un nuevo yo, ni reformarse, ni purificarse; busca, en todo caso, destilarse, ser más yo, ser más Rimbaud. Sentarse a la mesa de lo humano verdadero, comer el pan con todos los hombres y padecer, con ellos, el hambre verdadera. No para salvarlos ni para salvarse; solamente para ser.

Su gloria está en el viaje, en el canto del peregrino. Ha saboreado el abismo y el vaho de la muerte en las arenas del desierto… Toda cosa que nace es una pesadilla en el mundo, y aquí está soportándose en los fuegos del día como una rebelión del espíritu. Se recuesta ebrio y cansado sobre la isla del mundo que no tiene fin.

¿Admira Rubén Rivera a Rimbaud? Caravana de sombras es un homenaje a Rimbaud, pero no es una alabanza a Rimbaud. Ni siquiera al poeta Rimbaud, a sus logros literarios. El hombre Rimbaud se nos muestra, se nos revela, en su avalancha de claroscuros. No está ahí para que lo ames. En todo caso, podrías identificarte con él, reflejarte en sus llagas, dejar que con sus actos delinee tus propios actos, que con su humanidad doliente prefigure tu propia humanidad y tu propio dolor. Rivera, creo, admira a Rimbaud porque reconoce en Rimbaud la virtud de ser libre y de ser diferente, y de asumir a fondo esa libertad y esa diferencia. Hace años un jurado constituido por Héctor Carreto, David Huerta y Eduardo Langagne concedió a Caravana de sombras una mención de honor en el Certamen Internacional de Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz”, convocado por el Gobierno del Estado de México. De ahí data su primera edición, aún asequible por Internet. Una segunda edición fue publicada hace tan solo dos años, bajo el sello Reverberante. Aún circula. Siempre es buena noticia que un libro de poesía, en especial una obra estimulante, como ésta, y brillantemente ejecutada, permanezca al alcance de los lectores.

Caravana de sombras, de Rubén Rivera

Habitar la memoria…

El INAH publica libro sobre el fotodocumentalismo de Jorge Acevedo Mendoza

6 Por La Gualdra

El libro Habitar la memoria: entre el fotodocumentalismo y la lucha social. Jorge Acevedo Mendoza (1949-2019), editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue coordinado por los investigadores sobre fotografía Rebeca Monroy (DEH-INAH) y Abraham Nahón (IIH-UABJO). Esta publicación impresa, que cuenta con más de 200 fotografías de Jorge Acevedo, incluye los textos y reflexiones de Luis Hernández Navarro, Rosa Estela Reyes y Teresa Márquez Martínez, Antonio Saborit, Rebeca Monroy Nasr y Abraham Nahón.

Para su conformación, los coordinadores trabajaron durante 4 años en el archivo del autor —que cuenta con aprox. 52 mil negativos— seleccionando y contextualizando imágenes representativas, así como otras inéditas, que muestran diversas facetas y múltiples temas documentados visualmente por Acevedo a lo largo de tres décadas, principalmente. Los textos entreveran la investigación e interpretación de sus fotografías con sucesos vivenciales, enfatizando la tenacidad de su trabajo, su compromiso social y su militancia visual, al documentar en las décadas de los 70s y 80s: movilizaciones políticas, magisteriales, campesinas, feministas y sindicales en la lucha social por la democratización del país. Se aborda también su participación sindical y laboral en el INAH, su formación en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) y la difusión de algunas de sus fotografías en La Cultura en México, así como en publicaciones culturales, independientes y políticas, como es el caso de Cambio, Pueblo, La Revuelta, Nexos, La Jornada, etc.

Como se señala en la Introducción que escriben los coordinadores de la publicación: “La trayectoria fotográfica y sindical de Jorge Acevedo Mendoza (D.F. 1949-Oaxaca 2019) dejó una profunda huella en la vida del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), desde que inició su actividad laboral en el año de 1972 como fotógrafo de bienes culturales de la Dirección de Monumentos Coloniales, en el ex Convento de Churubusco, al desarrollar su gran vocación con la cámara […] Después del fatídico sismo de 1985, Jorge Acevedo decidió salir de la Ciudad de México para establecerse en Oaxaca, desde donde siguió captando imágenes ahora de la lucha establecida en esa ciudad por el magisterio, pero también de otras contiendas en apoyo a los poblados circunvecinos realzando con su cámara los trabajos de arte y cultura popular que son infinitamente creativos y están dotados de un sentido estético invaluable, los cuales Jorge Acevedo rescató en sus imágenes de luz y plata. Durante años trabajó disparando el obturador, pero para el año 2010, aproximadamente, dejó de hacer fotografía, descansó sus cámaras de la era fotoquímica, aunado a que se negó a trabajar de manera digital porque era un convencido del cuartoscuro y sus bondades”. Los textos abordan su trayecto profesional, fotográfico y vivencial, tanto en la Ciudad de México como la inflexión de su mirada fotográfica al irse a vivir a Oaxaca (en 1986), donde realiza series sobre pueblos indígenas y afromexicanos. Además de formar parte del grupo de fotógrafo(a)s “Luz 96”, quienes colaboraron con el artista Francisco Toledo para la fundación del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB), donde por

Una de las fotos más representativas de su obra es el cartel del puño del SUTERM, desgastado por las condiciones externas, 1979.

algunos años daría talleres a nuevas generaciones de fotógrafas y fotógrafos en Oaxaca. Su participación en los Museos Comunitarios del INAH y en proyectos editoriales colectivos en Oaxaca también es analizado con detalle, incluyendo el único libro en el que participaría como autor principal: Al país de la ilusión, Fotografías de Jorge Acevedo Mendoza, el cual realizó con el investigador Abraham Nahón. La amplitud y profundidad de la investigación que ahora se presenta en este libro de Habitar la memoria…, permitió además publicar un extenso dossier en la sección denominada El relato visual y trazar una Línea del tiempo, que vincula y complementa de manera muy sintética su vida y obra.

El libro fue presentado por sus autoras y autores el 30 de enero de 2025, en la Dirección de Estudios Históricos del INAH, en un emotivo evento al cual asistieron investigadores, colegas, sindicalistas, fotógrafos y amigos de Acevedo (se transmitió por INAH TV y quedó grabado en el sitio: https://www.youtube.com/watch?v=OKGAYgn8H0). Está planeada otra presentación el miércoles 5 de marzo de 2025 a las 17 horas, en el Museo Nacional de Antropología, con la participación de los coordinadores (Rebeca Monroy y Abraham Nahón), así como del investigador sobre fotografía Alberto del Castillo (Instituto Mora) y del fotógrafo independiente Pedro Hiriart. Se tiene la intención de realizar, meses después, una presentación en Oaxaca y en otros espacios o Ferias de Libro, donde pueda darse a conocer esta relevante publicación que documenta y reflexiona sobre el legado visual de Jorge Acevedo, sumándose con ello a los estudios de la historia de la fotografía en México y en Latinoamérica.

Un tema recurrente en su obra fue el retrato de músicos en ambientes urbanos y rurales. Músicos en San Mateo Tepantepec, Oaxaca, 1987.

El 1 de mayo de 1983, Jorge Acevedo dispara su cámara en el momento en que la disidencia protestaba y clamaba a gritos ante la impávida mirada del presidente Miguel de la Madrid, Ciudad de México.

Fotografía de la serie Los presos de Ixcotel, la cual ganó el Premio “Sotero Constantino” en la VI Bienal de Fotografía, realizada en Oaxaca en 1993.

Fotografía

Esta fotografía pertenece a una serie que realizó en 1992 en la comunidad afromexicana de Cuajinicuilapa, Guerrero, en una festividad popular, donde se interpreta la Danza de los Diablos.

Es momento de constituirnos, Zacatecas 1823-1825, de Mariana Terán Fuentes

Historia

La doctora Mariana Terán Fuentes nació en la Ciudad de México un 26 de diciembre, en el seno de una familia encabezada por don Víctor Manuel Terán, abogado, y doña Aurora Fuentes del Villar. Inició sus estudios básicos, secundarios y preparatorios en la ciudad de Aguascalientes, graduándose como licenciada en sociología por la universidad de aquel estado; más tarde obtuvo una maestría en Estudios Étnicos y del Lenguaje, en el colegio de Michoacán. También logró su doctorado en historia por la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas, a la que se integró a laborar como docen-

te poco después en las licenciaturas de Letras, Historia y Desarrollo Cultural. Más tarde fue fundadora de la Maestría en Humanidades, luego de la Maestría-Doctorado en Historia y después del Doctorado en Estudios Contemporáneos, al que está adscrita en la actualidad. Ha publicado muchos pero muchos libros como autora y coautora. Sería tardado enumerarlos todos, pero por ahora baste decir que el primero de ellos fue El artificio de la fe, en el ya lejano 2002; y el más reciente esta monumental compilación documental que estamos presentando. Sus artículos son igualmente copiosos y publica-

dos en las más rigurosas revistas internacionales, sin que eso no quiera decir que no se haya dedicado a una intensa actividad de divulgación de su trabajo. Se ha hecho merecidamente acreedora a múltiples distinciones académicas, entre las que destacan su ingreso a la Academia Mexicana de la Historia, y al máximo nivel del Sistema Nacional de Investigadores. Por lo que ella siempre dice recio y quedito, pero sobre todo por lo que hace, la doctora Mariana tiene gran compromiso social, mujer de carácter, de talante progresista, amorosa madre de familia y ejemplo de laboriosi-

dad y dedicación. Critica los pagos de colegiaturas en la educación pública, se esfuerza por dar circulación a los libros -incluso gratis-, firma cualquier desplegado en apoyo a justas causas sociales, defiende la universidad pública y con toda sinceridad, manifiesta su absoluta gratitud con nuestra alma mater, la Autónoma de Zacatecas, por la que profesa, como muchos zacatecanos, profunda veneración. No hay entrevista que no conceda, invitación académica que no acepte con entusiasmo, aunque sea en municipios o ranchos apartados, y está por demás decir que sus alumnos, tan solo hablando de los egresados de la UAZ, se cuentan ya por centenares.

Su vida con nuestro entrañable amigo y colega Edgar Hurtado, lamentablemente ya ausente, con quien formó hermosa familia, fue de compartir proyectos y realizaciones. Aquí es pertinente decir que, como se lee en su estado de Whatsapp la doctora ama entrañablemente a su familia por encima de todo, incluso más que al federalismo y el trienio liberal.

Pero decía que la huella que ha dejado Edgar en todos sus amigos, pero sobre todo en mi colega Mariana es muy profunda. Ahora que escribo esto reflexiono en el hecho de que esa huella es tan indeleble, que ha dedicado esta obra que presentamos, precisamente a su compañero de vida, lo que nos habla de la importancia que ella misma le concede a éste su libro. Porque un autor no anda dedicando sus obras así nomás. No, señor. Siempre se escoge la dedicatoria al nivel de la obra. Por lo que entiendo que la doctora asume que este libro consiste en una de las más sólidas aportaciones al pueblo de Zacatecas y al de México; y así lo es, sin lugar a dudas.

He dicho aquí algunas cosas de corte personal en la vida de nuestra autora, porque creo conocerla bien y puedo presumir que somos amigos desde hace muchos años. Junto a Edgar Hurtado y otros colegas hemos navegado en las siempre agitadas olas universitarias —a veces con mar calmo, pero casi siempre con tormenta, casi siempre en el mismo barco—, impulsando proyectos académicos que han cuajado contra viento y marea. He sido beneficiario de su solidaridad en momentos muy difíciles y nos hemos acompañado en las buenas y en las malas. Mas no por esta gran estimación y cariño voy a nublar mis juicios sobre esta monumental obra.

6 Por José Enciso Contreras
Mariana Terán Fuentes. Foto del Tribunal de Justicia del Estado de Zacatecas.

Es momento de constituirnos

Se trata de un volumen de 490 páginas, 33 de las cuales están dedicadas a un estudio preliminar del que puedo decir que es brillante por varias razones, sobre todo porque siento que se trata de una síntesis del trabajo científico de Mariana Terán en los últimos 25 años en torno al federalismo. Sintetiza en pocas páginas sus sesudas indagaciones en archivos y bibliotecas, así como toda una trayectoria de reflexión y debate docente bien encauzado. Con este estudio ha pretendido con éxito, contextualizar el voluminoso corpus documental que nos regala en la segunda parte del volumen. Prolegómeno obligado, preámbulo necesario, es digamos que el zaguán de la documentación transcrita. Transgresión y constitución, que así se llama el estudio, comprende breve pero intenso periodo de la vida local e internacional en el mundo hispano, de 1812 —año fulgurante para el constitucionalismo escrito en español, pues se trata nada más ni nada menos que el de la publicación de la Constitución de Cádiz, conocida coloquialmente como La Pepa— a 1825, año igualmente luminoso para el constitucionalismo zacatecano, pues se publica un día 17 de enero precisamente, hace 200 años, nada menos que en la noble casona de la Mala Noche —que ahí donde la ven es hoy por hoy la envidia de muchos legisladores diletantes—, la Constitución del Estado Libre de Zacatecas.

En tres breves apartados de su estudio la doctora Terán nos da cuenta de los singulares efectos que la constitución de Cádiz tuvo en el mundo hispano, especialmente en las colonias españolas, donde el proceso de fermentación de las independencias ya no tenía marcha atrás. También nos informa de la formación de una primera generación de parlamentarios hispano americanos y concretamente mexicanos, de la talla de Miguel Ramos Arizpe o José Miguel Gordoa y Barrios. Del desarrollo de una conciencia liberal local que evolucionaría del constitucionalismo monárquico a todo un programa republicado y federal. Aborda asimismo a la diputación provincial de Zacatecas, de fugaz duración, pero de profundos efectos en la élite ilustrada zacatecana, que encontraría en su seno otro referente hasta didáctico para la cosa pública.

En este periodo de trece años sucedieron muchas cosas en Zacatecas, crisis y rompimientos, transgresiones y evolución de ideas que en otros casos de la historia se incuban durante muchas décadas. Aquí se presentaron en poco más de una. Quizá la más importante de aquellas coyunturas fuese el rompimiento con el proyecto monárquico tanto el español como en iturbidista, que se expresó en la parti-

Es momento de constituirnos, Zacatecas 1823-1825, de Mariana Terán Fuentes

cipación de aquellos políticos zacatecanos en el Plan de Casa Mata. Fue en el seno de la diputación provincial donde comenzó a fraguar la identidad estatal federada de Zacatecas, para lo que se confeccionó el Reglamento para el gobierno provincial del estado libre de Zacatecas, que, teniendo como inspiración un texto homólogo jalisciense, constituye un documento proto constitucional de gran valor político y hasta académico. En esa misma diputación se convocó al congreso constituyente del Estado de Zacatecas, que elaborara la primigenia constitución local que este año conmemoramos con entusiasmo republicano.

Además de la Constitución de 1825, la transcripción del primer libro de actas del congreso constituyente de Zacatecas es otro de los regalos documentales aquí contenidos, así como las de otras 24 leyes y reglamentos que representan parte importante del patrimonio político y cultural de los zacatecanos.

Al paso de 200 años aquella promulgación puede parecer agua pasada para muchos, en este tiempo en que lo mejor de nuestras tradiciones cívicas se encuentran asediadas por ignorancia o conveniencia, en que ciertos

ayuntamientos se reúnen para entregar preseas a fantasmas coloniales y traicionar la estirpe republicana, laica y federalista de las instituciones presentes. En este tiempo decimos, debemos reflexionar en el legado de la ilustre primigenia generación liberal, en aquella primera edición del pueblo libre y soberano de Zacatecas, que mediante la constitución de 1825 crearon la base, el molde, el cimiento de nuestro perfil como zacatecanos modernos. Lo zacatecano sería a partir de aquella constitución, sinónimo de identidad de lo particular en lo universal. Ciudadanos modernos con derechos y obligaciones, agentes de la soberanía, libres para pensar, opinar, imprimir y trabajar; representados en instituciones y, sobre todo, iguales ante la ley, aunque sea en eso...

Con este documento constitucional, en suma, se declaraba solemnemente inaugurado el mundo moderno para los zacatecanos. Que no a todos les gustaba progresar también es cierto, porque entonces y ahora hay gente para todo, como se da cuenta brevemente en el estudio introductorio de la autora.

El llamado primer federalismo mexicano fue particularmente rico en

nuestro estado, y ya si me apuran diremos que ese gran periodo inicial de la vida republicana en Zacatecas fue realmente breve, apenas diez años de utopía liberal que duró hasta abril de 1835, con la derrota de Francisco García Salinas por Antonio López de Santa Anna. Sin embargo, insisto, se trató de años fabulosos donde ocurrieron grandes transformaciones, las más importantes en la conciencia misma de los zacatecanos. Aquí en este libro queda su testimonio documental.

Había una vez un coronel… Para cerrar esta presentación vale la pena invocar al coronel Pedro de Iriarte, viejo minero, alguna vez alcalde constitucional de Zacatecas, citado por la doctora Terán en su estudio introductorio, quien publicó en el periódico El Águila Mexicana en 1823, a propósito de la diputación provincial: …pero que de todo se olvida al contemplar la inefable dicha de poderse llamar ciudadano del estado libre de Zacatecas. ¡Ah! Esta dicha soberana es mil veces más regalada que cuantas riquezas y deleites efímeros pueden gozar los ambiciosos.

Arte

No será el pasaje… el símbolo de todos mis anhelos

6Por Álvaro Luis López Limón

Balthasar Kłossowski de Rola (Balthus) caminaba por el pasaje de Commerce-SaintAndré, su estudio en la Cour de Rohan, calle que unía al boulevard Saint-Germain y a la rue Saint-André-

des-Arts. Barrio de la Comedia Francesa y del café Procope, centro neurálgico de la vida literaria y teatral de la ciudad. En este escenario encarna la pintura de Balthus, Le Passage du Commerce-SaintAndré. Es un canto a la vieja París, un

guion mudo y extraño como sus personajes, incluyendo al perro y la muñequita en la silla. Una joven pensativa, absorbida por la sombra, mira hacia al suelo, su proximidad al plano del cuadro no la acerca a nosotros. Tampoco está cerca del hombre que se ha cruzado con ella, el suyo es un encuentro fallido. La anciana en el fondo del cuadro de andar débil y penoso al igual que el hombre del jersey azul. A un viejo enano, sentado sobre el borde de la acera, le brilla la luz en su calvicie, parece no querer hablar con ninguno de sus compañeros de soledad. El bebé constituye el eje o quizá la mirada frontal, junto a su gemelo semicortado –en el hueco de la puerta– mientras que la niña –sin prestar atención– juega con su muñeca. El hombre de espalda enjuta, con una barra de pan en la mano, exhibe cierta indiferencia por el mundo. En fin, más allá de la descripción, situados en la poética de la ciudad que los pasajes crean; teatro del mundo en el que el afuera (la calle) es sentido como el adentro (lo íntimo), que en definitiva nos guiará al corazón de lo insólito en tres actos:

1. Pierre Klossowski afirma que Balthus ha trazado su propia vida, dirá, “sin duda la melancolía vaga por aquí y por allá, hay que considerarla en la

Memoir of a snail, de Adam Elliot

6Por Adolfo Núñez J.

En reiteradas ocasiones se ha afirmado que el cine de animación es un medio expresivo que va más allá del mercado infantil, con la posibilidad de abarcar un sinfín de temas y cuestiones que resuenan de manera universal. El segundo largometraje del australiano Adam Elliot, luego de la elogiada Mary and Max (2009), confirma dicha afirmación, pues se trata de un detallado y compasivo retrato sobre personas marginadas o “diferentes” a los ojos de los demás; individuos que, por más que lo intenten, no terminan de encontrar su lugar en el mundo. Realizada en animación cuadro por cuadro con figuras de arcilla, Memoir of a snail (2024) toma lugar en Melbourne durante la década de los 70 y narra la historia de Gracie (Sarah Snook), una chica introvertida e insegura que vive obsesionada con todo lo que tenga forma de caracol. La acompañan su hermano gemelo, Gilbert (Kodi SmithMcPhee), un chico tan comprensivo como temperamental, así como su padre, Percy (Dominique Pinon), un malabarista francés que se encuentra parapléjico y que ha caído en el alcoholismo. La madre de Gracie y Gilbert murió durante el parto y tiempo después el padre también fallece por apnea del sueño. Es por esto que ambos hermanos, luego de haber pasado cada

momento juntos, son adoptados por diferentes familias y separados por primera vez en su vida.

El filme va hilando su narrativa a partir de flashbacks que rememora una Gracie adulta. La mayoría de los momentos que recuerda son tan comunes y mundanos como los de cualquier persona, pero van acompañados por un intenso sentimiento de pérdida, abandono y soledad. A manera de voz en off la protagonista detalla el impacto psicológico que estas experiencias han dejado en su persona, haciendo que cada vez le sea más complicado relacionarse con otros de manera afectiva.

En ese sentido, Elliot centra su atención en la ausencia del núcleo familiar, ya sea por mera negligencia, o simplemente como el producto de tragedias que resultan tan inevitables como aleatorias. Y es en ese punto de la narración cuando la metáfora visual del caracol encerrado en sí mismo, dentro de su propio caparazón, resuena con mayor intensidad.

Si bien la película mantiene un tono pesimista en la mayoría de su metraje, el director se apoya en diversos recursos para hacer que la experiencia en conjunto resulte mucho más digerible, divertida y hasta cautivadora. La cinta tiene un sentido del humor irónico y mordaz, cuya irreverencia se encuen-

figura del hombre sentado en la acera, agobiado por ese así será para siempre, mira con extasiado desapego a los niños que son […] como fantasmas en la imaginación de la muchacha que mira pensativa al espectador”.

2. Vemos a un hombre que camina “–aunque se mantenga inmóvil en su paso– lleva en la mano la promesa de romper el círculo desesperante del tiempo para superarlo” –dirá Klossowski, sin dudarlo–, es Balthus. Si el pintor que le da la espalda al espectador se aleja, “es la mirada de quien se encuentra con la ciudad, la mirada de quien es extraño, […] la mirada del flâneur, cuya forma de vida todavía se asoma con un resplandor de reconciliación, a la futura y desconsolada forma de vida del hombre de la gran ciudad”.

3. Para Baudelaire como para Benjamin, el lugar del flâneur son los pasajes: “Quien se extraviaba en los pasajes podía creer que se había perdido en una brecha abierta en el tiempo y que había acabado, sin advertirlo, en una gruta de leyenda. Aquí, más que en ningún otro lugar, la ciudad despliega su capacidad de transformar las cosas”.

Explicará Balthus, “la palabra pasaje, que aparece en el título de una de mis obras, ¿no será, de algún modo, el símbolo de todos mis anhelos?”.

tra más encaminada hacia el público adulto. También cuenta con personajes secundarios notables, que se presentan en diferentes momentos en la vida de ambos hermanos y que, de una manera u otra, les otorgan todo tipo de lecciones y enseñanzas, tanto buenas como malas.

Tal vez el aspecto más llamativo del filme sea que, con todo, Elliot no busca explotar la miseria de sus personajes, sino que apuesta por una mirada realista y auténtica ante ese sufrimiento inevitable e inherente a la experiencia humana. El australiano resalta cómo es

que la esperanza puede surgir de los rincones más oscuros, en momentos donde la empatía, el cariño y el amor perduran por encima de cualquier otro sentimiento. De tal forma, Memoir of a snail es una historia sobre confrontaciones internas y el reconocimiento de que todas las experiencias, por muy dolorosas o felices que sean, son las que forjan el camino y definen la identidad de cada individuo. Tal y como lo expresa una de las tantas personas que se cruzan en la vida de Gracie: “La vida sólo se puede entender hacia atrás, pero hay que vivirla hacia adelante”.

Balthus. El pasaje de Commerce-Saint-André. 1952-1954.

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